La Iglesia en Nigeria es de las más atacadas pero «crece de forma astronómica», dice el obispo Daboh
El obispo de Zaria, Habila Daboh.
En las últimas dos décadas, en torno a 50.000 cristianos han sido asesinados en Nigeria y cientos de miles han sido desplazados de sus hogares como consecuencia del islamismo. De todos ellos, 10.000 han fallecido solo en dos años, entre 2022 y 2024 según la “lista roja” de Global Christian Relief. Y sin embargo, el crecimiento de la Iglesia en el país de África occidental es calificado de “astronómico”.
Así lo define Habila Daboh, obispo de Zaria, al norte del país, en su última entrevista concedida a Ayuda a la Iglesia Necesitada. Unas declaraciones que podrían suscitar incomprensión al conocer la combinación de yihadismo, delincuencia común y rivalidades tribales presentes en todo el país y que afectan de forma directa a una Iglesia que también debe lidiar con la imposición de la sharía en muchas regiones.
Casi 150 sacerdotes han sido secuestrados, asesinados o desaparecidos en Nigeria en la última década
El obispo recuerda que hasta no hace mucho, los diferentes grupos étnicos convivían entre sí, “la vida transcurría con normalidad” e incluso musulmanes y cristianos podían compartir momentos de unión.
“Comíamos juntos, jugábamos al fútbol, acudíamos a los mismos mercados y nos bañábamos en los mismos ríos”, recuerda el obispo. “Entonces, llegaron los extremistas afirmando que si no eres musulmán no deberías estar vivo, y allí es donde la vida se volvió terrible para los cristianos”.
"Nos consideran una amenaza porque crecemos"
Daboh cifra en aquel momento el origen de las tensiones actuales. Actualmente, los islamistas “creen que no deberíamos estar en esta región, y como ven que estamos creciendo, nos consideran una amenaza para la comunidad musulmana”.
Un ejemplo de lo paradójico de los cristianos en Nigeria sucedió en 2020, cuando cuatro seminaristas de Daboh fueron secuestrados y uno de ellos asesinado. Entonces no fueron pocos los que pensaron que las víctimas apostatarían de su fe por miedo, pero no fue así.
De hecho, “curiosamente ocurrió lo contrario”, comenta el obispo, que explica ante sorpresa de muchos como desde ese momento muchos jóvenes solicitaron su ingreso al seminario.
“Querían ser sacerdotes. Cuando les preguntamos por sus motivos, responden que quieren predicar a Jesucristo, decirle a la gente que Jesús fue un hombre de paz que predicaba la paz y el amor. Quieren ser sacerdotes para predicar el Evangelio del amor al mundo entero”, comenta.
En 2024, Ayuda a la Iglesia Necesitada reporta más secuestros de católicos que en 2023 y menos detenciones pero "más preocupantes".
"Crecimiento astronómico"
Su consideración del crecimiento como “astronómico” no es exagerado. En su diócesis, las cifras oficiales de Catholic Hierarchy no ofrecen una representación precisa, pero en otras como en la archidiócesis de Kaduna se refleja el fenómeno conjunto del crecimiento de la población católica y de cómo la Iglesia se está beneficiando de crecimiento demográfico: en los últimos 12 años, la población católica ha crecido de 570.000 a 655.000 fieles, cerca de 100.000 fieles. Con todo, el crecimiento poblacional es mayor, pues si en 2013 los fieles eran el 32% de la población, ahora son el 25%. Es solo una diócesis donde, numéricamente hablando, los católicos no dejan de crecer.
Entre otros motivos que lo explican, el obispo destaca el fervor entre los propios fieles, muy interesados en compartir y profundizar en su fe.
“Está creciendo”, detalla. “La gente quiere predicar el amor. Quieren predicar la paz. Quieren que la gente sepa que tu vecino es tu vecino. Puede que no sea de tu tribu y puede que no comparta tu misma religión, pero no por ello deja de ser tu vecino y tú eres vecino suyo, y ese es el Evangelio de Cristo”.
Hambre de formación
Ese interés y fervor de los cristianos parece ir directamente en contra de las circunstancias que rodean al país, pues grupos yihadistas con un peso destacado en la región se oponen a cualquier forma de educación occidental. Pero los fieles continúan encontrando el modo de profundizar en su fe.
“Mi pueblo tiene hambre de formación”, asegura el obispo. “Cuando se forman, se liberan; con educación pueden encontrar comida por sí mismos; con educación saben lo que está bien y lo que está mal”. Por todo ello, Daboh asegura a ACN que cree que, aun afrontando amenazas constantes y aunque muchos cristianos vivan desplazados, su rebaño encuentra la felicidad en medio de las penalidades.
“Mi pueblo es un pueblo feliz. Pese a las dificultades, a su pobreza y a la persecución, mi pueblo sigue siendo un pueblo feliz”, asegura el prelado. “Son felices porque tienen a Cristo”.
Fuente: Religión en Libertad
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