«Los jóvenes tienen una visión menos ideológica de la religión, es un terreno potencialmente fértil»
Maurizio Botta es un joven sacerdote del Oratorio de San Felipe Neri.
Las preguntas acerca de la fe y los grandes aledaños que la rodean a veces son en ocasiones temidas por personas de la Iglesia, pero para el padre Maurizio Botta éstas son "un ejercicio espiritual".
Este sacerdote del Oratorio de San Felipe Neri ejerce sus funciones pastorales en la iglesia de Santa María in Vallicella, en pleno centro de Roma. Miles de personas han sido ayudadas por él gracias a sus catequesis de los "Cinco pasos", centradas en un tema muy concreto, que van desde los misterios más profundos a cuestiones que afectan a los jóvenes en su día a día, y donde las preguntas se pueden suceder con libertad.
Muchos jóvenes, algunos creyentes convencidos, otros con grandes dudas y muchos llegados sin fe, han pasado por estos "Cinco pasos" que ideó el padre Botta.
En los Cinco Pasos el espíritu pasa por dialogar con las personas que se sienten más alejadas de la Iglesia, ofreciéndoles una explicación serena de las razones de la fe sobre diversos temas. Son los laicos que se forman permanentemente en la escuela del Oratorio de San Felipe Neri los que marcan los temas fronterizos más candentes que, quizás, mantienen a la gente más alejada. El método es siempre el mismo: una introducción de exactamente media hora, seguida de preguntas escritas enviadas de forma anónima y extraídas al azar.
Se renueva así una tradición nacida en el siglo XVII. Los discípulos de San Felipe Neri confrontaron la sociedad y la cultura de la época, mostrando la vigencia de la perspectiva de la fe a quienes estaban abiertos a comprenderla, en una época en la que amanecía la edad moderna.
"Nuestros encuentros se basan en el diálogo, y en la posibilidad de plantear cualquier pregunta encaminada a comprender mejor el pensamiento de la Iglesia. El elemento de improvisación, de no prepararlo todo, se encuentra también en los sermones de San Felipe y surge de la actitud espiritual de confiar en la palabra de Jesús", explican los organizadores.
Este método viene de la propia experiencia del padre Maurizio Botta, que veía como generalmente en la Iglesia es raro tener la oportunidad de realizar preguntas. Y con esta intuición que tenía al llegar a Roma como sacerdote en 2008 fue como comenzaron estos "Cinco Pasos".
Pero esta improvisación también encuentra un sustento previo en una buena formación. En una entrevista con el semanario Credere señala que el estudio y el análisis en profundidad son elementos "fundamentales" para él.
"Una vez los sacerdotes fueron hombres de cultura, hoy me parece que este aspecto se está perdiendo. Pero, ¿cómo puedes comunicarte con la gente si no eres una persona llena de intereses, de pasiones?", se pregunta.
De este modo, con esta preparación y reflexión previa se enfrenta a cada encuentro (cinco al año), donde trata de temas de todo tipo de temas que pueden resultar de interés en las fronteras de la fe.
"Al principio me preocupaba exponerme a preguntas sin conocerlas primero. Entonces, decidí confiar en lo que dice Jesús en el Evangelio: el Espíritu Santo sugerirá qué decir", agrega.
En su opinión, "el verdadero problema de la Iglesia me parece que sigue siendo la falta de fe. No tengo miedo a las preguntas, no porque sepa todas las respuestas, sino porque confío y busco la comparación con delicadeza. Una pregunta siempre es buena, mientras que en mi opinión en la Iglesia tenemos un problema con las preguntas, no hay espacio para hacerlas. Son temidas, eludidas, dan miedo".
Para Maurizio Botta esta aventura es un "ejercicio espiritual" pues asegura que es consciente de que exponerse a una pregunta "puede significar también entrar en contacto con las heridas de las personas, con los que están enfadados con Dios o con la Iglesia. Muchas veces, sobre todo al principio, me sentí en apuros, me temblaba la voz, pero ahora no tengo miedo de decir que no tengo respuesta sobre este tema, que tengo que pensarlo: por eso estoy tranquilo. En la práctica así te acostumbras a no ganar en la respuesta. No quiero ganar, quiero competir".
Además de estos encuentros, este sacerdote del Oratorio de San Felipe Neri ha acompañado a cientos de parejas de novios en el camino al matrimonio y ha estado con miles de estudiantes a los que ha dado clase.
La escuela es "un campo de entrenamiento, una experiencia que te desgarra" porque a menudo hay una distancia entre la fe y los jóvenes "que, sin embargo, tienen una visión menos ideológica de la religión que en el pasado, a veces son indiferentes, pero incluso los la oposición es superficial, no está arraigada ideológicamente como en el pasado, hay un terreno potencialmente fértil, la disponibilidad".
El padre Maurizio se enfrenta a preguntas de todo tipo, a las que se enfrenta a pesar de mantenerse alejado de mundos de mundos como el de la televisión y las redes sociales. "En esto soy muy Pasolini. Pier Paolo Pasolini dijo cosas proféticas contra la televisión: veinte años de régimen fascista no han cambiado a la gente como unos años de televisión".
Sin embargo, no se considera un sacerdote que esté en contra de la tecnología, sino contrario a la superficialidad. "No sé si se aplica a todos, pero me ayuda a mantenerme alejado de las redes sociales. Cuando digo que no tengo smartphone, la gente me mira como si fuera un chico de campo o con la ternura con la que miras a un gatito -cuenta en tono de broma-, pero he vivido diálogos bonitos en la escuela, a pesar de ser 30 años mayor que mis alumnos y ser un friki de la tecnología. Veo que se crea un verdadero compartir, un verdadero interés mutuo, en un diálogo igualitario. En cambio, en las redes sociales noto morbo, falta de realismo. Entonces, el hecho de que estén estructurados para crear adicción me impide confiar en el propio vehículo".
"El hecho de no tenerlas me ayuda a vivir el silencio, del que nace la verdadera comunicación, me abre, no me cierra. La capacidad de comunicar no reside en las herramientas. Los jóvenes solo quieren adultos apasionados que puedan mostrarte un destino. Como cuando miras al Everest. Trato de mostrar que es hermoso, que debe ser maravilloso ir allí. Pero intentarlo es una aventura, un viaje. Mi tarea como sacerdote no es bajar el Everest sino indicar su belleza y despertar el deseo de alcanzarlo", concluye.
Fuente: Religión en Libertad
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