sábado, 27 de julio de 2024

Santo Evangelio 27 de Julio 2024



 Texto del Evangelio (Mt 13,24-30):

 En aquel tiempo, Jesús propuso a las gentes otra parábola, diciendo: «El Reino de los Cielos es semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo. Pero, mientras su gente dormía, vino su enemigo, sembró encima cizaña entre el trigo, y se fue. Cuando brotó la hierba y produjo fruto, apareció entonces también la cizaña. Los siervos del amo se acercaron a decirle: ‘Señor, ¿no sembraste semilla buena en tu campo? ¿Cómo es que tiene cizaña?’. Él les contestó: ‘Algún enemigo ha hecho esto’. Dícenle los siervos: ‘¿Quieres, pues, que vayamos a recogerla?’. Díceles: ‘No, no sea que, al recoger la cizaña, arranquéis a la vez el trigo. Dejad que ambos crezcan juntos hasta la siega. Y al tiempo de la siega, diré a los segadores: Recoged primero la cizaña y atadla en gavillas para quemarla, y el trigo recogedlo en mi granero’».



«Dejad que ambos crezcan juntos»


Rev. D. Manuel SÁNCHEZ Sánchez

(Sevilla, España)

Hoy consideramos una parábola que es ocasión para referirse a la vida de la comunidad en la que se mezclan, continuamente, el bien y el mal, el Evangelio y el pecado. La actitud lógica sería acabar con esta situación, tal como lo pretenden los criados: «¿Quieres que vayamos a recogerla?» (Mt 13,28). Pero la paciencia de Dios es infinita, espera hasta el último momento —como un padre bueno— la posibilidad del cambio: «Dejad que ambos crezcan juntos hasta la siega» (Mt 13,30).

Una realidad ambigua y mediocre, pero en ella crece el Reino. Se trata de sentirnos llamados a descubrir las señales del Reino de Dios para potenciarlo. Y, por otro lado, no favorecer nada que ayude a contentarnos en la mediocridad. No obstante, el hecho de vivir en una mezcla de bien y mal no debe impedir el avanzar en nuestra vida espiritual; lo contrario sería convertir nuestro trigo en cizaña. «Señor, ¿no sembraste semilla buena en tu campo? ¿Cómo es que tiene cizaña?» (Mt 13,27). Es imposible crecer de otro modo, ni podemos buscar el Reino en ningún otro lugar que en esta sociedad en la que estamos. Nuestra tarea será hacer que nazca el Reino de Dios.

El Evangelio nos llama a no dar crédito a los “puros”, a superar los aspectos de puritanismo y de intolerancia que puedan haber en la comunidad cristiana. Fácilmente se dan actitudes de este tipo en todos los colectivos, por sanos que intenten ser. Encarados a un ideal, todos tenemos la tentación de pensar que unos ya lo hemos alcanzado, y que otros están lejos. Jesús constata que todos estamos en camino, absolutamente todos.

Vigilemos para no dejar que el maligno se cuele en nuestras vidas, cosa que ocurre cuando nos acomodamos al mundo. Decía santa Ángela de la Cruz que «no hay que dar oído a las voces del mundo, de que en todas partes se hace esto o aquello; nosotras siempre lo mismo, sin inventar variaciones, y siguiendo la manera de hacer las cosas, que son un tesoro escondido; son las que nos abrirán las puertas del cielo». Que la Santísima Virgen María nos conceda acomodarnos sólo al amor.


Una trans arrepentida asegura que el cambio de género se puede prevenir y explica a los padres cómo

 


Una trans arrepentida asegura que el cambio de género se puede prevenir y explica a los padres cómo

Para esta joven "detrans", el feminismo, la ideología de género y el divorcio son los principales causantes de la disforia de género en gran parte de los jóvenes que la padecen, pero explica que hay una forma de evitarlo (Portada: UNSPLASH/Sharon McCutcheon).

Desde los nueve años, Monica, sudafricana, que tiene ahora 34, sufrió abusos, bullying, el divorcio de sus padres y otros sucesos traumáticos que le llevaron a sentirse "desconectada" de su sexo y comenzar la llamada "reasignación". Tras arrepentirse del "fraude" trans y completar su "detransición", ha publicado en su canal de YouTube los motivos por los que el fenómeno trans está atrayendo a tantos jóvenes y advierte a los padres de que "se puede prevenir".

1º La unidad familiar, imprescindible

En uno de sus vídeos, esta joven detrans explica que el divorcio de sus padres cuando era estudiante universitaria fue más de lo que podía aguantar y una de las razones que motivó su disforia de género.

Pronto supo que el divorcio influye de manera semejante en otras personas con disforia y se muestra convencida de que esta es una de las principales razones desencadenantes.

"La familia es muy importante para una sociedad sana, y si la familia no funciona, la sociedad no funciona. Las familias rotas son la principal razón por la que las personas realizan la transición de género en nuestros días", afirma.

Convencida de que "el feminismo ha arruinado a la familia", menciona que las mujeres, hombres y niños ya no conocen su lugar en el mundo y que "hay algo tóxico en la `igualdad´ [de género] a la que la gente aspira en nuestros días".

"La harina no puede hacer lo que hace la tierra y la tierra no puede hacer lo que hace la harina. Eso no significa que una discrimine a la otra y que la tierra sea `harinófoba´, ambas son igualmente importantes, pero si ambas fueran iguales, no serían ni tierra ni harina".

2º Vigilar la vergüenza y el odio hacia uno mismo

La joven alerta también a los padres sobre repentinos cambios de peso en sus hijos como un indicador de que podrían sentir una vergüenza por su propio cuerpo que motive su deseo de "cambiar" de género. Algo que "se puede prevenir por completo".

"Ningún niño se despierta un día y siente vergüenza u odio por su propio cuerpo, tiene que ocurrir algo para que se den estos sentimientos, podría ser algo banal como tener vergüenza a ir a baños públicos o algo más grave como abusos físicos o sexuales que hagan que tengas miedo de tu cuerpo o que te hagan creer que estás en el cuerpo equivocado", explica.

Consciente de que en muchas ocasiones los padres no perciben estos cambios, les recomienda estar "atentos a esta señal, porque en un niño no es normal", especialmente si lidian con otros problemas emocionales, como fue su caso: "Empecé a subir mucho de peso cuando tenía nueve años y no es casualidad que durante esa edad viví varias experiencias traumáticas con las que no pude lidiar y me llevaron a la disforia de género".

3º Que los hijos perciban el hogar como un espacio seguro

Para esta joven, la falta de expresión y control sobre las emociones de los hijos es una amenaza que debe ser gestionada en el propio hogar.

"Un niño va a la escuela y les dicen como ser, como comportarse, hablan cuando se lo permiten y lo hacen todo cuando y como se lo dicen. Por eso, para un niño es frustrante que no tengan tiempo para ser ellos mismos. Si no pueden serlo en casa, buscarán un lugar donde si puedan y el movimiento trans es un lugar idóneo para expresarse", advierte. 



Familia por la montaña

Por ello, también menciona la importancia para los niños de que sus padres "reserven un tiempo en el que poder dedicarse a ellos por entero, en que puedan ser ellos mismos y aprendan de donde vienen. ¿Cómo van a poder hacerlo si no se lo enseñas en casa?", plantea.

En este sentido, menciona de que otra de las principales razones por las que los niños y jóvenes llevan a cabo la "transición" o acuden a entornos trans es porque " no tienen un espacio en el que expresarse, así que aseguraos de que vuestros hijos sepan que pueden ser ellos mismos y expresarse, porque si no ven el hogar como ese espacio, lo buscarán fuera".

(Artículo publicado originalmente el siete de abril de 2022).

viernes, 26 de julio de 2024

Santo Evangelio 26 de Julio 2024

 


Texto del Evangelio (Mt 13,18-23):

 En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Vosotros, pues, escuchad la parábola del sembrador. Sucede a todo el que oye la Palabra del Reino y no la comprende, que viene el Maligno y arrebata lo sembrado en su corazón: éste es el que fue sembrado a lo largo del camino. El que fue sembrado en pedregal, es el que oye la Palabra, y al punto la recibe con alegría; pero no tiene raíz en sí mismo, sino que es inconstante y, cuando se presenta una tribulación o persecución por causa de la Palabra, sucumbe enseguida. El que fue sembrado entre los abrojos, es el que oye la Palabra, pero las preocupaciones del mundo y la seducción de las riquezas ahogan la Palabra, y queda sin fruto. Pero el que fue sembrado en tierra buena, es el que oye la Palabra y la comprende: éste sí que da fruto y produce, uno ciento, otro sesenta, otro treinta».



«Vosotros, pues, escuchad la parábola del sembrador»


P. Josep LAPLANA OSB Monje de Montserrat

(Montserrat, Barcelona, España)

Hoy contemplamos a Dios como un agricultor bueno y magnánimo, que siembra a manos llenas. No ha sido avaro en la redención del hombre, sino que lo ha gastado todo en su propio Hijo Jesucristo, que como grano enterrado (muerte y sepultura) se ha convertido en vida y resurrección nuestra gracias a su santa Resurrección.

Dios es un agricultor paciente. Los tiempos pertenecen al Padre, porque sólo Él conoce el día y la hora (cf. Mc 13,32) de la siega y la trilla. Dios espera. Y también nosotros debemos esperar sincronizando el reloj de nuestra esperanza con el designio salvador de Dios. Dice Santiago: «Ved como el labrador aguarda el fruto precioso de la tierra, esperando con paciencia las lluvias tempranas y tardías» (St 5,7). Dios espera la cosecha haciéndola crecer con su gracia. Nosotros tampoco podemos dormirnos, sino que debemos colaborar con la gracia de Dios prestando nuestra cooperación, sin poner obstáculos a esta acción transformadora de Dios.

El cultivo de Dios que nace y crece aquí en la tierra es un hecho visible en sus efectos; podemos verlos en los milagros auténticos y en los ejemplos clamorosos de santidad de vida. Son muchos los que, después de haber oído todas las palabras y el ruido de este mundo, sienten hambre y sed de escuchar la Palabra de Dios, auténtica, allí donde está viva y encarnada. Hay miles de personas que viven su pertenencia a Jesucristo y a la Iglesia con el mismo entusiasmo que al principio del Evangelio, ya que la palabra divina «halla la tierra donde germinar y dar fruto» (San Agustín); debemos, pues, levantar nuestra moral y encarar el futuro con una mirada de fe.

El éxito de la cosecha no radica en nuestras estrategias humanas ni en marketing, sino en la iniciativa salvadora de Dios “rico en misericordia” y en la eficacia del Espíritu Santo, que puede transformar nuestras vidas para que demos sabrosos frutos de caridad y de alegría contagiosa

Diez formas en las que puedes herir a tu esposo más de lo que crees y quieres: ¿qué dice la Biblia?


 Diez formas en las que puedes herir a tu esposo más de lo que crees y quieres: ¿qué dice la Biblia?

Un hombre se recupera de la conciencia de haber fallado, dice la autora: de sentirse un fracaso absoluto es más difícil salir.

En su momento recogimos en ReL un artículo bajo el título Diez formas en las que puedes herir a tu esposa sin darte cuenta: la Biblia advierte de ellas.

Su autora, Molly Parker, casada hace 22 años y madre de tres hijos, residente en California, ha escrito en Crosswalk otro dirigido a la segunda parte del matrimonio: ellas y algunas actitudes que de forma inconsciente pueden dañar mucho a ellos, hacerles sentir como unos fracasados, y perjudicar la relación misma. Como en el caso de los errores masculinos, acude a la Biblia buscando orientación... y la encuentra.

Molly ha extraído sus diez conclusiones preguntando a su marido y a amigos, y hace una observación general: una cosa es tener un fallo, "de lo cual cualquier hombre puede reponerse y salir adelante", y otra sentirse un fracasado, porque eso "es más duradero, puede convertirse en una etiqueta, un distintivo, una identidad". Y ahí está el peligro.

Por fortuna, Parker recuerda a quienes se sientan así que Dios ya emitió su propio juicio sobre el hombre: "Algo menor le hiciste que los ángeles y de gloria y honor le coronaste" (Sal 8, 6).

1. No está satisfecha con los ingresos familiares

Es natural desear cosas y es normal que muchas cosas que se desean no se puedan tener. El problema viene cuando "cojo mi lista de deseos y la agito sobre su cabeza dos veces al día": "Eso no puede ser bueno para nuestro matrimonio. Si yo siento la tentación de sentirme una fracasada por no tener esas cosas... ¿cómo le haré sentirse a él, que me regalaría el mundo si pudiese?". En vez de contar dinero, la esposa debería ser, como en un dicho del siglo XVII, "la mejor compañera de su marido en la prosperidad y su amiga más fiel en la adversidad".

"Mi Dios proveerá a todas vuestras necesidades con magnificencia, conforme a su riqueza, en Cristo Jesús" (Filip 4, 19).

2. No olvida ningún fallo del pasado

"Recordar los fallos del pasado genera una doble carga sobre el corazón de un hombre", advierte Parker: "Ya es bastante tener que lidiar con las deficiencias de hoy, para que encima su mujer se abalance sobre él recordándole deficiencias de ayer que no tienen nada que ver". Una esposa que se comporta así "no entiende la profundidad de la gracia de Dios", y por tanto no puede darla a su vez.

"Hermanos, una cosa hago: olvido lo que dejé atrás y me lanzo a lo que está por delante" (Filip 3, 13).

3. Plantea expectativas desmedidas para las vacaciones

Pedir un masaje con piedras calientes una vez en la vida por tu cumpleaños es una cosa, pedirlo todos los años y en Hawai "quizá es pedir demasiado", ironiza Molly. "Una vez", recuerda, "establecí unas expectativas poco realistas para la participación de mi marido en la cena de Nochebuena. Pero el año pasado se durmió antes que los niños y todas las fantasías de abrir los regalos junto al árbol bebiendo sidra se vinieron abajo".



Pero ella se hace esta reflexión: "Si en el contexto de un matrimonio de 22 años ha demostrado ser un buen hombre, ¿por qué hacerle sentir como si me hubiese fallado... y además en Navidad?".

"Sed prontos para escuchar, tardos para hablar, tardos para la ira" (Sant 1, 19).

4. Pone excusas para las relaciones íntimas

Puede haber razones de todo tipo con las que la mujer evita las relaciones íntimas con su marido, "pero cuando las excusas se acumulan sin motivo aparente, un hombre puede pensar que ha fallado en algo: '¡Solía volverla loca! ¿Por qué mis necesidades ya no son una prioridad para ella?'". Tal vez la esposa considera que hay que resolver los problemas conyugales antes de mantener relaciones, "pero los expertos no están de acuerdo", dice: "La probabilidad de arreglar las cosas es mucho mayor después del sexo".

"Lo que Dios unió no lo separe el hombre" (Mc 10, 9).

5. Le recuerda que se supone que él debe ser el líder

Hay algo más enojoso que un marido recordándole a su mujer que debe obedecerle, dice la autora: ¡una esposa recordándole que el líder es él... y un "líder a su servicio"! Resulta paternalista, sermoneador y presuntuoso, especialmente si se usa cierto "tono". Molly sugiere que una esposa amable, humilde y sabia tiene más poder, "y si las oraciones por su marido sustituyen a las impertinencias sobre sus fallos, es más probable que ella le convierta en el hombre de sus sueños".

"Las mujeres estén sujetas a sus maridos, para que, si algunos no se rinden a la Palabra, sin palabra sean ganados por el comportamiento de las mujeres, al considerar vuestra conducta casta y respetuosa" (I Pe 3, 1-2).

6. Cuestiona la forma en la que educa a sus hijos

Molly confiesa que es demasiado correctora y quisquillosa con la forma en la que su marido educa a los hijos: "Fuiste muy duro con ella... Fuiste muy blando con él... Ve ahora a darle un abrazo...". Y considera "ridículo" actuar asi porque "¡es un padre increíble que incluso les hace los deberes de ciencias!". Y plantea una idea importante: "Si un hombre fracasa como padre, lo arrastrará el resto de su vida. Pero si lo hace bien... ¡no hay mayor medida del éxito! Así que una mujer debe estar junto a su marido cuando ambos abordan juntos el trabajo más difícil sobre la tierra: educar hijos que se conviertan en buenos adultos".

"No es bueno que el hombre esté solo. Le haré una ayuda semejante a él" (Gén 2, 18).

7. Le compara con otros hombres

Lo cual es una "faena" para ellos, educados desde el colegio en competir continuamente. Pero luego está "el hogar, un lugar donde sentirse libre de la trampa de las comparaciones... ¿o no?". Escuchar de su esposa el dinero que ganan otros hombres, o lo galantes que son con sus mujeres, o cómo les ofrecen una vida de emoción y aventuras... "sugiere que ellas están más interesadas en moldear a su marido según su ideal que según el ideal de Dios", en vez de "dejar margen a Dios para que actúe en su vida". Las cosas requieren su tiempo: ¡incluso Jesús, en cuanto hombre, maduró!

"Y Jesús progresaba en sabiduría, en estatura y en gracia delante de Dios y de los hombres" (Lc 2, 52).

8. Se avergüenza de sus actividades

"Si una mujer no respeta, admira y apoya su profesión, sus aficiones y sus intereses, es seguro que él se sentirá un fracasado": no hace falta darle muchas vueltas. Es posible que el hombre se entregue en exceso a cualquiera de esas actividades, pero entonces será probablemente más eficaz rezar para que él establezca mejor sus prioridades teniendo presente a Dios en su camino.

"En todos tus caminos piensa en Él, y Él allanará tus senderos" (Prov 3, 6).

9. No disfruta de su vida juntos

Molly recuerda que, cuando llevaban 12 años casados, tuvieron que trasladarse de California a Alabama por razones de trabajo que su marido no podía evitar. Para ella fue un disgusto y no consiguió dejar a un lado sus sentimientos: "Él se sintió desesperanzado y desanimado, como si hubiese fallado en darme una vida feliz". Puede haber otras razones que hagan difícil la alegría, pero... "una mujer sin alegría hace que su hombre se considere un fracaso". Lo importante en estos casos es siempre "mantener abierta la línea de comunicación".

"Llevad los unos las cargas de los otros, y así cumplid plenamente la ley de Cristo" (Gál 6, 2).

10. Le corrige en público

"Nada le chupa la vida a un hombre más que una esposa que le empequeñece en público, y a veces basta para ello una mirada", afirma la autora del artículo: "Incluso si él se lo merece, una mujer se ganará más el respeto, de él y de los demás, si lo guarda para sí y ama profundamente a su marido".

"Mantened la caridad unos con otros, porque la caridad cubre la muchedumbre de los pecados" (I Pe 4, 8).

Lee también la otra cara de la moneda de este artículo: Diez formas en las que puedes herir a tu esposa sin darte cuenta: la Biblia advierte de ellas.

Artículo publicado en ReL el 23 de agosto de 2017.

jueves, 25 de julio de 2024

Santo Evangelio 25 de Julio 2024

 


Texto del Evangelio (Mt 20,20-28):

 En aquel tiempo, se acercó a Jesús la madre de los hijos de Zebedeo con sus hijos, y se postró como para pedirle algo. Él le dijo: «¿Qué quieres?». Dícele ella: «Manda que estos dos hijos míos se sienten, uno a tu derecha y otro a tu izquierda, en tu Reino». Replicó Jesús: «No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber la copa que yo voy a beber?». Dícenle: «Sí, podemos». Díceles: «Mi copa, sí la beberéis; pero sentarse a mi derecha o mi izquierda no es cosa mía el concederlo, sino que es para quienes está preparado por mi Padre».

Al oír esto los otros diez, se indignaron contra los dos hermanos. Mas Jesús los llamó y dijo: «Sabéis que los jefes de las naciones las dominan como señores absolutos, y los grandes las oprimen con su poder. No ha de ser así entre vosotros, sino que el que quiera llegar a ser grande entre vosotros, será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros, será vuestro esclavo; de la misma manera que el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos».



«¿Podéis beber la copa que yo voy a beber?»


Mons. Octavio RUIZ Arenas Secretario del Pontificio Consejo para la promoción de la Nueva Evangelización

(Città del Vaticano, Vaticano)

Hoy, el episodio que nos narra este fragmento del Evangelio nos pone frente a una situación que ocurre con mucha frecuencia en las distintas comunidades cristianas. En efecto, Juan y Santiago han sido muy generosos al abandonar su casa y sus redes para seguir a Jesús. Han escuchado que el Señor anuncia un Reino y que ofrece la vida eterna, pero no logran entender todavía la nueva dimensión que presenta el Señor y, por ello, su madre va a pedir algo bueno, pero que se queda en las simples aspiraciones humanas: «Manda que estos dos hijos míos se sienten, uno a tu derecha y otro a tu izquierda, en tu Reino» (Mt 20,21).

De igual manera, nosotros escuchamos y seguimos al Señor, como lo hicieron los primeros discípulos de Jesús, pero no siempre logramos entender a cabalidad su mensaje y nos dejamos llevar por intereses personales o ambiciones dentro de la Iglesia. Se nos olvida que al aceptar al Señor, tenemos que entregarnos con confianza y de manera plena a Él, que no podemos pensar en obtener la gloria sin haber aceptado la cruz.

La respuesta que les da Jesús pone precisamente el acento en este aspecto: para participar de su Reino, lo que importa es aceptar beber de su misma «copa» (cf. Mt 20,22), es decir, estar dispuestos a entregar nuestra vida por amor a Dios y dedicarnos al servicio de nuestros hermanos, con la misma actitud de misericordia que tuvo Jesús. El Papa Francisco, en su primera homilía, recalcaba que para seguir a Jesús hay que caminar con la cruz, pues «cuando caminamos sin la cruz, cuando confesamos un Cristo sin cruz, no somos discípulos del Señor».

Seguir a Jesús exige, por consiguiente, gran humildad de nuestra parte. A partir del bautismo hemos sido llamados a ser testigos suyos para transformar el mundo. Pero esta transformación sólo la lograremos si somos capaces de ser servidores de los demás, con un espíritu de gran generosidad y entrega, pero siempre llenos de gozo por estar siguiendo y haciendo presente al Señor.

Del «protocolo antisuegros» al «café con Dios»: trece consejos para tener un matrimonio de éxito



Del «protocolo antisuegros» al «café con Dios»: trece consejos para tener un matrimonio de éxito

Mar Dorrio. 

Entre sus consejos, Mar Dorrio destaca la importancia de "ceder siempre que sea posible" y de hablarlo todo, pero sin gritos ni ironías.

Casada, doce hijos… y miles de seguidores y lectores esperando sus consejos: así es Mar Dorrio, una empresaria casada con Javier hace 25 años y que en 2008 decidió volcar su experiencia en su propio blog, Why not twelve. Desde entonces, su formación y transmisión de contenidos en torno a la familia y el matrimonio ha sido imparable: también está en Instagram, donde le siguen más de 8.000 personas y ha publicado dos libros de orientación familiar, el último de ellos, Cocinar con sobras después del `Sí, quiero´" (EUNSA).

Recientemente ha participado en el canal El Rosario de las 11 pm de Belén Perales, donde ha destacado algunos puntos de su último libro y ofrecido 13 útiles consejos para que los matrimonios "tengan unidos su segunda edición mejorada" y que, lo que en algún momento pueden parecer "sobras de asado que den pereza recoger" se transformen "en unas maravillosas croquetas". ¿El secreto? "Cariño, tiempo y dedicación".

1º Apaga tu fuego interior

La escritora menciona la importancia de "apagar los fuegos interiores" para que el amor continúe presente en familias y matrimonios. "Todos los problemas tienen solución mientras se quieran solucionar", explica.

Pero para ello, hay que querer y poner medios cuando llegan las discusiones: "Cuando te vas con la memoria a los buenos momentos engañas al cuerpo y resurgen las hormonas de ese buen momento. Para estar feliz y encantada con tu marido, tendrás que ir con la imaginación donde te convenga, en una excursión con tu marido o a un momento maravilloso, no pensar en la próxima bronca".

2º Un potente radar… que solo tienen ellas

"Nosotras tenemos un radar para captar todo lo que pasa alrededor. No es que ellos no quieran darse cuenta, es que no tienen ese radar", comenta. Por eso, explica a mujeres y madres que cuando los hombres "no se dan cuenta de que estáis tristes o dicen algo que os ha sentado mal no es que no os quiera o sea egoísta, es que no tiene ese superpoder".

3º Conocernos más para sufrir menos

También explica la importancia de conocer los lenguajes del amor. Muchas veces, explica, "los hombres son los que hacen actos de servicio, por ejemplo pasando la ITV del coche de su mujer, pero se olvidan de darle una felicitación de San Valentín y ella piensa que su marido no se acuerda de ella". Por eso, también invita a apreciar los actos que "marido y mujer hacen por el otro y que no se están valorando": "¿Cuántos enfados hay por no conocernos más?".

4º El matrimonio, un ring de boxeo… para bien

Dorrio considera que el matrimonio debe ser como un ring de boxeo, pero para bien, buscando siempre devolver golpes de entrega y felicidad. "Mi felicidad es secundaria, lo primero es la suya, que el otro esté contento. Si no te casas para hacer feliz a la otra persona, mejor no te cases, pero si aplicas esta receta, será el antídoto que nos curará incluso de nuestro propio dolor".

5º Dar la vuelta a la tortilla con los suegros

Para la escritora, la familia política es uno de los elementos que más familias pueden romper y es necesario "darle la importancia que merece". A veces, explica, parece que tenemos que estar felices con la familia política, pero el problema no es la suegra, es la reacción a los posibles ataques de la suegra o de la familia política: "Si vamos a una cena familiar, debemos tener un protocolo en el que cuando la suegra compare a los niños, el marido tenga una sonrisa en su cara y la mujer venga en su rescate".

Con este ejemplo, aplicable a cualquier otro momento, Dorrio se muestra convencida de poder "dar la vuelta a la tortilla" y que a partir de situaciones complicadas, los matrimonios "puedan salir más unidos y fuertes que nunca y superar cualquier batalla".

6º Hablarlo todo, pero con cuidado

"En el matrimonio tenemos que hablarlo todo, pero escogiendo las palabras, el tono, el sitio… Cuando quieras corregir tienes que cuidar las palabras sin convertirlas en un cristal, para poder hablarlo todo y decir cualquier cosa, siempre que no utilicemos ironías o gritos", añade.



Puedes adquirir aquí el último libro de la autora, 'Cocinar con sobras...después del `Sí, quiero´'.

7º Pierde todas las batallas que puedas

La escritora llama la atención sobre la importancia de "ceder en todo lo posible" a la hora de tomar decisiones y "perder todas las batallas posibles" en las discusiones.

Para tomar decisiones, cuenta que "lo mejor es no tener un comité de expertos y consultar a toda la familia: solos tu y yo".

"Para los `qué más da´, cede, cede y cede. Y cuando no puedas ceder porque son decisiones que afectan para toda la vida, hay que ver qué le importa más a la otra persona y si es posible, ceder. Pero cuando ceder, asumes la decisión del otro y si sale mal, no lo echamos en cara. Si uno toma la decisión ya no es suya, es de los dos y nos tienen que ver como una muralla firme que nadie pueda romper", añade.  

8º Sin acuerdo de protección de datos

Dorrio comenta que en el matrimonio no solo hay que ser fiel: "También hay que ser leal. Por eso no tenemos que firmar ningún documento de protección de datos, porque si te casas conmigo tu mal humor de los lunes por la mañana está a salvo conmigo". El escenario ideal, añade, es "que acabemos queriendo los defectos de nuestra persona favorita a la que hemos decidido hacer feliz el resto de nuestras vidas".

9º Si es un accidente, no es un problema

También explica que "el 80% de los problemas del matrimonio no son causados con mala intención, y lo que no tiene mala intención no tiene categoría de problema". Y en caso de que si haya un problema, "cuando la persona que te tendría que proteger te ha hecho daño", Dorrio es firme en su postura: "Perdona, perdona y perdona, siempre".

10º No hace falta un burofax para perdonar

Sin embargo, aunque siempre hay que perdonar, también hay muchas formas de expresarlo y hay que estar atentos a ellas: "Hay gente incapaz de verbalizar el perdón literalmente, pero son capaces de recoger algo que no recogerían nunca, hacer un recado por ti que no haría en la vida… No necesitamos un burofax [para entenderlo]".

11º No consueles a princesas que no sean de tu reino

En una sociedad que nos lleva en dirección contraria al sentido común y a una familia fuerte y unida, Dorrio considera que hay que ser conscientes de las propias debilidades. Así, al igual que el hombre debe saber que su órgano sexual es el ojo, el de la mujer es el oído: "Lo que él ve aunque sean dos segundos permanecerá mucho en su memoria y un piropo puede producir un shock a una mujer".

Por ello, se dirige a las mujeres para que cuiden su vestuario y formas tanto dentro como fuera del hogar, en el trabajo o en reuniones, y a los hombres para "que no consuelen a princesas que no sean de su reino". La única intimidad, añade, se reduce al acrónimo MMHH: madres, mujeres, hijas y hermanas.

12º Ellas se desahogan hablando, ellos apartándose

También destaca la complementariedad que debe marcar la actitud de hombre y mujer ante los problemas, pero también que ambos son "meridianamente opuestos": "Las mujeres necesitamos desahogarnos y eso significa descarga completa, que escuchen nuestro problema las veces que haga falta. ¿Y cuándo la descarga es completa? Cuando la mujer puede cambiar de tema. Y si no lo hace, acabará sintiéndose poco escuchada y querida, la peor termita para el matrimonio".

Un caso distinto al de los hombres, que según su carácter "hacen algo que implica no hablar ni dar explicaciones. Los caballeros tienen que escuchar y las mujeres dejarles que encuentren su fórmula para desahogarse. Y cuando él vuelva, sin preguntas ni distracciones, ya que lo que para nosotras es un desahogo, para ellos es una lata".

13º La guinda del pastel: el matrimonio es cosa de tres

Como consejo final y de mayor relevancia, menciona que "si el matrimonio es cosa de tres, el marido, la mujer y Dios, siempre funciona".

"Si metes a Dios en tu vida tiene un efecto diálisis. Cuando estéis enfadados, te tomas un café con Dios y la Virgen, les cuentas todo y el enfado se transformará en ternura, en perdón y en todo lo que necesites para salir adelante. Cada vez que te tomes ese café lo irás notando y te irás transformando", concluye.  



(Artículo publicado originalmente el nueve de junio de 2022).

miércoles, 24 de julio de 2024

Santo Evangelio 24 de Julio 2024



 Texto del Evangelio (Mt 13,1-9):

 En aquel tiempo, salió Jesús de casa y se sentó a orillas del mar. Y se reunió tanta gente junto a Él, que hubo de subir a sentarse en una barca, y toda la gente quedaba en la ribera. Y les habló muchas cosas en parábolas. Decía: «Una vez salió un sembrador a sembrar. Y al sembrar, unas semillas cayeron a lo largo del camino; vinieron las aves y se las comieron. Otras cayeron en pedregal, donde no tenían mucha tierra, y brotaron enseguida por no tener hondura de tierra; pero en cuanto salió el sol se agostaron y, por no tener raíz, se secaron. Otras cayeron entre abrojos; crecieron los abrojos y las ahogaron. Otras cayeron en tierra buena y dieron fruto, una ciento, otra sesenta, otra treinta. El que tenga oídos, que oiga».



«Una vez salió un sembrador a sembrar»


P. Julio César RAMOS González SDB

(Mendoza, Argentina)

Hoy, Jesús —en la pluma de Mateo— comienza a introducirnos en los misterios del Reino, a través de esta forma tan característica de presentarnos su dinámica por medio de parábolas.

La semilla es la palabra proclamada, y el sembrador es Él mismo. Éste no busca sembrar en el mejor de los terrenos para asegurarse la mejor de las cosechas. Él ha venido para que todos «tengan vida y la tenga en abundancia» (Jn 10,10). Por eso, no escatima en desparramar puñados generosos de semillas, sea «a lo largo del camino» (Mt 13,4), como en «el pedregal» (v. 5), o «entre abrojos» (v. 7), y finalmente «en tierra buena» (v. 8).

Así, las semillas arrojadas por generosos puños producen el porcentaje de rendimiento que las posibilidades “toponímicas” les permiten. El Concilio Vaticano II nos dice: «La Palabra de Dios se compara a una semilla sembrada en el campo: los que escuchan con fe y se unen al pequeño rebaño de Cristo han acogido el Reino; después la semilla, por sí misma, germina y crece hasta el tiempo de la siega» (Lumen gentium, n. 5).

«Los que escuchan con fe», nos dice el Concilio. Tú estás habituado a escucharla, tal vez a leerla, y quizá a meditarla. Según la profundidad de tu audición en la fe, será la posibilidad de rendimiento en los frutos. Aunque éstos vienen, en cierta forma, garantizados por la potencia vital de la Palabra-semilla, no es menor la responsabilidad que te cabe en la atenta audición de la misma. Por eso, «el que tenga oídos, que oiga» (Mt 13,9).

Pide hoy al Señor el ansia del profeta: «Cuando se presentaban tus palabras, yo las devoraba, tus palabras eran mi gozo y la alegría de mi corazón, porque yo soy llamado con tu Nombre, Señor, Dios de los ejércitos» (Jr 15,16).