«Padre Huracán», el jesuita español que investigó en Cuba cómo predecirlos y salvó miles de vidas
Un estudiante de la escuela Belén de Miami
El Colegio de Belén, en La Habana (en la foto, uno de sus telescopios) conserva y difunde la memoria del Padre Huracán
Han pasado casi 150 años desde que fue realizada por primera vez en la historia la predicción científica de un huracán. Lo hizo el sacerdote jesuita Benito Viñes y todavía se siguen empleando sus leyes y técnicas para pronosticar tormentas y así salvar vidas.
Podía predecir huracanes con una simple mirada, dicen sus contemporáneos, y su investigación posibilitó la creación de los actuales barómetros, convirtiéndose en un referente dentro de los científicos católicos. Todo ello le valió el nombre de “padre Huracán”.
Pionero en la investigación de tormentas tropicales
Benito Viñes nació en Poboleda (Tarragona) el 19 de noviembre de 1837. Ya su padre, que era campesino con tierras, gustaba de contemplar el cielo y predecir el clima, y era consultado al respecto por los vecinos. Con 19 años, Benet ingresó en la Compañía de Jesús y entre 1861 y 1868 enseñó Física, Química y Matemáticas en el Seminario de Salamanca.
En 1870, el padre Viñes se trasladó a Cuba para ocupar el puesto de director del Observatorio del Colegio de Belén, en La Habana. A su llegada, los huracanes habían sido escasamente investigados en la isla y no se tenían apenas conocimientos sobre las señales que los precedían.
Descubrió cómo pronosticar huracanes
Dos años antes, la Revolución "Gloriosa" había estallado en la península, generando un clima laicista y anticlerical que no benefició las investigaciones que Viñes propuso a su llegada.
Con el escaso apoyo del Observatorio de La Habana, el sacerdote comenzó a interesarse por los ciclones y huracanes que cada año recorrían el Caribe.
En 1877 comenzó una serie de viajes dedicados a proseguir su investigación, que plasmó en una de sus obras más relevantes, Apuntes relativos a los Huracanes de las Antillas en Septiembre y Octubre de 1875 y 1876.
Tras estos primeros descubrimientos, el sacerdote considero la posibilidad de predecir los huracanes por patrones comunes como las crecidas del mar, el oleaje o la forma y movimiento de las nubes que se extendían desde el centro de la tormenta, pero los estudios fiables desarrollados hasta la época eran escasos.
Una tormenta le motivó a salvar vidas
Sin embargo, el 9 de octubre de 1870, una espectacular tormenta arrasó gran parte de la isla, y 700 personas perdieron la vida tras el paso del huracán de Matanzas.
Desde aquel día, el sacerdote se propuso dedicar su vida académica a predecir la llegada de próximos huracanes para evitar las elevadas pérdidas humanas y materiales que ocasionaban.
El padre Viñes cosechó éxito tras éxito en sus investigaciones, y desde su nombramiento en 1873 como socio de mérito en la Real Academia de Ciencias de La Habana, estas obtuvieron una gran resonancia entre los meteorólogos internacionales.
La primera predicción de un huracán
El 11 de septiembre de 1875 el padre Viñes percibió señales similares a las del Huracán de Matanzas. La fama del sacerdote le precedía, y era frecuente que navegantes de toda la zona oriental del Caribe le enviasen sus partes de navegación.
“Después de haber estudiado la trayectoria, formación de las nubes y localizado el ciclón, sacó la conclusión de que en un par de días llegaría a Cuba”, explicó el padre Pedro Cartaña, actual director del observatorio del Colegio de Belén.
El padre Viñes envió su predicción a la prensa y diarios de la isla, de la que se harían eco horas más tarde. El sacerdote acababa de realizar la primera predicción científica de un huracán de la historia.
Recorte del periódico La Voz de Cuba del 12 de septiembre de 1875, con el primer aviso de huracán de la historia (tiempo.com).
Salvó muchas vidas
“Lo más probable es que este huracán avance con dirección noroeste y que no llegue a alcanzar la longitud de La Habana. Hacia el 12 a más tardar, pudiéramos tal vez sentir su lejana influencia”, comunicaba la portada del diario La Voz de Cuba. Gracias a su aviso, se salvaron muchas vidas.
Un año después, el jesuita predijo la trayectoria de una violenta tormenta entre el 15 y 17 de septiembre de 1876 y otro huracán en octubre del mismo año.
En 1876, al interpretar que se acercaba otro huracán, el sacerdote y su Observatorio predijeron su fuerza y peligro. La autoridad portuaria, escuchándole, prohibió la salida de embarcaciones. El capitán de un barco norteamericano, el Liberty, se negó a cumplir la orden y salió al mar. Naufragó en el Canal de Florida con vientos de más de 150 km/h. Entre los náufragos no había ninguno embarcado en La Habana, porque sus habitantes habían confiado en las predicciones del sacerdote científico.
Durante la década de 1880 sus predicciones meteorológicas eran de obligada consulta por las autoridades y medios de comunicación: podía conocer la llegada, circulación y trayectoria de las tormentas tropicales.
Benito Viñes, el "padre Huracán"
La fama de predicción de huracanes del padre Viñes se extendió más allá del continente, y los habitantes del Caribe se referían al sacerdote como “el padre Huracán”. Por este motivo, relevantes instituciones como el Boletín Mercantil de Puerto Rico dijeron del sacerdote que “tiene para nosotros la autoridad de un oráculo, calma nuestras almas con oportunas noticias, y bien merece la reputación que tiene en Europa. España debería estar orgullosa de él”.
El sacerdote se convirtió en la primera persona en poner nombre a los huracanes, que se conocían popularmente como Viñesas. Por su dificultad de pronunciación para los americanos, el sacerdote comenzó a darles nombres de santos, como San Francisco o San Antonio.
El precursor de los barómetros
El padre Viñes realizó grandes avances científicos para la meteorología contemporánea. Durante su investigación, diseñó el Ciclonoscopio de las Antillas, una regla matemática que podía estimar la posición y trayectoria de un huracán. Esta regla sería utilizada tiempo después junto con el Coclononefoscopio, también diseñado por Viñes, para la invención de los primeros barómetros por los sacerdotes Federico Faura y José Algué.
La obra investigadora de Viñes es un ejemplo más de cómo la ciencia ha recibido un gran prestigio e impulso de la mano de investigadores eclesiásticos.
Pedro Cartaya
El padre Pedro Cartaña sostiene el ciclonoscopio inventado por el jesuita español, Benito Viñes (usahispanicnews.com).
La inteligencia al servicio de Dios
En sus escritos, el padre Viñes consideraba que "ayudada por la observación, la humana inteligencia puede penetrar en algunos de los secretos de la naturaleza, y adquiere ideas exactas de muchos de los fenómenos y evidencia de sus leyes".
De esta forma, explicó la concepción que tenía de la Meteorología: "Grandiosa, y en su misma ordenada complicación admirable, es como todas las obras de Dios la atmósfera en cuyo seno vivimos, cuyo vaivén sentimos, de cuya influencia tantos bienes reportamos y sin cuya intervención la vida misma desaparecería de la faz de la Tierra".
Prestigio internacional
Los investigadores Dunn y Miller, autores de Atlantic Hurricanes, afirmaron del jesuita español que “merece el puesto más prominente entre todos los meteorólogos del hemisferio occidental que durante el siglo XIX contribuyeron al conocimiento de los ciclones”.
Calle de Benito Viñes
Placa con el nuevo nombre de la Calle Benito Viñes (Rocío Granados, Archidiócesis de Miami)
Actualmente, el padre Benito Viñes es considerado el Fundador de la Meteorología Tropical por su introducción de un preciso sistema de predicción gracias a la fundación de la Red de Estaciones Meteorológicas del Caribe. Con motivo del 120º aniversario de su muerte y en reconocimiento a las innumerables vidas salvadas por este sacerdote, el Condado de Miami-Dade le concedió una calle en las cercanías del Colegio de Belén, en Miami.
Fuente: Religión en Libertad
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