El primer día de la semana va María Magdalena de madrugada al sepulcro cuando todavía estaba oscuro, y ve la piedra quitada del sepulcro. Echa a correr y llega donde Simón Pedro y donde el otro discípulo a quien Jesús quería y les dice: «Se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde le han puesto».
Salieron Pedro y el otro discípulo, y se encaminaron al sepulcro. Corrían los dos juntos, pero el otro discípulo corrió por delante más rápido que Pedro, y llegó primero al sepulcro. Se inclinó y vio las vendas en el suelo; pero no entró. Llega también Simón Pedro siguiéndole, entra en el sepulcro y ve las vendas en el suelo, y el sudario que cubrió su cabeza, no junto a las vendas, sino plegado en un lugar aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado el primero al sepulcro; vio y creyó, pues hasta entonces no habían comprendido que según la Escritura Jesús debía resucitar de entre los muertos.
«Entró también el otro discípulo, el que había llegado el primero al sepulcro; vio y creyó»
Mons. Joan Enric VIVES i Sicília Obispo de Urgell
(Lleida, España)
Hoy «es el día que hizo el Señor», iremos cantando a lo largo de toda la Pascua. Y es que esta expresión del Salmo 117 inunda la celebración de la fe cristiana. El Padre ha resucitado a su Hijo Jesucristo, el Amado, Aquél en quien se complace porque ha amado hasta dar su vida por todos.
Vivamos la Pascua con mucha alegría. Cristo ha resucitado: celebrémoslo llenos de alegría y de amor. Hoy, Jesucristo ha vencido a la muerte, al pecado, a la tristeza... y nos ha abierto las puertas de la nueva vida, la auténtica vida, la que el Espíritu Santo va dándonos por pura gracia. ¡Que nadie esté triste! Cristo es nuestra Paz y nuestro Camino para siempre. Él hoy «manifiesta plenamente el hombre al mismo hombre y le descubre su altísima vocación» (Concilio Vaticano II, Gaudium et Spes 22).
El gran signo que hoy nos da el Evangelio es que el sepulcro de Jesús está vacío. Ya no tenemos que buscar entre los muertos a Aquel que vive, porque ha resucitado. Y los discípulos, que después le verán Resucitado, es decir, lo experimentarán vivo en un encuentro de fe maravilloso, captan que hay un vacío en el lugar de su sepultura. Sepulcro vacío y apariciones serán las grandes señales para la fe del creyente. El Evangelio dice que «entró también el otro discípulo, el que había llegado el primero al sepulcro; vio y creyó» (Jn 20,8). Supo captar por la fe que aquel vacío y, a la vez, aquella sábana de amortajar y aquel sudario bien doblados eran pequeñas señales del paso de Dios, de la nueva vida. El amor sabe captar aquello que otros no captan, y tiene suficiente con pequeños signos. El «discípulo a quien Jesús quería» (Jn 20,2) se guiaba por el amor que había recibido de Cristo.
“Ver y creer” de los discípulos que han de ser también los nuestros. Renovemos nuestra fe pascual. Que Cristo sea en todo nuestro Señor. Dejemos que su Vida vivifique a la nuestra y renovemos la gracia del bautismo que hemos recibido. Hagámonos apóstoles y discípulos suyos. Guiémonos por el amor y anunciemos a todo el mundo la felicidad de creer en Jesucristo. Seamos testigos esperanzados de su Resurrección.
¿Qué es la Sábana Santa? ¿Es medieval o cubrió a Jesús? ¿Tiene relación con el Sudario de Oviedo?
Sábana Santa
La Sábana Santa es una de las grandes reliquias de la cristiandad. Es una tela de lino que los cristianos creen que cubrió el cuerpo de Cristo.
La Sábana Santa, conocido también la Síndone o el Santo Sudario es la tela de lino que habría cubierto el cuerpo de Cristo en el sepulcro. Se encuentra en la ciudad italiana de Turín y en ella aparece la imagen de un hombre que muestra las marcas de una gran tortura y de la crucifixión. Mucho se ha investigado sobre la Sábana Santa, también desde el ámbito científico, y la conclusión a la que se llega es que la imagen que aparece en ella es inexplicable. Son numerosos los indicios y pruebas que indican que esta gran reliquia de la cristiandad sí pudo cubrir a Cristo yacente, lo que ayuda a entender la Pasión y los terribles sufrimientos que padeció por la humanidad.
Índice para conocer en profundidad la Sábana Santa de Turín
¿Cuánto mide la Sábana Santa y cuánto mide el hombre de la Sábana Santa?
¿Qué se ve en la Sábana Santa?
¿Cómo llegó la Sábana Santa a Turín?
¿Qué similitudes hay entre Jesús y el hombre de la Sábana Santa?
¿Es la Sábana Santa de origen medieval?
¿La Sábana Santa y el Sudario de Oviedo cubrieron a la misma persona?
¿Qué relación tiene la Sábana Santa con la imagen de Edesa o Mandylion?
¿Qué tiene que ver la santa mujer Verónica con la Sábana Santa?
¿Por qué la Sábana Santa es a día de hoy inclasificable?
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¿Cómo es la Sábana Santa y cuánto mide el hombre de la Sábana Santa?
La Sábana Sana es una tela pura de lino que tiene unas medidas de 4,30 metros de largo por 1,10 metros de ancho, y que los cristianos consideran que cubrió el cuerpo de Cristo. En ella, ha quedado plasmada de manera inexplicable la impronta de un hombre que sufrió terribles torturas hasta la muerte como las que se relatan en los evangelios. Analizando todos los datos de la Síndone, el hombre que aparece en la sábana mediría alrededor de 1,78 metros y pesaría cerca de 75 kilos.
¿Qué se ve en la Sábana Santa?
El presidente del Centro Español de Sindonología, Jorge Manuel Rodríguez Almenar, señala la inexplicable imagen que se percibe en la Sábana Santa. En ella, aparece impresa de un modo único las heridas de una persona que había muerto de manera muy violenta. Y se ve no a través de una imagen sino de dos, lo que hace de la Síndone algo único. La huella de la figura humana aparece en la tela a la manera de un negativo fotográfico, algo inusual, mientras que las manchas de sangre se reproducen en la tela tal y como se ven en realidad, es decir, en positivo.
En la Sábana Santa se aprecia a un hombre que recibió 250 golpes y 150 latigazos. Entre la quinta y la sexta costilla se aprecia una lanzada, como la que se cita en el Evangelio que recibió Jesús y de la que manó sangre y agua. También se aprecian heridas en los pies y muñecas por los clavos. Del mismo modo, este hombre tiene el hombro dislocado, una pierna contraída por la rotura de un tendón y la nariz desviada por los golpes recibidos en la cara y cabeza.
¿Cómo llegó la Sábana Santa a Turín?
La Sábana Santa llegó a Europa procedente de Constantinopla, pero sin saberse de manera documental cómo pudo llegar de Oriente a Occidente. La primera mención de su presencia en Europa se da 1353 con el caballero Godofredo de Charny, que dijo tener el sudario que cubrió el cuerpo de Jesucristo, pero que nunca podría revelar su procedencia. Este caballero, que murió tres años más tarde en la batalla de Poitiers, donó la tela a los monjes del pueblo de Lirey, cuyo monasterio empezó a recibir a miles de peregrinos. Más tarde, durante la guerra de los 100 años los monjes devolvieron la Síndone al castillo para que fuera protegida, pero una vez concluida la guerra su nieta, Margarita de Charny, se negó a devolver esta reliquia. Acabó utilizándola como un salvoconducto para poder huir a Italia a cambio de protección y así se la entregó a los duques de Saboya, a la postre, quienes la guardaron en la iglesia de su castillo de Chamberye, convirtiéndose así en su principal reliquia. Sin embargo, en la noche del 3 al 4 de diciembre del año 1523 la iglesia ardió y el relicario de plata que guardaba la sábana doblada se derritió, cayendo una gota que la atravesó completamente, pero sin destruir la imagen. Finalmente, Manuel Filiberto de Saboya la hizo transportar a Turín, nueva capital de Saboya, en 1578, para acortar el viaje que hacía a pie san Carlos Borromeo, cardenal de Milán, para venerar la reliquia, en cumplimiento de un voto que había hecho de visitar a pie la Síndone si la peste se retiraba de Milán.
Los duques ordenaron construir una capilla para la Sábana Santa, que finalmente se concluyó en 1694, lugar en el que ha estado desde entonces esta gran reliquia de la cristiandad. Cuando en 1983 murió en Ginebra Humberto II de Saboya, rey desterrado de Italia, en su testamento dejó la Sábana Santa en herencia al Vaticano. La Síndone había pertenecido a su familia desde 1453.
¿Qué similitudes hay entre Jesús y el hombre de la Sábana Santa?
Bruno Barberis, profesor de Física Matemática de la Universidad de Turín y vicepresidente de la Cofradía del Santo Sudario de Turín, habla de seis razones que permiten asegurar que la figura del hombre de la Sábana Santa es Jesús de Nazaret. Tanta coincidencia es estadísticamente casi imposible, pues que se cumplan todas estas similitudes sólo podría darse en un caso entre 20.000 millones.
1- Envuelto en una sábana. El hombre de la Sábana Santa y Jesús fueron envueltos en una sábana, muy extraño en el caso de un crucificado. En la mayoría de los casos los cadáveres de eran abandonados o sepultados en fosas comunes.
2- Corona de espinas. En ambo casos les pusieron un casco con espinas, algo excepcional. No hay ningún documento que informe de esta costumbre ni entre los romanos ni entre otros pueblos.
3- El transporte del patíbulo. Ambos cargaron un objeto pesado que no puede ser otra cosa que el madero. El transporte del patíbulo por el condenado no se realizaba en todas las crucifixiones, ya que se usaban árboles o cruces ocasionales.
4- El uso de clavos. En ambos casos fueron fijados a la cruz con clavos, algo reservado a crucifixiones oficiales. En la mayoría de los casos se les sujetaba a la cruz con cuerdas.
5- No le quebraron las piernas. El hombre de la Sábana Santa y Jesús fueron heridos en el costado después de la muerte, mientras que no les fracturaron las piernas. Este es un hecho prácticamente único, ya que la costumbre era quebrarles las piernas para acelerar la muerte.
6- Pocas horas envuelto. En ambos casos estuvieron en la sábana por poco tiempo. De hecho, para que la imagen de la Síndone se diera fue necesario que el cadáver estuviera en la sábana algunas horas, pero no más de dos o tres días, ya que de otro modo el proceso de descomposición habría destruido la imagen y habría dejado en la tela manchas simples e irreconocibles, que sin embargo no están presentes en la Sábana Santa.
¿Es la Sábana Santa de origen medieval?
El gran argumento para intentar desacreditar la Sábana Santa lleva muchos años ya desmontado, pero sigue en el imaginario de mucha gente el que la Síndone es de origen medieval y por tanto un fraude, tal y como habría acreditado la prueba de Carbono 14. Sin embargo, hoy está demostrado que la datación que se hizo en 1988 no tiene fiabilidad alguna, pues la muestra estaba llena de contaminantes que hacían variar y mucho la fecha de la datación. Incluso revistas científicas como Nature confirmaron tiempo después que los resultados no eran clarificadores.
Jorge Manuel Rodríguez Almenar lo explicaba en Misión que las pruebas de Carbono 14 no han podido datar la antigüedad de la Sábana Santa. Este experto recuerda que los grandes laboratorios prácticamente nunca realizan pruebas a telas, porque en ellas hay numerosos contaminantes que dificultan su análisis alterando en varios siglos la datación. Este es el caso de la Sábana Santa, reliquia que durante siglos fue expuesta a los fieles junto a lámparas de aceite. Esto produjo en la tela un carbono amorfo que sobrevive a los ácidos que se utilizan en los laboratorios, y que hace aumentar la proporción de Carbono 14 en la muestra. Y por ello explica que “catorce siglos de error en la datación se producen simplemente con un 20 % más de carbono 14 en la tela”, lo que impediría saber mediante esta prueba su verdadera antigüedad”. Esto desacredita su datación medieval. Cabe destacar también cómo los investigadores han logrado confirmar que el Sudario de Oviedo, presente en la ciudad desde el año 1000, cubrió a la misma persona de la sábana, lo que haría imposible que la Síndone sea del siglo XIII o XIV.
En el negativo se puede ver perfectamente el rostro de Cristo.
¿La Sábana Santa y el Sudario de Oviedo cubrieron a la misma persona?
Los últimos estudios científicos confirman que el santo sudario que se conserva en la catedral de Oviedo cubrió a la misma persona de la Sábana Santa. Jorge Rodríguez Almenar, presidente del Centro Español de Sindonología, explica que investigadores españoles han identificado en ambas telas ocho puntos de coincidencia en la zona frontal de la cabeza y otros tanto en la parte posterior. De este modo, lograron encajar la nariz, la boca y a partir de ahí, colocando el sudario alrededor de una cabeza que se ha reproducido en tres dimensiones atendiendo las características de la Síndone, se ve que todas las heridas de la Sábana Santa coinciden con las del Sudario de Oviedo.
A su vez el padre Jorge Loring recordaba que cada mancha de sangre en un lienzo tiene su homóloga en el otro, algo que se da en toda la cabeza y no sólo en el rostro. Además, recalcaba que las manchas de sangre de la cabeza del hombre de la Sábana Santa presentan huellas de haber sido cubiertas con otra tela, que en este caso sería el sudario de Oviedo. Por eso la importancia de esta tela custodiada en Asturias es tan fundamental para desmontar los argumentos que dicen que la Síndone es de origen medieval, pues el sudario se conserva en Oviedo desde el año 1000.
¿Qué relación existe entre la Sábana Santa y la imagen de Edesa o Mandylion?
Las representaciones artísticas que se han ido realizando históricamente de Jesús –según explica a Misión Jorge Manuel Rodríguez Almenar,– tienen su origen en la conocida como imagen de Edesa. Desde los primeros siglos hay referencias de una supuesta imagen impresa de Jesús, y más tarde otros testimonios, incluidos el de -algunos papas, hablaban de ella. Esta tela de Edesa, conocida también como el Mandylion o Tetradiplon, estuvo en la ciudad mesopotámica de Edesa hasta su llegada a Constantinopla en el siglo X. Según este experto, esta imagen era “la Sábana Santa doblada, en la que se enseñaba solamente el rostro porque era la forma de que fuera admisible culturalmente en ese momento”. Esta imagen sería determinante en el establecimiento de los rasgos faciales del retrato de Jesús en la iconografía bizantina y después universal. Por eso, los retratos de Jesús que hoy conocemos se parecen tanto al rostro de la Síndone.
¿Qué tiene que ver la santa mujer Verónica con la Sábana Santa?
La piedad cristiana ha tenido siempre entre sus principales tradiciones la de la santa mujer Verónica, cuyo relato no aparece en los Evangelios. Según se fue transmitiendo de manera popular hasta aparecer en una estación del Víacrucis, la Verónica habría limpiado el rostro de Cristo mientras cargaba con el madero camino del Calvario. Y el rostro se habría impreso en un paño. “Esta famosa leyenda no se refleja en ningún Evangelio, pero parece encontrar su explicación en el Mandylion de Edesa”, indicaba el padre Jorge Loring en su libro La Sábana Santa, dos mil años después (Planeta Testimonio). De este modo, añadía que “el mismo nombre de Verónica resulta sospechoso. Se ha sostenido siempre que el nombre vendría de la leyenda y la confirma. Vendría de vera icon, que significa ‘verdadera imagen’. El término icon, derivado del griego eikôn, no parece que haya entrado antes del siglo II en el vocabulario latino. Por lo tanto, la etimología vera icon no puede aplicarse al nombre de una supuesta contemporánea de Jesús. Es difícil resistir la tentación de preguntarse si la semejanza de término no será el origen de la atribución a una tal Verónica del verdadero retrato de Cristo. La leyenda de la Verónica explicaría que sólo se mostrara el rostro de Cristo en el mandylion. Explicaría cómo se imprimió la imagen de dicho rostro, y explicaría también por qué se conservaba desde tiempos de Cristo”.
¿Por qué la Sábana Santa es a día de hoy inclasificable?
Son numerosos los estudios científicos que han analizado la Sábana Santa y también quienes han intentado reproducirla. Sin embargo, nadie ha sido capaz de hacer una copia idéntica, lo que muestra que tiene una serie de características que la hacen inclasificables. The Mystery Man recoge a través de estos estudios nueve de estas características:
1. Superficialidad: Cada fibra de lino del que se compone la Sábana Santa es más fina que un cabello humano. La imagen es tan sutilmente superficial que apenas penetra 5 centésimas de un milímetro en cada hilo.
2. Ausencia de pigmentación: La imagen no tiene pigmento, ni pintura, ni tinte. Nada químico, nada conocido. No existe ningún tipo de trazo, no es una pintura. La luz no muestra opacidad como la que dejaría un cuadro. Cuando se aplica una luz detrás de la tela, la imagen desaparece dejando pasar la luz.
3. No direccionalidad: En el desconocido proceso que pudo formar la imagen no hubo direccionalidad como la que produciría una mano al pintar; la imagen incide en la tela de forma directa, proporcional y sin dirección, ni quiera hubo contacto.
4. Estabilidad térmica: A la imagen, o a lo que la forma, no le afecta el calor; ofrece una alta resistencia térmica. Las zonas de imagen que se vieron afectadas en el incendio, cercanas a las quemaduras, no resultaron modificadas, ni afectadas; ni siquiera alteradas, ni por el fuego, ni por el calor, soportando más de 950ºC (1760° Fahrenheit).
5. Estabilidad hidrológica: La Síndone tiene signos de marcas producidas por agua, posiblemente vertida en el incendio. Pero la imagen igualmente no se ve afectada en ninguno de sus puntos.
6. Estabilidad química: La degradación del lino y su color pardo amarillo que forma la imagen no consiguió disolverse, ni colorarse, ni si quiera alterarse mediante la aplicación de todo tipo de reactivos químicos; mostrando absoluta resistencia química. El color es fruto de una inexplicable degradación de la celulosa, no de algo añadido.
7. Pormenorización: La impronta de la Síndone se presenta extremadamente detallada. No solo son perfectamente identificables las contusiones producidas por los azotes sino que observando dentro de ellas se pueden apreciar también diminutos arañazos dejados por los golpes de un posible flagrum romano; detalles solo apreciables con un microscopio.
8. Negatividad: La imagen es un negativo óptico que al invertirse su claro oscuro revela el positivo visual, sólo así la impronta adquiere un aspecto real y detallado. Secondo Pia lo descubrió con su cámara de madera en 1898. Hoy con un sencillo programa de photoshop, pulsando solo el botón “invertir imagen”, sin ningún tipo de tratamiento, nos aparecería la imagen que estamos viendo. Pero, sin lugar a dudas, lo más sorprendente fue descubrir que la imagen de la Sábana contiene información tridimensional.
9. Tridimensionalidad: En la impronta de la Síndone, de algún modo inexplicable, la densidad de cada punto está relacionada con el relieve del cuerpo, mostrando su información de volumen tridimensional. Lo que produjo la imagen tuvo que tener distintos puntos de distancia para su emisión. Pero esto solo se pudo descubrir con una sonda espacial equipada con sistema de cartografía lunar, inventado por la NASA en 1978, y su analizador vp8. Es la única que posee esta característica en el mundo.
Hoy no meditamos un evangelio en particular, puesto que es un día que carece de liturgia. Pero, con María, la única que ha permanecido firme en la fe y en la esperanza después de la trágica muerte de su Hijo, nos preparamos, en el silencio y en la oración, para celebrar la fiesta de nuestra liberación en Cristo, que es el cumplimiento del Evangelio.
La coincidencia temporal de los acontecimientos entre la muerte y la resurrección del Señor y la fiesta judía anual de la Pascua, memorial de la liberación de la esclavitud de Egipto, permite comprender el sentido liberador de la cruz de Jesús, nuevo cordero pascual cuya sangre nos preserva de la muerte.
Otra coincidencia en el tiempo, menos señalada pero sin embargo muy rica en significado, es la que hay con la fiesta judía semanal del “Sabbat”. Ésta empieza el viernes por la tarde, cuando la madre de familia enciende las luces en cada casa judía, terminando el sábado por la tarde. Esto recuerda que después del trabajo de la creación, después de haber hecho el mundo de la nada, Dios descansó el séptimo día. Él ha querido que también el hombre descanse el séptimo día, en acción de gracias por la belleza de la obra del Creador, y como señal de la alianza de amor entre Dios e Israel, siendo Dios invocado en la liturgia judía del Sabbat como el esposo de Israel. El Sabbat es el día en que se invita a cada uno a acoger la paz de Dios, su “Shalom”.
De este modo, después del doloroso trabajo de la cruz, «retoque en que el hombre es forjado de nuevo» según la expresión de Catalina de Siena, Jesús entra en su descanso en el mismo momento en que se encienden las primeras luces del Sabbat: “Todo se ha cumplido” (Jn 19,3). Ahora se ha terminado la obra de la nueva creación: el hombre prisionero antaño de la nada del pecado se convierte en una nueva criatura en Cristo. Una nueva alianza entre Dios y la humanidad, que nada podrá jamás romper, acaba de ser sellada, ya que en adelante toda infidelidad puede ser lavada en la sangre y en el agua que brotan de la cruz.
La carta a los Hebreos dice: «Un descanso, el del séptimo día, queda para el pueblo de Dios» (Heb 4,9). La fe en Cristo nos da acceso a ello. Que nuestro verdadero descanso, nuestra paz profunda, no la de un solo día, sino para toda la vida, sea una total esperanza en la infinita misericordia de Dios, según la invitación del Salmo 16: «Mi carne descansará en la esperanza, pues tu no entregarás mi alma al abismo». Que con un corazón nuevo nos preparemos para celebrar en la alegría las bodas del Cordero y nos dejemos desposar plenamente por el amor de Dios manifestado en Cristo.
Pensamientos para el Evangelio de hoy
«¿Qué idea de Dios hubiera podido antes formarse el hombre, que no fuese un ídolo fabricado por su corazón? Era incomprensible e inaccesible, invisible y superior a todo pensamiento humano; pero ahora ha querido ser comprendido. ¿De qué modo?, te preguntarás. Pues yaciendo en un pesebre, predicando en la montaña, pasando la noche en oración; o bien colgando de la cruz…» (San Bernardo)
«La tiniebla divina de este día, de este siglo, que se convierte cada vez más en un sábado santo, habla a nuestras conciencias. Tiene en sí algo consolador porque la muerte de Dios en Jesucristo es, al mismo tiempo, expresión de su radical solidaridad con nosotros. El misterio más oscuro de la fe es, simultáneamente, la señal más brillante de una esperanza sin fronteras» (Benedicto XVI)
«La muerte de Cristo fue una verdadera muerte en cuanto que puso fin a su existencia humana terrena. Pero a causa de la unión que la Persona del Hijo conservó con su cuerpo, éste no fue un despojo mortal como los demás porque ‘no era posible que la muerte lo dominase’ (Hch 2,24) (…). La Resurrección de Jesús ‘al tercer día’ (1Cor 15,4) era el signo de ello, también porque se suponía que la corrupción se manifestaba a partir del cuarto día» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 627)
Nancy Charles era activista LGBT... hasta una misa tradicional: «Entré escéptica y salí católica»
Nancy Charles.
No fueron las buenas palabras o el `engaño´ lo que llevaron a la activista LGBT Nancy Charles a la fe y la paz, sino la verdad expuesta con amor, caridad y claridad.
Hasta no hace mucho y durante 15 años, Nancy Charles vivió como adicta y comprometida militante en el movimiento LGBT.
Durante esos años, Nancy pareció integrar la facción "racional" del lobby, meditando ocasionalmente las consignas oficiales en lugar de asumirlas sin juicio crítico. En el caso de los cristianos, estaba convencida de que "no odiaban" a los LGBT, si bien ella se sentía "herida" por asumir las creencias cristianas "como un rechazo".
"Viví en una contradicción entre dos creencias durante toda mi vida. La primera, que los cristianos en realidad no nos odiaban. Y la segunda, que cuando condenaban nuestro estilo de via, nos estaban rechazando", explica.
Charles parafrasea a Dover al asegurar que "era muy joven cuando el diablo vino" a hablarle. "Me dijo que yo era lo que sentía. Fui como Eva cuando mordió la manzana y creyó a la serpiente. Toda mi vida pensé que si sentía algo, yo era ese sentimiento, por eso nunca pude alejarme de mi atracción por el mismo sexo"; detalla en X, antiguo Twitter.
Pero un día brotó una pregunta más poderosa que aquella reflexión: "Y si no soy lo que siento… ¿quién soy?"
Un acompañamiento directo y consagrado a la verdad
Pronto sería testigo de que "la verdad es lo más caritativo que puedes darle a alguien". Incluso si no quiere escucharse, como fue su caso.
Fue a través de una carta que le escribió su hermano Joshua, tras años de consumo de drogas, rehabilitación y vida LGBT que llevaron a Nancy incluso a pensar en el suicidio.
"Nancy, nunca te recuperarás mientras sigas rechazando a tu Creador. Podrás decir que crees en Dios o en un poder superior, pero no. Si lo hicieras, buscarías lo que Él quiere de ti en lugar de inventar tu propia versión de Dios para adaptarla a tus propias inclinaciones. Han rechazado la Biblia, el cristianismo y la verdad. Ninguna persona que rechaza la verdad puede prosperar", le dijo su hermano.
En la carta también advertía de que seguiría habiendo "distancia" entre él y ella, como militante LGBT.
"No porque los juzgue, sino porque ni siquiera hablamos el mismo idioma. Hasta que no reconozcas tu necesidad de Dios y tu responsabilidad personal, no hay absolutamente nada que yo ni nadie pueda hacer por ti. No participaré más en tu engaño. Te quiero. Deseo tu mayor bien, por eso te traslado estas contundentes verdades", agregaba la carta.
Nancy Charles, protestante, militante del lobby LGBT y homosexual.
Nancy Charles, protestante, militante del lobby LGBT y homosexual, solo necesitó que le dijesen la verdad sin miedo a que saliese espantada para aceptarla y convertirse a la fe.
En misa tradicional supo que "Él era la Verdad que buscaba"
Criada como protestante, "nunca había oído hablar sobre la Eucaristía". Sin embargo, conforme daba sus primeros pasos hacia la plena fe, "no tenía nada más que el rosario y la adoración antes de poder participar oficialmente en los sacramentos". Por eso considera "una locura" que los católicos no acudan a la adoración eucarística.
Hoy, Charles sigue considerando la carta de su hermano como "uno de los momentos más dolorosos" pero también "de los más cruciales" de su vida. Hasta el punto que, seis años después, la "poderosa semilla" plantada por Dios a través de esa carta le llevarían a ingresar oficialmente en la Iglesia. Fue el pasado 30 de septiembre, tras seis meses desde una "conversión milagrosa" el día de San José.
Describe su conversión estrechamente relacionada a la misa tradicional, donde Dios le "mostró que era real".
"Era la primera vez en mi vida que sabía con absoluta certeza que había un Dios y que Él era la verdad que había estado buscando toda mi vida. Entré en la parroquia ese día un escéptica y salí como creyente. Me pasó algo muy profundo. Lloraba como nunca antes había llorado. Nunca había sentido un amor tan fuerte. No tenía idea de que existiera un amor así", relata.
Los gays, como cualquier otro cristiano
Sus reflexiones sobre Fiducia supplicans, publicada poco después de su conversión, enormemente interesantes, pues muestra cómo percibe un homosexual los intentos de la Iglesia por acercarse a ellos.
Una de ellas la escribió este 1 de enero, "como persona que siente atracción por personas del mismo sexo".
"Los gays no son especiales", dijo. Por eso "estamos sujetos a las reglas de Dios al igual que cualquier otro. Todos estamos llamados a llevar nuestra cruz. A veces es atracción hacia el mismo sexo, lo que nos llama a vivir la castidad", explica.
Por eso dirige una palabra especial a quienes no comprenden la preocupación existente sobre Fiducia supplicans: "Si no puedes entenderlo, o estas siendo extremadamente poco caritativo o estoy segura de que buscas destruir las almas de aquellos que luchan, como yo. No puedes pretender amarnos y mentirnos al mismo tiempo".
Mejor la verdad que un mensaje diluido
Charles, que mantiene su inclinación, considera necesario transmitir "la verdad" a personas con atracción por el mismo sexo frente a un "mensaje diluido".
"El problema es que las palabras importan. La precisión del lenguaje es importante. Es la diferencia entre la claridad de la verdad o la niebla de la ambigüedad. Nuestro trabajo es llevar la verdad a la gente, no cambiar el lenguaje para engañarlos y que vengan a la Iglesia", admite.
La conversa y homosexual afirma, como homosexual y conversa, que si se dice a los homosexuales que están llamados a vivir en castidad, "es posible que huyan y nunca se consideren bienvenidos a la Iglesia. Entonces déjalos que se vayan. No porque no desee que vengan a Cristo, sino porque el trabajo de la Iglesia es ser árbitro de la verdad. ¿De qué sirve que estén en la Iglesia si hemos perdido su alma?".
"Como alguien que siente atracción por personas del mismo sexo, estoy profundamente agradecida a mi familia tradicional de misa en latín por nunca mentirme y preocuparse lo suficiente por mi alma como para decirme la verdad. Por amarme siempre y darme la bienvenida a la iglesia y por mantenerme al mismo nivel que todos los demás", concluye
Hoy no meditamos un evangelio en particular, puesto que es un día que carece de liturgia. Pero, con María, la única que ha permanecido firme en la fe y en la esperanza después de la trágica muerte de su Hijo, nos preparamos, en el silencio y en la oración, para celebrar la fiesta de nuestra liberación en Cristo, que es el cumplimiento del Evangelio.
La coincidencia temporal de los acontecimientos entre la muerte y la resurrección del Señor y la fiesta judía anual de la Pascua, memorial de la liberación de la esclavitud de Egipto, permite comprender el sentido liberador de la cruz de Jesús, nuevo cordero pascual cuya sangre nos preserva de la muerte.
Otra coincidencia en el tiempo, menos señalada pero sin embargo muy rica en significado, es la que hay con la fiesta judía semanal del “Sabbat”. Ésta empieza el viernes por la tarde, cuando la madre de familia enciende las luces en cada casa judía, terminando el sábado por la tarde. Esto recuerda que después del trabajo de la creación, después de haber hecho el mundo de la nada, Dios descansó el séptimo día. Él ha querido que también el hombre descanse el séptimo día, en acción de gracias por la belleza de la obra del Creador, y como señal de la alianza de amor entre Dios e Israel, siendo Dios invocado en la liturgia judía del Sabbat como el esposo de Israel. El Sabbat es el día en que se invita a cada uno a acoger la paz de Dios, su “Shalom”.
De este modo, después del doloroso trabajo de la cruz, «retoque en que el hombre es forjado de nuevo» según la expresión de Catalina de Siena, Jesús entra en su descanso en el mismo momento en que se encienden las primeras luces del Sabbat: “Todo se ha cumplido” (Jn 19,3). Ahora se ha terminado la obra de la nueva creación: el hombre prisionero antaño de la nada del pecado se convierte en una nueva criatura en Cristo. Una nueva alianza entre Dios y la humanidad, que nada podrá jamás romper, acaba de ser sellada, ya que en adelante toda infidelidad puede ser lavada en la sangre y en el agua que brotan de la cruz.
La carta a los Hebreos dice: «Un descanso, el del séptimo día, queda para el pueblo de Dios» (Heb 4,9). La fe en Cristo nos da acceso a ello. Que nuestro verdadero descanso, nuestra paz profunda, no la de un solo día, sino para toda la vida, sea una total esperanza en la infinita misericordia de Dios, según la invitación del Salmo 16: «Mi carne descansará en la esperanza, pues tu no entregarás mi alma al abismo». Que con un corazón nuevo nos preparemos para celebrar en la alegría las bodas del Cordero y nos dejemos desposar plenamente por el amor de Dios manifestado en Cristo.
Texto del Evangelio (Jn 18,1—19,42): En aquel tiempo, Jesús pasó con sus discípulos al otro lado del torrente Cedrón, donde había un huerto, en el que entraron él y sus discípulos. Pero también Judas, el que le entregaba, conocía el sitio, porque Jesús se había reunido allí muchas veces con sus discípulos. Judas, pues, llega allí con la cohorte y los guardias enviados por los sumos sacerdotes y fariseos, con linternas, antorchas y armas. Jesús, que sabía todo lo que le iba a suceder, se adelanta y les pregunta: «¿A quién buscáis?». Le contestaron: «A Jesús el Nazareno». Díceles: «Yo soy». Judas, el que le entregaba, estaba también con ellos. Cuando les dijo: «Yo soy», retrocedieron y cayeron en tierra. Les preguntó de nuevo: «¿A quién buscáis?». Le contestaron: «A Jesús el Nazareno». Respondió Jesús: «Ya os he dicho que yo soy; así que si me buscáis a mí, dejad marchar a éstos». Así se cumpliría lo que había dicho: «De los que me has dado, no he perdido a ninguno». Entonces Simón Pedro, que llevaba una espada, la sacó e hirió al siervo del Sumo Sacerdote, y le cortó la oreja derecha. El siervo se llamaba Malco. Jesús dijo a Pedro: «Vuelve la espada a la vaina. La copa que me ha dado el Padre, ¿no la voy a beber?».
Entonces la cohorte, el tribuno y los guardias de los judíos prendieron a Jesús, le ataron y le llevaron primero a casa de Anás, pues era suegro de Caifás, el Sumo Sacerdote de aquel año. Caifás era el que aconsejó a los judíos que convenía que muriera un solo hombre por el pueblo. Seguían a Jesús Simón Pedro y otro discípulo. Este discípulo era conocido del Sumo Sacerdote y entró con Jesús en el atrio del Sumo Sacerdote, mientras Pedro se quedaba fuera, junto a la puerta. Entonces salió el otro discípulo, el conocido del Sumo Sacerdote, habló a la portera e hizo pasar a Pedro. La muchacha portera dice a Pedro: «¿No eres tú también de los discípulos de ese hombre?». Dice él: «No lo soy». Los siervos y los guardias tenían unas brasas encendidas porque hacía frío, y se calentaban. También Pedro estaba con ellos calentándose. El Sumo Sacerdote interrogó a Jesús sobre sus discípulos y su doctrina. Jesús le respondió: «He hablado abiertamente ante todo el mundo; he enseñado siempre en la sinagoga y en el Templo, donde se reúnen todos los judíos, y no he hablado nada a ocultas. ¿Por qué me preguntas? Pregunta a los que me han oído lo que les he hablado; ellos saben lo que he dicho». Apenas dijo esto, uno de los guardias que allí estaba, dio una bofetada a Jesús, diciendo: «¿Así contestas al Sumo Sacerdote?». Jesús le respondió: «Si he hablado mal, declara lo que está mal; pero si he hablado bien, ¿por qué me pegas?». Anás entonces le envió atado al Sumo Sacerdote Caifás. Estaba allí Simón Pedro calentándose y le dijeron: «¿No eres tú también de sus discípulos?». El lo negó diciendo: «No lo soy». Uno de los siervos del Sumo Sacerdote, pariente de aquel a quien Pedro había cortado la oreja, le dice: «¿No te vi yo en el huerto con Él?». Pedro volvió a negar, y al instante cantó un gallo.
De la casa de Caifás llevan a Jesús al pretorio. Era de madrugada. Ellos no entraron en el pretorio para no contaminarse y poder así comer la Pascua. Salió entonces Pilato fuera donde ellos y dijo: «¿Qué acusación traéis contra este hombre?». Ellos le respondieron: «Si éste no fuera un malhechor, no te lo habríamos entregado». Pilato replicó: «Tomadle vosotros y juzgadle según vuestra Ley». Los judíos replicaron: «Nosotros no podemos dar muerte a nadie». Así se cumpliría lo que había dicho Jesús cuando indicó de qué muerte iba a morir. Entonces Pilato entró de nuevo al pretorio y llamó a Jesús y le dijo: «¿Eres tú el Rey de los judíos?». Respondió Jesús: «¿Dices eso por tu cuenta, o es que otros te lo han dicho de mí?». Pilato respondió: «¿Es que yo soy judío? Tu pueblo y los sumos sacerdotes te han entregado a mí. ¿Qué has hecho?». Respondió Jesús: «Mi Reino no es de este mundo. Si mi Reino fuese de este mundo, mi gente habría combatido para que no fuese entregado a los judíos: pero mi Reino no es de aquí». Entonces Pilato le dijo: «¿Luego tú eres Rey?». Respondió Jesús: «Sí, como dices, soy Rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. Todo el que es de la verdad, escucha mi voz». Le dice Pilato: «¿Qué es la verdad?». Y, dicho esto, volvió a salir donde los judíos y les dijo: «Yo no encuentro ningún delito en Él. Pero es costumbre entre vosotros que os ponga en libertad a uno por la Pascua. ¿Queréis, pues, que os ponga en libertad al Rey de los judíos?». Ellos volvieron a gritar diciendo: «¡A ése, no; a Barrabás!». Barrabás era un salteador.
Pilato entonces tomó a Jesús y mandó azotarle. Los soldados trenzaron una corona de espinas, se la pusieron en la cabeza y le vistieron un manto de púrpura; y, acercándose a Él, le decían: «Salve, Rey de los judíos». Y le daban bofetadas. Volvió a salir Pilato y les dijo: «Mirad, os lo traigo fuera para que sepáis que no encuentro ningún delito en Él». Salió entonces Jesús fuera llevando la corona de espinas y el manto de púrpura. Díceles Pilato: «Aquí tenéis al hombre». Cuando lo vieron los sumos sacerdotes y los guardias, gritaron: «¡Crucifícalo, crucifícalo!». Les dice Pilato: «Tomadlo vosotros y crucificadle, porque yo ningún delito encuentro en Él». Los judíos le replicaron: «Nosotros tenemos una Ley y según esa Ley debe morir, porque se tiene por Hijo de Dios». Cuando oyó Pilato estas palabras, se atemorizó aún más. Volvió a entrar en el pretorio y dijo a Jesús: «¿De dónde eres tú?». Pero Jesús no le dio respuesta. Dícele Pilato: «¿A mí no me hablas? ¿No sabes que tengo poder para soltarte y poder para crucificarte?». Respondió Jesús: «No tendrías contra mí ningún poder, si no se te hubiera dado de arriba; por eso, el que me ha entregado a ti tiene mayor pecado». Desde entonces Pilato trataba de librarle. Pero los judíos gritaron: «Si sueltas a ése, no eres amigo del César; todo el que se hace rey se enfrenta al César». Al oír Pilato estas palabras, hizo salir a Jesús y se sentó en el tribunal, en el lugar llamado Enlosado, en hebreo Gabbatá. Era el día de la Preparación de la Pascua, hacia la hora sexta. Dice Pilato a los judíos: «Aquí tenéis a vuestro Rey». Ellos gritaron: «¡Fuera, fuera! ¡Crucifícale!». Les dice Pilato: «¿A vuestro Rey voy a crucificar?». Replicaron los sumos sacerdotes: «No tenemos más rey que el César». Entonces se lo entregó para que fuera crucificado.
Tomaron, pues, a Jesús, y Él cargando con su cruz, salió hacia el lugar llamado Calvario, que en hebreo se llama Gólgota, y allí le crucificaron y con Él a otros dos, uno a cada lado, y Jesús en medio. Pilato redactó también una inscripción y la puso sobre la cruz. Lo escrito era: «Jesús el Nazareno, el Rey de los judíos». Esta inscripción la leyeron muchos judíos, porque el lugar donde había sido crucificado Jesús estaba cerca de la ciudad; y estaba escrita en hebreo, latín y griego. Los sumos sacerdotes de los judíos dijeron a Pilato: «No escribas: ‘El Rey de los judíos’, sino: ‘Éste ha dicho: Yo soy Rey de los judíos’». Pilato respondió: «Lo que he escrito, lo he escrito». Los soldados, después que crucificaron a Jesús, tomaron sus vestidos, con los que hicieron cuatro lotes, un lote para cada soldado, y la túnica. La túnica era sin costura, tejida de una pieza de arriba abajo. Por eso se dijeron: «No la rompamos; sino echemos a suertes a ver a quién le toca». Para que se cumpliera la Escritura: «Se han repartido mis vestidos, han echado a suertes mi túnica». Y esto es lo que hicieron los soldados. Junto a la cruz de Jesús estaban su madre y la hermana de su madre, María, mujer de Cleofás, y María Magdalena. Jesús, viendo a su madre y junto a ella al discípulo a quien amaba, dice a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo». Luego dice al discípulo: «Ahí tienes a tu madre». Y desde aquella hora el discípulo la acogió en su casa.
Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo estaba cumplido, para que se cumpliera la Escritura, dice: «Tengo sed». Había allí una vasija llena de vinagre. Sujetaron a una rama de hisopo una esponja empapada en vinagre y se la acercaron a la boca. Cuando tomó Jesús el vinagre, dijo: «Todo está cumplido». E inclinando la cabeza entregó el espíritu.
Los judíos, como era el día de la Preparación, para que no quedasen los cuerpos en la cruz el sábado —porque aquel sábado era muy solemne— rogaron a Pilato que les quebraran las piernas y los retiraran. Fueron, pues, los soldados y quebraron las piernas del primero y del otro crucificado con Él. Pero al llegar a Jesús, como lo vieron ya muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados le atravesó el costado con una lanza y al instante salió sangre y agua. El que lo vio lo atestigua y su testimonio es válido, y él sabe que dice la verdad, para que también vosotros creáis. Y todo esto sucedió para que se cumpliera la Escritura: «No se le quebrará hueso alguno». Y también otra Escritura dice: «Mirarán al que traspasaron».
Después de esto, José de Arimatea, que era discípulo de Jesús, aunque en secreto por miedo a los judíos, pidió a Pilato autorización para retirar el cuerpo de Jesús. Pilato se lo concedió. Fueron, pues, y retiraron su cuerpo. Fue también Nicodemo —aquel que anteriormente había ido a verle de noche— con una mezcla de mirra y áloe de unas cien libras. Tomaron el cuerpo de Jesús y lo envolvieron en vendas con los aromas, conforme a la costumbre judía de sepultar. En el lugar donde había sido crucificado había un huerto, y en el huerto un sepulcro nuevo, en el que nadie todavía había sido depositado. Allí, pues, porque era el día de la Preparación de los judíos y el sepulcro estaba cerca, pusieron a Jesús.
«Cuando tomó Jesús el vinagre, dijo: ‘Todo está cumplido’. E inclinando la cabeza entregó el espíritu»
Rev. D. Francesc CATARINEU i Vilageliu
(Sabadell, Barcelona, España)
Hoy celebramos el primer día del Triduo Pascual. Por tanto, es el día de la Cruz victoriosa, desde donde Jesús nos dejó lo mejor de Él mismo: María como madre, el perdón —también de sus verdugos— y la confianza total en Dios Padre.
Lo hemos escuchado en la lectura de la Pasión que nos transmite el testimonio de san Juan, presente en el Calvario con María, la Madre del Señor y las mujeres. Es un relato rico en simbología, donde cada pequeño detalle tiene sentido. Pero también el silencio y la austeridad de la Iglesia, hoy, nos ayudan a vivir en un clima de oración, bien atentos al don que celebramos.
Ante este gran misterio, somos llamados —primero de todo— a ver. La fe cristiana no es la relación reverencial hacia un Dios lejano y abstracto que desconocemos, sino la adhesión a una Persona, verdadero hombre como nosotros y, a la vez, verdadero Dios. El “Invisible” se ha hecho carne de nuestra carne, y ha asumido el ser hombre hasta la muerte y una muerte de cruz. Pero fue una muerte aceptada como rescate por todos, muerte redentora, muerte que nos da vida. Aquellos que estaban ahí y lo vieron nos transmitieron los hechos y, al mismo tiempo, nos descubren el sentido de aquella muerte.
Ante este hecho, nos sentimos agradecidos y admirados. Conocemos el precio del amor: «Nadie tiene mayor amor que el de dar la vida por sus amigos» (Jn 15,13). La oración cristiana no es solamente pedir, sino —antes de nada— admirar agradecidos.
Jesús, para nosotros, es modelo que hay que imitar, es decir, reproducir en nosotros sus actitudes. Hemos de ser personas que aman hasta llegar a ser un don para los demás, que confiamos en el Padre en toda adversidad.
Esto contrasta con la atmósfera indiferente de nuestra sociedad; por eso, nuestro testimonio tiene que ser más valiente que nunca, ya que la donación de Cristo es para todos. Como dice Melitón de Sardes, «Este es el que nos sacó de la servidumbre a la libertad, de las tinieblas a la luz, de la muerte a la vida. Él es la Pascua de nuestra salvación».
Una madre explica como sacó a su hija de la red trans que la atrapó: es como una secta o las drogas
Una joven que se deshace... la ideología trans, como las drogas y las sectas, se aprovechan de la identidad vulnerable de los adolescentes
Desde que nació, a la hija de Charlie Jacobs le gustaba el color rosa, se ponía vestidos y se metía en el armario a probarse los tacones de su madre. Pero a los 12 años, unas charlas para jóvenes en el colegio y las redes sociales la introdujeron y ataron al movimiento transgénero.
Charlie Jacobs -pseudónimo de una norteamericana, madre de dos adolescentes- ha querido explicar con detalle en The Daily Signal cómo la ideología de género, reforzada y radicalizada desde Internet, funcionó en su hija como una secta destructiva, o como una adicción.
Charlie, como madre, luchó por rescatarla, a menudo teniendo en contra al colegio, costándole encontrar ayuda terapéutica. Con perseverancia incansable de madre, logró grandes mejoras.
Su relato se titula: "Lo que he aprendido rescatando a mi hija de su fantasía transgénero".
Primera adolescencia: ropas amplias
Todo empezó al llegar la adolescencia, al asumir su cuerpo las curvas de la feminidad. "A medida que su cuerpo maduraba empezó a evitar cualquier ropa que acentuara su figura".
A la madre no le preocupó al principio que la chica usara siempre ropa ancha, porque también ella, de adolescente, había hecho lo mismo.
"Luego mi hija se sumergió en el anime [dibujos animados japoneses] y el cosplay [disfraces elaborados] vistiéndose como personajes fantásticos, y yo la animé por su lado creativo", explica. Su hija tiene una vertiente artística y creativa muy grande, y por lo general es bueno apoyar algo así.
La madre descubrió tiempo después que en los ambientes de aficionados al anime y el cosplay hay una cantidad desproporcionada de activistas de ideología de género, militantes y seductores.
El otro punto de "contagio" fue una charla en la escuela... ¡a pesar de que era un centro católico!
"Durante aquel tiempo, en la escuela -que era católica- mi hija pasó por Teen Talk, un programa con base en Manitoba, Canadá, que dice que enseña a los jóvenes información detallada y 'sin prejuicios' sobre sexualidad, salud reproductiva o el uso de sustancias", explica.
"Llegó a casa con un lenguaje completamente nuevo. Ella y todas sus amigas se definieron entonces como lesbianas, pansexuales e incluso poliamorosas. Ninguna de las cinco eligió lo que el programa llamaba 'básico', ser heterosexual".
Intentando parecer un niño, descendió a la ira
Su madre comenzó a preocuparse por el cambio que veía en su hija. La chica se distanció de amistades anteriores. Pasaba horas en las redes sociales a través de cuentas falsas que su madre desconocía, mientras la engañaba mostrándole cuentas inocuas en Internet.
Cuando tenía 13 años, madre e hija fueron a una convención de anime en California. Allí la muchacha conoció a una chica de 16 años, mucho más madura.
"Esa chica hipnotizó a mi hija con su personalidad. Después de la convención, se cortó el pelo como un chico, dejó de depilarse y empezó a pedir ropa interior de niño", recuerda Jacobs.
Esa chica sería, en persona o a través de Internet, la que introduciría e impulsaría más profundamente a la muchacha en el entorno transgénero. "Más tarde supe que había abusado sexualmente [molested, en inglés] de mi hija", relata.
Ideología trans en los colegios.
La preocupada madre quedó sorprendida ante la promoción de la ideología transgénero en la escuela de su hija, incluso siendo un centro católico [foto referencial].
El infierno en redes: fetichismo, pedofilia, drogas y porno
La niña se puso "irreconocible". "Su personalidad descendió a la ira, comenzó a hacer vídeos groseros en TikTok, empezó a hablar mal y rompió todas las reglas familiares".
No había cumplido los 15 años cuando anunció que se consideraba transgénero.
"Después comenzó a amenazar con suicidarse y se hundió en una profunda depresión", relata la madre.
Angustiada, consiguió las contraseñas de las redes sociales de su hija y quedó impresionada por lo que vio. "Su amiga de la convención de anime le había enviado un vídeo masturbándose, hablaban de fetichismo sexual, incesto y pedofilia y las chicas mayores enseñaban a las más pequeñas como vender a hombres fotos de ellas desnudas y así ganar un buen dinero", comenta.
Entre otras conversaciones, encontró que las propias chicas hablaban sobre qué efecto causaba cada droga o extirparse los pechos. Enviaban mensajes a la chica animándola a 'patear la cabeza' de su madre por 'tránsfoba'.
Adicción a las redes sociales.
Muchos jóvenes son víctimas del engaño de la ideología transgénero motivados por una actividad compulsiva en redes sociales, con efectos que pueden ser irreversibles.
Como con un adicto: ni móvil, ni Internet, ni Twitter
La decisión de Charlie Jacobs, como madre, fue radical e inmediata. "Cogí su teléfono, eliminé todas las redes sociales (YouTube, Instagram, Twitter…) y contactos y le bloqueé la capacidad de acceder a internet. Eliminé YouTube de la televisión, tiré todos sus disfraces e involucré a la policía por la pornografía", enumera. "Le advertí de que si alguien le enviaba pornografía, no dudaría en denunciarlo a la ley".
"[Mi hija] me odiaba como un adicto odia a la persona que impide que se drogue, pero me mantuve firme a pesar de sus excesos y abusos verbales", relata Jacobs.
Tuvo que pasar por siete profesionales de la salud mental para que solo uno estuviese dispuesto a analizar el asunto, la repentina identidad transgénero de la joven.
Desde entonces la madre dedicó su vida por entero a investigar el tema trans y a tratar de recuperar el vínculo con su hija. Y ha logrado avances.
Su receta, mucha comprensión y firmeza en la verdad
"Tras un año y medio infernal, está volviendo a su ser: una hija hermosa, artística, amable y cariñosa", explica aliviada, antes de enumerar su "receta" para aliviar la disforia de género de la adolescente.
"Después de un breve tiempo en que cometimos el error de usar el nombre masculino, nuestra familia y todos los adultos en la vida de mi hija solo usamos su nombre de nacimiento y los pronombres correspondientes", relata.
"No permitimos la 'transición social', aunque no pudimos controlar su colegio", añade. "Una escuela católica que, increíblemente, se negó a seguir nuestra decisión", denuncia.
La madre también comenzó a acercar a su hija historias de mujeres trans que se arrepentían de su transición. Dejó libros de Abigail Shrier y Susan Evans por toda la casa para que los leyese.
También recurrió a los consejos del podcast Partners for Ethical Care y del libro de una co-fundadora de este grupo, Maria Keffler: "Desist, Detrans & Detox: Getting Your Child Out of the Gender Cult” (Desistir, destransicionar, desintoxicar: sacar a tu hijo de la secta de género).
Portada de 'Un daño irreversible'.
En `Un daño irreversible´, Abigail Shrier muestra como la imposición de la ideología de género está haciendo un daño irreversible a las chicas adolescentes y jóvenes multiplicando los casos de disforia de género.
En inglés, Maria Keffler habla de su libro `Desist, detrans, detox": para "sacar a tu hijo de la secta de género´.
Esta madre explica su empeño así: "Me dediqué por entero a recuperar la estrecha relación que mi hija y yo habíamos tenido. Tuve que morderme la lengua y responder a su ira con amor o alejándome cuando sabía que no podría responder así".
"Me acerqué a ella en momentos vulnerables, la abracé, me puse a su lado en su cama. Dejé de mirarla como su fuera una víctima y le hice saber que nunca dejaría de luchar por ella", añade.
"Al mismo tiempo, dejé que viese los carteles de las protestas a las que yo asistía, le acribillé con preguntas que demostraban la ausencia de lógica en la ideología de género, incluso ponía memes divertidos, críticos contra el género, cuando entraba en mi oficina".
Lo más importante, insiste "es que me mantuve firme. Me negué a aceptar su engaño con compasión".
"Sé que he de continuar con tenacidad ya que la ideología de género repta por cada aspecto de la vida, pero por ahora puedo dar ya un suspiro de alivio", concluye esta madre valiente y firme.
Artículo de hemeroteca publicado en diciembre de 2021.
Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado su hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo. Durante la cena, cuando ya el diablo había puesto en el corazón a Judas Iscariote, hijo de Simón, el propósito de entregarle, sabiendo que el Padre le había puesto todo en sus manos y que había salido de Dios y a Dios volvía, se levanta de la mesa, se quita sus vestidos y, tomando una toalla, se la ciñó. Luego echa agua en un lebrillo y se puso a lavar los pies de los discípulos y a secárselos con la toalla con que estaba ceñido.
Llega a Simón Pedro; éste le dice: «Señor, ¿tú lavarme a mí los pies?». Jesús le respondió: «Lo que yo hago, tú no lo entiendes ahora: lo comprenderás más tarde». Le dice Pedro: «No me lavarás los pies jamás». Jesús le respondió: «Si no te lavo, no tienes parte conmigo». Le dice Simón Pedro: «Señor, no sólo los pies, sino hasta las manos y la cabeza». Jesús le dice: «El que se ha bañado, no necesita lavarse; está del todo limpio. Y vosotros estáis limpios, aunque no todos». Sabía quién le iba a entregar, y por eso dijo: «No estáis limpios todos».
Después que les lavó los pies, tomó sus vestidos, volvió a la mesa, y les dijo: «¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis “el Maestro” y “el Señor”, y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Señor y el Maestro, os he lavado los pies, vosotros también debéis lavaros los pies unos a otros. Porque os he dado ejemplo, para que también vosotros hagáis como yo he hecho con vosotros».
«Si yo, el Señor y el Maestro, os he lavado los pies, vosotros también debéis lavaros los pies unos a otros»
Mons. José Ángel SAIZ Meneses, Arzobispo de Sevilla
(Sevilla, España)
Hoy recordamos aquel primer Jueves Santo de la historia, en el que Jesucristo se reúne con sus discípulos para celebrar la Pascua. Entonces inauguró la nueva Pascua de la nueva Alianza, en la que se ofrece en sacrificio por la salvación de todos.
En la Santa Cena, al mismo tiempo que la Eucaristía, Cristo instituye el sacerdocio ministerial. Mediante éste, se podrá perpetuar el sacramento de la Eucaristía. El prefacio de la Misa Crismal nos revela el sentido: «Él elige a algunos para hacerlos partícipes de su ministerio santo; para que renueven el sacrificio de la redención, alimenten a tu pueblo con tu Palabra y lo reconforten con tus sacramentos».
Y aquel mismo Jueves, Jesús nos da el mandamiento del amor: «Amaos unos a otros como yo os he amado» (Jn 13,34). Antes, el amor se fundamentaba en la recompensa esperada a cambio, o en el cumplimiento de una norma impuesta. Ahora, el amor cristiano se fundamenta en Cristo. Él nos ama hasta dar la vida: ésta ha de ser la medida del amor del discípulo y ésta ha de ser la señal, la característica del reconocimiento cristiano.
Pero, el hombre no tiene capacidad para amar así. No es simplemente fruto de un esfuerzo, sino don de Dios. Afortunadamente, Él es Amor y —al mismo tiempo— fuente de amor, que se nos da en el Pan Eucarístico.
Finalmente, hoy contemplamos el lavatorio de los pies. En actitud de siervo, Jesús lava los pies de los Apóstoles, y les recomienda que lo hagan los unos con los otros (cf. Jn 13,14). Hay algo más que una lección de humildad en este gesto del Maestro. Es como una anticipación, como un símbolo de la Pasión, de la humillación total que sufrirá para salvar a todos los hombres.
El teólogo Romano Guardini dice que «la actitud del pequeño que se inclina ante el grande, todavía no es humildad. Es, simplemente, verdad. El grande que se humilla ante el pequeño es el verdaderamente humilde». Por esto, Jesucristo es auténticamente humilde. Ante este Cristo humilde nuestros moldes se rompen. Jesucristo invierte los valores meramente humanos y nos invita a seguirlo para construir un mundo nuevo y diferente desde el servicio.
En la Nueva Era, fue «atacada para no seguir a Dios»: «Estás viva de milagro», le dijo un exorcista
Marian Reinoso.
Tras un infierno en la Nueva Era que casi acaba con su vida, la mediática Marián Reynoso se convirtió en una militante difusora de la fe, la oración y la conversión en Tierra Santa y en redes sociales.
A sus 51 años, Marián Reynoso considera que el éxito tiene dos caras. Y ella ha alcanzado ambas. En el plano terreno sabe lo que es ser conocida en todo un país, visitar radios y televisiones en prime time y ver abrirse todas las puertas a su paso. Solo tenía una condición: no hablar de Dios. Entre las cámaras, la fama y el liderazgo, una inexplicable dolencia la dejó meses en cama, cerca de la muerte. Era el momento de decidir si servía a la luz o a la oscuridad.
Criada en una familia católica de México, Reynoso tuvo durante su infancia y juventud una vida católica ejemplar. Frecuentaba con su familia la oración y los sacramentos, se casó a los 22 años y fundó una familia cristiana "de la mano de Dios" junto a su marido, Salvador.
Pronto llegó el primero de sus hijos. Cuenta a El rosario de las 11 que, con cinco años, sufrió una dolencia para la que la medicina no encontraba una solución clara e inmediata. Desesperados, encontraron "terapias" alternativas que prometían su sanación.
"Tenía 26 años, era ignorante y tratándose de mi niño, permití que estas `ayudas´ se hiciesen realidad en nuestras prácticas cotidianas. No tenía capacidad de discernir el bien y el mal y aunque sabía que algo estaba mal, la paciencia no era lo nuestro", admite.
Acechada por el mal y deseando escuchar a Dios
Marián no sabía que se había metido "donde no debía" y que "el mal estaba al acecho de las almas que Dios quiere que se dediquen a Él".
Pero ella era católica y si algo quería era profundizar en su relación con Dios. A los 30 años, rodeada de terapias alternativas y chamanes, estaba leyendo un libro cuando empezó a notar "un hambre de Dios brutal".
Marián sabía que al rezar ella "le hablaba y que cuando enfocase la mente, le escucharía, pero no sabía. Quería aprender a escucharle. Cerré los ojos, empecé a hablar con Dios y le dije: `Por favor, quiero escucharte´".
En ese momento recibió lo que aún considera uno de los regalos "más maravillosos" que ha recibido en vida.
"Fueron unos 10 minutos de un sentimiento de una paz y un amor que me abrazaba, como si mi mente se pausase totalmente y todo dentro de mí se hacía luz, como sentir Su presencia. Y lloraba y lloraba"; recuerda.
"Por sus frutos los conoceréis"
Desde ese momento, Marián se propuso ayudar a que todos pudiesen experimentar lo que ella había recibido.
Como católica, buscó técnicas de meditación dentro de la propia Iglesia para mejorar su oración, pero al no encontrar a nadie que pudiese ayudarle, probó en las técnicas orientales.
Fue el comienzo de siete largos años que al contar su testimonio define como "por sus frutos los conoceréis".
Lo probó todo, desde el hinduismo y el budismo hasta el sintoísmo, la cábala, la metafísica o la sanación con las manos. Recuerda tener siempre un libro en la mano, tratando de apagar "un hambre que nunca se saciaba". Y su "sexto sentido" o facilidad para "ver seres espirituales, auras, colores y sueños", no ayudaba. Parecía que había nacido para la Nueva Era.
Conforme progresaba no eran pocos quienes se acercaban a ella, al principio prometiéndole ayuda.
"Todas las puertas se abrían"... si no hablaba de Dios
"Una se presentó como psicóloga para orientarme en este camino, pero me avisó de que yo era de la luz y ella de la oscuridad", relata. Lo cierto es que cada vez que la veía a Marián se le "cerraba el estómago"; pero pronto se distraía y progresaba.
"Meditaba tres horas al día, mi sensibilidad espiritual aumentaba y mientras esta persona se acercaba a mí durante 7 años iba ganando terreno espiritual y adentrándose en mi familia", recuerda.
Al mismo momento, "todas las puertas" comenzaban a abrirse para ella en televisión, radio y eventos.
También participó en la fundación e impulso de un movimiento con cierta relevancia social, Abre tu corazón, donde pretendía "despertar conciencias" en pro de "responsabilizarse de la propia vida y no culpar al mundo". Muchas proclamas filantrópicas y caritativas pero que, en los medios de comunicación, nunca le permitían expresar hablando directamente de Dios.
Sin fe en el demonio
En pleno éxito mediático, social y "espiritual" también en la Nueva Era, Marián recordó la frase "por sus frutos los conoceréis"… y miró a su alrededor.
"No me gustaban los frutos de esas personas. Me hablaban de cosas bonitas, pero no me gustaba. El que me enseñaba una técnica cambiaba de pareja en pareja, otra criticaba a sus alumnos, otro era misógino, otra era muy espiritual pero iba por si quinta pareja habiendo dejado a dos familias completas", enumera.
En los medios de comunicación ocurría algo similar, "estaba convencida de que el mensaje estaba bien, pero si no me hacía adherirme a sus corazones [de mi familia y los más cercanos] como ellos a mí, no era real. Si en casa no era la mejor versión de mí misma, haciendo familia y siendo mejor con los míos, entonces era un fracaso, no era real ni auténtico", recuerda.
En ese momento, aquella guía espiritual le advirtió de que estaba "muy expuesta", pero Marián reconoce que su gran falta de fe, más que en Dios, era en el demonio, "creía que todo era bueno, confiaba en todos y no creía en el mal".
Hasta que atacó: "No estás muerta de milagro"
Hasta que un día, sin motivo, se desmayó. Fue la antesala de seis meses en coma, en silla de ruedas, a punto de desangrarse en alguna ocasión y sin ninguna explicación médica. Estaba además incapacitada para rezar: "Sufría muchísimo".
Tan pronto como quedó convaleciente, recuerda que también "llegaron las ayudas espirituales correctas, gracias a Dios".
Marián llegó a pesar 20 kilos menos, sin tono muscular y pensando que iba a morir sin explicación, con su familia rota, cuando una amiga de su madre preguntó si había consultado la opinión de un exorcista.
Por probar no solo "no perdía nada", sino que como se comprobaría, podría ganarlo todo. Y concertó una cita con él.
"¿En qué te has metido? No estás muerta de milagro. Tu fe y buena intención te han salvado, pero tu ignorancia casi te mata. Te metiste durante siete años en los sótanos de los sótanos más peligrosos que te imaginas", le dijo antes de pronunciar una oración de liberación.
Conforme mejoraba y gracias a la ayuda del exorcista, Marián comprendió que el trabajo que había hecho junto a sus compañeros de doctrinas era "espiritual" y, como concluiría más tarde, aquellas personas "estaban detrás de los ataques, para que no siguiera los planes de Dios".
"Jesús, en ti confío"
Aquella fase se prolongó durante siete años. Tras su sanación, una nueva percepción interna le haría bautizar los siguientes años con la jaculatoria "Jesús, en ti confío".
Recuerda que solo quería ir a la Iglesia. Pronto comenzó a ir durante largas horas a rezar, como si estuviese "imantada al sagrario y al corazón de Dios. Cuando llegaba sentía que me abrazaba, me consolaba y me ayudaba a perdonar lo imperdonable, el daño terrible que me hicieron esas personas para que no se realizaran los planes de Dios en mi vida".
Pero ahora era libre. Y lo que siempre había visto como algo "aburrido" y propio de "vidas grises" como rezar, estudiar la Biblia, confesarse y frecuentar las visitas al Santísimo, empezó a verlo con "un hambre terrible".
Aquel tiempo sería la preparación para lo que ella llama su "misión evangelizadora". Y empezó muy lejos de su hogar: si en sus días de budista, viajar a la India fue una utopía que no llegó por más que lo intentó, el viaje a Tierra Santa se repitió sin buscarlo ni quererlo, casi sin poder evitarlo.
Precisamente tras visitar Tierra Santa conocería al padre Juan Solana, director de Magdala Center.
Una misión evangelizadora que comenzó en Tierra Santa
"Había tenido muchos anuncios de Tierra Santa. Cerraba mis ojos y era como si la conociera. Al llegar, sentía que ya la había caminado espiritualmente y que era como esas mujeres que seguían a Jesús con tanto amor", recuerda. En Tierra Santa "se despertó mi misión evangelizadora, colaborando con Solana y los proyectos de Magdala".
Comenzó apoyando las peregrinaciones "entre bambalinas", promocionando y difundiendo las noticias.
Después, al concluir la pandemia, Marián se disponía a dar un taller de oración en Miami cuando Solana le ofreció hacerlo e Tierra Santa de forma presencial. Aún se sorprende relatando como pasó de no haber ninguna inscripción a tener el cupo completo en solo dos días.
Reynoso relata su experiencia de fe en Tierra Santa, marcada también por el conflicto reactivado entre Israel y Palestina.
En la página Terra Sancta México, Reynoso relata como vivir la experiencia de unos ejercicios espirituales en Tierra Santa transformó su fe en múltiples dimensiones.
Tierra Santa, determinante en su fe: "Solo pienso en regresar"
"Pude imprimir en mis 5 sentidos y en mi corazón la Palabra de Dios; quedarme llena de imágenes y experiencias vivas; de encuentros con cada una de las personas de la Santísima Trinidad en mi memoria, para servirme de ellas en cada lectura, en cada oración, en cada contemplación. Es un parteaguas en mi vida espiritual y solo pienso en regresar", asegura.
A día de hoy, afirma disponer de una "comunidad preciosa" en torno a los talleres y oración en Tierra Santa y Miami, lo que espera retomar cuando el conflicto vigente lo permita. "Parte de nuestra misión allí es rezar todo el tiempo pidiendo el don de la paz", agrega.
Uno de los talleres de oración que imparte consta de 10 días recorriendo la Tierra Santa de la en clave mariana y en una dinámica contemplativa, visitando los lugares donde sucedieron los misterios del Santo Rosario y otros puntos emblemáticos.
Marián Reynoso en su taller de oración en Tierra Santa.
Reynoso, junto a un grupo de peregrinas del taller de oración en Tierra Santa.
Y pese al "parón" de Tierra Santa, admite que su vida apostólica "no para". Junto con los talleres de oración, explica que su "apostolado número uno es invitar a la gente a rezar el rosario de forma contemplativa" y recibir al Santísimo "hasta el último día" de su vida, su compromiso principal.
Marián relata cómo en su vida "hubo un antes y un después". "Hoy mi vida es simple: mi rosario, mi comunión, mi confesión frecuente, la misa y una vida apostólica activa donde compartir el amor de Dios". Y esa visión, concluye, solo es posible "gracias a que nunca regresé a nada de lo que me empoderaba, sino que me adentro en el camino de la pequeñez, donde dejamos a Dios ser Dios".
En aquel tiempo, uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue donde los sumos sacerdotes, y les dijo: «¿Qué queréis darme, y yo os lo entregaré?». Ellos le asignaron treinta monedas de plata. Y desde ese momento andaba buscando una oportunidad para entregarle.
El primer día de los Ázimos, los discípulos se acercaron a Jesús y le dijeron: «¿Dónde quieres que te hagamos los preparativos para comer el cordero de Pascua?». Él les dijo: «Id a la ciudad, a casa de fulano, y decidle: ‘El Maestro dice: Mi tiempo está cerca; en tu casa voy a celebrar la Pascua con mis discípulos’». Los discípulos hicieron lo que Jesús les había mandado, y prepararon la Pascua.
Al atardecer, se puso a la mesa con los Doce. Y mientras comían, dijo: «Yo os aseguro que uno de vosotros me entregará». Muy entristecidos, se pusieron a decirle uno por uno: «¿Acaso soy yo, Señor?». Él respondió: «El que ha mojado conmigo la mano en el plato, ése me entregará. El Hijo del hombre se va, como está escrito de Él, pero ¡ay de aquel por quien el Hijo del hombre es entregado! ¡Más le valdría a ese hombre no haber nacido!». Entonces preguntó Judas, el que iba a entregarle: «¿Soy yo acaso, Rabbí?». Dícele: «Sí, tú lo has dicho».
«¿Acaso soy yo?»
Rev. P. Higinio Rafael ROSOLEN IVE
(Cobourg, Ontario, Canadá)
Hoy, el Evangelio nos presenta tres escenas: la traición de Judas, los preparativos para celebrar la Pascua y la Cena con los Doce.
La palabra “entregar” (“paradidōmi” en griego) se repite seis veces y sirve como nexo de unión entre esos tres momentos: (I) cuando Judas entrega a Jesús; (II) la Pascua, que es una figura del sacrificio de la cruz, donde Jesús entrega su vida; y (III) la Última Cena, en la cual se manifiesta la entrega de Jesús, que se cumplirá en la Cruz.
Queremos detenernos aquí en la Cena Pascual, donde Jesucristo manifiesta que su cuerpo será entregado y su sangre derramada. Sus palabras: «Yo os aseguro que uno de vosotros me entregará» (Mt 26,20) invita a cada uno de los Doce, y de modo especial a Judas, a un examen de conciencia. Estas palabras son extensivas a todos nosotros, que también hemos sido llamados por Jesús. Son una invitación a reflexionar sobre nuestras acciones, sean buenas o malas; nuestra dignidad; plantearnos qué estamos haciendo en este momento con nuestras vidas; hacia dónde estamos yendo y cómo hemos respondido al llamado de Jesús. Debemos respondernos con sinceridad, humildad y franqueza.
Recordemos que podemos esconder nuestros pecados de otras personas, pero no podemos ocultarlos a Dios, que ve en lo secreto. Jesús, verdadero Dios y hombre, todo lo ve y lo sabe. Él conoce lo que hay en nuestro corazón y de lo que somos capaces. Nada está oculto a sus ojos. Evitemos engañarnos, y recién después de habernos sincerado con nosotros mismos es cuando debemos mirar a Cristo y preguntarle «¿Acaso soy yo?» (Mt 26,22). Tengamos presente lo que dice el Papa Francisco: «Jesús amándonos nos invita a dejarnos reconciliar con Dios y a regresar a Él para reencontrarnos con nosotros mismos».
Miremos a Jesús, escuchemos sus palabras y pidamos la gracia de entregarnos uniéndonos a su sacrificio en la Cruz.
El amor homosexual del escritor católico Philip Trower pasó a ser amistad casta al convertirse ambos
Dunstan Thompson, en una foto de 1936; a la derecha, Philip Trower bajo un retrato de Santo Tomás Moro.
En 2010, la editorial El Buey Mudo, en la coleccion dirigida por el sacerdote Pablo Cervera, publicó Confusión y Verdad. Raíces históricas de la crisis de la Iglesia en el siglo XX, de Philip Trower (1923-2019), una de las obras fundamentales para comprender las raíces intelectuales del Concilio Vaticano II, así como la devastación del periodo postconciliar. Era su segunda obra editada en España, tras la novela histórica Un peligro para el Estado. La persecución de los jesuitas en el siglo XVIII (Palabra).
Británico nacido en 1923, estudió en la prestigiosa escuela de Eton entre 1936 y 1940, luego cursó Historia Moderna en la universidad de Oxford y fue colaborador del suplemento literario del Times y del área cultural de The Spectator. Como periodista cubrió los cinco sínodos que tuvieron lugar en el Vaticano entre 1980 y 1990, pero para entonces ya se había producido el hecho decisivo de su vida: su conversión al catolicismo.
Él explica que esa conversión tuvo un "cómo", más que un "por qué", pues "en última instancia todos los conversos se hacen católicos por la misma razón. Al final de su camino de averiguación, consiguen darse cuenta de que la Iglesia es lo que dice ser: la única guardiana y sembradora autorizada de la única y verdadera revelación de Dios a los hombres, a través de la cual pueden conocer con certeza el propósito de su existencia y su destino final".
Y ese "cómo" es una historia realmente hermosa de transformación por el amor perseverante de Dios.
Intensa y sincera preocupación religiosa
Él había crecido en una familia acomodada de cuatro hermanos (un hermano mayor y dos hermanas pequeñas), que sólo iban a la iglesia en Navidad y Pascua pero a quienes enseñaron a rezar por las noches y dar gracias a Dios por los bienes recibidos. Sus padres y ellos se consideraban "protestantes de la Iglesia de Inglaterra", más que "anglicanos".
Pero cuando entró en la exclusiva escuela de Eton, Philip empezó a gustar de la liturgia anglicana, a leer abundancia de libros de teología y a mantener con sus compañeros apasionantes discusiones religiosas que le llevaron a una intensa relación con Dios. Tuvo trato con algunos católicos, de nacimiento o conversos, familiares o conocidos, y algún interés despertó la Iglesia en él.
Unos años después, en la época en la que llegó a Oxford en plena Batalla de Inglaterra, recibió de lo Alto el primer "golpe en las costillas" -así lo denomina él- para ir preparando su conversión.
Curioseando entre los libros de su padre, encontró una obra escrita por un antepasado que había sido obispo de Gibraltar a principios del siglo XIX. Era un comentario a las Epístolas de San Pablo, y las primeras palabras que encontró Trower al abrirlo le irritaron profundamente: "...como la Iglesia de Roma mantiene tan equivocadamente". "Si lo único que tienes que decirnos es lo que está equivocado en la Iglesia de Roma, no estoy interesado en nada más que tengas que decirme", pensó mientras devolvía el tomo al anaquel.
Lecturas católicas, escarceos homosexuales
El Oxford de aquella época era un hervidero de militares y refugiados que huían de los bombardeos de Londres. Philip conoció a un oficial de aviación anglocatólico que le introdujo en el pensamiento de autores como el católico Jacques Maritain o el ortodoxo Nicolas Berdiaev, y aunque esas lecturas le atrajeron y continuaron moldeando su pensamiento en una línea diferente al protestantismo aprendido en casa, el testimonio de su amigo anglocatólico no le atrajo: "Para ser algo así, mejor ser católico de verdad. No podías ser católico y protestante al mismo tiempo, y esa fue mi posición hasta que entré en la Iglesia".
Pero eso no sería hasta doce años después. En aquel 1941, Trower tuvo un primer enamoramiento homosexual de un joven que, sin ser católico, se había criado en Irlanda y comprendió sus inquietudes, e incluso le dijo una frase que se revelaría profética: "No encontrarás el amor hasta que lo encuentres en el sagrario".
La guerra, Italia, Pío XII
Luego Philip se alistó y fue destinado en 1943 a la campaña de Italia. En el Ejército conoció capellanes católicos y les vio confesar a los soldados católicos, rodilla en tierra. Eso le impresionó, como le impresionó "la belleza entrañable" de la imaginería religiosa del sur italiano, que pudo conocer mientras se reponía de una herida de guerra.
Y como le impresionó Pío XII, a quien pudo conocer brevemente en 1945, gracias a un amigo, en una audiencia semi-privada: "Me he encontrado con pocas personas en mi vida que me hayan hecho sentir tan cálidamente y a gusto".
Dunstan, ex católico, poeta erótico homosexual
Al finalizar la guerra, sin embargo, la vida de Trower dio un vuelco cuando conoció a un poeta norteamericano que acababa de ser desmovilizado, Dunstan Thompson, en auge en ese momento y que acababa de publicar un libro de poemas de alta carga erótica homosexual. Philip mismo vivía desde hacía tres años "una vida homosexual promiscua" que le desasosegaba por su incoherencia: "Combinaba un interés por la religión y las cosas de la religión, con caídas en todo lo contrario".
Dunstan Thompson durante la movilización de la Segunda Guerra Mundial.
Se enamoraron y, cuando Philip regresó a Inglaterra tras un destino de dos años en Egipto, en 1947 ambos se fueron a vivir juntos a un pueblecito en la costa de Norfolk.
La Asunción, Nuestra Señora de Walsingham, la conversión
Dunstan era católico, aunque había perdido la fe, y arrastró a Philip a perder la suya también. Sin embargo, al cabo de tres años algo empezó a cambiar en Thompson, poco a poco. "Me di cuenta en el verano de 1950, cuando de repente me propuso ir a Roma. Era Año Santo, y el Papa iba a proclamar el dogma de la Asunción de la Virgen", recuerda Philip.
Philip (izda.) y Dunstan (dcha.) en 1949.
Dustan provenía por parte de ambos progenitores de prominentes familias católicas de Maryland y Washington, e incluso su madre descendía de Daniel Carrol of Carroltown, el único firmante católico de la Declaración de Independencia, y había recibido una sólida formación religiosa, vivida intensamente en la infancia.
Gracias a un monseñor romano amigo de la familia, pudieron conseguir lugares de privilegio en la columnata de la Plaza de San Pedro para asistir a la proclamación del dogma.
Dos años después, mientras hacían una visita a la cercana localidad de Walsingham (célebre lugar de peregrinación mariano que da nombre hoy al ordinariato católico que acoge a conversos anglicanos), al pasar delante de ellos la procesión del Santísimo, Thompson cayó de rodillas, inclinó la cabeza y se santiguó. A su lado, Philip se quedó sorprendido: "En ese momento pensé que había perdido a Dunstan para siempre. Pero pronto comprendí que realmente había sido una bendición ver quién era realmente Dunstan, porque esa revelación me permitía a mí redescubrir mi propia llamada espiritual".
Dunstan Thompson en 1954, en el centro de la imagen, durante una procesión en Walshingham.
Era el año 1952, recuerda Trower: "Dunstan dijo que quería volver a practicar su fe. Me explicó que si seguíamos viviendo juntos, nuestra relación tendría que ser platónica. Me preguntó qué pensaba yo de ello. Al cambio en nuestra relación asentí inmediatamente. El carácter obviamente antinatural, y por tanto equivocado, de la práctica homosexual me había estado perturbando durante años. Eso no quiere decir que no pueda haber amor de amistad entre hombres. La diferencia es que, en los designios de Dios, no debe tener más expresión erótica que entre padre e hijo. Eso no confiere a ese amor una categoría inferior. Al contrario, lo eleva a un plano superior".
Un jesuita que cambió sus vidas
Dunstan fue a Londres a confesarse con un jesuita, el padre William Peers Smith. Siguieron viendo a sus amigos gays, pero se distanciaron de la cultura gay, "en particular acudir a fiestas o bares gay", explica Philip: "Era una cuestión de sentido común".
Poco después, él siguió los pasos de su amigo y se convirtió al catolicismo: "Si el cristianismo era verdad, como yo ya creía, y si Cristo había fundado una Iglesia para custodiar su Revelación y perpetuar su misión redentora hasta el fin de los tiempos, ésa era obviamente la católica. Cualquier otra denominación cristiana parecía incompleta o provinciana... Difícilmente la Historia podía haber demostrado con mayor claridad que si no existe una autoridad última para establecer qué ha revelado Dios y qué no, sólo puede haber fragmentación y desunión en el cristianismo". (Puedes leer, en palabras del mismo Philip Trower, otros argumentos que le convencieron de la veracidad de la Iglesia católica.)
Durante los siguientes doce meses, Philip acudió una o dos veces al mes -vivían a tres horas de tren de Londres- a ver al padre Smith, quien confió a Dunstan el resto de la formación católica de Trower. El 15 de marzo de 1953 fue recibido formalmente en la Iglesia, y le confirmó al día siguiente uno de los obispos auxiliares de Westminster, George Laurence Craven.
Dudas ante Buckingham Palace
Tras una "luna de miel" con la fe, Philip Trower pasó por duras tentaciones, la primera de las cuales fue dando un paseo frente al Palacio de Buckingham. Acudió al padre Smith, quien le dio un consejo clásico: "Ignora esas dudas. Vienen del demonio. Sobre todo, no argumentes contra ellas. Si lo haces, perderás, el diablo es mucho más listo que tú".
Siguió esa máxima, y pasó el periodo de prueba: "Por la misericordia de Dios, a lo largo de los siguientes sesenta años he fortalecido mi fe y mi amor por la Iglesia", explica en el testimonio de su conversión, que actualizó a principios de 2014.
Poemas de la edad católica
Conservando mediante los sacramentos la gracia de Dios, Dunstan y él nunca recayeron en relaciones homosexuales. Siguieron viviendo juntos 27 años en castidad, en una bella casita inglesa con jardín vallado, en las afueras del pueblo. Philip cuidó a su amigo en la enfermedad durante varios años, hasta que falleció en 1974.
Juntos se consagraron al apostolado en su parroquia y, en el caso de Trower mediante sus libros, en el conjunto de la Iglesia, donde las dos obras que componen Confusión y verdad figuran entre las más influyentes del pensamiento postconciliar en el ámbito anglosajón.
'Confusión y verdad' de Philip Trower.
Al cumplirse cuarenta años de la muerte de Thompson, Philip, convertido en su agente literario, publicó un volumen con todos sus poemas del periodo católico: Poems, 1950-1974, nunca reunidos en un único volumen en vida de su autor. Y pronto se editará otra obra, Here at last is love [Finalmente, he aquí el amor], cuyos editores en Slant Books, Gregory Wolfe y Dana Gioia, consideran a Dunstan "el mejor poeta católico inglés de la segunda mitad del siglo XX", según explicó William Doino Jr. en First Things.
En cuanto a Trower, falleció en 2019 plenamente activo, escribiendo en sus últimos años para rematar una obra sobre su vida, así como cartas que hablaban del amor transformante de Dios. Que conoció de primera mano en él mismo y en Dunstan, su amigo para toda la eternidad.
(Otra historia de un poeta homosexual antiguamente ateo que vivió en amistad casta con su ex-amante es la de Tim Murphy y Alan Sullivan, que contamos aquí).