En aquel tiempo, dijo Jesús: «En verdad, en verdad os digo: el que no entra por la puerta en el redil de las ovejas, sino que escala por otro lado, ése es un ladrón y un salteador; pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas. A éste le abre el portero, y las ovejas escuchan su voz; y a sus ovejas las llama una por una y las saca fuera. Cuando ha sacado todas las suyas, va delante de ellas, y las ovejas le siguen, porque conocen su voz. Pero no seguirán a un extraño, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños».
Jesús les dijo esta parábola, pero ellos no comprendieron lo que les hablaba. Entonces Jesús les dijo de nuevo: «En verdad, en verdad os digo: yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido delante de mí son ladrones y salteadores; pero las ovejas no les escucharon. Yo soy la puerta; si uno entra por mí, estará a salvo; entrará y saldrá y encontrará pasto. El ladrón no viene más que a robar, matar y destruir. Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia».
«Yo soy la puerta de las ovejas»
P. Pere SUÑER i Puig SJ
(Barcelona, España)
Hoy, en el Evangelio, Jesús usa dos imágenes referidas a sí mismo: Él es el pastor. Y Él es la puerta. Jesús es el buen pastor que conoce a las ovejas. «Las llama una por una» (Jn 10,3). Para Jesús, cada uno de nosotros no es número; tiene con cada uno un contacto personal. El Evangelio no es solamente una doctrina: es la adhesión personal de Jesús con nosotros.
Y no sólo nos conoce personalmente. También personalmente nos ama. “Conocer”, en el Evangelio de san Juan, no significa simplemente un acto del entendimiento, sino un acto de adhesión a la persona conocida. Jesús, pues, nos lleva en su Corazón a cada uno. Nosotros también lo hemos de conocer así. Conocer a Jesús no implica solamente un acto de fe, sino también de caridad, de amor. «Examinaos si conocéis —nos dice san Gregorio Magno, comentando este texto— si le conocéis no por el hecho de creer, sino por el amor». Y el amor se demuestra con las obras.
Jesús es también la puerta. La única puerta. «Si uno entra por mí, estará a salvo» (Jn 10,9). Y poco más allá recalca: «Nadie va al Padre sino por mí» (Jn 14,6). Hoy, un ecumenismo mal entendido hace que algunos se piensen que Jesús es uno de tantos salvadores: Jesús, Buda, Confucio…, Mahoma, ¡qué más da! ¡No! Quien se salve se salvará por Jesucristo, aunque en esta vida no lo sepa. Quien lucha por hacer el bien, lo sepa o no, va por Jesús. Nosotros, por el don de la fe, sí que lo sabemos. Agradezcámoslo. Esforcémonos por atravesar esta puerta, que, si bien es estrecha, Él nos la abre de par en par. Y demos testimonio de que toda nuestra esperanza está puesta en Él.
En aquel tiempo, muchos de sus discípulos, al oírle, dijeron: «Es duro este lenguaje. ¿Quién puede escucharlo?». Pero sabiendo Jesús en su interior que sus discípulos murmuraban por esto, les dijo: «¿Esto os escandaliza? ¿Y cuando veáis al Hijo del hombre subir adonde estaba antes?. El espíritu es el que da vida; la carne no sirve para nada. Las palabras que os he dicho son espíritu y son vida. Pero hay entre vosotros algunos que no creen». Porque Jesús sabía desde el principio quiénes eran los que no creían y quién era el que lo iba a entregar. Y decía: «Por esto os he dicho que nadie puede venir a mí si no se lo concede el Padre».
Desde entonces muchos de sus discípulos se volvieron atrás y ya no andaban con Él. Jesús dijo entonces a los Doce: «¿También vosotros queréis marcharos?». Le respondió Simón Pedro: «Señor, ¿a quién vamos a ir? Tú tienes palabras de vida eterna, y nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios».
«Tú tienes palabras de vida eterna»
Rev. D. Jordi PASCUAL i Bancells
(Salt, Girona, España)
Hoy acabamos de leer en el Evangelio el discurso de Jesús sobre el Pan de Vida, que es Él mismo que se dará a nosotros como alimento para nuestras almas y para nuestra vida cristiana. Y, como suele pasar, hemos contemplado dos reacciones bien distintas, si no opuestas, por parte de quienes le escuchan.
Para algunos, su lenguaje es demasiado duro, incomprensible para su mentalidad cerrada a la Palabra salvadora del Señor, y san Juan dice —con una cierta tristeza— que «desde entonces muchos de sus discípulos se volvieron atrás y ya no andaban con Él» (Jn 6,66). Y el mismo evangelista nos da una pista para entender la actitud de estas personas: no creían, no estaban dispuestas a aceptar las enseñanzas de Jesús, frecuentemente incomprensibles para ellos.
Por otro lado, vemos la reacción de los Apóstoles, representada por san Pedro: «Señor, ¿a quién vamos a ir? Tú tienes palabras de vida eterna, y nosotros creemos» (Jn 6,68-69). No es que los doce sean más listos que los otros, ni tampoco más buenos, ni quizá más expertos en la Biblia; lo que sí son es más sencillos, más confiados, más abiertos al Espíritu, más dóciles. Les sorprendemos de cuando en cuando en las páginas de los evangelios equivocándose, no entendiendo a Jesús, discutiéndose sobre cuál de ellos es el más importante, incluso corrigiendo al Maestro cuando les anuncia su pasión; pero siempre los encontramos a su lado, fieles. Su secreto: le amaban de verdad.
San Agustín lo expresa así: «No dejan huella en el alma las buenas costumbres, sino los buenos amores (...). Esto es en verdad el amor: obedecer y creer a quien se ama». A la luz de este Evangelio nos podemos preguntar: ¿dónde tengo puesto mi amor?, ¿qué fe y qué obediencia tengo en el Señor y en lo que la Iglesia enseña?, ¿qué docilidad, sencillez y confianza vivo con las cosas de Dios?
Católico sin formación, se hizo protestante… y fue engañado: «La apologética ha fortalecido mi fe»
El padre Luis Toro y el fiel Mauricio.
Mauricio (a la derecha de la foto), criado en una familia católica 'por costumbre' de Guatemala, perdió la fe al quedarse solo: tras ser engañado por una iglesia protestante, descubrió la importancia de conocer la doctrina de la Iglesia antes de volver a la Iglesia. En la foto, con el padre Luis Toro.
"Si los católicos conociesen la doctrina no habría protestantes: son católicos que nunca la conocieron porque nunca la estudiaron y como no la conocen se dejan engañar por cualquier persona que se llame pastor": con esta afirmación, el carismático sacerdote con más de 2 millones de seguidores en YouTube Luis Toro advierte de cómo cada vez más católicos cambian su fe por el protestantismo por mero desconocimiento.
Es el caso de Mauricio, que tras una vida como católico "por costumbre", dejó de ir a Misa y pronto le invitaron a un culto protestante, donde le ofrecieron recibir un nuevo bautismo y casi llegó a ser pastor.
Criado en Guatemala y acostumbrado a profesar su fe solo junto a su familia, se vio desamparado cuando se fue a vivir solo, a Venezuela.
Sin una base sólida en su fe ni compañía que le motivase a frecuentar los sacramentos, explicó en el canal del sacerdote que pronto le invitaron a una iglesia protestante, Jesús la luz del mundo, muy conocida y con presencia en los cinco continentes.
La importancia de una buena acogida
Recientemente, el obispo Munilla llamó la atención de cómo la Nueva Evangelización debe prestar especial atención a una asignatura pendiente, la acogida de los nuevos fieles. Algo que por el contrario está muy interiorizada en el modus operandi evangélico.
"Me sorprendió bastante, fue un recibimiento excelente el que me hicieron, me hicieron sentirme muy bien", relata. Mauricio continuó asistiendo, admirando las predicaciones del pastor y la comunidad de cristianos que asistía al culto, percibiendo "algo que en la Iglesia nunca había sentido".
A un culto le siguieron cuatro cada semana, empezó a formar parte del grupo de coro y a asistir al estudio bíblico junto al pastor e incluso fue preparado por él para impartir predicaciones. "Vi que confiaba en mí, aprendía mucho de la Biblia y me sorprendió no haber aprendido nada de eso en la Iglesia católica", recuerda.
Sin embargo, algo dejó de encajar cuando le empezaron a formar para recibir el bautismo. Aunque no tenía prácticamente conocimientos doctrinales del catolicismo, sabía que ya había sido bautizado. Algo que contrastaba con su nueva creencia, que no consideraba válido el bautismo en la infancia, sembrando en él gran confusión e incertidumbre.
"No puedo volver a bautizarme"
A punto de recibir lo que le dijeron que era su primer bautismo válido, Mauricio le pidió al pastor "un tiempo" para meditar su decisión. Aunque siguió frecuentando la iglesia de Jesús luz del mundo, una joven católica vio su medalla y le invitó a un retiro de la archidiócesis donde sería consciente "de cómo trabaja Dios", pues una de las enseñanzas que impartieron fue precisamente sobre el bautismo y sus bases bíblicas.
"Quedé sorprendido. El que lo predicó argumentó con las citas de la Biblia bien explicadas que iba anotando en mi libreta y me dejó un libro que explicaba lo que es el bautismo. Cuando salí, sentí que estaba pulido en el conocimiento de la Iglesia católica del bautismo y sabía que si tiene validez el bautismo de los niños y mucha importancia porque nos hace hijos de Dios", subraya.
Se trataba de algo muy distinto a lo que le estaban enseñando en los cultos protestantes a los que asistía.
Entonces pidió una reunión privada con el pastor, con quien acabó manteniendo hasta cinco encuentros que acabaron convirtiéndose en profundos debates.
"Tú ya no eres católico, eres cristiano y un hijo de Dios", le dijo el pastor. A lo que el joven respondió con resolución que no se iba a bautizar. "La Biblia me dice que no puedo bautizarme por segunda vez, ya he sido bautizado de forma completa sin nada que ver con lo que me decís. Me dijo que veía algo muy importante en mí, que íbamos a ganar muchas almas conmigo, pero que la enseñanza de la Iglesia era diabólica", mencionó el joven.
El estudio de la doctrina, una asignatura pendiente
No tardó en darse cuenta de que lo que quería el pastor era "convencerle", lo que dio paso al debate de otras cuestiones que reafirmaron la postura que Mauricio iba reforzando con el estudio de la Biblia.
Por ejemplo, cuando el pastor le mencionó la cuestión de las imágenes y que no ponía ninguna imagen de María por tener un físico en las representaciones como si fuese europea y no judía.
Cada vez más conocedor de la doctrina de la Iglesia, Mauricio le explicó que no tenía por qué importar el modo en que se representa el físico dela Virgen, ya fuese europeo o de Guatemala, ya que "si es fiel a las representaciones de la Virgen, representa a la Virgen, pero es solo una representación", y no un objeto de adoración.
La de las imágenes fue la última reunión que tuvo con el pastor del culto protestante antes de que dejasen de hablarle en bloque.
Mauricio tomó la iniciativa, comenzó a formarse por sí mismo en los sacramentos de la Iglesia y profundizando en el conjunto de la doctrina, ayudado por los vídeos y en canal del padre Luis Toro, que estudia y repasa a lo largo de su jornada, a veces incluso durante la noche.
"La apologética fortaleció mi fe"
Mauricio abandonó sus creencias protestantes y decidió poner solución a la fractura intelectual que le había llevado a ellas. "Gracias a Dios, la memoria es un regalo que me está dando. Cuando salí, [el estudio de] la apologética me enriqueció y mi fe creció y se fundamentó", explica.
Hoy, el joven afirma convencido que su primer propósito en la vida es formarse él mismo y a otros en la fe y la doctrina, lo que pone en práctica en debates con protestantes.
"Tengo debates muy bonitos, me gusta debatir con quienes tienen conocimiento de la Biblia, voy a las citas bien fundamentadas y ya no se detienen conmigo ni 10 minutos. Me doy cuenta que con este poco conocimiento que Dios me está dando también estoy edificando mi alma. Mi propósito es que la Iglesia sea reconocida y que [los católicos] seamos luz para el mundo", concluye.
«Santo Padre, por favor, no nos abandone»: carta desgarradora de una víctima de la «identidad» gay
Garrett Johnson.
Garrett Johnson es muy consciente, porque lo ha vivido, del mal que hace etiquetar a una persona según sus deseos o tendencias, como sucede, explica, al utilizar el término 'homosexual' como definidor de una identidad personal. Foto: captura Youtube, canal Brother without Order.
Recientemente publicábamos el testimonio de Garrett Johnson, un hombre que durante casi toda su vida creyó "ser" homosexual porque desde muy pequeño le atribuyeron esa condición. Hasta que comprendió que la atracción que sentía hacia personas de su mismo sexo no era algo que tuviese que definirle ni constituía su identidad.
Católico que abandonó la fe durante años y regresó a la Iglesia hace una década a través del apostolado Courage (que parte de la base de que las personas no se definen por sus deseos sexuales, sino por su condición de hijos de Dios), Garrett se siente desconcertado ante el hecho de que las instituciones católicas hayan aceptado la visión mundana de que su tendencia -sea cual sea su origen- les constituye. Y le duele particularmente que el propio Francisco, en varias ocasiones pero en particular en la entrevista concedida en enero a Associated Press, que tuvo un notable eco, hablase de "los homosexuales" y de "ser homosexual". Y días después, en la aclaración que le pidió James Martin, S.J., utilizase la expresión "personas homosexuales".
Garrett ha expresado este dolor en un artículo en Crisis Magazine:
Santo Padre, por favor, no nos abandone
Esta mañana meditaba en el momento en el que Jesús es conducido ante Pilatos y los líderes religiosos, donde se le acusa de todo tipo de cosas que no ha hecho y de ser alguien que no es. Le pedí que me ayudase a sentir lo que Él sintió mientras su Corazón se enfrentaba a las tinieblas; mientras todos aquellos a quienes Él vino a liberar y a quienes atrajo a su compañía le abandonaban.
Al considerar esta escena e imaginar Su dolor, empecé a pensar en el término “personas homosexuales” que empleó nuestro Santo Padre Francisco y el dolor que me produjo. No estoy comparando mi dolor con el de Nuestro Señor, pero al menos puedo ponerme en su piel en cuanto a sentirse abandonado por aquellos de cuya cercanía y apoyo debía sentirme más seguro.
Una verdad liberadora
Cuando hace casi diez años volví a la Iglesia católica, fue dejando atrás la identidad gay que se me había asignado y que había vivido conscientemente durante la mayor parte de mi vida. Me sentí muy a gusto en el lenguaje de la Iglesia, que me recordaba a mí y a quienes hemos vivido la identidad gay o lesbiana que no son nuestros deseos y sentimientos los que nos definen, sino nuestro Padre Celestial, quien con el Bautismo nos adoptó y nos llamó, simplemente, hijos suyos.
Esta verdad de tanta ternura me hizo ver la raíz de mis inclinaciones. Me ayudó a entenderlas como algo que, contemplado adecuadamente, ni me encasillaba ni me limitaba de ninguna manera. La verdad de que soy hijo de Dios me liberó y me permitió aspirar a la santidad a la que Jesús nos llama a todos. Al poco de comprender esto, empecé a acudir a las reuniones de Courage y a recuperar mi auténtica identidad. (Courage es el apostolado de la Iglesia católica para las personas que sienten atracción por personas de su mismo sexo pero se esfuerzan por seguir las enseñanzas de la Iglesia.)
Vivir mi auténtica identidad como hijo de Dios -y nada más- ha sido siempre un desafío, pero el desafío proviene normalmente del mundo y de quienes, en él, aún no se han liberado de la mentalidad según la cual el deseo equivale a la identidad. Ése era mi caso al principio, cuando regresé, pero pronto me di cuenta de que esta mentalidad mundana se había infiltrado en esa Iglesia que me había traído la libertad.
Primero se lo escuché a algunos laicos católicos: “¿Quiénes son una pandilla de hombres célibes para decirnos nada sobre nuestra sexualidad?”. Luego, a un religioso: “La Iglesia debe cambiar sus enseñanzas. A los gays se les debería permitir casarse”. Luego a un sacerdote: “La homosexualidad es la forma en la que Dios creó a parte de la raza humana”. Luego a un obispo: “Los homosexuales tienen derecho a ser bendecidos en la iglesia”. Y ahora al Papa Francisco: “Ser homosexual no es un crimen… Dios nos ama tal como somos”.
El padre James Martin saluda al Papa.
El Papa ha respaldado reiteradamente la labor del padre James Martin a favor de la agenda LGBTI, en particular en la consideración de la homosexualidad como una identidad personal. Foto: Vatican Media.
Estas palabras oscurecen la luz que yo había recibido de esa Iglesia, que ahora, con falsa compasión, quiere devolverme a la misma prisión de la que me ayudó a escapar.
El problema con estas afirmaciones del Papa Francisco, o de religiosos, clérigos y laicos, consiste en que se refieran a las personas como “homosexuales” o “gays”. Al emplear esas palabras, le arrebatas a sus destinatarios la libertad que el lenguaje de Courage me dio. Este apostolado enseña que referirse a nosotros de esa forma o pensarnos a nosotros mismos de esa forma nos “reduce”. Toma un aspecto de nosotros y lo convierte en nuestra identidad.
Y lo hace con un aspecto de nosotros, nuestra sexualidad, fácilmente influenciable por muchos factores, como un trauma infantil, la exposición a la sexualidad a una edad demasiado temprana o la dificultad en las relaciones con los pares del mismo sexo y los miembros de la familia. En su intento de liberar a aquellos de nosotros que se identifican o han ido identificados de esa manera, refuerzan esa especie de cautiverio.
Hijos de Dios: la verdadera identidad
Que los demás nos vean, o vernos nosotros mismos, como algo distinto de ser hijos de Dios es como llevar una argolla en el tobillo encadenada a un peso. El peso de esa identidad nos impide avanzar y crecer en nuestra relación con Cristo y su Iglesia. Nos mantiene enganchados a comportamientos que oscurecen nuestro intelecto y nos apartan de la gracia con la que Jesús quiere colmarnos a cada uno de nosotros, sus hermanos y hermanas. Con esta idea errónea de compasión, quienes deberían ayudar a liberarnos nos apartan de esa libertad que encontramos en la única identidad que importa y es auténtica: nuestra identidad como hijos de Dios.
Si escribo esta carta abierta a los religiosos, los sacerdotes, los obispos y, sobre todo, a nuestro Santo Padre, es porque sus palabras y actos me hacen sufrir. Me siento abandonado y olvidado por aquellos a quienes debería sentirme más cercano y que deberían rodearme con su apoyo cuando otros me acusan de odiarme a mí mismo e intentan hacer de mí algo que no soy.
Necesito el amor y el apoyo de los llamados a estar más cerca de Cristo y a conducir a Sus ovejas a los verdes pastos donde alimentarnos y crecer. Pero es al revés: los hermanos y hermanas que sentimos atracción por el mismo sexo estamos siendo alimentados por la Iglesia con el “reconfortante” veneno del mundo.
Como dijo el Papa Benedicto XVI, “el mundo os ofrece comodidad, pero no fuisteis hechos para la comodidad: fuisteis hechos para la grandeza”. Por favor, ayudadnos a ser grandes diciéndonos con amor la verdad que necesitamos oír.
En aquel tiempo, los judíos se pusieron a discutir entre sí y decían: «¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?». Jesús les dijo: «En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo le resucitaré el último día. Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí, y yo en él. Lo mismo que el Padre, que vive, me ha enviado y yo vivo por el Padre, también el que me coma vivirá por mí. Este es el pan bajado del cielo; no como el que comieron vuestros padres, y murieron; el que coma este pan vivirá para siempre». Esto lo dijo enseñando en la sinagoga, en Cafarnaúm.
«En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros»
Rev. D. Àngel CALDAS i Bosch
(Salt, Girona, España)
Hoy, Jesús hace tres afirmaciones capitales, como son: que se ha de comer la carne del Hijo del hombre y beber su sangre; que si no se comulga no se puede tener vida; y que esta vida es la vida eterna y es la condición para la resurrección (cf. Jn 6,53.58). No hay nada en el Evangelio tan claro, tan rotundo y tan definitivo como estas afirmaciones de Jesús.
No siempre los católicos estamos a la altura de lo que merece la Eucaristía: a veces se pretende “vivir” sin las condiciones de vida señaladas por Jesús y, sin embargo, como ha escrito San Juan Pablo II, «la Eucaristía es un don demasiado grande para admitir ambigüedades y reducciones».
“Comer para vivir”: comer la carne del Hijo del hombre para vivir como el Hijo del hombre. Este comer se llama “comunión”. Es un “comer”, y decimos “comer” para que quede clara la necesidad de la asimilación, de la identificación con Jesús. Se comulga para mantener la unión: para pensar como Él, para hablar como Él, para amar como Él. A los cristianos nos hacía falta la encíclica eucarística de Juan Pablo II, La Iglesia vive de la Eucaristía. Es una encíclica apasionada: es “fuego” porque la Eucaristía es ardiente.
«Vivamente he deseado comer esta Pascua con vosotros antes de padecer» (Lc 22,15), decía Jesús al atardecer del Jueves Santo. Hemos de recuperar el fervor eucarístico. Ninguna otra religión tiene una iniciativa semejante. Es Dios que baja hasta el corazón del hombre para establecer ahí una relación misteriosa de amor. Y desde ahí se construye la Iglesia y se toma parte en el dinamismo apostólico y eclesial de la Eucaristía.
Estamos tocando la entraña misma del misterio, como Tomás, que palpaba las heridas de Cristo resucitado. Los cristianos tendremos que revisar nuestra fidelidad al hecho eucarístico, tal como Cristo lo ha revelado y la Iglesia nos lo propone. Y tenemos que volver a vivir la “ternura” hacia la Eucaristía: genuflexiones pausadas y bien hechas, incremento del número de comuniones espirituales... Y, a partir de la Eucaristía, los hombres nos aparecerán sagrados, tal como son. Y les serviremos con una renovada ternura.
El asombroso fluir de Alabanza24 en Madrid por 24 horas: la música, ¿puerta del Espíritu Santo?
El 24 y 25 de marzo unas 1.200 personas pasaron por una maratón de alabanza de 24 horas en Madrid
¿Puede la alabanza despertar al mundo, a la Iglesia, a los corazones? Adolfo Alústiza y Juan Luis Vázquez, que impulsaron en Madrid 24 horas de alabanza del 24 al 25 de marzo, creen que la alabanza tiene mucho que decir para llegar al hombre de hoy y despertar también a los cristianos. La experiencia que vivieron ese día les convenció.
Adolfo, empresario, Juan Luis, periodista, y sus esposas, Beatriz y Mariví, hace algunos años que alimentan su fe con música y oración de alabanza. (El Catecismo habla de la oración de alabanza en 5 párrafos, a partir del 2639).
En febrero supieron del llamado "avivamiento de Asbury": en esta Universidad de Estados Unidos se había organizado un culto en la capilla, con unas predicaciones y unos himnos de alabanza. Pero al acabar el encuentro programado, la gente no quiso irse, sino que se quedó allí cantando, y también por la noche, y vinieron más personas y se hicieron turnos, y aún siguen cantando y alabando a Dios, sin parar, a 24 de abril (se puede ver aquí en YouTube).
"Después de varios días asombrados con lo de Asbury, y varios días comentándolo, nos dijimos: ¿podría surgir algo así en España? Y casi sin querer, surgió Alabanza24", explica Juan Luis. "No se puede 'organizar' un avivamiento, pero sí se puede pedir a Dios un avivamiento. Nuestro objetivo era organizar una oración para pedir a Dios un avivamiento de la fe en España, también con connotaciones provida, y de ahí la fecha del 24 al 25 de marzo, fiesta de la Encarnación".
También coincidía con la fiesta de San Dimas, el Buen Ladrón, una figura que Adolfo aprecia y ha difundido. Y era sábado, lo que lo facilitaba. Se lanzaron. Lo anunciaron por redes y pidieron grupos de música de alabanza que pudieran hacer turnos para cubrir las 24 horas. De forma asombrosa y providencial, todo encajó y fluyó con una facilidad que atribuyen al Espíritu Santo.
Difusión por redes
Necesitaban, ante todo, un lugar sacro donde exponer el Santísimo y tener gente cantando y alabando 24 horas seguidas sin interrumpir el culto habitual. El dominico Vicente Borragán y Juan, el prior de los dominicos de Sanchinarro, enseguida ofrecieron la cripta del convento dominico, con facilidades para aparcar vehículos. La noticia se difundió por un chat de Whatsapp creado pocos meses antes que difunde ofertas de alabanza en Madrid. Se reenvió mucho. Lo difundió también ReligionEnLibertad, ReligionConfidencial y la web de actividades de la diócesis de Madrid.
Adolfo detalla: "Ya tengo una edad, he organizado muchas cosas, de empresa y de ocio, y esto ha sido muy especial, porque ha fluido con naturalidad, sin tensiones. Todos hemos notado lo que en el mundillo de la vida en el Espíritu llamamos 'unción', la unción del Espíritu Santo".
"Teníamos claro que se debía alabar con el Santísimo expuesto", añade Adolfo. "También teníamos claro que no debía ser una adoración o meditación".
Los organizadores buscaban que hubiera alabanza exultante, vibrante, también de noche. No debía ser una sucesión de canciones, sino incluir alabanza espontánea del pueblo. "Los músicos no debían tener protagonismo, sino animar y avivar al pueblo para alabar", detalla Adolfo. Y pronto incorporaron facilitar la posibilidad de confesarse.
Lanzaron una web sencilla pero eficaz (alabanza24horas.com) y un grupo de Intagram .
"Todo fue rodado, vimos muchas confirmaciones de que era algo de Dios. Enseguida se apuntaron los 12 grupos de músicos necesarios y les entusiasmó. Nos llegaron mensajes de toda España, desde Gerona a Extremadura", explican.
Enseguida un técnico voluntario se ofreció para llevar los temas de cableado y sonido. Unas mujeres servidoras en Retiros de Emaús se ofrecieron para decorar el lugar.
Canciones 'cañeras' a las 2 de la madrugada
Los incidentes se solventaban con rapidez. "Un grupo que venía de Navarra, y debía dirigir la alabanza de las 4 de la madrugada, avisó que no podía venir. Milagrosamente se presentó un grupo de Leganés para cubrir ese turno", explica Adolfo, como ejemplo.
¿Preparación y coordinación con los músicos? "Un par de videoconferencias sobre cómo hacer los cambios de turno, ¡no nos conocíamos!"
"Nos preguntaron: '¿Podemos cantar canciones 'cañeras' a las dos de la mañana? Por supuesto. En uno de los grupos se sumó un percusionista con instrumentos raros", detalla Adolfo.
¿Y las confesiones? "Varios sacerdotes se enteraron y nos escribieron, proponiendo ponerse a confesar fuera de la cripta. Además, en muchos turnos algún sacerdote llevaba el Santísimo entre los fieles y los bendecía con Él".
Un momento de la Alabanza 24 Horas del 24-25 de marzo en los dominicos de Sanchinarro en Madrid
Iconos de santos dominicos contemplan 24 horas seguidas de alabanza en la cripta de los dominicos de Sanchinarro en Madrid, el 24 y 25 de marzo; 12 ministerios de música se turnaron y unas 1.200 personas participaron.
A lo largo de esas 24 horas pasaron unas 1.200 personas y en la clausura la iglesia estaba repleta. Muchos grupos que no se conocían entre sí establecieron lazos, aprendieron canciones unos de otros. "Han venido grupos muy veteranos en alabanza, como Maranata, que tiene 40 años, y ministerios de alabanza noveles, como el de Schoenstatt o el de San Sebastián de los Reyes, y lo vivieron todo con gran comunión".
Al finalizar, músicos y asistentes, se animaban: "El año que viene será en la iglesia grande, ¿no?" Pero los organizadores por el momento no dicen nada de "el año que viene". Están a la escucha de lo que sientan que Dios pide. "Sí vamos a hacer un encuentro presencial, físico, el 10 de junio, con los músicos que participaron, para reforzar lazos entre todos. Y mantenemos la web, el correo e Instagram", comentan.
Fieles y sacerdotes conmovidos
Juan Luis y Mariví, que estuvieron allí casi todo el tiempo, "excepto de madrugada", y hablaron con mucha gente, constatan que tanto las personas veteranas como noveles en la experiencia de la alabanza se sintieron tocadas por Dios. Mucha gente lloraba o se emocionaba. "Algunos sacerdotes llegaban con una cara y se iban con otra muy distina, conmovidos, porque veían que el Espíritu Santo tocaba a la gente", explican.
Alabanza 24 horas en Madrid el 24 y 25 de marzo
"Un hombre vino por la mañana y le impresionó tanto que volvió luego, por la tarde, con su esposa e hijos", explica Mariví. El viernes por la noche apareció un grupo de personas trajeados y muy bien vestidos. "Es que venían directamente de una pedida, una preboda, y no querían perderse la alabanza24".
Ellos se definen simplemente como "dos matrimonios que no damos abasto en el día a día con los niños". Pero su impulso bastó para que fluyera una experiencia transformadora.
La música, puerta de entrada al Espíritu Santo
Este evento parece encajar bien con otros indicadores en la Iglesia española en los que la música es importante: el éxito entre los jóvenes de Hakuna, el concierto alegre de Resurrección en la Plaza Cibeles unos días después, el mayor empleo de música de alabanza en catequesis juveniles como LifeTeen, los encuentros jóvenes mensuales de Watch & Pray en Madrid, la aparición de nuevos grupos locales de oración de alabanza en varias regiones de España...
"Yo creo que la alabanza espontánea, no sólo la música, es parte de una nueva ola del Espíritu en España", comenta Adolfo. A la Iglesia española, piensa, le falta aún mucho por hacer en el uso de la música para la evangelización y la vida de fe: "Yo estudié carrera de música, violín, canté en coros de catedrales... y creo que en España estamos muy atrasados en el tema de la música en la Iglesia, no se le da la importancia que debería".
También Juan Luis lo ve así, como periodista atento a "lo que se mueve" en la Iglesia. "Parece que Dios está usando el lenguaje de la música como un elemento de aproximación al Espíritu Santo. Eso es innegable, se ve, y cada vez más sacerdotes se dan cuenta de la importancia de la alabanza, desde los de talante más espontáneo a los más reservados. No son sólo formas y gestos. La alabanza es expresión de un movimiento real del Espíritu Santo en la persona, que perdura y deja un efecto en su día a día", asegura.
Quien quiera saber más de la experiencia de Alabanza24 puede escribir a su e-mail:
alabanza24horas@gmail.com
Escenas y música de Alabanza24horas en un minuto y medio:
En aquel tiempo, Jesús dijo a la gente: «Nadie puede venir a mí, si el Padre que me ha enviado no lo atrae; y yo le resucitaré el último día. Está escrito en los profetas: serán todos enseñados por Dios. Todo el que escucha al Padre y aprende, viene a mí. No es que alguien haya visto al Padre; sino aquel que ha venido de Dios, ése ha visto al Padre. En verdad, en verdad os digo: el que cree, tiene vida eterna. Yo soy el pan de la vida. Vuestros padres comieron el maná en el desierto y murieron; éste es el pan que baja del cielo, para que quien lo coma no muera. Yo soy el pan vivo, bajado del cielo. Si uno come de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo le voy a dar, es mi carne por la vida del mundo».
«Yo soy el pan vivo, bajado del cielo»
Rev. D. Pere MONTAGUT i Piquet
(Barcelona, España)
Hoy cantamos al Señor de quien nos viene la gloria y el triunfo. El Resucitado se presenta a su Iglesia con aquel «Yo soy el que soy» que lo identifica como fuente de salvación: «Yo soy el pan de la vida» (Jn 6,48). En acción de gracias, la comunidad reunida en torno al Viviente lo conoce amorosamente y acepta la instrucción de Dios, reconocida ahora como la enseñanza del Padre. Cristo, inmortal y glorioso, vuelve a recordarnos que el Padre es el auténtico protagonista de todo. Los que le escuchan y creen viven en comunión con el que viene de Dios, con el único que le ha visto y, así, la fe es comienzo de la vida eterna.
El pan vivo es Jesús. No es un alimento que asimilemos en nosotros, sino que nos asimila a nosotros. Él nos hace tener hambre de Dios, sed de escuchar su Palabra que es gozo y alegría del corazón. La Eucaristía es anticipación de la gloria celestial: «Partimos un mismo pan, que es remedio de inmortalidad, antídoto para no morir, para vivir por siempre en Jesucristo» (San Ignacio de Antioquía). La comunión con la carne del Cristo resucitado nos ha de acostumbrar a todo aquello que baja del cielo, es decir, a pedir, a recibir y asumir nuestra verdadera condición: estamos hechos para Dios y sólo Él sacia plenamente nuestro espíritu.
Pero este pan vivo no sólo nos hará vivir un día más allá de la muerte física, sino que nos es dado ahora «por la vida del mundo» (Jn 6,51). El designio del Padre, que no nos ha creado para morir, está ligado a la fe y al amor. Quiere una respuesta actual, libre y personal, a su iniciativa. Cada vez que comamos de este pan, ¡adentrémonos en el Amor mismo! Ya no vivimos para nosotros mismos, ya no vivimos en el error. El mundo todavía es precioso porque hay quien continúa amándolo hasta el extremo, porque hay un Sacrificio del cual se benefician hasta los que lo ignoran.
Televisiva analista política... los confinamientos y un vídeo de YouTube la llevaron a la Iglesia
Eva Vlaardingerbroek es de origen holandés, hija de padre protestante y madre católica. Durante los confinamientos por el Covid 19 descubrió que "el mundo estaba librando una gran batalla espiritual".
Eva Vlaardingerbroek es holandesa, filósofa del derecho, analista política... y famosa por cuestionar con firmeza el feminismo radical, la ideología de género, el transhumanismo... y otros fenómenos muy similares en los medios de comunicación de EE.UU. A sus 26 años, la joven acaba de ser acogida en la Iglesia Católica junto con su padre.
Nacida de madre católica y padre protestante, Eva Vlaardingerbroek se crió como cristiana pero tuvo que ser la pandemia la que le abriera los ojos a "la batalla espiritual que enfrentaba el mundo". Eva se dio cuenta de que la fe católica es "el arma más poderosa" contra el relativismo moral de hoy en día.
Alejada de los templos
El National Catholic Register acaba de publicar una entrevista en la que habla de su camino hacia la fe y de la defensa de la doctrina católica. "Si no nos tomamos a nuestros enemigos lo suficientemente en serio, y no nos atrevemos a hablar en nombre de Cristo, después de lo que Él ha hecho por nosotros, ¿cómo esperamos ganar?", se pregunta.
Eva nació en Amsterdam (Holanda) en 1996 y creció junto a su hermano menor en una ciudad más pequeña no muy lejos de allí. Sus padres eran cristianos y trabajaban en la música clásica. Su abuelo, ya jubilado, era pastor protestante y un gran teólogo.
"Mis padres nunca me presionaban para ir a la Iglesia. Nunca me impusieron nada. De hecho, mirando hacia atrás, ojalá me hubieran empujado un poco más hacia la fe. Durante muchos periodos no le presté ninguna atención... pero siempre he creído en Dios", comenta Eva.
Bautizada como protestante, asistió durante mucho tiempo a la iglesia con su padre, hasta que, hace 15 años, decidieron acudir a misa con su madre. "Mi padre estaba harto de lo politizada que se había vuelto nuestra iglesia protestante. Yo me uní a ellos pero, como todo adolescente, no me sentía parte de aquello ya que no era oficialmente católica, así que dejé de ir", explica.
EvaEva nació en Amsterdam en 1996 y creció junto a su hermano menor en una ciudad más pequeña no muy lejos de allí. Sus padres eran cristianos y trabajaban en la música clásica.
Aunque nunca cuestionó su creencia en Dios, Eva no hacía ningún esfuerzo por decidir si quería ser protestante o católica. "Lamentablemente, mi fe no jugó un papel muy importante en mi vida", afirma.
Sin embargo, la pandemia del Covid 19 lo cambiaría todo. "En mis comienzos profesionales experimenté reacciones negativas hacia mis opiniones conservadoras. Me acostumbré a la sensación de ser cancelada por decir verdades incómodas, pero algo cambió con la pandemia. Ir en contra de la narrativa establecida no solo me cancelaba 'socialmente', sino también 'legalmente'", reconoce.
Eva se dio cuenta de que la batalla no era política sino espiritual. "La velocidad con la que la gente quería condenar a quienes no seguíamos 'la ciencia' y con la que nuestros gobiernos abolieron nuestros derechos constitucionales, fue una llamada de atención para mí. Descubrí que el mal no solo existía en tiempos de guerra, sino que estaba muy vivo y que muchas personas pueden ser seducidas por él rápidamente", reconoce.
Eva se propuso buscar una razón moral a todo aquello. "No quería discutir si las vacunas detenían la transmisión del virus o si estaba justificado que el Gobierno nos las impusieran por razones médicas. Quería adoptar una postura moral", explica.
"Todo tenía sentido"
Y, encontró motivaciones en lo que había leído en la Biblia. "La única postura moral que me pareció correcta era que había sido creada a imagen de Dios, que mi cuerpo es templo del Espíritu Santo, que mis derechos corporales me fueron otorgados por mi Creador, y que por lo tanto eran inalienables. Mis derechos no me fueron dados por un Gobierno... que podría, por otra parte, quitármelos en cualquier momento", argumenta.
Eva comenzó a hablar abiertamente de su fe en la escena pública. "Experimenté lo que sucede siempre que hablas del amor de Cristo, que las fuerzas del mal se hacen más fuertes, y que no hay nada que odien más que el testimonio. Sin embargo, las fuerzas del bien son cien veces más fuertes", asegura.
Para aquel entonces, Eva ya sabía que tenía que volver a Dios. "Aquello me hizo pensar en mi fe, pero no sabía a qué iglesia unirme, así que decidí tomarme mi tiempo. Fui a muchas iglesias 'sin denominación' donde conocí a cristianos maravillosos y devotos. Sin embargo, en esas grandes iglesias faltaba algo", explica.
"Encontré los discursos del profesor Peter Kreeft en YouTube y los vi durante horas... hasta que me topé con su vídeo: 'Siete razones por las que todos deberían convertirse en católicos'. No podía discutir nada de lo que decía. Todo tenía sentido. Desde que Cristo mismo había fundado la Iglesia, pasando por la importancia de los santos, hasta el verdadero milagro de la Eucaristía. Sabía que tenía que tomar una decisión", añade.
Puedes escuchar aquí las razones de Peter Kreeft para ser católico.
Y, llegó la Misa del Gallo del año pasado. "Sentí en mi corazón que quería ser católica. Cuando llegué a casa después de misa, recibí una felicitación de Navidad de mi querido amigo el padre Benedict Kiely. Me preguntó que cuándo me convertiría al catolicismo. No existen las coincidencias", relata.
A Eva uno de los elementos que más le atrajo de la fe católica fue la transubstanciación. "Como protestante nunca sentí que se pudiera racionalizar aquello, así que opté por el argumento de que 'era algo simbólico'. Cuando lees las Escrituras lo que Jesús dijo está muy claro. No es en absoluto simbólico. Aunque no puedo racionalizarlo, lo creo; si Cristo dijo que es así, es así. No tenía otra opción que convertirme en católica", comenta.
"El arma más poderosa contra el relativismo es la fe católica. ¿Qué mejor que poder decir 'no', en un momento en que la gente dice que 'todo vale'? Decir que existe la belleza, el bien, la verdad. La doctrina católica sigue siendo la misma. La doctrina ha resistido y siempre resistirá la prueba del tiempo, porque Él mismo fundó la Iglesia", asegura Eva.
Ahora, la labor de Eva ha variado ligeramente. "Trato de asegurarme de que todos mis puntos de vista se alineen con mi fe. Mi misión es defender a las personas corrientes que son consideradas invisibles por el establishment. Me duele ver cómo se esfuerzan y las élites las califican como deplorables. Eso no es lo que Cristo nos enseña", comenta.
"Creo que vivimos tiempos muy oscuros. Un mundo al revés, donde la gente llama a los hombres mujeres, a las mujeres hombres; a lo malo bueno y a lo bueno malo. Yo confío en Dios, y sé que la luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la han vencido. Nada me da más esperanza que eso. El bien vencerá porque Cristo ya ha vencido a la muerte y nos ha hecho libres", explica Eva.
"Hemos sido salvados por Él, pase lo que pase aquí en la tierra. Lo que la gente piensa de mí no tiene importancia, comparado con lo que Dios piensa de mí. Cristo y la Verdad son los que me conducen en los esfuerzos de cada día", asegura.
Y Eva denuncia el plan del maligno. "Muchos cristianos aceptan las 'palabras bonitas' que usan los globalistas para vendernos sus planes. Si miras lo que están proponiendo, se reduce a que esta gente quiere jugar a ser Dios. Las soluciones que ofrecen siempre se alimentan del miedo a la muerte. Lo cual, si crees que esta vida no es todo lo que hay, no nos debería preocupar tanto", expresa.
"La ideología de género y el feminismo son las ideologías más dañinas que existen, porque impiden que las personas se casen, formen una familia y sean verdaderamente felices", insiste Eva.
"A mi generación se le ha dicho que no debemos casarnos ni tener hijos, porque todo es una construcción social opresiva creada por el patriarcado. Y además de eso, tener hijos también es malo para el clima, así que no te molestes… nos dicen que podemos acostarnos con cualquiera todo lo que queramos y que si te quedas embarazada, puedes abortar, porque es tu cuerpo, tu elección. Todo esto es obra del diablo", asegura.
Aquí puedes ver una intervención de Eva en la que habla de su fe.
"La única solución que veo a este problema es ser intransigente. Dios creó a Adán y a Eva, no a 73 géneros diferentes. No es más que el hombre tratando de ser su propio dios, lo que nunca ha funcionado y nunca funcionará. Lo mejor que podemos hacer como católicos es decirle a la gente que hay una alternativa que pueden seguir. Que existe y que tiene un nombre: Jesucristo", concluye.
En aquel tiempo, Jesús dijo a la gente: «Yo soy el pan de la vida. El que venga a mí, no tendrá hambre, y el que crea en mí, no tendrá nunca sed. Pero ya os lo he dicho: Me habéis visto y no creéis. Todo lo que me dé el Padre vendrá a mí, y al que venga a mí no lo echaré fuera; porque he bajado del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado. Y esta es la voluntad del que me ha enviado; que no pierda nada de lo que él me ha dado, sino que lo resucite el último día. Porque esta es la voluntad de mi Padre: que todo el que vea al Hijo y crea en Él, tenga vida eterna y que yo le resucite el último día».
«El que venga a mí, no tendrá hambre»
Fr. Gavan JENNINGS
(Dublín, Irlanda)
Hoy vemos cuánto le preocupan a Dios nuestro hambre y nuestra sed. ¿Cómo podríamos continuar pensando que Dios es indiferente ante nuestros sufrimientos? Más aún, demasiado frecuentemente "rehusamos creer" en el amor tierno que Dios tiene por cada uno de nosotros. Escondiéndose a Sí mismo en la Eucaristía, Dios muestra la increíble distancia que Él está dispuesto a recorrer para saciar nuestra sed y nuestro hambre.
Pero, ¿de qué "sed" y qué "hambre" se trata? En definitiva, son el hambre y la sed de la "vida eterna". El hambre y la sed físicas son sólo un pálido reflejo de un profundo deseo que cada hombre tiene ante la vida divina que solamente Cristo puede alcanzarnos. «Ésta es la voluntad de mi Padre: que todo el que vea al Hijo y crea en Él, tenga vida eterna» (Jn 6,39). ¿Y qué debemos hacer para obtener esta vida eterna tan deseada? ¿Algún hecho heroico o sobre-humano? ¡No!, es algo mucho más simple. Por eso, Jesús dice: «Al que venga a mí no lo echaré fuera» (Jn 6,37). Nosotros sólo tenemos que acudir a Él, ir a Él.
Estas palabras de Cristo nos estimulan a acercarnos a Él cada día en la Misa. ¡Es la cosa más sencilla en el mundo!: simplemente, asistir a la Misa; rezar y entonces recibir su Cuerpo. Cuando lo hacemos, no solamente poseemos esta nueva vida, sino que además la irradiamos sobre otros. El Papa Francisco, el entonces Cardenal Bergoglio, en una homilía del Corpus Christi, dijo: «Así como es lindo después de comulgar, pensar nuestra vida como una Misa prolongada en la que llevamos el fruto de la presencia del Señor al mundo de la familia, del barrio, del estudio y del trabajo, así también nos hace bien pensar nuestra vida cotidiana como preparación para la Eucaristía, en la que el Señor toma todo lo nuestro y lo ofrece al Padre».
La carta de José Antonio a su tía carmelita antes de ser fusilado: «Estoy preparado para morir bien»
José Antonio Primo de Rivera.
José Antonio dejó en su testamento y en sus cartas de despedida una muestra sencilla y directa de su fe católica.
José Antonio Primo de Rivera, fundador de Falange Española, fue fusilado el 20 de noviembre de 1936 y existe una absoluta certeza histórica sobre el carácter cristianamente ejemplar de su muerte, en correspondencia con su vida de católico coherente con la fe.
Pruebas fehacientes de ello se encuentran en el libro Las últimas horas de José Antonio (Espasa), que escribió en 2015 el escritor y periodista José María Zavala, quien ya había presentado otras obras anteriores directa o indirectamente relacionadas con el personaje, como La pasión de Pilar Primo de Rivera (Plaza & Janés).
[Lee en ReL Cómo y para qué Pilar Primo de Rivera «fichó» a Fray Justo Pérez de Urbel para la Sección Femenina]
La víspera de su muerte, José Antonio fue confesado por José Planelles Marco, compañero de prisión y sacerdote que moriría mártir días después en una saca de la cárcel por milicianos frentepopulistas.
[Lee en ReL El sacerdote que confesó a José Antonio, Don José Planelles, mártir del sacramento y también El cura mártir que confesó a José Antonio]
Curiosamente, en un cuestionario que le hizo su hermana Pilar cuando José Antonio sólo tenía 17 años (y que, por el tenor de las preguntas y respuestas, no pasaba de un juego humorístico), a la pregunta "¿Cuál es tu mayor deseo?", él respondió: "Ser presbítero".
Portada de 'Las últimas horas de José Antonio'.
Muerte cristiana
"Condenado ayer a muerte", escribe José Antonio en su testamento, "pido a Dios que si todavía no me exime de llegar a ese trance, me conserve hasta el fin la decorosa conformidad con que lo preveo y, al juzgar mi alma, no le aplique la medida de mis merecimientos, sino la de su infinita misericordia... En cuanto a mi próxima muerte, la espero sin jactancia, porque nunca es alegre morir a mi edad, pero sin protesta. Acéptela Dios Nuestro Señor en lo que tenga de sacrificio para compensar en parte lo que ha habido de egoísta y vano en mucho de mi vida. Perdono con toda el alma a cuantos me hayan podido dañar u ofender, sin ninguna excepción, y ruego que me perdonen todos aquellos a quienes deba la reparación de algún agravio grande o chico".
Y a su tía Carmen, carmelita descalza, le escribió una carta el día antes de su muerte: "Dos letras para confirmarte la buena noticia, la agradable noticia, de que estoy preparado para morir bien, si Dios quiere que muera, y para vivir mejor que hasta ahora, si Dios dispone que viva... Dentro de poco momentos ya estaré ante el Divino Juez, que me ha de mirar con ojos sonrientes". La postdata es una nota de humor cómplice: "Como no eres joven, pronto nos veremos en el cielo".
La cláusula primera de su testamento establecía: "Deseo ser enterrado conforme al rito de la religión Católica, Apostólica, Romana, que profeso, en tierra bendita y bajo el amparo de la Santa Cruz".
Los "mártires de Novelda"
Sólo fue así tras finalizar la guerra y ser hallado su cuerpo. José María Zavala se hace una pregunta al respecto: "¿Llegará a convertirse José Antonio finalmente en Siervo de Dios por la Santa Sede, igual que los llamados ´mártires de Novelda´, fusilados junto a él y sepultados luego en la misma fosa común del cementerio de Alicante: los falangistas Ezequiel Mira Iñesta y Luis Segura Baus, y los requetés Vicente Muñoz Navarro y Luis López López"?
Los cuatro
Los cuatro "mártires de Novelda", fusilados junto a José Antonio.
Cayeron bajo las balas el mismo día y a la misma hora que José Antonio, ¿podría él seguir el mismo destino?, pregunta Zavala en su libro a José Luis Casanova, consiliario de las causas de canonización de la diócesis de Orihuela-Alicante. "Se encoge de hombros, tras responder escueto y diplomático", y añade: "Si en sus caso se cumpliesen también esas dos condiciones..."
Se refiere a las que exige la Iglesia para considerar a alguien mártir: el odium fidei [odio a la fe] como razón del crimen, la aceptación sobrenatural de la muerte, el perdón a los verdugos, etc. Quizá la primera es la que única que pueda suscitar dudas en el caso del fundador de Falange Española, pero según Zavala "José Antonio era odiado como político, pero también como católico y profundo hombre de fe".
Fotografías de la ficha policial de José Antonio tras su detención el 14 de marzo de 1936, cuatro meses antes del inicio de la guerra. Ya no abandonaría la prisión hasta ser ejecutado.
Fotografías de la ficha policial de José Antonio tras su detención el 14 de marzo de 1936, cuatro meses antes del inicio de la guerra. Ya no abandonaría la prisión hasta ser ejecutado en noviembre, tras un simulacro de juicio.
Las últimas horas de José Antonio es un relato completo de todas las circunstancias (personales, políticas, locales... horas, lugares, armas...) que rodearon ese fusilamiento, y con decisivas aportaciones documentales, como la lista completa de los funcionarios de guardia ese día en la cárcel, las declaraciones de los miembros del pelotón ejecutor o los recuerdos de un testigo presencial de nacionalidad uruguaya.
Pero es también un homenaje a esos cuatro mártires, que dejaron constancia clara de su fe en los últimos momentos previos a la muerte que compartieron con José Antonio.
Palabras de despedida siempre cristianas
Ezequiel Mira, de 23 años, abogado, era adorador nocturno y miembro de Acción Católica. El día 13 escribió una carta a sus padres, hermanas (cuatro, una de ellas monja) y a su novia: "No he tenido ni un minuto de inquietud, ni un instante de miedo ni desconsuelo. Tengo además gran confianza en que Dios velará por vosotros. Eso es solo lo que pido, además de su perdón. Adiós, pues, me voy con el alma absolutamente tranquila. A los que tan falsamente me acusaron, los perdono. Recuerdo a todos los que me conocieron. Desde el Cielo rezaré y miraré por vosotros y por ellos".
Luis Segura, de 33 años, empresario, detenido por confesarse amigo de una persona a por la que iban unos milicianos ("Sube tú también al coche" fue su juicio y su condena), escribió así a su familia: "Tened mucha tranquilidad y no lloréis, pues no quiero que lloréis. Tened mucha resignación, como yo la tengo; pensad que este mundo son cuatro días... Perdonad de todo corazón a mis enemigos como yo les perdono".
Vicente Muñoz, de 27 años, viajante, dirigió sobre el papel, junto a otras tiernas palabras de amor, estas reflexiones para su novia: "Por la misericordia de Dios, que no por méritos míos, tendré la dicha de encontrarme en el Cielo, que espero para ti... Si bien quieres mi felicidad debes alegrarte porque la he encontrado en el seno de Dios... Que se cumpla su Santa Voluntad, que siempre será el bien nuestro... ¡Qué sabemos nosotros, miserables criaturas, de la grandeza inescrutable de Dios!... Te emplazo para el Cielo que más tarde o más temprano ha de llegar para ti. Procura ganártelo. Así sea. Con el corazón oprimido por la angustia de no verte más, te envía la sinceridad de su amor tu Vicente".
Luis López, de 33 años, mecánico de automóviles, padre de tres hijos y esperando el cuarto, se despidió así de su esposa: "No me llores ni te aflijas; hazte el ánimo ya que así lo ha querido Dios, y emplea todos tus esfuerzos en criar a nuestros hijos, a los que llevo atravesados en el corazón... Adiós; no puedo más. Joaquina: si crees que tengo algún enemigo, perdónale, que yo le perdono. Adiós. Adiós. ¡Ay, mis hijos! Adiós..."
Publicado en ReL el 2 de marzo de 2015 y actualizado.
En aquel tiempo, Jesús se apareció a los once y les dijo: «Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación. El que crea y sea bautizado, se salvará; el que no crea, se condenará. Estas son las señales que acompañarán a los que crean: en mi nombre expulsarán demonios, hablarán en lenguas nuevas, agarrarán serpientes en sus manos y aunque beban veneno no les hará daño; impondrán las manos sobre los enfermos y se pondrán bien».
Con esto, el Señor Jesús, después de hablarles, fue elevado al cielo y se sentó a la diestra de Dios. Ellos salieron a predicar por todas partes, colaborando el Señor con ellos y confirmando la Palabra con las señales que la acompañaban.
«Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación»
Mons. Agustí CORTÉS i Soriano Obispo de Sant Feliu de Llobregat
(Barcelona, España)
Hoy habría mucho que hablar sobre la cuestión de por qué no resuena con fuerza y convicción la palabra del Evangelio, por qué guardamos los cristianos un silencio sospechoso acerca de lo que creemos, a pesar de la llamada a la “nueva evangelización”. Cada uno hará su propio análisis y apuntará su particular interpretación.
Pero en la fiesta de san Marcos, escuchando el Evangelio y mirando al evangelizador, no podemos sino proclamar con seguridad y agradecimiento dónde está la fuente y en qué consiste la fuerza de nuestra palabra.
El evangelizador no habla porque así se lo recomienda un estudio sociológico del momento, ni porque se lo dicte la “prudencia” política, ni porque “le nace decir lo que piensa”. Sin más, se le ha impuesto una presencia y un mandato, desde fuera, sin coacción, pero con la autoridad de quien es digno de todo crédito: «Ve al mundo entero y proclama el Evangelio a toda la creación» (cf. Mc 16,15). Es decir, que evangelizamos por obediencia, bien que gozosa y confiadamente.
Nuestra palabra, por otra parte, no se presenta como una más en el mercado de las ideas o de las opiniones, sino que tiene todo el peso de los mensajes fuertes y definitivos. De su aceptación o rechazo dependen la vida o la muerte; y su verdad, su capacidad de convicción, viene por la vía testimonial, es decir, aparece acreditada por signos de poder en favor de los necesitados. Por eso es, propiamente, una “proclamación”, una declaración pública, feliz, entusiasmada, de un hecho decisivo y salvador.
¿Por qué, pues, nuestro silencio? ¿Miedo, timidez? Decía san Justino que «aquellos ignorantes e incapaces de elocuencia, persuadieron por la virtud a todo el género humano». El signo o milagro de la virtud es nuestra elocuencia. Dejemos al menos que el Señor en medio de nosotros y con nosotros realice su obra: estaba «colaborando el Señor con ellos y confirmando la Palabra con las señales que la acompañaban» (Mc 16,20).
Al nacer su madre lo ofreció a Dios como misionero: hoy está en Mongolia, antes en Japón y China
El padre Francisco Javier vive como misionero en Mongolia, con temperaturas de -30 grados.
Desde que nació parecía estar llamado a ser misionero en el lejano Oriente. Francisco Javier Olivera no lleva el nombre de este gran santo por casualidad. Al nacer, su madre le ofreció al Señor para ser sacerdote en Asia, y Dios parece haber escuchado esta petición.
Este salmantino de 50 años del Camino Neocatecumenal, perteneciente a la parroquia de San Juan Baustista de Salamanca, lleva como misionero mas de 30 años, desde que con tan sólo 19 años marchara a Japón al Seminario Redemptoris Mater de Takamatsu. Allí fue ordenado en 2002.
Tras haber estado 16 años en total en este país fue enviado a China, donde pasó otros ocho años en distintas partes de este país comunista. Ahora lleva más de 7 años en Mongolia, en una missio ad gentes, junto a tres familias, una de ellas española, y tres laicos.
En este remoto país donde apenas hay 1.200 católicos y donde las leyes son muy restrictivas para el catolicismo, este sacerdote lleva la Palabra de Dios y sobre todo muestra su Amor con temperaturas que en invierno se sitúan en -30 grados. En esta entrevista con Religión en Libertad, Francisco Javier muestra cómo es esta vida misionera y las maravillas que Dios hace cuando se pone toda la vida en Él.
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Celebración de la Navidad este año en la misión de Mongolia en la que está el padre Francisco Javier
- Provienes de una familia católica, pero ¿cómo surgió en ti la vocación al sacerdocio? ¿Te imaginaste alguna vez que acabarías siendo ordenado al otro lado del mundo?
- Mi familia es católica, todos están en la Iglesia, en el seno del Camino Neocatecumenal. Mi vocación se fue gestando poco a poco. Influyeron mucho una serie de misioneros, catequistas itinerantes, que pasaban por casa y siempre me impresionaban mucho. Pensaba que quería ser como ellos. Después, pasé una crisis seria en la cual mi vida no tenia mucho sentido y gracias a entrar en la comunidad (neocatecumenal), el Señor empezó a darle sentido.
Gracias a la experiencia de aquellas visitas y al agradecimiento a Dios por rehacer mi vida pues al final le dije que sí a la llamada. También y no menos importante supongo que fue la oración que mi madre hizo al nacer yo. Me ofreció al Señor para que fuera misionero en Asia. Esto yo no lo sabía, lo contó en Takamatsu al terminar la celebración de mi ordenación. Que acabaría al otro lado del mundo, pues no me lo imaginaba...
- En Mongolia participas en la que es conocida como ‘missio ad gentes’, ¿en qué consiste?
- Es una misión dura, la iglesia apenas lleva en Mongolia poco más de 30 años. En este momento estamos allí tres familias misioneras, dos mujeres laicas misioneras, y un laico misionero conmigo.
Simplemente tratamos de vivir allí cristianamente, invitando a casa a las personas que poco a poco vamos conociendo a través de las escuelas, los trabajos y también de las pocas parroquias que hay, y aprovechamos para hablar del amor de Dios. Hasta la fecha básicamente es esto. También ayudamos en la parroquia de la catedral haciendo catequesis bíblicas. El obispo nos invitó porque pensó que el camino podía ayudar a los paganos y también a los recién bautizados para profundizar en su fe.
El padre Francisco Javier, con un traje tradicional, junto a algunos miembros de la misión
- ¿Cómo es el día a día de un sacerdote como tú en Mongolia y en la misión?
Al no tener parroquia mi vida es algo diferente… Por las mañanas a las 5:30 salgo de casa para celebrar la Eucaristía en los diversos conventos que hay en Ulan Bator, la capital y en Zunmod a 50 kilómetros. Dependiendo del día voy a uno, dos o tres sitios. Después de regresar a casa estudio mongol en la escuela, o voy a dar clases de japonés en una empresa. Allí he procurado aprovechar la ocasión para hablar de Dios, sobre todo a través de canciones. También suelo celebrar la Eucaristía con cada familia misionera en sus casas. De vez en cuando también celebro la Eucaristía con una pequeña comunidad china. Igualmente dedico algo de tiempo para hacer unos recortes de papel rojo, cuadros o tarjetas de Navidad para poder mantenerme un poco. Mi comunidad me ayuda económicamente pero procuro no ser un peso.
- ¿Has tenido alguna vez dudas o has pensado que es una locura?
La verdad es que no. Algunos me dicen que esta vida es una una locura, pero la quiero para mí y si cada vez es un poco más loca, mejor aún, más vemos que es Dios el que la lleva. Ahora, de hecho, hemos empezado a visitar la diócesis de San José de Irtkusk en Siberia, es enorme, otra lengua. Lo qué Dios quiera y cómo Dios quiera.
- ¿Qué frutos o conversiones habéis visto en este tiempo?
- A través de nuestra missio ad gentes, no te puedo decir, no tenemos “bautizados” pero sí que hay personas que se relacionan con nosotros y de momento no se han asustado. Algunos amigos que nunca habían estado en una iglesia han venido por primera vez y no se han asustado. Creo que esto es ya mucho en un país como Mongolia.
Sí sé de personas concretas que se han ido acercando a la Iglesia, sobre todo a través de las diversas obras sociales que se llevan a cabo, asistencia a ancianos pobres, niños pobres y abandonados… etc. Sin duda el amor que demuestran los misioneros atrae poco a poco a los mongoles.
- Hay alguna anécdota de todo este tiempo en la misión que quieras compartir…
Muchas…. Una me pasó en una catequesis, pregunté a un muchacho en catequesis si creía en Dios y me dijo que él buscaba a Dios en la belleza, era pagano, y un día entró en la catedral y vio a unas viejecitas rezando y le parecieron bellas. A raíz de eso se preparó y se bautizó. Otra vez estaba con un seminarista en una zona muy remota y peligrosa y un viejecito se nos acercó y nos dijo que éramos curas. Le preguntamos por qué lo sabia y dijo que porque a esa zona no venían extranjeros y si alguno venia era siempre un misionero. Hay muchas anécdotas en las que veo la mano del Señor ayudando y cuidando.
- ¿Cómo es Mongolia y los mongoles?
- Visité Mongolia por primera vez en el 2003. Me gustó mucho, era muy diferente a como es ahora, había pocos coches, pocas edificios grandes. Era bastante pobre pero empezaba a salir de esa situación. Es un país que fue satélite de la Unión Soviética durante muchos años. Muy cerrado, de hecho, aunque es una democracia es bastante cerrado.
No creo conocer bien a los mongoles.. Por lo que he experimentado los nómadas son bastante acogedores, sus casas son abiertas. En Ulan Bator, la capital, es algo diferente, es una ciudad de casi millón y medio y ya no son tan acogedores. Hay mucho alcoholismo, no hay trabajo, la gente sufre abandono, dejadez. Es un país enorme, tres veces España y tres millones de habitantes. Es el estado de menor densidad de población del mundo. La capital está muy contaminada por el carbón, es un problema muy serio. El invierno es muy largo, con una media de 20 grados bajo cero, mucho hielo por las calles y es incómodo para caminar.
- ¿Cómo es la Iglesia y los católicos en este país?
La Iglesia es muy joven. Hace 26 años fueron enviados los primeros 3 misioneros, tres sacerdotes de la congregación Misioneros del Inmaculado Corazón de María. Poco a poco fueron llegando otras congregaciones de sacerdotes y monjas, también laicos, y una familia misionera polaca. Fueron abriendo misiones en la capital y en otras ciudades. Son parroquias jóvenes en todos los aspectos, muchos jóvenes se van acercando. Es una iglesia pobre. Tenemos ya el primer sacerdote mongol ordenado hace 2 años y ahora tenemos un diácono.
Son unos 1.300 católicos en total. Existen unas 9 parroquias y otros centros de misión. Tenemos residencias de ancianos pobres, escuelas, orfanatos, y una clínica.
Esta imagen fue tomada en Nochebuena, y el termómetro marcó aquella noche -29 grados. Aún así la pequeña comunidad católica y los misioneros fueron hasta allí pese a la nieve para celebrar el Nacimiento de Cristo
- En la missio ad gentes también hay familias y niños, ¿cómo lo viven ellos?
- En este momento son tres familias misioneras, una española y dos coreanas. Tratamos de hacer comunidad, de vivir cristianamente trabajando en lo que se puede. Están contentas y agradecidas al Señor por enviarlas a Mongolia, una misión naciente. Los niños, seguramente son los que mas lo sufren al principio ya que ellos van a la escuela mongola y no es fácil por el idioma, la cultura, pero el Señor les ayuda y consuela y les regala la lengua, aprenden, haces amigos y poco a poco ellos se sienten misioneros también.
- Has estado en Japón, China y ahora en Mongolia. ¿Qué destacarías de cada uno de estos lugares en los que has sido misionero y qué diferencias observas?
- Hay bastantes diferencias. Más duro me parece Japón, quizás se experimente más la soledad, incluso estando en una parroquia. China me impresionó muchísimo, la gente tiene mucha curiosidad y si hubiera libertad sería impresionante. En Mongolia estamos empezando, aunque me parece bastante difícil por la lengua, el frío, la contaminación, la cultura, y sobre todo por los impedimentos legales que tenemos, que son muchos. Volvería a Japón o a China y también me quedaría en Mongolia.
- ¿Volverías a España o te ves dando la vida en Asia?
Nunca me lo he planteado. A veces me preguntan y me dicen que regrese, pero eso no depende de mí. Personalmente no lo pediré. Prefiero que Dios decida. Ahora regreso a menudo por ayudar a mis padres. Lo que Dios quiera.
Publicado originariamente en ReL en enero de 2019 y ligeramente actualizado para su republicación.