Droga y vida nocturna… su mujer le dio a elegir, redescubrió a Cristo y hoy son unos «apóstoles»
Lourdes y Máximo hoy son un matrimonio feliz
Máximo y Lourdes están casados y la historia de su matrimonio es impactante. Se atreven a hablar de ella claridad y, a la vez, con sumo respeto, pues “seríamos muy necios si no compartiéramos nuestra vivencia con otras personas a las cuales podemos ayudar”. Tienen 42 años y 5 hijos. Desde que se casaron hace 25 años, gestionan hoteles y restaurantes. Ahora tienen el suyo propio, el Balneario Aguas de Villaharta, situado en plena Sierra Morena, en la provincia española de Córdoba. “Máximo se apoyó durante años en amigos artificiales y en sustancias como el alcohol o la cocaína que le apartaban de su ser. Alcohol, drogas y prostitución. Ese era el escenario de la vida de mi esposo”, recuerda Lourdes. “Ante la gravedad de la situación, Lourdes me dio la opción de elegir la vida que llevaba o nuestro proyecto de amor”, explica Máximo. Les hacemos un poco de spoiler: Máximo volvió a casa, y Lourdes, le perdonó. Si él tuvo el valor de volver, ella ha demostrado la capacidad de confiar en Dios y de amar sin límites. Tras dejar el pasado, este matrimonio se dedica a transmitir la alegría que supone sentirse amados por Cristo y de demostrar que Dios es capaz de hacer nuevas todas las cosas. “Queremos ser apóstoles poniendo a disposición de nuestros hermanos los dones que Dios nos ha regalado”, han explicado al semanario LomásRC.
Máximo y Lourdes
- Vuestra historia es una historia de familia, de conflicto, de perdón y ahora de construir juntos. ¿Nos podéis dar unas pinceladas de vuestra vida? ¿El amor siempre triunfa? ¿O eso es solo en las películas?
- [M] El amor unido a la perseverancia y a la voluntad siempre triunfa.
- Lourdes, ¿qué significa “sí en las buenas y en las malas”?
- [L] Hace días, antes de que nos propusierais esta entrevista, intentaba pasar al papel nuestro testimonio de matrimonio y justo me hacía la misma pregunta que me realizas. ¿Por qué seguí diciendo “Sí” cada día aun habiendo días en los que hubiera preferido no despertar? Pues porque ese “Sí” se lo dije también a Dios. Como así se lo dijo su Hijo a pesar de sufrir hasta morir en la Cruz.
» Puede ser difícil de entender para alguien que no haya conocido a Jesucristo, pero a día de hoy puedo decir con inmensa alegría y agradecimiento que sin Él mi “Sí” no hubiera resistido. Él fue mi apoyo e hizo posible que lo tuviera muy presente en el corazón de mi esposo. Ver a Cristo en el corazón de Máximo me hizo amarlo y confiar en nuestro “Sí”, que no era sino el “Sí” al plan de Dios para nosotros.
- ¿Cómo definiríais vuestro matrimonio? ¿Y vuestra familia?
- [L] Bueno, no empezó con buen pie… el año antes de casarnos, mientras yo estudiaba un máster fuera de Córdoba, Máximo empezó a despedirse de la soltería y comenzaron las deshonestidades e infidelidades… Fue un año duro en el que yo, incluso, decidí parar la boda, pero él seguía apostando por nuestro amor a pesar de todo. Nos casamos y nuestro proyecto de amor comenzaba a tomar forma. Nuestra vida matrimonial y de familia se iba entretejiendo con la vida laboral de un autónomo. ¿Y eso que significa? Pues se resume a 10 años en los que yo me dedicaba prácticamente a la crianza de mis hijos y mientras tanto, Máximo luchaba por sacar adelante los negocios. Pero ese ímpetu por tener más y más, por ser reconocido y valorado le hizo crearse una máscara que lo fue apartando poco a poco de su familia y dejando en último lugar al matrimonio.
» La noche volvió a convertirse en el refugio de una persona perdida, desconocida a sí misma y viviendo en su soledad. Máximo se apoyó durante años en amigos artificiales y en sustancias como el alcohol o la cocaína que le apartaban de su ser. Alcohol, drogas y prostitución. Ese era el escenario de la vida de mi esposo. Mientras, en esas largas noches en las que yo cada 3 horas estaba amamantando a uno de mis hijos, no podía parar de llorar y rezar. Le pedía al Señor que no le ocurriera nada, que lo protegiera.
» No estábamos en esos momentos muy cerca del Señor, no le dedicábamos mucho tiempo, pero Él fue, el que sin reconocerlo, nos dio fuerzas y nos fue preparando para lo que nos esperaba.
» Sin haber dormido en toda la noche tenía que hacer de tripas corazón, pintarme una sonrisa y decirle a los niños que papá estaba malito y que le dieran muchos besos porque era el mejor padre del mundo. Y así era, era el mejor padre y marido del mundo, y ese pensamiento fue lo que nos salvó.
Máximo y Lourdes
- Máximo, ¿qué ves cuando miras a tu mujer?
- [M] Uff, me siento el hombre más afortunado del mundo. El Señor no podía haber elegido otra mejor para mí. Veo y comprendo que es ella la que verdaderamente ha de llevarme a la santificación. Lourdes es una persona muy especial: sensible, profunda, sencilla, humilde, luchadora, aguerrida, y me encanta cuando hago el tonto y se muere de risa… nada mejor que hacerle reír. Complicidad. Pero sobre todo es la mejor madre del mundo. Una madre que lleva a sus hijos como sus polluelos, todos a una, que da ejemplo y se desvive por nuestro hogar.
- Lourdes, ¿qué ves cuando miras a tu marido?
- [L] Veo la misericordia y el gran abrazo y amor de Dios. Es un gran ejemplo para mí de voluntad, perseverancia y de lucha para superar las dificultades. Me encanta su gran creatividad, un talento que ha ido “in crescendo” conforme crecía su acercamiento a Cristo. A día de hoy, si miro a mi marido, veo todo lo verdadero, bueno y bello de la creación de Dios.
- Habéis experimentado en carne propia que el éxito laboral no es necesariamente el éxito personal, ni familiar…
- [L] Durante una etapa de nuestra vida el trabajo se convirtió en nuestro eje central. Nos dejábamos arrastrar por el tiempo envueltos en una ola de estrés. Pasaban los días, sin más.
» Para Máximo llegó a ser un problema y mientras más notoriedad y éxito anhelaba y ansiaba socialmente, más se alejaba de su parte esencial, de su conexión con Dios y de aquellos valores que le habían sido trasmitido, llevando a la deriva su vida y arrastrando la del resto de la familia.
- ¿Cómo se afronta que la solución a los problemas familiares pase por renunciar al éxito laboral? ¿Es renunciar al éxito laboral? ¿O es descubrir una forma nueva de entender y medir el éxito?
- [M] La solución a los problemas familiares comienza cuando renunciamos a nosotros mismos. Renunciar a uno mismo es renunciar a todos nuestros éxitos personales y eso sólo es posible cuando descubres que el éxito se mide en amor. Lourdes y yo siempre hemos dicho que nuestro éxito ha sido fracasar y fracasar, pues gracias a nuestros grandes fracasos nuestra familia se ha abierto a Cristo.
- Máximo, ¿cómo salió Cristo a tu encuentro y cómo te ayudó a regresar a tu familia?
- Cristo salió a mi encuentro en las personas de mi madre y mi esposa. Ambas me mostraron con amor el camino hacia la verdad. La muerte de mi madre supuso una nueva oportunidad. Siento que mi madre murió para darme la vida a mí, pues su muerte fue la que me hizo reconocer el verdadero valor de la familia y recordar a que me había llamado el Señor.
» Lourdes, ante la gravedad de la situación, me dio la opción de elegir la vida que llevaba o nuestro proyecto de amor, pero la elección de nuestro proyecto de familia y matrimonio supondría llamar a la puerta de Proyecto Hombre para tratar todas aquellas debilidades humanas que me llevaban a sacar lo peor de mí.
- Y no solo regresaste a tu familia: también regresaste al abrazo de Dios, como el hijo pródigo.
- [M] Y elegí bien. Sentí el abrazo misericordioso del Padre y eso me hizo descubrir que, por encima de elegir mi proyecto de familia, elegí a Cristo en mi vida. Después de dos años en Proyecto Hombre, Dios llama a mi puerta de nuevo y me ofrece encontrarme con Él en la Eucaristía, en un retiro de Cursillos de Cristiandad, en el que mi madre estuvo también muy presente pues ella rezaba mucho para que lo hiciera. Después fue Emaús, Proyecto Amor Conyugal y desde el 12 de diciembre decidimos comprometernos con el Regnum Christi, pues es un movimiento que nos ha acercado al corazón de Cristo y, por lo tanto, nos ayuda a verlo en el corazón de nuestro cónyuge. También nos alienta a ser apóstol, a vivir nuestra fe en comunidad y nos acerca más a la Iglesia.
- ¿Y cómo vivís esa entrega a los demás, vuestro ser apóstol?
- [M] Nosotros hemos empezado a tomar conciencia de lo grande y maravilloso que supone ser o intentar ser “apóstol” ya que es la mejor forma de imitar a Jesucristo. Estamos convencidos que nuestras vivencias personales, nuestro crecimiento espiritual y personal ha sido un “regalo”. Seríamos muy necios si no compartiéramos nuestra vivencia con otras personas a las cuales podemos ayudar. Nuestro testimonio ha pasado por muchas fases y hoy es un testimonio de esperanza. Sobre todo, queremos ser apóstoles poniendo a disposición de nuestros hermanos los dones que Dios nos ha regalado.
- En este camino habéis conocido el Regnum Christi...
- [M] Conocimos el Regnum Christi a través de unos familiares a los que un sacerdote Legionario de Cristo les entronizó el Sagrado Corazón en su casa y su familia. Fue algo providencial que hizo que nosotros hiciéramos lo mismo en la nuestra. Años más tarde coincidimos con ese mismo sacerdote en una peregrinación a Medjugorje y cuando le transmitimos lo que la Virgen había puesto en nuestro corazón, sentimos claramente que nuestro lugar, en ese gran puzle que es la Iglesia, estaba en el Regnum Christi. Al dar este paso, Lourdes y yo nos comprometemos a vivir el matrimonio como fieles apóstoles de Cristo. Queremos mostrar la alegría que supone sentirnos amados por Cristo y testimoniar con nuestra vida que Dios es capaz de hacer nuevas todas las cosas para así convertir en esperanza el abatimiento de otros matrimonios.
- Y ahora, ¿qué planes tienes para el futuro?
- [M] ¿Planes? Si te somos sinceros a lo largo de nuestro matrimonio hemos caminado sin planes. No somos de esas personas que planean todo, tienen un día concreto para ir a la compra o a la peluquería, tienen planeadas sus vacaciones de verano un año antes… Más bien, si un día nos apetecía ir a la playa, hacíamos una maleta con una muda para cada uno, montábamos a los niños en el coche y nos íbamos. Quizá esa improvisación que guiaba nuestra vida nos ha ayudado a aceptar cada plan que tenía Dios para nosotros.
» Así que ahora nos ocupamos de vivir el presente, pero con nuestra mirada, la del corazón, puesta en la eternidad, dejando nuestro futuro y los planes que Dios tenga para nosotros, a la voluntad del Señor.
Fuente: Religión en Libertad
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