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lunes, 9 de diciembre de 2024

Las 5 urgencias de un cura influencer para el Adviento: «25 días para ser el santo que Dios quiere»



 Las 5 urgencias de un cura influencer para el Adviento: «25 días para ser el santo que Dios quiere»

Una familia joven celebrando el Adviento. 

Los consejos del padre Mike Schmitz para prepararse durante el Adviento para mirar a Jesús cara a cara (Imagen: Freepik).

Uno de los más sacerdotes más populares de los Estados Unidos y del YouTube católico angloparlante es el sacerdote Mike Schmitz. Los canales donde participa -Sundays with Ascension o Ascension presents- atraen diariamente a cientos de miles de personas y sus libros como Hechos para amar o La Biblia en un año son auténticos éxitos de ventas.

Si el sacerdote goza de tanta popularidad es sobre todo porque no elude temas polémicos y, aunque los aborda desde la caridad, no renuncia a aportar comentarios que podrían ser considerados tan impopulares como fieles a la doctrina. Y el Adviento es uno de ellos.

Entrevistado por National Catholic Register en torno a la Navidad y el Adviento, Schmitz ha recordado que se trata de un tiempo que no debe contemplarse solo desde una perspectiva "un poco más espiritual", sino de "prepararse para ver el rostro del Señor" y estar listos incluso como si fuese a llegar la misma muerte.

Recogemos algunos de los consejos que ofrece Schmitz en su "hoja de ruta" para encontrarse con Dios cara a cara:

1º Espera y preparación activas

"Cuando se trata de celebrar la Navidad, de reconocer a Dios que viene a nuestra vida diaria, de prepararnos para ver el rostro del Señor en el momento de nuestra muerte o cuando Él venga de nuevo, la frase que me viene a la mente es: `No podemos estar listos a menos que nos preparemos´. Lo mismo cuando se trata de la Navidad en sí. No estaré listo para celebrar la Navidad a menos que me prepare, lo que significa que no es simplemente una cuestión de espera pasiva, sino activa. Es una cuestión de preparación".

2º El enfoque no es ser más espiritual, sino conocer más a Jesús

A la hora de definir la mejor forma de prepararse, recuerda que hay algo que preparar más importante incluso que celebrar la Navidad o  recordar lo que Cristo hizo por la humanidad hace 2000 años, y es "estar listos para estar delante del Señor, cara a cara". Y para ello  hay algo que Schmitz considera "urgente" y es la confesión.



Face to Face, el programa de Mike Schmitz sobre el Adviento. 

`Estar listos para mirar cara a cara al Señor´, el objetivo del Adviento que el sacerdote Mike Schmitz explicará en su programa Face to face, de Ascension Press. 

"Voy a estar delante de Él y necesito poder estar listo para verlo cara a cara. Necesito poder tener la gracia y la fuerza para mirarlo a los ojos"; subraya. Sin embargo, recuerda que no es suficiente con ir a confesarse o a rezar, sino la actitud con la que se acude: "No [debemos] rezar solo porque quiero ser más espiritual, sino porque necesito una relación con Dios, o de lo contrario, Él me dirá ese día: `No te conozco´".

3º "Ser bueno no es suficiente: Necesitamos a Jesús"

"Muchos de nosotros tenemos miedo de reconocer que nuestras vidas son finitas, que la forma en que vivimos aquí tendrá eco en la eternidad. Tenemos que darnos cuenta de que ser bueno no es suficiente, de que no voy a vivir para siempre, de que en realidad necesito al Señor. Hay muchas cosas que podemos hacer para tener éxito, pero al final del día, todos vamos a morir, y no importa la salud que tengamos, lo ricos que seamos, el éxito o poder que tengamos o lo conocidos que seamos, porque ninguno puede frenar a  la muerte. Y es aquí cuando volvemos al punto de `Necesito a Jesús´. Porque si no necesito ayuda, no necesito a Jesús y no necesito la Navidad".

4º Cuatro semanas para ser el santo que Dios quiere: ¿Reflexión o urgencia?

El sacerdote actualmente se encuentra preparando un nuevo programa de Adviento para Ascension Press. Cuando se plantea que lo diferenciará de otros contenidos, explica que actualmente los católicos ya cuentan con reflexiones, libros, series y multitud de materiales que a su juicio "son buenas e importantes" al estar  orientadas fundamentalmente a "reflexionar" sobre  el Adviento.

Primera sesión del curso de Schmitz sobre Adviento (en inglés):



Pero en su caso, Schmitz considera que los contenidos y las necesidades a las que deben responder no es solo a lo "importante" sino a lo "urgente". "¿Qué pasaría si yo supiera que solo tengo 25 días para prepararme para ser el santo que Dios quiere que sea? Entonces ahí hay una urgencia, no solo algo importante. Y una de las cosas que más me entusiasma es que la gente tenga esa perspectiva", agrega.  

5º Los regalos son buenos, pero no deben eclipsar el verdadero sentido

Preguntado por la coexistencia entre el Adviento y los impulsos comerciales o seculares de los últimos días del año, reconoce que el entusiasmo en torno a la Navidad -"incluso en torno a la idea secular de la Navidad"- se da en niños y adultos y que es bueno que las familias se reúnan. Hablando de los regalos, remite ese entusiasmo no solo a la hora de recibirlos, sino "a la sensación de poder dar y de poder reunirnos".

Hablando de Papá Noel o de los Reyes Magos, remarca que son algo bueno siempre que no se pierda de vista que "Jesús es el centro" de este tiempo, por lo que invita a ver películas y hacer regalos, pero al mismo tiempo rezar juntos y subrayar que "todo esto se trata del nacimiento de Jesús y que estamos ansiosos por el cumpleaños de Jesús. En lugar de condenar cosas que son neutrales o buenas, ¿por qué no aprovecharlas? ¿Por qué no sacar provecho de ellas y seguir recordando a nuestra gente que Jesús es la razón de esta temporada?". 

Fuente: Religión en Libertad

jueves, 7 de diciembre de 2023

6 ideas para vivir «el mejor Adviento posible»: celebrar las posadas o leer la genealogía de Jesús



 6 ideas para vivir «el mejor Adviento posible»: celebrar las posadas o leer la genealogía de Jesús

Adviento

Durante el tiempo de Adviento puedes intercambiar regalos, cantar villancicos, disfrutar de las luces navideñas y preparar dulces para compartir con tu familia (foto: celebración de Las Posadas, en México).

Esperar algo no suele ser fácil para nadie, y menos para los niños. Mirar el reloj para que llegue el recreo, hacer cola para recoger el almuerzo o turnarse con el hermano el juguete favorito puede ser algo fatigoso, incluso para los niños más pacientes. Siempre parece una eternidad que llegue tu cumpleaños o las vacaciones de verano, y, sobre todo, la Navidad.

Precisamente, el Adviento es una temporada de espera, pero muchas veces nos saltamos la preparación y queremos pasar directamente a la celebración de la Navidad. Pero, este año, niños y mayores pueden disfrutar cada segundo de este tiempo tan importante. Estas cuatro semanas pueden abrir nuestros corazones de par en par para recibir a Jesús. 

El portal National Catholic Register ofrece algunas sugerencias para disfrutar y preparar bien el Adviento y la Navidad en familia este 2023:

1- Enciende la llama de la fe en la corona de Adviento

La corona de Adviento es probablemente el símbolo más reconocible de este periodo del año. Por esta razón, puedes darle significado al encendido de las velas convirtiéndolo en toda una ocasión para la oración familiar.

Canta un himno distinto de Adviento cada semana mientras enciende las velas. Lee el Evangelio o las lecturas de la Misa dominical y habla con tus hijos sobre temas como la escucha, la espera, la esperanza, la paz, la alegría o el amor. También puedes ofrecer intenciones y dar gracias a Dios en familia antes de apagar las velas.

2 Conoce el árbol genealógico de Jesús

La genealogía de Jesús incluye nombres muy importantes del Antiguo Testamento. Comparte las historias de estas figuras con tu familia y destaca cómo allanaron el camino para la venida del Mesías. Hay muchas lecturas de la genealogía de Jesús para cada día de Adviento.



Las PosadasLa tradicional piñata de la fiesta de "Las Posadas" en México.

3- Prueba una nueva tradición del resto del mundo

Las tradiciones de Adviento varían según las épocas de la historia y los diferentes lugares del mundo. En este tiempo puedes conocer más sobre las distintas formas en que los católicos de todo el mundo entran en esta temporada tan importante.

Podrás investigar más sobre celebraciones como el domingo de Bambinelli ("Niño Jesús"), en Italia, o Las Posadas, en México y Centroamérica (puedes leer en este enlace en qué consiste esta tradición). Después, prueba a cumplir una nueva tradición en tu hogar o con tu comunidad parroquial.

4- Conoce algunos de los santos del Adviento

Hay muchos días de fiesta que caen dentro de la temporada de Adviento. Algunos de los más populares que se pueden celebrar son San Nicolás, el 6 de diciembre; San Juan Diego con Nuestra Señora de Guadalupe, el 9 y 12 de diciembre; y Santa Lucía, el 13 de diciembre.

Recuerda a estos hombres y mujeres con una comida especial, leyendo su vida, realizando una pequeña artesanía o con un gesto de servicio ofrecido por ellos. Así como estos santos dejaron que Cristo cambiara sus vidas, nosotros podemos seguir el plan que el Señor tiene preparado.

5- Alégrate y celebra el Domingo Gaudete 

Durante la tercera semana de Adviento la Iglesia celebra el domingo Gaudete. Es un tiempo de alegría en medio de la espera del Adviento. Las vestimentas de los sacerdotes se vuelven de color rosado para recordar que ya hemos pasado más de la mitad del tiempo.

Es el momento para compartir nuestra alegría enviando tarjetas navideñas, cantando villancicos en el asilo de ancianos o colocando decoraciones en nuestra casa. Este es un momento perfecto para rezar los Misterios Gozosos del Rosario, meditando sobre todo las historias del nacimiento y la infancia de Jesús.



6- Continúa la celebración durante toda la temporada navideña

Después de la larga espera, ¡la Navidad no termina en un solo día! La Octava de Navidad se celebra durante ocho días más, hasta el 1 de enero, Solemnidad de María, Madre de Dios, incluso, la temporada dura hasta el Bautismo del Señor.

Intercambia regalos, canta villancicos, disfruta de las luces navideñas en tu casa y prepara dulces para compartir con tu familia. Es importante regocijarse con el nacimiento de nuestro Salvador durante toda la temporada navideña.

Fuente: Religión en LIbertad

sábado, 5 de diciembre de 2020

5 sencillos consejos pero muy eficaces para prepararse en este Adviento para la venida del Señor


5 sencillos consejos pero muy eficaces para prepararse en este Adviento para la venida del Señor

Una familia en Adviento

El padre Ed Broom propone cinco sencillas ideas para prepararse mejor para la venida del Señor

Este pasado domingo comenzó el tiempo de Adviento, una nueva oportunidad de preparar y dar la bienvenida al Señor Jesús de cara a la Navidad. Sin embargo, como recuerda el padre Ed Broom, sacerdote oblato y experto en temas de espiritualidad, en realidad, la Iglesia invita en este tiempo a meditar sobre las tres venidas del Señor Jesús. De hecho, esta podría ser una meditación muy fructífera.

¿Cuáles son entonces las tres venidas del Señor Jesús?      

Este religioso habla de ellas y de cómo prepararse para recibir a Jesús en Catholic Exchange.

Su primera venida

La primera fue la llegada del Señor Jesús nacido en la carne hace unos 2.000 años de la Santísima Virgen María en un establo en Belén. San Juan, en el Prólogo, lo recuerda con estas palabras: “Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros”. (Juan 1:14).


Su segunda venida

Jesús vendrá de nuevo y será al final de los tiempos. El hombre no conoce ni el día ni la hora, ni el momento ni las circunstancias. La voluntad de Dios, el Padre, determinará esos tiempos. Sin embargo, Jesús recuerda constantemente: “Estad despiertos y alerta porque no sabemos ni el día ni la hora. Vendrá como un ladrón en la noche". (Mateo 25:13)

Su presencia continua

El padre Broom explica que la tercera venida del Señor en realidad se produce ahora, mañana y constantemente, de una manera muy diferente pero muy real. Jesús viene por gracia. Dios es tan amoroso y generoso que viene a través de la gracia de muchas maneras y con diferente intensidad. Las siguientes son las venidas de Jesús por gracia: en oración, mediante obras de caridad y limosna (lea Mateo 25: 31-46), mediante penitencias y sacrificios hechos a Dios por la conversión de los pecadores.

Además, y de una manera mucho más poderosa, la gracia se comunica a través de la digna recepción de los sacramentos. Un sacramento es un signo exterior instituido por Cristo para conferir gracia. Más especialmente, la gracia se derrama en abundancia a través de la recepción frecuente y ferviente del Sacramento de la Confesión y el Sacramento de la Santísima Eucaristía.

Y a continuación, este oblato ofrece igualmente cinco ayudas sencillas pero eficaces para preparar el corazón para recibir a Emmanuel:

1. Confesión

Ed Broom propone que todos los católicos recurran al sacramento de la confesión en el tiempo de Adviento. “Limpiemos nuestra propia cueva interior de la suciedad, las telarañas, el mal olor, no de los animales sino del pecado. En palabras de San Pablo, ¡que seamos la fragancia de Cristo!”, asegura.

2. Palabra de Dios

San Jerónimo dijo: "La ignorancia de la Sagrada Escritura es la ignorancia de Cristo". En este punto, el sacerdote recomienda encontrar “un lugar tranquilo y un buen momento del día, con mucha buena voluntad, para encontrar al Señor en Su Palabra. Vive el Padre Nuestro: ‘danos hoy nuestro pan de cada día!’. Este pan de cada día es la Palabra de Dios. Jesús declaró esto muy claramente al rechazar la tentación del diablo: "No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios". (Mateo 4: 4)

3. Rezar más

Tan pronto como sea posible hay que rezar, recitar una oración. “¡Este es ciertamente un tiempo en el que debemos hacer un esfuerzo para orar más y pecar menos!”, indica el padre Broom.

Para ello, recuerda que “en realidad, una vida de pecado y una vida de oración profunda son diametralmente opuestas, como tratar de mezclar aceite con vinagre, o mezclar el fuego con una manguera, o combinar luz con oscuridad. Cuanto más frecuente y fervientemente oremos, más nos alejamos de la realidad del pecado”.

Familia rezando junta



La oración en familia es propicia en este tiempo de Adviento4. Ayuno, especialmente de la lengua

Hay muchas formas en las que se puede practicar el ayuno. Comer menos o incluso privarnos de alguna comida puede ser muy beneficioso. Jesús dijo: "Algunos demonios sólo pueden ser expulsados ​​mediante la oración, el ayuno o la penitencia". (Mt. 17:21) Sin embargo, Ed Broom también agrega al ayuno de alimento, la abstención verbal de pecar con lalengua.

“¿Con qué frecuencia pecamos con nuestra lengua y ofendemos a Dios y a nuestro prójimo, e incluso con mayor frecuencia a los miembros de nuestra familia? Palabras vulgares, expresiones inapropiadas, sarcasmo amargo e ironía, mentiras piadosas, explosiones vociferantes, y hay que decirlo: chismes, chismes y, de nuevo, chismes”, afirma.

¿Por qué no entrar en el Adviento leyendo Santiago capítulo 3, el famoso capítulo sobre los pecados de la lengua?, se pregunta. Incluso llama a asumir este compromiso, siguiendo los consejos de San Bernardo, de abrir la boca sólo en tres circunstancias:

-Para alabar a Dios,

- Acusarnos de nuestras propias faltas

- ¡Edificar al prójimo!

5. “Maria cogita, Maria invoca”

Una de las características más destacadas de la Congregación de los Oblatos de la Virgen María es su amor tierno y confiado por la Santísima Virgen María. “El siguiente elemento esencial en el carisma de los oblatos es el dicho: Nunc Coepi ¡empezar de nuevo! Es decir, comenzaré de nuevo después de caer en pecado, ¡aunque sea mil veces al día!”, afirma Broom, precisamente oblato.

Pero además, añade que “el oblato vive en la atmósfera o medio espiritual de María, inhalando y exhalando María cogita, María invoca, que significa: Piensa en María, Invoca a María. Siendo fieles al espíritu del tiempo de Adviento, acompañamos a María, que con gran alegría y expectación anhela el nacimiento de Jesús su Hijo, Jesús nuestro Hermano Mayor, Jesús el Salvador del mundo”.


Fuente: Religión en Libertad

domingo, 15 de diciembre de 2019

He aquí unas sugerencias10 ideas de Adviento para católicos atareados: aún puedes aprovechar y ver cuál te encaja mejor



Todo en Adviento consiste en prepararse para una venida...

He aquí unas sugerencias10 ideas de Adviento para católicos atareados: aún puedes aprovechar y ver cuál te encaja mejor

La corona de Adviento, en casa o en la parroquia, es un gesto más para tomar conciencia de este tiempo litúrgico

Muchos católicos sienten que el Adviento se les escapa: la Navidad lo devora, es más corto que la Cuaresma. Debería incluir momentos de tranquilidad y reflexión, de preparación espiritual, pero suele estar colonizado por actividades prenavideñas y cenas de empresa y gestiones para la familia. Mike Jordan Laskey, director de los ministerios Life&Justice en la diócesis de Camden, New Jersey, publicó en el NCRonline.org algunas ideas de Adviento para "católicos atareados".

1. Lee algo devocional, corto, cada día... coméntalo con más gente

Puedes juntar a tu familia, o a tu cónyuge, y leer juntos cada día algo muy breve de tema espiritual. También es posible ponerse de acuerdo con unos amigos para leer cada uno en su casa algún librito espiritual y quedar luego todos en alguna casa para comentarlo. Jordan cuenta que lo propusieron a unos amigos, con poco tiempo, y 10 personas participaro. "La gente tiene hambre de algo de nutrición espiritual, especialmente en estas fechas", concluyó.

2. Consigue ratos para estar en silencio

Adviento es una época cristiana de silencio y cierta oscuridad, en contraste con la Navidad consumista que es alborotadora y llena de luces. Hay que buscar ratos de silencio "que no sean la hora de ir a la cama. Quizá basta con repetir la oración 'Ven, Señor Jesús' en voz baja, lentamente, mientras respiras con los ojos cerrados. Esto se puede hacer en tu cocina, en tu oficina..."

3. Di "no" a tantas invitaciones, está bien hacerlo

No es obligatorio ir a todas las fiestas a las que nos invitan estos días, ni ir al centro comercial continuamente a por regalos. Podemos ir a menos sitios. Sin embargo, padres y abuelos de niños sí deberían acompañarles a algunas actividades importantes de estas fechas. Hay que discernir.

4. Busca música de adviento: canciones que invitan a Jesús

"Ven, divino Mesías", "Emnanuel", etc... son frases que invocan y anhelan la venida de Jesús, que es el gran tema del Adviento.



5. Decora algo ya, un poco

En casa o en otros ambientes de trabajo e iglesia ya puedes poner algunos decorados navideños. Quizá basta con poner el belén. Quizá ya puedes poner el árbol.

6. Pon la Corona de Adviento, enciende sus velas

Esta costumbre se ha extendido por muchas parroquias y puede aplicarse también a las casas. Cada domingo se enciende una vela más hasta la Navidad. La familia, al imitar este gesto visto en la parroquia, toma conciencia de ser "iglesia doméstica".

La-Corona-de-Adviento

7. Si tienes niños, léeles textos navideños

Incluso libros de dibujos para niños pequeños, de o tres años, les van a servir mucho, porque luego llegará la Navidad, reconocerán los personajes y las escenas. En los libros ven la historia que se cuenta también en el belén.

8. Sé generoso y apoya obras que trabajan por el Reino y la justicia

Los Reyes Magos viajaban con sus regalos, y también nosotros debemos poder presentar a Jesús nuestras ofrendas de caridad, ayudando a Cáritas, a los misioneros, ayudando a los que anuncian la buena nueva...

9. Puedes confesarte

Hay en EEUU programas de móvil e Internet que registran que en Adviento, como en Cuaresma, se disparan las búsquedas con las palabras "acto de contrición". Mucha gente intenta confesarse en Adviento para llegar "limpio" a la Navidad. El Adviento consiste en prepararse, y sin duda es la mejor preparación posible hacer examen de conciencia y pasar por el confesionario.

10. Recuerda las 3 venidas del Señor Jesús

San Bernardo de Claraval solía predicar sobre las tres venidas de Jesús:
- Jesús vino como Niño en Belén
- Jesús viene a nuestras vidas hoy
- Jesús vendrá con gloria en el Día Final

En Adviento, preparamos las tres venidas y reflexionamos sobre las tres.

Al final, todo esto ayuda a ponernos en una actitud de humildad y gratitud ante el Señor, invitar al Espíritu Santo en nuestras vidas y prepararnos para responderle. Ven, Señor Jesús.

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domingo, 1 de diciembre de 2019

¡Salgamos! ¡Viene el Señor!




¡SALGAMOS! ¡VIENE EL SEÑOR!

Por Javier Leoz

Son tantos nubarrones los que se ciernen en el horizonte del bienestar, tantos malos augurios sobre el presente y el futuro (casi mejor no enumerarlos) que el Adviento, tiempo de preparación a la Navidad, al Nacimiento de Cristo, nos va a venir de perlas para infundirnos aliento y esperanza.

1.- ¿Qué es el Adviento? El adviento nos sitúa en la dirección adecuada. ¡Va a llegar el Señor! Y lo hará desde tres direcciones distintas:

- Desde Dios. Ese Dios que se ha convertido en el gran olvidado de muchas personas. ¿No será precisamente el olvido de Dios causa de tanta ruptura personal, ansiedad, corrupción, abusos infelicidad, insatisfacción, etc.? Os lo dejo a vuestra reflexión

- Desde el hombre. Viene el Señor desde el intento, por parte de Dios, de compartir nuestra humanidad. De hacerse uno como nosotros. Y, esto, produce en nosotros una sensación de alivio: ¡no estamos solos! ¡Dios camina junto a nosotros!

- Desde la esperanza. ¡Pues bendito sea Dios! ¡Por fin, en medio de un mundo decadente en tantos aspectos, Dios nos infunde valor, ánimo, alegría y optimismo!

2.- El Adviento, amigos, no es una repetición de jugada; no es hacer ni celebrar otra vez lo mismo: es dar una nueva oportunidad a la esperanza para que, de lleno, entre en la vida de las personas, en aquellos que buscan y que, mirando hacia el horizonte saben que Dios es lo máximo que puede esperar y encontrar.

3.- El Adviento, más que nunca en el momento en el que nos encontramos, produce paz y sosiego. ¿No sentimos alegría ante la llegada de un amigo? ¿No nos ponemos en pie para ponerlo todo a punto? Qué bueno sería que, así como estamos ya pensando en lista de Navidad, también nos apuntásemos en nuestra agenda aquello en lo que podemos ser más aplicados y mejores vigilantes para que, el Nacimiento de Cristo, lejos de dejarnos indiferentes produzca en nosotros una riada de felicidad, de fe y de esperanza.

4.- A mí, para terminar, se me ocurren algunos puntos:

- No descuidemos nuestra fe personal. Acerquémonos a la escucha de la Palabra de Dios. ¿Tal vez la misa diaria?

- Vigilemos la tarea que Dios nos ha encomendado. Si somos padres, indiquemos a los hijos el camino de la fe. Si somos catequistas, crezcamos primero nosotros antes de animar a los demás, si estamos implicados en la vida activa de la Iglesia preguntémonos ¿en qué tenemos que progresar y qué hemos de desterrar de nuestros trabajos para preparar un digno camino al Señor?

- Cuidemos la oración. El Adviento es una buena oportunidad para recuperar el gusto por el “estar a solas con Dios”. Es hora de que, cada cristiano, cada católico, empiece a recuperar o a iniciarse en el camino de la oración personal. Entre otras cosas, porque el vigilante, sabe que en las horas de más soledad sabe que alguien y sin ruido puede presentarse. Y, es en la oración, donde el Señor se manifiesta de una forma silenciosa, suave y sanadora.

Si en el hombre hay una gran carencia de esperanza; si el mundo es un tren de prisas y de ansiedades; si la atmósfera que respiramos es un cúmulo de incertidumbres… ¿por qué empeñarnos en estar dormidos cuando, el Señor, nos quiere despiertos y con ganas de recibirle?

domingo, 24 de diciembre de 2017

Dios pidió permiso a María

 

DIOS PIDIÓ PERMISO A MARÍA

Por Ángel Gómez Escorial

1.- El Evangelio de Lucas que acabamos de escuchar contiene el maravilloso episodio de la Anunciación. El arcángel San Gabriel pide permiso a María, de parte de Dios, para que sea figura básica de la Redención. Dicho así suena como algo exento del fuerte componente poético que lleva esta escena. Y, sin embargo, como el Señor Dios no se impone a nadie, recaba dicho permiso a María de Nazaret, una jovencita de unos catorce años. Cuando ella da su consentimiento, se inicia la historia más prodigiosa de, por supuesto, de la raza humana, pero también la más misteriosa del entorno de la divinidad. ¿Un Dios que se abaja a ser hombre para salvar a la humanidad? Resulta increíble, pero como nosotros, los cristianos, nos la creemos, pues se torna en misterio, en algo incomprensible. Claro que es un misterio que nos llena de agradecimiento y, por supuesto, porque Dios ha querido salvarnos y librarnos de la herencia del mal, que nos viene de Adán y Eva. Pero, además, porque Dios ya es uno “de los nuestros”, es un hombre como otros muchos hombres, nacidos de mujer.

2.- La narración además la tenemos muy fresca. La escuchamos hace diez días en la misa de la Solemnidad de la Inmaculada. Se han escrito miles y miles de páginas sobre la Anunciación y se han pintado miles y miles de cuadros sobre esta escena, algunos de los cuales son obras maestras de la pintura universal. Y es atractivo, sin duda, entrar en la contemplación de ese episodio. Es verdad, como nos ha demostrado la arqueología, que la escena idílica y elegante, llena de bellas columnas, de habitaciones casi suntuosas y de paisajes verdes y floridos, pues no es cierta, porque las casas en la Palestina de tiempos de la adolescente María de Nazaret eran menos elegantes y el entorno, mucho más seco y sin apenas vegetación. Pero, qué más da. La cuestión es que allí algo muy extraordinario ocurrió. El poder de Dios estaba presente y, probablemente, la belleza del momento, aún sin coincidir con el pincel maestro de muchos pintores, tuvo que ser de una inconmensurable belleza, si es que alguien hubiera podido verlo.

3.- María de Nazaret aceptó lo que el Señor le ofrecía. Y la historia cambió, la historia comenzó a cambiar. Y ahí estamos todavía, intentando cambiarla, con la ayuda de Dios y con la presencia histórica –y su sacrificio— del Hombre Dios entre nosotros. Por eso es imposible dejar fuera a María de la prodigiosa historia de nuestra Redención. Y cuando por razones diversas se ha querido sacar a María de nuestra historia y de su participación en los planes salvíficos de Dios, se ha cometido una enorme equivocación. Y para llegar a esta idea no hace falta investigar mucho, sólo ha falta basarse –creo yo— en el relato de la conversación entre María y Gabriel. Es más que suficiente.

4.- La primera lectura del libro segundo de Samuel nos cuenta la promesa de Dios al Rey David por la cual su estirpe permanecerá siempre. Y así el nacimiento del Mesías, de la estirpe de David, es el cumplimiento de esa gran promesa, la cual se inscribe en la realidad del próximo nacimiento del Niño Dios en Belén. A su vez Pablo en su Carta a los Romanos muestra como predicando a Cristo Jesús se desvela un misterio mantenido oculto durante siglos y hecho de manifiesto en este tiempo. Realmente, nosotros, en estos días de gran cercanía a la Navidad –Nochebuena es hoy domingo— hemos de meditar en ese misterio del nacimiento de un Niño que esperaron muchas generaciones y que pronto va a estar entre en nosotros. Claro que el reproche que podría hacerse a los de nuestra generación es que estamos comenzando a olvidar el Milagro de Belén. Vivimos en una sociedad cada vez más alejada de lo transcendente, de lo divino. Una sociedad que se ha inventado unos dioses que siempre fallan: la crisis económica que vivimos en estos meses tan difíciles no es otra cosa que un pecado de avaricia. El dios dinero ha traicionado, una vez más, a sus súbditos. Hemos de recuperar la esperanza total de que Dios viene a nosotros en forma de Niño. Eso, además de darnos una gran alegría no nos defraudará.

domingo, 17 de diciembre de 2017

La alegría de la fe



LA ALEGRÍA DE LA FE

Por Javier Leoz

Ahí están las respuestas (que sin ser cocinadas por manos interesadas) concluyen algunas cosas muy interesantes: viven con más alegría, confían en el futuro, son fuertes en las pruebas y no se dejan llevar por el derrotismo porque, entre otras cosas, hay una fuerza superior que les sostiene.

1.- ¡Domingo de gaudete! ¡Domingo de regocijo! No nos preparamos a una Navidad sin sentido (en la cual muchos caen). Mucho menos a unos días en los que, solamente, compartamos las caras risueñas o el sentimentalismo que dura menos que un pastel en la boca de un niño. ¡Vamos mucho más allá! El Papa recientemente nos lo recordaba: “No es que el hombre vaya al encuentro de Dios; es Dios quien viene al encuentro del hombre”.

2.- Por ello mismo, este domingo, es causa de una alegría inmensa: un Niño nos va a nacer, y ese nacimiento, llena todas las habitaciones de nuestra persona de una sensación de emoción, misterio, fe, gozo, optimismo. Y es que, quien vive la Navidad cristianamente, se siente realizado, lleno y sobre todo con mil razones para seguir adelante en medio de un mundo resquebrajado y con altas dosis de nerviosismo, corrupción, guerras, pasotismo, frialdad y consumo facilón. Y es que, la alegría de la Navidad, es una muralla que preserva lo santo, lo sagrado y lo genuino de ella.

3.- ¿Qué es la alegría? La alegría es esa muralla contra la que tropieza y se hace añicos esa gran lista de calamidades y de malos acontecimientos que nos rodean. El adviento, y hay que reconocerlo, no nos aportará soluciones ni, de repente, hará que desaparezcan nuestros problemas. ¿Dónde está entonces la respuesta? Ni más ni menos que en Dios. En Jesús. En el Nacimiento de Dios Niño en Belén.

4.- San Pablo nos invita a la alegría. Parece como si, el Apóstol de los Gentiles, nos gastase una broma ¿Estar alegres? ¿Por? ¿Para? ¿Para quién? ¿Por qué? Son interrogantes a los cuales tenemos derecho y que, en gran parte, son fruto de muchas situaciones que vivimos, nos preocupan y eclipsan demasiado nuestra felicidad. Pero lo cierto es que las grandes crisis, y también las grandes contrariedades, se llevan mejor con un poco de amor y hasta con un poco de humor. Y, en el adviento, la alegría la tenemos llamando a nuestra puerta: ¡UN NIÑO NOS VA A NACER!

5.- Es el momento adecuado para ponernos en marcha y no perder la esperanza. Cuando colocamos nuestro centro en Dios, El, siempre nos da la respuesta apropiada a la incertidumbre, la luz en la oscuridad y el júbilo frente a la tristeza. Dios no nos proporciona recetas mágicas de cara a conseguir unas sonrisas fingidas. Es bueno que, nuestra alegría, sea sincera. Fruto de nuestra vivencia interior De nuestro encuentro personal con Cristo.

6.- ¿Quién es Jesús para nosotros? ¿Qué significa en nuestros comportamientos y en nuestras familias? Porque, dependiendo de nuestras respuestas a estas preguntas, es cuándo tendremos más o menos posibilidades de alcanzar o reconquistar una alegría duradera para nuestra vida. Pongamos a Dios como fundamento y pilar de nuestra vida y, entonces, no solamente viviremos con paz sino con una vida alegre y agradecida.

¿Que tenemos muchas experiencias amargas, encontronazos, dificultades, ansiedad, problemas y mil historias? ¿Y por eso vamos a perder la alegría?

Viene el Señor, Él nos la dará con creces

miércoles, 3 de febrero de 2016

La Chispa de Dios



1.- LA CHISPA DE DIOS

Por José María Maruri, SJ

1.- Todos tenemos la experiencia de caer en la cuenta por vez primera de cosas que hemos viendo siempre pero nunca han entrado en el campo de nuestra atención. Las líneas magníficas de un edificio, la hermosura de un monumento, la preciosidad de un jardín. Hemos pasado junto a ellos día tras día sin caer en la cuenta.

Como dice el evangelio, trayendo el ejemplo de Noé, la gente comía y bebía y se casaba. Nosotros comemos y bebemos y trabajamos y llevamos vida de familia y amistad y toda nuestra atención se reduce a ese campo estrecho, dejando en la penumbra un sin fin de realidades, tan reales como esa vida de cada día, como si esas cosas no tuvieran que ver conmigo.

La enfermedad, un accidente de coche, un robo... como si no tuvieran que ver conmigo hasta que el enfermo soy yo, el accidentado soy yo, el robado soy yo o al que le ha tocado la lotería soy yo.

Respecto a esas cosas parece que tenemos el alma sin estrenar. Allí jamás ha habido un chispazo de atención. Vivimos adormecidos en el vaivén del viaje del tren y sólo nos despiertan los frenazos. La monotonía sin cambio del día a día nos entorna los párpados y solo los terribles atentados del Líbano, de Siria, de Pakistán, Afganistán, Egipto…

2.- Pues esto es lo que la palabra de Dios viene a decirnos hoy. “Ya es hora de espabilarse”. “Velad, es decir: tened los ojos abiertos y atentos”. “Daos cuenta del momento que vivís”

--Pasad del sueño a una  conciencia lúcida y clara

--Caed en la cuenta de  las cosas que viven en vuestra penumbra

--Sentid que va con  vosotros

--Salid de la nube de  contaminación en que vivimos.

Ahora que comienza a dos pasos el nuevo año 2014 hagamos que los ojos de nuestra Fe, tengamos una mirada penetrante para esas maravillosas realidades espirituales que creemos, pero que tenemos en la penumbra de nuestra atención. No podemos seguir viviendo en la penumbra de nuestra atención. No podemos seguir viviendo amodorrados ante las verdades de nuestra Fe. Tenemos que vivirlas --¡vivirlas!— con garbo y alegría

3.- Hay unas pocas verdades fundamentales de nuestra Fe que deberían mantenernos en ascuas y ser capaces de hacernos caer en la cuenta del momento en que vivimos.

--¿Caemos en la cuenta de que va conmigo que Dios está tan cercano a mí, que le tengo en todas partes, que le llevo conmigo y le paseo por calles y plazas y que en el trabajo y en casa y en la mesa del bar está conmigo?

--¿Caemos en la cuenta de que va conmigo que dios, el Señor Jesús, ha dado realmente su vida por mí?

--¿Caemos en la cuenta de que va conmigo que el Señor Jesús me espera siempre en los sagrarios de nuestras iglesias?

-- ¿Caemos en la cuenta de que va conmigo que todos nosotros somos de verdad hermanos, hijos todos queridos de un mismo Padre, y que lo que ese Padre quiere es que formemos de verdad una familia?

No dejemos pasar un año más sin que haya saltado en nuestros corazones la chispa de Dios.

No sigamos siendo pasotas de Dios y de los hombres, que la palabra de dios se haga sonido inteligible en nuestros corazones y que entre hombre y hombre salte la chispa del mutuo reconocimiento, de la fraternidad.

¡Velad! Despertemos a las verdades de Dios, que ya creemos, pero que aún no han tocado nuestro corazón.

domingo, 22 de diciembre de 2013

an José es el ejemplo, dice el Papa: «No se obstina a seguir su proyecto de vida», sino el de Dios






En el Ángelus

San José es el ejemplo, dice el Papa: «No se obstina a seguir su proyecto de vida», sino el de Dios


El santo padre Francisco se dirigió hoy desde la ventana del estudio pontificio a la multitud reunida en la plaza de San Pedro. Rezó la oración del ángelus y pronunció las siguientes palabras:

"Queridos hermanos y hermanas

En este cuarto domingo de Adviento el evangelio nos narra los hechos precedentes al nacimiento de Jesús, y el evangelista Mateo los presente desde el punto de vista de san José, el prometido esposo de María.

José y María vivían en Nazaret; no habitaban todavía juntos porque el matrimonio no se había realizado. En ese tiempo intermedio, María después de haber recibido el anuncio del ángel quedó en cinta por obra del Espíritu Santo. Cuando José se da cuenta de este hecho queda desconcertado. El evangelio no explica cuáles eran sus pensamientos pero nos dice lo esencial: él quiere hacer la voluntad de Dios y está listo a la renuncia más radical.

En cambio de defenderse para hacer valer sus derechos, José elige una solución que para él representa un sacrificio enorme: ´Porque era un hombre justo y no quería acusarla publicamente, pensó de repudiarla en secreto´.

De manera breve esta frase reasume un verdadero y propio drama interior, si pensamos al amor que José tenía por María. Pero también en tal circunstancia, José quiere hacer la voluntad de Dios y decide, seguramente con gran dolor despedir a María en secreto.

Es necesario meditar sobre estas palabras para entender la prueba que José ha tenido que superar en los días anteriores al nacimiento de Jesús. Una prueba similar al sacrificio de Abram cuando Dios le pidió a su hijo Isaac: renunciar a la cosa más preciosa, a la persona más amada. Pero como en el caso de Abram, el Señor interviene: ha encontrado la fe que buscaba y abre un camino diverso, un camino de amor y felicidad: ´José -le dice- no temas de tomar contigo a María, tu esposa. De hecho el niño que ha sido generado en ella proviene del Espíritu Santo´.

Este evangelio nos muestra toda la grandeza de animo de José. Él estaba siguiendo un buen proyecto de vida pero Dios reservaba para él otro plan, una misión más grande.

José era un hombre que siempre sabía escuchar la voz de Dios, profundamente sensible a su secreta voluntad, un hombre atento a los mensajes que le llegaban desde lo más profundo del corazón y desde lo alto.

No se había obstinado a seguir su proyecto de vida, no permitió que el rencor le envenenara el ánimo, pero estuvo listo a ponerse a disposición de la novedad que, de manera desconcertante le era propuesta.

Y así un hombre bueno que no odiaba y no tenía permiso el rencor que le avenenara el alma. Cuantas veces nos ha sucedido a nostros. (…) Y José es un ejemplo de esto y se ha vuelto más libre y más grande.

Acercándose al designio del Señor, José se encuentra plenamente consigo mismo, más allá de sí mismo. Esta libertad de renunciar a lo que es suyo, a la posesión de su propia existencia y esta plena disponibilidad interior a la voluntad de Dios, nos interrogan y nos muestran el camino.

Nos disponemos entonces a celebrar la Navidad, contemplando a María y a José: María la mujer llena de gracia y que tuvo el coraje de confiarse totalmente a la palabra de Dios. José, el hombre fiel y justo que prefirió creer en el Señor en cambio de escuchar las voces de la duda y del orgullo humano. Con ellos caminamos hacia Belén”.

Después de rezar el ángelus el papa se dirige nuevamente a los presentes.

"Leo escrito grande ´Los pobres no pueden esperar´ Es bello y esto me hace pensar que Jesús ha nacido en un establo y no en una casa. Después tuvo que escapar hacia Egipto para salvar su vida. Después retornó a Nazaret. Hoy pienso a tantas familias sin casa, sea porque nunca la tuvieron o porque la perdieron por motivos diversos. (…) Es muy difícil ser una familia si no se vive en una casa. (…) Me dirijo a las autoridades para que permitan que todas las familia puedan tener una casa.
Saludo con afecto a ustedes, queridos peregrinos provenientes de varios países para participar a este encuentro de oración. Mi pensamiento va a los grupos parroquiales, a las asociaciones y a los fieles individualmente. En particular saludo la comunidad de Pontificio Instituto de las Misiones Extranjeras, a la banda musical de San Giovanni Valdano, a los jóvenes de la parroquia de San Francesco Nuovo en Rieti, y a los participantes a la estafeta que partió desde Alessandria (en el norte de Italia) y que llegó a Roma para dar testimonio sobre el empeño en favor de la paz en Somalia. Le deseo siempre a todos un buen domingo y una Navidad de esperanza y fraternidad.

Y a todos los que de Italia se han reunido hoy para manifestar sobre las dificultades sociales, les deseo que puedan dar una contribución constructiva, rechazando las tentaciones del enfrentamiento y de la violencia, y siguiendo siempre la vía del diálogo y defendiendo sus derechos. 

Les deseo a todos un feliz domingo y una Navidad de esperanza, de justicia y de fraternidad".

Y el papa se despidió con su famoso: “Buon pranzo e arrivederci”.

domingo, 15 de diciembre de 2013

Dinos San Juan Bautista ¿Qué tenemos que hacer?...

Dinos San Juan Bautista ¿Qué tenemos que hacer?...

El gran Bautista, el que nos anuncia la llegada del Hijo de Dios entre los hombres, nos ayudará a preparar el camino del Adviento. 
Autor: P. Alberto Ramírez Mozqueda | Fuente: Catholic.net

Tercer domingo de Adviento


Walter cursó brillantemente sus estudios de Administración de empresas, y para su tesis, se le ocurrió pensar en la funcionalidad de esa transnacional que comienza aquí en la tierra y termina en el otro lado. 

Hizo la solicitud correspondiente, y cosa increíble, le fue concedida, así que se aprestó a marcharse, computadora en mano, y recién llegado al cielo se encontró con San Pedro que fue el encargado de mostrarle cómo funciona la vida en aquella próspera empresa. El santo llevó a Walter a un recorrido por el cielo. Ambos caminaron paso a paso por unos grandes pabellones llenos de ángeles.

San Pedro se detuvo frente a la primera sección y dijo: "Esta es la sección de recibo. Aquí, todas las peticiones hechas a Dios mediante la oración son recibidas". Walter miró a la sección y estaba terriblemente ocupada con
muchos ángeles clasificando peticiones escritas en voluminosas hojas de papel, de personas de todo el mundo. 

Ellos siguieron caminando hasta que llegaron a la siguiente sección, y San Pedro le dijo: "Esta es la sección de empaque y entrega. Aquí, las gracias y bendiciones que la gente pide, son empacadas y enviadas a las personas que las solicitaron". Walter vio cuán ocupada estaba. Había tantos ángeles trabajando en ella como tantas bendiciones estaban siendo empacadas y enviadas a la tierra.

Finalmente, en la esquina más lejana del último pabellón, Walter se detuvo en una diminuta sección. Para su sorpresa, sólo un ángel permanecía en ella ocioso, haciendo muy poca cosa. "Esta es la sección del agradecimiento" dijo San Pedro a Walter. "¿Cómo es que hay tan poco trabajo aquí?" Preguntó Walter. "Esto es lo peor"- contestó San Pedro. Después que las personas reciben las bendiciones que pidieron, muy pocas envían su agradecimiento.

"¿Y cómo pueden las gentes agradecer las bendiciones de Dios?
"Simple," contestó San Pedro, "sólo tendrías que decir o escribir o poner un E-mail: "Gracias Señor".

Esta anécdota, que nos han enviado gentilmente, viene bien a cuento, porque se nos llega ya el día de Navidad, y entre regalos y cenas y fiestas de fin de año, se nos olvida lo más importante, que es agradecer cumplidamente a nuestro Buen Padre Dios el tremendo regalazo que nos hizo al enviarnos a su Hijo Jesucristo al mundo, en carne mortal, y sujeto a todas las limitaciones humanas, menos el pecado.

Tendríamos que imitar a esos grandes santos, que cuando las condiciones eran otras, y sólo se permitía comulgar en algunas ocasiones, digamos cada semana, se pasaban tres días preparando la Sagrada comunión, que era recibida entre grandes muestras de júbilo, y alegría, y los tres días restantes eran empleados en bendecir y alabar a Dios por el gran don de la Eucaristía.

Precisamente esto es lo que nos propone San Pablo, al considerar que el Señor está cerca: No se inquieten por nada; más bien presente en toda ocasión sus peticiones a Dios en la oración y la súplica, llenos de gratitud. 

Quisiera que todos los cristianos, viéramos esta Navidad como un don del cielo, como el mejor obsequio que el Señor podría haber hecho a nuestra humanidad, y como el mejor antídoto para esa enfermedad que se anuncia ya como la nueva enfermedad del siglo, la famosa depre, que en serio afecta a mucha gente sobre la tierra, y que surge en la conciencia del hombre cuando éste se cierra a la gracia, a la amistad, a la cercanía del Dios que nos salva en su Hijo Jesucristo. 

Entonces se produce un vacío muy difícil de llenar, porque el corazón del hombre, hecho con las dimensiones del corazón de nuestro Salvador no puede ser llenado con cosas y cosas y cosas, como hacemos normalmente en ocasión de Navidad, para disimular nuestro vacio interior y muchas veces nuestro egoísmo.

Esa enfermedad es siempre una prueba espiritual, y por eso es importante tender la mano a los enfermos, ayudarles a percibir la ternura de Dios, a integrarlos en una comunidad de fe y de vida donde puedan sentirse acogidos, comprendido, sostenidos, en una palabra, dignos de amar y de ser amados. 

Para ellos, como para cualquier otro, contemplar a Cristo y dejarse "mirar" por él es una experiencia que los abre a la esperanza y los impulsa a elegir la vida. 

Esta misma alegría y este compromiso de solidaridad con los que no pueden comprar y comprar como aconsejan los medios de comunicación, son los que nos anuncia el profeta Sofonías: 

Canta, da gritos de júbilo, gózate y regocíjate de todo corazón... el Señor será el Rey en medio de tu pueblo y no temerán ningún mal... que no desfallezcan tus manos. El Señor, tu Dios, tu poderoso salvador, está en medio de ti; El se goza y se complace en ti: él te ama y se llenará de júbilo por tu causa, como en los días de fiesta. 

Estos días, pues no serán de muchas consideraciones, sino ir saboreando, ayudados por las palabras del Profeta Sofonías, con esa presencia del Señor entre nosotros, y con la tremenda seguridad de que él nos ama, se complace en nosotros, y nos hará vivir en una fiesta, en una eterna Navidad, celebrando al Hijo de Dios que comparte nuestras miserias y nuestros dolores, pero que marca caminos de vida nueva, de salvación y de perdón. 

Como conclusión, tendríamos que sentarnos frente a San Juan el Bautista, el gran Bautista, el que nos anuncia la llegada del Hijo de Dios entre los hombres, para preguntarle a boca de jarro: ¿Qué debemos hacer?.

Su respuesta será clarísima: la solidaridad y el saber compartir lo nuestro, sin olvidarnos de la justicia y el fiel y exacto cumplimiento de nuestros deberes.

Quien tenga dos túnicas o dos vestidos, dé uno al que no tiene ninguno y quien tenga comida, que haga lo mismo... no cobren más de lo establecido... no extorsionen a nadie ni denuncien falsamente, sino conténtense con su salario....

viernes, 13 de diciembre de 2013

Que significa la corona de adviento

La Corona de Adviento tiene su origen en una tradición pagana europea que consistía en prender velas durante el invierno para representar al fuego del dios sol, para que regresara con su luz y calor durante el invierno. Los primeros misioneros aprovecharon esta tradición para evangelizar a las personas. Partían de sus costumbres para enseñarles la fe católica. La corona está formada por una gran variedad de símbolos: 

La forma circular

El círculo no tiene principio ni fin. Es señal del amor de Dios que es eterno, sin principio y sin fin, y también de nuestro amor a Dios y al prójimo que nunca debe de terminar. 

Las ramas verdes

Verde es el color de esperanza y vida, y Dios quiere que esperemos su gracia, el perdón de los pecados y la gloria eterna al final de nuestras vidas. El anhelo más importante en nuestras vidas debe ser llegar a una unión más estrecha con Dios, nuestro Padre.

Las cuatro velas

Nos hace pensar en la obscuridad provocada por el pecado que ciega al hombre y lo aleja de Dios. Después de la primera caída del hombre, Dios fue dando poco a poco una esperanza de salvación que iluminó todo el universo como las velas la corona. Así como las tinieblas se disipan con cada vela que encendemos, los siglos se fueron iluminando con la cada vez más cercana llegada de Cristo a nuestro mundo.

Son cuatro velas las que se ponen en la corona y se prenden de una en una, durante los cuatro domingos de adviento al hacer la oración en familia. 
Las manzanas rojas que adornan la corona representan los frutos del jardín del Edén con Adán y Eva que trajeron el pecado al mundo pero recibieron también la promesa del Salvador Universal. 

El listón rojo representa nuestro amor a Dios y el amor de Dios que nos envuelve. 

Los domingos de Adviento la familia o la comunidad se reúne en torno a la corona de adviento. Luego, se lee la Biblia y alguna meditación. La corona se puede llevar al templo para ser bendecida por el sacerdote. 

Sugerencias

a) Es preferible elaborar en familia la corona de Adviento aprovechando este momento para motivar a los niños platicándoles acerca de esta costumbre y su significado.

b) La corona deberá ser colocada en un sitio especial dentro del hogar, de preferencia en un lugar fijo donde la puedan ver los niños de manera que ellos recuerden constantemente la venida de Jesús y la importancia de prepararse para ese momento.

c) Es conveniente fijar con anticipación el horario en el que se prenderán las velas. Toda esta planeación hará que las cosas salgan mejor y que los niños vean y comprendan que es algo importante. Así como con anticipación preparamos la visita de un invitado importante, estamos haciendo esto con el invitado más importante que podemos tener en nuestra familia.

d) Es conveniente también distribuir las funciones entre los miembros de la familia de modo que todos participen y se sientan involucrados en la ceremonia.

Por ejemplo: 
un encargado de tener arreglado y limpio el lugar donde irá la corona antes de comenzar con esta tradición navideña. 
un encargado de apagar las luces al inicio y encenderlas al final. 
un encargado de dirigir el canto o de poner la grabadora con algún villancico. 
un encargado de dirigir las oraciones para ponerse en presencia de Dios. 
un encargado de leer las lecturas. 
un encargado de encender las velas.

domingo, 8 de diciembre de 2013

Preparar para la Navidad con la oración


Preparar para la Navidad con la oración

La oración, la caridad y la alabanza, con el corazón abierto para que el Señor nos encuentre. 
Autor: SS Francisco | Fuente: Catholic.net


Fragmento de la homilía del Papa Francisco en Santa Marta el 2 de diciembre 2013


Prepararse para la Navidad con la oración, la caridad y la alabanza: con el corazón abierto para dejarse encontrar por el Señor que todo lo renueva. 


En el Adviento empezamos un nuevo camino, un "camino de la Iglesia ... hacia la Navidad". Vayamos al encuentro del Señor, porque la Navidad no es sólo un acontecimiento temporal o un recuerdo de una cosa bonita.

La Navidad es algo más: vamos por este camino para encontrarnos con el Señor. ¡La Navidad es un encuentro! Y caminamos para encontrarlo: encontrarlo con el corazón; con la vida; encontrarlo vivo, como Él es; encontrarlo con fe. El Señor, en la palabra de Dios que escuchamos, se maravilló del centurión: se maravilló de la fe que el tenia. Él había hecho un camino para encontrarse con el Señor, pero lo había hecho con fe. Por eso no sólo él se ha encontrado con el Señor, sino que ha sentido la alegría de ser encontrado por el Señor. Y este es precisamente el encuentro que nosotros queremos: ¡el encuentro de la fe!

Pero más allá de ser nosotros los que encontremos al Señor, es importante "dejarnos encontrar por Él"

Cuando somos nosotros solos los que encontramos al Señor, somos nosotros -digámoslo, entre comillas - los dueños de este encuentro; pero cuando nos dejamos encontrar por Él, es Él quien entra en nosotros, es Él el que vuelve a hacer todo de nuevo, porque esta es la venida, lo que significa cuando viene Cristo: volver a hacer todo de nuevo, rehacer el corazón, el alma, la vida, la esperanza, el camino. Nosotros estamos en camino con fe, con la fe del centurión, para encontrar al Señor y, sobre todo, ¡para dejar que Él nos encuentre!

Pero se necesita un corazón abierto:¡para que Él me encuentre! Y me diga aquello que Él quiere decirme, ¡que no es siempre aquello que yo quiero que me diga! Él es Señor y Él me dirá lo que tiene para mí, porque el Señor no nos mira a todos juntos, como una masa. ¡No, no! Nos mira a cada uno a la cara, a los ojos, porque el amor no es un amor así, abstracto: ¡es un amor concreto! De persona a persona: el Señor persona me mira a mí persona. Dejarse encontrar por el Señor es precisamente esto: ¡dejarse amar por el Señor!

En este camino hacia la Navidad, nos ayudan algunas actitudes: 
La perseverancia en la oración, rezar más;
La laboriosidad en la caridad fraterna, acercarnos un poco más a los que están necesitados;
y la alegría en la alabanza del Señor. 

Por tanto: la oración, la caridad y la alabanza, con el corazón abierto para que el Señor nos encuentre.

La Inmaculada Concepción, 8 de Diciembre




8 de diciembre

LA INMACULADA CONCEPCIÓN


"Dios inefable, cuyas vías son la misericordia y la verdad, cuya voluntad es omnipotencia y cuya sabiduría alcanza de uno a otro confín fuertemente y dispone todo con suavidad, habiendo previsto desde toda la eternidad la ruina lamentabilisima de todo el género humano que había de derivarse de la culpa de Adán, y habiendo determinado en el misterio escondido desde todos los siglos cumplir por la encarnación del Verbo la primera obra de su bondad con un misterio todavía más secreto, a fin de que el hombre, empujado a la culpa por la astucia de la diabólica iniquidad, no pereciese, contra su misericordioso propósito, y para que lo que había de caer en el primer Adán fuese más felizmente levantado en el segundo, eligió y señaló desde el principio, y antes de todos los siglos, a su unigénito Hijo una Madre, de la cual, habiéndose hecho carne en la feliz plenitud de los tiempos, naciese; y tanto la amó por encima de todas las criaturas, que solamente en ella se complació con señaladísima benevolencia..."

Como nos lo indican las anteriores palabras de Pío IX, la concepción inmaculada de la Virgen María es un maravilloso misterio de amor. La Iglesia fue descubriéndolo poco a poco, al andar de los tiempos. Hubieron de transcurrir siglos hasta que fuera definido como dogma de fe. Y no es extraño, porque Dios lo reveló obscuramente, y ello en dos momentos decisivos de la historia del mundo y en dos instantes extremos de la vida de Cristo. Y los hombres somos lentos en comprender, en descifrar el íntimo significado de las cosas.

En los albores de la creación, luego que Adán pecó seducido por Eva, arrastrándonos a todo al misterio de tristeza, al pecado, quiso Dios enviarnos un mensaje de esperanza: una mujer llevaría en brazos al hombre que había de quebrantar la cabeza de la serpiente; una mujer quedaria íntimamente asociada al Redentor en una lucha que habia de terminar con la derrota satánica. Si el demonio engañó al hombre por la mujer, la mujer debelaría al demonio por el hombre y con el hombre.

No era ya noche, sino que comenzaban los levantes de la aurora, la plenitud de los tiempos, cuando el ángel se acercó a una virgen de Nazaret, en Galilea, y le dijo: "Alégrate, la llena de gracia, el Señor es contigo".

Dijo Dios a la serpiente: "Pondré enemistades entre Ella y tú". Y ahora el ángel, como un eco, penetrando en el alma de Maria a través de sus claros ojos, la saludaba de gracia llena. Pero ¡es tan obscuro todo esto! Apenas si luego se podía comprender más, cuando vino Cristo al mundo y la Revelación se hizo palpable. Los primeros hombres que le contemplaron fueron pastores rudos. Le vieron en una gruta, recién nacido, clavel caido del seno de la aurora, glorificando las pobres briznas de heno, cual rezó Góngora en su delicioso villancico, Le miraban con ojos redondos, absortos, llenos de un asombro sencillo y elemental. Estaba en brazos de Ella, Madre de Dios. circundada por un halo de celestial ternura.

Otro día las pajas del heno se habían transformado ya en leños duros y clavos atormentadores. Los labios de Él bebían sangre, sudor y lágrimas en lugar de blanca leche bajada del cielo. Ella estaba de pie, sufriendo, rodeada por un velo negro de severo dolor: la nueva Eva, la compañera del Redentor, la Corredentora. Y así la contemplaban discipulos acobardados, soldados indiferentes, chusma.

Madre de Dios, Corredentora... Las mentes de los Santos Padres primero, de los teólogos medievales después, fueron desentrañando el significado de tales palabras. Comprendieron el llena de gracia a la luz del pesebre y el pondré enemistades al fulgor del Calvario. fueron comprendiendo que la dignidad de Madre de Dios está reñida con todo pecado; que su oficio de corredentora exige la inmunidad de la mancha original, a fin de poder merecer dignamente, con su Hijo, liberarnos de la culpa. Todavía hoy siguen estudiando los teólogos el abismo de pureza que es la concepción de Maria, y, al analizar sus raíces y su contenido, renuevan la escena de Belén; asombro y más asombro ante la profundidad del misterio.

Cuando la Iglesia tuvo plena, formal, explícita conciencia de que la limpia concepción de Maria era doctrina contenida en la Revelación y, por tanto, objeto de fe, pasó a definirla como tal. Y nos dijo Pío IX: "La doctrina que afirma que la Virgen, en el primer instante de su concepción, fue preservada inmune de toda mancha del pecado de origen por una singularisima gracia y privilegio de la omnipotencia divina y en atención a los méritos del Redentor del género humano, es doctrina revelada y ha de ser así creída por los cristianos".

Así, con toda la densidad de concepto—cada palabra encierra una indispensable idea—, con toda la sobriedad de estilo—dureza y linea escueta—propias de una definición dogmática, venía el Papa a enseñarnos que la Inmaculada Concepción es un misterio de amor. Porque no sólo nos definió que la Virgen fue preservada del pecado de crigen, sino que lo fue por los méritos de la pasión de Jesús.

Para llegar a entender plenamente estas palabras con toda la preñez de sentido histórico que contienen, sería menester remontarnos a los principios de las disputas teológicas sobre la Inmaculada: fuera necesario desempolvar infolios sin término, recorrer e] proceso de las ideas que fueron a desembocar en el cuadro justo de la definición dogmática. Porque si bien el sentimiento del pueblo cristiano proclamaba fuertemente la inocencia de la Madre de Dios, si a todos era manifiesta la conveniencia de atribuir a María tal privilegio, los teólogos, que representan en la Iglesia el papel de la razón, a la que corresponde la a veces enojosa tarea de frenar impulsos sentimentales carentes de fundamento objetivo, de medir críticamente los motivos de asentimiento a una cualquier doctrina o los de su repulsa, los teólogos no sabíani cómo conciliar dos cosas aparentemente contradictorias: la gloria de Cristo y la pureza de su Madre.

Estaban claros los términos del problema: Cristo es redentor del género humano, su gloria brota de la cruz. Cristo nos amó en cruz y las flores de su amor son rosas de pasión. El influjo de Cristo sobre todos los hombres se realiza implicado en el misterio de iniquidad: sufrió por salvarnos de la culpa y merecernos la gracia; su acción santificante viene precedida y condicionada por la previa remisión del pecado. Si Maria fue siempre pura, si no lo contrajo, Cristo no sufrió por Ella. Si no sufrió por Ella, la rosa más hermosa de la humanidad escapa del rosal de su pasión, del riego generoso de su sangre. Ni el influjo santificador de Cristo se extiende a su Madre, ni es Redentor universal del genero humano al sustraérsele la bendita entre las mujeres.

¡Gloria de Cristo!... ¡Pureza de Marial...

Claro que todas estas cosas, en apariencia distantes, lo infinitamente grande y lo infinitamente pequeño, el ser y la nada, la bondad y el pecado, la fuerza y la flaqueza, se unen siempre por un aglutinante de ilimitada potencia: el amor.

Cuando Duns Escoto formula la definitiva solución del problema lo hace con trazos sencillos. Podría resumirse así: es más glorioso para Cristo preservar a María que extraerla del pecado; sufrir en la cruz para evitar que contrajese la culpa que no para limpiarla después de manchada, pues ello encierra un beneficio mucho mayor. Los escolásticos, ya lo sabemos, no eran amigos de ciertos aspectos sentimentales del querer y no prodigan la palabra "amor", sino que se atienen a describirlo con macizos conceptos, a desentrañar su esencia. Tenían que venir los Pontífices a Aviñón y esparcirse por Europa el gusto de lo provenzal; tenía que venir Lulio a escribir teología y filosofía en forma de novela, de poema, de apólogo. Las fórmulas escuetas se llenarían de colorido y de sentimiento palpitante, se describirían los amores divinos con palabras entrañablemente humanas, hasta que el barroco, rebasando toda medida y pisando los umbrales de la irreverencia, no se hiciera de melindres al comparar a la Virgen con Venus o Juno y a Jesucristo con un fiero Marte o un Cupido travieso.

La Inmaculada Concepción de María es una obra de perfecto amor, una perfecta glorificación de Cristo.

La preservó del pecado porque la amó más que a nosotros, a Ella, bendita entre las mujeres.

Pero vamos más allá. El hecho de la preservación de la culpa es sólo uno de los aspectos de la gracia inicial de la Virgen. Ya en aquel momento era un abismo de belleza. Como decía Pío IX, la Virgen fue "toda pura, toda sin mancha y como el ideal de la pureza y la hermosura: más hermosa que la hermosura, más bella que la belleza, más santa que la santidad y sola santa, y purisima en cuerpo y alma, la cual superó toda integridad y virginidad y Ella sola fue toda hecha domicilio de todas las gracias del Espíritu Santo y que, a excepción de sólo Dios, fue superior a todos, más bella, santa y hermosa por naturaleza que los mismos querubines y serafines y todo el ejército de los ángeles, para cuyas alabanzas no son en manera alguna suficientes las lenguas celestes y terrenas". La gracia es belleza: participación de la naturaleza divina, del ser de Dios, quien es la belleza por esencia, y la pureza, y la santidad, y la ternura, y el goce. En el instante de su concepción recibió María una gracia superior a la de todos los santos, querubines y serafines; participó de la belleza, de la pureza, de la santidad divinas, como a ninguna otra criatura ha sido dado, excepción hecha de Cristo.

Murió Jesucristo en la cruz no solamente para preservarla de la culpa, sino para darla toda la gracia y la hermosura de que era capaz, para hacer de Ella la perfecta mujer. La amó, se dió a Ella en el dolor para hacer de Ella perfecta Madre, la perfecta compañera en la obra redentora. La Concepción Inmaculada de Maria no es, en resumen, sino la flor de un dolorido amor, dolor de amor en flor.

La doctrina inmaculista sobrepasa en belleza a toda consideración humana. El amor y la hermosura alcanzan cumbres no logradas por Platón ni por el Renacimiento, ni mucho menos por los vacios estetas de nuestro inconsistente mundo actual. La mayor gloria de Cristo se cifra en la belleza espiritual de una mujer—madre y compañera—. Su sangre dió fruto perfecto al injertarse en las venas de la raza humana, en una mujer. Cristo, en una palabra, nos ensefió cómo se ama a la mujer.

La mujer no es para el hombre, discípulo de Cristo, solamente una compañera en el oficio de procrear y de educar los hijos, o en la tarea de llevar serena y acompasadamente las cargas de la vida. Mucho menos es un objeto de placer egoísta. La mujer es un objeto de amor, pero de un amor tal y como lo entendió Cristo.

Nos enseñó Cristo que amar es darse. Vino al mundo para darnos la gracia, pero nos la dió de su plenitud: a comunicarnos lo que Él era. Hijo de Dios, vino a darnos una participación de su filiación divina. Dios hecho carne, vino a divinizar la carne nuestra. Estábamos en pecado, carentes de gracia y de hermosura, llenos de horror y fealdad, y vino a regalarnos de la suprema belleza que es Él.

Y a Maria en sumo grado. Fue divinamente bella en intensidad—más que toda criatura—y en extensión temporal, siempre, siempre limpia, sin que en momento alguno fuese manchada.

Pero este darse se realiza en cruz. Se abren los brazos y se abre el corazón, mas los brazos quedan prendidos por los clavos y el corazón es rasgado por una lanza. Después de la culpa es ley que el amor florezca en dolor; que el darse cueste dolor: que el darse entrañe sacrificio. Antes del pecado era goce, reflejo del goce inefable inherente a ese darse continuo que constituye la vida interna de la Santísima Trinidad. Luego del pecado, la entrega del hombre a las criaturas para comunicarles algo de su perfección interna mediante el trabajo cuesta sudor de la frente. La mutua entrega del hombre y la mujer sólo fructifica a través del dolor.

Cristo pudo comunicarse a nosotros, darse, en goce. Pudo redimirnos con un solo acto de su voluntad, pero quiso ser igual a nosotros, obedeciendo a la ley del amor, que es asimilativa: quiso experimentar hasta lo sumo lo que nos cuesta a nosotros amar de veras—sufrir, morir—: quiso beber hasta las heces el cáliz del verdadero amor. Y el fruto acabado de tal dolorido amor fue la mujer perfecta. Se entregó a Ella en dolor no solamente para salvarla de la culpa, sino para preservarla, para darle una pureza y una santidad totales.

Y éste es, sencillamente, el paradigma. Cuando el Espíritu Santo quiere enseñar a los hombres cómo deben amar a las mujeres, inspira a San Pablo aquellas palabras: "... como también Cristo amó a la Iglesia y se entregó a si mismo por ella, para santificarla..., a fin de hacerla aparecer ante sí gloriosa, sin mancha, ni arruga, ni cosa parecida, sino que sea santa e inmaculada". Nosotros podemos concretar esta doctrina en la Santísima Virgen, dándole una novedad y profundidad de sentido de extraordinario valor. Dado que la Virgen Maria es prototipo de la Iglesia, podríamos decir: Amad a la mujer como Cristo amó a María, sacrificándose por Ella para que fuese gloriosamente santa e inmaculada en su presencia, para que careciese de toda mancha y fealdad en el espíritu. El hombre ha de entregarse a la mujer y por la mujer, no para satisfacer deseos de un placer cualquiera, sino para glorificarla en su presencia dándole pureza, para elevar su espiritu, para hacerla santa.

La mujer es para el hombre, ante todo, un contenido de valores espirituales a perfeccionar mediante la entrega. Esta entrega se hará muchas veces en cruz. El amor sólo florece en sacrificio: sacrificio de renuncia al placer siempre que éste amenace con arrastrar a la culpa, con ahogar al espíritu; sacrificio de la tolerancia hacia las debilidades del vaso más flaco, de la comprensión hacia sus exigencias intimas: del respeto por la que es compañera y no sierva en las luchas de la vida y posee un alma bañada en la sangre de un Dios. Ir comunicando—amorosamente, sacrificadamente, cotidianamente—a la mujer la plenitud de valores que puede encerrarse en los sueños de un hombre. Sacrificarse por ella hasta conseguir que llegue a ser lo que se sueña que sea.

Y el ideal de la mujer, Maria. Aspire la mujer a parecerse a Ella en la plenitud de la pureza y de la gracia. Si las mujeres se esfuerzan por reflejar en si mismas el ideal de Maria, sus almas rebosarán de gracia y santidad. Y en sus cuerpos morará el pudor y sabrán de la gracia inédita de la virgen cristiana, que tanto encierra de flor, de trino, de nieve, de rayo de luna. Y otra vez la hermosura casta florecerá en la tierra y el amor humano volverá a comprender su misión primitiva de conducir a los hombres a Dios,

Sueñe el hombre a la mujer que Dios le depare cual otra María. Si los hombres se dejan invadir por el hálito divino que irradia la figura de Maria, si la graban fuertemente en su corazón, si comprenden que Ella es la Mujer, la bendita entre las mujeres, el prototipo de lo femenino, verán cómo su luz ilumina y transforma las figuras de todas las mujeres—las madres, las novias, las esposas, las hijas—, las idealiza, las endiosa. Y entonces el hombre tendrá fuerza para sacrificarse por la mujer como Cristo se sacrificó por Maria, hasta hacerla aparecer gloriosa de inocencia, de santidad, de fecundidad espiritual.

La Inmaculada Concepción no es solamente una gloria de María. Se ha convertido para nosotros en ejemplo, en poema, en canto de belleza. Nos ha descubierto lo que tiene de perfecto, de grande, de sublime, el humano amor. Nos ha desvelado el secreto de amar.

PEDRO DE ALCÁNTARA MARTíNEZ, O. F. M.