Lola Rosique sanó de un cáncer con una reliquia de Carlo Acutis que ha ayudado a tres niños enfermos
Lola Rosique.
Lola Rosique experimentó una curación sorprendente que atribuye a la intercesión de Carlo Acutis.
Lola Rosique (44), pediatra de Murcia y madre de cuatro hijos, recibió en agosto de 2022 un diagnóstico que cambiaría su vida: un tumor se había extendido por toda su cavidad abdominal. En medio de la incertidumbre, encontró consuelo y esperanza en la intercesión del beato Carlo Acutis y se curó.
Hoy está convencida de que su recuperación no solo se debe a los avances médicos, sino que también estuvo acompañada de elementos sobrenaturales.
-¿Había oído hablar antes de Carlo Acutis?
-Supe de él gracias a mis hijas, que lo conocieron en la clase de religión. Les hablaron de Carlo como un ejemplo para los jóvenes cristianos, un enamorado absoluto de la Eucaristía y el Rosario. Había visto fotos de su cuerpo intacto, expuesto en una vitrina, pero su historia quedó en mi subconsciente. No sabía que sus restos reposaban en Asís; lo único que sabía es que era de Milán.
-¿Cómo fue su encuentro con Carlo Acutis?
-En el verano de 2022 viajé por Italia con mi marido Pablo y nuestros cuatro hijos. Llevaba tiempo sintiéndome mal, pero al final del viaje empecé a tener fuertes dolores en el vientre. Al tocarme, noté una masa. Como médica, supe inmediatamente que se trataba de un tumor maligno.
»Para el viaje de vuelta habíamos reservado un ferry desde Civitavecchia y aún nos quedaban unas horas. Mi marido sugirió visitar Asís. Allí descubrimos que, además de recuerdos de Francisco y Clara de Asís, también se ofrecían numerosos objetos devocionales de Carlo Acutis. Fue entonces cuando me enteré de que su cuerpo estaba expuesto en la iglesia de Santa María la Mayor.
»A pesar de mi agotamiento, me sentí atraída para ir a la iglesia. La subida final de 200 o 300 metros, bajo el sol abrasador de agosto, fue todo un desafío. Aunque estaba en un estado muy deteriorado, sentía como si el propio Carlo me tirara de las orejas.
Carlo Acutis.
Carlo Acutis (1991-2006), beatificado en 2020, será canonizado el 27 de abril de 2025.
»Cuando llegué a la iglesia, en el momento más difícil de mi vida, me senté frente a su vitrina y le pedí dos cosas: una devoción eucarística profunda para mis hijos y mi sanación. De inmediato, me invadió una paz indescriptible, acompañada de una sensación de bienestar físico. Yo había entrado a la iglesia casi moribunda y de repente sentía un bienestar físico que me hizo ver con claridad que era Carlos al que le tenía que encomendar mi enfermedad. Me encomendé a Dios: “Señor, lo pongo todo en tus manos”.
-¿Qué papel desempeñó la medicina en su curación?
-Una amiga cirujana me recomendó operarme con el doctor Luis Chiva en la Clínica Universitaria de Navarra en Madrid, que según el American College of Surgeons se encuentra entre los diez mejores cirujanos del mundo. La operación duró 14 horas. Durante la intervención, había una reliquia de Carlo Acutis en el quirófano, no quería separarme de ella.
»El doctor Chiva extirpó todo el tumor y numerosas metástasis de la cavidad abdominal. Sorprendentemente, al analizarlo, resultó que no se trataba de cáncer de ovario, como se temía, sino de cáncer de apéndice, que tiene un pronóstico mucho mejor.
-¿Diría que su curación fue un milagro?
-Sí, estoy convencida. En las redes sociales se formó una enorme cadena de oración. Mi marido y yo nos sentíamos al principio como en un pozo oscuro, pero gracias a las oraciones de tanta gente se fue haciendo cada vez más luz. Era como si se desplegara una alfombra delante de nosotros que nos daba la seguridad de que teníamos que ir por ahí. Lo viví con especial intensidad durante la unción de los enfermos antes de la operación. Sentí como si el propio Jesús me impusiera las manos: un momento de paz profunda. La fuerza de la oración se hizo física para mí.
-¿Qué pasó con la reliquia de Carlo Acutis?
-Nuestro párroco de Murcia me la había prestado “hasta mi recuperación”. Al principio no quería desprenderme de ella, pero luego sentí que Carlo me pedía que la compartiera con otras personas.
»Así que llevé la reliquia a Victoria, una compañera del colegio de mi hija que llevaba años postrada en cama y que padecía cáncer óseo. Me puse en contacto con su madre y le llevé la reliquia. Victoria era una chica muy estudiosa y le pidió a Carlo que le permitiera volver al colegio. Pocos días después de recibir la reliquia, empezó a bajar la dosis de morfina, remitió absolutamente el dolor, empezó a comer y a lo largo de un mes ganó cuatro kilos. Fue algo milagroso.
»Durante un mes pudo llevar una vida casi normal: ir al colegio, salir a comer fuera... Al cabo de un mes, su estado volvió a empeorar. Murió poco después del estreno de la película de Carlo Acutis El cielo no puede esperar en Murcia, con una expresión radiante en el rostro. Su madre consideró que ese mes que le habían regalado había sido una bendición del cielo. Para algunas personas, el cielo no puede esperar; el Señor tiene mucha prisa por llevárselas para que disfruten de la gloria.
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-¿También ha llevado la reliquia a otros enfermos?
-Sí. El 3 de enero recibimos un mensaje por WhatsApp: Elías, de tres años, había sido rescatado con parada cardiorrespiratoria de una piscina tras un accidente. Una vecina había intentado reanimarlo, pero en el hospital le diagnosticaron una hipoxia severa de los tejidos que aumentaba enormemente el riesgo de edema cerebral y de daños permanentes. Además, la probabilidad de un desenlace mortal por hemorragias pulmonares e inflamación cerebral era muy alta. Los médicos le daban pocas posibilidades de sobrevivir y, en caso de que sobreviviera, esperaban graves secuelas.
»Llevé la reliquia, recé junto a su cama en la UCI y supliqué a Carlo. También habían traído un manto de la Virgen de Guadalupe y una reliquia de Carmen Hernández, cofundadora del Camino Neocatecumenal, al que pertenecen los padres de Elías; pero su madre ha comentado en su testimonio que para la reliquia de Carlo es especial, porque no se separó en ningún momento del cuerpo de su hijo.
»Esa misma noche, un electroencefalograma mostró los primeros signos de mejoría. Al día siguiente, se redujo lentamente la sedación y Elías empezó a reaccionar. Dos días después, Elías pidió un bocadillo de jamón y, al cabo de tres días, su estado neurológico era completamente normal y volvía a ir a la escuela con normalidad. Los médicos estaban impresionadísimos; no podían creer la evolución. Para su madre y para muchos que oyen el testimonio, está claro que es un milagro difícil de explicar científicamente.
-¿Ha seguido viajando, por así decir, la reliquia?
-A Carlos, un niño de 13 años, le diagnosticaron un linfoma hace poco. Cuando lo ingresaron en el hospital, mi teléfono móvil no paraba de sonar. Mucha gente me pidió que rezara. Se formó de nuevo una cadena de oración y poco después me llamó también su madre. Le ofrecí llevarle la reliquia. Ahora suplicamos a Carlo que interceda por Carlos. Lleva dos semanas ingresado en el hospital y acaba de empezar la quimioterapia.
»Pero lo más importante no es la curación física, sino el retorno de las personas a Dios. Tengo varias amigas que estaban alejadas de la fe y están volviendo al conocer a Carlo; alguna se ha confesado después de muchos años y estamos comenzando una catequesis. La salud del cuerpo es importante, pero la curación del alma es aún más importante.
Publicado en alemán en Die Tagespost de 20 de junio de 20
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