5 heridas que llevan a un niño a la disforia y la tentación trans y 8 cosas que ayudan a prevenirlas
Un padre con su hijo.
`Hacen falta padres que apoyen a su hijo, que confíen en él, que sepan abrazarlo, pero que también sepan vigilarlo de cerca, que les exijan según sus capacidades, que les bendigan y que valoren´, escribe el sacerdote Óscar García Mulet.
Según el relato cada vez más oficial, la masculinidad casi siempre es "tóxica", "daña a niños y a hombres" y los roles vinculados a ella son "un lastre fisiológico" que podrían "tener un alto precio".
Junto al ataque del adoctrinamiento en ideología de género, muchos niños sufren "heridas" que minan su identidad, creando un contexto que puede llevar a una "infancia trans", que para los activistas es un tema político. Estos niños son para ellos conejillos de indias, muchas veces con consecuencias trágicas.
Este es solo uno de los relatos que ha sido recientemente abordado por Óscar García Mulet, sacerdote y religioso Cooperador de la Verdad de la Madre de Dios. Licenciado en Teología del Matrimonio y la Familia (Pontificio Instituto Teológico Juan Pablo II), colaborador del COF Mater Misericordiae y profesor de Educación Secundaria ha publicado recientemente Crecer como niños, crecer como niñas (Campomanes editores).
En el prólogo de este libro, el obispo José Ignacio Munilla cuestiona a un "nuevo orden mundial" que busca "forjar un sujeto aislado" y "marioneta del sistema". La ideología de género pide a la persona "negar la naturaleza y verla como un enemigo". El libro de García Mulet "anima a deshacer esta falacia" y, frente a ella, ofrece un sinfín de herramientas y recursos. La verdadera masculinidad y feminidad una "alternativa al modelo hedonista y narcisista de hoy".
Uno de los aspectos más tratados por el sacerdote en el libro es el del adoctrinamiento de género en las escuelas. Pero junto a este, también aborda algunas heridas de la niñez que, a la larga, dificultan que los menores asuman plenamente su propia identidad, la conexión con su cuerpo, su sexualidad y su historia.
Entre estas heridas de la infancia están:
1. El divorcio o la separación de los padres
El libro se encuentra repleto de afirmaciones sustentadas en estudios y obras científicas. Y una de ellas es que "la fuente del amor del hijo y la base de su identidad es el amor de sus padres". Por eso, "cuando éste se rompe, esta fractura le alcanza también a él". Entre las heridas que produce este fenómeno en el niño, remarca el menor tiempo que pasa con el padre, la posibilidad de perder seguridad económica y emocional, la inmadurez social y psicológica, la perspectiva sobre el comportamiento sexual, la fe, la estimulación cognitiva y académica e incluso favorecer problemas de salud, de insomnio, autocontrol o psiquiátricos.
2. El complejo de Peter Pan: adultos que no maduraron
Otra de las derivadas de la ausencia paterna es la incapacidad de enfrentar el llamado complejo de Peter Pan, en referencia a los adultos "que siguen mostrando comportamientos típicos de adolescentes" y cuya etiología se relaciona en parte a problemas con el vínculo de apego. Y frente a esa "herida del desarraigo", la función paterna "es una ayuda fundamental". "El padre ayuda al hijo a aceptar las cosas tal y como son. Y en esto consiste la educación", afirma el sacerdote.
3. El abuso sexual
El sacerdote se refiere a estudios que elevan al 25% de mujeres y 15% de varones los que reconocen haber sido víctimas de abusos en la infancia. Se trata de una "cuchillada" que "interrumpe su desarrollo sexual natural", que traumatiza a las víctimas y distorsionan sus vidas a todos los niveles, impidiendo en muchos casos "una verdadera virilidad o feminidad". Entre otras derivadas, la adicción sexual y la pornografía, la reproducción de conductas suelen estar presentes, que se pueden abordar con una amplia batería de medidas de acompañamiento propuestas por el autor.
Puedes obtener `Crecer como niños, crecer como niñas´ en la página de Campomanes editores.
4. La vergüenza tóxica
Tras distinguirla de la "vergüenza sana", el autor alude a esta como otra poderosa herida en la identidad del niño, pues "el que no se siente querido, cree que no es digno de ser amado, experimenta un rechazo hacia sí mismo, se avergüenza de ser como es, con una autoestima baja, con inseguridad y muy poca confianza en sí mismo.
Es un sentimiento profundo de verse inadecuado que lleva al autodesprecio, se vive un sufrimiento terrible con una gran soledad, que supone una ruptura -disociación- a todos los niveles del ser: corporal, psicológico y espiritual", explica el autor.
5. La pornografía: acceso temprano, cada vez más fácil
El autor alude esta "consecuencia de la revolución sexual" causante entre otras cosas de un "incremento exponencial de la pederastia" en momentos como la pandemia de Covid, cuando el tráfico de pornografía infantil creció un 500%". También menciona los ocho años de media del primer acceso a la pornografía, sufriendo en muchas ocasiones un "violento encuentro" que marcan al niño y que en muchos casos "no lo olvidan". Entre las consecuencias de ese consumo y adicción, el sacerdote explica como "la espiral de deterioro personal puede afectar incluso a la identidad sexual", de modo que ante la pornografía "no vale la ingenuidad". "Vale la pena vivir esta `batalla´ por el bien de los hijos", advierte.
Frente a estas heridas, el autor propone multitud de medidas concretas para reafirmar la identidad femenina y masculina. Respecto al niño, destaca:
1º La importancia del padre
Como García Mulet muestra a lo largo de todo el libro, "la virilidad la aporta el padre, introduce al hijo en la realidad y lo prepara para la vida. Si el niño tiene una relación fuerte con su padre, lo más seguro es que escapen de las alienaciones virtuales. Menos Internet y más actividades juntos desde pequeños: ayuda con las tareas, beso de buenas noches, paseos solos los dos, montar en bici… Y no por ello menos importante, necesitan saber que Dios existe y que su vida tiene un propósito.
2º Cuando la madre debe alejarse por el bien del hijo
Explica que lo que no aprendan con su padre y con los varones de su familia, lo buscarán en Internet o se asesorarán a través de sus compañeros de clase. O se refugiará en las faldas de mamá, que sí que le "entiende". Por eso, "en caso de masculinidad inmadura, la madre necesita imperiosamente por el bien de su hijo, tomar distancia. En este caso, es posible que el niño necesite ayuda para descubrir que a quien verdaderamente busca es a un padre cerca del que aprender, al que observar e imitar".
3º Aportar seguridad y confianza al hijo
En el corazón de todo varón palpita un interrogante: ¿Puedo, seré capaz, soy lo bastante hombre? Hacen falta padres que apoyen a su hijo, que confíen en él, que sepan abrazarlo, pero que también sepan vigilarlo de cerca, que les exijan según sus capacidades, que les bendigan y que valoren apropiadamente su masculinidad, que les enseñen a expresar sus emociones y a comunicarse con ellos.
4º Que conozcan a su padre y que tengan un buen vínculo
"Son aprendices del padre cuando le acompañan en sus obligaciones y se asocian a él, cuando hacen algo juntos. Los quehaceres cotidianos son una magnífica oportunidad para consolidar lazos comunes: bajar la basura, poner el lavavajillas, ir al supermercado, arreglar la bicicleta, ir a la farmacia o a comprar el pan. También es recomendable que conozcan su lugar de trabajo, donde pasa tantas horas del día, o que el padre les haga partícipes de sus pasiones y retos personales. Pero más que lo que puedan hacer juntos, lo más valioso es la calidad del vínculo padre-hijo".
Óscar García Mulet, y José Ignacio Munilla.
El sacerdote y autor del libro, Óscar García Mulet, junto al obispo José Ignacio Munilla, prologuista.
5º La importancia de un abrazo: "Imprescindible"
El autor encuentra en la percepción del propio cuerpo y cómo se percibe a sí mismo otro "elemento imprescindible en la configuración de la autoestima": "La carencia de contacto físico con su padre especialmente deja secuelas en el niño, porque es algo vital para su crecimiento. De hecho, Nicolosi afirma que el abrazo que no reciba de su padre de pequeño, lo buscará más tarde en otros hombres".
6º Hacer deporte… pero sin caer en narcisismo
En sí mismos, el ejercicio y el deporte, el trabajo corporal -a riesgo del exceso narcisista- son esenciales para el varón. Y más cuando se convierte en una experiencia compartida. También da muy buen resultado otros deportes como la escalada, rocódromo, artes marciales…
7º Enseñarles a ser héroes y el sentido de la vida "es decisivo"
También recurre a otra especialista, la neuropsiquiatra Mariolina Ceriotti, para remarcar que la dimensión social y "saber invertir su realidad en algo que tenga sentido y perdure" es un elemento "decisivo" para la masculinidad, como "la dimensión heroica" o la "valentía del varón", siempre distinguiéndose el acto heroico -dispuesto a afrontar riesgos y sacrificios si es por una noble causa- del temerario -centrado en uno mismo y vinculado a la personalidad narcisista-".
8º Para educadores: no ridiculizar y ganarse su confianza
También advierte a los educadores, especialmente cuando observen que en el trato con compañeros el niño "se siente torpe en el trato con los de su sexo", cuando no sabe cómo actuar o no acierta a vivir con otros porque se siente inferior. Al percibirlo, dice García Mulet, el educador "ha de tener en cuenta que sería un grave error corregir directamente este comportamiento, ridiculizándolo o avergonzándolo. Lo primero debería ser ganarse su confianza y establecer una vinculación sana con él. Después, dada la inseguridad y los miedos que padece en el mundo viril, con delicadeza se debe conducirlo como un imán hacia las realidades masculinas".
Fuente: Religión en Libertad
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