martes, 11 de febrero de 2025

¿Un futbolista santo? Tommy Burns, la estrella del Celtic que «permanecía absorto ante el Santísimo»



¿Un futbolista santo? Tommy Burns, la estrella del Celtic que «permanecía absorto ante el Santísimo»

Antes de morir, pidió enviar flores a una madre que acababa de enviudar  

Glasgow, Escocia, es una ciudad famosa por muchas cosas, pero, también, por un sectarismo que ha empañado su historia durante décadas. En ningún lado esto es más evidente que en la división futbolística de la ciudad: los de origen protestante apoyan al Rangers, mientras que los católicos lo hacen con su acérrimo rival, el Celtic. 

Tommy Burns jugó al fútbol en el lado católico, en el Celtic, de 1975 a 1989. Ganó seis campeonatos de la liga escocesa, cinco Copas de Escocia y una Copa de la Liga. También jugó para la selección nacional escocesa, apareciendo ocho veces entre 1981 y 1988. Regresó al Celtic como entrenador en 1994 y ganó la Copa de Escocia en 1995. Después de ser despedido en 1997, regresó al Celtic en 2000 para trabajar como asistente del entrenador, jefe de desarrollo juvenil y entrenador del primer equipo. National Catholic Register ha contado su historia. 


Tommy rezaba de niño para poder llegar un día a jugar en el Celtic.

Sin embargo, su vida terminó de forma abrupta a causa de un melanoma el 15 de mayo de 2008, con solo 51 años. Los homenajes se sucedieron tras su muerte. Parecía que nadie, ni siquiera los del lado de los Rangers de Glasgow, tenía algo malo que decir sobre Burns. Es más, Ally McCoist, uno de los mejores jugadores de la historia de los Rangers, llevó el ataúd de su antiguo rival, mientras no dejaba de llorar.

Eso podría haber sido todo: un gran futbolista y una carrera truncada por la enfermedad. Pero no ha sido así. En Glasgow hay quienes dicen que Burns, un devoto católico, no sólo era un buen hombre, amado por su familia y sus colegas, sino algo más.

"Si alguna vez llegabas temprano a misa y Tommy estaba allí, su atención estaba puesta en el sagrario, con los ojos fijos en él, realmente en la presencia de Dios", dice Philip Church, un empresario de Glasgow que conoció personalmente a Burns. Él y muchos otros católicos, e incluso algunos no católicos, están convencidos de la santidad del exfutbolista.

Nacido en 1956, Tommy Burns creció viendo el Celtic Park, la casa del equipo que tanto amaba. Bautizado en la cercana iglesia de St. Mary, fue educado en la escuela parroquial local. En su autobiografía de 1989, Twists and Turns , recordaba que el Celtic Park se convertiría en el centro de sus oraciones de niño: "No me avergüenza decir que rezaba todas las noches para tener la oportunidad de unirme al club que era parte de mi ser".

Quizás fue entonces cuando el joven Tommy comprendió la eficacia de la oración, ya que llegaría a jugar 16 temporadas con el Celtic, en las que disputó 503 partidos y marcó 84 goles, por no hablar de sus años como entrenador. En una entrevista, dijo: "Cuando te pones la camiseta del Celtic, no juegas para un equipo de fútbol, juegas para una comunidad y una causa".

Precisamente, el Celtic Football Club tiene un origen inusual. En 1887, un hermano marista irlandés fundó el club. Su objetivo era levantar la moral de la población católica de Glasgow, la mayoría de la cual eran inmigrantes irlandeses, algunos de los cuales habían llegado a causa de la Gran Hambruna. El equipo fue concebido como una forma de proporcionar fondos para un comedor que atendiera a los pobres de la zona.


El funeral de Tommy Burns.

Con el tiempo, el club dominaría el fútbol escocés y se convertiría en el primer equipo británico en conquistar la máxima competición europea al ganar la Copa de Europa en 1967, con un equipo de jugadores nacidos, como Burns, a pocos kilómetros del Celtic Park. Cuando Burns fichó por el Celtic en 1973, no se estaba uniendo a un equipo de fútbol solo, sino a una organización que iba mucho más allá.

El padre Robert Farrell, sacerdote de Manchester (Inglaterra), conocía algo de la vida interior de Tommy Burns. Farrell, al igual que el futbolista, es originario de Glasgow; y fue allí, como sacerdote del Opus Dei, donde conoció a Burns, quien se sintió atraído y ayudado por la espiritualidad de La Obra.

Cuando se le pregunta por la reputación de santidad de Burn, el padre Farrell va directo al grano: "Estoy de acuerdo". Dice que conoció a Burns a través de la guía espiritual que le brindó y que quedó profundamente impresionado por la fe y la bondad que demostraba el hombre.

Cuenta que, cuando Burns se estaba muriendo, el futbolista se enteró de que una mujer que conocía había perdido recientemente a su marido. Hizo que le enviaran flores, aunque el propio Burns moriría en cuestión de horas.

El sacerdote sonríe al recordar la forma en que Burns veía su vida: "Fe, familia y fútbol, ¡y en ese orden!". El padre Farrell, en sus oraciones, le pide favores regularmente a Burns.

El obispo Tom Monaghan de Glasgow habló de la fe católica de Burns en su funeral, el 20 de mayo de 2008. 

"Fue reconocido como un hombre de fe", señaló, a la vez que destacaba que la autobiografía del futbolista, Twists and Turns, está "dedicada a su esposa, Rosemary, pero, también, a Nuestra Santísima Madre".

Monaghan señaló que Burns murió el día de San Isidro:

"San Isidro trabajó fielmente en su profesión durante toda su vida. Lo mismo hizo Tommy, hasta el día en que ingresó en el hospital y más allá, incluso por teléfono. Como San Isidro, él se levantaba por la mañana para ir a misa… Un hombre que no se limitaba a 'decir' oraciones… era un hombre que rezaba".

El sacerdote también contó algunos detalles de los últimos días del futbolista mientras se preparaba para la muerte. "Un día, después de recibir la Sagrada Comunión en casa, su oración y agradecimiento fueron tan profundos que me pregunté por un momento si debería alejarme de su lecho”.

El podcast oficial de la Diócesis de Paisley informó recientemente de que su causa de beatificación se está tomando en serio en la Iglesia Católica de Escocia.

Fuente: Religión en Libertad

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