domingo, 31 de diciembre de 2017

Santo Evangelio 31 de diciembre 2017



Día litúrgico: La Sagrada Familia (B)

Texto del Evangelio (Lc 2,22-40): Cuando se cumplieron los días de la purificación de ellos, según la Ley de Moisés, llevaron a Jesús a Jerusalén para presentarle al Señor, como está escrito en la Ley del Señor: Todo varón primogénito será consagrado al Señor y para ofrecer en sacrificio un par de tórtolas o dos pichones, conforme a lo que se dice en la Ley del Señor. 

Y he aquí que había en Jerusalén un hombre llamado Simeón; este hombre era justo y piadoso, y esperaba la consolación de Israel; y estaba en él el Espíritu Santo. Le había sido revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes de haber visto al Cristo del Señor. Movido por el Espíritu, vino al Templo; y cuando los padres introdujeron al niño Jesús, para cumplir lo que la Ley prescribía sobre él, le tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: «Ahora, Señor, puedes, según tu palabra, dejar que tu siervo se vaya en paz; porque han visto mis ojos tu salvación, la que has preparado a la vista de todos los pueblos, luz para iluminar a los gentiles y gloria de tu pueblo Israel». Su padre y su madre estaban admirados de lo que se decía de él. Simeón les bendijo y dijo a María, su madre: «Éste está puesto para caída y elevación de muchos en Israel, y para ser señal de contradicción —¡y a ti misma una espada te atravesará el alma!— a fin de que queden al descubierto las intenciones de muchos corazones». 

Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, de edad avanzada; después de casarse había vivido siete años con su marido, y permaneció viuda hasta los ochenta y cuatro años; no se apartaba del Templo, sirviendo a Dios noche y día en ayunos y oraciones. Como se presentase en aquella misma hora, alababa a Dios y hablaba del niño a todos los que esperaban la redención de Jerusalén. Así que cumplieron todas las cosas según la Ley del Señor, volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El Niño crecía y se fortalecía, llenándose de sabiduría; y la gracia de Dios estaba sobre Él.


«Llevaron a Jesús a Jerusalén para presentarle al Señor»
Rev. D. Joan Ant. MATEO i García 
(La Fuliola, Lleida, España)


Hoy, celebramos la fiesta de la Sagrada Familia. Nuestra mirada se desplaza del centro del belén —Jesús— para contemplar cerca de Él a María y José. El Hijo eterno del Padre pasa de la familia eterna, que es la Santísima Trinidad, a la familia terrenal formada por María y José. ¡Qué importante ha de ser la familia a los ojos de Dios cuando lo primero que procura para su Hijo es una familia!

San Juan Pablo II, en su Carta apostólica El Rosario de la Virgen María, ha vuelto a destacar la importancia capital que tiene la familia como fundamento de la Iglesia y de la sociedad humana, y nos ha pedido que recemos por la familia y que recemos en familia con el Santo Rosario para revitalizar esta institución. Si la familia va bien, la sociedad y la Iglesia irán bien.

El Evangelio nos dice que el Niño crecía y se fortalecía, llenándose de sabiduría. Jesús encontró el calor de una familia que se iba construyendo a través de sus recíprocas relaciones de amor. ¡Qué bonito y provechoso sería si nos esforzáramos más y más en construir nuestra familia!: con espíritu de servicio y de oración, con amor mutuo, con una gran capacidad de comprender y de perdonar. ¡Gustaríamos —como en el hogar de Nazaret— el cielo y la tierra! Construir la familia es hoy una de las tareas más urgentes. Los padres, como recordaba el Concilio Vaticano II, juegan ahí un papel insubstituible: «Es deber de los padres crear un ambiente de familia animado por el amor, por la piedad hacia Dios y hacia los hombres, y que favorezca la educación íntegra personal y social de los hijos». En la familia se aprende lo más importante: a ser personas.

Finalmente, hablar de familia para los cristianos es hablar de la Iglesia. El evangelista san Lucas nos dice que los padres de Jesús lo llevaron a Jerusalén para presentarlo al Señor. Aquella ofrenda era figura de la ofrenda sacrificial de Jesús al Padre, fruto de la cual hemos nacido los cristianos. Considerar esta gozosa realidad nos abrirá a una mayor fraternidad y nos llevará a amar más a la Iglesia.

EL AMOR SAGRADO HACE A LA FAMILIA SAGRADA



EL AMOR SAGRADO HACE A LA FAMILIA SAGRADA

Por Gabriel González del Estal

1.- José y María, la madre de Jesús, estaban admirados de lo que se decía del niño… El niño iba creciendo y robusteciéndose, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios lo acompañaba. Poco, casi nada, sabemos de la vida de José, María y el Niño, mientras vivieron en Nazaret. Y, cuando Jesús comienza su vida pública, es el mismo Jesús el que nos dice que su familia es “toda persona que cumple la voluntad de Dios”. Cumplir la voluntad de Dios es cumplir el mandamiento nuevo de Jesús, “amarnos unos a otros como él nos amó”. Si, como nos dice San Pablo, en su carta a los Colosenses, “el amor es el ceñidor de la unidad consumada”, hoy debemos pensar que fue el amor sagrado el que hizo sagrada a la Sagrada Familia. En esta fiesta de la Sagrada Familia, nosotros debemos pedir a Dios por todas las familias cristianas, para que hagan del amor el soporte y el vínculo de su unidad familiar. Sólo así las familias cristianas podrán ser, con todas sus limitaciones, familias sagradas, como lo fue la Familia Sagrada de Nazaret.

2.- El que respeta a su padre tendrá larga vida, al que honra a su madre el Señor le escucha. La familia parental está formada por padres, hijos, y nietos; tíos, primos y sobrinos. Yo creo que, si tuviéramos que dar una medalla a la mejor institución de la historia, deberíamos dársela a la familia parental. Nadie ha hecho más por el niño, el joven, el adulto, el viejo, que la familia parental. Con todos sus defectos, limitaciones y excepciones, cuando tenemos problemas físicos, psicológicos, económicos, sociales, al final siempre queda y, en muchos casos, sólo queda, la familia. La familia es siempre la primera que nos ayuda, nos comprende, nos defiende, nos corrige, nos anima, nos ama. Demos hoy, especialmente, gracias a Dios por la existencia de la familia parental. Y defendámosla.

3.- Cantad a Dios, dadle gracias de corazón, con salmos, himnos y cánticos inspirados. Hablando desde una fe religiosa y para personas religiosas, debemos también afirmar la bondad de la familia eclesial, vivida dentro de una parroquia. De la primera Iglesia doméstica que fue nuestra casa familiar, pasamos, de la mano de nuestros padres, a la iglesia de nuestra parroquia; allí empezamos a rezar comunitariamente las oraciones comunes de la Iglesia, allí recibimos los primeros sacramentos, allí le hemos confesado a Dios, en secreto, nuestros pecados, y le hemos contado nuestras angustias y nuestros anhelos más íntimos. También allí, con todas las limitaciones y excepciones que cada uno pueda tener, hemos alimentado nuestra fe y mantenido nuestra esperanza cristiana. Alabemos a Dios por todos los bienes que hemos recibido, desde nuestra parroquia cristiana. Y como miembros vivos de esta familia parroquial, ayudemos a nuestra parroquia a mantenerse cada vez más viva y cristiana, dándole gracias a Dios con salmos, himnos y cánticos espirituales.

4.- Que la paz de Cristo actúe de árbitro en vuestros corazones; a ella habéis sido convocados en un solo cuerpo, (que es la Iglesia). Cristo vivió y murió por todos y para todos. En la Iglesia de Cristo caben todas las personas de buena voluntad. De la iglesia parroquial debemos pasar a la Iglesia universal. Por amor a Cristo, y como buenos discípulos de Cristo, amamos a todas las personas como a hermanos, como a miembros de nuestra familia. Y no olvidemos que en la familia parental y en la familia eclesial siempre se ama más al que más lo necesita; amemos, por tanto, con especial atención y esfuerzo a las personas que más sufren dentro de iglesia parroquial y de la Iglesia universal, que quiere ser la familia humana en general. No hagamos distinción de razas, ni de lenguas; amemos a todos, porque todos son de nuestra familia, de la Iglesia que quiere reunir Cristo sobre la tierra. La Iglesia de Cristo quiere ser católica, es decir, universal, todas las iglesias particulares forman parte de la Iglesia universal, que es el cuerpo de Cristo. Amenos a todos como Cristo nos amó.

sábado, 30 de diciembre de 2017

Santo Evangelio 30 de diciembre 2017



Día litúrgico: 30 de Diciembre (Día sexto de la octava de Navidad)

Texto del Evangelio (Lc 2,36-40): Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, de edad avanzada; después de casarse había vivido siete años con su marido, y permaneció viuda hasta los ochenta y cuatro años; no se apartaba del Templo, sirviendo a Dios noche y día en ayunos y oraciones. Como se presentase en aquella misma hora, alababa a Dios y hablaba del Niño a todos los que esperaban la redención de Jerusalén.

Así que cumplieron todas las cosas según la Ley del Señor, volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El Niño crecía y se fortalecía, llenándose de sabiduría; y la gracia de Dios estaba sobre Él.

«Alababa a Dios y hablaba del Niño a todos»
Rev. D. Joaquim FLURIACH i Domínguez 
(St. Esteve de P., Barcelona, España)


Hoy, José y María acaban de celebrar el rito de la presentación del primogénito, Jesús, en el Templo de Jerusalén. María y José no se ahorran nada para cumplir con detalle todo lo que la Ley prescribe, porque cumplir aquello que Dios quiere es signo de fidelidad, de amor a Dios.

Desde que su hijo —e Hijo de Dios— ha nacido, José y María experimentan maravilla tras maravilla: los pastores, los magos de Oriente, ángeles... No solamente acontecimientos extraordinarios exteriores, sino también interiores, en el corazón de las personas que tienen algún contacto con este Niño.

Hoy aparece Ana, una señora mayor, viuda, que en un momento determinado tomó la decisión de dedicar toda su vida al Señor, con ayunos y oración. No nos equivocamos si decimos que esta mujer era una de las “vírgenes prudentes” de la parábola del Señor (cf. Mt 25,1-13): siempre velando fielmente en todo aquello que le parece que es la voluntad de Dios. Y está claro: cuando llega el momento, el Señor la encuentra a punto. Todo el tiempo que ha dedicado al Señor, aquel Niño se lo recompensa con creces. —¡Preguntadle, preguntadle a Ana si ha valido la pena tanta oración y tanto ayuno, tanta generosidad!

Dice el texto que «alababa a Dios y hablaba del Niño a todos los que esperaban la redención de Jerusalén» (Lc 2,38). La alegría se transforma en apostolado decidido: ella es el motivo y la raíz. El Señor es inmensamente generoso con los que son generosos con Él.

Jesús, Dios Encarnado, vive la vida de familia en Nazaret, como todas las familias: crecer, trabajar, aprender, rezar, jugar... ¡“Santa cotidianeidad”, bendita rutina donde crecen y se fortalecen casi sin darse cuenta la almas de los hombres de Dios! ¡Cuán importantes son las cosas pequeñas de cada día!

Reiki, satanismo, rituales masónicos, Islam y la emoción del chef Pepe Rodríguez: el Top Ten de ReL


Las diez historias más leídas de 2017 en ReL son, sobre todo, testimonios apasionantes

Reiki, satanismo, rituales masónicos, Islam y la emoción del chef Pepe Rodríguez: el Top Ten de ReL
Reiki, satanismo, rituales masónicos, Islam y la emoción del chef Pepe Rodríguez: el Top Ten de ReL

Al acabar el año, repasamos cuáles han sido los 10 artículos más leídos de ReL de entre los publicados en 2017. Como de costumbre, los publicados en enero tienen cierta ventaja sobre los publicados en diciembre, ya que tienen más tiempo para sumar visitas.

A los lectores les siguen interesando los testimonios de conversión, todo lo ligado a la masonería, la new age y los exorcismos, y las historias edificantes de superación.

Destaca, por contraste, la historia de un sacerdote que estaba cansado en un día muy ajetreado pero se dejó mover por Dios a un servicio más. Aunque las grandes polémicas sobre ideología de género o laicismo, los avisos sobre los abusos de las pantallas o las historias de evangelización también logran muchas visitas, ninguno de estos temas consigue colocarse entre los 10 más leídos. Las ponemos en lista, de más, a menos leídas,

1. Del satanismo, lesbianismo y adicción a las agujas, Angélica pasó a consagrarse a la Virgen María
La historia de la joven colombiana Angélica María Páez Gómez, que se publicó originariamente en Portaluz, fue la más leída de todas las publicadas en ReL en 2017. El mismo título lo indica: había muchos elementos duros, que contrastaban con la acción de Dios y la Virgen. Depresiones, drogas, una sexualidad desordenada que le llevó al lesbianismo, decenas de piercings e incluso la influencia demoníaca.


Buena parte de ese mal venía de su propia madre, que practicaba el ocultismo acudiendo a brujos y echando las cartas. Pero cuando la madre cambió, hizo de puente para la sanación de la hija. “Ella empezó a ir a misa, rezar el Rosario, oraba y asistía a los congresos de Teleamiga y casa Belén".

Léalo aquí.

2. «Europa es estúpida si no ve que el Islam utiliza su tolerancia para islamizar», avisa Samir Khalil
En agosto, tras los atentados por atropello que efectuaron jóvenes yihadistas en Cataluña, jóvenes que se habían educado ya en escuelas catalanas y que parecían integrados en la sociedad, muchos se preguntaron qué más podía pasar. ReL recuperó una entrevista-análisis de 2015 del jesuita egipcio e islamólogo Samir Khalil. 

Khalil avisó: "Cuando de una minoría de un cinco o diez por ciento los musulmanes llegan a tener ya la presencia de un treinta por ciento, como el caso de Malasia o de Mindanao en Filipinas, exigen la islamización de la sociedad. Y cuando el islam ha ido adquiriendo zonas de poder e influencia, nunca retrocede".


El jesuita egipcio hacía dos propuestas: evitar la autodestrucción y el auto-odio que practican muchos occidentales y dejar claro a los inmigrantes musulmanes que "han de aceptar vivir en una Europa con las condiciones de Europa, no viniendo a promover en Europa un proyecto musulmán utilizando el esquema tolerante europeo, que está muy extendido entre los musulmanes. Europa es estúpida si no ve eso, si no se da cuenta de que pueden usar la tolerancia para islamizar Europa".

Léalo aquí.

3. Varias misas, tres horas de confesión, un funeral... el cura estaba harto y Dios le hizo un regalazo
El portal Aleteia recogió este testimonio del sacerdote mexicano Sergio Argüello,  un religioso paulino que hace apostolado como "youtuber" a través de internet (aquí su canal).


Argüello explica cómo cierto día, estando especialmente atareado y cansado, Dios le impulsó a hacer aún algo más. Él no tenía ninguna gana, pero se dejó mover. Más adelante supo por qué: vale la pena escuchar a Dios. 

Léalo aquí. 

4. Los adventistas le enseñaron a odiar a la Iglesia pero ella se enamoró del Santísimo y hoy es monja
En febrero publicamos este testimonio que nos hizo llegar la puertorriqueña Mireily Rodríguez Vargas. Creció en una familia católica poco religiosa. Cuando tenía 16 años, conoció a los Adventistas del Séptimo Día, una rama protestante más bien puritana, que no cree en el infierno y no celebra el domingo, sino el sábado. Eran especialmente anti-católicos, muy insistentes.


  Mireily pasó a ser Sor María Faustina, y cuenta su historia   

Mireily cuenta como la presencia de Dios en el Santísimo fue lo que cambió su vida y la llevó a hacerse monja pese a toda la propaganda adventista.

Léalo aquí.

5. Juan era maestro de reiki, vivió una terrible experiencia y hoy alerta del gran peligro que conlleva
En marzo Juan Sánchez acudió a contar su testimonio con el reiki y la New Age en la Vigilia de Asalto al Cielo, que organiza el padre Álvaro Cárdenas en la parroquia de Colmenar de Arroyo (Madrid). Explicó como, por motivos de salud, se adentró primero en las terapias "naturales" y luego en el mundo de la Nueva Era y, sobre todo, el reiki, que fue lo que más le dañó.


Es importante señalar que durante un tiempo pensaba que podía hacer compatibles estas prácticas con su vida como católico y catequista. Llegó el momento en que entendió que era imposible.  Juan Sánchez hoy mantiene un blog con noticias sobre la Nueva Era y sus daños y peligros. 

Lea aquí el testimonio de Juan (con vídeo)

6.  A los masones de grado 29 se les obliga a pisar un crucifijo con los pies y consagrarse al demonio
En enero, el abogado e historiador Alberto Bárcena explicó a ReL las revelaciones sobre los rituales masónicos de su interesante libro "Iglesia y masonería". En concreto, el ritual de iniciación en el grado 29 según el Rito Antiguo y Aceptado, uno de los más mayoritarios dentro de las logias masónicas, lo explica así: "El Baphomet, dios andrógino, penetra en el templo (de la logia) llevado por el Vigilante Primero y por el Segundo, o sea, por las dos máximas autoridades después del Venerable Maestro. Es paseado en forma circular por la logia siguiendo las agujas del reloj. A su paso se rinde veneración (genuflexión de la pierna izquierda)".


"Baphomet queda situado en el centro de la logia mirando hacia Oriente y hasta allí es conducido el candidato con los ojos vendados. Cuando está frente a él, se le quita la venda. De modo que en este momento de su recorrido iniciático el masón se encuentra cara a cara con esta representación del `Portador de la Luz´". El masón iniciado en el rito 29 debe "ahora escoger entre la cruz cristiana, `símbolo de muerte y destrucción´ y la de ´la Luz y la Vida´, en forma de X, asociada a Baphomet, dios de la Luz". "La elección se manifiesta `pisando la cruz (cristiana) con el pie izquierdo y con el derecho en este orden´. (...) A continuación, el candidato recita la fórmula del juramento ´con los brazos en forma de X sobre el pecho, el derecho sobre el izquierdo´".

Lea más sobre estos rituales masónicos aquí.

Consiga el libro "Iglesia y Masonería":
www.ociohispano.es/libro/iglesia-y-masoneria/

7. «En los exorcismos el diablo mismo me dice que entra en las personas a través de la televisión»
Fiorenzo Castorri es el exorcista de Sarsina, en el centro de Italia, y recibe a unas 200 personas cada año con consultas ligadas a lo demoníaco. Es el guardián de un objeto especial, la cadena de San Vicinio, con la que bendice a miles de peregrinos, un gesto de humildad, penitencia y purificación para quien lo solicita. Lo específico de esta historia que cuenta a la prensa local italiana es que Castorri apunta a una forma de infestación demoníaca peculiar: a través de la televisión. Lo publicamos en enero y se convirtió en una de las historias más leídas del año.


  Fiorenzo Castorri, exorcista de la basílica de 
San Vicinio, con el collar o cadena del santo


Léala aquí

8. «Vergüenza»: la oración de desagravio que rezó el Papa tras el Via Crucis empieza a hacerse viral
Otros años fue más breve, pero en el Viernes Santo de 2017, en abril, el Papa Francisco, centró sus palabras al finalizar el Via Crucis del Coliseo en una intensa oración en torno a la palabra "Vergüenza": compunción y arrepentimiento de nuestros pecados ante la Cruz que los redime.

La oración de desagravio del Papa empezó a viralizarse en las redes sociales. Sin duda, muchos la usaron como oración penitencial y de arrepentimiento, en casa o en la parroquia. No es común que una oración entre en la lista de las 10 historias más leídas del año.

Puede rezar esa oración que publicamos aquí.

9. Pepe Rodríguez, jurado de Masterchef: «Nunca me he emocionado al comer; al comulgar, sí»
Pepe Rodríguez, considerado uno de los mejores cocineros de España, popular por el programa de Televisión Española, ‘Masterchef’, en el que actúa de jurado, habló de su fe cristiana en una entrevista que fue portada en la revista "Misión".


Explica como va a misa cada domingo, cómo intenta vivir la fe de forma coherente y cómo los Cursillos de Cristiandad cambiaron su vida enganchándola a Cristo. Su testimonio se leyó en ReL más de 117.000 veces. 

Léalo aquí.

10. Pablo Ráez, el joven icono de lucha contra la leucemia que recibió juntos el Bautismo y la Comunión
A finales de febrero fue enterrado en Marbella Pablo Ráez, un joven malagueño que se convirtió en un fenómeno mediático por su lucha contra la leucemia y a favor de los transplantes. Con 300.000 seguidores en Facebook, muchos le recordarán por su frase más conocida “Mucha fuerza”, con la que se animaba él mismo pero con la que sobre todo él exhortaba a personas enfermas como él.

Deportista animoso, contaba su enfermedad día a día, siempre con un enfoque positivo. Logró lo que no consiguen los Estados ni las políticas: multiplicar de manera espectacular la cifra de donantes de médula. Su historia se convirtió en algo propio para cientos de miles de personas que seguían su día a día. Pero fue sobre todo un ejemplo de cómo afrontar la enfermedad. Casi 110.000 personas lo leyeron en ReL.



Pablo y el sacerdote don Pepe tenían una relación muy especial; el cura fue una gran ayuda para el jóven durante la enfermedad

Fuente: Religión en Libertad

viernes, 29 de diciembre de 2017

Santo Evangelio 29 de diciembre 2017


Día litúrgico: 29 de Diciembre (Día quinto de la octava de Navidad)

Texto del Evangelio (Lc 2,22-35): Cuando se cumplieron los días de la purificación según la Ley de Moisés, llevaron a Jesús a Jerusalén para presentarle al Señor, como está escrito en la Ley del Señor: Todo varón primogénito será consagrado al Señor y para ofrecer en sacrificio un par de tórtolas o dos pichones, conforme a lo que se dice en la Ley del Señor. 

Y he aquí que había en Jerusalén un hombre llamado Simeón; este hombre era justo y piadoso, y esperaba la consolación de Israel; y en él estaba el Espíritu Santo. Le había sido revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes de haber visto al Cristo del Señor. Movido por el Espíritu, vino al Templo; y cuando los padres introdujeron al Niño Jesús, para cumplir lo que la Ley prescribía sobre Él, le tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: «Ahora, Señor, puedes, según tu palabra, dejar que tu siervo se vaya en paz; porque han visto mis ojos tu salvación, la que has preparado a la vista de todos los pueblos, luz para iluminar a los gentiles y gloria de tu pueblo Israel».

Su padre y su madre estaban admirados de lo que se decía de Él. Simeón les bendijo y dijo a María, su madre: «Éste está puesto para caída y elevación de muchos en Israel, y para ser señal de contradicción -¡y a ti misma una espada te atravesará el alma!- a fin de que queden al descubierto las intenciones de muchos corazones».


«Ahora, Señor, puedes (...) dejar que tu siervo se vaya en paz; porque han visto mis ojos tu salvación»
Chanoine Dr. Daniel MEYNEN 
(Saint Aubain, Namur, Bélgica)


Hoy, 29 de diciembre, festejamos al santo Rey David. Pero es a toda la familia de David que la Iglesia quiere honrar, y sobre todo al más ilustre de todos ellos: ¡a Jesús, el Hijo de Dios, Hijo de David! Hoy, en ese eterno “hoy” del Hijo de Dios, la Antigua Alianza del tiempo del Rey David se realiza y se cumple en toda su plenitud. Pues, como relata el Evangelio de hoy, el Niño Jesús es presentado al Templo por sus padres para cumplir con la antigua Ley: «Cuando se cumplieron los días de la purificación según la Ley de Moisés, llevaron a Jesús a Jerusalén para presentarle al Señor, como está escrito en la Ley del Señor: Todo varón primogénito será consagrado al Señor» (Lc 2,22-23).

Hoy, se eclipsa la vieja profecía para dejar paso a la nueva: Aquel, a quien el Rey David había anunciado al entonar sus salmos mesiánicos, ¡ha entrado por fin en el Templo de Dios! Hoy es el gran día en que aquel que San Lucas llama Simeón pronto abandonará este mundo de oscuridad para entrar en la visión de la Luz eterna: «Ahora, Señor, puedes, según tu palabra, dejar que tu siervo se vaya en paz; porque han visto mis ojos tu salvación, la que has preparado a la vista de todos los pueblos» (Lc 2,29-32).

También nosotros, que somos el Santuario de Dios en el que su Espíritu habita (cf. 1Cor 3,16), debemos estar atentos a recibir a Jesús en nuestro interior. Si hoy tenemos la dicha de comulgar, pidamos a María, la Madre de Dios, que interceda por nosotros ante su Hijo: que muera el hombre viejo y que el nuevo hombre (cf. Col 3,10) nazca en todo nuestro ser, a fin de convertirnos en los nuevos profetas, los que anuncien al mundo entero la presencia de Dios tres veces santo, ¡Padre, Hijo y Espíritu Santo!

Como Simeón, seamos profetas por la muerte del “hombre viejo”! Tal como dijo el Papa San Juan Pablo II, «la plenitud del Espíritu de Dios viene acompañada (…) antes que nada por la disponibilidad interior que proviene de la fe. De ello, el anciano Simeón, ‘hombre justo y piadoso’, tuvo la intuición en el momento de la presentación de Jesús en el Templo».

Capellán militar en Rusia durante la Segunda Guerra Mundial, fue el ángel de los «mutiladitos»


Capellán militar en Rusia durante la Segunda Guerra Mundial, fue el ángel de los «mutiladitos»

Don Gnocchi vio de cerca el dolor y consagró su vida a dar sentido al sufrimiento de los inocentes

Don Gnocchi vio de cerca el dolor y consagró su vida a dar sentido al sufrimiento de los inocentes

Carlo Gnocchi, rodeado de algunos de los cientos de niños a quienes ayudó a salir adelante a pesar de su orfandad o su discapacidad.

El Senado italiano aprobó definitivamente el 14 de diciembre una ley de testamento vital (allí denominado "testamento biológico") que abre las puertas a una eutanasia encubierta. Más allá de los contenidos concretos de la norma, Costanza Signorelli destaca en La Nuova Bussola Quotidiana el creciente alejamiento en la mentalidad de las personas y la cultura colectiva de la idea cristiana sobre el sentido salvífico del dolor. Y lo hace evocando al sacerdote Carlo Gnocchi (1902-1956), beatificado por Benedicto XVI en 2009 y conocido como "el ángel de los niños" y "el apóstol de los mutilados", conocedor cercano de los dolores más atroces en los seres más inocentes:


Cuando el llamado "testamento biológico" se ha convertido en ley en Italia, y mientras las jerarquías eclesiásticas se pierden en la distinción entre "eutanasia" y "distanasia" (aceptando, de este modo, la eutanasia como actor de la escena), pues bien, en todo este terrible asunto hay, en el trasfondo, un gran ausente, el verdadero e indiscutible tabú hoy día: el sufrimiento y su significado. Si la eutanasia es, efectivamente, el rechazo sumo del dolor, la excesiva preocupación por la distanasia (o ensañamiento terapéutico) esconde la otra cara del gran rechazo del mundo al sufrimiento. Y, sin embargo, es precisamente en la respuesta al profundo dolor de la condición humana donde la tradición secular de la Iglesia ha hecho nacer los frutos de santidad más atractivos e irresistibles.

Así, lo que arrincona en un santiamén el llamado "testamento biológico" es otro testamento: el testamento espiritual de un santo de Dios, don Carlo Gnocchi. Un testamento que cada cristiano, antes de pronunciarse sobre el dolor de la vida y de la muerte, debería aprenderse de memoria. Un testamento que, ¡fíjense ustedes!, lleva por título precisamente: Pedagogía del dolor inocente.


Era el 28 de febrero de 1956, el borrador de Pedagogía del dolor inocente lo terminó el sacerdote milanés en su lecho de agonía y la primera edición fue publicada a las pocas horas de la muerte del Beato.



La multitud que visitó los restos mortales, expuestos en la iglesia de San Bernardino delle Ossa en Milán, y los acompañó en el Duomo, en la celebración del solemne funeral, recibió este pequeño y valiosísimo texto. Todos los fieles pudieron, así, conocer las "disposiciones finales" del Beato, es decir, la forma más madura y extrema de su recorrido en la vía del Señor.

El funeral por Don Carlo Gnocchi en Milán fue masivo. En lugar privilegiado, sus dos grandes ámbitos de atención al sufrimiento, simbolizados en el veterano alpino que lleva en brazos a un niño tulllido. Foto: Fundación Don Gnocchi.

Las experiencias dolorosas de don Carlo fueron profundas y lacerantes desde tierna edad. Primero, perdió prematuramente a su padre y a dos hermanos; más tarde, durante la épica retirada de Rusia de 1943, cuando durante los heroicos combates de sus alpinos marchaba junto a sus compañeros, diezmados por la terrible crueldad de sus enemigos y congelados por el frío viento de las tormentas de nieve.


Don Carlo Gnocchi da de comulgar a los soldados alpinos de la Brigada Julia, de la que fue capellán. La imagen está tomada en el frente albanés, durante la Segunda Guerra Mundial.

Pero lo que sacudirá en lo más profundo de su ser a don Gnocchi fue el encuentro con los niños víctimas de la guerra. Esto marcará su compromiso totalizador como "padre de los pequeños mutilados": "¡Oh, pobres niños de la guerra! ¡Quien, como yo, los ha visto en Albania, Grecia, Montenegro, Croacia, Polonia, Ucrania, Russia, en tropel, macilentos, vagabundos, delgados por el hambre y la muerte, no conseguirá quitarse ya nunca de la mente y del corazón esta imagen funérea y perturbadora!». El sufrimiento de los niños se convirtió, para don Gnocchi, en el icono mismo del dolor inocente, el "caso límite", la clave para comprender cada dolor humano, por lo que "quien consigue sublimar el sufrimiento de los inocentes -decía el Beato-, es capaz de consolar el dolor de todo hombre humillado por el sufrimiento".


Y, de hecho, si se tuviera que seguir el razonamiento del mundo, sería precisamente el dolor de los niños, es decir, el dolor inocente, el primero que debería ser eliminado. Ante el fracaso de los cuidados y ante la imposibilidad humana de curación, cuando parece que la enfermedad se lleva lo que queda de la carne, ¿qué sentido tiene vivir? ¿Qué sentido tiene mirar, indefensos y en el dolor, la aparente victoria de la muerte? Pero, sobre todo, ¿qué sentido tiene el terrible atroz sufrimiento del pequeño inocente?


Don Carlo lo explica así: "Tuve la visión de esto, una visión casi física, un día, después de la guerra. Tras la explosión de la bomba, Marco, el único superviviente de los cuatro niños que, sin saberlo y despreocupados, jugaban en un campo minado, había sido inmediatamente operado: amputación de las piernas, extirpación del bulbo ocular, regularización de las amplias y numerosas heridas que acribillaban su frágil cuerpo palpitante. Unos días después de la operación, cuando las curas diarias aún le hacían sufrir mucho, le pregunté:

»-Cuando te quitan las vendas, te tocan las heridas y te hacen llorar, ¿en quién piensas?

»-En nadie -me respondió, con un asomo de estupor en la voz.

»-Pero, ¿tú no crees que hay alguien al que, tal vez, puedas ofrecer tu dolor, por amor del cual deberías reprimir los lamentos y tragarte las lágrimas, que podría ayudarte a sentir menos tu sufrimiento?

»Marco fijó en el vacío su rostro devastado, mirando con el único ojo aturdido y, después, moviendo lentamente la cabeza, dijo: "No entiendo..." y volvió a jugar distraídamente con el borde de la sábana.

»Fue en ese momento -continúa don Gnocchi-, cuando tuve la concreta y casi física sensación de una inmensa e irreparable desgracia: la pérdida de un tesoro, más valioso que un cuadro de autor o un diamante de inestimable valor. Era el gran dolor inocente de un niño que caía en el vacío, inútil e insignificante, perdido de manera sobrenatural para él y para la humanidad, porque no estaba dirigido hacia la única meta en la que el dolor de un inocente puede coger su valor y encontrar justificación: Cristo Crucificado".


Parte de aquí el corazón de la pedagogía del dolor inocente, explicada por el sacerdote milanés: "El motivo más alto y ennoblecedor, la meta más sublime y sublimadora a la que dirigir el dolor de un niño, como cualquier otro dolor, es ciertamente Cristo Crucificado. Cuando el que sufre consigue comprender la similitud que existe entre su dolor y el de Cristo, el valor que podrá atribuir a cada uno de sus sufrimientos, por él y por los demás, introduciéndolo en el de Cristo, según el deber que tiene de imitar el comportamiento y los sentimientos de Jesús en los momentos de dolor, habrá tocado el centro más profundo e inexplorado, el más original y más operante de todo el cristianismo, casi el 'punto virginal' de la doctrina de Cristo".


Don Carlo Gnocchi, el ángel de los niños es el título de una miniserie televisiva de 2004 consagrada a su memoria, y en la que es interpretado por Daniele Liotti. 

La verdad es que para don Gnocchi, el cristiano -aunque siente en la carne una pregunta ardiente- no puede vivir como si el dolor (todo) no tuviera respuestas, no puede traicionar la promesa que le fue hecha en el bautismo. Si al mundo sin Dios le resulta imposible encontrar una razón de vida que se sostenga ante el sufrimiento íntimo, el hombre de Dios conoce la verdad: "En la economía de la redención cristiana –explica don Carlo–, el dolor del hombre es complemento expresamente necesario del dolor y de la muerte redentora de Cristo: 'Completo en mi carne lo que falta a los padecimientos de Cristo' (Col 1, 24), y para que la redención de Cristo sea total, cada cristiano debe aportar la contribución del propio sufrimiento personal".

Esta verdad vale aún más para el inocente: "No todos los sufrimientos humanos –explica el Beato-, tienen el mismo grado de afinidad con los de Cristo... A este respecto, hay una amplia jerarquía de la sangre y de las lágrimas en cuanto está el sufrimiento del pecador que debe ser, por lo menos en parte y en primer lugar, ofrecido por la redención de las culpas personales y, después, está el sufrimiento del justo... Prototipo de este sufrimiento es Cristo Hijo de Dios, inocente y purísimo, que muere por la redención de los hombres, 'Cordero de Dios, que quita los pecados del mundo'. Análogo valor tiene el sufrimiento de los infantes, de los niños y de los santos".


El cardenal Giovanni Battista Montini, arzobispo de Milán y futuro Pablo VI, se interesa por las habilidades de un mutilado de guerra formado para volver al trabajo en uno de los centros de Don Carlo Gnocchi.

En su deseo de ayudar al pueblo cristiano a crecer en la conciencia de la poderosa "concepción cristiana del dolor", según la "amorosa ley de Dios", don Carlo no deja de llamar una y otra vez a los cristianos a la importantísima responsabilidad educativa respecto al prójimo, sobre todo del más pequeño. Por consiguiente, la preocupación del pueblo de Dios debe ser, en última instancia, la salvación eterna de las almas: "Pero los hombres –explica el Beato-, tan solícitos en valorar los tesoros materiales y tan ciegamente creyentes en la fuerza de los poderes terrenales, no se preocupan de valorar los tesoros espirituales escondidos en las almas de los inocentes, y no creen suficientemente en el valor determinante, aunque incontrolable, de los agentes sobrenaturales en la historia de los individuos y del mundo. Muchos cristianos raramente se asoman, ya sea con sumo pudor y reverencia, a los panoramas misteriosos e infinitos del mundo invisible, en el que dicen creer cuando cantan en misa: 'Creo en un solo Dios, creador de todo lo visible y lo invisible; creo en la comunión de los santos'".


La voz de Don Carlo Gnocchi, en un grabación de las que hay muy pocas, donde agradece la ayuda recibida, que le ha permitido "casi resolver" el problema de los niños mutilados, los "mutiladitos", como les llamaba.

con Centri specializzati nella cura, assistenza e riabilitazione di disabili, anziani, malati terminali, pazienti con gravi cerebrolesioni o in stato vegetativo.

Es precisamente en la Santa Misa donde el Beato ve brillar la luz del destino de todo sufrimiento humano: "Es urgente, por lo tanto, que el educador lleve a cabo una obra sutil de sublimación y de santificación del dolor inocente, a la que se llega sólo a través del magisterio arcano de la misa. Es en la misa diaria donde el río de la Sangre Divina se enriquece por la confluencia del dolor humano. Y es en el río divino donde cada gota de sufrimiento humano y cada lágrima adquiere un valor sobrenatural de redención y de gracia... Es en la misa donde los niños (y todos) deben ofrecer su sufrimiento, cuando el sacerdote infunde en el cáliz las pocas e insípidas gotas de agua fría que, junto al vino ardiente y generoso, se convertirán en Sangre de Cristo redentor".


En el santo sacrificio de la misa, el dolor del hombre se une al sacrificio expiatorio de su Redentor, renovado por el sacerdote sobre el altar. Como en esta misa de campaña del teniente Gnocchi, quien acompañó en el sufrimiento a los soldados alpinos no menos que a los niños víctimas de la guerra o de la enfermedad y los traumatismos..

Con esta conciencia es con la que don Carlo pasó toda su vida aliviando el dolor –léase en el texto íntegro qué inmenso valor, casi místico, él atribuía a la ciencia que combate y cura el dolor– y, a la vez, santificándolo, descubriendo en los niños una capacidad de adhesión y de amor puro que alcanza cimas de heroísmo.


A la izquierda, Amabile Battistello; a la derecha, Silvio Colagrande. Ambos recuperaron la vista gracias a la donación de sus ojos por parte de Don Carlo al morir. Fotos: Fundación Don Gnocchi.

Ante un poder y profundidad como estos, cualquier "disposición anticipada de tratamiento" que podamos hacer, aunque esté animada por las mejores intenciones, pensando que así nosotros gestionamos nuestro destino terrenal y negando, entonces, nuestro destino eterno, cualquier "testamento vital" se diluye y desaparece. Sólo nos queda ponernos de rodillas, rezando por nosotros y por quien nos acompaña, para que seamos investidos por la gracia del Salvador, también en el momento de la prueba más dura, para poder decir nuestro "sí". Y, así, abrazar esa Cruz que nos lleva a la resurrección. También de la carne. Para volvernos a encontrar, por fin, vivos en Cristo, para la eternidad.

Traducción de Helena Faccia Serrano.

jueves, 28 de diciembre de 2017

Santo Evangelio 28 de diciembre 2017


Día litúrgico: 28 de Diciembre: Los Santos Inocentes, mártires

Texto del Evangelio (Mt 2,13-18): Después que los magos se retiraron, el Ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: «Levántate, toma contigo al Niño y a su madre y huye a Egipto; y estate allí hasta que yo te diga. Porque Herodes va a buscar al Niño para matarle». Él se levantó, tomó de noche al Niño y a su madre, y se retiró a Egipto; y estuvo allí hasta la muerte de Herodes; para que se cumpliera el oráculo del Señor por medio del profeta: «De Egipto llamé a mi hijo». 

Entonces Herodes, al ver que había sido burlado por los magos, se enfureció terriblemente y envió a matar a todos los niños de Belén y de toda su comarca, de dos años para abajo, según el tiempo que había precisado por los magos. Entonces se cumplió el oráculo del profeta Jeremías: «Un clamor se ha oído en Ramá, mucho llanto y lamento: es Raquel que llora a sus hijos, y no quiere consolarse, porque ya no existen».

«Se levantó, tomó de noche al Niño y a su madre, y se retiró a Egipto»
Rev. D. Joan Pere PULIDO i Gutiérrez Secretario del obispo de Sant Feliu 
(Sant Feliu de Llobregat, España)


Hoy celebramos la fiesta de los Santos Inocentes, mártires. Metidos en las celebraciones de Navidad, no podemos ignorar el mensaje que la liturgia nos quiere transmitir para definir, todavía más, la Buena Nueva del nacimiento de Jesús, con dos acentos bien claros. En primer lugar, la predisposición de san José en el designio salvador de Dios, aceptando su voluntad. Y, a la vez, el mal, la injusticia que frecuentemente encontramos en nuestra vida, concretado en este caso en la muerte martirial de los niños Inocentes. Todo ello nos pide una actitud y una respuesta personal y social.

San José nos ofrece un testimonio bien claro de respuesta decidida ante la llamada de Dios. En él nos sentimos identificados cuando hemos de tomar decisiones en los momentos difíciles de nuestra vida y desde nuestra fe: «Se levantó, tomó de noche al Niño y a su madre, y se retiró a Egipto» (Mt 2,14). 

Nuestra fe en Dios implica a nuestra vida. Hace que nos levantemos, es decir, nos hace estar atentos a las cosas que pasan a nuestro alrededor, porque —frecuentemente— es el lugar donde Dios habla. Nos hace tomar al Niño con su madre, es decir, Dios se nos hace cercano, compañero de camino, reforzando nuestra fe, esperanza y caridad. Y nos hace salir de noche hacia Egipto, es decir, nos invita a no tener miedo ante nuestra propia vida, que con frecuencia se llena de noches difíciles de iluminar.

Estos niños mártires, hoy, también tienen nombres concretos en niños, jóvenes, parejas, personas mayores, inmigrantes, enfermos... que piden la respuesta de nuestra caridad. Así nos lo dice San Juan Pablo II: «En efecto, son muchas en nuestro tiempo las necesidades que interpelan a la sensibilidad cristiana. Es la hora de una nueva imaginación de la caridad, que se despliegue no sólo en la eficacia de las ayudas prestadas, sino también en la capacidad de hacernos cercanos y solidarios con el que sufre».

Que la luz nueva, clara y fuerte de Dios hecho Niño llene nuestras vidas y consolide nuestra fe, nuestra esperanza y nuestra caridad.

Un cura rezó una Novena a la Madre Teresa para que le guiara: nunca imaginó una respuesta tan clara


El padre Mwebe quería saber a quién ayudar y Fausta fue la elegida

Un cura rezó una Novena a la Madre Teresa para que le guiara: nunca imaginó una respuesta tan clara

Fausta fue educada en la fe y creció viendo la providencia de Dios, por lo que ahora ayuda a los más pobres

Un cura rezó una Novena a la Madre Teresa para que le guiara: nunca imaginó una respuesta tan clara

El padre Dominic Mwebe ha dedicado su vida a Dios y a los más pobres en Kampala, la capital de Uganda. Este sacerdote de 87 años es un héroe para miles de niños, que han podido ir a la escuela y a la universidad gracias a su ahínco en ayudarles. Un total de 22 son además sacerdotes.

Sin embargo, su labor ha ido mucho más allá aunque no quiere dar cifras pues considera que su recompensa estará en el cielo. Lo que sí ha querido contar es un hecho que le ocurrió hace unos años gracias a una Novena que realiza cada año, y que tuvo un efecto que le marcó para siempre.

Una novena a la Madre de Calcuta
Según relata al Catholic Digest, el padre Dominic dedica una novena a Santa Teresa de Calcuta para pedirle su ayuda y su guía a la hora de elegir a las personas adecuadas para una ayuda adicional. Además de la ayuda ordinaria que presta a cientos de personas quería invertir también en aquellos que mejor pudieran manifestar la gloria de Dios.

En 2007, justo al acabar la Novena a la Madre Teresa, una adolescente de 14 años se le acercó y le pidió sólo una cosa. No era dinero ni comida. Únicamente quería que este sacerdote rezase por su familia.


El padre Dominic, con Fausta el día de su graduación en la universidad

La impresionante respuesta de la Madre Teresa
Esta niña se llamaba Fausta Nalubega. Su padre murió de SIDA dejando viuda y seis hijos, entre ellos esta chica que apenas tenía once años.  “Cuando nuestro padre murió, nuestros parientes se llevaron todas las cosas que nuestro padre poseía, y querían que nos casáramos con los hombres que ellos eligieran”, cuenta Fausta, que ahora tiene 27 años.

Su madre era una mujer de una fe católica profunda y se negó a entregar en matrimonio a sus hijas menores de edad, una de ellas de 12 años, a hombres mayores. “En nuestra cultura, el hombre se ocupa de la niña pequeña, paga sus gastos escolares y después la toma como esposa”, explica esta joven.

Sin nada, pero con una fe inquebrantable
Sin embargo, la negativa de su madre hizo que toda la familia les abandonaran al rechazar el matrimonio. Pronto se encontraron en la calle y sin nada. Cuando llovía la familia Nalubega tenía que cubrirse con bolsas de plástico hasta que la lluvia amainara. Tampoco tenían comida y la calle se convirtió en su casa. Así estuvieron seis años.

“Solíamos ir de casa en casa pidiendo ropa para lavar y hacer las tareas del hogar para las familias ricas. Nos pagaban un dólar o dos por día”, cuenta de ese tiempo Fausta.

La familia, todos los días en la misa de las 7 de la mañana
Pese a las graves dificultades, el vivir en la calle y el no tener comida su madre tenía una cosa muy clara: Dios era fiel y la fe debía ser el gran alimento de la familia. De este modo, la madre y todos los hijos acudían todos los días a misa, nunca faltaban. Lo hacían además en primera fila.

El padre Dominic era entonces nuevo en la parroquia de San José en Kampala y le llamaba la atención que esta familia estuviera siempre en la misa de siete de la mañana y sentada siempre en el primer banco.

Este cura recuerda que “solían venir a la iglesia con la ropa muy sucia y sin zapatos. A veces venían con plátanos encima de la cabeza porque después de la misa los vendían”. El sacerdote se sentía conmovido por esta familia y cómo alababan a Dios todos los días.


El primer encuentro con Fausta y su familia 
Y así fue como llegó aquella Novena a la Madre Teresa y el momento en el que Fausta se acercó para pedirle sus oraciones. Fausta tampoco olvida aquel momento: “Él me preguntó: ‘¿Por qué no estás estudiando?’. Le conté nuestra historia”.

El padre Dominic afirma que “le pedí a la madre de Fausta  que me llevara a su casa; cuando llegué a la calle, sólo pude llorar”. Entonces supo que llevaban seis años en las calles.

Esta era la respuesta a la novena
El sacerdote sintió en su corazón que esta familia era la respuesta a su Novena y le agradeció Dios que pusiera a los Nabulega en su camino.

De sus propios ahorros, el sacerdote pagó un internado católico y luego más adelante a Fausta sus estudios universitarios.

Esta familia se mantuvo fiel a Dios pese a las dificultades y sin pedir más que oración al final recibió grandes gracias. “Dios usó al padre Dominic para rescatarnos”, asegura.

Una discípula de la Madre Teresa
En la universidad, Fausta fue elegida con 19 años presidenta del grupo San Vicente de Paúl y un año más tarde fundo su propio grupo, Mercy for Life. Su gran deseo era ayudar a los más pobres entre los pobres de su comunidad porque conocía a la perfección el sufrimiento de su pueblo. A la vez era una forma de agradecer a Dios por responder a las oraciones de su familia. “Los que nos empuja a realizar esta labor es la alegría que las personas reciben cuando reciben nuestra ayuda”.


Actualmente, Mercy For Life Africa ayuda en muchos ámbitos diferentes de Kampala. Cuida a 22 huérfanos, enseña a las mujeres a coser para ganarse la vida, pagan la educación en un colegio católico a 52 niños de Primaria, ofrecen consejeros profesionales para ayudar a que los niños no acaben en la prostitución y ayudan a los ancianos abandonados por sus familiares. Pero además, dan comida a familias que viven en la calle.

Pero no siempre llegan los fondos para ayudar más. “Si no tenemos suficiente comid para dar, les damos a Dios y ánimo, para que vuelvan a casa”.

"Estoy muy emocionado"
Para el padre Dominic es una alegría inmensa ver con sus ojos lo que Fausta está llevando a cabo. Aquella novena a Santa Teresa de Calcuta ha propiciado una discípula.

"Vi una buena semilla y estoy viendo los resultados. Estoy muy emocionado por lo que Fausta y su familia están haciendo por Dios. Creo que, incluso si muero ahora, Fausta y su familia pueden hacer lo que he hecho aún mejor, ya que está inspirada por el espíritu de Dios”.

Los próximos objetivos de Fausta son poder conseguir que las con las habilidades de costura, las mujeres pueden ganarse la vida. También espera construir una gran casa para las personas sin hogar y las madres jóvenes (menores de 16 años) que eligen la vida en lugar del aborto. Por último, esperan proporcionar materiales escolares para los estudiantes que están patrocinando.

Fuente: Religión en Libertad

miércoles, 27 de diciembre de 2017

Santo Evangelio 27 de diciembre 2017



Día litúrgico: 27 de Diciembre: San Juan, apóstol y evangelista

Texto del Evangelio (Jn 20,2-8): El primer día de la semana, María Magdalena fue corriendo a Simón Pedro y a donde estaba el otro discípulo a quien Jesús quería y les dice: «Se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde le han puesto». Salieron Pedro y el otro discípulo, y se encaminaron al sepulcro. Corrían los dos juntos, pero el otro discípulo corrió por delante más rápido que Pedro, y llegó primero al sepulcro. Se inclinó y vio las vendas en el suelo; pero no entró. Llega también Simón Pedro siguiéndole, entra en el sepulcro y ve las vendas en el suelo, y el sudario que cubrió su cabeza, no junto a las vendas, sino plegado en un lugar aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado el primero al sepulcro; vio y creyó.

«Vio y creyó»
Rev. D. Manel VALLS i Serra 
(Barcelona, España)


Hoy, la liturgia celebra la fiesta de san Juan, apóstol y evangelista. Al siguiente día de Navidad, la Iglesia celebra la fiesta del primer mártir de la fe cristiana, san Esteban. Y el día después, la fiesta de san Juan, aquel que mejor y más profundamente penetra en el misterio del Verbo encarnado, el primer “teólogo” y modelo de todo verdadero teólogo. El pasaje de su Evangelio que hoy se propone nos ayuda a contemplar la Navidad desde la perspectiva de la Resurrección del Señor. En efecto, Juan, llegado al sepulcro vacío, «vio y creyó» (Jn 20,8). Confiados en el testimonio de los Apóstoles, nosotros nos vemos movidos en cada Navidad a “ver” y “creer”.

Uno puede revivir estos mismos “ver” y “creer” a propósito del nacimiento de Jesús, el Verbo encarnado. Juan, movido por la intuición de su corazón —y, deberíamos añadir, por la “gracia”— “ve” más allá de lo que sus ojos en aquel momento pueden llegar a contemplar. En realidad, si él cree, lo hace sin “haber visto” todavía a Cristo, con lo cual ya hay ahí implícita la alabanza para aquellos que «creerán sin haber visto» (Jn 20,29), con la que culmina el vigésimo capítulo de su Evangelio.

Pedro y Juan “corren” juntos hacia el sepulcro, pero el texto nos dice que Juan «corrió más aprisa que Pedro, y llegó antes al sepulcro» (Jn 20,4). Parece como si a Juan le mueve más el deseo de estar de nuevo al lado de Aquel a quien amaba —Cristo— que no simplemente estar físicamente al lado de Pedro, ante el cual, sin embargo —con el gesto de esperarlo y de que sea él quien entre primero en el sepulcro— muestra que es Pedro quien tiene la primacía en el Colegio Apostólico. Con todo, el corazón ardiente, lleno de celo, rebosante de amor de Juan, es lo que le lleva a “correr” y a “avanzarse”, en una clara invitación a que nosotros vivamos igualmente nuestra fe con este deseo tan ardiente de encontrar al Resucitado.

Cita a ciegas, la emborrachan, la violan, queda embarazada: le proponían abortar, les frenó en seco


«Bebés como mi hijo no merecen morir por el crimen de otra persona», dice Alisha

Cita a ciegas, la emborrachan, la violan, queda embarazada: le proponían abortar, les frenó en seco

Alisha junto con su hijo, el día en que nació. A la derecha, el niño, ya un estudiante de secundaria.

Cita a ciegas, la emborrachan, la violan, queda embarazada: le proponían abortar, les frenó en seco

"Los bebés como mi hijo no merecen morir por el crimen de otra persona": es el contundente argumento contra el aborto de Alisha Weiler, quien quedó embarazada por violación. Hoy tiene dos hijos, trabaja en cuidados infantiles y reside en Florida. Ésta es su historia, contada por ella misma en Salvar el 1:

Creo que estoy preparada para contar mi historia: cómo quedé embarazada por una violación. Pienso que cuantas más contemos lo que nos pasó más conseguiremos que nos escuchen.

Esto resulta muy duro para mí, pero en algún momento hay que dar la cara.

Cita a ciegas y mucho alcohol 
Cuando tenía 18 años acudí a una cita a ciegas con mi mejor amiga y su novio. Ella estaba embarazada. Se suponía que debíamos encontrarnos en la bolera, pero el vehículo del chico con el que debía citarme no arrancó y quedé con él en el bar de su padre adoptivo.

Ahí bebimos bastante: mi amiga no lo hizo, pues estaba embarazada, pero sí su novio, el chico a quien acababa de conocer y yo misma. Nunca antes había bebido de aquel modo, era bastante ingenua en este sentido. Aquel muchacho siguió sirviéndonos alcohol. Yo estaba por debajo de la edad legal que permite beber, pero no hice caso alguno.

Acabé sintiéndome fatal, vomitando en el suelo del baño. Recuerdo que alguien me llevó hasta el vehículo del novio de mi amiga y me dormí.

El frenesí del violador
Me desperté en el apartamento del muchacho con el que había acordado la cita a ciegas. Había solo un sofá y nada de luces. Me pareció muy raro. Aquel chico me colocó en el suelo de la habitación y yo me dormí de nuevo. Me desperté más tarde, desnuda y dolorida, con él encima de mí. Estaba absolutamente aturdida, pero aun así comprendí lo que estaba sucediendo y le dije que parase. Intenté echarle a un lado, pero era más fuerte que yo y no pude. Empecé a chillar. No entendía por qué me habían dejado ahí sola y tampoco que nadie me oyera gritar.

Después de violarme abandonó la habitación y me dejó allí, sola. Me puse unos pantalones que encontré en el apartamento. Me senté, las rodillas tocando mi pecho, cabeza gacha entre mis manos, balanceándome adelante y atrás, llorando y confusa. Después de unos minutos, él regresó e intentó violarme de nuevo. Agarró mis brazos y trató de forzarme, pero yo luché con renovadas fuerzas. Se puso histérico y se marchó, dando un terrible portazo.

Me incorporé rápidamente, abrí la puerta y grité con todas fuerzas, esperando que alguien me oyera. Temía que aquel hombre regresara. Entonces, descubrí que mi amiga estaba en la habitación contigua. Le conté lo que me había pasado y me dijo que también la había intentado violar a ella. Estaba hundida porque su novio y aquel muchacho lo habían planeado todo. Afortunadamente, a ella no la consiguió violar, pero en la lucha por intentarlo la maltrató de tal modo que acabó perdiendo el bebé que llevaba en su vientre.

Temor y vergüenza 
Su novio no estaba en la habitación en esos momentos así que nos hicimos compañía durante un rato. Poco después, su novio apareció y decidió llevarnos a casa.

Nos dejó cerca de la casa de mi amiga; tuvimos que caminar un pequeño trecho. El novio de mi amiga me dijo que el muchacho que me violó sentía mucho lo que me había hecho.

A la mañana siguiente mi amiga se dio cuenta de que había perdido el bebé que esperaba. Yo sentía una enorme vergüenza por lo sucedido y no me atrevía a contar a mis padres y a nadie que había sido violada.

"¡Mi bebé era un ser humano y merecía vivir!"
Ocho semanas después me di cuenta de que estaba embarazada. Cuando los médicos y enfermeras supieron que había sido por una violación intentaron convencerme de que lo mejor para mí era que abortara el bebé o lo diera en adopción. ¡No me lo podía creer! Estaba traumatizada y querían que lo estuviera todavía más. ¿Más violencia? ¿Más dolor? ¿Por qué iba yo querer matar a una inocente criatura? ¿Por qué Dios iba a concederme ese regalo y yo negarme a recibirlo y arrancarlo de mi vientre como si fuera basura? ¡Mi bebé era un ser humano y merecía vivir!

Mis padres supieron de mi violación y embarazo cuando me oyeron hablar por teléfono con una amiga mía. Se entristecieron porque en aquellos dos meses no les había contado nada, pero me dieron todo su apoyo y comprensión, para mí y para el bebé que esperaba. Me habían educado en el respeto a la vida y yo sabía que no estaba bien matar a esa inocente vida que crecía en mi interior.

Los derechos... ¡del agresor! 
Cuando mis padres tuvieron noticia de la violación procedieron a denunciar el crimen cometido. También mi amiga emprendió acciones legales por el intento de violación sufrido y la pérdida de su bebé. Ambas conseguimos órdenes de alejamiento de nuestro agresor.


Todo aquello había sucedido en Florida. Luego, con mis padres, nos trasladamos a Texas cuando mi hijo cumplió cuatro meses; sin embargo, el ritmo de la justicia se iba desarrollando muy lentamente.

Mi mayor preocupación era lograr que el agresor no tuviera derechos algunos sobre mi hijo. Pero, en aquel momento, la ley de Florida no nos protegía ni a mí ni a mi bebé. Con todo, poco tiempo antes se había propuesto en aquel estado la ley sobre la custodia de los hijos de los supervivientes de una violación, para terminar con los derechos paternos de los violadores. Así que, para conseguir la protección esperada, conseguí un acuerdo con su abogado por el cual mi agresor renunciaba a sus derechos como padre siempre que yo levantara cargos contra él.

Me sentí culpable de no continuar con la acusación porque pensaba que aquel hombre podía continuar sus fechorías con total impunidad; pero mi objetivo primordial en ese momento buscaba mi protección personal y la de mi hijo. Fue muy duro negociar toda aquella situación, incluso el solo hecho de pensar que debía regresar a Florida y encontrarme con él en el juzgado.

Es mi hijo, no el producto de una violación 
Cuando miro a mi hijo nunca le veo como el fruto de una violación. La vida ha sido generosa conmigo y con mi niño.


Es inteligente y buen estudiante. Ahora está cursando séptimo grado en la escuela. Sabe lo que sucedió y está enormemente agradecido de haber podido vivir. Algún día se hará mayor, se casará, tendrá hijos y nietos.

Él sabe que mucha gente piensa que si una persona ha sido concebida como resultado de una violación no merece vivir y debe ser abortada. Me ha dicho muchas veces cuán feliz está de que yo no lo hubiera hecho y lo contento que está de vivir. Mi hijo no ha hablado todavía con nadie sobre su historia personal. Estoy convencida que evita hacerlo para que nadie pueda burlarse de él.

Le he comentado que nuestro mundo puede ser un lugar frío y duro, pero que yo debía contar mi historia para que la gente sea consciente que esos bebés como él no merecen morir por el crimen de otra persona. Quiero promover el mensaje de que hay muchas mujeres que, como yo, aman a sus hijos concebidos en violación y que, como mi hijo también, merecen vivir y hacerlo sin avergonzarse.

¿Por qué hay gente que piensa que está bien arrebatar a esos niños inocentes su derecho a la vida? Es el momento de hablar alto y claro en defensa de esas criaturas que ningún mal han hecho y que merecen que su vida no les sea negada, nunca.

Durante muchos años me he sentido como la única mujer que ha sido violada y que ha educado sola a su bebé. No puedo describir la soledad que sentí entonces. Pero ahora, a través de Salvar El 1, he contactado con decenas de otras madres. Quiero que otras mujeres sepan que no están solas, que las apoyamos y las comprendemos.

Fuente: Religión en Libertad

martes, 26 de diciembre de 2017

Santo Evangelio 26 de diciembre 2017


Día litúrgico: 26 de Diciembre: San Esteban, protomártir

Texto del Evangelio (Mt 10,17-22): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus Apóstoles: «Guardaos de los hombres, porque os entregarán a los tribunales y os azotarán en sus sinagogas; y por mi causa seréis llevados ante gobernadores y reyes, para que deis testimonio ante ellos y ante los gentiles. Mas cuando os entreguen, no os preocupéis de cómo o qué vais a hablar. Lo que tengáis que hablar se os comunicará en aquel momento. Porque no seréis vosotros los que hablaréis, sino el Espíritu de vuestro Padre el que hablará en vosotros. Entregará a la muerte hermano a hermano y padre a hijo; se levantarán hijos contra padres y los matarán. Y seréis odiados de todos por causa de mi nombre; pero el que persevere hasta el fin, ése se salvará».

«Os entregarán a los tribunales y os azotarán»
Fray Josep Mª MASSANA i Mola OFM 
(Barcelona, España)


Hoy, recién saboreada la profunda experiencia del Nacimiento del Niño Jesús, cambia el panorama litúrgico. Podríamos pensar que celebrar un mártir no encaja con el encanto navideño… El martirio de san Esteban, a quien veneramos como protomártir del cristianismo, entra de lleno en la teología de la Encarnación del Hijo de Dios. Jesús vino al mundo para derramar su Sangre por nosotros. Esteban fue el primero que derramó su sangre por Jesús. Leemos en este Evangelio como Jesús mismo lo anuncia: «Os entregarán a los tribunales y (…) seréis llevados ante gobernadores y reyes, para que deis testimonio» (Mt 10,17.18). Precisamente “mártir” significa exactamente esto: testigo.

Este testimonio de palabra y de obra se da gracias a la fuerza del Espíritu Santo: «El Espíritu de vuestro Padre (…) hablará en vosotros » (Mt 10,19). Tal como leemos en los “Hechos de los Apóstoles”, capítulo 7, Esteban, llevado a los tribunales, dio una lección magistral, haciendo un recorrido por el Antiguo Testamento, demostrando que todo él converge en el Nuevo, en la Persona de Jesús. En Él se cumple todo lo que ha sido anunciado por los profetas y enseñado por los patriarcas.

En la narración de su martirio encontramos una bellísima alusión trinitaria: «Esteban, lleno del Espíritu Santo, miró fijamente al cielo y vio la gloria de Dios y a Jesús de pie a la diestra de Dios» (Hch 7,55). Su experiencia fue como una degustación de la Gloria del Cielo. Y Esteban murió como Jesús, perdonando a los que lo inmolaban: «Señor, no les tengas en cuenta este pecado» (Hch 7,60); rezó las palabras del Maestro: «Padre, perdónales porque no saben lo que hacen» (Lc, 23, 34).

Pidamos a este mártir que sepamos vivir como él, llenos del Espíritu Santo, a fin de que, fijando la mirada en el cielo, veamos a Jesús a la diestra de Dios. Esta experiencia nos hará gozar ya del cielo, mientras estamos en la tierra.

La Navidad es «el acontecimiento que cambia para siempre nuestra historia», nos recuerda el Papa


Francisco preside la tradicional Misa del Gallo en San Pedro

La Navidad es «el acontecimiento que cambia para siempre nuestra historia», nos recuerda el Papa

La Navidad es «el acontecimiento que cambia para siempre nuestra historia», nos recuerda el Papa


El Papa Francisco comparó a la Sagrada Familia con millones de familias de la actualidad


El Papa Francisco presidió en la noche del 24 de diciembre la tradicional misa de Navidad, conocida popularmente como la Misa del Gallo. Ante miles de fieles que abarrotaban la basílica de San Pedro el Pontífice destacó que el nacimiento de Cristo es “el acontecimiento que cambia para siempre nuestra historia”.

El Santo Padre habló de la Sagrada de Familia de Nazaret y cómo se vio obligada a huir dejando lo poco que tenía. Y lo comparó con la situación actual que viven miles de familias en todo el mundo.

"Iban llenos de esperanza"
Por todo ello, Francisco explicó que pese a tener que dejar su tierra, José y María “iban llenos de esperanza y de futuro por el niño que vendría” aunque sus “sus pasos iban cargados de las incertidumbres y peligros propios de aquellos que tienen que dejar su hogar”. “Y luego se tuvieron que enfrentar quizás a lo más difícil: llegar a Belén y experimentar que era una tierra que no los esperaba, una tierra en la que para ellos no había lugar.”, explicó Francisco.

El Papa recordó, tal y como recoge Aciprensa, que “el Hijo de Dios tuvo que nacer en un establo porque los suyos no tenían espacio para él”.

De Belén a la sociedad actual
Sin embargo, es allí “donde se enciende la chispa revolucionaria de la ternura de Dios”. “En Belén se generó una pequeña abertura para aquellos que han perdido su tierra, su patria, sus sueños; incluso para aquellos que han sucumbido a la asfixia que produce una vida encerrada”, añadió.

En este sentido, Francisco incidió en que en la actualidad “vemos las huellas de familias enteras que hoy se ven obligadas a marchar” así como la de “millones de personas que no eligen irse, sino que son obligados a separarse de los suyos, que son expulsados de su tierra”.

Francisco reconoció que algunos de ellos están cargados de “esperanza” y “futuro”, pero otros solo están llamados a “sobrevivir a los Herodes de turno que para imponer su poder y acrecentar sus riquezas no tienen ningún problema en cobrar sangre inocente”.

La importancia de los pastores
También quiso destacar la figura de los pastores que fueron a adorar al Niño. “Eran hombres y mujeres que tenían que vivir al margen de la sociedad”, explicó. “Las condiciones de vida que llevaban, los lugares en los cuales eran obligados a estar, les impedían practicar todas las prescripciones rituales de purificación religiosa y, por tanto, eran considerados impuros”.

“Se los consideraba paganos entre los creyentes, pecadores entre los justos, extranjeros entre los ciudadanos”. Sin embargo, fue a ellos a los que el ángel les anunció la buena noticia, aclaró el Pontífice.

De esta manera, invitó a los fieles a “reconocer a Dios presente en todas las situaciones en las que lo creíamos ausente” puesto que “Él está en el visitante indiscreto, tantas veces irreconocible, que camina por nuestras ciudades, en nuestros barrios, viajando en nuestros metros, golpeando nuestras puertas”.


En definitiva, “esa misma fe nos impulsa a dar espacio a una nueva imaginación social, a no tener miedo a ensayar nuevas formas de relación donde nadie tenga que sentir que en esta tierra no tiene lugar”.

Transformar el miedo en caridad
Por otro lado, aseguró que la Navidad es el tiempo “para transformar la fuerza del miedo en fuerza de la caridad, en fuerza para una nueva imaginación de la caridad”. Pidió entonces no conformase con la “injusticia” y no tener miedo “de tomar en brazos, alzar y abrazar al sediento, al forastero, al desnudo, al enfermo, al preso”.

Francisco concluyó exhortando también a que cada uno se convierta en “centinela de tantos que han sucumbido bajo el peso de esa desolación que nace al encontrar tantas puertas cerradas”. “Que tu ternura despierte nuestra sensibilidad y nos mueva a sabernos invitados a reconocerte en todos aquellos que llegan a nuestras ciudades, a nuestras historias, a nuestras vidas”.

Homilía íntegra del Papa Francisco
«María dio a luz a su Hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre porque no había lugar para ellos en el albergue» (Lc 2,7). De esta manera, simple pero clara, Lucas nos lleva al corazón de esta noche santa: María dio a luz, María nos dio la Luz. Un relato sencillo para sumergirnos en el acontecimiento que cambia para siempre nuestra historia. Todo, en esa noche, se volvía fuente de esperanza.

Vayamos unos versículos atrás. Por decreto del emperador, María y José se vieron obligados a marchar. Tuvieron que dejar su gente, su casa, su tierra y ponerse en camino para ser censados. Una travesía nada cómoda ni fácil para una joven pareja en situación de dar a luz: estaban obligados a dejar su tierra. En su corazón iban llenos de esperanza y de futuro por el niño que vendría; sus pasos en cambio iban cargados de las incertidumbres y peligros propios de aquellos que tienen que dejar su hogar.

Y luego se tuvieron que enfrentar quizás a lo más difícil: llegar a Belén y experimentar que era una tierra que no los esperaba, una tierra en la que para ellos no había lugar.

Y precisamente allí, en esa desafiante realidad, María nos regaló al Enmanuel. El Hijo de Dios tuvo que nacer en un establo porque los suyos no tenían espacio para él. «Vino a los suyos y los suyos no lo recibieron» (Jn 1,11). Y allí…, en medio de la oscuridad de una ciudad, que no tiene ni espacio ni lugar para el forastero que viene de lejos, en medio de la oscuridad de una ciudad en pleno movimiento y que en este caso pareciera que quiere construirse de espaldas a los otros, precisamente allí se enciende la chispa revolucionaria de la ternura de Dios. En Belén se generó una pequeña abertura para aquellos que han perdido su tierra, su patria, sus sueños; incluso para aquellos que han sucumbido a la asfixia que produce una vida encerrada.

En los pasos de José y María se esconden tantos pasos. Vemos las huellas de familias enteras que hoy se ven obligadas a marchar. Vemos las huellas de millones de personas que no eligen irse sino que son obligados a separarse de los suyos, que son expulsados de su tierra. En muchos de los casos esa marcha está cargada de esperanza, cargada de futuro; en muchos otros, esa marcha tiene solo un nombre: sobrevivencia. Sobrevivir a los Herodes de turno que para imponer su poder y acrecentar sus riquezas no tienen ningún problema en cobrar sangre inocente.

María y José, los que no tenían lugar, son los primeros en abrazar a aquel que viene a darnos carta de ciudadanía a todos. Aquel que en su pobreza y pequeñez denuncia y manifiesta que el verdadero poder y la auténtica libertad es la que cubre y socorre la fragilidad del más débil.

Esa noche, el que no tenía lugar para nacer es anunciado a aquellos que no tenían lugar en las mesas ni en las calles de la ciudad. Los pastores son los primeros destinatarios de esta buena noticia. Por su oficio, eran hombres y mujeres que tenían que vivir al margen de la sociedad. Las condiciones de vida que llevaban, los lugares en los cuales eran obligados a estar, les impedían practicar todas las prescripciones rituales de purificación religiosa y, por tanto, eran considerados impuros. Su piel, sus vestimentas, su olor, su manera de hablar, su origen los delataba. Todo en ellos generaba desconfianza. Hombres y mujeres de los cuales había que alejarse, a los cuales temer; se los consideraba paganos entre los creyentes, pecadores entre los justos, extranjeros entre los ciudadanos. A ellos (paganos, pecadores y extranjeros) el ángel les dice: «No teman, porque les traigo una buena noticia, una gran alegría para todo el pueblo: Hoy, en la ciudad de David, les ha nacido un Salvador, que es el Mesías, el Señor» (Lc 2,10-11).

Esa es la alegría que esta noche estamos invitados a compartir, a celebrar y a anunciar. La alegría con la que a nosotros, paganos, pecadores y extranjeros Dios nos abrazó en su infinita misericordia y nos impulsa a hacer lo mismo.

La fe de esa noche nos mueve a reconocer a Dios presente en todas las situaciones en las que lo creíamos ausente. Él está en el visitante indiscreto, tantas veces irreconocible, que camina por nuestras ciudades, en nuestros barrios, viajando en nuestros metros, golpeando nuestras puertas.

Y esa misma fe nos impulsa a dar espacio a una nueva imaginación social, a no tener miedo a ensayar nuevas formas de relación donde nadie tenga que sentir que en esta tierra no tiene lugar. Navidad es tiempo para transformar la fuerza del miedo en fuerza de la caridad, en fuerza para una nueva imaginación de la caridad. La caridad que no se conforma ni naturaliza la injusticia sino que se anima, en medio de tensiones y conflictos, a ser «casa del pan», tierra de hospitalidad. Nos lo recordaba san Juan Pablo II: «¡No temáis! ¡Abrid, más todavía, abrid de par en par las puertas a Cristo!» (Homilía en la Misa de inicio de Pontificado, 22 octubre 1978)

En el niño de Belén, Dios sale a nuestro encuentro para hacernos protagonistas de la vida que nos rodea. Se ofrece para que lo tomemos en brazos, para que lo alcemos y abracemos. Para que en él no tengamos miedo de tomar en brazos, alzar y abrazar al sediento, al forastero, al desnudo, al enfermo, al preso (cf. Mt 25,35-36). «¡No temáis! ¡Abrid, más todavía, abrid de par en par las puertas a Cristo!». En este niño, Dios nos invita a hacernos cargo de la esperanza. Nos invita a hacernos centinelas de tantos que han sucumbido bajo el peso de esa desolación que nace al encontrar tantas puertas cerradas. En este Niño, Dios nos hace protagonistas de su hospitalidad.

Conmovidos por la alegría del don, pequeño Niño de Belén, te pedimos que tu llanto despierte nuestra indiferencia, abra nuestros ojos ante el que sufre. Que tu ternura despierte nuestra sensibilidad y nos mueva a sabernos invitados a reconocerte en todos aquellos que llegan a nuestras ciudades, a nuestras historias, a nuestras vidas. Que tu ternura revolucionaria nos convenza a sentirnos invitados, a hacernos cargo de la esperanza y de la ternura de nuestros pueblos.

Fuente: Religión en Libertad