miércoles, 4 de junio de 2025

Santo Evangelio 4 de Junio 2025



 Texto del Evangelio (Jn 17,11b-19):

 En aquel tiempo, Jesús, alzando los ojos al cielo, dijo: «Padre santo, cuida en tu nombre a los que me has dado, para que sean uno como nosotros. Cuando estaba yo con ellos, yo cuidaba en tu nombre a los que me habías dado. He velado por ellos y ninguno se ha perdido, salvo el hijo de perdición, para que se cumpliera la Escritura.

»Pero ahora voy a ti, y digo estas cosas en el mundo para que tengan en sí mismos mi alegría colmada. Yo les he dado tu Palabra, y el mundo los ha odiado, porque no son del mundo, como yo no soy del mundo. No te pido que los retires del mundo, sino que los guardes del Maligno. Ellos no son del mundo, como yo no soy del mundo. Santifícalos en la verdad: tu Palabra es verdad. Como tú me has enviado al mundo, yo también los he enviado al mundo. Y por ellos me santifico a mí mismo, para que ellos también sean santificados en la verdad».



«Que tengan en sí mismos mi alegría colmada»


Fr. Thomas LANE

(Emmitsburg, Maryland, Estados Unidos)

Hoy vivimos en un mundo que no sabe cómo ser verdaderamente feliz con la felicidad de Jesús, un mundo que busca la felicidad de Jesús en todos los lugares equivocados y de la forma más equivocada posible. Buscar la felicidad sin Jesús sólo puede conducir a una infelicidad aún más profunda. Fijémonos en las telenovelas, en las que siempre se trata de alguien con problemas. Estas series de la TV nos muestran las miserias de una vida sin Dios.

Pero nosotros queremos vivir el día de hoy con la alegría de Jesús. Él ruega a su Padre en el Evangelio de hoy «y digo estas cosas en el mundo para que tengan en sí mismos mi alegría colmada» (Jn 17,13). Notemos que Jesús quiere que en nosotros su alegría sea completa. Desea que nos colmemos de su alegría. Lo que no significa que no tengamos nuestra cruz, ya que «el mundo los ha odiado, porque no son del mundo» (Jn 17,14), pero Jesús espera de nosotros que vivamos con su alegría sin importar lo que el mundo pueda pensar de nosotros. La alegría de Jesús nos debe impregnar hasta lo más íntimo de nuestro ser, evitando que el estruendo superficial de un mundo sin Dios pueda penetrarnos.

Vivamos pues, hoy, con la alegría de Jesús. ¿Cómo podemos conseguir más y más de esta alegría del Señor Jesús? Obviamente, del propio Jesús. Jesucristo es el único que puede darnos la verdadera felicidad que falta en el mundo, como lo testimonian esas citadas series televisivas. Jesús dijo, «si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que queráis y lo conseguiréis» (Jn 15,7). Dediquemos cada día, por tanto, un poco de nuestro tiempo a la oración con las palabras de Dios en las Escrituras; alimentémonos y consumamos las palabras de Jesús en la Sagrada Escritura; dejemos que sean nuestro alimento, para saciarnos con su alegría: «Al inicio del ser cristiano no hay una decisión ética o una gran idea, sino el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida» (Benedicto XVI).

Oriol Jara desdeñaba el cristianismo... hasta que se preguntó ¿cuánto de eso de Jesús es verdad?

 


Oriol Jara desdeñaba el cristianismo... hasta que se preguntó ¿cuánto de eso de Jesús es verdad?

Oriol Jara investigó la historicidad de Jesús, después la razonabilidad de la fe... y todo lo que antes desdeñaba vio que era verdad

Oriol Jara, productor y guionista de cine y televisión, está más satisfecho de los textos que ha escrito sobre su testimonio de fe, que de los libretos profesionales que redactó muchos años. 

Usa un estilo a la vez directo y profundo para explica cómo pasó de la increencia a una convicción plena: Dios existe, Cristo es verdad y el cristianismo es la respuesta. 

El guionista catalán fue subdirector de 'Buenafuente', escribió sketches satíricos para TV3, en 'Polònia' y 'Crackòvia' y dirigió 'El Roast de España' para Comedy Central.

Pero a partir de cierto momento, sus prioridades cambiaron. Y en 2022 publicó 10 razones para creer en Dios (Ed. Albada)

Habló de ello en las Jornadas Católicos y Vida Pública del País Vasco, celebradas en Bilbao el pasado 18 y 19 de marzo de 2025.

Jara inició su intervención explicando cómo su conversión no fue el resultado de una tradición familiar ni de una educación religiosa, sino de un largo proceso de exploración que lo llevó por diversas religiones: el judaísmo, el islam, el hinduismo, el budismo e incluso prácticas como el reiki. Irónicamente, confesó, el cristianismo fue la primera religión que descartó. 

La clave: Cristo es un personaje histórico, sólido y documentado

El cambio ocurrió cuando, tras leer el Antiguo Testamento y obras sobre el Jesús histórico, se encontró cara a cara con una verdad que no pudo ignorar: la historicidad de Cristo y la coherencia entre las profecías del Antiguo Testamento y la figura de Jesús. 

Contrapuso el número y la antigüedad de los manuscritos del Nuevo Testamento con los escasos textos que conservamos de figuras como Julio César o Platón. Más de 5.600 manuscritos antiguos avalan los escritos sobre Jesús, una cifra incomparable en la historiografía antigua. 

A partir de ahí, su transformación fue profunda y dividida en dos fases: primero, el reconocimiento intelectual de la verdad del Evangelio; después, una conversión interior total que transformó su identidad.

"He oído a personas decir 'los feligreses no pueden leer la Biblia porque no la entienden'. Eso es incredulidad, porque si crees en Dios sabes que el Espíritu Santo operará en la gente para que la Palabra se ilumine en su mente", dice Jara.

Un Dios que viene a salvar

Durante su exposición, Jara señaló la radical diferencia del cristianismo frente a todas las religiones. Mientras las demás religiones exigen obras, sacrificios o méritos para alcanzar a Dios, el cristianismo —afirmó— proclama que Dios mismo vino a salvar al ser humano sin que éste lo mereciera. Esta idea se encarna en la figura de Cristo, quien, como explicó, “vivió la vida que nosotros no podíamos vivir y murió la muerte que merecíamos”.

Uno de los momentos más potentes de su charla fue cuando recurrió a ejemplos bíblicos para ilustrar la gracia de Dios: la historia de Rajab, la prostituta de Jericó, salvada por su fe; la sangre del cordero en los dinteles durante la Pascua en Egipto; y la cita de Pedro sobre la sangre incorruptible de Cristo. “No hay otro relato como este en ninguna religión: que Dios sea quien se ofrezca como sacrificio”, enfatizó.

Una religión que se toma en serio la verdad

También abordó la cuestión de la verdad. En un mundo que relativiza la realidad, Jara defendió que el cristianismo no proclama una “verdad subjetiva”, sino “la verdad”; y la comparó con el engaño inicial de la serpiente a Eva, denunciando que muchas religiones actuales replican esa mentira al prometer que el ser humano puede llegar a ser como Dios por sus propios medios.

La charla también incluyó un llamado a la coherencia de vida. Para Jara, ser cristiano no es asistir a misa los domingos, sino dejar que Cristo determine cada aspecto de la vida, desde lo familiar hasta lo profesional. Contó cómo su conversión transformó su carrera, permitiéndole fundar una productora que se alinea con sus valores, y cómo muchas amistades de su etapa anterior simplemente desaparecieron. 

Oriol Jara pide «locura» en la Iglesia

Antes de cerrar, abordó la historia de Zaqueo y la del general Naamán como símbolos de la accesibilidad de la fe cristiana. “Cristo no espera a que seas perfecto”, afirmó, “viene a recogerte tal como estás”. Para Jara, esta es la esencia de su mensaje: una fe sencilla, radicalmente inclusiva, que no requiere ritos complejos sino un corazón dispuesto. 

Su ponencia finalizó con un agradecimiento a los oyentes y animando a vivir cada día con la convicción de que Dios no solo existe, sino que quiere estar con nosotros. “Vale la pena dar la vida por esto”, dijo, no como un acto heroico puntual, sino como una decisión cotidiana, como la de Enoc, “que caminó con Dios hasta que Dios se lo llevó”. 

Diez razones para creer en Dios, el libro de Oriol Jara




Fuente: Religión en LIbertad

martes, 3 de junio de 2025

Santo Evangelio 3 de Junio 2025



 Texto del Evangelio (Jn 17,1-11a):

 En aquel tiempo, Jesús, alzando los ojos al cielo, dijo: «Padre, ha llegado la hora; glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo te glorifique a ti. Y que según el poder que le has dado sobre toda carne, dé también vida eterna a todos los que tú le has dado. Ésta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y al que tú has enviado, Jesucristo. Yo te he glorificado en la tierra, llevando a cabo la obra que me encomendaste realizar.

»Ahora, Padre, glorifícame tú, junto a ti, con la gloria que tenía a tu lado antes que el mundo fuese. He manifestado tu Nombre a los hombres que tú me has dado tomándolos del mundo. Tuyos eran y tú me los has dado; y han guardado tu Palabra. Ahora ya saben que todo lo que me has dado viene de ti; porque las palabras que tú me diste se las he dado a ellos, y ellos las han aceptado y han reconocido verdaderamente que vengo de ti, y han creído que tú me has enviado.

»Por ellos ruego; no ruego por el mundo, sino por los que tú me has dado, porque son tuyos; y todo lo mío es tuyo y todo lo tuyo es mío; y yo he sido glorificado en ellos. Yo ya no estoy en el mundo, pero ellos sí están en el mundo, y yo voy a ti».



«Padre, ha llegado la hora»


Rev. D. Pere OLIVA i March

(Sant Feliu de Torelló, Barcelona, España)

Hoy, el Evangelio de san Juan —que hace días estamos leyendo— comienza hablándonos de la “hora”: «Padre, ha llegado la hora» (Jn 17,1). El momento culminante, la glorificación de todas las cosas, la donación máxima de Cristo que se entrega por todos... “La hora” es todavía una realidad escondida a los hombres; se revelará a medida que la trama de la vida de Jesús nos abra la perspectiva de la cruz.

¿Ha llegado la hora? ¿La hora de qué? Pues ha llegado la hora en que los hombres conozcamos el nombre de Dios, o sea, su acción, la manera de dirigirse a la Humanidad, la manera de hablarnos en el Hijo, en Cristo que ama.

Los hombres y las mujeres de hoy, conociendo a Dios por Jesús («las palabras que tú me diste se las he dado a ellos»: Jn 17,8), llegamos a ser testigos de la vida, de la vida divina que se desarrolla en nosotros por el sacramento bautismal. En Él vivimos, nos movemos y somos; en Él encontramos palabras que alimentan y que nos hacen crecer; en Él descubrimos qué quiere Dios de nosotros: la plenitud, la realización humana, una existencia que no vive de vanagloria personal sino de una actitud existencial que se apoya en Dios mismo y en su gloria. Como nos recuerda san Ireneo, «la gloria de Dios es que el hombre viva». ¡Alabemos a Dios y su gloria para que la persona humana llegue a su plenitud!

Estamos marcados por el Evangelio de Jesucristo; trabajamos para la gloria de Dios, tarea que se traduce en un mayor servicio a la vida de los hombres y mujeres de hoy. Esto quiere decir: trabajar por la verdadera comunicación humana, la felicidad verdadera de la persona, fomentar el gozo de los tristes, ejercer la compasión con los débiles... En definitiva: abiertos a la Vida (en mayúscula).

Por el espíritu, Dios trabaja en el interior de cada ser humano y habita en lo más profundo de la persona y no deja de estimular a todos a vivir de los valores del Evangelio. La Buena Nueva es expresión de la felicidad liberadora que Él quiere darnos.


En la ecografía vieron un doble problema: «Mi consejo es que abortes hoy mismo, antes de irte»

 


En la ecografía vieron un doble problema: «Mi consejo es que abortes hoy mismo, antes de irte»

Davis nació, a pesar del consejo médico. En la foto, con casi cinco años.

Jordyn Glaser y su esposo Brian tenían 24 años y llevaban casados tres años cuando supieron que esperaban su primer hijo. Ella había nacido con múltiples cardiopatías congénitas, pero su cardiólogo le había dicho que no eran un problema para el embarazo.

Así que acudieron con gran ilusión a la ecografía de 13 semanas, deseosos de anunciar la noticia a sus familiares y amigos mostrando la primera fotografía de su bebé.

El mazazo

La propia Jordyn ha contado recientemente lo que sucedió, en un artículo publicado en Oregon Right to Life, una página web provida de dicho estado norteamericano.

Durante la exploración, Brian y ella pudieron ver por fin a su hijo, con sus partes ya identificables: "¡Era real!", comenta. Pasaron esos minutos con preguntas propias de padres primerizos.

"Pero cuando el técnico concluyó el examen, encendió la luz y vi su rostro plenamente... vi que algo iba mal", recuerda. "Voy a llamar a la doctora para que hable con vosotros", fueron sus únicas palabras.

Efectivamente, algo iba mal. La médico les anunció que el niño padecía gastrosquisis, un defecto congénito caracterizado por la salida de los intestinos y otros órganos a través de una abertura en la pared abdominal del feto, lo que los expone al líquido amniótico, que puede dañarlos. Requiere una intervención quirúrgica inmediata para preservar su funcionalidad.

Aborto inmediato

Pero no fue esto lo que ella les propuso, sino que fríamente, "como quien está en cualquier día de trabajo", añadió: "Ese no es el único problema. Por tu enfermedad, es probable que tu válvula cardiaca no sea lo bastante fuerte y reviente en cualquier momento. Ante ambos problemas, que son importantes, mi consejo es que abortes hoy mismo, antes de irte".

Mientras sus ilusiones se desmoronaban y se quedaba sin habla mirando la ecografía, Jordyn sintió cerca a su marido, apoyándola.

Con un suspiro, ella dijo "No".

"Y volví a afirmar de nuevo, con firmeza: no", explica Jordyn: "Exasperada, la doctora se volvió hacia Brian: '¿Vas a elegir a este feto antes que a tu esposa?' Escupió esas palabras como una acusación, más que como una pregunta".

"Volví a casa aquel día y puse la ecografía de mi hijo en la nevera, como tantas veces había soñado hacer. Pero, aterrorizada, puse otro imán encima del trozo de papel donde no podía dejar de ver el descorazonador diagnóstico", recuerda.

Durante toda esa semana, Brian y ella conversaron sobre cosas "sobre las que no esperas tener que hablar cuando eres un veinteañero: ¿cómo te preparas para morir?". 

No tenemos 'derecho a decidir'

Jordyn estaba dispuesta a asumir ese riesgo antes que matar a su hijo, porque "nunca dudó": "Sabía que el viaje sería duro y potencialmente desgarrador, pero sabía también que no estaba equivocada. Sabía que no era nuestra decisión [choice] decidir qué vida era más valiosa. No nos corresponde a nosotros decidir cómo o cuándo dejar este mundo... Tal vez yo no entendía del todo el plan de Dios, pero podía confiar en que Él no se equivoca. A veces la fe consiste precisamente en dar un paso, luego otro, luego otro... aunque el miedo nunca desaparezca".

Los Glaser encontraron un médico dispuesto, como ellos, a luchar por ambas vidas. Tres ecografías a la semana, monitorización fetal, exámenes del corazón...


Un cumpleaños de Davis.

Un cumpleaños de Davis.Cortesía de Jordyn Glaser para Oregon Right to Life.

"En noviembre de 2009 nuestro hijo Davis llegó al mundo", concluye Jordyn: "Tras una intervención quirúrgica inmediata y un tiempo en la unidad de cuidados intensivos neonatales, llegó a casa como un niño de pelo color frambuesa y grandes ojos de color marrón oscuro. Durante meses después del parto, seguí acudiendo a revisión cardiaca. Los médicos concluyeron que mi corazón era lo bastante fuerte para el embarazo. La doctora estaba equivocada".

Más allá del caso concreto

Con su hijo a punto de cumplir los 16 años, ella tiene ahora algo más de lo que tenía cuando le propusieron abortar: "Conservo la ecografía, pero tengo otras fotos. La primera fiesta de cumpleaños vaquera de Davis, su primer día de colegio, el primer diente que se le cayó, su primera jugada de béisbol y la primera vez que condujo un coche... un millón de pequeños momentos que culminan en el álbum de una vida que se ha vivido".

Y no se limita a una evocación personal, sino que extrae conclusiones culturales y sociales: "Lo demencial de esta historia no es el infrecuente diagnóstico, ni el error médico. Lo demencial de esta historia es que la cultura ambiente intentó convencernos de que ese niño de la foto en blanco y negro valía manos que el de las fotos que vinieron después. Y eso es mentira. En cada estadio de su desarrollo, la vida tiene un valor infinito y vale la pena luchar por ella. Preguntadle a mi hijo

Fuente: Religión en Libertad

lunes, 2 de junio de 2025

Santo Evangelio 2 de Junio 2025



 Texto del Evangelio (Jn 16,29-33):

 En aquel tiempo, los discípulos dijeron a Jesús: «Ahora sí que hablas claro, y no dices ninguna parábola. Sabemos ahora que lo sabes todo y no necesitas que nadie te pregunte. Por esto creemos que has salido de Dios». Jesús les respondió: «¿Ahora creéis? Mirad que llega la hora (y ha llegado ya) en que os dispersaréis cada uno por vuestro lado y me dejaréis solo. Pero no estoy solo, porque el Padre está conmigo. Os he dicho estas cosas para que tengáis paz en mí. En el mundo tendréis tribulación. Pero ¡ánimo!: yo he vencido al mundo».



«¡Ánimo!: yo he vencido al mundo»


Rev. D. Jordi CASTELLET i Sala

(Vic, Barcelona, España)

Hoy podemos tener la sensación de que el mundo de la fe en Cristo se debilita. Hay muchas noticias que van en contra de la fortaleza que querríamos recibir de la vida fundamentada íntegramente en el Evangelio. Los valores del consumismo, del capitalismo, de la sensualidad y del materialismo están en boga y en contra de todo lo que suponga ponerse en sintonía con las exigencias evangélicas. No obstante, este conjunto de valores y de maneras de entender la vida no dan ni la plenitud personal ni la paz, sino que sólo traen más malestar e inquietud interior. ¿No será por esto que, hoy, las personas van por la calle enfurruñadas, cerradas y preocupadas por un futuro que no ven nada claro, precisamente porque se lo han hipotecado al precio de un coche, de un piso o de unas vacaciones que, de hecho, no se pueden permitir?

Las palabras de Jesús nos invitan a la confianza: «¡Ánimo!: yo he vencido al mundo» (Jn 16,33), es decir, por su Pasión, Muerte y Resurrección ha alcanzado la vida eterna, aquella que no tiene obstáculos, aquella que no tiene límite porque ha vencido todos los límites y ha superado todas las dificultades.

Los de Cristo vencemos las dificultades tal y como Él las ha vencido, a pesar de que en nuestra vida también hayamos de pasar por sucesivas muertes y resurrecciones, nunca deseadas pero sí asumidas por el mismo Misterio Pascual de Cristo. ¿Acaso no son “muertes” la pérdida de un amigo, la separación de la persona amada, el fracaso de un proyecto o las limitaciones que experimentamos a causa de nuestra fragilidad humana?

Pero «sobre todas estas cosas triunfamos por Aquel que nos amó» (Rom 8,37). Seamos testigos del amor de Dios, porque Él en nosotros «ha hecho (...) cosas grandes» (Lc 1,49) y nos ha dado su ayuda para superar toda dificultad, incluso la muerte, porque Cristo nos comunica su Espíritu Santo.


En el juzgado para separarse después de 23 años, él renunció a todo, ella corrió tras él: ¿qué pasó?



 En el juzgado para separarse después de 23 años, él renunció a todo, ella corrió tras él: ¿qué pasó?

Elisabetta y Alfonso, felices hoy tras un matrimonio que pudo irse a pique.

Elisabetta y Alfonso, felices hoy tras un matrimonio que pudo irse a pique.La casa sulla roccia

Alfonso Ricucci y Elisabetta (Betti) Rossi ayudan a matrimonios en dificultades (La Casa sobre Roca) con un argumento muy poderoso: su propia experiencia. 

Estaban a punto de romper definitivamente, tras más de dos décadas de convivencia, cuando empezaron a ver su relación desde el lado correcto. Benedetta Frigerio ha hablado con ellos y cuenta su historia en La Nuova Bussola Quotidiana.

Cuesta abajo

Habían convivido “en pecado” y al poco de casarse aparecieron “problemas a nivel sexual” que antes no existían y empezaron a enturbiar su relación: él la usaba a ella como mero “objeto de placer” y ella “no experimentaba deseo alguno”. 

Luego llegaron sus dos hijos y eso “amortiguó las carencias”: los niños “eran una novedad” y con ellos “llegaron nuevas amistades”. 

Sin embargo, con el paso de los años, explica Betti, “crecía el sentimiento de vacío”: “Nos lo echábamos en cara uno al otro, hiriéndonos mutuamente”. Incluso se recomendaban uno a otro, despreciativamente, que se ‘echaran un amante’ para disfrutar de verdad y dejarse en paz. 

Pasaron por psicólogos, cayeron en la pornografía, “que no hizo sino aumentar el problema”.

“Yo le despreciaba como hombre y como padre”, reconoce Betti: “Si regañaba a los niños, les decía ‘No hagáis caso’. Y cuando él me hería, en vez de decirle con caridad que me había hecho daño, el orgullo me mantenía enfadada durante días. Nos habíamos convertido en un peso el uno para el otro”.

Todo esto repercutía sobre la educación que daban a sus hijos, que “crecían desorientados, sin ser enseñados en el discernimiento del bien y del mal, sin reglas, y por tanto frágiles”, el chico sin confianza en sí mismo y la chica llena de temores.

Llegaron así al punto de ruptura. Tras 23 años de matrimonio, se separaron físicamente.


'Quita las manos de nuestro matrimonio. El poder del sacramento se manifiesta en la prueba' (Edizioni Studio Domenicano, 2025), de Elisabetta Rossi y Alfonso Ricucci, con prólogo de Guido Gallese, obispo de Alessandria, recoge la experiencia vital de este matrimonio y expone de dónde extraer la fuerza para perseverar en la vida conyugal.

El lugar de Dios

La separación tuvo consecuencias muy distintas para ambos. Betti sintió como una liberación, Alfonso se desesperó y pensó en el suicidio. 

Por otro lado, mientras él se alejaba cada vez más de Dios, ella hizo el camino contrario: asistió a un seminario carismático de Tarcisio Mezzetti y empezó a ir a misa todos los días.

Sin embargo, “también las cosas de Dios pueden utilizarse como una huida”, reflexiona: “Tenía a Jesús y me bastaba. No comprendía que si haces un camino de fe y no amas a tu marido, hay algo que no funciona”.

Un día Alfonso entró en una iglesia, se echó a llorar y ante una Cruz culpaba a Dios de su separación: “¡Ella te ha conocido y mira lo que ha pasado!”.

Sin embargo, adquirió la costumbre de visitar ese templo todos los días.

Tenía un compañero de trabajo de Comunión y Liberación, a quien veía feliz con su familia. Le llevó a una Escuela de Comunidad y leyó libros de Luigi Giussani (1922-2005): “Comprendí que quería una vida como aquella, pero no me bastaban las reuniones, necesitaba rezar y alabar al Señor, así que también participaba en oraciones carismáticas”. 

Fue a Lourdes y allí consagró a la Virgen su familia.

En el juzgado

Nueve meses después de la separación física, llegó el momento de formalizarla en el juzgado. Era el 15 de octubre de 2009. Alfonso rezaba a don Giussani en la fecha de su nacimiento. Betti rezaba a Santa Teresa de Jesús en su fiesta.

“El milagro era que estaba yendo al tribunal herido pero tranquilo, lleno del Señor, que ya no me faltaba” recuerda Alfonso. De repente, decidió cambiar todo lo que había pactado con su abogado y le dijo a su mujer que le dejaba todo, la casa y la mayor parte de su sueldo.

“Me descolocó”, confiesa Betti, “porque solo hay Uno que te da sin pedir nada a cambio, y ése es Jesús. Corrí detrás de Alfonso y le propuse tomar un café. Hablamos durante horas. Mi marido se había transformado. Esa misma tarde decidimos acudir a ver a Tarcisio Mezzetti a su seminario”.

La reconstrucción

Le comentaron que se acababan de separar pero que estaba naciendo entre ellos una gran amistad. Sin embargo, temían acercarse más y arruinarlo todo, pensando cada uno que la otra parte sería feliz así.

“¿Ah, sí? ¿Y si se muriese ahora?”, respondió Mezzetti. Betti se echó a llorar.


Tarcisio Mezzetti (1931-2016), casado y con tres hijos, profesor de Química Toxicológica en la Universidad de Perugia, se convirtió a los 45 años y fundó la comunidad Magnificat.

“Veréis”, continuó, “la diferencia entre el bien y el mal es la verdad. El Señor no quiere que os separéis. Intimad esta noche, no por deseo, sino por voluntad, y pedid al Señor que os envíe su Espíritu Santo. Os aseguro que desde ese momento seréis inseparables”.

Ese día, Alfonso y Elisabetta se pidieron perdón y se perdonaron. Empezaron a ir juntos a misa todos los días y se acostumbraron “no a esperar del otro”, explica Betti, “sino más bien a competir para servir al otro”. Buscaron a Dios y recibieron los frutos del Espíritu Santo: paciencia, caridad, benignidad…

Tuvieron que vivir también un proceso de perdón con sus hijos por los problemas que les habían causado y sus consecuencias. Rezaron y ayunaron por ellos, “pero lo que les cambió de verdad fue el encuentro personal de ellos con Cristo, y hoy los dos se han casado y tienen hijos y están en camino con Dios”.

Dos consejos

Benedetta Frigerio les plantea a Alfonso y Betti dos cuestiones muy concretas.

¿Qué decir a quien no comparte la fe con su cónyuge? “Eres tú quien debe cambiar para vivir como Cristo", responde Alfonso: "No cambiarás al otro arrastrándole a encuentros religiosos. No subirá a la barca de Jesús si, subido en ella, le reprochas que siga en la orilla. Debes ser tú, como Jesús, quien se sacrifique. Pide ese amor, que es el único que puede convertir”.

¿Qué decir a la mujer o al marido abandonado por su cónyuge? “Queda la fidelidad al Señor, que transforma el dolor en paz y le da nombre a tus heridas. Si de verdad estás unido a Dios, debes llegar a pedir perdón haciendo la lista de ‘aquella vez que te humillé, o no te defendí, o no te escuché, o te utilicé’”.

Para Betti y Alfonso, estamos enfermos de egocentrismo si pensamos que “seremos felices si mi marido cambiase, si mi hijo cambiase. Esto convierte la vida en un infierno, porque le das a los demás el poder de hacerte daño: renuncia a la tristeza, a la crítica, al resentimiento: no deben tener poder sobre ti. Deja de pretender que cambien los demás. Busca el amor solo en Quien lo puede dar, Jesús, que murió en la Cruz por ti y baja al barro para sacarte de él y hacerte santo”.

Fuente: Religión en Libertad

domingo, 1 de junio de 2025

Santo Evangelio 1 de Junio 2025



 Texto del Evangelio (Lc 24,46-53):

 En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Así está escrito que Cristo padeciera y resucitara de entre los muertos al tercer día y se predicara en su nombre la conversión para perdón de los pecados a todas las naciones, empezando desde Jerusalén. Vosotros seréis testigos de estas cosas. Mirad, voy a enviar sobre vosotros la Promesa de mi Padre. Por vuestra parte permaneced en la ciudad hasta que seáis revestidos de poder desde lo alto».

Los sacó hasta cerca de Betania y, alzando sus manos, los bendijo. Y sucedió que, mientras los bendecía, se separó de ellos y fue llevado al cielo. Ellos, después de postrarse ante Él, se volvieron a Jerusalén con gran gozo, y estaban siempre en el Templo bendiciendo a Dios.



«Mientras los bendecía, se separó de ellos y fue llevado al cielo»


P. Dom Josep ALEGRE Abad emérito de Santa Mª de Poblet

(Tarragona, España)

Hoy, Ascensión del Señor, recordamos nuevamente la “misión que” nos sigue confiada: «Vosotros seréis testigos de estas cosas» (Lc 24,48). La Palabra de Dios sigue siendo actualidad viva hoy: «Recibiréis la fuerza del Espíritu Santo (...) y seréis mis testigos» (Hch 1,8) hasta los confines del mundo. La Palabra de Dios es exigencia de urgente actualidad: «Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación» (Mc 16,15).

En esta Solemnidad resuena con fuerza esa invitación de nuestro Maestro, que —revestido de nuestra humanidad— terminada su misión en este mundo, nos deja para sentarse a la diestra del Padre y enviarnos la fuerza de lo alto, el Espíritu Santo.

Pero yo no puedo sino preguntarme: —El Señor, ¿actúa a través de mí? ¿Cuáles son los signos que acompañan a mi testimonio? Algo me recuerda los versos del poeta: «No puedes esperar hasta que Dios llegue a ti y te diga: ‘Yo soy’. Un dios que declara su poder carece de sentido. Tienes que saber que Dios sopla a través de ti desde el comienzo, y si tu pecho arde y nada denota, entonces está Dios obrando en él».

Y éste debe ser nuestro signo: el fuego que arde dentro, el fuego que —como en el profeta Jeremías— no se puede contener: la Palabra viva de Dios. Y uno necesita decir: «¡Pueblos todos, batid palmas, aclamad a Dios con gritos de alegría! Sube Dios entre aclamaciones, ¡salmodiad para nuestro Dios, salmodiad!» (Sal 47,2.6-7).

Su reinado se esta gestando en el corazón de los pueblos, en tu corazón, como una semilla que está ya a punto para la vida. —Canta, danza, para tu Señor. Y, si no sabes cómo hacerlo, pon la Palabra en tus labios hasta hacerla bajar al corazón: —Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, dame espíritu de sabiduría y revelación para conocerte. Ilumina los ojos de mi corazón para comprender la esperanza a la que me llamas, la riqueza de gloria que me tienes preparada y la grandeza de tu poder que has desplegado con la resurrección de Cristo.


León XIV ordena este sábado a once sacerdotes que aplazaron el sacramento por la muerte de Francisco

 


León XIV ordena este sábado a once sacerdotes que aplazaron el sacramento por la muerte de Francisco

En la imagen, los diáconos que serán ordenados, durante una vigilia de oración celebrada este viernes en la basílica de San Juan de Letrán.

León XIV ordenará sacerdotes este sábado en la basílica de San Pedro a once diáconos que debían haber recibido el sacramento en mayo. La muerte de Francisco y el cónclave subsiguiente han prolongado durante algunas semanas su natural deseo de culminar una preparación que han recibido en el Pontificio Seminario Romano (siete de ellos) y en el seminario Redemptoris Mater del Camino Neocatecumenal (los otros cuatro).

El jueves, en la basílica de San Juan de Letrán, se celebró una vigilia de oración por ellos, que presidió el obispo auxiliar Michele di Tolve y en la que predicó el padre Maurizio Botta, oratoriano.

Los inquietos ordenandos tienen edades entre 28 y 49 años. Son, pues, adultos jóvenes y un par de vocaciones tardías.

De la empresa y el ejército al altar

Es el caso de Enrico Maria Trusiani, quien a los 36 años dejó su trabajo como directivo de empresa para entrar en el seminario: "A los ojos del mundo he perdido mucho", explica a Vatican News, "pero, aun teniéndolo todo, mi corazón estaba inquieto, no amaba como Dios quería que lo hiciese... La belleza está en entregarse".

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Y es el caso también de Andrea Alessi, quien va a ser presbítero a los 49 años. Era militar con rango de oficial y empezó a pensar su vocación acudiendo como voluntario a una playa para ayudar a personas discapacitadas: "Rezando, sirviendo y compartiendo sentí fuerte la llamada al sacerdocio. Quiero ser un sacerdote instrumento en las manos de Dios".

Inspirados por las Sagradas Escrituras

Uno de los más jóvenes es Matteo Renzi, de 28 años, que viene del Redemptoris Mater romano y sintió la llamada leyendo las Sagradas Escrituras. "A los 16 años, durante un retiro", recuerda, "leí en la historia de la vocación de Jeremías, y dos años después el diálogo entre Jesús y Pedro". Ambos llamamientos bíblicos fueron "determinantes" para el suyo propio, y tras un periodo de misión e Chile y Brasil entró en el seminario.

También Simone Troilo, de 32 años, encontró en la Biblia el cabo del hilo que le ha traído hasta este momento. Tercero de seis hijos y estudiando ingeniería de caminos, no encontraba en su vida el amor de Dios del que siempre le habían hablado. Un día leyó la carta de San Pablo a los Colosenses y sintió que unas palabras se referían a él: "Lo que hacéis, hacedlo con toda el alma, como para servir al Señor, y no a los hombres: sabiendo que recibiréis del Señor en recompensa la herencia. Servid a Cristo Señor" (Col 3, 23-24). Hasta entonces siempre había pensado en casarse y formar una familia, pero esas palabras cambiaron su perspectiva: "Abrí mi mente para hacerme más disponible a la voluntad de Dios".

Sin miedo al compromiso

Francesco Melone debe su vocación a la oración: en una sociedad que considera "contra corriente dedicarse al Señor", él propone lo contrario, "fiarse de Dios": "He seguido lo que me ha hecho más feliz".

También Gabriele Di Menno Di Bucchianico tuvo que apostar fuerte: "Sentía un vacío interior y una tristeza que venían de no seguir la llamada que sentía en el corazón". Dejó la carrera de ingeniería biomédica cuando vio que aquel no era su camino: "La vocación es distinta según cada cual, basta estar disponible a seguir al Señor".

Lo confirma otro 'ingeniero', Federico Pelosio, porque también él dejó esos estudios, además de la novia que tenía. En su caso, la vovación "no fue un fogonazo, sino más bien una estalactita que se formó gota a gota". Ahora, como sus compañeros, confiesa a Roma Sette sentirse "muy emocionado" ante la perspectiva de celebrar la Eucaristía y el sacramento de la reconciliación: no se siente preparado, porque sabe que es algo más grande que él, que no ha merecido del Señor pero a lo que ha dicho "sí".

Fuente: Religión en Libertad