Ricardo Franco es ahora director editorial de Freshbook, sello de temática católica
Desde niño la enfermedad mental le atormentaba, hasta que rezó a don Giussani y todo desapareció
Freshbook es un sello editorial español que promueve la cultura católica y la reflexión desde una perspectiva cristiana de temas de total actualidad. Su director editorial es Ricardo Franco y su propia vida daría para un libro propio tras haber encontrado en Dios la cura a su alma y también a su cuerpo, pues de manera milagrosa se recuperó de una enfermedad mental que llevaba desde su infancia convirtiendo su vida en un auténtico infierno.
Sólo Dios en todos esos años aparecía de una manera u otra como consuelo, hasta que un día rezó al entonces recién fallecido don Luigi Giussani. Desde entonces sus síntomas remitieron.
En una carta que recoge Mater Mundi TV y que acompaña con una interesante entrevista en vídeo, Franco habla del enorme sufrimiento que experimentó desde su infancia y de numerosos acontecimientos de los que asegura que muchos ni los recuerda, porque “están borrados por la medicación y el alcohol”.
Una infancia marcada por la "atracción por la muerte"
“Desde pequeño, el primer recuerdo que no es tanto una circunstancia, sino un sentimiento, es la atracción por la muerte; la muerte deseada como descanso ansiado de una fatiga inexplicable que me sorprendía en cada acción, en cada proyecto, en cada amistad, cada mañana y cada tarde; un ahogamiento vital que me incapacitaba para hacer todo lo que hace un niño a esta edad”, cuenta Ricardo.
En medio de toda esta oscuridad que había en su infancia un gran rayo de luz se produjo cuando su hermano cambió de colegio y conoció a un sacerdote, que más tarde presentó a Ricardo. Explica que “jamás tuve problemas con la fe; en casa no se practicaba, no se hablaba de Dios, pero tampoco había una beligerancia contra la Iglesia”.
El sacerdote que le presentó a Cristo
Sin embargo, asegura que conocer a aquel sacerdote fue un “shock”. “Deseaba con todo mi corazón poder hablarle de esa herida que yo sufría. Cuando por fin entré en el colegio, pude hablarle, asistir a sus clases, relacionarme con él y me sucedía algo inexplicable para mí, por lo novedoso de la experiencia. Si estabas con él, si te lo cruzabas en el pasillo, si hablabas con él, todo cambiaba, cambiaba el día y sus tristezas”, agrega.
Este sacerdote se convirtió en un bálsamo y dio ilusión por vivir al pequeño Ricardo, aunque sólo fuera por un tiempo. Ricardo confiesa al conocer a aquel hombre encontró a Cristo. Según afirma, “Dios atravesó esa infinita distancia inabarcable, aquella soledad pegajosa, y se acercó a través de aquel hombre”, y éste le hablaba de “tal manera de Cristo, de su afecto por mí, de su amor que me creaba en ese instante que yo no pude evitar enamorarme de Cristo”.
La explosión final de la enfermedad
Años después la enfermedad explotó totalmente apareciendo el trastorno mental que desde niño asomaba cada día. Esto le hacía tomar decisiones completamente irracionales y contradictorias y así acabó surcando los océanos como timonel en un petrolero.
Según recuerda de aquella etapa, “pasaban los meses y yo percibía claramente que mi cabeza no iba bien, y que mi corazón se estaba rompiendo. Una pena y un deseo de morirme conquistaron todos mis pensamientos desde la mañana a la noche. Se desató una angustia imposible de explicar”.
De los meses siguientes sólo recuerda un taxi que le dejó en la sala de urgencias de un hospital y recuerdos “nublados” por los efectos de los tranquilizantes. A partir de ahí comenzó el verdadero infierno en el que estuvo sumido durante cinco años.
Le diagnosticaron, según cuenta, un trastorno límite de la personalidad con depresión aguda y a partir de ahí se sucedieron los psiquiatras, el insomnio, una fatiga insoportable, descontrol, desorden absoluto, terror al día siguiente, a la noche siguiente, a meterse en la cama y ser engullido por ella, a las pesadillas que se repetían una y otra vez. Y además, empezó a sentir pánico a utilizar el teléfono y a relacionarse con las personas.
Ingresos en hospitales y psiquiátricos
Poco tiempo después empezó a mezclar la gran cantidad de medicamentos que tomaba con alcohol y así garantizarse una “anestesia total”, lo que llevó al hospital en numerosas ocasiones y a ser ingresado en psiquiátricos durante semanas.
¿Dónde estaba Jesús? ¿Qué había sido de aquella fe que tuvo de niño? El propio Ricardo reconoce que “misteriosamente, nunca me abandonó. De alguna manera era consciente de que Él estaba ahí, acompañándome silencioso, callado".
La muerte de don Giussani
El último año y medio fue incluso peor y ya sólo salía de casa por las noches. Entonces recibió un mensaje de texto en su móvil. Le anunciaban que un sacerdote al que admiraba, Luigi Giussani, fundador de Comunión y Liberación, había fallecido.
“En ese momento comencé a pedirle a ese sacerdote muerto que me curara, que me quitara esta pena, este peso insoportable. ‘Cúrame, cúrame’, le suplicaba como nunca he suplicado, con una certeza de ser escuchado y de ser abrazado por Jesús y por la Virgen, que nunca había tenido. No vi nada, pero en mi corazón se abrió, por decirlo de alguna manera, una puerta a la eternidad como un lugar real, un lugar que estaba delante de mí, escuchando mi aullido”, cuenta Ricardo de lo ocurrido aquella noche.
Estas súplicas también las dirigió insistentemente a la Virgen y a Jesús, y asegura que “nunca había tenido una experiencia tan evidente y ‘carnal’ del misterio del infinito en el instante”.
El sello Freshbook de la que es director editorial ofrece libros con testimonios y también de formación en el ámbito católico
La inexplicable curación
Se acostó y a la mañana siguiente se despertó “extrañamente ligero”. Tenía ganas de desayunar bien y energía para afrontar el día. Así pasaron varios días, pero siempre esperando a que le diera otro brote, como siempre sucedía. Sin embargo, no llegaba y cada vez se encontraba mejor. Incluso dejó de tomar la medicación cuando se acabó.
En esta situación decidió ir al psiquiatra y contarle lo sucedido. “Recuerdo perfectamente su cara de perplejidad, pero también recuerdo que no podía negar mi evidente mejoría. No he vuelto a un psiquiatra. No he vuelto a ser internado. No he vuelto a los bajones. No he vuelto a las andadas”, afirma de manera categórica. De aquello han pasado ya más de 13 años.
Meses después se reencontró con su exnovia y notó la curación de Ricardo. Ahora están felizmente casados y tienen dos hijas. A su juicio, “aquella noche, ese sacerdote ‘muerto’ se llevó con él todos los trastornos, pero sobre todo aquella pena que me cegaba y me paralizaba”.
Ahora, con una familia, con un trabajo en una editorial promotora de cultura católica como Freshbook puede decir que “Cristo se ha vuelto alguien concreto, el deseo concreto de mi corazón, la persona que puede hacer que la vida sea grande.
Fuente: Religión en Libertad
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