La Iglesia en Corea crece mucho pero «se habla poco del pecado, de la muerte y de la vida eterna»
El catolicismo es allí muy pujante, pero la sociedad sufre graves males de secularización.
Celebración de la misa en un hogar católico coreano.
Celebración de la misa en un hogar católico coreano.Captura Catholic Korea CPBC
La Iglesia crece con fuerza en Corea del Sur, pero se enfrenta al reto de una sociedad muy secularizada y decadente, caracterizada por el suicidio y la baja natalidad. Un reportaje de Federica Di Vito en el nº 247 (febrero de 2025) de Il Timone nos acerca a su emergente catolicismo.
Luces (y sombras) de Corea del Sur
Corea del Sur ha aparecido recientemente en muchos titulares de los medios de comunicación de todo el mundo. Desde la ley marcial, posteriormente retirada, del presidente Yoon Suk-yeol (que ahora está detenido y no lo está pasando nada bien) hasta la catástrofe aérea de Jeju Air (cuyo único dato cierto son las 179 víctimas), parece que es difícil dormir tranquilo.
De hecho, si paramos en la capital, Seúl, tenemos realmente la impresión de estar en una ciudad que nunca duerme. Una metrópolis de diez millones de habitantes, que fácilmente se elevan a 25 si se incluye toda el área metropolitana. Al pasear por la ciudad, se alzan ante nosotros vertiginosos rascacielos, pero si doblamos la esquina, nos perdemos en los inmensos mercados tradicionales en busca de sabores y olores auténticos.
Por la noche, nos sorprenderá el despliegue de cruces brillantes y coloridas: muestra del alto porcentaje de protestantes, que representan el 20% de los coreanos, frente al 11% de católicos.
Nación en alza
Corea del Sur ostenta el récord de dos de las tasas más infelices del mundo: la de suicidios y la de más baja fertilidad. Desde 2003, el país registra una de las tasas de suicidio más altas del mundo, con unas 36 personas que acaban con su vida cada día. Si para Italia hablamos de un invierno demográfico, para Corea del Sur es más apropiado hablar de una "extinción demográfica": según los datos publicados por Kostat, la agencia nacional de estadística, la tasa total de fecundidad cayó hasta 0,65 en el último trimestre de 2023.
La unidad de medida de toda la sociedad parece ser la perfección. Tras años de aislamiento y atraso, aproximadamente desde la década de 1960 Corea del Sur ha emprendido una carrera incesante hacia la perfección y el éxito, convirtiéndose en uno de los países más avanzados del mundo.
Sin embargo, este crecimiento repentino ha pagado un precio muy alto en términos humanos. De hecho, desde una edad temprana se transmiten e imponen normas muy estrictas en todos los ámbitos, empezando por el escolar. No es una fake news cuando leemos que los jóvenes renuncian a dormir para estudiar y que consumen su vida entre escuelas, bibliotecas y hagwon, las academias privadas a las que acuden los alumnos hasta las diez de la noche (para poder adelantar el temario y profundizar en las asignaturas). La ecuación es sencilla: en la sociedad, uno es juzgado por sus logros académicos, por lo que apostarlo todo en la preparación es esencial para ser "feliz", es decir, tener un buen trabajo para ganar mucho dinero.
Todo esto produce también un ansia obsesiva de perfección en el plano físico. En Seúl, las cirugías estéticas alcanzan la cifra per cápita más alta del mundo. Solo hay que pensar que el regalo más popular de los padres a sus hijos, cuando estos cumplen 18 años, es la cirugía ocular, para eliminar la peculiar forma almendrada y parecerse a los gustos occidentales.
Auge de fieles
En este contexto, ¿qué papel desempeñó y desempeña hoy la Iglesia católica? En la historia contemporánea de Corea, la década de 1980 se abrió con el movimiento de democratización conocido como Gwangju. Desde el golpe militar encabezado por Chun Doo-hwan, al pueblo se le ha impuesto continuamente un gobierno dictatorial con régimen militar. Mientras el gobierno reprimía los movimientos antigubernamentales deteniendo y torturando a los disidentes, la Iglesia apoyaba directamente el movimiento de democratización enfrentándose a los dictadores. Durante este periodo de agitación social, la Iglesia católica ganó mucho reconocimiento y apoyo de la sociedad.
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En la década de 1980, la tasa de crecimiento anual de católicos fue del 7,54%, veinte veces superior a la de los años sesenta y setenta y muy superior a la de las iglesias protestantes u otras religiones. En 1989, había 2.610.000 católicos, es decir, el 6% de la población. "Muchas conversiones han sido políticas, pero la fe de la Iglesia coreana se basa en la sangre de los primeros mártires", nos dice el padre Fabiano Rebeggiani, originario de Roma pero ordenado y misionero en Seúl desde hace diez años: "Es interesante que en la Iglesia coreana coexistan siempre estas dos almas: la que procede de la raíz de los mártires y la que ha pasado por diversos acontecimientos políticos, desde el periodo colonial japonés, hasta la guerra civil y las dictaduras, es decir, el alma que más apunta a la justicia social".
Después del covid
Según el Informe Estadísticas de la Iglesia católica coreana 2023, publicado por la Conferencia Episcopal de Corea del Sur, la asistencia de fieles a la misa dominical alcanzó una media anual del 13,5%, lo que supone un aumento del 1,7% respecto a 2022. Sin embargo, en 2019, antes de que comenzara la pandemia, esa cifra era del 18,3%.
Estadísticas de la Iglesia coreana.
Porcentaje de católicos coreanos que van a misa los domingos (azul) y que se confiesa en Cuaresma (rojo) y Adviento (negro punteado): cifras muy superiores a la mayor parte de los países occidentales. Los confinamientos gubernamentales de 2020 causaron una caída de casi el 50% que aún no se ha remontado.Conferencia Episcopal de Corea / Il Timone.
"El covid ha provocado un descenso drástico de la participación a la misa y los sacramentos", continúa el padre Fabiano, que tras haber sido párroco se dedica ahora a la pastoral juvenil, colaborando en particular en la organización de la JMJ que se celebrará en Seúl en 2027. "Vimos que la fe era muy superficial, a la primera dificultad la población asistente bajó un 30%. Sobre todo los jóvenes, una vez que se fueron, no volvieron nunca más. Por eso el arzobispo de Seúl ha luchado para que la JMJ se celebre aquí, porque siente la necesidad de estimular la pastoral juvenil".
Los problemas que experimenta hoy la Iglesia coreana son, en cierta medida, corolario de las exigentes demandas de la sociedad. Normalmente, los que asisten asiduamente a misa tienen más de 50-60 años, pues representan el segmento de la población que ahora está fuera del sistema productivo del país. "Por ejemplo, durante la preparación del Suneung", el terrible "examen de bachillerato" en el que parece basarse toda la futura vida profesional de los jóvenes y durante el cual las obras en las ciudades paran y se suspenden el despegue y aterrizaje de los aviones para evitar distracciones, "a misa no viene nadie", nos cuenta el padre Fabiano.
Bautizo de adultos en Corea - en esta foto es un grupo de 60 refugiados norcoreanos en Seúl
Con conversos, la Iglesia en Corea ha crecido casi un 50% en veinte años, pero está bajando el ritmo
Temores de sacerdotes y obispos
"La Iglesia coreana está viva. El primer impacto que se tiene al entrar en una parroquia coreana es ver la misa de los días laborables generalmente llena de gente. La Sunday School [sistema heredado de la pastoral juvenil estadounidense dirigido a niños, adolescentes y jóvenes] está muy bien organizada", pero -observa el padre Fabiano haciendo una comparación con Occidente- "mientras que la sociedad occidental todavía tiene, a nivel cultural, residuos de valores cristianos, aquí la fe es joven y todavía superficial. El temor de sacerdotes y obispos es que ahora que la secularización empuja con fuerza también aquí, el declive podría ser rápido y fatal". Por eso, el arzobispo de Seúl, monseñor Peter Soon-taick Chung, quiere que los jóvenes sean protagonistas de la próxima JMJ, para hacer crecer su fe y convertirlos en piedras angulares de la Iglesia del futuro.
Así se presenta la Iglesia coreana, en un vídeo de su conferencia episcopal.
Según el citado Informe de la Conferencia Episcopal de Corea del Sur, el número de nuevos bautizados fue de 51.307, lo que supone un aumento del 24% respecto al año anterior. Los bautizos se dividieron en tres tipos: recién nacidos (25%), adultos (67,3%) y moribundos (7,7%).
"Me bauticé en segundo de bachillerato", cuenta Yunhee Kim, una chica de 35 años de Jeju pero residente en Seúl desde hace 15 años: "Mis tíos se acercaron al Camino Neocatecumenal de Jeju cuando yo era pequeña. Siempre que les visitaba me gustaba ir a la iglesia con ellos. Veía que ese ambiente era bueno. Luego entré en un instituto dirigido por los salesianos. En el segundo curso preguntaron a los alumnos si alguien deseaba hacerse católico y yo, recordando mi infancia, me di cuenta de que podía ser una oportunidad para mí".
Emilio Mangano, misionero en Corea del Sur, que dejó Viterbo en 1994 con su mujer Annalisa Elisa y sus hijos, explica así el fenómeno de los bautizos en edad adulta: "Aunque las cosas han cambiado mucho desde el covid, lo que es bueno es que los católicos, por amistad, sigan invitando a los no católicos a venir a la Iglesia y bautizarse. Es un milagro que esto ocurra".
Se busca formación
Jacho Lee, seminarista coreano de 26 años, nos cuenta las reacciones ante su vocación: "En Corea todavía hay poca gente que conozca realmente el catolicismo. El desconocimiento, las diferencias de valores y la falta de puntos en común no permiten una comunicación fácil y hay que tener cuidado para no crear malentendidos. Por ejemplo, las generaciones adultas y jóvenes tienen percepciones diferentes sobre los seminaristas".
De hecho, es fácil que las personas mayores muestren una especie de reverencia hacia los seminaristas y los sacerdotes, debido también a la filosofía confuciana, que sigue siendo muy influyente hoy en día y que incluía la división en clases y un complejo código de rituales: "La generación más joven, en cambio, no está muy interesada en los seminaristas y sacerdotes. Influidos en gran medida por el materialismo y la ciencia, en general ven a los católicos como un grupo silencioso que no impone nada a la sociedad y que al final no cuenta".
Ciertamente no nos podemos ceñir sólo a los números; la mejor perspectiva para la Iglesia coreana es aceptar los retos del presente y volver a convertir en central la predicación del Evangelio, afirma además Emilio: "Hace unos años se hablaba de querer llegar al 20% de los católicos. ¡Si miramos las cifras, entonces es que Jesucristo ha fracasado! La presencia sobre el terreno es importante, pero lo son más la formación del clero y los temas de predicación: se habla poco del pecado, de la muerte y de la vida eterna. No hay formación sobre los problemas existenciales. Hay mucho trabajo que hacer al respecto, y con buenos resultados para el futuro, porque aquí la gente sigue yendo a la iglesia y está sedienta".
Fuente: Religión en libertad
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