lunes, 31 de enero de 2022

Santo Evangelio 31 de Enero 2022

 


Texto del Evangelio (Mc 5,1-20):

 En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos llegaron al otro lado del mar, a la región de los gerasenos. Apenas saltó de la barca, vino a su encuentro, de entre los sepulcros, un hombre con espíritu inmundo que moraba en los sepulcros y a quien nadie podía ya tenerle atado ni siquiera con cadenas, pues muchas veces le habían atado con grillos y cadenas, pero él había roto las cadenas y destrozado los grillos, y nadie podía dominarle. Y siempre, noche y día, andaba entre los sepulcros y por los montes, dando gritos e hiriéndose con piedras. Al ver de lejos a Jesús, corrió y se postró ante Él y gritó con gran voz: «¿Qué tengo yo contigo, Jesús, Hijo de Dios Altísimo? Te conjuro por Dios que no me atormentes». Es que Él le había dicho: «Espíritu inmundo, sal de este hombre». Y le preguntó: «¿Cuál es tu nombre?». Le contesta: «Mi nombre es Legión, porque somos muchos». Y le suplicaba con insistencia que no los echara fuera de la región.

Había allí una gran piara de puercos que pacían al pie del monte; y le suplicaron: «Envíanos a los puercos para que entremos en ellos». Y se lo permitió. Entonces los espíritus inmundos salieron y entraron en los puercos, y la piara -unos dos mil- se arrojó al mar de lo alto del precipicio y se fueron ahogando en el mar. Los porqueros huyeron y lo contaron por la ciudad y por las aldeas; y salió la gente a ver qué era lo que había ocurrido. Llegan donde Jesús y ven al endemoniado, al que había tenido la Legión, sentado, vestido y en su sano juicio, y se llenaron de temor. Los que lo habían visto les contaron lo ocurrido al endemoniado y lo de los puercos. Entonces comenzaron a rogarle que se alejara de su término.

Y al subir a la barca, el que había estado endemoniado le pedía estar con Él. Pero no se lo concedió, sino que le dijo: «Vete a tu casa, donde los tuyos, y cuéntales lo que el Señor ha hecho contigo y que ha tenido compasión de ti». Él se fue y empezó a proclamar por la Decápolis todo lo que Jesús había hecho con él, y todos quedaban maravillados.



«Espíritu inmundo, sal de este hombre»


Rev. D. Ramon Octavi SÁNCHEZ i Valero

(Viladecans, Barcelona, España)

Hoy encontramos un fragmento del Evangelio que puede provocar la sonrisa a más de uno. Imaginarse unos dos mil puercos precipitándose monte abajo, no deja de ser una imagen un poco cómica. Pero la verdad es que a aquellos porqueros no les hizo ninguna gracia, se enfadaron mucho y le pidieron a Jesús que se marchara de su territorio.

La actitud de los porqueros, aunque humanamente podría parecer lógica, no deja de ser francamente recriminable: preferirían haber salvado sus cerdos antes que la curación del endemoniado. Es decir, antes los bienes materiales, que nos proporcionan dinero y bienestar, que la vida en dignidad de un hombre que no es de los “nuestros”. Porque el que estaba poseído por un espíritu maligno sólo era una persona que «siempre, noche y día, andaba entre los sepulcros y por los montes, dando gritos e hiriéndose con piedras» (Mc 5,5).

Nosotros tenemos muchas veces este peligro de aferrarnos a aquello que es nuestro, y desesperarnos cuando perdemos aquello que sólo es material. Así, por ejemplo, el campesino se desespera cuando pierde una cosecha incluso cuando la tiene asegurada, o el jugador de bolsa hace lo mismo cuando sus acciones pierden parte de su valor. En cambio, muy pocos se desesperan viendo el hambre o la precariedad de tantos seres humanos, algunos de los cuales viven a nuestro lado.

Jesús siempre puso por delante a las personas, incluso antes que las leyes y los poderosos de su tiempo. Pero nosotros, demasiadas veces, pensamos sólo en nosotros mismos y en aquello que creemos que nos procura felicidad, aunque el egoísmo nunca trae felicidad. Como diría el obispo brasileño Helder Cámara: «El egoísmo es la fuente más infalible de infelicidad para uno mismo y para los que le rodean».


10 ideas cristianas para cuidar mejor a nuestros seres queridos en sus últimos días de vida



 10 ideas cristianas para cuidar mejor a nuestros seres queridos en sus últimos días de vida

Unos ancianos frente a lo enorme, el mar y las montañas - foto de Matthew Bennet en Unsplash

La Biblia tiende a alabar a los ancianos y a pedir respeto para ellos. "Delante de las canas te levantarás, y honrarás el rostro del anciano" (Levítico 19,32); "No reprendas al anciano, exhórtale como a un padre y a las ancianas, como a madres" (1 Timoteo 5, 1-2); "la hermosura de los ancianos es su vejez" (Proverbios 20,29). La Biblia también pide cuidar a los enfermos, una y otra vez.

Sin embargo, nuestra sociedad individualista moderna tiende a apreciar solo la autosuficiencia y a asustarse de la debilidad y la vulnerabilidad. A los ancianos y enfermos tendemos a evitarlos u ocultarlos, como si la vulnerabilidad o la dependencia no fueran parte de la vida humana normal y de sus relaciones.

Olvidamos u ocultamos que los bebés humanos nacen todos dependientes, y en la vida somos dependientes en muchas ocasiones. Incluso ancianos o enfermos con gran autonomía pueden ver acercarse el final de sus días con inquietud y necesitan el acompañamiento de los seres queridos.

A menudo, los acompañantes nos asustamos, no sabemos como acompañar, o la inercia nos lleva a dejarlo en manos de la televisión, siempre encendida, que distrae pero no sana ni tranquiliza ni ayuda a resolver los temas pendientes. 

En octubre, la Conferencia de Obispos Católicos de EEUU celebra el "Mes de Respeto a la Vida" y suele divulgar una serie de materiales sobre este tema. Entre ellos se incluyen 10 ideas que nos pueden ayudar cuando llega el momento de cuidar a nuestros seres queridos en sus últimos momentos.

1. Invita a Dios a entrar en esta situación

El Papa Francisco ha dicho que "orar significa abrir la puerta al Señor a fin de que pueda hacer algo para reorganizar nuestras cosas"(1). El proceso de la muerte es un tiempo sagrado, una estación final para buscar el cierre de esta vida y prepararse para la siguiente en la esperanza de participar en la Resurrección de Cristo. Al llegar a esta etapa con un familiar o amigo, pide a Dios que os acompañe a los dos.

2. Escucha a tu ser querido

Trata de descubrir los valores de tu ser querido y la mejor manera de honrar sus deseos. Esto requiere verdadera empatía. Puede ser difícil asumir que la persona no quiere lo mismo que tú piensas o que tú querrías en su situación. Escucha sin juzgar para que tu ser querido se sienta con la libertad de hablar abiertamente.



Una enfermera sonríe a una anciana en silla de ruedas

3. Infórmate sobre los cuidados paliativos y la enseñanza católica

Hay que ser consciente de que los deseos de una persona de rechazar un tratamiento ordinario o proporcional (2) —o incluso pedir el suicidio asistido— suele originarse en el temor a la dependencia, impotencia o dolor. Ofrécete a hablar sobre esta preocupación u otras. Has de saber que los cuidados paliativos se centran en aliviar el dolor y otros síntomas, buscan satisfacer necesidades básicas y procurar comodidad. Trata de conocer la enseñanza de la Iglesia Católica sobre los cuidados al final de la vida, que pueden ayudar a brindar un apoyo auténticamente amoroso que respete la vida.*

4. Sé constante en la compasión

Como nos recuerda el papa Francisco: "Compasión significa 'padecer con'"(3). Tu familiar o amigo tendrá altibajos. Has de reconocer esto como algo natural. Rodéales de amor, apoyo y compañía, basados "en el respeto incondicional de la dignidad humana, comenzando por el respeto al valor inherente de sus vidas" (4). El sufrimiento del paciente puede aliviarse con la empatía que le brindas y con cuidados paliativos de calidad del personal médico.

5. Ayúdales a cerrar sus asuntos pendientes

Ayuda a tu familiar o amigo a definir proyectos personales sin terminar, preocupaciones financieras, relaciones sin resolver u otros asuntos que ocupen su mente. Según cambien las circunstancias, algunos objetivos tendrán que replantearse. Elaborar y llevar a cabo esta lista de asuntos pendientes puede ayudar a la persona a encontrar un propósito y sentirse más en paz.




Dos ancianos miran el mar - foto de Katarzyna Grabowska en Unsplash

6. Brinda oportunidades de reconciliación, de expresar amor y de tratar con Dios

Ira Byock, director médico de cuidados paliativos, enseña en su libro Las 4 cosas más importantes que decir "te amo", "perdóname", "te perdono" y "gracias" puede promover la tan necesaria sanación interior durante el proceso de la muerte. Puedes ayudar a procurar una transición pacífica a tu ser querido facilitando oportunidades para la reconciliación con otros y oportunidades para expresiones mutuas de amor y gratitud. Ofrécete a invitar a un sacerdote para que escuche su confesión y administre la Eucaristía como Viático (5) y el Sacramento de la Unción de los Enfermos. Todo eso sana el alma y nos prepara para reunirnos con el Señor.

7. Anima a recordar lo bueno del pasado

Nuestro apetito puede disminuir a medida que nuestro cuerpo necesita menos alimentos y líquidos al acercarnos al final. Proporciona a tu familiar o amigo porciones pequeñas de sus alimentos favoritos. Incluso si no puede comerlos, puede disfrutar su aroma y compartir contigo los recuerdos especiales que le evocan. Piensa en otras pequeñas cosas que puedes ofrecer que susciten recuerdos significativos, como fotos especiales o souvenirs.

8. Sé una presencia serena

Las personas que se acercan a la muerte pueden perder interés en muchas actividades que les eran agradables y preferir retirarse de su entorno. Tu simple presencia tranquila y paciente puede ser un apoyo importante mientras tu ser querido se prepara emocional y espiritualmente para la partida. Colocar el teléfono en otra habitación, poner su música favorita, leerle un pasaje favorito, rezar juntos o simplemente sentarte en silencio a su lado pueden ser muy reconfortantes.

9. Muestra ternura

Los moribundos necesitan la ternura del contacto humano personal. Pregunta a tu ser querido si podrías cepillarle suavemente el pelo, aplicar loción a sus manos o pies, o simplemente tomar su mano. Cuenta historias, ríe y comparte recuerdos para asegurarle que él es un don preciado, y en absoluto una carga.

Hombres de edad avanzada juegan y charlan en Barcelona - foto de Cristina Gottardi en Unsplash 


10. Ten paciencia en la transición

La transición, el momento inmediatamente anterior a la muerte, puede traer cambios físicos rápidos en los patrones de respiración, o en el estado mental o emocional. Trata de ser paciente y deja que el "cómo" y el "cuándo" de la muerte sea entre Dios y su ser querido. Pide a Dios la sabiduría para saber qué palabras finales decir y cuándo. En la medida que puedas, permite a tu ser querido hacer la transición. Por ejemplo, podrías decirle: "Te quiero. Está bien que te vayas a tu morada final ahora".

Acompañar a un ser querido en sus últimos días es de enorme importancia y no tenemos por qué temer nuestras propias limitaciones. El Papa Francisco dice: "[Dios] viene a salvarnos de la condición de debilidad en la que vivimos. Y su auxilio consiste en permitirnos captar su presencia y cercanía. Día tras día, tocados por su compasión, también nosotros llegaremos a ser compasivos con todos". (6)

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* Como enseñan los obispos, "El respeto a la vida no exige que intentemos prolongar la vida mediante el uso de tratamientos médicos que no son efectivos ni una carga indebida".7 Al mismo tiempo, acelerar intencionadamente la muerte —ya sea por medio de fármacos o el abandono deliberado de la atención básica— ofende la dignidad que nos ha dado Dios y nunca es moralmente permisible. Más información aquí:  (el sitio está en inglés, pero tiene algunos materiales en español).

[1] Papa Francisco, Misas matutinas en la capilla de la Domus Sanctae Marthae: Quien elige la mejor parte, 8 de octubre de 2013 (Ciudad del Vaticano: Libreria Editrice Vaticana, 2013).

[2] Más información: United States Conference of Catholic Bishops, Directivas éticas y religiosas para los servicios católicos para servicios medicos de cuidado de salud, quinta edición (Washington, D.C.: United States Conference of Catholic Bishops, 2013). United States Conference of Catholic Bishops, Vivir dignamente cada día: Declaración acerca del suicidio asistido por un médico (Washington, D.C.: United States Conference of Catholic Bishops, 2011).

[3] Papa Francisco, Audiencia general, miércoles 27 de abril de 2016 (Ciudad del Vaticano: Libreria Editrice Vaticana, 2016).

[4] United States Conference of Catholic Bishops, Vivir dignamente cada día: Declaración acerca del suicidio asistido por un médico, 10.

[5] El Viático es "la Eucaristía a un moribundo. Es el alimento necesario para el 'paso' de este mundo al Padre. Junto con la Penitencia y la Unción de enfermos, la recepción de la Eucaristía como Viático constituyen los 'últimos sacramentos' del cristiano" (Catecismo de la Iglesia Católica, Glosario). Véase también Catecismo de la Iglesia Católica, nos. 1331, 1392, 1517, 1524-25.

[6] Papa Francisco, Misericordiae vultus (Ciudad del Vaticano: Libreria Editrice Vaticana, 2015), no. 14.

[7] United States Conference of Catholic Bishops, Vivir dignamente cada día: Declaración acerca del suicidio asistido por un médico.

(Esta es una historia de Hemeroteca, ReL publicó estas recomendaciones por primera vez en octubre de 2018)

Fuente.  Religión en Libertad


domingo, 30 de enero de 2022

Santo Evangelio 30 de Enero 2022

 


Texto del Evangelio (Lc 4,21-30):

 En aquel tiempo, Jesús comenzó a decir en la sinagoga: «Esta Escritura, que acabáis de oír, se ha cumplido hoy». Y todos daban testimonio de Él y estaban admirados de las palabras llenas de gracia que salían de su boca. Y decían: «¿No es éste el hijo de José?». Él les dijo: «Seguramente me vais a decir el refrán: ‘Médico, cúrate a ti mismo’. Todo lo que hemos oído que ha sucedido en Cafarnaúm, hazlo también aquí en tu patria». Y añadió: «En verdad os digo que ningún profeta es bien recibido en su patria. Os digo de verdad: Muchas viudas había en Israel en los días de Elías, cuando se cerró el cielo por tres años y seis meses, y hubo gran hambre en todo el país; y a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una mujer viuda de Sarepta de Sidón. Y muchos leprosos había en Israel en tiempos del profeta Eliseo, y ninguno de ellos fue purificado sino Naamán, el sirio».

Oyendo estas cosas, todos los de la sinagoga se llenaron de ira; y, levantándose, le arrojaron fuera de la ciudad, y le llevaron a una altura escarpada del monte sobre el cual estaba edificada su ciudad, para despeñarle. Pero Él, pasando por medio de ellos, se marchó.



«Ningún profeta es bien recibido en su patria»


+ P. Pere SUÑER i Puig SJ

(Barcelona, España)

Hoy, en este domingo cuarto del tiempo ordinario, la liturgia continúa presentándonos a Jesús hablando en la sinagoga de Nazaret. Empalma con el Evangelio del domingo pasado, en el que Jesús leía en la sinagoga la profecía de Isaías: «El Espíritu del Señor sobre mí, porque me ha ungido para anunciar a los pobres la Buena Nueva, me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, para dar la libertad a los oprimidos (...)» (Lc 4,18-19). Jesús, al acabar la lectura, afirma sin tapujos que esta profecía se cumple en Él.

El Evangelio comenta que los de Nazaret se extrañaban que de sus labios salieran aquellas palabras de gracia. El hecho de que Jesús fuese bien conocido por los nazarenos, ya que había sido su vecino durante la infancia y juventud, no facilitaba su predisposición para aceptar que era un profeta. Recordemos la frase de Natanael: «¿De Nazaret puede salir algo bueno?» (Jn 1,46). Jesús les reprocha su incredulidad, recordando aquello: «Ningún profeta es bien recibido en su patria» (Lc 4,24). Y les pone el ejemplo de Elías y de Eliseo, que hicieron milagros para los forasteros, pero no para los conciudadanos.

Por lo demás, la reacción de los nazarenos fue violenta. Querían despeñarlo. ¡Cuántas veces pensamos que Dios tiene que realizar sus acciones salvadoras acoplándose a nuestros grandilocuentes criterios! Nos ofende que se valga de lo que nosotros consideramos poca cosa. Quisiéramos un Dios espectacular. Pero esto es propio del tentador, desde el pináculo: «Si eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo» (Lc 4,9). Jesucristo se ha revelado como un Dios humilde: el Hijo del hombre «no ha venido a ser servido, sino a servir» (Mc 10,45). Imitémosle. No es necesario, para salvar a las almas, ser grande como san Javier. La humilde Teresa del Niño Jesús es su compañera, como patrona de las misiones.


A 49 grados, en pleno caos y oyendo el silbido de las balas: así evangelizan estas 4 monjas en Chad



 A 49 grados, en pleno caos y oyendo el silbido de las balas: así evangelizan estas 4 monjas en Chad

Hermanas del Santo Niño Jesús en Nigeria.

Las hermanas del Santo Niño Jesús luchan contra la pobreza creando guarderías, escuelas de costura e informática, bibliotecas o dando clases de cocina.

De los 189 países analizados en el informe sobre desarrollo humano de la ONU, Chad se encuentra en el puesto 187, y desde hace años ocupa las listas de los países más pobres de todo el mundo.

La situación del país, agravada por el analfabetismo, el desempleo y el Covid, es crítica. Por pequeña que parezca su ayuda, las hermanas de la Compañía del Santo Niño Jesús son para muchos su única esperanza.

Patricia Thomas es, junto con sor Emmanuella Adinnu, sor Nadège Mongar y la Hermana Theresa Nwaigwe, la cuarta religiosa de la comunidad instalada en Chad desde 1990, y fundada en 1846 en Derby (Inglaterra).

Ha contado a Global Sisters Report cómo los efectos de la pandemia han colocado al país al borde del colapso. En medio del sufrimiento, su confianza en Dios y la oración se mantienen incólumnes.

Evangelización y educación para salvar a la infancia

Como vienen realizando desde 1930, la Compañía del Santo Niño Jesús se dedica especialmente a la evangelización a través de las escuelas primarias, secundarias y de formación de maestros. También buscan preparar a los jóvenes para el matrimonio e impulsan centros domésticos, de higiene y el cuidado de niños rechazados por sus familias.

El Covid ha sido devastador en el país. También para esta pequeña comunidad, que se dedica a fomentar la educación entre los más jóvenes de la localidad de N'Djamena.

“Una vez que llegó la pandemia, ya no pudimos pagar a nuestro personal porque dependemos de las cuotas escolares, que dejaron de llegar  cuando los padres perdieron sus trabajos y no pudieron pagar durante el cierre”, explica la hermana Thomas.

El 99% de sus estudiantes son pobres y gran parte de ellas sobreviven como empleadas domésticas.

"Muchas son huérfanas y contraen matrimonios precoces. Algunas tienen quien les ayuda a pagar las cuotas escolares para aprender a confeccionar ropa para bebés, pero como muchos de los patrocinadores perdieron sus trabajos o no se les pagaron los salarios, ya no pueden pagar las tarifas necesarias”.

La hermana Patricia explica que se les acaba el tiempo y como medida desesperada para no cerrar la escuela, ofrecen a los padres la posibilidad de pagar en efectivo a final de mes, aunque sean pequeñas fracciones del total.

Guarderías, bibliotecas y escuelas de costura en medio de la pobreza

“Nuestro planteamiento educativo es formal e informal. A quienes no pueden asistir a la escuela formal, les enseñamos costura, cocina y otras manualidades que les permitan generar ingresos”.

Recientemente han abierto una guardería, y tratan de "trasladar a los padres que la educación de sus hijas no es solo una pérdida de dinero”.

En Chad, explica, recibir educación y poder conseguir ingresos proporciona gran seguridad e independencia frente a la amenaza de los matrimonios precoces, que en ocasiones se adelantan a los 13 años.

Por ello, la Compañía del Santo Niño Jesús ha hecho de la educación su principal campo de trabajo.



Hombres y mujeres de Chad aprendiendo a tejer.

Junto con la informática, la cocina o la propia "escuela formal" como llaman a los estudios más reglados, la costura es otra de las ramas potenciadas por las hermanas. 

Uno de sus principales dedicaciones son la costura y el tejido, con cerca de 70 alumnos inscritos en esta actividad en el curso 2019/2020.

También dedican especial atención a la cocina -que contó con 15 alumnos en el mismo curso- y la informática, gracias a sus 4 escasos pero útiles ordenadores. Además, 17 jóvenes se inscribieron en la biblioteca, donde los alumnos pueden preparar sus exámenes.



Mujeres de Chad aprenden cocina con monjas. 

Algunas de las mujeres que gracias a las hermanas de la Sociedad del Santo Niño Jesús pueden aprender a cocinar y generar ingresos en uno de los países más pobres del mundo.

Llevando la fe entre el silbido de las balas

Junto con la pobreza y la crisis sanitaria, el desempleo, la política económica del país y las propias condiciones ambientales son una dificultad añadida.

Thomas explica que, aunque se descubrió petróleo en el sur del país –actualmente es de los mayores productores petrolíferos de África–, nada ha cambiado mucho para la familia en Chad.

“La mayoría de nuestras familias se gana la vida a duras penas con la agricultura, a pesar de que gran parte del país es desértico y las temperaturas alcanzan los 49 grados”.

Por si fuera poco, añade, “la guerra casi constante” es otro de los causantes del bloqueo del país.

“Vivir en guerra día tras día es estresante, corriendo por tu vida escuchando disparos o amenazas de grupos rebeldes que entran en la ciudad. La inseguridad lleva a un alto número de desplazados a salir del país y agota los recursos humanos necesarios para construir la nación”.

Las hermanas se muestran optimistas por compleja que sea su situación. "Al mirar al futuro, lo hacemos con entusiasmo y un espíritu lleno de esperanza y confianza en Dios, que nos ha llamado a cada una a la misión de servirle en toda su plenitud". 

Pese a los desafíos sostienen que, por encima de su labor social, “todo lo que podemos hacer es esperar y confiar en Dios y orar para que las mentes y los corazones puedan cambiar”.



Misa de Navidad en Chad.

Fe, educación y supervivencia se unen en las comunidades establecidas por la Sociedad del Santo Niño Jesús en África.

Una de las iglesias más jóvenes del mundo

Actualmente, el islam es la creencia mayoritaria entre los chadianos, con un 54% de seguidores en el país. Otro14% de ellos son protestantes y el 20% profesa la fe católica, en una de las iglesias más jóvenes de todo el mundo. Tanto que estas navidades Chad celebra el 75 aniversario de su primera misa.

La labor de las hermanas forma parte de la coordinación de la Unión Nacional de Asociaciones Diocesanas de Ayuda y Desarrollo (UNAD).

Colegio en Nigeria de las Hermanas del Nino Jesus.



La Sociedad del Santo Niño Jesús dispone de colegios repartidos por el continente africano, especialmente en Nigeria y Chad, y ha hecho de la educación su principal área de ayuda y apostolado. 

Junto con Caritas, esta organización busca transmitir la fe, la caridad y el amor al prójimo a través de cuatro ejes fundamentales: garantizar los servicios sociales básicos, el contacto con el gobierno para la prevención de conflictos y gestión de recursos y la colaboración en emergencias y acciones humanitarias.

Fuente: Religión en Libertad


sábado, 29 de enero de 2022

Santo Evangelio 29 de Enero 2022

 


Texto del Evangelio (Mc 4,35-41):

 Un día, al atardecer, dijo Jesús a sus discípulos: «Pasemos a la otra orilla». Despiden a la gente y le llevan en la barca, como estaba; e iban otras barcas con Él. En esto, se levantó una fuerte borrasca y las olas irrumpían en la barca, de suerte que ya se anegaba la barca. Él estaba en popa, durmiendo sobre un cabezal. Le despiertan y le dicen: «Maestro, ¿no te importa que perezcamos?».

Él, habiéndose despertado, increpó al viento y dijo al mar: «¡Calla, enmudece!» El viento se calmó y sobrevino una gran bonanza. Y les dijo: «¿Por qué estáis con tanto miedo? ¿Cómo no tenéis fe?». Ellos se llenaron de gran temor y se decían unos a otros: «Pues ¿quién es éste que hasta el viento y el mar le obedecen?».



«¿Por qué estáis con tanto miedo? ¿Cómo no tenéis fe?»


Rev. D. Joaquim FLURIACH i Domínguez

(St. Esteve de P., Barcelona, España)

Hoy, el Señor riñe a los discípulos por su falta de fe: «¿Cómo no tenéis fe?» (Mc 4,40). Jesucristo ya había dado suficientes muestras de ser el Enviado y todavía no creen. No se dan cuenta de que, teniendo con ellos al mismo Señor, nada han de temer. Jesús hace un paralelismo claro entre “fe” y “valentía”.

En otro lugar del Evangelio, ante una situación en la que los Apóstoles dudan, se dice que todavía no podían creer porque no habían recibido el Espíritu Santo. Mucha paciencia le será necesaria al Señor para continuar enseñando a los primeros aquello que ellos mismos nos mostrarán después, y de lo que serán firmes y valientes testigos.

Estaría muy bien que nosotros también nos sintiéramos “reñidos”. ¡Con más motivo aun!: hemos recibido el Espíritu Santo que nos hace capaces de entender cómo realmente el Señor está con nosotros en el camino de la vida, si de verdad buscamos hacer siempre la voluntad del Padre. Objetivamente, no tenemos ningún motivo para la cobardía. Él es el único Señor del Universo, porque «hasta el viento y el mar le obedecen» (Mc 4,41), como afirman admirados los discípulos.

Entonces, ¿qué es lo que me da miedo? ¿Son motivos tan graves como para poner en entredicho el poder infinitamente grande como es el del Amor que el Señor nos tiene? Ésta es la pregunta que nuestros hermanos mártires supieron responder, no ya con palabras, sino con su propia vida. Como tantos hermanos nuestros que, con la gracia de Dios, cada día hacen de cada contradicción un paso más en el crecimiento de la fe y de la esperanza. Nosotros, ¿por qué no? ¿Es que no sentimos dentro de nosotros el deseo de amar al Señor con todo el pensamiento, con todas las fuerzas, con toda el alma?

Uno de los grandes ejemplos de valentía y de fe, lo tenemos en María, Auxilio de los cristianos, Reina de los confesores. Al pie de la Cruz supo mantener en pie la luz de la fe... ¡que se hizo resplandeciente en el día de la Resurrección!


La hermana Dorothy entra en los hoteles de Nigeria a buscar a las prostitutas y les ofrece esperanza

 


La hermana Dorothy entra en los hoteles de Nigeria a buscar a las prostitutas y les ofrece esperanza

Sor Dorothy Chinyere Okoli.

Sor Dorothy Chinyere, la monja que rescata prostitutas del mayor proveedor de explotación sexual para Europa.

En Nigeria, las Hermanas Misioneras de San Juan Pablo II de María afrontan el reto de ayudar a las prostitutas en un país muy pobre: de 200 millones de habitantes, unos 112 viven en la pobreza extrema, con menos de 2 dólares al día. 

Se trata de una congregación de reciente creación, fundada por la hermana Dorothy Chinyere Okoli en 2015. Buscan ser "seguidoras de Jesús y María en todas las ramificaciones de la vida y llenarnos con su amor, cuidado y afecto por los demás, especialmente por los necesitados, siguiendo los pasos de San Juan Pablo II".

La hermana Dorothy ha relatado a Valentine Iwenwanne de Global Sisters Report, cómo se organizan para rescatar a decenas de mujeres de las redes de prostitución. 

“Nunca creí que visitar hoteles para hablar con chicas jóvenes formaría parte de mi trabajo”, reconoce la religiosa. 

Ella y su comunidad trabajaban con chicas jóvenes y niños en su escuela y su orfanato. La hermana Dorothy se ha titulado en magisterio. Pero cuando empezaron a recibir visitas de mujeres dañadas por la prostitución  supo que tenía que dar un paso adelante.

Rescata a mujeres y niñas

“Suelen narrar experiencias horribles”, y a muchas de ellas, cuando enferman, les siguen exigiendo el pago del local donde se ven obligadas a ejercer la prostitución aún sin posibilidad de conseguir dinero.

“Muchas de ellas tienen habilidades vocacionales, pero asumen riesgos financieros para establecer sus propios negocios, y los hombres [dedicados a la trata] les hacen promesas con condiciones”, que casi siempre concluyen en la explotación sexual.

En uno de sus viajes recuerda cómo mujeres y niñas se lamentaban, diciendo que no querían estar ahí, pero se encontraban en esa situación debido a la precaria situación en la que se encuentran sus familias.

“Una de las niñas dijo que tan pronto como reúna suficiente dinero espera poder alquilar una tienda y abrir un pequeño negocio de sastrería para poder mantenerse a sí misma y a sus hermanos”.

La pobreza, el desempleo y la desesperación las convierte en víctimas, enumera la hermana.  

Una de las chicas que ayuda se llama Ada Okafor. Tras perder a sus padres se vio atrapada por la pobreza mientras cuidaba a sus dos hermanos y a su hijo de 10 años, al que concibió cuando todavía estaba en la escuela.

Es solo una de los cientos de mujeres a las que quiere ayudar la nueva organización de la hermana Dorothy, Save Young Girls Motherhood Foundation , que funciona oficialmente desde julio.



Ada Okafor, madre joven y huérfana, es una de las miles de mujeres a las que ayuda la hermana Chinyere en Nigeria. Estaba en la escuela cuando se quedó embarazada, y accedió a la prostitución para mantener a su familia.

Inspiradas por la Virgen y por San Juan Pablo II

La organización y su trabajo “refleja el papel de la Iglesia a la hora de abordar este tipo de problemas”, explica la hermana.

“Me inspiré siguiendo los pasos de San Juan Pablo II. Viajó por todo el mundo haciendo bien a la humanidad, buscando almas para Cristo. Sigo sus pasos, como religiosa y como hija de Dios, a quien estoy llamada a servir, y a nuestra madre, María”.

Debido a la cantidad de mujeres afectadas, el trabajo de la hermana Dorothy es extenuante. “Nuestro principal desafío es la falta de financiación. Tenemos muchas niñas”, explica. 

“Una de ellas corrió hacia mí cuando me vio y comenzó a explicarme sus necesidades, pidiéndome ayuda, diciendo lo poco que le gusta [la prostitución] y el poco dinero que le reporta”.

“Me llaman por teléfono para que venga y los saque de la calle, pero no tengo la capacidad económica y el alojamiento necesarios para ayudarlos a todas”.



Gift Gabriel (Anambra, Nigeria), aprendió costura antes de perder a sus padres. No pudo comenzar su negocio debido a la falta de fondos y se dedicó a la prostitución para cuidar de sus tres hermanas . Hoy, recibe la ayuda y atención de la hermana Chinyere. 

Peluquería y comercio para salir de la prostitución

Save Young Girls ayuda a las chicas mediante la atención, asesoría y capacitación laboral.

“Les proporcionamos programas de adquisición de habilidades como sastrería, peluquería, establecimiento de comercios y otras habilidades que les permitan conseguir ingresos. Siempre buscamos qué tipo de habilidades desean adquirir”.

Siempre que puede, la hermana Dorothy y otras hermanas y colaboradoras de su organización visitan a mujeres y niños con comida y regalos. “Facilita hablar con ellos, y aprovecho la oportunidad para explicar mi misión y mis motivos para visitarlas”.

Desde que fundó Save Young Girls Motherhood ya ha visto que los resultados son esperanzadores.

Muchas de las mujeres con las que trata acaban dejando los hoteles y regresan con sus familias.

“Deseo reintegrarlas en la sociedad e involucrarlas con nuevas habilidades para que puedan desarrollar sus negocios, incluso aunque sea con un negocio pequeño”, concluye.

Fuente: Religión en Libertae


viernes, 28 de enero de 2022

Santo Evangelio 28 de Enero 2022

 


Texto del Evangelio (Mc 4,26-34):

 En aquel tiempo, Jesús decía a la gente: «El Reino de Dios es como un hombre que echa el grano en la tierra; duerma o se levante, de noche o de día, el grano brota y crece, sin que él sepa cómo. La tierra da el fruto por sí misma; primero hierba, luego espiga, después trigo abundante en la espiga. Y cuando el fruto lo admite, en seguida se le mete la hoz, porque ha llegado la siega».

Decía también: «¿Con qué compararemos el Reino de Dios o con qué parábola lo expondremos? Es como un grano de mostaza que, cuando se siembra en la tierra, es más pequeña que cualquier semilla que se siembra en la tierra; pero una vez sembrada, crece y se hace mayor que todas las hortalizas y echa ramas tan grandes que las aves del cielo anidan a su sombra». Y les anunciaba la Palabra con muchas parábolas como éstas, según podían entenderle; no les hablaba sin parábolas; pero a sus propios discípulos se lo explicaba todo en privado.



«El Reino de Dios es como un hombre que echa el grano (...y) la tierra da el fruto por sí misma»


Rev. D. Jordi PASCUAL i Bancells

(Salt, Girona, España)

Hoy Jesús habla a la gente de una experiencia muy cercana a sus vidas: «Un hombre echa el grano en la tierra (...); el grano brota y crece (...). La tierra da el fruto por sí misma; primero hierba, luego espiga, después trigo abundante en la espiga» (Mc 4,26-28). Con estas palabras se refiere al Reino de Dios, que consiste en «la santidad y la gracia, la Verdad y la Vida, la justicia, el amor y la paz» (Prefacio de la Solemnidad de Cristo Rey), que Jesucristo nos ha venido a traer. Este Reino ha de ser una realidad, en primer lugar, dentro de cada uno de nosotros; después en nuestro mundo.

En el alma de cada cristiano, Jesús ha sembrado —por el Bautismo— la gracia, la santidad, la Verdad... Hemos de hacer crecer esta semilla para que fructifique en multitud de buenas obras: de servicio y caridad, de amabilidad y generosidad, de sacrificio para cumplir bien nuestro deber de cada instante y para hacer felices a los que nos rodean, de oración constante, de perdón y comprensión, de esfuerzo por conseguir crecer en virtudes, de alegría...

Así, este Reino de Dios —que comienza dentro de cada uno— se extenderá a nuestra familia, a nuestro pueblo, a nuestra sociedad, a nuestro mundo. Porque quien vive así, «¿qué hace sino preparar el camino del Señor (...), a fin de que penetre en él la fuerza de la gracia, que le ilumine la luz de la verdad, que haga rectos los caminos que conducen a Dios?» (San Gregorio Magno).

La semilla comienza pequeña, como «un grano de mostaza que, cuando se siembra en la tierra, es más pequeña que cualquier semilla que se siembra en la tierra; pero una vez sembrada, crece y se hace mayor que todas las hortalizas» (Mc 4,31-32). Pero la fuerza de Dios se difunde y crece con un vigor sorprendente. Como en los primeros tiempos del cristianismo, Jesús nos pide hoy que difundamos su Reino por todo el mundo.


Era una prometedora oficial de Artillería, lo dejó para ser monja y ahora logra salvar aún más vidas



 Era una prometedora oficial de Artillería, lo dejó para ser monja y ahora logra salvar aún más vidas

Hermana Maris Stella

La hermana Maris Stella pasó de la Marina a la vida religiosa. En ambas vocaciones siempre estuvo su vocación de servicio

La hermana Maris Stella dejó la Marina de los Estados Unidos donde servía eficazmente por todo el mundo y le esperaba una exitosa carrera para entregarse por completo a una institución todavía más universal, la Iglesia Católica. En su seno ha encontrado una vocación aún mayor de servicio y ha sido como religiosa de las Sisters of Life (Hermanas de Vida), donde ya no protege con armas sino que ayuda a los más débiles con la oración, la caridad y su duro trabajo.

“Serví en la Marina y probé muchas de las cosas buenas que este mundo tiene que ofrecer. Pero sabía que mi corazón estaba hecho para algo más”, relata en una entrevista con Catholic News Agency.

Tal y como relata la ahora religiosa, su carrera militar comenzó en la prestigiosa Academia Naval de EEUU en Annapolis (Maryland), que tiene una tasa de aceptación de tan sólo el 8% de las solicitudes que le llegan.

Tras estudiar cuatro años y sirvió en la Marina posteriormente otros cinco años más. Su primer destino militar fue en un destructor donde ejercía como oficial de artillería. Allí pasó cientos de días frente a las costas de América Latina luchando contra el narcotráfico. Posteriormente, fue trasladada a Nápoles (Italia) como oficial de enlace.



Durante meses estuvo embarcada en un destructor parecido al de esta imagen

Maris Stella decidió postularse en la Academia Naval tras sentir la necesidad en la escuela secundaria de “hacer algo grande y significativo” con su vida”.

Esta mujer recuerda que “sabía que era una gran oportunidad para mi educación, una gran oportunidad para servir a mi país, así que fui allí y recibí mucho más que eso”.

De hecho, llega a asegurar que Annapolis “cambió” su vida. “Estaba realmente rodeada en la Academia Naval de personas muy impresionantes que no sólo tenían una gran actitud de servicio y sacrificio, sino que también amaban a Dios de verdad”.

En la Academia Naval, la hermana Maris asegura que también recibió una formación en virtudes.  Y cita concretamente el sacrificio y el servicio. “Íbamos con nuestros uniformes y la gente nos agradecía nuestro servicio, pero realmente sabíamos que estábamos sirviendo a algo más grande que nosotros mismos”.

Este deseo de servir a algo más grande le acompañó siempre y le fue dirigiendo hacia lo alto. En su segundo año en la academia participó en una peregrinación a Tierra Santa. Y allí experimentó lo que ella define como “el gran momento” de su vida. “Estaba sentada en el Huerto del Getsemaní, miré hacia arriba y vi a una hermana que pasaba por allí con su hábito. Cuando la vi su presencia realmente despertó algo en mí”, señala.



La ayuda a madres embarazadas es uno de los carismas de esta comunidad religiosa

De este modo, la entonces militar de la Academia cuenta que “ella (aquella religiosa) realmente estaba diciendo con su vida lo que estaba en mi corazón: este deseo de entregarme no sólo por algo más grande, sino realmente por alguien, entregar mi vida a Dios”.

Con el tiempo, en el Ejército se fue dando cuenta que “Dios me estaba ofreciendo esta invitación a vivir sólo para Él”.

Además, su experiencia en el mar durante meses embarcada en aquel destructor la acercó incluso más al Señor. “A veces estábamos a cientos de millas de la costa y veía las estrellas por la noche, algo totalmente extraordinario, tan hermoso”, comenta. Y es que en aquellas noches estaba asombrada de que “Dios, quien hizo todo esto, también me hizo a mí y me ama”.

En ella fue madurando esta vocación a la vida religiosa en los últimos años en la Marina, y en su estancia en Europa empezó a investigar las distintas comunidades religiosas. Sin embargo, había una que destacaba para ella por encima de las demás: las Sisters of Life.

Esta congregación fue fundada por el cardenal O´Connor en Nueva York en 1991 y rápidamente se fue extendiendo más allá de la ciudad. Esta comunidad profesa cuatro votos: pobreza, castidad, obediencia y el más específico: “proteger y realzar el carácter sagrado de la vida humana”.



Maris Stella, en el centro, junto a otras dos hermanas

Estas religiosas dedican sus vidas a ofrecer apoyo a mujeres embarazadas y madres, también a mujeres que sufren tras un aborto. Igualmente, organizan retiros, evangelizan y tienen una especial atención con los estudiantes universitarios.

“Cuando conocí a las Sisters of Life no podía creer que su carisma existiera en la Iglesia y en el mundo”, confiesa la hermana Maris Stella.

Rápidamente este carisma atrapó a aquella oficial de la Marina: “me atraía mucho nuestra vida de oración, rezamos unas cuatro horas al día, y luego nuestras obras de servicio, de servir a los más vulnerables, los pobres y los no nacidos, y las mujeres que han tenido abortos, simplemente llevándoles la misericordia de Dios”.

Acudió a un retiro de discernimiento con las hermanas y posteriormente rezó una novena de 33 días a la Virgen María. “Ese mismo día llegué a casa y mi carta de aceptación llegó por correo. Sabía que era nuestra Santísima Madre quien realmente se preocupaba por mí”, añade.



Además, Maris Stella  afirma feliz que “ser esposa de Cristo es el regalo más hermoso que me han dado. Amo mi vocación. Es una vida plena y feliz. Dios no quita nada, nos da todo. Si bien puede parecer un sacrificio al principio, realmente recibimos cien veces más”.

Por ello, animó a todos aquellos que estén discerniendo su vocación a que pasen tiempo con Jesús frente al Sagrario, pues “ahí es donde Él puede decirnos la verdad y puede ayudarnos a descubrir cómo hizo que nuestros corazones amen en este mundo”.

Acerca de la atención a mujeres que han sufrido un aborto, uno de los carismas de las Sisters of Life, Maris Stella habla de su propia experiencia: “es uno de nuestros trabajos más hermosos (…) Muy a menudo las mujeres que han tenido un aborto piensan que no pueden ser perdonadas. Pero la verdad es que es lo contrario, que no hay pecado demasiado grande para la misericordia de Dios, y que Él anhela sanarnos y restaurarnos”.

Fuente: Religión en Libertad

jueves, 27 de enero de 2022

Santo Evangelio 27 de Enero 2022

 


Texto del Evangelio (Mc 4,21-25):

 En aquel tiempo, Jesús decía a la gente: «¿Acaso se trae la lámpara para ponerla debajo del celemín o debajo del lecho? ¿No es para ponerla sobre el candelero? Pues nada hay oculto si no es para que sea manifestado; nada ha sucedido en secreto, sino para que venga a ser descubierto. Quien tenga oídos para oír, que oiga».

Les decía también: «Atended a lo que escucháis. Con la medida con que midáis, se os medirá y aun con creces. Porque al que tiene se le dará, y al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará».



«¿Acaso se trae la lámpara para ponerla debajo del celemín o debajo del lecho?»


Rev. D. Àngel CALDAS i Bosch

(Salt, Girona, España)

Hoy, Jesús nos explica el secreto del Reino. Incluso utiliza una cierta ironía para mostrarnos que la “energía” interna que tiene la Palabra de Dios —la propia de Él—, la fuerza expansiva que debe extenderse por todo el mundo, es como una luz, y que esta luz no puede ponerse «debajo del celemín o debajo del lecho» (Mc 4,21).

¿Acaso podemos imaginarnos la estupidez humana que sería colocar la vela encendida debajo de la cama? ¡Cristianos con la luz apagada o con la luz encendida con la prohibición de iluminar! Esto sucede cuando no ponemos al servicio de la fe la plenitud de nuestros conocimientos y de nuestro amor. ¡Cuán antinatural resulta el repliegue egoísta sobre nosotros mismos, reduciendo nuestra vida al marco de nuestros intereses personales! ¡Vivir bajo la cama! Ridícula y trágicamente inmóviles: “ausentes” del espíritu.

El Evangelio —todo lo contrario— es un santo arrebato de Amor apasionado que quiere comunicarse, que necesita “decirse”, que lleva en sí una exigencia de crecimiento personal, de madurez interior, y de servicio a los otros. «Si dices: ¡Basta!, estás muerto», dice san Agustín. Y san Josemaría: «Señor: que tenga peso y medida en todo..., menos en el Amor».

«‘Quien tenga oídos para oír, que oiga’. Les decía también: ‘Atended a lo que escucháis’» (Mc 4,23-24). Pero, ¿qué quiere decir escuchar?; ¿qué hemos de escuchar? Es la gran pregunta que nos hemos de hacer. Es el acto de sinceridad hacia Dios que nos exige saber realmente qué queremos hacer. Y para saberlo hay que escuchar: es necesario estar atento a las insinuaciones de Dios. Hay que introducirse en el diálogo con Él. Y la conversación pone fin a las “matemáticas de la medida”: «Con la medida con que midáis, se os medirá y aun con creces. Porque al que tiene se le dará, y al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará» (Mc 4,24-25). Los intereses acumulados de Dios nuestro Señor son imprevisibles y extraordinarios. Ésta es una manera de excitar nuestra generosidad.


Tilde Manzotti, tuberculosa desde niña, pedía subir al Calvario para sufrir como Jesús y la Virgen

 


Tilde Manzotti, tuberculosa desde niña, pedía subir al Calvario para sufrir como Jesús y la Virgen

Tilde Manzotti.

Tilde Manzotti pidió sufrir los mismos dolores que la Virgen al pie del Calvario y ser crucificada junto a Cristo.

Enferma de tuberculosis desde los 15 años de edad, durante mucho tiempo Tilde Manzotti (1915-1939) no pudo comprender el sentido de ese sufrimiento. Con la fe debililitada, hasta casi perderla, encuentra la Orden de Predicadores, se convierte en terciaria y se abandona a Jesús crucificado. Descubre que en el vía crucis se encuentra la alegría y se participa en la obra de salvación. Ermes Dovico ha contado su historia en La Nuova Bussola Quotidiana:

Tilde, el vía crucis que da forma al Amor

"...no debes sufrir por mí, porque he encontrado la felicidad. Esa Tilde que recordabas en tu [carta], soñando despierta, ha encontrado su camino a través del dolor. Puedo y debo decir que no encontré el camino, pero el Señor me lo mostró de forma tan brillante, tan luminosa, que, aunque tuviera el corazón ciego, habría visto la luz".

Es el 4 de marzo de 1939 y Tilde Manzotti escribe a su amiga Saffo Sassi, preocupada por su salud. Tilde tiene casi 24 años y padece tuberculosis desde los 15 años. Pero en los últimos meses su estado ha empeorado considerablemente, causando conmoción entre familiares, amigos y religiosos.

Sin embargo, Tilde muestra una alegría tan grande que a veces es incapaz de expresarla con palabras, a pesar de su educación y de la elegancia -no rebuscada, sino natural- de su escritura que se desprende de sus cartas y de su diario. Son textos que relatan un convincente viaje espiritual que llevó a Tilde de una crisis de fe a un rápido e intenso ascenso hacia Dios.

"Sabes cuánto sufrí el año pasado", le escribe, en la misma carta, a Saffo, "porque sabes bien que una naturaleza ardiente como la mía quiere y desea lo que las criaturas no pueden dar. He soñado, he creído en un paraíso que no era sino un infierno". Tilde se había engañado al creer que el deseo se satisfacía solo a través de las criaturas y encontró la respuesta en lo que llamaría, simplemente, "Amor". El de Jesús crucificado, el único capaz de saciar la sed de infinito que Dios ha impreso en nuestras almas.

Una fe rescatada por el dolor

Nacida en Reggio Emilia el 28 de mayo de 1915, Tilde fue la primera de los siete hijos de un matrimonio de fuertes raíces cristianas. Su madre, Giuseppa, era ama de casa y su padre, Primo, maestro. Siguiendo sus pasos, Tilde también se graduó en magisterio a pesar de su tuberculosis. Pero sus intentos de continuar sus estudios en la universidad se vieron frustrados por los recurrentes dolores físicos que la llevaron al borde de la desesperación.



Tilde Manzotti, en su infancia, cuando empezó a padecer la tuberculosis.

Fue en esta etapa de su vida, entre 1936 y 1937, cuando la fe de la joven se tambaleó, quizá debido a malas lecturas y desengaños amorosos. Cuando la familia Manzotti se trasladó a Florencia en noviembre de 1937, comenzó su segunda experiencia universitaria. También esta se vería interrumpida por la enfermedad, pero fue en la ciudad de Dante donde Tilde entró en contacto con la Orden de Predicadores al inscribirse en la FUCI [Federación Universitaria Católica Italiana]: fue una etapa fundamental en su trayectoria. Ella misma acabó siendo terciaria dominica.

"Madre" e "hijo"

En junio de 1938 su estado empeoró: para beneficiarse del aire de la montaña, se trasladó durante un par de meses a un convento dominico en los Apeninos, en Covigliaio. Aquí disfrutó del ambiente de recogimiento y oración. Y conoció a una persona que fue decisiva para volver a la fe y profundizar en ella: el hermano Antonio Lupi, un dominico tres años menor que ella, que día tras día la ayudó a encontrar las respuestas que buscaba y el sentido de sus sufrimientos. Sufrimientos que debió ofrecer a Dios en unión con los de su Hijo, que murió en la cruz para salvarnos. Gracias a este encuentro, Tilde maduró el deseo, nunca realizado, de hacerse monja. Su misión, en el año y poco más en que se consumió rápidamente su vida terrenal, iba a ser otra. Como se refleja en sus escritos.

Si fray Antonio Lupi inicia a Tilde en el camino del abandono confiado en Dios, Tilde se convierte ("después de Nuestra Señora y Santa Teresa del Niño Jesús", según palabras del religioso) en una verdadera madre espiritual para fray Antonio y su vocación sacerdotal, una relación materno-filial que es evidente incluso en los términos utilizados (él, entre otras cosas, la llamará varias veces "mamá", ella "hijo", en un contexto general que lejos de ser cursi manifiesta una expresión de virtudes heroicas).

Sus intercambios de correspondencia, junto con una confianza fraternal, dan testimonio de una admirable unión entre las dos almas, hasta el punto de querer sufrir juntas para mayor gloria de Dios. "Tengo una necesidad absoluta de vivir con la certeza de ser parte de todos tus sufrimientos, incluso los más pequeños. Recuerda que desde el año pasado hemos dicho juntos al Señor que queríamos trabajar juntos por Él y por las almas: por tanto, debemos tener en común todo, sobre todo los sufrimientos", escribía, por ejemplo, el hermano Antonio a Tilde el 28 de julio de 1939.

Un deseo recíproco, aunque Tilde le indica al dominico que está llamado a un "martirio" de otra naturaleza, es decir, más a las pruebas espirituales que a las físicas. Y ella, por otra parte, ofrecería muchos de sus sufrimientos por la santificación de los sacerdotes.

Subir al Calvario

Mientras tanto, en el otoño de 1938, el hermano Antonio presentó a Tilde a un hermano sacerdote, el padre Stefano Lenzetti (1905-1954), que se convirtió en su confesor. Bajo la dirección espiritual del padre Stefano -que no pocas veces tuvo que frenar los impulsos de la joven, decidida a seguir a Jesús y a María en todo-, Tilde emitió una serie de votos privados, como el de víctima de inmolación por amor y sacrificio, el de abandono y el de obediencia a su director.



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El entonces arzobispo de Fiesole, Luciano Giovannetti, abrió en 1995 la causa diocesana para la beatificación de Tilde Manzotti. Se cerró en 1999 y se envió a Roma, para su examen por la Congregación para las Causas de los Santos.

En su Diario no omite relatar la aridez, los asaltos del Maligno y las rebeliones que tuvo que afrontar incluso en los últimos meses de su vida; sin embargo, su sed de infinito, que la hacía desear a Dios por encima de todo, siempre salió victoriosa. Encuentra su paz en la oración ante el Sagrario, sufre cuando no puede recibir la Eucaristía o cuando recibe a Jesús pero sin fruto aparente, se duele de sus pecados pasados y de los que siguen ofendiendo al Señor, medita en Sus dolores y en los de Su Madre.

El 2 de enero de 1939, llena de gratitud, le pide a la Virgen una gracia: "¡Ave María! Hermosa madrecita, realmente quiero que me des un hermoso regalo. Quiero sufrir, por la Pasión de Jesús, tanto como tú has sufrido. ¡Si supieras cuánto te quiero, pensando en el dolor que has sufrido! [...] ¡Oh, madre, ver a un hijo en la cruz! ¿No podemos bajarlo de la cruz y estrecharlo contra nuestro corazón, para que nadie lo haga sufrir más?".

Y el 11 de marzo siguiente: "¡Ave María! Et dolor meus in conspectu meo semper (Sal 38,18). Lo meditaba esta mañana durante la Santa Misa: el altar era el Calvario y Tú, Dios adorado, te dejaste desgarrar por un dolor inmenso por mí". La luz de la fe ilumina lo que Tilde no entendía en su primera juventud, pero ahora sabe que el dolor, si descansa en Él, genera amor. Y salva. Así, el 11 de marzo, después de su enésima declaración a Jesús ("Te amo"), escribe: "Hoy te he pedido, y el padre Stefano te ha pedido por mí, que me concedas la gracia de estar crucificada contigo".

Tendrá que pasar siete meses más enferma antes de reunirse con el Esposo. Era el 3 de octubre de 1939, la fiesta litúrgica (como en el Vetus Ordo) de Santa Teresa del Niño Jesús, de la que era muy devota. Dos meses antes, el 3 de agosto, en el último pensamiento anotado en su diario, Tilde había escrito: "¡Ave María! ¿Cuándo, Jesús, caerá para mí la oscuridad sobre el mundo y estaré a solas contigo?". Hoy es una Sierva de Dios y su causa de beatificación está en marcha.

Fuente: Religion en Libertad

miércoles, 26 de enero de 2022

Santo Evangelio 26 de Enero 2022

 


Texto del Evangelio (Mc 4,1-20):

 En aquel tiempo, Jesús se puso otra vez a enseñar a orillas del mar. Y se reunió tanta gente junto a Él que hubo de subir a una barca y, ya en el mar, se sentó; toda la gente estaba en tierra a la orilla del mar. Les enseñaba muchas cosas por medio de parábolas. Les decía en su instrucción: «Escuchad. Una vez salió un sembrador a sembrar. Y sucedió que, al sembrar, una parte cayó a lo largo del camino; vinieron las aves y se la comieron. Otra parte cayó en terreno pedregoso, donde no tenía mucha tierra, y brotó enseguida por no tener hondura de tierra; pero cuando salió el sol se agostó y, por no tener raíz, se secó. Otra parte cayó entre abrojos; crecieron los abrojos y la ahogaron, y no dio fruto. Otras partes cayeron en tierra buena y, creciendo y desarrollándose, dieron fruto; unas produjeron treinta, otras sesenta, otras ciento». Y decía: «Quien tenga oídos para oír, que oiga».

Cuando quedó a solas, los que le seguían a una con los Doce le preguntaban sobre las parábolas. El les dijo: «A vosotros se os ha dado comprender el misterio del Reino de Dios, pero a los que están fuera todo se les presenta en parábolas, para que por mucho que miren no vean, por mucho que oigan no entiendan, no sea que se conviertan y se les perdone».

Y les dice: «¿No entendéis esta parábola? ¿Cómo, entonces, comprenderéis todas las parábolas? El sembrador siembra la Palabra. Los que están a lo largo del camino donde se siembra la Palabra son aquellos que, en cuanto la oyen, viene Satanás y se lleva la Palabra sembrada en ellos. De igual modo, los sembrados en terreno pedregoso son los que, al oír la Palabra, al punto la reciben con alegría, pero no tienen raíz en sí mismos, sino que son inconstantes; y en cuanto se presenta una tribulación o persecución por causa de la Palabra, sucumben enseguida. Y otros son los sembrados entre los abrojos; son los que han oído la Palabra, pero las preocupaciones del mundo, la seducción de las riquezas y las demás concupiscencias les invaden y ahogan la Palabra, y queda sin fruto. Y los sembrados en tierra buena son aquellos que oyen la Palabra, la acogen y dan fruto, unos treinta, otros sesenta, otros ciento».




«El sembrador siembra la Palabra»


Rev. D. Antoni CAROL i Hostench

(Sant Cugat del Vallès, Barcelona, España)

Hoy escuchamos de labios del Señor la “Parábola del sembrador”. La escena es totalmente actual. El Señor no deja de “sembrar”. También en nuestros días es una multitud la que escucha a Jesús por boca de su Vicario —el Papa—, de sus ministros y... de sus fieles laicos: a todos los bautizados Cristo nos ha otorgado una participación en su misión sacerdotal. Hay “hambre” de Jesús. Nunca como ahora la Iglesia había sido tan católica, ya que bajo sus “alas” cobija hombres y mujeres de los cinco continentes y de todas las razas. Él nos envió al mundo entero (cf. Mc 16,15) y, a pesar de las sombras del panorama, se ha hecho realidad el mandato apostólico de Jesucristo.

El mar, la barca y las playas son substituidos por estadios, pantallas y modernos medios de comunicación y de transporte. Pero Jesús es hoy el mismo de ayer. Tampoco ha cambiado el hombre y su necesidad de enseñanza para poder amar. También hoy hay quien —por gracia y gratuita elección divina: ¡es un misterio!— recibe y entiende más directamente la Palabra. Como también hay muchas almas que necesitan una explicación más descriptiva y más pausada de la Revelación.

En todo caso, a unos y otros, Dios nos pide frutos de santidad. El Espíritu Santo nos ayuda a ello, pero no prescinde de nuestra colaboración. En primer lugar, es necesaria la diligencia. Si uno responde a medias, es decir, si se mantiene en la “frontera” del camino sin entrar plenamente en él, será víctima fácil de Satanás.

Segundo, la constancia en la oración —el diálogo—, para profundizar en el conocimiento y amor a Jesucristo: «¿Santo sin oración...? —No creo en esa santidad» (San Josemaría).

Finalmente, el espíritu de pobreza y desprendimiento evitará que nos “ahoguemos” por el camino. Las cosas claras: «Nadie puede servir a dos señores...» (Mt 6,24).


Fue a Tierra Santa sin fe, no quería misas ni rezar… pero Dios la transformó en el Monte Tabor

 


Fue a Tierra Santa sin fe, no quería misas ni rezar… pero Dios la transformó en el Monte Tabor

Cristina Somoza, de Ávila, habla de su experiencia en Tierra Santa

Cristina Somoza es una de las personas que hablan de su encuentro con la fe en el documental Tierra Santa, el último peregrino. Allí no da muchos detalles, pero sí los da en el libro Vidas Sorprendentes (Xerión, 2021), una recopilación de testimonios que hace el sacerdote Arturo Díaz, capellán en el monasterio de la Encarnación de Ávila y organizador de peregrinaciones al país de Jesús.

El mismo padre Arturo ha vivido 4 años en Tierra Santa y sabe el efecto avivador en la fe de los que ya creen. Pero en el caso de Cristina era distinto, porque ella se había alejado por completo de Dios.

Infancia con fe y vida parroquial

Cristina Somoza nació en 1974 en Ávila, la segunda de tres hermanas y "la más revoltosa". En su infancia y adolescencia le gustaba la vida parroquial, el coro, el grupo de jóvenes, la catequesis... "Me encantaba ir a esa iglesia, porque todos mis amigos estaban allí, y el sacerdote era muy cercano a nosotros", recuerda.


En 1982 San Juan Pablo II visitó Ávila, y allí, en sus actividades, estaba Cristina, con 8 años. Pero ella no se fijó mucho en el Papa, se fijó más en los policías y sus uniformes. Desde entonces quiso ser policía.


Recién finalizados sus estudios en la Escuela de Policía Nacional, fue enviada a Barcelona. Estuvo unos años allí. Incluso participó en la vigilancia de la Familia Real en Mallorca en verano. Pero dejó atrás su vida basada en valores tradicionales. "Mi vida pasó a ser una vida sin Dios. Una ciudad llena de atractivos, juventud, dinero y libertad... pero no tenía a Dios".


"Formé una vida en pareja sin ningún cimiento sólido, y donde, poco a poco, todo se fue destruyendo", señala. Cristina cayó en una especie de vacío existencial y entendió que no era tan fuerte e independiente como pensaba. Volvió a Ávila, a apoyarse en su familia y volcarse en su trabajo, pero sin Dios.

"¿A Tierra Santa?" Un 'no' rotundo, pero...

Un día gris del invierno castellano su madre la instó a apuntarse a la peregrinación a Tierra Santa. "Le di un 'no' rotundo", dice Cristina. Le gustaba viajar, pero no a Tierra Santa ni en formato peregrinación. Pero su madre insistió y la llevó a ver al padre Arturo Díaz.

Vivían delante de la Encarnación, pero Cristina nunca había entrado en este lugar que tantos devotos de Santa Teresa de todo el mundo querrían conocer. Por la insistencia de la madre, Cristina dijo al sacerdote que se apuntaba con dos condiciones: "que no iba a rezar y que no asistiría a ninguna misa".

En el aeropuerto de Barajas, esperando el avión, tuvieron su primera misa, en la capilla. "Nunca pensé que en el aeropuerto hay una capilla, pero la hay. Para mí fue como una 'misa copiada', es decir, que yo repetía los gestos que hacían los demás, y rezaba lo poco que sabía o recordaba".

"Nada era como me lo había imaginado"

Una vez en Tierra Santa, lo primero que le impactó fue Belén. Ni pueblecito ni casitas... "la Cueva de Belén estaba convertida en un lugar silencioso pero majestuoso por ser donde había nacido el Niño Dios. Nada era como me lo había imaginado". Y eso alimentaba su perplejidad y curiosidad. Se sucedían los Santos Lugares: Ein Karem, Nazaret, Magdala... y el Monte Tabor.

El Monte Tabor, en principio, "no le decía nada". Era el lugar de la Transfiguración, donde Jesús se deja ver como algo más que un mero hombre. Cristina subió hasta la cima, y le impresionó la belleza de la vista, pero también que "había algo que me hizo descansar el alma".

Entonces el padre Arturo recitó el texto de Mateo 17,7: "El rostro de Jesús se tornó ante ellos brillante como el sol, sus vestidos se volvieron blancos. Les dijo: ¡Levantaos, no tengáis miedo!"

"Mi viaje cambió por completo desde que el Señor me dijo: 'levántate, no tengas miedo'. En ese mismo momento fui consciente de que el Buen Dios estaría ya siempre conmigo. Mi vida interior ya no iba a ser igual", explica ella.

La fuerza de la Palabra de Dios en ese momento, en ese lugar, la cambiaron para siempre.

En los siguientes días, dice, "el Señor y yo fuimos encajando el uno con el otro, como las piezas de un puzzle..."



Cristina Somoza, de Ávila, habla de su experiencia espiritual en Tierra Santa

En el Santo Sepulcro: "no se puede explicar con palabras"

El Santo Sepulcro es la culminación de muchas peregrinaciones. El lugar donde la muerte fue derrotada, donde Cristo sale de los límites de la muerte, la carne y la sangre mortal. Cristina esperaba inquieta: "¿Qué tendrá este lugar para que haya tanta gente? ¿Qué tendrá este lugar para que nadie quiera salir? Estas preguntas y muchas más las resolví tan pronto como entré. Fue una experiencia única e íntima con el Señor que no se puede explicar con palabras".

Finalizó aquel viaje de 8 días y volvió a Ávila. Cristina comprobó, asombrada y feliz, que Dios seguía con ella.

"La sorpresa me llegó cuando al ir a trabajar, me di cuenta de que el Señor me acompañaba durante toda la jornada de trabajo; y cuando llegué a casa, Él estaba ahí. No me abandonó ni un momento durante ese primer día, ni al otro, ni en los siguientes. La sensación que tenía era la de ver que detrás de mí tenía a una Persona que me seguía y no se separaba de mí en ningún momento", detalla.

Alegría en el día a día, y oración

"Desde entonces, me sentía feliz tanto exterior como interiormente. Me sentía capaz de empatizar con los demás, de pararme a reflexionar sobre mis propios actos y ser crítica. Sobre todo, empecé a incorporar pequeños momentos de oración. Y hoy tengo que reconocer que no podría vivir ni un minuto sin el Señor".

Se acostumbró a rezar el rosario. La gente que nunca reza le pide oración y ella dice: "Si rezamos juntos conseguiremos mucho más ante el Señor". Y en la mayoría de los casos rezan juntos.

La historia de Cristina es una de las historias que se encuentran en el documental "Tierra Santa, el último peregrino" y en el libro 'Vidas sorprendentes', de P. Arturo Díaz

Fuente Religión en Libertad

martes, 25 de enero de 2022

Santo Evangelio 25 de Enero 2022

 


Texto del Evangelio (Mc 16,15-18):

 En aquel tiempo, Jesús se apareció a los once y les dijo: «Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación. El que crea y sea bautizado, se salvará; el que no crea, se condenará. Éstas son las señales que acompañarán a los que crean: en mi nombre expulsarán demonios, hablarán en lenguas nuevas, agarrarán serpientes en sus manos y aunque beban veneno no les hará daño; impondrán las manos sobre los enfermos y se pondrán bien».



«Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva»


Rev. D. Josep GASSÓ i Lécera


Hoy, la Iglesia celebra la fiesta de la Conversión de san Pablo, apóstol. El breve fragmento del Evangelio según san Marcos recoge una parte del discurso acerca de la misión que confiere el Señor resucitado. Con la exhortación a predicar por todo el mundo va unida la tesis de que la fe y el bautismo son requisitos necesarios para la salvación: «El que crea y sea bautizado, se salvará; el que no crea, se condenará» (Mc 16,16). Además, Cristo garantiza que a los predicadores se les dará la facultad de hacer prodigios o milagros que habrán de apoyar y confirmar su predicación misionera (cf. Mc 16,17-18). La misión es grande —«Id por todo el mundo»—, pero no faltará el acompañamiento del Señor: «Yo estaré con vosotros todos los días hasta el fin del mundo» (Mt 28,20).

La oración colecta de hoy, propia de la fiesta, nos dice: «Oh Dios, que con la predicación del Apóstol san Pablo llevaste a todos lo pueblos al conocimiento de la verdad, concédenos, al celebrar hoy su conversión, que, siguiendo su ejemplo, caminemos hacia Ti como testigos de tu verdad». Una verdad que Dios nos ha concedido conocer y que tantas y tantas almas desearían poseer: tenemos la responsabilidad de transmitir hasta donde podamos este maravilloso patrimonio.

La Conversión de san Pablo es un gran acontecimiento: él pasa de perseguidor a convertido, es decir, a servidor y defensor de la causa de Cristo. Muchas veces, quizá, también nosotros mismos hacemos de “perseguidores”: como san Pablo, tenemos que convertirnos de “perseguidores” a servidores y defensores de Jesucristo.

Con Santa María, reconozcamos que el Altísimo también se ha fijado en nosotros y nos ha escogido para participar de la misión sacerdotal y redentora de su Hijo divino: Regina apostolorum, Reina de los apóstoles, ¡ruega por nosotros!; haznos valientes para dar testimonio de nuestra fe cristiana en el mundo que nos toca vivir.