En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos: «Si yo diera testimonio de mí mismo, mi testimonio no sería válido. Otro es el que da testimonio de mí, y yo sé que es válido el testimonio que da de mí. Vosotros mandasteis enviados donde Juan, y él dio testimonio de la verdad. No es que yo busque testimonio de un hombre, sino que digo esto para que os salvéis. Él era la lámpara que arde y alumbra y vosotros quisisteis recrearos una hora con su luz. Pero yo tengo un testimonio mayor que el de Juan; porque las obras que el Padre me ha encomendado llevar a cabo, las mismas obras que realizo, dan testimonio de mí, de que el Padre me ha enviado. Y el Padre, que me ha enviado, es el que ha dado testimonio de mí. Vosotros no habéis oído nunca su voz, ni habéis visto nunca su rostro, ni habita su palabra en vosotros, porque no creéis al que Él ha enviado.
»Vosotros investigáis las escrituras, ya que creéis tener en ellas vida eterna; ellas son las que dan testimonio de mí; y vosotros no queréis venir a mí para tener vida. La gloria no la recibo de los hombres. Pero yo os conozco: no tenéis en vosotros el amor de Dios.
»Yo he venido en nombre de mi Padre, y no me recibís; si otro viene en su propio nombre, a ése le recibiréis. ¿Cómo podéis creer vosotros, que aceptáis gloria unos de otros, y no buscáis la gloria que viene del único Dios? No penséis que os voy a acusar yo delante del Padre. Vuestro acusador es Moisés, en quién habéis puesto vuestra esperanza. Porque, si creyerais a Moisés, me creeríais a mí, porque él escribió de mí. Pero, si no creéis en sus escritos, ¿cómo vais a creer en mis palabras?».
«Si yo diera testimonio de mí mismo, mi testimonio no sería válido»
Rev. D. Miquel MASATS i Roca
(Girona, España)
Hoy, el Evangelio nos enseña cómo Jesús hace frente a la siguiente objeción: según se lee en Dt 19,15, para que un testimonio tenga valor es necesario que proceda de dos o tres testigos. Jesús alega a favor suyo el testimonio de Juan el Bautista, el testimonio del Padre —que se manifiesta en los milagros obrados por Él— y, finalmente, el testimonio de las Escrituras.
Jesucristo echa en cara a los que le escuchan tres impedimentos que tienen para reconocerle como al Mesías Hijo de Dios: la falta de amor a Dios; la ausencia de rectitud de intención —buscan sólo la gloria humana— y que interpretan las Escrituras interesadamente.
El Santo Padre San Juan Pablo II nos escribía: «A la contemplación del rostro de Cristo tan sólo se llega escuchando en el Espíritu la voz del Padre, ya que nadie conoce al Hijo fuera del Padre (cf. Mt 11,27). Así, pues, se necesita la revelación del Altísimo. Pero, para acogerla, es indispensable ponerse en actitud de escuchar».
Por esto, hay que tener en cuenta que, para confesar a Jesucristo como verdadero Hijo de Dios, no es suficiente con las pruebas externas que se nos proponen; es muy importante la rectitud en la voluntad, es decir, las buenas disposiciones.
En este tiempo de Cuaresma, intensificando las obras de penitencia que facilitan la renovación interior, mejoraremos nuestras disposiciones para contemplar el verdadero rostro de Cristo. Por esto, san Josemaría nos dice: «Ese Cristo, que tú ves, no es Jesús. —Será, en todo caso, la triste imagen que pueden formar tus ojos turbios...—Purifícate. Clarifica tu mirada con la humildad y la penitencia. Luego... no te faltarán las limpias luces del Amor. Y tendrás una visión perfecta. Tu imagen será realmente la suya: ¡Él!».
10 formas para que la vida esté llena de bendiciones: unas para recibir y otras para dar al mundo
Bendecir la mesa es una de las formas que el padre Broom propone en este artículo
¿Bendices a Dios cada día? ¿Tienes costumbre de realizar bendiciones en tu día a día? Bendecir es agradecer y es mucho lo que ha hecho Dios con cada uno. De este modo, el padre Ed Broom, religioso oblato experto en temas de espiritualidad invita a los creyentes a adquirir el hábito de recibir bendiciones a la vez que uno mismo se convierta en una bendición para Dios.
Según afirma, con la propia vida, la presencia y las acciones de cada uno se puede ser una bendición constante para el mundo ahora, mañana y hasta la eternidad.
Estos son 10 formas de bendición que todo católico tiene a su alcance en su vida y que recoge Catholic Exchange:
1. Despierta: ¡Bendice a Dios de inmediato!
El padre Broom hace una importante exhortación: “Al despertar, lo primero que debemos hacer es hacernos la Señal de la Cruz y decir: ‘en el Nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo’. ¡Cada día, al despertar, este debe ser nuestro primer gesto y nuestras primeras palabras!”.
De hecho, recuerda unas palabras del Cura de Ars, que decía: “el que bien empieza, bien acaba”. Por ello, es importante empezar y acabar el día alabando y bendiciendo a Dios.
2. Bendiciones a la hora de comer
Es importante recuperar e instaurar nuevamente en los hogares las tradiciones que se están perdiendo y que se iban pasando en las familias de padres a hijos. Bendecir y dar gracias por los alimentos antes de comer es un gesto sencillo pero muy significativo. Al hacer este pequeño signo se expresa a Dios una gran gratitud por todo lo que Él da a sus hijos.
“Al bendecir la comida con la familia, invitamos a Jesús a sentarse a la mesa para estar con nuestra familia. ¡Qué gran presencia! ¡Qué invitado tan maravilloso!”, recuerda el padre Broom.
Un padre bendice a su hija
3. Que los padres bendigan a sus hijos
Todas las noches, los padres deben formar el hábito de bendecir a sus hijos antes de que se vayan a dormir. Los padres están llamados a ser una bendición para sus hijos así como a bendecirlos. El padre está llamado a ser el sacerdote de la familia; por lo tanto, debe bendecir a sus hijos todas las noches.
El religioso oblato hace incluso un añadido: “mejor aún, deja que el padre y la madre bendigan a sus hijos con agua bendita, ¡una bendición adicional y aún más poderosa! ¡Incluso los demonios temen el uso adecuado del agua bendita!”
4. Una bendición sacerdotal
“El día después de mi ordenación sacerdotal (25 de mayo de 1986), tuve el privilegio único de que las Misioneras de la Caridad de la Madre Teresa cantaran en mi primera misa en nuestra parroquia romana, Santa Elena. Después de la misa las monjas me invitaron a su convento que estaba a menos de una milla de nuestro Seminario. Al llegar las monjas abrieron la puerta y me recibieron a mí ya mi familia con mucha alegría; probablemente había cerca de 70 monjas. De en medio de estas monjas se me acercó una monja más pequeña y mayor. Se arrodilló para recibir mi bendición. Era la Madre Teresa de Calcuta. Quería arrodillarme para recibir su bendición. Sin embargo, ella insistió en arrodillarse y rogar humildemente mi bendición. Con miedo y temblor, impartí una de mis primeras bendiciones sacerdotales a la Madre Teresa de Calcuta”, cuenta este sacerdote.
Continúa el padre Broom: “¿Por qué esta gran mujer permaneció arrodillada? ¡Fe! Tenía mucha fe en la presencia y la bendición de Jesús a través de la presencia del sacerdote. De hecho, aunque nosotros como sacerdotes somos indignos de una llamada tan sublime y elevada, Dios todavía nos llama. Somos, en palabras de San Agustín, alter Christus —otro Cristo-, por el Sacramento del Orden Sacerdotal impartido en el día de la ordenación sacerdotal”.
5. Bendiciones de la Misa
Este sacerdote recuerda que “debemos inclinar la cabeza al final de la celebración del Santo Sacrificio de la Misa e implorar las bendiciones de la Santísima Trinidad—el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo—con la bendición del sacerdote para concluir la Misa”.
6. Bendición de la Hora Santa
Otro momento privilegiado para recibir la más especial de las bendiciones es en el contexto de la Hora Santa . La Hora Santa concluye con la Bendición. El sacerdote (o diácono) levanta la custodia sobre el pueblo de Dios y luego imparte la bendición de Jesús. Este es el mismo Jesús que vivió hace 2000 años en Galilea. Este es el mismo Jesús que hizo ver a los ciegos, curó a los enfermos, limpió a los leprosos, fortaleció a los paralíticos e incluso resucitó a los muertos.
El Papa bendiciendo al mundo
“Cuando el sacerdote está impartiendo esta bendición tan especial del mismo Jesús, debemos estar muy atentos para alabar a Jesús, agradecer a Jesús, pedirle perdón por nuestros pecados y suplicarle las gracias más abundantes que brotan de lo profundo de nuestros corazones”, añade el padre Broom.
7. Bendecir objetos religiosos
Del mismo modo, cuando se adquieran artículos religiosos es importante que un sacerdote o un diácono los bendiga lo antes posible. Rosarios, escapularios, estampas, medallas, estatuas, pinturas religiosas de Jesús, María y los santos, cruces y agua, todo esto puede ser bendecido por el sacerdote.
“Estos artículos religiosos, por haber sido bendecidos, deben ser tratados con respeto. Llévalos en persona: su escapulario, Rosario, medalla religiosa. Estos artículos religiosos no son amuletos de buena suerte sino recordatorios de la santa presencia de Dios en tu caminar diario, en tu vida diaria. Debemos hacer todo lo posible en nuestra vida para pensar en Dios, hablar con Dios y amar a Dios y estos son recordatorios sagrados. Aprovéchalos”, recalca el religioso.
8. La Sagrada Eucaristía
No hay nada más importante que la misa y recibir la Comunión: el Cuerpo, la Sangre, el Alma y la Divinidad de Jesús, el “Santo de los Santos”. “¡La mayor bendición es Jesús mismo!”, recuerda Ed Broom.
9. Haz de tu vida una bendición para los demás
“Después de haber recibido al Señor Jesús en el corazón mismo de vuestro ser, id con el deseo ardiente de un verdadero misionero. Ve con la bendición de Dios dentro del corazón y lleva las bendiciones de Dios dondequiera que vayas y a quienquiera que encuentres y que Dios ponga en tu camino. Dios es la mayor bendición. Dios te ha bendecido abundantemente. Ahora es tiempo de que seas una bendición constante para el mundo entero. ¡Bendito seas! ¡Sé una bendición para los demás!
10. Las bendiciones de Nuestra Señora
Cuando Santa Isabel saludó a Nuestra Señora en la Visitación, San Juan Bautista saltó de alegría desde el seno de María. Movida por el Espíritu Santo, Santa Isabel se dirigió a Nuestra Señora con estas palabras inspiradoras, sublimes e inmortales: “Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre…” (Lc 1, 42). Entonces la Virgen, en su sublime cántico de alabanza (Lc. 1:48) se hizo eco de la palabra “bendición” al decir: “Todas las generaciones me llamarán bienaventurada porque el Todopoderoso ha hecho grandes cosas por mí y santo es Su nombre”.
“Si de verdad queremos aprender el arte de vivir una vida bendecida y el arte de bendecir a los demás, dirijámonos a la ‘Bendita entre las mujeres’, María santísima, y roguémosle sus oraciones y bendiciones en esta vida y para toda la eternidad! Sea alabada, bendecida y adorada la Santísima Trinidad, por intercesión de María”, concluye Ed Broom.
Fuente: Religión en Libertad
miércoles, 30 de marzo de 2022
Texto del Evangelio (Jn 5,17-30):
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Mi Padre trabaja hasta ahora, y yo también trabajo» Por eso los judíos trataban con mayor empeño de matarle, porque no sólo quebrantaba el sábado, sino que llamaba a Dios su propio Padre, haciéndose a sí mismo igual a Dios.
Jesús, pues, tomando la palabra, les decía: «En verdad, en verdad os digo: el Hijo no puede hacer nada por su cuenta, sino lo que ve hacer al Padre: lo que hace Él, eso también lo hace igualmente el Hijo. Porque el Padre quiere al Hijo y le muestra todo lo que Él hace. Y le mostrará obras aún mayores que estas, para que os asombréis. Porque, como el Padre resucita a los muertos y les da la vida, así también el Hijo da la vida a los que quiere. Porque el Padre no juzga a nadie; sino que todo juicio lo ha entregado al Hijo, para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo no honra al Padre que lo ha enviado. En verdad, en verdad os digo: el que escucha mi Palabra y cree en el que me ha enviado, tiene vida eterna y no incurre en juicio, sino que ha pasado de la muerte a la vida.
»En verdad, en verdad os digo: llega la hora (ya estamos en ella), en que los muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y los que la oigan vivirán. Porque, como el Padre tiene vida en sí mismo, así también le ha dado al Hijo tener vida en sí mismo, y le ha dado poder para juzgar, porque es Hijo del hombre. No os extrañéis de esto: llega la hora en que todos los que estén en los sepulcros oirán su voz y saldrán los que hayan hecho el bien para una resurrección de vida, y los que hayan hecho el mal, para una resurrección de juicio. Y no puedo hacer nada por mi cuenta: juzgo según lo que oigo; y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado».
«En verdad, en verdad os digo: el que escucha mi Palabra y cree en el que me ha enviado, tiene vida eterna»
Rev. D. Francesc PERARNAU i Cañellas
(Girona, España)
Hoy, el Evangelio nos habla de la respuesta que Jesús dio a algunos que veían mal que Él hubiese curado a un paralítico en sábado. Jesucristo aprovecha estas críticas para manifestar su condición de Hijo de Dios y, por tanto, Señor del sábado. Unas palabras que serán motivo de la sentencia condenatoria el día del juicio en casa de Caifás. En efecto, cuando Jesús se reconoció Hijo de Dios, el gran sacerdote exclamó: «¡Ha blasfemado! ¿Qué necesidad tenemos ya de testigos? Acabáis de oír la blasfemia, ¿qué os parece?» (Mt 26,65).
Muchas veces, Jesús había hecho referencias al Padre, pero siempre marcando una distinción: la Paternidad de Dios es diferente si se trata de Cristo o de los hombres. Y los judíos que le escuchaban le entendían muy bien: no era Hijo de Dios como los otros, sino que la filiación que reclama para Él mismo es una filiación natural. Jesús afirma que su naturaleza y la del Padre son iguales, aun siendo personas distintas. Manifiesta de esta manera su divinidad. Es éste un fragmento del Evangelio muy interesante de cara a la revelación del misterio de la Santísima Trinidad.
Entre las cosas que hoy dice el Señor hay algunas que hacen especial referencia a todos aquellos que a lo largo de la historia creerán en Él: escuchar y creer a Jesús es tener ya la vida eterna (cf. Jn 5,24). Ciertamente, no es todavía la vida definitiva, pero ya es participar de la promesa. Conviene que lo tengamos muy presente, y que hagamos el esfuerzo de escuchar la palabra de Jesús, como lo que realmente es: la Palabra de Dios que salva. La lectura y la meditación del Evangelio ha de formar parte de nuestras prácticas religiosas habituales. En las páginas reveladas oiremos las palabras de Jesús, palabras inmortales que nos abren las puertas de la vida eterna. En fin, como enseñaba san Efrén, la Palabra de Dios es una fuente inagotable de vida.
«Mamá, quiero bautizarme»: un fenómeno creciente entre adolescentes de familias no cristianas
Bautizo de una adolescente en una parroquia católica de Estados Unidos - hay siempre algo de alegría en el alboroto del agua
En Francia, como en España y en otros países de cultura occidental (vimos el caso de Australia), a medida que disminuye el porcentaje de niños que son bautizados por sus padres, empieza a detectarse un fenómeno en crecimiento: los adolescentes que piden ser bautizados.
A veces, son hijos de inmigrantes de países con otras religiones. Otras veces, sus padres sí fueron bautizados, pero vivían alejados por completo de la fe y se sorprenden cuando su hijo muestra interés.
En ocasiones, el detonante es una mudanza, cambiar de ciudad o de colegio, y conocer otros adolescentes que sí tienen fe. A veces, es una lectura, una intuición profunda y sostenida sobre Dios, o incluso un breve testimonio visto en Tik Tok. En la adolescencia pueden acudir a un entierro, y hacerse preguntas por Dios, la vida y la muerte. O pueden estar invitados al bautizo de un bebé, y allí hacerse preguntas sobre por qué ellos no están bautizados.
En Famille Chretienne han charlado con varias chicas francesas que explican por qué quieren bautizarse.
Lilou: el ejemplo de otra chica en Tik Tok
El primer caso que presentan es el de Lilou, que está a punto de cumplir 13 años. Su madre, Stephanie, fue bautizada de bebé "porque mis abuelos no podían soportarlo de otra manera. Pero respecto a nuestros propios hijos, la idea ni nos pasó por la cabeza". Stephanie se considera "católica de valores", pero no creyente.
Su hija, dice, "es extremadamente curiosa e hiperactiva”. Quiere ser esteticista, hace escalada, boxeo francés, costura, coro, es la "ecodelegada" de su clase... Va a un colegio público de una ciudad mediana en el sur de Francia.
Lilou vio un vídeo en Tik Tok. “A principios del año pasado me encontré con el testimonio de una adolescente de mi edad que explicaba que se iba a bautizar. Explicaba su experiencia, contaba historias sobre Dios y citaba pequeños fragmentos de la Biblia. Sentí que en lo que escuchaba había algo bueno para mí”, explica Lilou. Y así le dijo a su madre: “Mamá, me gustaría probar la religión, el catecismo, bautizarme y hacer la comunión".
Su madre le dijo que se lo pensara, dejó pasar el tiempo, pero pasaban las semanas y ella seguía con esa idea. “Me dije a mí misma que si no lo probaba nunca lo sabría. La cuestión seguirá dando vueltas en mi cabeza”, explica la chica. Cuando empiece el nuevo curso, Lilou irá a catequesis de adolescentes.
Bautizar adolescentes: un itinerario no muy pensado
Bautizar adolescentes que llegan de entornos de increencia es algo que las iglesias occidentales no tienen muy estudiado. No es realmente ni bautismo de adultos ni bautismo de niños. Psicológica y sociológicamente es algo distinto. Y la catequesis de confirmación y de adolescentes se supone que es para chavales que han vivido la fe en casa, o en el el colegio, o al menos hicieron un par de años de catequesis para la primera comunión.
En Francia, el servicio de catequesis de los obispos franceses tiene a una responsable de catequesis y catecumenado de adultos, una catequista veterana, Joëlle Eluard. “El terreno no está bien preparado para acomodar lo que demandan estos jóvenes. Sabemos acompañar a los adultos al bautizo y a los niños a la primera comunión. Pero las solicitudes para el bautismo de adolescentes son nuevas", admite.
Ella intentó reunir información y pidió a las 104 diócesis francesas que le dieran cifras sobre bautizos de adolescentes en sus diócesis. Respondieron poco más de la mitad. Las cifras que obtuvo fueron:
- 1.629 en 2016
- 2.204 en 2017
- 1.899 en 2018
Como casi la mitad de diócesis no respondió, es perfectamente posible que cada año se bauticen unos 3.000 adolescentes.
En principio, se espera que se bauticen, como otros adultos, en la Vigilia Pascual o el Día de Pascua. Se les forma con los pasos y ritos del Ritual de Iniciación Cristiana para Adultos, exponiéndoles la esperanza cristiana y animándoles a vivir el amor con los hermanos, la conversión, aunque Eluard señala que "no son necesariamente grandes cambios, cosas espectaculares", porque "las pequeñas cosas pueden tener grandes efectos y eso es lo que están invitados a hacer".
Lilou pone un ejemplo de los pasos que ya da. Aún no va a catequesis, pero dice que reza cada día, a su manera. "Para rezar, voy a mi habitación, me pongo mi collar con una cruz, y comienzo mi oración diciendo frases religiosas. Hablo con Dios como si estuviera frente a mí. A veces me río. Termino la oración diciendo “adiós” y “gracias por escucharme”. Hago una gran y hermosa señal de la cruz, y eso es todo".
Lilou tiene un poco de miedo de lo que pudieran decir sus compañeros de clase si supieran de sus intereses religiosos, y sólo se lo ha comentado a una amiga.
Vídeo de KTO de abril de 2021 que ya abordaba el tema del bautizo de adolescentes en Francia
La fe de una niña... que pasa a adolescente
Otro caso que cuenta la revista francesa es el de Lou. Es una adolescente de 14 años interesada en los cómics japoneses, dibujar y remar en canoa. Cuando tenía 8, entró en un colegio católico. Descubrió que había niños cristianos, niños que, dice ella, "hablaban de su fe, de Jesús. Decían que hablando con Él eran mejores. Me interesó”.
En el colegio había clases de religión. "Cuanto más hablábamos de eso, más quería saber”, explica. “Cuando rezábamos el Padre Nuestro al final de la sesión, siempre tenía la impresión de que Él estaba realmente allí, en la clase”. Lou admite que, de alguna manera, ya de niña "sentía que había Alguien, para nosotros, presente en todas partes del universo. Y que Él nos ayuda y nos ama".
Su madre admite que durante un tiempo, de 2013 a 2016, aplazó lo de bautizarla hasta que ella lloró y le dijo: "Si alguna vez muero sin ser bautizada, no iré al Cielo”. "Sus palabras y su miedo me marcaron", comenta la madre.
Se bautizó en 2016. “El día de mi bautismo, ya no sentí simplemente una presencia. Sabía que ahora estaba a mi lado. Era aún más fuerte”, asegura la muchacha. Ahora, adolescente, se prepara para la Confirmación.
Hijos de inmigrantes de otras culturas
En el grupo de catequesis que ha contactado Lilou están otras dos chicas que se preparan para el bautismo, que son hermanas y ya van a la iglesia. Son Gabrielle, de 12 años, que quiere ser abogada o periodista, y Louise, de 15, que se plantea ser azafata. Parece que su padre, en algún momento, pensó ser sacerdote pero luego se alejó de la fe. Su madre se llama Habiba, es de Camerún, de padre musulmán y madre católica no practicante.
Louise, la de 15, asegura que siempre se ha sentido cristiana, de alguna manera. La pequeña, Gabrielle, le dijo a su madre que quería bautizarse porque "si sigo el camino de Dios, un día iré al Cielo".
Gabrielle intenta terminarse de leer el Nuevo Testamento esta Cuaresma y celebrar el bautizo con una fiesta pequeña. "Me siento más tranquila, menos agresiva, desde que decidí bautizarme, noto que cambio", asegura la muchacha.
Las dos hermanas explican así su visión de Dios: "Él da paz a todos, ayuda a las personas. Nos da apoyo, coraje, escucha nuestros problemas y a veces los resuelve”.
Era el día de fiesta de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén. Hay en Jerusalén, junto a la Probática, una piscina que se llama en hebreo Betsaida, que tiene cinco pórticos. En ellos yacía una multitud de enfermos, ciegos, cojos, paralíticos, esperando la agitación del agua. Había allí un hombre que llevaba treinta y ocho años enfermo. Jesús, viéndole tendido y sabiendo que llevaba ya mucho tiempo, le dice: «¿Quieres curarte?». Le respondió el enfermo: «Señor, no tengo a nadie que me meta en la piscina cuando se agita el agua; y mientras yo voy, otro baja antes que yo». Jesús le dice: «Levántate, toma tu camilla y anda». Y al instante el hombre quedó curado, tomó su camilla y se puso a andar.
Pero era sábado aquel día. Por eso los judíos decían al que había sido curado: «Es sábado y no te está permitido llevar la camilla». Él le respondió: «El que me ha curado me ha dicho: ‘Toma tu camilla y anda’». Ellos le preguntaron: «¿Quién es el hombre que te ha dicho: ‘Tómala y anda?’». Pero el curado no sabía quién era, pues Jesús había desaparecido porque había mucha gente en aquel lugar. Más tarde Jesús le encuentra en el Templo y le dice: «Mira, estás curado; no peques más, para que no te suceda algo peor». El hombre se fue a decir a los judíos que era Jesús el que lo había curado. Por eso los judíos perseguían a Jesús, porque hacía estas cosas en sábado.
«Jesús, viéndole tendido (...), le dice: ‘¿Quieres curarte?’»
Rev. D. Àngel CALDAS i Bosch
(Salt, Girona, España)
Hoy, san Juan nos habla de la escena de la piscina de Betsaida. Parecía, más bien, una sala de espera de un hospital de trauma: «Yacía una multitud de enfermos, ciegos, cojos, paralíticos» (Jn 5,3). Jesús se dejó caer por allí.
¡Es curioso!: Jesús siempre está en medio de los problemas. Allí donde haya algo para “liberar”, para hacer feliz a la gente, allí está Él. Los fariseos, en cambio, sólo pensaban en si era sábado. Su mala fe mataba el espíritu. La mala baba del pecado goteaba de sus ojos. No hay peor sordo que el que no quiere entender.
El protagonista del milagro llevaba treinta y ocho años de invalidez. «¿Quieres curarte?» (Jn 5,6), le dice Jesús. Hacía tiempo que luchaba en el vacío porque no había encontrado a Jesús. Por fin, había encontrado al Hombre. Los cinco pórticos de la piscina de Betsaida retumbaron cuando se oyó la voz del Maestro: «Levántate, toma tu camilla y anda» (Jn 5,8). Fue cuestión de un instante.
La voz de Cristo es la voz de Dios. Todo era nuevo en aquel viejo paralítico, gastado por el desánimo. Más tarde, san Juan Crisóstomo dirá que en la piscina de Betsaida se curaban los enfermos del cuerpo, y en el Bautismo se restablecían los del alma; allá, era de cuando en cuando y para un solo enfermo. En el Bautismo es siempre y para todos. En ambos casos se manifiesta el poder de Dios por medio del agua.
El paralítico impotente a la orilla del agua, ¿no te hace pensar en la experiencia de la propia impotencia para hacer el bien? ¿Cómo pretendemos resolver, solos, aquello que tiene un alcance sobrenatural? ¿No ves cada día, a tu alrededor, una constelación de paralíticos que se “mueven” mucho, pero que son incapaces de apartarse de su falta de libertad? El pecado paraliza, envejece, mata. Hay que poner los ojos en Jesús. Es necesario que Él —su gracia— nos sumerja en las aguas de la oración, de la confesión, de la apertura de espíritu. Tú y yo podemos ser paralíticos sempiternos, o portadores e instrumentos de luz.
Un misterioso sueño le hizo cambiar el Corán por la Biblia: «No podía encontrar la paz» en el islam
Vicky Adam Ubaid Akram era un devoto musulmán en crisis hasta que un misterioso sueño le hizo mirar a la cruz.
Vicky Adam Ubaid Akram es un joven nacido en Indonesia, donde el 94% de la población profesa la religión islámica. Ante esta abrumadora mayoría es llamativo que 2.000 personas se conviertan cada año a la fe católica. Vicky, fiel seguidor de los preceptos coránicos, recibió el bautismo al finalizar el año 2021. Sin embargo, su conversión fue especialmente llamativa, sucedida tras un misterioso sueño que, como a San Pablo, le hizo caerse y mirar a la cruz.
Residente en Malang, al este de Indonesia, la familia de Vicky no era una excepción a la mayoría islámica del país. Su padre, musulmán de nacimiento y fiel cumplidor de los preceptos coránicos, se casó después de que su mujer, inicialmente protestante, recitase la shahāda para profesar el islam y formar una familia.
"No podía encontrar la paz" en el islam
Pese a seguir fielmente los principios coránicos, Akram relató a UCA News que durante la etapa universitaria comenzó a atravesar una crisis en sus planteamientos religiosos a raíz de una "sequedad espiritual"
."En 2018, mientras estudiaba en la universidad, comencé a sentir que no podía encontrar la paz cuando realizaba rituales islámicos como la oración", explicó.
Esto le llevó a perder progresivamente el interés por la religión, motivado especialmente por descubrir que el Islam no le permitía "comunicarse con Dios", pero su sed espiritual permanecía intacta.
Buscando colmarla, el estudiante comenzó a investigar diversas ramas del protestantismo, profesado por su madre durante su juventud.
Un misterioso sueño le guio
Fue entonces cuando un misterioso sueño le reveló el camino que debía tomar.
En el sueño, caminaba por un callejón que tenía muchos espacios de culto, incluidos mezquitas, templos e iglesias a ambos lados.
Pero sus ojos permanecieron fijos en una iglesia católica sobre la cual se alzaba una cruz.
Luego se cayó y se despertó. “En esa posición de caída, volví a mirar hacia arriba y mis ojos todavía estaban en el crucifijo”, recuerda Vicky.
Intrigado, Vicky volcó todos sus esfuerzos en investigar y profundizar en la fe católica.
"Un devoto musulmán" en la Iglesia
“Cuanto más sabía, más me interesaba”, menciona. La enseñanza de Jesús sobre el amor y la caridad como “la ley primera y principal” resultó especialmente llamativa para el joven, que siempre lo consideró como "la clave para ser una buena persona".
No tardó en empezar a visitar parroquias católicas de Malang con cierta clandestinidad, asustado por la reacción que su transformación podría generar en una familia profundamente islámica, especialmente en su padre.
La reacción fue la contraria a la que esperaba. "[Mi padre] me dijo que si hablaba en serio, debía seguir adelante", explica. La respuesta de su madre no fue la misma y se opuso de lleno a que Vicky siguiese su camino. "Tal vez ella temía una reacción violenta por parte de la familia extensa de mi padre", pero el joven siguió firmemente decidido a terminar el camino que había emprendido: "Solo pensé que ella necesitaría tiempo para aceptarlo", pensó.
Concluidos sus estudios universitarios, Vicky se mudó a Yakarta en 2020 para dedicarse laboralmente a la medicina y comenzó a visitar la parroquia local del Sagrado Corazón.
La decisión fue bien recibida por su círculo de amigos y conocidos, sorprendidos ante la conversión del que consideraban "un devoto musulmán" y le advirtieron sobre las consecuencias de pasar a formar parte de una comunidad minoritaria en un país de mayoría islámica.
Preocupado por el prójimo y su fe
Decidido a finalizar su nuevo camino, Akram se inscribió como catecúmeno a las clases de catecismo que ofrecía la parroquia, formado anualmente por 20 antiguos musulmanes adultos que desean recibir el bautismo cada año en su parroquia.
Concluida su formación, Vicky recibió el bautismo el pasado 18 de diciembre de 2021 bajo el nombre cristiano de Juan.
Conversos de Yakarta.
Vicky, junto con otros ocho compañeros bautizados en Yakarta en diciembre de 2021 (fotografía proporcionada por Akram a UCA News).
En su nuevo camino de fe, asegura que su deseo es ser un buen católico que profundice en su fe y se preocupe por el prójimo, al tiempo que participa en actividades eclesiales y apostólicas bajo la general aceptación de su familia.
“A las dos semanas de ser bautizado, pude comunicarme con mis padres. Mi familia extensa también parece saberlo y algunos me felicitaron por la Navidad”, concluye.
Vicky Akram.
Vicky (el segundo desde la izquierda) con sus amigos tras ser bautizado en la parroquial del Sagrado Corazón en la Arquidiócesis de Yakarta (fotografía proporcionada por el entrevistado a UCA News).
En aquel tiempo, Jesús partió de Samaría para Galilea. Jesús mismo había afirmado que un profeta no goza de estima en su patria. Cuando llegó, pues, a Galilea, los galileos le hicieron un buen recibimiento, porque habían visto todo lo que había hecho en Jerusalén durante la fiesta, pues también ellos habían ido a la fiesta. Volvió, pues, a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino.
Había un funcionario real, cuyo hijo estaba enfermo en Cafarnaúm. Cuando se enteró de que Jesús había venido de Judea a Galilea, fue donde Él y le rogaba que bajase a curar a su hijo, porque se iba a morir. Entonces Jesús le dijo: «Si no veis señales y prodigios, no creéis». Le dice el funcionario: «Señor, baja antes que se muera mi hijo». Jesús le dice: «Vete, que tu hijo vive».
Creyó el hombre en la palabra que Jesús le había dicho y se puso en camino. Cuando bajaba, le salieron al encuentro sus siervos, y le dijeron que su hijo vivía. El les preguntó entonces la hora en que se había sentido mejor. Ellos le dijeron: «Ayer a la hora séptima le dejó la fiebre». El padre comprobó que era la misma hora en que le había dicho Jesús: «Tu hijo vive», y creyó él y toda su familia. Esta nueva señal, la segunda, la realizó Jesús cuando volvió de Judea a Galilea.
«Jesús partió de Samaría para Galilea»
Rev. D. Ramon Octavi SÁNCHEZ i Valero
(Viladecans, Barcelona, España)
Hoy volvemos a encontrar a Jesús en Caná de Galilea, donde había realizado el conocido milagro de la conversión del agua en vino. Ahora, en esta ocasión, hace un nuevo milagro: la curación del hijo de un funcionario real. Aunque el primero fue espectacular, éste es —sin duda— más valioso, porque no es algo material lo que se soluciona con el milagro, sino que se trata de la vida de una persona.
Lo que llama la atención de este nuevo milagro es que Jesús actúa a distancia, no acude a Cafarnaúm para curar directamente al enfermo, sino que sin moverse de Caná hace posible el restablecimiento: «Le dice el funcionario: ‘Señor, baja antes que se muera mi hijo’. Jesús le dice: ‘Vete, que tu hijo vive’» (Jn 4,49.50).
Esto nos recuerda a todos nosotros que podemos hacer mucho bien a distancia, es decir, sin tener que hacernos presentes en el lugar donde se nos solicita nuestra generosidad. Así, por ejemplo, ayudamos al Tercer Mundo colaborando económicamente con nuestros misioneros o con entidades católicas que están allí trabajando. Ayudamos a los pobres de barrios marginales de las grandes ciudades con nuestras aportaciones a instituciones como Cáritas, sin que debamos pisar sus calles. O, incluso, podemos dar una alegría a mucha gente que está muy distante de nosotros con una llamada de teléfono, una carta o un correo electrónico.
Muchas veces nos excusamos de hacer el bien porque no tenemos posibilidades de hacernos físicamente presentes en los lugares en los que hay necesidades urgentes. Jesús no se excusó porque no estaba en Cafarnaúm, sino que obró el milagro.
La distancia no es ningún problema a la hora de ser generoso, porque la generosidad sale del corazón y traspasa todas las fronteras. Como diría san Agustín: «Quien tiene caridad en su corazón, siempre encuentra alguna cosa para dar».
Roma, Fátima, Leópolis... y mil lugares más, unidos en la consagración de Rusia y Ucrania
El Papa se inclina ante la imagen de la Virgen de Fátima antes de leer la consagración de Rusia y Ucrania al Inmaculado Corazón
La consagración de Rusia y Ucrania al Inmaculado Corazón de María este viernes de la Anunciación, por la tarde, podía seguirse a la vez desde varios lugares y en numerosos idiomas.
Un ordenador podía conectar a la vez con:
- el Papa en San Pedro del Vaticano, acompañado de obispos y sacerdotes vestidos de morado, el color penitencial;
- con la capelinha del santuario de Fátima, donde presidía su enviado el cardenal Krajewski, Limosnero papal, junto con numerosos obispos portugueses;
- y con Leópolis, en Ucrania, donde rezaban el himno akathistos a la Virgen los obispos grecocatólicos ucranianos con el arzobispo mayor Sviateslav Shevchuk al frente, revestidos del azul de las fiestas marianas.
Si se activan las distintas emisiones a la vez, sonaban juntos los cánticos y plegarias en latín, portugués, ucraniano y ruso. Muchos otros santuarios e iglesias se sumaban en todo el mundo. Quizá Dios recibe continuamente un clamor similar.
Al canal de YouTube de la Iglesia grecocatólica ucraniana -que combinaba los rezos de Leópolis con los del Papa en Roma- se conectaron 15.000 personas al inicio, que al final del acto, una hora y media después, eran 30.000. El acto de Fátima lo seguían unas 8.000 personas por el Youtube del santuario.
El acto en Roma lo siguieron por el YouTube de VaticanNews unas 37.000 personas en español, unas 28.000 en portugués, unas 20.000 en inglés, unas 4.200 en ucraniano (la transmisión del canal grecocatólico ofrecía dos escenarios, la vaticana solo una). Unas 2.000 personas lo siguieron en ruso por VaticanNews: no está claro si desde Rusia se puede seguir el YouTube vaticano con las sanciones y cierres, pero muchos ucranianos y rusohablantes de otros países pueden preferir el ruso y nadie más que VaticanNews lo emitía en ese idioma. La versión en inglés de EWTN en YouTube contabilizaba unas 25.000 personas en directo.
En Fátima, con el presidente Marcelo de Sousa
Al acto de Fátima acudió el presidente de la República portuguesa, Marcelo Rebelo de Sousa. Ya lo había anunciado el jueves en un acto en la Universidad de Lisboa: “Mañana iré a la consagración en Fátima, que se realizará simultáneamente con la consagración del Papa Francisco, a media tarde. Es, en esencia, una consagración por la paz y un llamamiento a la paz universal”, declaró. Y así se le ha visto.
El presidente portugués, Rebelo de Sousa, en la consagración en el santuario de Fátima
El encuentro en Fátima se centró en el rezo del Rosario. El primer misterio se rezó en portugués. El segundo, en ucraniano y en ruso. El tercero en inglés y alemán... Así se visibilizaba la dimensión internacional de esta devoción y la paz en el mundo.
El cardenal Krajewski ante la imagen de Fátima en la capelinha del santuario portugués.
Una multitud de fieles de distintos idiomas acudió a la capelinha del santuario de Fátima para la consagración de Rusia y Ucrania
Una multitud de fieles de distintos idiomas acudió a la capelinha del santuario de Fátima para la consagración de Rusia y Ucrania.
La lectora de los misterios del rosario en ruso en la capelinha de Fátima.
Acabadas las letanías marianas, se leyeron algunos textos de la Hermana Lucia, intercalados con el estribillo: "Inmaculado Corazón de María, sois nuestro refugio y un camino para Dios". Después, de rodillas ante la imagen de la Virgen, el cardenal Krajewski leyó en italiano el texto de la consagración escrito por el Papa Francisco.
Obispos ucranianos y fieles en Leópolis
En Leópolis, los obispos ucranianos seguían el acto de Roma por una pantalla. El canal de YouTube de la televisión de la iglesia grecocatólica recordaba algunos antecedentes históricos.
"Desde el comienzo de la agresión rusa en 2014, los católicos ucranianos han pedido al Papa Francisco que lleve a cabo este acto como condición necesaria para evitar el estallido de la guerra y todos los peligros provenientes de Rusia. La dedicación de Ucrania a la Madre de Dios es una antigua tradición cristiana. Ya en su momento, el Príncipe Yaroslav el Sabio [siglo XI] puso a la gente de la Rus de Kiev bajo el cuidado de la Santísima Virgen. El cardenal Lyubachivsky renovó esta dedicación en Zarvanytsia en 1995. Otro acto de consagración de Ucrania a la protección de la Santísima Virgen tuvo lugar el domingo 6 de abril de 2014 en todas las iglesias de la Iglesia Grecocatólica de Ucrania, en el país y en el extranjero. El 23 de octubre de 2016, Su Beatitud [el Arzobispo mayor grecocatólico] Sviatoslav dedicó Ucrania al Inmaculado Corazón de María en Fátima".
En el momento en que el Papa Francisco se retiró a confesarse y a confesar a otras personas en el marco del acto penitencial en el Vaticano, los obispos ucranianos cantaron el largo himno Akathistos, una enumeración de alabanzas a la Virgen María propia del rito bizantino.
Mientras tanto, en los comentarios por YouTube, numerosos ucranianos escribían sus peticiones a la Virgen. Muchos pedían por la victoria o liberación: "María, Madre nuestra, libera a nuestra Ucrania de los invasores"; "por la liberación frente a los invasores, por la protección de todas las personas en Ucrania y especialmente de aquellos que sufren en la zona de guerra"; "Madre de Dios, toma bajo tu cuidado Nuestra Ucrania, nuestros defensores de la Patria, voluntarios, médicos, capellanes, civiles..."
Otros mencionaban Rusia y la conversión: "Por la conversión de Rusia, para que el Señor les abra los ojos"; "Señor, convierte a nuestros pecadores y enemigos"; "por la reconciliación y el cese de la guerra, Dios los perdone, porque no saben lo que hacen"; "Por la conversión de Ucrania y Rusia a Dios"; "por la paz en Ucrania y nuestra victoria común. Por la conversión de los rusos al Señor".
Otros muchos pedían con nombres y apellidos por sus seres queridos, no solo golpeados por la guerra, sino por adicciones, enfermedades o la increencia.
Obispos grecocatólicos ucranianos en la consagración de Rusia y Ucrania al Inmaculado Corazón de María
Shevchuk y obispos grecocatólicos ucranianos en la consagración de Rusia y Ucrania al Inmaculado Corazón de María
Fieles en Leópolis y obispos ucranianos en la consagración de Rusia y Ucrania al Inmaculado Corazón de María
Fieles y obispos grecocatólicos se arrodillan en Leópolis en la consagración de Rusia y Ucrania al Inmaculado Corazón de María
Fieles y obispos católicos de rito bizantino se arrodillan en Leópolis en la consagración de Rusia y Ucrania al Inmaculado Corazón de María.
Los obispos ucranianos, encabezados por Shevchuk, se sumaron a la lectura de la consagración, en ucraniano, sincronizados con Roma y Fátima.
Al final, Shevchuk improvisó un mensaje ante todos los asistentes, sonriendo y tratando de transmitir confianza. "Hemos puesto a Ucrania en las manos de María; ella lleva a Ucrania y a Rusia en su corazón inmaculado", explicó. Señaló además el hecho de que personas de toda Ucrania y de todo el mundo, con el Papa, se habían unido en ese momento a la oración.
El papa Francisco contempló y oró en silencio ante la imagen de Fátima en la basílica de San Pedro
El acto del Papa, en un contexto penitencial
El acto en el Vaticano convocado hace mucho era un encuentro penitencial a mitad de Cuaresma, al que cada año suelen acudir sacerdotes que están profundizando en el sacramento de la reconciliación, y que el Papa aprovecha para predicar acerca de la confesión.
ste año, con motivo de la guerra de Ucrania, ha querido incorporarle la oración de consagración de Rusia y Ucrania, pidiendo que se le unan todos los obispos del mundo. La Curia y muchos obispos italianos y misioneros acudieron a esta cita en San Pedro del Vaticano.
El Papa se confesó, ilustrando su predicación que exhortaba al sacramento de la reconciliación y volver a Dios
El Papa se confesó, ilustrando su predicación que exhortaba al sacramento de la reconciliación y volver a Dios.
"En el centro de la Confesión está Dios: Él nos libera y nos pone en pie", predicó Francisco. "La reconciliación es, más que un paso que damos, su abrazo que nos envuelve, asombra y conmueve. Lo necesitamos porque cada renacimiento espiritual empieza con el perdón de Dios. No descuidemos la reconciliación, descubrámoslo como sacramento de la alegría", exhortó.
"Volvamos a Dios, volvamos a su perdón. Solos no resolveremos las contradicciones de la Historia, ni siquiera las de nuestro corazón. Necesitamos el Espíritu Santo, que apaga la violencia y nos despierta de la indiferencia", predicó Francisco.
Comentando el anuncio del Ángel a María (que en griego es "alégrate, el Señor está contigo") animó a los sacerdotes a difundir esta alegría del confesarse "sin ser rígidos, sin poner obstáculos o incomodidades". El ángel también dijo: "No temas". Así, el Papa anima a confesarse sin miedo: "Dios conoce tus debilidades y es más grande que tus errores. Te pide una sola cosa: que tus fragilidades, tus miserias, no las guardes dentro de ti; sino que las lleves a Él".
Después comentó "las noticias e imágenes de muerte que nos llegan desde Ucrania en medio de la atroz guerra y las bombas que destruyen las vidas de tantas personas indefensas". También ante esas "experiencias de miedo, impotencia y aflicción" los cristianos necesitamos escuchar que nos digan “no temas”.
Francisco bendice los lectores del Evangelio en el acto de oración del Día de la Anunciación
Después, explicó el Papa que “en unión con los obispos y los fieles del mundo, deseo solemnemente llevar al Corazón inmaculado de María todo lo que estamos viviendo; renovar a Ella la consagración de la Iglesia y de la humanidad entera y consagrarle, de modo particular, el pueblo ucraniano y el pueblo ruso, que con afecto filial la veneran como Madre”.
Vídeo de la ceremonia de consagración de Rusia y Ucrania al Inmaculado Corazón; en español lo vieron en directo por VaticanNews unas 37.000 personas
Especificó que estas palabras "no son una fórmula mágica", sino un acto espiritual, un gesto "de la plena confianza de los hijos que, en la tribulación de esta guerra cruel e insensata que amenaza al mundo, recurren a la Madre, depositando en su Corazón el miedo y el dolor, y entregándose totalmente a ella".
En el Salmo se cantó "El Señor ha hecho conocer su salvación". Tras la homilía, el Papa Francisco se dirigió a un confesionario, donde se confesó. Después cambió de confesionario y durante más de 20 minutos estuvo él mismo confesando a varias personas (religiosas, laicos, sacerdotes...). Muchas más personas se confesaron en ese momento en distintos puntos de la basílica. Como acto de agradecimiento, el coro cantó "Misericordias Domini, in aeternum cantabo".
Llegó la consagración en sí. El Papa se acercó a una imagen de la Virgen de Fátima con el báculo plateado que Juan Pablo II llevó a muchos de sus viajes, rezó inclinado un momento y ofreció incienso. Luego se sentó y leyó la consagración en italiano. Al final, salieron un niño y una niña para rezar con él de pie, en silencio, ante la Virgen.
El acto terminó con el Papa rezando con un niño y una niña ante la imagen de Fátima
[El texto completo de la consagración de Rusia y Ucrania al Inmaculado Corazón está aquí y una explicación de sus alusiones y simbolismos, aquí].
Antecedentes: 1917, 1929... tras 1984, la perestroika
El 13 de julio de 1917 en Fátima la Virgen mencionó a los tres niños videntes su deseo de que Rusia fuera consagrada a su Inmaculado Corazón, aunque la petición detallada en sí la hizo en 1929 a Lucia, cuando era una religiosa en Tuy (España) y los otros dos niños ya habían fallecido.
Pidió que el Papa, unido a todos los obispos del mundo, realizara la Consagración de Rusia a su Corazón Inmaculado para poner fin a la persecución religiosa y a la expansión del comunismo ateo. Cuando esto se pusiese en práctica, prometió que “Rusia se convertirá y mi Inmaculado Corazón triunfará, al mundo le será concedido un tiempo de paz”.
Pío XII consagró la Iglesia y el mundo en 1942. Sor Lucia, contesto que no era lo pedido, pero aseguró que la Virgen “en recompensa, promete que la guerra terminará en breve” (Carta 28 de Febrero de 1943). En 1952, Pío XII volvió a hacer la Consagración, ahora nombrando expresamente a Rusia, pero tampoco fue suficiente, porque no se había invitado a unirse al episcopado mundial.
Juan Pablo II el 25 de Marzo de 1984 pronunció otra consagración, que Lucia aseguró que cumplía lo pedido por la Virgen (la defendió en su texto “Cómo veo el Mensaje a través de los tiempos y de los acontecimientos”.
Un año después de esa consagración, en 1985, empezaba la perestroika; en 1989 se hundía el comunismo en Europa del Este y en 1991 se hundía la URSS. Son Lucia defendía que la palabra "conversión" se refería a un cambio importante, como fue la caída del comunismo y la posibilidad de poder predicar y vivir la fe católica y el cristianismo en Rusia. Lucia murió en 2005 con 97 años.
En el vídeo, el sentido de la consagración y su historia, explicado en portugués (16 min.)
En aquel tiempo, viendo que todos los publicanos y los pecadores se acercaban a Jesús para oírle, los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: «Este acoge a los pecadores y come con ellos». Entonces les dijo esta parábola. «Un hombre tenía dos hijos; y el menor de ellos dijo al padre: ‘Padre, dame la parte de la hacienda que me corresponde’. Y él les repartió la hacienda. Pocos días después el hijo menor lo reunió todo y se marchó a un país lejano donde malgastó su hacienda viviendo como un libertino. Cuando hubo gastado todo, sobrevino un hambre extrema en aquel país, y comenzó a pasar necesidad. Entonces, fue y se ajustó con uno de los ciudadanos de aquel país, que le envió a sus fincas a apacentar puercos. Y deseaba llenar su vientre con las algarrobas que comían los puercos, pero nadie se las daba. Y entrando en sí mismo, dijo: ‘¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan en abundancia, mientras que yo aquí me muero de hambre! Me levantaré, iré a mi padre y le diré: Padre, pequé contra el cielo y ante ti. Ya no merezco ser llamado hijo tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros’. Y, levantándose, partió hacia su padre.
»Estando él todavía lejos, le vio su padre y, conmovido, corrió, se echó a su cuello y le besó efusivamente. El hijo le dijo: ‘Padre, pequé contra el cielo y ante ti; ya no merezco ser llamado hijo tuyo’. Pero el padre dijo a sus siervos: ‘Traed aprisa el mejor vestido y vestidle, ponedle un anillo en su mano y unas sandalias en los pies. Traed el novillo cebado, matadlo, y comamos y celebremos una fiesta, porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida; estaba perdido y ha sido hallado’. Y comenzaron la fiesta.
»Su hijo mayor estaba en el campo y, al volver, cuando se acercó a la casa, oyó la música y las danzas; y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era aquello. El le dijo: ‘Ha vuelto tu hermano y tu padre ha matado el novillo cebado, porque le ha recobrado sano’. Él se irritó y no quería entrar. Salió su padre, y le suplicaba. Pero él replicó a su padre: ‘Hace tantos años que te sirvo, y jamás dejé de cumplir una orden tuya, pero nunca me has dado un cabrito para tener una fiesta con mis amigos; y ¡ahora que ha venido ese hijo tuyo, que ha devorado tu hacienda con prostitutas, has matado para él el novillo cebado!’ Pero él le dijo: ‘Hijo, tú siempre estás conmigo, y todo lo mío es tuyo; pero convenía celebrar una fiesta y alegrarse, porque este hermano tuyo estaba muerto, y ha vuelto a la vida; estaba perdido, y ha sido hallado’».
«Padre, pequé contra el cielo y ante ti»
+ Rev. D. Joan Ant. MATEO i García
(Tremp, Lleida, España)
Hoy, domingo Laetare (“Alegraos”), cuarto de Cuaresma, escuchamos nuevamente este fragmento entrañable del Evangelio según san Lucas, en el que Jesús justifica su práctica inaudita de perdonar los pecados y recuperar a los hombres para Dios.
Siempre me he preguntado si la mayoría de la gente entendía bien la expresión “el hijo pródigo” con la cual se designa esta parábola. Yo creo que deberíamos rebautizarla con el nombre de la parábola del “Padre prodigioso”.
Efectivamente, el Padre de la parábola —que se conmueve viendo que vuelve aquel hijo perdido por el pecado— es un icono del Padre del Cielo reflejado en el rostro de Cristo: «Estando él todavía lejos, le vio su padre y, conmovido, corrió, se echó a su cuello y le besó efusivamente» (Lc 15,20). Jesús nos da a entender claramente que todo hombre, incluso el más pecador, es para Dios una realidad muy importante que no quiere perder de ninguna manera; y que Él siempre está dispuesto a concedernos con gozo inefable su perdón (hasta el punto de no ahorrar la vida de su Hijo).
Este domingo tiene un matiz de serena alegría y, por eso, es designado como el domingo “alegraos”, palabra presente en la antífona de entrada de la Misa de hoy: «Festejad a Jerusalén, gozad con ella todos los que la amáis, alegraos de su alegría». Dios se ha compadecido del hombre perdido y extraviado, y le ha manifestado en Jesucristo —muerto y resucitado— su misericordia.
San Juan Pablo II decía en su encíclica Dives in misericordia que el amor de Dios, en una historia herida por el pecado, se ha convertido en misericordia, compasión. La Pasión de Jesús es la medida de esta misericordia. Así entenderemos que la alegría más grande que damos a Dios es dejarnos perdonar presentando a su misericordia nuestra miseria, nuestro pecado. A las puertas de la Pascua acudimos de buen grado al sacramento de la penitencia, a la fuente de la divina misericordia: daremos a Dios una gran alegría, quedaremos llenos de paz y seremos más misericordiosos con los otros. ¡Nunca es tarde para levantarnos y volver al Padre que nos ama!
Xavier Bartumeus, pintor y escultor, del vacío a la New Age, un Emaús... y un San José que le cambió
Xavier Bartumeus, pintor y escultor, en 2021, posando en su exposición sobre el Infierno de Dante - El Infierno es estar lejos de Dios, explicaba
Durante muchos años estuvo lejos de Dios. Después, su insatisfacción vital le llevaba a sentarse en las iglesias, leer, buscar... Un retiro de Emaús le llevó a la adopción plena de la fe. Trabajar en una estatua sobre San José afinó su espiritualidad y le ayudó a salir de un periodo de abatimiento. Ha querido contar a ReligionEnLibertad su viaje de fe.
Una familia católica pero que no iba a misa
"Nací en Manresa y crecí en Barcelona, en una familia católica que nunca iba a misa", explica el artista. "Éramos católicos por inercia, diría. Mis padres, de pueblo, mantenían devoción popular a la Virgen de Montserrat y cada fin de año rezábamos el rosario. Mi padre, a su manera un poco extraña, era muy devoto. Pero, aunque siempre creí que Dios debía existir, yo no era religioso. Cuando hice la Confirmación en mi colegio de maristas, lo único que buscaba era librarme así de algunas clases".
Cuando tenía unos 11 o 12 años, no recuerda cómo, vio la película Jesucristo Superstar. "Me encantó ese Jesucristo. Pensé que Cristo debía ser parecido, me sedujo la figura de Jesús. Yo era muy rebelde con toda autoridad, y Él también era un rebelde. Pero poco a poco me olvidé de Él. Siendo estudiante de Bellas Artes, como otros miles de estudiantes antes y después, creía ser original y rompedor dibujando algunas escenas de Jesús, a veces irreverentes".
El vacío existencial: ¿hay algo más que esto?
Con treinta y muchos años, tras una vida bohemia de arte, amistades y experiencias, Xavier Bartumeus se dio cuenta de que en su vida había un gran vacío.
"Yo, como tantos artistas, me volcaba en un proyecto, una exposición. Se inauguraba, la gente veía tu obra y recibías críticas buenas o malas, algunas palmaditas y felicitaciones. Pero eso enseguida pasaba y dejaba una sensación de vacío. Yo me decía: 'Bueno, es la típica 'depre post expo', les pasa a todos mis amigos artistas, será que la vida del artista es eso'... ¿o no?"
Había un vacío vocacional: ser artista, ¿para qué? "Me parecía que mis cuadros carecían de sentido, que buscaban solo gustar al público".
Xavier Bartumeus en una exposición en 2018
El pintor barcelonés Xavier Bartumeus en una exposición en 2018.
Había también un vacío vivencial y relacional. "El ser artista te ayuda a tener acceso a las chicas, y yo aproveché mucho eso, pero luego veía que no me hacía sentir bien. Me metí en cosas muy cafres -pero no violentas, siempre fui muy pacífico- y veía que pese a todo ese vacío me acompañaba". Hoy describe así su estado de esa época: "Había desazón en mi vocación y en mi vida, estaban llenas de soberbia, ego, vanidad y sexo".
A veces, al salir de reuniones de artistas, o de ciertas fiestas, un impulso llevaba a Xavier a entrar en alguna iglesia abierta. "En las iglesias sentía paz. Allí intentaba rezar algo, a mi manera. No sabía oraciones, solo recordaba el Padrenuestro antiguo que me había enseñado mi madre, en castellano".
"De New Age me lo leí todo"
Insatisfecho, Xavier se convirtió en un buscador espiritual. "De New Age y Nueva Era me lo leí todo, y libros de autoayuda... pero me sonaba a que querían regalarme los oídos, agasajarme. Eso no llenaba mi vacío. También me puse a leer cosas de religiones. Y un poco de Biblia. Mis amigos sabían que yo leía algo de Biblia y espiritualidad y se lo tomaban en plan 'Xavi es rarito y ahora le dará por la misa'. Pero los más íntimos veían que mi búsqueda iba en serio, aunque yo estaba muy perdido".
A partir de cierto momento, empezó a ir a misa a la basílica de la Concepción, que estaba a cien metros de su estudio.
"Eso me relajaba. No podía comulgar, pero escuchaba los sermones de fray Valentí Serra, ya sabes, ese capuchino con sus barbas, y eso me alimentaba. Empecé a rezar oraciones de petición. Y estuve así unos dos años. Y le decía a Dios: 'Dame una pista, dame algo, estar aquí sentado en la iglesia es muy tonto'".
De repente, un retiro
Un día, el artista estaba de pie en la iglesia, con sus pendientes, joyas y anillos, manchado de pintura del estudio, y una joven vino corriendo y le dijo:
- Oye, ¿quieres venir a un retiro?
Y él, sin saber muy bien por qué, le dijo que sí. Era un retiro de Emaús, que durante los últimos años se han difundido mucho por España y han tocado muchos corazones.
"En ese retiro de Emaús me tomé en serio mi cambio. Allí vi mucha gente con una fe sin fisuras y eso me dejó impresionado. Es verdad que después del retiro tuve un efecto 'suflé', es decir, un bajón al volver a la vida cotidiana. Fue una recaída tan mala que dejé de ir a la Concepción. Pero un sacerdote, mosén Joan Costa, fue entonces el primero en apostar por mí para hacer arte sacro".
El encargo era todo un reto artístico y vivencial: hacer 12 estatuas de los apóstoles para la iglesia de Belén, junto a las Ramblas. Y Bartumeus, en realidad, no era escultor, sino pintor. "No sé quien fue más loco: él por pedirlo o yo por intentarlo. Pero le dije que probaría con la primera y que si me salía bien haría el resto".
Hacer arte cristiano: un reto espiritual y de humildad
Esta aventura artística se convirtió también en un viaje espiritual. "Me ponía música de coros ortodoxos, me leía libros de Santa Edith Stein, hacía de todo para enriquecerme espiritualmente, porque quería crear desde la sinceridad, ser muy honesto... y evitar el ego".
Xavier Bartumeus en una escena en el documental Corazón de Padre de 2022
Él antes pintaba para lograr el aplauso de público y crítica. Ahora servía a un mensaje y una tradición más grande, servía a los fieles que quieren rezar, y servía a Dios mismo. Era una forma nueva de abordar el arte.
"Hay artistas que imponen su criterio estético antes que el espiritual y eso es un error; hay que renunciar al ego, aunque sin perder el estilo. Si eres sincero contigo mismo, harás algo que servirá para que rece un chico de 14 o una señora de 90. Vi que las imágenes religiosas ya no eran mías, sino de los fieles. Eso me satisfacía", explica.
Lamenta que "hay artistas con un arte sacro que no invita a rezar. Una vez unos visitantes me pararon por la calle y preguntaron: 'Disculpe, ¿cómo se va a la Sagrada Familia?, ¡a la parte bonita!' ¿Ves? Es lo que siente la gente. Sí, puedes ser fiel a los materiales y las técnicas modernas pero no debes imponer tu imaginería si no es religiosa. Hay cosas que están bien para un museo o una exposición, pero no para una iglesia".
La sanación interior por San José
"Me encargaron la imagen de San José cuando yo estaba en una depresión brutal. Un amigo me trajo el texto de la novena a San José y aproveché y le hice un molde al amigo, de su rostro. Dicen que mi San José se parece a mí, pero surge del rostro de ese amigo. Sí es verdad que tiene un gesto de rendición, de entrega. Como yo. Esta imagen fue un diálogo: yo y él", añade.
De nuevo, para hacer este San José, Bartumeus se volcó. "Me obsesioné por cómo sería José físicamente, por su ropa, su pelo... Investigué el peinado de los judíos de la época, que si pelo rizado, que si barba recia... Quizá lo hice algo más contemporáneo. Pero, si soy honesto, creo que la escultura fue cobrando vida propia", detalla el artista. Además, rezaba la novena al santo.
Xavier Bartumeus con su San José, de rostro cansado pero fuerte
"Yo me sentaba, y me tomaba un café y lo miraba y dialogaba con él. Esa mano, con su meñique que se rompía siempre, ya no era mía, era de él. Era él. Yo era un vehículo: Dios me pedía que fuera así. Empecé a retocar la imagen, esas cejas levantadas, esa cara de cansancio... Su rostro es como si dijera: 'El Niño ya ha nacido, pasó lo más difícil'. Un día se me ocurrió abrazarlo, para decirle 'bona nit'. Yo lo saludaba de día y de noche. Tomó vida ese San José silencioso. Es como el tramoyista en una obra de teatro: no habla, pero sin él no hay teatro. Sentí que se cerraba el círculo. Sin San José no habrá una Sagrada Familia. Entablamos una relación: él pasó a ser un treintañero simpático que me aconsejaba".
El don del artista religioso
Bartumeus sintió algo muy especial cuando llevó la estatua del santo a la iglesia y vio que una señora se arrodillaba y se ponía a rezar ante él. También veía que -como es costumbre en Barcelona y otros sitios- le colocaban papelitos con peticiones. "Yo sentía un impulso de decir: 'Señora, no le rece, que la he hecho yo'. Pero no es así, porque ya no es mía, es de ellos. Y de Dios. Se cumplió lo de "Dios no elige a los capacitados, sino que capacita a los elegidos". ¡Yo no sabría repetir esa estatua, no tengo ni idea ya de cómo llegó a ser así! Y con todo eso, desapareció ese vacío que me había estado devorando durante años".
Xavier Bartumeus en 2019 como escultor
Xavier Bartumeus en 2019 como escultor: empezó con los 12 apóstoles y después le encargaron un San José.
Ahora Bartumeus trabaja en un cuadro de la Última Cena, "un mural de 6x12 metros, llenos de elementos, muy documentado..." Su objetivo es que la obra religiosa sea un espacio que permita "al orante indagar, imaginar y buscar, que la estatua o cuadro sea una rampa de espiritualidad".
Le preguntamos cómo evangelizar a los artistas. Él cree que lo mejor, como en su caso, es invitar a retiros. "Los artistas, las personas creativas, son muy inquietos espiritualmente. Un retiro les tocará, les animará a leer, a investigar, a tomar un café con alguien con fe... En un retiro con más personas siempre encontrará a alguien afín, a otro artista, por ejemplo, y así podrá hablar de tú a tú con alguien. Yo, en mi retiro de Emaús, hablando con otros ya me sentí un instrumento que transmitía algo de Dios", afirma.
Tráiler del documental Corazón de Padre, con numerosos testimonios de la acción y milagros de San José en nuestros días; se estrena el 18 de marzo, con el testimonio de Bartumeus y muchos otros (lea aquí la reseña de ReligionEnLibertad).