miércoles, 16 de julio de 2025

Ascenso de grado masón: el rito de quienes «desafiaron a los obispos de Roma» con renuncias a la fe



 Ascenso de grado masón: el rito de quienes «desafiaron a los obispos de Roma» con renuncias a la fe

Preparación de un rito en una logia masónica.

Adrián Ortega formó parte de la masonería en México y Estados Unidos. Ha hablado de ello tras su salida.

Son pocos los que ingresan en la masonería y, al renunciar, desvelan los secretos aprendidos durante su paso por la secta. Cada cierto tiempo, quienes renuncian se atreven a dar a conocer los misterios de una organización que ha operado en la sombra durante siglos, y muchos de ellos tienden a centrarse en el carácter luciferino de esta organización. Es el caso de Adrián Ortega, que ha relatado su paso por la masonería en el canal Que no te la cuenten, detallando costumbres y fragmentos de ritos que desdicen la aparente candidez con la que la masonería dice mirar a la Iglesia: desde la misma iniciación, dice, “hay renuncias específicas a la fe”.

El católico converso recuerda que fue el regalo de un familiar, un emblema masónico, lo que le abriría las puertas de la secta después de que un “hermano” le preguntase al respecto en la oficina. El curioso, por entonces lejos de la fe, fue invitado y posteriormente iniciado en la Gran Logia Valle de México, donde asistió a sus primeras reuniones y tenidas.

Al principio no veía mayor problema, convencido de la buena relación que reinaba entre los académicos, políticos o albañiles que integraban conjuntamente la logia filantrópica.

Ausencia de verdad: "Una doctrina luciferina"

Sin embargo, por su pasado católico, no pudo evitar sorprenderse ante la inexistencia de una verdad absoluta y su sustitución por un “relativismo y sincretismo” predominantes en la masonería. Tiempo después, su conclusión sobre ella no deja lugar a dudas.

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“Es una doctrina luciferina y una religión disfrazada de hermandad en contra de la doctrina de la Iglesia”, define hoy.


Los signos visibles de alerta comenzaron en el mismo ritual de iniciación, sin que él se diese cuenta al principio.

“Tiene cosas ocultas, de las que uno no se da cuenta hasta después”, menciona.

El despojo de todo signo religioso o sacramental visible o la equiparación de la luz iniciática con el bautismo son solo algunas de “ciertas cosas muy específicas para que la persona, en lo oculto, renuncie a su fe”.

Trabajando para Satanás sin saberlo 

El exmasón, converso en un retiro hacía tiempo, terminó tomando conciencia de cómo, integrando la masonería, estaba formando parte de la bestia descrita en el Apocalipsis, sin una sola duda de que “la mayoría de los masones ignoran que están trabajando para Satanás”, como reitera su conocido exmasón Abad Gallardo.

Otro de los indicativos es para él “la unión de elementos” contradictorios entre sí, pues “no puede ser que un católico, que piensa que Jesús es Dios, y otro que piensa que Buda es Dios, tengan la verdad”.

O incluso los juramentos de los rituales: “Muchos masones podrían decir que esos juramentos son solamente simbólicos. Pero los católicos tenemos que tener en cuenta que todo simbolismo apunta a realidades visibles e invisibles y también la masonería tiene eso, apunta realidades también invisibles”.

Integrando la primera bestia del Apocalipsis

Cada vez eran más los signos que le hacían pensar que la masonería podía ser fácilmente asimilable a lo descrito en la primera bestia del Apocalipsis, a lo que se agregaban aparentes pruebas y chantajes en los ritos de iniciación.

En uno de ellos, le hicieron prometer que no se arrodillaría ante nadie o, sin saberlo, firmar que fue el responsable de inocular un virus informático en el sistema electoral.

Conforme concluía el rito y se acercaba su recibimiento en la organización percibió “un cambio radical e interno” en el alma.

“Empecé a tener rabia contra la iglesia sin darme cuenta, a criticar a los sacerdotes y decirles cosas que no debía”.

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Cediendo la propia voluntad 

Pronto comprendió que lo que estaba en juego era su libertad misma.

“Lo que se jura, lo que se entrega [en cada grado] es la voluntad. Esa es otra de las cosas que en el esoterismo uno no se da cuenta. Eso es lo único que tenemos nosotros, nuestra voluntad. Todo lo demás es prestado. Y al ir de grado en grado, uno cede su voluntad en los juramentos y en las cosas que va a decir y hacer con ellos. Todo eso es lo esotérico, eso es lo oculto, para Satanás”, explica.

Uno de los pronunciamientos más destacados y directos que el exmasón hizo en Que no te la cuenten fue la lectura del ritual del rito escocés antiguo y aceptado del grado 30, al que “por gracia de Dios ni llegó ni querría llegar jamás”.

Un ritual en el que se encuentran juramentos y menciones como: “Hermano mío, ¿deseas unirte a una orden que ha trabajado en silencio y en las sombras de más de 500 años? El rito antiguo y aceptado no acepta sus oficiales de manos de los monarcas, ni recibe leyes y dogmas de ningún poder civil y eclesiástico”. U otras en las que directamente se impide el acceso a otros “postulantes” ante el temor de que “sus opiniones no sean masónicas, sino jesuíticas”.

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"Un diálogo entre Dios y mi alma": 

El exmasón recuerda que, para cuando tomó la decisión de abandonar la secta, “ya había un diálogo” entre Dios y su alma. Y cuenta que, por mucho que rezó por poder dejar la masonería públicamente ante el resto de hermanos, finalmente se vio obligado a acudir a la logia y dejar por escrito y de palabra su salida.

“Señor, ¿por qué quieres que vaya si ya estoy renunciando? ¿Por qué quieres que vaya?", cuestionó entonces.

Ya en la logia, y una vez vestido, pronunció su último mensaje como masón explicando por qué, pese a los lazos que pudiesen unirle con otros hermanos, no podía seguir perteneciendo a la masonería.

Fue entonces cuando, para su sorpresa, uno de ellos se levantó, pidió la palabra y pidió “que las puertas de la logia queden abiertas por si el hermano quiere regresar”.

Al marcharse, otro masón, declarado públicamente como católico, le reconoció haberse iniciado en la secta por negocios, pero también que poco después de que llegase Ortega había empezado a leer la Biblia.

El saliente abandonó la logia con la respuesta que pedía. “Para esto me mandaste Señor”, pensó. 

En una ceremonia privada, el gran maestro de la logia, Victor C. Major, le otorgó la membresía de 'Maestro Masón con todos los honores', según un comunicado publicado por la organización.

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Fuente: Religión en Libertad

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