El prelado del Opus Dei valora cuestiones de actualidad en una entrevista
Fernando Ocáriz: «En un buen hijo de la Iglesia no deberían caber los recelos hacia el Papa»
Fernando Ocáriz, prelado del Opus Dei
“ En la Iglesia todos queremos responder al mandato misionero de Jesucristo, todos colaboramos en la gran misión evangelizadora. Cada uno lleva a cabo este anuncio según su carisma”, afirma Fernando Ocáriz, el nuevo prelado del Opus Dei, en entrevista al periódico portugués Jornal de Noticias, que ha hecho pública la Oficina de Información del Opus Dei en España, y en la que ha hablado sobre Amoris laetitia, los dubia de los cuatro cardenales, los jesuitas o el mito de las riquezas en el Opus Dei
-Si le pregunto por los cambios que podría haber en la Prelatura ¿es una paradoja? A veces se les tilda de inmovilistas, conservadores, como si tuvieran miedo al cambio…
-Las instituciones de la Iglesia, como el Opus Dei, tienen el reto de ser plenamente fieles a Jesucristo en cada momento histórico, a través de la misión que han recibido. Con la ayuda de Dios, procuran hacer visible a Jesucristo de un modo adecuado a las circunstancias de lugar y tiempo. Por eso, en la Prelatura deben convivir la fidelidad a lo esencial, es decir, al espíritu y a la misión recibidos, con los cambios que requieran las nuevas circunstancias, los que sean necesarios dentro del ámbito amplio de lo que no es esencial. Como explicaba san Josemaría, con el tiempo cambian los modos de decir y de hacer, pero debe permanecer inmutable el núcleo, el espíritu.
-¿Cómo afronta su misión y qué piensa que se espera de ella?
-En primer lugar, pienso en la necesidad de la plena unión con el Papa y con los demás pastores, que resulta esencial para una tarea que es de servicio a la Iglesia. Naturalmente, he de vivir la paternidad y cercanía con las personas, sobre todo con las del Opus Dei, pues son las que la Iglesia me ha encomendado. Soy consciente de que la misión supera con mucho mi capacidad personal, pero también sé que Dios asiste. Además cuento con la colaboración de mis vicarios y consejos, y muy especialmente, con la oración de los fieles del Opus Dei y de muchos amigos.
-Es el tercer sucesor del fundador del Opus Dei. ¿Ha habido cambios en la Obra desde su comienzo? ¿Cuál es la realidad del Opus Dei a día de hoy?
-La misión general de la Iglesia se puede resumir en llevar el Evangelio a todo el mundo, ayudando a las personas a encontrar a Jesucristo en la Palabra y en los sacramentos. La prelatura del Opus Dei participa en esta misión recordando la llamada universal a la santidad y ofreciendo formación cristiana dirigida especialmente a santificar la vida ordinaria: el trabajo, la familia, las relaciones sociales, etc. Desde 1928, el Opus Dei se ha extendido a todos los continentes; ha aumentado la variedad de fieles en edad, condición social, nacionalidades; ha alentado la puesta en marcha de numerosas iniciativas educativas y sociales, etc., pero el núcleo —el espíritu y la misión a los que me acabo de referir— seguirá siendo el mismo, aunque como mencioné antes, en cada tiempo hay que descubrir el aporte de este mensaje ante los retos cambiantes de la sociedad, de las personas, de las épocas.
-¿Conoce los recientes cambios legislativos en Portugal? Se quiere incorporar el tema del aborto —que es legal desde hace años— en el plan curricular de las escuelas. También se está discutiendo la descriminalización de la eutanasia. Portugal, un país de larga tradición católica, parece cada vez menos cristiano, tanto en las costumbres como en las leyes. ¿Cómo ve el futuro del país?
-La rápida secularización de los modos de vida, ese acostumbrarse a vivir como si Dios no existiera, y a veces como si no tuviéramos que morir, es un movimiento cultural que afecta a muchos países del llamado occidente cristiano. Portugal no escapa a esa tendencia, a pesar de que es un país que ama tanto la vida, y donde se quiere a las personas por lo que son, con independencia de su salud física o espiritual. No conozco con profundidad los detalles de la situación portuguesa, pero usted me habla de temas concretos que se presentan en muchos sitios. Antes que nada, habrá que regresar a Dios, que es verdaderamente un padre bueno y lleno de ternura: de Él puede venir la luz para conocer la verdad y la fuerza para hacer el bien. De eso depende el futuro, también de Portugal. Me parece que, en este sentido, Fátima es como un gran imán para los portugueses, y una fuente de seguridad y optimismo.
-Europa está sumergida en una crisis humanitaria, hay extremismos políticos latentes y elecciones muy pronto. ¿Está de acuerdo el Opus Dei —etiquetado a veces de conservadurismo— con determinadas posiciones más extremistas?
-La Obra no tiene más posición que la de la Iglesia Católica. Sus miembros gozan de la libertad de cualquier católico en todas las cuestiones opinables. Pero, junto a ello, todos los católicos participamos de algunos retos que son éticos antes que políticos: Europa se encuentra, efectivamente, con el reto de acoger e integrar a miles de refugiados que se han visto forzados a abandonar sus países en busca de un futuro mejor. Para las personas del Opus Dei, como para todos los cristianos, las necesidades y los sufrimientos de estos hermanos son continuas invitaciones al servicio y a la oración, pues reconocemos en ellos “la carne sufriente de Cristo”, como nos recuerda con frecuencia el Papa Francisco.
»El amor cristiano es un amor concreto que sigue el modelo de Jesús: vivir continuamente para los demás, revestirlos de dignidad a través de obras de servicio, acompañar en el dolor más profundo y transmitirles el consuelo de Cristo. En el discurso que el Papa pronunció a finales de 2014 en el parlamento europeo dio ideas sugerentes para afrontar esta dramática situación. Ojalá quienes gobiernan las tengan en cuenta.
-¿Qué le parece, por ejemplo, la decisión de Donald Trump de levantar muros y cerrar las puertas a los inmigrantes? El Papa Francisco ha dicho, en reiteradas ocasiones, que debemos acogerlos como hermanos en la Tierra, pero están en juego cuestiones complejas desde el punto de vista de la seguridad: seguridad, libertad, terrorismo conviven en nuestros días. ¿Cómo garantizar el difícil equilibrio entre seguridad y libertad?
-Los obispos norteamericanos acompañan muy de cerca a los inmigrantes y comparten sus preocupaciones. Además se han mostrado abiertos a colaborar con las autoridades, para intercambiar reflexiones y puntos de vista. Luego, el equilibrio de las soluciones concretas —en particular entre seguridad y libertad— no es fácil y seguramente caben planteamientos diversos. Es una responsabilidad importante de las autoridades políticas. Los políticos, independientemente de sus planteamientos, cuentan con la oración de los creyentes, también cuando no piensan como ellos. Rezo para que en todos los países haya un clima de acogida a las personas más necesitadas, como a las que usted se refiere; ahora, concretamente, a los inmigrantes y refugiados, sin importar la raza, religión o condición social.
-Hace poco tiempo consulté un estudio donde Portugal aparecía entre los países de Europa con mayor índice de divorcios y una cantidad significativa de matrimonios rotos. La Obra insiste mucho en el carisma de la familia, y en la familia como pilar de la sociedad y de la espiritualidad. ¿Por qué fracasan hoy tantos matrimonios? ¿Cuáles son las amenazas más importantes a la familia?
-Que un hombre y una mujer se ofrezcan uno al otro, para toda la vida, con compromiso de exclusividad y hasta la muerte, para crecer conjuntamente y engendrar hijos que son continuidad de ese amor, es una realidad admirable que interesa a todos, no sólo a la Iglesia. Y que ese proyecto se hunda y fracase, además de herir a los involucrados, repercute también en la sociedad. Jesucristo dijo, además, que Dios recibe esa unión y la respeta como definitiva. Y para los cristianos el matrimonio es un sacramento, a través del cual Dios actúa con ayudas y bendiciones para los casados y sus hijos.
»Pienso que el Papa Francisco nos ayuda a quebrar todo pesimismo y recuerda que el matrimonio ha de fundarse en la alegría del amor. No puedo dejar de sugerir la lectura atenta de lo que el Papa llama el corazón de Amoris Laetitia: el capítulo cuarto sobre el amor en el matrimonio, y el capítulo quinto sobre el amor que se vuelve fecundo. Son ideas prácticas, sugerentes y muy fácilmente comprensibles que pueden fortalecer las familias.
-En su primer mensaje citó Es Cristo que pasa [una de las obras de San Josemaría], diciendo que “cada generación de cristianos ha de redimir, ha de santificar su propio tiempo: para eso, necesita comprender y compartir las ansias de los otros hombres, sus iguales”. ¿Cómo es este tiempo que nos ha tocado vivir?
-Son tiempos de inseguridad y, a la vez, de deseo de cambio; de alejamiento de Dios y de “saudades” de Dios; de tristeza y cansancio, pero también de nostalgia de bien; de temor a los conflictos, junto con un gran deseo de paz. Son los tiempos que nos toca vivir, y son tiempos para abrirnos a la acción de Dios.
-Algunos, en la opinión pública, se refieren al Opus Dei como algo cerrado, similar a un grupo de presión. Al hablar del Opus Dei en la opinión pública también aparece con frecuencia el dinero, la influencia o la riqueza. ¿De verdad es la Obra tan influyente? ¿Tiene tanto dinero y tantos bienes? ¿Cuáles? ¿Por qué hay tanta gente del Opus Dei importante y de clase alta (en Portugal, por ejemplo, banqueros)? ¿Hay más ricos que pobres en la Prelatura? ¿Es porque Jesús dijo que es más fácil para un camello pasar por el hueco de una aguja que para un rico entrar en el reino de los cielos?
-La realidad es muy distinta y hay, a veces, bastante ficción en el imaginario colectivo. Entre los cristianos que pertenecen al Opus Dei se encuentran personas de todo tipo: sanos y enfermos, jóvenes y ancianos, pobres y personas más acomodadas, gente con trabajo estable, jubilados y muchas personas en el paro que, en los países que más sienten la crisis, sufren con todos los que están en esa misma circunstancia. Me parece importante acercarse a la realidad, conocer a las personas. El Opus Dei presta un servicio de acompañamiento cristiano a todos, más allá de la condición social o económica, y sin interferencia alguna en el amplio campo de sus opciones profesionales, artísticas, políticas y de ciudadanía. Al mismo tiempo, nuestros centros y labores apostólicas tienen las puertas abiertas para quien quiera conocer esta realidad de primera mano. Muchas personas del Opus Dei con sus amigos impulsan proyectos sociales, asistenciales y educativos que están al servicio de mucha gente y que no suelen ser noticia.
»Le pongo un ejemplo que he conocido estos días: algunos fieles del Opus Dei en Costa de Marfil han creado el centro médico Wale que da asistencia médica y tratamiento gratuito a los enfermos de sida, tanto en Yamoussoukro como en Toumbokro. Le pido a Dios que esas iniciativas, personales o colectivas, no dejen de multiplicarse, también en tierras portuguesas.
-¿Está de acuerdo con san Pablo cuando afirma que el dinero es la raíz de todos los males?
-San Pablo dice que el amor al dinero es la raíz de todos los males. Es la misma alerta que hace el Papa Francisco cuando habla del dios-dinero y de la idolatría del dinero. El Papa, además de despertarnos ante las grandes injusticias sociales, también nos ayuda a afinar hasta en el modo de dar limosna: mirando a los ojos de quien nos pide, y dejando que la mano que da toque a la mano que recibe.
-En los últimos años, el Opus Dei consiguió puestos de influencia en la Curia y en la Santa Sede. También la Universidad de la Santa Cruz creció significativamente. ¿Cómo explica este aumento del prestigio y de los cargos por parte del Opus Dei?
-Son muy pocas las personas de la Obra que trabajan en la Curia vaticana: su nombramiento se hace público en el boletín oficial de la prelatura, Romana, donde cualquiera puede comprobarlo. Han respondido libremente a quienes les han propuesto esa colaboración, e intentarán trabajar con actitud de servicio y de obediencia a sus superiores en la Curia. Por otro lado, me parece clave entender que el trabajo en los organismos administrativos de la Iglesia se vive como un servicio a la Iglesia universal y no como un cargo de prestigio. En cualquier caso, puedo asegurarle que lo único que nos interesa es servir a la Iglesia como la Iglesia quiere ser servida. Así nos lo enseñó san Josemaría y así hemos de procurar vivirlo.
-¿Se puede comparar, en términos de dimensión, el Opus Dei con los jesuitas? ¿Diría que la Obra es hoy igual o más importante que los jesuitas?
-En la Iglesia todos queremos responder al mandato misionero de Jesucristo, todos colaboramos en la gran misión evangelizadora. Cada uno lleva a cabo este anuncio según su carisma y, aún todos juntos, somos pocos para ayudar a toda la gente. Por eso nos sentimos unidos unos a otros, y no hay lugar para comparaciones. Es muy notable el servicio a la humanidad que ha prestado y presta la Compañía de Jesús, con la dedicación y entrega de tantos hombres que unen oración, estudio y un servicio muy real a las situaciones humanas de frontera. Yo mismo estudié el bachillerato en un colegio de los jesuitas en Madrid, y estoy muy agradecido por lo que recibí tanto en el plano académico como en el de la formación humana y espiritual.
-¿Cómo es tener que tratar con un Papa jesuita? Sé que me responderá que el Papa lo es para toda la Iglesia. Obviamente no se pone en duda su infalibilidad. Sin embargo hay Papas que pueden gustar más o menos, por unas razones u otras. Francisco ha experimentado cierta oposición por algunas posiciones que los conservadores consideran un poco laxas. ¿Preocupa en la Obra que pueda haber cambios doctrinales?
-En un buen hijo de la Iglesia no deberían caber los recelos a los que se refiere. Además, con el Papa actual es muy fácil llegar a un cariño, digamos, humano, de amistad. Personalmente, me impresiona su vida de oración y su apertura a cada persona, manifestando un amor de predilección hacia los enfermos. Hablamos de un Papa con un gran sentido pastoral, y que desea una Iglesia evangelizadora. El pasado 3 de marzo estuve en audiencia privada con el Papa. Francisco estuvo muy cariñoso, agradecido e interesado por la labor apostólica del Opus Dei en todo el mundo. Con frecuencia recuerdo un lema que propuso san Josemaría: Omnes cum Petro, ad Iesum per Mariam: todos, con Pedro, a Jesús por María.
-¿Qué me dice sobre lo que se habló en el sínodo de la familia: el acceso a los sacramentos —en algunos casos— a los divorciados que han contraído nuevo matrimonio, o de determinadas afirmaciones —poco conservadoras— del Santo Padre sobre que no se debe juzgar a los homosexuales sino acogerlos?
-El Papa invita a toda la Iglesia a acompañar, a discernir, a integrar a todas las personas, sea cual sea su situación personal. Es un nuevo impulso pastoral, que requiere respuestas concretas dentro de la continuidad con la doctrina del Magisterio. En su documento sobre la familia, al mismo tiempo que recuerda que no cambia la doctrina de la Iglesia, el Santo Padre nos anima a buscar modos para ayudar a las personas que se quieren casar, a quienes desean hacer crecer su amor conyugal o a quienes atraviesan alguna dificultad. Para eso hacen falta más directores o consejeros espirituales disponibles y preparados.
-¿Qué piensa sobre el caso del grupo de cardenales que escribieron a Francisco señalando cierta discordancia con aspectos de la exhortación postsinodal? ¿Está de acuerdo con que hubo, quizá, una interpretación equivocada o explicación errónea de algunos puntos? ¿De cuáles?
-Entenderá que no me compete entrar aquí en detalles sobre este tema. En cualquier caso, es manifiesta la existencia de diversidad de pareceres en cuestiones importantes, lo que supone un motivo para rezar por la unidad.
»La Iglesia es un Pueblo, el Pueblo de Dios, formado por muchos pueblos. Es una casa grande y en expansión, que Cristo edifica para acoger a todas las personas y donde todas las personas pueden encontrar el lugar en el que se sientan en casa. Unidad y diversidad no se oponen; el opuesto de unidad es división. Si hay unión con Cristo, a través de Pedro, no hay riesgos de división sino todo lo contrario. La unidad en la diversidad es precisamente comunión, que supone un enriquecimiento notable para la Iglesia.
-¿Cómo explicaría el Opus Dei al mundo de hoy?
-El fundador, san Josemaría Escrivá, solía decir que el Opus Dei es una gran catequesis. Es una imagen muy gráfica: cada persona del Opus Dei, con la naturalidad de su vida cristiana y con su amistad, a pesar de las propias limitaciones y defectos, procura compartir la alegría del Evangelio entre sus familiares, amigos, colegas de trabajo, vecinos... y hacer la Iglesia precisamente en esas periferias profesionales, familiares y sociales. Nuestro mundo está lleno de heridas y sediento de esperanza. El testimonio de una vida cristiana en las realidades más cotidianas puede ayudar a que muchas personas conozcan y encuentren a Jesucristo, y al descubrir su amor, tengan una alegría más profunda en sus vidas.
-¿Qué opinión y expectativas tiene sobre la vista del Papa Francisco a Portugal? Ha preferido visitar Fátima en lugar de ir al Santuario de Aparecida en Brasil. ¿Qué espera el prelado de esta visita de Francisco a Portugal en el mes de mayo?
-Es admirable la devoción, profunda y viva, que tiene el Papa a la Virgen. Se ve que irá a Fátima atraído por Dios a través de María. El tema del viaje es sugerente: Con María, peregrino en la esperanza y la paz. En Fátima, los pastorcillos se han apasionado por Dios, que les ha deslumbrado. Ojalá, junto al Papa, todos puedan descubrir o redescubrir, con la ayuda maternal de María, el inmenso amor de Dios por cada uno.
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