viernes, 1 de noviembre de 2024

Santo Evangelio 1 de Noviembre 2024

 


Texto del Evangelio (Mt 5,1-12a):

 En aquel tiempo, viendo Jesús la muchedumbre, subió al monte, se sentó, y sus discípulos se le acercaron. Y tomando la palabra, les enseñaba diciendo: «Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierra. Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos serán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos».



«Alegraos y regocijaos»


Mons. F. Xavier CIURANETA i Aymí Obispo Emérito de Lleida

(Lleida, España)

Hoy celebramos la realidad de un misterio salvador expresado en el “credo” y que resulta muy consolador: «Creo en la comunión de los santos». Todos los santos, desde la Virgen María, que han pasado ya a la vida eterna, forman una unidad: son la Iglesia de los bienaventurados, a quienes Jesús felicita: «Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios» (Mt 5,8). Al mismo tiempo, también están en comunión con nosotros. La fe y la esperanza no pueden unirnos porque ellos ya gozan de la eterna visión de Dios; pero nos une, en cambio el amor «que no pasa nunca» (1Cor 13,13); ese amor que nos une con ellos al mismo Padre, al mismo Cristo Redentor y al mismo Espíritu Santo. El amor que les hace solidarios y solícitos para con nosotros. Por tanto, no veneramos a los santos solamente por su ejemplaridad, sino sobre todo por la unidad en el Espíritu de toda la Iglesia, que se fortalece con la práctica del amor fraterno.

Por esta profunda unidad, hemos de sentirnos cerca de todos los santos que, anteriormente a nosotros, han creído y esperado lo mismo que nosotros creemos y esperamos y, sobre todo, han amado al Padre Dios y a sus hermanos los hombres, procurando imitar el amor de Cristo.

Los santos apóstoles, los santos mártires, los santos confesores que han existido a lo largo de la historia son, por tanto, nuestros hermanos e intercesores; en ellos se han cumplido estas palabras proféticas de Jesús: «Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos» (Mt 5,11-12). Los tesoros de su santidad son bienes de familia, con los que podemos contar. Éstos son los tesoros del cielo que Jesús invita a reunir (cf. Mt 6,20). Como afirma el Concilio Vaticano II, «su fraterna solicitud ayuda, pues, mucho a nuestra debilidad» (Lumen gentium, 49). Esta solemnidad nos aporta una noticia reconfortante que nos invita a la alegría y a la fiesta.

Fundadora de Sushita: «Emaús es una escuela profesional mejor que Harvard; me enseñó a no juzgar»



 Fundadora de Sushita: «Emaús es una escuela profesional mejor que Harvard; me enseñó a no juzgar»

Segimón

"Intento salir a las 09:30 de casa. Me enchufo a Radio María en el coche y voy escuchando el Rosario y llego con mucha más paz a la oficina", comenta Sandra Segimón, una de las creadoras de Sushita.

Sandra Segimón, Natacha Apolinario y José Manuel Segimón pasaron de enviar las primeras bandejas de sushi a los hogares de Madrid o Barcelona a liderar el mercado a domicilio de sushi y conformar Sushita, un grupo exclusivo que hoy cuenta con 400 empleados y cuenta con ocho restaurantes en Madrid.

La empresaria de éxito Sandra Segimón ha sido entrevistada recientemente por El Debate y cuenta cómo fundó este imperio gastronómico a finales de los 90, y cómo la fe ha sido fundamental desde los orígenes. 

Trabajo y constancia

Sobre cómo le llegó el interés por la gastronomía, Segimón recuerda sus comienzos en el sector. "Yo estudiaba en Londres, vivía sola en un apartamentito y cocinaba fatal. Llamaba todo el tiempo a una empresa, Room Service, que tenía en el catálogo 20 restaurantes buenos. Y cuando llegué a Madrid hice algunas entrevistas de trabajo, pero no me cogieron para ninguna. Empecé con el runrún de por qué no montar con mi hermano José Manuel y otra socia una empresa para hacer delivery de restaurantes".

"Fuimos los primeros en hacer delivery de comida japonesa en España, vendíamos un montón. Un día, uno de los dueños de un restaurante nos puenteó e incluyó un cartel, en el que anunciaban que ellos empezaban a hacer sus propias entregas. Entonces ahí decidimos coger a un cocinero japonés y empezamos nosotros también a gestionar una cocina y fabricar nuestro propio sushi", añade.



Cabana El grupo de Segimón hoy cuenta con ocho restaurantes y más de 400 empleados.

Y, en Nueva York surgiría la idea brillante que desembocaría, más tarde, en Sushita. "José Manuel, Natacha y yo viajábamos mucho y entonces vimos que en Nueva York estaban todos estos delis, supermercados como de barrio, que tenían bandejas de sushi. Decidimos presentárselo al grupo VIPS. Empezamos con ellos y de ahí ya con todos los clientes de la gran distribución, o sea, El Corte Inglés, Carrefour, Alcampo y el resto de las cadenas. Y ahí es cuando constituimos Sushita, en el año 1999".

"En el 2015 uno de nuestros grandes clientes, por un desacuerdo de precios, cambia el director de compras de la cadena y decide que Sushita ya no sigue vendiendo. Nos tenemos que reinventar, porque si no teníamos que echar a casi un 25% de la plantilla. Y abrimos nuestro primer restaurante al público, que fue el de Alberto Aguilera. Y ahí es el comienzo, un poco de toda la cadena de restaurantes. Hasta ocho", comenta Segimón.

Un concepto que se convirtió en rompedor, ya que se alejaba de todo lo que significaba sushi bar. "Nosotros queríamos un sitio mucho más abierto, porque en ese momento, todavía era un poco para frikis la comida japonesa, no a todo el mundo le gustaba. Y entonces hicimos un restaurante que pareciera que te encontrabas en París o en Londres. Buscamos una carta un poquito más suave con noodles o tataki de solomillo. Algo de fusión. Y tuvo mucho éxito".

Sobre una posible expansión fuera de Madrid, Segimón comenta: "Vemos que hay un montón de gente de provincias, incluso de fuera de Madrid, de París, de Londres, de distintos sitios que viene a vernos aquí. Málaga es la ciudad que hemos elegido como primer restaurante fuera de Madrid".

Los valores de Sushita

Sushita, como empresa, cuenta con unos valores muy arraigados. "La innovación es uno de los valores más importantes. Siempre hemos sido los primeros en algo; en hacer delivery de comida japonesa o vender la bandejita de sushi. La familia es otro valor. Nosotros siempre decimos que si hay alguien dentro del equipo que tiene algún problema gordo, ahí estamos el resto para apoyarle. La meritocracia es otro valor importantísimo. Esta historia es posible, porque hay un montón de gente que se deja la piel y esos son los que tienen que crecer dentro de la organización. Y luego el respeto. Tenemos una cantidad de gente que procede de todas partes del mundo". 

Y la fe es uno de los valores más importantes. "Hace seis años, yo hice el retiro de Emaús. Cuando salí, era una persona mucho más capaz de gestionar personas, tenía el foco puesto en las personas de la organización. Siempre me habían importado, pero ahora me importaban a otro nivel. La historia de Sushita es para que esas personas fueran más capaces de desarrollarse, para que tuvieran más apoyo. Antes de Emaús yo era un poco dura y demasiado exigente conmigo misma, porque al final toda esta historia exige mucho esfuerzo y trabajo. Y eso yo creo que fue el cambio. O sea que mejor que Harvard o el IESE. Y no digo que no a Harvard en algún momento, pero creo que Emaús es una gran escuela también de cómo hacer las cosas profesionalmente. En Emaús, te enseñan a no juzgar a las personas".

Segimón revela, también, su vida de fe. "Intento salir a las 09:30 de casa. Me enchufo a Radio María en el coche y voy escuchando el Rosario y llego con mucha más paz a la oficina. Yo medito rezando el rosario. No sé meditar de otra manera. Y me da mucha templanza. Llego a la oficina preparada para afrontar el día".



"No nos tenemos que aguantar ni avergonzarnos los que tenemos claro que con Dios se es feliz y sin Dios no se es feliz. Yo me he dado cuenta ahora, en Lourdes en la peregrinación, cómo esos enfermos que no pueden hablar bien, que no pueden andar, que tienen unas minusvalías brutales, cómo son capaces de ser inmensamente felices, cuando tienen a Dios en su vida. Lo que pasa es que no está de moda hablar de todo esto. Vamos a ver si lo conseguimos poner de moda, porque tenemos que contagiar a las nuevas generaciones. En el entorno de mis hijos me admira muchísimo cómo están de comprometidos con muchas causas. Mi hijo Pablo se fue a Costa Rica a cuidar niños, con el Padre Pablo Escrivá de Romaní", concluye.

Fuente: Religión en Libertad