miércoles, 20 de noviembre de 2024

Santo Evangelio 20 de noviembre 2024

 


Texto del Evangelio (Lc 19,11-28):

 En aquel tiempo, Jesús estaba cerca de Jerusalén y añadió una parábola, pues los que le acompañaban creían que el Reino de Dios aparecería de un momento a otro. Dijo pues: «Un hombre noble marchó a un país lejano, para recibir la investidura real y volverse. Habiendo llamado a diez siervos suyos, les dio diez minas y les dijo: ‘Negociad hasta que vuelva’. Pero sus ciudadanos le odiaban y enviaron detrás de él una embajada que dijese: ‘No queremos que ése reine sobre nosotros’.

»Y sucedió que, cuando regresó, después de recibir la investidura real, mandó llamar a aquellos siervos suyos, a los que había dado el dinero, para saber lo que había ganado cada uno. Se presentó el primero y dijo: ‘Señor, tu mina ha producido diez minas’. Le respondió: ‘¡Muy bien, siervo bueno!; ya que has sido fiel en lo mínimo, toma el gobierno de diez ciudades’. Vino el segundo y dijo: ‘Tu mina, Señor, ha producido cinco minas’. Dijo a éste: ‘Ponte tú también al mando de cinco ciudades’. Vino el otro y dijo: ‘Señor, aquí tienes tu mina, que he tenido guardada en un lienzo; pues tenía miedo de ti, que eres un hombre severo; que tomas lo que no pusiste, y cosechas lo que no sembraste’. Dícele: ‘Por tu propia boca te juzgo, siervo malo; sabías que yo soy un hombre severo, que tomo lo que no puse y cosecho lo que no sembré; pues, ¿por qué no colocaste mi dinero en el banco? Y así, al volver yo, lo habría cobrado con los intereses’.

»Y dijo a los presentes: ‘Quitadle la mina y dádsela al que tiene las diez minas’. Dijéronle: ‘Señor, tiene ya diez minas’. ‘Os digo que a todo el que tiene, se le dará; pero al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará. Y aquellos enemigos míos, los que no quisieron que yo reinara sobre ellos, traedlos aquí y matadlos delante de mí’».

Y habiendo dicho esto, marchaba por delante subiendo a Jerusalén.



«Negociad hasta que vuelva»


P. Pere SUÑER i Puig SJ

(Barcelona, España)

Hoy, el Evangelio nos propone la parábola de las minas: una cantidad de dinero que aquel noble repartió entre sus siervos, antes de marchar de viaje. Primero, fijémonos en la ocasión que provoca la parábola de Jesús. Él iba “subiendo” a Jerusalén, donde le esperaba la pasión y la consiguiente resurrección. Los discípulos «creían que el Reino de Dios aparecería de un momento a otro» (Lc 19,11). Es en estas circunstancias cuando Jesús propone esta parábola. Con ella, Jesús nos enseña que hemos de hacer rendir los dones y cualidades que Él nos ha dado, mejor dicho, que nos ha dejado a cada uno. No son “nuestros” de manera que podamos hacer con ellos lo que queramos. Él nos los ha dejado para que los hagamos rendir. Quienes han hecho rendir las minas —más o menos— son alabados y premiados por su Señor. Es el siervo perezoso, que guardó el dinero en un pañuelo sin hacerlo rendir, el que es reprendido y condenado.

El cristiano, pues, ha de esperar —¡claro está!— el regreso de su Señor, Jesús. Pero con dos condiciones, si se quiere que el encuentro sea amistoso. La primera es que aleje la curiosidad malsana de querer saber la hora de la solemne y victoriosa vuelta del Señor. Vendrá, dice en otro lugar, cuando menos lo pensemos. ¡Fuera, por tanto, especulaciones sobre esto! Esperamos con esperanza, pero en una espera confiada sin malsana curiosidad. La segunda es que no perdamos el tiempo. La espera del encuentro y del final gozoso no puede ser excusa para no tomarnos en serio el momento presente. Precisamente, porque la alegría y el gozo del encuentro final será tanto mejor cuanto mayor sea la aportación que cada uno haya hecho por la causa del reino en la vida presente.

No falta, tampoco aquí, la grave advertencia de Jesús a los que se rebelan contra Él: «Aquellos enemigos míos, los que no quisieron que yo reinara sobre ellos, traedlos aquí y matadlos delante de mí» (Lc 19,27).


España es de lo peor en familia y natalidad, denuncia Argüello en su discurso ante todos los obispos



 España es de lo peor en familia y natalidad, denuncia Argüello en su discurso ante todos los obispos

Luis Argüello, presidente de la Conferencia Episcopal Española, en la Plenaria de Noviembre de 2024

Demografía, trabajo, vivienda y "convivencia política" han sido los cuatro grandes temas que ha abordado el presidente de la Conferencia Episcopal Española, Luis Argüello, en su discurso inicial este lunes, al empezar la 126ª Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española en su sede madrileña de la calle Añastro.

"España es el farolillo rojo en políticas familiares de protección de la familia y promoción de la natalidad", ha denunciado el arzobispo de Valladolid (farolillo rojo es el último en la vuelta ciclista en Francia).

La Plenaria abordará, entre otras cuestiones, el Plan de Reparación para víctimas de abusos, la inmigración, la pastoral juvenil, la reforma de los seminarios según las directrices de la Santa Sede, el Sínodo de la Sinodalidad, el Jubileo 2025 y el Congreso nacional de Vocaciones que se celebrará en Madrid del 7 al 9 de febrero.

Los obispos "novatos" en este encuentro son Antonio José Valín, nuevo obispo de Tui-Vigo desde julio; Josep-Lluís Serrano Pentinat, obispo coadjutor de Urgel desde julio; el dominico Xabier Gómez García, que será consagrado obispo de Sant Feliu el 30 de noviembre; y los dos futuros obispos auxiliares de Valencia, anunciados el 6 de noviembre, Fernando Enrique Ramón Casas y Arturo Javier García Pérez.

En su análisis de la situación del país, Luis Argüello, arzobispo de Valladolid, ha querido resumir la situación de España (siempre enmarcada en su contexto internacional), oscilando entre la esperanza que ofrece la fe, y la desesperanza de un mundo sin ánimo y volcado en distracciones efímeras.

Contra los paraísos engañosos, la esperanza y misterio de Cristo

"El mercado y las ideologías acuden a la cita y ofrecen 'paraísos' para enmascarar la nada que anuncia la desesperanza y consolar las melancolías y angustias que genera la incertidumbre", advirtió el arzobispo Argüello. Por el contrario, los cristianos, que son "peregrinos de esperanza" saben que "el mal, el sufrimiento, la muerte, el amor, el sentido... no son problemas que ciencias o ideologías puedan solucionar sino misterio, a los que el misterio innombrable y ahora nombrado: «Jesús, Cristo, Señor», puede iluminar y sanar".

Argüello ha concretado en 4 puntos su análisis sobre el país.

1. El reto de la demografía

En la versión que leyó no se detuvo en todas las cifras que recoge su texto, pero son muchas y concretas:

- Los nacimientos anuales en España en 2022 son un 27% menos que en 2012;

- La media de hijos por mujer en edad fértil en España es de 1,16 en 2022 (madres españolas: 1,12, extranjeras: 1,35)M

- Cada año hay unos cien mil abortos, que podrían solucionar el 40% del déficit demográfico español;

- Dijo que en 2022 murieron 135.000 personas más que las que nacieron; no detalló que desde 2015 hay más muertes que nacimientos (¡pronto se cumplirá una década así!);

- En España hay 8,5 millones de personas nacidas en el extranjero, 2 millones ya tienen nacionalidad española;

- Cuatro de cada cinco matrimonios son civiles, y no religiosos;

- En los últimos diez años el número de menores afectados por la ruptura de sus padres llega casi al millón;

- El número de hijos nacidos fuera del matrimonio en 2022 superó el 50 %;

- los españoles se casan poco y tarde: a los 35,3 años los que lo hacen por primera vez;

- hay más solteros que casados;

- la acumulación de solteros, divorciados y separados, y la escasez y debilidad de los matrimonios lleva a una "sociedad amatrimonial".

Hay causas económicas y "de vivienda", y causas sociales, "un entorno que no valora a los matrimonios como la mejor forma de convivencia" y "medios de comunicación" que "atacan y denigran a la institución y plantean modelos alternativos", "elogian la bondad de la falta de vínculos y la asunción del divorcio sin drama", "empuja a los casados, ante cualquier crisis, hacia la ruptura como la única salida sin ofrecer la alternativa de la mediación y la reconciliación".

Los niños se plantean como "lastre para la mujer" y "son malos para el planeta"; "la idea que se transmite es que tener hijos es negativo", denuncia el texto del arzobispo.

Así, disminuye la natalidad por "los ritmos frenéticos de la vida, los temores ante el futuro, la falta de garantías laborales y tutelas sociales" y también por leyes, porque "desde el Estado se promueven medidas y legislaciones que agravan dichos problemas. España es el farolillo rojo en políticas familiares de protección de la familia y promoción de la natalidad" (se denomina 'farolillo rojo' al ciclista que ocupa la última posición al finalizar el Tour de Francia).

Personas solas (con sus riesgos de tristeza, depresión, etc...), familias quebradizas, "quiebra demográfica", "invierno demográfico"... Ante este reto, los cristianos ofrecen al país apertura a la vida, matrimonios y "una alianza social para la esperanza", dijo el obispo, porque "si hay esperanza se está dispuesto a dar la vida y transmitir la vida".



De izquierda a derecha, el cardenal Rouco (tiene 88 años), el cardenal Cobo, el arzobispo Argüello, el cardenal Omella (78 años) y el cardenal Blázquez (82 años).

Rouco, Cobo, Argüello, Omella y Blázquez en la Asamblea Plenaria de obispos de noviembre 2024

El reto de la vivienda

La vivienda (su escasez, o su precio inalcanzable) es un tema técnico, con pocos elementos doctrinales, pero el arzobispo quiso dar muchos datos y detalles.

España tendría 26,6 millones de viviendas, de las que 3,8 están vacías y otros 3,4 se usan poco, por lo general un mes en verano (o invierno). Hay 2 millones más de "hogares" que hace diez años, pero con menos gente cada uno. Cinco millones de hogares, el 27 %, son unipersonales y 3,1 millones son de pareja sin hijos; 2,5 millones de hogares tienen un único progenitor en casa (casi siempre una mujer sola).

Tan solo el 7,4% de hogares tienen 5 o más personas, a veces con varias familias por los precios de la vivienda y alquiler. "Hay cada vez a más personas en hogares compartidos. Algo que antes pasaba a los 20 años ahora pasa en personas de 30 o 40 años", avisa el arzobispo.

También detalló que hay 380.000 personas en 5.000 residencias para ancianos, y 50.000 personas en 1.400 residencias para discapacitados; muchos de esos centros los gestionan entidades católicas.

El reto del desempleo y el trabajo malo

En España está en paro el 11,2% de la población activa (2,7 millones de personas), pero entre los jóvenes supera el 26%. Hay mucha temporalidad, salarios bajos y problemas de conciliación. A menudo, sus condiciones no son decentes. Hay 7 millones de personas "en riesgo de pobreza con ingresos inferiores a 916 euros mensuales por unidad de consumo".

Otras veces, hay jóvenes y no tan jóvenes que rechazan ciertos trabajos porque valoran mucho su tiempo libre, capacidad de autonomía, libertad... La Seguridad Social detectó un 40% más de bajas por dimisión. La pandemia del coronavirus convenció a muchos de que no necesitaban tanta dinero y sí necesitaban pasar más tiempo con sus seres queridos: muchos, cuando pueden exigen el teletrabajo y la flexibilidad horaria, apunta el arzobispo citando sociólogos.

Los inmigrantes aportan trabajadores e hijos a escuelas con riesgo de cerrar, pero "tiran de las condiciones laborales hacia abajo".

"Muchas organizaciones eclesiales, entre ellas la práctica totalidad de las Cáritas diocesanas han secundado la iniciativa legislativa popular por la regularización extraordinaria de personas extranjeras en España, unas 500.000 que llevan ya más de tres años viviendo, en muchos casos trabajando entre nosotros y teniendo hijos nacidos ya en España. No hay otra alternativa: o se las expulsa —y el Estado sabe que no puede hacerlo—, o se las acoge en la legalidad. La actual tierra de nadie es inaceptable", dice, lapidario, el texto del arzobispo, que remite a la exhortación pastoral Comunidades acogedoras y misioneras.

Argüello detalló que "la Iglesia anima a abordar las causas que obligan a salir de la propia tierra, afirmando el derecho a no emigrar, a combatir a las organizaciones que trafican con los emigrantes", y se aprovechan de ellos con atropellos. La Iglesia reconoce el derecho de los Estados de regular los flujos migratorios la Iglesia repite los 4 verbos que ha usado el Papa Francisco sobre estos asuntos: acoger, proteger, promover e integrar "a los que llegan al lado de nuestra casa".

El reto de  la convivencia política

Argüello denuncia que muchas decisiones internacionales las toman grandes corporaciones, más poderosas que Estados, que provocan empobrecimientos, desastres ambientales y emigración de los empobrecidos. Cita a analistas que detectan "dialéctica populista y polarizada, en un clima cultural de posverdad".

También habla de líderes que quieren crear democracias "más autoritarias, con poderes fuertes o semidictatoriales", suprimiendo de facto la separación de poderes, por ejemplo. En el caso de España, "tiene características propias"; por un lado, denuncia un "mantenimiento artificial de «las dos Españas» al servicio de la conquista o mantenimiento del poder"; por otro, la diversidad y las "dificultades para armonizar una nación política de nacionalidades y regiones".

Argüello anima a superar "populismo y polarización" y a "renunciar a la posverdad que legitima la mentira como instrumento político".

"Es un desafío que no podemos dejar solo en manos de los políticos, pues precisa el compromiso ciudadano de muchos", matiza. Sólo enuncia un ejemplo concreto de esta acción ciudadana: un encuentro en su propia diócesis de Valladolid, el 8 y 9 de noviembre, la XLIV Semana Social, "gozosa experiencia a favor del encuentro social".




El reto de reconstruir tras las riadas

Tras las inundaciones en Valencia y otras regiones, salen preguntas dolorosas: "¿quién tiene la culpa?, ¿quién hace justicia a los muertos?" Se ha visto a voluntarios generosos y también a gente dedicada a la rapiña y el saqueo. Argüello enumera argumentos que hablan de ecologismo, calentamiento, el urbanismo de décadas... pero concluye: "Con la culpa podemos jugar ad infinitum. Si al menos sirviera para descubrir una culpa originaria, un misterio de iniquidad que rompe la armonía, no solo entre los corazones, sino también en el cosmos que muestra el rostro feroz del caos en tantas ocasiones".

"Reducidos nosotros a consumidores y votantes, mercado y Estado nos proponen una salvación, ¡el progreso!, que no basta. Pero, la tragedia ha vuelto a despertar un alma común y fraterna, un deseo de compartir y ayudar, un don que no es comercio y un compromiso que no es voto", escribe.

Los partidos, de izquierda o derecha, se retroalimentan

"La acción política prefiere un ciudadano desvinculado y desmotivado, incluidos los llamados militantes de los partidos que, mayoritariamente, han dejado de formarse, de debatir y de contribuir a la toma de decisiones de sus dirigentes", explica el arzobispo, que en su juventud fue militante de partidos políticos de izquierda.

"Los partidos autodenominados progresistas, críticos del sistema económico dominante, promueven y defienden antropologías radicalmente insolidarias en el campo de la vida, los afectos y el «empoderamiento» de identidades parciales y desvinculadas, lo que les hace abandonar de facto una propuesta de verdadera innovación económica y social; mientras los partidos que se resisten a ser denominados conservadores y que, aun con la boca pequeña algunos, dicen defender vida, familia y subjetividad de la sociedad, promueven y defienden un sistema económico y una manera de ejercer la política que promueve la misma práctica antropológica que sus adversarios políticos promueven sin complejos. Una concepción individualista del ciudadano los une, aun sin saberlo o a sabiendas. Y sus prácticas políticas, muy enfrentadas en el foro y en los medios, se complementan y retroalimentan".

Cuatro grandes preguntas

"La pregunta quizás no sea si el capitalismo funciona, sino qué tipo de humanidad produce; qué está haciendo la economía capitalista contemporánea con el hombre", plantea para la reflexión el arzobispo.

"La pregunta no es si la democracia es el mejor de los sistemas de gobierno, sino, unida al estado del bienestar, qué tipo de ciudadanos genera, cuál es su protagonismo social y que consecuencias provoca", continua.

"La pregunta no es si tiene sentido innovar y crecer en el sistema globalizado con la irrupción de las nuevas tecnologías, si no qué significa el progreso del hombre, cómo salvaguardar su humanidad y dignidad y cuál es su lugar en la relación con los animales, las plantas y las máquinas en un horizonte poshumano alentado por muchos", añadió.

"En definitiva, hemos de hacernos la pregunta central: ¿qué es ser hombre, varón y mujer? No encuentro mejor manera de adentrarme en este misterio más que la mano del Concilio Vaticano II".

Ante las grandes preguntas, la Iglesia propone a Jesucristo y la fuerza del Espíritu Santo, para "responder a su máxima vocación".

Animar a la vocación

En febrero, Conferencia Episcopal impulsa un gran Congreso Vocacional y está hablando continuamente de vocaciones. "Queremos girar nuestra acción hacia una pastoral de la obediencia y de la santidad que no anula la libertad", afirma el texto del arzobispo.

En esa línea agradece "el trabajo conjunto de cuatro Comisiones episcopales (Clero y Seminarios, Vida Consagrada, Laicos, Familia y Vida con sus dos Subcomisiones de Familia y Juventud e Infancia, y Misiones) a las que se ha añadido el Secretariado para el Sostenimiento de la Iglesia con la espléndida campaña «¿Y si lo que buscas está en tu interior?», que hemos conocido en estas semanas. La Iglesia precisa recursos económicos, pero, sobre todo, necesita personas".

Campaña: Y si lo que buscas está en tu interior...


Ante los retos de hoy, retoma para finalizar su discurso el tema de la esperanza, citando la Spes non confundit, 25, del Papa Francisco. "Dejémonos atraer desde ahora por la esperanza y permitamos que a través de nosotros sea contagiosa para cuántos la desean. Que nuestra vida pueda decirles: «Espera en el Señor y sé fuerte; ten valor y espera en el Señor» (Sal 27,14)".

Fuente: Religión en Libertad 

martes, 19 de noviembre de 2024

Santo Evangelio 19 de noviembre 2024

 


Texto del Evangelio (Lc 19,1-10):

 En aquel tiempo, habiendo entrado Jesús en Jericó, atravesaba la ciudad. Había un hombre llamado Zaqueo, que era jefe de publicanos, y rico. Trataba de ver quién era Jesús, pero no podía a causa de la gente, porque era de pequeña estatura. Se adelantó corriendo y se subió a un sicómoro para verle, pues iba a pasar por allí. Y cuando Jesús llegó a aquel sitio, alzando la vista, le dijo: «Zaqueo, baja pronto; porque conviene que hoy me quede yo en tu casa». Se apresuró a bajar y le recibió con alegría.

Al verlo, todos murmuraban diciendo: «Ha ido a hospedarse a casa de un hombre pecador». Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor: «Daré, Señor, la mitad de mis bienes a los pobres; y si en algo defraudé a alguien, le devolveré el cuádruplo». Jesús le dijo: «Hoy ha llegado la salvación a esta casa, porque también éste es hijo de Abraham, pues el Hijo del hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido».



«El Hijo del hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido»


Rev. D. Enric RIBAS i Baciana

(Barcelona, España)

Hoy, Zaqueo soy yo. Este personaje era rico y jefe de publicanos; yo tengo más de lo que necesito y quizás muchas veces actúo como un publicano y me olvido de Cristo. Jesús, entre la multitud, busca a Zaqueo; hoy, en medio de este mundo, me busca a mí precisamente: «Baja pronto; porque conviene que hoy me quede yo en tu casa» (Lc 19,5).

Zaqueo desea ver a Jesús; no lo conseguirá si no se esfuerza y sube al árbol. ¡Quisiera yo ver tantas veces la acción de Dios!, pero no sé si verdaderamente estoy dispuesto a hacer el ridículo obrando como Zaqueo. La disposición del jefe de publicanos de Jericó es necesaria para que Jesús pueda actuar; y, si no se apremia, quizás pierda la única oportunidad de ser tocado por Dios y, así, ser salvado. Quizás yo he tenido muchas ocasiones de encontrarme con Jesús y quizás ya va siendo hora de ser valiente, de salir de casa, de encontrarme con Él y de invitarle a entrar en mi interior, para que Él pueda decir también de mí: «Hoy ha llegado la salvación a esta casa, porque también éste es hijo de Abraham, pues el Hijo del hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido» (Lc 19,9-10).

Zaqueo deja entrar a Jesús en su casa y en su corazón, aunque no se sienta muy digno de tal visita. En él, la conversión es total: empieza con la renuncia a la ambición de riquezas, continúa con el propósito de compartir sus bienes y acaba con la resolución de hacer justicia, corrigiendo los pecados que ha cometido. Quizás Jesús me está pidiendo algo similar desde hace tiempo, pero yo no quiero escucharle y hago oídos sordos; necesito convertirme.

Decía san Máximo: «Nada hay más querido y agradable a Dios como que los hombres se conviertan a Él con un arrepentimiento sincero». Que Él me ayude hoy a hacerlo realidad.


lunes, 18 de noviembre de 2024

Santo Evangelio 18 de noviembre 2024

 


Texto del Evangelio (Lc 18,35-43)

 En aquel tiempo, sucedió que, al acercarse Jesús a Jericó, estaba un ciego sentado junto al camino pidiendo limosna; al oír que pasaba gente, preguntó qué era aquello. Le informaron que pasaba Jesús el Nazareno y empezó a gritar, diciendo: «¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí!». Los que iban delante le increpaban para que se callara, pero él gritaba mucho más: «¡Hijo de David, ten compasión de mí!». Jesús se detuvo, y mandó que se lo trajeran y, cuando se hubo acercado, le preguntó: «¿Qué quieres que te haga?». Él dijo: «¡Señor, que vea!». Jesús le dijo: «Ve. Tu fe te ha salvado». Y al instante recobró la vista, y le seguía glorificando a Dios. Y todo el pueblo, al verlo, alabó a Dios



«Tu fe te ha salvado»


Rev. D. Antoni CAROL i Hostench

(Sant Cugat del Vallès, Barcelona, España)

Hoy, el ciego Bartimeo (cf. Mc 10,46) nos provee toda una lección de fe, manifestada con franca sencillez ante Cristo. ¡Cuántas veces nos iría bien repetir la misma exclamación de Bartimeo!: «¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí!» (Lc 18,37). ¡Es tan provechoso para nuestra alma sentirnos indigentes! El hecho es que lo somos y que, desgraciadamente, pocas veces lo reconocemos de verdad. Y..., claro está: hacemos el ridículo. Así nos lo advierte san Pablo: «¿Qué tienes que no lo hayas recibido? Y si lo has recibido, ¿por qué te glorías como si no lo hubieras recibido?» (1Cor 4,7).

A Bartimeo no le da vergüenza sentirse así. En no pocas ocasiones, la sociedad, la cultura de lo que es “políticamente correcto”, querrán hacernos callar: con Bartimeo no lo consiguieron. Él no se “arrugó”. A pesar de que «le increpaban para que se callara, (...) él gritaba mucho más: ‘¡Hijo de David, ten compasión de mí!’» (Lc 18,39). ¡Qué maravilla! Da ganas de decir: —Gracias, Bartimeo, por este ejemplo.

Y vale la pena hacerlo como él, porque Jesús escucha. ¡Y escucha siempre!, por más jaleo que algunos organicen a nuestro alrededor. La confianza sencilla —sin miramientos— de Bartimeo desarma a Jesús y le roba el corazón: «Mandó que se lo trajeran y (...) le preguntó: «¿Qué quieres que te haga?» (Lc 18,40-41). Delante de tanta fe, ¡Jesús no se anda con rodeos! Y... Bartimeo tampoco: «¡Señor, que vea!» (Lc 18,41). Dicho y hecho: «Ve. Tu fe te ha salvado» (Lc 18,42). Resulta que «la fe, si es fuerte, defiende toda la casa» (San Ambrosio), es decir, lo puede todo.

Él lo es todo; Él nos lo da todo. Entonces, ¿qué otra cosa podemos hacer ante Él, sino darle una respuesta de fe? Y esta “respuesta de fe” equivale a “dejarse encontrar” por este Dios que —movido por su afecto de Padre— nos busca desde siempre. Dios no se nos impone, pero pasa frecuentemente muy cerca de nosotros: aprendamos la lección de Bartimeo y... ¡no lo dejemos pasar de largo!

Luchador japonés, una lesión le iba a dejar postrado: visitó a la Virgen de Guadalupe y Dios le tocó

 


Luchador japonés, una lesión le iba a dejar postrado: visitó a la Virgen de Guadalupe y Dios le tocó

Okumura

"Siempre dando gracias a Dios, no solo por la lucha, sino también por mi vida, y por la vida de todos. No he dejado de hablar con Dios", reconoce el luchador de origen japonés Shigeo Okumura.

"Soy un mexicano de adopción de origen japonés. De formación budista pasé a ser católico y devoto de la Virgen de Guadalupe". Este podría ser el currículum vitae del siguiente personaje: el luchador Shigeo Okumura. El portal Desde la fe, por medio de Jorge Reyes, le hizo una entrevista donde cuenta el motivo por el que empezó a buscar a Dios.

Hace 20 años "el Tifón de Osaka", Shigeo Okumura, llegó a tierras mexicanas para dominar la lucha libre y cumplir con su sueño más grande, formar parte de los mejores gladiadores del mundo y ser un referente para los aficionados. El integrante de la llamada "Ola Amarilla" es, además, un ferviente católico, que se rinde ante la Virgen de Guadalupe.

Una vida de superación

Sin embargo, hasta el más rudo de los luchadores puede sentirse un día inútil debido a una lesión, y más cuando esta no solo pone en riesgo su carrera, sino que puede provocar que pase el resto de su vida postrado en una silla de ruedas. Es lo que le ocurrió a Okumur cuando sufrió una grave lesión cervical. Tras la que, milagrosamente, no solo se mantuvo en activo, sino que incluso provocó su conversión al catolicismo.

"Tenía dos sueños: ser beisbolista o luchador profesional. ¡Gracias a Dios pude ser luchador!", recuerda Shigeo Okumura. El luchador relata que, cuando era pequeño, el deporte que practicaba en su Japón natal era el béisbol, en donde se desempeñaba como pitcher, pero a los ocho años, sufrió el desgaste en el brazo por los constantes lanzamientos y una fuerte lesión le obligó a tener que abandonar esta disciplina.

Dejar su vida como beisbolista le causó una gran tristeza, pero pronto encontró consuelo en la lucha libre, primero como espectador, viéndola en la televisión, cuando sus padres le dejaban, sobre todo a los luchadores mexicanos, y, después, practicándola, en Ikeda, una ciudad situada en la Prefectura de Osaka, Japón.

Estuvo ocho años como aficionado de la lucha libre japonesa, y, a los 17 años, empezó su formación como luchador, bajo la dirección del gran luchador japonés Masanobu Kurisu. Tras prepararse durante cinco años, debutó el 31 de diciembre de 1994 como luchador independiente en Japón. Después de 10 años de pelear, llegó a México en 2004 para integrarse por un año en el Consejo Mundial de Lucha Libre y enfrentarse a los mexicanos, con el objetivo de aprender el estilo e incorporarlo a su técnica.



"La lucha es mi vida hasta hoy, llevo 29 años de carrera como profesional, este fin de año voy a cumplir 30 años desde que debuté. Era un sueño. Después de convertirme en luchador profesional tampoco imaginaba seguir viviendo de la lucha, dedicarme a ella como mi profesión. Nunca lo pensé…, todo estaba fuera de mis planes, pero es mi vida", comenta.

El paso de Okumura por la lucha libre ha estado lleno de éxitos. Sin embargo, los peores golpes anímicos se los han provocado las diversas lesiones. "He tenido lesiones cervicales; me operaron tres veces del ojo derecho, que me movía el músculo de tanto golpe; mis dos hombros se han fracturado; el ligamento de mi rodilla derecha estaba roto; me operaron de apendicitis", detalla el Tifón de Osaka.

Habituado a duros combates, Shigeo Okumura tuvo su lucha más difícil fuera del ring: durante un entrenamiento que realizaba en la llamada Catedral de la Lucha Libre, la Arena México, en el año 2017, sufrió una grave lesión cervical que, de acuerdo con las opiniones de los doctores y especialistas, difícilmente le permitirían seguir su carrera como luchador, corría el riegos de quedar postrado.

"Tuve una lesión en 2017 y me fracturé las cervicales 6 y 7. Fue un accidente, fue un entrenamiento en la Arena México. Fue muy difícil y, en ese momento, tres especialistas que me evaluaron, todos me decían: 'Jamás podrás volver a luchar y olvídate de la lucha libre, si vuelves a luchar tendrás la posibilidad de vivir en una silla de ruedas'", recuerda.

Recuperación milagrosa

Shigeo Okumura no se quedó quieto y buscó una nueva opinión y decidió viajar a Japón. "La lucha libre es mi vida y yo no puedo decir 'ok doctor, ok doctor, me voy de la lucha libre'. No puedo decir eso, es mi vida, por la lucha libre vine a México y no puedo decir 'ok, ya me voy'", comenta.

El especialista japonés descubrió que estaba fracturado y roto un ligamento, ubicado entre la sexta y la séptima vértebra, y le propuso que podría realizar la intervención, pero también le advirtió de que la recuperación podría ser de hasta dos años, sin garantizar que pudiera retomar la lucha libre de inmediato. Con este panorama, el Tifón de Osaka fue operado el 18 de abril de 2017 y decidió volver a México.


Al regresar a la Ciudad de México, Okumura solo sabía que la operación había salido bien, pero todavía existía la incertidumbre sobre su regreso a la lucha libre, lo que le generaba un gran "sufrimiento". Al verlo en ese estado de tristeza, su entorno le plateó la posibilidad de visitar a la Virgen de Guadalupe, para pedirle su intercesión, para que su recuperación fuera total y le permitiera seguir practicando esta profesión.

Pese a su formación budista, Shigeo Okumura accedió con agrado: "En ese momento estaba sufriendo, y fui a la Basílica de Guadalupe a dar gracias". La respuesta de la Virgen a las súplicas del luchador japonés no se hizo esperar y para mayo de 2017, un mes después de su intervención quirúrgica, el Tifón de Osaka sintió una mejoría y, aunque todavía llevaba un collarín, empezó a ir al gimnasio para correr y levantar pesas.

"Siempre pedía a Dios que me ayudara. Era el momento de acercarme a Él", cuenta. La recuperación del luchador nipón sorprendió a sus médicos, en especial al japonés que lo había operado, y más cuando a los nueve meses de haber sufrido la lesión reapareció en los cuadriláteros. "Es un milagro. El doctor que me operó me dijo que, normalmente, en caso de que pudiera regresar a la actividad, tardaría un año y medio o dos, pero yo a los nueve meses pude regresar, un milagro", explica con una sonrisa.

Shigeo Okumura no deja de reconocer que su milagrosa recuperación y su regreso al deporte fue una bendición de la Virgen de Guadalupe. Desde entonces, no deja de dar gracias a Dios por el favor recibido, y la mejor manera que tiene de demostrarlo es llevar a cabo su formación católica y asistir a misa lo más que pueda.



"Siempre dando gracias a Dios, no solo por la lucha, sino también por mi vida, y por la vida de todos. No he dejado de hablar con Dios. Por la mañana, cuando despierto, antes de dormir, y antes de subir al ring. Es muy importante, porque puedo subir al ring y no saber cómo voy a regresar", señala.

Sobre si lee o estudia la Biblia, comenta: "Sí, pero me falta muchísimo, pero sí, ahí voy, poco a poco. Desde que tuve el acercamiento, siempre pido a Dios que me ayude, como luchador y fuera de lucha, siempre hay que seguir pidiendo. Me falta muchísimo por estudiar, muchísimo, pero soy humano, voy paso por paso, poco a poco, voy a seguir estudiando". Y, sobre la Virgen de Guadalupe, asegura que allá donde va siempre le acompaña.  

Fuente: Religion en libertad

domingo, 17 de noviembre de 2024

Santo Evangelio 17 de Noviembre 2024

 


Texto del Evangelio (Mc 13,24-32):

 En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «En aquellos días, después de la tribulación aquella, el sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor, y los astros estarán cayendo del cielo, y las fuerzas que hay en los cielos serán sacudidas. Entonces, verán al Hijo del hombre viniendo en las nubes con gran poder y gloria. Y entonces enviará a los ángeles, y congregará a sus elegidos de los cuatro vientos, desde la extremidad de la tierra hasta la extremidad del cielo.

»De la higuera aprended la semejanza: cuando ya sus ramas se ponen tiernas, y brotan las hojas, conocéis que el verano está cerca; así también, cuando veáis suceder todo esto, sabed que Él está cerca, a las puertas. En verdad, os digo, la generación ésta no pasará sin que todas estas cosas se hayan efectuado. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán. Mas en cuanto al día y la hora, nadie sabe, ni los mismos ángeles del cielo, ni el Hijo, sino el Padre».



«Él está cerca»


Rev. D. Pedro IGLESIAS Martínez

(Ripollet, Barcelona, España)

Hoy recordamos cómo, al comienzo del año litúrgico, la Iglesia nos preparaba para la primera llegada de Cristo que nos trae la salvación. A dos semanas del final del año, nos prepara para la segunda venida, aquella en la que se pronunciará la última y definitiva palabra sobre cada uno de nosotros.

Ante el Evangelio de hoy podemos pensar que “largo me lo fiais”, pero «Él está cerca» (Mc 13,29). Y, sin embargo, resulta molesto —¡hasta incorrecto!— en nuestra sociedad aludir a la muerte. Sin embargo, no podemos hablar de resurrección sin pensar que hemos de morir. El fin del mundo se origina para cada uno de nosotros el día que fallezcamos, momento en el que terminará el tiempo que se nos habrá dado para optar. El Evangelio es siempre una Buena Noticia y el Dios de Cristo es Dios de Vida: ¿por qué ese miedo?; ¿acaso por nuestra falta de esperanza?

Ante la inmediatez de ese juicio hemos de saber convertirnos en jueces severos, no de los demás, sino de nosotros mismos. No caer en la trampa de la autojustificación, del relativismo o del “yo no lo veo así”... Jesucristo se nos da a través de la Iglesia y, con Él, los medios y recursos para que ese juicio universal no sea el día de nuestra condenación, sino un espectáculo muy interesante, en el que por fin, se harán públicas las verdades más ocultas de los conflictos que tanto han atormentado a los hombres.

La Iglesia anuncia que tenemos un salvador, Cristo, el Señor. ¡Menos miedos y más coherencia en nuestro actuar con lo que creemos! «Cuando lleguemos a la presencia de Dios, se nos preguntarán dos cosas: si estábamos en la Iglesia y si trabajábamos en la Iglesia; todo lo demás no tiene valor» (San J.H. Newman). La Iglesia no sólo nos enseña una forma de morir, sino una forma de vivir para poder resucitar. Porque lo que predica no es su mensaje, sino el de Aquél cuya palabra es fuente de vida. Sólo desde esta esperanza afrontaremos con serenidad el juicio de Dios.


Tienen 18 hijos, varios adoptados, y la fe es su pilar: ofrecen 4 consejos útiles para toda familia



 Tienen 18 hijos, varios adoptados, y la fe es su pilar: ofrecen 4 consejos útiles para toda familia

La familia King.

Los King son una familia con 18 hijos en la que la fe es el centro de su vida

Por donde van llaman la atención. Son un testimonio andante porque no es nada común ver a una familia de 18 hijos, pero ellos quieren aprovechar su situación para evangelizar y mostrar el amor de Dios manifestado en la familia."Nuestra fe católica es la que nos define”, afirman los King, un matrimonio con una familia inmensa en Estados Unidos.

Las familias numerosas muestran cómo los hijos son una bendición y no una carga, tal y como parece hoy en día en la sociedad occidental.

20 años de matrimonio, 18 hijos

Troy y Christy King son un caso excepcional pues cumplen 27 años de matrimonio y tienen 18 hijos. Aunque este número es gracias en parte a que esta apertura a la vida la han tenido también a través de la adopción, pues más de la mitad llegaron a casa una vez ya nacidos.

Troy, dentista infantil en Florida, cuenta que “estar abierto a la vida ha tomado un nuevo significado para mí desde que adoptamos nuestro primer hijo. Dios nos ha empujado no sólo a dar la bienvenida a cualquier embarazo con el que seamos bendecidos sino también a ciertas situaciones de adopción”. Por ello, no han dudado en adoptar por ejemplo a un niño con parálisis cerebral.

Estar abiertos a la vida 

La fe ha sido un elemento esencial a la hora de crear una familia así de gigante. “En mi experiencia, aquí es donde la oración y la confianza en Dios verdaderamente entran en juego. Cuando nuestra puerta está abierta a la vida, ya sea a través del embarazo o la adopción, nuestras preocupaciones son muy pequeñas”, cuenta Christy, madre de estos 18 hijos.

En su opinión, esta elección de vida “nos ha llevado a algunas  bendiciones enormes que probablemente habríamos rechazado si fuera por nosotros. Aparte de algunos bebés prematuros, nuestro primer problema de salud grave vino con nuestro décimo hijo. Nació con parálisis y no sabían que la tenía cuando la adoptaron y “ha sido una bendición para toda nuestra comunidad”.

“Mientras es incapaz de caminar sin su andador, ella asiste a la escuela con los otros niños e incluso ‘corre’ en el equipo de atletismo. Muchos de sus compañeros, incluyendo a nuestros propios hijos, no crecerán sintiéndose incómodos con alguien con necesidades especiales porque han llegado a experimentar su normalidad de primera mano. Dios, obviamente, sabía lo que podíamos soportar mucho mejor que nosotros”, añade.

La responsabilidad para con los hijos

La fe en la familia no es algo accesorio sino la piedra angular. En declaraciones al National Catholic Register, Troy afirma que “la forma más importante de incorporar la fe en la vida de los niños es tomar en serio nuestra responsabilidad de ser los principales catequistas y maestros de nuestros hijos”.

Incidiendo en este aspecto, Christy añade que “mientras que nuestro gran número de hijos es lo que inicialmente atrae la atención de la gente, lo que realmente nos define es nuestra fe católica. Es la música de fondo que suena mientras vivimos nuestras vidas cotidianas”.



El sacerdote, uno más en la familia King.

Familia que reza unida, permanece unida

Llevado a la práctica, esta madre explica que “incorporamos la oración y nuestra fe durante toda la semana. Rezamos antes de cada comida, cada vez que entramos en el coche, y rezamos constantemente el Rosario juntos como familia. Nos encanta también rezar con los amigos”.

Que la fe sea el motor de los padres repercute claramente en los hijos. El ejemplo es el primer paso para que los pequeños sepan discernir lo importante de lo accesible. “Cuando tenemos que tomar una decisión nos aseguramos de que nuestros hijos sepan que nuestra fe es la brújula que utilizamos para hacer nuestras elecciones. Cuando los niños nos ven rezar juntos o leer libros para aprender más acerca de nuestra fe se convierte en una prioridad para ellos también. Nuestra fe católica es la base para todo lo que hacemos”, explica Christy.

Además, este matrimonio da cuatro consejos prácticos a los padres que quieran tener una familia católica y que a ellos les han resultado muy útiles:

1. Poner al cónyuge en primer lugar

Una de los principales problemas que se dan en las familias cuando llegan los niños es dejar al marido o a la mujer como algo secundario para así centrarse en los pequeños. “Desde hace años Troy y yo salimos una vez por semana. En una ocasión, uno de los chicos estaba decepcionado porque quería venir con nosotros. Le preguntó a Troy: ‘¿Por qué siempre sales con mamá?’ Él respondió: ‘Un día todos vosotros os iréis y yo estaré aquí con ella. Necesito saber que todavía le gusto’. Ahora, cada vez que los niños nos miran darnos un abrazo o un beso siempre sonríen. Cuando discutimos, ellos no son felices. No hay nada que dé a nuestros hijos mayor confianza y paz que el conocimiento de que sus padres se aman”.

2. Menos pantallas y más juegos

Contando su experiencia como padres, Troy recuerda que hace ya varios años “incorporamos el domingo sin pantallas” y ha sido una experiencia fantástica. Los niños juegan a juegos de mesa, salen y se ensucian, nadan, construyen castillos, leen, juegan a la pelota…Y adivina qué, rara vez dicen que se aburren los domingos”, cuenta el padre de familia.

3. Contestar siempre con la verdad

La madre también incide en otro punto importante que han experimentado en sus propias carnes como padres. “Si sus hijos os hacen una pregunta, contestad con sinceridad. Uno de mis hijos pequeños me preguntó lo que quería decir la palabra ‘sexo’. Me horroricé y quise saber dónde oyó eso y qué pensaba que significaba. Podría haberle dado una respuesta con evasivas pero en su lugar decidí contarle la verdad de una manera que fuera apropiada para su edad. ¿Por qué? Ella ya estaba recibiendo información de sus compañeros, y si ella no puede acudir a mí habría ido a otra fuente que podría haberle dado otra explicación nada exacta ni moral. Quería que tuviera la seguridad de que si ella venía a mí le daría una respuesta sincera”.

4. La importancia del orden

Los niños necesitan saber que existe un orden y unas prioridades, esta es una clave muy importante para la familia pues Dios hizo del caos el orden. El padre considera que este aspecto es muy importante: “mantener el orden en la vida: Dios, la familia, el trabajo. Mantener el orden; mantener la fe”.

“Comienza con el fin en mente: El cielo. Nuestros niños saben desde pequelitos que estamos tratando de señalar en esa dirección”, concluye Troy.

Publicado originariamente en ReL el 18 de abril de 2