Ella había rechazado a Dios, Él intervino palpablemente para salvarla de la depresión y el suicidio
Milly estuvo en España un año después de su intento de suicidio. Es la imagen de la izquierda, una tristeza en la mirada que hoy ha desaparecido.
Cambio de agujas, el programa de HM Televisión consagrado a testimonios de conversión personal a Jesucristo, he tenido recientemente como invitada a la periodista italiana Milly Gualteroni, en España para la presentación de su libro Arrancada del abismo (Voz de Papel).
Milly, colaboradora de importantes publicaciones como Panorama, Vogue o Cosmopolitan, conoció el éxito profesional y lo que es sentirse en la cima de la influencia mediática en el Milán de los años 90, y con una vida sentimental entregada a la "liberación" que promete el mundo. Pero realmente vivía torturada por una depresión muy intensa que se le manifestaba dos veces al año, en el aniversario de los dos acontecimientos que enmarcaron su adolescencia: el suicidio de su hermano mayor cuando ella tenía 13 años, y de su padre cuando tenía 17.
En conversación con Cristina Casado, Milly explicó en la entrevista su primera formación católica, su decisión juvenil y consciente de rechazar a Dios, y a partir de ahí el creciente abismo de infelicidad al que fue asomándose a medida que iba cumpliendo sus objetivos académicos y profesionales y mantenía un buen nivel de vida urdido con toda clase de placeres.
Milly intentó quitarse la vida tres veces. De las dos primeras (arrojándose a un río peligroso estando semi-inconsciente por ingesta de pastillas, la primera, y con sobredosis de fármacos, la segunda) fue rescatada in extremis.
El impactante relato que detalló en Cambio de Agujas cobra especial relieve por el talante frío y racional de Gualteroni, que por ello se vio doblemente sorprendido por las intervenciones claramente providenciales de Dios para "arrancarla del abismo": ya sea a través de sueños donde podía ver los demonios que la atormentaban, o de la aparición de una misteriosa tau (signo cristiano que ignoraba) en lugares y circunstancias inverosímiles o del llamado público con el que la sorprendió un sacerdote que la desconocía.
Además de explicar las formas de intervención sobrenatural con las que Dios la rescató, Milly también recuerda que se libró de sus males aceptando, y trascendiendo, el sufrimiento que implicaban: "Nuestra sociedad ya no quiere oír hablar de sufrimiento y de dolor. Lo intenta todo para esconderlos o para solucionarlos de alguna manera. Yo misma, durante toda mi vida, intenté huir de mi sufrimiento. Y mi camino de curación empezó justo cuando acepté mi sufrimiento como parte de mí misma y asumí la responsabilidad de mi sufrimiento".
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