«Dios me enseñó a usar mis pies como manos», dice
No tiene brazos y no puede caminar, pero con el pie teclea y dibuja postales sobre el amor de Dios
Se llama Dulanjali Ariyathilake, tiene 17 años, es una joven alegre, buena estudiante y quiere ser diseñadora gráfica.
En cuanto nació, al verla sin brazos y con unas piernas deformes, cortísimas, su padre la entregó a un centro católico para discapacitados.
Allí ella ha crecido y ha aprendido a usar sus pies como si fueran manos. No le sirven para caminar, vive en la silla de ruedas, pero ha conseguido darles otro uso.
"Dios me enseñó a usar mis piernas y mis pies como si fuesen mis propias manos. Con los dedos del pie izquierdo puedo sostener lápices, bolígrafos y usar el ordenador", explica Dulanjali, muy satisfecha.
Le gusta el diseño gráfico, y con el ordenador y sus habilidades de dibujo puede diseñar postales de felicitación, llenas de alegría, optimismo, y a menudo con mensajes sobre el amor de Dios.
"Soy así, soy feliz con mi vida, con el amor que he recibido de la gente que quiero, aprendiendo cosas nuevas cada día", declara a la agencia AsiaNews. ¿Y quién le ha dado ese amor a esta niña abandonada?
Se refiere a la gente del centro Sri Marc para discapacitados en Karukurunda (Sri Lanka), una iniciativa católica que desde hace 30 años aloja y acoge discapacitados, niños y adultos, organizados en 11 alojamientos. Allí todos la llaman "doni" (hija) y la directora del centro, "mamá" Rita Perera, está encantada con Dulanjali y espera que pueda completar la carrera de diseñadora gráfica. De hecho, ella firma sus postales como Doni.
"Estoy contenta de que mi padre me entregase a mamá Rita", explica la joven. "De otra forma no habría tenido tantas oportunidades para mejorar mi vida. Me siento afortunada de haber recivido el amor de mamá Rita y papá Julian". "Papá Julian" es el padre Julian Tissera, director espiritual del centro.
"A veces me entristece mirarme y ver a mis amigos", admite Dulanjali. "Ellos son hermosos, y me ayudan mucho en la escuela. Pero esta tristeza no dura. Pienso en las cosas buenas de mi vida, los dones, talentos y oportunidades que Dios me da. Siempre intento disfrutar de las mejores cosas de la vida. Y quiero lo mismo para mis hermanos y hermanas más jóvenes (los otros residentes). Siempre deberíamos intentar ver todo lo que recibimos que es hermoso, y ser nosotros mismos".
Fuente: Religión en libertad
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