viernes, 31 de diciembre de 2021

Santo Evangelio 31 de Diciembre 2021

 


Texto del Evangelio (Jn 1,1-18):

 En el principio existía la Palabra y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios. Ella estaba en el principio con Dios. Todo se hizo por ella y sin ella no se hizo nada de cuanto existe. En ella estaba la vida y la vida era la luz de los hombres, y la luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la vencieron.

Hubo un hombre, enviado por Dios: se llamaba Juan. Éste vino para un testimonio, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por Él. No era él la luz, sino quien debía dar testimonio de la luz.

La Palabra era la luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo. En el mundo estaba, y el mundo fue hecho por ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. Pero a todos los que la recibieron les dio poder de hacerse hijos de Dios, a los que creen en su nombre; la cual no nació de sangre, ni de deseo de hombre, sino que nació de Dios. Y la Palabra se hizo carne, y puso su Morada entre nosotros, y hemos contemplado su gloria, gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad.

Juan da testimonio de Él y clama: «Éste era del que yo dije: El que viene detrás de mí se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo». Pues de su plenitud hemos recibido todos, y gracia por gracia. Porque la Ley fue dada por medio de Moisés; la gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo. A Dios nadie le ha visto jamás: el Hijo único, que está en el seno del Padre, Él lo ha contado.



«Y la Palabra se hizo carne»


Rev. D. David COMPTE i Verdaguer

(Manlleu, Barcelona, España)

Hoy es el último día del año. Frecuentemente, una mezcla de sentimientos —incluso contradictorios— susurran en nuestros corazones en esta fecha. Es como si una muestra de los diferentes momentos vividos, y de aquellos que hubiésemos querido vivir, se hiciesen presentes en nuestra memoria. El Evangelio de hoy nos puede ayudar a decantarlos para poder comenzar el nuevo año con empuje.

«La Palabra era Dios (...). Todo se hizo por ella» (Jn 1,1.3). A la hora de hacer el balance del año, hay que tener presente que cada día vivido es un don recibido. Por eso, sea cual sea el aprovechamiento realizado, hoy hemos de agradecer cada minuto del año.

Pero el don de la vida no es completo. Estamos necesitados. Por eso, el Evangelio de hoy nos aporta una palabra clave: “acoger”. «Y la Palabra se hizo carne» (Jn 1,14). ¡Acoger a Dios mismo! Dios, haciéndose hombre, se pone a nuestro alcance. “Acoger” significa abrirle nuestras puertas, dejar que entre en nuestras vidas, en nuestros proyectos, en aquellos actos que llenan nuestras jornadas. ¿Hasta qué punto hemos acogido a Dios y le hemos permitido entrar en nosotros?

«La Palabra era la luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo» (Jn 1,9). Acoger a Jesús quiere decir dejarse cuestionar por Él. Dejar que sus criterios den luz tanto a nuestros pensamientos más íntimos como a nuestra actuación social y laboral. ¡Que nuestras actuaciones se avengan con las suyas!

«La vida era la luz» (Jn 1,4). Pero la fe es algo más que unos criterios. Es nuestra vida injertada en la Vida. No es sólo esfuerzo —que también—. Es, sobre todo, don y gracia. Vida recibida en el seno de la Iglesia, sobre todo mediante los sacramentos. ¿Qué lugar tienen en mi vida cristiana?

«A todos los que la recibieron les dio poder de hacerse hijos de Dios» (Jn 1,12). ¡Todo un proyecto apasionante para el año que vamos a estrenar!

David Russell Mosley cuenta cómo investigando la Historia de la Iglesia llegó a la plena fe católica



De familia no religiosa, se hizo protestante, y estudiando el cristianismo antiguo, católico

David Russell Mosley cuenta cómo investigando la Historia de la Iglesia llegó a la plena fe católica

David Russell Mosley creció en una familia casi sin religión en Estados Unidos. Sus padres venían de un origen protestante baptista, pero nunca iban a la iglesia.

De niño, a veces creía que quizá Dios existiera, y otras veces que quizá no. Hacia los 10 años, recuerda, incluso "creía en los dioses griegos por creer en algo". Desde niño le había gustado la mitología griega y la literatura fantástica de Tolkien y C.S.Lewis.

Nunca se le presentó la fe cristiana de una forma viva o cercana hasta la adolescencia, cuando un amigo le invitó a su iglesia y a "conocer a Jesús".

Con jóvenes, música y una opción firme por Jesús

Empezó a acompañar a su amigo a esa iglesia cada domingo y los miércoles por la tarde a sus encuentros de jóvenes. "Era divertido, porque había un coro a capella, sin instrumentos, el culto se hacía sin instrumentos. Y nos invitaban a un festival de música llamado AgapeFest".



David Russell Mosley habla de la fe

En ese festival, con grupos de música cristiana, David participó en una "llamada al altar", el gesto de levantarse y acercarse al escenario como signo de creer en Jesús, algo muy común en muchas comunidades protestantes. "Sí, creo en Jesús y quiero estar con él", pensaba en su interior. Poco después se bautizó. Era joven, pero optaba conscientemente por la fe cristiana.

Desde entonces empezó a pensar en ser predicador y evangelizador. En cuanto pudo, empezó a estudiar una licenciatura en Teología.

Un trasfondo de desconocimiento del cristianismo

No sabía prácticamente nada del catolicismo. Tenía sólo una amiga católica, "y lo único que yo sabía de su fe es que estaba aterrada por la novela de El Código Da Vinci", recuerda.

La gente de la iglesia de Russell no era anticatólica. Partían de la idea de que la mayoría de los católicos probablemente son cristianos solo de nombre (y, efectivamente, la mayoría no practica los sacramentos, la misa, la confesión...). También entendían que "unos pocos creen de verdad mucho en Jesús". "Y esa era mi idea sobre los católicos entonces", señala Russell. "Yo solo sabía que sus iglesias eran muy grandes y sus bodas muy largas, porque fui a una de niño, y eso es todo".

Estudiar a los Padres de la Iglesia y los cristianos antiguos

Empezó a estudiar la iglesia antigua y medieval en su universidad, una universidad protestante no denominacional "que no tenía miedo a la Iglesia Católica, y muchos profesores tenían simpatía por el catolicismo". Muchos eran entusiastas de los Padres de la Iglesia y de los cristianos medievales. Y a él lo medieval y lo antiguo le gustaba.

Su madre le había leído El Hobbit desde niño. Desde siempre releía El Señor de los Anillos cada año, le encantaba CS Lewis. Había ahí una conexión que le serviría luego como profesor de literatura y también como evangelizador.



Detrás de Russell, fotos en blanco y negro de C.S.Lewis y J.R.R.Tolkien

Estudiando a los cristianos antiguos, lo primero que notó es que "aquella gente sabía de lo que hablaba y sin ellos la fe que tenemos hoy no existiría". Rusell se especializó en Historia de la Iglesia, se hizo un experto en San Columbano, el gran misionero irlandés del s.VI.

Y adquirió gran respeto por los cristianos antiguos. Ellos tenían razón sobre la Trinidad, sobre quién es Cristo... ¿cómo puede un cristiano moderno limitarse a desdeñar lo que enseñen sobre liturgia, oración o la Eucaristía? "Al menos, yo debía considerar que ellos veían esas cosas unidas en un todo", señala.

Ansiaba liturgia y sacramentos

Durante Russell un tiempo vivió en Inglaterra y fue a una iglesia anglicana; luego volvió a EEUU, a su antigua iglesia no denominacional... pero su teología, cuanto más lo pensaba, más se hacía católica. Lo que ya le convencía al leer, estudiar y debatir e investigar, tenía que incorporarlo en su vida cristiana.

"Yo ansiaba una combinación de liturgia y sacramentos", reconoce hoy. En su iglesia intentó incorporar elementos litúrgicos, el Via Crucis, reflexiones de Cuaresma... pero no bastaba. "Los aspectos litúrgicos no bastaban, yo necesitaba los sacramentos".

En Adviento de 2016 empezó a acudir a una parroquia católica para ver si era lo que Dios le pedía. A primera hora cada domingo iba a misa, luego volvía, desayunaba, y con su familia acudía a la iglesia protestante.

Pero, curiosamente, su esposa, que venía de una familia que había sido católica, le podía explicar más cosas de la vida católica. La familia de ella se había alejado del catolicismo porque su parroquia no había sido acogedora durante una grave enfermedad.

En enero de 2017 Russell se decidió, habló con el párroco católico y en la Vigilia Pascual de 2017 entraba en plena comunión con la Iglesia Católica. Hoy es deán académico en la Academia Chesterton de Notre Dame en Spokane, Washington, y allí enseña literatura a los jóvenes. Desde su web, blog y canal de vídeos de Youtube habla de la fe católica y de cómo ilumina la literatura, el sentido de belleza y la imaginación de los hombres.


Fuente: Religión en Libertad

jueves, 30 de diciembre de 2021

Santo Evangelio 30 de Diciembre 2021

 


Texto del Evangelio (Lc 2,36-40):

 Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, de edad avanzada; después de casarse había vivido siete años con su marido, y permaneció viuda hasta los ochenta y cuatro años; no se apartaba del Templo, sirviendo a Dios noche y día en ayunos y oraciones. Como se presentase en aquella misma hora, alababa a Dios y hablaba del Niño a todos los que esperaban la redención de Jerusalén.

Así que cumplieron todas las cosas según la Ley del Señor, volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El Niño crecía y se fortalecía, llenándose de sabiduría; y la gracia de Dios estaba sobre Él.



«Alababa a Dios y hablaba del Niño a todos»


Rev. D. Joaquim FLURIACH i Domínguez

(St. Esteve de P., Barcelona, España)

Hoy, José y María acaban de celebrar el rito de la presentación del primogénito, Jesús, en el Templo de Jerusalén. María y José no se ahorran nada para cumplir con detalle todo lo que la Ley prescribe, porque cumplir aquello que Dios quiere es signo de fidelidad, de amor a Dios.

Desde que su hijo —e Hijo de Dios— ha nacido, José y María experimentan maravilla tras maravilla: los pastores, los magos de Oriente, ángeles... No solamente acontecimientos extraordinarios exteriores, sino también interiores, en el corazón de las personas que tienen algún contacto con este Niño.

Hoy aparece Ana, una señora mayor, viuda, que en un momento determinado tomó la decisión de dedicar toda su vida al Señor, con ayunos y oración. No nos equivocamos si decimos que esta mujer era una de las “vírgenes prudentes” de la parábola del Señor (cf. Mt 25,1-13): siempre velando fielmente en todo aquello que le parece que es la voluntad de Dios. Y está claro: cuando llega el momento, el Señor la encuentra a punto. Todo el tiempo que ha dedicado al Señor, aquel Niño se lo recompensa con creces. —¡Preguntadle, preguntadle a Ana si ha valido la pena tanta oración y tanto ayuno, tanta generosidad!

Dice el texto que «alababa a Dios y hablaba del Niño a todos los que esperaban la redención de Jerusalén» (Lc 2,38). La alegría se transforma en apostolado decidido: ella es el motivo y la raíz. El Señor es inmensamente generoso con los que son generosos con Él.

Jesús, Dios Encarnado, vive la vida de familia en Nazaret, como todas las familias: crecer, trabajar, aprender, rezar, jugar... ¡“Santa cotidianeidad”, bendita rutina donde crecen y se fortalecen casi sin darse cuenta la almas de los hombres de Dios! ¡Cuán importantes son las cosas pequeñas de cada día!


El obispo Vadell, poco antes de empeorar, hablaba así de la vocación, el sacerdocio y el amor



 El obispo Vadell, poco antes de empeorar, hablaba así de la vocación, el sacerdocio y el amor

El obispo Toni Vadell en el congreso de laicos de principios de 2020

El domingo 19 de diciembre el cardenal Omella pedía oraciones por el obispo auxiliar de  Barcelona, Toni Vadell, de 49 años, hospitalizado con cáncer de páncreas. Se organizó rápidamente un encuentro de oración y muchos fieles oran por él desde entonces. Pasan los días y Vadell se mantiene grave pero estable en el Hospital Clínico de la Ciudad Condal.

Vadell llegó a Barcelona en 2017, pero en poco tiempo ganó muchas simpatías, especialmente trabajando con los jóvenes y las personas más volcadas en nueva evangelización, entre otros ámbitos.

La revista Fons Vitae, de la Hermandad de Hijos de Nuestra Señora del Sagrado Corazón, lo entrevistó a principios de noviembre, antes de empeorar su estado de salud y publicó la entrevista en su número 18, de diciembre de 2021. Allí podemos conocer la vocación y espiritualidad de uno de los obispos más jóvenes de España.


[Revista Fons Vitae nº 18 aquí: Fons_Vitae_18]

Obispo Toni Vadell entrevistado por revista Fons Vitae

El obispo Toni Vadell, entrevistado por los sacerdotes de la revista Fons Vitae, a principios de noviembre de 2021,  antes de empeorar su estado de salud

Vocación y formación

Vadell explica en la entrevista que su vocación sacerdotal despertó cuando tenía unos 12 o 13 años, en su infancia en Mallorca, y creció con los años. "Dos aspectos influyeron particularmente: la familia y la parroquia. En familia vivíamos la fe, íbamos a Misa el Domingo, rezábamos en casa. Y en la parroquia fue muy importante la experiencia con los niños (esplai) y especialmente el grupo de oración y amistad en el que empecé a tener experiencia de la oración, oración que me llevó a ir intuyendo que el Señor me llamaba a ser sacerdote", recuerda Vadell.

Entró en el seminario menor con 14 años. "Me marcaron en esos 4 años del Seminario Menor, la experiencia de amistad. También recuerdo especialmente los encuentros vocacionales en los que acogíamos a adolescentes y les mostrábamos con nuestra cercanía la belleza de la vocación. Particularmente, estoy convencido que muchas vocaciones se despiertan en la niñez".

Como seminarista en Mallorca, aprendió mucho de los párrocos con los que se iba formando. "Con ellos fue creciendo el deseo grande que tenía de ser cura de parroquia", dice. Los formadores del Seminario, añade, "nos ayudaron a entender al sacerdote como enamorado de Jesucristo, hombre que encuentra la fuente de su vida sacerdotal en la Eucaristía".

Ya como sacerdote, recuerda, "disfruté especialmente en el campo de pastoral con jóvenes, en la pastoral familiar en las parroquias de San José Obrero y Corpus Christi. En esos años disfruté acompañando espiritualmente a la gente".

Recuerda que las parroquias mallorquinas de Corpus y San José que tenían colegio parroquial. "Los sábados teníamos la Misa con las familias del colegio. Eran celebraciones bellísimas cuyo recuerdo me caldea el corazón. La experiencia en la Unidad de Pastoral de la Mare de Déu, en unos pueblos del centro de la isla fue maravillosa, sobre todo en el trabajo en equipo".



Obispo Vadell con chavales en campamentos

Un cura de isla en la Roma universal

Después realizó en Roma sus estudios de Pastoral Juvenil y Catequética.

"Roma me cambió. Llevaba ocho años de cura. Me enamoré de la Iglesia. Venía de una iglesia pequeña, de una iglesia de una isla y descubrí la Iglesia Universal, la iglesia de los carismas, de los movimientos, como el Espíritu Santo genera tanta vida. Después tuve que volver a la iglesia particular sabiendo que no podía dejar de respirar desde la Iglesia Universal. Estar cerca del Papa, ir a una Universidad Pontificia y en el Colegio Español y confrontar la experiencia pastoral con lo que se me proponía en la universidad fue una gran riqueza. También participé en una parroquia de Roma con un grupo de scouts. Allí en Roma tuve la oportunidad de hacer los ejercicios espirituales de mes con motivo de mis 10 años de sacerdote", detalla.

[El Instituto del Corazón de Cristo organiza unos ejercicios espirituales de mes en el verano de 2022; más datos aquí; nota de ReL].

Evangelizar hoy, en un mundo pagano

De vuelta a la isla, el obispo de Mallorca le puso al frente de la Pastoral de Nueva Evangelización en 2013.

"Estamos en un mundo pagano, hostil a la fe", constata. "Estamos como en el “destierro de Babilonia”. Desde este situarnos en el mundo en el que estamos es clave cuidar nuestra identidad y no diluirnos como el resto de Israel que en Babilonia se mantuvo fiel a la promesa del Señor", comenta el obispo.


Obispo Vadell en una tertulia con jóvenes

"Evangelizar significa vivir en este mundo sin contemporizar, haciendo nuestra propuesta con toda su belleza y radicalidad: sin proselitismo, pero con mucha alegría. Se trata de ser testigos de una manera nueva de vivir la realidad, viviendo y anunciando el Kerigma que es que Cristo cambia la vida. Y todo esto realizarlo desde la vida de fraternidad. No podemos anunciar el Evangelio solos", añade.

Obispo por sorpresa

A los 45 años le nombran obispo auxiliar para Barcelona. "No me lo esperaba para nada. En mi caso no había habido ni “quinielas”. Me sorprendió la llamada del nuncio. Y ¡obispo auxiliar de Barcelona!… siendo de un pueblo. A lo largo del verano antes de la ordenación me entró el miedo y me ayudó la palabra de un sacerdote amigo: “El Señor te ha llamado, fíate”. Me serenó mucho esta palabra del sacerdote. Me preocupaba perder la “cercanía con la gente”. Le pedí al Señor no perder esta cercanía para no 'perderme'", explica.

Tras cuatro años en Barcelona, declara: "Estoy orgulloso de los curas jóvenes de Barcelona, me llenan el corazón. Tienen un gran ardor apostólico, amor a la Iglesia. Es muy interesante poderlos acompañar en sus inicios de su ministerio".

Habla de cómo ve al sacerdote que exigen nuestros días. "Tiene que ser un hombre enamorado de Jesucristo, hombres de oración y de la Iglesia. Que no vaya de “llanero solitario”, frente el peligro de individualismo. Que encontremos en la Eucaristía fuente de nuestro ministerio, contemplativos en la escucha de las personas, anunciando el evangelio siendo personas de comunión y de fraternidad".



Obispos Vadell y Gordo en su ordenación episcopal en 2017

Los obispos Toni Vadell y Sergi Gordo en su ordenación episcopal en 2017 en la Sagrada Familia de Barcelona

"Yo me he enamorado de Barcelona", admite en esta entrevista. "Me llamó la atención la diversidad eclesial en Barcelona. He disfrutado en el trabajo de evangelización de los jóvenes y con las familias. Ha sido también hermoso el trabajo en la pastoral de la salud y de los tanatorios. Últimamente como fruto de la beatificación de Joan Roig acompaño, juntamente con el Director del Secretariado de Pastoral con jóvenes, a un grupo de jóvenes profesionales".

La enfermedad, también por sorpresa

En 2021 llegó el anuncio de su enfermedad. Le sorprendió y después le hizo reflexionar.

"Me ha sorprendido la enfermedad y me ha sorprendido el Señor con su cercanía, con la consolación que siento escuchando la palabra de Dios, con la Eucaristía. En la capilla una paz me invade. Siento como el Señor me cuida y también la cercanía de María. Me conmueve y me sorprende la compañía de la Iglesia y su cuidado".

"Pensaba en una escena de D. Bosco que estuvo muy enfermo. Al lado de su ventana los jóvenes hacían turnos para que se curara. En un momento dado se puso bien y les dice: “Cada momento de mi vida será para vosotros”. La compañía de la Iglesia me provoca esto: deseo cada momento de mi vida hasta que me llame al paraíso que sea para la Iglesia. Veo que este tiempo es para reenamorarme de la Iglesia que ama a su pastor. Me siento tan cuidado y amado que deseo ser para la Iglesia".

Anima a los que sufren a confiarse "en Cristo Resucitado que pasa por la Cruz".

"Ayer, hablando con un señor que tenía un cáncer me comentaba que tenía la fe muy aparcada. Yo le decía que, si pudiera, que rezara, que le contara al Señor lo que le pasaba. Hay gente que dice que “esto es un mal sueño que pasará”. Esto me rebela, porque esto no es un mal sueño, sino que es la experiencia de la realidad de la vida y es un paso del Señor. Se trata de mirarlo desde el Señor. No es fácil, es gracia, pero hay que pedirla", detalla.

"En este momento me siento muy agradecido a la educación que he recibido a lo largo de toda mi vida. En los momentos más difíciles “tiro” de la experiencia de educación del cuidado de tanta gente a lo largo de toda mi vida: catequesis, retiros, ejercicios, colegios, peregrinaciones, profesores…", enumera. "Sembremos… que luego se cosechará".

Como San José: a veces hay que acoger sin entender

También San José le sirve de modelo. "Él acoge el plan de Dios sin entender muchas cosas, es un plan que pasa por él. Esto me ayudó a acoger el plan de Dios sin entender por qué en este momento de mi vida tengo un cáncer. Para el Señor nada pasa porque sí. San José me ayuda a acoger esta enfermedad como parte del plan de Dios. Y hacerlo como él, como “padre en la ternura”.

"Si miramos al hombre y miramos a Dios nunca seremos pesimistas", añade. Trabajando con catecúmenos, con personas que anhelan en su interior algo grande, ha visto que "la persona humana no se conforma con una respuesta mediocre. El vacío del corazón expresa algo mucho más grande. Nosotros tenemos a Jesucristo vivo en nuestra vida", comenta.

Su lema episcopal es "Alegraos siempre en el Señor". "Una religiosa me preguntó si había estado triste en algún momento. Le dije que al principio me conmovió la noticia de la enfermedad, pero nunca he tenido momentos de tristeza. Entiendo que es una gracia del Señor vivir siempre, también ahora, 'alegres en el Señor'".

A los sacerdotes les exhorta: "Sed sacerdotes enamorados del sacerdocio, enamorados de vuestra vocación. Sed sacerdotes siempre y en todo de esta vocación maravillosa que el Señor nos ha regalado".

Fuente: Religión en Libertad

miércoles, 29 de diciembre de 2021

Santo Evangelio 29 de Diciembre 2021



 Texto del Evangelio (Lc 2,22-35):

 Cuando se cumplieron los días de la purificación según la Ley de Moisés, llevaron a Jesús a Jerusalén para presentarle al Señor, como está escrito en la Ley del Señor: Todo varón primogénito será consagrado al Señor y para ofrecer en sacrificio un par de tórtolas o dos pichones, conforme a lo que se dice en la Ley del Señor.

Y he aquí que había en Jerusalén un hombre llamado Simeón; este hombre era justo y piadoso, y esperaba la consolación de Israel; y en él estaba el Espíritu Santo. Le había sido revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes de haber visto al Cristo del Señor. Movido por el Espíritu, vino al Templo; y cuando los padres introdujeron al Niño Jesús, para cumplir lo que la Ley prescribía sobre Él, le tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: «Ahora, Señor, puedes, según tu palabra, dejar que tu siervo se vaya en paz; porque han visto mis ojos tu salvación, la que has preparado a la vista de todos los pueblos, luz para iluminar a los gentiles y gloria de tu pueblo Israel».

Su padre y su madre estaban admirados de lo que se decía de Él. Simeón les bendijo y dijo a María, su madre: «Éste está puesto para caída y elevación de muchos en Israel, y para ser señal de contradicción -¡y a ti misma una espada te atravesará el alma!- a fin de que queden al descubierto las intenciones de muchos corazones».



«Ahora, Señor, puedes (...) dejar que tu siervo se vaya en paz; porque han visto mis ojos tu salvación»


Chanoine Dr. Daniel MEYNEN

(Saint Aubain, Namur, Bélgica)

Hoy, 29 de diciembre, festejamos al santo Rey David. Pero es a toda la familia de David que la Iglesia quiere honrar, y sobre todo al más ilustre de todos ellos: ¡a Jesús, el Hijo de Dios, Hijo de David! Hoy, en ese eterno “hoy” del Hijo de Dios, la Antigua Alianza del tiempo del Rey David se realiza y se cumple en toda su plenitud. Pues, como relata el Evangelio de hoy, el Niño Jesús es presentado al Templo por sus padres para cumplir con la antigua Ley: «Cuando se cumplieron los días de la purificación según la Ley de Moisés, llevaron a Jesús a Jerusalén para presentarle al Señor, como está escrito en la Ley del Señor: Todo varón primogénito será consagrado al Señor» (Lc 2,22-23).

Hoy, se eclipsa la vieja profecía para dejar paso a la nueva: Aquel, a quien el Rey David había anunciado al entonar sus salmos mesiánicos, ¡ha entrado por fin en el Templo de Dios! Hoy es el gran día en que aquel que San Lucas llama Simeón pronto abandonará este mundo de oscuridad para entrar en la visión de la Luz eterna: «Ahora, Señor, puedes, según tu palabra, dejar que tu siervo se vaya en paz; porque han visto mis ojos tu salvación, la que has preparado a la vista de todos los pueblos» (Lc 2,29-32).

También nosotros, que somos el Santuario de Dios en el que su Espíritu habita (cf. 1Cor 3,16), debemos estar atentos a recibir a Jesús en nuestro interior. Si hoy tenemos la dicha de comulgar, pidamos a María, la Madre de Dios, que interceda por nosotros ante su Hijo: que muera el hombre viejo y que el nuevo hombre (cf. Col 3,10) nazca en todo nuestro ser, a fin de convertirnos en los nuevos profetas, los que anuncien al mundo entero la presencia de Dios tres veces santo, ¡Padre, Hijo y Espíritu Santo!

Como Simeón, seamos profetas por la muerte del “hombre viejo”! Tal como dijo el Papa San Juan Pablo II, «la plenitud del Espíritu de Dios viene acompañada (…) antes que nada por la disponibilidad interior que proviene de la fe. De ello, el anciano Simeón, ‘hombre justo y piadoso’, tuvo la intuición en el momento de la presentación de Jesús en el Templo».

Madre Verónica y la Navidad: «Dios quiso necesitar la ternura humana para que nos dejáramos cuidar»

 


Madre Verónica y la Navidad: «Dios quiso necesitar la ternura humana para que nos dejáramos cuidar»

Madre Verónica medita sobre el misterio de la Navidad y reflexiona sobre la ternura que desarma al hombre


En la Navidad celebramos el nacimiento de Cristo, un momento que cambió el rumbo de la historia y abrió el camino hacia el cielo. Pero una vez que han pasado más de 2.000 años, ¿esta fiesta se celebra como un recuerdo lejano o realmente se busca que Jesús vuelva a nacer en cada uno?

Para profundizar en el misterio de la Navidad, más actual que nunca, la Madre Verónica Berzosa, ha compartido una profunda meditación con las hermanas de Iesu Communio centrada en cómo “la ternura te desarma”.


“En la Navidad el verbo se hizo carne, no es sólo un anuncio, una palabra, sino que la palabra se hace carne. ¿Qué ocurrió? Aquellos pastores que estaban al raso no podían imaginar lo que estaban llamados a ver en la noche cuando en el silencio de la noche una luz les invadió, una luz de gloria, una luz los llenó de ternura, la misericordia entrañable de Dios envolvió a todos en su interior”, comenzó la fundadora de este instituto religioso repleto de jóvenes religiosas.

La señal enviada a los pastores

El ángel les habló de una señal a los pastores, que era el encontrar a un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre. Madre Verónica se centra en este aspecto pues considera que “es una señal que no envía a otra realidad, es una señal que es realidad, un niño. Este niño es la realidad hacia la que tienen que ir. La realidad es visible, no viene sólo a señalar; es el Rey, la realidad, el amor, el esposo”.

Pero, ¿qué significa encontrar a Dios en un niño?, se pregunta la religiosa burgalesa. Es “luz de ternura”, explica. La Virgen dio a luz un hijo y lo envolvió en pañales… con ternura. “Todo lo que se pide a María cuando Dios desciende a su seno y lo toma ahora en sus brazos es ternura”, señala.

En este sentido, de la misma manera que los pañales envuelven al niño, la luz de Dios –recalca Madre Verónica- “envuelve ahora nuestra vida”. De este modo, “la ternura del Padre es que nosotros podamos envolver en ternura a Dios”, pero a la vez “esta ternura del Padre es que nos ha dado la carne de Jesucristo, de nuestro esposo, para poderlo amar y servir en esta vida”.

Dirigiéndose a las hermanas de Iesu Communio recordaba que “desde el momento en el que el hijo de Dios es abandonado a los cuidados de una madre humana Dios Padre cuida a la Virgen misma. Desde el momento en el que el Hijo te pide ‘envuélveme’, en tu fragilidad Dios Padre cuida de ti”.




¿Por qué?, pregunta Madre Verónica, y respondiendo ella misma aclara que al “envolver tú a ese niño, al abrazarlo, al estrecharlo contra el pecho y cuidarlo estás tocando la carne de Dios, de la gloria que se traspasa a nuestra fragilidad de criaturas”.

Dirigiéndose a sus hermanas agrega: “Cuando tú, mujer, envuelves a Cristo, Cristo cubre tu desnudez” pues si “una mujer abraza al Niño Dios, el Niño Dios llena de cielo a esta mujer”.

Cómo Dios cuida al hombre

Esta meditación sobre la Navidad llevó a la fundadora de Iesu Communio a asegurar que “el cuidado que María prodiga a Jesús es el cuidado que Dios padre prodiga a María. Cuando Dios se pone a merced de nuestras manos nos está cuidando Él. Dios ha querido necesitar la ternura humana para que nos dejáramos cuidar”.

Una cosa está muy clara para Verónica Berzosa: “allí donde veamos que Dios nos necesita, allí donde veamos que Él nos reclama, allí encontraremos la prueba de que Él nos cuida”.

Llevando este anuncio a la vida concreta de las hermanas, y por ende de cada oyente de esta meditación, Madre Verónica recuerda que “quien busca el cielo fuera de sí esperando todo para ella no se deja cuidar. En la entrega de una mujer poniendo su cuerpo, su ser, sus brazos, su ternura a disposición de ese niño, Dios ha podido cuidar de ella”.

La religiosa se muestra impresionada con “esta desnudez del mendigo” con la que fue llevado a la Cruz, que dejó que su cuerpo fuera primero cubierto con pañales y luego con el sudario. “Es como Él ha podido cubrir nuestra desnudez, tomarla sobre sí”. Por eso mismo, el hombre necesita que la carne de Jesucristo volviera "a hacer que nuestra carne tomara el calor de Dios, la misericordia, la salvación, la redención de Dios”.


Monjas de Iesu Communio

Precisamente, este gran misterio es que el camino del Cielo recorre este descenso, esta kenosis, que comienza con un niño indefenso al que se envuelve en pañales.

“Nosotras no queremos que se nos cubra porque no queremos que se vean nuestros errores, nuestra desnudez. Nosotras queremos presentarnos perfectas e irreprochables, como ganadores ante Dios y ante los hombres. No hemos entendido el camino de la paz: ‘paz a los hombres que se dejan amar en el modo que Dios ama’”, añade la superiora de Iesu Communio.

En su meditación también habla de San José. “Obedece, no discute y los toma consigo (a la madre y al niño) rompiendo incluso todos sus planes humanos. Obedece a la voz del ángel, se levanta y se pone a servir. José se hace padre, esposo en designio de Dios, porque ya nunca más dijo ‘yo para Dios’ sino ‘Dios con nosotros’”.

Una llamada a la comunión

La Madre Verónica señala un hecho llamativo. María recibió una visita del ángel, José también, “y así se hace comunión”. Por ello, la religiosa recalcó que “la llamada es personal, pero esta llamada es a la comunión con aquellos a los que Dios te confía”.

De este modo, la fundadora de este instituto confirma que “la Navidad no es algo del pasado, abstracto. Como aquel tiempo confió a su hijo a los brazos de María hoy te confía a ti a su hijo, en cada una de las hermanas que te confía y de la humanidad entera”.

Por ello, dijo al resto de monjas que la escuchaban: “mi hermana no es alguien con la que tenga que llevarme lo mejor posible. Tu hermana es el niño que Dios te da, una carne concreta, es el niño en el que Dios se te da…”.

“El amor vence, nosotras éramos oscuridad, todas y cada una, estábamos desorientadas, estábamos perdidas, agonizábamos pero nos visitó la carne de Jesucristo que solo nos pidió: “tómame”. Toma a esta hermana, tómala, es tu niño, estoy ahí… y toma a todos los hijos dispersos, nuestra gran misión, que están ahora en los infiernos más perdidos… que no saben nada, ni quiénes son, ni donde van, y que no quieren ni abrirse a amar, porque creen que amar es sufrir”, agregó la Madre.

Fuente: Religión en Libertad

martes, 28 de diciembre de 2021

Santo Evangelio 28 de Diciembre 2021

 


Texto del Evangelio (Mt 2,13-18):

 Después que los magos se retiraron, el Ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: «Levántate, toma contigo al Niño y a su madre y huye a Egipto; y estate allí hasta que yo te diga. Porque Herodes va a buscar al Niño para matarle». Él se levantó, tomó de noche al Niño y a su madre, y se retiró a Egipto; y estuvo allí hasta la muerte de Herodes; para que se cumpliera el oráculo del Señor por medio del profeta: «De Egipto llamé a mi hijo».

Entonces Herodes, al ver que había sido burlado por los magos, se enfureció terriblemente y envió a matar a todos los niños de Belén y de toda su comarca, de dos años para abajo, según el tiempo que había precisado por los magos. Entonces se cumplió el oráculo del profeta Jeremías: «Un clamor se ha oído en Ramá, mucho llanto y lamento: es Raquel que llora a sus hijos, y no quiere consolarse, porque ya no existen».



«Se levantó, tomó de noche al Niño y a su madre, y se retiró a Egipto»


Rev. D. Joan Pere PULIDO i Gutiérrez Secretario del obispo de Sant Feliu

(Sant Feliu de Llobregat, España)

Hoy celebramos la fiesta de los Santos Inocentes, mártires. Metidos en las celebraciones de Navidad, no podemos ignorar el mensaje que la liturgia nos quiere transmitir para definir, todavía más, la Buena Nueva del nacimiento de Jesús, con dos acentos bien claros. En primer lugar, la predisposición de san José en el designio salvador de Dios, aceptando su voluntad. Y, a la vez, el mal, la injusticia que frecuentemente encontramos en nuestra vida, concretado en este caso en la muerte martirial de los niños Inocentes. Todo ello nos pide una actitud y una respuesta personal y social.

San José nos ofrece un testimonio bien claro de respuesta decidida ante la llamada de Dios. En él nos sentimos identificados cuando hemos de tomar decisiones en los momentos difíciles de nuestra vida y desde nuestra fe: «Se levantó, tomó de noche al Niño y a su madre, y se retiró a Egipto» (Mt 2,14).

Nuestra fe en Dios implica a nuestra vida. Hace que nos levantemos, es decir, nos hace estar atentos a las cosas que pasan a nuestro alrededor, porque —frecuentemente— es el lugar donde Dios habla. Nos hace tomar al Niño con su madre, es decir, Dios se nos hace cercano, compañero de camino, reforzando nuestra fe, esperanza y caridad. Y nos hace salir de noche hacia Egipto, es decir, nos invita a no tener miedo ante nuestra propia vida, que con frecuencia se llena de noches difíciles de iluminar.

Estos niños mártires, hoy, también tienen nombres concretos en niños, jóvenes, parejas, personas mayores, inmigrantes, enfermos... que piden la respuesta de nuestra caridad. Así nos lo dice San Juan Pablo II: «En efecto, son muchas en nuestro tiempo las necesidades que interpelan a la sensibilidad cristiana. Es la hora de una nueva imaginación de la caridad, que se despliegue no sólo en la eficacia de las ayudas prestadas, sino también en la capacidad de hacernos cercanos y solidarios con el que sufre».

Que la luz nueva, clara y fuerte de Dios hecho Niño llene nuestras vidas y consolide nuestra fe, nuestra esperanza y nuestra caridad.

Eran rusos en un país comunista de África, sonó una campana, era Navidad... y la fe tocó su corazón



 Eran rusos en un país comunista de África, sonó una campana, era Navidad... y la fe tocó su corazón

Evgeny y Natalya Toptunov cuentan su historia de conversión que pasa por 4 países

Evgeny Toptunov y Natalya Mirskaya empezaron a ir a misa dominical cuando tenían unos 45 años, hace 3 décadas, en 1991, en la parroquia de San Luis de los Franceses en Moscú. Y allí siguen.

Su primer contacto con la Iglesia Católica fue bastantes años antes, en Navidad. Pero no en las navidades blancas de Rusia, sino en unas navidades africanas, contemplando asombrados la seriedad alegre con la que los niños acudían a misa en Guinea Conakry. Desde el inicio tuvieron clara la universalidad de la fe católica. Han contado su historia a Olga Khrul en Ruskatolik.rf.

Sin religión de jóvenes... pero creían en Dios

Natalya y Evgeny (Zhenya, para los amigos) son moscovitas, se conocieron en la Universidad de Moscú estudiando el primer curso de Filología, y durante los cinco años de universidad solo fueron buenos amigos. Pero poco después de recibir sus diplomas en 1969 algo "empezó a cambiar", se enamoraron y se casaron. Él encontró un trabajo de profesor de lengua en el Instituto de Acero y Aleaciones de Moscú, donde trabajó casi toda su vida.

Aunque no habían recibido ninguna formación religiosa, ambos creían en Dios, a su manera. A veces acudían a una iglesia ortodoxa a poner alguna vela, como un acto especial. Lectores voraces de literatura, cultos, entendían la pregunta sobre Dios.

Como profesores de ruso como lengua extranjera, en su juventud vivieron en dos países de la órbita comunista: dos años en Guinea Conakry, en África (en 1974 y 1975) y cuatro años en Argelia. Y en esos dos países de mayoría musulmana tuvieron sus primeros contactos con la fe católica.

La Navidad en una dictadura africana

En Guinea Conakry gobernaba el dictador comunista Ahmed Sekou Touré. En 1967 había expulsado a los misioneros europeos. En 1969 era ordenado un joven Robert Sarah que llegaría a cardenal en el siglo XXI, pero era entonces uno de los únicos 9 sacerdotes nativos en el país. En 1970 la dictadura encarcelaba al arzobispo de Conakry, Raymond-Marie Tchidimbo, que pasó 9 años en el siniestro campo de prisioneros Boiro.

En 1974, a ese país pobre y con una iglesia aún más pobre y perseguida, llegaron Natalya y Evgeny. Les habían dicho: "prepararos como para una isla desierta, llevad de todo, menos ropa de abrigo". "No había tiendas, era imposible comprar nada que no fuera fruta. Si se rompía el cepillo de dientes, a cepillarse con el dedo; si se rompía el vaso, a beber de una lata. Los técnicos soviéticos recibían un cargamento de comida enlatada que, al parecer, llegaba por barco desde Nueva Zelanda. Apareció el primer semáforo en Conakry, la capital. No había asfalto en ningún sitio", recuerda Natalya.

Cada mañana les despertaba el canto del muecín desde la mezquita. Por eso les asombró un sonido especial: el 24 de diciembre de 1975, Nochebuena, "¡oímos sonar una campana! Seguimos ese hermoso sonido, y vimos una iglesia, y alrededor de ella, una procesión con la Cruz. Los niños pequeños, negros, con túnicas blancas, parecían ángeles", comenta Evgueny.

"Tenían rostros increíbles, inspirados, sublimes. Los niños no saben fingir, pensamos. Si están así, es que se sienten así, es que hay algo aquí... Era una sensación de algo familiar. Aquí estamos lejos del mundo, de la civilización, y el Señor está aquí, y eso da la sensación de que estamos en casa", explica Natalya.

Un mensaje en francés en Argelia

En 1981 llegaron a Argelia. Vivían en Boumerdes, pequeña ciudad llena de técnicos soviéticos a 60 kilómetros de la capital. Visitaron sus ruinas romanas, el desierto... En Argel, en 1984, vieron la catedral católica, Nuestra Señora de África.



Nuestra Señora de África, basílica menor y catedral católica en Argel

Allí, en círculo en el edificio, se podía leer una inscripción en francés. La tradujeron: "Si le das gracias a Dios por lo que te da, no tendrás tiempo para ser infeliz". Natalya quedó impactada por esas palabras: "son palabras que me han ayudado mucho, a mí y a otras personas, en todos estos años".

El catolicismo les atraía muy ligeramente, como algo curioso que encontraban en la literatura o la historia... "El príncipe Gagarin, el decembrista Lunin, el escritor Venedikt Erofeev eran católicos", enumera Evgueny. Natalia había leído la monumental tetralogía del premio Nobel Thomas Mann sobre José y sus hermanos en Egipto, publicada entre 1933 y 1943, muy alabada como obra literaria. "¿Podríamos considerarla como una especie de catequesis?", plantea ella. No lo era... pero a ella sí le sirvió para adentrarse en la fe.


José y sus hermanos, libro de Thomas Mann

"En Argelia, tuvimos una vida creativa muy rica: organizamos veladas de poesía, realizamos reseñas de revistas literarias, incluso creamos nuestro propio estudio literario... Y cuando regresamos a Moscú, sentimos una especie de vacío", recuerda Natalya.

Pronto conocieron al poeta David Samoilov. Natalya fue su secretaria literaria y disfrutaba mucho del trabajo y su ambiente cultural y amistad, hasta que el poeta murió en 1990. Para entonces, el Muro de Berlín había caído y ellos se sentían de nuevo con un gran vacío.

La JMJ de 1991 en Czestochowa: jóvenes de las dos Europas

El Papa Juan Pablo II convocó la Jornada Mundial de la Juventud de 1991 en Polonia, en el santuario de la Virgen en Czestochowa. Era una gran ocasión para los jóvenes de Europa oriental de viajar y de conocer jóvenes de Occidente. El Muro de Berlín y el comunismo habían caído. En Rusia aún no estaba claro, pero muchos jóvenes rusos vieron la posibilidad de ir a este encuentro europeo, como su primer viaje al extranjero. Incluyendo la hija de Natalya y Evgueni. No se pedían visados ni pasaportes.

El matrimonio se apuntó con otras personas de mediana edad. Viajaron en tren y montaron una tienda en el campo por primera vez. Llovió esa noche y su tienda aguantó muy bien, quizá por milagro, mientras otras se inundaban.

A la mañana siguiente, empezaron a llegar peregrinos alegres, sacerdotes con guitarras, religiosas que reían y cantaban... "No sabíamos que eso pudiera ser posible, nuestras ideas sobre la Iglesia eran muy distintas", recuerdan, ellos, que no sabían nada.

Como en Guinea, les asombró ver a los jóvenes escuchar con atención al Papa. "No mirábamos tanto al Papa como a los chicos, casi niños, que escuchaban atentos. Nosotros habíamos crecido en un ambiente de autoridades que mentían, estábamos acostumbrados a discursos vacíos, que nadie escucha, que entran por un oído y salen por el otro, pero esos chicos escuchaban al Papa y sus rostros se iluminaban..."

Juan Pablo II en Czestochowa en 1991 y el himno Abba Padre (Abba Ojcze, en polaco) que cantaron los peregrinos... y los Toptunov




"Por la noche, hubo misa en Jasna Gora, y de nuevo vimos esos rostros hermosos por todas partes. No entendimos nada de la Misa, pero nos quedamos con todos, sonreímos, nos tomamos de la mano, cantamos con ellos "Abba, Padre"... en general, la tierra estaba preparada y el grano caía", recuerda Natalya.

A misa cada domingo: vivir la fe en Moscú

Al volver a Moscú, y después del intento de golpe de Estado de ese mes de agosto de 1991, el matrimonio, a sus 45 años, empezó a ir a misa cada domingo a la parroquia católica de San Luis, tradicionalmente ligada a la embajada francesa.

"El padre Viktor Voronovich nos casó [por la Iglesia] poco antes cumplir nuestra boda de plata [civil]", recuerdan. Los sacerdotes que fueron conociendo les ayudaron a entender la fe y a sobrepasar tragedias familiares, la muerte de un sobrino y otras experiencias. En 1995 se integraron en la Hermandad Familiar de Kahn, una rama rusa de la comunidad carismática francesa Chemin Neuf (Camino Nuevo) y permanecieron en ella muchos años.

También adquirieron el hábito de peregrinar por Europa a encuentros de fe, como los de Taizé en Viena, Munich y París. Los consideran peregrinaciones, no turismo, porque podían ser hasta 4 días incómodos en autobús, rezando, conociendo a los otros peregrinos, a veces con imprevistos y averías, en circunstancias siempre austeras...

A veces, un autobús se estropeaba en algún pueblo perdido en Navidad, se quedaban allí y el cura que les acompañaba celebraba la misa.

Hoy siguen implicados en la parroquia. Dicen que las personas de su edad, cultas y activas, tienen mucho que contar y compartir, pero no ya con sus hijos. La parroquia debe abrir espacios para que puedan expresarse y aportar. Pueden ser "clubes de abuelos". También se ofrecen a cuidar niños pequeños durante la misa. Creen que hay que multiplicar espacios donde jóvenes y mayores puedan hacer cosas juntos.

Cuando les preguntan por qué son católicos en un país de tradición ortodoxa, recuerdan aquella Navidad en África y dicen: "El Señor está en todas partes. Estamos en casa en todas partes".

Fuente: Religión en Libertad


lunes, 27 de diciembre de 2021

Santo Evangelio 27 de Diciembre 2021



 Texto del Evangelio (Jn 20,2-8):

 El primer día de la semana, María Magdalena fue corriendo a Simón Pedro y a donde estaba el otro discípulo a quien Jesús quería y les dice: «Se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde le han puesto». Salieron Pedro y el otro discípulo, y se encaminaron al sepulcro. Corrían los dos juntos, pero el otro discípulo corrió por delante más rápido que Pedro, y llegó primero al sepulcro. Se inclinó y vio las vendas en el suelo; pero no entró. Llega también Simón Pedro siguiéndole, entra en el sepulcro y ve las vendas en el suelo, y el sudario que cubrió su cabeza, no junto a las vendas, sino plegado en un lugar aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado el primero al sepulcro; vio y creyó.



«Vio y creyó»


Rev. D. Manel VALLS i Serra

(Barcelona, España)

Hoy, la liturgia celebra la fiesta de san Juan, apóstol y evangelista. Al siguiente día de Navidad, la Iglesia celebra la fiesta del primer mártir de la fe cristiana, san Esteban. Y el día después, la fiesta de san Juan, aquel que mejor y más profundamente penetra en el misterio del Verbo encarnado, el primer “teólogo” y modelo de todo verdadero teólogo. El pasaje de su Evangelio que hoy se propone nos ayuda a contemplar la Navidad desde la perspectiva de la Resurrección del Señor. En efecto, Juan, llegado al sepulcro vacío, «vio y creyó» (Jn 20,8). Confiados en el testimonio de los Apóstoles, nosotros nos vemos movidos en cada Navidad a “ver” y “creer”.

Uno puede revivir estos mismos “ver” y “creer” a propósito del nacimiento de Jesús, el Verbo encarnado. Juan, movido por la intuición de su corazón —y, deberíamos añadir, por la “gracia”— “ve” más allá de lo que sus ojos en aquel momento pueden llegar a contemplar. En realidad, si él cree, lo hace sin “haber visto” todavía a Cristo, con lo cual ya hay ahí implícita la alabanza para aquellos que «creerán sin haber visto» (Jn 20,29), con la que culmina el vigésimo capítulo de su Evangelio.

Pedro y Juan “corren” juntos hacia el sepulcro, pero el texto nos dice que Juan «corrió más aprisa que Pedro, y llegó antes al sepulcro» (Jn 20,4). Parece como si a Juan le mueve más el deseo de estar de nuevo al lado de Aquel a quien amaba —Cristo— que no simplemente estar físicamente al lado de Pedro, ante el cual, sin embargo —con el gesto de esperarlo y de que sea él quien entre primero en el sepulcro— muestra que es Pedro quien tiene la primacía en el Colegio Apostólico. Con todo, el corazón ardiente, lleno de celo, rebosante de amor de Juan, es lo que le lleva a “correr” y a “avanzarse”, en una clara invitación a que nosotros vivamos igualmente nuestra fe con este deseo tan ardiente de encontrar al Resucitado.


Lucía, la científica que dejó el laboratorio para ayudar a cumplir el mensaje de Fátima como monja

 


Lucía, la científica que dejó el laboratorio para ayudar a cumplir el mensaje de Fátima como monja

Hermana Lucía Vitoria

Lucía Vitoria se convirtió a los 23 años y ahora lleva el Inmaculado Corazón de María al mundo entero

Marta María da Silva, nombre que tenía antes de convertirse en la hermana Lucia Vitoria, tenía una gran carrera profesional como científica, concretamente en Laboratorio de Dopaje de Lisboa. 

Sin embargo, tras una conversión que experimentó a los 23 años su búsqueda de Dios no paraba de aumentar hasta que sintió la llamada a entregarse a Dios. Conoció la Fraternidad del Arca de María, que intenta llevar la espiritualidad del Inmaculado Corazón al mundo entero tal y como pidió la Virgen en Fátima. 

Este es el cometido actual de la hermana Lucia Vitoria, que mientras tanto se sigue formando en la Universidad de la Santa Cruz en Teología Moral gracias a una beca del CARF. Ella misma relata su testimonio vocacional y misionero:

Una religiosa para ayudar a cumplir el mensaje de Fátima

Soy la Hermana Lucia Vitoria de la Fraternidad Arca de María del Inmaculado Corazón de María (civilmente Marta María da Silva Calçada). Estoy cursando el primer año de la Licenciatura en Teología Moral en la Pontificia Universidad de la Santa Cruz, en Roma y me gustaría compartir un poco de mi historia personal y vocacional.

Nací en Lisboa, Portugal, en 1975. El comienzo de mi conversión tuvo lugar cuando tenía 23 años, mientras estaba terminando mi curso de Ingeniería Química. En aquel momento mi proyecto se basaba en ser un buen ingeniero, ganar bien y tener éxito. Fue precisamente en la víspera de mi cumpleaños, cuando por casualidad participaba en un retiro (por pura curiosidad) y tuve mi primer encuentro con la persona de Jesús. Entonces, cambiaría radicalmente todo en mi vida.

Grupos de oración

En ese momento de mi vida, aún trabajando y dedicándome a las tareas de la vida diaria, sentía el deseo de unirme a grupos de oración y actividades para ayudar a los más necesitados. Pero pasó el tiempo y el deseo de responder a Dios creció todavía más. Además de desarrollar esas actividades y comprometerme con algunos encargos pastorales, trabajé durante 6 meses en la industria de antibióticos.

Sin embargo, comencé a identificar la necesidad de dedicarme a algo más grande, que resultaría en un bien más amplio. Por este motivo, decidí no renovar el contrato y comencé a trabajar en el Laboratorio de Dopaje de Lisboa, en el Instituto Portugués de Deportes.

Investigación científica

Allí permanecí 8 años, sintiéndome muy realizada pues desarrollaba una actividad que alternaba entre momentos rutinarios y momentos de innovación, a través de la investigación científica con aplicación práctica inmediata, aunque reconocía que la población beneficiada era muy pequeña, ya que se limitaba a población deportiva.

Devoción del Inmaculado Corazón

Habiendo seguido ya un camino de discernimiento vocacional en los últimos años, y tras conocer la Fraternidad Arca de María en 2007, me incorporé a ella en 2008.

Lucía, en su trabajo misionero



Me quedé muy impactada por el carisma de esta Fraternidad, nacida en el Corazón de la Virgen María, como creemos nosotros, para ayudar a cumplir el deseo de Jesús manifestado en Fátima en el mes de julio de 1917: “Mi Hijo quiere establecer la devoción a mi Inmaculado Corazón en el mundo”.

De Brasil a Italia

Este carisma es un don divino para cada miembro y para todo el pueblo de Dios, por el cual le entregamos nuestra vida siguiendo a Cristo, como nos propone en el Evangelio, viviendo y difundiendo la Consagración total a Jesús por María (la Santa Esclavitud del Amor), en el espíritu de San Luis María Grignion de Montfort.

Después de una primera etapa de formación en Brasil (donde se fundó la comunidad), fui enviada a la casa de misión en Italia, donde, junto con otros miembros de la comunidad y laicos locales, trabajamos en actividades misioneras relacionadas con el carisma y que tienen como resultado la entrega a Cristo a través de Nuestra Señora.

Necesidad de una formación catequética

En los últimos años, la Fraternidad a la cual pertenezco ha podido identificar la necesidad de una formación catequética más sólida y comprensiva, para poder cuidar con mayor esmero el rebaño de Cristo, tras cuyas huellas queremos caminar. Esta necesidad fue confirmada por una solicitud de la Santa Sede, que recomendó a la comunidad mejorar la dimensión formativa. Fue, con un corazón agradecido, pues, que acogí una beca para cursar la Licenciatura en Teología en la Universidad Católica de Petrópolis (Brasil).

Allí mismo, en Brasil, a través de mi profesor de Teología Moral me di cuenta de la calidad de la formación ofrecida por la Pontificia Universidad de la Santa Cruz y, por sugerencia del propio profesor, mi comunidad trató con grandes esfuerzos de asegurar que yo pudiera continuar mis estudios de Teología en Roma.

Las demandas económicas son muy considerables y por eso agradezco sinceramente toda la ayuda de CARF – Centro Académico Romano Fundación - y de quienes contribuyen para que los gastos académicos se puedan pagar más fácilmente. Dios es fiel y recompensará abundantemente toda la ayuda que les han brindado a los más necesitados.

Fuente: Religión en Libertad

domingo, 26 de diciembre de 2021

Santo Evangelio 26 de Diciembre 2021

 


Texto del Evangelio (Lc 2,41-52):

 Los padres de Jesús iban todos los años a Jerusalén a la fiesta de la Pascua. Cuando tuvo doce años, subieron ellos como de costumbre a la fiesta y, al volverse, pasados los días, el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin saberlo sus padres. Pero creyendo que estaría en la caravana, hicieron un día de camino, y le buscaban entre los parientes y conocidos; pero al no encontrarle, se volvieron a Jerusalén en su busca.

Y sucedió que, al cabo de tres días, le encontraron en el Templo sentado en medio de los maestros, escuchándoles y preguntándoles; todos los que le oían, estaban estupefactos por su inteligencia y sus respuestas. Cuando le vieron, quedaron sorprendidos, y su madre le dijo: «Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? Mira, tu padre y yo, angustiados, te andábamos buscando». Él les dijo: «Y ¿por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre?». Pero ellos no comprendieron la respuesta que les dio.

Bajó con ellos y vino a Nazaret, y vivía sujeto a ellos. Su madre conservaba cuidadosamente todas las cosas en su corazón. Jesús progresaba en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y ante los hombres.



«Le encontraron en el Templo sentado en medio de los maestros, (...) estaban estupefactos por su inteligencia»


+ Rev. D. Joan Ant. MATEO i García

(Tremp, Lleida, España)

Hoy contemplamos, como continuación del Misterio de la Encarnación, la inserción del Hijo de Dios en la comunidad humana por excelencia, la familia, y la progresiva educación de Jesús por parte de José y María. Como dice el Evangelio, «Jesús progresaba en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y ante los hombres» (Lc 2,52).

El libro del Siracida, nos recordaba que «el Señor glorifica al padre en los hijos, y afirma el derecho de la madre sobre su prole» (Si 3,2). Jesús tiene doce años y manifiesta la buena educación recibida en el hogar de Nazaret. La sabiduría que muestra evidencia, sin duda, la acción del Espíritu Santo, pero también el innegable buen saber educador de José y María. La zozobra de María y José pone de manifiesto su solicitud educadora y su compañía amorosa hacia Jesús.

No es necesario hacer grandes razonamientos para ver que hoy, más que nunca, es necesario que la familia asuma con fuerza la misión educadora que Dios le ha confiado. Educar es introducir en la realidad, y sólo lo puede hacer aquél que la vive con sentido. Los padres y madres cristianos han de educar desde Cristo, fuente de sentido y de sabiduría.

Difícilmente se puede poner remedio a los déficits de educación del hogar. Todo aquello que no se aprende en casa tampoco se aprende fuera, si no es con gran dificultad. Jesús vivía y aprendía con naturalidad en el hogar de Nazaret las virtudes que José y María ejercían constantemente: espíritu de servicio a Dios y a los hombres, piedad, amor al trabajo bien hecho, solicitud de unos por los otros, delicadeza, respeto, horror al pecado... Los niños, para crecer como cristianos, necesitan testimonios y, si éstos son los padres, esos niños serán afortunados.

Es necesario que todos vayamos hoy a buscar la sabiduría de Cristo para llevarla a nuestras familias. Un antiguo escritor, Orígenes, comentando el Evangelio de hoy, decía que es necesario que aquel que busca a Cristo, lo busque no de manera negligente y con dejadez, como lo hacen algunos que no llegan a encontrarlo. Hay que buscarlo con “inquietud”, con un gran afán, como lo buscaban José y María.


10 consejos para preparar la Navidad con la virtud que permite escuchar y encontrar a Dios

 


10 consejos para preparar la Navidad con la virtud que permite escuchar y encontrar a Dios

Monje de la cartuja de Santa María de Porta Coeli.

Desde encontrar la paz o clarificar nuestra conciencia hasta poder recibir las inspiraciones divinas son algunas de las ventajas de poner en practica la virtud del silencio.

Cada vez son más las autoridades y miembros de la Iglesia los que en un mundo protagonizado por el exceso del ruido y la inmediatez llaman a vivir de cara al silencio, aprovechando sus oportunidades y ventajas en la vida espiritual. Especialmente durante el tiempo de Adviento. Siguiendo su estela, el padre oblato de la Virgen María Edward Broom propone en Catholic Exchange 10 beneficios y consejos para poner el silencio en práctica hasta la venida de Dios en Navidad.

1º El lugar para encontrar a Dios…

En medio del ruido y la confusión no se puede encontrar a Dios, sino solo en el centro de un corazón impregnado de silencio. Recuerda la experiencia de Elías: Dios fue encontrado en el silencio de la suave brisa.

2º …y para escuchar Su voz

El joven Samuel en el templo experimentó la presencia de Dios, pero en silencio. Su respuesta fue: Habla, Señor, que tu siervo escucha. "La voz de Dios se puede escuchar en lo más profundo de nuestra alma en un profundo silencio", explica el padre Broom.

3º Necesario para recibir al Espíritu Santo

Después de nueve días y nueve noches de oración, que se hizo en silencio con la Santísima Virgen María, el Espíritu Santo descendió sobre los Apóstoles en ese primer Pentecostés y nació la Iglesia. Por ello, el sacerdote afirma que, si realmente queremos experimentar la presencia permanente del Espíritu Santo, necesitamos el silencio.

4º No hay paz interior sin silencio

El ruido excesivo crea tensión, ansiedad y estrés. "Cuando entremos en el ambiente del silencio es cuando Dios nos ayudará a experimentar uno de los frutos del Espíritu Santo, que es la paz", invita el sacerdote. "El corazón humano aspira a la paz interior más que todas las riquezas que el mundo materialista moderno puede ofrecer. El regalo de Pascua de Jesús fue ese: ¡Que la paz sea contigo!", añade. 


Abusar del ruido o no practicar en silencio puede crear tensión y estrés e impedirnos tener el alma abierta a las inspiraciones del Espíritu Santo.

5º Una ayuda para conocerse a sí mismo

Broom también advierte de que solo cuando estemos a solas con nosotros mismos y con Dios podemos llegar a conocernos y saber quiénes somos realmente, tanto lo virtuoso como los pecados, las luces que brillan en nuestras vidas y las horribles sombras que acechan en los recovecos internos de nuestra alma.

6º Puerta de entrada hacia la santidad

En silencio también podemos examinar nuestra vida moral y cómo actuamos a la luz de Dios. Así, podemos conocer nuestros pecados y llevarlos a la misericordia de Dios a través del Sacramento de la Confesión.


san Ignacio de Loyola. 

De no ser por su larga temporada convaleciente y en silencio, es posible que la conversión de San Ignacio nunca se hubiese producido. 

Un buen ejemplo de esto es la vida de San Ignacio de Loyola. "Al ser herido en la batalla, se vio obligado a guardar silencio en su ciudad natal de Loyola. Tras este período de convalecencia, Ignacio viajó como peregrino al Santuario de Montserrat", explica el oblato. 

Estando en este monasterio, envuelto en el silencio, el futuro santo supo penetrar profundamente en su conciencia, examinarla con detenimiento, confesarse y recibir la absolución y el perdón de sus muchos pecados. "Si Ignacio no se hubiera dejado absorber y envolver en el silencio, es muy probable que esta confesión y conversión nunca se hubiera producido", añade.

7º El silencio, un arma de caridad para escuchar a los demás

Además de conocernos a nosotros mismos, lograr un mejor arrepentimiento y escuchar la voz de Dios, Broom enseña que "el silencio nos permite abrirnos a escuchar a los demás con caridad, un arte de suma importancia que pocos adquieren plenamente".

Entre sus implicaciones, destaca que "escuchar exige paciencia, atención, humildad, desinterés y, sobre todo, caridad, auténtico amor y preocupación por el otro. Una persona que no aprecia el silencio puede tener dificultades para escuchar con atención y caridad a los demás", observa.

El sacerdote invita a considerar que el mejor  oyente  de todos "fue Nuestro Señor y Salvador Jesucristo. De hecho"; añade que "Jesús pasó los primeros treinta años de su vida principalmente en silencio" y que "en la casa de Nazaret hubo mucho silencio: trabajando con San José, pasaban la mayor parte del tiempo en silencio".

8º Una fuente de inspiración divina

Una actitud interior de silencio también es necesaria para estar abiertos a Dios y las inspiraciones del Espíritu Santo. Nuestro Dios es un Dios celoso y no ocupará el segundo puesto frente a nada ni nadie. Si el ruido es predominante en nuestras vidas, nunca se escuchará la voz suave e insistente del Espíritu Santo, a la que llamamos inspiración. Vivamos una vida de recogimiento y silencio para escuchar con frecuencia sus inspiraciones dulces y consoladoras.

9º Los grandes pensadores siempre han sido amigos del silencio

Continuando con sus observaciones, el oblato menciona que si nos acostumbramos a pasar frecuentes momentos en silencio, podremos alcanzar una vida más profunda, movida por un uso adecuado de nuestra razón y que nos permita tomas buenas decisiones que nos bendigan a nosotros y a los que nos rodean.  "Einstein, Dante, Shakespeare, San Agustín o Santo Tomás de Aquino, todos ellos pasaron largos períodos de tiempo en silencio en los que pudieron cultivar la profunda inteligencia que Dios les había dado", afirma el padre Broom.


Santa María del Silencio.

El silencio fue una virtud especialmente practicada por la Sagrada Familia, recogido en las oraciones y en la tradición popular, como la devoción de los silencios de San José o Nuestra Señora del Silencio, en la imagen. 

10º Una forma fácil de aprender a imitar a María

El sacerdote concluye ofreciendo el ejemplo de la Virgen María, que "tuvo una profunda vida mística y contemplativa y esto solo fue posible porque disfrutó de largos períodos de silencio".

"Dios envió al Arcángel Gabriel a María cuando ella estaba absorta en silencio, absorta en oración. Imitemos a María y disfrutemos del silencio para que Dios nos hable al fondo de nuestro corazón", concluye.



El cardenal Sarah, sobre la importancia del silencio en la vida del cristiano.

Fuente: Religión en Libertad

sábado, 25 de diciembre de 2021

Santo Evangelio 25 de Diciembre 2021



 Texto del Evangelio (Lc 2,1-14):

 Sucedió que por aquellos días salió un edicto de César Augusto ordenando que se empadronase todo el mundo. Este primer empadronamiento tuvo lugar siendo gobernador de Siria Quirino. Iban todos a empadronarse, cada uno a su ciudad. Subió también José desde Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Belén, por ser él de la casa y familia de David, para empadronarse con María, su esposa, que estaba encinta. Y sucedió que, mientras ellos estaban allí, se le cumplieron los días del alumbramiento, y dio a luz a su hijo primogénito, le envolvió en pañales y le acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en el alojamiento.

Había en la misma comarca unos pastores, que dormían al raso y vigilaban por turno durante la noche su rebaño. Se les presentó el Ángel del Señor, y la gloria del Señor los envolvió en su luz; y se llenaron de temor. El Ángel les dijo: «No temáis, pues os anuncio una gran alegría, que lo será para todo el pueblo: os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un salvador, que es el Cristo Señor; y esto os servirá de señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre». Y de pronto se juntó con el Ángel una multitud del ejército celestial, que alababa a Dios, diciendo: «Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres en quienes Él se complace».



«Os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un salvador, que es el Cristo Señor»


Rev. D. Ramon Octavi SÁNCHEZ i Valero

(Viladecans, Barcelona, España)

Hoy, nos ha nacido el Salvador. Ésta es la buena noticia de esta noche de Navidad. Como en cada Navidad, Jesús vuelve a nacer en el mundo, en cada casa, en nuestro corazón.

Pero, a diferencia de lo que celebra nuestra sociedad consumista, Jesús no nace en un ambiente de derroche, de compras, de comodidades, de caprichos y de grandes comidas. Jesús nace con la humildad de un portal y de un pesebre.

Y lo hace de esta manera porque es rechazado por los hombres: nadie había querido darles hospedaje, ni en las casas ni en las posadas. María y José, y el mismo Jesús recién nacido, sintieron lo que significa el rechazo, la falta de generosidad y de solidaridad.

Después, las cosas cambiarán y, con el anuncio del Ángel —«No temáis, pues os anuncio una gran alegría, que lo será para todo el pueblo» (Lc 2,10)— todos correrán hacia el portal para adorar al Hijo de Dios. Un poco como nuestra sociedad que margina y rechaza a muchas personas porque son pobres, extranjeros o sencillamente distintos a nosotros, y después celebra la Navidad hablando de paz, solidaridad y amor.

Hoy los cristianos estamos llenos de alegría, y con razón. Como afirma san León Magno: «Hoy no sienta bien que haya lugar para la tristeza en el momento en que ha nacido la vida». Pero no podemos olvidar que este nacimiento nos pide un compromiso: vivir la Navidad del modo más parecido posible a como lo vivió la Sagrada Familia. Es decir, sin ostentaciones, sin gastos innecesarios, sin lanzar la casa por la ventana. Celebrar y hacer fiesta es compatible con austeridad e, incluso, con la pobreza.

Por otro lado, si nosotros durante estos días no tenemos verdaderos sentimientos de solidaridad hacia los rechazados, forasteros, sin techo, es que en el fondo somos como los habitantes de Belén: no acogemos a nuestro Niño Jesús.

Pensamientos para el Evangelio de hoy

«Demos gracias a Dios Padre por medio de su Hijo, en el Espíritu Santo, puesto que se apiadó de nosotros a causa de la inmensa misericordia con que nos amó. Estando nosotros muertos por los pecados, nos ha hecho vivir con Cristo, para que gracias a él fuésemos una nueva criatura» (San León Magno)

«En este día ha nacido, de la Virgen María, Jesús el Salvador. Adoremos la Bondad de Dios hecha carne, y dejemos que las lágrimas del arrepentimiento llenen nuestros ojos y laven nuestro corazón. Todos lo necesitamos» (Francisco)

«Jesús nació en la humildad de un establo, de una familia pobre. Unos sencillos pastores son los primeros testigos del acontecimiento. En esta pobreza se manifiesta la gloria del cielo. La Iglesia no se cansa de cantar la gloria de esta noche: ‘La Virgen da hoy a luz al Eterno. Y la tierra ofrece una gruta al Inaccesible. Los ángeles y los pastores le alaban. Y los magos avanzan con la estrella. Porque Tú has nacido para nosotros, Niño pequeño, ¡Dios eterno!’» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 525)