miércoles, 30 de junio de 2021

Santo Evangelio 30 de Junio 2021

  


Texto del Evangelio (Mt 8,28-34): 

En aquel tiempo, al llegar Jesús a la otra orilla, a la región de los gadarenos, vinieron a su encuentro dos endemoniados que salían de los sepulcros, y tan furiosos que nadie era capaz de pasar por aquel camino. Y se pusieron a gritar: «¿Qué tenemos nosotros contigo, Hijo de Dios? ¿Has venido aquí para atormentarnos antes de tiempo?». Había allí a cierta distancia una gran piara de puercos paciendo. Y le suplicaban los demonios: «Si nos echas, mándanos a esa piara de puercos». Él les dijo: «Id». Saliendo ellos, se fueron a los puercos, y de pronto toda la piara se arrojó al mar precipicio abajo, y perecieron en las aguas. Los porqueros huyeron, y al llegar a la ciudad lo contaron todo y también lo de los endemoniados. Y he aquí que toda la ciudad salió al encuentro de Jesús y, en viéndole, le rogaron que se retirase de su término.




«Le rogaron que se retirase de su término»


Rev. D. Antoni CAROL i Hostench

(Sant Cugat del Vallès, Barcelona, España)

Hoy contemplamos un triste contraste. “Contraste” porque admiramos el poder y majestad divinos de Jesucristo, a quien voluntariamente se le someten los demonios (señal cierta de la llegada del Reino de los cielos). Pero, a la vez, deploramos la estrechez y mezquindad de las que es capaz el corazón humano al rechazar al portador de la Buena Nueva: «Toda la ciudad salió al encuentro de Jesús y, en viéndole, le rogaron que se retirase de su término» (Mt 8,34). Y “triste” porque «la luz verdadera (...) vino a los suyos, pero los suyos no le recibieron» (Jn 1,9.11).

Más contraste y más sorpresa si ponemos atención en el hecho de que el hombre es libre y esta libertad tiene el “poder de detener” el poder infinito de Dios. Digámoslo de otra manera: la infinita potestad divina llega hasta donde se lo permite nuestra “poderosa” libertad. Y esto es así porque Dios nos ama principalmente con un amor de Padre y, por tanto, no nos ha de extrañar que Él sea muy respetuoso de nuestra libertad: Él no impone su amor, sino que nos lo propone.

Dios, con sabiduría y bondad infinitas, gobierna providencialmente el universo, respetando nuestra libertad; también cuando esta libertad humana le gira las espaldas y no quiere aceptar su voluntad. Al contrario de lo que pudiera parecer, no se le escapa el mundo de las manos: Dios lo lleva todo a buen término, a pesar de los impedimentos que le podamos poner. De hecho, nuestros impedimentos son, antes que nada, impedimentos para nosotros mismos.

Con todo, uno puede afirmar que «frente a la libertad humana Dios ha querido hacerse “impotente”. Y puede decirse asimismo que Dios está pagando por este gran don [la libertad] que ha concedido a un ser creado por Él a su imagen y semejanza [el hombre]» (San Juan Pablo II). ¡Dios paga!: si le echamos, Él obedece y se marcha. Él paga, pero nosotros perdemos. Salimos ganando, en cambio, cuando respondemos como Santa María: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra» (Lc 1,38).


¿Por qué es clave realizar el Testamento Vital frente a la eutanasia? La urgente llamada de Munilla

 


¿Por qué es clave realizar el Testamento Vital frente a la eutanasia? La urgente llamada de Munilla

Homilía de monseñor Munilla

Monseñor Munilla centró su homilía del domingo en la importancia del Testamento Vital frente a la eutanasia

El pasado viernes entró en vigor en España la ley de la eutanasia. Aunque sus defensores aseguran que no morirá nadie que no lo solicite la experiencia en países donde ya es legal como Bélgica y Holanda muestran la “pendiente resbaladiza” y los difusos límites que provocan casos de muertes de personas que no lo han autorizado.

Por ello, los obispos españoles han realizado una fuerte apuesta por el Testamento Vital, donde se expresen las últimas voluntades de las personas en caso de enfermedad o incapacidad total rechazando así la eutanasia y el suicidio asistido.

De este modo, desde la Conferencia Episcopal han realizado los formularios necesarios y han simplificado todos los trámites para que el mayor número de católicos, pero también no católicos, puedan dejar constancia oficial ante las autoridades de estas voluntades. (Puede acceder a toda la documentación y a los trámites aquí).

Uno de los obispos más movilizados en esta lucha contra la eutanasia y en favor de la cultura de la vida es el obispo de San Sebastián, monseñor José Ignacio Munilla, que quiso dedicar la homilía de este domingo en la catedral a explicar la importancia de este Testamento Vital. Es mucho más que un documento, es una forma de frenar este cambio de paradigma de la sociedad occidental.

La aprobación de la eutanasia –indicó el prelado vasco- no es un hecho insólito. Y a los hechos se remitió. Tan sólo la semana pasada el Parlamento Europeo aprobó el informe Matic que define el aborto como un derecho universal cuestionando así la objeción de conciencia,  mientras que el Vaticano se veía obligado a presentar una queja diplomática a Italia por su ley contra lo homofobia, que pena a quienes cuestionan la agenda LGTB.

“No son hechos aislados. Es un cambio de paradigma el que está aconteciendo”, recalcó el obispo Munilla.

Por todo ello, el obispo de San Sebastián vio conveniente explicar de manera pormenorizada por qué este testamento vital es tan importante. “Nos parece un momento adecuado para recurrir a este instrumento legal, para manifestar nuestras voluntades y cómo queremos vivir nuestra enfermedad y nuestra muerte”, dijo en referencia a la iniciativa de la Conferencia Episcopal Española.



Para facilitarlo de la mejor manera posible y llegar a todos los rincones los trámites se harán a través de las miles de parroquias, lo que garantiza llegar a los núcleos de las grandes ciudades y a los pequeños pueblos y aldeas.

¿En qué consiste este Testamento Vital? Monseñor Munilla indicó en su homilía que “se trata de un registro que en España está en todas las comunidades autónomas y en concreto la Conferencia Episcopal ha redactado un modelo en el que expresamos que llegado el momento de una enfermedad que nos deje postrados o sin capacidad de decisión pedimos en primer lugar que no queremos eutanasia ni suicidio asistido. En segundo lugar, que queremos cuidados paliativos proporcionales en medida de nuestras necesidades. Y en tercer lugar, que queremos asistencia espiritual, que un sacerdote pueda acceder al hospital, la residencia o la UCI”.

En muchas comunidades, en el historial médico de cada paciente hay una pestaña con las voluntades anticipadas por lo que en caso de presentar este testamento vital, éste estaría incluido en el expediente.

En esta campaña a gran escala, los papeles y los trámites se desarrollarán en las parroquias, para lo que se están creando grupos de voluntarios.

La pendiente resbaladiza que obliga a actuar ya

“Aunque se nos diga que no es necesario y que la eutanasia no se aplica nada más que a quien la pida, tenemos conocimiento de lo que ocurre en otras naciones donde la eutanasia ya es legal. En cuanto se aprobó comenzó una pendiente resbaladiza donde las condiciones para la aplicación de la eutanasia iban siendo modificadas para una mayor facilitación sin que se sepa realmente donde están los límites”, recordó el obispo Munilla.

En este sentido, el prelado recalcó que “partimos de la experiencia ajena”, y nada hace pensar que en España sea diferente.

Además, agregó: “vemos también la evolución de la cultura. La ley se aprueba diciendo que los médicos tienen derecho a objeción de conciencia y no se les va a obligar, pero también se dijo del aborto hace un tiempo y ahora vemos el informe Matic sobre que el aborto es un derecho social esencial”.

En la homilía alertó de esta “pendiente resbaladiza hasta el sinsentido” por lo que animó a todos a formalizar esta petición, lo que además –agregó “facilitaría la asistencia espiritual, porque a veces no es tan sencillo tener un acompañamiento cuando hay tantas normativas, a no ser que el paciente haya manifestado explícitamente que quiere una asistencia espiritual”.



Aunque sea una campaña de la Conferencia Episcopal no es tan sólo para los católicos. Según indicó Munilla, “hay muchas personas que sin ser creyentes entienden que hay una distancia infinita entre morir y matar. Y hay muchas personas no creyentes que aunque no todas las enfermedades son curables si entienden que son cuidables o acompañables.  Seguro que habrá muchas personas que se sumen a este Testamento Vital”.

(Puede disponer aquí de toda la información que ofrece la Conferencia Episcopal sobre el Testamento Vital).

A continuación ofrecemos dos respuestas que ofrecen a preguntas frecuentes:

-¿Por qué es importante?

El testamento vital es esencial para dejar constancia, de forma anticipada, de nuestra voluntad de aceptar o rechazar determinados tratamientos médicos. De esta manera, se libera a los familiares del peso de tomar decisiones por el enfermo en situaciones tan difíciles.

También contempla nombrar a un representante legal en materia de tratamientos médicos encargado de velar por su cumplimiento y de tomar decisiones en previsión de una eventualidad no contemplada en el testamento escrito.

-¿Por qué anima la Conferencia Episcopal a que los fieles lo hagan?

Por dos razones:

Para evitar el atropello a la dignidad y a la libertad de la persona incapacitada que trae consigo la ley de la eutanasia.

Para ayudar a humanizar el proceso de muerte con una asistencia humana material y espiritual, estableciendo una línea que dé espacio a una verdadera alianza terapéutica entre el médico competente, los familiares y/o los eventuales representantes que no deberá ser trasgredida.

Con el testamento vital se especifica que no se quiere el encarnizamiento terapéutico o acciones terapéuticas sin esperanza, inútiles u obstinadas, ni la eutanasia entendida como toda medida adoptada para acelerar la muerte de modo directo o inten­cionado. De esta forma quedan garantizados los cuidados mínimos de sustento vital, como lo es la comida y la bebida en cualquier persona, mientras se considere razonable­mente útil, evitando toda forma de ensañamiento terapéutico.

Fuente: Religión en Libertad

martes, 29 de junio de 2021

Santo Evangelio 29 de Junio 2021

 



 Texto del Evangelio (Mt 16,13-19): 

En aquel tiempo, llegado Jesús a la región de Cesarea de Filipo, hizo esta pregunta a sus discípulos: «¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre?». Ellos dijeron: «Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías, otros, que Jeremías o uno de los profetas». Díceles Él: «Y vosotros ¿quién decís que soy yo?». Simón Pedro contestó: «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo». Replicando Jesús le dijo: «Bienaventurado eres Simón, hijo de Jonás, porque no te ha revelado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. A ti te daré las llaves del Reino de los Cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos».




«Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo»


Mons. Jaume PUJOL i Balcells, Arzobispo Emérito de Tarragona

(Tarragona, España)

Hoy celebramos la solemnidad de San Pedro y San Pablo, los cuales fueron fundamentos de la Iglesia primitiva y, por tanto, de nuestra fe cristiana. Apóstoles del Señor, testigos de la primera hora, vivieron aquellos momentos iniciales de expansión de la Iglesia y sellaron con su sangre la fidelidad a Jesús. Ojalá que nosotros, cristianos del siglo XXI, sepamos ser testigos creíbles del amor de Dios en medio de los hombres tal como lo fueron los dos Apóstoles y como lo han sido tantos y tantos de nuestros conciudadanos.

En una de las primeras intervenciones del Papa Francisco, dirigiéndose a los cardenales, les dijo que hemos de «caminar, edificar y confesar». Es decir, hemos de avanzar en nuestro camino de la vida, edificando a la Iglesia y confesando al Señor. El Papa advirtió: «Podemos caminar tanto como queramos, podemos edificar muchas cosas, pero si no confesamos a Jesucristo, alguna cosa no funciona. Acabaremos siendo una ONG asistencial, pero no la Iglesia, esposa del Señor».

Hemos escuchado en el Evangelio de la misa un hecho central para la vida de Pedro y de la Iglesia. Jesús pide a aquel pescador de Galilea un acto de fe en su condición divina y Pedro no duda en afirmar: «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo» (Mt 16,16). Inmediatamente, Jesús instituye el Primado, diciendo a Pedro que será la roca firme sobre la cual se edificará la Iglesia a lo largo de los tiempos (cf. Mt 16,18) y dándole el poder de las llaves, la potestad suprema.

Aunque Pedro y sus sucesores están asistidos por la fuerza del Espíritu Santo, necesitan igualmente de nuestra oración, porque la misión que tienen es de gran trascendencia para la vida de la Iglesia: han de ser fundamento seguro para todos los cristianos a lo largo de los tiempos; por tanto, cada día nosotros hemos de rezar también por el Santo Padre, por su persona y por sus intenciones.

El sacerdote católico que veló a la princesa anglicana: la ayuda de urgencia en la muerte de Lady Di

 


El sacerdote católico que veló a la princesa anglicana: la ayuda de urgencia en la muerte de Lady Di

Diana Spencer, Lady Di

Diana Spencer, conocida como Lady Di, murió en París el 31 de agosto de 1997

Este próximo 1 de julio Diana Spencer, más conocida como Lady Di o simplemente como princesa Diana de Gales, hubiera cumplido 60 años, pero un accidente de coche hace 24 años en París cuando circulaba con su pareja tras su divorcio con el príncipe Carlos acabó con su vida. La noticia dio la vuelta al mundo durante meses.

Ahora que se aproxima esta efeméride la prensa británica ofrece más detalles sobre un suceso que marcó profundamente a la sociedad. Ella era muy querida por los británicos y a la postre era la madre del futuro rey de Inglaterra.

El Daily Mail está publicando estos días los testimonios de personas que estuvieron con Diana en sus últimos momentos con vida. Y llama la atención que uno de estos personajes fue un sacerdote católico, que ante la urgencia y la falta de un capellán anglicano en París tuvo que ser el encargado de acompañar junto a la camilla del hospital a Lady Di.

Este sacerdote era el padre Yves-Marie Clochard-Bossuet, que actualmente sirve en la parroquia parisina de Notre-Dame-Des-Foyers.

Mientras que el chófer y Dodi Al Fayed, pareja de Lady Di, morían en el acto en el Puente de las Almas de París, el guardaespaldas que les acompañaba y Diana sobrevivieron al impacto. Y rápidamente comenzó una carrera para salvarles la vida.


El sacerdote Yves Clochard-Bossuet veló a Lady Di hasta que llegó el príncipe Carlos

Fue entonces cuando entró en la escena este sacerdote católico, que nunca hubiera imaginado que acabaría en esta historia. Al vivir cerca del hospital Pitié-Salpêtrière de París, el religioso se había ofrecido tiempo atrás como capellán de guardia los fines de semana.

Aquella noche su teléfono sonó a las dos de la madrugada. Descolgó el teléfono y al otro lado de la línea se encontraba, tal y como recoge Famille Chretienne, el gerente principal del hospital. El sacerdote no podía sospechar que Lady Di se encontraba en estado crítico en una ambulancia no muy lejos de allí.

Un sacerdote católico para una princesa anglicana

“¿Puede darme la dirección de alguno de sus colegas anglicanos?”, le preguntó apurado al sacerdote el representante del hospital. El padre Clochard-Bossuet explica: “Le respondí que no tenía un nombre anglicano a mano y agregué: ‘¿No deberías tener el número de un sacerdote anglicano?’. Pero me dijeron: ‘No responde’. Y yo dije: ‘Lo siento’. Y colgó.

Apenas tres minutos después su teléfono volvió a sonar. Era nuevamente el responsable del hospital. "¿Puedes venir en el lugar del sacerdote anglicano?”, le preguntaron al religioso parisino, que respondió: “Sí, pero ¿por qué?”. “No puedo decírtelo”, le indicó el responsable del centro hospitalario.

Entonces, el padre Clochard-Boussuet le replicó: “Es curioso que no me lo puedas decir, porque si tengo que ver a una persona a las dos de la mañana me gustaría saber quién es“. En este punto, el sacerdote llegó a pensar que su interlocutor estaba borracho, por lo que le dijo: “Si no puedes decirme el nombre o la razón siendo las dos de la mañana es que estás bromeando”.

Pero muy serio le contestaron: “Te lo diré. Es la princesa de Gales”.  Entonces el sacerdote se convenció, el gerente estaba bajo los efectos del alcohol. Y colgó el teléfono.

Sin embargo, el padre Clochard-Bousset no las tenía todas consigo y se sentía inquieto en la cama. En el mismo momento en el que el gerente hablaba con el sacerdote, la princesa Diana había llegado con vida al hospital aunque con una hemorragia interna severa.

Y nuevamente el teléfono sonó de nuevo: “Padre, lo siento mucho, pero es cierto lo que le dije”, comentó angustiado el responsable del hospital. Y le aseguró que el embajador británico le esperaba y que ya estaba en el hospital implorándole que fuera porque la situación médica era muy grave.

Fue entonces cuando el sacerdote se convenció de que no era mentira, se vistió corriendo y salió hacia el hospital. Según se acercaba vio mucho movimiento y furgonetas con antenas parabólicas. “Esto es real”, afirmó para sí mismo.


Así quedó el coche en el que circulaba Lady Di por París

A las 3.30 de la mañana el sacerdote llegó  al departamento de cirugía del hospital. El embajador británico presente le pidió que rezara y que tuviera paciencia. Alrededor de las 4.20 fue acompañado por una enfermera al primer piso, donde se encontraban funcionarios de alto rango, entre ellos el ministro del Interior, Jean-Pierre Chevènement y también el embajador británico.

Este último le dijo: "Ahora te llevaremos a la habitación donde está Diana". Le pidieron que rezara y velara por ella hasta que encontrasen un sacerdote anglicano. El sacerdote aceptó y y a las 4.41 ya estaba junto al cuerpo de la princesa ya fallecida. Junto a ella permaneció diuz horas. 

“Fue allí donde la vi por primera vez”, recuerda el padre Clochard-Bossuet. “Su cuerpo estaba completamente intacto, sin marcas, manchas ni maquillaje. Completamente natural. Era una mujer muy hermosa y era casi como si pudiera hablar con ella”, cuenta.

Precisamente este sacerdote no tenía buena opinión de la princesa: “Todas estas fotos, amantes… en una mujer que es madre de un futuro rey. No se estaba portando bien”. Pero todo eso se disipó cuando se encontró cara a cara con ella.

Solo frente a Lady Di, el sacerdote pensaba en sus hijos, los dos jóvenes príncipes, que aún no sabían qué habría pasado. Mientras el sacerdote católico la velaba el ministro Chevènement desde el hospital anunciaba al mundo la muerte de la princesa. El padre Clochard-Bossuet a su vez desde la intimidad de la habitación en la que se encontraba junto a ella encomendaba su alma a Dios.

El agradecimiento de la madre de Diana

"Para el padre Yves, con mi agradecimiento para siempre, por orar junto a mi amada Diana", fue la felicitación de Navidad que tiempo después envió Frances Shand Kydd, madre de Diana y conversa al catolicismo, a este sacerdote. Unas cartas y documentos que se van ahora haciendo públicos.




Lady Di, junto a su madre, Frances Shand Kydd

Una relación epistolar que se acabaría convirtiendo en amistad entre la madre de la princesa y el sacerdote católico que la acompañó durante diez horas una vez fallecida.

El padre Yves, que quedó tan impresionado con la reacción mediática que envolvió al caso, pidió permiso para pasar unas semanas de oración en Medjugorje. Pero antes decidió escribir a la madre de la princesa. “Tengo un primo inglés y fue él quien me dijo que la madre de Diana era una católica convertida con una fe fuerte. Me sugirió que le escribiera”, recuerda al Mail

De este modo, cuenta: “Escribí una carta muy formal dándole todos los detalles [del día de la muerte de Diana]. Quería decirle a su madre que las enfermeras que la habían cuidado habían hecho las cosas muy bien. No había nada de qué quejarse [incluso si] era una habitación de hospital y no en el Palacio de Buckingham. Y le dije que había rezado y que me había quedado hasta la llegada del príncipe Carlos”.

El religioso no esperaba una respuesta asumiendo que sería una de las muchas misivas que habría recibido: “Pero solo unos días después recibí una conmovedora carta de ella. Me dio las gracias porque fui el primero que le dio directamente información”.  Nadie más se había comunicado con ella. Ni la dirección del hospital, ni los médicos, ni el Palacio de Buckingham. También se alegró de que fuera un sacerdote católico el que estuviera allí.

Una misa privada en el hospital

Shand Kydd le preguntó al sacerdote si celebraría una misa privada en el hospital donde murió Diana, y le pidió que lo mantuviera en secreto. “Era difícil tener una misa en privado sin que nadie se enterara, pero de todos modos lo logré porque solo se invitó a personas que estaban en la misma situación que ella, que habían perdido hijos en accidentes... cinco o seis hogares que habían pasado por cosas difíciles '.

La madre de Diana llegó a París tres semanas después de la muerte de su hija. “La recogí en el aeropuerto Charles de Gaulle en mi pequeño Peugeot 206. La reconocí de inmediato. Se parecía mucho a su hija. Era muy alta, muy rubia y me vio acercarme a ella. Llevaba un impermeable (para ocultar su alzacuellos) porque temía que los reporteros nos vieran. Se me acercó y me abrió el abrigo para ver mi cuello y confirmar que yo era el sacerdote. Con ella, de esa manera, el hielo se rompió rápidamente”, añade.

La misa “secreta” tuvo lugar al día siguiente. Y desde ese momento, se forjó una amistad en la que unas dos veces al año se veían y charlaban profundamente. 

Fuente: Religión en Libertad

lunes, 28 de junio de 2021

Santo Evangelio 28 de Junio 2021

 


Texto del Evangelio (Mt 8,18-22):

En aquel tiempo, viéndose Jesús rodeado de la muchedumbre, mandó pasar a la otra orilla. Y un escriba se acercó y le dijo: «Maestro, te seguiré adondequiera que vayas». Dícele Jesús: «Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza». Otro de los discípulos le dijo: «Señor, déjame ir primero a enterrar a mi padre». Dícele Jesús: «Sígueme, y deja que los muertos entierren a sus muertos».


«Sígueme»

Rev. D. Jordi PASCUAL i Bancells

(Salt, Girona, España)

Hoy, el Evangelio nos presenta —a través de dos personajes— una cualidad del buen discípulo de Jesús: el desprendimiento de los bienes materiales. Pero antes, el texto de san Mateo nos da un detalle que no querría pasar por alto: «Viéndose Jesús rodeado de la muchedumbre...» (Mt 8,18). Las multitudes se reúnen cerca del Señor para escuchar su palabra, ser curados de sus dolencias materiales y espirituales; buscan la salvación y un aliento de Vida eterna en medio de los vaivenes de este mundo.

Como entonces, algo parecido pasa en nuestro mundo de hoy día: todos —más o menos conscientemente— tenemos la necesidad de Dios, de saciar el corazón de los bienes verdaderos, como son el conocimiento y el amor a Jesucristo y una vida de amistad con Él. Si no, caemos en la trampa de querer llenar nuestro corazón de otros “dioses” que no pueden dar sentido a nuestra vida: el móvil, Internet, el viaje a las Bahamas, el trabajo desenfrenado para ganar más y más dinero, el coche mejor que el del vecino, o el gimnasio para lucir el mejor cuerpo del país.... Es lo que les pasa a muchos actualmente.

En contraste, resuena el grito lleno de fuerza y de confianza del Papa San Juan Pablo II hablando a la juventud: «Se puede ser moderno y profundamente fiel a Jesucristo». Para eso es preciso, como el Señor, el desprendimiento de todo aquello que nos ata a una vida demasiado materializada y que cierra las puertas al Espíritu.

«El Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza (...). Sígueme» (Mt 8,22), nos dice el Evangelio de hoy. Y san Gregorio Magno nos recuerda: «Tengamos las cosas temporales para uso, las eternas en el deseo; sirvámonos de las cosas terrenales para el camino, y deseemos las eternas para el fin de la jornada». Es un buen criterio para examinar nuestro seguimiento de Jesús.


Las 7 primeras apariciones en Medjugorje, esenciales para conocer un fenómeno espiritual global

 


Las 7 primeras apariciones en Medjugorje, esenciales para conocer un fenómeno espiritual global

Las apariciones comenzaron el 24 de junio de 1981

Entre el 24 y el 30 de junio de 1981 se produjeron las primeras de las apariciones que la Virgen estaría protagonizando en Medjgugorje. Durante estos días se cumplen así 40 años del inicio de unos sucesos de los que Roma aún no se ha pronunciado oficialmente.

Sin embargo, desde que estas supuestas apariciones comenzaran en esta pequeña aldea bosnia hasta el presente, Medjugorje se ha convertido en un auténtico fenómeno espiritual a nivel global. Cada año recibe cientos de miles de peregrinos y se producen impresionantes conversiones. La Confesión y la Eucaristía son los dos grandes pilares en los que se sustenta.

Cari Filii News recoge estas primeras siete apariciones para intentar explicar el origen de uno de los lugares de peregrinación más importantes del catolicismo en este momento. ¿Cómo comenzó todo? Una de las mejores formas para acercarse a este fenómeno religioso es a través del libro Medjugorje, quizás la obra que abrió de par en par este lugar de peregrinación a España. Está escrito por el periodista y ahora también cineasta, Jesús García, uno de los grandes expertos sobre Medjugorje en el habla hispana.

La Virgen y su amor por los niños y jóvenes

En su libro muestra los primeros días y las primeras apariciones de la Virgen en este recóndito lugar. Como en otros muchos casos María habría elegido a niños y adolescentes que vivían en pequeños pueblos alejados de las grandes ciudades desarrolladas. Algo así como si eligiera a los “últimos” para darles un mensaje.


El 24 de junio, día de la primera aparición, se celebraba la fiesta de San Juan Bautista, por lo que ese día no se trabajaba en el campo.

Aquella tarde, según los escritos de fray Ljudevit Rupcic que recoge Jesús García, dos amigas llamadas Ivanka Ivankovic y Mirjana Dragicevic, las dos con 16 años en aquel momento, quedaron para dar un paseo y buscaron un lugar más apartado de sus casas para fumar un cigarrillo a escondidas.

“Creo que la Gospa está en el monte”

Paseando por la falda del monte, Ivanka vio algo extraño y dijo a su amiga: “Mirjana, creo que la Gospa está en el monte”. Esta palabra en croata significa “Señora”. Sin embargo, esta última siguió caminando sin hacer caso a su amiga pensando que era algo absurdo.

Mientras seguía andando, Mirjana se encontró con otras dos chicas, Milka Pavlovic y Vicka Ivankovic. Juntas desandaron el camino hecho por la primera para encontrarse con Ivanka, que seguía parada allí absorta.

En ese momento, las tres también vieron a una hermosa joven de unos 18 años, ojos azules, pelo moreno y tez blanca que sostenía en brazos a un pequeño bebé, que no lograron ver pero que sí se movía. Aquella joven llevaba un vestido azul claro, y un velo blanco.

Según el relato de estas cuatro jóvenes, aquella mujer no pisaba el suelo sino que flotaba como a un metro de altura. La única que reaccionó en ese momento fue Vicka, que movida por el miedo se fue corriendo hacia las casas. En aquella carrera atropellada se encontró con otros dos jóvenes que conocía, Ivan Dragicevic e Ivan Ivankovic, que al ver la actitud de Vicka volvieron con ella a aquel lugar.

Cuando llegaron, se encontraron a Mirjana, Ivanka y Milka arrodilladas, y en ese momento también ellos vieron a esa mujer.

Ya juntos, esta joven mujer les hizo señas con una mano para que se acercaran. No les habló aquel día. Pero asustados todos salieron corriendo. Esta fue la primera aparición en Medjugorje. Pero todavía faltaba más, mucho más.



Más allá de la primera aparición

A la mañana siguiente, el 25 de junio, había un cierto revuelo en la aldea. Y las preguntas, pero también las burlas comenzaron a llegar. También miedo porque hablaban de la Virgen María cuando en aquella Yugoslavia comunista estaban prohibidas las manifestaciones religiosas fuera de las iglesias.

Fueron algunos familiares los que propusieron subir aquella tarde a la misa hora con los jóvenes videntes. Dos no subieron, una porque a su madre no le hizo gracia este asunto y otro porque tenía que trabajar en el campo.

Pero otros dos chicos, la hermana mayor de Milka, Marija, y un niño llamado Jakov subieron aquella tarde.

Cuando estaban de camino, de repente los seis chavales del grupo, los cuatro videntes más estos dos nuevos jóvenes, comenzaron a correr a toda velocidad. Decían haber visto una especie de rayos y flashes de luz sobre el monte. Sintieron el impulso de subir rápido.

Unos minutos más tarde, cuando llegaron los familiares se encontraron a los seis jóvenes de rodillas. No respondían a ningún estímulo externo, ni siquiera a los empujones. Es como si hubieran ganado un peso desproporcionado que impidiera moverlos.

Tan sólo se veía mover los labios de algunos de ellos, como si estuvieran hablando con alguien así como movimientos de cabeza que asentían o negaban algo. Media hora después volvieron en sí. Lloraban, reían, se abrazaban…

Los seis videntes de aquel día contaron a sus familias que volvieron a ver a aquella mujer, que esta vez sí habló y que rezó junto a ellos.  Después de rezar, alguno de ellos se atrevió a preguntar algo. Poco después, Ella se despidió así: “Dios esté con vosotros, mis ángeles”. Los niños volvieron a preguntar si la volverían a verla y ella asintió.

Las autoridades, alerta ante aquel fenómeno

Al día siguiente el revuelo en la comarca era total y esto alertó a las autoridades locales por lo que el miedo cundió entre las familias. Esa tarde los seis chicos del día anterior, más los dos del primer día, fueron al lugar de las apariciones pero fueron acompañados por más de 300 personas, casi todo aquel que vivía en el valle.

Pese al miedo de los niños ante esta situación, la aparición no se hizo esperar. De nuevo flashes de luz y las carreras de los seis chicos del segundo día, pero no de los dos del primero. Quedaba de esta manera conformado el grupo de videntes en los seis del segundo día, y que se mantiene hasta el día de hoy: Vicka, Mirjana, Ivanka, Marija, Ivan y Jakov.

Cuando los testigos llegaron tras ellos de nuevo se los encontraron como ausentes de la realidad, fuera de toda experiencia de tiempo o sensación. Sus caras estaban alegres y sonrientes, de una forma llamativa, y solo se oían sus voces cuando, de forma simultánea y sin avisar, comenzaban a rezar.

En un momento dado, antes de que los testigos llegaran, Vicka cogió el agua bendita que le había dado su abuela y se la tiró a la imagen, mientras le gritaba: “Si tú eres nuestra Madre bendita, quédate con nosotros. Si no, vete y déjanos en paz”. La reacción de la mujer fue sonreír, ante lo que Mirjana decidió preguntarle quién era. “Soy la Bienaventurada Virgen María”, contestó.

“Paz, paz y sólo paz”

Al volver, la Virgen se apareció de manera individual a Marija, pero la Virgen ya no iba de azul sino de negro y lloraba apenada. Cuando la joven preguntó por qué lloraba respondió: “Paz, paz y sólo paz”. En ese momento, apareció detrás de la Virgen María una cruz de madera, y la Virgen María volvió a hablar: “La paz debe reinar entre el hombre y Dios, y entre todos los hombres”. Tras estas palabras, la Virgen María añadió algunas más, indicando la necesidad de los hombres de volver a Dios y de convertir sus vidas en vidas de oración.

Tal y como recuerda Jesús García en su libro, aquel día quedaron consignadas tres de las características de las apariciones de Medjugorje que las siguen acompañando hasta nuestros días: el grupo de seis videntes, las apariciones en grupo o individuales, y los mensajes de la Virgen dirigidos no solo a los videntes o a un ente local, sino a toda la humanidad.

Comienzan los interrogatorios y análisis

El cuarto día, el 27 de junio, los jóvenes videntes comenzaron a sufrir las hostilidades por parte de las autoridades civiles. Fueron interrogados uno a uno debido al revuelo que se estaba produciendo en la comarca de Medjugorje. Y también les realizaron el primero de los numerosos análisis médicos a los que desde entonces han tenido que someterse. En este primero fueron declarados “perfectamente sanos y equilibrados”.

Por la tarde, ya en su pueblo, se repitió la supuesta aparición de la Virgen. Ella les habló durante un largo rato porque además los jóvenes no pararon de hacerle preguntas. Hablando de los sacerdotes la Virgen les dijo: “Han de creer firmemente, y han de cuidar de la fe del pueblo”.

El quinto día, el 28 de junio, este fenómeno incipiente en Medjugorje mostró en lo que más tarde se convertiría. Al ser domingo, los habitantes de la zona no tenían que trabajar por lo que acudieron al lugar de las apariciones hasta 15.000 personas. Fue el primer día en el que las autoridades se asustaron de verdad.

Era tal la multitud que quería ver a estos muchachos que ni siquiera les dejaban avanzar. En aquella aparición la Virgen habría rezado con ellos un Padrenuestro, guardó silencio en el Avemaría y acabó acompañándolos en el Gloria.

La bienaventuranza de la Virgen

Como ya acostumbraban, volvieron a hablar con la Virgen, que en un momento se entristeció porque entre la multitud había gente presente que estaba blasfemando. Uno de los niños le pidió que se apareciera en la parroquia delante de la multitud para que creyeran, pero ella respondió: “Bienaventurados aquellos que sin haber visto, han creído”.



Cuando esta aparición concluyó, aseguran los presentes, había un estado general de alegría entre las miles de personas que estaban allí presentes.

El lunes 29 de junio los jóvenes fueron nuevamente interrogados y trasladados a Móstar pues las noticias de lo que pasaba en Medjugorje se estaban extendiendo, y esto ya era peligroso para un país oficialmente ateo. En esta ciudad un equipo psiquiátrico examinó a los jóvenes, que concluyó que estaban sanos y eran personas normales.

Una vez más por la tarde, ya de vuelta en sus casas, se produjo una nueva aparición. Al igual que el día anterior una multitud esperaba en el monte. Aquel día la Virgen dejó un mensaje a los jóvenes: “Hay un solo Dios, una sola fe. Creed firmemente y confiad”.

Afirman las crónicas de aquel día que ese 29 de junio hubo también curaciones físicas entre los enfermos que se trasladaron a Medjugorje.

Una trampa a los videntes

Al día siguiente, el 30 de junio, las autoridades civiles intentaron hacer caer en una trampa a los jóvenes. Para ello utilizaron a dos mujeres de la aldea que se ofrecieron a darles un paseo en coche para aliviarles el agobio que producía que otra vez miles de personas estuvieran en la aldea.


Pero el paseo se hizo más largo de lo que esperaban los jóvenes y al llegar la hora habitual de las apariciones estaban en el otro lado del monte. Sin embargo, los cinco jóvenes que aquel día iban en la furgoneta entraron en éxtasis allí mismo.

Los dos únicos testigos de aquella aparición fueron estas dos mujeres que habían engañado a los videntes. Ellas afirmaron haber oído cantar a los cinco y cómo rezaban siete veces el Padrenuestro, el Avemaría y el Gloria.

Así transcurrieron los primeros siete días de las supuestas apariciones de Medjugorje, el germen de lo que hoy es un fenómeno religioso a nivel mundial. Las apariciones siguieron de la misma forma, es decir, a la misma hora y en el mismo monte, hasta el 12 de agosto, cuando las autoridades prohibieron acceder al lugar. En ese momento, el pequeño pueblo de Medjugorje fue tomado por el Ejército.

Casi 40 años después las apariciones se siguen produciendo. Aquellos adolescentes son ya adultos. Y la frecuencia de estos encuentros es diferente, pero todos coinciden en que sigue siendo aquella joven de 18 años de una belleza indescriptible la que les visita.

Publicado en Cari Filii News. 

domingo, 27 de junio de 2021

Santo Evangelio 27 de Junio 2021



 Texto del Evangelio (Mc 5,21-43): 

En aquel tiempo, Jesús pasó de nuevo en la barca a la otra orilla y se aglomeró junto a Él mucha gente; Él estaba a la orilla del mar. Llega uno de los jefes de la sinagoga, llamado Jairo, y al verle, cae a sus pies, y le suplica con insistencia diciendo: «Mi hija está a punto de morir; ven, impón tus manos sobre ella, para que se salve y viva». Y se fue con él. Le seguía un gran gentío que le oprimía.

Entonces, una mujer que padecía flujo de sangre desde hacía doce años, y que había sufrido mucho con muchos médicos y había gastado todos sus bienes sin provecho alguno, antes bien, yendo a peor, habiendo oído lo que se decía de Jesús, se acercó por detrás entre la gente y tocó su manto. Pues decía: «Si logro tocar aunque sólo sea sus vestidos, me salvaré». Inmediatamente se le secó la fuente de sangre y sintió en su cuerpo que quedaba sana del mal. Al instante, Jesús, dándose cuenta de la fuerza que había salido de Él, se volvió entre la gente y decía: «¿Quién me ha tocado los vestidos?». Sus discípulos le contestaron: «Estás viendo que la gente te oprime y preguntas: ‘¿Quién me ha tocado?’». Pero Él miraba a su alrededor para descubrir a la que lo había hecho. Entonces, la mujer, viendo lo que le había sucedido, se acercó atemorizada y temblorosa, se postró ante Él y le contó toda la verdad. Él le dijo: «Hija, tu fe te ha salvado; vete en paz y queda curada de tu enfermedad».

Mientras estaba hablando llegan de la casa del jefe de la sinagoga unos diciendo: «Tu hija ha muerto; ¿a qué molestar ya al Maestro?». Jesús que oyó lo que habían dicho, dice al jefe de la sinagoga: «No temas; solamente ten fe». Y no permitió que nadie le acompañara, a no ser Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago. Llegan a la casa del jefe de la sinagoga y observa el alboroto, unos que lloraban y otros que daban grandes alaridos. Entra y les dice: «¿Por qué alborotáis y lloráis? La niña no ha muerto; está dormida». Y se burlaban de Él. Pero Él después de echar fuera a todos, toma consigo al padre de la niña, a la madre y a los suyos, y entra donde estaba la niña. Y tomando la mano de la niña, le dice: «Talitá kum», que quiere decir: «Muchacha, a ti te digo, levántate». La muchacha se levantó al instante y se puso a andar, pues tenía doce años. Quedaron fuera de sí, llenos de estupor. Y les insistió mucho en que nadie lo supiera; y les dijo que le dieran a ella de comer.



«Solamente ten fe»


Fray Valentí SERRA i Fornell

(Barcelona, España)

Hoy, san Marcos nos presenta una avalancha de necesitados que se acerca a Jesús-Salvador buscando consuelo y salud. Incluso, aquel día se abrió paso entre la multitud un hombre llamado Jairo, el jefe de la sinagoga, para implorar la salud de su hijita: «Mi hija está a punto de morir; ven, impón tus manos sobre ella, para que se salve y viva» (Mc 5,23).

Quién sabe si aquel hombre conocía de vista a Jesús, de verle frecuentemente en la sinagoga y, encontrándose tan desesperado, decidió invocar su ayuda. En cualquier caso, Jesús captando la fe de aquel padre afligido accedió a su petición; sólo que mientras se dirigía a su casa llegó la noticia de que la chiquilla ya había muerto y que era inútil molestarle: «Tu hija ha muerto; ¿a qué molestar ya al Maestro?» (Mc 5,35).

Jesús, dándose cuenta de la situación, pidió a Jairo que no se dejara influir por el ambiente pesimista, diciéndole: «No temas; solamente ten fe» (Mc 5,36). Jesús le pidió a aquel padre una fe más grande, capaz de ir más allá de las dudas y del miedo. Al llegar a casa de Jairo, el Mesías retornó la vida a la chiquilla con las palabras: «Talitá kum, que quiere decir: ‘Muchacha, a ti te digo, levántate’» (Mc 5,41).

También nosotros debiéramos tener más fe, aquella fe que no duda ante las dificultades y pruebas de la vida, y que sabe madurar en el dolor a través de nuestra unión con Cristo, tal como nos sugiere el papa Benedicto XVI en su encíclica Spe Salvi (Salvados por la esperanza): «Lo que cura al hombre no es esquivar el sufrimiento y huir ante el dolor, sino la capacidad de aceptar la tribulación, madurar en ella y encontrar en ella un sentido mediante la unión con Cristo, que ha sufrido con amor infinito».

Bernard, de la drogadicción a la vida monástica: «Es lo bello lo que me trajo de regreso a Dios»

  


Bernard, de la drogadicción a la vida monástica: «Es lo bello lo que me trajo de regreso a Dios»

El hermano Bernard llegó a la Comunidad de las Bienaventuranzas con una vida destrozada

Dios actúa de manera tan grande que muchos de los beneficiarios de sus acciones se sorprenden enormemente de la vida que Él les tenía deparado. Xavier (ahora Bernard como nombre religioso) nunca habría logrado ni siquiera imaginar que tras crecer en un hogar sin fe y caer en el mundo de la drogadicción acabaría en la vida monástica de la Comunidad de las Bienaventuranzas, poeta y guía para muchos matrimonios

Bernard no pensó que de una vida aparentemente fracasada Dios sacase tanto jugo y lograse redimirse. Pero con la perspectiva que dan los años ve claramente su mano en muchos de los acontecimientos que se fueron dando en su vida.

Tal y como explica Famille Chretienne, Bernard  nació a principios de la década de 1960 en una familia católica practicante de Nantes, en el noroeste de Francia. Su padre era médico y su madre enfermera. Pero como pasó con otros muchos católicos franceses el Mayo del 68 arrasó y les robó la fe.

Primero ilusionados con los cambios que traería esta “revolución”, su familia acabó enfadada con la Iglesia debido a la profética encíclica Humanae Vitae de San Pablo VI. Consideraban que el texto iba en contra de los tiempos y del pensamiento contemporáneo por lo que su familia se alejó primero de la Iglesia y después de toda fe. Allí se acabaron las misas para el pequeño Bernard.

Tenía ocho años y llegó a recibir los sacramentos y la catequesis, pero asegura que nunca creyó en Dios. Después le siguieron los años de la adolescencia, una etapa también muy complicada en su vida. “A los catorce años ya había experimentado con el alcohol y las drogas”, reconoce.

Durante los siguientes años, el joven compaginó sus estudios, que sacaba de manera brillante, con sus pasiones por la gemología, la botánica, el piano, la literatura y los excesos de una vida artística y bohemia.

Por imitación familiar comenzó a estudiar Medicina, pero no le fue bien el inicio y aquello marcó un periodo doloroso de su vida que le hizo sumergirse nuevamente en los vicios y pecados más profundos.

Una vida a la deriva

Fue en Medicina donde precisamente conoció a su novia. Rápidamente, se fueron a vivir juntos sin pensar en el matrimonio. Pero tras cuatro años conviviendo decidieron casarse, simplemente por ir a la contra. “En ese momento, tras el 68, era poco convencional el casarse. Nos gustó la idea de no ser como los demás y hacer una fiesta con la familia y los amigos”, relata el ahora monje.

Primero celebraron una boda civil en el Ayuntamiento y luego otra en la iglesia, tras haber visto tan sólo dos veces al sacerdote antes del sacramento. Nunca se tomaron en serio la boda religiosa. “La misa no significó nada para nosotros. Fue una ceremonia con el telón de fondo de Gainsbourg, Ferrat y Carmina Burana”. De hecho, en la misma boda la pareja dijo a los invitados: “¡si nos separamos, os volveremos a invitar!”.



Comunidad de las Bienaventuranzas

La Comunidad de las Bienaventuranzas tiene una rama masculina y otra femenina


Bernard tenía 25 años pero tres años después se divorciaron y él nuevamente se hundió en el abismo. Dejó el trabajo, sobrevivía con acciones ocasionales y pasaba la noche en bares donde tocaba el piano y ahogaba su dolor en soledad con el alcohol y las drogas. Estaba al borde del precipicio.

Un amigo que conoció en su etapa de Educación Secundaria vio la angustia de Bernard y todo el sufrimiento que acumulaba. Y le invitó a la Comunidad de las Bienaventuranzas, a la que ahora pertenece y que le cambió la vida.

Tal y como recogen en su propia página web, la Comunidad de las Bienaventuranzas “es una comunidad católica presente en veintiséis países. Reúne en la misma familia espiritual a sacerdotes y hermanos consagrados, hermanas consagradas y laicos, casados o solteros, que comparten una vida fraterna, una vida de oración y de misión. Juntos desean seguir a Cristo en el camino de las Bienaventuranzas”.

La belleza que le hizo conocer a Dios

Bernard no creía en Dios cuando llegó destrozado y hundido a la comunidad, pero quedó totalmente impresionado por la autenticidad de la vida fraterna y la belleza de la liturgia.

“Es lo bello lo que me trajo de regreso a Dios”, explica. Y pone el ejemplo de lo que vivió nada más llegar: “en la cena del viernes por la noche, los hermanos sacaron hermosos manteles y velas, todos estaban vestidos de blanco y las canciones eran sublimes. Al final de la comida, se podían colocar velas al pie de un icono de la Virgen de Vladimir”. Es allí donde Bernard rezó por primera vez en su vida con unas palabras que aún recuerda: “María, si existes, me gustaría tener la misma certeza que los que me rodean”.

Este francés reconoce que aquella noche se encontró verdaderamente con Dios por primera vez. Desde ese momento, Bernard decidió permanecer en la comunidad. Un tiempo más adelante inició el proceso de nulidad de su matrimonio por inmadurez, la logró obtener.

Convencido de que el Señor le llamaba a estar en esta comunidad, Bernard tomó el hábito en 1992 y profesó sus votos perpetuos dos años después como hermano consagrado.

Además, con la ayuda de su amigo benedictino Gilles Baudry, el hermano Bernardo de Jesús ha reconciliado su doble vocación de hermano y poeta. Pero además acompañaba a matrimonios en dificultades a través del proyecto Tobías y Sara.

Este itinerario tiene una duración de 5 días y se desarrolla en 9 etapas, para renovar la comunicación, experimentar reconciliaciones en el perdón, encontrar intimidad y ternura. Se vive en estricta confidencialidad, ayudado por enseñanzas, cuestionarios, oración y vigilias.

Echando la vista atrás, sonríe y piensa que “el buen Dios no se cansará nunca de acogernos: si hay distancia, siempre viene de nuestra parte. El matrimonio, como la vida consagrada, se basa en el arte de perseverar. ¡En esta escuela de amor somos aprendices perpetuos!”. Y así es como lleva el anillo de su consagración con una inscripción en hebreo del Cantar de los Cantares: “Yo soy de mi amad y mi amado es para mí”.


Fuente: Religion en Libertad


sábado, 26 de junio de 2021

Santo Evangelio 26 de Junio 2021

 


Texto del Evangelio (Mt 8,5-17): 

En aquel tiempo, al entrar en Cafarnaúm, se le acercó un centurión y le rogó diciendo: «Señor, mi criado yace en casa paralítico con terribles sufrimientos». Dícele Jesús: «Yo iré a curarle». Replicó el centurión: «Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; basta que lo digas de palabra y mi criado quedará sano. Porque también yo, que soy un subalterno, tengo soldados a mis órdenes, y digo a éste: ‘Vete’, y va; y a otro: ‘Ven’, y viene; y a mi siervo: ‘Haz esto’, y lo hace». Al oír esto Jesús quedó admirado y dijo a los que le seguían: «Os aseguro que en Israel no he encontrado en nadie una fe tan grande. Y os digo que vendrán muchos de oriente y occidente y se pondrán a la mesa con Abraham, Isaac y Jacob en el reino de los Cielos, mientras que los hijos del Reino serán echados a las tinieblas de fuera; allí será el llanto y el rechinar de dientes». Y dijo Jesús al centurión: «Anda; que te suceda como has creído». Y en aquella hora sanó el criado.

Al llegar Jesús a casa de Pedro, vio a la suegra de éste en cama, con fiebre. Le tocó la mano y la fiebre la dejó; y se levantó y se puso a servirle. Al atardecer, le trajeron muchos endemoniados; Él expulsó a los espíritus con una palabra, y curó a todos los enfermos, para que se cumpliera el oráculo del profeta Isaías: «Él tomó nuestras flaquezas y cargó con nuestras enfermedades».



«Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; basta que lo digas de palabra y mi criado quedará sano»


Rev. D. Xavier JAUSET i Clivillé

(Lleida, España)

Hoy, en el Evangelio, vemos el amor, la fe, la confianza y la humildad de un centurión, que siente una profunda estima hacia su criado. Se preocupa tanto de él, que es capaz de humillarse ante Jesús y pedirle: «Señor, mi criado yace en casa paralítico con terribles sufrimientos» (Mt 8,6). Esta solicitud por los demás, especialmente para con un siervo, obtiene de Jesús una pronta respuesta: «Yo iré a curarle» (Mt 8,7). Y todo desemboca en una serie de actos de fe y confianza. El centurión no se considera digno y, al lado de este sentimiento, manifiesta su fe ante Jesús y ante todos los que estaban allí presentes, de tal manera que Jesús dice: «En Israel no he encontrado en nadie una fe tan grande» (Mt 8,10).

Podemos preguntarnos qué mueve a Jesús para realizar el milagro. ¡Cuántas veces pedimos y parece que Dios no nos atiende!, y eso que sabemos que Dios siempre nos escucha. ¿Qué sucede, pues? Creemos que pedimos bien, pero, ¿lo hacemos como el centurión? Su oración no es egoísta, sino que está llena de amor, humildad y confianza. Dice san Pedro Crisólogo: «La fuerza del amor no mide las posibilidades (...). El amor no discierne, no reflexiona, no conoce razones. El amor no es resignación ante la imposibilidad, no se intimida ante dificultad alguna». ¿Es así mi oración?

«Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo...» (Mt 8,8). Es la respuesta del centurión. ¿Son así tus sentimientos? ¿Es así tu fe? «Sólo la fe puede captar este misterio, esta fe que es el fundamento y la base de cuanto sobrepasa a la experiencia y al conocimiento natural» (San Máximo). Si es así, también escucharás: «‘Anda; que te suceda como has creído’. Y en aquella hora sanó el criado» (Mt 8,13).

¡Santa María, Virgen y Madre!, maestra de fe, de esperanza y de amor solícito, enséñanos a orar como conviene para conseguir del Señor todo cuanto necesitamos.


«¿Mala cobertura o actividad demoníaca?»: un exorcista muestra ejemplos de algunas tretas de Satanás



 «¿Mala cobertura o actividad demoníaca?»: un exorcista muestra ejemplos de algunas tretas de Satanás

Monseñor Stephen Rossetti ha sido durante 12 años exorcista principal de la Archidiócesis de Washington (EEUU)

El sacerdote Stephen J. Rossetti es uno de los grandes expertos en Psicología en la Iglesia en EEUU. Lleva más de 30 años trabajando en el tratamiento psicológico y la renovación espiritual de religiosos, y también es profesor de la Universidad Católica de América.

Pero lo importante en este caso es su extensa experiencia como exorcista principal de la Archidiócesis de Washington, cargo que ocupó durante 12 años, y en el cual dirigió cientos de sesiones de exorcismos y oraciones de liberación. Ahora entrena a exorcistas y a los equipos laicos que ayudan al sacerdote en su lucha contra Satanás.

El padre Rossetti se ha convertido en un gran divulgador de temas relacionados con el demonio y sus argucias para atacar al hombre, todo ello siempre sustentado en su propia experiencia como exorcista. Y lo hace relatando anécdotas desde graves casos de posesión a acciones casi cotidianas y a las que se da poca importancia pero que pueden abrir la puerta al Mal.

De hecho, este sacerdote acaba de publicar un libro sobre sus experiencias, Diary of an American Exorcist: Demons, Possession, and the Modern-Day Battle Against Ancient Evil (Diario de un exorcista americano), donde relata algunas de estas historias, por otro lado, muy ilustrativas sobre la naturaleza de Satanás. El propio cardenal Dolan, arzobispo de Nueva York, ha definido públicamente el libro como “esclarecedor y oportuno”.

Catholic Exchange ha publicado un extracto del libro del padre Rossety, donde el exorcista habla de un tema muy concreto y llamativo, cómo el demonio intenta por todos los medios que las personas que están bajos sus garras puedan pedir ayuda:

¿Mala conexión o actividad demoníaca?

“Un sacerdote que necesitaba una consulta trató de llamarme esta mañana. Tenía un caso espinoso de alguien que, creía, tenía un problema demoníaco real. Como descubriría más tarde, acababa de usar su teléfono móvil en ese mismo lugar unos minutos antes y había funcionado bien. En ese momento, también estaba en un buen lugar con buena cobertura. Todas las demás llamadas de ese día salieron bien. Pero este sacerdote y yo intentamos llamarnos al menos una docena de veces. Comenzábamos a hablar, y luego la línea se cortaba inmediatamente.


Mujer hablando por teléfóno

Algo estaba en marcha. Después de muchas llamadas interrumpidas, volví a llamar al sacerdote por teléfono y, antes de desconectarnos, rápidamente dije: "Digamos una oración". Oramos a la Santísima Virgen María y San Miguel, pidiendo su intercesión para mantener abiertas las líneas telefónicas. Nuestras oraciones fueron respondidas. No se cortó la llamada esa vez. Tuvimos una buena charla. Y resultó que realmente tenía a alguien que necesitaba ser liberado de los demonios.

Muy a menudo, encuentro que las personas poseídas tienen grandes problemas para conectarse por teléfono con su pastor, director espiritual o exorcista. He escuchado de muchas de las personas a las que he ayudado a lo largo de los años que a menudo no pueden comunicarse conmigo por teléfono.

Vemos un patrón claro de interferencia demoníaca al tratar de evitar que estas personas con problemas reciban ayuda. Los demonios hacen todo lo posible para aislar a sus objetivos. Mantenerse en contacto con un sacerdote es lo último que quieren los demonios. Y, lo creas o no, ¡a los demonios les encanta meterse con los dispositivos!

¿Solución? Reza a través de las líneas telefónicas para mantenerlas despejadas. Además, normalmente también tenemos una forma alternativa de mantenernos en contacto. Podemos usar Skype o alguna otra aplicación. A veces también hay interrupciones de esta manera. Por lo tanto, podemos comunicarnos con un amigo cercano o un miembro de la familia que luego se comunica con la persona afectada en nuestro nombre. Es más una molestia que cualquier otra cosa. Eventualmente encontramos una manera de comunicarnos con la persona necesitada.

Los demonios pueden frenarnos. Pero con un poco de perseverancia y oración, lo conseguimos. Esto es típico del acoso demoníaco. Pueden detenerse, acosar y tratar de hacer las cosas difíciles, pero al final, ¡Dios siempre triunfa!”.


Fuente Religión en Libertad

viernes, 25 de junio de 2021

Santo Evangelio 25 de Junio 2021

 


Texto del Evangelio (Mt 8,1-4): 

En aquel tiempo, cuando Jesús bajó del monte, fue siguiéndole una gran muchedumbre. En esto, un leproso se acercó y se postró ante Él, diciendo: «Señor, si quieres puedes limpiarme». Él extendió la mano, le tocó y dijo: «Quiero, queda limpio». Y al instante quedó limpio de su lepra. Y Jesús le dice: «Mira, no se lo digas a nadie, sino vete, muéstrate al sacerdote y presenta la ofrenda que prescribió Moisés, para que les sirva de testimonio».



«Señor, si quieres puedes limpiarme»


Rev. D. Xavier ROMERO i Galdeano

(Cervera, Lleida, España)

Hoy, el Evangelio nos muestra un leproso, lleno de dolor y consciente de su enfermedad, que acude a Jesús pidiéndole: «Señor, si quieres puedes limpiarme» (Mt 8,2). También nosotros, al ver tan cerca al Señor y tan lejos nuestra cabeza, nuestro corazón y nuestras manos de su proyecto de salvación, tendríamos que sentirnos ávidos y capaces de formular la misma expresión del leproso: «Señor, si quieres puedes limpiarme» (Mt 8,2).

Ahora bien, se impone una pregunta: Una sociedad que no tiene conciencia de pecado, ¿puede pedir perdón al Señor? ¿Puede pedirle purificación alguna? Todos conocemos mucha gente que sufre y cuyo corazón está herido, pero su drama es que no siempre es consciente de su situación personal. A pesar de todo, Jesús continúa pasando a nuestro lado, día tras día (cf. Mt 28,20), y espera la misma petición: «Señor, si quieres...» (cf. Mt 8,2). No obstante, también nosotros debemos colaborar. San Agustín nos lo recuerda en su clásica sentencia: «Aquél que te creó sin ti, no te salvará sin ti». Es necesario, pues, que seamos capaces de pedir al Señor que nos ayude, que queramos cambiar con su ayuda.

Alguien se preguntará: ¿por qué es tan importante darse cuenta, convertirse y desear cambiar? Sencillamente porque, de lo contrario, seguiríamos sin poder dar una respuesta afirmativa a la pregunta anterior, en la que decíamos que una sociedad sin conciencia de pecado difícilmente sentirá deseos o necesidad de buscar al Señor para formular su petición de ayuda.

Por eso, cuando llega el momento del arrepentimiento, el momento de la confesión sacramental, es preciso deshacerse del pasado, de las lacras que infectan nuestro cuerpo y nuestra alma. No lo dudemos: pedir perdón es un gran momento de iniciación cristiana, porque es el momento en que se nos cae la venda de los ojos. ¿Y si alguien se da cuenta de su situación y no quiere convertirse? Dice un refrán popular: «No hay peor ciego que el que no quiere ver».


«Las familias católicas están luchando y como San José debemos aceptar nuestro papel de guardianes»

 


«Las familias católicas están luchando y como San José debemos aceptar nuestro papel de guardianes»

Patrick Kelly, con su mujer y sus tres hijas junto a una imagen del padre Michael J. McGivney, fundador de los Caballeros de Colón

El pasado 11 de junio, Patrick Kelly tomó posesión como caballero supremo de los Caballeros de Colón. Lo hizo en la iglesia de Santa María en New Haven (Connecticut) de manos del arzobispo de Baltimore, William E. Lori, capellán supremo de este grupo.

Los Caballeros de Colón tienen una repercusión a nivel mundial puesto que esta orden de hombres laicos católicos es muy probablemente la más numerosa y rica de las que hay en el mundo. Tiene en estos momentos más de 1,9 millones de miembros organizados en 15.000 consejos locales de EEUU y también de otros países.

Esta enorme asociación católica fue fundada en 1882 por el sacerdote Michael J. McGivney, beatificado en 2020, que creó en EEUU una red de hombres católicos comprometidos a crecer en la fe así como en la ayuda mutua y al necesitado.

Kelly, casado y padre de tres hijas, ha sustituido a Carl A. Anderson, que ha permanecido en el cargo de caballero supremo durante dos décadas. Y la nueva cabeza de los Caballeros de Colón quiere seguir este espíritu fundacional de católicos comprometidos y por ello en su primer discurso tras su toma de posesión habló de la prioridad de defender la familia ante un ataque sin precedentes en la historia y del papel que el hombre, como padre de familia, debe tomar en esta batalla. Y para ello pidió la protección de San José.



De este modo, Patrick Kelly considera, tal y como explicó a Rome Reports, que “una de las cosas que más necesita el mundo de nuestros días es hombres con el temple de San José”. Por ello, recalcó que “uno de los asuntos en los que nos tenemos que centrar es fortalecer la fe dentro de las familias católicas. Creo que es un reto que tenemos en esta cultura porque las familias están en una lucha”.

Durante su discurso ante los representantes de los Caballeros de Colón, su nuevo director ejecutivo consagró todo su mandato a San José y destacó al esposo de María como un modelo singular para todos los caballeros por sus roles de “guardián de la familia” y de “guardián de la verdad”.

Precisamente, la Iglesia está en plena celebración del Año Santo de San José, y dos de sus rasgos principales es el de padre protector y esposo amoroso.

Patrick Kelly con su mujer y sus tres hijas


Patrick Kelly con su mujer y sus tres hijas, en la ceremonia religiosa en New Haven

“La familia se enfrenta a un futuro desconocido y precario”, advirtió Patrick Kelly. En este sentido, agregó: “las familias católicas están luchando por vivir su fe y criar a sus hijos en medio de una cultura que es cada vez más hostil a nuestras creencias. Los esposos y padres católicos, especialmente los padres de niños pequeños, necesitan el aliento y el apoyo de Caballeros de Colón”.

“Podemos inspirarlos con el coraje creativo necesario para mantener a sus familias fuertes en la fe. Así que, como San José, aceptemos nuestro papel de guardianes de la familia”, animó el nuevo Caballero supremo.

Justo a continuación destacó el papel de San José como guardián de la verdad: "La verdad que José protegió tenía un nombre: Jesucristo, que es la verdad encarnada". Esta misma es ahora su obligación y por ello Kelly afirmó que “como Caballeros, nosotros también debemos servir a esta Verdad. Esto no es fácil en nuestros días. Las verdades sobre el matrimonio, sobre la vida en el útero, sobre la naturaleza de la familia y el significado de la libertad a menudo son negadas e incluso vilipendiadas. Sin embargo, esto hace que nuestro compromiso con la verdad sea aún más importante".

 


“Al defender la verdad”, continuó, “nosotros, como orden, continuaremos siendo un signo de unidad, la unidad verdadera y duradera que proviene de un compromiso con Cristo por encima de todas las demás cosas. Esta unidad en la verdad se basa en la verdad de la Eucaristía, lo que el Concilio Vaticano II llamó la 'fuente y cumbre de la vida cristiana' ”.

Para terminar, Kelly pidió a los Caballeros que recordaran al realizar su trabajo en sus ciudades: “Sabemos que Jesucristo está realmente, verdaderamente presente - cuerpo, sangre, alma y divinidad - en el Santísimo Sacramento. Comprometidos con nuestro principio de unidad, esforcémonos por servir a Cristo en la Eucaristía”.

Poco más tarde, en su primer discurso ante el resto de representantes de los Caballeros, Patrick Kelly incidió también en otras prioridades fundamentales a las que se enfrentan, como es la lucha provida: “En ninguna parte nuestro trabajo por los más vulnerables es más importante que nuestra defensa de los no nacidos. Y en ninguna parte hay más potencial de progreso”.

Del mismo modo, hizo una llamada a salir al rescate de una generación cada vez más solitaria e individualista. Según sus palabras, “dondequiera que miremos, los hombres están aislados, alienados y anhelando una vida con sentido. Los hombres jóvenes, en particular, buscan algo mejor. Muchos se están encerrando en sí mismos. Pero nuestra hermandad puede ayudarlos a mirar hacia afuera, hacia los demás, hacia una misión y un propósito que es más grande que ellos mismos. Ya sean estudiantes universitarios, esposos jóvenes, nuevos padres o Caballeros de toda la vida, nuestra hermandad puede ayudarlos a llevar la vida a la que Cristo los ha llamado”.

Igualmente llamó a la unidad en un tiempo complicado: “vivimos en una época de división e ira. Dentro de la sociedad y la Iglesia, las personas se están enfrentando entre sí. Pero mostramos un camino mejor, un camino de reconciliación, no de condena. Defendemos la verdad que une a las personas en una causa común y las une para perseguir el bien común".

Otra de las señas de identidad más importante de lo«Las familias católicas están luchando y como San José debemos aceptar nuestro papel de guardianes»

Patrick Kelly, con su mujer y sus tres hijas junto a una imagen del padre Michael J. McGivney, fundador de los Caballeros de Colón

El pasado 11 de junio, Patrick Kelly tomó posesión como caballero supremo de los Caballeros de Colón. Lo hizo en la iglesia de Santa María en New Haven (Connecticut) de manos del arzobispo de Baltimore, William E. Lori, capellán supremo de este grupo.

Los Caballeros de Colón tienen una repercusión a nivel mundial puesto que esta orden de hombres laicos católicos es muy probablemente la más numerosa y rica de las que hay en el mundo. Tiene en estos momentos más de 1,9 millones de miembros organizados en 15.000 consejos locales de EEUU y también de otros países.

Esta enorme asociación católica fue fundada en 1882 por el sacerdote Michael J. McGivney, beatificado en 2020, que creó en EEUU una red de hombres católicos comprometidos a crecer en la fe así como en la ayuda mutua y al necesitado.

Kelly, casado y padre de tres hijas, ha sustituido a Carl A. Anderson, que ha permanecido en el cargo de caballero supremo durante dos décadas. Y la nueva cabeza de los Caballeros de Colón quiere seguir este espíritu fundacional de católicos comprometidos y por ello en su primer discurso tras su toma de posesión habló de la prioridad de defender la familia ante un ataque sin precedentes en la historia y del papel que el hombre, como padre de familia, debe tomar en esta batalla. Y para ello pidió la protección de San José.

De este modo, Patrick Kelly considera, tal y como explicó a Rome Reports, que “una de las cosas que más necesita el mundo de nuestros días es hombres con el temple de San José”. Por ello, recalcó que “uno de los asuntos en los que nos tenemos que centrar es fortalecer la fe dentro de las familias católicas. Creo que es un reto que tenemos en esta cultura porque las familias están en una lucha”.

Durante su discurso ante los representantes de los Caballeros de Colón, su nuevo director ejecutivo consagró todo su mandato a San José y destacó al esposo de María como un modelo singular para todos los caballeros por sus roles de “guardián de la familia” y de “guardián de la verdad”.

Precisamente, la Iglesia está en plena celebración del Año Santo de San José, y dos de sus rasgos principales es el de padre protector y esposo amoroso.

Patrick Kelly con su mujer y sus tres hijas

Patrick Kelly con su mujer y sus tres hijas, en la ceremonia religiosa en New Haven

“La familia se enfrenta a un futuro desconocido y precario”, advirtió Patrick Kelly. En este sentido, agregó: “las familias católicas están luchando por vivir su fe y criar a sus hijos en medio de una cultura que es cada vez más hostil a nuestras creencias. Los esposos y padres católicos, especialmente los padres de niños pequeños, necesitan el aliento y el apoyo de Caballeros de Colón”.

“Podemos inspirarlos con el coraje creativo necesario para mantener a sus familias fuertes en la fe. Así que, como San José, aceptemos nuestro papel de guardianes de la familia”, animó el nuevo Caballero supremo.

Justo a continuación destacó el papel de San José como guardián de la verdad: "La verdad que José protegió tenía un nombre: Jesucristo, que es la verdad encarnada". Esta misma es ahora su obligación y por ello Kelly afirmó que “como Caballeros, nosotros también debemos servir a esta Verdad. Esto no es fácil en nuestros días. Las verdades sobre el matrimonio, sobre la vida en el útero, sobre la naturaleza de la familia y el significado de la libertad a menudo son negadas e incluso vilipendiadas. Sin embargo, esto hace que nuestro compromiso con la verdad sea aún más importante".


“Al defender la verdad”, continuó, “nosotros, como orden, continuaremos siendo un signo de unidad, la unidad verdadera y duradera que proviene de un compromiso con Cristo por encima de todas las demás cosas. Esta unidad en la verdad se basa en la verdad de la Eucaristía, lo que el Concilio Vaticano II llamó la 'fuente y cumbre de la vida cristiana' ”.

Para terminar, Kelly pidió a los Caballeros que recordaran al realizar su trabajo en sus ciudades: “Sabemos que Jesucristo está realmente, verdaderamente presente - cuerpo, sangre, alma y divinidad - en el Santísimo Sacramento. Comprometidos con nuestro principio de unidad, esforcémonos por servir a Cristo en la Eucaristía”.


Poco más tarde, en su primer discurso ante el resto de representantes de los Caballeros, Patrick Kelly incidió también en otras prioridades fundamentales a las que se enfrentan, como es la lucha provida: “En ninguna parte nuestro trabajo por los más vulnerables es más importante que nuestra defensa de los no nacidos. Y en ninguna parte hay más potencial de progreso”.


Del mismo modo, hizo una llamada a salir al rescate de una generación cada vez más solitaria e individualista. Según sus palabras, “dondequiera que miremos, los hombres están aislados, alienados y anhelando una vida con sentido. Los hombres jóvenes, en particular, buscan algo mejor. Muchos se están encerrando en sí mismos. Pero nuestra hermandad puede ayudarlos a mirar hacia afuera, hacia los demás, hacia una misión y un propósito que es más grande que ellos mismos. Ya sean estudiantes universitarios, esposos jóvenes, nuevos padres o Caballeros de toda la vida, nuestra hermandad puede ayudarlos a llevar la vida a la que Cristo los ha llamado”.

Igualmente llamó a la unidad en un tiempo complicado: “vivimos en una época de división e ira. Dentro de la sociedad y la Iglesia, las personas se están enfrentando entre sí. Pero mostramos un camino mejor, un camino de reconciliación, no de condena. Defendemos la verdad que une a las personas en una causa común y las une para perseguir el bien común".

Otra de las señas de identidad más importante de los Caballeros de Colón es la caridad, pero Kelly apostilló que es “una caridad que evangeliza”.

“Algunos piensan en la caridad como una filantropía o un mero voluntariado, pero sabemos que es mucho más. La Escritura nos dice que es la mayor de las virtudes. Es ver el rostro de Cristo en los demás. Es servir a Cristo como si estuviera frente a nosotros. Como nos dice nuestro Señor en el Evangelio de Mateo: “Todo lo que hiciste por uno de estos mis hermanos más pequeños, lo hiciste por mí” (Mt 25, 40). Por esta razón, estamos comprometidos con más que buenas acciones; estamos comprometidos con lo que San Juan Pablo II llamó ‘una caridad que evangeliza’”, agregó.

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“Algunos piensan en la caridad como una filantropía o un mero voluntariado, pero sabemos que es mucho más. La Escritura nos dice que es la mayor de las virtudes. Es ver el rostro de Cristo en los demás. Es servir a Cristo como si estuviera frente a nosotros. Como nos dice nuestro Señor en el Evangelio de Mateo: “Todo lo que hiciste por uno de estos mis hermanos más pequeños, lo hiciste por mí” (Mt 25, 40). Por esta razón, estamos comprometidos con más que buenas acciones; estamos comprometidos con lo que San Juan Pablo II llamó ‘una caridad que evangeliza’”, agre

Fuente: Religion en Libertad

jueves, 24 de junio de 2021

Santo Evangelio 24 de Junio 2021

 


Texto del Evangelio (Lc 1,57-66.80): 

Se le cumplió a Isabel el tiempo de dar a luz, y tuvo un hijo. Oyeron sus vecinos y parientes que el Señor le había hecho gran misericordia, y se congratulaban con ella. Y sucedió que al octavo día fueron a circuncidar al niño, y querían ponerle el nombre de su padre, Zacarías, pero su madre, tomando la palabra, dijo: «No; se ha de llamar Juan». Le decían: «No hay nadie en tu parentela que tenga ese nombre». Y preguntaban por señas a su padre cómo quería que se le llamase. Él pidió una tablilla y escribió: ‘Juan es su nombre’. Y todos quedaron admirados.

Y al punto se abrió su boca y su lengua, y hablaba bendiciendo a Dios. Invadió el temor a todos sus vecinos, y en toda la montaña de Judea se comentaban todas estas cosas; todos los que las oían las grababan en su corazón, diciendo: «Pues ¿qué será este niño?». Porque, en efecto, la mano del Señor estaba con él. El niño crecía y su espíritu se fortalecía; vivió en los desiertos hasta el día de su manifestación a Israel.



«El niño crecía y su espíritu se fortalecía»


Rev. D. Joan MARTÍNEZ Porcel

(Barcelona, España)

Hoy, celebramos solemnemente el nacimiento del Bautista. San Juan es un hombre de grandes contrastes: vive el silencio del desierto, pero desde allí mueve las masas y las invita con voz convincente a la conversión; es humilde para reconocer que él tan sólo es la voz, no la Palabra, pero no tiene pelos en la lengua y es capaz de acusar y denunciar las injusticias incluso a los mismos reyes; invita a sus discípulos a ir hacia Jesús, pero no rechaza conversar con el rey Herodes mientras está en prisión. Silencioso y humilde, es también valiente y decidido hasta derramar su sangre. ¡Juan Bautista es un gran hombre!, el mayor de los nacidos de mujer, así lo elogiará Jesús; pero solamente es el precursor de Cristo.

Quizás el secreto de su grandeza está en su conciencia de saberse elegido por Dios; así lo expresa el evangelista: «El niño crecía y su espíritu se fortalecía; vivió en los desiertos hasta el día de su manifestación a Israel» (Lc 1,80). Toda su niñez y juventud estuvo marcada por la conciencia de su misión: dar testimonio; y lo hace bautizando a Cristo en el Jordán, preparando para el Señor un pueblo bien dispuesto y, al final de su vida, derramando su sangre en favor de la verdad. Con nuestro conocimiento de Juan, podemos responder a la pregunta de sus contemporáneos: «¿Qué será este niño?» (Lc 1,66).

Todos nosotros, por el bautismo, hemos sido elegidos y enviados a dar testimonio del Señor. En un ambiente de indiferencia, san Juan es modelo y ayuda para nosotros; san Agustín nos dice: «Admira a Juan cuanto te sea posible, pues lo que admiras aprovecha a Cristo. Aprovecha a Cristo, repito, no porqué tú le ofrezcas algo a Él, sino para progresar tú en Él». En Juan, sus actitudes de Precursor, manifestadas en su oración atenta al Espíritu, en su fortaleza y su humildad, nos ayudan a abrir horizontes nuevos de santidad para nosotros y para nuestros hermanos.