En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Velad, pues, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor. Entendedlo bien: si el dueño de casa supiese a qué hora de la noche iba a venir el ladrón, estaría en vela y no permitiría que le horadasen su casa. Por eso, también vosotros estad preparados, porque en el momento que no penséis, vendrá el Hijo del hombre. ¿Quién es, pues, el siervo fiel y prudente, a quien el señor puso al frente de su servidumbre para darles la comida a su tiempo? Dichoso aquel siervo a quien su señor, al llegar, encuentre haciéndolo así. Yo os aseguro que le pondrá al frente de toda su hacienda. Pero si el mal siervo aquel se dice en su corazón: ‘Mi señor tarda’, y se pone a golpear a sus compañeros y come y bebe con los borrachos, vendrá el señor de aquel siervo el día que no espera y en el momento que no sabe, le separará y le señalará su suerte entre los hipócritas; allí será el llanto y el rechinar de dientes».
«Estad preparados»
Rev. D. Albert TAULÉ i Viñas
(Barcelona, España)
Hoy, el texto evangélico nos habla de la incertidumbre del momento en que vendrá el Señor: «No sabéis qué día vendrá» (Mt 24,42). Si queremos que nos encuentre velando en el momento de su llegada, no nos podemos distraer ni dormirnos: hay que estar siempre preparados. Jesús pone muchos ejemplos de esta atención: el que vigila por si viene un ladrón, el siervo que quiere complacer a su amo... Quizá hoy nos hablaría de un portero de fútbol que no sabe cuándo ni de qué manera le vendrá la pelota...
Pero, quizá, antes debiéramos aclarar de qué venida se nos habla. ¿Se trata de la hora de la muerte?; ¿se trata del fin del mundo? Ciertamente, son venidas del Señor que Él ha dejado expresamente en la incertidumbre para provocar en nosotros una atención constante. Pero, haciendo un cálculo de probabilidades, quizá nadie de nuestra generación será testimonio de un cataclismo universal que ponga fin a la existencia de la vida humana en este planeta. Y, por lo que se refiere a la muerte, esto sólo será una vez y basta. Mientras esto no llegue, ¿no hay ninguna otra venida más cercana ante la cual nos convenga estar siempre preparados?
«¡Cómo pasan los años! Los meses se reducen a semanas, las semanas a días, los días a horas, y las horas a segundos...» (San Francisco de Sales). Cada día, cada hora, en cada instante, el Señor está cerca de nuestra vida. A través de inspiraciones internas, a través de las personas que nos rodean, de los hechos que se van sucediendo, el Señor llama a nuestra puerta y, como dice el Apocalipsis: «Mira que estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y me abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo» (Ap 3,20). Hoy, si comulgamos, esto volverá a pasar. Hoy, si escuchamos pacientemente los problemas que otro nos confía o damos generosamente nuestro dinero para socorrer una necesidad, esto volverá a pasar. Hoy, si en nuestra oración personal recibimos —repentinamente— una inspiración inesperada, esto volverá a pasar.
Fue a su primera misa «con expectación»: «Me habían hecho ver en la Iglesia católica al Anticristo»
Gero Pischke se bautizó en 2019, pero en ya en 2011 había quedado impresionado por los discursos de Benedicto XVI en su visita a Alemania y empezó a seguir sus escritos.
Conocí a Gero Pischke hace ya algún tiempo, aquí en Berlín, a través de amigos comunes. Supe que, tras algún que otro revés profesional –quizá por exceso de confianza hacia un antiguo socio– se había establecido recientemente, al filo de los 60 años, como autónomo en el campo de la iluminación de interiores. Felizmente casado, es una persona “corriente”, como millones de otras.
Sin embargo, al conocer su trayectoria hacia la fe, me pareció que ésta, aunque no tenga nada de espectacular, era digna de ser compartida, pues puede ser representativa para tantas otras personas que buscan la Verdad con mayúscula.
Gero accedió a relatar su conversión al catolicismo en primera persona, para compartirla con Religión en Libertad. Éste es su relato:
Cómo descubrí la verdad en la Iglesia católica - Testimonio de Gero Pischke
Fui recibido en la Iglesia católica en mayo de 2019, a los 58 años, cuando me administraron los sacramentos del Bautismo y la Confirmación, tras pasarme prácticamente toda la vida en busca de la verdad.
En Hannover, donde me crié, mi madre se adhirió a los Adventistas del Séptimo Día, a principios de los años sesenta. Cuando mis padres se divorciaron, mi madre se trasladó a Dinamarca con mi hermana; mi padre y yo nos instalamos en Berlín. En la escuela, el ambiente era bastante hostil; nadie se ocupaba de mí y quizá por esto busqué una especie de padres sustitutos entre los adventistas.
Allí recibí el bautismo de adultos a los 21 años, en el otoño de 1982. Todos los sábados teníamos una hora de oración y otra de estudio bíblico, a lo que se añadía la lectura de escritos adventistas, de Ellen Gould White y otros. Más tarde me uní a un subgrupo, la Comunidad Adviento Reposo Sabático, también llamada del Mensaje para nuestro tiempo. Pero pronto me di cuenta de que allí prácticamente todo giraba en torno al dinero. Como -a diferencia de las iglesias católica y evangélica- no perciben en Alemania ningún impuesto eclesiástico, tienen que recolectar donaciones.
Algo que siempre me había causado un gran problema es que, con la regeneración que predican, no podía conseguir la liberación del pecado. Por supuesto que Dios perdona los pecados, pero ¿cómo puedo estar seguro? Tampoco tenía a nadie con quien pudiera hablar sobre estas cosas. Además, estaba solo, porque era el único miembro de la secta en Berlín. Muchas cosas me estaban vedadas, como ir al cine o a comer fuera de casa, el alcohol, fumar... y también se me inculcaba limitar al máximo posible el contacto con la “gente del mundo”.
En un cierto momento, de un segundo a otro, rompí con ellos. Al principio me dediqué -como se suele decir- a disfrutar de la vida, a hacer todo lo que había echado de menos durante décadas.
El discurso de Benedicto XVI en el Bundestag en septiembre de 2011 me causó una profunda impresión. A partir de entonces procuraba leer todo lo que decía.
Benedicto XVI ante el parlamento federal alemán, el 22 de septiembre de 2011, donde habló de la justicia, la naturaleza y la razón como fundamentos de la política.
[Lee en ReL: Ateos, agnósticos, políticos... 8 conversos que se hicieron católicos a través de Ratzinger]
Aunque durante algunos años no parecía avanzar, cada vez sentía más simpatía por la Iglesia católica.
En 2014, monté mi propio negocio con un socio, en el que inicialmente tenía mucha confianza. Pero unos meses después, me di cuenta de que el producto que vendíamos no era bueno, lo cual me llevó casi a la ruina. Así que puse fin a ese trabajo como autónomo.
A finales de 2014 había tocado fondo. Participaba desde hacía algún tiempo en las reuniones de un “club de fumadores”; pero como estaba tan desmoralizado, en una determinada ocasión envié un correo electrónico para excusarme de asistir; sin embargo, el que lo organizaba me llamó por teléfono y me animó a acudir, porque también hablábamos de cuestiones de cierto calado.
Asistí y conocí así a un miembro de la Iglesia católica que, según pude comprobar, se caracterizaba por una gran profundidad espiritual. Resultó ser un miembro de la prelatura personal Opus Dei. Pronto me invitó a asistir a una Santa Misa. Acudí con cierta expectación, pues, en mi juventud, me habían hecho ver en la Iglesia católica al “Anticristo”.
No entendí mucho de la liturgia, pero me impresionó desde el principio. Lo que veía me ayudaba a concentrarme: Cristo crucificado, el Vía Crucis y la Santísima Virgen María me hicieron ver que allí había algo especial, una cercanía a Dios como nunca hasta entonces había experimentado. Pude presenciar la administración de la Sagrada Comunión: de rodillas y en la boca. ¡Qué gesto de humildad! Decidí comprar un catecismo. Lo leí y lo repasé con la ayuda de los dos sacerdotes del centro del Opus Dei durante dos años. A través de las conversaciones, la participación en la Santa Misa y el rezo del Rosario, fui conociendo la fe católica.
Un paso enorme fue conocer el sacramento de la confesión y por tanto la certeza del perdón, así como poder recibir el cuerpo de Cristo de un sacerdote ordenado. Me pesaban tantas cosas en la cabeza y en el corazón que me urgía hacerme católico. Y así llegó el momento que relataba al comienzo; desde entonces procuro seguir desarrollándome espiritualmente. Poco antes ya había renunciado a algunos pecados que tenía muy arraigados desde hacía décadas y que no he vuelto a cometer. He sentido la bendición de Dios, una gracia sin precedentes. “¿Dónde está, muerte, tu victoria? ¿Dónde está tu aguijón?” (1 Cor 15, 55).
Estoy tan feliz y contento que no me importan en absoluto las acusaciones que vierten ciertos medios de comunicación sobre la Iglesia católica. En todas partes hay pecados, y he sabido de cosas peores que han cometido otros; pero a la única que se persigue es la Iglesia católica. Me duele, pero no me hace sentir inseguro de haber tomado la decisión correcta.
También recé mucho por conseguir una perspectiva profesional, y mis oraciones fueron escuchadas: poco a poco las cosas empezaron a mejorar después de que cambiara el centro de mi actividad como autónomo.
En aquel tiempo, Jesús dijo: «¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, pues sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera parecen bonitos, pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia! Así también vosotros, por fuera aparecéis justos ante los hombres, pero por dentro estáis llenos de hipocresía y de iniquidad. ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, porque edificáis los sepulcros de los profetas y adornáis los monumentos de los justos, y decís: ‘Si nosotros hubiéramos vivido en el tiempo de nuestros padres, no habríamos tenido parte con ellos en la sangre de los profetas!’. Con lo cual atestiguáis contra vosotros mismos que sois hijos de los que mataron a los profetas. ¡Colmad también vosotros la medida de vuestros padres!».
«¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas!»
Rev. D. Lluís ROQUÉ i Roqué
(Manresa, Barcelona, España)
Hoy, como en los días anteriores y los que siguen, contemplamos a Jesús fuera de sí, condenando actitudes incompatibles con un vivir digno, no solamente cristiano, sino también humano: «Por fuera aparecéis justos ante los hombres, pero por dentro estáis llenos de hipocresía y de iniquidad» (Mt 23,28). Viene a confirmar que la sinceridad, la honradez, la lealtad, la nobleza..., son virtudes queridas por Dios y, también, muy apreciadas por los humanos.
Para no caer, pues, en la hipocresía, tengo que ser muy sincero. Primero, con Dios, porque me quiere limpio de corazón y que deteste toda mentira por ser Él totalmente puro, la Verdad absoluta. Segundo, conmigo mismo, para no ser yo el primer engañado, exponiéndome a pecar contra el Espíritu Santo al no reconocer los propios pecados ni manifestarlos con claridad en el sacramento de la Penitencia, o por no confiar suficientemente en Dios, que nunca condena a quien hace de hijo pródigo ni pierde a nadie por el hecho de ser pecador, sino por no reconocerse como tal. En tercer lugar, con los otros, ya que también —como Jesús— a todos nos pone fuera de sí la mentira, el engaño, la falta de sinceridad, de honradez, de lealtad, de nobleza..., y, por esto mismo, hemos de aplicarnos el principio: «Lo que no quieras para ti, no lo quieras para nadie».
Estas tres actitudes —que podemos considerar de sentido común— las hemos de hacer nuestras para no caer en la hipocresía, y hacernos cargo de que necesitamos la gracia santificante, debido al pecado original ocasionado por el “padre de la mentira”: el demonio. Por esto, haremos caso de la exhortación de san Josemaría: «A la hora del examen ve prevenido contra el demonio mudo»; tendremos también presente a Orígenes, que dice: «Toda santidad fingida yace muerta porque no obra impulsada por Dios», y nos regiremos, siempre, por el principio elemental y simple propuesto por Jesús: «Sea vuestro lenguaje: ‘Sí, sí’; ‘no, no’» (Mt 5,37).
María no se pasa en palabras, pero su sí al bien, a la gracia, fue único y veraz; su no al mal, al pecado, fue rotundo y sincero.
En aquel tiempo, Herodes había enviado a prender a Juan y le había encadenado en la cárcel por causa de Herodías, la mujer de su hermano Filipo, con quien Herodes se había casado. Porque Juan decía a Herodes: «No te está permitido tener la mujer de tu hermano». Herodías le aborrecía y quería matarle, pero no podía, pues Herodes temía a Juan, sabiendo que era hombre justo y santo, y le protegía; y al oírle, quedaba muy perplejo, y le escuchaba con gusto.
Y llegó el día oportuno, cuando Herodes, en su cumpleaños, dio un banquete a sus magnates, a los tribunos y a los principales de Galilea. Entró la hija de la misma Herodías, danzó, y gustó mucho a Herodes y a los comensales. El rey, entonces, dijo a la muchacha: «Pídeme lo que quieras y te lo daré». Y le juró: «Te daré lo que me pidas, hasta la mitad de mi reino». Salió la muchacha y preguntó a su madre: «¿Qué voy a pedir?». Y ella le dijo: «La cabeza de Juan el Bautista». Entrando al punto apresuradamente adonde estaba el rey, le pidió: «Quiero que ahora mismo me des, en una bandeja, la cabeza de Juan el Bautista».El rey se llenó de tristeza, pero no quiso desairarla a causa del juramento y de los comensales. Y al instante mandó el rey a uno de su guardia, con orden de traerle la cabeza de Juan. Se fue y le decapitó en la cárcel y trajo su cabeza en una bandeja, y se la dio a la muchacha, y la muchacha se la dio a su madre. Al enterarse sus discípulos, vinieron a recoger el cadáver y le dieron sepultura.
«Juan decía a Herodes: ‘No te está permitido tener la mujer de tu hermano’»
Fray Josep Mª MASSANA i Mola OFM
(Barcelona, España)
Hoy recordamos el martirio de san Juan Bautista, el Precursor del Mesías. Toda la vida del Bautista gira en torno a la Persona de Jesús, de manera que sin Él, la existencia y la tarea del Precursor del Mesías no tendría sentido.
Ya, desde las entrañas de su madre, siente la proximidad del Salvador. El abrazo de María y de Isabel, dos futuras madres, abrió el diálogo de los dos niños: el Salvador santificaba a Juan, y éste saltaba de entusiasmo dentro del vientre de su madre.
En su misión de Precursor mantuvo este entusiasmo -que etimológicamente significa "estar lleno de Dios"-, le preparó los caminos, le allanó las rutas, le rebajó las cimas, lo anunció ya presente, y lo señaló con el dedo como el Mesías: «He ahí el Cordero de Dios» (Jn 1,36).
Al atardecer de su existencia, Juan, al predicar la libertad mesiánica a quienes estaban cautivos de sus vicios, es encarcelado: «Juan decía a Herodes: ‘No te está permitido tener la mujer de tu hermano’» (Mc 6,18). La muerte del Bautista es el testimonio martirial centrado en la persona de Jesús. Fue su Precursor en la vida, y también le precede ahora en la muerte cruel.
San Beda nos dice que «está encerrado, en la tiniebla de una mazmorra, aquel que había venido a dar testimonio de la Luz, y había merecido de la boca del mismo Cristo (…) ser denominado "antorcha ardiente y luminosa". Fue bautizado con su propia sangre aquél a quien antes le fue concedido bautizar al Redentor del mundo».
Ojalá que la fiesta del Martirio de san Juan Bautista nos entusiasme, en el sentido etimológico del término, y, así, llenos de Dios, también demos testimonio de nuestra fe en Jesús con valentía. Que nuestra vida cristiana también gire en torno a la Persona de Jesús, lo cual le dará su pleno sentido.
En aquel tiempo, Jesús dijo: «¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que cerráis a los hombres el Reino de los Cielos! Vosotros ciertamente no entráis; y a los que están entrando no les dejáis entrar. ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que recorréis mar y tierra para hacer un prosélito, y, cuando llega a serlo, le hacéis hijo de condenación el doble que vosotros! ¡Ay de vosotros, guías ciegos, que decís: ‘Si uno jura por el Santuario, eso no es nada; mas si jura por el oro del Santuario, queda obligado!’ ¡Insensatos y ciegos! ¿Qué es más importante, el oro, o el Santuario que hace sagrado el oro? Y también: ‘Si uno jura por el altar, eso no es nada; mas si jura por la ofrenda que está sobre él, queda obligado’. ¡Ciegos! ¿Qué es más importante, la ofrenda, o el altar que hace sagrada la ofrenda? Quien jura, pues, por el altar, jura por él y por todo lo que está sobre él. Quien jura por el Santuario, jura por él y por Aquel que lo habita. Y quien jura por el cielo, jura por el trono de Dios y por Aquel que está sentado en él».
«¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que cerráis a los hombres el Reino de los Cielos!»
Abbé Marc VAILLOT
(París, Francia)
Hoy, una vez más, el Evangelio muestra cómo se vuelca la bondad de Dios que vela por nuestra felicidad. Nos indica claramente cuáles son las fuentes: la verdad, el bien, la rectitud, la justicia, el amor… y todas las virtudes. Nos avisa también para que no caigamos en las trampas —excesos, concupiscencias, engaños, en una palabra, los pecados— que nos impedirían alcanzar tal felicidad.
Jesús utiliza su divina autoridad para mostrarnos claramente el carácter absoluto del bien, que debemos perseguir, y el del mal, que debemos evitar a toda costa. De ahí, su viva y amable exhortación a respetar la carta magna de la vida cristiana: las Bienaventuranzas, vías que dan el acceso a la Felicidad. En paralelo, encontramos el tono amenazador utilizado en el Evangelio de hoy: las Maldiciones de aquellos actos destructores que siempre deben ser evitados. El mismo Corazón sagrado, el mismo Amor es el que dicta las Bienaventuranzas (cf. Mt 5,1 ss) y las Maldiciones.
Es muy necesario entender que son tan importantes los unos como los otros para quien quiera salvarse: «Bienaventurados» los pobres; los corazones sedientos de justicias; las almas misericordiosas… «¡Ay de vosotros!»… cuando escandalizáis a los demás; cuando enseñáis y no lo ponéis por obra; cuando corrompéis la sana doctrina; cuando desviáis a los demás del camino derecho…
Jesús añade con firmeza: cuanto mayor sea vuestra responsabilidad ante los demás, más fuerte será la maldición que recaerá sobre vosotros. Nuestro Señor, en este pasaje se está dirigiendo a los notables: «¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas!» (Mt 23,13 ss).
Apliquemos a nuestras vidas esta enseñanza divina. Nuestras buenas y malas acciones tienen siempre un doble impacto: uno, que recae sobre nosotros mismos, pues cada acción nos mejora o nos asola; el otro, teniendo en cuenta nuestra situación de adultos, padres, maestros, responsables bajo cualquier aspecto, cada uno de nuestros actos puede tener repercusiones, buenas o malas, insospechadas: «La vida no es tiempo que pasa, sino tiempo de encuentro» (Francisco).
¡Y tendremos que rendir cuenta de ello al amor de Dios!
Redes «di-sociales»: ellos diseñaron un producto adictivo; si los padres abdican, ¿qué hacer ahora?
Niño sentado en unas escaleras mira un móvil.
Cada vez surgen más iniciativas públicas y privadas ante el problema de la adicción infantil a la comunicación digital y a las redes sociales, y otros riesgos aunque no haya adicción.
Cada vez más estudios confirman que pasar horas con el smartphone daña mental y físicamente a los niños. Y hay quien querría prohibirlo por ley. Cuidado con "dejar olvidados" a nuestros hijos en línea, confirman los expertos. Pero somos nosotros, y no el Estado, quienes debemos ir a recogerlos.
Así plantea esta cuestión la revista italiana Tempi, en cuyo número de agosto Piero Vietti ha entrevistado a diversos expertos con opiniones coincidentes en cuanto a la importancia del problema, pero no tanto en cuanto a las soluciones.
La trampa del algoritmo. Redes di-sociales
El actor estadounidense Tom Holland, de 26 años, famoso por interpretar a Spider Man en la saga de películas de Marvel, ha publicado un breve vídeo en su perfil de Instagram, que siguen casi 70 millones de personas, para anunciar que se "tomaba un descanso de las redes sociales por mi salud mental. Instagram y Twitter me resultan demasiado estimulantes y abrumadores". El actor cuenta que se involucra demasiado y entra en una especie de espiral "cuando leo cosas sobre mí en internet" y que esto "es muy perjudicial para mi estado mental. Por eso he decidido dar un paso atrás y eliminar" las aplicaciones de redes sociales, Instagram en particular, de sus dispositivos.
Si un actor de éxito de Hollywood no ha podido soportar la presión y la invasividad de dos de las redes sociales más utilizadas del mundo, ¿cómo se las apañan las personas "normales", sobre todo las más jóvenes y frágiles?
El Servicio de Salud Pública de Estados Unidos ha publicado recientemente un documento sobre la relación entre la salud mental de los jóvenes y las redes sociales, en el que pide a los responsables políticos y a las empresas tecnológicas que no subestimen el problema de las consecuencias nocivas para la salud de los menores que se derivan del uso de estas plataformas digitales. Las cifras son impresionantes: hoy en día, en Estados Unidos, alrededor del 95% de los jóvenes de 13 a 17 años afirma utilizar alguna plataforma social, y más de un tercio afirma hacerlo "casi constantemente". Aunque 13 años suele ser la edad mínima exigida para registrarse, casi el 40% de los niños estadounidenses de entre 8 y 12 años utilizan las redes sociales.
Demanda colectiva contra las grandes tecnológicas
En un informe publicado a finales de julio, la Unesco sugería prohibir los teléfonos inteligentes en las escuelas para mejorar el aprendizaje de los alumnos y ayudar a proteger a los niños del ciberacoso.
Según la agencia de la ONU para la educación, la ciencia y la cultura, hay pruebas de que el uso excesivo del teléfono móvil está relacionado con un menor rendimiento académico y que pasar mucho tiempo delante de la pantalla tiene un efecto negativo en la estabilidad emocional de los niños. El documento explica que la tecnología digital en su conjunto, incluida la inteligencia artificial, debe estar siempre sujeta a una "visión de la educación centrada en el ser humano" y nunca suplantar la interacción cara a cara con los profesores.
El 6 de enero, las escuelas públicas de Seattle presentaron una demanda contra Meta (propietaria de Facebook, Instagram, WhatsApp), Google (YouTube), TikTok (de la empresa china ByteDance) y Snap (que controla SnapChat) acusando a estas empresas de haber "explotado con éxito los vulnerables cerebros de los jóvenes, enganchando a decenas de millones de estudiantes de todo el país a través de un circuito vicioso de respuestas positivas en las redes sociales que conduce a un uso excesivo y abusivo de las plataformas" al proponer a los menores registrados en sus plataformas contenidos "con demasiada frecuencia perjudiciales y que tiende a la explotación debido a intereses económicos".
La depresión y la ansiedad son los dos síntomas más comunes entre los adolescentes que pasan más de tres horas al día en las redes sociales, pero también se ha registrado un efecto similar en numerosos estudiantes universitarios sobre los que se realizó un experimento en Estados Unidos en 2021. Un estudio reciente afirma que limitar el uso de las redes sociales a 30 minutos al día produce mejoras significativas en la salud mental, y desactivar una plataforma social durante un mes mejora el bienestar subjetivo de las personas. Entre los adolescentes, son las chicas las que más sufren: el aumento del uso de las redes sociales se corresponde en muchos casos con un aumento de los trastornos del sueño, la depresión relacionada con el ciberacoso, la baja autoestima relacionada con la imagen corporal y los trastornos alimentarios.
Un juego "adictivo"
Sin embargo, todos vivimos con smartphones y tabletas perpetuamente conectados a las redes sociales, y en muchos casos dejamos que nuestros hijos las usen desde pequeños. "Las redes sociales en general son malas para todos", dice a Tempi Giuseppe Lavenia, psicólogo y psicoterapeuta, presidente de la Asociación Nacional de Adicciones Tecnológicas. "Está claro que según la edad el riesgo varía. Un adolescente que está formando su identidad tiene más dificultades que un adulto para enfrentarse a las imágenes que ve en las redes sociales. Utilizar las redes sociales en una etapa de la vida en la que la identidad está poco estructurada y el control de los impulsos mal gestionado puede desembocar en trastornos alimentarios o depresión. Desde un punto de vista neurofisiológico, hasta los 21 años la estructura craneal de un ser humano no está completamente formada; trivialmente, la evaluación de un riesgo -pienso en un 'reto' peligroso- es menos eficaz".
El problema de los dispositivos móviles no se reduce a la adicción o a la pornografía. Es la misma forma de aprender y relacionarse la que cambia. La educadora Catherine L'Ecuyer insiste mucho sobre ello.
Kathleen y Jeff Spence son los padres de Alexis, una niña de Seattle a la que, a los once años, le dieron un teléfono móvil para poder estar en contacto cuando volviera del colegio. Sus padres le dieron algunas normas y establecieron algunas restricciones de uso del smartphone, pero en poco tiempo Alexis aprendió a saltárselas y se abrió un perfil en Instagram (lo único que tenía que hacer era responder "sí" a la pregunta "¿tienes 13 años o más?"). Buscando vídeos de fitness, se topó con contenidos que sugerían dietas que el algoritmo empezó a reproducir cada vez más, junto con publicaciones de chicas obsesionadas con su peso. Alexis empezó a tomar pastillas para adelgazar y a enfrentarse a las imágenes que Instagram le ofrecía a diario y se volvió adicta a ellas, hasta el punto de caer en la depresión. Todo ello sin el conocimiento de sus padres.
El abogado de la familia Spence fundó el Social Media Victims Law Center, que apoya a más de 1.200 familias que emprenden acciones legales contra las grandes tecnológicas que -es la tesis del abogado- supuestamente "diseñaron intencionadamente un producto adictivo. Saben que si los niños siguen conectados, ganan más dinero. No importa lo dañino que sea el contenido".
Una propuesta en el Parlamento
En Italia se presenta cíclicamente una propuesta de ley para prohibir o restringir las redes sociales a los menores de 13 años y controlar de alguna manera el acceso a las mismas. También ha ocurrido en esta legislatura, con una propuesta de Azione e Italia Viva. Una propuesta que, sin embargo, en los resúmenes hechos en las redes sociales por los mismos parlamentarios del antiguo tercer polo tenía un regusto prohibicionista, con la idea de que el Estado debe ocupar el lugar de los malos padres. Tempi ha hablado de ello con Elena Bonetti, ex ministra de Igualdad y Familia, ahora diputada por Italia Viva: "El mundo de la red en general, y de las redes sociales en particular, se está convirtiendo en un instrumento de relaciones y encuentros en el que habitan incluso los más jóvenes; por consiguiente, como en todos los contextos de nuestra experiencia humana, debemos asegurarnos de que entren en él con la conciencia adecuada y de que existan vías educativas de acompañamiento y protección diseñadas para ellos. En los últimos años se ha producido una explosión del uso de las redes sociales sin regulación ni vías de acompañamiento. Las familias no interceptan el uso que sus hijos hacen de las redes sociales, y los datos muestran cómo pueden ser contextos nocivos, utilizados para transmitir mensajes negativos absorbidos por niños sin herramientas para comprenderlos".
El proyecto de ley no se limita a prohibir las redes sociales a los menores de 13 años, sino que prevé, en la línea de una normativa francesa equivalente, ofrecer "herramientas de prevención e información a los jóvenes y a las familias". La idea es formar una mesa con la Presidencia del Consejo, la Consejería de Políticas de Familia, los ministerios y las propias plataformas tecnológicas para "evaluar qué redes sociales tienen elementos críticos y peligrosos para los más jóvenes, prohibiendo el acceso a ellas antes de los 13 años".
No hablamos de WhatsApp, aclara Bonetti, "sino de redes sociales identificadas como no manejables para los menores de 13 años. En cambio, entre los 13 y los 15 años prevemos un acceso autorizado por quienes tengan responsabilidad educativa sobre el menor". No solo: la propuesta pide que se introduzca el llamado control parental en todos los dispositivos, "que luego se podrá desactivar, pero es una forma de ayudar a los padres a ser más conscientes de la herramienta que ponen en manos de sus hijos".
"Comprender, no prohibir"
"El Estado debería mantenerse lo más alejado posible de las decisiones sobre este tema", dice a Tempi Stefano Epifani, presidente de la Fundación para la Sostenibilidad Digital y profesor de Sostenibilidad Digital en la Universidad de Pavía, a quien la idea de una ley le parece "pésima". "El problema está ahí y es evidente, dejar a un niño solo en una red social es como dejarlo solo en la plaza de una ciudad desconocida. A diferencia de la televisión, las redes sociales son medios de comunicación bidireccionales, el problema con los menores es realmente este, pero al prohibir el acceso por debajo de cierta edad, el riesgo es crear una generación de 'inadaptados digitales'". No es adelantando en el tiempo la entrada en un mundo "peligroso" como se resolverá el problema, observa Epifani, "el Estado debe ocuparse de que los profesores y los padres sean adecuados, crear conciencia digital, hacer formación. Lo que se necesita es un conocimiento progresivo de la herramienta, no un bloqueo que, además, puede sortearse fácilmente, entre otras cosas".
"Es bueno que la política se ocupe de este tema, pero la solución no es prohibir", dice Giuseppe Lavenia, que también señala que "la propuesta de la que hablamos solo se refiere a las redes sociales, y no a servicios de mensajería igualmente peligrosos como Telegram". Bonetti insiste en que "la nuestra pretende ser una ley que capte el tema educativo: la protección de los menores es una de las piezas del proceso de empoderamiento, que se hace dando a los niños la conciencia de poder ser protagonistas sabiendo manejar ciertas solicitaciones. Este proceso educativo se hace en todos los contextos, mientras que las cuestiones sociales han sido descuidadas hasta ahora, con enormes daños que emergieron con fuerza durante la pandemia".
Sin embargo, la solución no puede ser ludista: no podemos fingir que no vivimos en un mundo perpetuamente conectado en el que la tecnología digital es fundamental para comunicarnos, aprender, trabajar y vivir. Tom Holland vuelve a publicar en Instagram, pero mucho menos que antes.
Las redes sociales no son solo herramientas malas, sucias y feas. El documento del Servicio de Salud Pública de Estados Unidos recoge cómo en muchos casos las redes sociales "pueden proporcionar beneficios a algunos jóvenes, haciéndoles formar parte de una comunidad positiva y proporcionándoles conexiones con otras personas que comparten las mismas identidades, habilidades e intereses. Pueden proporcionar acceso a información importante y crear un espacio para la autoexpresión".
Dopamina y cortisol
El riesgo proviene de su consumo incontrolado, sobre todo a una edad temprana. Lavenia habla de adicción patológica: estudios científicos registran un aumento de cortisol y dopamina, la molécula orgánica que regula la sensación de placer, en el cerebro de las personas asociado al uso de las redes sociales. "La dopamina se activa cuando esperamos una respuesta", explica la psicóloga. "Cuando publicamos un post y esperamos likes o comentarios, la dopamina se activa en nuestro cerebro".
La psiquiatra Marian Rojas explica con precisión los mecanismos que regulan la adicción y cómo se activan y utilizan a través de los dispositivos móviles.
Por eso no podemos evitar mirar inmediatamente las notificaciones y revisar la pantalla de nuestro teléfono todo el tiempo. "Los dispositivos digitales causan también una adicción física", explica Lavenia. La ansiedad, la depresión, la comparación constante con modelos inalcanzables propuestos sin cesar por el algoritmo afectan a la salud mental de los niños. Los padres y los educadores son la clave.
Bonetti habla de "acciones sinérgicas" necesarias para, en primer lugar, crear "conciencia entre los padres. Pienso en una amplia campaña de información a través de los medios de comunicación, incluidas las plataformas sociales. Hay que hacer mucho en las escuelas, concienciar también a los educadores, y el tema debe entrar en el debate público, porque hay que explicar las normas introducidas, así como los riesgos de estar solo en la red, donde la captación de menores es una lacra que hay que combatir".
"¿Le darías un coche a un niño de 10 años? No", dice Lavenia. "Un smartphone es tan peligroso como un coche, o un cuchillo. Hay que darlo a la edad adecuada, estoy de acuerdo en que antes de los 13 años las redes sociales no sirven, pero esa norma ya existe y son los padres los que hacen que sus hijos la burlen. El problema no es la herramienta en sí, sino el hecho de que tú como madre o padre no te ocupes de ella. Un padre no sabe nada de lo que su hijo hace en Internet, así que la distancia digital se convierte en distancia relacional. Los adultos que dicen 'ese mundo no lo entiendo y no me importa', por lo que aceptan ignorar una parte de la identidad de sus hijos, en lugar de ocuparse de ella".
Pero entonces, ¿debe un padre quitarle o no el smartphone al hijo que se lo pide? Tratando la adicción a la tecnología, Lavenia ha visto cientos de casos a lo largo de los años de "padres que dejan a sus hijos pequeños tener smartphones libremente, y luego cuando tienen 15-16 años vienen a mí porque sus hijos ya no salen de casa. Pero para entonces ya es demasiado tarde".
En Italia hay unos 200.000 chicos aislados, dice a Tempi el especialista que el pasado noviembre abrió una clínica en Lucca para tratar a los hikikomori, término japonés utilizado para indicar a quienes deciden encerrarse en casa, evitando cualquier tipo de contacto directo con el mundo exterior. "Al cabo de un mes estaba llena. La solución, sin embargo, no puede ser la clínica. Hace falta una relación con la vida real. Los chicos quieren contar lo que hacen conectados, explicar la carencia que intentan llenar en la red. Y la mayoría de las veces la carencia es paterna. Si le doy al niño una herramienta que también sustituye las funciones del padre, el riesgo es ese. Si pongo siempre la pantalla delante de un niño que llora, le estoy haciendo un flaco favor porque no le estoy enseñando a lidiar con la frustración, sino a tener una solución externa a través de un dispositivo".
"El mal es nuestra ausencia"
"El reto es crear una generación que no se someta a estas herramientas, sino que se sobreponga a ellas", continúa Epifani. Es un trabajo largo y complicado en el que el Estado no puede ocupar el lugar de quienes educan, "pero puede y debe apoyar las trayectorias educativas, proteger a los menores y ayudar a las familias, creando las condiciones para que el entorno social sea un lugar seguro y adecuado para acoger incluso a los más jóvenes respetando plenamente sus derechos", dice Bonetti. ¿Cómo? Lavenia propone una "carné provisional" (también ha creado un aplicación especial llamada OK Digital): las estadísticas nos dicen que los padres regalan un smartphone a sus hijos a los 10 años. Y hasta que alguien consiga intervenir en los algoritmos, esas plataformas seguirán siendo lugares construidos para crear adicción. Hay que buscar algo más fascinante que la pantalla y al mismo tiempo saber utilizarla. "¿Por qué no introducir un mecanismo que proporcione un "carné digital" a los menores y a sus padres? Que haya educación digital en la escuela primaria, de tercero a quinto curso, y que el carné se obtenga en el último curso". La educación digital debe pasar por la escuela, dice Lavenia, "y un padre debe poder decir que no, imponer tiempos cortos de uso, firmar una especie de contrato con su hijo. Si le doy un smartphone y no le digo cuáles son las normas, no puedo imponérselas después. Luego, claro, como cualquier adolescente, el chaval intentará saltárselas, pero será dentro de una relación. El mal no está dentro del móvil, el mal es nuestra ausencia. Los chicos nos necesitan".
En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús hizo esta pregunta a sus discípulos: «¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre?». Ellos dijeron: «Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías, otros, que Jeremías o uno de los profetas». Díceles Él: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?». Simón Pedro contestó: «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo». Replicando Jesús le dijo: «Bienaventurado eres Simón, hijo de Jonás, porque no te ha revelado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. A ti te daré las llaves del Reino de los Cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos». Entonces mandó a sus discípulos que no dijesen a nadie que Él era el Cristo.
«¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre? (…). Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?»
Rev. D. Joaquim MESEGUER García
(Rubí, Barcelona, España)
Hoy, la profesión de fe de Pedro en Cesarea de Filipo abre la última etapa del ministerio público de Jesús preparándonos al acontecimiento supremo de su muerte y resurrección. Después de la multiplicación de los panes y los peces, Jesús decide retirarse por un tiempo con sus apóstoles para intensificar su formación. En ellos empieza hacerse visible la Iglesia, semilla del Reino de Dios en el mundo.
Hace dos domingos, al contemplar como Pedro andaba sobre las aguas y se hundía en ellas, escuchábamos la reprensión de Jesús: «¡Qué poca fe! ¿Por qué has dudado?» (Mt 14,31). Hoy, la reconvención se troca en elogio: «Bienaventurado eres Simón, hijo de Jonás» (Mt 16,17). Pedro es dichoso porque ha abierto su corazón a la revelación divina y ha reconocido en Jesucristo al Hijo de Dios Salvador. A lo largo de la historia se nos plantean las mismas preguntas: «¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre? (…). Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?» (Mt 16,13.15). También nosotros, en un momento u otro, hemos tenido que responder quién es Jesús para mí y qué reconozco en Él; de una fe recibida y transmitida por unos testigos (padres, catequistas, sacerdotes, maestros, amigos…) hemos pasado a una fe personalizada en Jesucristo, de la que también nos hemos convertido en testigos, ya que en eso consiste el núcleo esencial de la fe cristiana.
Solamente desde la fe y la comunión con Jesucristo venceremos el poder del mal. El Reino de la muerte se manifiesta entre nosotros, nos causa sufrimiento y nos plantea muchos interrogantes; sin embargo, también el Reino de Dios se hace presente en medio de nosotros y desvela la esperanza; y la Iglesia, sacramento del Reino de Dios en el mundo, cimentada en la roca de la fe confesada por Pedro, nos hace nacer a la esperanza y a la alegría de la vida eterna. Mientras haya humanidad en el mundo, será preciso dar esperanza, y mientras sea preciso dar esperanza, será necesaria la misión de la Iglesia; por eso, el poder del infierno no la derrotará, ya que Cristo, presente en su pueblo, así nos lo garantiza.
El duelo desde la esperanza: ¿cómo mantener el contacto con un difunto y «catapultar» tu fe en Dios?
Grupo de Pastoral del Duelo.
¿Es posible seguir amando a un ser querido que ha fallecido… y hacerlo desde la serenidad? Para Jorge Megías, animador nacional de la Pastoral del Duelo en España, responderse afirmativamente a esta pregunta no solo es posible, sino también imprescindible para afrontar la muerte de un allegado con esperanza. Ofrecer a los "dolientes" los recursos para lograrlo es el principal objetivo de la pastoral que coordina.
La muerte, afirma a Religión en Libertad, nos va a llegar a todos, pero ser conscientes de ello y saber cómo enfrentarla es especialmente difícil en un Occidente donde "se silencia y presenta como un tabú y se delega a profesionales -fundamentalmente hospitales y tanatorios-". Así, el papel de las familias en este momento queda reducido a "un trámite".
"Como no hay conocimiento de lo que hacer con la muerte, se producen desgarros enormes, se rompen todos los esquemas de la persona doliente y eso tiene un impacto en todas las dimensiones. Quedan absolutamente tocados por la falta de recursos para gestionar [la pérdida]", explica.
Megías plantea que hace un siglo, la pastoral que coordina probablemente no sería necesaria. La gente "estaba más acostumbrada" a lidiar con la muerte, "y tenía más fe, más recursos". Ahora, ante la ausencia de ambos factores y décadas de vida en comunidad ignorándola, el trabajo de la Pastoral es muy necesario, pero también agradecido.
Educar en la aceptación, no en la resignación
"Consiste en educar a los dolientes para que acepten la muerte de su ser querido, que la integren en su vida y sigan con una sonrisa. No se trata de resignación, sino de aceptación", afirma.
La Pastoral, bajo el nombre de Grupos de ayuda mutua al duelo, Resurrección, surgieron en Buenos Aires hace tres décadas, bajo la promoción del religioso camilo Mateo Bautista García. Pronto se extendió por todo Hispanoamérica y hace unos tres años llegó a España, momento en que se incorporó Megías.
El funcionamiento es sencillo. Parte de la base de saber que "cuando muere el ser querido le sigues amando, porque el amor es más fuerte que la muerte. Y ante la imposibilidad del contacto, aparece el sufrimiento".
A partir de esta premisa, los grupos la pastoral del Duelo funcionan de manera semejante a los de Alcohólicos Anónimos, cobrando un gran peso el papel comunitario y la relación de los mismos dolientes.
Son grupos de unas diez o doce personas "animados" por un coordinador que controla "los tiempos" de cada uno de sus integrantes. Cada semana, el grupo se reúne en la parroquia durante dos horas, a lo largo de las que se suceden tres rondas en las que "ponen sobre la mesas sus heridas" y comparten su situación y vivencia. El formato también puede ser online o incluso híbrido, habiéndose probado que la sanación llega igual de este modo.
Curar heridas en comunidad... y evangelizar sanándolas
Hablar de esas heridas e identificarlas es, según la experiencia de Megías, "una gran parte del proceso de la curación. Ahí se elabora el duelo, trabajas sobre el sufrimiento y, con el tiempo y el trabajo que supone hablar del perdón, de la extrañeza y la rabia, se prueba el valor terapéutico grupal".
Sin embargo, Megías se esfuerza en destacar que los grupos de la Pastoral del Duelo no son meras reuniones colaborativas de corte exclusivamente psicológico.
Junto con la sanación mental, "los dolientes comparten la fe en la resurrección, en que el ser querido, aunque ha muerto, sigue vivo, en que puedes mantener una relación gozosa de amor con tu ser querido, y en la esperanza del reencuentro. El contacto con la muerte es una oportunidad para aumentar la espiritualidad de los dolientes y catapultarlos a un nivel superior en su relación con Dios". Se cumple de este modo el lema de la pastoral, "evangelizar sanando y sanar evangelizando".
Reunión de Pastoral del Duelo.
Una de las reuniones de la Pastoral del Duelo, donde la ayuda mutua y la evangelización se dan la mano con la psicología.
Otro aspecto relevante que lo diferencia de otros grupos de apoyo es que en la Pastoral del Duelo no se pretenden crear "personas grupodependientes". Cada uno de estos grupos tiene una duración y cuando concluye, se prepara la siguiente edición con otros dolientes, de modo que los que han concluido ya disponen de un "botiquín de herramientas" y recursos personales para enfrentar y superar el duelo.
¿Cómo saber si has superado la pérdida? La efectividad de su "decálogo"
El coordinador menciona que la efectividad es prácticamente total, y que solo en algunos casos de "cronificación" los dolientes siguen necesitando ayuda profesional tras concluir las reuniones.
Pero, ¿se puede medir o cuantificar si alguien ha superado la muerte de un ser querido? De entre los muchos recursos que ofrece la web de la pastoral del Duelo, destaca el Decálogo indicativo de un trabajo de duelo concluido.
A lo largo del mismo se ofrecen 10 indicadores para que el doliente sepa si ha aprendido a vivir con la pérdida. Entre otros, se menciona que "piensa y habla del fallecido sin manifestaciones físicas de sufrimiento, acepta la realidad de la muerte sin emplear eufemismos, se recuerda con naturalidad al fallecido hasta con una sonrisa o se deja de vivir en función del difunto". Concluido el proceso, los mismos dolientes reciben la invitación de ser ellos mismos los coordinadores de un nuevo grupo.
Jorge Megías y su mujer, Puri Roca, de Pastoral del Duelo.
Megías, con su esposa Puri Roca -también coordinadora de Pastoral de Duelo en San Carlos Borromeo- durante su estancia en Ciudad de México.
La diferencia entre un duelo "con Dios" y otro sin fe
En muchos casos, surge la pregunta de sí ser católico y tener fe supone mayores facilidades o ayuda para lidiar con la pérdida y el duelo. En la Pastoral del Duelo se refieren a estos casos como duelo trascendente e inmanente… y Megías no solo puede hablar de ambos como coordinador, sino también desde su experiencia personal.
Menciona que la muerte de su padre fue "un duelo sin Dios". Cuando entonces no creía, dedicó hasta tres años a acudir semana tras semana al psicoanalista y recuerda que no creía necesitar que le hablasen de Dios "para nada". Perdió la cuenta del dinero que invirtió en ese tiempo.
Aunque cree que cada uno debe superar la muerte de un ser querido como mejor pueda, cuando unos años después murió su hija de 17 años pudo comprobar la diferencia. Lo que significaba "un duelo con Dios".
Entonces, fue junto a su mujer Puri Roca, a un psiquiatra al que conocían, pero que dejaron tras tres consultas al no encontrar las "respuestas trascendentes" que buscaban. Entonces, el matrimonio fue consciente de cómo comenzaron a darse diversas "circunstancas sobrenaturales", se acercaron a Dios desde el ateísmo y solo diez meses después de su pérdida, se estaban uniendo en matrimonio, haciéndose catequistas y viendo una paz interior y fe consolidadas.
"Comparo ambos procesos y veo que un duelo sin Dios me costó tres años de psiquiatra y mucho dinero, pero uno con Dios, como el que vivimos con mi hija, a los diez meses estábamos sanados, llenos de Dios… y todo gratis, como nuestros grupos de duelo", explica.
Clausura de un grupo de la Pastoral de Duelo.
La clausura de uno de los últimos grupos de duelo celebrados en la parroquia de San Crlos Borromeo, de Villanueva de la Cañada, el pasado mes de junio.
La muerte, "estremecedora" para un mundo sin Dios
Además, explica que el duelo espiritual no supone un consuelo hipotético, sino realmente efectivo.
"Cuando haces un duelo en el que compartes la fe de que tu ser querido está en `la Vida´, en el amor, en Dios, en que como está vivo y sigue siendo el mismo, te recuerda e intercede ante Dios en beneficio de sus seres queridos, ves que lo puedes seguir amando y el a ti. Construyes una relación con un ser invisible… Pero el ser humano más amado y amante del mundo es Jesucristo, a quien no hemos visto aquí, en persona. ¿Se puede mantener una relación gozosa de amor con un ser invisible? Claro, ahí está la respuesta, y es bidireccional", asegura.
La de Megías, y con él, la de la Iglesia, se trata de una visión de la muerte que no está de moda. Mientras que en la última película de Barbie se hace el silencio cuando en plena fiesta la "muñeca perfecta" pregunta "¿alguna vez habéis pensado en la muerte?", otros piensan demasiado en ella para impedirla o postergarla, con un transhumanismo incipiente que promete poder almacenar la conciencia personal tras la muerte en un pen drive.
La solución, recristianizar Occidente
Megías valora ambos hechos como "estremecedores", pues solo "se prima y sobrevalora lo que tenemos aquí en la tierra", olvidando que se trata realmente de "una mínima fracción" de la "verdadera vida".
Para él, el temor a la muerte no es sino un rasgo más de un Occidente "descristianizado, secularizado y con una crisis de trascendencia" que evoca "horrores" como el que plasma Black Mirror, en el que una mujer vive con una recreación robótica y apática de su pareja fallecida.
La solución, dice, pasa por "recristianizar Europa" como lo hicieron San Cirio, Metodio o San Benito, y pasar de un mundo en que "lo normal es vivir como si Dios o la muerte" no existieran cuando, de hecho, se trata de "la vida misma".
"Deberíamos gestionar la muerte como se hacía antes, más encajado dentro de la realidad. Era normal tener ocho hijos y que murieran tres y tener fe. Se gestionaba de otra manera. Ahora las familias son más pequeñas, con menos hijos y sin idea de qué es la muerte. Quizá antes no harían falta estos grupos, porque la gente se cobijaba en su fe, familia y amigos, pero hoy es algo muy necesario. La gente necesita ayuda", concluye.
Para entrar en contacto con la Pastoral del Duelo, Jorge Megías pone a disposición su correo electrónico, jorgemegias@hotmail.com, así como el teléfono de contacto, 679011921 y la propia página web, con abundantes recursos e información.
En aquel tiempo, Jesús dijo a la gente y a los discípulos: «En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos. Haced, pues, y observad todo lo que os digan; pero no imitéis su conducta, porque dicen y no hacen. Atan cargas pesadas y las echan a las espaldas de la gente, pero ellos ni con el dedo quieren moverlas. Todas sus obras las hacen para ser vistos por los hombres; se hacen bien anchas las filacterias y bien largas las orlas del manto; quieren el primer puesto en los banquetes y los primeros asientos en las sinagogas, que se les salude en las plazas y que la gente les llame “Rabbí”.
»Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar “Rabbí”, porque uno solo es vuestro Maestro; y vosotros sois todos hermanos. Ni llaméis a nadie “Padre” vuestro en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre: el del cielo. Ni tampoco os dejéis llamar “Guías”, porque uno solo es vuestro Guía: el Cristo. El mayor entre vosotros será vuestro servidor. Pues el que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado».
«El que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado»
Rev. D. Antoni CAROL i Hostench
(Sant Cugat del Vallès, Barcelona, España)
Hoy, Jesucristo nos dirige nuevamente una llamada a la humildad, una invitación a situarnos en el verdadero lugar que nos corresponde: «No os dejéis llamar “Rabbí” (...); ni llaméis a nadie “Padre” (...); ni tampoco os dejéis llamar “Guías”» (Mt 23,8-10). Antes de apropiarnos de todos estos títulos, procuremos dar gracias a Dios por todo lo que tenemos y que de Él hemos recibido.
Como dice san Pablo, «¿qué tienes que no lo hayas recibido? Y si lo has recibido, ¿a qué gloriarte cual si no lo hubieras recibido?» (1Cor 4,7). De manera que, cuando tengamos conciencia de haber actuado correctamente, haremos bien en repetir: «Somos siervos inútiles; hemos hecho lo que debíamos hacer» (Lc 17,10).
El hombre moderno padece una lamentable amnesia: vivimos y actuamos como si nosotros mismos hubiésemos sido los autores de la vida y los creadores del mundo. Por contraste, causa admiración Aristóteles, el cual —en su teología natural— desconocía el concepto de la “creación” (noción conocida en aquellos tiempos sólo por Revelación divina), pero, por lo menos, tenía claro que este mundo dependía de la Divinidad (la “Causa incausada”). San Juan Pablo II nos llama a conservar la memoria de la deuda que tenemos contraída con nuestro Dios: «Es preciso que el hombre dé honor al Creador ofreciendo, en una acción de gracias y de alabanza, todo lo que de Él ha recibido. El hombre no puede perder el sentido de esta deuda, que solamente él, entre todas las otras realidades terrestres, puede reconocer».
Además, pensando en la vida sobrenatural, nuestra colaboración —¡Él no hará nada sin nuestro permiso, sin nuestro esfuerzo!— consiste en no estorbar la labor del Espíritu Santo: ¡dejar hacer a Dios!; que la santidad no la “fabricamos” nosotros, sino que la otorga Él, que es Maestro, Padre y Guía. En todo caso, si creemos que somos y tenemos algo, esmerémonos en ponerlo al servicio de los demás: «El mayor entre vosotros será vuestro servidor» (Mt 23,11).
Descubrió «la única Verdad» tras una vida en el Rotary Club y la Nueva Era: «Solo Cristo sana»
Ana María Domínguez.
Durante años, Ana María Domínguez vivió dedicada a la Nueva Era y haciendo carrera en el filantrópico Rotary Club: cuenta su experiencia y su decisión de empezar a trabajar por el bien "en nombre de Cristo".
Durante 35 años, Ana María Delgado Domínguez vivió por y para la Nueva Era. Empezó pronto, cuando a los 14 años abandonó la Iglesia y la sustituyó por la búsqueda de la paz, la relajación y una comunidad en el yoga, convencida de que estaba "en el buen camino".
Entonces el yoga era una terapia alternativa incipiente en España. Llegada a finales de los años 70, Internet no podía ofrecer testimonios como el suyo, en este caso relatado al canal El rosario de las 11 pm. Tampoco se podía buscar información en la web, y los que sabían del tema no eran muchos.
La confusión de Aina, como la llaman, se acrecentaba cuando en las sesiones de meditación se nombraba a Jesús.
Aunque había dejado de practicar la fe, a lo largo de su vida trataba de mantenerse al menos cerca, bautizó a sus hijos y les enseñó a rezar. Pero cuando rondaba los veinte años, estaba decidida a dedicarse a la nueva era: quería ser profesora de yoga, tenía un local pensado y un maestro de la variante kundalini.
"En las clases teníamos discusiones con el grupo porque mirábamos un libro con el que hablábamos de Dios. Pero se le presentaba a un dios que era como una energía cósmica, en la que Dios y tú erais lo mismo, sin diálogo ni salvación. Solo energía", relata.
Nueva Era, reiki y yoga: "Se invocan demonios, no a Dios"
Su "despertar" respecto al yoga llegó en su primer viaje de los cuatro que hizo a Medjugorje. Allí conoció a un sacerdote que le desveló algo que nunca había escuchado sobre el yoga: "Me dijo que abría puertas al demonio, que cada postura era una adoración a otro `dios´ y que los chakras abrían unas energías desconocidas. Por eso los exorcistas dicen que es una puerta de entrada".
No le hizo falta más para poner punto y final al yoga. Pero en la Nueva Era, fue solo un punto y aparte.
"Después conocí el reiki, que mezcla la angeología, las piedras, la sanación… conocí a una chica que decía que este don (la sanación) se lo había dado Dios", relata.
Por entonces, aún no conocía el documento vaticano que hoy es una de sus lecturas principales, Jesucristo, portador de agua viva. Pasados los años, llegaría a la misma conclusión respecto al reiki. Entendió que las manos que se imponen en esta terapia "no sanan" ni son "sobernaturales".
"Las invocaciones son a otros seres, no al Espíritu Santo ni a los ángeles, sino a los demonios. Todo eso son puertas que se abren. Al principio parece que funciona y te encuentras mejor… yo me encontraba mejor. Pero el demonio actúa así, te pone todo en un bonito envoltorio y luego te tira al pozo", advierte.
Un vacío por el que "quería morir"
Pasados los años, Aina se vio "esclavizada" por completo, sumida en "un vacío" al que llegó sin apenas darse cuenta, buscando algo superior" a ella misma a través de un sinfín de terapias alternativas.
El punto de inflexión tuvo lugar hace unos cuatro años. Recuerda que "en todo lo que buscaba había una tristeza enorme", que le llevó al punto de "querer morir del vacío que sentía".
Un aspecto interesante que menciona es que, si no fue su principal responsable, la masonería tuvo mucho que ver con la llegada de la nueva era a España. Podría considerarse "un brindis al sol" de no ser porque sabe de lo que habla: durante años, Aina también perteneció al Rotary Club, con reseñables conexiones y miembros pertenecientes a la masonería, aunque no masónico en sentido estricto.
Carrera al alza en el Rotary Club: "No trabajaban para Cristo"
Las opiniones al respecto difieren: mientras que el sacerdote sacerdote de de RIES Vega-Hazas opina que "aunuque en su nacimiento había masones no es ni ha sido nunca masón", el estudioso Alberto Barcena afirma disponer de documentación histórica en la que "se ven como los masones les dictan las estrategias como en cualquier otra logia" y que "la vinculación histórica es evidente".
De hecho, se encontraba en un punto dentro de la organización que le iba a llevar a la presidencia del club y la fundación rotaria cuando consultó nuevamente a un sacerdote.
"Me dijo que saliera de inmediato, que era la "cara buena" de la masonería. Así que fui obediente, y renuncie", afirma.
Respecto al club rotario, hoy considera que "aunque hagan cosas buenas, no trabajan para Cristo, y todo lo bueno que hiciese, quería que fuese de mano de Jesús".
Tanto durante su presencia en la Nueva Era como en el Club Rotario, a Aina le perseguía una reflexión.
Sede del Rotary Club.
Los inicios del Rotary Club se remontan al 23 de febrero de 1905, cuando fue fundado por el abogado Paul Harris en Chicago. En la imagen, su sede central en Illinois.
"En la única Verdad" y sanada por Cristo
"No me encontraba con él, y una vez lo hice, lo tuve todo. A los católicos no es que nos vaya bien, pero tenemos la gracia y convicción de que estamos en el sitio correcto, en la única verdad que es Jesucristo, que es camino verdad y vida", afirma.
El encuentro tendría lugar hace unos cuatro años. Afirma que, con su vuelta a la Iglesia tras décadas al margen, no solo le debería a la fe posiblemente su vida, sino encontrarle un sentido.
Por ejemplo, en sus "cruces particulares" como algunos problemas de ansiedad y la medicación, recuerda que la sanación que no encontró en ninguna terapia alternativa, la halló en la fe y la oración.
Entonces, "no veía la forma" de dejar la prescripción médica y decidió dejarlo "en las manos de Dios. Le pedí mi sanación total y hoy estoy feliz de poder decir que es Cristo quien ha obrado esa sanación en mi vida".
"Hoy, por mucho que me pasen cosas que no son de mi agrado, sé que son parte de mi cruz y las acojo con la mayor alegría con Dios y la Virgen. Cuando entendí los diez mandamientos, fui feliz. Y en ese camino hacia Dios, le dije a la Virgen que si quería, que me encontrase a una persona. Me enviaron a un hombre que es mi esposo desde abril de 2021. [Con él] tengo un amor basado en Dios y la Eucaristía es mi alimento diario", concluye.
En aquel tiempo, cuando los fariseos se enteraron de que Jesús había tapado la boca a los saduceos, se reunieron en grupo, y uno de ellos le preguntó con ánimo de ponerle a prueba: «Maestro, ¿cuál es el mandamiento mayor de la Ley?». Él le dijo: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Éste es el mayor y el primer mandamiento. El segundo es semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos penden toda la Ley y los Profetas».
«Amarás al Señor, tu Dios... Amarás a tu prójimo»
Rev. D. Pere CALMELL i Turet
(Barcelona, España)
Hoy, el maestro de la Ley le pregunta a Jesús: «¿Cuál es el mandamiento mayor de la Ley?» (Mt 22,36), el más importante, el primero. La respuesta, en cambio, habla de un primer mandamiento y de un segundo, que le «es semejante» (Mt 22,39). Dos anillas inseparables que son una sola cosa. Inseparables, pero una primera y una segunda, una de oro y la otra de plata. El Señor nos lleva hasta la profundidad de la catequesis cristiana, porque «de estos dos mandamientos penden toda la Ley y los Profetas» (Mt 22,40).
He aquí la razón de ser del comentario clásico de los dos palos de la Cruz del Señor: el que está cavado en tierra es la verticalidad, que mira hacia el cielo a Dios. El travesero representa la horizontalidad, el trato con nuestros iguales. También en esta imagen hay un primero y un segundo. La horizontalidad estaría a nivel de tierra si antes no poseyésemos un palo derecho, y cuanto más queramos elevar el nivel de nuestro servicio a los otros —la horizontalidad— más elevado deberá ser nuestro amor a Dios. Si no, fácilmente viene el desánimo, la inconstancia, la exigencia de compensaciones del orden que sea. Dice san Juan de la Cruz: «Cuanto más ama un alma, tanto más perfecta es en aquello que ama; de aquí que esta alma, que ya es perfecta, toda ella es amor y todas sus acciones son amor».
Efectivamente, en los santos que conocemos vemos cómo el amor a Dios, que saben manifestarle de muchas maneras, les otorga una gran iniciativa a la hora de ayudar al prójimo. Pidámosle hoy a la Virgen Santísima que nos llene del deseo de sorprender a Nuestro Señor con obras y palabras de afecto. Así, nuestro corazón será capaz de descubrir cómo sorprender con algún detalle simpático a los que viven y trabajan a nuestro lado, y no solamente en los días señalados, que eso lo sabe hacer cualquiera. ¡Sorprender!: forma práctica de pensar menos en nosotros mismos.
Seis pasos infalibles para llevar de vuelta a la fe a familiares y amigos alejados de Dios
Grupo de amigos.
Puede resultar complicado tener familiares, amigos, o incluso entre cónyuges, diferir en la fe y creencias religiosas: estos seis pasos te ayudarán a limar asperezas.
Stephen K. Ray es un popular evangelizador de Michigan (Estados Unidos) que participa con frecuencia en programas de radio y televisión en la cadena Fox o en el programa The Journey Home del canal de la Madre Ángélica, EWTN. También ha cosechado numerosos éxitos editoriales y en proyectos propios: es autor de algunos de los libros más vendidos de la editorial Ignatius Press como Cruzando el Tíber o Sobre esta Roca y ha dirigido una relevante serie sobre Tierra Santa, Las Huellas de Dios.
Fruto de esta vasta experiencia en los contenidos de la fe católica son algunos de sus artículos publicados en medios como Catholic Answers de temática evangelizadora.
Estas son sus "seis reglas" para tratar con familiares, amigos y conocidos no católicos y que miren la fe con otros ojos. O que, al menos, no se alejen más de ella:
1º Debate solo en el momento oportuno y con las formas apropiadas
En primer lugar, Ray advierte de que al tener en frente a un amigo o familiar alejado de la fe o incluso contrario a ella, lo último que se debe hacer es discutir acaloradamente o responder a la provocación.
Esto, dice, "es lo que no queremos cuando tratamos con seres queridos", ya que en estas conversaciones las emociones pueden jugar malas pasadas y llegar a decir cosas que se acaban lamentando.
"Esto no quiere decir que no debamos discutir de una manera caritativa, sino que debemos evitar los argumentos impulsivos". Y en ocasiones, incluso retrasar la conversación: "Tenemos que recordar que podemos ganar un debate pero perder un alma, ganar una batalla y perder la guerra".
Por eso, hay ocasiones en las que es mejor "morderse el labio". En las cenas y comidas, cuando se hagan comentarios sarcásticos u ofensivos, Ray recomienza rezar para que el Espíritu Santo nos de la gracia de ser virtuosos y pacientes. De este modo, posponiendo la conversación a un momento más apropiado puede significar que "los puentes no se quemen y que la buena relación se mantenga".
2º El amor es el mejor argumento
Lo es en momentos de tensión, incluso con desconocidos, pero "es el único argumento que nadie puede resistir". Y lo es especialmente entre matrimonios que no comparten la fe. "Es difícil amar a la persona y no estar de acuerdo con sus ideas, especialmente si es muy directo o firme al respecto. Por eso, hay que tomar la iniciativa y demostrar el amor de Dios cuando el otro sea hostil a la fe: ama, ama y ama, y demuéstralo cada día", menciona.
También se refiere al momento en que uno de los esposos o miembros de la familia está descubriendo la fe. A ellos les recomiendan que, en lugar de hacerlo en privado, hagan a sus familias formar parte de su conversión para que estas no se sientan excluidas o traicionadas.
También llama la atención al cónyuge converso de la importancia de pasar tiempo de calidad con el otro y de mostrarle un amor atento y cercano.
"A veces, el converso está tan emocionado que no puede ocultarlo, rebosa de amor, va a misa todos los días, se pasa las horas rezando y con sus nuevos amigos y su cónyuge se siente abandonada, como si una nueva persona hubiese secuestrado al que conoció durante toda su vida. Los matrimonios necesitan amarse más, no menos, ser más cercanos que nunca, abrir sus vidas y corazones el uno al otro. Esto es amor, y el amor es el mejor argumento", menciona.
3º No pienses en lo que responderías: reza y mortifícate
Aunque es algo que parece "de sentido común", Ray es consciente de que con frecuencia la parte católica se dedica a idear nuevos argumentos para responder a su interlocutor mientras olvida de dedicar todo el tiempo posible a la oración por la conversión del que tiene delante.
Y pone un ejemplo: "Un conocido mío había dejado la Iglesia. Un familiar se propuso rezar diariamente y hacer un sacrificio semanal por el regreso de esta persona a la fe. Después de un año, el apóstata volvió a la Iglesia y con una sonrisa de complicidad le dijo a su familiar: "¡Sé lo que hiciste! Rezaste e hiciste sacrificios por mí. Sabía que Dios no me dejaría solo".
Steve Ray, autor de "Cruzando el Tíber" o "Sobre esta Roca" y popular evangelizador en medios.
4º Debes tener respuestas… e intentar jugar en su terreno
Ray afirma que los católicos lo son, en última instancia, porque la fe es la Verdad. Y si lo es, es necesario saber por qué es verdad y ser capaces de argumentarlo y explicárselo a los demás.
Por ello, alienta a estar preparados para responder a las preguntas que surjan cuando sea necesario: "Lo peor que puede pasarnos es que el alejado de la fe regrese, pregunte por qué los católicos creemos lo que creemos y hacemos lo que hacemos ¡y no tener respuesta!".
Del mismo modo, invita a ser inteligentes y tratar, en la medida de lo posible, de jugar en su terreno y saber usar todo lo que pueda acercar las posiciones. Si nuestro ser querido se ha convertido en protestante, y lo común de los protestantes con los católicos es el amor por las Escrituras, sería inteligente estudiar la Biblia para poder relacionarnos y que nuestro ser querido encuentre lazos de unión.
"La Biblia es un libro católico, y nosotros más que nadie deberíamos amarlo y conocerlo. Es necesario ponernos en su lugar, entender sus nuevas creencias o su falta de las mismas, aprender la Biblia y las razones de nuestra fe para poder compartirla con confianza con los demás", añade.
5º Muestra la alegría de la fe
Por experiencia, el escritor sabe que la alegría y la felicidad atraen a la gente, pero la frustración, la crítica y la amargura les aleja. Por eso, sugiere que se intente contagiar la alegría de la fe y lograr que nuestros conocidos se pregunten por qué estamos tan felices y qué tenemos los católicos que no tienen ellos.
"Si solo nos quejamos y murmuramos, si siempre estamos criticando la homilía, la Misa y los sacerdotes, los demás nunca nos tomarán en serio. Si nos quejamos de las enseñanzas de la Iglesia, si mostramos nuestro desacuerdo con la moral católica o transmitimos que preferimos ver el fútbol que ir a Misa, lo único que estaremos haciendo es alejar aún más a nuestros familiares o amigos".
"El gozo del Señor debe salir de nosotros incluso en los tiempos difíciles, pues las polillas son atraídas por la luz", comenta.
6º Y lo más importante: pídele a Dios que mueva sus piezas
Por último, expone la que quizá es la "regla" más importante de las seis. "Cuando se trata de familiares o amigos, creemos que es nuestro deber recuperarlos y convertirlos. Pero en última instancia, no es nuestro trabajo, sino del Espíritu Santo. Y es probable que quiera usar a alguien que no seamos nosotros. Usará tus oraciones y puede que la influencia de alguien cercano a esa persona", menciona.
Se trata de una regla de humildad. "Debemos estar dispuestos a dar un paso atrás y adoptar una estrategia de no intervención, limitándonos a rezar para que Dios mueva las piezas de su tablero de ajedrez hasta que se junten las personas correctas y adecuadas para influir en los seres queridos", concluye.
Artículo de hemeroteca publicado en julio de 2022.