martes, 4 de marzo de 2025

Buscaba la paz en la India con un lama tibetano y la encontró en Jesús con un jesuita canadiense


 Buscaba la paz en la India con un lama tibetano y la encontró en Jesús con un jesuita canadiense

Jennifer Donzé Benson era hija de un hombre célebre y sufrió el divorcio de sus padres.

Jennifer Donzé Benson, durante la entrevista en KTO para contar su historia de conversión.KTO

Conversión al catolicismo

Para contar la conversión de Jennifer Donzé Benson hay que empezar contando la historia de su célebre padre. 

Bernard Benson: genio inventor, escritor pacifista

Tras combatir como piloto en la Segunda Guerra Mundial, el ingeniero británico Bernard Benson (1922-1996) se convirtió en uno de los principales diseñadores de misiles para su país. Posteriormente emigró a Estados Unidos y se asentó en California, donde siguió trabajando en el mismo sector. Luego fundó su propia empresa, diversificó su creatividad y en los años 50 hizo grandes aportaciones al tratamiento de datos con computadoras y a la fabricación de cámaras fotográficas ultrarrápidas.



Bernard Benson, de fabricante de armas a pacifista, y célebre en todo el mundo por ambos conceptos.

A principios de los años 60 fue de los primeros en advertir de los riesgos de la informática para la libertad y la intimidad de las personas, al dejarlas a merced de 'quién' (o de 'qué') las manejara.

En 1962 se mudó a Francia y compró el castillo de Chaban, en Dordoña (en el centro sureste del Hexágono), donde empezó a vivir con su primera esposa, Jane, y los siete hijos que tuvo con ella.

Uno de esos siete hijos era Jennifer, nacida en Estados Unidos, que tenía 13 años cuando llegaron a Europa. 

Benson era famoso como empresario y lo sería aún más como escritor de varios libros y activista anticapitalista y pacifista. En 1981 alcanzaría gran celebridad mundial con un título que sería traducido a numerosos idiomas, El libro de la paz, un alegato contra el riesgo de guerra atómica inspirado por las corrientes de budismo tibetano en las que llevaba años introduciéndose. 


Benson, junto a uno de los maestros tibetanos que le visitaban en su castillo francés.Peace Child International.

Ese año fundó Peace Child International junto -entre otros- a David Gordon, hermano de Cat Stevens y responsable en buena medida de la conversión al islam del autor de hits como Father & Son, Morning has broken o Moonshadow.

El dolor de Jennifer

Pero este ambiente happy flower tan característico de la época no había sido nada happy para Jennifer. A los dos años de llegar a Europa, sus padres se divorciaron. Los hijos se quedaron con su padre y el régimen de visitas de la madre se reducía a merendar con ella en casa de la abuela una vez cada quince días. 

Con 15 años, Jennifer, que estaba justo en el medio de los hermanos,  tuvo que hacer de madre de los tres más pequeños... y casi también de padre, porque Bernard se consagraba a sus ocupaciones personales y profesionales. Para Jennifer fueron años de gran soledad y sufrimiento, incrementados cuando Bernard se casó con una amiga de su hija mayor, Maryse, con quien tendría otros tres hijos.

Jennifer alimentaba bastante resentimiento hacia su padre, por su falta de empatía emocional con su situación, y hacia su madre, a quien culpaba de no haber peleado lo suficiente para estar cerca de sus hijos, que crecieron necesitándola.


El testimonio de Jennifer en KTO.

La India, un lama y un jesuita

Todo iba a cambiar cuando cumplió veinte años. Jennifer confiesa que se sentía "perdida" en la vida. 

El año anterior, su padre había hecho un viaje a la India. Allí conoció a un lama que había huido del Tíbet por la invasión china y, tras cruzar a pie el Himalaya, se había asentado en la ciudad de Darjeeling, en el estado indio de Bengala Occidental. Bernard le sugirió a Jennifer que acudiese a ver al monje para desconectar de sus angustias y aprender técnicas de meditación que le aportasen paz.

Así lo hizo, y fue muy bien acogida en casa de lama y su familia. El hombre le regaló un rosario tibetano y le sugirió un mantra para "refugiarse en el dharma y entrar en confianza": debía repetirlo 108.000 veces. 

Jennifer se puso a la tarea. Y no le fue mal. "Creo que aquello ayudó que se decantasen muchas cosas en mí", explicó al contar su historia hace dos años en el programa Un Coeur qui écoute, de la televisión católica francesa KTO: "Me aparté de una parte difícil de mi vida. Todo se tranquilizó, como si se 'lavase'".

La joven tenía un encargo de su padre que cumplir: entregar una carta a un sacerdote canadiense de la misión jesuita en Darjeeling, allí asentada desde 1888, a quien también hacía conocido un año antes.

Se encontraron en la plaza Chowrasta. Era un hombre alto y simpático con quien enseguida emprendió un animado diálogo, el padre Vincent Curmi (1918-2005), que había recorrido medio mundo como misionero y no tardó en preguntarle si creía en Cristo.



Vincent Curmi, S.J.

"¿Y cómo quiere que crea en Él, si no le conozco?", respondió. Había asistido a escuelas católicas tanto en Estados Unidos como en Francia, pues sus padres las consideraban de mejor calidad educativa, pero nunca había vivido la fe. El padre Vince no dijo nada, pero, a tenor de lo que sucedió después, Jennifer cree que rezó mucho por ella.

El encuentro

¿Y qué fue eso que sucedió después? A los pocos días de ver al padre Curmi, vivió una experiencia mística: "Me encontré como en otro plano, encima de mí. Con los ojos cerrados, vi a un hombre magnífico que tenía sobre su mano derecha el globo terráqueo. ¡Y él lo miraba con tal compasión que quedé traspasada! ¡Interiormente, supe enseguida que ese hombre era Jesús!".

Y pasaron tres cosas simultáneamente, añade Jennifer: "Supe que era Jesús y que estaba vivo. Supe que vivía en mí. Y sentí un gran deseo de recibirle en el Pan de la Eucaristía".

"¡Todo cambió en mí!", resume.

Tras esta experiencia, supo que el lama con cuya familia se alojaba no podría llevarla más lejos en el camino que había emprendido. Pero había alguien que sí: al cabo de unos días, acudió a ver de nuevo al padre Vince. Le contó lo que había sucedido: "Me escuchó, luego se levantó y me trajo la Biblia de Jerusalén y me dijo que leyera el Evangelio de San Juan".

Volvió a casa del monje tibetano, lo hizo, y desde entonces el relato de la Encarnación del Hijo de Dios que se cuenta en su capítulo 1 se convirtió en su "fundamento".

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Los dos libros publicados por Jennifer sobre el perdón, inspirados en su propia historia.

Los dos libros publicados por Jennifer sobre el perdón: El poder del perdón (Éditions des Béatitudes, 2011) y la novela Diario de una mujer de rojo (Unixtus, 2022).

Fue el inicio de su conversión cristiana, que completó al regresar a Francia poco después. Pasó el tiempo, se casó, se fue a vivir a Suiza, donde trabajó en acompañamiento de enfermos terminales, tuvo hijos y nietos... pero había algo que no terminaba de encajar en su vida.

El perdón

Hasta que un día, en el año 2006, estaba limpiando con fuerza una mancha de un pantalón, cuando sintió que Jesús le decía que aplicase con ese vigor el perdón a su propia existencia. Algo que no había conseguido del todo con sus padres, entretanto ya fallecidos.

"Comprendí que Jesús vino a salvar a la humanidad y que el medio que ha elegido para ello es el perdón. Jesús me invita al perdón para liberarme, para poder amar y ser amada por Él", concluye.

Darlo a conocer se convirtió, desde entonces, en el eje de su vida mediante conferencias y libros, donde nunca olvida proclamar otra cosa: "El agradecimiento por todo lo que Jesús 

Fuente: Religión en Libertad

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