Los niños considero que son los seres más indefensos de la naturaleza en estos momentos. Más que los cachorros de los animales, los árboles, incluso las ruinas de un monumento del pasado.
Hemos sido testigos de clamorosas protestas por los maltratos a los perros, la tala de un árbol, la falta de respeto hacia unos restos arqueológicos aparecidos en una remoción de tierras. Todo esto está muy bien, es señal de sensibilidad y cultura, pero no termino yo de compaginarlo con el silencio absoluto de ecologistas y defensores del ayer, cuando lo que está en juego es una vida humana hoy.
Parece que tiene más interés el esqueleto de un dinosaurio, o el fémur de un posible humanoide, que el ser vivo que está en el vientre materno, o el anciano que solo pide un poco de compasión en sus últimos días.
Parece que tiene más interés el esqueleto de un dinosaurio, o el fémur de un posible humanoide, que el ser vivo que está en el vientre materno, o el anciano que solo pide un poco de compasión en sus últimos días.
Pero no voy a hablar de los atentados a la vida, sino de los atentados a la persona. En este caso a la persona en formación que es el niño. Muchos padres biológicos no han aprendido a ser educadores. Y no digamos nada si el padre, o madre, legal no coincide con el biológico.
A la hora de hablar o actuar, no respetan la inocencia, la delicadeza del ser humano que quiere aprender a serlo, que tiene derecho a ser enseñado para ser lo que es. No todos los atentados contra la vida inocente se dan antes de nacer. Ni se ha cumplido con el derecho a la vida por el mero hecho de no abortarla. Muchos niños están siendo víctimas de agresiones injustas, y se está rompiendo su candor por la actitud miserable de sus más directos responsables.
Para los niños su espejo son los padres. En ellos se miran para ver la vida. Dice Corkille Briggs: Los niños nacen sin sentido del yo.
Cada uno de nosotros debe aprender a ser humano. Todo niño se valora así mismo tal y como haya sido valorado. Los niños de cuatro años reciben de su entorno y de quienes los rodean muchos reflejos de su impotencia. Aunque pequeños, tratan, como todo ser humano, de contrarrestar tales reflejos.
Todo niño busca para sí una imagen de capacidad y fuerza. Y ajusta su conducta a su autoimagen…Los padres son el espejo donde el niño se mira. Por supuesto que uno no es el único espejo de la vida de su hijo. Toda persona que pase con él períodos prolongados influye sobre la autoestima del niño, sean familiares o maestros. Y en una sociedad irresponsable, sin valores, el niño es víctima de una distorsión de la vida que puede afectarle para siempre.
Los espejos, que somos nosotros, no siempre reflejamos la imagen perfecta que los otros quieren ver. Podemos provocar deformaciones grotescas. No es fácil hoy educar y defender al niño. Pero el niño mira a sus padres, nos mira a todos, y en ese espejo que somos nosotros él quiere ver lo que es un ser humano, hombre o mujer. No le podemos defraudar.
Juan García Inza
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