Aspiraba a chef, pero perdió el olfato en un accidente: el «perfume de Dios» la sacó de la depresión
Molly Birnbaum es una conocida escritora relacionada con el ámbito de la cocina en Estados Unidos
Molly Birnbaum es una escritora y especialista en el mundo de la cocina seguida por millones de personas a través de sus escritos y libros sobre asuntos culinarios, especialmente en publicaciones como The New York Times, New York Post o USA Today, entre otros. Además es la responsable de America´s Test Kitchen Kids, un programa educativo para acercar a los niños a nuevos sabores, estimulando en ellos la curiosidad para probar y apreciar la buena comida.
Este no era, sin embargo, el proyecto que Molly tenía en mente para su carrera profesional sino que con ahínco se preparaba para ser una chef de talla mundial. Pero un gravísimo accidente cambió sus planes para siempre. Perdió totalmente el sentido del olfato, pero gracias a este suceso intimó mucho más con Dios, descubrió una nueva forma de vivir y experimentó importantes gracias. Ella misma lo cuenta públicamente a sus lectores
"En un momento todo cambió"
Hay que remontarse a 2005 cuando Molly apenas tenía 20 años, aunque ya entonces se preparaba para ser chef, una profesión en la que los olores son algo esencial. Pero un día de verano mientras hacía deporte ocurrió algo. “Estaba corriendo como todas las mañanas antes de ir a las clases a las que asistía con el objetivo de convertirme en chef. Un coche me atropelló, y en un momento, todo cambió. Aunque ese día Dios no me quería con él, puso a prueba mi voluntad”, afirma esta estadounidense, tal y como recoge el semanario Credere.
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Aquel atropelló le fracturó el cráneo y destrozó sus nervios olfativos, privándola por completo de la capacidad para oler. "Perdí completamente el placer de probar los aromas de la vida, porque la funcionalidad de mi sentido del olfato había desaparecido por completo. Pero sentía un olor extraño, que no podía escapar de mi nariz. Fue como si percibiera el olor de mi cerebro, un aroma fantasma que los médicos trataron de explicar como una experiencia sensorial típica de alguien que sufre anosmia, muy similar al síndrome del miembro fantasma que afecta a los pacientes amputados".
Un sueño roto y la depresión
Desde ese momento, aquel olor desconocido la acompañó durante todas las actividades de su vida diaria. Y finalmente, Molly tuvo que dejar sus aspiraciones de ser chef y abandonar la escuela de cocina. Según cuenta, “perder el sentido del olfato fue devastador, especialmente en ese momento de mi vida. Estaba repleta de sueños y expectativas para mi futuro y sabía lo importante que era el olfato para un chef. Me di cuenta de que cómo el sentido del olfato afectaba a mi vida en todos los aspectos”.
El gran sueño de su vida se derrumbaba y cayó en una fuerte depresión. Perder el olfato le arrebataba el poder ser chef, pero también muchos detalles de su día a día como el olor a café recién hecho o el de la lluvia. “Esto desencadenó muchos miedos inconscientes en una vida que de repente se había quedado vacía. Sentí que había perdido el deseo de mirar hacia el futuro”, reconoce.
Sus recuerdos de aquellos olores que tanto había amado se iban desvaneciendo. Además, se sentía muy vulnerable porque “por ejemplo no me daba cuenta si algo se estaba quemando en mi apartamento porque no percibía el olor a quemado o si mi ropa estaba limpia”.
El consuelo que ofrece Dios
Desesperada y con una gran depresión sólo en Dios y la fe encontró el consuelo y las fuerzas para salir adelante. Este encuentro con Dios la ayudó a perseverar y a creer con toda esperanza. Molly relata que “cuando uno sufre por su condición significa que el alma aún no está llena de Dios. No me rendí”.
Pese a no oler, y espoleada por esta renovada fe en Dios fue conociendo a científicos pero también a perfumistas. Participó en talleres de perfumes y también de cocina, pese a que su nariz no funcionaba. “Seguí sobre todo para creer firmemente”, asegura esta mujer.
"El perfume de Dios"
Dios la guiaba por un camino que todavía no lograba comprender, pero asegura que estaba “el perfume de Dios, que había decidido no abandonarme. Para mí se convirtió en mi punto de referencia”.
Y entonces un día algo volvió a cambiar en su vida. De repente, tanta perseverancia y fe se veía recompensada. Sin explicación su sentido del olfato revivió de manera extraordinaria. Se acuerda perfectamente de aquel momento: “estaba ayudando a mi madre a preparar la cena mientras cortaba una ramita de romero fresco. De repente su olor me golpeó por completo, todo pasó de manera inesperada”.
Agradecida a Dios por esta experiencia
Desde aquel instante, su curiosidad marcaba de nuevo su vida. “La fe no me abandonó y me dio la fuerza para seguir esperando” contra toda esperanza, explica Molly. Empezó a hacer cursos, pero ahora oliendo de nuevo, e incluso fue a una escuela de perfumistas en Francia, donde fue visitada por el prestigioso neurólogo Oliver Sacks para buscar una razón científica sobre su recuperación, y para también reeducar el cerebro para percibir los olores y sobre todo saber si el retorno del olfato sería definitiva.
En su opinión, creer es respirar la fragancia de Dios con un sentido del olfato espiritual. “Esta experiencia me ha dado una renovada gratitud y admiración por Dios”, asegura Molly, que si bien no ha podido cumplir su sueño de la infancia de ser chef ha seguido muy vinculada a la cocina y sobre todo a los olores en la gastronomía, publicando de hecho varios libros de éxito.
Ahora esta conocida escritora y blogger gastronómica ha descubierto una dimensión nueva en su vida: “he vivido estos años sin perder la fe en Dios, lo que me ha permitido encontrar mi camino. Entonces, tuve el mayor regalo, redescubrí las viejas esencias y hoy, siempre estoy buscando otras nuevas. Estoy feliz de estar de vuelta para saborear los buenos y malos olores que dan valor a la vida”.
Fuente: Religión en Libertad
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