miércoles, 31 de enero de 2024

Santo Evangelio 31 de Enero de 2024

 


Texto del Evangelio (Mc 6,1-6):

 En aquel tiempo, Jesús salió de allí y vino a su patria, y sus discípulos le siguieron. Cuando llegó el sábado se puso a enseñar en la sinagoga. La multitud, al oírle, quedaba maravillada, y decía: «¿De dónde le viene esto?, y ¿qué sabiduría es ésta que le ha sido dada? ¿Y esos milagros hechos por sus manos? ¿No es éste el carpintero, el hijo de María y hermano de Santiago, José, Judas y Simón? ¿Y no están sus hermanas aquí entre nosotros?». Y se escandalizaban a causa de Él. Jesús les dijo: «Un profeta sólo en su patria, entre sus parientes y en su casa carece de prestigio». Y no podía hacer allí ningún milagro, a excepción de unos pocos enfermos a quienes curó imponiéndoles las manos. Y se asombró de su falta de fe. Y recorría los pueblos del contorno enseñando.



«¿De dónde le viene esto?, y ¿qué sabiduría es ésta que le ha sido dada? ¿Y esos milagros hechos por sus manos?»


Rev. D. Miquel MASATS i Roca

(Girona, España)

Hoy el Evangelio nos muestra cómo Jesús va a la sinagoga de Nazaret, el pueblo donde se había criado. El sábado es el día dedicado al Señor y los judíos se reúnen para escuchar la Palabra de Dios. Jesús va cada sábado a la sinagoga y allí enseña, no como los escribas y fariseos, sino como quien tiene autoridad (cf. Mc 1,22).

Dios nos habla también hoy mediante la Escritura. En la sinagoga se leen las Escrituras y, después, uno de los entendidos se ocupaba de comentarlas, mostrando su sentido y el mensaje que Dios quiere transmitir a través de ellas. Se atribuye a san Agustín la siguiente reflexión: «Así como en la oración nosotros hablamos con Dios, en la lectura es Dios quien nos habla».

El hecho de que Jesús, Hijo de Dios, sea conocido entre sus conciudadanos por su trabajo, nos ofrece una perspectiva insospechada para nuestra vida ordinaria. El trabajo profesional de cada uno de nosotros es medio de encuentro con Dios y, por tanto, realidad santificable y santificadora. Con palabras de san Josemaría Escrivá: «Vuestra vocación humana es parte, y parte importante, de vuestra vocación divina. Ésta es la razón por la cual os tenéis que santificar, contribuyendo al mismo tiempo a la santificación de los demás, de vuestros iguales, precisamente santificando vuestro trabajo y vuestro ambiente: esa profesión u oficio que llena vuestros días, que da fisonomía peculiar a vuestra personalidad humana, que es vuestra manera de estar en el mundo; ese hogar, esa familia vuestra; y esa nación, en que habéis nacido y a la que amáis».

Acaba el pasaje del Evangelio diciendo que Jesús «no podía hacer allí ningún milagro (...). Y se maravilló de su falta de fe» (Mc 6,5-6). También hoy el Señor nos pide más fe en Él para realizar cosas que superan nuestras posibilidades humanas. Los milagros manifiestan el poder de Dios y la necesidad que tenemos de Él en nuestra vida de cada día.

En la mesa de operaciones y en peligro de muerte, llamó por primera vez a Dios: hoy lo lleva tatuado

 


En la mesa de operaciones y en peligro de muerte, llamó por primera vez a Dios: hoy lo lleva tatuado

Armelle ofrece su testimonio.

Además de contar su conversión, Armelle ofreció algunas buenas observaciones sobre la importancia del testimonio cristiano.

Armelle es enfermera. Está casada y tiene dos hijos, y ellos eran su gran preocupación cuando en junio de 2018 se vio en el quirófano, pero no como ayudante en una operación, sino para ser operada.

Era una "urgencia vital": "Tenía miedo porque mis hijos eran muy pequeños. El propio cirujano no sabía si saldría con vida. Creí que iba a morir. Le pedí que no fallase porque tenía dos niños y no me respondió. Eso no me tranquilizó mucho..."

Lo dice con sorna y le responden las risas de los cientos de personas que escuchan su testimonio. Fue este verano, en los encuentros de la Comunidad del Emmanuel en Paray-le-Monial, el lugar donde en 1673 el Sagrado Corazón de Jesús se reveló a Santa Margarita María Alacoque. Lo recoge el portal L'1visible.

El testimonio de Armelle, el pasado verano en Paray-le-Monial.

Poco antes de caer rendida por la anestesia, Armelle tuvo un último pensamiento. Ella había crecido en una familia atea. La bautizaron, pero nada más. No recibió una educación religiosa. Sin embargo, ante aquel trance y el silencio del médico sintió que debía hacer algo nuevo para ella: rezar. 

"Me dije: '¿A qué me agarro, si no puedo agarrarme a un ser humano?' No sé por qué, pensé en Dios, aunque en realidad no Le conocía. Y recé un Padrenuestro aproximado, porque no  lo sabía bien. De golpe, tras esa oración", recuerda, "me sentí tranquila y me volví hacia el cirujano para decirle: 'Adelante, confío en usted'. Él no entendía qué había pasado, porque solo unos segundos antes yo estaba temerosa de morir".

El encuentro

La intervención quirúrgica fue muy larga, pero salió bien. Necesitó dos meses de recuperación, durante los cuales, confiesa, no volvió a pensar en Dios ni a rezar.

Al cabo de ese tiempo, un día recordó lo que había vivido sobre la mesa de operaciones, y nació en ella una curiosidad: "Le dije a mi marido: 'Tengo que ir a ver qué pasa en la Iglesia'. Visité a una amiga. Sabía que eran católicos, porque tenían imágenes por todas partes".

"Para ayudar a los demás", afirma Armelle, "es importante tener signos religiosos en casa o hablar en el propio entorno", quien destaca así el valor evangelizador de exteriorizar la fe mediante signos visibles, porque informan a quienes te rodean sobre a quién pueden acudir si quieren saber más sobre Cristo o la Iglesia. 

Pidió a estos amigos que la acompañaran a misa "por primera vez", y lo hizo ese domingo: "Duró una hora, y durante esa hora sentí lo mismo que el día de la operación. Tenía la impresión de estar en una burbuja de amor. Pensé: 'Es aquí donde tengo que venir'. Y fui al domingo siguiente, y luego todos o casi todos los domingos. Hice mi camino. Leí mucho la Biblia, tenía ganas de hacerlo porque desconocía la vida de Jesús y necesitaba conocerla. Cuanto más conoces a alguien, más puedes tener fe en él. Yo quería conocerle para confiar en Él".

Es una segunda obviedad, pero que nunca está de más repetir, y con doble valor si viene de una persona recientemente llegada a la fe: no se puede amar lo que no se conoce. La formación y el discipulado son necesarios para ello. Leer los Evangelios es la mejor forma de conocer a Cristo para poder amarle.

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"Por medio de la Palabra -que es una Palabra viva- comprendí qué es el Espíritu Santo", continúa Armelle, que comprendió a través de las Escrituras la unión entre las personas de la Santísima Trinidad y lamenta el olvido del Espíritu Santo en la devoción popular.

Ella no había recibido ninguna formación ni ningún sacramento desde su bautizo cuando bebé. Pasó, pues, un tiempo antes de que pudiera integrarse plenamente en la Iglesia. Lo hizo la familia en pleno en el año 2019: "Hice mi primera comunión, recibí la confirmación, me casé por la Iglesia y bauticé a mis hijos".

La comunión espiritual

Pero durante el periodo previo de un año, no dejó de buscar un alimento: "Contemplar la Hostia durante la consagración, cuando el sacerdote la eleva, es un alimento espiritual visual. Me ayudó mucho". Otra lección de su testimonio, que atrae la atención sobre otra gran olvidada: la comunión espiritual, que nutre el alma en cualquier circunstancia, pero más cuando la comunión sacramental no es posible.

Para agradecer todas las bendiciones recibidas ("Me considero afortunada por haber recibido el Espíritu Santo"), Armelle se involucró en la vida parroquial: "No quería guardar para mí el amor recibido, quería compartirlo. Así que me impliqué en la catequesis, en el despertar a la fe, en los grupos de adoración... ¡en la limpieza, también tan importante!"

El tatuaje

Armelle insiste mucho en esto: compartir el don recibido es hacerlo accesible a los demás dándoles a saber que existe.

"Hay que mostrar que uno cree mediante signos sensibles", concluye, "porque gracias a esos pequeños signos puedes encontrar personas buenas". Y se vuelve hacia Roselyn, que estuvo  a su lado durante el testimonio. Al referirse a la abundancia de iconos en su casa deducimos que fue ella la amiga a la que acudió cuando quiso iniciar su camino de fe: "Yo nunca habría ido sola a la iglesia, ni se me habría ocurrido ver a un sacerdote, fue gracias a esos signos. Y os voy a decir: me he hecho un signo en mí misma, me he tatuado al Espíritu Santo".



El Espíritu Santo, en forma de paloma, en el brazo de Armelle.

"Y así, si personas de fuera de la Iglesia lo ven, puedo ayudarles", concluye, concretando una idea que estuvo muy presente en su intervención. Hoy no es fácil para muchas personas encontrar personas de fe a las que acudir... ¡porque no las ven! Viven en entornos donde no existen o, si existen, no se manifiestan. El tatuaje de Armelle es un recordatorio de que un cristiano debe ser también una baliza que orienta y ayuda en la navegación de los demás.

Fuente: Religión en Libertad

martes, 30 de enero de 2024

Santo Evangelio 30 de Enero 2024

 


Texto del Evangelio (Mc 5,21-43):

 En aquel tiempo, Jesús pasó de nuevo en la barca a la otra orilla y se aglomeró junto a Él mucha gente; Él estaba a la orilla del mar. Llega uno de los jefes de la sinagoga, llamado Jairo, y al verle, cae a sus pies, y le suplica con insistencia diciendo: «Mi hija está a punto de morir; ven, impón tus manos sobre ella, para que se salve y viva». Y se fue con él. Le seguía un gran gentío que le oprimía.

Entonces, una mujer que padecía flujo de sangre desde hacía doce años, y que había sufrido mucho con muchos médicos y había gastado todos sus bienes sin provecho alguno, antes bien, yendo a peor, habiendo oído lo que se decía de Jesús, se acercó por detrás entre la gente y tocó su manto. Pues decía: «Si logro tocar aunque sólo sea sus vestidos, me salvaré». Inmediatamente se le secó la fuente de sangre y sintió en su cuerpo que quedaba sana del mal. Al instante, Jesús, dándose cuenta de la fuerza que había salido de Él, se volvió entre la gente y decía: «¿Quién me ha tocado los vestidos?». Sus discípulos le contestaron: «Estás viendo que la gente te oprime y preguntas: ‘¿Quién me ha tocado?’». Pero Él miraba a su alrededor para descubrir a la que lo había hecho. Entonces, la mujer, viendo lo que le había sucedido, se acercó atemorizada y temblorosa, se postró ante Él y le contó toda la verdad. Él le dijo: «Hija, tu fe te ha salvado; vete en paz y queda curada de tu enfermedad».

Mientras estaba hablando llegan de la casa del jefe de la sinagoga unos diciendo: «Tu hija ha muerto; ¿a qué molestar ya al Maestro?». Jesús que oyó lo que habían dicho, dice al jefe de la sinagoga: «No temas; solamente ten fe». Y no permitió que nadie le acompañara, a no ser Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago. Llegan a la casa del jefe de la sinagoga y observa el alboroto, unos que lloraban y otros que daban grandes alaridos. Entra y les dice: «¿Por qué alborotáis y lloráis? La niña no ha muerto; está dormida». Y se burlaban de Él. Pero Él después de echar fuera a todos, toma consigo al padre de la niña, a la madre y a los suyos, y entra donde estaba la niña. Y tomando la mano de la niña, le dice: «Talitá kum», que quiere decir: «Muchacha, a ti te digo, levántate». La muchacha se levantó al instante y se puso a andar, pues tenía doce años. Quedaron fuera de sí, llenos de estupor. Y les insistió mucho en que nadie lo supiera; y les dijo que le dieran a ella de comer.


«Hija, tu fe te ha salvado; vete en paz y queda curada de tu enfermedad»


Rev. D. Francesc PERARNAU i Cañellas

(Girona, España)

Hoy el Evangelio nos presenta dos milagros de Jesús que nos hablan de la fe de dos personas bien distintas. Tanto Jairo —uno de los jefes de la sinagoga— como aquella mujer enferma muestran una gran fe: Jairo está seguro de que Jesús puede curar a su hija, mientras que aquella buena mujer confía en que un mínimo de contacto con la ropa de Jesús será suficiente para liberarla de una enfermedad muy grave. Y Jesús, porque son personas de fe, les concede el favor que habían ido a buscar.

La primera fue ella, aquella que pensaba que no era digna de que Jesús le dedicara tiempo, la que no se atrevía a molestar al Maestro ni a aquellos judíos tan influyentes. Sin hacer ruido, se acerca y, tocando la borla del manto de Jesús, “arranca” su curación y ella enseguida lo nota en su cuerpo. Pero Jesús, que sabe lo que ha pasado, no la quiere dejar marchar sin dirigirle unas palabras: «Hija, tu fe te ha salvado; vete en paz y queda curada de tu enfermedad» (Mc 5,34).

A Jairo, Jesús le pide una fe todavía más grande. Como ya Dios había hecho con Abraham en el Antiguo Testamento, pedirá una fe contra toda esperanza, la fe de las cosas imposibles. Le comunicaron a Jairo la terrible noticia de que su hijita acababa de morir. Nos podemos imaginar el gran dolor que le invadiría en aquel momento, y quizá la tentación de la desesperación. Y Jesús, que lo había oído, le dice: «No temas, solamente ten fe» (Mc 5,36). Y como aquellos patriarcas antiguos, creyendo contra toda esperanza, vio cómo Jesús devolvía la vida a su amada hija.

Dos grandes lecciones de fe para nosotros. Desde las páginas del Evangelio, Jairo y la mujer que sufría hemorragias, juntamente con tantos otros, nos hablan de la necesidad de tener una fe inconmovible. Podemos hacer nuestra aquella bonita exclamación evangélica: «Creo, Señor, ayuda mi incredulidad» (Mc 9,24).


«El diablo se descontrola de rabia cuando coloco algo que refleja la presencia de la Virgen»

 


Amorth: «El diablo se descontrola de rabia cuando coloco algo que refleja la presencia de la Virgen»

El padre Amorth reconoció haber realizado más de cincuenta mil exorcismos.

 Los más de 50.000 exorcismos que ha realizado le convirtieron en el mayor experto en la materia. Cuando tenía 87 años, el padre Gabrielle Amorth, exorcista de la diócesis de Roma, alertó de la importancia de que en cada diócesis hubiera un exorcista. En 2016, con 91 años, fallecía en Roma.

 Una mañana de 1985, el cardenal Ugo Poletti, vicario de Juan Pablo II como obispo de Roma, llamó a un sacerdote paulista nacido en 1925, el padre Gabrielle Amorth, para encomendarle una misión: ser el exorcista de la diócesis de Roma.

Durante tres décadas, el padre Amorth reconoció haber realizado más de cincuenta mil exorcismos. Por tanto, nadie mejor que él en todo el mundo para poder explicar qué es este ritual del exorcismo, en un momento en el que, en la práctica, está olvidado incluso en el seno De la Iglesia. El periodista Jesús García le hizo en su día esta interesante entrevista.

 -Padre Amorth, ¿qué es un exorcismo?

-El exorcismo es una oración pública de la Iglesia que se hace con la autoridad de la Iglesia, porque la hace un sacerdote designado por el obispo; es una oración de liberación del demonio, de su influencia maligna o del mal provocado por él.

 -En la actualidad hay muy pocos exorcistas, ¿No son necesarios?

-Durante trescientos años la Iglesia ha abandonado los exorcismos. Los motivos son diversos y los explico en el libro Habla un exorcista. Sin embargo, en cada diócesis debe haber uno ¡como mínimo! Pero ¿cómo los va a haber, si la gente no cree en el Demonio, incluso gente de Iglesia, como sacerdotes y obispos? Es necesario saber que el obispo que no proporciona la ayuda espiritual necesaria a un fiel con un problema demoníaco está pecando gravemente.

 -¿Por qué permite Dios una posesión o un mal demoníaco?

-Hay gente a la que he tratado que va a misa, reza y hace ayuno. Yo les pregunto: “Si no estuvieses poseído, ¿lo harías?”. Y me responden que no. Además, pregunto a los demonios mientras hago este exorcismo: “¿Por qué te empeñas en quedarte? Y me dicen: “No puedo irme porque Dios no me lo permite. Si me fuera de esta persona, se alejaría de los sacramentos, y estando así, acude a Dios y es ferviente su oración”. Luego es posible que para esas personas, esa cruz sea necesaria para su salvación y la de los que comparten esa cruz con ella: su entorno, su familia y sus amigos.

 -En el Evangelio, Jesús dice que algunos demonios sólo se van con ayuno y oración, pero existen casos en los que el exorcismo dura muchos años, o que incluso no llega a producir nunca esa liberación, aunque se recurra al ayuno y la oración. ¿Por qué?

-Hay ocasiones en que el Señor permite un caso de posesión en el que la persona no llegue a liberarse nunca. Yo los he tratado. El Señor invita a acudir al ayuno y a la oración para expulsar cierto tipo de demonios, porque hay varios. Igual que hay ángeles con diferentes funciones y misiones, con los caídos pasa lo mismo, pues también son ángeles. Pero como digo, en ocasiones nada funciona, ya que Dios lo permite para la salvación de muchas almas, no sólo de la persona poseída, aunque no es normal.

 -Otra cosa incomprensible es cómo puede comulgar un poseído y que no se dé su liberación, siendo como es la Sagrada Forma el cuerpo vivo de Cristo. ¿Acaso no nos ha dicho la Iglesia que el demonio huye de Cristo como de la peste?

-Es cierto. No se aleja el demonio cuando la persona comulga. Se queda ahí quieto, aunque supongo que tremendamente incómodo. A veces, durante un exorcismo, coloco sobre la cabeza del poseído una forma consagrada y pregunto: “¿Sabes lo que tienes ahí?”.Y contesta: “Sí, está Él”, y ni se inmuta.

»Sin embargo, he descubierto algo curiosísimo: el demonio se descontrola en rabia desesperada cuando coloco algo que refleja la presencia de la Virgen, como un escapulario, o si rezo oraciones de la Virgen. ¡A María le tiene un odio impresionante! Entonces sí se revuelve, no lo puede soportar. ¡Huye como de la peste!

 -¿Por qué?

-Porque se siente profundamente humillado. El saberse obligado a hincar la rodilla ante una mujer, la Madre de Cristo... ¡Ah! No puede con eso. Las oraciones a la Virgen durante un exorcismo son extraordinariamente poderosas a mi favor...

 »También ocurre con las reliquias que han pertenecido a algunos santos. Yo suelo utilizarlas con mucha frecuencia, porque no las puede soportar. Suele ‘salir’ despavorido por la misma razón: la humillación de la obediencia a la que le obliga Nuestro Señor, que le induce a doblegarse ante un hombre, no ante un ángel o ante Dios mismo: ante un hombre que ha sido santo.

»Me ocurre mucho con las reliquias que utilizo del padre Pío de Pietrelcina, a quien tengo especial devoción. Sale huyendo ante las oraciones y las invocaciones que hago sobre él. ¿Sabe que lo conocí siendo yo muy jovencito? ¡Le tiraba de la barba y él se partía de risa! Yo le adoraba, era una persona de una bondad hiperbólica, un hombre de Dios de pies a cabeza. Un gran santo de nuestro tiempo.

 Exorcista



'No se aleja el demonio cuando la persona comulga. Se queda ahí quieto, aunque supongo que tremendamente incómodo', señala Amorth.

-Usted cuenta que durante los exorcismos un poseído puede expulsar por la boca objetos de metal, cristal y cosas así.

-Es curioso, ocurre a veces. Esos objetos no están dentro de la persona físicamente, se materializan en la boca, al ser expulsados. Los he cogido con mi mano, incluso cuchillas de afeitar. Tengo una caja enorme llena de estos objetos. La guardo para demostrar físicamente lo que ocurre durante la expulsión de un demonio. Es muy difícil de creer, pero están ahí.

»Una vez, una persona sobre la que oraba me escupía todo el rato y yo esquivaba sus salivazos como podía. Una de ésas veces, le vi que me iba a escupir y puse mi mano ante su boca. Fue todo muy rápido, pero cogí al vuelo un clavo enorme y estaba seco. No tenía saliva ni nada. Se había materializado en el momento de salir de su boca.

 -Usted cuenta que una sola sesión de exorcismo puede ser durísima

-Se necesita una enorme fuerza psicológica para asistir a un exorcismo y no distraerse de la oración con nada, diga lo que diga o haga lo que haga el demonio. La fatiga puede ser muy grande.

 -¿Cómo nos protegemos para que nunca nos suceda algo así?

-El mejor remedio contra el demonio es la oración y la confianza en la Misericordia. Con oración y siendo fieles a los regalos infinitos de la Iglesia: los Sacramentos. Dios jamás abandona a un hijo fiel. Lo protege, lo ama con locura, lo mima con sus regalos. ¡No debéis tener miedo jamás!

 -¿Usted no ha tenido miedo nunca?

-El mismo día que me nombraron exorcista me encomendé a la Santísima Virgen. Le pedí que me arropase y me protegiese cada día con su manto materno. Además, tengo una profunda devoción a mi ángel de la guarda, al que me encomiendo cada día y antes de cada exorcismo. Por lo tanto, creo que es el demonio, por la gracia de Dios, el que se echa a temblar cuando me ve aparecer y empiezo a rezar.

 -¿Es cierto que usted exorcizó junto a Juan Pablo II?

-Le cuento una anécdota de ese impresionante santo. Estaba yo exorcizando a una pobre muchacha joven, a la que llevaba muchos años intentando liberar. El exorcismo esa mañana había sido durísimo y tanto ella como yo estábamos agotados. Entonces nos fuimos los dos a una misa que celebraba el Papa en San Pedro.

 »Ella estaba tranquila, con unas ganas tremendas de estar en la Misa y de ver al Papa. Todo iba bien hasta que el Papa entró en la basílica, con todos los ropajes, preparado para celebrar. En cuanto esta muchacha le vio, se puso fatal: alaridos, convulsiones, etc. Estaba claro que el demonio no soportaba la presencia de ese hombre tan de Cristo. El Papa la miró lleno de compasión y dio la orden de que la alejaran un poco, pues los gritos que profería y las palabrotas iban a ser un incordio para la celebración.

 »Cuando finalizó la Misa, el Papa se acercó a ella, que seguía con una inquietud horrorosa. Le impuso las manos, comenzó a orar y la muchacha se puso fatal. Así estuvo el Santo Padre un buen rato, hasta que se calmó un poco. Quizá logró expulsar un par de demonios. El caso es que, agotado, le dijo a su secretario: “Avise al padre Amorth. Que siga él”. Y ahí tuve que seguir yo, que había estado antes no sé cuántas horas con la pobre desdichada sin ningún fruto. Me reí: el Papa no lo sabía.

 -¿Le obedeció?

-¡Por supuesto! Yo quise muchísimo a Juan Pablo II.

 



 -Hay un elemento muy fuerte en el mundo actual en la lucha contra el demonio, un fenómeno que el Papa Juan Pablo II amaba mucho como ha revelado el postulador de su causa de beatificación, que es el fenómeno de Medjugorje. ¿Qué opinión le merece?

-Medjugorje es un lugar de gran fortaleza contra Satanás. Nuestra Señora dijo en Medjugorje el 14 de abril de 1982: “Dios ha permitido que Satanás ponga a prueba a la Iglesia durante un siglo”, pero añadió que no la destruiría: “Este siglo en el que vivís está bajo el poder de Satanás, pero cuando sean realizados los secretos que os he confiado, su poder se quebrará”.

 »Estas palabras nos dicen que Satanás está hoy trabajando, pero a la vez que él, también está la Virgen. Ahí están los frutos de Medjugorje. Son ya más de 30 años de buenos frutos y el Evangelio es claro sobre cómo discernir los acontecimientos que suceden. Al árbol se le conoce por sus frutos, y los de Medjugorje son tan claros que a mí me da pena que se ignoren. Incluso creyentes, laicos y consagrados, que sin haber estado si quiera allí, ya tomaron su decisión de rechazarlo. Pero bueno, de lo poco que sabemos de los secretos confiados a los videntes de Medjugorje es que cuando se realicen, el dragón será derrotado y el reino de la luz triunfará.

 -¿Qué recomienda a una persona que quiera ir al cielo sin pisar el purgatorio y sin saber nada de Satanás?

-Hijo mío, yo también quiero ir al cielo. Agárrate a los sacramentos y sobre todo a la Virgen María. Ella jamás te abandonará.

 Artículo publicado originalmente el 26 de septiembre de 2012.

 

lunes, 29 de enero de 2024

Santo Evangelio 29 de Enero 2024

 


Texto del Evangelio (Mc 5,1-20):

 En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos llegaron al otro lado del mar, a la región de los gerasenos. Apenas saltó de la barca, vino a su encuentro, de entre los sepulcros, un hombre con espíritu inmundo que moraba en los sepulcros y a quien nadie podía ya tenerle atado ni siquiera con cadenas, pues muchas veces le habían atado con grillos y cadenas, pero él había roto las cadenas y destrozado los grillos, y nadie podía dominarle. Y siempre, noche y día, andaba entre los sepulcros y por los montes, dando gritos e hiriéndose con piedras. Al ver de lejos a Jesús, corrió y se postró ante Él y gritó con gran voz: «¿Qué tengo yo contigo, Jesús, Hijo de Dios Altísimo? Te conjuro por Dios que no me atormentes». Es que Él le había dicho: «Espíritu inmundo, sal de este hombre». Y le preguntó: «¿Cuál es tu nombre?». Le contesta: «Mi nombre es Legión, porque somos muchos». Y le suplicaba con insistencia que no los echara fuera de la región.

Había allí una gran piara de puercos que pacían al pie del monte; y le suplicaron: «Envíanos a los puercos para que entremos en ellos». Y se lo permitió. Entonces los espíritus inmundos salieron y entraron en los puercos, y la piara -unos dos mil- se arrojó al mar de lo alto del precipicio y se fueron ahogando en el mar. Los porqueros huyeron y lo contaron por la ciudad y por las aldeas; y salió la gente a ver qué era lo que había ocurrido. Llegan donde Jesús y ven al endemoniado, al que había tenido la Legión, sentado, vestido y en su sano juicio, y se llenaron de temor. Los que lo habían visto les contaron lo ocurrido al endemoniado y lo de los puercos. Entonces comenzaron a rogarle que se alejara de su término.

Y al subir a la barca, el que había estado endemoniado le pedía estar con Él. Pero no se lo concedió, sino que le dijo: «Vete a tu casa, donde los tuyos, y cuéntales lo que el Señor ha hecho contigo y que ha tenido compasión de ti». Él se fue y empezó a proclamar por la Decápolis todo lo que Jesús había hecho con él, y todos quedaban maravillados.



«Espíritu inmundo, sal de este hombre»


Rev. D. Ramon Octavi SÁNCHEZ i Valero

(Viladecans, Barcelona, España)

Hoy encontramos un fragmento del Evangelio que puede provocar la sonrisa a más de uno. Imaginarse unos dos mil puercos precipitándose monte abajo, no deja de ser una imagen un poco cómica. Pero la verdad es que a aquellos porqueros no les hizo ninguna gracia, se enfadaron mucho y le pidieron a Jesús que se marchara de su territorio.

La actitud de los porqueros, aunque humanamente podría parecer lógica, no deja de ser francamente recriminable: preferirían haber salvado sus cerdos antes que la curación del endemoniado. Es decir, antes los bienes materiales, que nos proporcionan dinero y bienestar, que la vida en dignidad de un hombre que no es de los “nuestros”. Porque el que estaba poseído por un espíritu maligno sólo era una persona que «siempre, noche y día, andaba entre los sepulcros y por los montes, dando gritos e hiriéndose con piedras» (Mc 5,5).

Nosotros tenemos muchas veces este peligro de aferrarnos a aquello que es nuestro, y desesperarnos cuando perdemos aquello que sólo es material. Así, por ejemplo, el campesino se desespera cuando pierde una cosecha incluso cuando la tiene asegurada, o el jugador de bolsa hace lo mismo cuando sus acciones pierden parte de su valor. En cambio, muy pocos se desesperan viendo el hambre o la precariedad de tantos seres humanos, algunos de los cuales viven a nuestro lado.

Jesús siempre puso por delante a las personas, incluso antes que las leyes y los poderosos de su tiempo. Pero nosotros, demasiadas veces, pensamos sólo en nosotros mismos y en aquello que creemos que nos procura felicidad, aunque el egoísmo nunca trae felicidad. Como diría el obispo brasileño Helder Cámara: «El egoísmo es la fuente más infalible de infelicidad para uno mismo y para los que le rodean».

domingo, 28 de enero de 2024

Santo Evangelio 28 de Enero 2024

 


Texto del Evangelio (Mc 1,21-28):

 En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos llegaron a Cafarnaúm. Al llegar el sábado entró en la sinagoga y se puso a enseñar. Y quedaban asombrados de su doctrina, porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas. Había precisamente en su sinagoga un hombre poseído por un espíritu inmundo, que se puso a gritar: «¿Qué tenemos nosotros contigo, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? Sé quién eres tú: el Santo de Dios». Jesús, entonces, le conminó diciendo: «Cállate y sal de él». Y agitándole violentamente el espíritu inmundo, dio un fuerte grito y salió de él. Todos quedaron pasmados de tal manera que se preguntaban unos a otros: «¿Qué es esto? ¡Una doctrina nueva, expuesta con autoridad! Manda hasta a los espíritus inmundos y le obedecen». Bien pronto su fama se extendió por todas partes, en toda la región de Galilea.



«¡Una doctrina nueva, expuesta con autoridad!»


Rev. D. Jordi CASTELLET i Sala

(Vic, Barcelona, España)

Hoy, Cristo nos dirige su enérgico grito, sin dudas y con autoridad: «Cállate y sal de él» (Mc 1,25). Lo dice a los espíritus malignos que viven en nosotros y que no nos dejan ser libres, tal y como Dios nos ha creado y deseado.

Si te has fijado, los fundadores de las órdenes religiosas, la primera norma que ponen cuando establecen la vida comunitaria, es la del silencio: en una casa donde se tenga que rezar, ha de reinar el silencio y la contemplación. Como reza el adagio: «El bien no hace ruido; el ruido no hace bien». Por esto, Cristo ordena a aquel espíritu maligno que calle, porque su obligación es rendirse ante quien es la Palabra, que «se hizo carne, y puso su morada entre nosotros» (Jn 1,14).

Pero es cierto que con la admiración que sentimos ante el Señor, se puede mezclar también un sentimiento de suficiencia, de tal manera que lleguemos a pensar tal como san Agustín decía en las propias confesiones: «Señor, hazme casto, pero todavía no». Y es que la tentación es la de dejar para más tarde la propia conversión, porque ahora no encaja con los propios planes personales.

La llamada al seguimiento radical de Jesucristo, es para el aquí y ahora, para hacer posible su Reino, que se abre paso con dificultad entre nosotros. Él conoce nuestra tibieza, sabe que no nos gastamos decididamente en la opción por el Evangelio, sino que queremos contemporizar, ir tirando, ir viviendo, sin estridencias y sin prisa.

El mal no puede convivir con el bien. La vida santa no permite el pecado. «Nadie puede servir a dos señores; porque aborrecerá a uno y amará al otro» (Mt 6,24), dice Jesucristo. Refugiémonos en el árbol santo de la Cruz y que su sombra se proyecte sobre nuestra vida, y dejemos que sea Él quien nos conforte, nos haga entender el porqué de nuestra existencia y nos conceda una vida digna de Hijos de Dios.

De anglicano «franciscano» a católico: creó la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos

 


De anglicano «franciscano» a católico: creó la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos

Paul Wattson

El padre Paul James Wattson (en la foto) y el reverendo John Spencer, ambos anglicanos, fueron los creadores de esta semana de oración, una idea que se llevó a cabo gracias a la correspondencia epistolar entre una orilla y otra del océano.

La octava de oración por la unidad de los cristianos, que se está celebrando esta semana, fue ideada en 1908 por un ministro episcopaliano, llamado Paul Wattson, quien al año siguiente fue acogido en la Iglesia Católica junto a toda la comunidad que él mismo había fundado.

El padre Paul James Wattson (nacido como Lewis Thomas) y el reverendo John Spencer, ambos anglicanos, fueron los creadores de esta semana de oración, una idea que se llevó a cabo gracias a la correspondencia epistolar a una orilla y otra del océano. El primero en Estados Unidos y el segundo en Inglaterra. 

Entre Pablo y la Cátedra de Pedro 

La historia de Paul Wattson es bastante singular ya que era un episcopaliano, es decir, perteneciente a la rama estadounidense de la Comunión Anglicana. Nacido en 1863, se convirtió en pastor en 1886 y junto a su madre fundó una comunidad religiosa de inspiración franciscana (pero todavía en un contexto episcopaliano). La Nuova Bussola Quotidiana ha recogido su historia. 

En la "montaña santa" de Graymoor, a 80 kilómetros al norte de Nueva York, se creó la Sociedad de la Expiación, palabra que significa también "reconciliación". Precisamente la Biblia King James, utilizada por los episcopalianos, traduce la "reconciliación" de Cristo mediante el pasaje de la Carta a los Romanos 5,11: "Nos sentiremos seguros de Dios gracias a Cristo Jesús, nuestro Señor, por medio del cual hemos obtenido la reconciliación". Un versículo que tocó al padre Wattson.

Fue su amigo Spencer Jones el que propuso el día 29 de junio, dedicado a los santos Pedro y Pablo, como jornada de oración por la unidad de los cristianos. Sin embargo, a Wattson se le ocurrió celebrar una octava especial (como todavía sucede hoy) del 18 al 25 de enero. Precisamente, en la octava de oración por la unidad de los cristianos de 1908, Wattson (que en 1900 había asumido el nombre religioso de Paul James) fundó una nueva comunidad.

Si la fecha final de la octava es evidente, ya que la Conversión de San Pablo la celebran católicos y anglicanos, la fecha inicial del 18 de enero es menos conocida: de hecho esa fecha coincide con la fiesta católica de la Cátedra de Pedro (ahora trasladada al 22 de febrero) y de su "variante" protestante, la fiesta de la Confesión de Pedro (aún en uso), una coincidencia entre fechas que revela una insospechada implicación "ecuménica".



Paul-Wattson Junto a su madre fundó una comunidad de inspiración franciscana y una liga del Rosario, ambas en un contexto episcopaliano.

Un año después de fundar su comunidad, el 30 de octubre de 1909, el padre Paul y su madre, junto con los religiosos y religiosas de la Expiación, fueron acogidos en la Iglesia Católica por el Papa San Pío X y, por tanto, en la familia franciscana. Al año siguiente, el 16 de julio, Paul fue ordenado sacerdote católico, dedicándose a la causa de la unidad de los cristianos y difundiendo la octava de oración.

En 1916, el Papa Benedicto XV ya había extendido esta octava a toda la Iglesia, mencionando expresamente a la comunidad de Paul en el Romanorum Pontificum: "Con gran alegría supimos que la Sociedad de la Expiación', fundada en Nueva York, proponía oraciones a rezar desde el día de la fiesta de la Cátedra de San Pedro hasta la fiesta de la Conversión de San Pablo para que se alcance este gran objetivo de unidad. Nos alegramos de que estas oraciones, bendecidas por el Santo Padre Pío, se difundan en los Estados Unidos".

La perspectiva ecuménica del padre Wattson partía de la contemplación de la Trinidad: "La unidad es una de las partes esenciales del Ser Divino. Dios se nos ha revelado no sólo como uno, sino también como tres en uno", afirmó en una homilía en 1929, y puesto que "la unidad que existe entre Dios Padre y Dios Hijo es muy íntima (... ) nuestro Señor desea que la misma unidad se manifieste y exprese en los miembros de su Cuerpo místico, en sus elegidos, aquellos a quienes Él redimirá o ha redimido, a través de Su Preciosa Sangre".

Cuando Paul y su madre todavía eran episcopalianos fundaron la Liga del Rosario de Nuestra Señora de la Expiación, título reconocido más tarde por el Papa Benedicto XV. "El mismo nombre 'expiación' es un recordatorio perpetuo de la cruz. Nuestro Señor colgó allí en agonía mortal; Nuestra Señora de pie cerca, la espada, predicha por Simeón, atravesando su corazón. Ésta es la escena central del misterio de la Expiación".

En 1932 escribió: "Cuando damos a nuestra Santísima Madre el título de 'Nuestra Señora de la Expiación', queremos decir 'Nuestra Señora de la Unidad'". El padre Paul apoyó además un apostolado a través de la revista La Lámpara, que él mismo fundó, y del programa de radio La Hora del Ave María, así como una incansable actividad benéfica en favor de los indigentes.

El padre Paul James Wattson murió en 1940, con fama de santidad; en su tumba está grabado: "Que todos sean uno". En 2015, el cardenal Timothy Dolan, arzobispo de Nueva York, inició la causa de su beatificación, que concluyó a nivel diocesano dos años después. Benedicto XVI recordó al padre Paul en 2008, exactamente un siglo después del nacimiento de la octava, al encontrarse con los frailes y monjas de la Expiación.

Puedes ver aquí un vídeo de los obispos españoles sobre esta semana de oración.

El hombre que "inventó" la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos no se conformó con un diálogo caracterizado por compromisos teológicos o equilibristas doctrinales, sino que estuvo animado por una intensa vida contemplativa que buscaba en la Sangre de Cristo la auténtica fuente de la reconciliación.

Fuente: Religión en Libertad

sábado, 27 de enero de 2024

Santo Evangelio 27 de Enero 2024



 Texto del Evangelio (Mc 4,35-41):

 Un día, al atardecer, dijo Jesús a sus discípulos: «Pasemos a la otra orilla». Despiden a la gente y le llevan en la barca, como estaba; e iban otras barcas con Él. En esto, se levantó una fuerte borrasca y las olas irrumpían en la barca, de suerte que ya se anegaba la barca. Él estaba en popa, durmiendo sobre un cabezal. Le despiertan y le dicen: «Maestro, ¿no te importa que perezcamos?».

Él, habiéndose despertado, increpó al viento y dijo al mar: «¡Calla, enmudece!» El viento se calmó y sobrevino una gran bonanza. Y les dijo: «¿Por qué estáis con tanto miedo? ¿Cómo no tenéis fe?». Ellos se llenaron de gran temor y se decían unos a otros: «Pues ¿quién es éste que hasta el viento y el mar le obedecen?».



«¿Por qué estáis con tanto miedo? ¿Cómo no tenéis fe?»


Rev. D. Joaquim FLURIACH i Domínguez

(St. Esteve de P., Barcelona, España)

Hoy, el Señor riñe a los discípulos por su falta de fe: «¿Cómo no tenéis fe?» (Mc 4,40). Jesucristo ya había dado suficientes muestras de ser el Enviado y todavía no creen. No se dan cuenta de que, teniendo con ellos al mismo Señor, nada han de temer. Jesús hace un paralelismo claro entre “fe” y “valentía”.

En otro lugar del Evangelio, ante una situación en la que los Apóstoles dudan, se dice que todavía no podían creer porque no habían recibido el Espíritu Santo. Mucha paciencia le será necesaria al Señor para continuar enseñando a los primeros aquello que ellos mismos nos mostrarán después, y de lo que serán firmes y valientes testigos.

Estaría muy bien que nosotros también nos sintiéramos “reñidos”. ¡Con más motivo aun!: hemos recibido el Espíritu Santo que nos hace capaces de entender cómo realmente el Señor está con nosotros en el camino de la vida, si de verdad buscamos hacer siempre la voluntad del Padre. Objetivamente, no tenemos ningún motivo para la cobardía. Él es el único Señor del Universo, porque «hasta el viento y el mar le obedecen» (Mc 4,41), como afirman admirados los discípulos.

Entonces, ¿qué es lo que me da miedo? ¿Son motivos tan graves como para poner en entredicho el poder infinitamente grande como es el del Amor que el Señor nos tiene? Ésta es la pregunta que nuestros hermanos mártires supieron responder, no ya con palabras, sino con su propia vida. Como tantos hermanos nuestros que, con la gracia de Dios, cada día hacen de cada contradicción un paso más en el crecimiento de la fe y de la esperanza. Nosotros, ¿por qué no? ¿Es que no sentimos dentro de nosotros el deseo de amar al Señor con todo el pensamiento, con todas las fuerzas, con toda el alma?

Uno de los grandes ejemplos de valentía y de fe, lo tenemos en María, Auxilio de los cristianos, Reina de los confesores. Al pie de la Cruz supo mantener en pie la luz de la fe... ¡que se hizo resplandeciente en el día de la Resurrección!


Proyecto Amor Conyugal explicado por Infinito+1: las miradas de los re-enamorados

 


Proyecto Amor Conyugal explicado por Infinito+1: las miradas de los re-enamorados

José Luis Gadea y su esposa Magüi cuentan su crisis, la acción de la Virgen y el nacimiento de Amor Conyugal

Proyecto Amor Conyugal empezó en 2016 con un retiro al que acudieron parejas y matrimonios muy distintos, pero que resultaron impactados y transformados. Hoy ya se imparte en 45 diócesis españolas y en EEUU, Inglaterra, Uruguay y otros sitios. Es una de esas iniciativas de fe hermosas que "hacen lío" y que Juan Manuel Cotelo e Infinito+1 recogen y difunden en su serie Hagan Lío, en un capítulo de una hora de duración.

En el reciente concilio de cineastas católicos se dijo que "Cotelo nos enseñó, con La Última Cima, que un documental también puede ser emocionante". También este reportaje sobre Amor Conyugal lo es, y emociona con la historia de varios matrimonios transformados a través de estos retiros. Varias veces se habla de las miradas de los re-enamorados, y las cámaras llegan a captarlas en varias ocasiones.

José Luis y Magüi, los que empezaron

Todo empieza con chico conoce chica.

José Luis estaba bailando sevillanas con un amigo, y vio entrar a Magüi (Maria Luisa), y "quedé prendado no, lo siguiente". Atolondrado, incluso se cayó por las escaleras. Tras 4 años de noviazgo a distancia (uno en Málaga, otro en Madrid), se casaron.



Un metraje curioso de cuando Magüi, de Proyecto Amor Conyugal, era una joven pintora, sorprenderá a bastantes espectadores. Y José Luis, músico, tocando un keytar (teclado eléctrico de mano).

Luego llegaron los problemas. Hoy los tienen muy bien medidos y analizados.

Él era duro, ella sensible. Él pensaba que la mejor forma de ayudarla era endurecerla. Él nunca decía "te comprendo" y ella se sentía agobiada. Él era celoso: creía que cuidar la relación era hacerlo todo juntos. Todo parecía un fracaso, pensaba ella. "Me habré equivocado de persona", pensaba Magüi, que llegó a quebrarse incluso físicamente.

Acudieron a psicólogos, a terapeutas. "Nos queríamos querer, pero ya pensábamos que no había solución", recuerdan. Magüi incluso llegó a desear la muerte: "como no hay salida..."

El primer paso fue que Magüi empezó a ir más a la parroquia. Por primera vez allí encontró gente con fe de verdad. "Yo veía en ellos alegría", recuerda. Esa alegría que se veía en los cristianos fue el inicio de la esperanza. Les invitaron a una peregrinación en el santuario de Fátima, en Portugal, y allí, con oración y distintas señales, sintieron la cercanía de la Virgen.

De vuelta a Málaga, a ellos, cristianos apenas avivados, que eran un matrimonio herido, les pidieron impartir un cursillo prematrimonial. El milagro fue que con las enseñanzas de Juan Pablo II sobre Teología del Cuerpo, empezaron a entender la forma en que Dios ve el matrimonio. Eso les fue fortaleciendo y daría origen a Proyecto Amor Conyugal.

Las intuiciones de Amor Conyugal

El documental no menciona apenas a Juan Pablo II o sus textos, y se centra en las ideas que repiten y viven, emocionados, José Luis y Magüi y otros matrimonios. La primera: Dios tiene mucho que decir y hacer en tu familia y en tu amor de pareja; has de vivir el amor matrimonial como Dios ama, amar sirviendo, amar entregándote.

Por ejemplo, muchas chicas se preguntan: ¿qué características debería tener mi futuro marido? En Amor Conyugal lo plantean de otra forma: ¿A qué no estás dispuesto a renunciar por tu cónyuge? Porque el cónyuge es el principal proyecto de Dios para cada casado, y merece todo tipo de renuncias. ¿Tan apegado estás a tal o cual cosa? Estas ideas, que les ayudaron, es lo que predican y contagian hoy.



Nacho y Silvia no tenían grandes problemas, pero Amor Conyugal les mostró mucho más para su matrimonio.

Silvia y Nacho: superar el amor mediocre

Amor Conyugal ha ayudado a parejas que se separaban o amenazadas incluso por la depresión o los pensamientos suicidas.

Pero, ¿y las parejas que creen que les va "bastante bien"? Es el caso de Silvia y Nacho, con "un amor mediocre". "Habíamos bajado el listón", dicen. No se peleaban, tampoco aspiraban a mucho. Tras el retiro, empezaron a aprender el uno del otro, a renunciar a uno mismo y, asombrosamente, a llenarse juntos de amor, vida y alegría. "Tu cónyuge es el lugar concreto donde Dios actúa", dicen.



Marino y Lorena cuentan su testimonio en Amor Conyugal, su cambio de enfoque.

Marino y Lorena: de reclamar enfadados, a entregar agradeciendo

La llegada del primer niño hizo que Marino se sintiera desplazado y solo, y se volcara en sus cosas. Lorena no se sentía ayudada. "No tienen que pasar grandes cosas: bastan cosas pequeñas para que se levante un muro que nos vaya aislando", avisan.

Además, todo en nuestra sociedad premia e invita al individualismo, lo que lleva a las rupturas. Pero la lógica de Dios es lo contrario: negarse a uno mismo, y eso, sorprendentemente, nos une con el otro. Su consejo a los matrimonios: "Que cojan su cruz, que es luchar contra uno mismo, y eso les hará crecer".

"Ojalá hubiéramos hecho el retiro de novios, los problemas que nos hubiéramos ahorrado", reconocen. Y tienen clara una idea teológica que les dijo un niño: "Lo más parecido a Dios es papá y mamá cuando se quieren". De ahí emana todo el bien.

Laicos que evangelizan

El único sacerdote que habla en este documental (aunque se ve brevemente al obispo Jesús Catalá, de Málaga) es Víctor José Morón, quien explica que él se crió en "una familia incompleta, de padres separados". "Hemos visto cosas impresionantes en Amor Conyugal, y eso es muy valioso para un sacerdote", detalla. Valora, sobre todo, que Amor Conyugal no sólo ayuda a las familias, sino que "despierta el carisma misionero de laicos y matrimonios".

María Alba y Álvaro acudieron en plena ruptura y escépticos a un retiro de Amor Conyugal y cuentan su historia

María Alba y Álvaro acudieron en plena ruptura y escépticos a un retiro de Amor Conyugal y cuentan su historia.



María Alba y Álvaro: "nos sonaba a chino, a bucólico"

El último testimonio detallado es el de María Alba y Álvaro. Él la apoyó durante años en una enfermedad y cuando ella mejoró, pensó en irse. Pero acudieron a un retiro, "sin fe ni expectativas, ¿qué iban a poder hacer en un fin de semana?" Escuchaban lo que se decía, "nos sonaba a chino, bucólico; veíamos que se tomaban de la mano y pensábamos 'qué falso'". Pero el retiro les cambió, dejaron de enfocarse en el "yo, mi, me, conmigo" y apostaron por un objetivo: hacer feliz al otro. Empezaron con cosas pequeñas, detalles, momentos para pararse y mirarse, ser agradecidos.

El documental sin duda abrirá esperanzas y reavivará brasas débiles en muchos corazones y parejas y animará a acudir a los retiros de Amor Conyugal.


Fuente: Religión en Libertad


viernes, 26 de enero de 2024

Santo Evangelio 26 de Enero 2024

 


Texto del Evangelio (Mc 4,26-34):

 En aquel tiempo, Jesús decía a la gente: «El Reino de Dios es como un hombre que echa el grano en la tierra; duerma o se levante, de noche o de día, el grano brota y crece, sin que él sepa cómo. La tierra da el fruto por sí misma; primero hierba, luego espiga, después trigo abundante en la espiga. Y cuando el fruto lo admite, en seguida se le mete la hoz, porque ha llegado la siega».

Decía también: «¿Con qué compararemos el Reino de Dios o con qué parábola lo expondremos? Es como un grano de mostaza que, cuando se siembra en la tierra, es más pequeña que cualquier semilla que se siembra en la tierra; pero una vez sembrada, crece y se hace mayor que todas las hortalizas y echa ramas tan grandes que las aves del cielo anidan a su sombra». Y les anunciaba la Palabra con muchas parábolas como éstas, según podían entenderle; no les hablaba sin parábolas; pero a sus propios discípulos se lo explicaba todo en privado.



«El Reino de Dios es como un hombre que echa el grano (...y) la tierra da el fruto por sí misma»


Rev. D. Jordi PASCUAL i Bancells

(Salt, Girona, España)

Hoy Jesús habla a la gente de una experiencia muy cercana a sus vidas: «Un hombre echa el grano en la tierra (...); el grano brota y crece (...). La tierra da el fruto por sí misma; primero hierba, luego espiga, después trigo abundante en la espiga» (Mc 4,26-28). Con estas palabras se refiere al Reino de Dios, que consiste en «la santidad y la gracia, la Verdad y la Vida, la justicia, el amor y la paz» (Prefacio de la Solemnidad de Cristo Rey), que Jesucristo nos ha venido a traer. Este Reino ha de ser una realidad, en primer lugar, dentro de cada uno de nosotros; después en nuestro mundo.

En el alma de cada cristiano, Jesús ha sembrado —por el Bautismo— la gracia, la santidad, la Verdad... Hemos de hacer crecer esta semilla para que fructifique en multitud de buenas obras: de servicio y caridad, de amabilidad y generosidad, de sacrificio para cumplir bien nuestro deber de cada instante y para hacer felices a los que nos rodean, de oración constante, de perdón y comprensión, de esfuerzo por conseguir crecer en virtudes, de alegría...

Así, este Reino de Dios —que comienza dentro de cada uno— se extenderá a nuestra familia, a nuestro pueblo, a nuestra sociedad, a nuestro mundo. Porque quien vive así, «¿qué hace sino preparar el camino del Señor (...), a fin de que penetre en él la fuerza de la gracia, que le ilumine la luz de la verdad, que haga rectos los caminos que conducen a Dios?» (San Gregorio Magno).

La semilla comienza pequeña, como «un grano de mostaza que, cuando se siembra en la tierra, es más pequeña que cualquier semilla que se siembra en la tierra; pero una vez sembrada, crece y se hace mayor que todas las hortalizas» (Mc 4,31-32). Pero la fuerza de Dios se difunde y crece con un vigor sorprendente. Como en los primeros tiempos del cristianismo, Jesús nos pide hoy que difundamos su Reino por todo el mundo.


5 análisis interesantes sobre el Evangelio de Juan: ¿por qué 'inventa' la liberación de Barrabás?



 5 análisis interesantes sobre el Evangelio de Juan: ¿por qué 'inventa' la liberación de Barrabás?

La pasion

El evangelio de Juan posee una gran originalidad y belleza, que radica en que Juan narra la vida de Jesús a partir de su preexistencia y encarnación (fotograma de La Pasión de Cristo).

El evangelio de Juan, el "discípulo amado", está considerado uno de los más importantes, por su estilo y por revelar el corazón de Cristo como ningún otro, además de por aportar una serie de detalles y episodios que no narran los demás.

César Franco, obispo de Segovia, acaba de publicar La vida de Jesús según Juan, en Ediciones Encuentro. Un libro que pretende facilitar la comprensión de este texto tan significativo y que ofrece con estilo diáfano y apasionado una introducción a la vida de Jesús.

Puedes adquirir aquí 'La vida de Jesús según Juan', de Ediciones Encuentro.

El lector podrá acceder al texto sin complicaciones, puesto que con bastante frecuencia se tiene dificultad para entender este evangelio tan diferente de los sinópticos debido a su estructura y estilo literarios y al contenido de los discursos de Jesús.

Dividido en dos partes, la primera presenta claves de lectura para el evangelio, y la segunda, un comentario a los veintiún capítulos que lo conforman. El evangelio de Juan posee una gran originalidad y belleza, que radica en que Juan narra la vida de Jesús a partir de su preexistencia y encarnación.

Además, Juan se presenta como testigo ocular de los acontecimientos. Según Franco, "la originalidad de Juan estriba en el atrevimiento teológico y literario de componer su obra desde 'el principio', que no es el comienzo de la historia terrena de Jesús, sino de su ser en el Padre desde toda la eternidad. Esta es su genial visión, la desmesura —si podemos hablar así— de su pretensión creadora. Bendita desmesura, desde luego".

"La visión de Juan es magnífica: el rey elevado en la cruz destrona al príncipe del mundo, que queda despojado de todo poder", comenta el autor. 

A continuación, enumeramos cinco interesantes análisis que aparecen en el nuevo libro del obispo César Franco sobre el evangelio de Juan:

1- El evangelio-testimonio

Aunque todos los evangelios tienen su origen en la experiencia personal de los que desde el principio fueron testigos directos de la vida de Jesús, solo el autor del cuarto evangelio se presenta a sí mismo con estas palabras: "el que lo vio da testimonio". De ahí que los comentarios de Juan resalten la importancia del testimonio en la estructura y argumento de su obra.

 Ya el vocabulario confirma que estamos ante una idea fundamental del evangelio: el verbo testimoniar aparece 47 veces en los escritos de Juan; y el sustantivo testimonio, 30 veces. Solo en el evangelio, el sustantivo aparece 14 veces; y el verbo, 40. Nos hallamos, pues, ante palabras clave que ayudan a definir la naturaleza del evangelio.

 No sorprende, pues, que el cuarto evangelio reciba el calificativo de evangelio-testimonio (...). Cuando se lee con atención el evangelio se entiende el interés de su autor por recoger todos los testimonios a su alcance para hacer valer las pretensiones de Jesús como revelador y enviado del Padre. 

 


'La vida de Jesús según Juan', de Ediciones Encuentro.

Puedes adquirir aquí 'La vida de Jesús según Juan', de Ediciones Encuentro.

 2- Una biografía dramática 

Quien lea con atención el cuarto evangelio descubrirá enseguida lo que Attridge califica de dimensiones "dramáticas" del evangelio. Visto en su totalidad, presenta la vida de Jesús como un intenso drama o, mejor aún, el drama más trascendente de la historia, que afecta no solo a la tierra, sino a las alturas del cielo y a las profundidades del abismo.

 Rigaux define el cuarto evangelio como "tragedia divina y humana". Como en todo drama, el escenario y la ambientación, los personajes y, sobre todo, el argumento están perfectamente pensados para convertir al lector en "espectador" capaz de hacerse presente en la historia de Jesús gracias a su desarrollo literario y a la "intriga dramática que dicta el hilo del relato".

 De algunas escenas del evangelio -la samaritana, el ciego de nacimiento y el juicio de Pilato- se ha dicho incluso que parecen compuestas como un guion dramático que se interpreta libremente. Hace ya muchos años, el padre Lagrange calificaba al evangelio de Juan como "un drama de la realidad histórica".

 Que este drama ha sido real y no inventado lo prueba el acuerdo entre las palabras y la situación de los actores. Juan tiene la verdad más cerca. No es una libre puesta en escena que se acerca más o menos a la historia de la que dispone a su voluntad: "es la historia tomada bajo su aspecto dramático, pero guardando todos los signos de la realidad".

 3- Los signos de Jesús

Es sabido que en el evangelio de Juan los milagros de Jesús son llamados "signos". También son denominados "obras", de las que Jesús se sirve para revelar su identidad: "Las obras que yo hago dan testimonio de mí". Al referirse a ellas, Jesús destaca la función reveladora de su ser y de la verdad de su enseñanza.

 Podríamos decir que los signos son las pruebas que justifican su autoridad y las señales para atraer a los hombres a la fe. Conviene, pues, subrayar desde el principio su condición de visibilidad: obras hechas a la luz del día. Sin la aceptación de esta premisa, ni el argumento de Jesús ni el del evangelio se sostendría.

 Según U. Schnelle, los milagros de Jesús tienen una función fundamental en el cuarto evangelio. Su número y consistencia indican que Jesucristo ha entrado realmente en el espacio y en el tiempo. "Los signos milagrosos no son una mera concesión a la debilidad humana; sino más bien son demostraciones de la 'gloria de Dios'".

 Si no se hubiera dado esta condición visible de los signos, Jesús no habría utilizado frente a quienes lo rechazaron el argumento de no querer ver lo que sucedía ante sus ojos. Los signos confirman, por una parte, la fe; y, por otra, ponen en entredicho la incredulidad. Son camino para la fe y juicio contra los incrédulos.


 san Juan

César Franco, obispo de Segovia, acaba de publicar La vida de Jesús según Juan (Encuentro).

 4- El "yo soy" de Jesús

El capítulo 8 comienza con la escena del perdón a la mujer adúltera, que es una joya literaria y religiosa. Aunque la mayoría de los comentaristas reconoce que no tiene el estilo ni el vocabulario de Juan y se parece más a los relatos sinópticos, no se duda de su autenticidad. Falta, además, en los manuscritos antiguos.

 La razón de su presencia en Juan puede deberse a dos razones: la primera, como testimonio del perdón a los pecadores, dato indiscutible del ministerio de Jesús, que no podía faltar en el cuarto evangelio. La segunda, como expresión de que Jesús no ha venido a condenar ni a juzgar según la carne, tema que aparece en el diálogo con sus adversarios a continuación de esta escena.

 Por otra parte, el episodio está situado de modo estratégico en un capítulo que termina con el intento de lapidar a Jesús por blasfemo. De esta forma aparecen dos intentos de lapidación: al inicio, el de la adúltera, a quien Jesús perdona; al final del capítulo, el de Jesús, que se esconde y sale del templo para evitar la lapidación. Los mismos que acusan a la mujer de haber violado la ley de Moisés, atribuyen a Jesús la blasfemia de equipararse a Dios.

 El contraste entre ambas escenas enmarca un capítulo que, como el anterior, insiste en el tema de la identidad de Jesús. Como sugieren algunos comentaristas, si quitáramos la escena de la adúltera, el capítulo 8 sería la continuidad natural del 7.

 5- Condena y muerte de Jesús: todo está cumplido

El texto de la liberación de Barrabás es considerado por un buen número de exegetas como invención de Juan. Lucas no lo menciona; Mateo y Marcos no hablan de la pascua, sino de la fiesta, lo que no exige que se trate del supuesto "privilegio pascual", del que no tenemos noticia fuera de los evangelios. De ahí la sospecha de que Juan inventa este dato.

 Pero es posible que Juan no presente la liberación de un reo como un privilegio concedido a los judíos en cada pascua, sino como un gesto de gracia por parte del procurador para aquella pascua determinada y que las autoridades judías hubieran ya pactado con el procurador la liberación de Barrabás. Se explica así que Pilato no pregunte a cuál de los dos reos debe soltar, sino que propone directamente a Jesús.  

 



 La escena de la flagelación y de las burlas tiene en Juan un significado especial. En los sinópticos, este hecho sucede al final del proceso y de la condena a muerte. Juan la sitúa durante el juicio. Es posible que Pilato quisiera utilizar el castigo de la flagelación para conmover al pueblo con la presencia del reo torturado. Por otra parte, las burlas sobre la realeza de Jesús en el debate sobre su condición de rey resaltan aún más la paradoja subrayada por Juan: la entronización de un rey que salva a través de la pasión y de la cruz. 

 Puedes adquirir aquí 'La vida de Jesús según Juan', de Ediciones Encuentro.

Fuente: Religión en Libertad

jueves, 25 de enero de 2024

Santo Evangelio 25 de Enero 2024

 


Texto del Evangelio (Mc 16,15-18): 

En aquel tiempo, Jesús se apareció a los once y les dijo: «Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación. El que crea y sea bautizado, se salvará; el que no crea, se condenará. Éstas son las señales que acompañarán a los que crean: en mi nombre expulsarán demonios, hablarán en lenguas nuevas, agarrarán serpientes en sus manos y aunque beban veneno no les hará daño; impondrán las manos sobre los enfermos y se pondrán bien».



«Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva»


Rev. D. Josep GASSÓ i Lécera

(Ripollet, Barcelona, España)

Hoy, la Iglesia celebra la fiesta de la Conversión de san Pablo, apóstol. El breve fragmento del Evangelio según san Marcos recoge una parte del discurso acerca de la misión que confiere el Señor resucitado. Con la exhortación a predicar por todo el mundo va unida la tesis de que la fe y el bautismo son requisitos necesarios para la salvación: «El que crea y sea bautizado, se salvará; el que no crea, se condenará» (Mc 16,16). Además, Cristo garantiza que a los predicadores se les dará la facultad de hacer prodigios o milagros que habrán de apoyar y confirmar su predicación misionera (cf. Mc 16,17-18). La misión es grande —«Id por todo el mundo»—, pero no faltará el acompañamiento del Señor: «Yo estaré con vosotros todos los días hasta el fin del mundo» (Mt 28,20).

La oración colecta de hoy, propia de la fiesta, nos dice: «Oh Dios, que con la predicación del Apóstol san Pablo llevaste a todos lo pueblos al conocimiento de la verdad, concédenos, al celebrar hoy su conversión, que, siguiendo su ejemplo, caminemos hacia Ti como testigos de tu verdad». Una verdad que Dios nos ha concedido conocer y que tantas y tantas almas desearían poseer: tenemos la responsabilidad de transmitir hasta donde podamos este maravilloso patrimonio.

La Conversión de san Pablo es un gran acontecimiento: él pasa de perseguidor a convertido, es decir, a servidor y defensor de la causa de Cristo. Muchas veces, quizá, también nosotros mismos hacemos de “perseguidores”: como san Pablo, tenemos que convertirnos de “perseguidores” a servidores y defensores de Jesucristo.

Con Santa María, reconozcamos que el Altísimo también se ha fijado en nosotros y nos ha escogido para participar de la misión sacerdotal y redentora de su Hijo divino: Regina apostolorum, Reina de los apóstoles, ¡ruega por nosotros!; haznos valientes para dar testimonio de nuestra fe cristiana en el mundo que nos toca vivir.


Así regresaron los monjes, 700 años después, a la abadía trapense más septentrional del mundo

 


Así regresaron los monjes, 700 años después, a la abadía trapense más septentrional del mundo

Munkeby

Noruega tiene unos 150.000 católicos, un 3% de la población, y que son un "mix" de inmigrantes, conversos y profesionales de alto nivel (foto: consagración del nuevo templo de la Abadía de Munkeby/National Catholic Register).

Después de más de 700 años, los trapenses regresaron a Munkeby, en Noruega. Un país que hoy se encuentra entre las naciones menos religiosas del mundo, pero cuyas abadías y monasterios destruidos por la Reforma Protestante siguen dando testimonio de la rica historia católica del país. El portal National Catholic Register ha contado la historia de ese lugar y de la consagración de su nuevo templo.

Las ruinas de la abadía de Munkeby están ubicadas a poco más de 100 kilómetros al norte del Santuario de San Olav en Trondheim, el lugar de descanso de los restos de San Olav, el patrón de Noruega. Noruega tiene unos 150.000 católicos, un 3% de la población, que son un "mix" de inmigrantes, conversos y profesionales de alto nivel. Un ejemplo de converso es el último Premio Nobel de Literatura, Jon Olav Fosse (así contó ReL su historia).

Remoto y descristianizado

"No tenemos ningún relato detallado de lo que ocurrió en Munkeby", dice Erik Varden, trapense y obispo de Trondheim en Noruega. "Lo que sabemos con certeza es que los monjes cistercienses vivieron allí el tiempo suficiente para establecer un monasterio, pero no lo suficiente como para que quede registrado en las crónicas de la orden". Los trapenses son una rama reformada de la orden cisterciense que se estableció en el siglo XVII. 

Según los registros históricos, la abadía de Munkeby se fundó entre 1150 y 1180, cuando la cristianización de Noruega estaba a punto de completarse. Al igual que las abadías cistercienses de Lyse y Hovedøya, que fueron fundadas por monjes ingleses de Fountains Abbey y Kirkstead Abbey respectivamente, se cree que Munkeby Abbey fue parte de los esfuerzos evangelizadores de la Inglaterra católica.



MunkebyLos monjes de la Abadía abandonada durante 700 años (foto: National Catholic Register).

"Si bien Suecia fue evangelizada principalmente por Alemania y Francia, sabemos que la cristiandad llegó a Noruega desde Inglaterra e Irlanda", explicó Varden. "Lo que probablemente sucedió en Munkeby es que los monjes ingleses de la Abadía de Lyse viajaron a Trondheim, como peregrinos para rezar ante la tumba de San Olav, y decidieron fundar otra abadía cerca". El Camino de San Olav es la versión nórdica del Camino de Santiago.

La Abadía de Munkeby se convirtió entonces en la fundación cisterciense más septentrional del mundo. Sin embargo, los monjes no permanecieron allí por mucho tiempo y se cree que se trasladaron a unos 40 kilómetros al sur, a Tautra, escapando de las duras condiciones climáticas. La abadía de Tautra se hizo rica y poderosa hasta la Reforma, cuando fue destruida, junto con muchas otras. 

En 1999, más de 500 años después de la disolución de esa abadía, las monjas trapenses de la Abadía de Nuestra Señora del Mississippi en Iowa (EE.UU) decidieron iniciar una fundación filial cerca de las ruinas de la Abadía de Tautra. La primera piedra del primer asentamiento cisterciense permanente en Noruega desde la Reforma fue colocada por la reina Sonia de Noruega el 23 de mayo de 2003.



MunkebyEl interior de la capilla de la Abadía de Munkeby durante su reciente consagración (foto: National Catholic Register).

De manera similar, la Abadía Trapense de Cîteaux en Francia, la casa original de la Orden Cisterciense, decidió en 2007 establecer un nuevo monasterio trapense en Munkeby, cerca de las ruinas de la antigua abadía, lo que la convierte en la primera fundación nueva que surge directamente de la primera casa de la orden en 500 años.

En 2009, la abadía francesa envió a los primeros cuatro monjes a Munkeby, incluidos sus dos hermanos más jóvenes y recientemente profesos. Si bien el nuevo monasterio no pudo reconstruirse sobre las ruinas de la antigua abadía por razones prácticas y de preservación histórica, los monjes encontraron rápidamente un lugar adecuado a poca distancia de ellas.

"La primera vez que lo vi pensé que se trataba de un lugar típico cisterciense", describió el padre Joël. "Todo el lugar es un pequeño santuario. Mayoritariamente deshabitado y tranquilo, con mucho silencio y un entorno precioso".

Los nombres de zonas que alguna vez albergaron monasterios también han sobrevivido a lo largo del tiempo en Noruega: Munkedal , "el valle de los monjes"; Munkholmen , "el islote de los monjes"; o Munkeberg , "la montaña de los monjes".

munkebyLos nuevos edificios de la Abadía de Munkeby (foto: National Catholic Register).

"Aunque la gente haya olvidado de dónde vienen los nombres", dijo el padre Joël, "los nombres han permanecido. La gente sabía que aquí hubo una vez monjes. Y, debido al nombre Munkeby, que significa "el pueblo de los monjes", cuando llegamos en 2009, mucha gente lo llamó "el regreso de los monjes".

racias a las generosas donaciones de amigos de la Abadía de Cîteaux, se pudo iniciar la construcción del monasterio de Munkeby. La ayuda de Bonifatiuswerk, una organización benéfica católica de Alemania, también resultó fundamental, señaló el padre Joël. Fundada hace 175 años en Ratisbona, Bonifatiuswerk apoya a los católicos en países y zonas donde son minoría, especialmente en zonas mayoritariamente protestantes, para transmitir la fe que San Bonifacio llevó a Alemania.

MunkebySe trata de la abadía cisterciense más septentrional del mundo. 

Además de apoyar financieramente al clero del norte de Europa, la organización también apoya proyectos que incluyen la construcción y el mantenimiento de iglesias y monasterios en Noruega, Suecia, Dinamarca, Finlandia y los países bálticos. 



Las profundas raíces católicas del lugar apuntan a una herencia que no se pueden borrar. "El obispo Bernt Eidsvig de Oslo suele referirse a esta región como la Noruega Sacra", comentó el obispo Varden. De hecho, no se debe pasar por alto la proximidad del santuario de San Olav, de gran importancia tanto para Noruega como para otros países nórdicos y del norte de Europa.

Iglesia de la AbadíaEl obispo Varden consagró la nueva iglesia de la abadía (foto: National Catholic Register).

Se cuenta que un ciego recuperó la vista después de frotarse los ojos con las manos manchadas con la sangre del rey Olav. "Aquí una vez vivió y murió un hombre de carne y hueso, y su cadáver se convirtió, de manera paradójica y manera maravillosa, en fuente de vida", comentó el obispo Varden, afirmando que San Olav, tal como lo era hace más de 1.000 años, sigue siendo fuente de vida y fe hoy.

"La liturgia de la consagración de una iglesia es también pedagógica. A través de textos y símbolos la Iglesia, nuestra Madre, nos deja ver qué es realmente una iglesia. Los símbolos visibles y gestos concretos, como el exorcismo de la iglesia, la bendición de los fieles con agua bendita y la unción del altar y las paredes de la iglesia, nos recuerdan una realidad", destacó el obispo Varden en su homilía durante la consagración de la iglesia del monasterio de Munkeby Mariakloster el pasado diciembre.



Dando muchos frutos

En contraste con las fugaces horas de sol del invierno noruego, el nuevo monasterio brilla ahora perpetuamente como un faro de esperanza y un signo de fe en un país caracterizado por una fuerte secularización y una creciente irreligiosidad.

Varios jóvenes ya han venido a visitar a los monjes para discernir con ellos la vida religiosa, y otros, "especialmente los ancianos, han cambiado su visión sobre la Iglesia católica". Los lugareños también se han acercado para pedirles oraciones, buscar refugio en momentos de necesidad o simplemente decirles que "les gusta el sonido de las campanas durante el día".



Puedes ver aquí un vídeo sobre el ritmo de vida que llevan los monjes.

Frøydis y Louis de Damas conocen a los monjes de Munkeby Mariakloster desde hace 10 años, "nuestro viaje hacia una fe católica comenzó con ellos". La pareja explicó que es importante para ellos y sus tres hijos pequeños tener relación con los monjes, ya sea pidiéndoles oraciones, asistir a misa con ellos, rezar la Liturgia de las Horas o simplemente tener buenas conversaciones.

Fuente: Religión en Libertad