András Löw, maratonista incansable, 19 veces en la Espartatlón: «Dios es como un buen entrenador»
El sacrificio, la necesidad o aceptar que lo difícil no siempre es malo son algunas similitudes que András Lőw encuentra entre el atletismo y la fe.
Ultramaratón espartana: 246 kilómetros en 24 horas. Un infierno físico para el que la mayoría de atletas aficionados nunca estarán preparados. Pero para el húngaro András Lőw es casi una costumbre.
A sus 54 años, Lőw ha corrido 19 veces la mítica carrera Espartatlón, que se celebra cada año entre Atenas y Esparta.
Tiene el récord mundial de más participaciones en esta competición y los 223 kilómetros que corrió en un solo día en 2005 en Sárvár (Hungría) le valieron el título de campeón del país magiar.
Estudió en un prestigioso colegio escolapio del siglo XVIII, después se licenció como sociólogo. Ha contado a un programa de testimonios del 52º Congreso Eucarístico Internacional, en Budapest, que para él, Dios es como un buen entrenador.
Correr, como rezar el rosario: "Muestra mi lugar en el mundo"
“La comodidad no sirve para nada bueno. De hecho, no sé para qué sirve”, proclama.
Para el ultracorredor húngaro, las maratones y su vida de fe tienen mucho en común. Sabe que durante gran parte del tiempo tendrá dificultades y la pregunta, dice, es cómo podrá hacerles frente.
“Correr es parecido a rezar el rosario”, cuenta. “Es bueno para alcanzar un estado de oración, me ayuda y me muestra cuál es mi lugar en el mundo”.
Löw, compitiendo en la Espartatlón de 2016.
De forma similar a la oración, explica que “incluso si no pudiese correr largas distancias, necesitaría algo de actividad”.
Para él, Dios es a la vez un padre amoroso y un buen entrenador, y confiesa que sería difícil vivir una fe definida por las prohibiciones.
“Si tienes una imagen de Dios como alguien con quien no pasarías dos semanas de vacaciones, tienes un problema. Necesitamos un padre generoso, que transmita su amor a sus hijos indignos”.
András Löw, en Corinto, celebrando su título como el corredor que más ha participado en la mítica carrera de Espartatlón junto a la estatua de Leónidas.
El Señor, su mejor entrenador
Además de su larga experiencia como “ultracorredor”, Löw destaca que junto a su fe, la familia es el gran pilar que sustenta su vida, y dedica horas a jugar y estar con sus hijos cada día. Como padre, también valora la importancia de aceptar la voluntad de Dios.
Cuenta que una mañana de invierno, “estaba montando con mi hijo en bici y él quería algo que yo no le podía dar. Se quedó enfadado montando en su bici, pero después de un rato le pregunté si estaba mejor. Me miró, me dijo que sí, y desde entonces todo volvió a estar bien. Significó mucho para mí”. De forma similar, explica que “siempre vamos a querer cosas que no puedan ser, pero que si las dejamos pasar, nuestra vida será más fácil y mejor”.
Lőw también encuentra en el atletismo una forma de comprender la cruz, el sufrimiento y la superación. “Algo puede ser duro sin ser malo, y hay que hacerlo. Me gustan los trabajos y retos que no parecen tener fácil solución. Cuando estoy en medio de ellos, me doy cuenta de que tarde o temprano, podré con ellos”, explica.
“En muchas ocasiones hay quien quiere cargar con su propia cruz a los demás, pero cuando lo intenta, al final siempre quiere recuperarla”.
Löw destaca que para él, todo es cuestión de confianza: “Confío en el Señor, y como un buen entrenador, me encarga los trabajos poco a poco”.
Testimonio del ultracorredor húngaro András Löw.
Fuente: Religión en libertad
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