domingo, 22 de diciembre de 2024

Santo Evangelio 22 diciembre 2024

 


Texto del Evangelio (Lc 1,39-45):

 En aquellos días, se levantó María y se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Y sucedió que, en cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, e Isabel quedó llena del Espíritu Santo; y exclamando con gran voz, dijo: «Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno; y ¿de dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí? Porque, apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno. ¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!».



«¡Feliz la que ha creído!»


Mons. Ramon MALLA i Call Obispo Emérito de Lleida

(Lleida, España)

Hoy es el último domingo de este tiempo de preparación para la llegada de Dios a Belén. Por ser en todo igual a nosotros, quiso ser concebido —como cualquier hombre— en el seno de una mujer, la Virgen María, pero por obra y gracia del Espíritu Santo, ya que era Dios. Pronto, en el día de Navidad, celebraremos con gran alegría su nacimiento.

El Evangelio de hoy nos presenta a dos personajes, María y su prima Isabel, las cuales nos indican la actitud que ha de haber en nuestro espíritu para contemplar este acontecimiento. Tiene que ser una actitud de fe, y de fe dinámica.

Isabel, con sincera humildad, «quedó llena del Espíritu Santo; y exclamando con gran voz, dijo: ‘(...) ¿de dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí?’» (Lc 1,41-43). Nadie se lo había contado; sólo la fe, el Espíritu Santo, le había hecho ver que su prima era madre de su Señor, de Dios.

Conociendo ahora la actitud de fe total por parte de María, cuando el Ángel le anunció que Dios la había escogido para ser su madre terrenal, Isabel no se recató en proclamar la alegría que da la fe. Lo pone de relieve diciendo: «¡Feliz la que ha creído!» (Lc 1,45).

Es, pues, con actitud de fe que hemos de vivir la Navidad. Pero, a imitación de María e Isabel, con fe dinámica. En consecuencia, como Isabel, si es necesario, no nos hemos de contener al expresar el agradecimiento y el gozo de tener la fe. Y, como María, además la hemos de manifestar con obras. «Se levantó María y se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel» (Lc 1,39-40) para felicitarla y ayudarla, quedándose unos tres meses con ella (cf. Lc 1,56).

San Ambrosio nos recomienda que, en estas fiestas, «tengamos todos el alma de María para glorificar al Señor». Es seguro que no nos faltarán ocasiones para compartir alegrías y ayudar a los necesitados.

En «Barioná», Sartre «se tomó en serio la Navidad y la confrontó con su existencialismo ateo»

 


En «Barioná», Sartre «se tomó en serio la Navidad y la confrontó con su existencialismo ateo»

Jean-Paul Sartre.

Que en la bibliografía de Jean-Paul Sartre (1905-1980), uno de los pensadores ateos más influyentes del siglo XX, figure una preciosa obra sobre la Navidad, descolocó tanto a sus seguidores que el texto se hizo inencontrable.

La editorial Bookman ha sacado a la imprenta una nueva edición de la obra que hace dos décadas descubrió José Ángel Agejas y se publicó por primera vez en español en 2004: Barioná. El hijo del trueno de Jean-Paul Sartre. Una pieza de teatro  inspirada en la Navidad (en la Navidad real, el nacimiento de Cristo) absolutamente sorprendente en la bibliografía del filósofo ateo y activista comunista, uno de los padres intelectuales de Mayo del 68.

Agejas, doctor en Filosofía, es catedrático de Ética y Deontología en la Universidad Francisco de Vitoria y periodista con muchos años de ejercicio. Encontrar Barioná fue fruto de una ardua investigación. 

-¿Qué le parece si empezamos por la pregunta que formula usted al inicio de la introducción a la nueva edición de Barioná? Dice así: ¿puede un reconocido intelectual ateo escribir una obra de teatro sobre la Navidad?

-Rotundamente, sí. Lo cual sorprende a quien encasilla al cristianismo como una especie de senda iniciática al margen de la razón y de la historia. Pero si algo tiene el hecho cristiano es, precisamente, eso: es un hecho histórico que apela a la persona en lo más íntimo de su ser. Cristo no vino a predicar una doctrina o iniciar un camino esotérico espiritualista. Cristo es la Palabra de Dios hecha carne para que todos los seres humanos podamos escucharla, contemplarla… y abrazarla. La propuesta de Cristo es incondicional y, por lo mismo, accesible a todo el que quiera acercarse a ella, desde donde se encuentre y desde su experiencia.

»En ese sentido uno puede acercarse, confrontarse con la propuesta de Cristo… y luego optar: abrazar la salvación que se le propone o rechazarla. Salvando las distancias, el ejercicio de Sartre en Barioná me recuerda al del libro Un rabino habla con Jesús de Jacob Neusner, con el que a su vez entraba en diálogo el Papa Benedicto XVI a través de su libro sobre Jesús de Nazaret. En ese texto, el rabino y profesor, judío observante, se tomaba en serio a Jesús, sus hechos y palabras, su enseñanza para luego tomar su propia decisión. Y del mismo modo que de ese diálogo sale luz para todos, como nos hizo ver Benedicto XVI, pues de ese contraste todos aprendemos, también aquí. Sartre se tomó en serio la Navidad y la confrontó con su existencialismo ateo… de ahí salió una obra radicalmente novedosa y apasionante.

-¿Qué motivó su interés por una obra de teatro de Sartre inspirada en la Navidad? ¿Cómo la descubrió?

-El mayor experto católico en el estudio de los llamados “evangelios de la Infancia de Jesús”, esto es, de los relatos evangélicos relativos a los primeros años de la vida de Cristo, citaba en un tratado sobre la Virgen María unas líneas de esta obra, al mismo tiempo que hacía dos cosas: agradecer a Sartre que le dejara citarlas, por un lado, y por otro, afirmar que era el texto que más le había ayudado a entender la Navidad.

»Dos afirmaciones, cuando menos, extrañas. La primera, porque para citar un texto ya publicado no necesitas autorización, pues basta con poner la referencia. Lo cual apuntaba a que, precisamente, había un texto pero que no contaba con una edición pública. Y dos: que un ateo fuera tan elogiado por el mayor experto católico en la Navidad… Eso, junto con la sospecha de algunos amigos de que fuera una atribución espuria me impulsaron a buscar la obra.



'Barioná' de Jean-Paul Sartre.

»La historia del descubrimiento es más tortuosa, pues hube de dar muchas vueltas. Su rastro aparecía y desaparecía constantemente en referencias, estudios y biografías, incluso con datos contradictorios. Había quienes negaban que se hubiera escrito, quienes negaban la autoría plena de Sartre, quienes la daban por desaparecida… Conseguí reconstruir la historia del manuscrito y encontrar en la Universidad de Indiana un ejemplar de la segunda impresión que hicieron artesanalmente los prisioneros que la habían representado. Finalmente, y después de localizar ese texto, apareció el cuaderno original manuscrito en un archivo cedido a la Biblioteca Nacional Francesa. Así se disiparon todas las dudas sobre la verdadera autoría de la obra y quedó fijo el texto definitivamente.

-Han pasado más de 80 años desde que Sartre escribió esta obra y casi veinte desde que publicó usted la primera edición de Barioná en español. ¿Sigue siendo un texto vigente para la sociedad del siglo XXI?

-La mayoría de los jóvenes ya no han oído hablar de Sartre ni lo han estudiado en el bachillerato. No es el último youtuber ni instagramer de moda. Pero no se dan cuenta de hasta qué punto su manera de verse a sí mismos, de ver sus relaciones y de concebir la sociedad está radicalmente configurada por el pensamiento de un ateo que aleccionó a sus abuelos europeos. Es impresionante comprobar que lo que en Barioná era un pensamiento revolucionario hoy es moneda de cambio común: el menosprecio de la vida humana, el rechazo de la tradición, el desprecio de la conciencia, el desapego de la libertad respecto de la verdad…

-¿Podemos hablar de Barioná como un texto profético?

-En el sentido que acabo de apuntar, sí. Por desgracia. Porque podía haber sucedido que, ochenta años después del conflicto de la libertad y los totalitarismos en la Segunda Guerra Mundial hubiéramos aprendido la lección. Y entonces, estaríamos leyendo esta obra como una reliquia del pasado, con la curiosidad de quien se sorprendiera de qué cosas tan extravagantes llegaron a proponer unos filósofos amargados. Sin embargo, los totalitarismos no han desaparecido, su germen sigue agazapado dispuesto a rebrotar a la primera de cambio, como el dinosaurio de Monterroso. En este sentido considero que esta obra, lejos de ser una reliquia, es una especie de anuncio profético. Sus proclamas revolucionarias desesperanzadas han configurado un modo muy extendido y difuso de pensar y de vivir. Es un claro ejemplo de que las ideas tienen consecuencias. Europa se suicida. Los hijos del baby boom no tienen hijos. Y sus nietos tampoco parece que tengan ganas de vivir. La religión de la nada propuesta por Barioná gana adeptos cada día.



José Ángel Agejas.

José Ángel Agejas es actualmente director editorial de la revista 'Misión' y de la revista interdisciplinar de filosofía y humanidades 'Relectiones'.

-Habla en su introducción de la ausencia del padre. Camus y Sartre compartían la misma carencia, perdieron a su padre antes de cumplir los dos años. Una cosa es que un padre fallezca y otra muy diferente es la muerte de la identidad del padre en vida o como dice en su texto “el padre ausente”. ¿Por qué incide en este aspecto?

-El padre ausente es otro de los grandes temas de nuestro tiempo… profético también entonces, hoy batalla cultural de muchas maneras. Explícitas unas, con la obsesión de la ideología de género por la caricatura del heteropatriarcado, o como el interés de muchos psicólogos y psiquiatras por recuperar y defender la figura y el papel del padre como aportación clave de la cultura occidental al desarrollo de la civilización. O implícitas otras, como sucede en infinidad de películas y series audiovisuales.

»Son muchos los amigos y conocidos algo mayores que yo, que protagonizaron la juventud del 68 y sus derivados, como la transición española, que llegados a la madurez “necesitan” ajustar las cuentas con un padre al que rechazaron. El último conocido, por ejemplo, Joaquín Sabina en el documental Sintiéndolo mucho, donde llega a afirmar que cuando se mira en el espejo, ve a su padre mirándole. Es una especie de regreso a Ítaca, solo que aquí es Telémaco quien regresa a buscar a Ulises, y no al revés. Pero no hay duda de que, en ese encuentro, ambos, se juegan el pleno reconocimiento de su identidad personal. 

-Hay también una referencia a Europa y a la cultura que ha heredado el culto a la fealdad. ¿Dónde reside la belleza de Barioná?

-Cuando terminó la Primera Guerra Mundial, Claudel ya denunciaba la fealdad de las iglesias que se construían en Europa en aquel momento, como expresión de los pecados y defectos de una cultura mortecina, pagada de sí misma y que rechazaba la trascendencia. La Europa de las catedrales había derivado hacia el feísmo. La belleza de Barioná aparece, precisamente, a través de las rendijas por las que penetra la luz en el ateo Sartre: en la ternura de Dios hecho niño, en la pasión de una libertad que apuesta por el sentido y la esperanza, en el amor que puede recuperar una vida y una entrega hechas familia. En esos pasajes Sartre no pudo resistirse a dejar que la belleza se abriera camino. Como en la historia humana, la belleza irrumpe con la luz y el brillo de la vida y la esperanza.

-Me viene a la mente una reflexión de Pedro Salinas: “Todo poema digno acaba en iluminaciones” ¿Es Barioná una obra que ilumina a los hombres?

-Precisamente en el sentido que acabo de apuntar. Como en el momento de inflexión de la obra dice Sara, la mujer de Barioná a la que el rebelde zelote quiere obligar a abortar, en el portal de Belén está “una mujer feliz y plena, una madre que ha dado a luz por todas las madres del mundo y lo que ella me ha dado es como un permiso: el permiso de traer mi hijo al mundo. Quiero ver a esa madre feliz y sagrada, quiero verla. Y sé también que Dios está conmigo”. Citando a otro gran escritor, Dostoievski , “la Belleza salvará al mundo”. Esa es la luz que ilumina desde Barioná.

-Sartre escribió una especie de disculpa o justificación en la que dejaba claro que, a pesar de haber escrito un texto sobre la Navidad, su pensamiento “no había cambiado ni siquiera por un momento” ¿Cree que esto era del todo cierto o se vio “obligado” a defender su posición al hacerse pública su autoría?

-Es muy peligroso hacer juicios de intenciones. No hay ninguna duda de que, en la década de los sesenta, cuando se hacen las primeras copias de la obra a petición de los soldados que la representaron, Sartre vivía a cuerpo de rey gracias al partido comunista de la Unión Soviética. Era un claro activista de las ideas de Moscú durante la Guerra Fría, aunque a eso él lo llamaba apostar por el acercamiento entre los dos bloques. Bueno, el comunismo siempre ha actuado así: caricaturizando a todo el que no es comunista como si fuera un monigote desalmado, carente de juicio y de libertad. Y sorprendentemente siguen haciéndolo todavía hoy, aunque la historia y los hechos lo contradicen. Son magos de la propaganda. Sartre funcionó así y no podía permitir que ese discurso propagandístico se viera “manchado” por una obra como ésta en la que Dios se propone como el único que da sentido a la libertad humana. 

-Teniendo en cuenta que es usted profesor universitario ¿por qué le recomendaría esta obra a su alumnado? ¿Se trata de una obra para todos los públicos, jóvenes, adultos, creyentes, ateos…?

-Hace poco hablé de la obra en clase, casi de pasada. El caso es que tras el examen una alumna me escribió para darme las gracias, y lo que destacó del curso fue, precisamente, la mención a esa obra. Le había llamado tanto la atención que ese mismo día la consiguió para leérsela. Por lo menos a ella, me decía, le había conmovido y despertado. Barioná es así: al buscador, le abre horizontes. Al creyente, le ayuda a contemplar con una belleza inusitada el misterio de la encarnación. Al descreído o al ateo, al menos, le interpela porque le enfrenta radicalmente ante la opción del sentido o del absurdo… Logra lo que supuso Belén: toda la humanidad fue convocada a adorar al Niño, y todos acudieron: pastores y reyes, propios y extraños, judíos y extranjeros. 

-Cuéntenos Barioná en diez palabras.

-Te doy dos opciones. Se pueden hacer muchos tuits así: “Dios se ha encarnado: la indiferencia no es una opción”. “Dios es un niño tierno, abrázalo: te llenará de amor”.

Fuente: Religión en Libertad

sábado, 21 de diciembre de 2024

Santo Evangelio 21 diciembre 2024

 


Texto del Evangelio (Lc 1,39-45):

 En aquellos días, se levantó María y se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Y sucedió que, en cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, e Isabel quedó llena de Espíritu Santo; y exclamando con gran voz, dijo: «Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno; y ¿de dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí? Porque, apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno. ¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!».



«¡Feliz la que ha creído!»


Rev. D. Àngel CALDAS i Bosch

(Salt, Girona, España)

Hoy, el texto del Evangelio corresponde al segundo misterio de gozo: la «Visitación de María a su prima Isabel». ¡Es realmente un misterio! ¡Una silenciosa explosión de un gozo profundo como nunca la historia nos había narrado! Es el gozo de María, que acaba de ser madre, por obra y gracia del Espíritu Santo. La palabra latina “gaudium” expresa un gozo profundo, íntimo, que no estalla por fuera. A pesar de eso, las montañas de Judá se cubrieron de gozo. María exultaba como una madre que acaba de saber que espera un hijo. ¡Y qué Hijo! Un Hijo que peregrinaba, ya antes de nacer, por senderos pedregosos que conducían hasta Ain Karen, arropado en el corazón y en los brazos de María.

Gozo en el alma y en el rostro de Isabel, y en el niño que salta de alegría dentro de sus entrañas. Las palabras de la prima de María traspasarán los tiempos: «¡Bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre!» (cf. Lc 1,42). El rezo del Rosario, como fuente de gozo, es una de las nuevas perspectivas descubiertas por San Juan Pablo II en su Carta apostólica sobre El Rosario de la Virgen María.

La alegría es inseparable de la fe. «¿De dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí?» (Lc 1,43). La alegría de Dios y de María se ha esparcido por todo el mundo. Para darle paso, basta con abrirse por la fe a la acción constante de Dios en nuestra vida, y recorrer camino con el Niño, con Aquella que ha creído, y de la mano enamorada y fuerte de san José. Por los caminos de la tierra, por el asfalto o por los adoquines o terrenos fangosos, un cristiano lleva consigo, siempre, dos dimensiones de la fe: la unión con Dios y el servicio a los otros. Todo bien aunado: con una unidad de vida que impida que haya una solución de continuidad entre una cosa y otra.

Las 10 grandes mentiras del diablo para impedir la confesión y 10 argumentos para desenmascararle

 


Las 10 grandes mentiras del diablo para impedir la confesión y 10 argumentos para desenmascararle

Chris Zugger en una catequesis sobre la confesión.

"Quitémosle la máscara al `Padre de la mentira´ respecto a sus tácticas para alejarnos de la infinita misericordia de Dios canalizada a través de la Confesión", afirma el padre Ed. Broom (En la imagen, el sacerdote Chris Zugger en una catequesis sobre la confesión).

Aunque en los últimos años se dan unas cifras esperanzadoras en torno a un resurgir del sacramento de la confesión en las diócesis donde esta se facilita o promueve, en términos generales son muchos los católicos que se confiesan poco o nada.

Y de entre los muchos argumentos que lo explican, para el experimentado sacerdote Ed Broom, uno de los más relevantes es que "el diablo nunca se va de vacaciones".

Como escribió recientemente en Catholic Exchange, uno de los principales ataques del demonio a las almas afecta directamente a la práctica y recepción del sacramento de la confesión.

Siendo sumamente astuto y con un intelecto pervertido, inclinado al mal y buscando nuestra condenación, subraya Broom, "el diablo nunca deja de proporcionar razones para no acercarse a Dios. Sabe cómo y cuándo atraernos hacia sus trampas, pero sobre todo, sabe convencernos de que no nos confesemos, de que lo pospongamos o incluso de que hagamos malas confesiones".

Por ello, y para "quitarle la máscara al padre de la mentira", el sacerdote oblato de la Virgen María ha sintetizado "las diez grandes mentiras del diablo" materializadas en las objeciones comunes a la confesión y explica cómo hacerlas frente.

1º Yo me confieso directamente con Dios

El sacerdote lamenta que muchos católicos han sido fuertemente influenciados por las doctrinas protestantes cuando afirman que no necesitan confesarse con una persona porque se lo hacen "directamente con Dios". Sin embargo, explica Broom, "Jesús nos dio el sacramento de la confesión aquella cuando sopló sobre los apóstoles diciendo: `A quienes perdonéis los pecados, les quedarán perdonados; a quienes se los retengáis, les quedarán retenidos´". Puede que sea más fácil confesarse directamente con Dios, agrega el sacerdote, "pero Jesús quiso que nos confesásemos a través del sacerdote, que actúa in persona Christi, en persona de Cristo, en el sacramento de la confesión".

2º El sacerdote es solo un hombre y un pecador más

Otra de las objeciones que recoge Broom respecto de la confesión es que el sacerdote es solo un hombre más, un pecador, y muchos se preguntan por qué deben confesarse con un pecador como cualquier otro. "Y es cierto", dice  Broom, "el sacerdote es un pecador y tiene que confesarse con otro sacerdote para recibir la absolución. Incluso el Papa. Sin embargo, a un sacerdote válidamente ordenado se le ha dado el poder y la gracia para perdonar los pecador en nombre del Señor. Cristo comunica su gracia de sanación y perdón a través del sacerdocio".

3º El sacerdote está demasiado ocupado para alguien como yo

"Esta es una mentira evidente del diablo. Los sacerdotes están ocupados, pero deben encontrar el momento, lugar y disponibilidad para escuchar la confesión de las almas que se les confió. Según el Derecho Canónico, los fieles tienen derecho a confesarse con su pastor, si las circunstancias lo permiten. ¿Qué es más importante que reconciliar a un pecador con Dios, procurando el camino hacia su salvación eterna?".

4º El sacerdote se enfada conmigo

Para estos casos, Broom recomienda acercarse al momento de La Divina Misericordia en mi alma de Santa Faustina Kowalska, cuando relata una confesión que parecía no ir bien, cargada de incomprensión. Cuando Jesús se comunicó con ella, relata Broom, "le reveló las razones por las que no estaba en paz después de esa confesión: no rezó por el sacerdote antes de entrar al confesionario. Adquiera el hábito de rezar por el sacerdote antes de entrar al confesionario, esto puede allanar el camino para una confesión pacífica y eficaz".



La Divina Misericordia en mi alma de Santa Faustina Kowalska. 

La Divina Misericordia en mi alma de Santa Faustina Kowalska refuta muchos de los mitos y mentiras vertidos sobre la confesión. 

5º No conozco los mandamientos

Es una de las objeciones más simples de refutar, pues  "hay abundante material sobre cómo confesarse, así como de los diez mandamientos, examen de conciencia…etc. Se pueden comprar folletos, buscarlos en Internet o consultar  en la parroquia o iglesia más cercana".

6º Tengo miedo y vergüenza

"El miedo y la vergüenza paralizantes vienen del maligno, nunca de Dios. San Felipe Neri señaló que el diablo nos quita hábilmente el miedo y la vergüenza cuando nos convence de elegir el pecado, pero cuando se nos llama a volver a Dios a través de la confesión sacramental, puede mentirnos tanto que nos quedamos paralizados y nunca llegamos al confesionario", explica.

7º Mis pecados son tan graves que no pueden ser perdonados

Broom regresa sobre Santa Faustina y sus meditaciones para recordar que Jesús afirmó "sin lugar a dudas, con la mayor claridad y énfasis que el pecado que más le ofende es  la falta de voluntad de confiar en su infinita misericordia. De hecho, no hay pecado tan grave que la infinita misericordia del Corazón de Jesús no pueda perdonar".

8º La gente sabrá cuáles son mis pecados

"¡De ninguna manera!", responde el sacerdote, pues "el secreto de la confesión es una de las obligaciones más serias del oficio del sacerdocio. El sacerdote está obligado, bajo pena de excomunión , a mantener el secreto absoluto de todo lo que se ha dicho en el contexto de la confesión. Ha habido sacerdotes santos que han sido martirizados por mantener el secreto inviolable del confesionario".

9º Ya iré mañana cuando esté preparado

Esta es otra de las razones más comunes para no confesarse en el momento. Sin embargo, argumenta, "en cualquier empresa o actividad, nunca vamos a estar perfectamente listos y preparados. ¡Sólo Dios es perfecto! Sin embargo, especialmente si nos encontramos en un estado de pecado, un estado de peligro moral, entonces bajo ninguna circunstancia debemos posponer nuestra confesión. No queremos jugar a la ruleta rusa con nuestra salvación".

10º ¿Por qué confesarme si volveré a caer en el mismo pecado?

El sacerdote admite que puede que así sea, pero es precisamente la confesión frecuente lo que es de gran ayuda para superar gradualmente las faltas de las que nos confesamos. Así, resumiendo la teología moral al respecto, Broom menciona que el sacerdote, "como padre, amigo y sanador, puede ayudar sutilmente al penitente a superar gradualmente sus mayores pecados. De esta forma, con la ayuda de la gracia de Dios y la confesión frecuente, el pecado puede ser cometido con menos gravedad y frecuencia, y un día, ser vencido por completo. Lo importante para el penitente es confiar en la misericordia de Dios, tratar de evitar la ocasión próxima de pecado y poner toda la voluntad y el esfuerzo posible",sentencia

Fuente: Religión en Libertad

viernes, 20 de diciembre de 2024

Santo Evangelio 20 diciembre 2024

 


Texto del Evangelio (Lc 1,26-38):

 Al sexto mes fue enviado por Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María. Y entrando, le dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo».

Ella se conturbó por estas palabras, y discurría qué significaría aquel saludo. El ángel le dijo: «No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios; vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin».

María respondió al ángel: «¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?». El ángel le respondió: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios. Mira, también Isabel, tu pariente, ha concebido un hijo en su vejez, y éste es ya el sexto mes de aquella que llamaban estéril, porque ninguna cosa es imposible para Dios». Dijo María: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra». Y el ángel dejándola se fue.



«He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra»


Rev. D. Jordi PASCUAL i Bancells

(Salt, Girona, España)

Hoy contemplamos, una vez más, esta escena impresionante de la Anunciación. Dios, siempre fiel a sus promesas, a través del ángel Gabriel hace saber a María que es la escogida para traer al Salvador al mundo. Tal como el Señor suele actuar, el acontecimiento más grandioso para la historia de la Humanidad —el Creador y Señor de todas las cosas se hace hombre como nosotros— pasa de la manera más sencilla: una chica joven, en un pueblo pequeño de Galilea, sin espectáculo.

El modo es sencillo; el acontecimiento es inmenso. Como son también inmensas las virtudes de la Virgen María: llena de gracia, el Señor está con Ella, humilde, sencilla, disponible ante la voluntad de Dios, generosa. Dios tiene sus planes para Ella, como para ti y para mí, pero Él espera la cooperación libre y amorosa de cada uno para llevarlos a término. María nos da ejemplo de ello: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra» (Lc 1,38). No es tan sólo un sí al mensaje del ángel; es un ponerse en todo en las manos del Padre-Dios, un abandonarse confiadamente a su providencia entrañable, un decir sí a dejar hacer al Señor ahora y en todas las circunstancias de su vida.

De la respuesta de María, así como de nuestra respuesta a lo que Dios nos pide —escribe san Josemaría— «no lo olvides, dependen muchas cosas grandes».

Nos estamos preparando para celebrar la fiesta de Navidad. La mejor manera de hacerlo es permanecer cerca de María, contemplando su vida y procurando imitar sus virtudes para poder acoger al Señor con un corazón bien dispuesto: —¿Qué espera Dios de mí, ahora, hoy, en mi trabajo, con esta persona que trato, en la relación con Él? Son situaciones pequeñas de cada día, pero, ¡depende tanto de la respuesta que demos!


El milagro aprobado para canonizar a Frassati: «Sentí un calor, pensé que había un incendio»

 


El milagro aprobado para canonizar a Frassati: «Sentí un calor, pensé que había un incendio»

Juan Manuel Gutiérrez es sacerdote desde 2022

Juan Manuel Gutiérrez es sacerdote desde 2022; en 2017, experimentó una curación milagrosa rezando en la capilla del seminario

FacebookTwitterTelegramLinkedinWhatsappEmailP.J.G.17 diciembre 2024 17:17TAGS:Milagros de santosMilagros reconocidos por la Iglesia

Pier Giorgio Frassati, que murió en 1925 con 24 años, será canonizado cien años después, en 2025. Para la Iglesia es un modelo de joven católico: montañero, escalador, deportista, laico de espiritualidad dominica y miembro de la Acción Católica, que destacó por sus virtudes en grado heroico y santidad de vida, volcado en los pobres.  

El milagro que permite esta canonización sucedió en 2017, está documentado y observado con toda la capacidad de la tecnología moderna en EEUU. El milagrado es Juan Manuel Gutiérrez, que entonces era un seminarista en el seminario St. John en Camarillo, California, donde se forman aspirantes al sacerdocio de las distintas diócesis de California. Ha contado ahora la historia del milagro, con detalle, Pablo Kay en Angelus News, el digital de la diócesis de Los Ángeles, en inglés.

De México al seminario en California

Juan Manuel Gutiérrez nació en 1986, en Texcoco, en la periferia de Ciudad de México. Sus padres se separaron cuando él tenía 2 años. Con 19 años, Juan Manuel llegó a Estados Unidos buscando reunirse con su padre en Omaha. Allí, invitado a un retiro de fin de semana, volvió a la fe católica de su adolescencia. Y notó que algo le llamaba insistentemente al sacerdocio: en 2013, con 27 años, entró en la la Casa de Formación Juan Diego, se graduó en 2017, y pasó con sus compañeros al Seminario de San Juan.

El accidente

A Juan Manuel de joven le había gustado jugar a fútbol y baloncesto y se animó a apuntarse a estos juegos en el seminario. El 25 de septiembre de 2017, pisó la cancha sin calentar mucho, y a los pocos minutos de juego, sintió como si le golpearan el tobillo derecho, seguido de un sonido raro, un "¡pop!".

Desde ese momento ya no podía caminar con normalidad. Primero pensó que no sería grave, pero esa noche le dolía y no pudo dormir. Días después, en el hospital la radiografía no mostró ningún hueso roto. Un médico le recetó analgésicos. Le dijeron que probablemente se había desgarrado un músculo.

En el seminario, un compañero, René Haarpaintner, viudo de 50 años que había dejado la medicina al entrar en el seminario, le recomendó caminar con muletas. "Estaba hinchado por todas partes y realmente no podía palpar gran parte porque la hinchazón era tan grande que todo estaba azul", recuerda Haarpaintner.

Le recomendó unos estiramientos, pero resultaban muy dolorosos. Aquí ya Haarpaintner sospechó de una lesión de ligamentos. Tras un mes de descanso y con una escayola prestada en el pie, Juan Manuel pudo hacerse una resonancia magnética: se comprobó que tenía un desgarro grave en el tendón de Aquiles.

Le hablaron de cirugía, que en EEUU es carísima, y que le bloquearía en su rendimiento académico. Pasó esa noche en su habitación buscando en Google “lesiones del tendón de Aquiles”, historias de infecciones y sangre que le asustaban.

Una idea tras la misa

Al día siguiente, 1 de noviembre, Día de Todos los Santos, tras la misa, se quedó rezando y pensó: "Creo que necesito ayuda desde arriba". Y le vino un pensamiento: "¿Por qué no haces una novena?" Él de niño había rezado novenas muchas veces a distintos santos. Pero ¿a quién rezarla? "Tenía un susurro en mi cabeza que me decía: ‘¿Por qué no vas a ver al beato Pier Giorgio Frassati?’. Recuerdo que pensé: ‘Sí, es una buena idea’".

Juan Manuel Gutiérrez no tenía ninguna devoción personal por Frassati. Lo había conocido de la misma manera que había conocido a tantos otros santos: viendo videos de YouTube.

Pier Giorgio Frassati, de familia rica, excursionista y escalador, dominico laico y de Acción Católica



Frassati: rico, escalador, activo en caridad

Frassati nació en Turín, Italia, en 1901, hijo de Alfredo Frassati, periodista que fundó el diario La Stampa, y luego político y diplomático. Su padre era agnóstico y masón, pero Pier Giorgio Frassati desde niño fue muy devoto de la Eucaristía, iba a misa diaria y rezaba horas ante el Santísimo Sacramento. Su lema era "Hacia lo alto": le servía para la escalada de montaña y para la fe.

Tenía dinero, y lo usaba en ayudar a los pobres de la zona. Murió en 1925 de polio, quizá contagiada visitando enfermos en los barrios marginales de Turín. Cientos de pobres de la ciudad siguieron su ataúd durante la procesión fúnebre.

Juan Pablo II, él mismo un enamorado de la montaña y apasionado por dar modelos a los jóvenes, impulsó su causa. Cuando los restos de Frassati fueron trasladados a la Catedral de Turín en 1981, su cuerpo fue encontrado incorrupto. Juan Pablo II lo beatificó en 1987, reconociendo su intercesión milagrosa en la curación de tuberculosis de un hombre.



San Juan Pablo II en la beatificación de Pier Giorgio Frassati en 1987

No rezaba en realidad por curación

Y 30 años después, en 2017, Juan Manuel Gutiérrez empezaba a rezar su novena al Beato Frassati, en el tiempo reservado para que los seminaristas oren ante el Santísimo Sacramento. En realidad no pedía ser curado. Su petición era más amplia. "Mi oración fue: ‘Señor, por intercesión del beato Pier Giorgio Frassati, te pido que me ayudes en mi herida’".

Pero al empezar el rezo, tuvo otra "inspiración": le añadió una declaración. "Prometo que, si sucede algo inusual, se lo informaré a quien sea necesario", se dijo a sí mismo. "Esa parte me sorprendió", reconoce Gutiérrez. "Me pregunté, ¿de dónde ha venido eso?"




Un hombre ora ante los restos de Pier Giorgio Frassati en Italia, foto de Pellegrini en Avvenire.

Un calor extraño en oración

Unos días después, Gutiérrez entró en la capilla para rezar su novena. No fue durante la Hora Santa habitual de las 5 de la tarde, recordó, porque esta vez no había nadie más allí. Sintió "un calor alrededor del área de mi lesión" mientras se arrodillaba y oraba.

"Era leve. Pero fue aumentando poco a poco, y por un momento pensé que un enchufe de la electricidad se estaba incendiando. Busqué el fuego, pero no había fuego allí. Recuerdo mirarme el tobillo y pensar: 'Qué extraño', porque podía sentir el calor".

Gutiérrez sabía por sus experiencias pasadas en encuentros de la Renovación Carismática Católica que el calor en el cuerpo a veces se asocia con la sanación de Dios. Gutiérrez miró hacia el tabernáculo que contenía el Santísimo Sacramento y comenzó a llorar.

"Le dije al Señor en mi corazón: ‘No puede ser. No porque no tengas el poder para sanarme, sino porque sé que no tengo la fe para algo así’. Y eso me conmovió". Después del llanto y la oración, dejó la parroquia. No recuerda exactamente en qué día ocurrió eso, sólo que faltaban unos días para el 9 de noviembre, fecha prevista para concluir su novena. Pero ese día dejó de usar el aparato ortopédico que utilizaba para inmovilizar su pie derecho: “Simplemente ya no lo necesitaba”.

La prueba del médico

El 15 de noviembre, llegó a la consulta con el cirujano ortopédico que tenía que examinar su lesión y operación. Para confirmar el diagnóstico de rotura del tendón de Aquiles que veía en las resonancias, el médico realizó la llamada prueba de Thompson: apretar la pantorrilla del paciente mientras estaba acostado boca abajo en la cama del hospital. Si el pie se movía cuando apretaba, eso significaría que el tendón estaba conectado. Si no, confirmaría la rotura.

El cirujano apretó y dijo "hmm". Luego presionó el lugar del desgarro. A Juan Manuel no le dolía. El médico le preguntó si podía presionar más fuerte, y luego más fuerte otra vez. Gutiérrez seguía sin sentir dolor. "No tienes ningún hueco", dijo el cirujano. "Tienes que tener a alguien ahí arriba cuidándote".

Juan Manuel empezó a preguntar de todo al médico. ¿Podría haberse cerrado la brecha por sí sola? No, respondió el médico, de hecho, tienden a abrirse aún más con el tiempo. ¿Y si la resonancia magnética estaba equivocada? De ninguna manera. “Esta es la tecnología más avanzada que tenemos para algo así”. Señalando la pantalla, el cirujano le dijo al seminarista: “A partir del 31 de octubre, usted tenía un desgarro en el tendón de Aquiles, pero ahora no puedo encontrarlo”.

Pasar desapercibido

Gutiérrez quería contarle a todo el mundo lo que había pasado, pero no quería llamar la atención. Sus compañeros dicen siempre de él que es "un tipo bastante discreto", que tiende a "pasar desapercibido". Los compañeros veían que ya ni cojeaba ni usaba ayudas, pero como tampoco había hablado mucho de su lesión, no prestaron mucha atención. Sólo contó su curación al su director espiritual y a algunas amigos cercanos.

Pasaron unos meses. En una convención juvenil católica, se encontró una foto recortada de tamaño natural de Frassati. Había unas estampitas y tarjetas del beato, que indicaban un e-mail pidiendo contar favores por intercesión de Frassati. Y recordó su promesa: "Si ocurre algo inusual, se lo comunicaré a quien sea necesario". ¡Lo pospuso durante meses! Pero finalmente escribió su testimonio y lo envió por correo electrónico. Nadie le respondió.

Desayunando con un ex-oficial de Causa de los Santos

Pasaron dos años. Ya era otoño de 2020, el año de los confinamientos del coronavirus. En clase se encontró hablando con Robert Sarno, un sacerdote estadounidense que se había jubilado recientemente después de casi 40 años en el Dicasterio de las Causas de los Santos del Vaticano. A Juan Manuel le daba mucho apuro contar su historia, temía que la desestimaran con desinterés. "Jesús, dame valor para decir algo sobre esto porque yo personalmente no quiero", rezó.

Un día, después del desayuno, se animó y se lo contó a Sarno. "¿Por qué has esperado tanto para contarme esta historia?", dijo el profesor. "Porque es usted muy intimidante", respondió el seminarista. "Sí, ya me lo habían dicho antes", admitió Sarno. Ese mismo día, a la hora de la cena, Sarno se acercó a Gutiérrez para decirle que en Roma (sus colegas de Causas de los Santos) estaban "muy interesados" en el asunto.

A Sarno le encargaron investigar el caso a nivel diocesano y el arzobispo de Los Ángeles, José Gómez, le facilitó los permisos para hacerlo. Le ayudaron el dominico Joseph Fox y Michael Carcerano. En otoño de 2023 Sarno entrevistó a testigos y reunió las pruebas, incluyendo las médicas. Y en 2024 se anunció la aprobación del milagro.


Un corazón para los pobres y necesitados

Juan Manuel Gutiérrez fue ordenado en 2022 y ejerce su servicio sacerdotal en la parroquia de San Juan Bautista, en Baldwin Park, California, un suburbio al este de Los Ángeles. Se da la circunstancia de que la catedral donde descansan los restos de Frassati también está dedicada a San Juan Bautista. Es una parroquia con muchos hispanos y filipinos, muchos ministerios para jóvenes y al menos una docena de misas cada fin de semana.

"Creo que Pier Giorgio fue un gran modelo a seguir de lo que significa ser un joven católico en el mundo", dice Gutiérrez. Pero a la vez se da cuenta de que él es muy distinto del santo que le ayudó: bromea con que no es excursionista y que tampoco fue nunca rico.

Pero sí ve una conexión: "Él era conocido por su gran corazón con los necesitados y los pobres. En mi momento de necesidad, él se acercó a mí y me ayudó. Y hay mucha gente que ha recibido gracias de él. No soy el único", dice.

Fuente; Religión en Libertad

jueves, 19 de diciembre de 2024

Santo Evangelio 19 diciembre 2024


 T


exto del Evangelio (Lc 1,5-25):

 Hubo en los días de Herodes, rey de Judea, un sacerdote, llamado Zacarías, del grupo de Abías, casado con una mujer descendiente de Aarón, que se llamaba Isabel; los dos eran justos ante Dios, y caminaban sin tacha en todos los mandamientos y preceptos del Señor. No tenían hijos, porque Isabel era estéril, y los dos de avanzada edad.

Sucedió que, mientras oficiaba delante de Dios, en el turno de su grupo, le tocó en suerte, según el uso del servicio sacerdotal, entrar en el Santuario del Señor para quemar el incienso. Toda la multitud del pueblo estaba fuera en oración, a la hora del incienso. Se le apareció el Ángel del Señor, de pie, a la derecha del altar del incienso. Al verle Zacarías, se turbó, y el temor se apoderó de él. El ángel le dijo: «No temas, Zacarías, porque tu petición ha sido escuchada; Isabel, tu mujer, te dará a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Juan; será para ti gozo y alegría, y muchos se gozarán en su nacimiento, porque será grande ante el Señor; no beberá vino ni licor; estará lleno del Espíritu Santo ya desde el seno de su madre, y a muchos de los hijos de Israel, les convertirá al Señor su Dios, e irá delante de Él con el espíritu y el poder de Elías, para hacer volver los corazones de los padres a los hijos, y a los rebeldes a la prudencia de los justos, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto».

Zacarías dijo al ángel: «¿En qué lo conoceré? Porque yo soy viejo y mi mujer avanzada en edad». El ángel le respondió: «Yo soy Gabriel, el que está delante de Dios, y he sido enviado para hablarte y anunciarte esta buena nueva. Mira, te vas a quedar mudo y no podrás hablar hasta el día en que sucedan estas cosas, porque no diste crédito a mis palabras, las cuales se cumplirán a su tiempo».

El pueblo estaba esperando a Zacarías y se extrañaban de su demora en el Santuario. Cuando salió, no podía hablarles, y comprendieron que había tenido una visión en el Santuario; les hablaba por señas, y permaneció mudo. Y sucedió que cuando se cumplieron los días de su servicio, se fue a su casa. Días después, concibió su mujer Isabel; y se mantuvo oculta durante cinco meses diciendo: «Esto es lo que ha hecho por mí el Señor en los días en que se dignó quitar mi oprobio entre los hombres».



«El ángel le dijo: ‘No temas, Zacarías, porque tu petición ha sido escuchada; Isabel, tu mujer, te dará a luz un hijo’»


Rev. D. Ignasi FUSTER i Camp

(La Llagosta, Barcelona, España)

Hoy, el ángel Gabriel anuncia al sacerdote Zacarías el nacimiento “sobrenatural” de Juan el Bautista, que preparará la misión del Mesías. Dios, en su amorosa providencia, prepara el nacimiento de Jesús con el nacimiento de Juan, el Bautista. Aunque Isabel sea estéril, no importa. Dios quiere hacer el milagro por amor a nosotros, sus criaturas.

Pero Zacarías no manifiesta en el momento oportuno la visión sobrenatural de la fe: «¿En qué lo conoceré? Porque yo soy viejo y mi mujer avanzada en edad» (Lc 1,18). Tiene una mirada excesivamente humana. Le falta la docilidad confiada en los planes de Dios, que siempre son más grandes que los nuestros: ¡en este caso, ni más ni menos que la Encarnación del Hijo de Dios para la salvación del género humano! El ángel encuentra a Zacarías como “despistado”, lento para las cosas de Dios, como estando en “fuera de juego”.

Cuando ya faltan pocos días para la Navidad, conviene que el Ángel del Señor nos encuentre preparados, como María. Es necesario tratar de mantener la presencia de Dios a lo largo del día, intensificar nuestro amor a Jesucristo en nuestro tiempo de oración, recibir con mucha devoción la Sagrada Comunión: ¡porque Jesús nace y viene a nosotros! Y que no nos falte la visión sobrenatural en todos los quehaceres de nuestra vida. Hemos de poner visión sobrenatural en nuestro trabajo profesional, en nuestros estudios, en nuestros apostolados, incluso en los contratiempos de la jornada. ¡Nada escapa a la providencia divina! Con la certeza y la alegría de saber que nosotros colaboramos con los ángeles y con el Señor en los planes amorosos y salvadores de Dios.

¿Cómo nace la advocación de María de la O? Es la Virgen de la Esperanza, pocos días antes de parir

 


María

Desde los siglos VII y VIII nos han llegado las antífonas que aún se cantan en esta semana de Adviento anterior a Nochebuena. Son 7 antífonas que se cantan con el Magnificat del Oficio de Vísperas cada día, desde el 17 hasta el 23 de diciembre. 

Aunque en España es popular alguna copla mundana de amoríos y desamores con el nombre "María de la O", en realidad este es uno de los nombres de la Virgen María, una forma de referirse a la Virgen de la Esperanza, a la Virgen embarazada, expectante, a la que le quedan apenas 8 días para dar a luz.

Una fiesta desde el s.VII

El 18 de diciembre se celebraba en España la fiesta mariana de la "espera del parto" (Expectatio Partus), establecida en esa fecha por el décimo Concilio de Toledo (656) y esa fecha del calendario mozárabe se mantiene. A esa fiesta se le llamaba "Santa María de la O" porque después de rezar la oración de la tarde el coro sostenía una larga "O", símbolo de la expectación del universo por la venida del Mesías.

Desde esa época (siglos VII y VIII) nos han llegado las antífonas que aún se cantan en esta semana de Adviento anterior a Nochebuena. Son 7 antífonas que se cantan con el Magnificat del Oficio de Vísperas cada día, desde el 17 hasta el 23 de diciembre. 

Se llaman "antífonas mayores" o "antífonas de la O", y son seguidas siempre de la petición: "¡ven!".

Cada antífona empieza por una exclamación, "Oh", seguida de un título mesiánico tomado del Antiguo Testamento, pero entendidas desde el Nuevo Testamento. Estas son las invocaciones:

O Sapientia = sabiduría, Palabra

O Adonai = Señor poderoso (en hebreo)

O Radix = raíz, renuevo de Jesé (padre de David)

O Clavis = llave de David, que abre y cierra

O Oriens = oriente, sol, luz

O Rex = Cristo como Rey

O Emmanuel = Dios-con-nosotros.

Leídas en sentido inverso las iniciales latinas de la primera palabra después de la "O", dan el acróstico "ero cras", que significa "seré mañana, vendré mañana", que es como la respuesta del Mesías a la súplica de sus fieles.


 



Virgen de la Esperanza de la catedral de León, del s.XIII: embarazada, e intercesora para embarazadas.

Usando el rito mozárabe, trece siglos después

En España, en la diócesis de León, el 18 de diciembre se celebra la Virgen de la Esperanza o Santa María de la O con una misa por el rito hispano-mozárabe en la Basílica de San Isidoro, del siglo XI. Tanto en la Catedral de León como en la Basílica de la Real Colegiata de San Isidoro se encuentran sendas imágenes de la Virgen de la Esperanza.

En el caso de la catedral, se trata de una pieza esculpida en piedra a finales del siglo XIII y se ubica en la capilla también conocida como de la Virgen de la Esperanza. En San Isidoro la imagen de Nuestra Señora de la Esperanza ocupa una capilla especial en la cabecera de la nave norte del templo. 

La razón: complementar la Anunciación

Los padres del Concilio décimo de Toledo en el año 656 (con San Eugenio III de Toledo al frente) consideraron que no todos los años se puede celebrar con el esplendor conveniente la Anunciación de la Santísima Virgen, al coincidir con el tiempo de Cuaresma o la solemnidad pascual.

Por eso dice el Concilio: "se establece por especial decreto que el día octavo antes de la Natividad del Señor se tenga dicho día como celebérrimo y preclaro en honor de su santísima Madre".

En este decreto se alude a la celebración de tal fiesta en "muchas otras Iglesias lejanas" y se ordena que se retenga esta costumbre; aunque, para conformarse con la Iglesia romana, se celebrará también la fiesta del 25 de marzo.

De hecho, fue en España una de las fiestas más solemnes, y consta que de Toledo pasó a muchas otras iglesias, tanto de la Península como de fuera de ella. Fue llamada también "día de Santa María", y, como hoy, de Nuestra Señora de la O, por empezar en la víspera de esta fiesta las grandes antífonas de la O en las Vísperas.

Señala el estudioso benedictino Romualdo Mª Díaz Carbonell que el título concreto de "Expectación del Parto" para la fiesta se lo dio otro santo obispo de Toledo, san Ildefonso, famoso por su devoción mariana. 

La insistencia es siempre la misma: la expectación y asombro por la venida del Salvador.

"Si todos los santos del Antiguo Testamento—escribe el padre Giry (Les petits Bollandistest. 14 p.373 )—desearon con ardor la aparición del Salvador del mundo, ¿cuáles no serían los deseos de Aquella que había sido elegida para ser su Madre, que conocía mejor que ninguna otra criatura la necesidad que tenía la humanidad, la excelencia de su persona y los frutos incomparables que debía producir en la tierra, y la fe y la caridad, que sobrepasan la de todos los patriarcas y profetas? Fue tan grande el deseo de la Santísima Virgen, que nosotros no tenemos palabras para expresar su mérito. Y tampoco podemos concebir cuál fue su gozo cuando Ella vió que sus deseos y los de todos los siglos y de todos los hombres iban a realizarse en Ella y por Ella, ya que iba a dar a luz la esperanza de todas las naciones, Aquel sobre quien se fijaban los ojos de todos en el cielo y en la tierra y miraban como a su libertador."

El gusto popular llamó a la Doncella en espera "Virgen de la O", a partir de las obras pictóricas o esculturales que presentan piadosamente la natural redondez abultada de la Virgen grávida. 



En este vídeo de YouTube puedes escuchar la bella "O Sapientia".

La letra dice:

O Sapientia, quae ex ore Altissimi prodiisti,

attingens a fine usque ad finem,

fortiter suaviterque disponens omnia:

veni ad docendum nos viam prudentiae.

(Oh, Sabiduría, que brotaste de los labios del Altísimo,

abarcando del uno al otro confín,

y ordenándolo todo con firmeza y suavidad:

ven y muéstranos el camino de la salvación).

(Artículo publicado originariamente en Cari Fillii en 2015).

miércoles, 18 de diciembre de 2024

Santo Evangelio 18 diciembre 2024

 


Texto del Evangelio (Mt 1,18-24):

 La generación de Jesucristo fue de esta manera: Su madre, María, estaba desposada con José y, antes de empezar a estar juntos ellos, se encontró encinta por obra del Espíritu Santo. Su marido José, como era justo y no quería ponerla en evidencia, resolvió repudiarla en secreto.

Así lo tenía planeado, cuando el Ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: «José, hijo de David, no temas tomar contigo a María tu mujer porque lo engendrado en Ella es del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque Él salvará a su pueblo de sus pecados». Todo esto sucedió para que se cumpliese el oráculo del Señor por medio del profeta: «Ved que la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrán por nombre Emmanuel, que traducido significa: “Dios con nosotros”». Despertado José del sueño, hizo como el Ángel del Señor le había mandado, y tomó consigo a su mujer.



«José, hijo de David, no temas tomar contigo a María tu mujer»


Rev. D. Antoni CAROL i Hostench

(Sant Cugat del Vallès, Barcelona, España)

Hoy, la liturgia de la palabra nos invita a considerar el maravilloso ejemplo de san José. Él fue extraordinariamente sacrificado y delicado con su prometida María.

No hay duda de que ambos eran personas excelentes, enamorados entre ellos como ninguna otra pareja. Pero, a la vez, hay que reconocer que el Altísimo quiso que su amor esponsalicio pasara por circunstancias muy exigentes.

Ha escrito el Papa San Juan Pablo II que «el cristianismo es la sorpresa de un Dios que se ha puesto de parte de su criatura». De hecho, ha sido Él quien ha tomado la “iniciativa”: para venir a este mundo no ha esperado a que hiciésemos méritos. Con todo, Él propone su iniciativa, no la impone: casi —diríamos— nos pide “permiso”. A Santa María se le propuso —¡no se le impuso!— la vocación de Madre de Dios: «Él, que había tenido el poder de crearlo todo a partir de la nada, se negó a rehacer lo que había sido profanado si no concurría María» (San Anselmo).

Pero Dios no solamente nos pide permiso, sino también contribución con sus planes, y contribución heroica. Y así fue en el caso de María y José. En concreto, el Niño Jesús necesitó unos padres. Más aún: necesitó el heroísmo de sus padres, que tuvieron que esforzarse mucho para defender la vida del “pequeño Redentor”.

Lo que es muy bonito es que María reveló muy pocos detalles de su alumbramiento: un hecho tan emblemático es relatado con sólo dos versículos (cf. Lc 2,6-7). En cambio, fue más explícita al hablar de la delicadeza que su esposo José tuvo con Ella. El hecho fue que «antes de empezar a estar juntos ellos, se encontró encinta por obra del Espíritu Santo» (Mt 1,19), y por no correr el riesgo de infamarla, José hubiera preferido desaparecer discretamente y renunciar a su amor (circunstancia que le desfavorecía socialmente). Así, antes de que hubiese sido promulgada la ley de la caridad, san José ya la practicó: María (y el trato justo con ella) fue su ley.

Ateo, lector de Nietzsche y Heidegger, orgulloso ante el Gran Vacío... le sacudió el amor y Cristo

 


Ateo, lector de Nietzsche y Heidegger, orgulloso ante el Gran Vacío... le sacudió el amor y Cristo

Jason Blakely, profesor de Filosofía Política, en una entrevista en 2021

Jason Blakely es profesor de Políticas en la Universidad Pepperdine (Malibú, California). Ha escrito libros influyentes como We built reality y Lost in ideology.

Fue durante muchos años ateo, entre el nihilismo y el existencialismo. Leía mucha filosofía y se consideraba un valiente frente al Vacío, un héroe ante un mundo sin sentido.

Portadas de los libros de Jason  Blakely We build reality y Lost in Ideology 



Empezó a cambiar cuando reflexionó sobre el amor, pensando en el amor de su novia, perseverante. ¡Con amor, el mundo tiene sentido! Después le cautivó la honestidad intelectual del filósofo católico Charles Taylor. Y luego, combinando la lectura de Dostoyevsky y los cuatro Evangelios, quedó fascinado por Cristo y su enseñanza.

Ha contado con detalle y buena pluma su evolución intelectual y de fe en la revista America, de los jesuitas de Estados Unidos, a partir de una versión que pronunció en un encuentro académico.


El testimonio de Jason Blakely en la revista America de los jesuitas de EEUU.

El nihilismo de los suburbios feos

Blakely usa toda su capacidad literaria para intentar definir esa Nada fea del suburbio donde creció. Piensa que Dostoyevski tiene razón en Los Demonios (o Los Poseídos, o Los Endemoniados): el peor veneno en la vida humana no es la ira sino el aburrimiento.

Esa fue la experiencia de su juventud: un suburbio gris en Colorado, feo, repetitivo, las mismas casas, las mismas tiendas de franquicias. "Era un aburrimiento que contiene el más firme rechazo a la existencia, un aburrimiento burlón, perezoso, orgulloso y lamentable, que mira al ser, a su grandeza brillante, a su novedad inagotable y le dice una sola palabra: no".

Recuerda que a una hora de su casa, en la escuela Columbine, en un suburbio idéntico al suyo, casi clonado, en Littleton en 1999, dos estudiantes mataron a 12 compañeros y se suicidaron. En esa época no estaban acostumbrados a esos tiroteos absurdos, que luego se multiplicarían. "Quizá sentían el mismo veneno impío que corría por nuestras venas", apunta, esa desesperación nihilista.

Ateísmo por hábito

"Mi primer ateísmo no era de convicción. Eso vendría después. Era un hábito, un estilo de vida, una manera de estar en el mundo, el sentimiento de una ausencia", escribe.

"Mi increencia tenía la ventaja de mirar a la realidad sin locas conjeturas metafísicas y aditivos innecesarios. No era un ateísmo muy militante, incluso apático", detalla.

"Mi padre podía ser un fiero crítico de la religión organizada, particularmente del cristianismo, pero no era ateo. Me enseñó a ver en la naturaleza una dimensión espiritual profunda, de excursión por las montañas, y a admirar la búsqueda artística en la contracultura", escribe. Su madre era católica y le llevaba a misa los domingos. Pero Blakely siempre fue escéptico en todo lo espiritual, "para mí era un engaño, desde los cristianos evangélicos a los hippies New Age".

Además, le parecía que los cristianos, por los que conocía, estaban dormidos, inactivos ante el sufrimiento humano y la injusticia, "más aclimatados al mal y a ese mortal aburrimiento".

El vacío palpable

En la escuela secundaria, Blakely conoció a Lindsay, su novia. Cuando la conoció, Blakely ya llevaba 2 años sin ir a misa con su madre y sin recibir los sacramentos, excepto ocasionalmente. La misa de Confirmación fue su última misa en más de 10 años.


Jason Blakely en el año 2000, con 18 años, empezando la universidad.

Con 18 años estudió Políticas y Filosofía en en Nueva York. Su profesora de Filosofía proponía el existencialismo y citaba aforismos de Nietzsche "igual que los cristianos citan la Escritura".

"Me convencí de que la única visión racional de la existencia es que es absurda. Leí a Camus, Kafka, Sartre, Kierkegaard, y sobre todo a Nietzsche y Heidegger", recuerda.

"Aquí es cuando el vacío por primera vez se hizo palpable, incluso terriblemente real. Era más real que cualquier otra cosa. Era tan vasto, tan abrumador, que quizá anunciaba, sin yo saberlo, un misterio que ninguna mente puede comprender. Si un ateo puede sentir el temor de Dios sin saberlo... creo que esa era mi experiencia", detalla.

En esa época, consideraba que el ateísmo era la opción del que tiene verdadero "coraje intelectual", que el ateo puede "sobrevivir ante la verdad más que otros, el ateo podía mirar más rato al sol terrorífico". Ser ateo era una forma de ser heroico ante la realidad.

Y añade, con cierto humor: "Los que nunca han sido ateos tienen que saber que cualquier cosa en la vida puede significar la muerte de Dios. Eso incluye la familia, las relaciones, la ciencia, la política, la tecnología, la psicología, la naturaleza, tu conciencia... ¡Todo puede ser testimonio del vacío y rendirle homenaje!"

Mientras tanto, su novia Lindsay había estudiado en Boston en una universidad de los jesuitas. Allí también leían a Nietzsche, pero lo acompañaban del Evangelio de Juan y de La Tierra Baldía, el poema de T.S.Eliot de 1922 (Eliot se haría cristiano cinco años después, en 1927).


Jason Blakely en 2003, convencido que un artista crea su propio destino.

Escribir, voluntad superior... y colapso

En Nueva York, Blakely trabajaba en una librería de día y leía y escribía horas y horas por las noches. "Decidí ser novelista y poeta. Los artistas crean sus propios significados ex nihilo, como una rebelión contra el vacío. El arte sería mi gran amén de la voluntad creativa ante el vacío de un mundo sin Dios". Incluso pintaba un poco.

Pero colapsó. En octubre de 2005, tras meses de dolores, mareos y agotamiento, Blakely empezó a ir a los médicos. Ellos no encontraban problemas físicos. "Mi cuerpo estaba entumecido: parecía como si me faltara la voluntad de vivir. Yo no sabía qué era una vida buena, más allá de la lucha de la voluntad contra el vacío. La muerte, aunque yo la contemplaba constantemente, era casi inconcebible para mí. Si yo moría ¡moriría conmigo todo lo que es significativo!"

Se dio cuenta de que más que una enfermedad, vivía una caída de significado, "no solo espiritual sino también en mi cuerpo".




Jason y Lindsay en verano de 2005, pocos meses antes del colapso de él.

Su novia Lindsey le cuidaba y poco a poco su salud mejoraba.

Emocionado, él le pidió que se casaran. Ella quedó sorprendida. "¿Lo dices en serio?", preguntó. "Sí, en serio". Ella lloró de alegría. Él siempre había dicho que el matrimonio era una convención vacía de la clase burguesa. Pero sufrir, dice, le había enseñado algo distinto: "había belleza en la promesa de acompañar a alguien".

Eso le acercó a otra idea: si había sobrevivido a la 'lucha contra el vacío' y al colapso, no era por ninguna fuerza propia de superhombre nietzschiano, sino por una fuerza exterior a él: el sentido del amor.

Estudiando más Filosofía

En Chicago estudió Filosofía Política. Pero ahora que conocía que el amor da fuerza y sentido, estaban cambiando muchas de sus ideas.

El ateísmo, por ejemplo, parecería bastante creíble si el universo de verdad pudiera explicarse sólo de forma naturalista, con un determinismo inmanente, pero veía que nadie había logrado ni acercarse a probar algo así.

Por otra parte, veía que los humanos una y otra vez descubren significados e historias, y no un vacío.

Él durante años pensó que el cristianismo implicaba ser intelectualmente deshonesto. Pero cambió de opinión en estos años leyendo Una Era Secular, el gran libro de 2007 del filósofo católico Charles Taylor.

La pregunta filosófica final no era el suicidio, como decía Camus, sino ¿qué historia extrae más sentido de nuestras existencias? La pregunta no es por qué el universo carece de sentido, sino ¿por qué el mundo tiene tanta abundancia de sentido, tan fascinante, que nos deja perplejos? ¡Huye a la esquina más lejana del cosmos, pero no podrás escapar de tu historia!", era lo que ahora pensaba.

Qué es vivir bien: el modelo de Jesucristo

Lindsay y Blakely ahora hablaban mucho sobre matrimonio, amor y lo que significa 'vivir bien'. Y Cristo aparecía más y más en esas charlas.

Cristo era, para ellos, "una persona hermosa cuya vida resuena con la historia de lo que significa vivir bien. Cristo parecía ser la primera persona en la historia que enseñaba que el significado más profundo y fundamental es el amor como don sacrificial de uno mismo". Blakely después sospecharía que Cristo les había acompañado como pareja en su decisión de nunca abandonar al otro, ni en la distancia ni en la enfermedad.

"Empecé a releer a Dostoyevski, junto con los Evangelios, y a insistir en que el cristianismo era la historia más noble imaginable y que ninguna mente humana podría haber pensado algo tan hermoso. La biografía de Cristo en sus cuatro versiones era absolutamente asombrosa, inimaginablemente buena. En su historia estaban sus historias, extrañas parábolas sobre viudas y semillas de mostaza, monedas, ovejas perdidas, odres y perlas, hijos pródigos, ricos y sirvientes".

A partir de cierto momento, Lindsay, empezó a ir a distintas iglesias los domingos por la mañana. "Ella estaba convencida de que la fe necesita una relación con algo o alguien fuera de uno mismo: tú amas a alguien con toda tu persona, no solo tu mente", explica Blakely.

A misa, tras muchos años...

Un día de Cuaresma, fueron juntos a una misa católica. Era la primera de la mañana, había muchos bancos vacíos y parroquianos de pelo blanco. La luz del invierno iluminaba un crucifijo de madera. "Cristo parecía a la vez pesado y ligero, como levitando en la Cruz, con serenidad y dolor congelado", recuerda.

El sacerdote pronunció las palabras iniciales de la misa y Blakely se asombró al notar que su cuerpo reaccionaba con el gesto de la cruz y las respuestas que volvían de su infancia. Esas palabras ahora estaban llenas de contenido, eran muy actuales, reales: "Yo confieso a Dios Todopoderoso, y a vosotros hermanos, que he pecado...".

Blakely intenta definir esa sensación: era como encontrar a alguien que durante años pensaste que no volverías a ver ir, y al encontrarlo por sorpresa descubres que es familiar y fascinante, dice.

Su conversión fue gradual durante un año. Aprender a rezar o arrodillarse golpeaba su orgullo. Una vocecita resonaba en su cabeza: "esto es ridículo, ¿ante qué te arrodillas? Necio, ante una gran nada". Pero él perseveró en la práctica semanas y luego meses y "esa voz del ego empezó a evaporarse en el silencio".

"La misa arraigaba en mi carne y mis huesos. Las palabras volvían a mi lengua: Dios de Dios, luz de luz... Como Pascal había señalado, la práctica puede preceder a la creencia. Si entras en relación con Dios, misteriosamente se te ofrecerá la fe. Solo necesitas la humildad de acercarte y pedir".

La Vigilia Pascual de 2010, Lindsay y Jason Blakely fueron acogidos como católicos en esa parroquia de Santa María Magdalena.

Fuente: Relilgión en Libertad

martes, 17 de diciembre de 2024

Santo Evangelio 17 diciembre 2024

 


Texto del Evangelio (Mt 1,1-17):

 Libro de la generación de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham: Abraham engendró a Isaac, Isaac engendró a Jacob, Jacob engendró a Judá y a sus hermanos, Judá engendró, de Tamar, a Fares y a Zara, Fares engendró a Esrom, Esrom engendró a Aram, Aram engendró a Aminadab, Aminadab engendró a Naassón, Naassón engendró a Salmón, Salmón engendró, de Rajab, a Booz, Booz engendró, de Rut, a Obed, Obed engendró a Jesé, Jesé engendró al rey David.

David engendró, de la que fue mujer de Urías, a Salomón, Salomón engendró a Roboam, Roboam engendró a Abiá, Abiá engendró a Asaf, Asaf engendró a Josafat, Josafat engendró a Joram, Joram engendró a Ozías, Ozías engendró a Joatam, Joatam engendró a Acaz, Acaz engendró a Ezequías, Ezequías engendró a Manasés, Manasés engendró a Amón, Amón engendró a Josías, Josías engendró a Jeconías y a sus hermanos, cuando la deportación a Babilonia.

Después de la deportación a Babilonia, Jeconías engendró a Salatiel, Salatiel engendró a Zorobabel, Zorobabel engendró a Abiud, Abiud engendró a Eliakim, Eliakim engendró a Azor, Azor engendró a Sadoq, Sadoq engendró a Aquim, Aquim engendró a Eliud, Eliud engendró a Eleazar, Eleazar engendró a Mattán, Mattán engendró a Jacob, y Jacob engendró a José, el esposo de María, de la que nació Jesús, llamado Cristo. Así que el total de las generaciones son: desde Abraham hasta David, catorce generaciones; desde David hasta la deportación a Babilonia, catorce generaciones; desde la deportación a Babilonia hasta Cristo, catorce generaciones.



«Libro de la generación de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham»


Rev. D. Vicenç GUINOT i Gómez

(Sant Feliu de Llobregat, España)

Hoy, en la liturgia de la misa leemos la genealogía de Jesús, y viene al pensamiento una frase que se repite en los ambientes rurales catalanes: «De Josés, burros y Juanes, los hay en todos los hogares». Por eso, para distinguirlos, se usa como motivo el nombre de las casas. Así, se habla, por ejemplo: José, el de la casa de Filomena; José, el de la casa de Soledad... De esta manera, una persona queda fácilmente identificada. El problema es que uno queda marcado por la buena o mala fama de sus antepasados. Es lo que sucede con el «Libro de la generación de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham» (Mt 1,1).

San Mateo nos está diciendo que Jesús es verdadero Hombre. Dicho de otro modo, que Jesús —como todo hombre y como toda mujer que llega a este mundo— no parte de cero, sino que trae ya tras de sí toda una historia. Esto quiere decir que la Encarnación va en serio, que cuando Dios se hace hombre, lo hace con todas las consecuencias. El Hijo de Dios, al venir a este mundo, asume también un pasado familiar.

Rastreando los personajes de la lista, podemos apreciar que Jesús —por lo que se refiere a su genealogía familiar— no presenta un “expediente inmaculado”. Como escribió el Cardenal Nguyen van Thuan, «en este mundo, si un pueblo escribe su historia oficial, hablará de su grandeza... Es un caso único, admirable y espléndido encontrar un pueblo cuya historia oficial no esconde los pecados de sus antepasados». Aparecen pecados como el homicidio (David), la idolatría (Salomón) o la prostitución (Rahab). Y junto con ello hay momentos de gracia y de fidelidad a Dios, y sobre todo las figuras de José y María, «de la que nació Jesús, llamado Cristo» (Mt 1,16).

En definitiva, la genealogía de Jesús nos ayuda a contemplar el misterio que estamos próximos a celebrar: que Dios se hizo Hombre, verdadero Hombre, que «habitó entre nosotros» (Jn 1,14).