domingo, 6 de abril de 2025

Vías de santidad: el laico To Rot y el obispo Maloyan, mártires, e Ibiapina, sacerdote ex político



 Vías de santidad: el laico To Rot y el obispo Maloyan, mártires, e Ibiapina, sacerdote ex político

Pita To Rot, catequista y padre de familia, fue martirizado en un campo de concentración japonés durante la Segunda Guerra Mundial.

Mártires del islamismo

Este 31 de marzo, la Santa Sede ha dado a conocer varios decretos del Dicasterio de las Causas de los Santos autorizados por el Papa Francisco, entre ellos, dos de canonización de sendos mártires (el arzobispo armenio Ignacio Choukrallah Maloyan y el laico Pedro To Rot, de Papúa-Nueva Guinea), y una declaración de virtudes heroicas, la del sacerdote y antiguo político brasileño José Antonio María Ibiapina.

Pedro To Rot

El beato Peter (Pita) To Rot goza de una fama de santidad arraigada en la Iglesia a raíz de su martirio y de haber sido elegido como patrono de la Jornada Mundial de la Juventud de 2008, celebrada en Sidney.

Nacido en 1912 en Rakunai (Papúa Nueva Guinea), era el tercer hijo de Ángel To Puia, el jefe de una tribu local que se convirtió del metodismo al catolicismo, arrastrando consigo a todos los suyos y creando una comunidad católica muy viva y activa en contacto con los misioneros.

Aunque Pedro se planteó en algún momento la vocación sacerdotal, finalmente descartó que esa fuera la llamada de Dios y se casó en 1936 con su esposa Paula Ia Varpit. Devoto y hombre de oración, se consagró a la labor de catequista tanto de jóvenes como de adultos. Su ejemplo de vida matrimonial ayudó a combatir la poligamia ancestral que los misioneros cristianos intentaban erradicar.

Cuando en 1942, en el contexto de la Segunda Guerra Mundial, los japoneses y ocuparon Papúa Nueva Guinea, los misioneros y sacerdotes fueron recluidos en campos de concentración. Pedro quedó al cargo de su comunidad, con el encargo de uno de los misioneros del Sagrado Corazón de que las personas a su cuidado no se olvidasen de Dios en ausencia de sus pastores.

Los invasores toleraron al principio la práctica cristiana, pero luego la prohibieron, por lo que To Rot organizaba reuniones secretas.

Como forma de combatir el cristianismo, los japoneses reintrodujeron la poligamia con el apoyo de los jefes locales, resentidos contra los misioneros por su insistencia en la monogamia.

"Los japoneses no pueden evitar que amemos a Dios y obedezcamos sus leyes. Debemos ser fuertes y debemos negarnos a ceder ante ellos", proclamó entonces Pedro, enfrentándose incluso a su propio hermano, que tomó una segunda esposa. 

Un espía que trabajaba para el enemigo, también bígamo, le denunció, y él resistió todas las presiones par ceder. No dudó de cuál era su destino: "Estoy en prisión por los adúlteros y por los servicios de la iglesia. Estoy listo para morir", confesó a un jefe de la aldea que le visitó, según recoge Aciprensa.

En efecto, en algún momento de julio de 1945, cuando tenía 33 años de edad, fue golpeado y envenenado hasta morir. Enseguida fue considerado mártir por la comunidad católica local, un mártir de la integridad del matrimonio cristiano.

Juan Pablo II lo beatificó el 17 de enero de 1995 elogiando en su homilía que Pedro "se negó a tomar el camino fácil del compromiso moral". Ahora será proclamado santo en la fecha que determine el consistorio que convoque el Papa para ello.



Arzobispo Ignacio Choukrallah Maloyan

El beato Ignacio Choukrallah Maloyan nació en Mardine (Turquía) en 1869. Su vocación fue temprana e ingresó a los 14 años en el convento de Bzommar, en el Líbano. Tras completar su formación, en 1896 fue ordenado sacerdote y enviado en misión a Alejandría y luego El Cairo. 

Estudió francés, inglés y hebreo bíblico y en 1904 fue elegido como secretario por el Patriarca Bedros XII. Siete años después, en 1911, durante el sínodo de los obispos armenios reunido en Roma, fue designado arzobispo de Mardine.

El arzobispo Ignacio Maloyan, mártir durante el genocidio armenio.

El arzobispo Ignacio Maloyan, mártir durante el genocidio armenio. Le fue ofrecida la conversión al islam para salvar su vida.

Como obispo, se aplicó en difundir en todas las parroquias la devoción al Sagrado Corazón de Jesús y a la Virgen María.

Mantenía buenas relaciones con las autoridades políticas, pero cuando en 1915 se desató el genocidio armenio a manos del gobierno turco, su arzobispado fue rodeado y atacado, sufriendo la destrucción de archivos y documentos.

A principios de mayo, el arzobispo Maloyan reunió a sus sacerdotes y les advirtió de las amenazas que se cernían sobre la Iglesia, exhortándoles a la oración y la fidelidad y al martirio si llegaba la ocasión.

El 13 de junio de 1915 fue detenido junto a otros sacerdotes y conducido a un tribunal, donde la policía le preguntó por las armas que escondía, falsedad que ya había servido de pretexto para el asalto al arzobispado. El prelado dijo que siempre había sido leal con el sultán, que incluso le había condecorado.

Entonces le ofrecieron convertirse al islam para salvar su vida, a lo que respondió que jamás renegaría de Jesús, aun a precio de su muerte. Los policías turcos empezaron entonces a golpearle violentamente con la culata de la pistola en la cabeza. Luego le aplastaron las uñas de los pies y le forzaron a andar para torturarle.

Finalmente leyeron la sentencia: "El Estado os hizo grandes favores, pero habéis traicionado al país. Por eso se os condena a muerte. Sin embargo, si alguno se hace musulmán, será liberado y volverá a Mardine".

En nobre de todos, Maloyan respondió: "Nunca hemos sido desleales con el Estado. Pero si nos pedís ser infieles a nuestra religión, eso nunca, nunca, nunca", palabra que repitieron los demás cristianos presentes. 

"Moriremos, pero moriremos por Cristo", proclamó el obispo. Todos se pusieron de rodillas y los sacerdotes se absolvieron unos a otros. El jefe policial se aproximó a Maloyan y volvió a proponerle la conversión al islam. 

"Tu petición me sorprende", respondió el armenio: "Ya te he dicho que vivo y muero por mi fe verdadera. Me glorifico en la Cruz de mi Señor y mi Dios". Inmediatamente recibió un tiro en la nuca, pero aún se le pudo escuchar, antes de morir: "Señor, ten piedad de mí. A tus manos encomiendo mi espíritu".

Fue beatificado por Juan Pablo II en 2021.

José Antonio María Ibiapina



José Antônio Pereira Ibiapina (1806-1883) fue un sacerdote brasileño de vocación tardía. Estudió Derecho y fue profesor de universidad, juez y miembro de la Cámara de Diputados entre 1834 y 1837.

Tras un proceso de conversión espiritual, decidió romper con una vida que le alejaba de lo importante y consagrarse totalmente a Dios. En 1853, cuando tenía 47 años, fue ordenado sacerdote y comenzó una intensa labor misionera por  cinco estados del noreste de Brasil. 

El padre Ibiapina, un misionero brasileño que fue profesor, juez y político.

El padre Ibiapina, un misionero brasileño que fue profesor, juez y político.

Con lo que había aprendido en su profesión civil, impulsó la construcción de acequias y pozos al servicio de las comunidades donde atendía a los más pobres y para ellas construyó también capillas, cementerios, ambulatorios de salud e instituciones de caridad. Fomentó el crecimiento del tejido social en torno a la caridad y la redención personal a través del trabajo. 

Su intensa labor de treinta años dejó una profunda huella en la región que misionó, a pesar de que su nombre es menos conocido que otros sacerdotes y religiosos de la misma época. Su fama de santidad, sin embargo, persistió y se ve ahora reconocida con la declaración de virtudes heroicas, preludio de una posible beatificación futura.

Fuente: Religión en Libertad

No hay comentarios:

Publicar un comentario