jueves, 31 de diciembre de 2015

Santo Evangelio 31 de Diciembre 2015


Día litúrgico: 31 de Diciembre (Día séptimo de la octava de Navidad)

Texto del Evangelio (Jn 1,1-18): En el principio existía la Palabra y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios. Ella estaba en el principio con Dios. Todo se hizo por ella y sin ella no se hizo nada de cuanto existe. En ella estaba la vida y la vida era la luz de los hombres, y la luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la vencieron. 

Hubo un hombre, enviado por Dios: se llamaba Juan. Éste vino para un testimonio, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por Él. No era él la luz, sino quien debía dar testimonio de la luz. 

La Palabra era la luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo. En el mundo estaba, y el mundo fue hecho por ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. Pero a todos los que la recibieron les dio poder de hacerse hijos de Dios, a los que creen en su nombre; la cual no nació de sangre, ni de deseo de hombre, sino que nació de Dios. Y la Palabra se hizo carne, y puso su Morada entre nosotros, y hemos contemplado su gloria, gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad. 

Juan da testimonio de Él y clama: «Éste era del que yo dije: El que viene detrás de mí se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo». Pues de su plenitud hemos recibido todos, y gracia por gracia. Porque la Ley fue dada por medio de Moisés; la gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo. A Dios nadie le ha visto jamás: el Hijo único, que está en el seno del Padre, Él lo ha contado.

«Y la Palabra se hizo carne»


Rev. D. David COMPTE i Verdaguer 
(Manlleu, Barcelona, España)

Hoy es el último día del año. Frecuentemente, una mezcla de sentimientos —incluso contradictorios— susurran en nuestros corazones en esta fecha. Es como si una muestra de los diferentes momentos vividos, y de aquellos que hubiésemos querido vivir, se hiciesen presentes en nuestra memoria. El Evangelio de hoy nos puede ayudar a decantarlos para poder comenzar el nuevo año con empuje.

«La Palabra era Dios (...). Todo se hizo por ella» (Jn 1,1.3). A la hora de hacer el balance del año, hay que tener presente que cada día vivido es un don recibido. Por eso, sea cual sea el aprovechamiento realizado, hoy hemos de agradecer cada minuto del año.

Pero el don de la vida no es completo. Estamos necesitados. Por eso, el Evangelio de hoy nos aporta una palabra clave: “acoger”. «Y la Palabra se hizo carne» (Jn 1,14). ¡Acoger a Dios mismo! Dios, haciéndose hombre, se pone a nuestro alcance. “Acoger” significa abrirle nuestras puertas, dejar que entre en nuestras vidas, en nuestros proyectos, en aquellos actos que llenan nuestras jornadas. ¿Hasta qué punto hemos acogido a Dios y le hemos permitido entrar en nosotros?

«La Palabra era la luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo» (Jn 1,9). Acoger a Jesús quiere decir dejarse cuestionar por Él. Dejar que sus criterios den luz tanto a nuestros pensamientos más íntimos como a nuestra actuación social y laboral. ¡Que nuestras actuaciones se avengan con las suyas!

«La vida era la luz» (Jn 1,4). Pero la fe es algo más que unos criterios. Es nuestra vida injertada en la Vida. No es sólo esfuerzo —que también—. Es, sobre todo, don y gracia. Vida recibida en el seno de la Iglesia, sobre todo mediante los sacramentos. ¿Qué lugar tienen en mi vida cristiana?

«A todos los que la recibieron les dio poder de hacerse hijos de Dios» (Jn 1,12). ¡Todo un proyecto apasionante para el año que vamos a estrenar!

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San Silvestre, Papa 31 de Diciembre



San Silvestre, Papa
31 de Diciembre

Este Santo Padre ejerció su pontificado en la época en la que Constantino decretó la libertad para los cristianos, dando alto a las persecuciones. El emperador Constantino le regaló a San Silvestre el palacio de Letrán en Roma, y desde entonces estuvo allí la residencia de los Pontífices.

También tuvo este Pontífice la suerte de poder construir la antigua Basílica de San Pedro en el Vaticano, y la primera Basílica de Letrán. Durante su Pontificado se reunió en el Concilio de Nicea (año 325), en el cual los obispos de todo el mundo declararon que quien no crea que Jesucristo es Dios, no es católico. Compusieron allí el Credo de Nicea. Dicen que a San Silvestre le correspondió el honor de bautizar a Constantino, el primer emperador cristiano.

El Pontificado de San Silvestre duró 20 años. Murió el 31 de diciembre del año 335.

miércoles, 30 de diciembre de 2015

Mi padre cantando una canción a la Santísima Virgen (Audio)


Santo Evangelio 30 de Diciembre 2015



Día litúrgico: 30 de Diciembre (Día sexto de la octava de Navidad)

Texto del Evangelio (Lc 2,36-40): Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, de edad avanzada; después de casarse había vivido siete años con su marido, y permaneció viuda hasta los ochenta y cuatro años; no se apartaba del Templo, sirviendo a Dios noche y día en ayunos y oraciones. Como se presentase en aquella misma hora, alababa a Dios y hablaba del Niño a todos los que esperaban la redención de Jerusalén.

Así que cumplieron todas las cosas según la Ley del Señor, volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El Niño crecía y se fortalecía, llenándose de sabiduría; y la gracia de Dios estaba sobre Él.

«Alababa a Dios y hablaba del Niño a todos»


Rev. D. Joaquim FLURIACH i Domínguez 
(St. Esteve de P., Barcelona, España)
Hoy, José y María acaban de celebrar el rito de la presentación del primogénito, Jesús, en el Templo de Jerusalén. María y José no se ahorran nada para cumplir con detalle todo lo que la Ley prescribe, porque cumplir aquello que Dios quiere es signo de fidelidad, de amor a Dios.

Desde que su hijo —e Hijo de Dios— ha nacido, José y María experimentan maravilla tras maravilla: los pastores, los magos de Oriente, ángeles... No solamente acontecimientos extraordinarios exteriores, sino también interiores, en el corazón de las personas que tienen algún contacto con este Niño.

Hoy aparece Ana, una señora mayor, viuda, que en un momento determinado tomó la decisión de dedicar toda su vida al Señor, con ayunos y oración. No nos equivocamos si decimos que esta mujer era una de las “vírgenes prudentes” de la parábola del Señor (cf. Mt 25,1-13): siempre velando fielmente en todo aquello que le parece que es la voluntad de Dios. Y está claro: cuando llega el momento, el Señor la encuentra a punto. Todo el tiempo que ha dedicado al Señor, aquel Niño se lo recompensa con creces. —¡Preguntadle, preguntadle a Ana si ha valido la pena tanta oración y tanto ayuno, tanta generosidad!

Dice el texto que «alababa a Dios y hablaba del Niño a todos los que esperaban la redención de Jerusalén» (Lc 2,38). La alegría se transforma en apostolado decidido: ella es el motivo y la raíz. El Señor es inmensamente generoso con los que son generosos con Él.

Jesús, Dios Encarnado, vive la vida de familia en Nazaret, como todas las familias: crecer, trabajar, aprender, rezar, jugar... ¡“Santa cotidianeidad”, bendita rutina donde crecen y se fortalecen casi sin darse cuenta la almas de los hombres de Dios! ¡Cuán importantes son las cosas pequeñas de cada día!

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Santa Anisia 30 de Diciembre


Santa Anisia
30 de Diciembre

Santa Anisia era una joven cristiana, huérfana de padre y madre y dueña de una gran fortuna con la que beneficiaba generosamente a los más necesitados. En los tiempos del gobernador Ducisio desató una cruel persecución en Tesalónica y trataba de impedir, especialmente, que los cristianos llevasen a cabo sus asambleas religiosas. Anisia decidió asistir a una de estas asambleas, pero en el camino, uno de los guardias del emperador le cerró el paso y le preguntó a donde se dirigía.

La santa confesó valientemente su fe cristiana provocando la ira del guardia quien la mató inmediatamente. Cuando retornó la paz para la Iglesia, los cristianos de Tesalónica construyeron un oratorio en el lugar donde había sido sacrificada la santa.

martes, 29 de diciembre de 2015

ENAMORADO DE JESÚS


Enamorado de Jesús.
Clica en la imágen para escuchar

Esta canción la cantaba mi padre casi diariamente. Mi padre era un gran enamorado de Jesús y de María. Radio María ha sido su compañia contínua durante su larga enfermedad. Ciego, paralitico, dependiente al 100%, con 91 años y su cabeza perfecta.  Mi padre era el abuelito del Stella Marys y dejó para el programa alguna que otra canción grabada y cantada a capela.
Papá, ahora gozas ya de la Presencia de Jesús y María. Este mensaje lo pongo en testimonios porque tú para todos has sido un gran testimonio de fe, de humildad, de alegria cristiana. Un abrazo desde la tierra. Te quiero mucho

Miss Suiza: «Para mí, la posibilidad es Dios. Él es quien nos ayuda a superarnos»


Miss Suiza: «Para mí, la posibilidad es Dios. Él es quien nos ayuda a superarnos»
Lauriane Sallin, Miss Suiza

Miss Suiza: «Para mí, la posibilidad es Dios. Él es quien nos ayuda a superarnos»

“La religión es un hilo que puede desenrollarse a través del tiempo para acercarnos a los diferentes contextos de pensamiento”. ¿Lo creerías si te dijéramos que esta frase la ha pronunciado una miss? Pues es cierto; se trata de la nueva miss Suiza, elegida el pasado 7 de noviembre: Lauriane Sallin, de 22 años. Esta joven, estudiante de Historia del Arte y de lengua francesa en la Universidad de Friburgo, no es en absoluto una reina de la belleza habitual. 

Durante una entrevista al sitio web de información católica Cath.ch, la más hermosa de los helvéticos se sinceró completamente hablando sobre su espiritualidad, su fe católica y su visión de Dios.

Sus palabras desvelan un discurso profundo y lleno de sentido común. Después de haberse preguntado muchas veces sobre el sentido de la existencia, la joven ha tomado conciencia de que “la humanidad no cesa de enfrentarse a ciertas realidades”, en particular a la cuestión de la felicidad. 

“Creo que la felicidad es posible, pero aún hace falta precisar en qué consiste”, remarca la joven. “Personalmente, yo me acerco más a la felicidad con ciertos principios básicos de la fe cristiana: el respeto y el amor al prójimo”.

Ya está dicho: miss Suiza es tan bella como creyente en la fe católica. Aunque reconoce que “en su familia todo el mundo es creyente”, para ella la religión no es una cuestión de condicionamiento.

“Para mí, la fe no es en absoluto una exigencia de mis padres, sino algo personal. Es mi elección. Se ha desarrollado a través de mis lecturas, desde Aristóteles a Descartes, pasando por el Evangelio según Lucas. Yo quise entender este relato evangélico y, para ello, tuve que “currar” mucho estudiando su contexto. Se requiere esfuerzo, pero es la única manera de entender su significado”, sostiene Lauriane.

“En cada persona hay una parte del Reino de Dios”

Y así, poco a poco, empezó a darse cuenta de hasta qué punto la religión le ayuda a ganar perspectiva “en un mundo donde se vive siempre al instante”, subraya.

Una toma de conciencia suscitada en especial a causa de la pérdida de su hermana: “Con la muerte de mi hermana, ya no podía permanecer centrada en el instante, en las experiencias vividas al segundo, porque lo que vivía a cada segundo era mi hermana muriéndose. Había que mirar más allá”.

A este “más allá” accede a través de un amigo que, cierto día, pronunció estas palabras: “En cada persona hay una parte del Reino de Dios”, una frase que marcó profundamente a Lauriane. Poco a poco, Dios se convirtió en el que la ayudaba a avanzar: “Para mí, la posibilidad es Dios. Él es quien nos ayuda a superarnos”.

La joven se muestra lúcida al hablar sobre la muerte: “Ya lo sabéis, la reglas del juego son claras: estamos vivos, así que todos tendremos que morir. Pero ahí no está el drama, sino en la mentira que nos contamos a nosotros mismos, convenciéndonos de que es imposible que muramos con 24 años”.

En relación al concurso de miss y sobre la belleza en general, la suiza nos da una respuesta muy perspicaz: “La belleza y la armonía de las formas desde siempre han atraído y tranquilizado al ojo. Como cuando me planteo la cuestión de la felicidad, busco comprender qué es la belleza. Para captar su significado, hay que ir más allá de la plasticidad. Para mí, la belleza es un camino hacia la armonía”, concluye, a lo que añade: “Intento ser un poco como una alegoría que lleve más lejos a las personas”.

Así era la estrecha relación del Padre Pío con el Niño Jesús: oraciones, apariciones...

Los testimonios de sus hijos espirituales
Así era la estrecha relación del Padre Pío con el Niño Jesús: oraciones, apariciones...
Así era la estrecha relación del Padre Pío con el Niño Jesús: oraciones, apariciones...

Así era la estrecha relación del Padre Pío con el Niño Jesús: oraciones, apariciones...
El Padre Pío, un santo extraordinario

Devoto de la Santísima Virgen María y del rezo diario de varios rosarios, el santo de los estigmas, Padre Pío, tenía también un vínculo de amor con Jesús Niño, que cuidaba con celo… evitando incluso que se hicieran públicos algunos eventos extraordinarios que ocurrían mientras se le veía en compañía del Hijo de Dios.

La santidad del sacerdote capuchino -que sería oficialmente reconocida por la iglesia cuando el santo Papa Juan Pablo II lo canonizara oficialmente el 16 de junio del año 2002-, comenzó a manifestarse en su infancia según narran historiadores y biógrafos.

Mientras sus padres trabajaban en el campo, modelaba con barro las pequeñas imágenes del nacimiento; las colocaba en una pequeña gruta excavada en la pared más grande de la casa, y preparaba luego las lucecitas, llenando con unas pocas gotas de aceite y un poco de estopa las conchas vacías de los caracoles, que hacía vaciar y limpiar a su amigo Luis Orlando, ya que "no tenía el coraje de llevar a cabo esta operación".

Después, colocaba alrededor de la gruta grandes trozos de musgo que sacaba del tronco de los árboles con un cortaplumas. Permanecía entonces horas y horas delante del nacimiento, cantando nanas o rezando el Rosario.

La oración al Niño Jesús
Luego de mayor, contaba los días que faltaban para Navidad. Enviaba a todos sus augurios de paz, de serenidad, de alegría...

"El celeste Niño te conceda experimentar en tu corazón todas las santas emociones que me hizo gozar a mí en la bienaventurada noche, cuando fue colocado en el pobre portal", dice el santo en una de sus cartas (Epist. I,981).

En los días que precedían a Navidad, el Padre Pío escribía también a sus hijas espirituales invitándoles a orar a Jesús Niño…

"Al comenzar la santa novena en honor del santo Niño Jesús, mi espíritu se ha sentido como renacer a una vida nueva; el corazón se siente demasiado pequeño para contener los bienes del cielo; el alma se siente deshacerse completamente ante la presencia de nuestro Dios, que se ha hecho carne por nosotros.

¿Cómo resignarse a no amarlo cada día con nuevo entusiasmo?

Oh, acerquémonos al Niño Jesús con corazón limpio de culpa, que, de este modo, saborearemos lo dulce y suave que es amarlo" (Epist. II,273).

"Estad muy cerca de la cuna de este gracioso Niño... Si amas las riquezas, aquí encontrarás el oro que los reyes magos le dejaron; si amas el humo de los honores, aquí encontrarás el del incienso; y si amas la delicadeza de los sentidos, sentirás el olor de la mirra, que perfuma por entero la santa gruta.

Sé rica de amor hacia este celeste Niño, respetuosa en la actitud que tomes ante él en la oración, y plenamente dichosa al sentir en ti las santas inspiraciones y los afectos de ser singularmente suya" (Epist. III,346s).

Apariciones
Fruto de esta misma devoción orante que practicaba desde pequeño, se conocen al menos tres eventos extraordinarios  que vinculan al santo con Jesús Niño.
Primera aparición (noviembre de 1911)
Desde finales de octubre de 1911 hasta el 7 de diciembre del mismo año, el Padre Pío residió en el convento de Venafro (Isernia). Aquí en un éxtasis cuya fecha no precisa el padre Agostino de San Marco in Lemis, se apareció al Padre Pío el Niño Jesús. La particularidad es que el Niño Jesús apareció con los estigmas de la crucifixión en manos, pies y costado.

A sus cronistas no extraña aquél signo, pues para san Pío de Pietrelcina contemplar el misterio de la Navidad era ver al Niño Jesús a la luz del misterio Pascual de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo.

Segunda aparición (20 de septiembre de 1919)
Esta aparición está documentada por el Padre Raffaele de Sant´Elia a Pianisi en el manuscrito, ´Apuntes breves sobre la vida del Padre Pío y mi larga permanencia con él´. También en esta aparición hay una referencia a los estigmas y, en ello, al misterio de la Salvación que la Navidad contiene…

"Después de ocho años de vida militar, debía continuar los estudios de teología y prepararme para la ordenación sacerdotal. Yo dormía en una celda estrecha, casi enfrente a la número 5, que era del Padre Pío. La noche entre el 19 y 20 (de septiembre de 1919) no podía dormir. Hacia media noche me levanto, asustado. El pasillo estaba sumergido en la oscuridad, rota solo por la luz tenue de un candil de petróleo. Mientras estaba a la puerta para salir, veo pasar al Padre Pío, todo luminoso, con el Niño Jesús en brazos. Avanzaba lentamente murmurando oraciones. Pasa delante de mí, todo radiante de luz, y no advierte mi presencia. Sólo algunos años después he sabido que el 20 de septiembre era el primer aniversario de sus llagas".

Tercera aparición (24 de diciembre de 1922)
Lucía Ladanza, hija espiritual del Padre Pío, es quien narra lo ocurrido el 24 de diciembre de 1922 cuando quiso pasar la vigilia de Navidad junto al Padre.

Aquella noche hacía frío y los frailes habían llevado a la sacristía un brasero con fuego. Ella, y otras tres mujeres se quedaron junto al brasero esperando la media noche, para asistir a la Misa que debía celebrar el Padre Pío. Las otras tres mujeres comenzaron a adormecerse, mientras ella seguía rezando el rosario. 

En ese momento vio que por la escalera interior de la sacristía, bajaba el Padre Pío y se detuvo junto a la ventana. De improviso, dice, envuelto en un halo de luz apareció el Niño Jesús entre los brazos del Padre Pío… cuyo rostro se volvió todo radiante. Cuando desapareció la visión, el Padre advirtió que Lucía, estaba despierta y lo miraba fijamente, atónita. Se le acercó y le dijo: "Lucía, ¿qué has visto?" Ella respondió: "Padre, he visto todo". El Padre Pío, entonces, le advirtió con severidad: "No digas nada a nadie".

Para conocer mejor al Padre Pío: biografías, sus oraciones y vídeos sobre este extraordinario santo aquí

Santo Evangelio 29 de Diciembre 2015



Día litúrgico: 29 de Diciembre (Día quinto de la octava de Navidad)

Texto del Evangelio (Lc 2,22-35): Cuando se cumplieron los días de la purificación según la Ley de Moisés, llevaron a Jesús a Jerusalén para presentarle al Señor, como está escrito en la Ley del Señor: Todo varón primogénito será consagrado al Señor y para ofrecer en sacrificio un par de tórtolas o dos pichones, conforme a lo que se dice en la Ley del Señor. 

Y he aquí que había en Jerusalén un hombre llamado Simeón; este hombre era justo y piadoso, y esperaba la consolación de Israel; y en él estaba el Espíritu Santo. Le había sido revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes de haber visto al Cristo del Señor. Movido por el Espíritu, vino al Templo; y cuando los padres introdujeron al Niño Jesús, para cumplir lo que la Ley prescribía sobre Él, le tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: «Ahora, Señor, puedes, según tu palabra, dejar que tu siervo se vaya en paz; porque han visto mis ojos tu salvación, la que has preparado a la vista de todos los pueblos, luz para iluminar a los gentiles y gloria de tu pueblo Israel».

Su padre y su madre estaban admirados de lo que se decía de Él. Simeón les bendijo y dijo a María, su madre: «Éste está puesto para caída y elevación de muchos en Israel, y para ser señal de contradicción -¡y a ti misma una espada te atravesará el alma!- a fin de que queden al descubierto las intenciones de muchos corazones».

«Ahora, Señor, puedes (...) dejar que tu siervo se vaya en paz; porque han visto mis ojos tu salvación»

Chanoine Dr. Daniel MEYNEN 
(Saint Aubain, Namur, Bélgica)


Hoy, 29 de diciembre, festejamos al santo Rey David. Pero es a toda la familia de David que la Iglesia quiere honrar, y sobre todo al más ilustre de todos ellos: ¡a Jesús, el Hijo de Dios, Hijo de David! Hoy, en ese eterno “hoy” del Hijo de Dios, la Antigua Alianza del tiempo del Rey David se realiza y se cumple en toda su plenitud. Pues, como relata el Evangelio de hoy, el Niño Jesús es presentado al Templo por sus padres para cumplir con la antigua Ley: «Cuando se cumplieron los días de la purificación según la Ley de Moisés, llevaron a Jesús a Jerusalén para presentarle al Señor, como está escrito en la Ley del Señor: Todo varón primogénito será consagrado al Señor» (Lc 2,22-23).

Hoy, se eclipsa la vieja profecía para dejar paso a la nueva: Aquel, a quien el Rey David había anunciado al entonar sus salmos mesiánicos, ¡ha entrado por fin en el Templo de Dios! Hoy es el gran día en que aquel que San Lucas llama Simeón pronto abandonará este mundo de oscuridad para entrar en la visión de la Luz eterna: «Ahora, Señor, puedes, según tu palabra, dejar que tu siervo se vaya en paz; porque han visto mis ojos tu salvación, la que has preparado a la vista de todos los pueblos» (Lc 2,29-32).

También nosotros, que somos el Santuario de Dios en el que su Espíritu habita (cf. 1Cor 3,16), debemos estar atentos a recibir a Jesús en nuestro interior. Si hoy tenemos la dicha de comulgar, pidamos a María, la Madre de Dios, que interceda por nosotros ante su Hijo: que muera el hombre viejo y que el nuevo hombre (cf. Col 3,10) nazca en todo nuestro ser, a fin de convertirnos en los nuevos profetas, los que anuncien al mundo entero la presencia de Dios tres veces santo, ¡Padre, Hijo y Espíritu Santo!

Como Simeón, seamos profetas por la muerte del “hombre viejo”! Tal como dijo el Papa san Juan Pablo II, «la plenitud del Espíritu de Dios viene acompañada (…) antes que nada por la disponibilidad interior que proviene de la fe. De ello, el anciano Simeón, ‘hombre justo y piadoso’, tuvo la intuición en el momento de la presentación de Jesús en el Templo».

«Han visto mis ojos tu salvación»
Rev. D. Joaquim MONRÓS i Guitart 
(Tarragona, España)


Hoy contemplamos la Presentación del Niño Jesús en el Templo, cumpliendo la prescripción de la Ley de Moisés: purificación de la madre y presentación y rescate del primogénito.

La situación la describe san Josepmaría Escrivá, en el cuarto misterio de gozo de su libro Santo Rosario, invitando a involucrarnos en la escena: «Esta vez serás tú, amigo mío, quien lleve la jaula de las tórtolas. —¿Te fijas? Ella —¡la Inmaculada!— se somete a la Ley como si estuviera inmunda. ¿Aprenderás con este ejemplo, niño tonto, a cumplir, a pesar de todos los sacrificios personales, la Santa Ley de Dios?

»¡Purificarse! ¡Tú y yo sí que necesitamos purificación! —Expiar, y, por encima de la expiación, el Amor. —Un amor que sea cauterio, que abrase la roña de nuestra alma, y fuego, que encienda con llamas divinas la miseria de nuestro corazón».

Vale la pena aprovechar el ejemplo de María para “limpiar” nuestra alma en este tiempo de Navidad, haciendo una sincera confesión sacramental, para poder recibir al Señor con las mejores disposiciones. Así, José presenta la ofrenda de un par de tórtolas, pero sobre todo ofrece su capacidad de sacar adelante, con su trabajo y con su amor castísimo, el plan de Dios para la Sagrada Familia, modelo de todas las familias. 

Simeón ha recibido del Espíritu Santo la revelación de que no moriría sin ver a Cristo. Va al Templo y, al recibir en sus brazos lleno de alegría al Mesías, le dice: «Ahora, Señor, puedes, según tu palabra, dejar que tu siervo se vaya en paz; porque han visto mis ojos tu salvación» (Lc 2,29-30). En esta Navidad, con ojos de fe contemplemos a Jesús que viene a salvarnos con su nacimiento. Así como Simeón entonó el canto de acción de gracias, alegrémonos cantando delante del belén, en familia, y en nuestro corazón, pues nos sabemos salvados por el Niño Jesús.

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Santo Tomas Becket, Arzobispo y Mártir 29 de Diciembre



Santo Tomas Becket, Arzobispo y Mártir
29 de Diciembre

Nació en Londres en 1170. Era hijo de un empleado oficial, y en sus primeros años fue educado por los monjes del convento de Merton. A los 24 años consiguió un puesto como ayudante del Arzobispo de Inglaterra (el de Canterbury) quien se dio cuenta que Tomás tenía cualidades excepcionales para el trabajo, así que le fue confiando poco a poco oficios más difíciles e importantes. Lo ordenó de diácono y lo encargó de la administración de los bienes del arzobispado. Lo envió varias veces a Roma a tratar asuntos de mucha importancia. Tomás como buen diplomático había obtenido que el Papa Eugenio Tercero se hiciera muy amigo del rey de Inglaterra, Enrique II, y éste en acción de gracias por tan gran favor, nombró a nuestro santo (cuando sólo tenía 36 años) como Canciller o Ministro de Relaciones Exteriores.

Tras la muerte del Arzobispo Teobaldo en 1161, el rey Enrique II de inmediato pensó en Santo Tomás como el mejor candidato para ocupar dicho cargo, pero nuestro santo se negó muy cortésmente alegando que él no era digno para tan honorable puesto. Sin embargo, un Cardenal de mucha confianza del Sumo Pontífice Alejandro III lo convenció de que debía aceptar, y al fin aceptó. Cuando el rey empezó a insistirle en que aceptara el oficio de Arzobispo, Santo Tomás le hizo una profecía o un anuncio que se cumplió a la letra. Le dijo: "Si acepto ser Arzobispo me sucederá que el rey que hasta ahora es mi gran amigo, se convertirá en mi gran enemigo". Enrique no creyó que fuera a suceder así, pero sucedió. Ordenado de sacerdote y luego consagrado como Arzobispo, pidió a sus ayudantes que en adelante le corrigieran con toda valentía cualquier falta que notaran en él. Como él mismo lo había anunciado, los envidiosos empezaron a calumniar al arzobispo en presencia del rey. Dicen que en uno de sus terribles estallidos de cólera, Enrique II exclamó: "No podrá haber más paz en mi reino mientras viva Becket. ¿Será que no hay nadie que sea capaz de suprimir a este clérigo que me quiere hacer la vida imposible?".

Al oír semejante exclamación de labios del mandatario, cuatro sicarios se fueron donde el santo arzobispo resueltos a darle muerte. Estaba él orando junto al altar cuando llegaron los asesinos. Era el 29 de diciembre de 1170. No opuso resistencia. Murió diciendo: "Muero gustoso por el nombre de Jesús y en defensa de la Iglesia Católica". Tenía apenas 52 años.

El Papa Alejandro III lanzó excomunión contar el rey Enrique, el cual profundamente arrepentido hizo penitencia durante dos años, para obtener la reconciliación en 1172.

lunes, 28 de diciembre de 2015

Santo Evangelio 28 de Diciembre 2015


Día litúrgico: 28 de Diciembre: Los Santos Inocentes, mártires

Texto del Evangelio (Mt 2,13-18): Después que los magos se retiraron, el Ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: «Levántate, toma contigo al Niño y a su madre y huye a Egipto; y estate allí hasta que yo te diga. Porque Herodes va a buscar al Niño para matarle». Él se levantó, tomó de noche al Niño y a su madre, y se retiró a Egipto; y estuvo allí hasta la muerte de Herodes; para que se cumpliera el oráculo del Señor por medio del profeta: «De Egipto llamé a mi hijo». 

Entonces Herodes, al ver que había sido burlado por los magos, se enfureció terriblemente y envió a matar a todos los niños de Belén y de toda su comarca, de dos años para abajo, según el tiempo que había precisado por los magos. Entonces se cumplió el oráculo del profeta Jeremías: «Un clamor se ha oído en Ramá, mucho llanto y lamento: es Raquel que llora a sus hijos, y no quiere consolarse, porque ya no existen».

«Se levantó, tomó de noche al Niño y a su madre, y se retiró a Egipto»


Rev. D. Joan Pere PULIDO i Gutiérrez Secretario del obispo de Sant Feliu 
(Sant Feliu de Llobregat, España)
Hoy celebramos la fiesta de los Santos Inocentes, mártires. Metidos en las celebraciones de Navidad, no podemos ignorar el mensaje que la liturgia nos quiere transmitir para definir, todavía más, la Buena Nueva del nacimiento de Jesús, con dos acentos bien claros. En primer lugar, la predisposición de san José en el designio salvador de Dios, aceptando su voluntad. Y, a la vez, el mal, la injusticia que frecuentemente encontramos en nuestra vida, concretado en este caso en la muerte martirial de los niños Inocentes. Todo ello nos pide una actitud y una respuesta personal y social.

San José nos ofrece un testimonio bien claro de respuesta decidida ante la llamada de Dios. En él nos sentimos identificados cuando hemos de tomar decisiones en los momentos difíciles de nuestra vida y desde nuestra fe: «Se levantó, tomó de noche al Niño y a su madre, y se retiró a Egipto» (Mt 2,14). 

Nuestra fe en Dios implica a nuestra vida. Hace que nos levantemos, es decir, nos hace estar atentos a las cosas que pasan a nuestro alrededor, porque —frecuentemente— es el lugar donde Dios habla. Nos hace tomar al Niño con su madre, es decir, Dios se nos hace cercano, compañero de camino, reforzando nuestra fe, esperanza y caridad. Y nos hace salir de noche hacia Egipto, es decir, nos invita a no tener miedo ante nuestra propia vida, que con frecuencia se llena de noches difíciles de iluminar.

Estos niños mártires, hoy, también tienen nombres concretos en niños, jóvenes, parejas, personas mayores, inmigrantes, enfermos... que piden la respuesta de nuestra caridad. Así nos lo dice San Juan Pablo II: «En efecto, son muchas en nuestro tiempo las necesidades que interpelan a la sensibilidad cristiana. Es la hora de una nueva imaginación de la caridad, que se despliegue no sólo en la eficacia de las ayudas prestadas, sino también en la capacidad de hacernos cercanos y solidarios con el que sufre».

Que la luz nueva, clara y fuerte de Dios hecho Niño llene nuestras vidas y consolide nuestra fe, nuestra esperanza y nuestra caridad.

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Santos Inocentes Martires 28 de Diciembre


Santos Inocentes Martires
28 de Diciembre

El día de hoy se conmemora a los Niños Inocentes que el cruel Herodes mandó matar.

Según señala el Evangelio de San Mateo, Herodes llamó a los Sumos Sacerdotes para preguntarles en qué sitio exacto iba a nacer el rey de Israel, al que habían anunciado los profetas. Ellos le contestaron: "Tiene que ser en Belén, porque así lo anunció el profeta Miqueas diciendo: "Y tú, Belén, no eres la menor entre las ciudades de Judá, porque de ti saldrá el jefe que será el pastor de mi pueblo de Israel" (Miq. 5, 1).

Entonces Herodes se propuso averiguar exactamente dónde estaba el niño, para después mandar a sus soldados a que lo mataran. Y fingiendo dijo a los Reyes Magos: - "Vayan y averiguen acerca de ese niño, cuando lo encuentren regresan y me lo informan, para ir yo también a adorarlo". Los magos se fueron a Belén guiados por la estrella que se les apareció otra vez, al salir de Jerusalén, y llenos de alegría encontraron al Divino Niño Jesús junto a la Virgen María y San José; lo adoraron y le ofrecieron sus regalos de oro, incienso y mirra. En sueños recibieron el aviso divino de que no volvieran a Jerusalén y regresaron a sus países por otros caminos, y el pérfido Herodes se quedó sin saber dónde estaba el recién nacido. Esto lo enfureció hasta el extremo, por lo que rodeó con su ejército la pequeña ciudad de Belén, y dio la orden de matar a todos los niñitos menores de dos años, en la ciudad y alrededores.

El mismo evangelista San Mateo afirmará que en ese día se cumplió lo que había avisado el profeta Jeremías: "Un griterío se oye en Ramá (cerca de Belén), es Raquel (la esposa de Israel) que llora a sus hijos, y no se quiere consolar, porque ya no existen" (Jer. 31, 15).

Fiesta de la Sagrada Familia 28 de Diciembre


Fiesta de la Sagrada Familia
28 de Diciembre

En medio de una fuerte crisis en torno a la integridad de la familia, Dios Amor nos brinda nuevamente el modelo pleno de amor familiar al presentarnos a Jesús, María y José.

La Sagrada Familia nos habla de todo aquello que cada familia anhela auténtica y profundamente, puesto que desde la intensa comunión hay una total entrega amorosa por parte de cada miembro de la familia santa elevando cada acto generoso hacia Dios, como el aroma del incienso, para darle gloria.

Por ello, a la luz de la Sagrada Escritura, veamos algunos rasgos importantes de San José, Santa María y el Niño Jesús.

San José

Es el jefe de la familia y actúa siempre como Dios le manda, muchas veces sin comprender el por qué de lo que Dios le pide, pero teniendo fe y confianza en Él.

"Al despertarse, José hizo lo que el Ángel del Señor le había ordenado: llevó a María a su casa". (Mt 1, 24-25) Cuando se entera que María estaba embarazada piensa en abandonarla porque la quería mucho y no deseaba denunciarla públicamente (como era la costumbre de la época), pero el Ángel de Dios se le apareció en sueños y le dijo que lo que había sido engendrado en el vientre de María era obra del Espíritu Santo y que no temiera en recibirla.

"Ella dió a luz un hijo,y él le puso el nombre de Jesús" (Mt 1, 25) Cuando nace el niño, él le pone el nombre de Jesús, como el Ángel le había dicho.

Luego, cuando Herodes tenía intenciones de matar al Niño Jesús y ante otro aviso del Ángel del Señor, José toma a su familia y marcha hacia Egipto.

Por último, con la muerte de Herodes y ante un nuevo aviso del Ángel de Dios, lleva a su familia a instalarse en Nazaret.

San José, Casto Esposo de Santa María, acoge a Jesús en su corazón paternal, educándolo, cuidándolo, amándolo como si fuere hijo suyo. El Niño Jesús aprende de su "santo padre adoptivo" muchas cosas, entre estas, el oficio de carpintero.

La Santísima Virgen María

Desde el momento de la Anunciación, María es el modelo de entrega a Dios.

"He aquí la sierva del Señor, hágase en mí según tu Palabra" (Lc 1, 38) En la Anunciación, María responde con un Sí rotundo desde una libertad poseída, poniéndose en las manos de Dios.

En Santa María vemos una continua vivencia de la dinámica de la alegría-dolor: criando, educando, siguiendo de cerca a su Hijo Jesús mostrándole en todo momento un auténtico amor maternal.

"Su madre conservaba estas cosas en su corazón" (Lc 2, 52) Ella fue vislumbrando lentamente el misterio trascendente de la vida de Jesús, manteniéndose fielmente unida a Él.

El niño Jesús

Desde chico, Jesús demuestra que es el Hijo de Dios y que cumple fielmente lo que su Padre le manda.

"Vivía sujeto a ellos" (Lc 2, 51) Como niño, Él obedecía a su madre y a su padre adoptivo, y permanecía siempre junto a ellos. María y José fueron sus primeros educadores.

"El niño iba creciendo y se fortalecía, lleno de sabiduría, y la Gracia de Dios estaba con Él" (Lc 2, 40) Jesús aprende el oficio de carpintero de su padre adoptivo José.

"¿No sabían que yo debo ocuparme de los asuntos de mi Padre?" (Lc 2, 49) Cuando Jesús se queda en el Templo, a los doce años, se puede pensar que desobedece a sus padres y que eso está mal. No es así, Jesús demuestra en este hecho su plena independencia con respecto a todo vínculo humano cuando está de por medio el Plan de su Padre y la Misión que Él le ha encomendado.

Oración por la Familia

Dios, de quien proviene toda paternidad en el cielo y en la tierra: Padre, que eres amor y vida, haz que cada familia humana que habita en nuestro suelo, sea, por medio de tu Hijo Jesucristo,"nacido de mujer" y mediante el Espíritu Santo, fuente de Caridad Divina, un verdadero santuario de vida y amor para las nuevas generaciones.

Haz que tu gracia guíe los pensamientos y las obras de los cónyuges, para bien propio y de todas las familias del mundo.

Haz que las jóvenes generaciones encuentren en la familia un fuerte sostén humano, para que crezcan en la verdad y el amor.

Haz que el amor, reforzado por la gracia del Sacramento del Matrimonio, se manifieste más fuerte que cualquier debilidad o crisis que puedan padecer nuestras familias.

Te pedimos por intermedio de la Familia de Nazaret, que la Iglesia pueda cumplir una misión fecunda en nuestra familia, en medio de todas las naciones de la tierra.

Por Cristo, nuestro Señor, Camino, Verdad y Vida, por los siglos de los siglos. Amén.

S.S. Juan Pablo II

La Sagrada familia, modelo de fe y de fidelidad

Queridos hermanos y hermanas:

En este primer domingo después de la Navidad, la Iglesia celebra la fiesta de la Sagrada Familia.

Como en el belén, la mirada de fe nos permite abrazar al mismo tiempo al Niño divino y a las personas que están con él: su Madre santísima, y José, su padre putativo. ¡Qué luz irradia este icono de grupo de la santa Navidad! Luz de misericordia y salvación para el mundo entero, luz de verdad para todo hombre para la familia humana y para cada familia. ¡Cuán hermoso es para los esposos reflejarse en la Virgen María y en su esposo José! ¡Cómo consuela a los padres especialmente si tienen un hijo pequeño! ¡Cómo ilumina a los novios que piensan en sus proyectos de vida!

El hecho de reunirnos ante la cueva de Belén para contemplar en ella a la Sagrada Familia, nos permite gustar de modo especial el don de la intimidad familiar y nos impulsa a brindar calor humano y solidaridad concreta en las situaciones por desgracia numerosas en las que por varios motivos falta la paz, falta la armonía, en una palabra, falta la "familia".

El mensaje que viene de la Sagrada Familia es ante todo un mensaje de fe: la casa de Nazaret es una casa en la que Dios ocupa verdaderamente un lugar central. Para María y José esta opción de fe se concreta en el servicio al Hijo de Dios que se le confió, pero se expresa también en su amor recíproco, rico en ternura espiritual y fidelidad.

María y José enseñan con su vida que el matrimonio es una alianza entre el hombre y la mujer, alianza que los compromete a la fidelidad recíproca, y que se apoya en la confianza común en Dios. Se trata de una alianza tan noble, profunda y definitiva, que constituye para los creyentes el sacramento del amor de Cristo y de la Iglesia. La fidelidad de los cónyuges es, a su vez, como una roca sólida en la que se apoya la confianza de los hijos. Cuando padres e hijos respiran juntos esa atmósfera de fe, tienen una energía que les permite afrontar incluso pruebas difíciles, como muestra la experiencia de la Sagrada Familia.

Es necesario alimentar esa atmósfera de fe. En esta perspectiva se va preparando el segundo Encuentro mundial con las familias, que tendrá lugar en Río de Janeiro los días 4 y 5 de octubre de 1997. Se tratará de una gran fiesta de las familias de América Latina y de todo el mundo que renovará el mensaje del primer Encuentro, celebrado aquí, en Roma, con ocasión del Año internacional de la familia.

Encomiendo a María, "Reina de la familia", a todas las familias del mundo especialmente a las que atraviesan grandes dificultades, e invoco sobre ellas su protección materna.

La Sagrada familia, modelo de fe y de fidelidad Meditación dominical de S.S. Juan Pablo II diciembre de 1997

domingo, 27 de diciembre de 2015

Santo Evangelio 27 de Diciembre 2015



Día litúrgico: La Sagrada Familia (C)

Texto del Evangelio (Lc 2,41-52): Los padres de Jesús iban todos los años a Jerusalén a la fiesta de la Pascua. Cuando tuvo doce años, subieron ellos como de costumbre a la fiesta y, al volverse, pasados los días, el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin saberlo sus padres. Pero creyendo que estaría en la caravana, hicieron un día de camino, y le buscaban entre los parientes y conocidos; pero al no encontrarle, se volvieron a Jerusalén en su busca. 

Y sucedió que, al cabo de tres días, le encontraron en el Templo sentado en medio de los maestros, escuchándoles y preguntándoles; todos los que le oían, estaban estupefactos por su inteligencia y sus respuestas. Cuando le vieron, quedaron sorprendidos, y su madre le dijo: «Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? Mira, tu padre y yo, angustiados, te andábamos buscando». Él les dijo: «Y ¿por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre?». Pero ellos no comprendieron la respuesta que les dio. 

Bajó con ellos y vino a Nazaret, y vivía sujeto a ellos. Su madre conservaba cuidadosamente todas las cosas en su corazón. Jesús progresaba en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y ante los hombres.

«Le encontraron en el Templo sentado en medio de los maestros, (...) estaban estupefactos por su inteligencia»

Rev. D. Joan Ant. MATEO i García 
(La Fuliola, Lleida, España)

Hoy contemplamos, como continuación del Misterio de la Encarnación, la inserción del Hijo de Dios en la comunidad humana por excelencia, la familia, y la progresiva educación de Jesús por parte de José y María. Como dice el Evangelio, «Jesús progresaba en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y ante los hombres» (Lc 2,52).

El libro del Siracida, nos recordaba que «el Señor glorifica al padre en los hijos, y afirma el derecho de la madre sobre su prole» (Si 3,2). Jesús tiene doce años y manifiesta la buena educación recibida en el hogar de Nazaret. La sabiduría que muestra evidencia, sin duda, la acción del Espíritu Santo, pero también el innegable buen saber educador de José y María. La zozobra de María y José pone de manifiesto su solicitud educadora y su compañía amorosa hacia Jesús.

No es necesario hacer grandes razonamientos para ver que hoy, más que nunca, es necesario que la familia asuma con fuerza la misión educadora que Dios le ha confiado. Educar es introducir en la realidad, y sólo lo puede hacer aquél que la vive con sentido. Los padres y madres cristianos han de educar desde Cristo, fuente de sentido y de sabiduría.

Difícilmente se puede poner remedio a los déficits de educación del hogar. Todo aquello que no se aprende en casa tampoco se aprende fuera, si no es con gran dificultad. Jesús vivía y aprendía con naturalidad en el hogar de Nazaret las virtudes que José y María ejercían constantemente: espíritu de servicio a Dios y a los hombres, piedad, amor al trabajo bien hecho, solicitud de unos por los otros, delicadeza, respeto, horror al pecado... Los niños, para crecer como cristianos, necesitan testimonios y, si éstos son los padres, esos niños serán afortunados.

Es necesario que todos vayamos hoy a buscar la sabiduría de Cristo para llevarla a nuestras familias. Un antiguo escritor, Orígenes, comentando el Evangelio de hoy, decía que es necesario que aquel que busca a Cristo, lo busque no de manera negligente y con dejadez, como lo hacen algunos que no llegan a encontrarlo. Hay que buscarlo con “inquietud”, con un gran afán, como lo buscaban José y María.

San Juan, Evangelista 27 de Diciembre


San Juan, Evangelista
27 de Diciembre


San Juan tuvo la inmensa dicha de ser el discípulo más amado por Jesús. Nació en Galilea y fue hijo de Zebedeo y hermano de Santiago el mayor. San Juan era pescador, tal como su hermano y su padre, y según señalan los antiguos relatos, al parecer fue San Juan, que también fue discípulo de Juan el Bautista, uno de los dos primeros discípulos de Jesús junto con Andrés. La primera vez que Juan conoció a Jesús estaba con su hermano Santiago, y con sus amigos Simón y Andrés remendando las redes a la orilla del lago; el Señor pasó cerca y les dijo: "Vengan conmigo y los haré pescadores de almas". Ante este subliminal llamado, el apóstol dejó inmediatamente sus redes, a su padre y lo siguió.

Juan evangelista conformó junto con Pedro y Santiago, el pequeño grupo de preferidos que Jesús llevaba a todas partes y que presenciaron sus más grandes milagros. Los tres estuvieron presentes en la Transfiguración, y presenciaron la resurrección de la hija de Jairo. Los tres presenciaron la agonía de Cristo en el Huerto de los Olivos; y junto con Pedro se encargó de preparar la Última Cena.

A Juan y su hermano Santiago les puso Jesús un sobrenombre: "Hijos del trueno", debido al carácter impetuoso que ambos tenían. Estos dos hermanos vanidosos y malgeniados se volvieron humildes, amables y bondadosos cuando recibieron el Espíritu Santo. Juan, en la Última Cena, tuvo el honor de recostar su cabeza sobre el corazón de Cristo. Fue el único de los apóstoles que estuvo presente en el Calvario. Y recibió de Él en sus últimos momentos el más precioso de los regalos. Cristo le encomendó que se encargara de cuidar a la Madre Santísima María, como si fuera su propia madre, diciéndole: "He ahí a tu madre". Y diciendo a María: "He ahí a tu hijo".

El domingo de la resurrección, fue el primero de los apóstoles en llegar al sepulcro vacío de Jesús. Después de la resurrección de Cristo, en la segunda pesca milagrosa, Juan fue el primero en reconocer a Jesús en la orilla. Luego Pedro le preguntó al Señor señalando a Juan: "¿Y éste qué?". Jesús le respondió: "Y si yo quiero que se quede hasta que yo venga, a ti qué?". Con esto algunos creyeron que el Señor había anunciado que Juan no moriría. Pero lo que anunció fue que se quedaría vivo por bastante tiempo, hasta que el reinado de Cristo se hubiera extendido mucho. Y en efecto vivió hasta el año 100, y fue el único apóstol al cual no lograron matar los perseguidores. Juan se encargó de cuidar a María Santísima como el más cariñoso de los hijos.

Con Ella se fue a evangelizar a Éfeso y la acompañó hasta la hora de su gloriosa muerte. El emperador Dominiciano quiso matar al apóstol San Juan y lo hizo echar en una olla de aceite hirviente, pero él salió de allá más joven y más sano de lo que había entrado, siendo desterrado de la isla de Patmos, donde fue escrito el Apocalipsis. Después volvió otra vez a Éfeso donde escribió el Evangelio.

A San Juan Evangelista se le representa con un águila al lado, como símbolo de la elevada espiritualidad que transmite con sus escritos. Ningún otro libro tiene tan elevados pensamientos como su Evangelio.

Según señala San Jerónimo cuando San Juan era ya muy anciano se hacía llevar a las reuniones de los cristianos y lo único que les decía siempre era esto: "hermanos, ámense los unos a otros". Una vez le preguntaron por qué repetía siempre lo mismo, y respondió: "es que ese es el mandato de Jesús, y si lo cumplimos, todo lo demás vendrá por añadidura". San Epifanio señaló que San Juan murió hacia el año 100 a los 94 años de edad.

sábado, 26 de diciembre de 2015

Santo Evangelio 26 de Diciembre 2015


Día litúrgico: 26 de Diciembre: San Esteban, protomártir

Texto del Evangelio (Mt 10,17-22): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus Apóstoles: «Guardaos de los hombres, porque os entregarán a los tribunales y os azotarán en sus sinagogas; y por mi causa seréis llevados ante gobernadores y reyes, para que deis testimonio ante ellos y ante los gentiles. Mas cuando os entreguen, no os preocupéis de cómo o qué vais a hablar. Lo que tengáis que hablar se os comunicará en aquel momento. Porque no seréis vosotros los que hablaréis, sino el Espíritu de vuestro Padre el que hablará en vosotros. Entregará a la muerte hermano a hermano y padre a hijo; se levantarán hijos contra padres y los matarán. Y seréis odiados de todos por causa de mi nombre; pero el que persevere hasta el fin, ése se salvará».

«Os entregarán a los tribunales y os azotarán»

+ Rev. D. Joan BUSQUETS i Masana 
(Sabadell, Barcelona, España)


Hoy, la Iglesia celebra la fiesta de su primer mártir, el diácono san Esteban. El Evangelio, a veces, parece desconcertante. Ayer nos transmitía sentimientos de gozo y de alegría por el nacimiento del Niño Jesús: «Los pastores regresaron glorificando y alabando a Dios por todo lo que habían oído y visto» (Lc 2,20). Hoy parece como si nos quisiera poner sobre aviso ante los peligros: «Guardaos de los hombres, porque os entregarán a los tribunales y os azotarán» (Mt 10,17). Es que aquellos que quieran ser testimonios, como los pastores en la alegría del nacimiento, han de ser también valientes como Esteban en el momento de proclamar la Muerte y Resurrección de aquel Niño que tenía en Él la Vida.

El mismo Espíritu que cubrió con su sombra a María, la Madre virgen, para que fuera posible la realización del plan de Dios de salvar a los hombres; el mismo Espíritu que se posó sobre los Apóstoles para que salieran de su escondrijo y difundieran la Buena Nueva —el Evangelio— por todo el mundo, es el que da fuerzas a aquel chico que discutía con los de la sinagoga y ante el que «no podían resistir a la sabiduría y al Espíritu con que hablaba» (Hch 6,10).

Era un mártir en vida. Mártir significa “testimonio”. Y fue también mártir por su muerte. En vida hizo caso de las palabras del Maestro: «No os preocupéis de cómo o qué vais a hablar. Lo que tengáis que hablar se os comunicará en aquel momento» (Mt 10,19). Esteban, «mirando al cielo, vio la gloria de Dios y a Jesús de pie a la derecha de Dios» (Hch 7,55). Esteban lo vio y lo dijo. Si el cristiano hoy es un testigo de Jesucristo, lo que ha visto con los ojos de la fe lo ha de decir sin miedo con las palabras más comprensibles, es decir, con los hechos, con las obras.

© evangeli.net M&M Euroeditors |

San Esteban, Protomártir 26 de Diciembre


San Esteban, Protomártir
26 de Diciembre

A San Esteban se le llama "protomartir" porque fue el primer mártir de toda la historia católica. San Esteban era uno de los hombres de confianza de los apóstoles; habló y defendió muy bien a Jesús, que entre los judíos generó cierto desconcierto. Por tal razón, la tradición señala que fue llevado ante el Tribunal Supremo de la Nación, el Sanedrín, para ser acusado con falsos testigos, los cuales argumentaron que Esteban afirmaba que Jesús iba a destruir el templo y a acabar con las leyes de Moisés.

Sin embargo, el santo no se atemorizó, y por el contrario, pronunció un impresionante discurso en el cual fue recordando toda la historia del pueblo de Israel (Hechos 7) y a través del cual exhortó a los judíos a rectificar, reprendiéndolos por haber llegado al extremo de no sólo no reconocer al Salvador, sino de haberlo además crucificado.

Llenos de ira, éstos lo arrastraron fuera de la ciudad y lo apedrearon.

Los que lo apedreaban dejaron sus vestidos junto a un joven llamado Saulo (el futuro San Pablo que se convertirá por las oraciones de este mártir) y que aprobaba aquel delito. Mientras lo apedreaban, Esteban decía: "Señor Jesús, recibe mi espíritu". Y de rodillas dijo con fuerte voz: "Señor, no les tengas en cuenta este pecado". Y diciendo esto, murió.

Los cristianos lo rescataron y dieron a su cuerpo digna sepultura.

viernes, 25 de diciembre de 2015

Feliz Navidad!!


Santo Evangelio 25 de Diciembre 2015


Día litúrgico: La Natividad del Señor (Misa de la noche)

Texto del Evangelio (Lc 2,1-14): Sucedió que por aquellos días salió un edicto de César Augusto ordenando que se empadronase todo el mundo. Este primer empadronamiento tuvo lugar siendo gobernador de Siria Quirino. Iban todos a empadronarse, cada uno a su ciudad. Subió también José desde Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Belén, por ser él de la casa y familia de David, para empadronarse con María, su esposa, que estaba encinta. Y sucedió que, mientras ellos estaban allí, se le cumplieron los días del alumbramiento, y dio a luz a su hijo primogénito, le envolvió en pañales y le acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en el alojamiento. 

Había en la misma comarca unos pastores, que dormían al raso y vigilaban por turno durante la noche su rebaño. Se les presentó el Ángel del Señor, y la gloria del Señor los envolvió en su luz; y se llenaron de temor. El Ángel les dijo: «No temáis, pues os anuncio una gran alegría, que lo será para todo el pueblo: os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un salvador, que es el Cristo Señor; y esto os servirá de señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre». Y de pronto se juntó con el Ángel una multitud del ejército celestial, que alababa a Dios, diciendo: «Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres en quienes Él se complace».

«La Palabra se hizo carne, y puso su Morada entre nosotros (Jn 1,14)»

Mons. Jaume PUJOL i Balcells Arzobispo de Tarragona y Primado de Cataluña 
(Tarragona, España)


Hoy, con la sencillez de niños, consideramos el gran misterio de nuestra fe. El nacimiento de Jesús señala la llegada de la "plenitud de los tiempos". Desde el pecado de nuestros primeros padres, el linaje humano se había apartado del Creador. Pero Dios, compadecido de nuestra triste situación, envió a su Hijo eterno, nacido de la Virgen María, para rescatarnos de la esclavitud del pecado.

El apóstol Juan lo explica usando expresiones de gran profundidad teológica: «En el principio existía la Palabra y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios» (Jn 1,1). Juan llama "Palabra" al Hijo de Dios, la segunda persona de la Santísima Trinidad. Y añade: «Y la Palabra se hizo carne, y puso su Morada entre nosotros» (Jn 1,14).

Esto es lo que celebramos hoy, por eso hacemos fiesta. Maravillados, contemplamos a Jesús acabado de nacer. Es un recién nacido… y, a la vez, Dios omnipotente; sin dejar de ser Dios, ahora es también uno de nosotros.

Ha venido a la tierra para devolvernos la condición de hijos de Dios. Pero es necesario que cada uno acoja en su interior la salvación que Él nos ofrece. Tal como explica san Juan, «a todos los que la recibieron les dio poder de hacerse hijos de Dios» (Jn 1,12). ¡Hijos de Dios! Quedamos admirados ante este misterio inefable: «El Hijo de Dios se ha hecho hijo del hombre para hacer a los hombres hijos de Dios» (San Juan Crisóstomo).

Acojamos a Jesús, busquémosle: solamente en Él encontraremos la salvación, la verdadera solución para nuestros problemas; sólo Él da el sentido último de la vida y de las contrariedades y del dolor. Por esto, hoy os propongo: leamos el Evangelio, meditémoslo; procuremos vivir verdaderamente de acuerdo con la enseñanza de Jesús, el Hijo de Dios que ha venido a nosotros. Y entonces veremos cómo será verdad que, entre todos, haremos un mundo mejor.

La Natividad de Nuestro Señor Jesús 25 de Diciembre



La Natividad de Nuestro Señor Jesús
25 de Diciembre

Cuando se hubieron cumplido los acontecimientos que debían preceder al advenimiento del Mesías, de acuerdo con los vaticinios de los antiguos profetas, Jesús llamado el Cristo, Hijo de Dios eterno, se encarnó en el seno de la Virgen María y, hecho hombre, nació de ella para la redención de la humanidad. Desde la caída de nuestros primeros padres, la sabia y misericordiosa providencia de Dios había dispuesto gradulamente todas las cosas para la realización de sus promesas y el cumplimiento del más grande de sus misterios: la encarnación de su divino Hijo.

Por aquel entonces, el Emperador Augusto emitió un decreto para llevar a cabo un censo en el cual todas las personas debían registrarse en un lugar determinado según sus respectivas provincias, ciudades y familias. Hasta Belén, cerca de la ciudad de Jerusalén, llegaron San José y la Virgen María procedentes de Nazaret, y estando allí, le llegó la hora de dar a luz de la Virgen, trayendo al mundo a su divino Hijo a quien envolvió en lienzos y lo recostó en la paja del pesebre.

jueves, 24 de diciembre de 2015

Santo Evangelio 24 de Diciembre 2015


Día litúrgico: Feria privilegiada de Adviento: 24 de Diciembre

Texto del Evangelio (Lc 1,67-79): En aquel tiempo, Zacarías, el padre de Juan, quedó lleno de Espíritu Santo, y profetizó diciendo: «Bendito el Señor Dios de Israel porque ha visitado y redimido a su pueblo y nos ha suscitado una fuerza salvadora en la casa de David, su siervo, como había prometido desde tiempos antiguos, por boca de sus santos profetas, que nos salvaría de nuestros enemigos y de las manos de todos los que nos odiaban haciendo misericordia a nuestros padres y recordando su santa alianza y el juramento que juró a Abraham nuestro padre, de concedernos que, libres de manos enemigas, podamos servirle sin temor en santidad y justicia delante de Él todos nuestros días. Y tú, niño, serás llamado profeta del Altísimo, pues irás delante del Señor para preparar sus caminos y dar a su pueblo conocimiento de salvación por el perdón de sus pecados, por las entrañas de misericordia de nuestro Dios, que harán que nos visite una Luz de la altura, a fin de iluminar a los que habitan en tinieblas y sombras de muerte y guiar nuestros pasos por el camino de la paz».

«Harán que nos visite una Luz de la altura, a fin de iluminar a los que habitan en tinieblas»

Rev. D. Ignasi FABREGAT i Torrents 
(Terrassa, Barcelona, España)

Hoy, el Evangelio recoge el canto de alabanza de Zacarías después del nacimiento de su hijo. En su primera parte, el padre de Juan da gracias a Dios, y en la segunda sus ojos miran hacia el futuro. Todo él rezuma alegría y esperanza al reconocer la acción salvadora de Dios con Israel, que culmina en la venida del mismo Dios encarnado, preparada por el hijo de Zacarías.

Ya sabemos que Zacarías había sido castigado por Dios a causa de su incredulidad. Pero ahora, cuando la acción divina es del todo manifiesta en su propia carne —pues recupera el habla— exclama aquello que hasta entonces no podía decir si no era con el corazón; y bien cierto que lo decía: «Bendito el Señor Dios de Israel...» (Lc 1,68). ¡Cuántas veces vemos oscuras las cosas, negativas, de manera pesimista! Si tuviésemos la visión sobrenatural de los hechos que muestra Zacarías en el Canto del Benedictus, viviríamos con alegría y esperanza de una manera estable.

«El Señor ya está cerca; el Señor ya está aquí». El padre del precursor es consciente de que la venida del Mesías es, sobre todo, luz. Una luz que ilumina a los que viven en la oscuridad, bajo las sombras de la muerte, es decir, ¡a nosotros! ¡Ojalá que nos demos cuenta con plena conciencia de que el Niño Jesús viene a iluminar nuestras vidas, viene a guiarnos, a señalarnos por dónde hemos de andar...! ¡Ojalá que nos dejáramos guiar por sus ilusiones, por aquellas esperanzas que pone en nosotros!

Jesús es el “Señor” (cf. Lc 1,68.76), pero también es el “Salvador” (cf. Lc 1,69). Estas dos confesiones (atribuciones) que Zacarías hace a Dios, tan cercanas a la noche de la Navidad, siempre me han sorprendido, porque son precisamente las mismas que el Ángel del Señor asignará a Jesús en su anuncio a los pastores y que podremos escuchar con emoción esta misma noche en la Misa de Nochebuena. ¡Y es que quien nace es Dios!

© evangeli.net M&M Euroeditors

Bartolomé María dal Monte, Beato Sacerdote, 24 Diciembre

Bartolomé María dal Monte, Beato

Sacerdote, 24 Diciembre

Por: n/a | Fuente: E W T N (eng) 


BEATO BARTOLOMÉ MARÍA DAL MONTE nació en Bolonia 3 de noviembre de 1726 hijo de Horacio Dal Monte y Anna María Bassani. A la edad de seis años y medio recibió la Confirmación de manos del Cardenal Prospero Lambertini, Arzobispo de Bolonia, quien luego fue el Papa Benedicto XIV. Aun cuando la fecha de su Primera Comunión es desconocida, las intenciones religiosas del muchacho han sido conservadas, ya que dio una dimensión de Eucarística a su vida entera. 

Fue un muchacho de inteligencia viva y temperamento alegre, recibió una educación completa en humanidades en el Colegio Jesuita Santa Lucia. Pero su vocación sacerdotal encontró la oposición amarga de su padre que deseaba que su hijo fuera banquero. Su inclinación misionera fue animada por una reunión con San Leonardo de Puerto Mauricio quien confirmó la opción sacerdotal del joven. Recibió la Ordenación Sacerdotal el 20 de Diciembre de 1749. 

El nuevo sacerdote fue obligado a posponer sus compromisos pastorales durante dos años, ya que el Vicario General le había pedido que completara sus estudios. Él los terminó brillantemente ganando un doctorado en teología. Después de pasarse sus primeros años aprendiendo el arte de predicar en la escuela de los más famosos predicadores de aquel tiempo, Fray Bartolomé María empezó un extraordinario ministerio de misiones populares. 

Su actividad no se limitó a las parroquias de Bolonia: a pesar de salud delicada, él celosamente invirtió todos los 26 años de su vida generosa sacerdotal predicando en por lo menos 62 Diócesis, en centenares de misiones populares, retiros Cuaresmales y ejercicios espirituales para el clero, religiosas y el pueblo laico , realizando milagrosas conversiones y provocando muchas reconciliaciones grupos antagónicos. Cuando las consecuencias dañinas de ciertas ideas influenciadas por el Jansenismo se estaban extendiendo, las "misiones" se volvieron talleres intensivos de instrucción religiosa con evangelización sistemática para todos los creyente.

Llegó a ser conocido como "el misionero de la discreción". Su vida se medeló en el ministerio del propio Cristo: intransigente en la proclamación de la verdad pero dando la bienvenida y misericordia a los pecadores. Como un sacerdote entregado totalmente a Dios se dedicó a la salvación de almas, él era una imagen viviente de Aquel que es "rico en misericordia" (Ef. 4:2), y era muy devoto a María, Madre de Misericordia. 

Agotado por su incesantes labores apostólicas, durante su última misión, dos meses antes de su muerte, exclamó proféticamente: "Voy a morir en Bolonia en Nochebuena". El 24 de Diciembre de 1778 serenamente entregó su espíritu dejando esta vida para celebrar la Navidad en el cielo. Todo el Bolonia lo lamentó profundamente. Desde 1808 sus restos mortales han descansado en la capilla de Nuestra Señora de Paz en la Basílica de San Petronio en Bolonia. 

Fue beatificado en Bolonia por Su Santidad Juan Pablo II el 27 de Septiembre de 1997.

traducido por Xavier Villalta 

Santa Paola Elisabetta Cerioli (1816-1865) 24 de Diciembre

Santa Paola Elisabetta Cerioli (1816-1865)
24 de Diciembre
Paola Elisabetta Cerioli, nació en Soncino (Cremona ‑ Italia), el 28 de enero de 1816. Sus padres fueron el noble Francisco Cerioli y la Condesa Francisca Corniani, ricos terratenientes, y aún más ricos por la vida cristiana que testimoniaban en la familia y en la sociedad. 

Recién nacida fue bautizada en su misma casa, pues corría riesgo de muerte. Superada la fase crítica, el día 2 de febrero se completó en la Iglesia el rito de su Bautismo. 

Desde temprana edad tuvo que lidiar con el sufrimiento físico y espiritual pues su cuerpo frágil sufría también viendo la miseria, muy presente en la época entre las personas del campo, hacia las cuales su madre supo despertar especial atención y cariño. 

Llegado el tiempo de su formación cultural y moral, fue enviada al Monasterio de las Hermanas de la Visitación en Alzano Maggiore (Bérgamo ‑ Italia), como era costumbre en la época para las familias nobles. Allí habían sido enviada también para su hermana y se encontraba la tía, la hermana Giovanna. 

Constancia vivió en aquel colegio hasta los 16 años. Después de vuelta a casa, la voluntad de los padres, en la cual ella siempre reconoce la voluntad de Dios, la llevó con 19 años, al matrimonio con Gaetano Busecchi, de 58 años, heredero de los Condes Tassis de Comonte de Sériate (Bérgamo ‑ Italia). 

El difícil matrimonio la hizo una esposa dócil y cuidadosa. Tuvo la alegría de engendrar cuatro hijos, de los cuales tres murieron recién nacidos; y otro, Carlos, murió con 16 años. Pocos meses después murió también el marido, dejando a Constancia sola y heredera de un gran patrimonio. 

La pérdida del último hijo y del marido fueron para ella una experiencia dramática. Cayó en un estado de gran aflicción. Gracias a la ayuda de los Obispos de Bérgamo, Mons. Luis Esperanza y Mons. Alexandre Valsecchi, que la acompañaron espiritualmente, tuvo la fuerza de sostenerse en la fe. Se unió con el misterio de la Madre de los Dolores y se abrió, a través de una profunda vida de fe y de caridad activa, al valor de la maternidad espiritual, preparándose de esta forma para una donación total de sí a Dios en el servicio de los pequeños y más pobres. 

Así, pocos meses después de haber quedado viuda, se hizo religiosa y abrió su palacio para acoger y atender en educación, alimentación y formación espiritual a las niñas abandonadas del campo. En 1857, junto con seis compañeras más, funda el Instituto de las Hermanas de la Sagrada Familia. 

Habiendo enfrentado muchas dificultades, el día 4 de noviembre de 1863, realiza su más profundo anhelo: abre la primera casa para la acogida y la educación de los pobres hijos del campo, donando para ese fin su propiedad de Villacampagna (Cremona ‑ Italia): el primer y fiel colaborador era el Hermano Juan Capponi, natural de Leffe (Bérgamo ‑ Itália). 

De esta forma, Paola Elizabetta Cerioli se convirtió en la fundadora de los Institutos de las Hermanas de la Sagrada Familia para el socorro material y la educación moral y religiosa de la clase campesina, en aquella época, la más excluida y pobre. 

Escogió a la Sagrada Familia como modelo, queriendo que sus comunidades aprendiesen de ella como ser familias cristianas acogedoras, unidas en el amor actual, en la fraternidad serena, en la fe fuerte simple y confiada. 

Feliz por haberse consagrado a sus amados pobres, el 24 de diciembre de 1865 murió dejando a los cuidados de la Providencia el Instituto femenino ya bien encaminado y la semilla del Instituto masculino. 

El perfil espiritual de Cerioli fue marcado por la acción fuerte de la Trinidad que moldearon su vida y su corazón de manera sorprendente. En el centro de todo su deseo y actividad tenía siempre una referencia explícita a Dios Padre y a su Hijo Jesús, más el desenvolvimiento de su testimonio espiritual fue marcado de manera especial por la figura de María, Madre de los Dolores. 

Este misterio de María, que manifiesta la unión total y profunda con el misterio de Jesús, que en su vida terrena no excluye la tentación y la cruz, para Cerioli no fue solo objeto de contemplación exterior: durante el año 1854 se tornó verdadera iluminación que vivificó el destino de su vida y de su obra: «Confesó que una vez, considerando los dolores de María Santísima e imaginando el momento en que ella vio la muerte de su Divino Hijo, sintió un presentimiento tal y una opresión en el corazón, que angustiada se dejó caer sentada casi desmayándose. "No sé — dijo después — como he podido sobrevivir, frágil y probada como estaba". 

Fue así que lentamente se sintió llevada a tener estas actitudes y disposiciones propias de la profundísima relación filial que hubo y hay entre María y su Hijo agonizante. De manera profética y por el dolor que ella también había pasado con el fallecimiento de sus hijos, era invitada a entender lo que Dios le guardaba también a ella en recompensa cuando consolaba a la Virgen María, dciéndole: «Madre no llores, Dios te dará otros hijos». 

En su vida diaria, se destacó por la maternidad espiritual, la caridad concreta, la piedad, la absoluta confianza en la Providencia, el amor para la pobreza, la humildad, la simplicidad y por la admirable sumisión a los Superiores (los Obispos, sus orientadores espirituales). Valorizó mucho la dignidad y el papel de la mujer en la familia y en la sociedad. 

Creó colegios para huérfanos, instituyó escuelas; cursos de doctrina cristiana, ejercicios espirituales; recreación y asistencia a las enfermas. Venciendo dificultades e incomprensiones de todo tipo, quiso dar inicio a una institución religiosa constituida por hombres y mujeres que, de alguna forma, imitasen el modelo evangélico del misterio de Nazaret constituido por María y José que acogen y protegen a Jesús para darlo al mundo. 

La contemplación de la Familia de Nazaret sugiere a ella la aceptación de un modelo de paternidad, de maternidad y también de filiación características solo posibles de vivir con el amplio horizonte que da la fe. 

Fue beatificada en 1994 y canonizada por el Papa Juan Pablo II el 16 de mayo de 2004 (VI Domingo de Pascua). 


Biografía: Página oficial del Vaticano 
Traducción: ACI Prensa