En el principio existía la Palabra y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios. Ella estaba en el principio con Dios. Todo se hizo por ella y sin ella no se hizo nada de cuanto existe. En ella estaba la vida y la vida era la luz de los hombres, y la luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la vencieron.
Hubo un hombre, enviado por Dios: se llamaba Juan. Éste vino para un testimonio, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por Él. No era él la luz, sino quien debía dar testimonio de la luz.
La Palabra era la luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo. En el mundo estaba, y el mundo fue hecho por ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. Pero a todos los que la recibieron les dio poder de hacerse hijos de Dios, a los que creen en su nombre; la cual no nació de sangre, ni de deseo de hombre, sino que nació de Dios. Y la Palabra se hizo carne, y puso su Morada entre nosotros, y hemos contemplado su gloria, gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad.
Juan da testimonio de Él y clama: «Éste era del que yo dije: El que viene detrás de mí se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo». Pues de su plenitud hemos recibido todos, y gracia por gracia. Porque la Ley fue dada por medio de Moisés; la gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo. A Dios nadie le ha visto jamás: el Hijo único, que está en el seno del Padre, Él lo ha contado.
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«Y la Palabra se hizo carne»
Rev. D. David COMPTE i Verdaguer
(Manlleu, Barcelona, España)
Hoy es el último día del año. Frecuentemente, una mezcla de sentimientos —incluso contradictorios— susurran en nuestros corazones en esta fecha. Es como si una muestra de los diferentes momentos vividos, y de aquellos que hubiésemos querido vivir, se hiciesen presentes en nuestra memoria. El Evangelio de hoy nos puede ayudar a decantarlos para poder comenzar el nuevo año con empuje.
«La Palabra era Dios (...). Todo se hizo por ella» (Jn 1,1.3). A la hora de hacer el balance del año, hay que tener presente que cada día vivido es un don recibido. Por eso, sea cual sea el aprovechamiento realizado, hoy hemos de agradecer cada minuto del año.
Pero el don de la vida no es completo. Estamos necesitados. Por eso, el Evangelio de hoy nos aporta una palabra clave: “acoger”. «Y la Palabra se hizo carne» (Jn 1,14). ¡Acoger a Dios mismo! Dios, haciéndose hombre, se pone a nuestro alcance. “Acoger” significa abrirle nuestras puertas, dejar que entre en nuestras vidas, en nuestros proyectos, en aquellos actos que llenan nuestras jornadas. ¿Hasta qué punto hemos acogido a Dios y le hemos permitido entrar en nosotros?
«La Palabra era la luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo» (Jn 1,9). Acoger a Jesús quiere decir dejarse cuestionar por Él. Dejar que sus criterios den luz tanto a nuestros pensamientos más íntimos como a nuestra actuación social y laboral. ¡Que nuestras actuaciones se avengan con las suyas!
«La vida era la luz» (Jn 1,4). Pero la fe es algo más que unos criterios. Es nuestra vida injertada en la Vida. No es sólo esfuerzo —que también—. Es, sobre todo, don y gracia. Vida recibida en el seno de la Iglesia, sobre todo mediante los sacramentos. ¿Qué lugar tienen en mi vida cristiana?
«A todos los que la recibieron les dio poder de hacerse hijos de Dios» (Jn 1,12). ¡Todo un proyecto apasionante para el año que vamos a estrenar!
Todos sus pacientes son niños que van a morir: él los cuida, no los mata, y ayuda a aceptarlo
Doctor Ricardo Martino, experto en cuidados paliativos pediátricos, es decir, en acompañar niños que van a morir
Vividores.org plantea una pregunta al doctor Ricardo Martino, especialista en cuidados paliativos para niños. ¿Qué haría si el padre de un niño muy enfermo le pidiese acabar con la vida de su hijo para que tanto el niño como la familia dejaran de sufrir?
"Mi objetivo es aliviar el sufrimiento del niño. Si me pides aliviar el sufrimiento del padre o de la familia, me sentaré y los invitaré a una tila. Mi paciente es el niño, no le voy a poner nada al niño para acabar con su vida porque la familia esté sufriendo. Si yo al niño le he quitado el dolor y el sufrimiento, habrá que esperar. No hay que acelerar ni retrasar nada. Intentaré ayudar a la familia a afrontar la situación", responde.
No es lo mismo morirse a que te maten. Son dos cosas distintas. Y nuestra sociedad está muy inquieta ante la muerte, y más aún ante la de un niño. Pero el doctor Martino vive con ello cada día, y vuelve a casa, besa a su mujer, a sus tres hijos, se toma una cerveza... Hay que saber vivir para saber morir. Sin matar.
Ricardo Martino es de los primeros médicos que han abierto una unidad de cuidados paliativos pediátricos en España. Esto quiere decir que todos sus pacientes son niños que morirán al cabo de unos meses, o de muy pocos años.
En España, aunque es un país rico con un buen sistema de salud, cada año mueren unos 2.500 niños, la mayoría en las semanas o meses cercanos al parto, muchos de malformaciones o enfermedades raras. Un 12% muere de cáncer. Los médicos no suelen estar preparados para acompañar bien estos casos: es un campo bastante nuevo.
Martino empezó en 1995 como pediatra voluntario en un centro dirigido por la orden de las Hijas de la Caridad. “Cuidaba a niños que eran huérfanos y tenían sida. Todos morían”, explicaba en una entrevista en La Vanguardia. Ya entonces asumió dos principios que ha intentado aplicar: que, a ser posible, los niños mueran en casa, con su familia; y que ingresen lo menos posible en hospitales.
"Al principio no me gustaban, pero he aprendido a que me gusten los niños cada vez más, a descubrir todo lo maravilloso que tienen", explica Ricardo Martino.
El doctor Martino, experto en cuidados paliativos para niños, enseña que no hay que adelantar ni atrasar la muerte
Todos los humanos somos vulnerables
"Cuando un niño nace, si nadie lo cuidara, se moriría, porque somos una especie vulnerable. Esa fragilidad del recién nacido nos demuestra que la fragilidad es propia de la condición humana. Por tanto, somos todos dependientes, necesitamos de otros para salir adelante. El instinto del cuidado es lo que posibilita la supervivencia del niño, somos comunitarios nada más nacer y esto te ayuda a entender muchas cosas a lo largo de la vida", apunta.
Los cuidados paliativos pediátricos, explica, consisten en "hacer que un niño que va a morir viva lo mejor posible durante el tiempo que tenga que vivir. Además de ayudar a la familia y al propio niño a afrontar la situación y el desafío".
La mayor parte de los pediatras suelen disfrutar viendo que casi todos sus pequeños pacientes mejoran, sanan y crecen. Pero los pacientes del doctor Martino mueren. "A la mayor parte de los pediatras este campo no les gusta, es normal. Lo que me sostiene para hacer el día a día no está en el trabajo, está en mis convicciones, en mi familia, porque eso es lo más importante", admite.
"Empecé dedicándome a los cuidados intensivos, un lugar en donde también muere mucha gente. La experiencia de ver ‘malas muertes’ me despertó la inquietud de que debíamos hacer las cosas de otra forma", añade.
Por eso pide más recursos y atención a los cuidados paliativos. En España sólo la mitad de los enfermos que necesitan cuidados paliativos avanzados los reciben, según denunciaba un informe de SECPAL, la asociación española de cuidados paliativos.
El doctor Ricardo Martino es experto en cuidados paliativos para niños
Comunicación en la cercanía de la muerte
El mundo de los niños que se acercan a la muerte es peculiar. "Hay muchos que lo saben, otros que no. Unos que lo verbalizan y otros que no lo verbalizan. Pero, en general, vemos que los niños que lo pueden expresar lo saben, porque mandan señales de despedida, preguntan por sus abuelos fallecidos, tranquilizan a sus padres. Recuerdo a una madre que tenía un hijo con parálisis cerebral. Un día nos dijo que había soñado que su hijo se levantaba y le decía: «Tengo que irme, no te preocupes, estaré bien». A los pocos días murió".
Además, en sus años de experiencia se da cuenta de que "se produce una comunicación misteriosa entre los hijos y los padres. En ocasiones, los padres nos señalan que sus hijos han entrado en una nueva fase antes de que lo podamos detectar clínicamente".
La muerte de un hijo siempre duele, pero es posible el consuelo cuando hay sentido.
"Es importante que se le dé un significado a la enfermedad y a la vida del hijo. Muchas familias nos han dicho que cuidar de su hijo en esas situaciones las ha convertido en mejores personas. Preguntarse cuál ha sido la misión del hijo que, con un mes, dos o quince años se ha muerto. Y ver el legado que deja… Esa experiencia positiva que los padres tienen les da consuelo", afirma él, que lo ha visto una y otra vez.
El doctor Martino anima a reflexionar, porque, dice, "la muerte forma parte de la vida, es algo cercano, y el proceso de morir es importante que sea bueno y esté bien vivido. Por ejemplo, morir solo, es lo menos humano que hay", denuncia.
"El problema es no aceptar la muerte como un acontecimiento normal de la vida de las personas. Los que nos dedicamos a los cuidados paliativos aceptamos que la muerte forma parte de la vida y, por tanto, no hay que esforzarse ni por adelantarla ni por retrasarla. Hay que esforzarse por identificar que la persona se está encaminando hacia su momento", añade.
En esta entrevista en 2019, Martino explica por qué los cuidados paliativos pediátricos son necesarios y muy desconocidos entre los médicos españoles y de otros países
4 cosas sencillas que puedes hacer para educar contra la eutanasia
- En España, súmate online a la Petición #MasPaliativos #StopEutanasia de la Plataforma Los 7000
- Difunde los testimonios y vídeos de www.vividores.org
- Reenvía los artículos de ReL con argumentos contra la eutanasia y buenos testimonios
Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, de edad avanzada; después de casarse había vivido siete años con su marido, y permaneció viuda hasta los ochenta y cuatro años; no se apartaba del Templo, sirviendo a Dios noche y día en ayunos y oraciones. Como se presentase en aquella misma hora, alababa a Dios y hablaba del Niño a todos los que esperaban la redención de Jerusalén.
Así que cumplieron todas las cosas según la Ley del Señor, volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El Niño crecía y se fortalecía, llenándose de sabiduría; y la gracia de Dios estaba sobre Él.
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«Alababa a Dios y hablaba del Niño a todos»
Rev. D. Joaquim FLURIACH i Domínguez
(St. Esteve de P., Barcelona, España)
Hoy, José y María acaban de celebrar el rito de la presentación del primogénito, Jesús, en el Templo de Jerusalén. María y José no se ahorran nada para cumplir con detalle todo lo que la Ley prescribe, porque cumplir aquello que Dios quiere es signo de fidelidad, de amor a Dios.
Desde que su hijo —e Hijo de Dios— ha nacido, José y María experimentan maravilla tras maravilla: los pastores, los magos de Oriente, ángeles... No solamente acontecimientos extraordinarios exteriores, sino también interiores, en el corazón de las personas que tienen algún contacto con este Niño.
Hoy aparece Ana, una señora mayor, viuda, que en un momento determinado tomó la decisión de dedicar toda su vida al Señor, con ayunos y oración. No nos equivocamos si decimos que esta mujer era una de las “vírgenes prudentes” de la parábola del Señor (cf. Mt 25,1-13): siempre velando fielmente en todo aquello que le parece que es la voluntad de Dios. Y está claro: cuando llega el momento, el Señor la encuentra a punto. Todo el tiempo que ha dedicado al Señor, aquel Niño se lo recompensa con creces. —¡Preguntadle, preguntadle a Ana si ha valido la pena tanta oración y tanto ayuno, tanta generosidad!
Dice el texto que «alababa a Dios y hablaba del Niño a todos los que esperaban la redención de Jerusalén» (Lc 2,38). La alegría se transforma en apostolado decidido: ella es el motivo y la raíz. El Señor es inmensamente generoso con los que son generosos con Él.
Jesús, Dios Encarnado, vive la vida de familia en Nazaret, como todas las familias: crecer, trabajar, aprender, rezar, jugar... ¡“Santa cotidianeidad”, bendita rutina donde crecen y se fortalecen casi sin darse cuenta la almas de los hombres de Dios! ¡Cuán importantes son las cosas pequeñas de cada día!
Don Antonio, el «buen pastor canario»: un sacerdote heroico en plena pandemia, camino a los altares
Retrato del padre Antonio Vicente González
El padre Antonio Vicente González vivió apenas 34 años, pero su huella caló en el pueblo canario
En el último decreto de la Congregación para las Causas de los Santos se recogían, entre otras, las virtudes heroicas del sacerdote español Antonio Vicente González (1817-1851), conocido como el “buen pastor canario”, pues nació, realizó su ministerio y murió en este archipiélago.
De este modo, avanza el proceso de beatificación de este ya “venerable”, cuyo testimonio es ahora más actual que nunca, pues fue un joven mártir de la caridad al entregar su vida por los más pobres y enfermos durante una epidemia de cólera.
Tras conocerse la decisión de Roma, el nuevo obispo de Canarias, monseñor José Mazuelos, explicaba que la figura de este “sacerdote entregado” es totalmente “actual en medio de esta pandemia que estamos viviendo y nos anima a todos a seguir dando y ayudando, siendo generosos con los enfermos, siendo generosos con los pobres”.
Un milagro en estudio
“Lo importante es ver un sacerdote joven que no tiene miedo a acoger a los más pobres, a los enfermos y al final morir por la transmisión del cólera”, añadió el obispo canario.
Ahora Roma investiga ya el posible milagro que de ser aprobado haría beato al padre Antonio. El propio prelado de Canarias asegura que este posible milagro habría sucedido entre 2005 y 2006. Se trata de una curación sin explicación científica de una persona que sufría un proceso degenerativo.
El obispo Mazuelos, en rueda de prensa
El obispo Mazuelos habla a los medios de la figura de este sacerdote canario
Según contó, una familia de la isla de Gran Canaria se encomendó a este sacerdote para que intercediera ante Dios por la curación de uno de los hijos, aquejado de un aneurisma de cuarto grado que le mantuvo dos meses en coma.
El padre Antonio nació en Villa de Agüimes el 5 de abril de 1817. Vivió 34 años pero tuvo una enorme labor pastoral en este tiempo que dejó una gran huella entre los canarios. De hecho, llegó a desempeñar numerosas labores en su corta vida: párroco, fiscal de la diócesis, secretario, vicerrector, catedrático de Teología Fundamental en el seminario… Aunque es recordado especialmente por su atención por los feligreses, sus admiradas homilías y sobre todo por su profundo amor por los más pobres, necesitados y enfermos.
Pese a ser un gran orador fueron sus obras las que le hicieron ser recordado por su santidad entre el pueblo de Dios, fruto de su testimonio de mártir de la caridad por amor a los pobres.
Mártir de la caridad
Dos episodios marcaron especialmente su corta vida sacerdotal. Primero una tremenda hambruna y la posterior epidemia de cólera que dejó un gran número de muertes en la isla. Debido a su entrega total a estos enfermos, él mismo acabó contrayendo la enfermedad y muriendo a los 34 años a causa del cólera.
En 1847, en la isla de Gran Canaria comenzó la hambruna citada anteriormente. Frente a la iglesia, este sacerdote creó un pionero centro de caridad donde repartía sus ingresos y bienes con los pobres. Acogió y dio ropa a los necesitados, pese a que él tampoco poseía muchos bienes.
Sacerdote, médico y hermano
Ya en 1851, el año de su fallecimiento, comenzó la epidemia de cólera debido a las condiciones insalubres en las que se veían obligadas a vivir las personas más pobres, lo que unido al hambre propició que la enfermedad se extendiera rápidamente.
El padre Antonio Vicente González primero intentó primeramente alimentar a los pobres. Después, como se recuerda en Canarias, “se dedicó a hacer de médico, de padre, de hermano y de sacerdote”.
De este modo, acabó convirtiendo la vivienda en la que realizaba el reparto de alimentos en un pequeño hospital al que acudía cada día para visitar y aliviar a los enfermos. No dejaba a nadie sin cuidar física y espiritualmente.
Fue así como acabó contagiándose. Murió el 22 de junio de 1851, un día después de haber celebrado misa. Entre el pueblo empezó a ser llamado “el buen pastor canario”.
Cuando se cumplieron los días de la purificación según la Ley de Moisés, llevaron a Jesús a Jerusalén para presentarle al Señor, como está escrito en la Ley del Señor: Todo varón primogénito será consagrado al Señor y para ofrecer en sacrificio un par de tórtolas o dos pichones, conforme a lo que se dice en la Ley del Señor.
Y he aquí que había en Jerusalén un hombre llamado Simeón; este hombre era justo y piadoso, y esperaba la consolación de Israel; y en él estaba el Espíritu Santo. Le había sido revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes de haber visto al Cristo del Señor. Movido por el Espíritu, vino al Templo; y cuando los padres introdujeron al Niño Jesús, para cumplir lo que la Ley prescribía sobre Él, le tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: «Ahora, Señor, puedes, según tu palabra, dejar que tu siervo se vaya en paz; porque han visto mis ojos tu salvación, la que has preparado a la vista de todos los pueblos, luz para iluminar a los gentiles y gloria de tu pueblo Israel».
Su padre y su madre estaban admirados de lo que se decía de Él. Simeón les bendijo y dijo a María, su madre: «Éste está puesto para caída y elevación de muchos en Israel, y para ser señal de contradicción -¡y a ti misma una espada te atravesará el alma!- a fin de que queden al descubierto las intenciones de muchos corazones».
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«Ahora, Señor, puedes (...) dejar que tu siervo se vaya en paz; porque han visto mis ojos tu salvación»
Chanoine Dr. Daniel MEYNEN
(Saint Aubain, Namur, Bélgica)
Hoy, 29 de diciembre, festejamos al santo Rey David. Pero es a toda la familia de David que la Iglesia quiere honrar, y sobre todo al más ilustre de todos ellos: ¡a Jesús, el Hijo de Dios, Hijo de David! Hoy, en ese eterno “hoy” del Hijo de Dios, la Antigua Alianza del tiempo del Rey David se realiza y se cumple en toda su plenitud. Pues, como relata el Evangelio de hoy, el Niño Jesús es presentado al Templo por sus padres para cumplir con la antigua Ley: «Cuando se cumplieron los días de la purificación según la Ley de Moisés, llevaron a Jesús a Jerusalén para presentarle al Señor, como está escrito en la Ley del Señor: Todo varón primogénito será consagrado al Señor» (Lc 2,22-23).
Hoy, se eclipsa la vieja profecía para dejar paso a la nueva: Aquel, a quien el Rey David había anunciado al entonar sus salmos mesiánicos, ¡ha entrado por fin en el Templo de Dios! Hoy es el gran día en que aquel que San Lucas llama Simeón pronto abandonará este mundo de oscuridad para entrar en la visión de la Luz eterna: «Ahora, Señor, puedes, según tu palabra, dejar que tu siervo se vaya en paz; porque han visto mis ojos tu salvación, la que has preparado a la vista de todos los pueblos» (Lc 2,29-32).
También nosotros, que somos el Santuario de Dios en el que su Espíritu habita (cf. 1Cor 3,16), debemos estar atentos a recibir a Jesús en nuestro interior. Si hoy tenemos la dicha de comulgar, pidamos a María, la Madre de Dios, que interceda por nosotros ante su Hijo: que muera el hombre viejo y que el nuevo hombre (cf. Col 3,10) nazca en todo nuestro ser, a fin de convertirnos en los nuevos profetas, los que anuncien al mundo entero la presencia de Dios tres veces santo, ¡Padre, Hijo y Espíritu Santo!
Como Simeón, seamos profetas por la muerte del “hombre viejo”! Tal como dijo el Papa San Juan Pablo II, «la plenitud del Espíritu de Dios viene acompañada (…) antes que nada por la disponibilidad interior que proviene de la fe. De ello, el anciano Simeón, ‘hombre justo y piadoso’, tuvo la intuición en el momento de la presentación de Jesús en el Templo».
Hay necesidad de orar, pero «la oración no es un mindfulness con cafeína, es un diálogo con Dios»
Es fundamental fundamental no confundir la oración mental: es un diálogo con Dios
La pandemia ha despertado en muchísimas personas la sed de Dios, y en otras ha incrementado el deseo de entablar un diálogo con Él para hacerle partícipe de sus asuntos. Sin embargo, las prisas y el agobio de las ocupaciones y preocupaciones, les dificultan llevar una vida de oración sostenida. ¿Cómo superar estos obstáculos para entrar en la fuente auténtica de la felicidad? Los periodistas Isabel Molina Estrada y José Antonio Méndez de la Revista Misión dan una respuesta a estas inquietudes.
En los últimos meses, un beato milenial ha movido multitudes en infinidad de rincones del planeta. Su nombre es Carlo Acutis, un joven italiano que murió en 2006 de una leucemia fulminante con solo 15 años. ¿Qué tenía este santo para que sus palabras, sencillas pero cargadas de sabiduría divina, hayan movido a tantos corazones a acercarse a Cristo y a realizar actos de profunda caridad cristiana? ¿De dónde le venían a este adolescente semejantes chispazos de gracia hecha vida?
La respuesta es sencilla: Carlo tenía a diario un trato íntimo con el Señor. Desde su primera comunión a los 7 años, nunca faltó a su cita diaria con la Eucaristía y luego permanecía frente al Sagrario en profundo recogimiento, conversando con su gran Amigo. En esos momentos de cercanía con Jesús, fue cuando Él le comunicó muchas de las cosas que permitieron que su corta vida fuera tan fecunda.
Y es que la oración, tantas veces escurridiza (“no tengo tiempo”, “no sé qué decirle al Señor”, “me cuesta el silencio”, “no logro oír su voz”…) no es una práctica exclusiva para místicos y santos de altar, sino que puede ser para cada cristiano lo más normal de entre todo lo normal que hace a diario. De hecho, el diálogo con Dios no es solamente posible en la vida de un cristiano, sino que es vital para que la fe no se apague entre sus ocupaciones y preocupaciones diarias. Más aún, los expertos en oración mental aseguran que del trato frecuente con el Señor de cada cristiano dependen el curso de la historia, el propio destino y el de personas cercanas… y lejanas.
Oración mental, no repetir
Esta realidad, a veces abstracta, es parte del día a día de miles de personas. Como Juan-Ignacio, quien llevaba 22 años casado, y que, según cuenta a Misión, hace dos enfrentó un gran bache en su matrimonio que le llevó a estar a punto de separarse. Pero “por cosas de la Providencia”, justo en ese momento un amigo le habló de la oración mental.
“Lo que yo conocía desde la cuna era la oración vocal: el Padrenuestro, el Avemaría, las jaculatorias, el rosario, la oración de la mañana y de la noche… que repetía sin reflexionar lo que decía. Nadie me había hablado en serio de que era posible escuchar a Dios”. En ese socavón profundo, cuando se encontraba desconcertado y descolocado, comenzó a dialogar con el Señor, y su historia, cuenta, dio un vuelco “del cero a cien”. “Hoy estoy reconciliado con mi mujer, y también con mis hijos. He comprobado que con la ayuda de un buen director espiritual y la perseverancia en la oración se consiguen milagros”, afirma.
Algo similar le ocurrió a Luis. Cuando comenzó a hacer oración diaria, este farmacéutico valenciano estaba saliendo con la que es hoy su mujer. El noviazgo no avanzaba. “Recuerdo que decidí: ‘Me voy a tomar en serio a Dios. Le voy a tratar como al Padre que es y voy a obedecerle en lo que me pida’. Con el tiempo, veo que Él comenzó a moldearme a través de la oración. Cambié yo, y mi novia dejó de sentirse insegura. Comenzó a verme como su futuro marido”. De esto han transcurrido ya siete años… y tres niños pequeños.
Invitados por Dios
Ahora bien, como recuerda el conocido sacerdote Jacques Philippe, uno de los autores de espiritualidad más importantes de nuestro tiempo, en Nueve días para recuperar la alegría de rezar (Rialp, 2019), “lo primero que debe motivarnos y animarnos a emprender una vida de oración es que Dios mismo nos invita a hacerlo. Nos llama a la oración porque desea ardientemente (desde siempre y mucho más de lo que imaginamos) entrar en comunión con nosotros”. Por eso señala que los cristianos “no rezamos ante todo porque deseemos a Dios o porque esperemos de la vida de oración determinados beneficios, sino porque es lo que Dios nos pide. Y al pedírnoslo, sabe muy bien lo que hace. Su proyecto excede infinitamente lo que somos capaces de entrever, desear o imaginar”.
El mismo Jesucristo dedicó muchísimo tiempo a hablar con el Padre para buscar hacer su voluntad. Los Evangelios cuentan que oraba en soledad, en lugares apartados, de madrugada, antes y después de predicar la Palabra, ante la adversidad, cuando tenía que enfrentar grandes episodios de su vida, en su día a día en Galilea… Y tras orar, explican Manuel Ordeig y Rubén Herce en Enséñanos a orar (Ediciones Cristiandad, 2019) sus acciones, enseñanzas y gestos dejaban una honda huella en quienes se cruzaban con Él: Nicodemo, Mateo, la samaritana… Es más, su oración era “contagiosa” y llegó un momento en que sus discípulos le pidieron con vehemencia: “Señor, enséñanos a orar”.
No es mindfulness
Porque a orar se aprende orando, dicen quienes llevan kilómetros de recorrido, la pregunta es: ¿cómo se pasa de repetir el Padrenuestro, o de tener un momento de introspección personal, a entrar en un diálogo real con Dios? El propio Philippe explica en Tiempo para Dios. Guía para la vida de oración (Rialp, 2016) que la oración “no es fruto de una técnica”; “no es un método, ni tampoco es mindfulness ni ‘yoga cristiano’”, porque para el cristiano “todo es gracia, don gratuito de Dios”, que depende de nosotros acoger con humildad.
Esa diferencia entre la oración mental y ciertas técnicas de relajación es crucial para entender la oración como un diálogo de persona a persona, dirigido al Padre, al Hijo o al Espíritu Santo. “Mucha gente –explica Luis– me dice que hace mindfulness. Y yo respondo: ‘Haz oración y notarás cómo cambia tu vida’. Porque el mindfulness es como hacer oración, pero quitando a Dios de en medio. Es un café descafeinado”.
Luis aporta su testimonio: “Desde que comencé a dialogar a diario con Dios, Él lleva incluso mi negocio”. Y es que Luis era de los que trabajaban 12 horas seguidas para generar beneficios, y terminaba por anteponer su negocio a lo demás. Aun así, “los frutos eran pobrecillos. Mi director espiritual me insistió: ‘Pon primero la oración, aunque tengas que empezar a trabajar más tarde’. Me costó, pero logré organizarme y, en vez de trabajar desde las 8 de la mañana, empecé a entrar a las 9:30. Ahora el trabajo no está por encima de la oración, ni de mi familia, ni del apostolado, y va todo rodado”.
Silencio interior y exterior
Lo cierto es que aunque la oración no depende de los métodos, sino de la apertura a la gracia, sí hay pautas que facilitan entrar en diálogo con Dios y escuchar su voz, con la tranquilidad de saber que es Él quien nos habla y no la imaginación. Ordeig y Herce señalan que para rezar hace falta hacer silencio, exterior e interior: “Es en el silencio, y no en el tumulto ni en el ruido, cuando Dios penetra en las profundidades más íntimas de nuestro ser”.
Una vez en silencio –entrando solos en una habitación, en un espacio tranquilo y sin distracciones, frente al Sagrario, y silenciando si es posible el móvil y las notificaciones de las aplicaciones–, es posible ponerse en presencia de Dios y recogerse. “Para orar –comenta Juan-Ignacio– hace falta un recogimiento previo y a partir de ahí, dejas que discurra el diálogo”.
¿Y de qué hablar? Sobre cuestiones diarias de la vida, momentos especiales, peticiones, acciones de gracias… O sobre el impacto que nos produce leer algo de la Sagrada Escritura, como, por ejemplo, el Evangelio del día. En ese caso, podemos meternos en la escena, mirar a nuestro alrededor, observar cada detalle con atención, intentar captar lo que dice o hace cada personaje, y hasta leer las intenciones que le mueven… Incluso hacernos uno de esos personajes y, luego, mirar a Jesús a los ojos y preguntarle: ¿Qué me dices con esto? ¿Qué me pides a través de tus palabras para mi amistad contigo, mi vocación, mi trabajo…?
Luis explica que a él le ayuda escribir en una libreta todo eso que pregunta a Dios y lo que va “oyendo” que Él le contesta en forma de “ideas o mociones espirituales que te vienen en el momento. Escribir está muy bien porque luego lo repasas y no lo dejas hasta haber hecho lo que el Señor te pide”. Además, eso permite cotejar después nuestras notas con un director espiritual, para no tomar por susurro de Dios lo que no es sino una ocurrencia nuestra.
Por último, la oración requiere constancia. Un continuo comenzar y recomenzar, y esta Navidad puede ser un buen momento para afinar el oído con el corazón del Señor hecho Hombre. Porque si, como cuentan Luis y Juan-Ignacio, la oración le da un vuelco positivo a la vida, ¿por qué no intentarlo en serio?
Así habla Dios
Salvo rarísimas excepciones, el lenguaje de Dios no son palabras atronadoras, Él habla a la inteligencia a través de inspiraciones; a los sentimientos, a través de afectos; y a la voluntad, a través de propósitos que va imprimiendo en el alma, como certezas que a veces desafían nuestra lógica o nuestras seguridades, pero que a la postre demuestran llevar el sello de Dios. Manuel Ordeig y Rubén Herce explican en Enséñanos a orar que estos propósitos, afectos e inspiraciones “se entrelazan y ayudan mutuamente como un cable de tres hilos”. Y quienes los han experimentado aseguran que la mayoría de las veces es fácil reconocer la enorme diferencia que hay entre estos “hilos” y sus propios razonamientos, deseos, sugestiones o cavilaciones interiores…
Lo que sí es cierto es que, para respetar nuestra libertad, cuando el Señor habla, lo hace bajito, como hizo con el profeta Elías, que no lo reconoció en el huracán, sino en el “susurro” de la brisa. A santa Faustina le dio la clave: “Procura vivir en recogimiento para oír mi voz, que es tan bajita que solo pueden oírla las almas recogidas”.
En cualquier caso, la experiencia de los santos constata también que a veces Dios no habla. Guarda silencio, pero da paz y pide más oración, y termina por contestar –pronto o tarde– con eventos certeros: “Al Señor le comento todo en la oración: trabajo, familia, amigos, vida espiritual… Cuando no me contesta, le digo: ‘Señor, como veo que no me dices nada, lo dejo en tus manos’. Normalmente, si le digo eso, en pocos días lo ha solucionado”, cuenta Luis. Y tanto Luis como Juan-Ignacio insisten, una y otra vez, que es importante contar con la ayuda de un director espiritual que te ayude a discernir.
¿Para qué orar?
En su biografía sobre Santa Teresa de Calcuta, el que fue uno de sus más estrechos colaboradores, el sacerdote Leo Maasburg, explica que, en cierto momento, las Misioneras de la Caridad pidieron a la santa reducir las horas de Adoración Eucarística que practicaban una vez a la semana, pues se veían desbordadas de trabajo. La respuesta de Madre Teresa fue incrementar la Adoración Eucarística a una vez al día, para pedir al Señor que les concediera más vocaciones. Parecía un sinsentido, y sin embargo, al cabo de un año, la Madre Teresa contaba: “Hemos experimentado que nos amamos mucho más entre nosotras, que amamos más a Jesús y ahora tenemos el doble de vocaciones”. El Señor contestó encendiendo aún más la chispa de sus corazones y multiplicando sus manos…
Los frutos de la oración pueden ser muchos y muy variados. Pero uno de los principales, como explican Manuel Ordeig y Rubén Herce en Enséñanos a orar, es que la oración da el sentido a la vida que no es otro que “vivir de Amor”. Por el contrario, sin esa relación constante con Dios, el hombre camina hacia la nada, pierde consistencia, se desvía, se desteje.
Después que los magos se retiraron, el Ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: «Levántate, toma contigo al Niño y a su madre y huye a Egipto; y estate allí hasta que yo te diga. Porque Herodes va a buscar al Niño para matarle». Él se levantó, tomó de noche al Niño y a su madre, y se retiró a Egipto; y estuvo allí hasta la muerte de Herodes; para que se cumpliera el oráculo del Señor por medio del profeta: «De Egipto llamé a mi hijo».
Entonces Herodes, al ver que había sido burlado por los magos, se enfureció terriblemente y envió a matar a todos los niños de Belén y de toda su comarca, de dos años para abajo, según el tiempo que había precisado por los magos. Entonces se cumplió el oráculo del profeta Jeremías: «Un clamor se ha oído en Ramá, mucho llanto y lamento: es Raquel que llora a sus hijos, y no quiere consolarse, porque ya no existen».
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«Se levantó, tomó de noche al Niño y a su madre, y se retiró a Egipto»
Rev. D. Joan Pere PULIDO i Gutiérrez Secretario del obispo de Sant Feliu
(Sant Feliu de Llobregat, España)
Hoy celebramos la fiesta de los Santos Inocentes, mártires. Metidos en las celebraciones de Navidad, no podemos ignorar el mensaje que la liturgia nos quiere transmitir para definir, todavía más, la Buena Nueva del nacimiento de Jesús, con dos acentos bien claros. En primer lugar, la predisposición de san José en el designio salvador de Dios, aceptando su voluntad. Y, a la vez, el mal, la injusticia que frecuentemente encontramos en nuestra vida, concretado en este caso en la muerte martirial de los niños Inocentes. Todo ello nos pide una actitud y una respuesta personal y social.
San José nos ofrece un testimonio bien claro de respuesta decidida ante la llamada de Dios. En él nos sentimos identificados cuando hemos de tomar decisiones en los momentos difíciles de nuestra vida y desde nuestra fe: «Se levantó, tomó de noche al Niño y a su madre, y se retiró a Egipto» (Mt 2,14).
Nuestra fe en Dios implica a nuestra vida. Hace que nos levantemos, es decir, nos hace estar atentos a las cosas que pasan a nuestro alrededor, porque —frecuentemente— es el lugar donde Dios habla. Nos hace tomar al Niño con su madre, es decir, Dios se nos hace cercano, compañero de camino, reforzando nuestra fe, esperanza y caridad. Y nos hace salir de noche hacia Egipto, es decir, nos invita a no tener miedo ante nuestra propia vida, que con frecuencia se llena de noches difíciles de iluminar.
Estos niños mártires, hoy, también tienen nombres concretos en niños, jóvenes, parejas, personas mayores, inmigrantes, enfermos... que piden la respuesta de nuestra caridad. Así nos lo dice San Juan Pablo II: «En efecto, son muchas en nuestro tiempo las necesidades que interpelan a la sensibilidad cristiana. Es la hora de una nueva imaginación de la caridad, que se despliegue no sólo en la eficacia de las ayudas prestadas, sino también en la capacidad de hacernos cercanos y solidarios con el que sufre».
Que la luz nueva, clara y fuerte de Dios hecho Niño llene nuestras vidas y consolide nuestra fe, nuestra esperanza y nuestra caridad.
Nicolás Gil, futbolista profesional colombiano: «Mi meta es ser santo», vive consagrado a María
El futbolista colombiano Nicolás Gil
FacebookTwitterTelegramLinkedinWhatsappEmailReL26 diciembre 2020TAGS:Conversión al catolicismoDeportistas cristianosMovimientos eclesiales
Juerga, ropa y coches exclusivos, lujos, un mundo de placeres expuesto en redes sociales… es parte del estereotipo de algunos futbolistas profesionales fuera de la cancha, que también es ventilado en los medios de comunicación. El colombiano Nicolás Gil Uribe lo sabía, pero su vínculo con el fútbol era solo “como un hobby de diversión y esparcimiento” con sus amigos, cuenta a la periodista Ana Beatriz Becerra de la web Portaluz. Él soñaba con ser piloto de la fuerza aérea, pero no pasó las pruebas y entonces se fue entregando al deporte que apasiona a millones en el mundo. A los 16 años ya jugaba por un club de Rionegro (Antioquía), donde nació y a los 19 partió a Bogotá para probarse “en las inferiores” del club Santa Fe. “Le metí mucha moral, mucha entrega, mucho sacrificio por quedar en el equipo y así fue”, recuerda Nicolás.
Nicolás Gil, durante un entrenamiento
Tentación, caída y liberación
Sus cualidades y perseverancia lo llevaron a debutar dos años después en el equipo titular. Para entonces, fuera de la cancha, algunas vivencias de aquel estereotipo del futbolista profesional lo habían atrapado, según explica: “Empecé a experimentar muchas cosas en el sentido que yo era muy mujeriego … era como se dice vulgarmente muy perro, pues no las trataba en serio, jugaba con los sentimientos de ellas, estaba hiriendo el corazón de ellas, pero a la vez hiriendo mi corazón”.
Si bien estaba logrando desarrollarse como futbolista profesional, en su alma Nicolás padecía el costo de la tensión entre los valores católicos que le habían transmitido sus padres y la permanente tentación por “experimentar las cosas del mundo”.
“No era de los que me emborrachaba -explica-, la verdad mi lucha más fuerte eran las mujeres básicamente. Llegó un momento en que comencé a experimentar el vacío, nada me llenaba, me sentía sucio y empecé a buscar de Dios”. Así fue como un día cualquiera, caminando por las calles de Bogotá, escuchó a una joven hablando por el celular de “Lazos de Amor Mariano”; él inmediatamente recordó a una tía que alguna vez le había contado de esta comunidad católica y se acercó a la joven. “Ella muy formal, muy caritativa, me dijo: ‘¿Qué necesitas?’ Yo le respondí: ‘Es que yo me quiero consagrar y no sé si aquí en la zona norte existe alguna comunidad donde empezar una consagración’. Y ella me contestó: ‘¡Sí claro, aquí si hay y hace poco comenzó una!, si quieres me das tu número y te paso todos los datos’”.
Como un sediento en el desierto, nada más recibir la información se dirigió al lugar. Tenía certeza que dar el paso de pedir auxilio a la Virgen, comprometiéndose con Ella mediante un camino de consagración, sería el remedio a todos sus males.
Con oración, mortificación y sacramentos se da la batalla
Este proceso, dice, empezó a transformar su vida y aunque las tentaciones continúen, ahora cuenta con el apoyo de una comunidad, la gracia sacramental y en particular de la Reina del Cielo, para dar batalla. “Hay luchas, van a haber tentaciones porque era mi debilidad, pero con oración, mortificación, con frecuentar los sacramentos, obviamente es la ayuda que Dios le da a uno”, reitera.
Y no ha sido fácil vivir a cara descubierta la fe, afrontando la presión en el ambiente del fútbol e incluso de algunos amigos: “Ellos se escandalizan con muchas cosas de la castidad, se escandalizan de llevar una vida en castidad, en pureza; ¡pero somos templos del Espíritu Santo! y tenemos que respetarnos a nosotros mismos, a las demás personas, en este caso a las mujeres… Hay que cuidar mucho el corazón y he aprendido mucho eso” afirma Nicolás.
Nicolás Gil, junto a una imagen de la Virgen de Guadalupe
Disciplina para el cuerpo y para el alma
Hoy, con 23 años reconoce que por momentos ha pensado en que quizá Dios le quiere sacerdote o incluso consagrado monje en la vida contemplativa. Pero en espera de que la llamada se vuelva más clara sabe cuán importante es ser tan disciplinado en lo espiritual como lo es en su vida profesional de futbolista: “Tenemos seis prácticas que es la Eucaristía, la intimidad con el Santísimo, el Santo Rosario, la Lectio Divina, que es la lectura meditada de la palabra de Dios, las oraciones del consagrado y las lecturas espirituales de un libro o de un santo. También estoy haciendo Santa Brígida, unas oraciones muy bonitas que el Señor le mostró a ella que el que las hiciera fiel durante un año seguidas las 15 oraciones iban a recibir gracias muy particulares. Estas son como las prácticas que he adquirido y de vez en cuando también hago las novenitas a un santo o a la Virgen”, comparte el joven deportista que a la fecha defiende la camiseta del Itagüí Leones Fútbol Club.
Los sueños y metas de Nicolás tienen hoy directa relación con Dios y no se amilana al afirmar que su anhelo es “ser santo y agradar al Señor”. Asimismo, comparte estas vivencias en la esperanza de ser útil a otros jóvenes. Recordarles dice, que “Dios siempre está tocando el corazón de todos y uno es el que no accede a ese amor, a esa misericordia infinita que el día a día nos brinda. En el placer de la carne, de la concupiscencia, en el placer desordenado de la lujuria, de la fornicación pues no vamos a encontrar la felicidad y la plenitud que uno como hombre busca. Como jóvenes los invito a que también vivan un retiro espiritual que sea en una comunidad católica donde puedan experimentar el amor de Dios”.
Cuando se cumplieron los días de la purificación de ellos, según la Ley de Moisés, llevaron a Jesús a Jerusalén para presentarle al Señor, como está escrito en la Ley del Señor: Todo varón primogénito será consagrado al Señor y para ofrecer en sacrificio un par de tórtolas o dos pichones, conforme a lo que se dice en la Ley del Señor.
Y he aquí que había en Jerusalén un hombre llamado Simeón; este hombre era justo y piadoso, y esperaba la consolación de Israel; y estaba en él el Espíritu Santo. Le había sido revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes de haber visto al Cristo del Señor. Movido por el Espíritu, vino al Templo; y cuando los padres introdujeron al niño Jesús, para cumplir lo que la Ley prescribía sobre él, le tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: «Ahora, Señor, puedes, según tu palabra, dejar que tu siervo se vaya en paz; porque han visto mis ojos tu salvación, la que has preparado a la vista de todos los pueblos, luz para iluminar a los gentiles y gloria de tu pueblo Israel». Su padre y su madre estaban admirados de lo que se decía de él. Simeón les bendijo y dijo a María, su madre: «Éste está puesto para caída y elevación de muchos en Israel, y para ser señal de contradicción —¡y a ti misma una espada te atravesará el alma!— a fin de que queden al descubierto las intenciones de muchos corazones».
Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, de edad avanzada; después de casarse había vivido siete años con su marido, y permaneció viuda hasta los ochenta y cuatro años; no se apartaba del Templo, sirviendo a Dios noche y día en ayunos y oraciones. Como se presentase en aquella misma hora, alababa a Dios y hablaba del niño a todos los que esperaban la redención de Jerusalén. Así que cumplieron todas las cosas según la Ley del Señor, volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El Niño crecía y se fortalecía, llenándose de sabiduría; y la gracia de Dios estaba sobre Él.
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«Llevaron a Jesús a Jerusalén para presentarle al Señor»
Rev. D. Joan Ant. MATEO i García
(Tremp, Lleida, España)
Hoy, celebramos la fiesta de la Sagrada Familia. Nuestra mirada se desplaza del centro del belén —Jesús— para contemplar cerca de Él a María y José. El Hijo eterno del Padre pasa de la familia eterna, que es la Santísima Trinidad, a la familia terrenal formada por María y José. ¡Qué importante ha de ser la familia a los ojos de Dios cuando lo primero que procura para su Hijo es una familia!
San Juan Pablo II, en su Carta apostólica El Rosario de la Virgen María, ha vuelto a destacar la importancia capital que tiene la familia como fundamento de la Iglesia y de la sociedad humana, y nos ha pedido que recemos por la familia y que recemos en familia con el Santo Rosario para revitalizar esta institución. Si la familia va bien, la sociedad y la Iglesia irán bien.
El Evangelio nos dice que el Niño crecía y se fortalecía, llenándose de sabiduría. Jesús encontró el calor de una familia que se iba construyendo a través de sus recíprocas relaciones de amor. ¡Qué bonito y provechoso sería si nos esforzáramos más y más en construir nuestra familia!: con espíritu de servicio y de oración, con amor mutuo, con una gran capacidad de comprender y de perdonar. ¡Gustaríamos —como en el hogar de Nazaret— el cielo y la tierra! Construir la familia es hoy una de las tareas más urgentes. Los padres, como recordaba el Concilio Vaticano II, juegan ahí un papel insubstituible: «Es deber de los padres crear un ambiente de familia animado por el amor, por la piedad hacia Dios y hacia los hombres, y que favorezca la educación íntegra personal y social de los hijos». En la familia se aprende lo más importante: a ser personas.
Finalmente, hablar de familia para los cristianos es hablar de la Iglesia. El evangelista san Lucas nos dice que los padres de Jesús lo llevaron a Jerusalén para presentarlo al Señor. Aquella ofrenda era figura de la ofrenda sacrificial de Jesús al Padre, fruto de la cual hemos nacido los cristianos. Considerar esta gozosa realidad nos abrirá a una mayor fraternidad y nos llevará a amar más a la Iglesia.
. Con 57 años, en la perestroika, estudió ruso, en Moscú abrió un seminario, le vapuleó la policía
Bernardo Antonini oyó la palabra perestroika en la TV italiana y algo le impulsó a ir a Rusia... allí lanzó una revista, una radio, un seminario, mil actividades
El 2 de julio de 1989 el sacerdote italiano Bernardo Antonini llegó al Imperio más extenso del mundo, que se estaba tambaleando pero que aún no lo admitía: a la Unión Soviética. En Polonia acababa de caer el comunismo. En Hungría se acababa de legalizar el derecho a la huelga. En China los tanques aplastaban la manifestación democrática de Tiananmen.
Y don Bernardo, con 57 años, llegaba a Moscú como "estudiante internacional", aprovechando los resquicios de la perestroika. En seis meses más se hundirían los regímenes comunistas de Europa Oriental y en dos años la poderosa URSS sería un recuerdo caduco.
El Papa Francisco ha aprobado este martes el decreto de las virtudes heroicas de este misionero, que se puso a evangelizar en la Rusia tardosoviética "con lo puesto" y sin saber casi ni el idioma. Si se le pudiera atribuir un milagro y la Iglesia lo constatase así, podría ser beatificado.
Bernardo Antonini nació en 1932, entró en el seminario en 1943, durante la Segunda Guerra Mundial, y fue ordenado sacerdote en 1955, con 23 años. En 1962 obtuvo una licenciatura en Lenguas y Literaturas Extranjeras Modernas. Fue profesor en el seminario menor, después profesor de Escritura en el Estudio Teológico San Zenón de Verona y un importante formador en la diócesis. En 1977 se afilió a la espiritualidad de los sacerdotes paulinos fundados por Santiago Alberione, con pasión por usar los medios de comunicación para evangelizar.
En Rusia Antonini fundaría en 1994 el que durante muchos años fue el único semanario católico del país, "Svet Evangeliya" (La luz del Evangelio), que se mantuvo hasta 2007, cinco años después de su muerte. En total el semanario lanzó 630 números. También puso en marcha una emisora de radio al estilo de Radio María. Antonini también fue el fundador, rector y formador del seminario mayor “Reina de los Apóstoles”, de Moscú y un conferenciante incansable e itinerante. Murió en marzo de 2002 como vicario episcopal del obispo de Karagandá, en Kazajstán.
Un documental en italiano que recoge la pasión del padre Antonini por la evangelización de Rusia
En un libro de Ediciones Paulinas, mucho más fácil de conseguir en papel en Italia que en Rusia (aunque hay librerías paulinas en Rusia), contó algunas de sus aventuras misioneras en la URSS.
Una palabra le llevó a Rusia: "perestroika"
En junio de 1988 Antonini era un cura italiano más sin especial interés en Rusia. Vio en la televisión cómo el presidente de la URSS, Mijail Gorbachov y su esposa Raisa recibían al cardenal Casaroli en el teatro Bolshoi de Moscú para un acto que celebraba los Mil Años del bautismo de Rusia, por mandato del rey San Vladimir. El locutor televisivo habló de "la perestroika", que significaba "reestructuración" o "transformación".
"Las palabras del presentador me agitaron, o más bien, me sacudieron. Desde entonces, 'perestroika' y Rusia comenzaron a interesarme de una manera nueva, comencé a sentir una simpatía personal inexplicable por este país. No sabía una palabra en ruso, no estaba familiarizado con el alfabeto cirílico".
Pero empezó a tomar clases particulares con una profesora italiana en mayo de 1989. Después, a través de la sociedad de amistad de Italia y la URSS, se apuntó para un curso para extranjeros en la Universidad Estatal de Moscú. Así en julio llegó al corazón de la URSS.
"La primera sorpresa: al llegar a Moscú, no encuentro en mi equipaje el cáliz litúrgico que llevé conmigo, y en la Rusia Comunista es imposible comprar uno nuevo: no había tiendas en Moscú donde se vendieran utensilios religiosos. En el fondo de mi corazón decidí: soy misionero. Me encontraba en una situación difícil. 'Como último recurso durante la misa, usaré un vaso (¡no puedo vivir dos meses enteros sin la Santa Comunión!'), recordó luego en su libro de memorias.
Horario de clases: ¡asignatura de ateísmo científico!
Era un italiano de 57 años y entre las clases que se le ofrecían para elegir como visitante extranjero vio en primer lugar el curso de Ateísmo Científico. Igual que tantos otros estudiantes universitarios de la URSS: asignatura obligatoria en carreras de letras. Pocos sospechaban que en un par de años esta asignatura desaparecería y sería motivo de burlas.
"¿Yo, un sacerdote ordenado hace treinta años, tendré que escuchar conferencias sobre ateísmo, más aún, sobre ateísmo científico? Unos años más tarde, mis futuros seminaristas y amigos me dirán que tuvieron que estudiar el materialismo dialéctico y repetir sin fin: Dios no existe", escribió. No hizo falta Bernardo cursara la asignatura porque para él era optativa.
Misa diaria semiclandestina en la Universidad de Moscú
"El momento más emocionante de ese verano para mí era la misa vespertina. Alrededor de las nueve de la noche, mis amigos y yo (tres o cuatro italianos) celebrábamos la liturgia en mi habitación. No había capilla en el edificio principal de la Universidad de Moscú, la creación favorita de Stalin. La misa es el centro de cada día para un sacerdote. Esos dos meses fue para mí una gran alegría. Por las noches, el alféizar de la habitación del dormitorio para estudiantes se convirtió en un "altar". En el alféizar de la ventana, instalé el cáliz y el Misal, y cuando ofrecí patena y el cáliz, no estaban frente a mí mis queridas monjas de la comunidad de Verona (treinta hermanas en total), sino una gran metrópolis iluminada y diez millones de personas. Esto fortaleció mi oración de glorificación: la misa vespertina que se realiza por Rusia, la Copa que se eleva por la salvación de todo el mundo".
Al cabo de unos días, el sacerdote italiano fue a hablar con el rector de la Universidad:
— Aquí en la Universidad estudiamos muchos extranjeros, somos unas trescientas personas, y soy un "ministro de culto". ¿Puedo hacer una liturgia el domingo?
- No tengo inconveniente. Hay perestroika, puede hacer cualquier cosa, incluso en la Universidad. Pero no tenemos capillas.
- Lo sé. Stalin no construyó templos, sino que los destruyó.
- Creo que puedo prestarle la sala de conferencias.
La primera misa pública en la Universidad de Moscú
"Después de darle las gracias, decoré la sala con flores y colgué un anuncio en todas las facultades: el domingo 20 de julio, a las 10, se celebraría un servicio de culto cristiano. Todo estaba listo, pero mi corazón latía rápido: ¿qué pasaría? Así que camino por los pasillos, vestido con túnicas litúrgicas. La gente me mira como un marciano. Especialmente sorprendido estaba el oficial de guardia en mi piso. Empiezo la misa. "Estoy muy contento. Una de las alegrías más significativas de mi vida es servir a la liturgia aquí en la Universidad", les digo. En la sala había flores, un cáliz, todo como debería. Pero desde la pared nos miraban, desde enormes retratos, Marx y Lenin. Enfaticé: "Estos dos se han opuesto tanto a la religión, la han llamado opio para el pueblo. Es bueno que ahora se callen, y pronto, tal vez, abandonen los muros de la Universidad, porque ahora Jesucristo, la Sabiduría del Padre, vino aquí".
Hizo la misa en ruso, que casi no hablaba pero había preparado con cuidado, leyéndola. Católicos, ortodoxos y musulmanes acudieron a la liturgia. ¡Un musulmán leyó la primera lectura!, señaló el sacerdote.
El taxista que quería saber de Dios
En julio de 1990, Antonini estaba en su segundo curso avanzado de ruso, ya tenía bastantes amigos y tomó con algunos un taxi para ir a celebrar una misa. El taxista, un señor mayor, con más de 40 años al volante, empezó a preguntarles: "entonces, ¿están ustedes bautizados?, ¿van a la iglesia a leer el Evangelio?" El sacerdote le fue respondiendo pero cuando llegaron al destino, el taxista apagó el motor y le dijo: "nunca en mi vida me han hablado de Dios, cuénteme más". Siguieron hablando otros 15 minutos. Fue un signo de la curiosidad que ahora, en la nueva época, muchos podían expresar.
Una víctima de la persecución
Conoció a una señora mayor llamada Irina. Cuando tenía 23 años, esta mujer se diplomó en Filología y quería ser maestra. Pero le dijo a alguien que creía en Dios y que intentaba ir a misa a diario, en San Luis, el templo católico moscovita ligado a la embajada francesa, el único abierto para católicos. Unos días más tarde, a las puertas del templo de San Luis, un oficial de la KGB la esposó y fue enviada 7 años a un campo de trabajo. Sus manos sangraban y le dolían y no le dejaban dormir, así que de noche aprovechaba para rezar por la conversión de Rusia y Stalin. Se mantuvo siempre firme en la fe y perdonó a todos los que la maltrataron, pero nunca se le permitió ser maestra y vivió hasta los 80 años en pobreza.
Reestableciendo la jerarquía y las comunidades
En abril de 1991 se anunció en primera página de L'Osservatore Romano: "las Estructuras de la Iglesia Católica en la Unión Soviética restauradas". El obispo de Verona envía a Antonini a ayudar al nuevo arzobispo católico de Moscú, el bielorruso Tadeusz Kondrusewicz (el mismo que en 2020 es arzobispo de Minsk pero no puede entrar en Bielorrusia porque lo impide el régimen de Lukashenko).
En 1991, lo enviaron a una ciudad rusa llamada Marx, cerca de otra llamada Engels, con mucha población de origen alemán, lo que incluía católicos de etnia alemana. Allí colaboró con el entonces vicario Oliver Clemens Pickel, joven sacerdote de Alemania Oriental, que hoy es obispo de Saratov, lo que cubre 1,4 millones de kilómetros cuadrados de la Federación Rusa. En la región de Marx había unos 30 grupos de católicos, cada uno de 10 o 15 personas, muy dispersos. Los visitaban en coche, pasando gran parte del día de viaje. Así empezaba a renacer la comunidad católica tras décadas sin clero.
Bernardo Antonini y sus seminaristas rusos en la nieve, con una necesaria furgoneta
Contra la burocracia, abrir un centro de estudios católico
Aún hoy apenas hay centros de estudios católicos en Rusia, y de hecho las órdenes que tradicionalmente han llenado el mundo de escuelas (jesuitas, salesianos, claretianos, maristas) ni siquiera lo intentan. Pero en los años 90 el padre Antonini sí logró abrir un centro en Moscú, aunque para estudios teológicos de adultos, y a base de insistir.
Enontró un espacio para alquilar, pero el día de firmar el contrato su responsable, comunista, dijo:
- Don Bernardo, no puedo firmar el contrato.
- ¿Por qué?
- Porque la ministra de educación pública del Gobierno de Moscú y su personal, personas muy influyentes, dijeron que el acuerdo estaba mal redactado.
- ¿Pero por qué razón?
- No lo explicaron.
- Lo siento, le respeto mucho, pero soy italiano y no estoy de acuerdo con las decisiones de superiores sin una explicación. Tiene que explicarme por qué no quiere firmar el contrato.
Evidentemente, la causa era que el centro se llamaba "Colegio de Teología Católica Santo Tomás de Aquino". "Después de al menos veinte llamadas telefónicas al gobierno de la ciudad, logré concretar una cita con la Ministra de Educación para el lunes, a las 11.30 horas. Yo me presentaba como director del Colegio de teología de Santo Tomás de Aquino. Vine a la reunión con un enorme ramo de las rosas más hermosas que pude comprar. La secretaria me recibió.
- La ministra está ausente.
- ¿Cómo no está? Tengo una cita para las 11:30. ¿Cuándo volverá?
- Lo desconozco.
- No voy a salir de la sala de espera hasta que cierren.
Después de 3 horas de esperar apareció la ministra. Antonini insistió y le recibieron "la ministra y los jefes de varios departamentos del gobierno de Moscú: administrativo, cultural, para la elaboración del plan de estudios, algunos más. En general, una compañía gloriosa.
Me siento y, cuando me dan la palabra, comienzo mi discurso".
"Lo siento, hablo mal ruso, pero la Universidad que represento es para rusos. Les pido que nos den permiso para alquilar un local para la Universidad para el próximo año en una escuela pública. No podemos trabajar en la calle. No pedimos dinero, solo permiso", les dijo.
Vio que deliberaban entre ellos y que enseguida le iban a denegar el permiso.
"Entonces, apretando el rosario (me aseguro de tenerlo en mis manos cuando voy a los funcionarios), declaro en voz alta: "lo siento, señora ministra, dígame directamente, ¿qué tiene personalmente contra la Iglesia Católica, ya que no quiere dar permiso?" Y golpeo mi puño contra la mesa. Groseramente, por supuesto. Sin embargo, después de mis palabras, la actitud cambia de inmediato: "Bueno, no quería... veremos qué se puede hacer". Vuelve a preguntar a los concejales, finalmente decide: "Está bien", y firma el decreto. Estoy feliz, y mientras voy en el metro a casa, canto en la ducha "Magnificat". Tenemos permiso, así que la Universidad va a existir". Fue un primer centro académico.
Radio y Biblias
En noviembre de 1992 llegó a Moscú un equipo de radio enviado desde Italia para que pudieran poner en marcha una radio católica. Una funcionaria del Ministerio de Prensa empezó a preguntarle datos para rellenar formularios:
- ¿Cómo se llama la emisora?
- «María».
- ¿Por qué?
- Porque amo a la Santísima Virgen María.
- ¿Patrocinador? ¿Quién pagará el trabajo de la estación de Radio?
- ¡Oh, tengo una gran y famosa compañía!
- ¿Cómo se llama?
- Providencia Paternal De Dios…
- ¿Cómo? ¿Qué es eso? ¿Dónde opera esta empresa?
- En todo el mundo.
- ¿Puede darme su teléfono? -dijo ella, convencida de que hablaba de una entidad terrenal
- No, no puedo darle su teléfono, porque solo trabaja con creyentes y usted admitió que no sabía quién era la Virgen María.
También llegaron biblias en ruso, y ejemplares del Nuevo Evangelio, impresos en Italia. Los repartía por la calle vestido de sacerdote en vísperas de Pascua: "Felicidades por las próximas vacaciones. Puedo darte un pequeño regalo. ¿Quieres un evangelio en ruso?».
Las piedras escondidas por los fieles durante décadas
Una escena que le emocionó fue cuando él y el arzobispo acudieron a consagrar un terreno en Sovetsk (región de Kaliningrado) para construir una capilla. Los fieles acudieron llevando unas piedras. Dijeron que eran piedras de un templo anterior que los comunistas habían destruido, pero ellos las habían guardado durante décadas en sus casas, y que los domingos se reunían alrededor de esas piedras y rezaban juntos para mantener su fe.
"Cuando comenzó la liturgia, cuatro feligreses ancianos llevaron estas piedras al arzobispo para que las consagraran y las colocaran en los cimientos de la nueva Capilla. El Señor aceptó y los consagró como la piedra angular del futuro santuario. Los creyentes estaban felices y muchos lloraron".
Seminaristas caídos del cielo con argumentos insólitos
Antes de inscribir a un candidato en el seminario recién creado, se aseguraba de hablar con él cara a cara. A veces las entrevistas eran de lo más extraño.
- ¿Por qué elegiste el seminario? ¿Qué sacerdote te animó a ir al seminario? -preguntó a un joven
- Nunca en mi vida he hablado con un sacerdote católico - respondió el muchacho
- Entonces, ¿cómo llegaste aquí?
- Vi a un Papa en las noticias, era un viejo que se apoya en un bastón, pero viaja por todo el mundo para predicar el evangelio. Entonces me dije a mí mismo: "Yo soy joven, lleno de fuerza, puedo ayudarlo".
Aquel joven ni siquiera era católico, nunca había conocido a un solo sacerdote católico, pero estaba lleno de fuerza y quería ayudar. Para don Bernardo fue un milagro de Dios.
Otro joven oyó rumores de que en algún sitio de Rusia había un seminario católico, pero no sabía donde. Así que, ni corto ni perezoso, ¡escribió una carta al Papa en ruso! La carta llegó al Servicio Ruso de Radio Vaticana, desde donde fue redirigida a la Nunciatura, y el nuncio se la pasó a don Bernardo que localizó al joven.
Un día llamaron a la puerta del seminario. Era un joven con aspecto agotado y una bolsa de plástico en la mano, donde llevaba algo de pan y queso.
- Hola, ¿a quién buscas?
- Quiero entrar en al seminario.
- ¿Vienes de lejos? Te ves cansado, ¿cuántos días has pasado en el tren?
- Diez días
- ¿Diez días? ¿Vienes de la Luna?
- Vivo en Sajalín. Tomé el tren transiberiano y llegué aquí.
Los seminaristas okupas con rosarios y la policía con rifles
El enorme edificio neogótico de la parroquia de la Inmaculada Concepción llevaba 40 años confiscado y reconvertido en fábrica. Una norma del Gobierno de Moscú dictaminó que había que devolver las iglesias católicas confiscadas, pero el dueño de la fábrica no lo hacía. El salesiano Joseph Zanevsky organizó dos días de oración, el 8 y 9 de marzo. Antonini y los seminaristas se ofrecieron a participar.
Don Bernardo Antonini y seminaristas rusos con rosario y megáfono en las calles de Moscú en los 90
Bernardo Antonini con sus seminaristas, en un rezo callejero con el rosario
Tras los rezos callejeros de día, el 8 por la noche entraron en el edificio, rosario en mano, ocupándolo. El director de la fábrica llamó a la policía, y los agentes llegaron con el rifle en la mano. Los seminaristas se mantuvieron firmes rezando con el rosario dentro del edificio y la policía decidió retirarse, por el momento.
- Vamos a rezar otra vez esta noche -dijo don Bernardo a sus seminaristas. - Pero no sé si seguiremos en libertad como ayer, después de un nuevo intento de entrar en el templo.
Esta vez los "okupas" católicos llevaban una estatua de la Virgen María de Fátima, alguien tenía una escultura del Sagrado Corazón de Jesús en sus manos y alguien más caminaba con una Cruz. Los seminaristas, codo con codo, rezaban el rosario.
Llegaron 20 coches de policía. "Nos rodearon, se retiraron unos metros y luego, contra todos los que rezaban, indiscriminadamente, les cayeron golpes y patadas. Una monja fue llevada al hospital; me empujaron de lado a lado y me rompieron los brazos. El seminarista y un profesor, un sacerdote, fueron detenidos y enviados a la unidad. Por la noche, los golpeados volvimos al templo. Nos rodearon de nuevo los agentes de policía".
Don Bernardo, dolorido y magullado, se dirigió a los agentes:
- Os perdonamos y esta noche oramos por vosotros, por vuestras familias, porque en Cristo amamos a todos, sí, incluso a vosotros que empezáis a pegarnos.
"Recuerdo —me da vergüenza admitirlo— que las ancianas empezaron a besarme las manos como si fuéramos mártires antes de entrar en la arena del Coliseo. La verdad es que no tuvimos que verter nuestra sangre".
Al día siguiente, el sacerdote pudo protestar con firmeza al jefe de Policía:
- No puede usted andar encerrando a la gente por rezar el rosario. Mire cuantos drogadictos hay por las calles...
- Haga usted una protesta por escrito - se mofó el jefe.
- No, libérenos a todos, los seminaristas deben volver a casa...
Y el jefe de Policía los dejó libres. El 31 de diciembre de 1995, por fin el edificio fue devuelto a la comunidad parroquial y allí está hoy, hermosa y viva, la catedral católica de Moscú.
En la Federación Rusa en 2020 viven 144 millones de personas, pero los bautizados católicos no llegan a ser ni a 800.000. En el enorme país hay hoy unos 270 sacerdotes católicos, la mayoría aún extranjeros (incluyendo misioneros españoles y argentinos) y unas 300 parroquias católicas, muchas compuestas de feligreses de etnia polaca, lituana, alemana y ucraniana.
Funerales del padre Antonini en Karagandá, Kazajstán, donde murió
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus Apóstoles: «Guardaos de los hombres, porque os entregarán a los tribunales y os azotarán en sus sinagogas; y por mi causa seréis llevados ante gobernadores y reyes, para que deis testimonio ante ellos y ante los gentiles. Mas cuando os entreguen, no os preocupéis de cómo o qué vais a hablar. Lo que tengáis que hablar se os comunicará en aquel momento. Porque no seréis vosotros los que hablaréis, sino el Espíritu de vuestro Padre el que hablará en vosotros. Entregará a la muerte hermano a hermano y padre a hijo; se levantarán hijos contra padres y los matarán. Y seréis odiados de todos por causa de mi nombre; pero el que persevere hasta el fin, ése se salvará».
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«Os entregarán a los tribunales y os azotarán»
Fray Josep Mª MASSANA i Mola OFM
(Barcelona, España)
Hoy, recién saboreada la profunda experiencia del Nacimiento del Niño Jesús, cambia el panorama litúrgico. Podríamos pensar que celebrar un mártir no encaja con el encanto navideño… El martirio de san Esteban, a quien veneramos como protomártir del cristianismo, entra de lleno en la teología de la Encarnación del Hijo de Dios. Jesús vino al mundo para derramar su Sangre por nosotros. Esteban fue el primero que derramó su sangre por Jesús. Leemos en este Evangelio como Jesús mismo lo anuncia: «Os entregarán a los tribunales y (…) seréis llevados ante gobernadores y reyes, para que deis testimonio» (Mt 10,17.18). Precisamente “mártir” significa exactamente esto: testigo.
Este testimonio de palabra y de obra se da gracias a la fuerza del Espíritu Santo: «El Espíritu de vuestro Padre (…) hablará en vosotros » (Mt 10,19). Tal como leemos en los “Hechos de los Apóstoles”, capítulo 7, Esteban, llevado a los tribunales, dio una lección magistral, haciendo un recorrido por el Antiguo Testamento, demostrando que todo él converge en el Nuevo, en la Persona de Jesús. En Él se cumple todo lo que ha sido anunciado por los profetas y enseñado por los patriarcas.
En la narración de su martirio encontramos una bellísima alusión trinitaria: «Esteban, lleno del Espíritu Santo, miró fijamente al cielo y vio la gloria de Dios y a Jesús de pie a la diestra de Dios» (Hch 7,55). Su experiencia fue como una degustación de la Gloria del Cielo. Y Esteban murió como Jesús, perdonando a los que lo inmolaban: «Señor, no les tengas en cuenta este pecado» (Hch 7,60); rezó las palabras del Maestro: «Padre, perdónales porque no saben lo que hacen» (Lc, 23, 34).
Pidamos a este mártir que sepamos vivir como él, llenos del Espíritu Santo, a fin de que, fijando la mirada en el cielo, veamos a Jesús a la diestra de Dios. Esta experiencia nos hará gozar ya del cielo, mientras estamos en la tierra.
Influencers» y amigos en las redes, responsables del boom de chicas que quieren cambiar de sexo
Abigail Shrier.
Abigail Shrier ha sido hostigada y amenazada por estudiar la influencia del entorno de redes y amigos sobre menores, mayoritariamente chicas, animándolas a tratamientos de los que pueden arrepentirse.
Abigail Shrier, periodista estadounidense del Wall Street Journal, ha publicado una investigación sobre el entusiasmo que suscitan en Estados Unidos los niños y adolescentes transgénero. Este fenómeno, que afecta sobre todo a las chicas, es en su opinión muy preocupante. Su libro ha sido objeto de ataques y llamamientos al boicot al otro lado del Atlántico. La ha entrevistado Eugénie Bastié en Le Figaro:
-En su libro, Irreversible Damage [Daño irreversible], usted habla de "contagio social" entre las adolescentes que quieren empezar una transición. ¿Qué entiende usted por esta expresión? ¿Por qué emplear el término "contagio social"?
-El fenómeno de contagio social hace referencia a un tipo de influencia ejercida concretamente por los "iguales", que animan a imitar un determinado comportamiento. En el caso de la disforia de género, los influencers de las redes sociales juegan un papel determinante en la propagación del sentimiento de malestar con el propio cuerpo, y animan a la idea según la cual cualquier síntoma de fracaso en ser totalmente femenina por parte de una chica implica que probablemente es transgénero. Los amigos también tienen un papel importante en la difusión de este sentimiento, incitando a identificarse como transgénero y animando a la obtención de tratamientos hormonales o cirugías de reasignación de sexo.
-¿Qué alcance tiene este fenómeno en Estados Unidos?
-En Estados Unidos no tenemos un sistema sanitario centralizado y, además, un paciente no necesita un diagnóstico de disforia de género por parte de un psicólogo para conseguir hormonas en una clínica de género [gender clinic: establecimiento especializado en el cambio de sexo]. Estos dos factores dificultan la obtención de una compatibilidad precisa para este pico repentino. Esto es lo que sabemos: a partir de 2007, las clínicas de género en Estados Unidos han pasado de dos a más de cincuenta. Entre 2016 y 2017, el número de cirugías de género en personas nacidas mujeres se ha cuadruplicado en Estados Unidos. Históricamente, solo el 0,01% de la población estadounidense tiene disforia de género, pero en 2018 el 2% de los estudiantes de instituto afirmaba ser transgénero, y la mayor parte estaba formada por mujeres.
- ¿Qué diferencia establece usted entre la disforia de género, que es una realidad, y este fenómeno de "contagio social"?
-Tradicionalmente, la disforia de género empieza en la primera infancia y siempre ha afectado, en una amplia mayoría, a los hombres. Los adultos transgénero que sufren realmente de disforia de género (y he entrevistado a muchos) nunca han elegido esa identidad para tener amigos, y tampoco han llegado a ella por influencia de las redes sociales. Sencillamente, sentían desde siempre un malestar severo con su sexo biológico.
-¿Cómo aceleran esta tendencia las redes sociales?
-De la misma manera que lo hacen con cuestiones como la anorexia: adolescentes que viven un sufrimiento real lo comparten con amigos y lo difunden. Como explico en mi libro, tiene que ver con el modo de ser amigas que las chicas comparten, con su tendencia a asumir el sufrimiento de sus amigos, a estar de acuerdo con sus creencias, hasta el punto de abandonar la realidad para apoyarles. Y así, se animan en su disforia, se animan mutuamente a los tratamientos de hormonas y la cirugía.
Abigail Shrier investiga en Irreversible damage lo que indica su subtítulo: la manía transgénero que seduce a nuestras hijas.
- ¿Cuáles son las consecuencias nefastas de este fenómeno? ¿Por qué habla usted de daño "irreversible"?
-Todo procedimiento médico inútil constituye un daño irreversible. Sin embargo, no creo que todas las transiciones médicas sean perjudiciales; de hecho, he entrevistado a numerosos adultos transgénero que afirman que su transición les ayudó. Pero estas adolescentes que son presa de un contagio social, a las que se anima a tomar hormonas y someterse a cirugía con poco control médico, provocan una alteración permanente en sus cuerpos que, en un futuro, pueden lamentar. Es este daño irreversible el que yo denuncio.
-Desde la publicación de su libro, algunos activistas han intentado acallarla. Una profesora de Berkeley incluso ha alentado a "quemar" su libro. ¿Cómo explica el ataque a la libertad de expresión sobre este tema?
-La libertad de expresión es difícil porque un pequeño grupo de activistas radicales utilizan las redes para castigar a los disidentes y despreciarlos. Persiguen a todos los que expresan su escepticismo respecto a la posibilidad de una transición para todo el mundo, a demanda, sin control de ningún tipo. Pero ellos hacen lo mismo sobre otros temas.
-La novelista J. K. Rowling, creadora de Harry Potter, ha sido duramente criticada por haber declarado que los hombres y las mujeres son diferentes. ¿Qué piensa usted de esta polémica y del hecho de que ya no se puede definir qué es una mujer?
-Nunca pensé que pudiera admirar a J. K. Rowling más de lo que ya la admiraba. Me equivocaba. No solo forma parte de esos raros autores vivos que dentro de cien años se seguirán leyendo, sino que también es una mujer de principios firmes y decente que ha sabido elevar su voz cuando ha sido necesario para defender a las mujeres y las niñas.
Que se arrastre en el fango a personas por el mero hecho de haber dado una definición sensata de "mujer" tiene consecuencias terribles, como sucede siempre con las mentiras.
»Pongamos el ejemplo de las cárceles de mujeres: ya pueden entrar en ellas hombres biológicos violentos a condición de que se identifiquen como mujeres. En California, donde yo vivo, está autorizado. Se trata de una violación grave de los derechos fundamentales de las mujeres detenidas, y espero que dé lugar a una impugnación constitucional en nuestros tribunales. Si obligar a unas prisioneras a vivir en instituciones con hombres biológicos no es un castigo "cruel e inusual", que venga Dios y lo vea.