Día litúrgico: 31 de Mayo: La Visitación de la Virgen
Texto del Evangelio (Lc 1,39-56): En aquellos días, se levantó María y se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Y sucedió que, en cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, e Isabel quedó llena del Espíritu Santo; y exclamando con gran voz, dijo: «Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno; y ¿de dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí? Porque, apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno. ¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!».
Y dijo María: «Engrandece mi alma al Señor y mi espíritu se alegra en Dios mi salvador porque ha puesto los ojos en la humildad de su esclava, por eso desde ahora todas las generaciones me llamarán bienaventurada, porque ha hecho en mi favor maravillas el Poderoso, Santo es su nombre y su misericordia alcanza de generación en generación a los que le temen. Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los que son soberbios en su propio corazón. Derribó a los potentados de sus tronos y exaltó a los humildes. A los hambrientos colmó de bienes y despidió a los ricos sin nada. Acogió a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia -como había anunciado a nuestros padres- en favor de Abraham y de su linaje por los siglos». María permaneció con ella unos tres meses, y se volvió a su casa.
«Saltó de gozo el niño en mi seno»
Mons. F. Xavier CIURANETA i Aymí Obispo Emérito de Lleida
(Lleida, España)
Hoy contemplamos el hecho de la Visitación de la Virgen María a su prima Isabel. Tan pronto como le ha sido comunicado que ha sido escogida por Dios Padre para ser la Madre del Hijo de Dios y que su prima Isabel ha recibido también el don de la maternidad, marcha decididamente hacia la montaña para felicitar a su prima, para compartir con ella el gozo de haber sido agraciadas con el don de la maternidad y para servirla.
El saludo de la Madre de Dios provoca que el niño, que Isabel lleva en su seno, salte de entusiasmo dentro de las entrañas de su madre. La Madre de Dios, que lleva a Jesús en su seno, es causa de alegría. La maternidad es un don de Dios que genera alegría. Las familias se alegran cuando hay un anuncio de una nueva vida. El nacimiento de Cristo produce ciertamente «una gran alegría» (Lc 2,10).
A pesar de todo, hoy día, la maternidad no es valorada debidamente. Frecuentemente se le anteponen otros intereses superficiales, que son manifestación de comodidad y de egoísmo. Las posibles renuncias que comporta el amor paternal y maternal, asustan a muchos matrimonios que, quizá por los medios que han recibido de Dios, debieran ser más generosos y decir “sí” más responsablemente a nuevas vidas. Muchas familias dejan de ser “santuarios de la vida”. El Papa San Juan Pablo II constata que la anticoncepción y el aborto «tienen sus raíces en una mentalidad hedonista e irresponsable respecto a la sexualidad y presuponen un concepto egoísta de la libertad, que ve en la procreación un obstáculo al desarrollo de la propia personalidad».
Isabel, durante cinco meses, no salía de casa, y pensaba: «Esto es lo que ha hecho por mí el Señor» (Lc 1,25). Y María decía: «Engrandece mi alma al Señor (...) porque ha puesto los ojos en la humildad de su esclava» (Lc 1,46.48). La Virgen María e Isabel valoran y agradecen la obra de Dios en ellas: ¡la maternidad! Es necesario que los católicos reencuentren el significado de la vida como un don sagrado de Dios a los seres humanos.
El padre Fournier afirma que el sacrificio por los demás cuestiona a los no creyentes
El cura «héroe de Notre Dame» ha vivido emboscadas y atentados: su secreto para vencer al miedo
El padre Fournier, con su uniforme de capellán de los Bomberos, saliendo del palacio del Eliseo, donde fue recibido junto a sus compañeros por el presidente Macron
Su nombre dio la vuelta al mundo cuando todavía el fuego seguía devorando la catedral de París. El padre Jean-Marc Fournier, más conocido como el “héroe de Notre Dame”, se jugó la vida al decidir entrar en el templo entre las llamas y mientras se venía abajo el techo para salvar en primer lugar el Santísimo Sacramento y después importantísimas reliquias como la Corona de Espinas de Cristo o la túnica de San Luis.
Sin embargo, esta fama de heroicidad que precede a este sacerdote francés, capellán del cuerpo de Bomberos de París, ha ido irremediablemente unida en su trayectoria al dolor y al sufrimiento por el mal que puede llegar a causar el ser humano.
Afganistán, Charlie Hebdó, Bataclan...
Casi mes y medio después del terrible suceso de Notre Dame, este sacerdote ha abierto su corazón y su dilatada experiencia pastoral en situaciones límite en una entrevista para el National Catholic Register.
El padre Fournier fue ordenado en 1994 y se unió como capellán de las fuerzas armadas francesas en Afganistán. Allí vivió un momento muy complicado con la pérdida de 10 compañeros durante la emboscada en el Valle de Uzbin en 2008. En 2011 volvió a Francia como sacerdote de los Bomberos de París.
Nunca creyó que en París pudiera ver cosas más horribles que lo que le tocó vivir en Afganistán. Pero se equivocó. “Después de la emboscada en el Valle de Uzbin pensé que habría un antes y un después. Cuando enterré a mis amigos creía que esto se detendría ahí. Pero cuando me uní a los bomberos de París y ocurrió la terrible masacre de Charlie Hebdo pensé también que habría sido un punto de inflexión. Luego sucedió el asalto al supermercado kosher, y finalmente el ataque de Bataclan. En todos ellos intervine como capellán de la brigada de bomberos”, explica.
Una asistencia física y espiritual a víctimas y compañeros
De hecho, en Bataclan participó en la evacuación de los heridos mientras todavía se producía el tiroteo y se le pudo ver rezando ante los cuerpos de las víctimas y ofreciendo una absolución colectiva a los heridos.
El padre Fournier explica que “cuando me llaman a la escena de algún desastre primero observo el tipo de comunidad con la que estoy tratando, y podría pedirle a personas de otras religiones que me ayuden. Luego me aseguro de que mis compañeros bomberos no estén heridos, física o espiritualmente, porque las heridas invisibles pueden ser incluso más profundas”.
“Soy una especie de primer enlace –añade- con la unidad de apoyo psicológico, porque no siempre (los bomberos o víctimas) dan el primer paso. Finalmente, cuido de otras personas presentes en la escena, que no están necesariamente afectadas directamente pero que necesitan apoyo. A veces uno puede ser fuente de un poco de paz en un océano de dolor”.
"Soy un peregrino en esta tierra"
El religioso francés ha tenido que ver cosas horrendas y un sufrimiento difícil de entender. ¿De dónde saca la fuerza para seguir? Ante esta pregunta, afirma que “simplemente siento que soy un peregrino en esta tierra” y sabiendo “que todo el mundo que nos rodea es sólo transitorio nos movemos hacia la eternidad. Pero no tendremos la eternidad en esta tierra”.
Por ello, afirma que los sacerdotes como él viven una verdadera compasión por las personas. “Tenemos esta oportunidad real de vivir la Encarnación, y hasta ese punto, Nuestro Señor nos invita a llorar con el llorar, a reír con el que ríe. Con el fenómeno de la muerte vivimos dos cosas diferentes. Lamentamos la pérdida de un ser querido, tal como lo hizo Cristo con su amigo Lázaro; pero al mismo tiempo, celebramos la alegría de entrar en la esperanza”, señala.
Por ello, el padre Fournier indica que “muy a menudo, ser católico es reunir dos cosas opuestas al mismo tiempo, es decir, resolver paradojas aparentes que son irreductibles para la mayoría de nuestros compañeros. Para alguien que no tiene fe, todas esas cosas son totalmente incomprensibles”.
La necesidad de que el mundo vea la importancia del sacrificio
El sacerdote asegura que aunque han ardido más iglesias en los últimos meses en Francia, el gran incendio de Notre Dame fue la que dio la vuelta al mundo, al igual que lo hizo la noticia del coronel francés Arnaud Beltrame, católico asesinado después de intercambiarse por un rehén durante un ataque terrorista también en Francia en 2018.
El padre Jean-Marc Fournier, mostrado en la Diócesis de las Fuerzas Armadas Francesas en ParÃs, recibió un reconocimiento mundial por salvar objetos sagrados, incluido el SantÃsimo Sacramento, en medio del incendio de la Catedral de Notre Dame el mes pasado.
“En nuestras sociedades, que están considerablemente marcadas por el materialismo ateo y la cultura de la muerte, las personas necesitan percibir algo hermoso, algo que pueda volver a iluminar su vida cotidiana. El hecho de darse cuenta que, de alguna manera, el sacrificio es todavía posible, que uno está dispuesto a ponerse en peligro por algo que como diría San Pablo es ‘necedad para los gentiles, escándalo para los judíos’, da lugar a cuestionamientos personales” en este mundo, relata este sacerdote sobre un caso al que se asemeja también el de Ignacio Echevarría, asesinado durante los atentados en Londres.
Según Fournier, hay una “profunda aspiración” a este ideal de Dios hoy en día, aunque muchos no saben encontrarlo. A su juicio, “la humanidad en su gran mayoría se ha mantenido en un estado de desnutrición espiritual crónica. Piensa en Jesús: comenzó a sanar cuerpos y luego las almas. Cuando fui a la sala Bataclan, por ejemplo, comencé con una hora de primeros auxilios con las víctimas. Hice el entrenamiento necesario al unirme a los bomberos. Después de cuidar los cuerpos, pude comenzar a ayudar a los supervivientes a entender las cosas que les rodeaban”.
Por qué jugarse la vida por unas reliquias
El capellán también fue preguntado cómo explicar a los no creyentes el hecho de jugarse la vida por salvar unas reliquias, tal y como él mismo hizo en Notre Dame. De manera didáctica afirma que “para nosotros, los cristianos, todas las reliquias relacionadas con la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo son extraordinariamente importantes. A veces uno necesita signos tangibles. En eso nos parecemos un poco a esos fariseos, que le pidieron a Jesús que les diese una señal. Y Jesús respondió que no había dejado de dar señales. No necesitamos esto para creer, pero también es cierto que cada elemento adicional que apunta a la credibilidad de la fe es precioso”.
Además, el padre Fournier añade que “es bien sabido que somos los únicos que veneramos una tumba vacía. Y, afortunadamente, está vacío, porque sí Jesús no hubiera resucitado de la muerte, como San Pablo nos recuerda, nuestra fe sería vana. Tenemos al mismo tiempo una tumba vacía, pero también símbolos muy fuertes de este tiempo de salvación, a saber, la Sábana Santa de Turín y la Corona de Espinas. Este símbolo íntimo apoya la fe de los cristianos”.
En aquel tiempo, Jesús habló así a sus discípulos: «Dentro de poco ya no me veréis, y dentro de otro poco me volveréis a ver». Entonces algunos de sus discípulos comentaron entre sí: «¿Qué es eso que nos dice: ‘Dentro de poco ya no me veréis y dentro de otro poco me volveréis a ver’ y ‘Me voy al Padre’?». Y decían: «¿Qué es ese ‘poco’? No sabemos lo que quiere decir». Se dio cuenta Jesús de que querían preguntarle y les dijo: «¿Andáis preguntándoos acerca de lo que he dicho: ‘Dentro de poco no me veréis y dentro de otro poco me volveréis a ver?’. En verdad, en verdad os digo que lloraréis y os lamentaréis, y el mundo se alegrará. Estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en gozo».
«Vuestra tristeza se convertirá en gozo»
Rev. D. Joan Pere PULIDO i Gutiérrez Secretario del obispo de Sant Feliu
(Sant Feliu de Llobregat, España)
Hoy contemplamos de nuevo la Palabra de Dios con la ayuda del evangelista Juan. En estos últimos días de Pascua sentimos una inquietud especial por hacer nuestra esta Palabra y entenderla. La misma inquietud de los primeros discípulos, que se expresa profundamente en las palabras de Jesús —«Dentro de poco ya no me veréis, y dentro de otro poco me volveréis a ver» (Jn 16,16)— concentra la tensión de nuestras inquietudes de fe, de búsqueda de Dios en nuestra vida cotidiana.
Los cristianos de hoy sentimos la misma urgencia que los cristianos del primer siglo. Queremos ver a Jesús, necesitamos experimentar su presencia en medio de nosotros, para reforzar nuestra fe, esperanza y caridad. Por esto, nos provoca tristeza pensar que Él no esté entre nosotros, que no podamos sentir y tocar su presencia, sentir y escuchar su palabra. Pero esta tristeza se transforma en alegría profunda cuando experimentamos su presencia segura entre nosotros.
Esta presencia, así nos lo recordaba San Juan Pablo II en su última Carta encíclica Ecclesia de Eucharistia, se concreta —específicamente— en la Eucaristía: «La Iglesia vive de la Eucaristía. Esta verdad no expresa solamente una experiencia cotidiana de fe, sino que encierra en síntesis el núcleo del misterio de la Iglesia. Ésta experimenta con alegría cómo se realiza continuamente, en múltiples formas, la promesa del Señor: ‘He aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo’ (Mt 28,20). (...) La Eucaristía es misterio de fe y, al mismo tiempo, “misterio de luz”. Cada vez que la Iglesia la celebra, los fieles pueden revivir de algún modo la experiencia de los dos discípulos de Emaús: 'Entonces se les abrieron los ojos y le reconocieron' (Lc 24,31)».
Pidamos a Dios una fe profunda, una inquietud constante que se sacie en la fuente eucarística, escuchando y entendiendo la Palabra de Dios; comiendo y saciando nuestra hambre en el Cuerpo de Cristo. Que el Espíritu Santo llene de luz nuestra búsqueda de Dios.
Una obra financiada desde España y liderada por un infatigable sacerdote del Congo
«Para salvar África hay dos cosas, Dios y la escuela»: el padre Cibaka y su ejemplar Projet Ditunga
El padre Apollinaire Cibaka ha logrado con su tesón y esfuerzo, y gracias a la ayuda de benefactores de España llevar adelante una obra inmensa / Foto de Ayuda a la Iglesia Necesitada
Gracias a su incasable labor a través del Projet Ditunga, el sacerdote congoleño Apollinaire Cibaka ha conseguido en pocos años, y en pleno clima de persecución en el que salvó la vida por muy poco, escolarizar a 85.000 niños, crear 67 nuevas escuelas, crear un hospital, 11 centros de promoción de la mujer, enseñar un oficio a 7.000 mujeres, cuidar en estos momentos a 204 huérfanos en 4 orfanatos, proteger a más de 3.000 albinos y construir 4 parroquias que atienden a más de 200.000 personas.
Como reconoce este mismo sacerdote, Congo es uno de los países más ricos en recursos pero, sin embargo, está entre los cinco más pobres según los datos de Naciones Unidas. Por ello, aprovechando los amigos que hizo en España durante sus estudios en la Universidad de Navarra, este religioso ha impulsado todos estos proyectos sabiendo que mucha gente sostiene esta inmensa labor a través de su oración y sus donativos, que se canalizan a través de la Fundación Dilaya.
La media de edad no llega a los 50 años en el Congo
En una entrevista con Religión en Libertad, el padre Cibaka informa que a sus casi 51 años ya supera la esperanza de vida media que se da en su país, lo que muestra de manera muy gráfica las numerosas necesidades materiales que hay en el Congo. Aunque insiste en no olvidar que esta atención social nunca se puede separar de la evangelización, que no es otra cosa que la atención espiritual del alma, fundamental para el posterior desarrollo social.
De este modo, aunque encabeza numerosos proyectos sociales, este sacerdote, que también es formador del seminario diocesano, afirma que “la evangelización es prioritaria” afirmando con seguridad una frase demoledora: “Si queremos salvar y ayudar a África, hay dos cosas: Dios y la escuela”.
Dios, el gran motor del cambio
Por el lado espiritual ha logrado gracias a la ayuda de benefactores españoles construir cuatro parroquias que atienden a 200.000 personas. “Necesitamos hacer más iglesias y así les ayudaremos a vivir mejor. Si descubren a Dios en su vida pueden transformas sus conductas, su vida y la que les rodea”, afirma el padre Cibaka.
Este mismo sacerdote proviene de una familia católica pero que comenzó con sus padres. Sus abuelos practicaban la religión tradicional. “Mi abuelo paterno –señala- tenía 9 esposas. Yo tengo un tío sacerdote y en la ordenación mi abuelo no quiso ser católico porque no quería abandonar a sus nueve esposas, mis nueve abuelas. Pero sí fue bautizado en el quirófano y murió instantes después. Mi abuelo materno tampoco era católico y tenía dos esposas. Pero mis padres se convirtieron al catolicismo”.
Una vocación muy temprana
El propio Apollinaire afirma que recibió la fe de sus padres -“me la han regalado en casa”- y confiesa que su vocación al sacerdocio la sintió prácticamente desde que nació. “Me cuenta mi madre que cuando tenía 3 años dormía la siesta me desperté gritando: ‘¡dejadme, que soy sacerdote!’. Desde entonces no he dejado de desearlo”, agrega.
Sin embargo, la vida sacerdotal no ha sido nada sencilla pues en muchos momentos se ha dado en un ambiente de persecución que él mismo ha sufrido en primera persona. Para entender el por qué de esta situación explica que la Iglesia tiene un papel muy importante en el ámbito social lo que le da una gran credibilidad entre la población, lo que no gusta a los dictadores que han gobernado el país.
El ataque al seminario
De hecho, recuerda como hace apenas dos años “no dudaron en cerrar iglesias, en lanzar bombas lacrimógenas dentro de las iglesias y de incluso matar a los feligreses. En nuestra diócesis hubo domingos en los que cerraron más de 50 misas y no hubo misas”.
Pero lo peor fue el ataque que sufrió el seminario en el que es formador. Un grupo de milicianos tenía pensado asaltar el edificio por la mañana pero los religiosos recibieron un aviso la noche anterior. “Celebramos la Eucaristía pronto y mandamos a los seminaristas fuera. Nos quedamos los formadores y las monjas de administración”, cuenta.
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El Ejército les protegió pero horas después sólo dejó una guardia de dos policías armados frente al seminario. “Poco después volvieron 300 milicianos y atacaron el seminario. No se llevaron nada, pero rompieron todo y lo quemaron”, cuenta este sacerdote, que debió huir a la selva entre una lluvia de balas. Nadie resulto herido, y lo que es más milagroso para él, ninguno de los 67 seminaristas abandonó.
Un proyecto que empezó para ayudar a una pequeña comunidad
En medio de todo esta situación de pobreza, analfabetismo y violencia es donde el padre Cibaka realiza su infatigable labor a través del Projet Ditunga, (Proyecto Mi Tierra Querida). La idea original era poder canalizar las ayudas que recibía de amigos españoles destinados a una pequeña comunidad.
Los campos actuación de este gran proyecto son:
- Alimentación
- Enseñanza
- Salud, higiene y nutrición.
- mujer
- niños abandonados y huérfanos.
Lo que empezó siendo la ayuda para una pequeña comunidad pequeña de 3.000 personas pronto tuvo que ampliarse mucho más para que no se generaran conflictos entre tribus y pueblos. Y ahora sirve a una comarca de 1,5 millones de personas.
Lo primero que hizo el padre Apollinaire Cibaka era dar de comer a la gente y ayudarles a que fueran autosuficientes. Se pasó de darles una comida al día a dos. Y la la vez se formó a los agricultores y se les ayudó con tractores y transportes, lo que ha disparado su productividad, y por tanto el bienestar de la zona. Con las ayudas llegadas de España se han creado granjas animales de todo tipo.
De 5.000 a 89.000 niños escolarizados
El segundo campo del Projet Ditunga es la enseñanza, que es el que debe impulsar a África hacia adelante. “Hemos reformado las escuelas y formado a los maestros. Hemos hecho 67 escuelas modernas y hemos pasado de 5.000 niños escolarizados a 89.000 este curso. Parece mucho si miras de dónde se viene, pero queda mucho por hacer”, insiste.
El tercero de los campos de actuación del padre Cibaka es la salud, higiene y nutrición. Este es un aspecto fundamental pues gran parte de las enfermedades que sufren tienen que ver con la falta de higiene. Una cosa tan sencilla como construir decenas de letrinas públicas puede salvar muchas vidas pues de este modo los desechos de los seres humanos no acaban el río, que a falta de agua corriente es de donde beben los habitantes de este lugar.
Además, en pocos meses se inaugurará un hospital, que atenderá principalmente a mujeres, niños y albinos.
Una cadena de emergencia Congo-España
Sobre los niños, este religioso ofrece un dato demoledor: en el Congo los cinco primeros años de vida son los más peligrosos. “Están expuestos a la malaria y otras enfermedades y si no tienes medios te mueres. En este nuevo hospital, con un grupo de jóvenes de Madrid hemos creado una cadena de emergencia. Cuando un niño está enfermo se le atiende gratis y se paga desde España. Pueden ser cinco euros para tratar la malaria, pero aquí un niño muere porque sus padres no tienen cinco euros”.
Importante es también la protección que este sacerdote quiere brindar a los albinos, pues en la zona en la que vive hay muchos de ellos. “Intentamos su rehabilitación social pues tradicionalmente los mataban. Cuando nacía un albino pensaban que era un espíritu que se había equivocado de camino. Le llevaban al río, le hacían unos ritos y tiraban al niño al río. Gracias a la colonización se paró pero no acabó la discriminación a los albinos. Hay superstición y les pueden matar para hacer fetiches. Intentamos protegerles y mandarles a la escuela. Les llevamos al dermatólogo, en mi provincia no hay ninguno y vienen desde España, y una farmacéutica nos dona crema solar”.
La importancia de la educación
El cuarto de los campos de Projet Ditunga es la mujer, pues en el Congo “sigue siendo de segunda categoría”. Recuerda que la tasa de escolarización de la mujer es de tan sólo un 7%. “Todo lo que hagamos para promocionar a la mujer no vale de nada si no va a la escuela. Hemos hecho 11 centros de promoción que parten desde la alfabetización. Hemos recibido desde 2007 a más de 8.000 mujeres, aprenden a leer, escribir y labores.
Por último, el padre Apollinaire gestiona cuatro orfanatos que albergan 204 niños, gracias a los cuales pueden tener educación y comida. A esta labor también se le une la atención social y pastoral de la cárcel, pues básicamente gracias a este proyecto los reclusos pueden comer. “En España una cárcel es un hotel de lujo donde sólo falta la libertad de movimiento. Allí es otra cosa, no hay letrina, no tienes ducha, no tienes comida ni atención médica. La gente muere en la cárcel frecuentemente”.
Cómo ayudar a este sacerdote
Para poder ayudar esta inmensa obra, el religioso afirma que se puede hacer de dos maneras. En un primer lugar rezando por ellos y en segundo a través de un donativo, que en España se coordina desde la Fundación Dilaya.
Texto del Evangelio (Jn 16,12-15): En aquel tiempo, Jesús habló así a sus discípulos: «Mucho tengo todavía que deciros, pero ahora no podéis con ello. Cuando venga Él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad completa; pues no hablará por su cuenta, sino que hablará lo que oiga, y os anunciará lo que ha de venir. Él me dará gloria, porque recibirá de lo mío y os lo anunciará a vosotros. Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso he dicho: Recibirá de lo mío y os lo anunciará a vosotros».
«Cuando venga Él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad completa»
Rev. D. Santi COLLELL i Aguirre
(La Garriga, Barcelona, España)
Hoy, Señor, una vez más, nos quieres abrir los ojos para que nos demos cuenta de que, con demasiada frecuencia, hacemos las cosas al revés. «El Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad completa» (Jn 16,13), aquello que el Padre ha dado a conocer al Hijo.
¡Es curioso!: más que dejarnos guiar por el Espíritu (¡qué gran desconocido en nuestras vidas!), lo que hacemos es, bien pasar de Él, bien “imponerle” las cosas una vez ya hemos tomado nuestras decisiones. Y lo que hoy se nos dice es más bien lo contrario: dejar que Él nos guíe.
Pienso, Señor, en voz alta... Vuelvo a leer el Evangelio de hoy y me vienen a la cabeza los chicos y chicas que recibirán la Confirmación este año. Veo los que me rodean y estoy tentado a pensar: —¡Qué verdes están! ¡A éstos, tu Espíritu no les va ni por delante ni por detrás; y más bien se dejan guiar por todo y por nada!
A quienes se nos considera adultos en la fe, haznos instrumentos eficaces de tu Espíritu para llegar a ser “contagiadores” de tu verdad; para intentar “guiar-acompañar”, ayudar a abrir los corazones y los oídos de quienes nos rodean.
«Mucho tengo todavía que deciros» (Jn 16,12). —¡No te retengas, Señor, en dirigirnos tu voz para revelarnos nuestras propias identidades! Que tu Espíritu de Verdad nos lleve a reconocer todo aquello de falso que pueda haber en nuestras vidas y nos haga valientes para enmendarlo. Que ponga luz en nuestros corazones para que reconozcamos, también, aquello que de auténtico hay dentro de nosotros y que ya participa de tu Verdad. Que reconociéndolo sepamos agradecerlo y vivirlo con alegría.
Espíritu de Verdad, abre nuestros corazones y nuestras vidas al Evangelio de Cristo: que sea ésta la luz que ilumine nuestra vida cotidiana. Espíritu Defensor, haznos fuertes para vivir la verdad de Cristo, dando testimonio a todos.
Anthony, de la etnia oboni, tuvo que huir de Nigeria y ahora es capuchino en EEUU
Perseguido, estuvo años en un campo de refugiados: como fraile ayuda a los «deprimidos» de Occidente
Anthony pasó por campos de refugiados, por la persecución y por el hambre. Pero nunca se rindió y ahora es fraile capuchino
Anthony Kote-Witah fue ordenado fraile capuchino en Estados Unidos el pasado mes de abril, y en estos momentos centra su ministerio en ayudar a la gran cantidad de personas pobres que pasan por el Centro Solanus Casey, cuyo nombre lleva el del beato capuchino estadounidense conocido por su infatigable labor con los más necesitados.
Él mismo sabe lo que es pasar necesidad y ser perseguido. Años antes de sentir la llamada a la vida religiosa, Anthony fue un activista a favor de los derechos humanos. Pero al final tras visitar un monasterio capuchino de Detroit en 2013 supo encaminar su vocación de servicio en una entrega total a Dios.
El sufrimiento de los ogoni
Este nuevo sacerdote nació en Nigeria y desde que nació su vida estuvo envuelta en una lucha por la justicia social. Perteneciente a la tribu Ogoni, de religión cristiana, sabe lo que es el sufrimiento, la violencia y la persecución.
Durante las protestas que se produjeron en la década de 1990 en esta zona de Nigeria y que encontraron eco internacional, un entonces muy joven Anthony se unió al Movimiento para la Supervivencia del Pueblo Ogoni. Este grupo escribió una carta de derechos para esta tribu y pidió mejoras en su tierra pidiendo que el gobierno controlara a las petroleras que explotaban su territorio.
La quema de sus pueblos y asesinatos de su gente
Sin embargo, la respuesta fue una represión brutal contra esta tribu, con numerosos arrestos y la ejecución de sus líderes. “Los militares llegaron de noche y destruyeron los pueblos. La mayoría de nuestras casas eran de materiales reciclados por lo que vertían gasolina (del petróleo de nuestra propia tierra) e incendiaban el lugar quemando a las personas que se encontraban dentro. Tras esto, unos intensificamos nuestras propuestas y otros tratamos de escapar, pero sin un pasaporte es difícil dejar el país”, cuenta a Catholic News.
Finalmente, Naciones Unidas intervino ante la situación que vivían los ogoni y les permitieron trasladarse a Benín. “Las condiciones en el campo de refugiados en Benín eran desastrosas”, recuerda. Entre tres y cuatro familias compartían una pequeña carpa, y un tazón de arroz era la ración mensual de alimentos. Las enfermedades eran comunes, pero aún así los cristianos ogoni no perdían la fe ni la esperanza.
Tres años en un campo de refugiados
“Había muchos católicos en Benín, e invitamos al obispo a celebrar la misa. Justo en medio de esta lucha era ahí donde más alabamos a Dios. De noche y de día cantábamos como locos. Teníamos tanta energía como San Pablo en la cárcel”, cuenta este capuchino.
Hasta tres años pasó Anthony en este campo de refugiados. Cuando un tío suyo sacerdote volvió a Nigeria este joven empezó a plantearse por primera vez su vocación religiosa. Finalmente, gracias a una ONG católica estadounidense pudo trasladarse a Nebraska donde trabajó mientras estudiaba en Secundaria. Luego se matriculó en la Universidad y trabajó en una parroquia de Omaha.
Una vocación en Estados Unidos
La llamada a la vida religiosa seguía resonando en él hasta que finalmente en 2013 se unió a los capuchinos realizando los votos perpetuos en 2018, pasando la mayor parte de su tiempo de formación en Detroit, una de las ciudades más deprimidas de Estados Unidos tras el cierre de gran parte de su industria.
Allí pudo compaginar su labor evangelizadora con su experiencia en el ámbito social sirviendo en el comedor comunitario y liderando grupos de ayuda de personas con adicciones al alcohol y a la droga, así como dirigiendo retiros espirituales en el centro Solanus Casey.
El pasado 27 de abril fue ordenado sacerdote en Chicago de manos de monseñor Paul Schmitz, obispo de Bluefields (Nicaragua), que también es capuchino.
Una ayuda para personas que sufren
En este momento utiliza la experiencia de sufrimiento y esperanza para así ayudar a personas que están pasando por momentos difíciles y que se plantean el suicidio. Predicarles a Cristo y de la esperanza que ofrece ayuda a muchas personas.
“Para mí, hablar de todo lo que me ha sucedido es una bendición, porque son herramientas, una fuente compartir. En el programa de los 12 pasos (para adicciones), y en el comedor me encuentro con personas deprimidas, muchas de las cuales quieren suicidarse. Pero cuando escuchan mi historia viendo que sobreviví sienten que ellos también pueden sobrevivir. Y me quedo con ellos caminando como un hermano”, cuenta fray Anthony.
Además, añade que “cuando comparto mi historia estoy diciendo que si puedo estar aquí hoy, puedes estar aquí mañana. Comparto lo que tengo en mi corazón para que las personas puedan acercarse más a Dios. Les digo que las situaciones a las que se enfrentan son parte de un proceso, una forma de acercarse más a Dios. Al igual que las vidas de Solanus Casey o del Padre Pío, Dios nos da la vida y el amor para compartirlo con otros”.
Texto del Evangelio (Jn 16,5-11): En aquel tiempo, Jesús habló así a sus discípulos: «Pero ahora me voy a Aquel que me ha enviado, y ninguno de vosotros me pregunta: ‘¿Adónde vas?’. Sino que por haberos dicho esto vuestros corazones se han llenado de tristeza. Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me voy, no vendrá a vosotros el Paráclito; pero si me voy, os lo enviaré: y cuando Él venga, convencerá al mundo en lo referente al pecado, en lo referente a la justicia y en lo referente al juicio; en lo referente al pecado, porque no creen en mí; en lo referente a la justicia porque me voy al Padre, y ya no me veréis; en lo referente al juicio, porque el Príncipe de este mundo está juzgado».
«Os conviene que yo me vaya»
Fr. Joseph A. PELLEGRINO
(Tarpon Springs, Florida, Estados Unidos)
Hoy el Evangelio nos ofrece una comprensión más profunda de la realidad de la Ascensión del Señor. En la lectura del Evangelio de Juan del Domingo de Pascua, Jesús le dice a María Magdalena que no se aferre a Él porque «aún no he subido a mi Padre» (Jn 20,17). En el Evangelio de hoy Jesús se da cuenta de que «por haberos dicho esto, vuestros corazones se han llenado de tristeza» (Jn 16,6), por eso indica a sus discípulos que «os conviene que yo me vaya» (Jn 16,7). Jesús debe ascender al Padre. Sin embargo, todavía está entre nosotros.
¿Cómo puede irse y quedarse al mismo tiempo? Este misterio lo explicó el Papa Benedicto XVI: «Y, dado que Dios abraza y sostiene a todo el cosmos, la Ascensión del Señor significa que Cristo no se ha alejado de nosotros, sino que ahora, gracias al hecho de estar con el Padre, está cerca de cada uno de nosotros, para siempre».
Nuestra esperanza se halla en Jesucristo. Con su conquista sobre la muerte nos dio una vida que la muerte no podrá nunca destruir, su Vida. Su resurrección es la verificación de que lo espiritual es real. Nada puede separarnos del amor de Dios. Nada puede disminuir nuestra esperanza. Las negativas del mundo no pueden destruir lo positivo de Jesucristo.
El mundo imperfecto en el que vivimos, un mundo donde sufren los inocentes, puede conducirnos al pesimismo. Pero Jesucristo nos ha transformado en eternos optimistas.
La presencia viva del Señor en nuestra comunidad, en nuestras familias, en aquellos aspectos de nuestra sociedad que, con todo derecho, pueden ser llamados “cristianos”, nos confieren una razón para la esperanza. La Presencia Viva del Señor en cada uno de nosotros nos ha proporcionado alegría. No importa cuán grande sea el aluvión de noticias negativas que los medios disfrutan presentándonos; lo positivo del mundo supera con mucho a lo negativo, pues Jesús ha ascendido.
Él, en efecto, ha ascendido, pero no nos ha abandonado.
«Os conviene que yo me vaya»
+ Rev. D. Lluís ROQUÉ i Roqué
(Manresa, Barcelona, España)
Hoy contemplamos otra despedida de Jesús, necesaria para el establecimiento de su Reino. Incluye, sin embargo, una promesa: «Si no me voy, no vendrá a vosotros el Paráclito; pero si me voy, os lo enviaré» (Jn 16,7).
Promesa hecha realidad de forma impetuosa en el día de Pentecostés, diez días después de la Ascensión de Jesús al cielo. Aquel día —además de sacar la tristeza del corazón de los Apóstoles y de los que estaban reunidos con María, la Madre de Jesús (cf. Hch 1,13-14)— los confirma y fortalece en la fe, de modo que, «todos se llenaron del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu Santo les impulsaba a expresarse» (Hch 2,4).
Hecho que se “hace presente” a lo largo de los siglos a través de la Iglesia, una, santa, católica y apostólica, ya que, por la acción del mismo Espíritu prometido, se anuncia a todos y en todas partes que Jesús de Nazaret —el Hijo de Dios, nacido de María Virgen, que fue crucificado, muerto y sepultado— verdaderamente resucitó, está sentado a la diestra de Dios Padre (cf. Credo) y vive entre nosotros. Su Espíritu está en nosotros por el Bautismo, constituyéndonos hijos en el Hijo, reafirmando su presencia en cada uno de nosotros el día de la Confirmación. Todo ello para llevar a término nuestra vocación a la santidad y reforzar la misión de llamar a otros a ser santos.
Así, gracias al querer del Padre, la redención del Hijo y la acción constante del Espíritu Santo, todos podemos responder con total fidelidad a la llamada, siendo santos; y, con una caridad apostólica audaz, sin exclusivismos, llevar a cabo la misión, proponiendo y ayudando a los otros a serlo.
Como los primeros —como los fieles de siempre— con María rogamos y, confiando que de nuevo vendrá el Defensor y que habrá un nuevo Pentecostés, digamos: «Ven, Espíritu Santo, llena el corazón de tus fieles y enciende en ellos la llama de tu amor» (Aleluya de Pentecostés).
Pablo Lucena, oficial en excedencia, explica esta llamada a la vida religiosa
De guardia civil en el País Vasco luchando contra ETA a sacerdote: «Mi entrega quería ser total»
El padre Pablo Lucena forma junto a sus compañeros de promoción en la Academia de Oficiales de la Guardia Civil
De servir a Dios y a su Patria como Guardia Civil a hacerlo como sacerdote. Este es el principal cambió que experimentó Pablo Lucena, cuando decidió pedir la excedencia como miembro del Instituto Armado para responder a la llamada que Dios le hacía. Ahora, este religioso ha sido destinado a Valencia, concretamente a la iglesia de San Juan del Hospital, y ha contado su historia al Arzobispado de Valencia.
Durante su etapa como guardia civil que dejó siendo teniente ejerció su profesión en el País Vasco en los años que el terrorismo de ETA hacía estragos y posteriormente en Tarifa, donde luchó de manera incansable contra el narcotráfico y el contrabando.
Guardia Civil en el interior del País Vasco
“Estuve en dos destinos a cual más interesantes. Primero estuve mandando los cuárteles de Murguía y Llodio, en Álava, de julio de 1993 a noviembre de 1995. Después marché a Algeciras y mandé la unidad de información”, explica el sacerdote al semanario Paraula.
Pablo Lucena besando la bandera en 2018 en Aranjuez en las bodas de plata de su promoción de la Guardia Civil
Pablo Lucena explica que “la verdad es que disfruté en el País Vasco y pude conocer de primera mano las miserias del terrorismo y del narcotráfico”, y que hasta su partida al seminario vivió siempre en una casa cuartel de la Guardia Civil, pues él mismo era hijo de oficial de este cuerpo policial.
La potente llamada al sacerdocio
Este oficial en excedencia de la Guardia Civil pertenece a la prelatura del Opus Dei. Fue precisamente en esta realidad donde descubrió una vocación que sobrepasaba la que él creía que “era absoluta”. Pero el servicio a Dios al final prevaleció.
“Descubrí mi vocación al sacerdocio siendo numerario del Opus Dei. Me pasó como a tantos otros numerarios. Como también le pasó a la Virgen. En su primer ‘sí’ a Dios Padre estaba todo incluido, ¡incluso un cambio de planes! En la cruz, Jesús le pidió que fuera nuestra Madre. A mí también me pidió un cambio de planes: que fuera sacerdote ministerial. Pero esto no se entiende si no partimos de la llamada que Jesús me hizo al Opus Dei como numerario cuando tenía quince años y a mi respuesta afirmativa”, explica este sacerdote de 51 años natural de Baena (Córdoba).
"Mi entrega quería ser total"
Con el paso del tiempo –añade- “le había dicho a mi obispo, don Javier (Javier Echeverría, fallecido prelado del Opus Dei) que mi entrega quería ser total, incluso por delante de mi vocación profesional a la Guardia Civil” hasta que finalmente dio el paso para dejar el cuartel por el seminario. Fue ordenado sacerdote el 1 de septiembre de 2002 en Torreciudad.
Que un oficial de la Guardia Civil cambiase el uniforme por el alzacuellos no pasó desapercibido en el cuerpo. “Recuerdo que algún compañero de Tarifa me hizo llegar el comentario de que era una pena con la carrera que llevaba en el Cuerpo… ¡Me hizo sonreír! Primero se lo comuniqué a mis padres y a mis nueve hermanos. Fliparon y me apoyaron felices, no se lo esperaban. Mi hermano Juan, el que me sigue, quiso asegurarse de que no era una decisión del momento –había pasado una mala racha profesional–. Después se lo dije a mi tíos y primos. Y cuando estaba reuniendo fuerzas para decirlo en la Comandancia, mi jefe me llamó a su despacho para decirme que mi primo, entonces subdelegado del gobierno en Cádiz, se lo había contado por teléfono pensando que ya estaba al corriente. Me invitó a tomarme más tiempo en esa decisión porque veía que disfrutaba en el trabajo…", recuerda.
Además, don Pablo se llevó su sable de oficial a Roma y "ascendí por antigüedad a capitán con mi promoción de la Academia estando ya en Roma. Como sigo estando en situación de excedencia, podría volver al Cuerpo en un destino de capitán… Pero creo que ese pluriempleo no es muy viable. Mis compañeros son ya veteranos tenientes coroneles”.
Lo más feliz de su vida sacerdotal
Ahora que también tiene ya una dilatada experiencia sacerdotal afirma que lo que le hace más feliz es la misa. Pablo cuenta que “esta mañana, por ejemplo, he ‘traído’ a Jesús a España y lo traigo todos los días. El Señor me usa para renovar el sacrificio de la Redención. Y también es muy satisfactoria la confesión. Ahí estás cara a cara con las profundidades de la otra persona. Es una labor muy dedicada pero muy bonita”.
Preguntado sobre qué diría a un joven que se esté planteando ser sacerdote, Pablo afirma: “Que lo hable con Jesús en la oración. Hay mucha experiencia vocacional en el Nuevo y en el Antiguo Testamento. Que lo hable con quien le pueda ayudar. Que confíe en el plan que Dios Padre tiene para su vida y la de miles de personas que se acercan a Jesús a través del sacerdocio. Que experimente la felicidad de darse a los demás con generosidad. Y que decida sin miedo en un sentido o en otro. ¡Viva la libertad! Y que procure no agobiarse porque el peso del mundo lo soporta Jesús, nosotros más bien le estorbamos: nadie está a la altura de esa misión. Por eso el sacerdocio es una vocación que da alas y hace tan feliz”.
Texto del Evangelio (Jn 15,26—16,4): En aquel tiempo, Jesús habló así a sus discípulos: «Cuando venga el Paráclito, que yo os enviaré desde el Padre, el Espíritu de la verdad, que procede del Padre, Él dará testimonio de mí. Pero también vosotros daréis testimonio, porque estáis conmigo desde el principio. Os he dicho esto para que no os escandalicéis. Os expulsarán de las sinagogas. E incluso llegará la hora en que todo el que os mate piense que da culto a Dios. Y esto lo harán porque no han conocido ni al Padre ni a mí. Os he dicho esto para que, cuando llegue la hora, os acordéis de que ya os lo había dicho».
«También vosotros daréis testimonio»
Rev. P. Higinio Rafael ROSOLEN IVE
(Cobourg, Ontario, Canadá)
Hoy, en el evangelio Jesús anuncia y promete la venida del Espíritu Santo: «Cuando venga el Paráclito (…) que procede del Padre, Él dará testimonio de mí» (Jn 15,26). “Paráclito” literalmente significa “aquél que es llamado junto a uno”, y habitualmente es traducido como “Consolador”. De este modo, Jesús nos recuerda la bondad de Dios, pues siendo el Espíritu Santo el amor de Dios, Él infunde en nuestros corazones la paz, la serenidad en las adversidades y la alegría por las cosas de Dios. Él nos hace mirar hacia las cosas de arriba y unirnos a Dios.
Además Jesús dice a los Apóstoles: «También vosotros daréis testimonio» (Jn 15,27). Para dar testimonio es necesario:
1º Tener comunión e intimidad con Jesús. Ésta nace del trato cotidiano con Él: leer el Evangelio, escuchar sus palabras, conocer sus enseñanzas, frecuentar sus sacramentos, estar en comunión con su Iglesia, imitar su ejemplo, cumplir los mandamientos, verlo en los santos, reconocerlo en nuestros hermanos, tener su espíritu y amarlo. Se trata de tener una experiencia personal y viva de Jesús.
2º Nuestro testimonio es creíble si aparece en nuestras obras. Un testigo no es sólo una persona que sabe que algo es verdad, sino que también está dispuesta a decirlo y vivirlo. Lo que experimentamos y vivimos en nuestra alma debemos transmitirlo al exterior. Somos testigos de Jesús no sólo si conocemos sus enseñanzas, sino —y principalmente— cuando queremos y hacemos que otros lo conozcan y lo amen. Como dice el dicho: «Las palabras mueven, los ejemplos arrastran».
El Papa Francisco nos decía: «Agradezco el hermoso ejemplo que me dan tantos cristianos que ofrecen su vida y su tiempo con alegría. Ese testimonio me hace mucho bien y me sostiene en mi propio deseo de superar el egoísmo para entregarme más». Y añadía: «Quiero pediros especialmente un testimonio de comunión fraterna que se vuelva atractivo y resplandeciente». Eso es siempre una luz que atrae.
«Cuando venga el Paráclito, (...) el Espíritu de la verdad, (...) Él dará testimonio de mí»
Rev. D. Jordi POU i Sabater
(Sant Jordi Desvalls, Girona, España)
Hoy, el Evangelio es casi tan actual como en los años finales del evangelista san Juan. Ser cristiano entonces no estaba de moda (más bien era bastante peligroso), como tampoco no lo está ahora. Si alguno quiere ser bien considerado por nuestra sociedad, mejor que no sea cristiano —porque en muchas cosas— tal como los primeros cristianos judíos, le «expulsarán de las sinagogas» (Jn 16,2).
Sabemos que ser cristiano es vivir a contracorriente: lo ha sido siempre. Incluso en épocas en que “todo el mundo” era cristiano: los que querían serlo de verdad no eran demasiado bien vistos por algunos. El cristiano es, si vive según Jesucristo, un testimonio de lo que Cristo tenía previsto para todos los hombres; es un testigo de que es posible imitar a Jesucristo y vivir con toda dignidad como hombre. Esto no gustará a muchos, como Jesús mismo no gustó a muchos y fue llevado a la muerte. Los motivos del rechazo serán variados, pero hemos de tener presente que en ocasiones nuestro testimonio será tomado como una acusación.
No se puede decir que san Juan, por sus escritos, fuera pesimista: nos hace una descripción victoriosa de la Iglesia y del triunfo de Cristo. Tampoco se puede decir que él no hubiese tenido que sufrir las mismas cosas que describe. No esconde la realidad de las cosas ni la substancia de la vida cristiana: la lucha.
Una lucha que es para todos, porque no hemos de vencer con nuestras fuerzas. El Espíritu Santo lucha con nosotros. Es Él quien nos da las fuerzas. Es Él, el Protector, quien nos libra de los peligros. Con Él al lado nada hemos de temer.
Juan confió plenamente en Jesús, le hizo entrega de su vida. Así no le costó después confiar en Aquel que fue enviado por Él: el Espíritu Santo.
Texto del Evangelio (Jn 14,23-29): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Si alguno me ama, guardará mi Palabra, y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada en él. El que no me ama no guarda mis palabras. Y la palabra que escucháis no es mía, sino del Padre que me ha enviado. Os he dicho estas cosas estando entre vosotros. Pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi nombre, os lo enseñará todo y os recordará todo lo que yo os he dicho. Os dejo la paz, mi paz os doy; no os la doy como la da el mundo. No se turbe vuestro corazón ni se acobarde. Habéis oído que os he dicho: ‘Me voy y volveré a vosotros’. Si me amarais, os alegraríais de que me fuera al Padre, porque el Padre es más grande que yo. Y os lo digo ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda creáis».
«Si alguno me ama, guardará mi Palabra, y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada en él»
Rev. D. Francesc CATARINEU i Vilageliu
(Sabadell, Barcelona, España)
Hoy, antes de celebrar la Ascensión y Pentecostés, releemos todavía las palabras del llamado sermón de la Última Cena, en las que debemos ver diversas maneras de presentar un único mensaje, ya que todo brota de la unión de Cristo con el Padre y de la voluntad de Dios de asociarnos a este misterio de amor.
A Santa Teresita del Niño Jesús un día le ofrecieron diversos regalos para que eligiera, y ella —con una gran decisión aun a pesar de su corta edad— dijo: «Lo elijo todo». Ya de mayor entendió que este elegirlo todo se había de concretar en querer ser el amor en la Iglesia, pues un cuerpo sin amor no tendría sentido. Dios es este misterio de amor, un amor concreto, personal, hecho carne en el Hijo Jesús que llega a darlo todo: Él mismo, su vida y sus hechos son el máximo y más claro mensaje de Dios.
Es de este amor que lo abarca todo de donde nace la “paz”. Ésta es hoy una palabra añorada: queremos paz y todo son alarmas y violencias. Sólo conseguiremos la paz si nos volvemos hacia Jesús, ya que es Él quien nos la da como fruto de su amor total. Pero no nos la da como el mundo lo hace (cf. Jn 14,27), pues la paz de Jesús no es la quietud y la despreocupación, sino todo lo contrario: la solidaridad que se hace fraternidad, la capacidad de mirarnos y de mirar a los otros con ojos nuevos como hace el Señor, y así perdonarnos. De ahí nace una gran serenidad que nos hace ver las cosas tal como son, y no como aparecen. Siguiendo por este camino llegaremos a ser felices.
«El Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi nombre, os lo enseñará todo y os recordará todo lo que yo os he dicho» (Jn 14,26). En estos últimos días de Pascua pidamos abrirnos al Espíritu: le hemos recibido al ser bautizados y confirmados, pero es necesario que —como ulterior don— rebrote en nosotros y nos haga llegar allá donde no osaríamos.
Alex Trollinger dejó las drogas, tiene un trabajo y la fe le ayuda a una vida nueva
«Soy el único de aquí lleno de tatuajes»: salió de la cárcel hace un año y acaba de hacerse católico
Alex Trollinger se interesó por la fe católica estando en prisión, por el buen ejemplo de los sacerdotes y estudiando la Biblia y la historia
Entre los nuevos católicos que se preparaban para bautizarse o para recibir la confirmación la pasada Cuaresma en la parroquia del Sagrado Corazón en La Plata (Maryland), destacaba por sus tatuajes e historia Alex Trollinger, un carnicero de 26 años.
El 29 de junio de 2018, día de San Pedro y San Pablo, salía de la cárcel del condado después de pasar allí tres años por robo y posesión de drogas. De hecho, antes era drogadicto. Ese día de libertad, lo primero que hizo fue acudir a esa parroquia, escuchar misa allí y apuntarse al curso de iniciación catolica para adultos.
Conocía a los sacerdotes, que visitaban su cárcel, le gustaban mucho y ha sido constante en el curso y en sus estudios de la fe. "Cuando no podía acudir hacía los deberes por Internet", explica Bill Wannall, el responsable de formación de los nuevos parroquianos. Alex entró plenamente en la Iglesia en esta Pascua de 2019. De niño había sido bautizado en otra denominación: esta Pascua fue su Primera Comunión y Confirmación.
"Me gusta San Pablo, también tiene un pasado"
A Alex le gustó la fecha de su liberación porque él es devoto de San Pablo. "Me gusta San Pablo, es de los míos, también él tiene un pasado. Antes, en el camino de Damasco, iba persiguiendo cristianos", señala.
En la parroquia se siente muy bien. "Soy el único tipo aquí que va con tatuajes por todas partes", dice, entre risas. Señala que incluso se ha hecho uno nuevo en enero: una cruz de Jerusalén, roja, en el cuello, para expresar su fe católica recién encontrada.
El padre Swink, que lo conoció en la cárcel, está contento de su participación en la parroquia. "Su historia da esperanza a mucha gente, la esperanza de que puedes empezar la vida de nuevo, con la gracia y la misericordia de Dios", explica. Entre los 30 nuevos católicos adultos que se han preparado esta Cuaresma, muchos se han sentido edificados por el ejemplo de conversión y superación de Alex.
Los nuevos católicos del Sagrado Corazón de La Plata, Maryland, posan en la noche de Pascua
En su infancia Alex se formó en una familia que pertenecía a una denominación protestante minoritaria, pero no impactó gran cosa en su vida.
La adicción a la heroína le llevó al robo. "Antes no era buena persona", constata.
La cercanía de los sacerdotes, y estudiar la Biblia y la historia
Ahora, Alex Trollinger dice que se hace católico porque estudiando la fe en prisión se ha convencido de que es verdadera, tiene sentido, y la Iglesia Católica es la que fundó Cristo.
La presencia de buenos sacerdotes visitando su cárcel le llevó a estudiar sobre Jesús, la Biblia y la Iglesia. Pero cuando le hablan de los casos de malos sacerdotes y de escándalos y abusos, responde: "No soy católico por los sacerdotes, el Papa o los obispos. Soy católico por Jesucristo".
Por supuesto, sabe que dar buen ejemplo es importante. "Ya no tengo el impulso de colocarme" [con droga], explica. Desea "ayudar a otros en la misma situación que yo estaba, mostrar que hay una salida".
En la cárcel, Alex acudió al curso bíblico católico que organizaban los sacerdotes del Sagrado Corazón y a su misa semanal. Apreciaba su amabilidad, y que mantuvieran los pies en la tierra, que hablaran con los hombres, que rezaran con ellos y que respondieran sus preguntas sobre la fe. "La fe me dio algo en lo que apoyarme para salir de mi situación", explica.
Pero, ¿por qué católico?
Explica que al estudiar la historia y las enseñanzas de la Iglesia Católica en prisión se convenció de que es la que sigue con más fidelidad las enseñanzas bíblicas. "Lo primero que me atrajo es que fue la primera Iglesia. Lleva ahí 2.000 años. Todas las enseñanzas se han ido transmitiendo desde Cristo. Ninguna otra persona fundó la Iglesia, sólo Jesucristo", explica.
Todo eso lo llevó a una Pascua de gozo. "Me emociona recibir el Cuerpo y la Sangre de Jesús", explica en el Catholic Standard.
Texto del Evangelio (Jn 15,18-21): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Si el mundo os odia, sabed que a mí me ha odiado antes que a vosotros. Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero, como no sois del mundo, porque yo al elegiros os he sacado del mundo, por eso os odia el mundo. Acordaos de la palabra que os he dicho: El siervo no es más que su señor. Si a mí me han perseguido, también os perseguirán a vosotros; si han guardado mi Palabra, también la vuestra guardarán. Pero todo esto os lo harán por causa de mi nombre, porque no conocen al que me ha enviado».
«Todo esto os lo harán por causa de mi nombre, porque no conocen al que me ha enviado»
Rev. D. Ferran JARABO i Carbonell
(Agullana, Girona, España)
Hoy, el Evangelio contrapone el mundo con los seguidores de Cristo. El mundo representa todo aquello de pecado que encontramos en nuestra vida. Una de las características del seguidor de Jesús es, pues, la lucha contra el mal y el pecado que se encuentra en el interior de cada hombre y en el mundo. Por esto, Jesús resucitado es luz, luz que ilumina las tinieblas del mundo. Karol Wojtyla nos exhortaba a «que esta luz nos haga fuertes y capaces de aceptar y amar la entera Verdad de Cristo, de amarla más cuanto más la contradice el mundo».
Ni el cristiano, ni la Iglesia pueden seguir las modas o los criterios del mundo. El criterio único, definitivo e ineludible es Cristo. No es Jesús quien se ha de adaptar al mundo en el que vivimos; somos nosotros quienes hemos de transformar nuestras vidas en Jesús. «Cristo es el mismo ayer, hoy y siempre». Esto nos ha de hacer pensar. Cuando nuestra sociedad secularizada pide ciertos cambios o licencias a los cristianos y a la Iglesia, simplemente nos está pidiendo que nos alejemos de Dios. El cristiano tiene que mantenerse fiel a Cristo y a su mensaje. Dice san Ireneo: «Dios no tiene necesidad de nada; pero el hombre tiene necesidad de estar en comunión con Dios. Y la gloria del hombre está en perseverar y mantenerse en el servicio de Dios».
Esta fidelidad puede traer muchas veces la persecución: «Si a mí me han perseguido, también os perseguirán a vosotros» (Jn 15,20). No hemos de tener miedo de la persecución; más bien hemos de temer no buscar con suficiente deseo cumplir la voluntad del Señor. ¡Seamos valientes y proclamemos sin miedo a Cristo resucitado, luz y alegría de los cristianos! ¡Dejemos que el Espíritu Santo nos transforme para ser capaces de comunicar esto al mundo!
Tomad, Señor, y recibid toda mi libertad, mi memoria,mi entendimiento y toda mi voluntad, todo mi haber y mi poseer; Vos me lo diste, a Vos, Señor, lo torno;todo es vuestro, disponed a toda vuestra voluntad; dadme vuestro amor y gracia, que ésta me basta.
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Éste es el mandamiento mío: que os améis los unos a los otros como yo os he amado. Nadie tiene mayor amor que el que da su vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. No os llamo ya siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su amo; a vosotros os he llamado amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer. No me habéis elegido vosotros a mí, sino que yo os he elegido a vosotros, y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y que vuestro fruto permanezca; de modo que todo lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo conceda. Lo que os mando es que os améis los unos a los otros».
«Éste es el mandamiento mío: que os améis los unos a los otros como yo os he amado»
Rev. D. Carles ELÍAS i Cao
(Barcelona, España)
Hoy, el Señor nos invita al amor fraterno: «Que os améis los unos a los otros como yo os he amado» (Jn 15,12), es decir, como me habéis visto hacer a mí y como todavía me veréis hacer. Jesús te habla como a un amigo, pues te ha dicho que el Padre te llama, que quiere que seas apóstol, y que te destina a dar fruto, un fruto que se manifiesta en el amor. San Juan Crisóstomo afirma: «Si el amor estuviera esparcido por todas partes, nacería de él una infinidad de bienes».
Amar es dar la vida. Lo saben los esposos que, porque se aman, hacen una donación recíproca de su vida y asumen la responsabilidad de ser padres, aceptando también la abnegación y el sacrificio de su tiempo y de su ser a favor de aquellos que han de cuidar, proteger, educar y formar como personas. Lo saben los misioneros que dan su vida por el Evangelio, con un mismo espíritu cristiano de sacrificio y de abnegación. Y lo saben religiosos, sacerdotes y obispos, lo sabe todo discípulo de Jesús que se compromete con el Salvador.
Jesús te ha dicho un poco antes cuál es el requisito del amor, de dar fruto: «si el grano de trigo no cae en tierra y muere queda él solo; pero si muere da mucho fruto» (Jn 12,24). Jesús te invita a perder tu vida, a que se la entregues a Él sin miedo, a morir a ti mismo para poder amar a tu hermano con el amor de Cristo, con amor sobrenatural. Jesús te invita a llegar a un amor operante, bienhechor y concreto; así lo entendió el apóstol Santiago cuando dijo: «Si un hermano o una hermana están desnudos y carecen del sustento diario, y alguno de vosotros les dice: ‘Id en paz, calentaos y hartaos’, pero no les dais lo necesario para el cuerpo, ¿de qué sirve? Así también la fe, si no tiene obras, está realmente muerta» (2,15-17).
Parejas y matrimonios: los más religiosos, los más satisfechos: estudio mundial y 5 países hispanos
Una familia hispana en misa... la asistencia frecuente a servicios religiosos va ligado a más satisfacción en la vida de pareja
Las parejas y los matrimonios más religiosos son los que están más satisfechos con su vida de pareja, según declaran hombres y mujeres encuestados en un nuevo estudio realizado en 11 países por el Institute for Family Studies (ver en ifstudies.org).
Entre los países encuestados se incluyen 5 países hispanoamericanos. Han colaborado la Universidad de Piura (Perú), la de La Sabana (Bogotá, Colombia), la de Los Andes (Chile) y la Panamericana de México. Se encuestaron unas 16.000 personas, de las que unas 3.700 vivían en México, Argentina, Chile, Colombia y Perú. Los otros encuestados estaban en EEUU, Canadá, Irlanda, Francia, Australia y Reino Unido. Los encuestados debían tener entre 18 y 50 años.
El objetivo principal era medir la relación entre religiosidad y satisfacción matrimonial. Se estudiaron solo los matrimonios o parejas estables (en cohabitación, al menos) de hombre con mujer, y no otras relaciones (del mismo sexo, etc...)
Las parejas más religiosas declaran índices de "calidad de la relación" más altos que las demás; esta es la tabla media de los 11 países consultados; en rojo, las mujeres, en azul los hombres
Para medir la satisfacción en la pareja se ofrecía puntuar en 4 frases:
- "Estoy satisfecho en mi relación en general con mi pareja"
- "Me siento cercano e implicado en nuestra relación"
- "Mi relación con mi pareja es más importante para mí que casi cualquier otra cosa en la vida"
- "En los últimos 12 meses, he tenido dudas serias sobre si mi relación durará"
familia_hispana_misa
Familias hispanas rezan el "Yo confieso" en misa
Los matrimonios o parejas se clasificaron en tres niveles en cuanto a su religiosidad:
- Las parejas seculares ("shared secular couples"): el entrevistado declaraba que nunca o prácticamente nunca iba a servicios religiosos, y que su pareja era igual o incluso menos religiosa. Fueron un 19% de los encuestados.
- Las parejas mixtas o poco religiosas ("less/mixed religious couples"): el encuestado va a servicios religiosos una vez al mes, o menos. En unos pocos casos (13% de esta categoría), se trata de encuestados que sí van regularmente, pero su pareja no. En total, un 60% de los entrevistados pertenecía a parejas mixtas o poco religiosas.
- Las parejas altamente religiosas ("highly religious couples"): el entrevistado declaraba ir al menos 2 o 3 veces al mes a servicios religiosos y que su pareja es igual de religiosa, o más.
Los varones más religiosos de los países hispanos (y sus esposas y parejas) están mucho más satisfechos en su vida de pareja que los poco religiosos
Un hallazgo, prácticamente en todos los países, es que en las parejas altamente religiosas, tanto varones como mujeres declaran unos niveles de calidad y satisfacción en su relación bastante más altas que en las otras parejas.
Otro hallazgo (que confirma muchos otros estudios previos sobre la materia) es que las parejas más religiosas tienen más hijos.
Las parejas de estos países hispanos que acuden poco o nada a servicios religiosos tienen, de media, 1,44 hijos; las parejas más religiosas tienen 1,8
Estos hallazgos tienen en cuenta otras causas socioeconómicas, rupturas previas, nivel económico y educativo, etc... Incluso teniendo todo eso en cuenta, las parejas religiosas destacan por tener más hijos y más satisfacción.
En los países hispanos estudiados no se pudieron establecer comparaciones significativas en algunos casos (en Argentina no aparecieron suficientes parejas muy religiosas, y en Colombia no aparecieron suficientes parejas seculares), pero los hallazgos país por país, y combinados, confirman los mismos hechos.
Así, como media de los 5 países hispanos, las parejas que acuden regularmente a servicios religiosos registraron 0,36 hijos más que las otras parejas.
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Los varones mexicanos religiosos, encantados con su vida de pareja
En Chile, los muy religiosos tienen 0,4 hijos más.
En Argentina, 0,54 hijos más.
En Colombia, 0,13 hijos más.
En México 0,35 hijos más.
Y en Perú, 0,37 hijos más que las otras parejas.
El estudio encontró además que:
- los varones peruanos y mexicanos en parejas religiosas declaraban más tener relaciones de calidad en su pareja
- en Colombia, las parejas poco religiosas declaraban menos tener relaciones de buena calidad
- las mujeres chilenas más religiosas son las que declaraban mejores relaciones de pareja
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En Colombia, probablemente el país más religioso de Sudamérica (vea más datos aquí), también los varones religiosos están muy satisfechos con su pareja
Otros datos comparativos en cada país son difíciles de hacer debido al limitado tamaño de la muestra en cada uno, pero la visión general queda clara, tanto en los países hispanos como en los otros estudiados: las parejas más religiosas (y se consideran tales las que van 2 o más veces al mes a servicios religiosos) son las más satisfechas y también las más fértiles.
[Cifras de encuestados por país: Argentina (668), Chile (1.240), Colombia (620), Mexico (677), Peru (645)]
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