viernes, 31 de enero de 2020

Santo Evangelio 31 de enero 2020



Día litúrgico: Viernes III del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Mc 4,26-34): En aquel tiempo, Jesús decía a la gente: «El Reino de Dios es como un hombre que echa el grano en la tierra; duerma o se levante, de noche o de día, el grano brota y crece, sin que él sepa cómo. La tierra da el fruto por sí misma; primero hierba, luego espiga, después trigo abundante en la espiga. Y cuando el fruto lo admite, en seguida se le mete la hoz, porque ha llegado la siega».

Decía también: «¿Con qué compararemos el Reino de Dios o con qué parábola lo expondremos? Es como un grano de mostaza que, cuando se siembra en la tierra, es más pequeña que cualquier semilla que se siembra en la tierra; pero una vez sembrada, crece y se hace mayor que todas las hortalizas y echa ramas tan grandes que las aves del cielo anidan a su sombra». Y les anunciaba la Palabra con muchas parábolas como éstas, según podían entenderle; no les hablaba sin parábolas; pero a sus propios discípulos se lo explicaba todo en privado.


«El Reino de Dios es como un hombre que echa el grano (...y) la tierra da el fruto por sí misma»

Rev. D. Jordi PASCUAL i Bancells
(Salt, Girona, España)

Hoy Jesús habla a la gente de una experiencia muy cercana a sus vidas: «Un hombre echa el grano en la tierra (...); el grano brota y crece (...). La tierra da el fruto por sí misma; primero hierba, luego espiga, después trigo abundante en la espiga» (Mc 4,26-28). Con estas palabras se refiere al Reino de Dios, que consiste en «la santidad y la gracia, la Verdad y la Vida, la justicia, el amor y la paz» (Prefacio de la Solemnidad de Cristo Rey), que Jesucristo nos ha venido a traer. Este Reino ha de ser una realidad, en primer lugar, dentro de cada uno de nosotros; después en nuestro mundo.

En el alma de cada cristiano, Jesús ha sembrado —por el Bautismo— la gracia, la santidad, la Verdad... Hemos de hacer crecer esta semilla para que fructifique en multitud de buenas obras: de servicio y caridad, de amabilidad y generosidad, de sacrificio para cumplir bien nuestro deber de cada instante y para hacer felices a los que nos rodean, de oración constante, de perdón y comprensión, de esfuerzo por conseguir crecer en virtudes, de alegría...

Así, este Reino de Dios —que comienza dentro de cada uno— se extenderá a nuestra familia, a nuestro pueblo, a nuestra sociedad, a nuestro mundo. Porque quien vive así, «¿qué hace sino preparar el camino del Señor (...), a fin de que penetre en él la fuerza de la gracia, que le ilumine la luz de la verdad, que haga rectos los caminos que conducen a Dios?» (San Gregorio Magno).

La semilla comienza pequeña, como «un grano de mostaza que, cuando se siembra en la tierra, es más pequeña que cualquier semilla que se siembra en la tierra; pero una vez sembrada, crece y se hace mayor que todas las hortalizas» (Mc 4,31-32). Pero la fuerza de Dios se difunde y crece con un vigor sorprendente. Como en los primeros tiempos del cristianismo, Jesús nos pide hoy que difundamos su Reino por todo el mundo.

Aldo Trento: «El hombre necesita el encuentro con Jesús, pero para ello es necesario anunciarlo»

En la Fundación San Rafael del padre Aldo Trento, el acompañamiento de los enfermos y moribundos siempre empieza por el Señor.

Aldo Trento: «El hombre necesita el encuentro con Jesús, pero para ello es necesario anunciarlo»

En la Fundación San Rafael del padre Aldo Trento, el acompañamiento de los enfermos y moribundos siempre empieza por el Señor.

Si no predicamos a Jesús, ¿sirven de algo nuestros argumentos contra el aborto o la eutanasia? "No hay 'valor' que aguante cuando la Iglesia se avergüenza de Cristo", afirma, siguiendo a Luigi Giussani, el padre Aldo Trento, alma de la Fundación San Rafael. Él sabe lo que es acompañar en el dolor y la muerte de la mano de Dios, y explica esta idea en un reciente artículo en la publicación apologética Il Timone:


Dostoyevsky escribió que si Dios no existe, todo es lícito. Por lo tanto, si Dios no existe, el aborto, como la eutanasia y cualquier otra forma de corrupción son razonables. "Padre, estoy muy enfermo, los médicos me han dicho que mi situación es irreversible. No tengo a nadie, soy ateo, quiero la eutanasia porque estoy harto de sufrir". He escuchado, desconsolado, estas palabras en silencio, pero dentro de mí sentía que si la situación de esa persona no cambiaba, estaría de acuerdo con su decisión. Si Dios no existe, ¿por qué nacer, vivir, sufrir y morir? Estamos hartos de tantos sacerdotes y teólogos que hablan y escriben libros sobre el dolor, y malgastan su aliento en defensa de la vida y contra la eutanasia, pero no anuncian a Cristo, el único que da sentido a la vida y que nos da la gracia de vivir plenamente, ya estemos sanos o enfermos. Cuando uno enferma se da cuenta de que la vida, sin Dios, sin Jesús, es absurda.

La respuesta a todas las perversiones que caracterizan nuestro tiempo no es, primero de  todo, la denuncia, sino el anuncio de Jesús. Si yo soy lo que soy, es sólo gracias al encuentro con Jesús, que se hizo visible en el abrazo humano de don Luigi Giussani. Sin ese abrazo me pregunto cuánto me interesaría el dilema aborto sí/aborto no, eutanasia sí/eutanasia no. O mejor, en este último casi habría pensado: eutanasia sí. He acompañado a morir con serenidad a más de dos mil personas, y a morir realmente con dignidad, pero he podido hacerlo sólo porque Jesús me aferró y vivo mi enfermedad -es duro decirlo- como una modalidad del amor de Jesús y de mi amor a Jesús.

San Gregorio Nacianceno preguntaba: ¿qué diferencia hay entre un animal y yo? Ninguna: nacemos como los animales, crecemos como ellos, comemos como ellos, sufrimos más que ellos y al final morimos como ellos. "Si no fuera tuyo, oh Cristo, sería una criatura finita". Por esto, en un mundo descristianizado, sin Jesús, sin Dios, es inútil la defensa de los valores que derivan del encuentro con Cristo. En este contexto, es un sufrimiento ver a pastores preocupados por problemáticas que no tienen nada que ver con su misión. No existe ética sin ontología, no existen valores sin Cristo y hoy, la Iglesia, decía don Giussani, "se avergüenza de Cristo".

Nosotros, los misioneros que vivimos en Paraguay desde hace muchos años, recordamos las homilías de los obispos durante el novenario en honor de la Virgen de Caacupé, patrona de la nación guaraní; homilías cuyo contenido dominante era la denuncia de la corrupción de los políticos de turno, definidos "hombres basura", olvidándose de que Jesús se hizo carne por ellos, o mejor, por todos nosotros, corrompidos por la naturaleza al ser hijos de Adán y Eva. Y esto vale también para los obispos. No es casualidad si la Iglesia se define "casta meretrix". El hombre necesita realmente el encuentro con Jesús, pero para ello es necesario anunciarlo y los obispos son los primeros que han sido llamados a esta tarea. A un hijo no lo educas con el bastón, sino con el amor, mostrándole un horizonte mejor, como siempre recuerda el Papa Francisco hablando de la misericordia. En caso contrario, dice el apóstol, "¿quién nos salvará de este cuerpo de muerte?".


El padre Aldo Trento, junto con el Papa Francisco.

Esta timidez en el anuncio de Jesús nos recuerda lo que decía San Pablo VI, el papa de la gran encíclica Humanae Vitae, sobre el "humo de Satanás" y el "pensamiento no cristiano", que puede incluso dominar en la Iglesia, pero que "nunca será el pensamiento de la Iglesia".

Que estamos corrompidos, es algo que ya sabíamos

"Agere sequitur esse" ["El obrar sigue al ser"], nos enseñaban cuando estudiábamos filosofía. Si no tenemos clara esta posición, nuestra batalla contra el aborto, el divorcio, la ideología de género y la eutanasia es como la batalla de Don Quijote contra los molinos de viento. Si Dios no existe, todo es lícito, nos divertimos hasta que la salud nos lo permita y, después, bienvenida eutanasia, que abre las puertas a la oscuridad de la nada. Si Dios no existe, tiene razón Sartre: el hombre es "una pasión inútil". O es "un ser para la muerte" (Heidegger). ¿Quién nos salvará de este abismo? Sólo el encuentro con el acontecimiento de Cristo que se ha hecho carne ofreciéndose a cada uno como "Camino, Verdad y Vida".

Hoy como nunca antes, el mundo necesita pastores y laicos totalmente comprometidos con el anuncio apasionado de Cristo. No necesitamos pastores que nos digan, casi exclusivamente, que estamos corrompidos: lo sabemos puesto que somos hijos del pecado original. Necesitamos pastores y laicos que testimonien la belleza de Jesús y de una vida llena de Jesús.

La Fundación San Rafael, en la que brilla la perla de su clínica, y en la que acompañamos a los enfermos terminales pobres a morir convencidos del Paraíso, no tiene su origen en una denuncia, sino en el apasionado anuncio de Jesús. Lo mismo podemos decir de las otras obras: el Instituto Politécnico, la Escuela Pa'i Alberto, la Casa Chiquitunga, el Policonsultorio y las Casas para ancianos son la única y verdadera respuesta ante la cultura de la muerte, pero estas obras no nacen ni se mantienen en pie sin personas enamoradas de Jesús.

El hombre necesita ver que existe un modo humano de morir y, antes, de sufrir, y este modo es el gran amor de quien está cerca de ellos, cogiéndoles y acariciándoles la mano. No se trata de asistir a quien sufre, sino de ser una sola cosa con el enfermo, como Jesús, que se hizo uno de nosotros, mostrándonos que no sólo vale la pena vivir, sino que no hay corrupción que le impida abrazar al hombre que huele mal.

Traducido por Elena Faccia Serrano.

Fuente: Religión en Libertad

jueves, 30 de enero de 2020

Santo Evangelio 30 de Enero 2020



Día litúrgico: Jueves III del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Mc 4,21-25): En aquel tiempo, Jesús decía a la gente: «¿Acaso se trae la lámpara para ponerla debajo del celemín o debajo del lecho? ¿No es para ponerla sobre el candelero? Pues nada hay oculto si no es para que sea manifestado; nada ha sucedido en secreto, sino para que venga a ser descubierto. Quien tenga oídos para oír, que oiga».

Les decía también: «Atended a lo que escucháis. Con la medida con que midáis, se os medirá y aun con creces. Porque al que tiene se le dará, y al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará».


«¿Acaso se trae la lámpara para ponerla debajo del celemín o debajo del lecho?»

Rev. D. Àngel CALDAS i Bosch
(Salt, Girona, España)

Hoy, Jesús nos explica el secreto del Reino. Incluso utiliza una cierta ironía para mostrarnos que la “energía” interna que tiene la Palabra de Dios —la propia de Él—, la fuerza expansiva que debe extenderse por todo el mundo, es como una luz, y que esta luz no puede ponerse «debajo del celemín o debajo del lecho» (Mc 4,21).

¿Acaso podemos imaginarnos la estupidez humana que sería colocar la vela encendida debajo de la cama? ¡Cristianos con la luz apagada o con la luz encendida con la prohibición de iluminar! Esto sucede cuando no ponemos al servicio de la fe la plenitud de nuestros conocimientos y de nuestro amor. ¡Cuán antinatural resulta el repliegue egoísta sobre nosotros mismos, reduciendo nuestra vida al marco de nuestros intereses personales! ¡Vivir bajo la cama! Ridícula y trágicamente inmóviles: “ausentes” del espíritu.

El Evangelio —todo lo contrario— es un santo arrebato de Amor apasionado que quiere comunicarse, que necesita “decirse”, que lleva en sí una exigencia de crecimiento personal, de madurez interior, y de servicio a los otros. «Si dices: ¡Basta!, estás muerto», dice san Agustín. Y san Josemaría: «Señor: que tenga peso y medida en todo..., menos en el Amor».

«‘Quien tenga oídos para oír, que oiga’. Les decía también: ‘Atended a lo que escucháis’» (Mc 4,23-24). Pero, ¿qué quiere decir escuchar?; ¿qué hemos de escuchar? Es la gran pregunta que nos hemos de hacer. Es el acto de sinceridad hacia Dios que nos exige saber realmente qué queremos hacer. Y para saberlo hay que escuchar: es necesario estar atento a las insinuaciones de Dios. Hay que introducirse en el diálogo con Él. Y la conversación pone fin a las “matemáticas de la medida”: «Con la medida con que midáis, se os medirá y aun con creces. Porque al que tiene se le dará, y al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará» (Mc 4,24-25). Los intereses acumulados de Dios nuestro Señor son imprevisibles y extraordinarios. Ésta es una manera de excitar nuestra generosidad.

Sólo el loco puede ser cristiano? Quien vive el evangelio radicalmente no pactará con el mundo

Hablar con Zanussi es hablar con un veterano conocedor de la cultura y del cine  de ambas Europas, la oriental y la occidental

«¿Sólo el loco puede ser cristiano? Quien vive el evangelio radicalmente no pactará con el mundo»

Hablar con Zanussi es hablar con un veterano conocedor de la cultura y del cine  de ambas Europas, la oriental y la occidental 

A los 80 años, Krzysztof Zanussi es una institución del cine europeo, con más de 30 películas a sus espaldas. En España la más conocida es la biografía sobre Juan Pablo II que filmó en 1981 ("De un país lejano"), porque se ha emitido varias veces por televisión. Pero en los festivales de cine de toda Europa ha estado presente o como jurado o como director. Se le puede entrevistar en inglés, en italiano, en español, en ruso, ha sido profesor de cine en varios países y conoce Europa y su cine desde sus "dos pulmones". Además, es un católico militante y sin timideces.

Ahora llega a España su película Éter, que se estrena el 31 de enero. En ReL la reseñamos aquí con detalle. Es una película "con truco", los últimos 10 minutos lo cambian todo, tiene sorpresa final. Y eso hace difícil poder hablar de ella sin desvelar secretos. Zanussi la describió así: "trata de alguien que usa anestesia antigua -éter y cloroformo- pero la idea de fondo es poseer a otras personas, quitarles libertad, hacerlas completamente sometidas".

La película es arriesgada: el protagonista en realidad es mala persona, las personas que le rodean son cínicos, y eso no enamora al espectador. Pero al final se levanta un velo y todo adquiere otra luz. Es atrevida, es muy contracultural (en el sentido cristiano en que hay que ser contracultural). Y él aprovecha para criticar el cine conformista.

- Señor Zanussi, hace 10 años usted nos decía que los festivales europeos estaban controlados por personas de extrema izquierda que bloqueaban las películas que no les gustan. ¿Sigue siendo así?

- Pues sí, sigue igual. Pero además, ahora hay un conformismo, un miedo a lo nuevo, lo distinto. Por ejemplo, a Cannes llegan 2.000 propuestas, y los seleccionadores tienen miedo de seleccionar algo que disguste a sus superiores. Así que buscan películas parecidas a las que ganaron en ediciones anteriores. Y los cineastas se amoldan a eso. Y al final se crea una inercia que provoca que las películas originales no sean premiadas. Ese miedo es un signo de la debilidad de nuestra cultura. Ya Ortega y Gasset lo decía en La Rebelión de las Masas: todos tienen miedo a ser originales. Me parece un error.

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- ¿Se está produciendo en Europa Oriental buen cine, con valores, que no llega a España?

- Sin duda. Pienso, por ejemplo, que en España no se conocen las películas de Andrei Zviáguintsev, premiado en Venecia, en Cannes... Hay una especie de canon ideológico, y si no lo confirmas...

- Han pasado 30 años de la Caída del Muro. ¿Está dando Europa Oriental los frutos de cultura que Dios le pide?

- Mmm... el término "Europa Oriental" en Polonia no nos gusta mucho. En 1989, cuando aún no había caído el muro de Berlín pero ya hubo elecciones libres en Polonia, el nuevo gobierno me envió a Estrasburgo y el ministro de Exteriores nos dijo: "Si alguien usa la expresión 'Europa Oriental', protestad, eso es vocabulario de la Conferencia de Yalta, cuando Stalin y los aliados se repartieron Europa". Para mí, Europa Oriental se refiere a los países ortodoxos, de cultura bizantina.

- Bueno, pero hay una Europa postcomunista, ¿no? Eso unirá mucho.

- La verdad es que en los países bajo el comunismo durante años idealizábamos la democracia liberal, de mercado libre. Y ahora estamos ahí y vemos que, aunque hemos mejorado, los problemas continúan. En el fondo, el problema es que las democracias occidentales se están infantilizando.

»El populismo que vemos, sea de izquierdas o de derechas, en Grecia, en Polonia, en cualquier país, es fruto del infantilismo. La sociedad occidental no quiere ser madura. La vida es compleja, hay muchas cosas que resolver. Y resolverlas necesita algo muy adulto: capacidad de sacrificio. Y desde Churchill y De Gaulle, desde la guerra mundial, ningún político en Occidente se atreve a hablar de sacrificios. Sin sacrificios no mejoraremos la cuestión ecológica, ni ayudaremos a África. Se están moviendo en África y Asia poblaciones enteras, masas, como en la época de las migraciones de eslavos y germanos desde las estepas hace 1600 años.

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- Pero hace 1000 años, al bautizarse el rey húngaro San Esteban, por ejemplo, todo el pueblo húngaro quedó incorporado a Europa, a la Cristiandad. ¿Qué tenemos hoy para incorporar pueblos enteros?

- Es que en esa época los eslavos y otros pueblos aceptaron los valores occidentales, cristianos, con pasión. Por ejemplo, la idea de que los pueblos cristianos no deberían guerrear entre ellos, aunque luego se vio que era difícil de aplicar. En cualquier caso, para incorporar o ayudar a todos esos pobres de África o Asia habrá que sacrificar algo. Y hay que ser maduro para aceptarlo.

- 'Éter' habla de un médico que hace experimentos ilícitos en los años previos a la Primera Guerra Mundial. ¿Otros cineastas no lo habrían ambientado en la época nazi?

- El nazismo fue un fruto del fracaso del llamado "siglo de la Luz"; la industrialización y el crecimiento material del siglo XIX se acompañó de un vacío espiritual. Antes de la Primera Guerra Mundial había un falso espejismo de felicidad. La guerra demostró que las respuestas materialistas del siglo XIX no funcionaban. Es verdad que hoy vivimos más años que antes, y que tenemos móviles, etc... pero, como dicen los demagogos, ¿quién quiere morir por un iPod? En realidad, la pregunta es: ¿hay valores por los que vale la pena morir?

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Éter: el doctor quiere control (sobre los demás) y libertad (para él), para realizar sus experimentos

- ¿Se le ha quejado algún teólogo por las cosas que vemos en 'Éter'?

- No, ninguno. En cambio, es interesante lo que sucedió cuando se pasó la película en la India, en Bangalore, que es como el Silicon Valley hindú. Dos veces el público me dijo que les resultaba muy difícil aceptar la idea de misericordia. Ellos, en India, funcionan con un automatismo: si alguien sufre, es que algo habrá hecho, estará pagando un mal que hizo, quizá en otra vida. La idea cristiana de que rezando podemos influir en la justicia es extremamente optimista, me decían. Eso les asombraba.

- Si uno lo piensa, la comunión de los santos es importante en esta película...

- Antes, cuando la física era sólo newtoniana, todo estaba muy medido. Pero desde Niels Bohr y Einstein en la física se han abierto puertas a lo misterioso.

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Zanussi, durante el rodaje de Éter, sentado entre dos actores ataviados como militares austro-húngaros previos a la Primera Guerra Mundial

- La película usa mucho la música del Parsifal de Richard Wagner. ¿Es para hacer pensar en los nazis?

- Ellos se apropiaron de Wagner pero no es culpa de Wagner. Es parte de esa crisis moral previa a la Primera Guerra Mundial, ya con Nietzsche.

- ¿Tiene que ver con Perceval, el caballero inocente que encuentra el Grial?

- Tenemos en la película un personaje muy inocente, muy generoso, Taras, el muchacho ucraniano. Por cierto, los coproductores ucranianos me dijeron que siendo un chico casi santo, no debería aparecer con uniforme militar en las trincheras. 'Un santo no puede llevar uniforme', me decían. Va por la tradición oriental de los yurodivye, los 'locos de Dios'. ¿Sólo el loco puede ser cristiano? Quien vive el evangelio radicalmente no puede pactar con el mundo.

- En la película hay mucho mal visible, pero durante mucho tiempo el bien parece invisible

- La tentación del mal es omnipresente. El consumismo nos dice que no existe la tentación, que nuestra naturaleza es aceptarlo todo y consumir. Por supuesto, eso conduce a la catástrofe. La película da testimonio de que el mal, a escondidas, puede hacerse muy fuerte en la sociedad, por desgracia.


Fuente: Religión en Libertad

miércoles, 29 de enero de 2020

Santo Evangelio 29 de Enero 2020



Día litúrgico: Miércoles III del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Mc 4,1-20): En aquel tiempo, Jesús se puso otra vez a enseñar a orillas del mar. Y se reunió tanta gente junto a Él que hubo de subir a una barca y, ya en el mar, se sentó; toda la gente estaba en tierra a la orilla del mar. Les enseñaba muchas cosas por medio de parábolas. Les decía en su instrucción: «Escuchad. Una vez salió un sembrador a sembrar. Y sucedió que, al sembrar, una parte cayó a lo largo del camino; vinieron las aves y se la comieron. Otra parte cayó en terreno pedregoso, donde no tenía mucha tierra, y brotó enseguida por no tener hondura de tierra; pero cuando salió el sol se agostó y, por no tener raíz, se secó. Otra parte cayó entre abrojos; crecieron los abrojos y la ahogaron, y no dio fruto. Otras partes cayeron en tierra buena y, creciendo y desarrollándose, dieron fruto; unas produjeron treinta, otras sesenta, otras ciento». Y decía: «Quien tenga oídos para oír, que oiga».

Cuando quedó a solas, los que le seguían a una con los Doce le preguntaban sobre las parábolas. El les dijo: «A vosotros se os ha dado comprender el misterio del Reino de Dios, pero a los que están fuera todo se les presenta en parábolas, para que por mucho que miren no vean, por mucho que oigan no entiendan, no sea que se conviertan y se les perdone».

Y les dice: «¿No entendéis esta parábola? ¿Cómo, entonces, comprenderéis todas las parábolas? El sembrador siembra la Palabra. Los que están a lo largo del camino donde se siembra la Palabra son aquellos que, en cuanto la oyen, viene Satanás y se lleva la Palabra sembrada en ellos. De igual modo, los sembrados en terreno pedregoso son los que, al oír la Palabra, al punto la reciben con alegría, pero no tienen raíz en sí mismos, sino que son inconstantes; y en cuanto se presenta una tribulación o persecución por causa de la Palabra, sucumben enseguida. Y otros son los sembrados entre los abrojos; son los que han oído la Palabra, pero las preocupaciones del mundo, la seducción de las riquezas y las demás concupiscencias les invaden y ahogan la Palabra, y queda sin fruto. Y los sembrados en tierra buena son aquellos que oyen la Palabra, la acogen y dan fruto, unos treinta, otros sesenta, otros ciento».


«El sembrador siembra la Palabra»

Rev. D. Antoni CAROL i Hostench
(Sant Cugat del Vallès, Barcelona, España)

Hoy escuchamos de labios del Señor la “Parábola del sembrador”. La escena es totalmente actual. El Señor no deja de “sembrar”. También en nuestros días es una multitud la que escucha a Jesús por boca de su Vicario —el Papa—, de sus ministros y... de sus fieles laicos: a todos los bautizados Cristo nos ha otorgado una participación en su misión sacerdotal. Hay “hambre” de Jesús. Nunca como ahora la Iglesia había sido tan católica, ya que bajo sus “alas” cobija hombres y mujeres de los cinco continentes y de todas las razas. Él nos envió al mundo entero (cf. Mc 16,15) y, a pesar de las sombras del panorama, se ha hecho realidad el mandato apostólico de Jesucristo.

El mar, la barca y las playas son substituidos por estadios, pantallas y modernos medios de comunicación y de transporte. Pero Jesús es hoy el mismo de ayer. Tampoco ha cambiado el hombre y su necesidad de enseñanza para poder amar. También hoy hay quien —por gracia y gratuita elección divina: ¡es un misterio!— recibe y entiende más directamente la Palabra. Como también hay muchas almas que necesitan una explicación más descriptiva y más pausada de la Revelación.

En todo caso, a unos y otros, Dios nos pide frutos de santidad. El Espíritu Santo nos ayuda a ello, pero no prescinde de nuestra colaboración. En primer lugar, es necesaria la diligencia. Si uno responde a medias, es decir, si se mantiene en la “frontera” del camino sin entrar plenamente en él, será víctima fácil de Satanás.

Segundo, la constancia en la oración —el diálogo—, para profundizar en el conocimiento y amor a Jesucristo: «¿Santo sin oración...? —No creo en esa santidad» (San Josemaría).

Finalmente, el espíritu de pobreza y desprendimiento evitará que nos “ahoguemos” por el camino. Las cosas claras: «Nadie puede servir a dos señores...» (Mt 6,24).

Antonino era blasfemo, promiscuo e infiel, pero aceptó ir a Medjugorje con su esposa… y todo cambió

Antonino Cuoma explica cómo confesarse en Medjugorje transformó su vida

Antonino era blasfemo, promiscuo e infiel, pero aceptó ir a Medjugorje con su esposa… y todo cambió

Antonino Cuoma explica cómo confesarse en Medjugorje transformó su vida

El digital Portaluz recoge en español el testimonio de Antonino Cuomo, un italiano que llevaba una doble vida familiar, que odiaba a la Iglesia y a la fe… hasta que María lo transformó asombrosamente.

Una doble vida

Desde fuera parecía un hombre correcto, casado, joven padre de dos hijos. Pero engañaba a su esposa acostándose con otras mujeres y de hecho, ya lo venía haciendo desde antes de casarse. Incluso algunas de sus amantes estuvieron presentes el día del matrimonio. “Me propuse encontrar una buena chica a la que amar y, al mismo tiempo, llevar una vida paralela, entregado a la transgresión, para satisfacer mis instintos animales. Estaba bien con mi esposa e hijos, pero no era suficiente para mí”, confirma el propio Antonino en algunas entrevistas que ha concedido.

No recordaba haberse confesado o haber rezado. Había estado apegado a las drogas, al alcohol y la lujuria, y sentía, dice, un rechazo visceral hacia la Iglesia, los sacerdotes, la propia Virgen María. “Honestamente no sé la razón, creo que todo fue una consecuencia de la forma en que estaba llevando mi vida y probablemente el diablo tuvo algo que ver en ello”, se plantea hoy.

A veces miraba a sus hijos y sentía surgir cierto remordimiento, pero enseguida lo disipaba.

Cuando dejó embarazada a alguna de sus parejas, le dijo que abortara. En cierto momento dejó a su mujer, su hogar y sus hijos y se fue a vivir con una de sus amantes. De vez en cuando visitaba a sus hijos y se decía a sí mismo que era un buen padre.

La esposa ora y ayuna por su conversión

La esposa de Antonino no era una mujer que acudiera a la Iglesia, pero se rompió emocionalmente. Oyó hablar de Medjugorje, en Bosnia, donde se dice que la Virgen se aparece a unos videntes y donde Ella concede gracias y cambia vidas. La esposa abandonada decidió ir a Medjugorje a pedir ayuda a la Virgen.

La mujer volvió de allí transformada y renovada, entregada a Dios. Empezó a leer la Biblia, a confesarse con regularidad e incluso iba dos veces al día a misa: una por ella, otra por su esposo. Se volcó en rezar numerosos rosarios diarios y en ayunar, pidiendo por la conversión de su esposo.

Un sueño oscuro pero revelador

Un día Antonino Cuomo tuvo un sueño. Recuerda haberse visto en un charco de sudor y a los pies de la cama había una figura negra e imponente con ojos rojos mirándole fijamente. Fue el momento más aterrador de su vida, dice. “Por la vida que llevé puedo decir que fui siervo del diablo, viví en adulterio, puse la impureza en primer lugar, aconsejé abortos, blasfemé todos los días, especialmente contra la Virgen María. Era siervo del maligno”, afirma Antonino hoy.

Más adelante tuvo otro sueño especial: en él, veía a su hija rogándole que volviese al hogar. Tras esto, aceptó la invitación de su esposa de pasar unos días con ellos (también con los niños) visitando Medjugorje.

Medjugorje: llegó blasfemando, pero…

“Cuando llegué a Medjugorje, el primer día que entré en la iglesia estaban rezando el rosario y recuerdo que blasfemando abandoné inmediatamente la iglesia. Empecé a fumar, me sentía sofocado por esa oración”, confidencia.

Se sentía enfadado. Tan solo mirar a su esposa ya lo irritaba, recuerda. Además, le molestaba ver que ella parecía estar en paz y “transmitía una luz de amor muy fuerte”, afirma. Antonino esos días sentía algo agitarse en su interior. Tenía pensamientos suicidas. Y lloraba sin poder contenerse.

Esta crisis espiritual tocó fondo cuando un día, al ver rezar a su esposa, comenzó a blasfemar sin control e incluso le escupió.

Y después de esa escena, se quebró. Dio un paso que lo cambió todo: acudió a confesarse.

Confesión, y una niña especial

“Me desahogué con el sacerdote y al salir del confesionario comenzó mi verdadera peregrinación. Ya no sentía la rabia de estar en ese lugar, y ya no tenía el rechazo de las imágenes sagradas o de las oraciones. Poco después estando con el Padre Jozo, comenzó a recitar oraciones y mirando la imagen de la Virgen nos hizo consagrar a todos. Durante la Consagración lloré y a mi manera me consagré a la Virgen“, recuerda Antonino.

“Antes del último día de la peregrinación me confesé de nuevo, confesando sinceramente todos los pecados que tenía dentro. El confesor me dio 10 rosarios para rezar como penitencia. Luego asistí a la Santa Misa, antes de salir, y en el momento del intercambio de paz, sentí que me tiraban por detrás de la camisa, me di la vuelta y vi que era una niña de unos 8 años y me dijo «Paz», dándome la mano. Antes de eso esa niña no estaba allí, me dio el signo de la paz sólo a mí, y luego regresó a su lugar cerca de la estatua de la Virgen, abrazó a su padre y sin esperar el final de la misa se fueron. Sé que gracias a la Virgen de Medjugorje, gracias a la Reina de la Paz, me salvé de una vida sin reglas y sin frenos, que me estaba llevando a la perdición”.


Fuente: Religión en Libertad

martes, 28 de enero de 2020

Santo Evangelio 28 de Enero 2020



Día litúrgico: Martes III del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Mc 3,31-35): En aquel tiempo, llegan la madre y los hermanos de Jesús, y quedándose fuera, le envían a llamar. Estaba mucha gente sentada a su alrededor. Le dicen: «¡Oye!, tu madre, tus hermanos y tus hermanas están fuera y te buscan». Él les responde: «¿Quién es mi madre y mis hermanos?». Y mirando en torno a los que estaban sentados en corro, a su alrededor, dice: «Éstos son mi madre y mis hermanos. Quien cumpla la voluntad de Dios, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre».


«Éstos son mi madre y mis hermanos. Quien cumpla la voluntad de Dios, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre»

Rev. D. Josep GASSÓ i Lécera
(Ripollet, Barcelona, España)

Hoy contemplamos a Jesús —en una escena muy concreta y, a la vez, comprometedora— rodeado por una multitud de gente del pueblo. Los familiares más próximos de Jesús han llegado desde Nazaret a Cafarnaum. Pero en vista de la cantidad de gente, permanecen fuera y lo mandan llamar. Le dicen: «¡Oye!, tu madre, tus hermanos y tus hermanas están fuera y te buscan» (Mc 3,31).

En la respuesta de Jesús, como veremos, no hay ningún motivo de rechazo hacia sus familiares. Jesús se había alejado de ellos para seguir la llamada divina y muestra ahora que también internamente ha renunciado a ellos: no por frialdad de sentimientos o por menosprecio de los vínculos familiares, sino porque pertenece completamente a Dios Padre. Jesucristo ha realizado personalmente en Él mismo aquello que justamente pide a sus discípulos.

En lugar de su familia de la tierra, Jesús ha escogido una familia espiritual. Echa una mirada sobre los hombres sentados a su alrededor y les dice: «Éstos son mi madre y mis hermanos. Quien cumpla la voluntad de Dios, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre» (Mc 3,34-35). San Marcos, en otros lugares de su Evangelio, refiere otras de esas miradas de Jesús a su alrededor.

¿Es que Jesús nos quiere decir que sólo son sus parientes los que escuchan con atención su palabra? ¡No! No son sus parientes aquellos que escuchan su palabra, sino aquellos que escuchan y cumplen la voluntad de Dios: éstos son su hermano, su hermana, su madre.

Lo que Jesús hace es una exhortación a aquellos que se encuentran allí sentados —y a todos— a entrar en comunión con Él mediante el cumplimiento de la voluntad divina. Pero, a la vez, vemos en sus palabras una alabanza a su madre, María, la siempre bienaventurada por haber creído.

En un retiro espiritual es fundamental el silencio.

En un retiro espiritual es fundamental el silencio. Foto: reportaje TF2.

¿Vas a hacer pronto un retiro? Ocho consejos de un sacerdote experto para que sea fructífero

En un retiro espiritual es fundamental el silencio. 

"Nadie que haya consagrado cinco días de vacaciones a ir a un retiro lo ha lamentado jamás. Todos dicen que ese sacrificio valió la pena" dice el padre Pierre Descouvemont. Tiene 92 años, es sacerdote desde 1950, consejero de los Equipos de Nuestra Señora del padre Henri Caffarel (1903-1996) y autor de diversas obras de espiritualidad, como Jaque al diablo o ¿Se puede creer en la Providencia? 

Buena parte de su experiencia de muchas décadas dirigiendo ejercicios y acompañando a laicos en su camino espiritual le han llevado a formular en Famille Chrétienne ocho sencillos consejos "para aprovechar mejor" esos momentos. 


El padre Descouvemont, en una intervención en la cadena católica KTO.

1. Si es posible, elige un lugar que te guste, pero no te sientas obligado a irte al fin del mundo; uno puede apartarse de todo y retirarse sin ir muy lejos.

2. Hazlo esencialmente para agradar a Dios. Es Él quien será el más feliz durante esos días que dedicas el tiempo a escucharle decir que te ama y lo mucho que valora tu amor. Será tanto más feliz si lo haces solo por Él. Así nunca te sentirás decepcionado, porque en caso de que te aburras durante el retiro, ¡Él estará en cualquier caso encantado de verte allí!

3. Si el predicador no te gusta, no dudes en ir a verle lo antes posible. Dile con sencillez las razones de tu disgusto: es muy probable que ese encuentro te reconcilie con su forma de ser.

4. No esperes sentir grandes arrebatos en tu oración. Puede que lleguen, pero no son necesarios. Lo esencial es adoptar o retomar el hábito de hablar a Dios con la simplicidad de un niño, y de tener la alegría de encontrar las actitudes fundamentales que debemos tener ante Él: confianza, abandono, alabanza, adoración, contrición, ofrenda, intercesión, etc.

5. Desde el comienzo del retiro, escribe en un papel grande (o mejor, en un cuaderno) todas las razones que tienes para dar gracias a Dios por los innumerables regalos que te ha hecho desde que naciste. Dedica a ello un tiempo amplio, y comprenderás mejor por qué en cada misa se te invita a cantar que es “justo y necesario” dar gracias “siempre y en todo lugar” a tu Creador y Padre.

6. Si tienes alguna gran preocupación, o un rencor que no consigues disipar, busca en tu Biblia los pasajes que te permitirán vivir de otra forma esas pruebas o esa tentación, iluminándolas con la Buena Nueva del Evangelio. Si es preciso, pide que alguien te ayude a hacer este descubrimiento y a vivirlo.

7. Aunque el retiro no tenga lugar en un completo silencio –lo que creo que sería ideal-, mantén el silencio lo más posible entre una charla y otra, aunque solo sea para recibir la sorpresa que el Señor quiere hacerte durante el camino. Llegará cuando no te la esperes: durante una homilía que en principio parecía banal, durante un paseo o durante una comida… ¡Espérala con confianza! ¡No te defraudará!

8. En tu última confesión al final del retiro, haz una resolución concreta que pondrás en práctica desde el día siguiente del retiro, en particular sobre el momento de oración personal que decidirás incluir en todas tus jornadas. Entonces tu retiro será una etapa importante en tu camino hacia la santidad. ¡Y tus amigos tendrán ganas de hacer uno también!

Traducción de Carmelo López-Arias.

Fuente: Religión en Libertad

lunes, 27 de enero de 2020

Santo Evangelio 27 de Enero 2020



Día litúrgico: Lunes III del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Mc 3,22-30): En aquel tiempo, los escribas que habían bajado de Jerusalén decían: «Está poseído por Beelzebul» y «por el príncipe de los demonios expulsa los demonios». Entonces Jesús, llamándoles junto a sí, les decía en parábolas: «¿Cómo puede Satanás expulsar a Satanás? Si un reino está dividido contra sí mismo, ese reino no puede subsistir. Si una casa está dividida contra sí misma, esa casa no podrá subsistir. Y si Satanás se ha alzado contra sí mismo y está dividido, no puede subsistir, pues ha llegado su fin. Pero nadie puede entrar en la casa del fuerte y saquear su ajuar, si no ata primero al fuerte; entonces podrá saquear su casa. Yo os aseguro que se perdonará todo a los hijos de los hombres, los pecados y las blasfemias, por muchas que éstas sean. Pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo, no tendrá perdón nunca, antes bien, será reo de pecado eterno». Es que decían: «Está poseído por un espíritu inmundo».


«El que blasfeme contra el Espíritu Santo, no tendrá perdón nunca»

Rev. D. Vicenç GUINOT i Gómez
(Sant Feliu de Llobregat, España)

Hoy, al leer el Evangelio del día, uno no sale de su asombro —“alucina”, como se dice en el lenguaje de la calle—. «Los escribas que habían bajado de Jerusalén» ven la compasión de Jesús por las gentes y su poder que obra en favor de los oprimidos, y —a pesar de todo— le dicen que «está poseído por Beelzebul» y «por el príncipe de los demonios expulsa los demonios» (Mc 3,22). Realmente uno queda sorprendido de hasta dónde pueden llegar la ceguera y la malicia humanas, en este caso de unos letrados. Tienen delante la Bondad en persona, Jesús, el humilde de corazón, el único Inocente y no se enteran. Se supone que ellos son los entendidos, los que conocen las cosas de Dios para ayudar al pueblo, y resulta que no sólo no lo reconocen sino que lo acusan de diabólico.

Con este panorama es como para darse media vuelta y decir: «¡Ahí os quedáis!». Pero el Señor sufre con paciencia ese juicio temerario sobre su persona. Como ha afirmado San Juan Pablo II, Él «es un testimonio insuperable de amor paciente y de humilde mansedumbre». Su condescendencia sin límites le lleva, incluso, a tratar de remover sus corazones argumentándoles con parábolas y consideraciones razonables. Aunque, al final, advierte con su autoridad divina que esa cerrazón de corazón, que es rebeldía ante el Espíritu Santo, quedará sin perdón (cf. Mc 3,29). Y no porque Dios no quiera perdonar, sino porque para ser perdonado, primero, uno ha de reconocer su pecado.

Como anunció el Maestro, es larga la lista de discípulos que también han sufrido la incomprensión cuando obraban con toda la buena intención. Pensemos, por ejemplo, en santa Teresa de Jesús cuando intentaba llevar a más perfección a sus hermanas.

No nos extrañe, por tanto, si en nuestro caminar aparecen esas contradicciones. Serán indicio de que vamos por buen camino. Recemos por esas personas y pidamos al Señor que nos dé aguante.

Despedido de su periódico por insistir en que solo hay dos sexos y defender el pin parental

Jon Caldara es un activista libertario y se niega a utilizar el lenguaje políticamente correcto.

Despedido de su periódico por insistir en que solo hay dos sexos y defender el pin parental

Jon Caldara es un activista libertario y se niega a utilizar el lenguaje políticamente correcto.

Jon Caldara es el actual presidente del Independence Institute, un think tank libertario fundado en 1985 en Colorado (Estados Unidos). Y era, hasta hace una semana y desde 2016, uno de los columnistas estrella del Denver Post.

Pero ha sido despedido a raíz de la crónica que escribió el 18 de enero denunciando la falta de transparencia de los demócratas en el ámbito educativo, en el que están sometidos a la agenda LGTB. Y Caldara defendía una propuesta republicana muy similar a la que en España se ha denominado"pin parental": la obligación del colegio de informar a los padres de los contenidos, materiales y personal de las actividades extracurriculares impartidas en horario lectivo, y de solicitar su autorización.

"Los demócratas no quieren transparencia educativa cuando se trata de convencer a tu hijo de que existen más de dos sexos, incluso contra tu voluntad", afirmaba Caldara. En efecto, el año anterior aprobaron una ley "orwelliana" que, "en la línea del estilo contrario a la libertad de expresión que ahora ha hecho suyo la izquierda, prohíbe toda discusión en la que se utilicen 'estereotipos de género' o cualquier expresión que la nueva oficina de vigilancia formada por activistas LGBT considere 'estigmatizante'". Y "por si no te habías dado cuenta", añade, "casi todo resulta estigmatizante para los perpetuamente ofendidos, dispuestos a saltar a la mínima".

"No es sorprendente que algunos padres quieran retirar a sus hijos de esas sesiones escolares de 'comprensión de la sexualidad humana'", algunas de las cuales generaron polémica el año pasado: desde los ositos transgénero aleccionando a los niños sobre cómo utilizar los pronombres adecuados, a Coro de la Comunidad Trans interpretando para los alumnos una canción sobre un cuervo transgénero.

Para facultar a los padres a conocer con anticipación y, en su caso, excluir a sus hijos de ese adoctrinamiento, los republicanos introdujeron una proposición de ley pidiendo "solo un poquito de transparencia para ayudar a los padres a tomar una decisión informada... La ley exige al colegio enviar un e-mail a los padres informándoles de cuándo tendrá lugar la sesión y facilitándoles el contenido y los materiales para que los examinen antes de tomar una decisión. Eso es todo. Simple transparencia para informar y empoderar a los padres".

Caldara denunciaba que ese proyecto de ley iba a ser fulminado por la mayoría demócrata, "lo que te hace preguntarte lo orgulloso que está el poder legislativo de sus nuevas órdenes progresistas, que tiene que ocultárselas a los padres manteniéndolas en la oscuridad".

Tras escibir esta crónica, Caldara fue despedido por considerarse su lenguaje "demasiado insensible". Y "sí, lo es", reconoce el periodista al explicarlo en su perfil de Facebook, porque él no utiliza "el lenguaje al que hoy obligan los medios, arrastrados por las políticas victimocéntricas y de identidad". Se niega a empezar la orwelliana neolengua "ordenada por los perpetuamente ofendidos".

Caldara hace una denuncia muy precisa: "Si los conservadores y los libertarios quieren tener voz en los medios sistémicos [mainstream], tiene que utilizar el lenguaje de sus oponentes ideológicos. Es decir, no pueden tener su propia voz".


Tabaco, armas y cerveza: autoparodia políticamente incorrecta de Jon Caldara.

Es este atentado a la libertad de expresión el que el Jon no está dispuesto a aceptar. Y eso que, como la mayoría de los libertarios, está a favor del matrimonio entre personas del mismo sexo y de los llamados "derechos" de las personas transgénero. Pero "obligarnos a utilizar pronombres inapropiados, forzarnos a enseñar a nuestros hijos que hay más de dos sexos, o a no llamar 'hombre vestido de mujer' a un hombre vestido de mujer, viola nuestra libertad de expresión".

Dicho de otra forma: "Tú no puedes elegir mis palabras". Sin embargo, la realidad es que "nuestras palabras las decide ahora la prensa, y las palabras que usan nuestros hijos les son impuestas en la escuela"

"Hubo un tiempo", lamenta, "en el que los progresistas en la prensa luchaban duro para proteger la libertad de expresión. Ahora luchan duro para ordenar a los demás cómo hay que hablar, por si alguien puede ofenderse o ver sus sentimientos heridos".

Y concluye: "Creo que la razón por lo que mucha gente desconfía de las noticias de los medios es por su carencia de diversidad intelectual... La asfixia de las voces conservadoras y libertarias ha hecho crecer el hastío hacia lo políticamente correcto hasta el punto de que alguien que habla tan vilmente como Donald Trump se convierta en presidente. Y es por lo que creo que será reelegido. Gracias, medios. Vuestra intolerancia le ha creado".

Fuente: Religión en Libertad

domingo, 26 de enero de 2020

Santo Evangelio 26 de Enero 2020



Día litúrgico: Domingo III (A) del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Mt 4,12-23): Cuando oyó que Juan había sido entregado, se retiró a Galilea. Y dejando Nazaret, vino a residir en Cafarnaúm junto al mar, en el término de Zabulón y Neftalí; para que se cumpliera el oráculo del profeta Isaías: «¡Tierra de Zabulón, tierra de Neftalí, camino del mar, allende el Jordán, Galilea de los gentiles! El pueblo que habitaba en tinieblas ha visto una gran luz; a los que habitaban en paraje de sombras de muerte una luz les ha amanecido». Desde entonces comenzó Jesús a predicar y decir: «Convertíos, porque el Reino de los Cielos ha llegado».

Caminando por la ribera del mar de Galilea vio a dos hermanos, Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés, echando la red en el mar, pues eran pescadores, y les dice: «Venid conmigo, y os haré pescadores de hombres». Y ellos al instante, dejando las redes, le siguieron. Caminando adelante, vio a otros dos hermanos, Santiago el de Zebedeo y su hermano Juan, que estaban en la barca con su padre Zebedeo arreglando sus redes; y los llamó. Y ellos al instante, dejando la barca y a su padre, le siguieron. Recorría Jesús toda Galilea, enseñando en sus sinagogas, proclamando la Buena Nueva del Reino y curando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo.


«Recorría Jesús toda Galilea»

Rev. D. Josep RIBOT i Margarit
(Tarragona, España)

Hoy, Jesús nos da una lección de “santa prudencia”, perfectamente compatible con la audacia y la valentía. En efecto, Él —que no teme proclamar la verdad— decide retirarse, al conocer que —tal como ya habían hecho con Juan Bautista— sus enemigos quieren matarlo a Él: «Sal y vete de aquí, porque Herodes quiere matarte» (Lc 13,31). —Si a quien pasó haciendo el bien, sus detractores intentaron dañarle, no te extrañe que también tú sufras persecuciones, como nos anunció el Señor.

«Cuando oyó que Juan había sido entregado, se retiró a Galilea» (Mt 4,12). Sería imprudente desafiar los peligros sin un motivo proporcionado. Solamente en la oración discernimos cuándo el silencio o inactividad —dejar pasar el tiempo— son síntomas de sabiduría, o de cobardía y falta de fortaleza. La paciencia, ciencia de la paz, ayuda a decidir con serenidad en los momentos difíciles, si no perdemos la visión sobrenatural.

«Recorría Jesús toda Galilea, enseñando en sus sinagogas, proclamando la Buena Nueva del Reino y curando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo» (Mt 4,23). Ni las amenazas, ni el miedo al qué dirán o las posibles críticas pueden retraernos de hacer el bien. Quienes estamos llamados a ser sal y luz, operadores del bien y de la verdad, no podemos ceder ante el chantaje de la amenaza, que tantas veces no pasará de ser un peligro hipotético o meramente verbal.

Decididos, audaces, sin buscar excusas para postergar la acción apostólica para “después”. Dicen que «el “después” es el adverbio de los vencidos». Por eso, san Josemaría recomendaba «una receta eficaz para tu espíritu apostólico: planes concretos, no de sábado a sábado, sino de hoy a mañana (...)».

Cumplir la voluntad de Dios, ser justos en cualquier ambiente, y seguir el dictamen de la conciencia bien formada exige una fortaleza que hemos de pedir para todos, porque el peligro de la cobardía es grande. Pidamos a nuestra Madre del Cielo que nos ayude a cumplir siempre y en todo la voluntad de Dios, imitando su fortaleza al pie de la Cruz.

Don Tiso: uno de los 130 sacerdotes mártires de los comunistas italianos en dos años de postguerra

Don Tiso, junto con un grupo de niñas de Primera Comunión.

Don Tiso: uno de los 130 sacerdotes mártires de los comunistas italianos en dos años de postguerra

Don Tiso, junto con un grupo de niñas de Primera Comunión.

En la pugna por hacerse con el poder en los primeros meses tras la Segunda Guerra Mundial, los comunistas italianos asesinaron a 130 sacerdotes. Un plan sistemático de eliminación de adversarios, similar a los aplicados en la Unión Soviética en 1917 o en España en 1936, que no incluyó solo a eclesiásticos, pero en el que estuvo muy presente el odium fidei [odio a la fe] característico del martirio. Solo él explica la muerte cruel, por ejemplo, de un seminarista de 14 años, Rolando Rivi, el llamado "mártir de la sotana", beatificado por Francisco en 2013. Solo en las últimas décadas, a raíz de la denuncia en 1990 del comunista Otello Montanari, esa historia criminal está saliendo a la luz, incluso con alguna película que la izquierda intentó boicotear, como La sangre de los vencidos (2008) o El secreto de Italia (2015).

Recientemente ha sido recordada la historia de uno de esos sacerdotes, Don Tiso Galletti. Fue asesinado delante de su hermano, sepultado en el fango y olvidado en un municipio de Imola. La Justicia reconoció que si no hubiera sido sacerdote, los partisanos nunca le habrían asesinado. Un mártir que hay que proclamar, como reclama Andrea Zambrano en Il Timone:

Don Tiso, un mártir redescubierto

Una "estampita" fechada 1975 conmemora a tres sacerdotes asesinados, con la guerra ya acabada, en los campos cerca de Conselice, en la diócesis de Imola. El texto dice: "Pastores desaparecidos trágicamente". Alguien, muchos años después, añadió a mano, corrigiendo el texto y concretando: "Asesinados". Fue el destino común de muchos pastores asesinados por los partisanos rojos en el Triángulo de la muerte entre 1944 y 1946, destino que ha atravesado la historia de la Guerra civil italiana. También la Iglesia tuvo que lidiar con esta cortina de humo y dulcificar, a menudo, el recuerdo de estos mártires definiéndolos "muertos en circunstancias trágicas"; la realidad, en cambio, es que no sólo las memorias, sino también las sentencias de los tribunales de los años 50 afirmaron la naturaleza asesina de estas muertes.

Un mártir olvidado

Don Tiso Galletti es uno de esos sacerdotes, y su naturaleza de mártir ha sido sacada del olvido y del silencio gracias a la enorme obra de reconciliación deseada por el obispo de Imola, Tommaso Ghirelli [2002-2019], que ha apoyado la recuperación de esas historias antiguas para que puedan resplandecer por lo que son: historias de martirio. Tras la primera fase de olvido, común a todos los sacerdotes asesinado por los gapistas [Gruppi di Azione Patriottica] comunistas, grupos incontrolados y orquestados por un Partido Comunista Italiano (PCI) que ya no era clandestino, se pasó, en los años 80 y 90, a la recuperación de un tímida memoria que permitiera, por lo menos, llamar a las cosas con su nombre: asesinados. Ahora, con la muerte de los últimos testigos de esa terrible época, se puede iniciar la tercera fase, la del reconocimiento del odium fidei, para que se pueda reconocer el martirio por odio a la fe de estos sacerdotes, que por el momento sólo se ha concedido, en Italia, al beato Rolando Rivi, mientras que en España y en México a innumerables sacerdotes asesinados en la Guerra Civil.


En Imola se ha publicado un texto precioso, Don Tiso Galletti, vita e morte di un parroco di Spazzate Sassatelli in Diocesi di Imola, escrito por Andrea Ferri, subdirector del Archivo diocesano y director del semanario diocesano. Ferri nos descubre a un auténtico mártir de la fe gracias a la reconstrucción que hace de toda su vida, pero también gracias a la publicación de los documentos procesales, la naturaleza criminal de su muerte y el largo recorrido de reconocimiento de su martirio por parte de la comunidad civil de la zona.

Asesinado delante de la casa parroquial

Don Tiso fue asesinado delante de la casa parroquial de Spazzate Sassateli, municipio de Imola, el 9 de mayo de 1945. La guerra había concluido unas semanas antes, pero el clima que se respiraba en la región de Romaña era atroz. El PCI, que había salido de la clandestinidad, organizó los Grupos de Vigilancia Democrática con el fin de llevar a cabo venganzas privadas y arreglos de cuentas ante la inminente revolución bolchevique. Lo hizo utilizando las estructuras y el equipamiento que habían quedado en desuso tras la guerra partisana: armas no entregadas y gapistas que seguían adelante con su guerra personal. Esa noche fueron asesinadas otras tres personas. Una motocicleta de la muerte daba vueltas sin que nadie la molestase; se detenía ante la persona elegida, sacaba un listado mecanografiado con el nombre y la dirección de la víctima y la mataban a balazos. Don Tiso fue asesinado delante de su hermano y su cuñada. Y el modo de matarle fue igual al utilizado un año más tarde con don Umberto Pessina, en Correggio, último mártir de una estela infinita de sacerdotes asesinados.


Sólo unos pocos familiares lloraron su muerte. El cuerpo permaneció en su casa, oculto, y durante el funeral pareció que hubiera sonado el toque de queda en el pueblo: nadie se presentó a las exequias.

Ferri, en el libro, relata la omertà y las tergiversaciones que siguieron a este delito, las investigaciones insuficientes de los carabinieri, el muro de calumnias según el cual -otro hecho constante que se repetirá con otros consagrados- los sacerdotes eran, en realidad, espías fascistas.

Las calumnias y el honor

Al cabo de pocos años, la memoria de don Tiso estaba totalmente enfangada y su recuerdo era nulo. Fue entonces cuando su tía, que lo había criado tras la muerte de sus padres, tomó la decisión de dirigirse a la jefatura de la policía porque estaba harta de las voces sobre su sobrino.

Se iniciaron las investigaciones; algo, en realidad, nada difícil puesto que se sabía quienes habían sido los asesinos, muchachos de la zona, gapistas protegidos por el PCI. Luego, un juicio rápido, confirmado en los Tribunales de Apelación y Casación respectivamente, con la condena de los tres asesinos. Y, junto con la condena, la amnistía de Togliatti: los asesinos no pasaron ni un sólo día en la cárcel, y se trasladaron a otro lugar para cambiar de aires. A mediados de los años 50, concluido el proceso, los reflectores se apagaron definitivamente sobre Don Tiso.


En primer término, Palmiro Togliatti, ciudadano soviético desde 1930, secretario general del Partido Comunista Italiano durante dos periodos y hasta su muerte (1926-1934 y 1938-1964). Fue ministro de Justicia entre 1945 y 1946 en el gobierno del democristiano Alcide De Gasperi (en la foto, en segundo plano).

Su recuerdo se convierte en una cosa casi exclusivamente privada y, como hemos visto por la estampita impresa en ocasión del treinta aniversario de su muerte, la verdad es minimizada. Hasta que, a mediados de los años 2000, con el proyecto de Memoria condivisa [Memoria compartida], el obispo fomenta la recuperación de estas historias. Ferri buscó las actas procesales, y los encontró justamente en el único sitio en el que no pensaba que estarían: "Casi por una némesis histórica", explica a Il Timone, "encontré en el Instituto Histórico Parri  el fondo que el abogado defensor de esos partisanos había dejado como legado. Y, entre la gran mole de documentos, estaban también las actas procesales de ese delito. Tengo que decir que me los entregaron sin ninguna dificultad".

"Asesinado porque era sacerdote"

¿Qué dice la sentencia que condenó a los asesinos?

El 2 de noviembre de 1954, el Tribunal penal de Rávena condenó a dieciséis años de cárcel a Astorre Felicetti y Efrem Testa, culpables de homicidio voluntario. Entre las motivaciones, el juez reconoció que "don Tiso era un apóstol de paz...; si no hubiera sido sacerdote, ciertamente no habría sido eliminado... Estamos hablando de homicidios que se llevaron a cabo por razones políticas, de venganza y sectarias".


Don Tiso, con los niños de Primera Comunión.

Es la fórmula con la que la justicia italiana de la época despejaba el campo de las justificaciones que daban siempre los comunistas, a saber: que los delitos habían sido cometidos por causa antifascista. Pero es también la demostración de que las razones del asesinato de don Tiso residen en el odium fidei.

Traducción de Elena Faccia Serrano.

Fuente: Religión en Libertad

sábado, 25 de enero de 2020

Santo Evangelio 25 de Enero 2020



Día litúrgico: 25 de Enero: La Conversión de san Pablo, apóstol

Texto del Evangelio (Mc 16,15-18): En aquel tiempo, Jesús se apareció a los once y les dijo: «Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación. El que crea y sea bautizado, se salvará; el que no crea, se condenará. Éstas son las señales que acompañarán a los que crean: en mi nombre expulsarán demonios, hablarán en lenguas nuevas, agarrarán serpientes en sus manos y aunque beban veneno no les hará daño; impondrán las manos sobre los enfermos y se pondrán bien».


«Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva»

Rev. D. Josep GASSÓ i Lécera
(Ripollet, Barcelona, España)

Hoy, la Iglesia celebra la fiesta de la Conversión de san Pablo, apóstol. El breve fragmento del Evangelio según san Marcos recoge una parte del discurso acerca de la misión que confiere el Señor resucitado. Con la exhortación a predicar por todo el mundo va unida la tesis de que la fe y el bautismo son requisitos necesarios para la salvación: «El que crea y sea bautizado, se salvará; el que no crea, se condenará» (Mc 16,16). Además, Cristo garantiza que a los predicadores se les dará la facultad de hacer prodigios o milagros que habrán de apoyar y confirmar su predicación misionera (cf. Mc 16,17-18). La misión es grande —«Id por todo el mundo»—, pero no faltará el acompañamiento del Señor: «Yo estaré con vosotros todos los días hasta el fin del mundo» (Mt 28,20).

La oración colecta de hoy, propia de la fiesta, nos dice: «Oh Dios, que con la predicación del Apóstol san Pablo llevaste a todos lo pueblos al conocimiento de la verdad, concédenos, al celebrar hoy su conversión, que, siguiendo su ejemplo, caminemos hacia Ti como testigos de tu verdad». Una verdad que Dios nos ha concedido conocer y que tantas y tantas almas desearían poseer: tenemos la responsabilidad de transmitir hasta donde podamos este maravilloso patrimonio.

La Conversión de san Pablo es un gran acontecimiento: él pasa de perseguidor a convertido, es decir, a servidor y defensor de la causa de Cristo. Muchas veces, quizá, también nosotros mismos hacemos de “perseguidores”: como san Pablo, tenemos que convertirnos de “perseguidores” a servidores y defensores de Jesucristo.

Con Santa María, reconozcamos que el Altísimo también se ha fijado en nosotros y nos ha escogido para participar de la misión sacerdotal y redentora de su Hijo divino: Regina apostolorum, Reina de los apóstoles, ¡ruega por nosotros!; haznos valientes para dar testimonio de nuestra fe cristiana en el mundo que nos toca vivir.

La aportación de España y México a la Iglesia: Roma reconoce «virtudes heroicas» de tres fundadores

De izquierda a derecha: Joachim Masmitjá i Puig, José Antonio Plancarte y Labastida, José Pío Gurruchaga Castuariense

aportación de España y México a la Iglesia: Roma reconoce «virtudes heroicas» de tres fundadores

De izquierda a derecha: Joachim Masmitjá i Puig, José Antonio Plancarte y Labastida, José Pío Gurruchaga Castuariense

La Santa Sede ha promulgado este viernes el Decreto de la Congregación para las Causas de los Santos entre los que hay varios mártires españoles tanto en España como en América, sacerdotes y religiosas que realizaron una importante labor y también destaca la presencia de varios fundadores de congregaciones e instituciones religiosas.

Precisamente, estos fundadores son dos españoles y un mexicano, todos ellos sacerdotes del siglo XIX y XX que crearon instituciones femeninas que todavía hoy siguen vivas y que están repartidas por numerosos países.

El primero de ellos es el sacerdote Joachim Masmitjá i Puig (1808-1886), que natural de Olot fue canónigo de la catedral de Gerona y fundador de la Congregación de las Misioneras del Corazón de María.

En vida del fundador esta congregación nacida en Cataluña se fue extendiendo por el resto de España y se estableció en Estados Unidos en 1871. Tras su muerte abrieron casas en Cuba (1911), México (1917) y Chile (1954). Ahora también están en Francia. En estos momentos, la congregación cuenta con unas 140 religiosas en 28 casas repartidas por estos países. El carisma que exprimió el padre Joachim se centraba en la educación cristiana de la juventud y la asistencia social a través de sus colegios y por medio de la catequesis.



Esta congregación también tiene mártires de la guerra civil, como estas tres jóvenes religiosas, beatificadas en 2007

Recibió la ordenación sacerdotal en 1834, y siendo una persona con una cabeza brillante rechazó varias cátedras e incluso renunció al obispado de Gerona. En 1844 le confiaron la parroquia de San Esteban de Olot, que ya había regentado en 1840. Allí trató con un gran santo, Antonio María Claret, en el verano de 1848, durante la misión que éste dirigió. En 1849 fue nombrado cura párroco de la Catedral de Gerona y cuatro años después, previa oposición, obtuvo la canonjía de penitenciario de dicha catedral.

El 1 de julio de 1848 fundó en Olot la Congregación de las Hermanas del Santísimo Sacramento y del Inmaculado Corazón de María, hoy día denominadas Misioneras del Corazón de María, que tenían como fin la catequesis y la educación cristiana. Sus constituciones fueron aprobadas por el obispo de Gerona en 1852; por la Santa Sede como instituto de derecho pontificio el 14 de diciembre de 1901 y Pío X aprobó sus constituciones el 21 de enero de 1907.

Una importante obra en México

Otro de los fundadores a los que han reconocido sus virtudes heroicas ha sido al sacerdote mexicano José Antonio Plancarte y Labastida, que creó el Instituto de las Hermanas de María Inmaculada de Guadalupe, que a día de hoy está conformado por más de 600 religiosas en México y distintos países de Iberoamérica.

El padre Plancarte (1840-1898) ha tenido un papel muy importante en el catolicismo mexicano pues fue el estableció en el país la Adoración Perpetua al Santísimo Sacramento, lo que hoy es la Adoración Nocturna Mexicana.

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Pero además gracias a su papel como abad de la Colegiata de la Basílica del Tepeyac se pudo cumplir uno de los grandes sueños de los católicos de los católicos mexicanos: la coronación pontificia de Nuestra Señora de Guadalupe.

Sacerdote de gran talla intelectual, primero estudió en Inglaterra como seglar y ya para sacerdote fue enviado a Roma, residiendo en la Academia Eclesiástica y siendo ordenado allí sacerdote regresando a México en 1865.

Pero su gran obra fue la fundación en Jacona (Michoacán) de la Congregación de las Hijas de María Inmaculada de Guadalupe, siendo esta una de las primeras congregaciones nacidas en México.

El 2 de febrero de 1878 hicieron su primera profesión religiosa 7 jóvenes bajo el mandato evangélico de “id y enseñad a todas las gentes”. El carisma –afirman estas religiosas- “es seguir a Cristo Jesús a ejemplo de María Inmaculada de Guadalupe, que nos ayuda con su presencia evangelizadora a ser apóstoles”.

Una obra para ayudar a parroquias y sacerdotes

El tercero de los fundadores a los que se la han reconocido las virtudes heroicas es al sacerdote vasco José Pío Gurruchaga Casturiense, que nació en Tolosa el 5 de mayo de 1881 y murió en Bilbao el 22 de mayo de 1967.

Este sacerdote diocesano fue el fundador de la congregación de la Ayuda Parroquial de Cristo Sacerdote. Este carisma se dedica como su nombre indica en la atención a las actividades pastorales parroquiales tanto en el campo de la educación, catequesis, formación y ayuda a los sacerdotes. Actualmente, la sede central se encuentra en Palencia y hay unas 100 religiosas distribuidas en casas en España, Italia, Argentina y México.

Tal y como refleja la semblanza que realiza la Real Academia de Historia, este sacerdote hacía una labor tan favorable a favor de las misiones que, el 27 de junio de 1922, la Congregación de Propaganda Fide le nombra primer director nacional de la Obra de San Pedro Apóstol para el Clero Indígena.


Toda esta actividad la llevó a la fundación de esta congregación religiosa para ayuda del sacerdote en el apostolado de la parroquia. La constante referencia a la necesidad de esta ayuda la recogieron tres militantes de la Acción Católica femenina, que secundaron incondicionalmente la idea de esta vocación y asimilan mejor el espíritu sacerdotal llevando a la práctica las iniciativas propuestas.

Se agolparon las dificultades e incomprensiones, pero ellas, superaron los escollos y fueron configurando la realidad de la vida religiosa que en el futuro profesarán. El apostolado agrupó ya a siete jóvenes y el día 6 de febrero de 1927 se inaugura el primer oratorio en Irún, quedó reservado Nuestro Señor Jesucristo en el Sagrario, y empezaron la vida en comunidad de este instituto religioso que inicialmente recibió el nombre de Pía Unión de Hijas de la Unión Apostólica.

El consejo del fundador de “mirar siempre a Cristo como Sacerdote” impulsó a cada miembro de estas comunidades de hacer ofrenda de “todo su ser” por la santificación de los sacerdotes y el “quehacer” está vinculado a colaborar, tanto en lo material como en lo moral, en las actividades de la parroquia. El 14 de marzo de 1978 se les reconoció como congregación religiosa de Auxiliares Parroquiales de Cristo Sacerdote, de Derecho Pontificio.

Fuente Religión en Libertad

viernes, 24 de enero de 2020

Santo Evangelio 24 de Enero 2020



Día litúrgico: Viernes II del tiempo ordinario


Texto del Evangelio (Mc 3,13-19): En aquel tiempo, Jesús subió al monte y llamó a los que Él quiso; y vinieron donde Él. Instituyó Doce, para que estuvieran con Él, y para enviarlos a predicar con poder de expulsar los demonios. Instituyó a los Doce y puso a Simón el nombre de Pedro; a Santiago el de Zebedeo y a Juan, el hermano de Santiago, a quienes puso por nombre Boanerges, es decir, hijos del trueno; a Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago el de Alfeo, Tadeo, Simón el Cananeo y Judas Iscariote, el mismo que le entregó.


«Jesús subió al monte y llamó a los que Él quiso»

Rev. D. Antoni CAROL i Hostench
(Sant Cugat del Vallès, Barcelona, España)

Hoy, el Evangelio condensa la teología de la vocación cristiana: el Señor elige a los que quiere para estar con Él y enviarlos a ser apóstoles (cf. Mc 3,13-14). En primer lugar, los elige: antes de la creación del mundo, nos ha destinado a ser santos (cf. Ef 1,4). Nos ama en Cristo, y en Él nos modela dándonos las cualidades para ser hijos suyos. Sólo en vistas a la vocación se entienden nuestras cualidades; la vocación es el “papel” que nos ha dado en la redención. Es en el descubrimiento del íntimo “por qué” de mi existencia cuando me siento plenamente “yo”, cuando vivo mi vocación.

¿Y para qué nos ha llamado? Para estar con Él. Esta llamada implica correspondencia: «Un día —no quiero generalizar, abre tu corazón al Señor y cuéntale tu historia—, quizá un amigo, un cristiano corriente igual a ti, te descubrió un panorama profundo y nuevo, siendo al mismo tiempo viejo como el Evangelio. Te sugirió la posibilidad de empeñarte seriamente en seguir a Cristo, en ser apóstol de apóstoles. Tal vez perdiste entonces la tranquilidad y no la recuperaste, convertida en paz, hasta que libremente, porque te dio la gana —que es la razón más sobrenatural—, respondiste que sí a Dios. Y vino la alegría, recia, constante, que sólo desaparece cuando te apartas de El» (San Josemaría).

Es don, pero también tarea: santidad mediante la oración y los sacramentos, y, además, la lucha personal. «Todos los fieles de cualquier estado y condición de vida están llamados a la plenitud de la vida cristiana y a la perfección de la caridad, santidad que, aún en la sociedad terrena, promueve un modo más humano de vivir» (Concilio Vaticano II).

Así, podemos sentir la misión apostólica: llevar a Cristo a los demás; tenerlo y llevarlo. Hoy podemos considerar más atentamente la llamada, y afinar en algún detalle de nuestra respuesta de amor.