Su hija quedó embarazada tras ser violada por un conocido: un testimonio de fe en Dios y de vida
Robert, con su hija Kristi y su nieta Adeline Marie
La vida de Robert Kollar ha oscilado entre la muerte y la vida. En la revolución sexual llevó una vida libertina y acabó dejando a lo largo de los años a varias mujeres embarazadas, que fueron sucesivamente abortando. Este hecho provocó en él un gran daño hasta que años más tarde supo que había sido padre y con tres años se hizo cargo totalmente de ella.
Además, en ese momento este escritor y director se convirtió al cristianismo poniendo a Dios lo primero. Y cuando su vida iba sobre ruedas su hija Kristi fue violada y quedó embarazada de un joven conocido por la familia.
La vida de la joven y de su padre soltero dio un vuelco enorme. Sufrimientos, incomprensiones y también una rabia e ira que gracias a su fe pudieron ir dominando. El bebé ha nacido y ha sido lo mejor que le ha podido ocurrir a esta familia. Así lo relata el propio Robert Kollar, tal y como lo recoge Salvar el 1:
A mi hija la violaron y quedó embarazada, pero el nacimiento de mi nieta nos curó
“¿Está embarazada Kristi?”. Esta es una pregunta que jamás esperé oír de boca de mi pastor y amigo, al hablar por teléfono una tarde de Domingo al llegar de la iglesia. Era la mañana del 22 de abril de 2018. Si mi hija de 18 años hubiera estado embarazada, él lo habría escuchado de mi boca, o de nosotros, ¿cierto?
Le contesté con un lento y dubitativo: “No... no lo sé... Deja que te devuelva la llamada”. Mis palabras parecían sonar como si hubieran sido editadas con efectos sonoros especiales para una película. Sentí como si mi cabeza se hubiera vaciado completamente. El único pensamiento que había en ella era como una sirena lejana que sonaba “Kristi está embarazada, Kristi está embarazada, Kristi está embarazada.” ¿Cómo podía ser posible? Y de repente, supe que lo estaba. Era una batalla más con la cual lidiar.
Mi madre acababa de fallecer un mes atrás a causa de un cáncer. Unos meses antes, mi padre se cayó de unas escaleras que tenían hielo, en la puerta de un restaurante en Munich, rompiéndose el lado derecho de su cuerpo: hombros, brazo, cadera, rodilla y pierna. Después de salir del hospital, fui a Munich a ayudarlo y cuidarlo algunos meses. Antes de eso, habíamos tenido un año muy duro, habíamos estrenado nuestra primera película en nuestro pueblo. Habíamos producido, escrito, dirigido y actuado en ella: una historia verdadera de nuestros testimonios personales de servicio a Dios. Hace 15 años supe que tenía una hija de 3 años llamada Kristi y había sentido una gran alegría, aunque no sabía nada de ella, de su madre, o siquiera si era realmente mi hija, hasta que estuvieran listos los exámenes de ADN.
Pasamos un año sin parar, filmando una película con un equipo más o menos de 40 personas que usaban nuestra casa como oficina de producción a tiempo completo.
El día siguiente al estreno, nos notificaron que íbamos a tener que mudarnos de nuestra casa rural que rentábamos en Montana, donde había vivido 19 años. Yo amaba esa casa, una propiedad de 4 acres al lado del bosque y cerca del río, 6 millas fuera del pueblo. Como padre soltero crié a Kristi ahí la mayor parte de su vida.
La propiedad era vieja y la iban a tirar para construir un complejo comercial. A 12 horas de habernos mudado a nuestra casa nueva, encendí la chimenea, y después de quedarme dormido, las vigas del ático se prendieron en llamas. Todo estaba arruinado e inhóspito, pero gracias a Dios Kristi estaba en danza y lejos esa tarde. El bombero capitán me dijo que el detector de humo salvó mi vida. Lo poco que nos quedó, lo pusimos en un almacén y durante los siguientes meses, entrábamos y salíamos de moteles, de casas de amigos, hasta un pequeño campo de casas rodantes donde nuestra casa tenía una puerta que no cerraba del todo.
Con todo lo que estaba pasando, no es sorpresa que no supiera que Kristi estaba embarazada. Ella era de complexión muy delgada y no se le notó durante los primeros 6 meses y medio, especialmente con su ropa de invierno.
Después de la llamada de mi pastor, colgué el teléfono, esperé un momento, respiré hondo, miré a Dios diciéndole en mi corazón: “Te necesito de nuevo, por favor” y entré en el cuarto de Kristi.
De inmediato, sentí una ráfaga emocional y comencé a abrazarla y a decirle cuánto la amaba y lo orgulloso que estaba de ella. Aunque no mencioné nada más, ni sabía los detalles, ella se dio cuenta que yo sabía que estaba embarazada y los dos lloramos juntos. Mis lágrimas eran de alegría.
Lloramos y hablamos un largo rato mientras me decía que estaba casi en su séptimo mes de embarazo. Le hablé al bebé que estaba en su vientre y me presenté como "Papa". Kristi no me contó que había sido violada y fue muy vaga al hablar acerca del padre. A pesar de eso, recuerdo haber sentido que algo no estaba del todo bien, pero no quise arruinar el momento. Me alegraba de saber que Kristi criaría a su bebé sin importar las circunstancias.
Después, me dijo que ella quiso contármelo desde un principio, pero con todo lo que estaba ocurriendo en nuestras vidas, no quería decirlo apresuradamente. Kristi todavía estaba pendiente de su graduación de preparatoria y no encontraba el momento para decírmelo. Era una de las estudiantes con mayor rendimiento y la única en una escuela pequeña cristiana que se graduaría embarazada. Pero ellos la apoyaron.
Lo más significativo, es que estaba embarazada por una violación, de un joven que conocíamos, cuya familia asistía a nuestra pequeña iglesia. Por supuesto, nadie más sabía que Kristi había sido violada o que estaba embarazada. Kristi tenía miedo de contar los detalles porque temía que yo le hiciera algo malo a ese joven y me metiera en problemas y quizás tenía razón. Como podrán imaginar, había malos pensamientos rondando mi cabeza una vez que supe lo que él le había hecho a mi hija. Después de algún tiempo, mi hija me contó cómo a los 17, había sido obligada a tener sexo encerrada en el coche de este joven de 19. Kristi había tenido miedo de ir a la policía por la presión social, lo cual puedo comprender. Este joven supuestamente era muy querido y popular y vivíamos en una comunidad muy pequeña de un pueblo en una montaña.
Yo hablé de este asunto con los pastores de nuestra iglesia. El violador, sus padres, dos de los pastores, Kristi y yo tuvimos una reunión en la oficina de la iglesia una tarde en la que el joven admitió lo que había hecho.
Aunque apreciaba que dijera la verdad y esperaba encontrar dentro de mí la manera de perdonarlo, no mostraba señales de arrepentimiento. Lo que verdaderamente me sorprendía era que uno de los pastores (no el que me había llamado), le recomendó a Kristi y a su violador asistir a terapia matrimonial “¡sólo para ver si eran compatibles para criar un bebé juntos!” Por supuesto que Kristi se negó y yo estuve de acuerdo con ella, pero nos dijeron que, si no seguíamos la recomendación de los líderes de la iglesia, ella sería egoísta y no seríamos bien recibidos en su iglesia.
Al principio estábamos devastados. Habíamos asistido y servido en esa iglesia más de 12 años. Fue mi primera iglesia. Había sido nuestra familia. Amábamos a todos y ellos a nosotros, hasta ese momento. Habíamos estado ahí cada vez que se abrían las puertas, involucrándonos con varios de sus ministerios. Incluso yo había precedido varios de sus ministerios y había comenzado un ministerio de prisión ahí.
Pero ahora querían que ocultáramos un crimen, un crimen contra mi hija que cambiaría su vida para siempre. Así que nos marchamos. El 27 de Julio de 2018, fui testigo del nacimiento de Adeline Marie Kollar, quien nació temprano, a las 6:31 a.m.
Yo fui la primera persona que vio cuando abrió los ojos y me sonrió al reconocer mi voz. ¡Me enamoré en un segundo! Era mi regalo de Dios, después de no haber sabido de la existencia de Kristi y de haberme perdido los primeros tres años de su vida. El violado rehusó a firmar el acta de nacimiento de Adeline, así que gracias a Dios le dimos nuestro apellido. Sin embargo, sus papás abrieron un caso por custodia, mientras yo convencía a Kristi de pedir pensión alimenticia.
Después de que nuestro abogado escuchara la historia de Kristi, nos recomendó que ella fuera a los Servicios para Víctimas. El amable joven consejero convenció a Kristi de denunciar el crimen a la policía -aunque habían pasado 10 meses- para que la policía pudiera mantener al joven vigilado para que no cometiera más crímenes.
En la estación de policía, me entrevistó una detective que parecía quería arrestar al joven después de saber la historia, pero eso dependería del Estado. Mientras tanto, la detective entrevistó a los pastores de nuestra antigua iglesia, al joven y a sus padres. Ella nos llamó más tarde para decirnos que todos negaron que el joven hubiera confesado, así que, si no teníamos a otro testigo, tendrían que retirar los cargos. Por supuesto, no hubo ningún testigo. Amaba mi iglesia y al pastor superior, pero habían mentido para proteger al violador y la imagen pura e inmaculada de la iglesia.
Por ese tiempo, Kristi tenía una depresión severa, vergüenza y hasta culpa, que más tarde supe era algo común entre sobrevivientes de violaciones. Lo único que podía hacer era ayudar a Kristi a criar a mi nieta. La alenté para que continuara con su sueño de asistir a una universidad de teatro del conservatorio de Nueva York. Había trabajado muy duro para ser aceptada.
Es una de las mejores escuelas de teatro en el mundo y la aceptaron. Sin embargo, con la bebé no se le permitiría ir, a menos de que yo me mudara a Nueva York también para cuidar a la bebé. En un par de meses, habíamos empacado todo en un camión grande y manejamos a través del país, desde las montañas de Montana hasta Nueva York. Ciertamente sería una nueva aventura y no teníamos idea de qué tenía preparado Dios para nosotros. No ha sido para nada fácil, pero sobrevivimos a nuestro primer año y medio. Kristi ha sanado gran parte de la herida y como siempre, le ha ido muy bien en la escuela. La mudanza ayudó a sanar la depresión, salirnos del pequeño pueblo fue la mejor decisión para nosotros. Adeline tiene 18 meses, está feliz, saludable y sabe que es amada.
Pero hay más- un profundo secreto que había guardado hasta ahora por vergüenza. En la década de los 70, cuando era un adolescente, criado en las playas del sur de California, mezclado con la atracción y tentación al sexo, drogas y rock and roll de Hollywood, tuve muchas novias. Debió haber sido justo en el tiempo de Roe vs Wade, cuando a los 16, embaracé a mi novia del bachillerato. En ese momento y sin discusiones, su mamá la obligó a abortar y le prohibió verme de nuevo hasta que fuera adulta. Recuerdo la vergüenza, la culpa y el dolor de saber que se había acabado con una vida.
Yo sabía entonces que habíamos experimentado una tremenda pérdida que nos afectaría por el resto de nuestras vidas. Nunca volvimos a ser novios, pero seguimos siendo amigos hasta hoy. Sin embargo, rara vez hablamos de esa experiencia.
En los 20 años que siguieron de la pérdida de mi primer hijo, hubo otras cinco mujeres de las que creí haber estado enamorado y en cada caso había vivido con ellas y planeado casarme. Aunque usamos varios métodos de anticoncepción, a cada una la embaracé y a pesar de mis esfuerzos, acabaron teniendo abortos en contra de mi voluntad y la relación se acabó.
Esto es muy difícil de compartir porque me siento como una horrible ramera y responsable por cada una de esas muertes por mi comportamiento irresponsable.
Siempre quise ser padre y nunca creí en los abortos, pero tenía miedo al matrimonio porque no quería divorciarme. Me rompió el corazón el divorcio de mis padres cuando era un adolescente. Desde que empecé a criar a Kristi como padre soltero, he elegido la vida de celibato y le hice una promesa a Dios que haría todo lo que pudiera para hacer un bien en las vidas de al menos 6 niños en mi vida, en memoria de los hijos que perdí.
Algunos años después obtuve la custodia completa de Kristi y estudié y recibí una Licencia de Padre Adoptivo en Montana y juntos, Kristi y yo hemos podido ayudar a varios hijos con custodias temporales. Incluso hemos servido en Myanmar (Burma) en varios orfanatos donde hay una historia para otra película que espero hacer algún día.
Tanto a Kristi como a mí, nos han pedido que demos conferencias. Kristi comparte su historia y habla en contra del aborto - sin excepciones y yo hablo acerca de la paternidad. Yo creo que, si hubiera más énfasis en el respeto a las mujeres y la paternidad del que hay, habría menos abortos.
Estoy detrás de mi trabajo y lográndolo, por la gracia de Dios. Mudarme a Nueva York tuvo un coste, así que las finanzas no son lo que solían ser, pero aparte de eso, me siento verdaderamente bendito. Tengo tanto una bella hija como una hermosa nieta. ¡Mis Chicas!
Fuente: Religión en Libertad