En aquel tiempo, viendo que todos los publicanos y los pecadores se acercaban a Jesús para oírle, los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: «Este acoge a los pecadores y come con ellos». Entonces les dijo esta parábola. «Un hombre tenía dos hijos; y el menor de ellos dijo al padre: ‘Padre, dame la parte de la hacienda que me corresponde’. Y él les repartió la hacienda. Pocos días después el hijo menor lo reunió todo y se marchó a un país lejano donde malgastó su hacienda viviendo como un libertino. Cuando hubo gastado todo, sobrevino un hambre extrema en aquel país, y comenzó a pasar necesidad. Entonces, fue y se ajustó con uno de los ciudadanos de aquel país, que le envió a sus fincas a apacentar puercos. Y deseaba llenar su vientre con las algarrobas que comían los puercos, pero nadie se las daba. Y entrando en sí mismo, dijo: ‘¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan en abundancia, mientras que yo aquí me muero de hambre! Me levantaré, iré a mi padre y le diré: Padre, pequé contra el cielo y ante ti. Ya no merezco ser llamado hijo tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros’. Y, levantándose, partió hacia su padre.
»Estando él todavía lejos, le vio su padre y, conmovido, corrió, se echó a su cuello y le besó efusivamente. El hijo le dijo: ‘Padre, pequé contra el cielo y ante ti; ya no merezco ser llamado hijo tuyo’. Pero el padre dijo a sus siervos: ‘Traed aprisa el mejor vestido y vestidle, ponedle un anillo en su mano y unas sandalias en los pies. Traed el novillo cebado, matadlo, y comamos y celebremos una fiesta, porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida; estaba perdido y ha sido hallado’. Y comenzaron la fiesta.
»Su hijo mayor estaba en el campo y, al volver, cuando se acercó a la casa, oyó la música y las danzas; y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era aquello. El le dijo: ‘Ha vuelto tu hermano y tu padre ha matado el novillo cebado, porque le ha recobrado sano’. Él se irritó y no quería entrar. Salió su padre, y le suplicaba. Pero él replicó a su padre: ‘Hace tantos años que te sirvo, y jamás dejé de cumplir una orden tuya, pero nunca me has dado un cabrito para tener una fiesta con mis amigos; y ¡ahora que ha venido ese hijo tuyo, que ha devorado tu hacienda con prostitutas, has matado para él el novillo cebado!’ Pero él le dijo: ‘Hijo, tú siempre estás conmigo, y todo lo mío es tuyo; pero convenía celebrar una fiesta y alegrarse, porque este hermano tuyo estaba muerto, y ha vuelto a la vida; estaba perdido, y ha sido hallado’».
«Padre, pequé contra el cielo y ante ti»
Rev. D. Joan Ant. MATEO i García
(La Fuliola, Lleida, España)
Hoy, domingo Laetare (“Alegraos”), cuarto de Cuaresma, escuchamos nuevamente este fragmento entrañable del Evangelio según san Lucas, en el que Jesús justifica su práctica inaudita de perdonar los pecados y recuperar a los hombres para Dios.
Siempre me he preguntado si la mayoría de la gente entendía bien la expresión “el hijo pródigo” con la cual se designa esta parábola. Yo creo que deberíamos rebautizarla con el nombre de la parábola del “Padre prodigioso”.
Efectivamente, el Padre de la parábola —que se conmueve viendo que vuelve aquel hijo perdido por el pecado— es un icono del Padre del Cielo reflejado en el rostro de Cristo: «Estando él todavía lejos, le vio su padre y, conmovido, corrió, se echó a su cuello y le besó efusivamente» (Lc 15,20). Jesús nos da a entender claramente que todo hombre, incluso el más pecador, es para Dios una realidad muy importante que no quiere perder de ninguna manera; y que Él siempre está dispuesto a concedernos con gozo inefable su perdón (hasta el punto de no ahorrar la vida de su Hijo).
Este domingo tiene un matiz de serena alegría y, por eso, es designado como el domingo “alegraos”, palabra presente en la antífona de entrada de la Misa de hoy: «Festejad a Jerusalén, gozad con ella todos los que la amáis, alegraos de su alegría». Dios se ha compadecido del hombre perdido y extraviado, y le ha manifestado en Jesucristo —muerto y resucitado— su misericordia.
San Juan Pablo II decía en su encíclica Dives in misericordia que el amor de Dios, en una historia herida por el pecado, se ha convertido en misericordia, compasión. La Pasión de Jesús es la medida de esta misericordia. Así entenderemos que la alegría más grande que damos a Dios es dejarnos perdonar presentando a su misericordia nuestra miseria, nuestro pecado. A las puertas de la Pascua acudimos de buen grado al sacramento de la penitencia, a la fuente de la divina misericordia: daremos a Dios una gran alegría, quedaremos llenos de paz y seremos más misericordiosos con los otros. ¡Nunca es tarde para levantarnos y volver al Padre que nos ama!
1.- Dios es misericordioso y bueno con nosotros. La intención de Lucas en la llamada "Parábola del Hijo Pródigo" es manifestar la ternura de un Dios que nos invita a estar a su lado. Habitar en la casa del Padre es gozar de la misericordia y el cariño de Dios. Si hay una palabra que resuma el mensaje de la Cuaresma de este año es ésta: "misericordia". El padre del "hijo pródigo" fue ciertamente misericordioso, porque llevaba a su hijo en el corazón, en sus entrañas más profundas. Demostró que le quería porque formaba parte de su ser. Por eso recibió a su hijo con los brazos abiertos, sin reprocharle nada. Le había perdonado incluso antes de que su hijo se lo pidiera. Así actúa Dios con nosotros. Espera que volvamos a su encuentro, porque es en su regazo, acogiéndonos a sus entrañas amorosas, como podemos ser felices.
2.- El hijo menor representa al discípulo autosuficiente. Lejos de la casa del padre no hay vida verdadera, sino desgracia y muerte. No vuelve a casa porque ame a su padre, vuelve porque ama su vida. No vuelve a casa porque quiere ser mejor sino porque no quiere morir en el camino. Ni siquiera vuelve como hijo, se contenta con ser un criado más. No vuelve porque le duele el corazón sino porque le duele el estómago. Es un retorno egoísta, interesado. Sabe que el padre lo va a recibir. El Padre lo acoge de nuevo y, de alguna manera, vuelve a engendrarlo. La acogida paternal y amistosa del Padre devuelve a aquel hombre la certeza de sentirse querido y lo rehabilita como persona.
3.- El hijo mayor no ha comprendido la misericordia del padre. El hijo mayor, resentido, necesitado de reconciliación también, recrimina al padre: “ese tu hijo” -ni siquiera lo llama su hermano- El hermano mayor es el paradigma del cristiano que siempre se ha creído en el camino adecuado, pero le ha faltado lo más importante: el amor que supone el encuentro personal con el Dios que nos da vida. Había vivido en la misma casa del Padre, ha pertenecido desde su bautismo a la Iglesia, quizá ha trabajado duramente en defensa de su fe, pero no ha experimentado el gran gozo del amor del Padre. Por eso pone dificultades a la misericordia, no entiende a una Dios que perdona siempre sin límites. El "hijo que no era pródigo" no supo, o mejor, no quiso ser misericordioso, quizá porque le faltaban entrañas o porque su corazón era duro como una piedra.
4.- Un padre que sale al encuentro. El Padre es el auténtico protagonista de la Parábola, que debería llamarse mejor "Parábola del Padre Pródigo en amor", o "Parábola del Padre que sale al encuentro y perdona". Es magnífico saber, hermanos, que a su padre no le interesa saber si su hijo está arrepentido, no le interesa conocer los motivos por los que regresa, no le importa que su hijo vuelva a hacer lo mismo otra vez. Ha vuelto a casa. ¡Qué alegría! Es consolador saber que Dios no me exige un corazón puro para abrazarme. Es consolador saber que Dios me recibe cuando vuelvo porque no he encontrado la felicidad en mis fiestas y pecados, cuando vuelvo por egoísmo para encontrar seguridad y paz. El amor de Dios no necesita que le expliques nada. Dios se contenta con tenerte en casa. El amor de Dios no pone condiciones. Dios se contenta con tu presencia. El amor de Dios es una relación de Padre. El Dios de Jesucristo es el Dios de la vida. Cuando nos alejamos de El nuestra vida se debilita. Cuanto más estemos lejos del fuego de su amor, más frío tendremos. Nos sentimos solos y abandonados, como la oveja perdida. Cuando nos cerramos a su amor, como el hijo mayor, nos invade la rutina, la desesperación y el desamor. Lo más significativo que nos enseña la parábola no es ni nuestra huida ni nuestra cerrazón, lo más importante es la misericordia y la ternura de Dios, que quiere que vivamos de verdad. Hemos de darnos cuenta de que Dios nos lleva en la palma de la mano, solo quiere nuestra autorrealización personal. Esta es la invitación que el Padre nos hace, ¿la aceptamos?
4.- Debemos ser como el padre. La actitud de Dios es la acogida, la comprensión y el perdón. Es semejante a lo que me contó hace unos días un joven: "Una mañana cuando me dirigía al trabajo en mi coche recién estrenado fui golpeado levemente en el parachoques por otro automóvil. Los dos vehículos se detuvieron y el chico que conducía el otro coche bajó para ver los daños. Yo estaba asustado, reconocía que la culpa había sido mía. Me daba terror tener que contarle a mi padre lo que me había sucedido, sabiendo que sólo hacía dos días que mi padre lo había comprado. El otro chico se mostró muy comprensivo tras intercambiar los datos relativos a las licencias y el número de matrícula de ambos vehículos. Cuando abrí la guantera para sacar los documentos me encontré con un sobre con una nota de puño y letra de mi padre, que decía: "hijo, en caso de accidente, recuerda que a quien quiero es a ti, no al coche". Yo pensé al escuchar este relato: si esto lo hacen los padres y los amigos, cuánto más Dios que es Padre misericordioso. Pensé además, que Dios nos da siempre una nueva oportunidad. No quiero ser sólo el que recibe compasión, quiero ser el que la ofrece. Intentaré ser como el Padre: "¡gustad y ved qué bueno es el Señor!" (salmo 33). Ser bueno no es simplemente no meterse con nadie, es hacer el bien, salir al encuentro del que está angustiado, perdonar y amar entrañablemente, como nos enseña Jesús en la parábola.
Texto del Evangelio (Lc 18,9-14): En aquel tiempo, Jesús dijo también a algunos que se tenían por justos y despreciaban a los demás, esta parábola: «Dos hombres subieron al templo a orar; uno fariseo, otro publicano. El fariseo, de pie, oraba en su interior de esta manera: ‘¡Oh Dios! Te doy gracias porque no soy como los demás hombres, rapaces, injustos, adúlteros, ni tampoco como este publicano. Ayuno dos veces por semana, doy el diezmo de todas mis ganancias’. En cambio el publicano, manteniéndose a distancia, no se atrevía ni a alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: ‘¡Oh Dios! ¡Ten compasión de mí, que soy pecador!’. Os digo que éste bajó a su casa justificado y aquél no. Porque todo el que se ensalce será humillado; y el que se humille será ensalzado».
«Os digo que éste bajó a su casa justificado»
Fr. Gavan JENNINGS
(Dublín, Irlanda)
Hoy, Cristo se nos presenta con dos hombres que, ante un observador "casual", podrían aparecer casi como idénticos, ya que ellos se encuentran en el mismo lugar realizando la misma actividad: ambos «subieron al templo a orar» (Lc 18,10). Pero más allá de las apariencias, en lo más profundo de sus conciencias personales, los dos hombres difieren radicalmente: uno, el fariseo, tiene la conciencia tranquila, mientras que el otro, el publicano —cobrador de impuestos— se encuentra inquieto por los sentimientos de culpa.
Hoy día tendemos a considerar los sentimientos de culpa —el remordimiento— como algo cercano a una aberración psicológica. Sin embargo, el sentimiento de culpa le permite al publicano salir reconfortado del Templo, puesto que «éste bajó a su casa justificado y aquél no» (Lc 18,14). «El sentimiento de culpa», escribió Benedicto XVI cuando él todavía era Cardenal Ratzinger ("Conciencia y verdad"), «remueve la falsa tranquilidad de conciencia y puede ser llamado "protesta de la conciencia" contra mi existencia auto-satisfecha. Es tan necesario para el hombre como el dolor físico, que significa una alteración corporal del funcionamiento normal».
Jesús no nos induce a pensar que el fariseo no esté diciendo la verdad cuando él afirma que no es rapaz, injusto, ni adúltero y que ayuna y entrega dinero al Templo (cf. Lc 18,11); ni tampoco que el recaudador de impuestos esté delirando al considerarse a sí mismo como un pecador. Ésta no es la cuestión. Más bien ocurre que «el fariseo no sabe que él también tiene culpa. Él tiene una conciencia completamente clara. Pero el "silencio de la conciencia" lo hace impenetrable ante Dios y ante los hombres, mientras que el "grito de conciencia" que inquieta al publicano lo hace capaz de la verdad y del amor. ¡Jesús puede remover a los pecadores!» (Benedicto XVI).
«Todo el que se ensalce será humillado; y el que se humille será ensalzado»
Rev. D. David COMPTE i Verdaguer
(Manlleu, Barcelona, España)
Hoy, inmersos en la cultura de la imagen, el Evangelio que se nos propone tiene una profunda carga de contenido. Pero vayamos por partes.
En el pasaje que contemplamos vemos que en la persona hay un nudo con tres cuerdas, de tal manera que es imposible deshacerlo si uno no tiene presentes las tres cuerdas mencionadas. La primera nos relaciona con Dios; la segunda, con los otros; y la tercera, con nosotros mismos. Fijémonos en ello: aquéllos a quien se dirige Jesús «se tenían por justos y despreciaban a los demás» (Lc 18,9) y, de esta manera, rezaban mal. ¡Las tres cuerdas están siempre relacionadas!
¿Cómo fundamentar bien estas relaciones? ¿Cuál es el secreto para deshacer el nudo? Nos lo dice la conclusión de esa incisiva parábola: la humildad. Así mismo lo expresó santa Teresa de Ávila: «La humildad es la verdad».
Es cierto: la humildad nos permite reconocer la verdad sobre nosotros mismos. Ni hincharnos de vanagloria, ni menospreciarnos. La humildad nos hace reconocer como tales los dones recibidos, y nos permite presentar ante Dios el trabajo de la jornada. La humildad reconoce también los dones del otro. Es más, se alegra de ellos.
Finalmente, la humildad es también la base de la relación con Dios. Pensemos que, en la parábola de Jesús, el fariseo lleva una vida irreprochable, con las prácticas religiosas semanales e, incluso, ¡ejerce la limosna! Pero no es humilde y esto carcome todos sus actos.
Tenemos cerca la Semana Santa. Pronto contemplaremos —¡una vez más!— a Cristo en la Cruz: «El Señor crucificado es un testimonio insuperable de amor paciente y de humilde mansedumbre» (San Juan Pablo II). Allí veremos cómo, ante la súplica de Dimas —«Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu Reino» (Lc 23,42)— el Señor responde con una “canonización fulminante”, sin precedentes: «En verdad te digo, hoy mismo estarás conmigo en el paraíso» (Lc 23,43). Este personaje era un asesino que queda, finalmente, canonizado por el propio Cristo antes de morir.
Es un caso inédito y, para nosotros, un consuelo...: la santidad no la “fabricamos” nosotros, sino que la otorga Dios, si Él encuentra en nosotros un corazón humilde y converso.
Tiene 23 años, benedictina desde hace cinco en Sahagún (León), lleva Twitter, Instagram...
Según Marta, joven monja youtuber, hay futuro en la «oración, el apostolado y el darnos a conocer»
La hermana Marta va a empezar a subir en Youtube vídeos evangelizadores. Foto: Sahagún Digital.
La hermana Marta González Cambronero es benedictina en el Monasterio Santa Cruz de Sahagún (León), que suma ya cinco siglos de existencia. Ella tiene 23 años recién cumplidos y es la más joven del convento, donde vive una docena de monjas. A pesar del retiro propio de la clausura, la hermana Marta es muy activa en las redes y con las nuevas tecnologías. Youtuber, bloguera, activa en Twitter, Facebook , Instagram… responsable de la web del convento…
Sobre Internet, su vocación y otras cosas la entrevistó Cristina Domínguez en Sahagún Digital:
-Siendo de Ciudad Real ¿cómo es que recalas en un convento de León?
-Conocí el Monasterio Santa Cruz, precisamente, a través de Internet (risas). El día que entendí que la vida monástica encajaba conmigo, y especialmente el carisma benedictino, me puse a visitar todas las páginas web de conventos de España. Un día me planté y puse en el buscador ‘Monjas-Benedictinas-España’. Me dije: “Mando un mail al primero que salga”. Y salió Sahagún. Mandé un correo con un montón de preguntas sobre la Regla de San Benito y qué partes de ésta estaban todavía vigentes. Yo ya tenía vocación.
-Esto de tener vocación, de sentir la llamada… ¿Cómo se manifiestan ese tipo de sensaciones en una adolescente del siglo XXI? ¿Cómo fue tu experiencia?
-Fue en Navarra. Estaba con mis padres y hermanos de viaje por el norte y entramos en el monasterio de Leyre. En casa siempre nos educaron en la fe, pero allí sentí mucha, mucha paz, algo especial. Era como si llevase tiempo buscando algo y lo hubiese encontrado. Me daba la sensación de que ese era mi sitio, pero… era un monasterio masculino. Hay que decir que no salí de allí con la idea de hacerme monja benedictina, pero fue el detonante. Lo de convertirme en monja no es de un día para otro, es un proceso de años.
-Desde que sientes esa llamada a conocer personalmente el monasterio de Sahagún pasan un par de años. En todo ese tiempo ¿no intentaste borrar de la cabeza la idea?
-Hubo épocas en las que sí dudé. Tenía días que me planteaba… ¿me voy a ir yo a León sin conocer a nadie, fuera de mi tierra? Tienes momentos bajos, pero tenía claro que había que arriesgarse.
-Y vas, y lo ‘sueltas’ en casa…
-Uf... (resopla) Nunca me dijeron “no lo hagas” pero sí me animaron a buscar otro convento más próximo… en Cuenca, por ejemplo. Pero no me llamaba la atención en ese momento. Sahagún era mi sitio.
-¿No hay ningún antecedente familiar? ¿No tienes la típica tía monja?
-Nadie. Ni un familiar lejano. Ni conocí antes a nadie que despertase esa inquietud. Conocía a los Salesianos, donde estudié, hice la catequesis, nos íbamos un día de convivencia… tenía contacto con religiosas y religiosos, pero nada especial. Sí que puedo afirmar no haber estado nunca cerrada a nada. Es más, creo recordar que, alguna vez, de pequeña, ya fantaseé con ser monja.
-Tu entorno amistoso en Ciudad Real también era de ambiente cristiano. No les resultaría entonces extraño, ¿verdad?
-No. De hecho, un chico de la pandilla está en un seminario.
-Entras en el convento de Sahagún en 2014 y te conviertes de pronto en la más joven de una comunidad religiosa en pleno medio rural. ¿Echas de menos tener cerca a otras jóvenes? ¿La diferencia de edad se nota intramuros?
-Con religiosas jóvenes se habla de otra forma. Los gustos y aficiones varían. Aunque me siento muy cerca de todas mis hermanas sí que hay momentos en los que te apetecería hablar de algunas cosas que ellas no ‘entienden’. Por ejemplo, como anécdota, hace poco he visto unos vídeos del compositor Jaime Altozano, analizando la banda sonora de Harry Potter. Algunas hermanas no saben quién es Harry Potter y otras ni qué es un youtuber. Son detalles que no afectan a la vida cotidiana, por así decirlo, no es algo importante, ni mucho menos, pero sí que hay veces que pienso: “Bah, esto ni lo cuento porque no me van a entender”. (Risas).
-Como usuaria de redes sociales te asomas cada día a una realidad que poco tiene que ver con tu vida en el convento: ¿mete miedo el mundo extramuros?
-Tampoco es que pase mucho tiempo mirando por la ventana de Internet. Como se va cribando a la gente que sigues, lo cierto es que hay veces que me gustaría incluso tener más gente amiga de diferentes sensibilidades e ideas, porque es enriquecedor. Por ejemplo: ver cómo piensan y cómo ven a la Iglesia los que no están dentro de ella.
-Hablando de estar dentro… Os llaman las monjas encerradas, pero eres alumna de la Escuela Municipal de Música de Sahagún, te vemos en la calle, te podemos ver por la hospedería, por el obrador, comprando el sábado en el mercado… ¿qué queda aquí de esas rejas?
-Ya no hay rejas y ya nos pueden ver hasta por Internet, ¿no? (risas). Lo que queda aquí de esa clausura tiene que ver con el silencio interior, con el compromiso, con el rezo. Las redes sociales, el salir… siempre que no estés todo el rato enganchada al móvil no son incompatibles. Además, las redes son un medio para dar a conocer, para transmitir nuestra vida, para compartir nuestras cosas. La clausura es más bien interior.
-Y las más veteranas ¿cómo ven estas Nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación?
-Lo ven bien.
-Con dos vídeos colgados en la red y otro medio centenar en proyecto ya te podemos llamar ‘la monja youtuber de Sahagún’, ¿hay más religiosas con canales?
-Creo que contemplativas no. Está Esther Palma, que es una religiosa, misionera en Corea del Sur y hace vídeos, incluso enseñando palabras en coreano. Hay alguna otra, pero no tan constantes como Esther.
-¿Con qué frecuencia colgarás tus videos y de qué van?
-La idea es hacer uno a la semana. Tengo material preparado para unos sesenta. Era mi preocupación. El tiempo y el material para dar continuidad. No quería empezar sin tener material. Hablaré sobre San Benito, sobre la vocación; uno que tengo muchas ganas de hacer va sobre los mandamientos en positivo, sin tanto, no robarás, no matarás… tengo ganas.
-¿La Iglesia tiene que cambiar el lenguaje para llegar a más gente?
-Se escucha mucho lo que dices. Yo no entiendo qué parte no se entiende, pero sí. SM Dani, que es un sacerdote youtuber, con más de medio millón de suscriptores, es otro de los que me han inspirado; es un ejemplo de acercamiento a los jóvenes usando su propio lenguaje. Hablo mucho de YouTube, pero te garantizo que no me paso todo el día delante de la pantalla… (risas)
-Hace unos días conmemoramos el Día Internacional de la Mujer. ¿Has sufrido el machismo en primera persona?
-No.
-¿La Iglesia es machista? ¿Eres feminista?
-La organización de la Iglesia debería dejar más espacio a la mujer. Se está intentando, pero la Iglesia es muy lenta. El Papa sí que ha metido en el Vaticano a muchas mujeres… poco a poco se van dando pasos, pero es complicado romper esquemas en este ámbito. Imagina para un sacerdote mayor… esto va más lento que en el ‘exterior’ y aquí los valores que todavía se defienden son más uniformes. Se intenta. En cuanto al feminismo… estoy a favor del respeto. Bien es cierto que bajo el paraguas del feminismo se hacen cosas que no comparto.
-¿Qué te han llamado más, loca o valiente?
-Creo que valiente
-Asumes que alguien pueda pensar: “Qué pena de chavala…”
-No lo tengo claro. Yo creo que lo que más sufrimos es incomprensión. Pena no creo que demos. Asumo que la gente pueda cuestionarse cómo una chica tan joven como yo prefiere estar aquí ‘metida’ antes que viajar, conocer mundo, tener pareja…
-Todo esto en plena ‘guerra’ hormonal… ¿esto cómo se gestiona con 23 años?
-Es algo muy humano que no desaparece cuando entras a vivir en una comunidad religiosa. Nosotras decimos que, para ser monja, hay que ser mujer, luego cristiana y luego monja. Partiendo de la base de que las monjas somos mujeres, las dudas pueden llegar en cualquier momento. En cuanto a los sentimientos afectivos, éstos no se reprimen, se encauzan. Yo elegí esto. Yo a quien… (es difícil de comprender…) yo a quien quiero entregar mi vida es a Jesús y lo tengo que notar como esposo, como presencia y vivir con mis hermanas, y es todo un proceso de maduración y fidelidad. Cuando he tenido alguna duda, me he preguntado, ¿siento lo mismo que sentí en Leyre? No, ¿verdad? Pues es una ensoñación y pasará.
-¿Habláis de los sentimientos, de la sexualidad?
-Sí. Sobre todo, por la formadora de noviciado. Tampoco viene al caso usar el recreo para hablar de estos temas con todas las hermanas (risas), pero con las formadoras esto es un tema muy importante. No desapareció mi sexualidad cuando entré aquí. Sigo siendo Marta (risas).
-¿Cómo se te queda el cuerpo cuando sale a la luz un caso de pederastia en el seno de la Iglesia?
-Duele muchísimo. Es un tema que no se puede consentir. Se sabía que había ‘porquería’ en la Iglesia, pero no tanta. Se ha gestionado mal el tema. Las soluciones que se tomaron hasta ahora no fueron las más acertadas. Espero que a partir de ahora se afronte de otra forma y se elimine el problema.
-Otro tema también muy de actualidad tiene que ver con las elecciones, nacionales y municipales… ¿se habla de política dentro del cenobio?
-Hombre. Claro que se habla. Sí, sí.
-No me imagino una discusión acalorada entre religiosas hablando de política local, pero ¿se habla abiertamente de los partidos que les son más afines?
-Sí, sí. Se habla, se dice a quién se votará… no votamos al mismo todas. Igual que se habla en casa y, como en casa, hay opiniones diferentes.
-¿Os lleváis todas bien o hay ‘grupitos’ de amigas?
-Siempre puede haber gente que caiga mejor, entre comillas, puedes simpatizar con unas más que con otras. Es normal, esto es convivencia, puede haber alguna voz de vez en cuando pero normalmente no. Nos queremos, vivimos en comunidad. Somos una familia.
-¿Cómo es un día en la vida de Marta?
-El despertador suena a las siete de la mañana. Tenemos una oración personal en la iglesia que cada una interpreta como desea: lectura, rezo… luego, laudes, que es cantado, la eucaristía, se desayuna… yo termino pronto (risas). Después cada una hace su tarea: portería, teléfono, obrador… yo estudio. Tenemos un rezo en común de quince minutos antes de comer, después descansamos, y luego otro rezo. El Rosario y, por la tarde, ensayamos los cantos o participamos en el café del peregrino.
-¿De qué se trata?
-Desde hace un tiempo los Padres Maristas se hacen cargo de nuestra hospedería y, a eso de las cinco, se toma un café donde se comparte con los peregrinos la experiencia del Camino. Qué les motiva, qué han aprendido, si se están encontrando con ellos mismos… es muy interesante y tiene una dinámica muy divertida. Posteriormente ellos tienen una misa y nosotras nos incorporamos después a la bendición del peregrino. Luego están las vísperas, la cena, hay un recreo con el que se comparten cosas de forma más informal, otro rezo (Maitines) y… a la cama.
-¿Algún vistazo al móvil durante el día?
-Sí, tengo teléfono móvil pero no estoy pegada a él. Hombre, el lunes fue mi cumpleaños y sí lo tuve encendido y en el bolsillo.
-Estudias Ciencias Religiosas…
-Sí. Mucha Filosofía, mucha Historia de la Iglesia… y después ya vienen asignaturas que me llaman más la atención como Psicología de la Religión, Espiritualidad, Moral… lo hago en Burgos, de forma semipresencial y viajo a esa ciudad cada tres meses, a los exámenes, principalmente. Entro en la web, me descargo los apuntes, si tengo dudas el profesor tiene correo… sí que hay clases presenciales, pero no tengo que ir todos los días. Es una comodidad.
-Ahora eres juniora, te quedan cuatro años para ser monja ‘de verdad’ ¿qué diferencia hay?
-No hay mucha. En lo esencial vivo como las monjas. Estoy todo el día con ellas, las actividades son comunes. No es como antes. Antes las novicias ni comían con el resto. Supongo que ha evolucionado y, por otro lado, como estoy yo sola… en lo esencial no cambiará nada. Se supone que cuando profese ya no estudiaré tanto, sí hay formación, pero podré hacer trabajos de portería, biblioteca… si hay votación de abadesa podré participar. Lo que es el carisma y la vida monástica no cambian. Ahora es el tiempo de la formación fuerte, tanto académica como espiritual.
-¿Cómo ves tu convento dentro de 20 años?
-Su futuro no está en nuestras manos. Es una preocupación, entre comillas, un problema, una dificultad, que no puedes obviar, pero no está en nuestras manos. Dentro de 20 años estoy convencida de que la Iglesia y la vida consagrada no habrá acabado. La vida consagrada va a continuar, y por nuestra parte: oración y apostolado. Y también darnos a conocer. Antes no era necesario y se estilaba eso de la ‘vida escondida’. Ahora mismo si el monasterio no está en Internet no existe. Hay que tener, por lo menos, página web. Yo misma soy un ejemplo. Las conocí por Internet. Siglo XXI.
-¿Las Nuevas Tecnologías contribuyen a borrar esa imagen que dices de vida escondida?
-Tenemos que dar testimonio de lo que somos realmente; es un poco lo que yo intento. Quiero exponer lo que yo vivo, con sencillez y claridad, como otra gente usa Youtube para hablar de música, de historia. Yo hablo de lo mío.
-El lunes fue tu cumpleaños, tu 23 cumpleaños, ¿cayó algún regalín?
-Sí. Las madres me regalaron crema hidratante, crema para la cara. Sin crema me caigo a trozos (risas). Tengo la piel delicada. Los regalos que nos hacemos son siempre prácticos. El mes pasado, que vinieron de visita mis padres, trajeron dos películas: San Pablo y El caso de Cristo. También unos lápices y algo de dinero para comprar material de pintura.
Texto del Evangelio (Mc 12,28b-34): En aquel tiempo, uno de los maestros de la Ley se acercó a Jesús y le hizo esta pregunta: «¿Cuál es el primero de todos los mandamientos?». Jesús le contestó: «El primero es: ‘Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es el único Señor, y amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas’. El segundo es: ‘Amarás a tu prójimo como a ti mismo’. No existe otro mandamiento mayor que éstos».
Le dijo el escriba: «Muy bien, Maestro; tienes razón al decir que Él es único y que no hay otro fuera de Él, y amarle con todo el corazón, con toda la inteligencia y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a si mismo vale más que todos los holocaustos y sacrificios». Y Jesús, viendo que le había contestado con sensatez, le dijo: «No estás lejos del Reino de Dios». Y nadie más se atrevía ya a hacerle preguntas.
«No existe otro mandamiento mayor que éstos»
Rev. D. Pere MONTAGUT i Piquet
(Barcelona, España)
Hoy, la liturgia cuaresmal nos presenta el amor como la raíz más profunda de la autocomunicación de Dios: «El alma no puede vivir sin amor, siempre quiere amar alguna cosa, porque está hecha de amor, que yo por amor la creé» (Santa Catalina de Siena). Dios es amor todopoderoso, amor hasta el extremo, amor crucificado: «Es en la cruz donde puede contemplarse esta verdad» (Benedicto XVI). Este Evangelio no es sólo una autorrevelación de cómo Dios mismo —en su Hijo— quiere ser amado. Con un mandamiento del Deuteronomio: «Ama al Señor, tu Dios» (Dt 6,5) y otro del Levítico: «Ama a los otros» (Lev 19,18), Jesús lleva a término la plenitud de la Ley. Él ama al Padre como Dios verdadero nacido del Dios verdadero y, como Verbo hecho hombre, crea la nueva Humanidad de los hijos de Dios, hermanos que se aman con el amor del Hijo.
La llamada de Jesús a la comunión y a la misión pide una participación en su misma naturaleza, es una intimidad en la que hay que introducirse. Jesús no reivindica nunca ser la meta de nuestra oración y amor. Da gracias al Padre y vive continuamente en su presencia. El misterio de Cristo atrae hacia el amor a Dios —invisible e inaccesible— mientras que, a la vez, es camino para reconocer, verdad en el amor y vida para el hermano visible y presente. Lo más valioso no son las ofrendas quemadas en el altar, sino Cristo que quema como único sacrificio y ofrenda para que seamos en Él un solo altar, un solo amor.
Esta unificación de conocimiento y de amor tejida por el Espíritu Santo permite que Dios ame en nosotros y utilice todas nuestras capacidades, y a nosotros nos concede poder amar como Cristo, con su mismo amor filial y fraterno. Lo que Dios ha unido en el amor, el hombre no lo puede separar. Ésta es la grandeza de quien se somete al Reino de Dios: el amor a uno mismo ya no es obstáculo sino éxtasis para amar al único Dios y a una multitud de hermanos.
Su seminario de Guadalajara (México) es el de mayor número de alumnos en el mundo
Cardenal Robles: el ambiente de fe y el clima familiar son el «terreno fértil» para las vocaciones
El cardenal Robles Ortega, arzobispo de Guadalajara, tiene el seminario con más alumnos del mundo.
La crisis de vocaciones que sufre la Iglesia no parece notarse tanto en la archidiócesis de Guadalajara (México), cuyo seminario es el que tiene más alumnos en todo el mundo. Le preguntamos por las causas a su obispo, el cardenal José Francisco Robles Ortega, quien considera que el "ambiente de fe" que todavía se vive en Jalisco, así como "el clima familiar", son factores decisivos. Pero también "el testimonio de los mártires", que fueron abundantes durante la Guerra Cristera (1926-1929). A ellos está consagrado el Santuario de los Mártires de Cristo, "una obra grandiosa" para la cual la diócesis pide continuamente donativos porque solo así podrá concluirse. (Pincha aquí para contribuir a la finalización de las obras del santuario.)
Un homenaje también presente en el escudo de su obispo, con fondo rojo para recordar la "sangre redentora de Cristo y renovada en el sacrificio de los santos mártires", y con un lema que se aplica muy bien a quienes así dieron la vida: En la sencillez de la fe.
El cardenal Robles Ortega, de 70 años, fue ordenado sacerdote en 1976 y es licenciado en Teología Dogmática por la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma. Ha sido obispo de Toluca, arzobispo de Monterrey y desde 2012 arzobispo de Guadalajara. Benedicto XVI le había elevado al cardenalato en 2007. Entre 2012 y 2018 fue presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano.
En conversación con ReL, repasamos algunos temas de actualidad. He aquí un extracto de sus respuestas. (Puede verse al final el vídeo completo de la entrevista.)
El Santuario de los Mártires, en construcción. Ya está techado pero aún no se terminó de cerrar. Pincha aquí para contribuir a la finalización de las obras.
El Santuario de los Mártires
-"El reto que nos pusimos fue cerrar el espacio, porque es muy amplio y para poder aprovecharlo necesitamos cerrarlo. Como es una obra tan grandiosa, cualquier paso que se dé es sumamente costoso".
-"Por esta obra queremos honrar la memoria de los mártires, de estos hombres que dieron su vida por Cristo, por la fe de Jesucristo, y que siempre serán modelo para su Iglesia y para la vida cristiana".
Las vocaciones en el seminario de Guadalajara
-"Yo creo que mucho contribuye el ambiente de fe que todavía priva en esta gran región. Cuenta mucho el clima familiar, el aprecio y la vivencia de la experiencia familiar. Creo que también el testimonio de los mártires está presente en la conciencia de muchas personas. Todo esto contribuye a que haya un terreno fértil para que el joven escuche la llamada".
Los retos del seminario de Guadalajara
-"Los jóvenes que ahora aspiran al sacerdocio son jóvenes distintos a los de hace tres décadas. Y eso lo experimentan los mismos formadores... El reto más grandes es que el equipo formador tenga una formación adecuada, una formación permanente para que pueda responder a los retos de los jóvenes de hoy".
La posición de la Iglesia ante el aborto
-"La Iglesia siempre ha sido muy clara y enfática en su postura de respeto a la vida desde su concepción hasta su muerte natural".
-"Ha habido manifestaciones grandiosas, masivas, como una expresión de que se respete la vida, que creo que las autoridades deberían de atender y de respetar".
La Iglesia en México invita a defender la vida
-"La invitación a los católicos es que estén abiertos a conocer lo que significa la vida y lo que significa el aborto: es decir, que el católico sea un católico formado e informado".
La labor en la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM)
-"Lo más relevante fue la visita del Papa Francisco... y percibir el gran bien que hizo el Papa con sus discursos, con su presencia, con sus visitas".
Los retos de la CEM ante el gobierno de López Obrador
-"Todos coincidimos en que México necesita pacificarse. Hay un esfuerzo grande de parte de la Iglesia, sobre todo en los estados más violentos... Hay una preocupación muy grande de terminar con la violencia, con el crimen organizado".
La pederastia en México
-"Es un capítulo sumamente doloroso para la vida de la Iglesia... Pero este capítulo nos está enseñando mucho. Nos está enseñando a tratar el tema, a poner la máxima atención a las víctimas".
Cómo actúa la Iglesia mexicana ante la pederastia
-"Cuando se recibe una acusación que tiene claro viso de ser real, por lo que toca al proceso interno se le debe separar inmediatamente del ejercicio de la encomienda ministerial que tiene.. Y hay que dar parte a la Fiscalía, no hay que acusar, solamente avisar".
El acompañamiento a las víctimas de pederastia
-"Normalmente esto se conviene con el equipo de psicólogos o de especialistas con los que asisten.. con el encargo de todo lo que sea necesario".
La evangelización a través de los medios de comunicación
-"Son instrumentos que pueden ser aprovechados para el cumplimiento de esta misión evangelizadora. Conlleva sus riesgos y limitaciones, pero son medios que tenemos que aprovechar para evangelizar".
¿Qué opina de Religión en Libertad?
-"Mi opinión es muy positiva, en el sentido de que abarca una gama amplísima de temas que tienen que ver con la vida cristiana, con la vida moral, con la formación en la fe, con experiencias apostólicas, con experiencias de conversión, con el llamado a la santidad... Hay temas muy profundos y muy bien tratados... Y están muy actualizados en los temas de discusión".
Entrevista íntegra con el cardenal José Francisco Robles Ortega
Texto del Evangelio (Lc 11,14-23): En aquel tiempo, Jesús estaba expulsando un demonio que era mudo; sucedió que, cuando salió el demonio, rompió a hablar el mudo, y las gentes se admiraron. Pero algunos de ellos dijeron: «Por Beelzebul, Príncipe de los demonios, expulsa los demonios». Otros, para ponerle a prueba, le pedían una señal del cielo. Pero Él, conociendo sus pensamientos, les dijo: «Todo reino dividido contra sí mismo queda asolado, y casa contra casa, cae. Si, pues, también Satanás está dividido contra sí mismo, ¿cómo va a subsistir su reino?, porque decís que yo expulso los demonios por Beelzebul. Si yo expulso los demonios por Beelzebul, ¿por quién los expulsan vuestros hijos? Por eso, ellos serán vuestros jueces. Pero si por el dedo de Dios expulso yo los demonios, es que ha llegado a vosotros el Reino de Dios. Cuando uno fuerte y bien armado custodia su palacio, sus bienes están en seguro; pero si llega uno más fuerte que él y le vence, le quita las armas en las que estaba confiado y reparte sus despojos. El que no está conmigo, está contra mí, y el que no recoge conmigo, desparrama».
«Si por el dedo de Dios expulso yo los demonios, es que ha llegado a vosotros el Reino de Dios»
Rev. D. Josep GASSÓ i Lécera
(Ripollet, Barcelona, España)
Hoy, en la proclamación de la Palabra de Dios, vuelve a aparecer la figura del diablo: «Jesús estaba expulsando un demonio que era mudo» (Lc 11,14). Cada vez que los textos nos hablan del demonio, quizá nos sentimos un poco incómodos. En cualquier caso, es cierto que el mal existe, y que tiene raíces tan profundas que nosotros no podemos conseguir eliminarlas del todo. También es verdad que el mal tiene una dimensión muy amplia: va “trabajando” y no podemos de ninguna manera dominarlo. Pero Jesús ha venido a combatir estas fuerzas del mal, al demonio. Él es el único que lo puede echar.
Se ha calumniado y acusado a Jesús: el demonio es capaz de conseguirlo todo. Mientras que la gente se maravilla de lo que ha obrado Jesucristo, «algunos de ellos dijeron: ‘Por Beelzebul, Príncipe de los demonios, expulsa los demonios’» (Lc 11,15).
La respuesta de Jesús muestra la absurdidad del argumento de quienes le contradicen. De paso, esta respuesta es para nosotros una llamada a la unidad, a la fuerza que supone la unión. La desunión, en cambio, es un fermento maléfico y destructor. Precisamente, uno de los signos del mal es la división y el no entenderse entre unos y otros. Desgraciadamente, el mundo actual está marcado por este tipo de espíritu del mal que impide la comprensión y el reconocimiento de los unos hacia los otros.
Es bueno que meditemos cuál es nuestra colaboración en este “expulsar demonios” o echar el mal. Preguntémonos: ¿pongo lo necesario para que el Señor expulse el mal de mi interior? ¿Colaboro suficientemente en este “expulsar”? Porque «del corazón del hombre salen las intenciones malas» (Mt 15,19). Es muy importante la respuesta de cada uno, es decir, la colaboración necesaria a nivel personal.
Que María interceda ante Jesús, su Hijo amado, para que expulse de nuestro corazón y del mundo cualquier tipo de mal (guerras, terrorismo, malos tratos, cualquier tipo de violencia). María, Madre de la Iglesia y Reina de la Paz, ¡ruega por nosotros!
La fundadora del monasterio de Mater Ecclesiae falleció este jueves
La Madre Cànopi revivió una abadía con 6 benedictinas: hoy son 80 y han «exportado» 20
La Madre Anna Maria, responsable del resurgir de un monasterio en proporciones poco frecuentes en las últimas décadas.
El pasado jueves falleció la madre Anna Maria (Rina Cànopi) fundadora del monasterio benedictino Mater Ecclesiae, que dirigió durante 45 años. En la soledad de la isla de San Julio, en el lago de Orta, al pie de los Alpes, esta religiosa "dio a luz" a un centenar de monjas que explicaron al mundo moderno la mística del silencio, el genio de la oración contemplativa y el don de la vida monástica. De la mano de Costanza Miriano, quien la conoció personalmente, Costanza Signorelli traza un bello retrato de esta religiosa en La Nuova Bussola Quotidiana:
Madre Cànopi, la libre prisionera de Dios
La mirada baja, que sólo se eleva durante breves instantes. La voz suave, sopesando las palabras y controlando el tono. La posición ligeramente encorvada, no tanto por la edad, que sigue su curso, sino como reflejo de esa remisión que toda su persona ha asumido. Y, sobre todo, su silencio. Ese silencio que tanto la atrajo y que la empujó, sin dudarlo, detrás de las rejas de la vida de clausura. Un silencio que era lo contrario de la mortificación, y que en ella se realizaba como un apasionado acto de amor con Dios. Es así como la Madre Anna Maria, en el siglo Rina Cànopi, es recordada con afecto por muchísimos fieles por los que, seguramente, ya está intercediendo en el Cielo, donde el pasado jueves se reunió, por fin, con el anhelado Esposo Eterno.
Y sin embargo, esta pequeña y humildísima monja, con su incesante oración, ha cambiado el destino de una infinidad de almas a las que ha llevado de nuevo al camino de la Voluntad de Dios. Quien pensase que esta mujer, totalmente oculta al mundo, era ajena a la alegría de vivir, estaría cometiendo un grave error: "En cuanto la conocí, reconocí al instante en ella a una mujer 'plenamente mujer' y totalmente realizada", cuenta Costanza Miriano. "Exactamente lo contrario de lo que piensa el mundo ante una persona que ha transcurrido 45 años encerrada en un monasterio: esta mujer estaba tan llena de vida que despertaba envidia. Era enérgica, brillante, creativa. Precisamente porque estaba oculta en Dios era una mujer totalmente presente a sí misma y a los demás". Es así como la conocida vaticanista de la RAI, que tuvo el privilegio de conocerla de cerca, nos ayuda a entrar en la extraordinaria vida de esta mística de nuestros días.
Para quien aún no lo sepa, la Madre Cànopi fue la fundadora del monasterio benedictino Mater Ecclesiae situado en la isla de San Giulio, en el lago de Orta (Novara), del que fue abadesa durante más de cuatro décadas, hasta el año pasado. A su llegada al monasterio en el año 1973, por petición del obispo Aldo del Monte, la monja, que entonces tenía 42 años de edad, se encontró con un monasterio abandonado y en ruinas situado en una isla desierta.
Con el fin de que puedan comprender el temple de esta mujer elegida por Dios para realizar sus proyectos de amor, vean lo que ella misma cuenta de esos inicios tan difíciles: "El Señor quiso que llegáramos aquí sin saber en absoluto lo que nos habríamos encontrado. Eramos seis monjas, la isla estaba desierta y deshabitada. Todos se preguntaban cómo habríamos salido adelante: '¿Cómo viven? ¿De qué viven? ¿Cómo vivirán, abandonadas en esa isla, sin ningún tipo de supervivencia y a la intemperie del lago?'. Sin embargo, a nosotras, como monjas, nos pareció justamente una experiencia fecunda, porque fue una experiencia de gran pobreza y soledad. Tuvimos la gracia de vivir sólo de Dios, abandonadas a Él y en la más total gratuidad". Así, llena de gratitud, la Madre superiora reconocía la preferencia de Dios Padre en su historia personal.
Efectivamente, lo que hubiera sido imposible para mentes y brazos humanos, no lo fue para Dios: esos pobres muros derruidos y esas seis monjas sin nada se transformaron en un monasterio que, hoy en día, atrae a fieles de todo el mundo y es uno de los más ricos en número de vocaciones: "Es un lugar que rezuma vitalidad, laboriosidad, alegría de vivir", cuenta Costanza Miriano. "Recuerdo que cuando la Madre me hizo visitar algunas salas, vi un cuidado y una belleza que cortaba la respiración. Cada monja estaba ocupada en una tarea: la que escribía iconos, la que bordaba las vestiduras sagradas, la que hacía bocadillos de chocolate para la inminente fiesta patronal... todas ellas desarrollaban trabajos de altísimo nivel con una dedicación y una competencia extraordinarias. Entre las monjas había un aire de complicidad y una clima general de alegría, ¡era realmente una maravilla! Había muchas jóvenes...".
Efectivamente, con la nueva vida del monasterio la Madre Canopi "dio a luz" a casi cien nuevas monjas: no todas se quedaron en Mater Ecclesiae, que hoy cuenta con más de ochenta consagradas, sino que muchas fueros enviadas a misión; por ejemplo, al priorato Regina Pacis en Saint-Oyen (Valle de Aosta), fundado en 2002. O a los monasterios de San Antonio abad, en Ferrara, o de San Raimundo, en Piacenza, que gracias a la llegada de las nuevas hermanas han resurgido.
En realidad, esta increíble fecundidad de vocaciones tiene una razón de ser muy concreta, que Miriano cuenta así: "La Madre Cànopi siempre decía que cada mujer es madre, porque la tarea de la mujer es acoger y hacer crecer a su prójimo en sus entrañas maternas. Por muy paradójico que pueda parecer, esta maternidad se realiza en el nivel más alto precisamente en la virginidad de las monjas". Leyendo las cartas que la abadesa intercambiaba con las futuras novicias, esta realidad emerge en toda su belleza: parece realmente estar sumergiéndose en una madre amorosa, que equilibra con sabiduría afecto y advertencias para guiar a cada hija hacia el Sumo Bien.
Además, que la vida religiosa era "vida que genera vida", es algo que la abadesa de Mater Ecclesiae había presentido desde que era niña: "Cuando era pequeña -contó- le decía a mi madre: 'Cuando sea mayor me casaré y tendré muchísimos hijos. Quiero tener por lo menos veinte'. Mi madre me escuchaba y se reía. El día en que me acompañó al monasterio me preguntó: '¿Y los hijos que decías que ibas a tener?'. '¡Tendré muchos más!', le respondí segura de mí misma".
Sin embargo, no fue hasta más tarde que la monja comprendió la razón de sus proféticas palabras: "La maternidad espiritual es nuestra vocación: nosotras estamos aquí dentro por todos, para abrazar a todo el mundo. Estamos aquí para tener presente ante Dios a toda la humanidad, para que sea salvada, regenerada y protegida de las fuerzas adversas de la vida. Nosotros, los monjes y las monjas, hemos sido elegidos por Dios para vivir Su Presencia y para que toda la humanidad esté en presencia de Dios".
Sin embargo, quien está fuera del convento y sumergido en las "cosas del mundo", se pregunta: ¿cómo es posible vivir así? El secreto, repetirá en diversas ocasiones la Madre Cànopi, es la oración, fuente y motor de cada pensamiento, palabra y acción: "La persona contemplativa no es inerte e inútil. Al contrario, la oración contemplativa es como una central eléctrica: lo que parece algo estático, es en realidad una fuerza motriz. Mientras parece que estamos inmóviles y encerrados, nosotros con la oración recorremos el mundo entero".
Es más: "Toda la vida del monje -explica la Madre en sus últimos escritos-, pertenece al Señor y está consagrada a alabar a Dios, con el fin de que toda la jornada incluya loar, cada hora, al Señor, llamando a todas las criaturas para que participen en esta alabanza: nosotros somos los que alabamos a Dios en nombre de todos. (...) Pero, ¿por qué consagrar el tiempo? Porque el tiempo de toda nuestra existencia le pertenece a Dios, que nos ha llamado a la vida para que vivamos alabando Su gloria. Existiendo respiramos la vida divina, y rezando estamos siempre en comunicación directa con la fuente de vida. El tiempo, entonces, está consagrado al paso de la tierra al cielo, de tal modo que ya en la tierra se anticipe la eternidad. Alabando a Dios en el tiempo somos como absorbidos por la alabanza eterna celebrada incesantemente por los ángeles y los santos en el Cielo".
Se entiende, entonces, por qué muchos fieles dicen de los monasterios que son pedazos de Cielo en la tierra, y por qué creen profundamente que, con su fe, son lugares capaces de cambiar el destino total de la historia. Sin duda alguna, la Madre Canopi ha formado parte de este Paraíso en la tierra, al que ahora se ha unido plenamente para gozar de Dios en la eternidad.
Texto del Evangelio (Mt 5,17-19): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «No penséis que he venido a abolir la Ley y los Profetas. No he venido a abolir, sino a dar cumplimiento. Sí, os lo aseguro: el cielo y la tierra pasarán antes que pase una i o una tilde de la Ley sin que todo suceda. Por tanto, el que traspase uno de estos mandamientos más pequeños y así lo enseñe a los hombres, será el más pequeño en el Reino de los Cielos; en cambio, el que los observe y los enseñe, ése será grande en el Reino de los Cielos».
«No penséis que he venido a abolir la Ley y los Profetas (...), sino a dar cumplimiento»
Rev. D. Vicenç GUINOT i Gómez
(Sant Feliu de Llobregat, España)
Hoy día hay mucho respeto por las distintas religiones. Todas ellas expresan la búsqueda de la trascendencia por parte del hombre, la búsqueda del más allá, de las realidades eternas. En cambio, en el cristianismo, que hunde sus raíces en el judaísmo, este fenómeno es inverso: es Dios quien busca al hombre.
Como recordó San Juan Pablo II, Dios desea acercarse al hombre, Dios quiere dirigirle sus palabras, mostrarle su rostro porque busca la intimidad con él. Esto se hace realidad en el pueblo de Israel, pueblo escogido por Dios para recibir sus palabras. Ésta es la experiencia que tiene Moisés cuando dice: «¿Dónde hay una nación tan grande que tenga unos dioses tan cercanos como el Señor, nuestro Dios, siempre que lo invocamos?» (Dt 4,7). Y, todavía, el salmista canta que Dios «Anuncia su palabra a Jacob, sus decretos y mandatos a Israel; con ninguna nación obró así, ni les dio a conocer sus mandatos» (Sal 147,19-20).
Jesús, pues, con su presencia lleva a cumplimiento el deseo de Dios de acercarse al hombre. Por esto, dice que «no penséis que he venido a abolir la Ley y los Profetas. No he venido a abolir, sino a dar cumplimiento» (Mt 5,17). Viene a enriquecerlos, a iluminarlos para que los hombres conozcan el verdadero rostro de Dios y puedan entrar en intimidad con Él.
En este sentido, menospreciar las indicaciones de Dios, por insignificantes que sean, comporta un conocimiento raquítico de Dios y, por eso, uno será tenido por pequeño en el Reino del Cielo. Y es que, como decía san Teófilo de Antioquía, «Dios es visto por los que pueden verle; sólo necesitan tener abiertos los ojos del espíritu (...), pero algunos hombres los tienen empañados».
Aspiremos, pues, en la oración a seguir con gran fidelidad todas las indicaciones del Señor. Así, llegaremos a una gran intimidad con Él y, por tanto, seremos tenidos por grandes en el Reino del Cielo.
Allen Hooreh, educado sin religión, pensaba que Dios existía, pero ¿cómo tratarle?
En la meditación budista intuyó el espíritu del mal; buscando el bien, llegó a Cristo y al bautismo
Allen Hooreh, con su rosario - de origen iraní, pero sin religión de niño, exploró el mundo de la meditación... y luego el cristianismo
Allen Hooreh va a ser bautizado católico esta Pascua en Potomac, Maryland. Viene de un trasfondo espiritual peculiar. Nació en Irán en 1982 y fue educado sin ninguna religión por su madre, una iraní simpatizante del comunismo que huyó de su país cuando se supo que colaboraba con una organización crítica con el gobierno.
Al crecer en Estados Unidos, Allen se hacía preguntas espirituales, y ya de adulto joven visitó algunas iglesias, pero de forma muy superficial. Se decía a sí mismo que "no practican lo que predican".
La naturaleza y sus leyes hacen pensar en Dios
Lo que Allen Hooreh sí asumió pronto al reflexionar sobre estos temas es que Dios tenía que existir. La complejidad del mundo físico y sus leyes, y la belleza que subyace detrás, le hacían pensar en una mente que diseña.
"Todo encaja de forma increíblemente armoniosa", comenta. Una rosa, por ejemplo, al mirarla le hacía pensar que "está diseñada de una forma tan intrincada, a todos los niveles, que Dios ha de existir".
Meditación budista: multitud de pensamientos negativos
Allen ha explicado, entrevistado en el Catholic Standard, que empezó a practicar la meditación budista para mejorar interiormente. Meditar desde esta tradición implicaba ser cada vez más consciente de los propios pensamientos. Él intentaba desechar los pensamientos "negativos" y centrarse en los positivos. El problema es que enseguida se dio cuenta de que un 90% de sus pensamientos eran negativos. Filtrarlos y centrarse en lo positivo era un trabajo agotador.
Mas aún, analizando esos pensamientos negativos insistentes, "empecé a darme cuenta de que había un nivel creciente de complejidad". ¿De dónde salía toda esa complejidad maligna?
Entendió que detrás había una mente. Y no era la suya. "Creí en el demonio antes de creer en la divinidad de Cristo", explica Allen.
Los trucos espirituales del demonio... y la voz buena
Siguió meditando y observando sus pensamientos. Observó que en su interior había también una "voz buena", que "nunca discutía, simplemente me decía lo que yo debía hacer". Y a la vez era cada vez más consciente de los trucos espirituales del demonio en sus pensamientos.
Comentó estas cosas con Robert, un buen amigo de muchos años que era católico. Robert le preguntó: "¿Qué cosas te vienen a la cabeza cuando piensas en la Iglesia Católica?" Allen le dio una lista de cosas, todas ellas negativas. Su amigo le planteó una posibilidad: "tú dices que reconoces los trucos del demonio, pero ¿no te preguntas cómo es que de la Iglesia Católica sólo se te ocurren cosas malas?"
Allen reflexionó un momento. ¿Le interesaba al demonio denigrar a "un rival"? ¿Estaba el demonio interesado en alejarle a toda costa de lo católico? A estas alturas Allen tenía claro que él era enemigo del demonio... y pensó que podía darle una oportunidad a la Iglesia si también ella lo era.
Su amigo Robert se dedico a llamar por teléfono a varias parroquias buscando alguna que pudiera responder a las preguntas filosóficas de su amigo. No servía cualquiera. Finalmente, se decidieron por la parroquia de Nuestra Señora de Misericordia (Our Lady of Mercy).
La parroquia de Our Lady of Mercy de Potomac, con toques neorrománicos
El cristianismo implica amar y rezar a Cristo
Allen se apuntó en la parroquia al Curso de Iniciación Cristiana para Adultos. Se dio cuenta de que si iba a hacerse cristiano, eso implicaba rezar a Jesús.
Él siempre había creído en Dios, pero se relacionaba con él como un deportista con su entrenador: había cierta docilidad, pero no entrega total. Ni amor.
Él sabía distinguir entre una fórmula rutinaria o superficial y una oración profunda, de corazón. Se sentó a rezar un rato, profundizó y pudo, explica, rezarle a Jesús "con todo el corazón". Los cristianos hablaban mucho de una relación de amor con Dios: de poder ofrecer amor a Dios, a Cristo, y recibirlo de Él. A Allen, que creció sin padre, eso le resultaba problemático. ¿Bloquearía eso su relación con Dios?
"Le dije 'espero que seas real'", recuerda. "Por favor, abre mi corazón. Muéstrame lo que es dar y recibir amor".
La noche pascual suele ser el momento del año litúrgico en que más personas adultas reciben el bautismo
Transformación interior
En ese momento, no pareció pasar nada. Pero al día siguiente, notó que muchas cosas estaban cambiando. Ahora ya casi no le costaba poder apartar los pensamientos negativos, "como si alguien los contuviera por mí".
Allen rezó en una segunda ocasión. Se ofreció a entregarse a sí mismo a Dios, a someterse. Sintió que Jesús le preguntaba: "¿Te sometes plenamente?" Allen respondió: "No sé, da miedo". Pero sentía que Jesús lo estaba invitando a confiar en Él. Y le dijo: "Señor, vacío mi copa, por favor llénala tú".
Al día siguiente, conducía su coche y pasó de largo junto a una señora que tenía el coche detenido con una rueda pinchada. Su mente se llenó de excusas para no ayudarla, pero al final volvió por donde venía y se detuvo a cambiarle la rueda a la mujer. "Me sentí muy feliz, y podía sentir que también el Espíritu Santo estaba feliz en mí".
Entendió que igual que la señora necesitaba que alguien la ayudara, él también necesitaba la ayuda de Cristo. "Ahora que acepto Su ayuda, siento la alegría del Espíritu Santo".
El pasaje de la Biblia que le hizo llorar
Empezó a leer el Evangelio de forma orante y encontró un fragmento que le hizo llorar "más fuerte de lo que nunca había llorado": "Como yo os he amado, amaos también vosotros unos a otros". Esas palabras eran muy poderosas porque ahora él había sentido ese amor.
¿Y en qué quedaba lo que conocía del budismo y la meditación como técnica? "Es la mentira humana fundamental, orgullosa: que podemos ser como Dios". Ahora, dice, sabe que "sólo mediante Cristo puedes salvarte, y es algo sobrenatural, no es natural".
Descubrió que durante este proceso su amigo Robert había estado encargando misas por él durante un mes. La madre de Robert será su madrina de bautizo en la Pascua de 2019.
Pero algunos pueden preguntarse ¿tiene sentido hacerse católico en estos años en que muchos perciben la Iglesia como débil y herida por escándalos y confusiones? Allen Hooreh responde: "Es particularmente ahora que pienso que la Iglesia necesita gente que entre con amor por Cristo y amor por la Iglesia. No es momento de dejar la Iglesia. Es momento de ser una fuerza para el bien. Si puedo ser una herramienta para hacer que el reino terrenal refleje más al Reino de los Cielos, eso es lo que quiero hacer".
Texto del Evangelio (Mt 18,21-35): En aquel tiempo, Pedro se acercó entonces y le dijo: «Señor, ¿cuántas veces tengo que perdonar las ofensas que me haga mi hermano? ¿Hasta siete veces?». Dícele Jesús: «No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete.
»Por eso el Reino de los Cielos es semejante a un rey que quiso ajustar cuentas con sus siervos. Al empezar a ajustarlas, le fue presentado uno que le debía 10.000 talentos. Como no tenía con qué pagar, ordenó el señor que fuese vendido él, su mujer y sus hijos y todo cuanto tenía, y que se le pagase. Entonces el siervo se echó a sus pies, y postrado le decía: ‘Ten paciencia conmigo, que todo te lo pagaré’. Movido a compasión el señor de aquel siervo, le dejó en libertad y le perdonó la deuda.
»Al salir de allí aquel siervo se encontró con uno de sus compañeros, que le debía cien denarios; le agarró y, ahogándole, le decía: ‘Paga lo que debes’. Su compañero, cayendo a sus pies, le suplicaba: ‘Ten paciencia conmigo, que ya te pagaré’. Pero él no quiso, sino que fue y le echó en la cárcel, hasta que pagase lo que debía. Al ver sus compañeros lo ocurrido, se entristecieron mucho, y fueron a contar a su señor todo lo sucedido. Su señor entonces le mandó llamar y le dijo: ‘Siervo malvado, yo te perdoné a ti toda aquella deuda porque me lo suplicaste. ¿No debías tú también compadecerte de tu compañero, del mismo modo que yo me compadecí de ti?’. Y encolerizado su señor, le entregó a los verdugos hasta que pagase todo lo que le debía. Esto mismo hará con vosotros mi Padre celestial, si no perdonáis de corazón cada uno a vuestro hermano».
«Movido a compasión (...) le perdonó la deuda»
Rev. D. Enric PRAT i Jordana
(Sort, Lleida, España)
Hoy, el Evangelio de Mateo nos invita a una reflexión sobre el misterio del perdón, proponiendo un paralelismo entre el estilo de Dios y el nuestro a la hora de perdonar.
El hombre se atreve a medir y a llevar la cuenta de su magnanimidad perdonadora: «Señor, ¿cuántas veces tengo que perdonar las ofensas que me haga mi hermano? ¿Hasta siete veces?» (Mt 18,21). A Pedro le parece que siete veces ya es mucho o que es, quizá, el máximo que podemos soportar. Bien mirado, Pedro resulta todavía espléndido, si lo comparamos con el hombre de la parábola que, cuando encontró a un compañero suyo que le debía cien denarios, «le agarró y, ahogándole, le decía: ‘Paga lo que debes’» (Mt 18,28), negándose a escuchar su súplica y la promesa de pago.
Echadas las cuentas, el hombre, o se niega a perdonar, o mide estrictamente a la baja su perdón. Verdaderamente, nadie diría que venimos de recibir de parte de Dios un perdón infinitamente reiterado y sin límites. La parábola dice: «Movido a compasión el señor de aquel siervo, le dejó en libertad y le perdonó la deuda» (Mt 18,27). Y eso que la deuda era muy grande.
Pero la parábola que comentamos pone el acento en el estilo de Dios a la hora de otorgar el perdón. Después de llamar al orden a su deudor moroso y de haberle hecho ver la gravedad de la situación, se dejó enternecer repentinamente por su petición compungida y humilde: «Postrado le decía: ‘Ten paciencia conmigo, que todo te lo pagaré’. Movido a compasión...» (Mt 18,26-27). Este episodio pone en pantalla aquello que cada uno de nosotros conoce por propia experiencia y con profundo agradecimiento: que Dios perdona sin límites al arrepentido y convertido. El final negativo y triste de la parábola, con todo, hace honor a la justicia y pone de manifiesto la veracidad de aquella otra sentencia de Jesús en Lc 6,38: «Con la medida con que midáis se os medirá».
Tras un proceso de sanación de cuerpo y alma, ahora es activista contra la pena de muerte
SueZann miró fijamente al asesino de su padre en el juicio y le dijo: «Te perdono al 100 por 100»
Bosler, ante las condenas a muertre en Estados Unidos, promueve el envío de cartas solicitando clemencia al Gobernador del Estado
El gesto y la mirada determinados de la norteamericana SueZann Bosler (Homestead, Florida) revelan la resiliencia y honestidad de una superviviente y, al mismo tiempo, de una persona que ha sido capaz de perdonar, explica el periodista Joan Andreu Parra, en Cataluña Cristiana, que ha podido entrevistarla. En la biografía de Bosler están marcados al rojo vivo los efectos del terremoto que se originó cuando James Bernard Campbell asesinó a su padre, el reverendo Bill Bosler, mientras ella, con 24 años, resultaba malherida con afectaciones crónicas en el habla y la memoria. Una vez curada, de cuerpo y alma, luchó por evitar la ejecución del asesino confeso de su padre y creó, junto a otros, la asociación Journey of Hope, donde lleva treinta años batallando contra la pena de muerte. Bosler estuvo en Barcelona recientemente con motivo de la Jornada internacional Ciudades por la Vida-Ciudades contra la Pena de Muerte, donde fue invitada por la Comunidad de Sant Egidio.
- La inmensa mayoría de personas nos oponemos a la pena de muerte en abstracto. En su caso, usted se ha opuesto a la ejecución de una persona que asesinó con saña a su padre, hace 31 años, y que la dejó a usted malherida. ¿Contra qué sentimientos propios ha tenido que luchar para convencerse de que la pena de muerte no era necesaria para conseguir justicia?
- Quiero ser honesta en mi respuesta. He tenido la suerte de haber sido educada en la Iglesia -por mi padre, que era reverendo, y por la propia comunidad, la Iglesia de los Brethren, una pequeña denominación anabaptista- y pensaba que tenía que ser una experta en perdón, al menos conceptualmente. Durante cinco años, tras los hechos, me repetí cientos de veces que perdonaba al asesino de mi padre, pero al volver a mi casa estaba enfadada, sentía odio y ganas de venganza, de causar daño. Entonces dudé mucho de Dios, le cuestioné y me encaré con él. Nuestra familia nos consideramos personas muy decentes, ¿por qué justamente tenía que pasarnos a nosotros?
- Y llegó el momento del juicio...
- En la sala, antes de que entrara todo el mundo, me encontré cara a cara con él [James Bernard]. Le miré fijamente y le dije que le perdonaba al cien por cien. Lo hice de corazón, con el alma, sin esperar agradecimiento de él ni que él me pidiera perdón. Fue un momento muy bonito, de gran libertad, y eso me proporcionó un enorme sentimiento de tranquilidad y alivio.
- Perdonó de verdad...
- Antes de eso, pensaba que si le perdonaba ya no podría llorar por mi padre o echarle de menos. Intentaba programarlo. Pero el perdón llega cuando llega, es un proceso personal. También pensaba que yo era mejor que ese hombre, antes de perdonarlo. Descubrí que yo no era mejor que él, sino que éramos iguales. Qué más da que seas el rey de España, un trabajador o un asesino. El perdón fue algo muy grande para mí, no sé dónde estaría, ni quién sería como persona, de no haberlo practicado. A partir de ese momento sentí una fortaleza en mi interior que me llevó a luchar para que no mataran al asesino de mi padre.
SueZann Bosler detenida por la policía durante una protesta contra la pena de muerte
- ¿A quién debe sus convicciones?
- En el juicio, la fiscalía insistía para que yo apoyara la pena de muerte del acusado. Pero si yo colaboraba en su ejecución sería un deshonor para mi padre, porque sería ir en su contra y de sus ideales pacifistas. ¿Qué papel tenía el perdón entonces? Ciertamente mis palabras son las de mi padre. Ocho años antes de que le mataran hablamos sobre la pena de muerte y conocía sus argumentos religiosos y morales en contra. Pero fue definitivo cuando me dijo: “Si un día me asesinan, no quiero que ejecuten a mi asesino.”
- ¿Qué opinan su madre y hermanas?
- Mi madre respondía a los medios de comunicación que se interesaron por los hechos como hizo Jesús cuando le crucificaban: “Padre, perdónalos, no saben lo que hacen.” Con mis hermanas no hablamos de ello, no sé en qué punto están. Fue chocante que la madre de mi padre, mi abuela, que le había educado en contra de la pena de muerte, en el juicio le dijera al juez: “En general estoy en contra de la pena de muerte, pero haga lo que crea conveniente.” Y después me enteré de que había hecho una campaña para que la condena a muerte del culpable saliera adelante.
- Usted ha explicado que se sintió tratada como una enemiga del Estado, al pedir al jurado la clemencia por el asesino, en lugar de la pena de muerte. ¿Cuál es la reacción de la Justicia en estos casos?
- De entrada, llamaba la atención que el acusado no tuviera a nadie de la familia que lo apoyara en el juicio, solo lo hacíamos mi comunidad y yo misma. Mi batalla fue conmutar la pena de muerte por la prisión permanente, tras dos juicios con dos sentencias condenatorias de muerte. Pese a la imagen de apertura y que todo el mundo puede opinar en el sistema judicial en Estados Unidos, en los juicios me hicieron sentir como una enemiga del sistema: mis derechos como víctima se violaron, mi opinión no fue respetada. Incluso un juez, cuando dije que era partidaria de abolir la pena de muerte, me amenazó con una multa y cárcel. En el tercer juicio me vi obligada a contratar a una abogada que me enseñó a moverme en el juego judicial y a poner al jurado a mi favor. Finalmente, se pudieron cambiar las dos condenas a muerte por cuatro condenas de cárcel, que sumaban 200 años.
- Fundó junto a otras víctimas Journey of Hope, cuyo lema es “La respuesta es el amor y la compasión para toda la humanidad”. ¿Qué le aporta esta militancia?
- Cofundé este grupo diez años después de los hechos y es parte de mi proceso de curación, el poder contar esta historia. En este viaje a Cataluña, me he dirigido a varios auditorios. Por ejemplo, ahora acabo de hablar con los jóvenes de la Facultad de Educación y me han inspirado. Ellos son el futuro.
Bosler, en el medio, junto a otros dos participantes en el encuentro Ciudades por la vida, organizado por la Comunidad de Sant Egidio, en Barcelona
- Vive y trabaja como peluquera en Florida. ¿Qué grado de popularidad tiene la pena de muerte en Estados Unidos? ¿Qué opinan de ello sus clientas?
- Quiero que las personas que se sientan en la silla de la peluquería, ya estén a favor o en contra de la pena de muerte, puedan expresarse y sentirse cómodas expresando sus opiniones. Las respeto. En una charla que impartí, un hombre me dijo: “Tú que eres una persona religiosa, ¿qué te parece el ojo por ojo?” Le con testé con la respuesta de Gandhi: “Ojo por ojo y todo el mundo acabará ciego.”
- “Cuando los cristianos decidan que la pena de muerte es incompatible con el evangelio de la gracia y la redención, la pena de muerte morirá en América”, hemos leído del autor Shane Claiborne. ¿Está de acuerdo? ¿Tan grande es el poder de los cristianos en Estados Unidos?
- Sí, absolutamente de acuerdo. Mientras impartíamos esta charla hemos visto cómo Malasia o el estado de Washington han derogado la pena de muerte. Hemos hecho progresos, lentos, sin embargo. Hay mucha gente a favor de conmutar la pena de muerte por prisión permanente, solo quieren asegurarse de que los culpables no puedan volver a delinquir.
- Algunos observadores argumentan que la ola orquestada de ataques al Papa Francisco tiene una posible motivación en la derogación de la justificación de la pena de muerte del Catecismo de la Iglesia católica. ¿Qué opina de ello?
- Esto no lo sabía, naturalmente es una gran noticia. El hecho de que el Papa lo haya sacado a la luz hará que muchos católicos se lo repiensen.
SueZann se despide con algunas reflexiones más: “¿Por qué matar a personas para demostrar que matar está mal?”. “Si los derechos humanos no son para todos, para nada existen los derechos humanos”. Y se despide rememorando el estribillo de un himno que se cantaba en la Iglesia de su padre: “Let there be peace on Earth, and let it begin with me” [“Que haya paz en la Tierra, y que esta empiece por mí”].