jueves, 19 de junio de 2025

Pensaba ser bombero pero, de erasmus, supo que «debía entregar la vida»: este sábado será diácono



 Pensaba ser bombero pero, de erasmus, supo que «debía entregar la vida»: este sábado será diácono

Iñaki Suárez, próximo diácono.

Este sábado 21 de junio, la Iglesia de Santa María de Villaviciosa de Odón acogerá la ordenación diaconal de tres seminaristas del Seminario Mayor Nuestra Señora de los Apóstoles.

Uno de ellos es Iñaki Suárez, que a sus 28 años cuenta las últimas horas para este “paso definitivo” que supone su ordenación como diácono. Un proceso que comenzó hace años y que le llevaría desde su Madrid natal a Toledo, San Sebastián y Getafe, donde ultima los preparativos y formación que le llevarán al sacerdocio.

Tal y como ha contado el madrileño al canal de la diócesis de Getafe, su vinculación vocacional con sus primeros años de la infancia es innegable. Entonces, sus padres, católicos devotos y practicantes, acostumbraban a leer vidas de santos a Iñaki y sus dos hermanos. Una práctica extendida y muy asociada al surgimiento de vocaciones, como también le ocurrió a su hermana, consagrada.

Con deseos de santidad, de la infancia a las misiones

“Desde pequeño me inculcaron no solo la fe, sino un anhelo de santidad y una grandeza no solo humana, sino espiritual. De querer ser santo”, expresa el joven. Admite que leer la vida de los santos en familia le llevó a querer ser desde muy pequeño “alguien grande en la vida” y a tener una inquietud y deseo de entrega que lo llevaría a tratar de desempeñarse como bombero.

Acababa de terminar el colegio cuando decidió tomarse un año de descanso antes de comenzar las oposiciones y no dudó en aceptar cuando surgió la posibilidad de irse de misiones a Hispanoamérica.

“Iba a las parroquias y ofrecía a los sacerdotes mi ayuda a cambio de comer y una cama donde dormir”, admite. Tras muchas parroquias y varios países visitados como misionero, un sacerdote le invitó a misionar durante un mes a las selvas de Puyo (Ecuador).



“Yo no me veía siendo sacerdote, pero acompañándole me di cuenta de que la vida de sacerdote merecía la pena”, mencionó. Estaba conmovido por la atención espiritual que ofrecía el sacerdote, pero aún quería ser bombero.

La primera vez que consideró seriamente que podía estar llamado al sacerdocio fue durante una noche de oración, comenzando un periodo de duda y sin terminar de atreverse a dar el paso de entrar al seminario.

Iñaki había comenzado los estudios de Filosofía. Estaba en el segundo año cuando le ofrecieron ir de erasmus a un pueblo al sur de Polonia, donde vería despejadas todas sus dudas.

Atea, de familia sin fe y del país más ateo de Europa, Zdenka se enamoró de Jesucristo

“Estando allí descubrí la situación de la gente que me rodeaba”, cuenta el joven seminarista, entonces rodeado de jóvenes “abandonados a la moda, el alcohol, el sexo y las drogas. Allí descubrí que, a través de esa situación, Dios me estaba gritando: `Tengo sed de que esta gente me quiera y conozca el amor que tú conoces´”.

"Entregar la vida"

Entonces fue consciente de que Dios se sirvió de ese grito para desencadenar una firme resolución en su fuero interno. “Tengo que hacer algo por ellos”, pensó.

Siguiendo el consejo de un conocido, Iñaki comenzó el curso de discernimiento en Toledo, donde confirmaría su vocación al sacerdocio, que hoy celebra. Especialmente de cara a poder paliar “la necesidad espiritual en la gente” que, a su juicio, es “cada vez mayor”.

También influyó en su decisión su propia vocación de servicio escuchada como bombero y que hoy define como un llamado a “entregar la vida”.

“Al fin y al cabo hay relación entre un bombero y un sacerdote. Tú te haces sacerdote para entregar la vida. Hay gente que me dice: `Si es lo que te hace feliz…´ Les contesto que no me meto a sacerdote para ser feliz. Me meto a sacerdote para entregar la vida, y fruto de la entrega de la vida uno es feliz”, explica.

En Getafe, el primer anuncio es "urgente"

Suárez remarca como su ilusión crece conforme se acercan sus últimos meses como seminarista. Especialmente de cara a una evangelización que considera urgente en su actual destino, una parroquia de Fuenlabrada. Allí hay hermandades, mucha tradición de Semana Santa, pasos y cofradías.

Pero sobre toda esa riqueza observa “un reto” que considera “apasionante”, el de una evangelización a llevar a cabo en los residentes asociados a su parroquia.

“Tenemos mucha gente que viene, sí, pero mucha más que no viene y hay un primer anuncio muy necesario”, remarca con emoción.

El diácono habla de su familia como un apoyo incondicional en un periplo que lo ha llevado por “tres cambios muy duros” de ubicación, como fueron los traslados de Madrid a Toledo, de Toledo a San Sebastián, donde eran solo dos seminaristas, y de San Sebastián a Getafe, en el marco de la clausura de su anterior seminario.

Buscando imitar a los santos y "en manos de Dios"

Habla también de todos los santos que le han inspirado y acompañado en el camino. De entre todos ellos destaca al padre Damián de Molokai, de quien tomó la inspiración para “entregar la vida”.

“Uno se mete al sacerdocio y está en manos de Dios. No sabes dónde vas a acabar. La gente me pregunta: `¿Y vas a elegir alguna parroquia en concreto?´ Yo no elijo parroquia, la elige el obispo por mí. Yo estoy en manos de Dios”, comenta.

También habla de Santa Teresita, buscando poder decir como ella que busca “ser el amor de Dios” para los demás, sabiendo que este “tiene que ser acogido para cambiar”. Y se encomienda también a San Francisco Javier, San Ignacio, San Juan de Ávila o Juan María Vianney, Santo cura de Ars, como patrono de los sacerdotes.

El escenario, "donde Dios quiera, con mucha ilusión"

Preguntado por sus escenarios más esperados como diácono y sacerdote, concluye admitiendo con sinceridad que no se plantea ninguno.

“Prefiero pensar que estoy en manos de Dios, y que donde Dios me quiera, ahí me entregaré”, concluye. “Es muy atractivo estar con jóvenes, con matrimonios jóvenes… pero no deja de ser menos atractivo estar con ancianos. De hecho, personalmente, tengo una inquietud hacia los enfermos muy grande. Me encantaría una capellanía hospitalaria, pero no me proyecto en escenarios concretos. Donde Dios quiera, donde sea, con muchísima ilusión”. 

Fuente: Religión en Libertad

No hay comentarios:

Publicar un comentario