domingo, 28 de febrero de 2021

Santo Evangelio 28 de Febrero 2021

 


Texto del Evangelio (Mc 9,2-10): 

En aquel tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro, Santiago y Juan, y los llevó, a ellos solos, aparte, a un monte alto. Y se transfiguró delante de ellos, y sus vestidos se volvieron resplandecientes, muy blancos, tanto que ningún batanero en la tierra sería capaz de blanquearlos de ese modo. Se les aparecieron Elías y Moisés, y conversaban con Jesús.

Toma la palabra Pedro y dice a Jesús: «Rabbí, bueno es estarnos aquí. Vamos a hacer tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías»; pues no sabía qué responder ya que estaban atemorizados. Entonces se formó una nube que les cubrió con su sombra, y vino una voz desde la nube: «Este es mi Hijo amado, escuchadle». Y de pronto, mirando en derredor, ya no vieron a nadie más que a Jesús solo con ellos.

Y cuando bajaban del monte les ordenó que a nadie contasen lo que habían visto hasta que el Hijo del hombre resucitara de entre los muertos.


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«Se transfiguró delante de ellos»


Rev. D. Jaume GONZÁLEZ i Padrós

(Barcelona, España)

Hoy contemplamos la escena «en la que los tres apóstoles Pedro, Santiago y Juan aparecen como extasiados por la belleza del Redentor» (San Juan Pablo II): «Se transfiguró delante de ellos y sus vestidos se volvieron resplandecientes» (Mc 9,2-3). Por lo que a nosotros respecta, podemos entresacar un mensaje: «Destruyó la muerte e irradió la vida incorruptible con el Evangelio» (2Tim 1, 10), asegura san Pablo a su discípulo Timoteo. Es lo que contemplamos llenos de estupor, como entonces los tres Apóstoles predilectos, en este episodio propio del segundo domingo de Cuaresma: la Transfiguración.

Es bueno que en nuestro ejercicio cuaresmal acojamos este estallido de sol y de luz en el rostro y en los vestidos de Jesús. Son un maravilloso icono de la humanidad redimida, que ya no se presenta en la fealdad del pecado, sino en toda la belleza que la divinidad comunica a nuestra carne. El bienestar de Pedro es expresión de lo que uno siente cuando se deja invadir por la gracia divina.

El Espíritu Santo transfigura también los sentidos de los Apóstoles, y gracias a esto pueden ver la gloria divina del Hombre Jesús. Ojos transfigurados para ver lo que resplandece más; oídos transfigurados para escuchar la voz más sublime y verdadera: la del Padre que se complace en el Hijo. Todo en conjunto resulta demasiado sorprendente para nosotros, avezados como estamos al grisáceo de la mediocridad. Sólo si nos dejamos tocar por el Señor, nuestros sentidos serán capaces de ver y de escuchar lo que hay de más bello y gozoso, en Dios, y en los hombres divinizados por Aquel que resucitó entre los muertos.

«La espiritualidad cristiana -escribió san Juan Pablo II- tiene como característica el deber del discípulo de configurarse cada vez más plenamente con su Maestro», de tal manera que -a través de una asiduidad que podríamos llamar "amistosa"- lleguemos hasta el punto de «respirar sus sentimientos». Pongamos en manos de Santa María la meta de nuestra verdadera "trans-figuración" en su Hijo Jesucristo.

Una joven española, en Tierra Santa: una sincera experiencia de fe sobre cómo transforma la vida

 


Una joven española, en Tierra Santa: una sincera experiencia de fe sobre cómo transforma la vida

Elena Panadero, española residente en Tierra Santa

Elena Panadero cree que Tierra Santa es adictiva. Y por eso se ha quedado allí.

Elena Panadero es una joven española que llegó a Tierra Santa para un intercambio de estudios y al final regresó para hacer su vida en la tierra en la que nació, vivió, murió y resucitó Cristo. Allí se ha casado y en un testimonio en primera persona en la web de Jóvenes Católicos que recoge también la Fundación Tierra Santa habla de la vida cristiana allí para un extranjero y la gracia que supone vivir la fe en este lugar santo:

Al llegar a Tierra Santa, Dios te lo quita todo

Comentándolo con unos amigos, también extranjeros en Tierra Santa, todos coincidimos en la misma idea: para bien o para mal, la vida se intensifica aquí. Parece que el Señor quiere aprovechar el tiempo que estás en Su tierra para hacerte vivir, en unos pocos meses, todo lo que tienes pendiente en los próximos 10 años. Pero antes, Él te prepara.

Llegué por primera vez a Jerusalén a través de un intercambio con la Universidad Hebrea. Entonces viví lo que todos llamamos el “shock cultural”. No conozco a nadie que no haya pasado por ese proceso de asombro, miedo, espanto y, finalmente, admiración. Pero con el “shock cultural” tan conocido, también viene el “shock espiritual” del que pocos hablan.

Tierra Santa es un lugar único, inabarcable, increíble y maravilloso, que me llena el alma y el corazón solo de mencionar su nombre, pero también es un lugar complicado para vivir tu fe. ¿Por qué? Porque Dios es celoso y, al llegar, te lo quita todo.



Después del intercambio en la Universidad Hebrea, viajé a España para graduarme. Desde entonces, me he movido por diferentes ciudades y países, trabajando o estudiando, pero viviendo intermitentemente en Jerusalén. El año pasado me casé aquí y me mudé definitivamente porque, otra idea en la que coincidimos, Tierra Santa es adictiva.

¿Dónde comienza la intensidad de vida? Pronto, pronto. Durante los primeros meses de mi estancia en esta tierra, las piezas del puzzle de mi vida que habían quedado apartadas en una esquina sin resolver, comenzaron a moverse y a encajar asombrosamente. Heridas abiertas, capítulos sin respuesta que ahora alcanzan el sentido de su haber sido. Momentos de luz que, como digo, necesitan sus tiempos de preparación.

Supongo que es natural al llegar a un lugar nuevo, buscar puntos en común. Bueno, pues aquí no hay ninguno. No hablan tu idioma, no comparten tu cultura (ni de lejos), ni siquiera la fe cristiana es comprendida de la misma manera.  Para ahorrarnos detalles: estás solo. Con el tiempo, la cosa mejora externamente y comienzas a rodearte de personas y a entretenerte con planes, pero no hay lazos reales entre vosotros. En ese vacío, buscas lo único que ha quedado en ti. Ya no está tu familia, tus amigos, tu colegio… solo hay una cosa: Él.

Él te ha quitado todo: todos tus soportes, tus consuelos y tus descansos. ¿Para qué? Para qué escuches bien claro su invitación a seguirle. Si aceptas, tu fe se convierte en un abandono absoluto en Él. Ya estás preparado. Comienzan entonces los momentos de luz que enternecen y asombran tanto al alma que, con esa experiencia, tu abandono se vuelve extremo y tu confianza es tan grande que acabas dando gracias hasta por las cosas malas que te suceden, porque sabes que al final todo va a alcanzar su sentido de haber sido.

¿Cómo vivo mi fe ahora? Bueno, pues también es complicado. Los extranjeros que vivimos en Tierra Santa no somos ni peregrinos, ni locales. Aquí cada institución o movimiento de la iglesia tiene su parcelita y su misión, que suele ser atender a los peregrinos o dedicarse a la comunidad local. A veces se me olvida que en Madrid uno de los planes de la semana podía ser ir a una charla de noviazgo o a un adoración con los de Emaús… Aquí no hay nada de esto. Como digo, estás solo y, a la vez, tienes la compañía del Señor de la manera más auténtica y maravillosa.

Todo pinta un poco feo pero, ¿no habíamos quedado en que era adictivo? Sí, lo que es adictivo es vivir abandonado. Ésta ha sido mi verdadera aventura: no vivir en Tierra Santa, no aprender árabe o conocer a gente de todas partes del mundo, sino vivir confiando. Solo entonces la vida aquí te cambia, entiendes que la Biblia no es un cuento y que Tierra Santa es real, y comienzas a acumular anécdotas en tus viajes a Galilea, tus paseos por Nazareth o visitas al Santo Sepulcro, que se parecen a las que cuenta la Biblia y confundes tus recuerdos con los de sus personajes… Pero eso da para otro artículo. Igual que hizo en el lago de Tiberiades, al llegar aquí, el Señor te lo quita todo pero, como siempre, lo multiplica y te lo devuelve con creces.

Fuente: Religión en Libertad

sábado, 27 de febrero de 2021

Santo Evangelio 27 de Febrero 2021

 


Texto del Evangelio (Mt 5,43-48): 

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Habéis oído que se dijo: ‘Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo’. Pues yo os digo: Amad a vuestros enemigos y rogad por los que os persigan, para que seáis hijos de vuestro Padre celestial, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y llover sobre justos e injustos. Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa vais a tener? ¿No hacen eso mismo también los publicanos? Y si no saludáis más que a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de particular? ¿No hacen eso mismo también los gentiles? Vosotros, pues, sed perfectos como es perfecto vuestro Padre celestial».


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«Amad a vuestros enemigos y rogad por los que os persigan»


Rev. D. Joan COSTA i Bou

(Barcelona, España)

Hoy, el Evangelio nos exhorta al amor más perfecto. Amar es querer el bien del otro y en esto se basa nuestra realización personal. No amamos para buscar nuestro bien, sino por el bien del amado, y haciéndolo así crecemos como personas. El ser humano, afirmó el Concilio Vaticano II, «no puede encontrar su plenitud si no es en la entrega sincera de sí mismo a los demás». A esto se refería santa Teresa del Niño Jesús cuando pedía hacer de nuestra vida un holocausto. El amor es la vocación humana. Todo nuestro comportamiento, para ser verdaderamente humano, debe manifestar la realidad de nuestro ser, realizando la vocación al amor. Como ha escrito San Juan Pablo II, «el hombre no puede vivir sin amor. Él permanece para sí mismo un ser incomprensible, su vida está privada de sentido si no se le revela el amor, si no se encuentra con el amor, si no lo experimenta y lo hace propio, si no participa en él vivamente».

El amor tiene su fundamento y su plenitud en el amor de Dios en Cristo. La persona es invitada a un diálogo con Dios. Uno existe por el amor de Dios que lo creó, y por el amor de Dios que lo conserva, «y sólo puede decirse que vive en la plenitud de la verdad cuando reconoce libremente este amor y se confía totalmente a su Creador» (Concilio Vaticano II): ésta es la razón más alta de su dignidad. El amor humano debe, por tanto, ser custodiado por el Amor divino, que es su fuente, en él encuentra su modelo y lo lleva a plenitud. Por todo esto, el amor, cuando es verdaderamente humano, ama con el corazón de Dios y abraza incluso a los enemigos. Si no es así, uno no ama de verdad. De aquí que la exigencia del don sincero de uno mismo devenga un precepto divino: «Vosotros, pues, sed perfectos como es perfecto vuestro Padre celestial» (Mt 5,48).


¿Medalla Milagrosa? «Un espíritu me atormentaba» por el esoterismo y hoy toda su familia es católica

 


¿Medalla Milagrosa? «Un espíritu me atormentaba» por el esoterismo y hoy toda su familia es católica

Misha Demidjuk fabrica juguetes de madera

Misha Demidjuk vive su fe en un pequeño pueblo francés donde tiene un taller de juguetes de madera

Misha Demidjuk es ahora un padre de familia numerosa con la que se ha retirado a un pequeño pueblo francés donde tiene un taller de originales juguetes de madera. El ancla de su vida es su fe católica pero durante muchos años fue arrastrado por corrientes extrañas debido a sus prácticas esotéricas y de chamanismo. Y fue precisamente debido a un espíritu que le atormentaba como acabó abrazando el catolicismo.

Su historia es convulsa y llena de vaivenes. Hijo de un padre comunista y una madre abducida por la Nueva Era, durante años vivió una vida de sol y sexo en Australia, después dirigió un bar en Mali. Pero tras una serie de accidentes que sufrió empezó a sentir un gran vacío en su vida que ni sus viajes ni sus experiencias por el mundo podían llenar.

Sin embargo, en esta búsqueda de un sentido erró a la hora de encontrar la verdad. Misha empezó a interesarse de manera profunda por el chamanismo y el esoterismo para intentar suplir este malestar y vacío que sentía en su vida.

Con el tiempo fue profundizando en estas prácticas hasta que empezó a entrar en contacto con espíritus. Y a la vez seguía participando en cursos de formación chamánica, donde precisamente conoció a su esposa Laetitia en 2005. Esta es por tanto una conversión en familia.

Sin embargo, Misha relata a Famille Chretienne que decidieron dejarlo todo al estar ya cansados de los gurús, por lo que se instalaron en un pequeño pueblo francés en los Alpes donde iban a gestionar una casa rural.


Misha tiene ahora un original taller de juguetes de madera

“En ese momento –cuenta él- un espíritu con el que había estado en contacto regresó para atormentarme. Así que decidimos quemar todo lo relacionado con el esoterismo que teníamos en casa, incluidos nuestros amuletos. Y nos fuimos sin nada”.

Pero nunca imaginaron lo que les iba a suceder a continuación. De manera involuntaria, Laetitia se había quedado con uno de los amuletos y al descubrirlo se rompió. En su interior hallaron una Medalla Milagrosa.

La Medalla Milagrosa es un regalo que la Virgen María hizo a Santa Catalina Labouré en 1830 en la rue du Bac de París y cuya devoción se extendió rápidamente por todo el mundo. En todo este tiempo numerosos milagros y hechos extraordinarios han rodeado a esta Medalla Milagrosa.

Con el permiso de la Iglesia, las primeras medallas se hicieron y distribuyeron en París en 1832. Aunque originalmente se conocía como la Medalla de la Inmaculada Concepción, se asoció con tantos milagros y bendiciones, que finalmente se popularizó como la Medalla Milagrosa. Y muchos cristianos que la poseen a día de hoy, todavía experimentan muchas de estas gracias.

Gracias a esto –confiesa Laetitia- “descubrimos la capilla de la rue du Bac y nos enviaron medallas bendecidas. Empezamos a rezar todo el tiempo: ‘¡Oh María, sin pecado concebida,  ruega por nosotros que recurrimos a ti”.

La Virgen no dejó de sorprender de este modo al matrimonio, sobre todo a Misha cuyo encuentro con María se produjo curiosamente mientras iba conduciendo su scooter. Mientras iba recitando esta oración de repente se llenó del amor de María. Fue una experiencia mística. Él asegura que sintió un amor “gigantesco, humano y maternal”, una gracia “sensacional”.

El siguiente paso de este matrimonio fue comprar una Biblia. Misha leyó el Antiguo Testamento y Laetitia el Nuevo.  Y juntos comenzaron a rezar.

“En el esoterismo todo se centra en la voluntad de la persona, pero en la Iglesia aprendemos a hacer la voluntad de Dios. Por eso me gusta mucho Juana de Arco: se arrodillaba y rezaba para hacer la voluntad de Dios, no la suya”.

Y según iban profundizando y conociendo la fe católica surgió en toda la familia el deseo de ser bautizados y pasar a formar parte de la Iglesia. “Estaba leyendo los Hechos de los Apóstoles con todos aquellos bautismos masivos, espontáneos, era lo que toda mi alma quería vivir”, afirma Laetitia conmovida.

En estecamino hacia la Iglesia encontraron ayuda en un monje y en el párroco de Bugarach, lugar en el que se instaló esta familia. Finalmente, Misha, Laetitia y sus hijos se bautizaron en 2014.



Y aunque su conversión ha sido tremenda la lucha espiritual siempre está ahí, aunque Dios siempre ha ido por delante abriendo camino.

En esta nueva vida la familia intenta poner a Dios en el centro en todos los momentos del día, también en el taller de juguete de madera. “Pongo mi trabajo en oración para dejar la puerta abierta a Dios. Ya sabes, el ora et labora”, afirma Misha.

En esta pandemia, los cimientos de su fe han sido puesto a prueba, pues como le ha ocurrido a millones de personas en todo el mundo con el confinamiento el negocio que tanto trabajo le costó poner en marcha se veía amenazado incluso con el cierre.

Sin embargo, Misha prometió realizar un exvoto con sus propias manos para entregarlo al Sagrado Corazón en Paray-le-Monial si le ayudaba a poder mantener su taller. Y ha recibido el ciento por uno. Tras publicar un vídeo en internet, como ya acostumbraba, mostrando sus juguetes de madera, este matrimonio se quedó admirado cuando vio que la cantidad de pedidos se disparó como nunca antes habían visto hasta tal punto que la capacidad del taller para fabricar estos juguetes quedó sobrepasada. “Seguiremos con las peregrinaciones –afirman sonriendo- porque todo lo que nos pasa está siempre firmado por la mano del Señor”.

Fuente: Religión en Libertad

viernes, 26 de febrero de 2021

Santo Evangelio 26 de Febrero 2021

 



Texto del Evangelio (Mt 5,20-26): 

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Os digo que, si vuestra justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el Reino de los cielos. Habéis oído que se dijo a los antepasados: ‘No matarás; y aquel que mate será reo ante el tribunal’. Pues yo os digo: Todo aquel que se encolerice contra su hermano, será reo ante el tribunal; pero el que llame a su hermano "imbécil", será reo ante el Sanedrín; y el que le llame "renegado", será reo de la gehenna de fuego.

»Si, pues, al presentar tu ofrenda en el altar te acuerdas entonces de que un hermano tuyo tiene algo contra ti, deja tu ofrenda allí, delante del altar, y vete primero a reconciliarte con tu hermano; luego vuelves y presentas tu ofrenda. Ponte enseguida a buenas con tu adversario mientras vas con él por el camino; no sea que tu adversario te entregue al juez y el juez al guardia, y te metan en la cárcel. Yo te aseguro: no saldrás de allí hasta que no hayas pagado el último céntimo».

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«Deja tu ofrenda allí, delante del altar, y vete primero a reconciliarte con tu hermano»


Fr. Thomas LANE

(Emmitsburg, Maryland, Estados Unidos)

Hoy, el Señor, al hablarnos de lo que ocurre en nuestros corazones, nos incita a convertirnos. El mandamiento dice «No matarás» (Mt 5,21), pero Jesús nos recuerda que existen otras formas de privar de la vida a los demás. Podemos privar de la vida a los demás abrigando en nuestro corazón una ira excesiva hacia ellos, o al no tratarlos con respeto e insultarlos («imbécil»; «renegado»: cf. Mt 5,22).

El Señor nos llama a ser personas íntegras: «Deja tu ofrenda allí, delante del altar, y vete primero a reconciliarte con tu hermano» (Mt 5,24), es decir, la fe que profesamos cuando celebramos la Liturgia debería influir en nuestra vida cotidiana y afectar a nuestra conducta. Por ello, Jesús nos pide que nos reconciliemos con nuestros enemigos. Un primer paso en el camino hacia la reconciliación es rogar por nuestros enemigos, como Jesús solicita. Si se nos hace difícil, entonces, sería bueno recordar y revivir en nuestra imaginación a Jesucristo muriendo por aquellos que nos disgustan. Si hemos sido seriamente dañados por otros, roguemos para que cicatrice el doloroso recuerdo y para conseguir la gracia de poder perdonar. Y, a la vez que rogamos, pidamos al Señor que retroceda con nosotros en el tiempo y lugar de la herida —reemplazándola con su amor— para que así seamos libres para poder perdonar.

En palabras de Benedicto XVI, «si queremos presentarnos ante Él, también debemos ponernos en camino para ir al encuentro unos de otros. Por eso, es necesario aprender la gran lección del perdón: no dejar que se insinúe en el corazón la polilla del resentimiento, sino abrir el corazón a la magnanimidad de la escucha del otro, abrir el corazón a la comprensión, a la posible aceptación de sus disculpas y al generoso ofrecimiento de las propias».


Frente al feminismo eclesial, la «vocación de lo femenino»: contundente respuesta de unas católicas


 Frente al feminismo eclesial, la «vocación de lo femenino»: contundente respuesta de unas católicas

Mujeres rezando

El manifiesto reivindica el verdadero papel tanto en la Iglesia como en la propia sociedad

El feminismo es una ideología que goza en estos momentos de un poder enorme en el ámbito político, social y cultural. Como un rodillo, todo aquel que no se pliega al pensamiento feminista corre el riesgo de ser aplastado en el ámbito público. Sus tentáculos también se extiendan al catolicismo, que sufre los envites desde fuera, y también en su interior, de una ideología que pretende destruir los cimientos en los que se sustenta la Iglesia Católica.

En Alemania justamente estos días un grupo feminista que se denomina católico y se llama Maria 2.0 ha imitado a Lutero y ha clavado siete tesis en las puertas de catedrales y templos alemanes.

Aunque Lutero nunca clavó sus tesis estas feministas reclaman una iglesia con justicia de género en la que todos tengan accesos a todos los cargos y donde además se existe una actitud que acoja la sexualidad autodeterminada y la abolición del celibato obligatorio.

Las feministas "católicas" alemanas han 'clavado' sus tesis radicales en iglesias y catedrales

Esta actitud tan acorde a la ideología que se va imponiendo contrasta, sin embargo, con un grupo de católicas francesas que han creado un manifiesto sobre “la vocación de lo femenino” y que hace una defensa completamente opuesta de la mujer que la realizada por feministas tanto eclesiales como extraeclesiales.

Más de 500 mujeres se han adherido ya a este manifiesto. Amas de casa, ingenieras, profesoras, estudiantes… Mujeres de todo tipo y condición que creen que “la obstinación por el matrimonio de los sacerdotes o el sacerdocio de la mujer son, para nosotras, síntomas de una grave crisis litúrgica enraizada en una crisis antropológica aún más profunda sobre la complementariedad de hombre y mujer”.

De este modo, estas mujeres católicas recuerdan que en “un momento en el que nos damos cuenta del peligro del clericalismo, paradójicamente olvidamos que las mujeres están excluidas de manera divina de la jerarquía eclesial por el bien de toda la Iglesia”.

Una "caricatura empobrecida"

En su opinión, “nunca hasta hoy la vocación de la mujer se había representado como una caricatura tan empobrecida”.

Además citan el Antiguo Testamento, como Dios utiliza para liberar a su pueblo a mujeres como Judit o Ester. Pero sobre recuerdan la Encarnación, donde “Dios nos da a su propio Hijo a través de la Virgen María” y en “ella el Amor de Dios encuentra su morada irrevocable”.

Por ello, en el manifiesto recalcan que ya sea uno “hombre o mujer tenemos una deuda con este sí femenino. Como resultado de esta respuesta, las mujeres en el cristianismo tienen su propia libertad de expresión y acción. Es justo recordar algunas figuras ilustres como Catalina de Siena o Juana de Arco, pero también reconocer las discretas intervenciones de las mujeres incluso en nuestra vida personal”.

Santa Catalina de Siena ha desempeñado un papel fundamental en la historia de la Iglesia

Por otro lado, señalan que la mujer es también educadora. “Queremos que nuestros hijos encuentren hitos claros en sus vocaciones como hombres y mujeres. No se debe alentar a las niñas a participar en un clima de lucha y demandas. Se les debe animar a desarrollar y dar cuenta de sus propios talentos y carismas. Deben recibir el hecho de ser mujer, por lo que significa: ¡una gracia notable!”, aseguran.

La complementariedad entre el hombre y la mujer

Pero además “en cuanto a los niños, -agrega el manifiesto- deben ser educados en el temor de Dios, en la entrega desinteresada de sí mismos, en el respeto y la admiración del cuerpo humano femenino y masculino. Hoy, para el desarrollo de la personalidad, estamos redescubriendo la necesidad de espacios de expresión propios de cada uno. Los niños y niñas también deben percibir el valor incondicional de la feminidad y la maternidad, encomendada a la paternidad y la masculinidad”.

El espíritu de este manifiesto es que las firmantes tienen claro que como “mujeres católicas, conscientes de nuestro privilegio mariano, elegimos poner nuestras energías y talentos al servicio de la complementariedad efectiva del hombre y la mujer”.

Y esto es así porque están convencidas de que su “vocación específica no es un espejo de la del hombre y no necesita ser ennoblecida por el servicio del altar”. En este sentido, creen que “así como un hombre tiene una deuda con la maternidad espiritual, expresamos nuestra gratitud por el servicio masculino al altar”.

“Somos conscientes de que nuestros pastores, para ser fieles a la llamada evangélica ya la tradición bíblica y eclesial, tienen que sufrir presiones y que aún tendrán mucho que sufrir. Les aseguramos nuestra oración y nuestro cariño fraterno para que su celibato ofrecido y unido al Único Sacrificio sea siempre fecundo”, concluye el manifiesto de estas mujeres católicas.

Fuente: Religión en Libertad

jueves, 25 de febrero de 2021

Santo Evangelio 25 de Febrero 2021

 


Texto del Evangelio (Mt 7,7-12):

 En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá. Porque todo el que pide recibe; el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. ¿O hay acaso alguno entre vosotros que al hijo que le pide pan le dé una piedra; o si le pide un pez, le dé una culebra? Si, pues, vosotros, siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará cosas buenas a los que se las pidan! Por tanto, todo cuanto queráis que os hagan los hombres, hacédselo también vosotros a ellos; porque ésta es la Ley y los Profetas».

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«Todo el que pide recibe; el que busca, halla»


Rev. D. Joaquim MESEGUER García

(Rubí, Barcelona, España)

Hoy, Jesús nos habla de la necesidad y del poder de la oración. No podemos entender la vida cristiana sin relación con Dios, y en esta relación, la oración ocupa un lugar central. Mientras vivimos en este mundo, los cristianos nos encontramos en un camino de peregrinaje, pero la oración nos acerca a Dios, nos abre las puertas de su amor inmenso y nos anticipa ya las delicias del cielo. Por esto, la vida cristiana es una continua petición y búsqueda: «Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá» (Mt 7,7), nos dice Jesús.

Al mismo tiempo, la oración va transformando el corazón de piedra en un corazón de carne: «Si, pues, vosotros, siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará cosas buenas a los que se las pidan!» (Mt 7,11). El mejor resumen que podemos pedir a Dios se encuentra en el Padrenuestro: «Venga a nosotros tu Reino, hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo» (cf. Mt 6,10). Por tanto, no podemos pedir en la oración cualquier cosa, sino aquello que sea realmente un bien. Nadie desea un daño para sí mismo; por esto, tampoco no lo podemos querer para los demás.

Hay quien se queja de que Dios no le escucha, porque no ve los resultados de manera inmediata o porque piensa que Dios no le ama. En casos así, no nos vendrá mal recordar este consejo de san Jerónimo: «Es cierto que Dios da a quien se lo pide, que quien busca encuentra, y a quien llama le abren: se ve claramente que aquel que no ha recibido, que no ha encontrado, ni tampoco le han abierto, es porque no ha pedido bien, no ha buscado bien, ni ha llamado bien a la puerta». Pidamos, pues, en primer lugar a Dios que haga bondadoso nuestro corazón como el de Jesucristo.


Spiriman, médico y activista youtuber, se cura del cáncer y cumple su promesa a la Virgen María

 


Spiriman, médico y activista youtuber, se cura del cáncer y cumple su promesa a la Virgen María

Spiriman, con el monumento a la Virgen de las Nieves al fondo en el pico Veleta

El médico Jesús Candel (Granada, 1976), muy conocido en las redes sociales como “Spiriman”, es un influencer a la vez popular y controvertido.

En 2016 activó a miles de personas en un movimiento pidiendo mejoras en la sanidad pública andaluza y en febrero de 2017 constituyó la Asociación Justicia por la Sanidad que tiene más de 15.000 socios. Su canal de YouTube desde entonces es inmensamente visitado.

Pero en los meses y años siguientes, por su vocabulario a menudo grosero, agresivo y poco matizado, fue denunciado muchas veces por injurias y delitos contra el honor. En marzo de 2020 explicaba en declaraciones a El Español, que aunque le han condenado 5 veces por injurias, él recurre las condenas.

“Solo tengo dos multas por lo civil de 5.000 euros cada una. A mí me da igual pagar 5.000 euros por dos multas, los otros asuntos están en el Tribunal Supremo y los ganaré”, detallaba en marzo.

En agosto le pronostican 4 meses de vida

Meses después, en agosto de 2020, el médico activista descubrió que estaba seriamente enfermo: el 4 de agosto, a punto de cumplir 44 años, le diagnosticaron un adenocarcinoma de pulmón con una metástasis en sus huesos y otros órganos. Asegura que le pronosticaron cuatro meses de vida.

Spiriman, casado, con cuatro hijos, y formado primero en un colegio de monjas y luego en uno del Opus Dei, rezó a la Virgen de las Nieves, patrona de Sierra Nevada. Le prometió que si se curaba acudiría a darle las gracias a la montaña, a su monumento junto al Pico del Veleta, en el lugar donde según la tradición salvó a una mujer atrapada en una nevada inconcebible en agosto.


Monumento de la Virgen de las Nieves junto al pico Veleta en Sierra Nevada

Con voz emocionada, tal y como recoge Cari Filii News, el médico ha grabado su vídeo agradecido desde la montaña. «Hoy he cumplido mi promesa porque le dije a la Virgen de las Nieves que, si llegaba lo que hoy me han notificado y lo que me han dicho, vendría a darle las gracias y a rezar», afirma. Su vídeo ha alcanzado más de 140.000 visionados en pocos días.

Una recuperación “espectacular e increíble”

El vídeo dura casi 7 minutos. El médico explica que su recuperación “ha sido espectacular, ha sido increíble”.

«El tumor ha desaparecido y las metástasis de mi cuerpo, de todos los huesos, esas vértebras que tenían lesiones líticas tremendas que incluso penetraban en el canal de la médula han desaparecido», ha explicado. «Yo me encontraba bien, fuerte y desde el minuto uno mi propósito era curarme».

Añade que desde el primer día que le diagnosticaron el cáncer «sólo visualicé el fin al que quería llegar y quería estar aquí rodeado de mi sierra», lugar al que suele acudir de excursión con su mujer e hijos.

Un lugar especial con la Virgen

El lugar de la aparición de la Virgen de las Nieves es para él especial y le ha dado fuerzas, asegura. Le da «esa fuerza que todos tenemos es capaz de hacer milagros, de conseguir lo que cada uno nos proponemos».

Admite que ha cometido «muchos errores» en su vida, pero que «se ha agarrado a las evidencias científicas» de estos seis meses de tratamiento contra el cáncer: radioterapia, inmunoterapia, quimioterapia, terapia dirigida…”

«Lo duro de esta enfermedad son los efectos secundarios que tenemos, pero que son pasajeros», ha detallado, puesto que muchas personas le han visto muy debilitado en vídeos anteriores.

A los enfermos de cáncer les da ánimos: «El cáncer es una experiencia de vida y que se puede superar».

Spiriman, un hombre impulsivo y quizá demasiado expresivo, que insistía siempre en que las denuncias por injurias no lo iban a cambiar, dice ahora que siente como que ha vuelto a nacer y está agradecido por ello.

Sabe que el cáncer siempre es algo que puede volver y que “no hay que bajar la guardia”, pero ahora piensa vivir mejor.

Segunda oportunidad, para vivir desde el amor

Asegura que esta segunda oportunidad la va a vivir «desde el amor», desde un amor que transforma “la ira, el odio, el rencor”. «Llamadlo como queráis, llamadlo infinito, yo lo llamo Dios», ha comentado. «Lo que tenéis que hacer es vivir, vivir desde la bondad infinita y desde esa energía que tenemos dentro que es capaz de cambiarlo todo», exhorta.

¿Hasta dónde llegará el cambio de un hombre que desde 2016 es un fenómeno de visitas en las redes sociales?

En 2012 puso en marcha la Fundación Spiribol para ayudar a niños con dificultades sociales. Con su popularidad en YouTube y en redes desde 2016, sus críticos le acusaron de ganar dinero con el alboroto y el lenguaje grosero.

En marzo respondía en El Español que “el dinero que me entra por Youtube lo dono para la gente que lo necesita, para la Fundación Spiribol, para la Asociación Justicia por la Sanidad (…). Es difícil que creáis esto, pero me da igual”.

“Mi hermano trabaja en Madrid es economista y abogado (…). A mucha gente le cuesta entender que alguien es feliz siendo médico y que aunque le sigan miles y miles de personas y tenga esa capacidad de enfrentarse a los políticos y de no tener miedo. Les cuesta creer que no haya algo detrás que lo mueve. Vivo de c*j*n*s y no necesito para nada el dinero“.

Eso era antes de la enfermedad. Después llegó el cáncer, la curación asombrosa y una declaración de nacer de nuevo. ¿Cómo será el nuevo Spiriman?

Publicado originariamente en Cari Filii News

Fuente: Religion en Libertad

miércoles, 24 de febrero de 2021

Santo Evangelio 24 de Febrero 2021

 


Texto del Evangelio (Lc 11,29-32): 

En aquel tiempo, habiéndose reunido la gente, Jesús comenzó a decir: «Esta generación es una generación malvada; pide una señal, y no se le dará otra señal que la señal de Jonás. Porque, así como Jonás fue señal para los ninivitas, así lo será el Hijo del hombre para esta generación. La reina del Mediodía se levantará en el Juicio con los hombres de esta generación y los condenará: porque ella vino de los confines de la tierra a oír la sabiduría de Salomón, y aquí hay algo más que Salomón. Los ninivitas se levantarán en el Juicio con esta generación y la condenarán; porque ellos se convirtieron por la predicación de Jonás, y aquí hay algo más que Jonás».


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«Así como Jonás fue señal para los ninivitas, así lo será el Hijo del hombre para esta generación»


Fr. Roger J. LANDRY

(Hyannis, Massachusetts, Estados Unidos)

Hoy, Jesús nos dice que la señal que dará a la “generación malvada” será Él mismo, como la “señal de Jonás” (cf. Lc 11,30). De la misma manera que Jonás dejó que lo arrojaran por la borda para calmar la tempestad que amenazaba con hundirlos —y, así, salvar la vida de la tripulación—, de igual modo permitió Jesús que le arrojasen por la borda para calmar las tempestades del pecado que hacen peligrar nuestras vidas. Y, de igual forma que Jonás pasó tres días en el vientre de la ballena antes de que ésta lo vomitara sano y salvo a tierra, así Jesús pasaría tres días en el seno de la tierra antes de abandonar la tumba (cf. Mt 12,40).

La señal que Jesús dará a los “malvados” de cada generación es su muerte y resurrección. Su muerte, aceptada libremente, es la señal del increíble amor de Dios por nosotros: Jesús dio su vida para salvar la nuestra. Y su resurrección de entre los muertos es la señal de su divino poder. Se trata de la señal más poderosa y conmovedora jamás dada.

Pero, además, Jesús es también la señal de Jonás en otro sentido. Jonás fue un icono y un medio de conversión. Cuando en su predicación «dentro de cuarenta días Nínive será destruida» (Jon 3,4) advierte a los ninivitas paganos, éstos se convierten, pues todos ellos —desde el rey hasta niños y animales— se cubren con arpillera y cenizas. Durante estos cuarenta días de Cuaresma, tenemos a alguien “mucho más grande que Jonás” (cf. Lc 11,32) predicando la conversión a todos nosotros: el propio Jesús. Por tanto, nuestra conversión debiera ser igualmente exhaustiva.

«Pues Jonás era un sirviente», escribe san Juan Crisóstomo en la persona de Jesucristo, «pero yo soy el Maestro; y él fue arrojado por la ballena, pero yo resucité de entre los muertos; y él proclamaba la destrucción, pero yo he venido a predicar la Buena Nueva y el Reino».

La semana pasada, el Miércoles de Ceniza, nos cubrimos con ceniza, y cada uno escuchó las palabras de la primera homilía de Jesucristo, «Arrepiéntete y cree en el Evangelio» (cf. Mc 1,15). La pregunta que debemos hacernos es: —¿Hemos respondido ya con una profunda conversión como la de los ninivitas y abrazado aquel Evangelio?


Estas 3 monjas «venerables» murieron una tras otra por ébola: se negaron a abandonar a los enfermos

 


Estas 3 monjas «venerables» murieron una tras otra por ébola: se negaron a abandonar a los enfermos

La hermana Dinarosa Belleri, a la izquierda, junto a otras dos hermanas de su congregación

El Papa Francisco declaró “venerables” este sábado a tres monjas italianas que murieron en el intervalo de tres semanas en lo que hoy es el Congo debido a la epidemia de ébola que azotó esta región en 1995, hasta la fecha uno de los brotes más potentes de esta enfermedad tremendamente grave y contagiosa.

Las tres religiosas pertenecían a la Congregación de las Hermanas de las Pobres, conocidas popularmente como las Hermanas Pobrecillas de Bérgamo y trabajaban en Kikwit, centro de la epidemia de 1995 y que dejó en aquella ocasión 315 casos con 250 fallecidos, entre ellas estas tres religiosas a las que el Papa ha reconocido las virtudes heroicas y otras tres religiosas más de su misma orden.

Aún pudiendo haber vuelto a Italia, estas monjas decidieron quedarse para ayudar y atender a los enfermos que iban llegando. Y siguieron el mismo camino que ellos sin importarles su propia seguridad. Esta entrega heroica de las religiosas no es nueva sino que ha sido una constante entre numerosos misioneros que no han dudado en poner en riesgo su vida. Esto mismo se pudo ver precisamente en la gravísima epidemia de ébola de 2014 que atrajo la atención mundial y en la que murieron dos misioneros españoles, Miguel Pajares y Manuel García Viejo, que fallecieron tras contagiarse en Liberia y Sierra Leona, respectivamente, atendiendo a enfermos del virus.

Las religiosas fallecidas, las tres ya reconocidas como venerables y las otras tres todavía en proceso, estaban en la primera línea de asistencia a los enfermos en el hospital de Kikwit cuando empezaron a llegar enfermos. Y entre abril y mayo de 1995 irían falleciendo una tras otra contagiadas por este virus.


La hermana Floralba Rondi fue la primera de las religiosas en morir

Las tres a las que Roma ha reconocido sus virtudes heroicas son la hermana Floralba Rondi (71 años), la primera en morir el 25 de abril de 1995. Era cariñosamente llamada por los africanos “mamá Mbuta” por su ternura con los enfermos; la hermana Clarangela Ghilardi (64 años), que falleció el 6 de mayo; y la hermana Dinarosa Belleri (59 años) que murió el 14 de mayo y que decía a todos: "Estoy aquí en África para seguir los pasos de mi fundador, es decir, para servir a los pobres".

Las otras tres monjas que murieron en aquel 1995 por el ébola fueron la hermana Danielangela Sorti (47 años), que dejó escrito en el reverso de una fotografía: “el amor pide amor”; sor Annelvira Ossoli, superiora provincial y conocida como “la mujer de la vida” por los habitantes del entonces Zaire debido a los muchos hijos a los que había ayudado a dar a luz durante décadas; y la hermana Vitarosa Zorza (51 años), que fue la última en morir el 28 de mayo y que decidió acudir a Kikwit a ayudar a sus hermanas sabiendo que podía morir: “¿Por qué debo tener miedo? Las demás están ahí y en este momento me necesitan”, aseguró.


La hermana Clarangela Ghilardi quiso cuidar de los enfermos hasta el final

En definitiva, estas humildes y hasta entonces desconocidas monjas no abandonaron las trincheras de la caridad. Decidieron seguir las enseñanzas de su fundador, el beato Luigi Maria Palazzolo, que pronto será canonizado: "Yo busco y recojo el deshecho de todos los demás, pues donde los demás actúan lo hacen mucho mejor que lo que yo lo podría hacer, pero adonde los demás no llegan yo trato de hacer algo como puedo”.

Tal y como recuerda el diario Avvenire, todo comenzó el 15 de marzo de 1995 cuando un hombre llamado Gaspar Menga regresó a casa febril después de haber pasado un día de trabajo en el campo, cerca de un pueblo no lejos de la comunidad donde vivían las monjas. Diez días después murió, desangrado por una misteriosa enfermedad. La misma suerte corrieron su hijo, su hermano y otros miembros de la familia.


A las pocas semanas, el hospital de Kikwit se llenó de moribundos. La hermana Floralba fue la primera misionera infectada y la primera en morir. Las hermanas informaron que se enfermó mientras atendía a un paciente que se encontraba en estado grave. La muerte ocurrió el 25 de abril. La hermana Vitarosa, en cambio, fue la última de las monjas en morir. En el diario de la comunidad se lee que asistió a las hermanas infectadas por el terrible virus y las alcanzó en el cielo, en la Casa del Padre, el 28 de mayo, fiesta de la Ascensión.

Años después, estas religiosas son todavía recordadas incluso por los científicos que investigan esta enfermedad. De hecho, una investigadora del CDC (Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades) de EEUU que viajó a esta ciudad congoleña de Kikwit afirmó de las monjas: "Esas mujeres, con su testimonio, hicieron lo que en ese momento nadie hubiera podido hacer: ¡salvar vidas con la vacuna del amor!”.


Fuente:Religión en Libertad

martes, 23 de febrero de 2021

Santo Evangelio 23 de Febrero 2021

 


Texto del Evangelio (Mt 6,7-15):

 En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Al orar, no charléis mucho, como los gentiles, que se figuran que por su palabrería van a ser escuchados. No seáis como ellos, porque vuestro Padre sabe lo que necesitáis antes de pedírselo.

»Vosotros, pues, orad así: ‘Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu Nombre; venga tu Reino; hágase tu Voluntad así en la tierra como en el cielo. Nuestro pan cotidiano dánosle hoy; y perdónanos nuestras deudas, así como nosotros hemos perdonado a nuestros deudores; y no nos dejes caer en tentación, mas líbranos del mal’. Que si vosotros perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; pero si no perdonáis a los hombres, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras ofensas».


«Al orar, no charléis mucho (...) porque vuestro Padre sabe lo que necesitáis»


Rev. D. Joaquim FAINÉ i Miralpech

(Tarragona, España)

Hoy, Jesús —que es el Hijo de Dios— me enseña a comportarme como un hijo de Dios. Un primer aspecto es el de la confianza cuando hablo con Él. Pero el Señor nos advierte: «No charléis mucho» (Mt 6,7). Y es que los hijos, cuando hablan con sus padres, no lo hacen con razonamientos complicados, ni diciendo muchas palabras, sino que con sencillez piden todo aquello que necesitan. Siempre tengo la confianza de ser escuchado porque Dios —que es Padre— me ama y me escucha. De hecho, orar no es informar a Dios, sino pedirle todo lo que necesito, ya que «vuestro Padre sabe lo que necesitáis antes de pedírselo» (Mt 6,8). No seré buen cristiano si no hago oración, como no puede ser buen hijo quien no habla habitualmente con sus padres.

El Padrenuestro es la oración que Jesús mismo nos ha enseñado, y es un resumen de la vida cristiana. Cada vez que rezo al Padre nuestro me dejo llevar de su mano y le pido aquello que necesito cada día para llegar a ser mejor hijo de Dios. Necesito no solamente el pan material, sino —sobre todo— el Pan del Cielo. «Pidamos que nunca nos falte el Pan de la Eucaristía». También aprender a perdonar y ser perdonados: «Para poder recibir el perdón que Dios nos ofrece, dirijámonos al Padre que nos ama», dicen las fórmulas introductorias al Padrenuestro de la Misa.

Durante la Cuaresma, la Iglesia me pide profundizar en la oración. «La oración, el coloquio con Dios, es el bien más alto, porque constituye (...) una unión con Él» (San Juan Crisóstomo). Señor, necesito aprender a rezar y a sacar consecuencias concretas para mi vida. Sobre todo, para vivir la virtud de la caridad: la oración me da fuerzas para vivirla cada día mejor. Por esto, pido diariamente que me ayude a disculpar tanto las pequeñas molestias de los otros, como perdonar las palabras y actitudes ofensivas y, sobre todo, a no tener rencores, y así podré decirle sinceramente que perdono de todo corazón a mis deudores. Lo podré conseguir porque me ayudará en todo momento la Madre de Dios.


Leopoldo López y sus años en prisión: con la oración «tuve momentos de muy intensa espiritualidad»



 Leopoldo López y sus años en prisión: con la oración «tuve momentos de muy intensa espiritualidad»

Leopoldo López, líder de la oposición en Venezuela: luchó por ir a misa en prisión

El 18 de febrero de 2014, miles de personas arroparon a Leopoldo López el día en el que el líder político de la oposición venezolana se entregaba a las autoridades chavistas para entrar en prisión. ¿El motivo? Participar en en movilizaciones pacíficas contra Nicolás Maduro. Su estancia de 3 años y medio en Ramo Verde fue una pesadilla. Durante semanas permaneció en una celda de 2x2 metros en aislamiento absoluto, y tan solo le permitían salir entre las 4:30 y las 6:00 de la madrugada.

La quiebra psicológica es una consecuencia directa en la mayoría de estos regímenes penitenciarios. No fue el caso de López: los ejercicios espirituales de San Ignacio le mantuvieron firme y esperanzado hasta su salida de prisión. Ahora habla con José María Ballester Esquivias en Alfa y Omega sobre su gran apoyo durante estos años: la fe católica.

Tal y como explica en la entrevista en este semanario, que por su interés les ofreceremos íntegra a continuación, "cuando hay un momento de necesidad o de temor, se reza con mayor intensidad, pero para mí la cárcel fue el inicio de una etapa espiritualmente distinta".

-¿De conversión?

-No diría de conversión. Lo planteo de forma más humilde, en el sentido de mayor profundidad e introspección, y, sobre todo, de mayor búsqueda de sentido de la oración, de la que se habla mucho, pero creo que se conoce poco: no es lo mismo ir a la Iglesia, comulgar, rezar unos padrenuestros, pedir por las necesidades o arrepentirse de las cosas que hemos hecho mal durante los últimos días, meses o años que buscar en la oración un proceso de comunicación. Es un proceso en el que al final conversas contigo mismo, pero en el que planteas la intermediación de Dios. En la medida en que uno se adentra en la oración, encuentra más sentido a ese proceso. Eso es lo que encontré en ese periodo que me tocó en la cárcel.

-Y gracias a san Ignacio y sus ejercicios. ¿Por qué el santo de Loyola?

-Primero, había leído mucho sobre la experiencia en la cárcel de muchas personas: de Mandela, del cardenal François-Xavier Nguyen Van Thuan, de Luther King y de otros. Por eso sabía que el tema de la oración esta siempre allí presente.

- Volvamos a san Ignacio.

- A lo largo de mi formación como creyente estudié con sacerdotes jesuitas en la universidad. De hecho, comencé un doctorado en Teología en Harvard, que después no continué. Y tenía siempre el tema de la curiosidad por los ejercicios espirituales. Y también había un dato histórico. Me llamaban mucho la atención tres cosas de la figura de san Ignacio. La primera es su condición de fundador de los jesuitas, por cuya labor y trabajo social siento mucha admiración. La segunda, su vida inicial de guerrero, la de un soldado que fue herido, lo que le llevó a un momento de introspección en las cuevas y el proceso que tuvo en Pamplona. Y lo tercero, que fue el referente de la Contrarreforma; un cambio de paradigma en el que el protestantismo estaba desafiando con una visión muy atractiva: la intermediación directa con Dios, sin necesidad de Iglesia ni sacerdote para interpretar la Biblia o tener una conversación directa. En ese contexto, san Ignacio se convierte en la figura dentro de la Iglesia católica que plantea un esquema de introspección y de oración que, de alguna manera, propone un itinerario de comunicación directa sin por ello cuestionar la estructura de la Iglesia. Eso es lo que me llamó la atención de san Ignacio.

-Sus ejercicios espirituales están previstos para un mes. En su caso fueron años.

-Fueron años. Yo no los pude hacer estrictamente como están planteados. Al principio de mi estancia en la cárcel tuve que luchar para que me dejaran ir a Misa porque no me permitían salir de la celda. Al final logré que me dejaran ir, con custodia –nunca podía ir solo– a un banco reservado, con dos funcionarios de inteligencia a cada lado. Pero pude tener contacto con un sacerdote y le pedí ayuda.

-¿Cómo le ayudó?

-Tuve con él tres o cuatro sesiones, me consiguió un libro. Los ejercicios requieren la mediación de un sacerdote porque tienen mucha conversación. Eso lo hice parcialmente, pero aquel libro me sirvió de guía. Creo que son ejercicios muy interesantes porque comienzan haciendo una retrospectiva de lo que ha sido tu vida espiritual. Recuerdo el primer ejercicio, que indicaba hacer un diagrama donde en el eje de la y se pone la intensidad espiritual y en el de la x, el tiempo. De ahí sale el momento de mayor intensidad espiritual desde que se tiene uso de razón.

-¿Cuál fue el suyo?

- Por supuesto, para mí fue el de mi Primera Comunión. Te das cuenta cómo la relación espiritual tiene sus picos y sus valles. Haces como la película de tu vida. Como tenía mucho tiempo, fue un proceso profundo y de mucha ayuda. Luego hay una serie de ejercicios que se hacen. Imagina que estás rezando y que te proyectas hacia arriba. Ves como un mapa, te ven, está la gente que quieres. Empiezas a tener una relación con el entorno y con los lugares, que te va focalizando. Una ayuda para saber plantear la oración.

-Y recordó lo que le dijo un sacerdote amigo suyo…

- Sí, Carlos Torra, un párroco de Chacao, municipio del que yo fui alcalde. Me dijo que la gente rezaba por tres razones: por el temor, por la necesidad o por el agradecimiento. Y la más profunda es el agradecimiento. Por eso tomé la decisión de rezar y plantear los ejercicios desde el agradecimiento.

- Hasta la detención, tuvo una vida más o menos estable.

- Soy una persona que ha tenido mucha suerte en el sentido de que crecí con mis dos padres, que siguen vivos; tengo a mis hermanas, recibí educación y oportunidades; decidí entrar en política por vocación, lo cual es una bendición… Por eso la adversidad de la cárcel se puede vivir desde el agradecimiento. Por el momento y la prueba que me había tocado pasar.


-Así las cosas, ¿cómo le ayudaron los ejercicios a mantener la moral alta? El machaque psicológico que padeció fue constante. ¿Con la fe?

-La fe puede ser un abstracto en el sentido de propósito. Pero hay varias oraciones en los ejercicios en las que pides a Dios que te guíe con los propósitos que tiene para ti. Si uno asume eso con humildad…

-El hecho de humillarse ante Dios.

-Ayuda mucho. No lo entendí hasta que pasé por este trance. No es fácil.

-Otro de los propósitos de los ejercicios, según una web especializada, es «romper las ataduras que nos impiden ser verdaderamente libres». ¿Para usted suena a sarcasmo?

-Es que al final del día se pone en contexto lo que significa la palabra libertad. Yo no sabía qué era la libertad hasta que estuve preso. La entendí estando preso en una celda de dos metros por tres, con candado, durante una semana, dos, tres, dos meses, tres meses, un año, dos años, tres años… Ahí entendí lo que era la libertad por no tenerla. Pero de igual manera se entiende que la libertad tiene otra dimensión y no solo la del desplazamiento físico.

-Se refiere a la libertad de espíritu.

-En la cárcel, y lo digo con sinceridad, siempre me sentí libre. Por eso titulé mi libro Preso, pero libre. No es lo mismo estar preso por cometer un delito que implica arrepentimiento –esa es la idea de la cárcel– que por unas ideas políticas. Y cuando se está preso por unas ideas en las que crees profundamente, se convierte en un proceso de reivindicación de esas ideas. Estar tranquilo con la idea de sacrificarse –no sin esperar nada a cambio–, eso es otra cosa de la que aprendí mucho.

[…]

-Otro propósito de los ejercicios consiste en descubrir el rostro de Dios. ¿Lo descubrió?

-Sí. Tuve momentos de intensidad espiritual, siendo el más importante mi huelga de hambre de 28 días: solicitaba la convocatoria de unas elecciones parlamentarias que luego ganamos. Evidentemente el ayuno también debe de tener algún tipo de impacto fisiológico en el cuerpo. Pero para mí fueron momentos de muy intensa espiritualidad que intenté mantener después de salir de la cárcel. No es lo mismo. La vida es larga y tiene distintas etapas. Lo importante es que uno esté preparado…

… ¿para entregar su alma a Dios?

Sí, sí. Y con humildad.

-San Ignacio también citaba entre los propósitos de los ejercicios los de «examinar la conciencia y disponer el alma para quitar las afecciones desordenadas como los apegos y los egoísmos». ¿Se pueden erradicar los apegos y los egoísmos en la oposición venezolana? En Europa, de modo especial en ámbitos políticos, produce algo de hartazgo e irritación la división que impera en los grupos opositores a los regímenes como el venezolano o el cubano.

-Sin duda. Primero, el tema unitario no es un tema sencillo. Por supuesto que para poder construirlo hay que estar dispuesto a los desapegos en todos los sentidos. Es decir, la posición que uno tiene no es necesariamente la que pueda salir. Y muchas veces la mejor posición no es la que tenga la mejor argumentación, sino la que tenga mayor consenso. Uno tiene que entender eso en algunos momentos. Y creo que ayuda.

[…]

-De la oposición al clero. ¿Cómo valora papel de la Conferencia Episcopal durante estos años?

-La Conferencia Episcopal, y la Iglesia en general, ha asumido un desafío gigantesco de mantenerse como un vínculo con la gente más necesitada. Las circunstancias los han llevado a multiplicar su capacidad de ayuda en las parroquias. Ha habido casos extraordinarios de trabajos sociales, con parroquias que entregan miles de almuerzos diarios.

¿Y en relación con la dictadura?

Una posición de denuncia respecto de lo que significa la dictadura en todas sus dimensiones, pero centrada en lo que son las violaciones a los derechos humanos con una actitud muy firme. La Iglesia ha sido una luz de guía. La situación requiere referentes morales que hablen claro y que puedan traducir la complejidad de la política y lo puedan valientemente presentar ante todos los creyentes durante las Misas y los eventos, como se ha venido haciendo.

[…]

¿Qué pasó con la talla de la Virgen de Coromoto, patrona de Caracas, que su mujer le llevó a la cárcel?

La tenemos en la casa de Caracas. En Madrid tenemos otra talla, la de una virgen de mucha devoción en Venezuela: la Divina Pastora. Es la que más devoción suscita después de la de Guadalupe.

 


Fuente: Religión en Libertad


lunes, 22 de febrero de 2021

Santo Evangelio 22 de Febrero 2021

 


Texto del Evangelio (Mt 16,13-19): 

En aquel tiempo, llegado Jesús a la región de Cesarea de Filipo, hizo esta pregunta a sus discípulos: «¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre?». Ellos dijeron: «Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías, otros, que Jeremías o uno de los profetas». Díceles Él: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?». Simón Pedro contestó: «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo».

Replicando Jesús le dijo: «Bienaventurado eres Simón, hijo de Jonás, porque no te ha revelado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. A ti te daré las llaves del Reino de los Cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos».


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«Y yo te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia»


Rev. D. Antoni CAROL i Hostench

(Sant Cugat del Vallès, Barcelona, España)

Hoy celebramos la Cátedra de san Pedro. Desde el siglo IV, con esta celebración se quiere destacar el hecho de que —como un don de Jesucristo para nosotros— el edificio de su Iglesia se apoya sobre el Príncipe de los Apóstoles, quien goza de una ayuda divina peculiar para realizar esa misión. Así lo manifestó el Señor en Cesarea de Filipo: «Yo te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia» (Mt 16,18). En efecto, «es escogido sólo Pedro para ser antepuesto a la vocación de todas las naciones, a todos los Apóstoles y a todos los padres de la Iglesia» (San León Magno).

Desde su inicio, la Iglesia se ha beneficiado del ministerio petrino de manera que san Pedro y sus sucesores han presidido la caridad, han sido fuente de unidad y, muy especialmente, han tenido la misión de confirmar en la verdad a sus hermanos.

Jesús, una vez resucitado, confirmó esta misión a Simón Pedro. Él, que profundamente arrepentido ya había llorado su triple negación ante Jesús, ahora hace una triple manifestación de amor: «Señor, tú lo sabes todo, tú sabes que te amo» (Jn 21,17). Entonces, el Apóstol vio con consuelo cómo Jesucristo no se desdijo de él y, por tres veces, lo confirmó en el ministerio que antes le había sido anunciado: «Apacienta mis ovejas» (Jn 21,16.17).

Esta potestad no es por mérito propio, como tampoco lo fue la declaración de fe de Simón en Cesarea: «No te ha revelado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos» (Mt 16,17). Sí, se trata de una autoridad con potestad suprema recibida para servir. Es por esto que el Romano Pontífice, cuando firma sus escritos, lo hace con el siguiente título honorífico: Servus servorum Dei.

Se trata, por tanto, de un poder para servir la causa de la unidad fundamentada sobre la verdad. Hagamos el propósito de rezar por el Sucesor de Pedro, de prestar atento obsequio a sus palabras y de agradecer a Dios este gran regalo.


Un exorcista alerta sobre lo «horrible» del infierno: hasta los demonios se aferran para no volver

 


Un exorcista alerta sobre lo «horrible» del infierno: hasta los demonios se aferran para no volver

Stephen Rossetti tiene una amplia experiencia como exorcista y como formador de exorcistas

Tras 12 años como exorcista en la Archidiócesis de Washington, en pleno corazón de Occidente, y otros tanto entrenando a exorcistas y los equipos de laicos que ayudan a los sacerdotes en los exorcistas, el padre Stephen J. Rossetti tiene un gran conocimiento sobre los demonios y sus formas de actuar.

Sus cientos de sesiones de exorcismos y oraciones de liberación han permitido a este sacerdote tener un conocimiento exhaustivo del enemigo. Y por ello, alerta a los creyentes sobre el infierno, y el sufrimiento que allí espera al que llega.

El padre Rossetti, uno de los grandes expertos en Psicología en la Iglesia en EEUU y profesor en la Universidad Católica de América, se centra en Catholic Exorcism en los demonios y su relación con el infierno, todo ello mediante experiencias que ha experimentado en sus años de exorcista.

“Los demonios quieren aferrarse a su gente poseída. Una y otra vez durante un exorcismo se quejan y dicen que no quieren irse, como hicieron en una sesión hace un par de semanas. Me recuerda a los demonios "Legión" que le suplicaron a Jesús, mientras los exorcizaba, que pudieran entrar en los cerdos. Al parecer, no quieren volver al infierno”, explica este religioso.



El Infierno, pintado por Peeter Huys en 1570 / Museo Nacional del Prado

Sin embargo, el padre Rossetti recuerda que “el infierno es el lugar que ellos mismos crearon”. Y afirma esto por un hecho bien conocido entre los exorcistas y que ocurrió durante una sesión. “El sacerdote estaba ordenando a los demonios que regresaran al infierno, el lugar que dijo que Dios había hecho para ellos. El demonio respondió: ‘Estúpido sacerdote. Dios no creó el infierno. Nunca hubiera pensado en un lugar así. Lo hicimos nosotros’. Por eso el infierno es tan horrible; fue hecho por demonios”, relata.

El padre Rossetti señala también en el curso de un exorcismo a menudo es muy difícil expulsar a los demonios pues “se aferran tenazmente”. Durante una sesión –explica- “un demonio pidió hacer un trato conmigo; esperaba quedarse un poco más. Le respondí: ‘¿Quieres un trato? Te daré un trato. Te vas. Ese es el trato’. El demonio se fue esa tarde’”.

Según su experiencia, pero también la de cualquier exorcista que se haya enfrentado a casos graves, “los demonios intentarán todos los trucos del libro para quedarse. Se esconderán y te harán pensar que se han ido. Intentarán evitar que el poseído asista a las sesiones. En las sesiones mismas rogarán y suplicarán, o, a la inversa, actuarán como si no les molestara nada. Una de sus frases favoritas es: ‘nunca nos iremos". Pero se van”.

Pero además, el padre Rossetti cuenta que “los demonios actúan como bestias desesperadas que enfrentan su propia destrucción. Se agitarán y gritarán. Todavía puedo escuchar las palabras del propio Lucifer cuando fue expulsado personalmente por la Virgen María. Gritó, "Noooooooo" tres veces. Y luego se fue”.

Y para concluir alerta de un hecho muy serio: “Lucifer y sus secuaces mismos, no Dios, hicieron el infierno. Es un lugar indescriptiblemente horrible. Los demonios hacen todo lo que pueden para evitar volver”.

Fuente;Religion en libertad

domingo, 21 de febrero de 2021

Santo Evangelio 21 de Febrero 2021

 


Texto del Evangelio (Mc 1,12-15): 

En aquel tiempo, el Espíritu empujó a Jesús al desierto, y permaneció en el desierto cuarenta días, siendo tentado por Satanás. Estaba entre los animales del campo y los ángeles le servían. Después que Juan fue entregado, marchó Jesús a Galilea; y proclamaba la Buena Nueva de Dios: «El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; convertíos y creed en la Buena Nueva».

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«El Espíritu empujó a Jesús al desierto, y permaneció en el desierto cuarenta días, siendo tentado por Satanás»


+ Rev. D. Joan MARQUÉS i Suriñach

(Vilamarí, Girona, España)

Hoy, la Iglesia celebra la liturgia del Primer Domingo de Cuaresma. El Evangelio presenta a Jesús preparándose para la vida pública. Va al desierto donde pasa cuarenta días haciendo oración y penitencia. Allá es tentado por Satanás.

Nosotros nos hemos de preparar para la Pascua. Satanás es nuestro gran enemigo. Hay personas que no creen en él, dicen que es un producto de nuestra fantasía, o que es el mal en abstracto, diluido en las personas y en el mundo. ¡No!

La Sagrada Escritura habla de él muchas veces como de un ser espiritual y concreto. Es un ángel caído. Jesús lo define diciendo: «Es mentiroso y padre de la mentira» (Jn 8,44). San Pedro lo compara con un león rugiente: «Vuestro adversario, el Diablo, ronda como león rugiente buscando a quién devorar. Resistidle firmes en la fe» (1Pe 5,8). Y Pablo VI enseña: «El Demonio es el enemigo número uno, es el tentador por excelencia. Sabemos que este ser obscuro y perturbador existe realmente y que continúa actuando».

¿Cómo? Mintiendo, engañando. Donde hay mentira o engaño, allí hay acción diabólica. «La más grande victoria del Demonio es hacer creer que no existe» (Baudelaire). Y, ¿cómo miente? Nos presenta acciones perversas como si fuesen buenas; nos estimula a hacer obras malas; y, en tercer lugar, nos sugiere razones para justificar los pecados. Después de engañarnos, nos llena de inquietud y de tristeza. ¿No tienes experiencia de eso?

¿Nuestra actitud ante la tentación? Antes: vigilar, rezar y evitar las ocasiones. Durante: resistencia directa o indirecta. Después: si has vencido, dar gracias a Dios. Si no has vencido, pedir perdón y adquirir experiencia. ¿Cuál ha sido tu actitud hasta ahora?

La Virgen María aplastó la cabeza de la serpiente infernal. Que Ella nos dé fortaleza para superar las tentaciones de cada día.

Esta monja no era católica y la misa le parecía un «espectáculo»... hasta que alguien la arrodilló

 


Esta monja no era católica y la misa le parecía un «espectáculo»... hasta que alguien la arrodilló

María de Betania, dominica de Nashville

La hermana María de Betania ni siquiera era católica y ahora es una feliz religiosa dominica

La Mary Bethany (María de Betania) es una de las numerosísimas jóvenes monjas que llenan el monasterio de las dominicas de Nashville, uno de los mayores fenómenos vocacionales que hay en estos momentos, y que cada vez atrae a más chicas que quieren entregar su vida a Dios.

Ella nunca imaginó que acabaría siendo monja, sobre todo porque ni siquiera era católica. Cuando era una adulta joven se bautizó, confirmó y recibió la Eucaristía durante una Vigilia Pascual. Se había enamorado de casualidad de un Dios al que apenas conocía y en el santuario de la Medalla Milagrosa de París tuvo la certeza de que estaba claramente llamada a ser católica.

“Mi camino hacia el convento está íntimamente ligado a mi camino hacia la Iglesia Católica”, cuenta en la web de las dominicas de Nashville.

Hasta la Educación Secundaria no era consciente de la existencia de Dios. Ella misma relata que “una maestra de teatro en la escuela de artes escénicas a la que asistí fue la primera que compartió conmigo las verdades más básicas de nuestra fe. Muy rápidamente me enamoré perdidamente de Dios y cuando se lo dije a ella, recuerdo claramente que un día me preguntó: ‘¿no te irás a convertir en monja, verdad?’. Me apresuré a responder: "¡Ni siquiera soy católica!".

La conversión en la Medalla Milagrosa de París

Tras acabar Secundaria pudo realizar un programa de intercambio de una escuela de danza y viajó a Inglaterra durante seis semanas. Fue ya casi al final de su estancia allí donde un amigo le invitó a misa por primera vez. Desde su perspectiva artística, pero sin conocimiento alguno de la fe y la liturgia, asegura que quedó impresionada y lo veía como un “espectáculo” fabuloso por las “coreografías, vestuario y canciones fascinantes”. De hecho, quería ir a misa una y otra vez así que antes de volver a su casa fue a todas las Eucaristías que pudo.


Pero la verdadera conversión de la Hermana María de Betania se produjo en el santuario parisino de la Medalla Milagrosa. Era 1999, se celebraba la fiesta de los santos Pedro y Pablo, estaba sentada en el último banco y los fieles volvían a sus asientos tras comulgar.

Como hacía cada vez que iba a misa ella se queda sentada disfrutando del “espectáculo”. Pero algo ocurrió ese día. “Un completo desconocido que estaba arrodillado junto a mí, me sonrió, tomó mi brazo con su mano y suavemente me puso de rodillas también”, recuerda.

De este modo, la ahora monja señala que “en el instante en el que mis rodillas tocaron el reclinatorio de repente me di cuenta de toda la verdad, que esto no era sólo un ‘espectáculo’ y que el hombre clavado en la cruz ante mí no sólo había extendido sus brazos para ‘aquellos católicos’ sino también para mí”.

Igualmente, la Hermana María de Betania asegura que en ese instante “también supe que la estatua de la mujer con sus brazos extendidos hacia mí, a quien los católicos llamaban María, fue la que me llevó a su Hijo. Sobre todo, supe que Jesús estaba realmente en la pequeña ‘caja’ de oro y que sólo una cosa me impedía recibir a Dios dentro de mí: el bautismo”.

Así que así fue como el 22 de abril del año 2000 en la Vigilia Pascual, “una noche gloriosa que nunca olvidaré”, entró a formar parte de la Iglesia y recibió a Jesús por primera vez.

Del bautismo a la vocación

“Desde la primera vez que me plantearon la cuestión de la vocación religiosa, el deseo de entregar mi vida a Dios como religiosa fue creciendo. Después de mi bautismo, mi corazón estaba verdaderamente lleno de gratitud y supe que nunca podría devolverle el gozo que me había dado en mi fe. También estaba segura de que solo Él podía satisfacer mi corazón. No podía imaginar un novio más perfecto”, explica.


Gracias a un amigo sacerdote conoció a las hermanas dominicas de Nashville. Estaba convencida de entregar su vida a Dios, pero quería elegir bien dónde.

“Conduje hasta el convento y decidí ‘entrevistar’ a las Hermanas con preguntas diseñadas para ayudarme a evaluar si su comunidad era una buena opción para mí. Les expliqué que estaba buscando tres cosas en la congregación a la que sentía que Dios me estaba llamando a unirme: un amor profundo por la Eucaristía con el Santo Sacrificio de la Misa como fuente y cumbre del día; una verdadera devoción a María manifestada llevando el rosario y rezando juntos el rosario todos los días como comunidad; y un amor por nuestro Santo Padre y un gran deseo de difundir la gran noticia de nuestra fe católica al mundo entero, particularmente a los jóvenes. Cuando las Hermanas me escucharon decir estas tres cosas, sonrieron y dijeron: ‘Tenemos esas tres’. ¡Solo entonces accedí a sentarme y escuchar más!”, relata María de Betania.

Finalmente en 2003 ingresó en este convento y en 2010 profesó sus votos perpetuos. Por ello, afirma convencida que “la mejor decisión que he tomado en mi vida ha sido convertirme en católica. La segunda fue ingresar en el convento”.

“Todos los días, cuando me pongo el santo hábito de Santo Domingo Dios me sigue asombrando por el amor tan tierno que tiene por cada uno de nosotros. ¡Él verdaderamente ha derramado su bondad sobre mí y estoy llena de gozo sabiendo que soy totalmente suya”, concluye.


Fuente: Religión en Libertad

sábado, 20 de febrero de 2021

Santo Evangelio 20 de Febrero 2021

 


Texto del Evangelio (Lc 5,27-32): 

En aquel tiempo, Jesús salió y vio a un publicano llamado Leví, sentado en el despacho de impuestos, y le dijo: «Sígueme». El, dejándolo todo, se levantó y le siguió. Leví le ofreció en su casa un gran banquete. Había un gran número de publicanos, y de otros que estaban a la mesa con ellos. Los fariseos y sus escribas murmuraban diciendo a los discípulos: «¿Por qué coméis y bebéis con los publicanos y pecadores?». Les respondió Jesús: «No necesitan médico los que están sanos, sino los que están mal. No he venido a llamar a conversión a justos, sino a pecadores».

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«No he venido a llamar a conversión a justos, sino a pecadores»


Rev. D. Joan Carles MONTSERRAT i Pulido

(Cerdanyola del Vallès, Barcelona, España)

Hoy vemos cómo avanza la Cuaresma y la intensidad de la conversión a la que el Señor nos llama. La figura del apóstol y evangelista Mateo es muy representativa de quienes podemos llegar a pensar que, por causa de nuestro historial, o por los pecados personales o situaciones complicadas, es difícil que el Señor se fije en nosotros para colaborar con Él.

Pues bien, Jesucristo, para sacarnos toda duda nos pone como primer evangelista el cobrador de impuestos Leví, a quien le dice sin más: «Sígueme» (Lc 5,27). Con él hace exactamente lo contrario de lo que una mentalidad “prudente” pudiera considerar si quisiéramos aparentar ser “políticamente correctos”. Leví —en cambio— venía de un mundo donde padecía el rechazo de todos sus compatriotas, ya que se le consideraba, sólo por el hecho de ser publicano, colaboracionista de los romanos y, posiblemente, defraudador por las “comisiones”, el que ahogaba a los pobres para cobrarles los impuestos, en fin, un pecador público.

A los que se consideraban perfectos no se les podía pasar por la cabeza que Jesús no solamente le llamara a seguirlo, sino ni tan sólo a sentarse en la misma mesa.

Pero con esta actitud de escogerlo, Nuestro Señor Jesucristo nos dice que más bien es este tipo de gente de quien le gusta servirse para extender su Reino; ha escogido a los malvados, a los pecadores, a los que no se creen justos: «Para confundir a los fuertes, ha escogido a los que son débiles a los ojos del mundo» (1Cor 1,27). Son éstos los que necesitan al médico, y sobre todo, ellos son los que entenderán que los otros lo necesiten.

Hemos de huir, pues, de pensar que Dios quiere expedientes limpios e inmaculados para servirle. Este expediente sólo lo preparó para Nuestra Madre. Pero para nosotros, sujetos de la salvación de Dios y protagonistas de la Cuaresma, Dios quiere un corazón contrito y humillado. Precisamente, «Dios te ha escogido débil para darte su propio poder» (San Agustín). Éste es el tipo de gente que, como dice el salmista, Dios no menosprecia.