Texto del Evangelio (Mc 12,28-34):En aquel tiempo, se acercó a Jesús uno de los escribas y le preguntó: «¿Cuál es el primero de todos los mandamientos?». Jesús le contestó: «El primero es: ‘Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es el único Señor, y amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas’. El segundo es: ‘Amarás a tu prójimo como a ti mismo’. No existe otro mandamiento mayor que éstos».
Le dijo el escriba: «Muy bien, Maestro; tienes razón al decir que Él es único y que no hay otro fuera de Él, y amarle con todo el corazón, con toda la inteligencia y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a si mismo vale más que todos los holocaustos y sacrificios». Y Jesús, viendo que le había contestado con sensatez, le dijo: «No estás lejos del Reino de Dios». Y nadie más se atrevía ya a hacerle preguntas.
«¿Cuál es el primero de todos los mandamientos?»
Rev. D. Ramón CLAVERÍA Adiego
(Embún, Huesca, España)
Hoy, está muy de moda hablar del amor a los hermanos, de justicia cristiana, etc. Pero apenas se habla del amor a Dios.
Por eso tenemos que fijarnos en esa respuesta que Jesús da al letrado, quien, con la mejor intención del mundo le dice: «¿Cuál es el primero de todos los mandamientos?» (Mc 12,29), lo cual no era de extrañar, pues entre tantas leyes y normas, los judíos buscaban establecer un principio que unificara todas las formulaciones de la voluntad de Dios.
Jesús responde con una sencilla oración que, aún hoy, los judíos recitan varias veces al día, y llevan escrita encima: «Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es el único Señor, y amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas» (Mc 12,29-30). Es decir, Jesús nos recuerda que, en primer lugar, hay que proclamar la primacía del amor a Dios como tarea fundamental del hombre; y esto es lógico y justo, porque Dios nos ha amado primero.
Sin embargo, Jesús no se contenta con recordarnos este mandamiento primordial y básico, sino que añade también que hay que amar al prójimo como a uno mismo. Y es que, como dice el Papa Benedicto XVI, «amor a Dios y amor al prójimo son inseparables, son un único mandamiento. Pero ambos viven del amor que viene de Dios, que nos ha amado primero».
Pero un aspecto que no se comenta es que Jesús nos manda que amemos al prójimo como a uno mismo, ni más que a uno mismo, ni menos tampoco; de lo que hemos de deducir, que nos manda también que nos amemos a nosotros mismos, pues al fin y al cabo, somos igualmente obra de las manos de Dios y criaturas suyas, amadas por Él.
Si tenemos, pues, como regla de vida el doble mandamiento del amor a Dios y a los hermanos, Jesús nos dirá: «No estás lejos del Reino de Dios» (Mc 12,34). Y si vivimos este ideal, haremos de la tierra un ensayo general del cielo.
Las voces que hablan contra la eutanasia y sus argumentos: evitar que se les acalle aún más
La eutanasia se aprobó sin tiempo para debatir y tratará de silenciar el debate - foto de Engin Akyurt en Unsplash
La eutanasia se aprobó en España en marzo de 2021, tramitada en plena pandemia, con los hospitales golpeados por el coronavirus y los médicos desbordados, por un procedimiento simplificado (la "proposición de ley") para evitar consultar a órganos jurídicos y comités de bioética estatales. Tampoco se consultó a médicos ni asociaciones de paliativistas, enfermos, sanitarios, de prevención del suicidio, protección de ancianos, etc...
En enero de 2021, un artículo de El País proclamaba: "La eutanasia llegó sin alboroto". Quieren darla por consolidada y aceptada sin debate. En ReL un artículo lo refutaba recordando que sí ha habido mucho alboroto:
- Se pronunciaron contra esta ley de eutanasia figuras históricas del PSOE como Joaquín Leguina , José Luis Corcuera , Francisco Vázquez , Mercedes Aroz y Eligio Hernández .
- Ellos y otras figuras públicas firmaron en septiembre de 2020 un manifiesto de 100 personalidades contra la eutanasia
- Después, en noviembre llegó un manifiesto de cien asociaciones y fundaciones contra la ley de eutanasia.
- AEBI, la Asociación Española de Bioética y Ética Médica, publicó varias notas contra esta ley, la última pidiendo directamente su derogación.
- Tres órganos colegiados sanitarios de Madrid (el Colegio de Farmacéuticos, el de Odontólogos y Estomatólogos y el de Médicos) firmaron una contundente declaración conjunta contra la ley de eutanasia, oponiéndose a que implicara a los médicos de ninguna manera.
- Los colegios de médicos recuerdan que aunque sea una práctica legalizada ahora por el Estado, la eutanasia está prohibida por el Código Deontológico de los médicos de España de 2011 y que la Asociación Médica Mundial repitió en 2019 (como en varias ocasiones anteriores) que el médico debe oponerse a la eutanasia y no debe aplicarla.
- Protestaron con otro manifiesto 30 médicos españoles de primera fila (lo contamos aquí), la mayoría de ellos especialistas en cuidados paliativos o trabajo con enfermos terminales
- el Comité de Bioética (creado por el gobierno socialista de Zapatero para asesorar a los gobiernos) criticó la ley en varias ocasiones a lo largo de 2020. (Aquí su nota oficial).
- Y protestaron con otro documento más de 160 profesores y académicos de Derecho, incluyendo 82 catedráticos y 74 profesores titulares de 37 universidades de toda España, más otros 6 miembros de número de varias Academias jurídicas. "La Proposición de que se trata es contraria a los artículos 10, 14, 15, 43.1, 49 y 50 de la Constitución Española", detallaban. (Aquí en PDF su documento y lista de prestigiosos firmantes).
- Protestaron con numerosos actos los activistas del colectivo Vividores.org , difundiendo también vídeos de superación a favor de la vida. Y circuló mucho el vídeo de MorirEnPaz.org, a favor de cuidados paliativos, y no de eutanasia.
- En diciembre de 2020, los obispos católicos y representantes de comunidades cristianas ortodoxas y protestantes, junto con líderes judíos, musulmanes e hindúes, publicaron una nota conjunta contra la eutanasia y a favor de buenos cuidados paliativos (no es común que las religiones en España firmen juntas una nota criticando una ley)
- Y nació una gran alianza de asociaciones en toda España con el objetivo de derogar esta y otras leyes anti-vida y anti-familia.
La eutanasia en España, perspectivas desde la vulnerabilidad, portada
En esta ola de protesta y de defensa de una alternativa humana se enmarca ahora el libro La eutanasia en España (editorial Rialp), una obra en la que participan 20 autores . El recopilador e impulsor es Aniceto Masferrer, catedrático de Historia del Derecho, y la iniciativa la ha impulsado el Grupo de Estudios Sociales e Interdisciplinares (GESI) de la Fundación Universitas.
Los textos recogidos, en su inmensa mayoría, lograron ser publicados en periódicos españoles de tirada nacional. "Esas voces discrepante deben comparecer ante la ciudadanía y expresar la pluralidad que converge en un tema de tan hondo calado", escribe Masferrer. El libro incluye algunos de los manifiestos y sus listas de firmantes: son listas de honor que vale la pena tener impresas.
Desprecio a la vulnerabilidad y abandono del que sufre
En el artículo inicial, Masferrer recuerda que el hombre siempre ha sido y será vulnerable, y que lo verdaderamente humano es reconocerlo y cuidar a los más vulnerables. Después, resume los daños de la ley española de eutanasia.
"Más allá de la inoportuna y precipitada entrada en vigor, la ley contiene varios defectos mayúsculos:
- discrimina a las personas por razón de su discapacidad
- no garantiza la absoluta libertad del solicitante de la eutanasia
- sacraliza las voluntades anticipadas sin dar relevancia a la voluntad del individuo en el momento presente
- margina el papel de la enfermería
- crea una burocracia que en realidad es muy poco garantista,
- y, lo más criticable, no ofrece una asistencia socio-sanitaria integral al final de la vida para evitar que la verdadera razón que induzca a muchas personas a optar por la eutanasia sea la carencia de unos cuidados dignos que le animen a querer seguir viviendo sin dolor, convenientemente atendido y felizmente acompañado".
"En realidad, con la LORE [ley de eutanasia] se deja al enfermo y a la persona discapacitada más solo e indefenso, porque, a la falta de los cuidados que necesita y el Estado no proporciona, se le muestra la alternativa: solicitar que un profesional sanitario acabe con su vida, decisión que, comprensiblemente, puede tomarse cuando el sistema sanitario no es capaz de remitir el dolor que padece una persona", añade el editor del libro.
¿Decisión "autónoma" del hundido, enfermo y desesperado?
Emilio García Sánchez, biólogo y máster en Bioética, se expresa en una línea similar.
"Los enfermos graves, por su estado, cambian de opinión cada poco, y, de hecho, el mismo deseo de morir constituye un síntoma objetivo de la enfermedad, y no es la expresión lúcida de la capacidad de autodeterminación", detalla.
"Los enfermos que contempla la ley no son autónomos, sino dependientes. Esta es la realidad que rompe en pedazos la justificación garantista y autonomista que atraviesa la regulación de la eutanasia. Al final, como sucede en Holanda y Bélgica, serán otros (médicos y familiares) los que se apropiarán de la decisión de los enfermos graves -de su derecho a morir- cuando estos ya no puedan decidir, convirtiendo la eutanasia en un acto involuntario e ilegal".
Los controles estrictos enseguida dejan de ser estrictos
Carlos Barrios, catedrático e investigado prestigioso en cirugía ortopédica, pone un ejemplo concreto de cómo controles supuestamente estrictos enseguida se difuminan. Es el caso de Holanda, donde a la eutanasia le ha ido pasando como al aborto en España: se va concentrando en empresas especializadas en eso, casi sin supervisión.
"En su primer año de actividad (marzo 2012 a marzo 2013), la End of Life Clinic de Amsterdam, promovida por la filial holandesa de la Asociación Derecho a Morir, sólo atendió al 25% de los solicitantes, porque el 19% murió antes de poder ser 'atendidos', y el 9% cambió de opinión. La clínica rechazó el 46% de las solicitudes, principalmente por grave deterioro psicológico de los pacientes a los que se les consideró inhábiles para tomar la decisión por sí mismos. Hoy, siete años después, no se rechaza a ningún paciente -aunque alegue solo cansancio vital- y ya se incluyen niños entre los pacientes 'tratados'. ¿Hay algún lucrativo negocio detrás de estos alarmantes cambios de criterio?
La eutanasia tiene un factor económico importante
Los depresivos y los que piensan en el suicidio, en peligro
Otra pieza viene firmada por tres expertos en salud psíquica, Philippe Courtet, Adrián Alacreu-Crespo y Lucas Giner- quienes señalan que en Países Bajos se han constatado que :
- las características psíquicas de los que piden la eutanasia se parecen a los que intentan suicidarse: "pacientes con trastorno depresivo, historia de suicidio previo, aislamiento social y trastorno de personalidad
- no se les proporcionan tratamientos médicos y psicosociales modernos, actualizados a lo que hoy se sabe sobre sus enfermedades
- se habla de enfermedad mental "incurable" (la ley española usa ese adjetivo), pero los psicólogos hoy no usan la palabra "incurable" aplicado a la depresión, sino que sólo hablan de "depresión resistente"
La OMS ya tiene claro que las campañas preventivas contra el suicidio logran reducir los suicidios pero "la eutanasia por sufrimiento psíquico" (que permite la ley española) interferiría con ello. "No hay en España un programa de prevención del suicidio a nivel nacional, pero sí existe ahora una ley que permite el acceso a EAS [eutanasia] que podría facilitar el suicidio", denuncian los autores.
Si se basa en la libertad, ¿por qué limita la eutanasia a sólo algunos?
La ley de eutanasia española se contradice a sí misma: si es derecho, ¿no somos todos iguales en derechos? Si tenemos derecho a que nos eutanasien, ¿no debe poder elegirlo también una persona perfectamente sana?
Víctor Torre de Silva, letrado mayor del Consejo de Estado, lo expresa así:
«La lógica de la eutanasia pasa por admitir que yo soy el dueño de mi vida y de mi cuerpo, y que puedo hacer con ellos lo que desee. Y si se me prohíbe, se ataca mi libertad. Así las cosas, la ley de la eutanasia incurre en una grave contradicción cuando la limita a los enfermos graves e incurables o a quienes sufren un padecimiento grave, crónico o imposibilitante (artículo 5,1, e)».
Y añade: «Si la decisión de prescindir de la propia vida es algo que atañe a mi libertad, y por tanto es algo digno de tutela, ¿por qué no aplicarlo a toda la población mayor de edad? Incluso, ¿por qué no aplicarlo a menores con suficiente discernimiento? Debería bastar la decisión 'autónoma' y libre del individuo para que el Estado corriera a quitarle la vida».
«¿O es que son solo libres en este sentido los enfermos o quienes sufran un padecimiento? ¿Por qué no extender este nuevo 'derecho' a toda la población?», insiste este jurista.
La lógica -aunque el articulista no la desarrolla- llevaría a legalizar los juegos de gladiadores e incluso "El juego del calamar" (serie posterior a la fecha del artículo). Si por pura autonomía decido que me maten, puedo decidir hacerlo en un juego mortal y ganar un dinero para mi familia, o gloria y satisfacción.
Anciano 001 jugador en El juego del calamar
El anciano jugador 001 se presenta al juego suicida de El Juego del Calamar porque, dice, tiene un tumor en el cerebro... otros se presentan por otras razones "no sanitarias". Si todo se basa en la autonomía, ¿por qué no?
Cuando la lógica de la "libertad" lleva al matar, enseguida los fuertes y poderosos se aprovechan de poder matar a los débiles y vulnerables. Y lo fomentarán.
***
Este libro, La eutanasia en España, recopila argumentaciones detalladas de este tipo y es un documento que demuestra las argumentaciones que en 2020 e inicios de 2021 lograron sortear el "silencio exprés" implantado por el proceso de legalización de la eutanasia.
Pero, una vez ya aprobada, con España llenándose de "comités autonómicos de eutanasia" y la prensa publicando historias extremas convenientemente edulcoradas, ¿habrá espacio para estas voces discordantes? ¡Vale la pena conseguirlo! Quizá en unos años sea delito.
Emilio García Sánchez es uno de los autores de este libro
Un sábado, sucedió que, habiendo ido Jesús a casa de uno de los jefes de los fariseos para comer, ellos le estaban observando. Notando cómo los invitados elegían los primeros puestos, les dijo una parábola: «Cuando seas convidado por alguien a una boda, no te pongas en el primer puesto, no sea que haya sido convidado por él otro más distinguido que tú, y viniendo el que os convidó a ti y a él, te diga: ‘Deja el sitio a éste’, y entonces vayas a ocupar avergonzado el último puesto. Al contrario, cuando seas convidado, vete a sentarte en el último puesto, de manera que, cuando venga el que te convidó, te diga: ‘Amigo, sube más arriba’. Y esto será un honor para ti delante de todos los que estén contigo a la mesa. Porque todo el que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado».
«Notando cómo los invitados elegían los primeros puestos...»
Rev. D. Josep FONT i Gallart
(Getafe, España)
Hoy, ¿os habéis fijado en el inicio de este Evangelio? Ellos, los fariseos, le estaban observando. Y Jesús también observa: «Notando cómo los invitados elegían los primeros puestos» (Lc 14,7). ¡Qué manera tan diferente de observar!
La observación, como todas las acciones internas y externas, es muy diferente según la motivación que la provoca, según los móviles internos, según lo que hay en el corazón del observador. Los fariseos —como nos dice el Evangelio en diversos pasajes— observan a Jesús para acusarlo. Y Jesús observa para ayudar, para servir, para hacer el bien. Y, como una madre solícita, aconseja: «Cuando seas convidado por alguien a una boda, no te pongas en el primer puesto» (Lc 14,8).
Jesús dice con palabras lo que Él es y lo que lleva en su corazón: no busca ser honrado, sino honrar; no piensa en su honor, sino en el honor del Padre. No piensa en Él sino en los demás. Toda la vida de Jesús es una revelación de quién es Dios: “Dios es amor”.
Por eso, en Jesús se hace realidad —más que en nadie— su enseñanza: «Se despojó de su grandeza, tomó la condición de esclavo y se hizo semejante a los hombres (…). Por eso Dios lo exaltó y le dio el nombre que está por encima de todo nombre» (Flp 2,7.9).
Jesús es el Maestro en obras y palabras. Los cristianos queremos ser sus discípulos. Solamente podemos tener la conducta del Maestro si dentro de nuestro corazón tenemos lo que Él tenía, si tenemos su Espíritu, el Espíritu de amor. Trabajemos para abrirnos totalmente a su Espíritu y para dejarnos tomar y poseer completamente por Él.
Y eso sin pensar en ser “ensalzados”, sin pensar en nosotros, sino sólo en Él. «Aunque no hubiera cielo, yo te amara; aunque no hubiera infierno te temiera; lo mismo que te quiero te quisiera» (Autor anónimo). Llevados solamente por el amor.
«Cuando Jesús dice “dadles vosotros de comer” los misioneros responden “¡oído, cocina!"»
Pepe Rodríguez, de Masterchef, animó a ayudar a los misioneros con su pregón del Domund
Pepe Rodríguez Rey, el popular juez del programa televisivo Masterchef, es este año el pregonero del Domund. Hombre de fe firme y valiente, ha proclamado desde la catedral de Toledo este jueves por la tarde un pregón lleno de "teología cocinera", comparando la tarea de los misioneros con las de un equipo de cocina, ya que ambos cumplen un mandato de Jesús: 'dadles vosotros de comer'.
Pepe Rodríguez, en presencia de los numerosos asistentes, el coro (los populares "seises"), el arzobispo de Toledo y los responsables de Obras Misionales Pontificias, que impulsan el Domingo Mundial de las Misiones, comentó el lema de este año: "Cuenta lo que has visto y oído".
“En lugar de leer una receta en voz alta, los misioneros cocinan en medio de todos. Sin pretenderlo, ofrecen con su vida una lección magistral”, proclamó el pregonero. Los misioneros, así, no hablan de oídas ni de teorías, sino de lo que viven en misiones.
El popular cocinero señaló también una especificidad de la enseñanza católica: “un Dios que no solo da de comer, sino que se ha hecho alimento para quien quiera recibirle”. "Comer es celebrar, y los cristianos, que no somos tontos, nos reunimos en torno a la mejor Comida en el banquete de la Eucaristía”, añadió.
Dios es, además, “el mejor Chef”: es el verdadero Jefe de Cocina del gran “equipo” que son los misioneros. Dios es “un Chef que no pierde de vista el punto de sal, hasta el extremo que pide a sus discípulos que seamos la sal de la tierra”.
Siendo el cocinero toledano y proclamándose el pregón este año desde Toledo, quiso destacar la generosidad misionera de la diócesis, que cuenta con 120 misioneros, parte de los 7.200 españoles repartidos por el mundo actualmente en activo en la misión.
El masterchef Pepe Rodríguez pronuncia el Pregón del Domund 2021 en la catedral de Toledo
“Según parece, somos el país con más misioneros del mundo, y el segundo que más aporta económicamente al Domund”, detalló el pregonero usando datos de Obras Misionales Pontificas.
El arzobispo de Toledo, que presentó el acto, recordó que el Domund cumple la misión de anunciar a Cristo muerto y resucitado y animó a todos a ser muy generosos en la colecta de este año para ayudar a los misioneros, a los que el director nacional de OMP, José Mª Calderón, definió como "hombres y mujeres dispuestos por Cristo a dejarlo todo y llevar esa agua de vida que necesitamos para no morirnos de sed".
Pregón del Domund 2021: texto completo
CUENTA LO QUE HAS VISTO Y OÍDO
por Pepe Rodríguez Rey
Excmo. y Rvdmo. Sr. Arzobispo de Toledo;
Sr. Director Nacional de las Obras Misionales Pontificias;
autoridades presentes en este acto;
misioneros y misioneras que nos acompañáis;
queridos amigos:
Estamos a las puertas del Domund 2021, que se celebra este domingo 24 de octubre, y me encuentro con la sorpresa y el honor de verme convertido en pregonero de esta Jornada precisamente aquí, en la Catedral de mi querido Toledo, y con todos ustedes. Imagino que si, como decía santa Teresa, “en la cocina, entre los pucheros anda el Señor”, llegado el caso tampoco se andará lejos de robots de cocina, róners y abatidores; y también, que ustedes sabrán ser indulgentes conmigo, que he sido cocinero... antes que fraile.
Este día que conocemos como Domund es la Jornada Mundial de las Misiones. “Mundial” porque se celebra a la vez en todo el mundo, y porque en ella participan los católicos de todos los rincones de la Tierra, uniéndose por igual al Papa para sostener los llamados “territorios de misión”. Y estos territorios no son algún pequeño reducto aislado, sino los lugares donde vive casi la mitad de la población del planeta. Estamos hablando de más de 1.000 Iglesias “recién nacidas”, que todavía no podrían sobrevivir por sí mismas, si no contaran con esa aportación solidaria de toda la Iglesia universal.
Doy las gracias a las Obras Misionales Pontificias, encargadas de la organización y celebración de esta Jornada, por darme así también la oportunidad de hablar de unas personas tan queridas por todos nosotros —incluyendo a quienes no tienen fe—, como son los misioneros y misioneras. Enseguida “me voy a despachar” a gusto con ellos. Pero, como dice el lema de este Domund, para contar lo que he visto y oído en los misioneros, no se lo van a creer: voy a empezar hablándoles de comida.
Hace algún tiempo, en una entrevista, me preguntaron quién es Dios para mí. Voy a intentar decir ahora algo sobre este Dios en relación con el alimento. Me gustaría recordar ese evangelio que nos cuenta cómo, en cierta ocasión, la gente seguía a Jesús y le escuchaba con tanto interés que ya iba a caer la tarde y estaban en un lugar apartado. Y mientras los discípulos sugieren que cada cual se busque la vida para reponer fuerzas, Jesús va y dice: “Dadles vosotros de comer”. El resto lo conocen ustedes: con cinco panes y dos peces aportados por un chico, Jesús da de comer a una multitud; es más, sobraron doce cestos de pan. ¡Eso es cocina de aprovechamiento!
Creo que los misioneros podrían ser los discípulos que siguen oyendo ese “dadles vosotros de comer” y, en lugar de escaquearse, dicen: “¡Oído, cocina!”. Personas normales y corrientes —como ustedes, como yo, como cualquiera— que no escurren el bulto, sino que se fían del Jefe de Cocina que les llama a la tarea de dar de comer y repartir el pan.
Un pan que tiene mucho o todo que ver con el amor, manifestado en múltiples formas: en escucha, en comprensión, en compartir el dolor, en ánimo, en aliento; y también en acciones como construir una escuela, un dispensario, un comedor...; pero, sobre todo, del modo más desbordante, en el ofrecimiento a los demás de un Dios que no solo da de comer, sino que se ha hecho alimento para quien quiera recibirle. En esa entrevista a la que me refería antes pude decir que “comulgar es lo que más me alimenta”; por eso, por propia experiencia, no me extraña que san Juan Pablo II dijera que “los pobres tienen hambre de Dios, y no solo de pan y libertad”.
Creo que la misión de la Iglesia, tal como se celebra en el Domund, es compartir el pan de la generosidad.
La Madre Teresa, santa Teresa de Calcuta, contaba cómo le había impresionado cuando una vez fue a llevar un poco de arroz a una familia hindú que no tenía para comer, y se encontró con que la madre salió enseguida a llevar la mitad a otra familia musulmana tan pobre y hambrienta como la suya. Así que el pan de los misioneros es el pan de los pobres, y el pan de los pobres es el pan de los misioneros.
Incluso, al celebrar el Domund de modo universal, como Jornada Mundial de las Misiones, esto nos recuerda —por si acaso nos creíamos el centro de ese mundo— que nosotros mismos necesitamos también el puñado de arroz que comparten con nosotros los pobres desde la misión para aumentar nuestra fe y, en definitiva, nuestra humanidad.
El coro infantil de la catedral de Toledo -los populares seises-escuchan a pepe Rodríguez el Pregón del Domund
El coro infantil de la catedral de Toledo -los populares seises-escuchan a pepe Rodríguez el Pregón del Domund
Me gusta imaginar, como realmente ocurre, a los misioneros compartiendo la comida, suficiente o escasa, con aquellos entre quienes viven y trabajan; muchas veces, dándola, y otras, recibiéndola de la hospitalidad de la gente sencilla. Me dicen, quienes saben, que ese integrarse en los pueblos que los acogen se llama “inculturación”, pero yo puedo explicarlo de otro modo.
La comida es un lenguaje, es comunicación, es la vida misma. La comida es reunión, fraternidad, cercanía, y todo eso es evangelización. No me extraña que una de las películas favoritas del papa Francisco sea El festín de Babette, que gira en torno a un banquete, porque la comida compartida une; comer es celebrar, y los cristianos, que no somos tontos, nos reunimos en torno a la mejor Comida en el banquete de la eucaristía.
En el mundo en el que yo trabajo, como en todos los ámbitos, los valores son fundamentales. En un equipo de cocinas, nada puede funcionar igual sin esa aportación de cada uno, que hace que, como dice el papa Francisco, “el todo sea más que las partes, y también más que la mera suma de ellas”.
Esas cualidades que se requieren en una cocina las vemos “al cuadrado” en los misioneros: la importancia de escuchar, de aportar, de estar aprendiendo siempre; la importancia del sacrificio, de volverlo a intentar, de trabajar sin tirar la toalla; la importancia de superarnos y de ayudar a que otros se superen y nos superen, sin generar dependencias. Pero, de un modo especial, en ellos vemos la importancia de la entrega a lo que apasiona. Y los misioneros, como dice también el Papa, sienten “una pasión por Jesús” y “una pasión por su pueblo”. Por eso, no dan “el excedente” a quien lo necesita: lo dan todo, se dan ellos mismos.
En un equipo de cocinas es fundamental el compañerismo. Sumando fuerzas al servicio del trabajo común, sacas lo mejor de ti, eso que a veces ni siquiera sabías que llevabas dentro; sin equipo, en cambio, no eres nadie. En el caso de los misioneros, ese compañerismo tiene un nombre específico: ellos no van por libre, sino siempre integrados en un equipo de cocinas, que es la Iglesia; un equipo que une, pero en el que cada cual conserva su propia personalidad, de modo que sea una riqueza para todos.
Como hay muchos estilos gastronómicos, hay muchas maneras de evangelizar, así que no solo cada misionero en un país lejano, sino cada uno de nosotros, cristianos, en nuestra situación corriente y moliente, podemos decir, como nos recuerda Francisco: “Yo soy una misión”.
Pero, además del compañerismo, en un equipo de cocinas, es esencial el liderazgo. Y, de nuevo, en los misioneros y misioneras descubrimos un liderazgo al que no estamos acostumbrados en nuestra sociedad: el liderazgo del servicio.
Bien es verdad, que, si nos remontamos “más arriba”, hay que decir que los misioneros tienen como Jefe de Cocina al mejor Chef del mundo.
Un Chef que se da a conocer en Caná, en un banquete de bodas, pero —agárrense—, además, como sumiller.
Un Chef que no pierde de vista el punto de sal, hasta tal extremo que pide a sus discípulos que seamos la sal de la tierra.
Un Chef que organiza banquetes no solo para la BBC —bodas, bautizos y comuniones—, sino hasta para celebrar que vuelva a casa un hijo calavera, como, por ejemplo, cualquiera de nosotros.
Un Chef al que nada más resucitar no se le ocurre otra cosa que dar una oportunidad a su equipo de aprendices, con la comanda: “Muchachos, ¿tenéis pescado?”.
A este Chef, que hace de piedras pan, le han salido unos pinches aventajados en los misioneros, que, con unos medios irrisorios, consiguen resultados que ni logran, ni pueden explicarse, los Gobiernos y las instancias internacionales. Justo a este Jefe de Cocina es al que los misioneros dijeron en su momento y cada día: “¡Sí, Chef!”.
El masterchef Pepe Rodríguez con el arzobispo de Toledo, Francisco Cerro, y el director de OMP, José María Calderón
El masterchef Pepe Rodríguez con el arzobispo de Toledo, Francisco Cerro, y el director de OMP, José María Calderón
Hay dos rasgos más de los misioneros en los que me gustaría fijarme, porque me parecen una interpelación para todos nosotros, aquí y en nuestra atmósfera actual.
El primero es el valor del ejemplo. En lugar de leer una receta en voz alta, los misioneros, simplemente, cocinan en medio de todos; y quienes les ven, se fijan, captan un modo de ser y hacer, se cuestionan. Sin pretenderlo ni darse aires de nada, ofrecen con su vida una lección magistral y, lo más sorprendente, asequible para todos. Un testimonio personal tan fuerte que en ellos se hace realidad esa frase que el papa Francisco cita de su tocayo de Asís: “Predicad siempre el Evangelio y, si fuese necesario, también con palabras”. Y esto no porque no sean necesarias las palabras, sino porque la vida de los misioneros y misioneras es ya una auténtica palabra, y una palabra auténtica, para nuestro mundo.
El segundo rasgo es el contacto con la realidad. Estamos saturados de escuchar ideas; saturados de las malas ideas, y yo diría que hasta de las buenas, porque en su mayoría ni parten de las situaciones tal como son, ni se encarnan en nada concreto. Sin embargo, los misioneros no hablan de oídas ni elaboran teorías: si en el mundo hay fango, ese fango que muchas veces no queremos ver —y que se llama falta de sentido, pobreza, incultura, hambre...—, ellos se manchan hasta las cejas; y si hay motivos de alegría, lo celebran con todos.
Y es que, como he dicho alguna vez, “estar con los más necesitados te aterriza”. También en esto los misioneros cumplen algo que señala, y vuelvo a nombrarlo, el papa Francisco: “La realidad es más importante que la idea”. Para ver cómo sabe un plato, hay que comérselo.
Si tienen ocasión, les recomiendo que vean el vídeo que Obras Misionales Pontificias ha preparado para este Domund, en el que varios jóvenes cuentan lo que han visto y oído al tomar contacto con la misión sobre el terreno. Precisamente, una de las chicas que da su testimonio dice: “La experiencia de misión ha sido la mayor bofetada de realidad que he recibido en mi vida”. Y cuánto necesitamos esas bofetadas, y qué poco de las otras...; y, por cierto, cuánto necesitamos a los jóvenes en la Iglesia y en la misión. Unidos a ese gran Chef del que les hablaba antes, qué no podrán cocinar los jóvenes para que todos nos chupemos los dedos, con el mejor y más completo repertorio de sabores de los cinco continentes.
Hay que decir que España tiene cerca de 7.200 misioneros repartidos por el mundo, de los cuales casi 120 han salido de aquí, de esta provincia y diócesis de Toledo. Y, entre nosotros, sensibilizándonos y movilizándonos para que no nos quedemos cruzados de brazos, hay unos 3.500 misioneros españoles más, regresados por distintas razones.
Según parece, somos el país con más misioneros del mundo, y el segundo —después de Estados Unidos— que más aporta económicamente al Domund para ayudar a la labor misionera por todo el planeta: casi 13 millones de euros en 2020. En nuestras manos y en nuestra colaboración está el que esto se detenga o crezca; como decía antes, basta con que nos atrevamos a tomar contacto con la realidad para decidirnos.
Permitidme que mis últimas palabras os las dirija directamente a los misioneros y misioneras. Vosotros fuisteis a países lejanos a contar lo que habéis visto y oído en vuestro corazón, y nos contáis a nosotros lo que habéis visto y oído en esos lugares adonde fuisteis a evangelizar y en los que, según soléis decir, los pobres os evangelizaron.
Queridos misioneros y misioneras: os necesitamos. Necesitamos vuestro ejemplo y necesitamos saber que sois nuestras manos allá lejos, donde nosotros no llegamos, pero queremos llegar. Os diría que merecéis no una, sino varias “estrellas”, pero, como sé que no buscáis reconocimientos, os voy a decir algo que os gustará más: ¡os queremos en nuestro equipo!
Así que, misioneros, ¡a cocinas! Y todos nosotros, para ayudaros, ¡al Domund! Muchas gracias.
Un sábado, Jesús fue a casa de uno de los jefes de los fariseos para comer, ellos le estaban observando. Había allí, delante de Él, un hombre hidrópico. Entonces preguntó Jesús a los legistas y a los fariseos: «¿Es lícito curar en sábado, o no?». Pero ellos se callaron. Entonces le tomó, le curó, y le despidió. Y a ellos les dijo: «¿A quién de vosotros se le cae un hijo o un buey a un pozo en día de sábado y no lo saca al momento?». Y no pudieron replicar a esto.
«¿Es lícito curar en sábado, o no?»
Rev. D. Antoni CAROL i Hostench
(Sant Cugat del Vallès, Barcelona, España)
Hoy fijamos nuestra atención en la punzante pregunta que Jesús hace a los fariseos: «¿Es lícito curar en sábado, o no?» (Lc 14,3), y en la significativa anotación que hace san Lucas: «Pero ellos se callaron» (Lc 14,4).
Son muchos los episodios evangélicos en los que el Señor echa en cara a los fariseos su hipocresía. Es notable el empeño de Dios en dejarnos claro hasta qué punto le desagrada ese pecado —la falsa apariencia, el engaño vanidoso—, que se sitúa en las antípodas de aquel elogio de Cristo a Natanael: «Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño» (Jn 1,47). Dios ama la sencillez de corazón, la ingenuidad de espíritu y, por el contrario, rechaza enérgicamente el enmarañamiento, la mirada turbia, el ánimo doble, la hipocresía.
Lo significativo de la pregunta del Señor y de la respuesta silenciosa de los fariseos es la mala conciencia que éstos, en el fondo, tenían. Delante yacía un enfermo que buscaba ser curado por Jesús. El cumplimiento de la Ley judaica —mera atención a la letra con menosprecio del espíritu— y la fatua presunción de su conducta intachable, les lleva a escandalizarse ante la actitud de Cristo que, llevado por su corazón misericordioso, no se deja atar por el formalismo de una ley, y quiere devolver la salud al que carecía de ella.
Los fariseos se dan cuenta de que su conducta hipócrita no es justificable y, por eso, callan. En este pasaje resplandece una clara lección: la necesidad de entender que la santidad es seguimiento de Cristo —hasta el enamoramiento pleno— y no frío cumplimiento legal de unos preceptos. Los mandamientos son santos porque proceden directamente de la Sabiduría infinita de Dios, pero es posible vivirlos de una manera legalista y vacía, y entonces se da la incongruencia —auténtico sarcasmo— de pretender seguir a Dios para terminar yendo detrás de nosotros mismos.
Dejemos que la encantadora sencillez de la Virgen María se imponga en nuestras vidas.
«Dios se sentó en mi regazo»: la experiencia mística de un intelectual que investigaba sobre Jesús
Lázár Kovacs, intelectual y estudioso cinematográfico, cuenta la experiencia mística que le ató a Dios
Lazar Kovacs Akos es un respetado intelectual húngaro y profesor universitario. Es un estudioso del cine y, actualmente, un católico de fe firme. Ha sido presidente de la Asociación Cinematográfica Católica Húngara, es miembro de Signis (la Asociación Mundial de Comunicación Católica), habla inglés y alemán (estudió en Oxford y en Austria), además de su húngaro natal, y tiene titulaciones universitarias de filosofía, teología y cinematografía.
No siempre fue católico. Hubo un tiempo que estuvo muy alejado de la fe, investigando en la espiritualidad oriental, en el budismo, en filosofías herméticas o vitalistas... Era intelectual, se hacía preguntas, buscaba.
Hoy, como católico, no renuncia al conocimiento, la razón o el intelecto, pero considera que la fe es más fuerte y transformadora.
"No sé si Dios me ama, pero creo que Dios me ama. La fe es más fuerte que el saber. Yo antes pensaba que el saber era lo más importante, pero la fe es más importante", explica en un testimonio que graba en vídeo para el Congreso Internacional Eucarístico de Budapest.
"La fe puede mover montañas, acallar mares, levantar a los muertos", añade.
Una búsqueda espiritual: orientalismo, eclecticismo...
Explica cómo llegó a él la certeza de la fe.
"Yo estaba leyendo El Señor, de Romano Guardini. Estaba investigando sobre Jesús, después de un largo viaje [intelectual] sobre el budismo, las obras de Béla Hamvas, de todo..."
La mención a Béla Hamvas dice mucho de la amplitud investigadora de Lazar Kovacs.
Béla Hamvas (1897–1968) fue un filósofo y escritor inagotable, vitalista y ecléctico, interesado por tradiciones herméticas como las de René Guénon, el misticismo europeo y el pensamiento oriental.
Tenía una librería hasta que en 1948 el nuevo régimen comunista se la quitó y le prohibió publicar cualquier cosa. Pero no dejó de escribir y a veces de publicar anónimos.
Obrero eléctrico en esta nueva etapa, Béla Hamvas continuó traduciendo del sánscrito, hebreo, griego e investigar -siempre autodidacta- sobre cábala, zen y sufismo. Esas fueron las confusas aguas espirituales donde Lazar inició su investigación.
Un libro de Guardini para meditar sobre Jesús
Cuando Lazar decidió centrarse en explorar la figura de Jesús, acudió a un libro muy especial. El Señor, de Romano Guardini, lo escribió este sacerdote italiano a raíz de su experiencia con jóvenes católicos inquietos en las universidades alemanas de los años 20 del siglo XX.
Lo publicó en 1937. Consiste sobre todo en meditaciones sobre aspectos de la vida de Jesús. Se suele leer "en sorbos", en fragmentos, un capítulo al día, mientras se medita lo que dice.
El Señor, de Romano Guardini, segunda edición en español
Experiencia mística, solo en la biblioteca
"Yo estaba sentado, solo, en la Biblioteca Széchenyi, cuando de repente quedó claro que Dios estaba allí, conmigo", describe Lazar su experiencia mística, cuando tenía el libro en las manos.
"Él me escuchaba, Él no estaba muerto y yo no estaba solo. En esta soledad total y absoluta, Él se sentó en mi regazo. O hizo que yo me sentara en su regazo. Y estallé en lágrimas. Fue el momento más feliz de mi vida, supongo", explica este intelectual.
"Diría que Dios se hartó de mis extravíos, mis luchas, mi egoísmo, y decidió tirar de la manta, sacarme de esa cosa oscura y apestosa en la que estaba", añade.
"Creo que dos minutos de felicidad [con Dios] pueden dar luz a los años de oscuridad que tuve que sufrir, la que yo mismo me preparé, y a otros a mi alrededor".
Se abre este mundo... y el que vendrá
Tener fe no le cerró la mente ni la visión, sino al contrario. "Creo que nunca el mundo estuvo tan abierto para mí como ahora. Y espero que se abrirá y ampliará aún más cuando yo muera. No tengo miedo de morir", afirma.
Se queda un momento pensativo, y se emociona sin palabras, como pensando en las cosas hermosas que piensa encontrar o reencontrar en el Cielo.
Mientras tanto, en la tierra, se siente cuidado por Dios. "Él es mi Padre en el Cielo, sabe lo que necesito, me alimenta y me sostiene. Es bueno ser hijo de un Padre así. No podría pedir más. Su misericordia con nosotros es increíble", asegura.
Y finaliza con una exhortación: "Este es mi mensaje, seamos misericordiosos unos con otros y con Dios, incluso si Él parece estar escondido. Tenemos que darle la oportunidad de que esté presente en nuestras vidas".
En aquellos días, Jesús se fue al monte a orar, y se pasó la noche en oración con Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, y eligió doce de entre ellos, a los que llamó también apóstoles. A Simón, a quien llamó Pedro, y a su hermano Andrés; a Santiago y Juan, a Felipe y Bartolomé, a Mateo y Tomás, a Santiago de Alfeo y Simón, llamado Zelotes; a Judas de Santiago, y a Judas Iscariote, que llegó a ser un traidor.
Bajando con ellos se detuvo en un paraje llano; había una gran multitud de discípulos suyos y gran muchedumbre del pueblo, de toda Judea, de Jerusalén y de la región costera de Tiro y Sidón, que habían venido para oírle y ser curados de sus enfermedades. Y los que eran molestados por espíritus inmundos quedaban curados. Toda la gente procuraba tocarle, porque salía de Él una fuerza que sanaba a todos.
«Jesús se fue al monte a orar»
+ Rev. D. Albert TAULÉ i Viñas
(Barcelona, España)
Hoy contemplamos un día entero de la vida de Jesús. Una vida que tiene dos claras vertientes: la oración y la acción. Si la vida del cristiano ha de imitar la vida de Jesús, no podemos prescindir de ambas dimensiones. Todos los cristianos, incluso aquellos que se han consagrado a la vida contemplativa, hemos de dedicar unos momentos a la oración y otros a la acción, aunque varíe el tiempo que dediquemos a cada una. Hasta los monjes y las monjas de clausura dedican bastante tiempo de su jornada a un trabajo. Como contrapartida, los que somos más “seculares”, si deseamos imitar a Jesús, no deberíamos movernos en una acción desenfrenada sin ungirla con la oración. Nos enseña san Jerónimo: «Aunque el Apóstol nos mandó que oráramos siempre, (…) conviene que destinemos unas horas determinadas a este ejercicio».
¿Es que Jesús necesitaba de largos ratos de oración en solitario cuando todos dormían? Los teólogos estudian cuál era la psicología de Jesús hombre: hasta qué punto tenía acceso directo a la divinidad y hasta qué punto era «hombre semejante en todo a nosotros, menos en el pecado» (He 4,5). En la medida que lo consideremos más cercano, su “práctica” de oración será un ejemplo evidente para nosotros.
Asegurada ya la oración, sólo nos queda imitarlo en la acción. En el fragmento de hoy, lo vemos “organizando la Iglesia”, es decir, escogiendo a los que serán los futuros evangelizadores, llamados a continuar su misión en el mundo. «Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, y eligió doce de entre ellos, a los que llamó también apóstoles» (Lc 6,13). Después lo encontramos curando toda clase de enfermedad. «Toda la gente procuraba tocarle, porque salía de Él una fuerza que sanaba a todos» (Lc 6,19), nos dice el evangelista. Para que nuestra identificación con Él sea total, únicamente nos falta que también de nosotros salga una fuerza que sane a todos, lo cual sólo será posible si estamos injertados en Él, para que demos mucho fruto (cf. Jn 15,4).
Iba a misa para gustarle a un chico, pero se enamoró de la Iglesia y acabó como monja dominica
Hermana Mary Martha, dominica de Nashville
La hermana Mary Martha habla de los caminos que Dios fue abriendo para mostrarle su vocación
Las dominicas de Nashville son uno de los fenómenos religiosos de Estados Unidos y también del mundo entero. Cada año reciben a numerosas jóvenes que están búsqueda y esta congregación ya supera los 300 miembros, la mayoría de ellas menores de 40 años.
Una de las “veteranas” es la hermana Mary Martha, que realizó sus votos perpetuos en 2008 y que es una de las religiosas que relata la historia de su vocación en la web de esta congregación de la familia dominica.
Su historia hacia la vida religiosa no tiene elementos muy extraordinarios pero si algunos pasos curiosos.
En primer lugar porque fue el interés en un chico lo que le acercó más a la Iglesia. Una vez en ella, dos hitos la invitaron a esta vocación: un artículo en la prestigiosa revista deportiva Sports Illustrated de una famosa jugadora de baloncesto que decidió dejar su carrera en la cima para irse a un convento; y por otro lado los niños a los que le enseñaba le fueron mostrando a su vez a ella que su vida debía dar un paso más.
“Crecí en Canadá, a una hora al este de Vancouver, en la Columbia Británica, pero me fui después de Scundaria para asistir a Christendom, una pequeña universidad católica en Virginia. Debo confesar que aunque crecí como católica, la fe no fue la principal influencia en mi decisión de asistir a la universidad”, recuerda la ahora religiosa.
A misa diaria para gustarle a un chico
De hecho, la hermana Mary Martha explica que una vez que llegó a dicha universidad empezó a “ir a misa todos los días solo para impresionar a un chico que me gustaba. Funcionó, pero también tuvo la consecuencia inevitable de profundizar mi fe”.
De este modo, las horas santas, las procesiones del Rosario, incluso las clases empezaron a cobrar para ella una importancia muy personal “ya que –asegura- sentí un inexplicable deseo de absorber todo lo católico”.
Como dato curioso, aquel chico que le gustaba es ahora un sacerdote y ella está en el convento.
Tras acabar sus estudios comenzó a enseñar en colegios. Pasó varios años trabajando tanto en la costa Este como en la Oeste de EEUU y finalmente se estableció en Delaware. Allí enseñaba a alumnos de Secundaria.
“Aprender fue divertido, pero nunca pude guardármelo para mí. La emoción de mostrar a los demás la belleza y la maravilla de todo eso hizo que me encantara enseñar, desde una época en la que, incluso en la escuela primaria, mis hermanos y hermanas eran alumnos reacios”, explica.
Mientras enseñaba intentaba formar también a sus alumnos en personas íntegras tanto académica como moral y espiritualmente. Pero recuerda: “poco sabía yo que al mismo tiempo Dios me estaba moldeando para una vocación dominica. Todos las señales estaban ahí, incluso en las escuelas donde enseñé: ¡Nuestra Señora del Rosario y Academia de Aquino!”.
El ejemplo de la deportista que lo dejó todo
En medio de todo esto se produjo un suceso que la tocó profundamente. “Recibí un artículo publicado en la revista Sports Illustrated. Se trataba de una mujer joven, una jugadora de baloncesto profesional internacional, que amaba lo que hacía, era buena en eso, tenía grandes amigos, familia, novios y dinero… todo. Pero para ella no era satisfactorio; ella lo dejó todo para unirse a una comunidad de clarisas de clausura. Para mí, fue un artículo muy inquietante de leer; había demasiadas similitudes".
"Con un acto de fe, cinco meses y una visita a Santa Cecilia más tarde, compré un boleto de ida a Nashville”, afirma.
Mary Martha pensaba que ir al sería un “acto de sacrificio”, una “completa renuncia al mundo”. Es más, asegura que pensó que “tendría que renunciar a mí misma para encajar en el molde de ‘hermana’: estirarme, encogerme, estrujarme a toda costa”.
Más que negarse a uno mismo, es descubrirse mejor
Pero no era así. “He llegado a aprender que la vida religiosa no se trata de negar o borrar nada, sino de desarrollar y descubrir quién soy realmente. Ahora estoy en el mismo lugar que mis antiguos alumnos, pero Dios es el maestro, formando toda mi persona y quitando los miedos y faltas que encubren la persona que soy”, confiesa.
Al hacer esto asegura haber tenido más “felicidad, libertad y energía de lo que jamás hubiera imaginado”.
“La ironía de entregarle toda tu vida a Dios en la vida religiosa es que Él te lo devuelve todo, ¡con interés! El sacrificio es real, pero Dios obra con la naturaleza y la enriquece con su gracia”, concluye su testimonio.
En aquel tiempo, Jesús atravesaba ciudades y pueblos enseñando, mientras caminaba hacia Jerusalén. Uno le dijo: «Señor, ¿son pocos los que se salvan?». El les dijo: «Luchad por entrar por la puerta estrecha, porque, os digo, muchos pretenderán entrar y no podrán. Cuando el dueño de la casa se levante y cierre la puerta, os pondréis los que estéis fuera a llamar a la puerta, diciendo: ‘¡Señor, ábrenos!’. Y os responderá: ‘No sé de dónde sois’. Entonces empezaréis a decir: ‘Hemos comido y bebido contigo, y has enseñado en nuestras plazas’, y os volverá a decir: ‘No sé de dónde sois. ¡Retiraos de mí, todos los agentes de injusticia!’. Allí será el llanto y el rechinar de dientes, cuando veáis a Abraham, Isaac y Jacob y a todos los profetas en el Reino de Dios, mientras a vosotros os echan fuera. Y vendrán de oriente y occidente, del norte y del sur, y se pondrán a la mesa en el Reino de Dios. Y hay últimos que serán primeros, y hay primeros que serán últimos».
«Luchad por entrar por la puerta estrecha»
Rev. D. Lluís RAVENTÓS i Artés
(Tarragona, España)
Hoy, camino de Jerusalén, Jesús se detiene un momento y alguien lo aprovecha para preguntarle: «Señor, ¿son pocos los que se salvan?» (Lc 13,23). Quizás, al escuchar a Jesús, aquel hombre se inquietó. Por supuesto, lo que Jesús enseña es maravilloso y atractivo, pero las exigencias que comporta ya no son tan de su agrado. Pero, ¿y si viviera el Evangelio a su aire, con una “moral a la carta”?, ¿qué probabilidades tendría de salvarse?
Así pues, pregunta: «Señor, ¿son pocos los que se salvan?» Jesús no acepta este planteamiento. La salvación es una cuestión demasiado seria como para resolverla mediante un cálculo de probabilidades. Dios «no quiere que alguno se pierda, sino que todos se conviertan» (2Pe 3,9).
Jesús responde: «Luchad por entrar por la puerta estrecha, porque, os digo, muchos pretenderán entrar y no podrán. Cuando el dueño de la casa se levante y cierre la puerta, os pondréis los que estéis fuera a llamar a la puerta, diciendo: ‘¡Señor, ábrenos!’. Y os responderá: ‘No sé de dónde sois’» (Lc 13,24-25). ¿Cómo pueden ser ovejas de su rebaño si no siguen al Buen Pastor ni aceptan el Magisterio de la Iglesia? «¡Retiraos de mí, todos los agentes de injusticia!. Allí será el llanto y el rechinar de dientes» (Lc 13,27-28).
Ni Jesús ni la Iglesia temen que la imagen de Dios Padre quede empañada al revelar el misterio del infierno. Como afirma el Catecismo de la Iglesia, «las afirmaciones de la Sagrada Escritura y las enseñanzas de la Iglesia a propósito del infierno son un llamamiento a la responsabilidad con la que el hombre debe usar de su libertad en relación con su destino eterno. Constituyen al mismo tiempo un llamamiento apremiante a la conversión» (n. 1036).
Dejemos de “pasarnos de listos” y de hacer cálculos. Afanémonos para entrar por la puerta estrecha, volviendo a empezar tantas veces como sea necesario, confiados en su misericordia. «Todo eso, que te preocupa de momento —dice san Josemaría—, importa más o menos. —Lo que importa absolutamente es que seas feliz, que te salves».
Fiesta, drogas, la espiritualidad falsa del reiki... hasta que una amiga la animó a rezar
Catarina rezando.
Tras una vida inquieta y en búsqueda de respuestas, encontró en Dios la paz, felicidad, y las respuestas que siempre había buscado.
Tras pasar gran parte de su vida alejada de la fe, Catarina cayó enferma mientras estudiaba la carrera de Trabajo Social. Desorientada, comenzó a explorar el Reiki y otras terapias buscando la sanación.
Una amiga le ayudó a descubrir las respuestas a grandes preguntas existenciales que la perseguían y a encontrar el verdadero sentido de su vida con un consejo poderoso: rezar.
Drogas, fiesta y sin fe: "No tenía paz ni tranquilidad"
Nacida en Oporto (Portugal), Catarina cuenta en el portal del Opus Dei que pasó una adolescencia “inquieta, metida en drogas y en las noches de fiesta. Fue un periodo en que no tenía ni paz ni tranquilidad”.
Buscando centrarse, se fue a vivir a las islas Azores. “Estuve dos meses trabajando, pero enfermé y tuve que regresar a Oporto”, explica.
La enfermedad le sirvió para “cambiar el rumbo de vida”, pero no en la dirección que necesitaba.
“Retomé mis estudios de Trabajo Social para trabajar en la profesión que hoy tengo –desde hace años, ayuda a personas sin recursos de las calles de Portugal– conocí a mi amiga Mariana y empecé a buscar un sentido a la vida en las terapias alternativas”.
El reiki no llenaba su vacío
“Tomaba diferentes medicamentos, practicaba terapias como el reiki e incluso iba a clubes nocturnos”, explica.
El reiki es una práctica pseudoespiritual que asegura hacer "fluir" una "energía espiritual" (indetectable e indemostrable) capaz de curar física y emocionalmente a las personas. A partir de ciertos niveles implica la invocación de entidades espirituales a los que llama "maestros ascendidos". Es incompatible con la espiritualidad cristiana: o es superstición (en los niveles bajos) o es trato con entidades demoníacas (en los niveles altos). [Más sobre el reiki aquí en ReL]
Pero Catarina cuenta que estas experiencias no le bastaban. A lo largo de su vida siempre estuvo buscando respuestas a las preguntas sobre el sentido profundo de su existencia.
“Sentía que faltaba algo, tenía un vacío y no podía obtener ni la paz ni las respuestas que buscaba”.
Lo primero: rezar, misa, confesión
Hasta que un día habló con su amiga Mariana.
"Un día fui a tomar café con Mariana y empecé a hablar con ella sobre mis preocupaciones. Y me habló sobre Dios y me preguntó si rezaba. Le dije que no. Y me aconsejó empezar a rezar. Me enseñó a rezar".
Después de eso, "empecé a ir a la Misa. Me habló del Sacramento de la Reconciliación e hice la primera confesión desde que hice la comunión”.
“En ese momento, sentí que Dios tocó mi corazón y comenzó una nueva etapa en mi vida”, explica Catarina.
“Se inició un proceso de conversión, sentí realmente el amor de Dios y que solo a través de la fe podría encontrar todas las respuestas, la paz y alegría que durante tanto tiempo había buscado”.
Un desconocido le dijo "reza por mí"
Un día, en misa, un desconocido se acercó a su banco. “Reza por mí”, le pidió. Aquel joven iba a entrar al seminario… en China! “Me presentó a su madre y nos hicimos buenas amigas. Fue a través de ella como llegué al Opus Dei”.
Catarina considera que Dios le llamó por este camino. Le gustó la naturalidad con la que los miembros del Opus Dei vivían la amistad con Dios.
Mientras pedía la admisión en la Obra y más adelante como supernumeraria –miembros del Opus Dei con vocación al matrimonio– Catarina comprendió que “Dios siempre había estado ahí”.
“Fue Él quien me guio por todas las circunstancias de mi vida y quien me ha llevado a ser la persona que soy ahora”.
Catarina, que ahora está casada y tiene una hija, es consciente de como su forma de vivir la fe le ha ayudado a dedicarse mejor a su familia y a sus obligaciones.
Trabajando con las personas sin hogar
Gracias a que terminó sus estudios de Trabajo Social, hoy puede ayudar a muchas personas sin hogar de Oporto, transmitiéndoles su visión cristiana. Junto a sus compañeros busca mejorar las condiciones de vida de estas personas y facilitarles la reinserción social a través del trabajo.
"En cada indigente puedo tener un encuentro con Dios, algo que me lleva a intentar superarme profesionalmente para servirles”.
En aquel tiempo, Jesús decía: «¿A qué es semejante el Reino de Dios? ¿A qué lo compararé? Es semejante a un grano de mostaza, que tomó un hombre y lo puso en su jardín, y creció hasta hacerse árbol, y las aves del cielo anidaron en sus ramas». Dijo también: «¿A qué compararé el Reino de Dios? Es semejante a la levadura que tomó una mujer y la metió en tres medidas de harina, hasta que fermentó todo».
«¿A qué es semejante el Reino de Dios?»
+ Rev. D. Francisco Lucas MATEO Seco
(Pamplona, Navarra, España)
Hoy, los textos de la liturgia, mediante dos parábolas, ponen ante nuestros ojos una de las características propias del Reino de Dios: es algo que crece lentamente —como un grano de mostaza— pero que llega a hacerse grande hasta el punto de ofrecer cobijo a las aves del cielo. Así lo manifestaba Tertuliano: «¡Somos de ayer y lo llenamos todo!». Con esta parábola, Nuestro Señor exhorta a la paciencia, a la fortaleza y a la esperanza. Estas virtudes son particularmente necesarias a quienes se dedican a la propagación del Reino de Dios. Es necesario saber esperar a que la semilla sembrada, con la gracia de Dios y con la cooperación humana, vaya creciendo, ahondando sus raíces en la buena tierra y elevándose poco a poco hasta convertirse en árbol. Hace falta, en primer lugar, tener fe en la virtualidad —fecundidad— contenida en la semilla del Reino de Dios. Esa semilla es la Palabra; es también la Eucaristía, que se siembra en nosotros mediante la comunión. Nuestro Señor Jesucristo se comparó a sí mismo con el «grano de trigo [que cuando] cae en tierra y muere (...) da mucho fruto» (Jn 12,24).
El Reino de Dios, prosigue Nuestro Señor, es semejante «a la levadura que tomó una mujer y la metió en tres medidas de harina, hasta que fermentó todo» (Lc 13,21). También aquí se habla de la capacidad que tiene la levadura de hacer fermentar toda la masa. Así sucede con “el resto de Israel” de que se habla en el Antiguo Testamento: el “resto” habrá de salvar y fermentar a todo el pueblo. Siguiendo con la parábola, sólo es necesario que el fermento esté dentro de la masa, que llegue al pueblo, que sea como la sal capaz de preservar de la corrupción y de dar buen sabor a todo el alimento (cf. Mt 5,13). También es necesario dar tiempo para que la levadura realice su labor.
Parábolas que animan a la paciencia y la segura esperanza; parábolas que se refieren al Reino de Dios y a la Iglesia, y que se aplican también al crecimiento de este mismo Reino en cada uno de nosotros.
De niño se jugaba la vida a diario para ir a la Cruzada del Rosario: el fruto es ahora su sacerdocio
Cosmas, sacerdote de Nigeria
Cosmas tiene 31 años y actualmente está en Roma ampliando su formación como sacerdote
Cosmas Agwu Uka es un joven sacerdote nigeriano de la diócesis de Umuahia, en el sur del país, aunque él se crio en una familia profundamente católica en Kaduna, al norte del país y entre musulmanes. De hecho, desde niño su fe era probada constantemente, pues su seguridad también lo era. Aún así tanto él como su familia perseveraron hasta el final.
Desde niño se jugaba la vida para participar en la Cruzada del Rosario. Cada día, en esta zona de mayoría musulmana, acudía para rezar el Rosario con la Virgen y leer la Biblia. “Esto fortaleció mi fe”, afirma Cosmas.
Aquel pequeño es ahora un sacerdote de 31 años que está estudiando Filosofía en la Universidad de la Santa Cruz de Roma para así luego poder ser profesor en el seminario de su diócesis. En una testimonio recogido por CARF, fundación que le ha concedido esta beca para estudiar en Europa, Cosmas explica todo su proceso vocacional y los peligros que ha pasado para defender su fe:
“El rosario fortaleció mi fe en un país rodeado de musulmanes”
“Mi viaje en este mundo comenzó el 29 de junio de 1990. Mi padre, Stephen Ukwa Uka, que falleció hace un tiempo, y mi madre, la Sra. Felicia Uka, vivían en la parte norte de Nigeria en ese momento. Mi padre trabajaba como funcionario mientras mi madre era comerciante. Ambos eran católicos y criaron a todos sus hijos en la tradición católica. Fui bautizado en la catedral católica de San José de Kaduna el 21 de julio de 1990. Soy el último de seis hijos, cuatro niños y dos niñas.
Al mirar hacia atrás, es muy interesante para mí ver que, a lo largo de mi educación, solo he asistido a escuelas misioneras. De hecho, comencé mi educación infantil en la guardería de St. Joseph y en la escuela primaria Kaduna. Desde allí, nos mudamos y fui a la guardería y escuela primaria de St. Anne, en Kakuri, siempre en el estado de Kaduna.
Fue en St. Anne’s donde recibí por primera vez el llamado para ser sacerdote. Este deseo por el sacerdocio me motivó a comenzar las clases de Catequesis para recibir la Sagrada Comunión incluso desde una edad temprana. Fue entonces cuando pude unirme a los monaguillos y servir en el altar.
Cruzada del Rosario
Ya desde la infancia, todos los niños nos habíamos apuntado en el grupo llamado Cruzada del Rosario, donde fuimos y aprendimos a rezar el rosario todos los días y leer la Biblia. Y todo esto tuvo lugar dentro de un área predominantemente musulmana donde vivir nuestra fe católica quiere decir jugarse la vida cada día, pero esto realmente fortaleció mi fe.
Habiendo completado mi educación primaria, mis padres, recordando que había expresado un profundo deseo de ser sacerdote, me inscribieron en el Seminario menor de la Inmaculada Concepción Ahiaeke Umiahia, en el estado de Abia. Allí comencé a comprender gradualmente y más de cerca el llamado al sacerdocio.
Este deseo fue alimentado aún más por los formadores ejemplares y dedicados que estaban en el seminario en ese momento. En el seminario llegué a amar la Eucaristía a través de la celebración diaria de la Santa Misa.
La imposición de la sotana
Del seminario menor pasé al año de discernimiento espiritual, después de completar el trabajo apostólico de un año. En el año espiritual fui investido con la sotana, que fue para mí una etapa fundamental en mi camino hacia el sacerdocio.
La sotana en ese momento significaba que había puesto mis manos en el arado y ya no podía mirar atrás. La sotana blanca también significó para mí lo que iba a ser por dentro y que iba a ser una luz en el mundo. Era una gran responsabilidad, pero me dio alegría.
Para ser un buen pastor
En 2009 comencé los estudios filosóficos y luego los de teología, que terminé en 2017. La buena formación es imprescindible para ser un sacerdote, es un pilar de su vocación, ya que le enseña a apreciar la sabiduría de la Iglesia para poder ser un buen pastor en la vida de los fieles.
Es más: un aspecto edificante e inspirador de mi formación en el seminario fue el hecho de que al final de cada año académico se nos enviaba a realizar un trabajo apostólico. Cada seminarista fue destinado a una localidad donde vivía entre la gente, les enseñaba, rezaba con ellos y alimentaba su fe.
Cumplidos los requisitos filosóficos y teológicos y habiendo sido instalado como lector y acólito, fui ordenado diácono en diciembre de 2017 y de allí fui ordenado sacerdote el 21 de julio de 2018. Desde el día de mi ordenación se me quedó más claro que Dios realmente dirige los asuntos de los hombres. Esto es así porque providencialmente fui ordenado en la misma fecha de mi bautismo, el 21 de julio. Fue una feliz y significativa coincidencia.
Después de mi ordenación sacerdotal, fui enviado a trabajar en el seminario como formador. Fue realmente una experiencia maravillosa regresar para ayudar a acompañar a jóvenes seminaristas vibrantes a discernir su llamado al sacerdocio. Mi vida como sacerdote ha estado llena de grandes experiencias, comenzando con la celebración de los sacramentos y especialmente con la celebración diaria de la misa.
Estudiar en Roma
La necesidad de venir a Roma a estudiar se fundamentó en la solicitud del Seminario Mayor Provincial de que se enviaran más sacerdotes al seminario para atender las exigencias de la formación espiritual, intelectual, pastoral y humana de los seminaristas.
Mi obispo, Mons. Lucius I. Ugorji, quien es el presidente provincial de la comisión del seminario, decidió que fuera a Roma a estudiar Filosofía, en una Universidad Pontificia, a fin de obtener la calificación requerida que me permitiera enseñar en el seminario mayor.
Después de esto, mi obispo solicitó una beca a la Fundación “Ayuda a la Iglesia Necesitada”. Sin embargo, debido a la gran cantidad de solicitudes de becas, nuestra solicitud no fue aceptada. Muy grande fue mi alegría cuando recibí luego la noticia de que había una posibilidad para mí de formarme en Roma gracias a la ayuda del Centro Académico Romano Fundación. Así que solicitamos una beca para que yo pudiera estudiar en Pontificia Universidad de la Santa Cruz y, gracias al apoyo de CARF, pude obtenerla.
Mi tiempo en Roma es realmente maravilloso y edificante. El estudio filosófico ha sido revelador y alucinante. Por lo tanto, siempre estaré en deuda con CARF por brindarme esta oportunidad de estudiar en la Universidad de la Santa Cruz. Quedo agradecido por esta beca que me fue otorgada y les aseguro mis oraciones. Además, haré todo lo posible para aprovechar al máximo esta oportunidad que se me brinda.
En aquel tiempo, estaba Jesús un sábado enseñando en una sinagoga, y había una mujer a la que un espíritu tenía enferma hacía dieciocho años; estaba encorvada, y no podía en modo alguno enderezarse. Al verla Jesús, la llamó y le dijo: «Mujer, quedas libre de tu enfermedad». Y le impuso las manos. Y al instante se enderezó, y glorificaba a Dios.
Pero el jefe de la sinagoga, indignado de que Jesús hubiese hecho una curación en sábado, decía a la gente: «Hay seis días en que se puede trabajar; venid, pues, esos días a curaros, y no en día de sábado». Le replicó el Señor: «¡Hipócritas! ¿No desatáis del pesebre todos vosotros en sábado a vuestro buey o vuestro asno para llevarlos a abrevar? Y a ésta, que es hija de Abraham, a la que ató Satanás hace ya dieciocho años, ¿no estaba bien desatarla de esta ligadura en día de sábado?». Y cuando decía estas cosas, sus adversarios quedaban confundidos, mientras que toda la gente se alegraba con las maravillas que hacía.
«Pero el jefe de la sinagoga, indignado de que Jesús hubiese hecho una curación en sábado...»
Rev. D. Francesc JORDANA i Soler
(Mirasol, Barcelona, España)
Hoy, vemos a Jesús realizar una acción que proclama su mesianismo. Y ante ella el jefe de la sinagoga se indigna e increpa a la gente para que no vengan a curarse en sábado: «Hay seis días en que se puede trabajar; venid, pues, esos días a curaros, y no en día de sábado» (Lc 13,14).
Me gustaría que nos centráramos en la actitud de este personaje. Siempre me ha sorprendido cómo, ante un milagro evidente, alguien sea capaz de cerrarse de tal modo que lo que ha visto no le afecta lo más mínimo. Es como si no hubiera visto lo que acaba de ocurrir y lo que ello significa. La razón está en la vivencia equivocada de las mediaciones que tenían muchos judíos en aquel tiempo. Por distintos motivos —antropológicos, culturales, designio divino— es inevitable que entre Dios y el hombre haya unas mediaciones. El problema es que algunos judíos hacen de la mediación un absoluto. De manera que la mediación no les pone en comunicación con Dios, sino que se quedan en la propia mediación. Olvidan el sentido último y se quedan en el medio. De este modo, Dios no puede comunicarles sus gracias, sus dones, su amor y, por lo tanto su experiencia religiosa no enriquecerá su vida.
Todo ello les conduce a una vivencia rigorista de la religión, a encerrar su dios en unos medios. Se hacen un dios a medida y no le dejan entrar en sus vidas. En su religiosidad creen que todo está solucionado si cumplen con unas normas. Se comprende así la reacción de Jesús: «¡Hipócritas! ¿No desatáis del pesebre todos vosotros en sábado a vuestro buey o vuestro asno para llevarlos a abrevar?» (Lc 13,15). Jesús descubre el sinsentido de esa equivocada vivencia del sabath.
Esta palabra de Dios nos debería ayudar a examinar nuestra vivencia religiosa y descubrir si realmente las mediaciones que utilizamos nos ponen en comunicación con Dios y con la vida. Sólo desde la correcta vivencia de las mediaciones podemos entender la frase de san Agustín: «Ama y haz lo que quieras».