miércoles, 31 de agosto de 2022

Santo Evangelio 31 de Agosto 2022



 Texto del Evangelio (Lc 4,38-44):

 En aquel tiempo, saliendo de la sinagoga, Jesús entró en la casa de Simón. La suegra de Simón estaba con mucha fiebre, y le rogaron por ella. Inclinándose sobre ella, conminó a la fiebre, y la fiebre la dejó; ella, levantándose al punto, se puso a servirles. A la puesta del sol, todos cuantos tenían enfermos de diversas dolencias se los llevaban; y, poniendo Él las manos sobre cada uno de ellos, los curaba. Salían también demonios de muchos, gritando y diciendo: «Tú eres el Hijo de Dios». Pero Él, conminaba y no les permitía hablar, porque sabían que él era el Cristo.

Al hacerse de día, salió y se fue a un lugar solitario. La gente le andaba buscando y, llegando donde Él, trataban de retenerle para que no les dejara. Pero Él les dijo: «También a otras ciudades tengo que anunciar la Buena Nueva del Reino de Dios, porque a esto he sido enviado». E iba predicando por las sinagogas de Judea.



«Poniendo Él las manos sobre cada uno de ellos, los curaba. Salían también demonios de muchos, gritando»


Rev. D. Antoni CAROL i Hostench

(Sant Cugat del Vallès, Barcelona, España)

Hoy nos encontramos ante un claro contraste: la gente que busca a Jesús y Él que cura toda “enfermedad” (comenzando por la suegra de Simón Pedro); a la vez, «salían también demonios de muchos, gritando» (Lc 4,41). Es decir: bien y paz, por un lado; mal y desesperación, por otro.

No es la primera ocasión que aparece el diablo “saliendo”, es decir, huyendo de la presencia de Dios entre gritos y exclamaciones. Recordemos también el endemoniado de Gerasa (cf. Lc 8,26-39). Sorprende que el propio diablo “reconozca” a Jesús y que, como en el caso del de Gerasa, es él mismo quien sale al encuentro de Jesús (eso sí, muy rabioso y molesto porque la presencia de Dios perturbaba su vergonzosa tranquilidad).

¡Tantas veces también nosotros pensamos que encontrarnos con Jesús es un estorbo! Nos estorba tener que ir a Misa el domingo; nos inquieta pensar que hace mucho que no dedicamos un tiempo a la oración; nos avergonzamos de nuestros errores, en lugar de ir al Médico de nuestra alma a pedirle sencillamente perdón... ¡Pensemos si no es el Señor quien tiene que venir a encontrarnos, pues nosotros nos hacemos rogar para dejar nuestra pequeña “cueva” y salir al encuentro de quien es el Pastor de nuestras vidas! A esto se le llama, sencillamente, tibieza.

Hay un diagnóstico para esto: atonía, falta de tensión en el alma, angustia, curiosidad desordenada, hiperactividad, pereza espiritual con las cosas de la fe, pusilanimidad, ganas de estar solo con uno mismo... Y hay también un antídoto: dejar de mirarse a uno mismo y ponerse manos a la obra. Hacer el pequeño compromiso de dedicar un rato cada día a mirar y a escuchar a Jesús (lo que se entiende por oración): Jesús lo hacía, ya que «al hacerse de día, salió y se fue a un lugar solitario» (Lc 4,42). Hacer el pequeño compromiso de vencer el egoísmo en una pequeña cosa cada día por el bien de los otros (a eso se le llama amar). Hacer el pequeño-gran compromiso de vivir cada día en coherencia con nuestra vida cristiana.

Joseph Pearce: «Cuando los cristianos se acomodan al mundo quieren que la Iglesia se vuelva mundana»



 Joseph Pearce: «Cuando los cristianos se acomodan al mundo quieren que la Iglesia se vuelva mundana»

Tomás Moro (Paul Scofield) en 'Un hombre para la eternidad'.

Tomás Moro (Paul Scofield en 'Un hombre para la eternidad' de Fred Zinnemann, 1966) es un ejemplo paradigmático de rechazo a la mundanidad como tentación que arruina el alma. La suya alcanzó el Cielo; la de Inglaterra, sostiene Joseph Pearce, se pervirtió.

Nos maravillamos al leer sobre los mártires, los reyes santos, los santuarios y todo ese tejido cristiano que el libro La fe de nuestros padres. Historia de la verdadera Inglaterra, recién publicado por la editorial estadounidense Ignatius Press, quiere ayudarnos a redescubrir.

Lo firma Joseph Pearce, autor, entre otras obras, de una serie de biografías de éxito de los protagonistas católicos de la literatura inglesa. Nacido en 1961, actualmente dirige el Center for Faith and Culture del Aquinas College de Nashville, Tennessee. Vive y enseña en Estados Unidos, pero nació y creció en Londres.

En Inglaterra tuvo lugar su conversión, que lo arrancó de un recorrido humano destructivo, como contó detalladamente en Mi carrera con el diablo.

Luisella Scrosati le ha entrevistado en el número de julio (nº 219) de Il Timone:

-Su libro se centra en la idea de una "verdadera Inglaterra" ("true England"), en comparación con la secularizada Gran Bretaña. ¿Nos lo puede explicar mejor?

-En resumen, la "verdadera Inglaterra" es la que ha sido fiel a la verdad o, por decirlo de manera más correcta, a la Verdad en persona. Jesucristo proclamó que él era el camino, la verdad y la vida. Por consiguiente, la verdadera Inglaterra es la Inglaterra cristiana, que tiene una historia ininterrumpida de casi dos mil años. Los primeros misioneros cristianos llegaron en el siglo I, poco después de la conquista de los romanos, probablemente en el año 63, apenas treinta años después de la Crucifixión. A partir de entonces, en Inglaterra ha habido una presencia católica continua, en los periodos buenos y en los malos, en los tiempos de prosperidad y en los de persecución.

-¿Cuál es la diferencia fundamental entre ambas?

-La verdadera Inglaterra es muy distinta de la Gran Bretaña secularizada. La primera es pequeña y hermosa; la segunda es "grande" e imperialista. La Inglaterra verdadera apoya su vida de nación en el servicio fiel a Cristo y a su Iglesia. La Britannia secular, en cambio, ha aplastado la libertad de las naciones más débiles en su búsqueda de un fortalecimiento materialista. True England y secular Britain difieren entre ellas como difieren Cristo y el Anticristo.




-¿Podemos afirmar que el corazón de la "true England" es mariano?

-La verdadera Inglaterra es inseparable de la Madre de Dios, como Dios lo es de su Madre. Es ella la Madre de la verdadera Inglaterra, así como es la Madre de Cristo y la Madre de la Iglesia. El santuario de la Virgen en Glastonbury se remonta al siglo I (63 d.C.), a los albores del cristianismo. El santuario de Walshingham, en cambio, se remonta a una aparición mariana, casi exactamente mil años después, en 1061. En la Edad Media se convirtió en uno de los lugares más importantes de peregrinación de toda la cristiandad. El amor del pueblo inglés por la Santísima Virgen María puede verse, también hoy en día, gracias al centenar de antiguas iglesias presentes en todo el país dedicadas a ella.

-¿Algo más?

-En 1381, el rey Ricardo II consagró Inglaterra definiéndola "la dote de Nuestra Señora" y le ofreció la nación como "protectora" de Inglaterra. Este momento histórico está relatado con gran belleza en un famoso cuadro medieval, el Díptico Wilton, que muestra a Ricardo II arrodillado ante la Virgen y el Niño rodeados de ángeles, uno de los cuales alza la bandera con la cruz de san Jorge.

-Más allá de las explicaciones históricas, sigue siendo un misterio entender lo que sucedió con Enrique VIII, no solo por su cambio personal, de "defensor fidei" a perseguidor de la Iglesia, sino sobre todo por el hecho de que solo un obispo, San Juan Fisher, fue capaz de oponerse al espíritu del mundo que estaba penetrando en la Iglesia.

-Para responder a esta pregunta, me gustaría citar al gran escritor ruso Aleksandr Solzhenitsyn, que dijo que la batalla entre el bien y el mal se libra en el corazón de cada hombre. Si esto es verdad para la vida de cada ser humano, lo es también para la historia de la humanidad en su conjunto. Se trata de la perenne batalla entre el espíritu del homo viator, el hombre que sirve a Dios y el prójimo, intentado alcanzar el paraíso, y el del homo superbus, el hombre orgulloso que se niega a servir a Dios y al prójimo y arroja la vida de los demás en el altar que se ha erigido a sí mismo.

-Usted ha escrito que Enrique VIII fue el precursor del secularismo totalitario moderno. ¿Por qué?

-Lo que sucedió en Inglaterra en la época de Enrique VIII es algo que ha sucedido a lo largo de la historia y que está resumido en Antígona, la tragedia de Sófocles, en la que el rey Creonte declara que los derechos del Estado han suplantado los derechos de la religión. Enrique VIII fue un rey Creonte verdadero, que proclamó que los derechos del rey habían sustituido a la libertad religiosa. Efectivamente, estableció una religión de Estado, que le ha dado al gobierno secular la responsabilidad de la práctica religiosa, convirtiendo en un delito punible con la muerte seguir practicando la fe católica como el pueblo inglés había hecho durante siglos. Ampliando el poder del Estado y castigando a los disidentes religiosos y políticos, se estaba afirmando un modelo que seguirían los futuros totalitarismos seculares, ya fuera el Reino del Terror después de la Revolución francesa, o los otros reinos del terror bajo los soviéticos o los nazis.


Raymond Arroyo entrevistó a Joseph Pearce en EWTN sobre su último libro.

-Con el Catholic Relief Act de 1820, empezó para los católicos ingleses una nueva época, sin persecuciones externas pero con peligros procedentes del interior. El modernismo de los católicos cisalpinos fue el precursor del modernismo actual, que está amenazando, según sus mismas palabras, "la enseñanza inmortal de la Iglesia y desacralizando la belleza y el misterio de su liturgia". ¿Qué opina?

-Es paradójico que los periodos de persecución sean tiempos de purificación de la Iglesia, mientras que los de tranquilidad son periodos de decadencia moral y teológica, conocida como modernismo. Cuando los cristianos se acomodan demasiado al mundo, se convierten en mundanos. Y quieren que también la Iglesia se vuelva mundana, que sea seducida por las tendencias y las modas profanas y que se rinda a ellas. La mejor respuesta a esta decadencia la da Chesterton, que decía que no queremos una Iglesia que se mueva con el mundo, sino una Iglesia que mueva al mundo.

-¿Cuál ha sido el poder de atracción de la que Newman definió "la segunda primavera" del catolicismo inglés, con sus tres pilares: el propio Newman, Chesterton y Tolkien?

-Las tres columnas de la recuperación cultural católica que usted menciona son hombres de una gran fe, capaz de mover al mundo. La conversión de John Henry Newman, y el ejemplo y la enseñanza que la siguieron, preanunciaron esta recuperación católica. Después de su muerte surgió Chesterton como gran defensor de la fe, cuyos escritos y testimonio catalizaron la conversión de miles de personas, incluidas grandes figuras literarias. Por último, J. R. R. Tolkien, católico practicante toda su vida, escribió una de las obras literarias más grandiosas y famosas de todos los tiempos, El Señor de los anillos. Sobre el libro escribió: "Es, ciertamente, una obra fundamentalmente religiosa y católica". Estos hombres no se movieron con el mundo, sino que movieron al mundo. Los católicos de hoy en día deberían intentar seguir su ejemplo e imitar su impacto en la cultura contemporánea.

Traducido por Verbum Caro.

Fuente: Religión en Libertad


martes, 30 de agosto de 2022

Santo Evangelio 30 de Agosto 2022



 Texto del Evangelio (Lc 4,31-37):

 En aquel tiempo, Jesús bajó a Cafarnaúm, ciudad de Galilea, y los sábados les enseñaba. Quedaban asombrados de su doctrina, porque hablaba con autoridad. Había en la sinagoga un hombre que tenía el espíritu de un demonio inmundo, y se puso a gritar a grandes voces: «¡Ah! ¿Qué tenemos nosotros contigo, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? Sé quién eres tú: el Santo de Dios». Jesús entonces le conminó diciendo: «Cállate, y sal de él». Y el demonio, arrojándole en medio, salió de él sin hacerle ningún daño. Quedaron todos pasmados, y se decían unos a otros: «¡Qué palabra ésta! Manda con autoridad y poder a los espíritus inmundos y salen». Y su fama se extendió por todos los lugares de la región.



«Quedaban asombrados de su doctrina, porque hablaba con autoridad»


Rev. D. Joan BLADÉ i Piñol

(Barcelona, España)

Hoy vemos cómo la actividad de enseñar fue para Jesús la misión central de su vida pública. Pero la predicación de Jesús era muy distinta a la de los otros maestros y esto hacía que la gente se extrañara y se admirara. Ciertamente, aunque el Señor no había estudiado (cf. Jn 7,15), desconcertaba con sus enseñanzas, porque «hablaba con autoridad» (Lc 4,32). Su estilo de hablar tenía la autoridad de quien se sabe el “Santo de Dios”.

Precisamente, aquella autoridad de su hablar era lo que daba fuerza a su lenguaje. Utilizaba imágenes vivas y concretas, sin silogismos ni definiciones; palabras e imágenes que extraía de la misma naturaleza cuando no de la Sagrada Escritura. No hay duda de que Jesús era buen observador, hombre cercano a las situaciones humanas: al mismo tiempo que le vemos enseñando, también lo contemplamos cerca de las gentes haciéndoles el bien (con curaciones de enfermedades, con expulsiones de demonios, etc.). Leía en el libro de la vida de cada día experiencias que le servían después para enseñar. Aunque este material era tan elemental y “rudimentario”, la palabra del Señor era siempre profunda, inquietante, radicalmente nueva, definitiva.

La cosa más grande del hablar de Jesucristo era el compaginar la autoridad divina con la más increíble sencillez humana. Autoridad y sencillez eran posibles en Jesús gracias al conocimiento que tenía del Padre y su relación de amorosa obediencia con Él (cf. Mt 11,25-27). Es esta relación con el Padre lo que explica la armonía única entre la grandeza y la humildad. La autoridad de su hablar no se ajustaba a los parámetros humanos; no había competencia, ni intereses personales o afán de lucirse. Era una autoridad que se manifestaba tanto en la sublimidad de la palabra o de la acción como en la humildad y sencillez. No hubo en sus labios ni la alabanza personal, ni la altivez, ni gritos. Mansedumbre, dulzura, comprensión, paz, serenidad, misericordia, verdad, luz, justicia... fueron el aroma que rodeaba la autoridad de sus enseñanzas.


Raoul Follereau: «Denme el dinero de un día de bombardeos para acabar con la lepra en el mundo»

 


Raoul Follereau: «Denme el dinero de un día de bombardeos para acabar con la lepra en el mundo»

Raoul Follereau, el "apostol de los leprosos"

La mayoría de las personas seguramente no han oído hablar de Raoul Follereau. Sin embargo, sí han oído hablar de la Jornada Mundial de la lepra. Seguramente también habrán oído hablar que la lepra es como una enfermedad más, que tiene cura, y que su cura no es necesariamente cara.

El que está detrás de esta jornada mundial y del conocimiento popular de que la lepra es curable se debe en gran medida a Raoul Follereau, un católico francés, licenciado en Filosofía y Derecho, poeta, periodista, abogado... conocido también como el “Apóstol de los leprosos” o el “Vagabundo de la caridad”.

Su vida estuvo fuertemente marcada por su compromiso con la fe cristiana y por Charles de Foucauld. También fue uno los mayores ‘pacificadores’, más que ‘pacifistas’, del siglo XX, entre cuyas iniciativas se encontraba pedir a los presidentes de los Estados Unidos y de la Unión Soviética que le donaran un día de bombardeos para dedicarlo a los enfermos de lepra.

Raoul Follereau nació en Nevers, Francia, el 17 de agosto de 1903, y ya con15 años, y con motivo de un homenaje a las víctimas de la I Guerra Mundial, proclamó que “¡Vivir es ayudar a otros a vivir!”, haciendo de esta máxima el lema que de toda su vida.



Raoul Follereau no tenía miedo a abrazar a los leprosos

Charles de Foucauld y los leprosos

Los leprosos se hicieron presentes en su vida durante un viaje Africa, en 1935. El diario argentino La Nación le contrató para hacer una serie de reportajes sobre la vida de Charles de Foucauld, el cual había sido asesinado en Argelia el 1 de diciembre de 1916. La “casualidad” hizo que su coche se estropeara y en ese momento descubrió que unos ojos le observaban desde la distancia: unos rostros africanos hambrientos y llenos de miedo. Follereau intentó acercarse a estos hombres, pero ellos salieron corriendo. Entonces le preguntó al chófer quiénes eran, y éste le respondió simplemente “leprosos”. Pero ¿y qué hacían ahí? Y la respuesta volvió a ser la misma: “Son leprosos”.

Su vida cambió ese día, y como él mismo explicó en alguna ocasión: “Fue cuando decidí no luchar más que por una sola causa durante toda mi vida: la de esos millones de hombres a los que nuestra ignorancia, nuestro egoísmo y nuestra cobardía han convertido en leprosos”.

Llamado a cambiar la historia

La historia de su vida es muy clara. Es un hombre que hizo una opción por los leprosos, “unas personas que además de tener lepra les consideramos leprosos”. Pero antes de dedicarse a ellos, formó parte de una generación denominada “Inconformistas de los años treinta”.

Para él, “el poeta tiene que cumplir un papel social eminente y serio. Es en cierto modo, más que todos los hombres de acción, un líder, un guía de las almas”.

Pensando en las “élites jóvenes”, fundó la Liga Unión Latina, y en menos de cinco años, ayudó a publicar obras a más de 100 autores y promovió a más de 300 actores de teatro tanto franceses como extranjeros. Amén de conciertos, exposiciones... Y todo el objetivo de contribuir al fortalecimiento de la paz en el mundo.



Raoul Follerau con enfermos de lepra en África.

Tras su primera experiencia con los leprosos y que le cambiaría la vida, “papá Raoul”, como le conocían, quiere ser testigo de la realidad de la lepra en todo el mundo.

Pasó gran parte de su vida viajando, siempre acompañado de mujer Madeleine Boudou, para para adaptar la ayuda a problemas reales. Ciertamente no fue el primero en consagrarse a esta misión, antes ya lo habían hecho médicos y misioneros, pero lo hizo como testigo, como reportero, denunciando ante la opinión pública francesa y mundial la exclusión que sufren los leprosos: “No están cerca del cementerio. Están dentro... miserables y mudos... No se han movido y no han dicho nada. Han sobrepasado el límite mismo de la desesperación…”.

En 1942, en un encuentro con las Hermanas Misioneras de Nuestra Señora de los Apóstoles, en Vénissieux, quedó fascinado por la historia de la Madre General sobre los leprosos de Costa de Marfil, y en abril del mismo año, inició un ciclo de conferencias para recaudar dinero y construir la primera aldea para leprosos, en Adzopé, en Costa de Marfil.

Llamamientos a Estados Unidos y a la Unión Soviética

Raoul era consciente de la gran responsabilidad que tenían los gobernantes del mundo a la hora de vivir en paz o en guerra, en acabar con el hambre y la enfermedad o vivir en la justicia social. Por eso, siempre que pudo presionó para que pusieran su influencia y capacidad al servicio de la paz.

En 1944 pidió al presidente norteamericano Roosevelt que “prolongara imaginariamente” la guerra por un día y que los millones de dólares que habría costado ese día de guerra los donara a los leprosos.

Unos años después, en 1954, creó el Día Mundial de la Lepra y un año más tarde escribió al general Eisenhower, Presidente de los Estados Unidos, y a Gueorgui Malenkov, primer ministro de la Unión Soviética, pidiéndoles a cada uno de ellos el costo de un bombardero para curar a todos los leprosos del mundo. Tampoco obtuvo respuesta.

Quizá el llamamiento más sonado fue su campaña “Dadme dos bombarderos”, en 1959. En aquel momento volvió a interpelar a Estados Unidos y la Unión Soviética, pidiéndoles renunciar a un avión y poner su coste a disposición de la batalla contra la lepra.

Los jóvenes y la paz

Su preocupación por los jóvenes era manifiesta desde el inicio. Él sabía que eran el futuro, y que este estaba en sus manos. Quizá por eso otra de sus máximas más conocidas es la de que “nadie tiene derecho a ser feliz a solas”. Les escribió 14 “mensajes”, pidiéndoles que “no acepten una forma de existencia que sea una renuncia perpetua del hombre...”. “Sed vencidos o indignados pero nunca neutrales, indiferentes, resignados”.

Por eso, ante la ausencia de respuesta de americanos y soviéticos, en 1964, invitó a todos los jóvenes del mundo a escribir a la ONU para que dedicaran a la paz el presupuesto de un día de guerra. Más de tres millones de jóvenes de 125 países enviaron una postal a la ONU. En ellas se leía: “Nosotros, jóvenes de catorce a veinte años, hacemos nuestro el llamamiento Un día de guerra para la paz dirigido por Raoul Follereau a la Organización de las Naciones Unidas, y nos comprometemos a apelar, llegado el momento, a nuestros derechos civiles y políticos para procurar su éxito”.

También creó la ILEP, una federación internacional de asociaciones que luchan contra la lepra, y con ella buscó armonizar, difundir y coordinar las acciones de todos los implicados en la lucha contra la lepra.



Enfermos de lepra en la actualidad.

Un católico convencido

Escribía Luciano Ardesi hace unos años en Mundo Negro que “para él, el motivo más profundo para la acción era el amor, el amor centrado en Dios; pero su fe, sin dogmatismos y rica en valores, lo llevará a aproximarse con facilidad a los no creyentes o a los seguidores de otras religiones”.

Y es que su lucha no era un “no a la guerra” al estilo demagógico y populista. Raoul Follereau buscaba la conversión del corazón y de la conciencia de todos los hombres. La bonanza económica debía estar acompañada con el corazón abierto y generoso: frente al egoísmo y el lucro, él oponía el amor y la justicia. La situación en la que vivían sus leprosos, así como todos los pobres eran consecuencia de actitudes individualistas. Y ese es un mal del que también sufren los cristianos practicantes, a los que llamaba “pequeños burgueses de la eternidad”, muchos de ellos detallistas y exquisitos en la liturgia, pero con corazones de piedra: “Estos cristianos son personas no evangelizadas. Aún deben aprender a amar”. Y frente a ellos, “papá Raoul” no tenía ningún problema en estrechar las manos y abrazar a los leprosos.




Creó la Jornada Mundial de los Enfermos de Lepra para conseguir su desarrollo integral, llegando a celebrarse por primera vez y desde entonces, el último domingo de enero de 1954, cuando en las iglesias se leía el pasaje evangélico en que Jesús cura al enfermo de lepra. Todos los papas apoyaron su iniciativa.

En España, Raoul Follereau fundó la asociación Amigos de los Leprosos, y esta tuvo su primera sede en la revista Mundo Negro, pues su responsable fue también el director de la revista, el P. Romeo Ballan. La revista y la editorial de los combonianos publicó siempre sus mensajes y sus libros, así como organizar las diferentes campañas de sensibilización.

Raoul Follereau, después de 32 viajes alrededor del mundo para encontrar a los más excluidos, 14 mensajes a los jóvenes e innumerables iniciativas para construir un mundo más justo y más humano, el Vagabundo de la caridad murió en París, el 6 de diciembre de 1977.

Fuente: Religion en Libertad

lunes, 29 de agosto de 2022

Santo Evangelio 29 de Agosto 2022



 Texto del Evangelio (Mc 6,17-29):

 En aquel tiempo, Herodes había enviado a prender a Juan y le había encadenado en la cárcel por causa de Herodías, la mujer de su hermano Filipo, con quien Herodes se había casado. Porque Juan decía a Herodes: «No te está permitido tener la mujer de tu hermano». Herodías le aborrecía y quería matarle, pero no podía, pues Herodes temía a Juan, sabiendo que era hombre justo y santo, y le protegía; y al oírle, quedaba muy perplejo, y le escuchaba con gusto.

Y llegó el día oportuno, cuando Herodes, en su cumpleaños, dio un banquete a sus magnates, a los tribunos y a los principales de Galilea. Entró la hija de la misma Herodías, danzó, y gustó mucho a Herodes y a los comensales. El rey, entonces, dijo a la muchacha: «Pídeme lo que quieras y te lo daré». Y le juró: «Te daré lo que me pidas, hasta la mitad de mi reino». Salió la muchacha y preguntó a su madre: «¿Qué voy a pedir?». Y ella le dijo: «La cabeza de Juan el Bautista». Entrando al punto apresuradamente adonde estaba el rey, le pidió: «Quiero que ahora mismo me des, en una bandeja, la cabeza de Juan el Bautista».El rey se llenó de tristeza, pero no quiso desairarla a causa del juramento y de los comensales. Y al instante mandó el rey a uno de su guardia, con orden de traerle la cabeza de Juan. Se fue y le decapitó en la cárcel y trajo su cabeza en una bandeja, y se la dio a la muchacha, y la muchacha se la dio a su madre. Al enterarse sus discípulos, vinieron a recoger el cadáver y le dieron sepultura.



«Juan decía a Herodes: ‘No te está permitido tener la mujer de tu hermano’»


+ Fray Josep Mª MASSANA i Mola OFM

(Barcelona, España)

Hoy recordamos el martirio de san Juan Bautista, el Precursor del Mesías. Toda la vida del Bautista gira en torno a la Persona de Jesús, de manera que sin Él, la existencia y la tarea del Precursor del Mesías no tendría sentido.

Ya, desde las entrañas de su madre, siente la proximidad del Salvador. El abrazo de María y de Isabel, dos futuras madres, abrió el diálogo de los dos niños: el Salvador santificaba a Juan, y éste saltaba de entusiasmo dentro del vientre de su madre.

En su misión de Precursor mantuvo este entusiasmo -que etimológicamente significa "estar lleno de Dios"-, le preparó los caminos, le allanó las rutas, le rebajó las cimas, lo anunció ya presente, y lo señaló con el dedo como el Mesías: «He ahí el Cordero de Dios» (Jn 1,36).

Al atardecer de su existencia, Juan, al predicar la libertad mesiánica a quienes estaban cautivos de sus vicios, es encarcelado: «Juan decía a Herodes: ‘No te está permitido tener la mujer de tu hermano’» (Mc 6,18). La muerte del Bautista es el testimonio martirial centrado en la persona de Jesús. Fue su Precursor en la vida, y también le precede ahora en la muerte cruel.

San Beda nos dice que «está encerrado, en la tiniebla de una mazmorra, aquel que había venido a dar testimonio de la Luz, y había merecido de la boca del mismo Cristo (…) ser denominado "antorcha ardiente y luminosa". Fue bautizado con su propia sangre aquél a quien antes le fue concedido bautizar al Redentor del mundo».

Ojalá que la fiesta del Martirio de san Juan Bautista nos entusiasme, en el sentido etimológico del término, y, así, llenos de Dios, también demos testimonio de nuestra fe en Jesús con valentía. Que nuestra vida cristiana también gire en torno a la Persona de Jesús, lo cual le dará su pleno sentido.

Misionera franciscana, logró a los 68 años su sueño de adolescente: ¡campeona mundial de taekwondo!

 


Misionera franciscana, logró a los 68 años su sueño de adolescente: ¡campeona mundial de taekwondo!

Linda Sim entrenando.

Linda Sim es misionera franciscana y usa el taekwondo en terapias de niños con cáncer.

A sus 68 años, la hermana Linda Sim, de las Franciscanas Misioneras de la Divina Maternidad, muestra una forma física envidiable, hasta el punto de que en abril de este 2022 ganó la medalla de oro en su categoría de edad en los campeonatos del mundo de taekowndo "poomsae" celebrados en Goyang (Corea del Sur). Que no es, ni mucho menos, su primer galardón, pues en 2018 fue medalla de bronce en Taipei y en años anteriores ha ido acumulando títulos, asombrando a los jueces por su maestría y capacidad de concentración.

Poco podía imaginarse ella en los años 80, cuando dirigía un hospital misionero en Zimbabwe, que conseguiría cumplir su sueño de adolescencia ya en su madurez y aun como religiosa y misionera: representar a su país, Singapur, y conseguir una medalla en un evento deportivo internacional.

Una niña busca "el mejor" ejército

De niña, a los 7 años, la pequeña Linda quería ser militar. Alguien le dijo que no le dejarían, y empezó a pensar en servir en el mejor "ejército" de todos: el ejército de Dios, la Iglesia.

Mientras llegaba el momento, en 1971 se apuntó a unos cursos de artes marciales que se impartían en la parroquia de San Vicente de Paúl de Singapur. Ahí se enamoró del taekwondo.

"Mi padre no quería que yo hiciera artes marciales, pero mi madre sí me acompañaba a todas partes. Cuando me golpeaban en la cabeza, ella cerraba los ojos y no los abría hasta finalizar el combate", recuerda la hermana Linda.

Durante 7 años se volcó en el deporte y consiguió su cinturón negro.



Sor Linda Sim.

Con los enfermos de África

En 1978 se reforzó la llamada de Dios y entró en el noviciado de una congregación misionera, las Franciscanas de la Divina Maternidad.

Y formulados los votos, la enviaron al continente de misión por excelencia: África. Dirigió un hospital durante 3 años en Zimbabwe.

Luego fue enviada a Inglaterra, a trabajar en el fomento de vocaciones y la formación de novicias. Vivió allí 17 años y en 2004 volvió a Singapur.

En todo este tiempo, se mantuvo muy disciplinadamente en forma practicando por su cuenta el taekwondo "poomsae", una variante que consiste en efectuar movimientos técnicos contra un adversario imaginario, ideal para la práctica en solitario. Los jueces puntúan la calidad técnica y de concentración, y en Corea es muy popular.

Taekwondo para niños con cáncer

De vuelta a Singapur, siendo coordinadora en hospital Mount Alvernia, decidió aplicar el "poomsae" a las terapias de rehabilitación de los niños con cáncer, en un programa apoyado desde 2006 por la Federación de Taekwondo.

La hermana Linda y los médicos han visto los beneficios del taekwondo "poomsae" en los niños más jóvenes, ayudándoles antes y después de la quimioterapia.

"Para mí -dice Linda- es un privilegio y un honor dirigir a estos chicos y aprender de los entrenadores de la Federación que están en el Hospicio San Francisco de Asís para dar clases teóricas y prácticas". Gracias a este programa, los "chicos del Asís" ganaron en un campeonato en 2007 hasta 6 medallas de oro, 2 de plata y una de bronce.



Y la hermana logró su medalla

Fue años después, en julio de 2013, cuando Linda consiguió su medalla de plata en Corea del Sur, en un open internacional: "Pensé que ya era demasiado vieja, pero al parecer no lo soy todavía", comentó divertida.

Linda Sim con el Papa Francisco.



Luego llegarían otros triunfos y también "un gran honor", como dice que fue visitar en 2018 al Papa Francisco y participar en una exhibición realizada ante él.

Y asegura a los periodistas que la entrevistan que está encantada de haber seguido su inspiración de la infancia: servir "en el ejército de Dios".

Publicado en ReL el 6 de agosto de 2013 y actualizado con los últimos logros de Sor Linda Sim.

Fuente: Religión en Libertad

domingo, 28 de agosto de 2022

Santo Evangelio 28 de Agosto 2022

 


Texto del Evangelio (Lc 14,1.7-14):

 Un sábado, habiendo ido a casa de uno de los jefes de los fariseos para comer, ellos le estaban observando. Notando cómo los invitados elegían los primeros puestos, les dijo una parábola: «Cuando seas convidado por alguien a una boda, no te pongas en el primer puesto, no sea que haya sido convidado por él otro más distinguido que tú, y viniendo el que os convidó a ti y a él, te diga: ‘Deja el sitio a éste’, y entonces vayas a ocupar avergonzado el último puesto. Al contrario, cuando seas convidado, vete a sentarte en el último puesto, de manera que, cuando venga el que te convidó, te diga: ‘Amigo, sube más arriba’. Y esto será un honor para ti delante de todos los que estén contigo a la mesa. Porque todo el que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado».

Dijo también al que le había invitado: «Cuando des una comida o una cena, no llames a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a tus vecinos ricos; no sea que ellos te inviten a su vez, y tengas ya tu recompensa. Cuando des un banquete, llama a los pobres, a los lisiados, a los cojos, a los ciegos; y serás dichoso, porque no te pueden corresponder, pues se te recompensará en la resurrección de los justos».



«Los invitados elegían los primeros puestos»


Rev. D. Enric PRAT i Jordana

(Sort, Lleida, España)

Hoy, Jesús nos da una lección magistral: no busquéis el primer lugar: «Cuando seas convidado por alguien a una boda, no te pongas en el primer puesto» (Lc 14,8). Jesucristo sabe que nos gusta ponernos en el primer lugar: en los actos públicos, en las tertulias, en casa, en la mesa... Él conoce nuestra tendencia a sobrevalorarnos por vanidad, o todavía peor, por orgullo mal disimulado. ¡Estemos prevenidos con los honores!, ya que «el corazón queda encadenado allí donde encuentra posibilidad de fruición» (San León Magno).

¿Quién nos ha dicho, en efecto, que no hay colegas con más méritos o con más categoría personal? No se trata, pues, del hecho esporádico, sino de la actitud asumida de tenernos por más listos, los más importantes, los más cargados de méritos, los que tenemos más razón; pretensión que supone una visión estrecha sobre nosotros mismos y sobre lo que nos rodea. De hecho, Jesús nos invita a la práctica de la humildad perfecta, que consiste en no juzgarnos ni juzgar a los demás, y a tomar conciencia de nuestra insignificancia individual en el concierto global del cosmos y de la vida.

Entonces, el Señor, nos propone que, por precaución, elijamos el último sitio, porque, si bien desconocemos la realidad íntima de los otros, sabemos muy bien que nosotros somos irrelevantes en el gran espectáculo del universo. Por tanto, situarnos en el último lugar es ir a lo seguro. No fuera caso que el Señor, que nos conoce a todos desde nuestras intimidades, nos tuviese que decir: «‘Deja el sitio a éste’, y entonces vayas a ocupar avergonzado el último puesto» (Lc 14,9).

En la misma línea de pensamiento, el Maestro nos invita a ponernos con toda humildad al lado de los preferidos de Dios: pobres, inválidos, cojos y ciegos, y a igualarnos con ellos hasta encontrarnos en medio de quienes Dios ama con especial ternura, y a superar toda repugnancia y vergüenza por compartir mesa y amistad con ellos.

La actriz Beatrice Fazi, del aborto a una familia numerosa: una defensa del matrimonio desde la fe



La actriz Beatrice Fazi, del aborto a una familia numerosa: una defensa del matrimonio desde la fe

La actriz y presentadora Beatrice Fazi defiende la importancia del matrimonio para el mundo de hoy.

Beatrice Fazi es una presentadora italiana de 50 años que consiguió la fama gracias a su faceta como actriz, especialmente por su papel como Melina en Medico in famiglia, versión de la exitosa serie española Médico de familia.

La suya es una historia de fuerte conversión y además nada sencilla. En su juventud hubo un aborto provocado y un gran sufrimiento posterior. Tras conocer a Dios apostó firmemente por Él, y una prueba fundamental la vivió cuando conoció a su marido, entonces un abogado abiertamente ateo y además divorciado.

Durante años rezó e hizo todo lo posible por su conversión, hasta que un día llegó, igual que la nulidad para Pierpaolo, lo que les permitió por fin casarse. Hoy son una familia con cuatro hijos, Marialucia, Fabio, Giovanni y Maddalena, y profundamente creyente.

En estos momentos, Beatrice Fazi es presentadora y el rostro más conocido de TV2000, la televisión de los obispos italianos.



Tras su propia experiencia personal, Fazi defiende en una entrevista con el semanario Credere la importancia del matrimonio en un momento en el que la institución está en crisis y la mayoría de las parejas prefiere únicamente convivir desechando el sacramento.

“El valor añadido del matrimonio es que haces una elección. Es como trazar una ruta: te vas de viaje y decides que quieres llegar allí. Llegaremos a la meta tal vez masacrados, cojos, con una insolación, pero tú seguirás a mi lado. Este es el sentido hermoso del matrimonio, que te hace quedar ahí, a su lado, incluso cuando sientes que estás luchando contra molinos de viento… Hablo por experiencia”, comenta.

En momentos de crisis en el matrimonio Beatrice recomienda “mirar hacia atrás y admirar el camino recorrido hasta ese momento: cada vez que lo hago, veo un camino maravilloso. Por supuesto, en él está mi sangre, y también la de mi esposo y mis hijos, porque es duro y todavía estamos aprendiendo a ser padres y mis hijos a ser niños. El amor es un misterio. Pero es una buena aventura…”.

Beatrice también habla del miedo que existe al compromiso y del hecho de que haya parejas que quieran casarse pero viviendo en casas separadas debido a las heridas que arrastran del pasado.

“Una parte de mí entiende esa elección. Hay días que yo misma me mudaría porque, con cuatro hijos y un marido, mis espacios personales prácticamente no existen. Vivir juntos, sin embargo, es un regalo porque te da una mirada al otro que de otro modo no tendrías: ninguna mujer conocerá jamás a mi marido como yo que vivo con él. Compartir destruye las máscaras y te muestra a la otra persona tal como es, en sus fragilidades, y esa es la única manera de amarla de verdad: todos los días siempre violas su intimidad y él siempre viola la tuya. Los dos estamos indefensos. Sin embargo, nos amamos y seguimos adelante. Entonces, sí: es difícil vivir juntos, pero vale la pena", responde.

Por otro lado, la presentadora italiana resalta la importancia de la dirección espiritual para el matrimonio. En su opinión, “antes del matrimonio, pensamos en pura teoría, luego pasamos a la práctica… y luego eres tú, con tu código y tu historia quien tiene que medirse con la nueva vida juntos. La dirección espiritual es, por tanto, una muleta preciosa: un apoyo que tiene en cuenta quiénes sois, así como la etapa de la vida que estáis viviendo. La dirección espiritual que recibo ahora que tengo 50 años es completamente distinta a la de hace 20 años porque he cambiado, y conmigo mis problemas también”.

La maternidad ha supuesto para ella una complicada conciliación entre el trabajo y su vida personal, pero también cree que existen desafíos espirituales vinculados al hecho de ser madre.

Así explica su punto de vista: “Los niños son las primeras personas que me obligan a dejar de lado mi ego. Otro gran desafío es aprender a amarlos sin proyectar en ellos mis expectativas y, sobre todo, no hacer que los niños se conviertan en un ornamento del culto a mí mismo, algo que mostrar con orgullo. Pero también hay desafíos espirituales que se reflejan en la sociedad. Por ejemplo, la familia es el primer lugar donde te entrenas para cuidar al prójimo. Un gesto banal como poner no solo tu propia taza en el lavavajillas, sino también las que otros olvidan en el fregadero, te enseña a percibirte como miembro de una comunidad. Por eso me enfado muchísimo cuando mis hijos no lo hacen...”.

Fuente: Religion en Libertad

sábado, 27 de agosto de 2022

Santo Evangelio 27 de Agosto 2022

 


Texto del Evangelio (Mt 25,14-30):

 En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Un hombre, al ausentarse, llamó a sus siervos y les encomendó su hacienda: a uno dio cinco talentos, a otro dos y a otro uno, a cada cual según su capacidad; y se ausentó. Enseguida, el que había recibido cinco talentos se puso a negociar con ellos y ganó otros cinco. Igualmente el que había recibido dos ganó otros dos. En cambio, el que había recibido uno se fue, cavó un hoyo en tierra y escondió el dinero de su señor.

»Al cabo de mucho tiempo, vuelve el señor de aquellos siervos y ajusta cuentas con ellos. Llegándose el que había recibido cinco talentos, presentó otros cinco, diciendo: ‘Señor, cinco talentos me entregaste; aquí tienes otros cinco que he ganado’. Su señor le dijo: ‘¡Bien, siervo bueno y fiel!; en lo poco has sido fiel, al frente de lo mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor’. Llegándose también el de los dos talentos dijo: ‘Señor, dos talentos me entregaste; aquí tienes otros dos que he ganado’. Su señor le dijo: ‘¡Bien, siervo bueno y fiel!; en lo poco has sido fiel, al frente de lo mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor’.

»Llegándose también el que había recibido un talento dijo: ‘Señor, sé que eres un hombre duro, que cosechas donde no sembraste y recoges donde no esparciste. Por eso me dio miedo, y fui y escondí en tierra tu talento. Mira, aquí tienes lo que es tuyo’. Mas su señor le respondió: ‘Siervo malo y perezoso, sabías que yo cosecho donde no sembré y recojo donde no esparcí; debías, pues, haber entregado mi dinero a los banqueros, y así, al volver yo, habría cobrado lo mío con los intereses. Quitadle, por tanto, su talento y dádselo al que tiene los diez talentos. Porque a todo el que tiene, se le dará y le sobrará; pero al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará. Y a ese siervo inútil, echadle a las tinieblas de fuera. Allí será el llanto y el rechinar de dientes’».



«Un hombre, al ausentarse, llamó a sus siervos y les encomendó su hacienda»


Rev. D. Albert SOLS i Lúcia

(Barcelona, España)

Hoy contemplamos la parábola de los talentos. En Jesús apreciamos como un momento de cambio de estilo en su mensaje: el anuncio del Reino ya no se limita tanto a señalar su proximidad como a describir su contenido mediante narraciones: ¡es la hora de las parábolas!

Un gran hombre decide emprender un largo viaje, y confía todo el patrimonio a sus siervos. Pudo haberlo distribuido por partes iguales, pero no lo hizo así. Dio a cada uno según su capacidad (cinco, dos y un talentos). Con aquel dinero pudo cada criado capitalizar el inicio de un buen negocio. Los dos primeros se lanzaron a la administración de sus depósitos, pero el tercero —por miedo o por pereza— prefirió guardarlo eludiendo toda inversión: se encerró en la comodidad de su propia pobreza.

El señor regresó y... exigió la rendición de cuentas (cf. Mt 25,19). Premió la valentía de los dos primeros, que duplicaron el depósito confiado. El trato con el criado “prudente” fue muy distinto.

El mensaje de la parábola sigue teniendo una gran actualidad. La separación progresiva entre la Iglesia y los Estados no es mala, todo lo contrario. Sin embargo, esta mentalidad global y progresiva esconde un efecto secundario, peligroso para los cristianos: ser la imagen viva de aquel tercer criado a quien el amo (figura bíblica de Dios Padre) reprochó con gran severidad. Sin malicia, por pura comodidad o miedo, corremos el peligro de esconder y reducir nuestra fe cristiana al entorno privado de familia y amigos íntimos. El Evangelio no puede quedar en una lectura y estéril contemplación. Hemos de administrar con valentía y riesgo nuestra vocación cristiana en el propio ambiente social y profesional proclamando la figura de Cristo con las palabras y el testimonio.

Comenta san Agustín: «Quienes predicamos la palabra de Dios a los pueblos no estamos tan alejados de la condición humana y de la reflexión apoyada en la fe que no advirtamos nuestros peligros. Pero nos consuela el que, donde está nuestro peligro por causa del ministerio, allí tenemos la ayuda de vuestras oraciones».


La experiencia mística con el Sagrado Corazón vivida por un exorcista y que transformó su ministerio

 


La experiencia mística con el Sagrado Corazón vivida por un exorcista y que transformó su ministerio

John Esseff ha sido exorcista durante más de 40 años y en su ministerio el Sagrado Corazón ha sido un sostén constante.

La Iglesia Católica ha mostrado al mundo durante siglos la importancia del Sagrado Corazón, una devoción que ha ayudado a millones de personas. Una de ellas y cuyo ministerio ha quedado marcado por el Corazón de Jesús ha sido monseñor John Esseff, uno de los exorcistas más veteranos de EEUU con más de 40 años de experiencia en este ministerio de lucha contra el poder de Satanás.

A sus 94 años, Esseff, sacerdote de la diócesis de Scranton que fue director espiritual de Santa Teresa de Calcuta, ha sido durante décadas uno de los pocos exorcistas en activo en un momento en el que incluso en la propia Iglesia se minusvaloró el poder del demonio. Pero se empeñó en alertar de la acción del mal en el mundo y fue uno de los fundadores y presidente del Instituto Papa León XIII para la “educación y formación de los sacerdotes en el santo ministerio del exorcismo y la liberación”.



Sagrado Corazón

Este veterano exorcista tiene una relación con el Sagrado Corazón que va mucho más allá de la devoción, pues la descubrió a través de una impresionante experiencia mística que vivió en Roma en el año 1959 y sobre la que ha hablado con el National Catholic Register.

La experiencia en San Juan de Letrán

Monseñor Esseff cuenta que durante aquella estancia en Roma decidió visitar dos de las basílicas mayores de Roma, Santa María la Mayor y San Juan de Letrán. En esta última se produjo el acontecimiento que marcaría su vida sacerdotal.

“Cuando entré en la capilla del Santísimo Sacramento en San Juan de Letrán tuve la experiencia más abrumadora de oración en toda mi vida. Quedé sobrepasado por la presencia, la majestad, el asombro y el poder de Dios”, relata.

El sacerdote indica que ante esta presencia cayó de rodillas y se postró ante el Santísimo. “La asombrosa presencia de Dios se apoderó de mí, y estaba temblando y llorando. Todo lo que pude decirle a Dios fue: ‘¿Qué quieres, Señor?’”.

En ese momento –agrega Esseff-, escuchó a Dios que le respondía: “Caridad”. “No podía ni moverme. El estado de oración extática duró mucho tiempo. Cuando me orienté, me levanté y me acerqué al altar. Tuve la misma experiencia de la presencia de Dios y supe que era el Señor Jesús. Lloré y grité: ‘¿Qué quieres, Señor?’”, contaba este sacerdote.

"Enseña el amor de mi Sagrado Corazón"

La respuesta en este caso de Dios fue: “Amor”.  De nuevo, el éxtasis duró mucho tiempo. Se levantó y tuvo una tercera experiencia mística. El exorcista explicaba que se tumbó “en el suelo en oración y el Señor dijo: ‘Enseña el amor de mi Sagrado Corazón’. Un momento después de eso escuché: ‘Aprende más sobre el Papa enterrado en esta capilla’”.

Monseñor Esseff tuvo la certeza cuando acabó esta experiencia que haría lo que Dios le pidiera. Estaba aturdido pues había llegado a la basílica por la mañana pronto y habían pasado ya varias horas. Decidió hacer una visita con guía a la basílica y escuchó que el Papa que estaba enterrado allí era León XIII.



Tumba de León XIII en la basílica de San Juan de Letrán

León XIII y el Sagrado Corazón

“Me quedé y oré ante la tumba. Sabía que el Papa León XIII había abordado muchos problemas sociales relacionados con los pobres y las clases trabajadoras”, contaba el sacerdote.

“De vuelta a su casa, investigué y aprendí que el último acto del papado del Papa León XIII fue entronizar al mundo entero con el Sagrado Corazón de Jesús. Comprendí entonces que la devoción al Sagrado Corazón sería una parte importante de mi sacerdocio. Se convirtió tanto en mi devoción personal como en una que he promovido para otros. He llegado a ver que Jesús desea ser el rey del mundo entero y debo promover esta devoción a todos”, afirma convencido. Y evidentemente le ha ayudado mucho en su extenso ministerio como exorcista.

Por ello, monseñor Esseff considera que “cuando colocamos la imagen de Jesús en un lugar de honor y lo proclamamos públicamente como Señor es un símbolo con el que mostramos al mundo entero que este hogar está bajo el Corazón de Jesús. Este reconocimiento del reinado del Corazón de Cristo sobre nosotros no está reservado sólo para las familias, sino que está abierto a personas concretas, parroquias, diócesis, comunidades o instituciones. Cuando nos consagramos al Sagrado Corazón para vivir bajo su reinado aceptamos su señorío sobre nuestras familias y sobre el mundo”.

También reconocido como autor de espiritualidad, este sacerdote insiste en que “el Sagrado Corazón enciende un fuego de amor en cada corazón. Si tienen a Jesús tienen el fuego y ese fuego es el Espíritu Santo”.



John Esseff fue director espiritual de la Madre Teresa

De hecho, monseñor Esseff comenta que él ha entronizado a Jesús en prisión viendo transformaciones asombrosas. "Toda institución necesita ser transformada: judiciales, hogares de ancianos, instituciones mentales, escuelas, toda la sociedad necesita experimentar la civilización del amor. Nada debe ser excluido porque toda la humanidad anhela el amor de Dios. Todo corazón humano fue hecho para Jesús y su civilización del amor. Todos somos uno con el otro en Cristo, y no hay ningún lugar que no le pertenezca”, añade.

El demonio y la aceptación del pecado

Como exorcista, este anciano sacerdote explica que “a medida que la aceptación del pecado ha aumentado, también lo ha hecho la actividad demoníaca”.

Ante esta situación, asegura que “los obispos veían la necesidad de que hubiera más exorcistas entrenados porque muchos casos eran enviados desde todo el país a las diócesis que sí tenían exorcistas”. Y a su juicio, “una persona debe ser atendida en su propia diócesis”.

Monseñor Esseff dice estar esperanzado por el hecho de que cada vez más son los obispos que son conscientes de su papel como “exorcista jefe de la diócesis”, aunque alertó de que “también hay cierta resistencia de la realidad de Satanás” en el seno de la Iglesia, entre sacerdotes y obispos que consideran como si sólo existiera “el mal y no el diablo”.

“El único que puede vencer a Satanás es Jesús. Él vencerá el reino del mal con la luz. Y cada sacerdote representa a Jesús. El diablo no ve al sacerdote, él ve a Jesús”, afirma este veterano exorcista.

(Publicado originariamente en ReL en junio de 2020).

viernes, 26 de agosto de 2022

Santo Evangelio 26 de Agosto 2022

 


Texto del Evangelio (Mt 25,1-13):

 En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos esta parábola: «El Reino de los Cielos será semejante a diez vírgenes, que, con su lámpara en la mano, salieron al encuentro del novio. Cinco de ellas eran necias, y cinco prudentes. Las necias, en efecto, al tomar sus lámparas, no se proveyeron de aceite; las prudentes, en cambio, junto con sus lámparas tomaron aceite en las alcuzas. Como el novio tardara, se adormilaron todas y se durmieron. Mas a media noche se oyó un grito: ‘¡Ya está aquí el novio! ¡Salid a su encuentro!’. Entonces todas aquellas vírgenes se levantaron y arreglaron sus lámparas. Y las necias dijeron a las prudentes: ‘Dadnos de vuestro aceite, que nuestras lámparas se apagan’. Pero las prudentes replicaron: ‘No, no sea que no alcance para nosotras y para vosotras; es mejor que vayáis donde los vendedores y os lo compréis’. Mientras iban a comprarlo, llegó el novio, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de boda, y se cerró la puerta. Más tarde llegaron las otras vírgenes diciendo: ‘¡Señor, señor, ábrenos!’. Pero él respondió: ‘En verdad os digo que no os conozco’. Velad, pues, porque no sabéis ni el día ni la hora».



«En verdad os digo que no os conozco»


+ Rev. D. Joan Ant. MATEO i García

(Tremp, Lleida, España)

Hoy, Viernes XXI del tiempo ordinario, el Señor nos recuerda en el Evangelio que hay que estar siempre vigilantes y preparados para encontrarnos con Él. A media noche, en cualquier momento, pueden llamar a la puerta e invitarnos a salir a recibir al Señor. La muerte no pide cita previa. De hecho, «no sabéis ni el día ni la hora» (Mt 25,13).

Vigilar no significa vivir con miedo y angustia. Quiere decir vivir de manera responsable nuestra vida de hijos de Dios, nuestra vida de fe, esperanza y caridad. El Señor espera continuamente nuestra respuesta de fe y amor, constantes y pacientes, en medio de las ocupaciones y preocupaciones que van tejiendo nuestro vivir.

Y esta respuesta sólo la podemos dar nosotros, tú y yo. Nadie lo puede hacer en nuestro lugar. Esto es lo que significa la negativa de las vírgenes prudentes a ceder parte de su aceite para las lámparas apagadas de las vírgenes necias: «Es mejor que vayáis donde los vendedores y os lo compréis» (Mt 25,9). Así, nuestra respuesta a Dios es personal e intransferible.

No esperemos un “mañana” —que quizá no vendrá— para encender la lámpara de nuestro amor para el Esposo. Carpe diem! Hay que vivir en cada segundo de nuestra vida toda la pasión que un cristiano ha de sentir por su Señor. Es un dicho conocido, pero que no estará de más recordarlo de nuevo: «Vive cada día de tu vida como si fuese el primer día de tu existencia, como si fuese el único día de que disponemos, como si fuese el último día de nuestra vida». Una llamada realista a la necesaria y razonable conversión que hemos de llevar a término.

Que Dios nos conceda la gracia en su gran misericordia de que no tengamos que oír en la hora suprema: «En verdad os digo que no os conozco» (Mt 25,12), es decir, «no habéis tenido ninguna relación ni trato conmigo». Tratemos al Señor en esta vida de manera que lleguemos a ser conocidos y amigos suyos en el tiempo y en la eternidad.

Isabel, la clarisa e ingeniera que abrió la Biblia al azar: «¡Imagínate, lloré y dije Sí al Señor!»



 Isabel, la clarisa e ingeniera que abrió la Biblia al azar: «¡Imagínate, lloré y dije Sí al Señor!»

Isabel, novicia clarisa, a la derecha en la imagen, junto a Yohanna, todavía postulante, en el monasterio de Bogotá

Isabel es una joven novicia clarisa del Monasterio de Santa Clara, erigido en Bogotá en el siglo XVII. A sus 28 años esta ingeniera industrial graduada en la Escuela Colombiana de Ingeniería relata qué le llevó a ingresar tras las rejas del convento en el año 2020.

En una conversación con el diario El Tiempo explica cómo fue aquel momento: “Mi familia lloraba cuando se estaba despidiendo, pero yo no entendía por qué. Entré con la convicción de haber sido llamada por el Señor, con un deseo muy fuerte de ser monja de clausura”.

Creció con su padre y con su abuela. La fe católica estaba presente en su hogar aunque no de una forma intensa. Ni siquiera iba a misa todos los domingos. Nada parecía indicar mientras crecía que podría acabar como monja de clausura.

“La llamada la sentí cuando estaba en Francia. Una noche le pregunté al Señor si él me quería para la vida religiosa. A mi lado había una biblia y la abrí en un versículo de Isaías que dice algo así como ‘Tú serás desposada con tu creador’. Imagínese, yo preguntando y leo eso. ¡Para mí fue un sí! Lloré y me emocioné. Le dije al Señor que sí, que aceptaba ser su esposa. A partir de ese día mi vida cambió”, confiesa Isabel.

La joven había viajado a París para conseguir la doble titulación de su carrera de Ingeniería, una posibilidad que le ofrecía su universidad. En Europa llevaba una vida como la de cualquier estudiante. Iba a clase, estudiaba, estaba con sus amigos y salía de fiesta de vez en cuando. También llamaba al que entonces era su novio y que se había quedado en Bogotá.



Isabel Cifuentes ingresó en el monasterio de clarisas en 2020

Sin embargo, en Francia se había unido a un grupo de jóvenes católicos que había conocido allí y en cuyos encuentros semanales comenzó a participar.

Junto a una amiga de ese grupo Isabel se fue a hacer turismo fuera de París durante unos días. Eligieron un destino al azar y buscaron un alojamiento que fuera económico. Y así fue como llegaron a hospedarse en un monasterio de hermanas clarisas.

Durante el día conocían los alrededores, de noche dormían en el monasterio. Cuando las vacaciones llegaron a su fin y su amiga ya preparaba el regreso, Isabel decidió quedarse unos días más: quería compartir tiempo con las monjas. Mientras les ayudaba en los oficios y les hacía preguntas, comenzó a sentir algo especial. Fue entonces cuando leyó el versículo de la Biblia que la llevó a un camino diferente.

“Al salir del monasterio me sentía distinta. Me corté el pelo. Lo tenía largo y me lo dejé por arriba del hombro. Paré de usar blusas de tiritas, esqueletos, y empecé a llevar ropa sin mostrar tanta piel. Todos eran impulsos míos, como para no olvidar el sí que le había dado al Señor”, recuerda.

Aún le faltaba un año para graduarse y decidió cumplirlo, aunque tenía claro que no ejercería como ingeniera, sino que su vida pasaría por ser religiosa. No sabía a qué orden le gustaría pertenecer, pero pronto vio que si la llamada se había dado en un monasterio de clarisas era en esta congregación donde debía estar.

Isabel cuenta de aquel momento: “Tenía su hábito clavado en mi mente: el color, la toca, el velo, todo. Oía la canción de santa Clara y me ponía a llorar. Era algo incontrolable”, dice.

Cuando regresó a Bogotá ya había adelantado conversaciones con religiosas de esta comunidad y sabía los pasos que debía dar. Isabel llegó al monasterio con una maleta llena de ropa y libros religiosos. Nada más. Su familia lloraba, ella se sentía como dormida.

“Yo sabía que una posibilidad era que entrara y al mes ya estuviera desesperada por el encierro. O que no aguantara estar sin mi familia. ¡O el simple hecho de que me dieran ganas de salir a comerme un helado! Pero tenía la convicción de sentirme llamada. Y pensaba: si el Señor así lo quiere, me va a ayudar a perseverar. Si no me ahoga el encierro, es porque me quiere aquí. Después de un año y medio, la reja y la clausura es lo que menos me afecta”, añade.

¿Ha tenido dudas en todo este tiempo? Así lo vivió ella: “Uno se cuestiona, claro. Quizás algún día en que he estado cansada o triste. Porque no todo es alegría. Hay momentos en que pienso: mi familia, mis amigos, casarme, tener hijos, viajar. Esos temas llegan porque seguimos siendo humanas. Pero lo que hago es esto: si la duda sigue una semana, le pongo atención. Si no, es porque es pasajera. Y siempre se me pasa al día siguiente. El Señor me quiere aquí”.

Fuente: Religión en Libertad

jueves, 25 de agosto de 2022

Santo Evangelio 25 de Agosto 2022

 


Texto del Evangelio (Mt 24,42-51):

 En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Velad, pues, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor. Entendedlo bien: si el dueño de casa supiese a qué hora de la noche iba a venir el ladrón, estaría en vela y no permitiría que le horadasen su casa. Por eso, también vosotros estad preparados, porque en el momento que no penséis, vendrá el Hijo del hombre. ¿Quién es, pues, el siervo fiel y prudente, a quien el señor puso al frente de su servidumbre para darles la comida a su tiempo? Dichoso aquel siervo a quien su señor, al llegar, encuentre haciéndolo así. Yo os aseguro que le pondrá al frente de toda su hacienda. Pero si el mal siervo aquel se dice en su corazón: ‘Mi señor tarda’, y se pone a golpear a sus compañeros y come y bebe con los borrachos, vendrá el señor de aquel siervo el día que no espera y en el momento que no sabe, le separará y le señalará su suerte entre los hipócritas; allí será el llanto y el rechinar de dientes».



«Estad preparados»


+ Rev. D. Albert TAULÉ i Viñas

(Barcelona, España)

Hoy, el texto evangélico nos habla de la incertidumbre del momento en que vendrá el Señor: «No sabéis qué día vendrá» (Mt 24,42). Si queremos que nos encuentre velando en el momento de su llegada, no nos podemos distraer ni dormirnos: hay que estar siempre preparados. Jesús pone muchos ejemplos de esta atención: el que vigila por si viene un ladrón, el siervo que quiere complacer a su amo... Quizá hoy nos hablaría de un portero de fútbol que no sabe cuándo ni de qué manera le vendrá la pelota...

Pero, quizá, antes debiéramos aclarar de qué venida se nos habla. ¿Se trata de la hora de la muerte?; ¿se trata del fin del mundo? Ciertamente, son venidas del Señor que Él ha dejado expresamente en la incertidumbre para provocar en nosotros una atención constante. Pero, haciendo un cálculo de probabilidades, quizá nadie de nuestra generación será testimonio de un cataclismo universal que ponga fin a la existencia de la vida humana en este planeta. Y, por lo que se refiere a la muerte, esto sólo será una vez y basta. Mientras esto no llegue, ¿no hay ninguna otra venida más cercana ante la cual nos convenga estar siempre preparados?

«¡Cómo pasan los años! Los meses se reducen a semanas, las semanas a días, los días a horas, y las horas a segundos...» (San Francisco de Sales). Cada día, cada hora, en cada instante, el Señor está cerca de nuestra vida. A través de inspiraciones internas, a través de las personas que nos rodean, de los hechos que se van sucediendo, el Señor llama a nuestra puerta y, como dice el Apocalipsis: «Mira que estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y me abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo» (Ap 3,20). Hoy, si comulgamos, esto volverá a pasar. Hoy, si escuchamos pacientemente los problemas que otro nos confía o damos generosamente nuestro dinero para socorrer una necesidad, esto volverá a pasar. Hoy, si en nuestra oración personal recibimos —repentinamente— una inspiración inesperada, esto volverá a pasar.

«Soy un ciclista que se ha hecho sacerdote»: cómo la bicicleta puede alimentar la fe y transmitirla

 



Paul Bénézit, sacerdote y ciclista de 37 años, explica cómo la bici le alimenta también en la fe.

El Tour de Francia es la prueba ciclista más emblemática del mundo. Cada verano millones de personas se sientan frente al televisor y los más afortunados animan desde las cunetas por donde discurre pasa la prueba. Y esta cultura está ampliamente encarnada en la sociedad francesa.

Paul Bénétiz es uno de estos franceses amantes del ciclismo. Pero con la salvedad de que es un sacerdote que también es ciclista. Este joven religioso de 37 años explica cómo la práctica del ciclismo alimenta su fe y le ayuda a transmitirla al mundo.

“El pasado mes de mayo, bajo el sol de Ardèche, después de un sprints, gané la carrera en ruta del campeonato francés de ciclismo religioso. Una novedad para mí en este concurso reservado a sacerdotes, religiosos y religiosas”, comenta en una entrevista con Famille Chretienne.

Así se define a sí mismo este religioso de Loiret: “Si bien es cierto que soy un cura que pedalea, me considero ante todo un ciclista que se ha hecho cura. Llevo en bicicleta desde niño, y en competición desde hace veinte años. Fui ordenado para la diócesis de Orleans hace casi siete años, mucho después de mis primeras carreras”.



Paul Bénézit, sacerdote y ciclista de 37 años

El ciclismo es una forma de transmitir la fe y también importantes valores. Y el padre Bénétiz comenta un ejemplo reciente que ha vivido tras ganar el campeonato francés del clero. “Un padre de mi parroquia vino a buscarme. Después de felicitarme por mi victoria dijo: ‘Gracias padre Paul. Tu victoria ilustra lo que trato de transmitir a mis hijos todos los días, que tarde o temprano, los esfuerzos tienen su recompensa”, comenta el sacerdote.

El cura ciclista confirma este hecho. Según explica, “en bicicleta, quizás incluso más que en cualquier otro deporte, no hay -si se me permite decirlo- ningún milagro. Para progresar hay que andar. Son horas varias veces a la semana para esperar ser eficiente. Veo allí una metáfora de nuestra fe cristiana, porque supone también una acción diaria de nuestra parte, y también dejar actuar en nosotros la gracia de Dios”.

El padre Paul Bénétiz afirma que a menudo le preguntan en qué piensa cuando pasa tres, cuatro o hasta cinco horas montado encima de la bicicleta. “Como creyente, andar en bicicleta me da la oportunidad de maravillarme y dar gracias a Dios todos los días. Las oportunidades abundan”, agrega.



Paul Bénézit, sacerdote y ciclista de 37 años

“Gracias Señor por el don de la vida. Gracias por haberme permitido nacer después de la invención de la bicicleta, por haberme dado un cuerpo sano para practicarla y por las capacidades insospechadas que has depositado en mí como en cada uno de nosotros. ¡Qué gran ambición buscar para descubrirlos!”, asegura que reflexiona en muchas ocasiones cuando pedalea.

En otras -afirma- también da gracias “por la belleza de los paisajes” que se le presentan. E igualmente agradece a Dios los “miles de kilómetros recorridos sin dañar jamás la Creación” ya sea en un entrenamiento o viaje para celebrar un sacramento.

“En la vida tengo dos tipos de amistades: amistades de oración y amistades ciclistas. Cuando era estudiante, comencé un grupo de oración semanal con amigos. Casi veinte años después, todavía mantengo magníficos vínculos con algunos de ellos. A veces no sabemos nada el uno del otro durante mucho tiempo, pero cuando nos volvemos a encontrar surgen discusiones como si nos hubiésemos separado el día anterior. La oración compartida selló algo sólido entre nosotros. La bicicleta actúa de la misma manera”, asegura.

Esa relación es parecida con sus compañeros de ruta con los que entrena o sale a disfrutar. Algunos se han convertido en auténticos amigos, como por ejemplo otro sacerdote ciclista, el padre Silouane Deletraz, de la diócesis de Chartres. Junto a él y otro amigo ascendieron el Mount Ventoux, cima mítica del ciclismo, pero por las tres vertientes posibles.

“Al apoyarnos, hemos logrado nuestro objetivo. Nuestra amistad pasó ese día por el fuego del esfuerzo y el sufrimiento compartido. Ella experimentó un punto de inflexión”, confiesa.



Pero también la carretera es una ocasión para mostrar a Dios, muchas veces con encuentros casuales. Uno de ellos se produjo en una carretera de la Provenza con un ciclista al que no conocía. “Cuando supo que yo era sacerdote, y aunque no era religioso, literalmente se confesó. Unos kilómetros más tarde, nuestros caminos se separaron y nunca nos volvimos a ver. Pero estoy seguro de que este compañero no ha olvidado esta salida… Finalmente, el ciclismo me ha permitido entender mejor la fe que me mueve”, señala el padre Bénétiz.

Durante años ya como sacerdote estudiaba y los fines de semana estaba adscrito a una parroquia. Para llegar no le quedaba más remedio que atravesar las montañas de Vaucluse: un recorrido de 60 kilómetros con 900 m de desnivel positivo. Pronto tomó la decisión de hacer todos estos trayectos en bicicleta y además de noche.

“En la oscuridad, la modesta iluminación alimentada por la dinamo de mi bicicleta ilumina solo el tramo de carretera necesario para poder circular con total seguridad. A mis ojos, esta es una imagen muy hermosa de la fe. ¿No es la fe, en efecto, una luz que nos ilumina para el paso que debemos dar hoy, y sólo hoy? Una luz que nos puede permitir cruzar muchos pasos y cruzar muchas extensiones incluso en la oscuridad más total”, concluye.

Fuente: Religión en Libertad