Anticonceptivos: «autopista» al aborto... providas señalan los vínculos entre ambos; y con datos
Píldora
Melissa Moschella: "cuando la anticoncepción se convierte en la norma, la gente deja de preocuparse por las consecuencias del acto sexual. Se termina siendo más propenso a tener un embarazo no planeado a largo plazo".
Muchos legisladores de Estados Unidos están facilitando el acceso a los anticonceptivos para contrarrestar la sentencia del Supremo que prohibió el aborto. Algo que ha denunciado el movimiento provida, que señala que el aborto y el uso de anticonceptivos están estrechamente ligados. De ello se hace eco el National Catholic Register.
Lila Rose pertenece a Live Action y comentó recientemente que la anticoncepción no disminuye el aborto, sino que crea una cultura donde este, más bien, suele ser la salida de emergencia. Rose citó un estudio del Instituto Guttmacher (EE.UU), pro-aborto, en el que se dice que en 2014, la mitad (51%) de las mujeres que abortaron en Estados Unidos habían usado un método anticonceptivo en el mes en que quedaron embarazadas.
Anticoncepción como norma
Por su parte, el Servicio Británico de Asesoramiento sobre el Embarazo (BPAS), pro-aborto, publicó que en 2017 la mayoría de las mujeres que abortaban en sus clínicas (51,2%) habían estado usando al menos un método anticonceptivo, y una cuarta parte (24,2%) había usado métodos considerados "más eficaces".
Ann Furedi, ejecutiva de BPAS, comentó que "nuestros datos muestran que las mujeres no pueden controlar su fertilidad solo mediante la anticoncepción, incluso cuando utilizan los métodos más eficaces. La planificación familiar es anticoncepción y aborto".
Melissa Moschella, profesora de Filosofía en la Universidad Católica de América (EE.UU), dijo que "parece que si das acceso a la anticoncepción, habrá menos embarazos no planificados y por tanto menos abortos", pero el resultado es que "cuando la anticoncepción se convierte en la norma, la gente deja de preocuparse por las consecuencias del acto sexual. Y, como ningún método anticonceptivo es 100% efectivo, se termina siendo más propenso a tener un embarazo no planeado a largo plazo".
La Iglesia ha hablado siempre muy claro sobre aborto y anticoncepción. En su encíclica Evangelium Vitae, San Juan Pablo II escribió que la anticoncepción y el aborto son "frutos del mismo árbol".
En muchos casos, "tales prácticas tienen sus raíces en una mentalidad hedonista que no está dispuesta a aceptar responsabilidad en cuestiones de sexualidad, e implican un concepto egocéntrico de libertad, que considera la procreación como un obstáculo para la realización personal. La vida que podría resultar de un encuentro sexual se convierte así en un enemigo que hay que evitar a toda costa, y el aborto se convierte en la única respuesta decisiva posible al fracaso de la anticoncepción", dice la encíclica.
depresionSan Juan Pablo II escribió que la anticoncepción y el aborto son "frutos del mismo árbol".
El padre Shenan Boquet, presidente de Human Life International, apunta a que "cuanto más acceso hay a los anticonceptivos, más aumenta el aborto. No estamos haciendo las preguntas correctas: ¿esto es algo bueno para las mujeres? ¿cuáles son los riesgos reales? ¿cómo impacta todo esto a la vida familiar?".
Joseph Meaney, presidente del Centro Nacional Católico de Bioética (EE.UU) fue uno de los firmantes, junto con la Conferencia de Obispos Católicos de EE. UU. y la Asociación Médica Católica, de una carta oponiéndose a la aprobación de la píldora "Opill" sin receta; debido a sus numerosos efectos secundarios.
Los firmantes señalaron que "la tasa de fracaso de la minipíldora es mayor que la de otros métodos anticonceptivos y dará lugar a muchos embarazos no deseados, lo que conducirá potencialmente a más abortos. Además, la minipíldora no protegerá al paciente de infecciones de transmisión sexual".
Meaney señala que "se la catalogó como un medicamento de venta con receta porque tiene muchos efectos secundarios. El hecho de poder comprarla sin receta está enviando un mensaje realmente malo a la sociedad".
La teóloga Pia de Solenni dijo a EWTN que la mayoría de mujeres no se siente bien cuando toman medicamentos hormonales. También mencionó estudios que incluso han demostrado que la atracción de las mujeres cambia cuando toman anticonceptivos.
John Grabowski, profesor de Teología en la Universidad Católica de América (EE.UU), comentó que ahora "la línea entre la anticoncepción y el aborto es increíblemente borrosa. Algunas cosas que se comercializan como anticonceptivos no lo son en absoluto, y actúan como abortivos, poniendo fin a una vida humana recién concebida", explica.
Señaló que algunas formas de DIU "no impiden que se produzca la concepción; impiden que tenga lugar la implantación de un embrión en el revestimiento del útero de la mujer, lo cual sería abortivo. Algunos anticonceptivos orales también pueden provocar abortos prematuros, porque contribuyen al adelgazamiento del revestimiento del útero de la mujer, que, si se produce un embarazo avanzado, podría ser un aborto".
Desde la encíclica Humanae Vitae de Pablo VI en 1968, pasando por la incesante predicación de Juan Pablo II contra la que denominó "cultura de la muerte" (concepto que ha cuajado en el habla común), hasta llegar a las claras palabras al respecto de Benedicto XVI, la Iglesia ha sostenido siempre que la mentalidad anticonceptiva constituía el mejor preparatorio para la tolerancia con el aborto. Y que, por tanto, la difusión de métodos de planificación familiar no era la forma de evitar abortos ni la alternativa a su incremento.
Los hechos han ido confirmando punto por punto esa perspectiva: países como España, que han apostado a fondo por la difusión de la mentalidad anticonceptiva entre los jóvenes, cosechan un índice creciente de abortos en ese mismo estrato de población.
El misterio de tres países
Pero para probar la correlación científicamente era preciso estudiar la causalidad entre ambos fenómenos, y no su mera concomitancia. Terreno propicio era la conocida discrepancia entre los datos de Rusia, Bielorrusia y Ucrania, donde las tasas de aborto empezaron a caer tras la caída del comunismo, cuando el aborto era considerado a nivel legal y estadístico un método anticonceptivo. Sin embargo, la caída es mucho menor en Rusia, donde el uso de métodos anticonceptivos se ha impuesto mucho más que en Bielorrusia y Ucrania, donde eso no ha sucedido, caída con mucha mayor rapidez.
Datos que eran considerados por la industria anticonceptiva un mero error estadístico, hasta que tres científicos han demostrado que se trata de "un fenómeno genuino".
En un artículo en la prestigiosa revista científica on line PLOS-One, los investigadores Boris Denisov, de la Universidad de Moscú, Victoria Sakevich, del Instituto de Demografía de Moscú, y Aiva Jasilioniene, del Instituto Max Planck de Rostock (Alemania) llegaron a la conclusion de que "las crecientes diferencias en la tasa de aborto en Bielorrusia, Rusia y Ucrania es un fenómeno genuino, y no una manipulación estadística. El estudio del aborto y de la prevalencia de la contracepción basada en estadísticas oficiales y en tres muestras nacionales no revela ningún factor claro que pueda explicar las diferencias en la dinámica del aborto en Bielorrusia, Rusia y Ucrania".
Los investigadores (cuya finalidad no es, desde luego, situarse en la estela de la cultura de la vida) consideran "contradictorio", "inesperado", "paradójico" y "sorprendente"que, mientras que tras la caída del comunismo el uso de anticonceptivos se disparó entre las mujeres rusas y cayó entre las bielorrusas y ucranianas, las rusas aborten significativamente más que las bielorrusas y ucranianas. Una diferencia chocante dadas "las similitudes demográficas, sociales e históricas entre las tres naciones".
En síntesis y grosso modo, los datos son que desde 1990 a 2010 la tasa de abortos ha caído a una tercera parte en Rusia y a una sexta parte en Bielorrusia y Ucrania. En cuanto al número de abortos entre 1990 y 2010 pasó: en Rusia, de 4,1 millones a 1,2 millones (29%); en Ucrania, de 1 millón a 177.000 (18%); en Bielorrusia, de 261.000 a 33.000 (13%).
Como concluye el estudio, las legislaciones sobre el aborto son similares y el acceso a los métodos anticonceptivos también. No parece haber, pues, más explicación que el uso. Cuando se usan más, se aborta más. Cuando se usan menos, se aborta menos. Justo lo contrario de lo que sostiene la ideología oficial de la cultura de la muerte, cuando incide en difundir más y mejor la contracepción como forma de contener unas cifras de abortos que incluso para dicha ideología son ya insoportables.
Fuente: Religión en Libertad
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