domingo, 14 de diciembre de 2025

Santo Evangelio 14 Diciembre 2025



 Texto del Evangelio (Mt 11,2-11):

 En aquel tiempo, Juan, que en la cárcel había oído hablar de las obras de Cristo, envió a sus discípulos a decirle: «¿Eres tú el que ha de venir, o debemos esperar a otro?». Jesús les respondió: «Id y contad a Juan lo que oís y veis: los ciegos ven y los cojos andan, los leprosos quedan limpios y los sordos oyen, los muertos resucitan y se anuncia a los pobres la Buena Nueva; ¡y dichoso aquel que no halle escándalo en mí!».

Cuando éstos se marchaban, se puso Jesús a hablar de Juan a la gente: «¿Qué salisteis a ver en el desierto? ¿Una caña agitada por el viento? ¿Qué salisteis a ver, si no? ¿Un hombre elegantemente vestido? ¡No! Los que visten con elegancia están en los palacios de los reyes. Entonces, ¿a qué salisteis? ¿A ver un profeta? Sí, os digo, y más que un profeta. Éste es de quien está escrito: ‘He aquí que yo envío mi mensajero delante de ti, que preparará por delante tu camino’. En verdad os digo que no ha surgido entre los nacidos de mujer uno mayor que Juan el Bautista; sin embargo, el más pequeño en el Reino de los Cielos es mayor que él».



«No ha surgido entre los nacidos de mujer uno mayor que Juan el Bautista»


Dr. Johannes VILAR

(Köln, Alemania)

Hoy, como el domingo anterior, la Iglesia nos presenta la figura de Juan el Bautista. Él tenía muchos discípulos y una doctrina clara y diferenciada: para los publicanos, para los soldados, para los fariseos y saduceos... Su empeño es preparar la vida pública del Mesías. Primero envió a Juan y Andrés, hoy envía a otros a que le conozcan. Van con una pregunta: «Eres tú el que ha de venir, o debemos esperar a otro?» (Mt 11,3). Bien sabía Juan quién era Jesús. Él mismo lo testimonia: «Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: ‘Aquel sobre el que veas descender el Espíritu y permanecer sobre él, ése es el que bautiza en el Espíritu Santo’» (Jn 1,33). Jesús contesta con hechos: los ciegos ven y los cojos andan...

Juan era de carácter firme en su modo de vivir y en mantenerse en la Verdad, lo cual le costó su encarcelamiento y martirio. Aún en la cárcel habla eficazmente con Herodes. Juan nos enseña a compaginar la firmeza de carácter con la humildad: «No soy digno de desatarle las sandalias» (Jn 1,27); «Es preciso que Él crezca y que yo disminuya» (Jn 3,30); se alegra de que Jesucristo bautice más que él, pues se considera sólo “amigo del esposo” (cf. Jn 3,26).

En una palabra: Juan nos enseña a tomar en serio nuestra misión en la tierra: ser cristianos coherentes, que se saben y actúan como hijos de Dios. Debemos preguntarnos: —¿Cómo se prepararían María y José para el nacimiento de Jesucristo? ¿Cómo preparó Juan las enseñanzas de Jesús? ¿Cómo nos preparamos nosotros para conmemorarlo y para la segunda venida del Señor al final de los tiempos? Pues, como decía san Cirilo de Jerusalén: «Nosotros anunciamos la venida de Cristo, no sólo la primera, sino también la segunda, mucho más gloriosa que aquélla. Pues aquélla estuvo impregnada por el sufrimiento, pero la segunda traerá la diadema de la divina gloria».



 Instagram afirma que su red «es una droga» y Zuckerberg ordena ocultarlo a familias y maestros

Empleados de la tecnológica desprecian los riesgos para menores y se comparan con «traficantes»

"Tendremos que ser muy cuidadosos al no notificar a los padres ni a los profesores", dijo Zuckerberg sobre los peligros descubiertos en torno a las redes sociales.

Que redes sociales como Instagram tienen un sesgo adictivo y nocivo para la salud mental no es nada nuevo. Sin embargo, desde hace unos días, el mundo cuenta con nuevas filtraciones e informes que apuntan a sus más altos directivos por ocultar dicha información a padres y familias, así como conversaciones internas en las que miembros de las compañías comparaban sarcásticamente las redes sociales con drogas y a sí mismos con narcotraficantes.

Mark Zuckerberg, director ejecutivo de  Facebook, se ve involucrado nuevamente  en un escándalo al no revelar ni atajar los problemas mentales que Instagram ejerce sobre jóvenes y adolescentes.

Los «papeles» de Instagram: oculta su responsabilidad en tendencias suicidas y problemas mentales

Según informó Político a raíz de una demanda presentada contra Meta, TikTok, Snap y YouTube, miembros del personal de la primera de estas organizaciones llevaría años trabajando para ocultar deliberadamente los potenciales peligros y riesgos de las redes sociales para familias y especialmente para los menores. La actitud evasiva sería más dolosa si se tiene en cuenta que ocultaban dicha información de sus advertencias públicas de seguridad.

El pasado 30 de octubre, las pesquisas de la fiscalía concluyeron tras las investigaciones de cuatro expertos sobre documentos, investigaciones y comunicaciones internas de las compañías, que estas “sabían que las plataformas eran adictivas, pero seguían priorizando la interacción del usuario sobre la seguridad”.

"Instagram es una droga"

Entre algunos de los comentarios que han salido a la luz durante la investigación, se observa a miembros de Meta como una de sus investigadoras, Shayli Jiménez, asegurando que “IG [Instagram] es una droga, según se leía en una comunicación interna.

Un empleado de Meta respondía, según Shayli, “con sarcasmo”, asegurando entre risas que “todas las redes sociales [son una droga]. Básicamente somos unos traficantes”.

Los comentarios de los empleados de Meta contradicen, a juicio de Político, la “reiterada insistencia” de Zuckerberg, su director ejecutivo, de sus deseos e intenciones de priorizar la seguridad infantil y el control parental en el diseño de los productos.

Mark Zuckergerb, de Meta y Facebook, anuncia menos censura en sus redes en 2025

Zuckerberg anuncia el fin de la censura en Facebook e Instagram: son demasiados errores, dice

Zuckerberg ordena el silencio

El mismo medio justifica su acusación con una declaración literal del mismo Zuckerberg, en la que advierte a sus empleados de que:

"Si informamos a los padres y profesores de los adolescentes sobre sus videos en vivo, probablemente arruinaremos el producto desde el principio. Supongo que tendremos que ser muy cuidadosos al no notificar a los padres ni a los profesores".

Por su parte, portavoces de Meta se limitan a reiterar ante los medios algunas de sus últimas políticas, como las presentadas en octubre de este año. Según estas, sus cuentas de Instagram para adolescentes se ajustarán a la clasificación de películas PG-13 de forma predeterminada, una clasificación o guía parental de contenidos inapropiados para menores de 13 años que, en teoría, advertiría y restringiría determinados contenidos a menores. Respecto a las acusaciones, los portavoces se limitan a negarlas por ser una “malinterpretación” o directamente “falsas”.

Las acusaciones vertidas sobre Meta o Instagram no se refieren exclusivamente a los peligros psicológicos, sino incluso a quienes advertían de la existencia de, incluso, comportamientos sexuales depredadores en el entorno de sus plataformas, negado siempre por las compañías. Del mismo modo, Meta también estaría ocultando que sus mecanismos de distribución de contenidos incrementan los riesgos sobre trastornos alimenticios, dismorfia corporal o incluso de suicidio entre adolescentes.

Amazon, dirigida por Jeff Bezos -en la imagen- es solo una de las últimas grandes compañías en anunciar la revisión de sus políticas DEI de diversidad, equidad e inclusión.

A pesar de comprender que el impacto puede ser muy negativo, no advirtieron al público. Básicamente, ocultaron los hallazgos de la investigación”, declaró a Político Previn Warren, abogado de los demandantes.

Demografía de Instagram: la mayoría del público, joven y vulnerable

Partiendo de la base de que los riesgos psicológicos para los usuarios jóvenes y menores son una realidad, conocer la demografía de sus usuarios permite hacerse una idea de la magnitud del problema ocultado deliberadamente por Meta.

Los últimos estudios cifran el número de usuarios activos de Instagram en todo el mundo en torno a los 2.000 millones, que acceden cada mes a la aplicación, dedicando un promedio de 33,9 minutos al día.

Tomando como referencia a Estados Unidos, cuna de la aplicación y segundo país del mundo en número de usuarios, se calcula que el 76% de las personas de entre 18 y 24 años utilizan Instagram, seguido de un 57% de jóvenes de entre 25 y 30 años, a falta de cifras que arrojen luz sobre los usuarios menores de edad.

Con las cifras disponibles, se calcula que el número de personas en el rango de edad de mayor uso de Instagram, entre 18 y 24, son algo más de 31,3 millones. Es decir, unos 40 millones de personas son víctimas potencialmente vulnerables por su edad y periodo formativo de las políticas deliberadamente ocultadas por Meta.

La extrapolación no es descabellada. En nuestro artículo de 2021, Los «papeles» de Instagram: oculta su responsabilidad en tendencias suicidas y problemas mentales, nos hacíamos eco de unas filtraciones internas de la compañía que aseguraban que el 32% de las usuarias de Instagram aseguraban que “cuando se sienten mal con su cuerpo, les hace sentir peor”:

Otro de los estudios realizados por los investigadores internos de Facebook en 2019, concluyeron que “el 14% de los niños en los Estados Unidos admitieron que Instagram los hacía sentir peor consigo mismos”.

Un año después, encontraron que el 40% de los adolescentes varones experimentan con frecuencia comparación social negativa.

¿Revelación... o confirmación?

Para el periodista y teólogo Marcus Peter, las nuevas filtraciones no suponen tanto una “revelación” como “un reconocimiento tardío de una verdad que padres, pastores y psicólogos llevan años exponiendo”.

Que dicha realidad fuese conocida previamente no le resta, según él, gravedad. Especialmente por el periodo de maduración mental de los usuarios más jóvenes, para los que un entorno con muchos estímulos como las redes sociales mencionadas “aumentan la inseguridad, la ansiedad y distorsionan su autoconcepto […] Y los documentos de Meta revelan una conciencia corporativa de la existencia de estos efectos, junto con una disposición a ocultar la evidencia para preservar la reputación pública y la ventaja financiera”.

De esta forma, escribe en Catholic World Report, “los jóvenes se enfrentan a un entorno cultural que premia la distracción, castiga la quietud y condiciona la mente a esperar gratificación con la rapidez de un deslizamiento. Estudios actuales revelan mayores niveles de ansiedad, depresión, distorsión de la imagen corporal y deterioro del sueño, y los datos simplemente cuantifican con gran detalle lo que las familias han observado”.

Una escena del documental The Social Dilemma, sobre adicción y redes sociales

Cada vez más estudios lo confirman: las redes sociales crean adicción, buscan hacerlo, es su negocio

El algoritmo, ¿por encima del padre?

Para él, la “trágica ironía” es que la sociedad ya había notado los síntomas mucho antes de que los especialistas confirmaran la causa. Además, agrega Peter, “los algoritmos que configuran la información a menudo dictan el clima emocional de la adolescencia con mayor autoridad que los maestros o los padres”.

Su conclusión y advertencia al respecto es clara: “Las plataformas digitales que prometían conexión global han sido diseñadas con una arquitectura de compulsión que busca la captura neurológica en lugar del desarrollo humano. Y los comentarios filtrados desde Meta simplemente exponen la lógica interna oculta de un sistema que funciona mediante mecanismos adictivos refinados con precisión clínica”.

En último término, las filtraciones de Meta constituirían un importante punto de inflexión cultural. “Cuando quienes están dentro [de Meta] confiesan que esta se comporta como una organización de narcóticos, llega el momento de que la sociedad decida si desea libertad o estimulación perpetua”, concluye. 

Los algoritmos de las redes sociales están concebidos para retener la atención del adolescente el mayor tiempo posible con una finalidad comercial. Foto: Creative Christians / Unsplash.

Fuente Religión en Libertad

sábado, 13 de diciembre de 2025

Santo Evangelio 13 Diciembre 2025



 Texto del Evangelio (Mt 17,10-13):

 Bajando Jesús del monte con ellos, sus discípulos le preguntaron: «¿Por qué, pues, dicen los escribas que Elías debe venir primero?». Respondió Él: «Ciertamente, Elías ha de venir a restaurarlo todo. Os digo, sin embargo: Elías vino ya, pero no le reconocieron sino que hicieron con él cuanto quisieron. Así también el Hijo del hombre tendrá que padecer de parte de ellos». Entonces los discípulos comprendieron que se refería a Juan el Bautista.



«Elías vino ya, pero no le reconocieron, sino que hicieron con él cuanto quisieron»


Rev. D. Xavier SOBREVÍA i Vidal

(Sant Just Desvern, Barcelona, España)

Hoy, Jesús conversa con los discípulos cuando baja de la montaña, donde han vivido la Transfiguración. El Señor no ha acogido la propuesta de Pedro de quedarse, y baja respondiendo a las preguntas de los discípulos. Éstos, que acaban de participar brevemente de la gloria de Dios, están sorprendidos y no entienden que ya haya llegado el Mesías sin que antes haya venido el profeta Elías a prepararlo todo.

Resulta que la preparación ya ha sido realizada. «Os digo, sin embargo, Elías vino ya» (Mt 17,12): Juan Bautista ha preparado el camino. Pero los hombres del mundo no reconocen a los hombres de Dios, ni los profetas del mundo reconocen a los profetas de Dios, ni los prepotentes de la Tierra reconocen la divinidad de Jesucristo.

Es necesaria una mirada nueva y un corazón nuevo para reconocer los caminos de Dios y para responder con generosidad y alegría a la llamada exigente de sus enviados. No todos están dispuestos a entenderlo y, menos, a vivirlo. Es más, nuestras vidas y nuestros proyectos pueden estar oponiéndose a la voluntad del Señor. Una oposición que puede convertirse, incluso, en lucha y rechazo de nuestro Padre del Cielo.

Necesitamos descubrir el intenso amor que guía los designios de Dios hacia nosotros y, si somos consecuentes con la fe y la moral que Jesús nos revela, no han de extrañarnos los malos tratos, las difamaciones y las persecuciones. Ya que estar en el buen camino no nos evita las dificultades de la vida y Él, a pesar del sufrimiento, nos enseña a continuar.

A la Madre de Jesús, Reina de los Apóstoles, le pedimos que interceda para que a nadie le falten amigos que, como los profetas, le anuncien la Buena Nueva de la salvación que nos trae el nacimiento de Jesucristo. Tenemos la misión, tú y yo, de que esta Navidad sea vivida más cristianamente por las personas que encontraremos en nuestro camino.


Siete factores para que un sacerdote sea feliz y se sienta realizado en su ministerio



 Siete factores para que un sacerdote sea feliz y se sienta realizado en su ministerio

El curso Pastores Gregis anima a los sacerdotes, les da herramientas y los refuerza en su voluntad evangelizadora

¿Cómo puede mantener el equilibrio un sacerdote en su ministerio ante las exigencias del trabajo pastoral de hoy en día? En ReL hemos consultado a Tote Barrera y Cristy Salcedo cocreadores de Pastores Gregis, un curso sobre liderazgo, cambio y conversión pastoral dirigido a sacerdotes "que anhelan la transformación de su parroquia”.

Este matrimonio tiene una gran experiencia como promotores de la Nueva Evangelización en España, a partir de su trabajo de muchos años liderando el método de evangelización Alpha lo que los ha llevado a trabajar con parroquias y diócesis de todo el país.

En la actualidad, forman parte del grupo de trabajo de la recién creada Comisión de Primer Anuncio de la Conferencia Episcopal Española que reúne expertos de diferentes realidades de evangelización de nuestro país.

En el curso de sacerdotes que imparten, tienen la ocasión de conocer todo tipo de realidades pastorales, desde la del cura de una gran ciudad, hasta el párroco rural que tiene que llevar varias parroquias a la vez. Fruto de esta experiencia, han querido compartir con nosotros algunas observaciones acerca de lo que hace que un sacerdote se sienta realizado en su ministerio.

Siete factores para que un sacerdote sea feliz en su ministerio

En los últimos tiempos oímos demasiado a menudo noticias de sacerdotes desanimados en su ministerio, y bien sabemos lo que duele a toda la Iglesia cuando uno de ellos abandona su ministerio. A veces, ocurre lo que el P. Mallon define como “abandonar quedándose” y vemos sacerdotes desconectados que cumplen maquinalmente con su trabajo, como quien aguanta un chaparrón, resignados a una vida ministerial cuya pasión parece haberse extinguido.

Tote Barrera y Cristina Salcedo recibieron el Premio ReL 2020 en la categoría de Nueva Evangelización.

Son tiempos de cambio y de crisis, en los que todos sentimos el dolor de ver el declive de la Iglesia de la cristiandad y estamos en medio de los dolores de parto de dar a luz la Iglesia de la misión que estamos llamados a ser.

En medio de todo esto, ¿hay motivos para la esperanza y ejemplos en los que fijarnos? ¿Tenemos las ideas claras sobre los factores que hacen que un sacerdote se sienta realizado en su vocación y su misión particular?

Alguien definió la felicidad como tener la dicha de estar en tu sitio y si puede ser, saberlo. En otras palabras, para sentirse realizado en la vida, simplemente hay que cumplir tu propósito —tu vocación— o al menos estar en el camino de intentarlo. Así, ser feliz no es un sentimiento, ni que te vayan bien las cosas como quien tiene éxito humano, sino simplemente tender a estar en tu sitio en la vida, sabiendo quién eres y a dónde vas.

En nuestra experiencia impartiendo el curso para sacerdotes Pastores Gregis Christi tenemos el privilegio de conocer a muchos sacerdotes que buscan profundizar en su vocación y su misión. En todos estos años de trabajo para la Iglesia, hemos observado unos factores en común entre todos los sacerdotes que se sienten realizados en su ministerio.

Aquí enumeramos algunos de los factores que se observan frecuentemente entre estos sacerdotes:

1.- Ejercer de cura

Parece de Perogrullo, pero cuando al principio de nuestro curso encuestamos a los sacerdotes para saber cuántas horas semanales dedican a sus funciones sacerdotales nos encontramos con una sorprendente estadística que nos dice que muchos apenas llegan a un 30% de su tiempo dedicado a acompañar, predicar y celebrar sacramentos cada semana. Si bien su vocación es al “triple munus”, el cual comprende la función real (guiar/liderar al pueblo), la sacerdotal (santificar/celebrar) y la profética (anunciar/predicar), muchas veces las labores administrativas, de gestión de la parroquia y de hombre orquesta, se comen hasta el 70% del tiempo del sacerdote.

Obviamente, también entre los sacerdotes hay una variedad de vocaciones y encargos pastorales, y no podemos reducir a todos a un solo estilo o modo de ejercer el sacerdocio. Pero lo que está claro es que cuanto más puede ejercer un sacerdote como lo que es, más afianzado está en su vocación y su misión.

2.- Tener comunidad

Los sacerdotes religiosos lo tienen más fácil, pero los diocesanos parece que han sido programados para vivir solos, sin apenas verificarse con nadie.

La comunidad puede tener muchas expresiones. La primera comunidad del sacerdote son sus hermanos de presbiterio, pero su parroquia también debe ser su comunidad, un lugar donde dar, pero también un lugar donde recibir como cristiano (como decía san Agustín: “Obispo para vosotros, cristiano con vosotros”).

Sabemos de sacerdotes en fraternidades sacerdotales, movimientos y asociaciones. También los hay que se reúnen semanalmente con hermanos en su arciprestazgo. Incluso hay “reuniones clandestinas” de sacerdotes de diferentes diócesis que quedan para alentarse y soñar con la evangelización. En Francia, las parroquias las asumen equipos de sacerdotes o comunidades con todas las vocaciones (laicos, religiosos y sacerdotes).

¿Hasta cuándo seguiremos con el paradigma de preparar a los sacerdotes para estar solos, cuando a todas luces su fe languidece y su fortaleza se debilita cuando no están insertados en una vivencia comunitaria equilibrada? Tener algún tipo de comunidad es algo que da mucha luz a quienes lo practican (y no solo es estar bien rodeado, es exponerse a rendir cuentas y ser corregido).

3.- Paternidad episcopal y mentoría

La Iglesia es una familia donde todos somos hijos. Los sacerdotes están en la posición de ser padre de todos; pero, ¿qué padre puede serlo sin el ejemplo de haber sido antes hijo? A veces da la sensación de que vivir como hijo está limitado al tiempo del seminario, y solo se ve una continuidad después en algunas diócesis pequeñas donde la inmediatez del obispo le permite seguir ejerciendo esta paternidad una vez los polluelos han volado del nido.

Pero, ¿en cuántas diócesis la figura del obispo está distante y se le critica a sus espaldas por parecer ser un mero administrador? Aunque se entienda la complejidad de la labor de los obispos en la actualidad, en el fondo lo que los sacerdotes anhelan es la figura de un padre de quien se sientan colaboradores cercanos no solo en la teoría sino en la práctica.

Y donde esto no es posible, siempre hay figuras intermedias, llámense vicarios o lo que se quiera, que pueden ejercer esta labor de comunión y paternidad tan necesaria.

En nuestra experiencia, los sacerdotes que encuentran esta paternidad en la figura de un mentor (un obispo o un sacerdote que peine canas, haya sido ejemplo y sea un confidente) se sienten acompañados y tienen un marco para crecer en su ministerio.

4.- Estar en su sitio

Efesios 4,11 describe cómo Dios constituyó a unos apóstoles, a otros profetas, a otros evangelistas, a otros pastores y a otros maestros. Tradicionalmente en la Iglesia se ha leído este pasaje en clave de las maneras de ser/actuar de los sacerdotes.

La realidad es que no todo el mundo sirve para lo mismo, y a veces a quien es maestro, no se le da igual de bien ser pastor; o al apóstol le mata estar todos los domingos en el mismo sitio, como San Pablo no podía estarse quieto en una iglesia más allá de unos meses.

En la Iglesia tenemos quienes están llamados a ser apóstoles (misioneros), quienes tienen don para anunciar (evangelistas), quienes saben enseñar (maestros) y quienes gustan de predicar con la palabra y las obras (profetas). Por supuesto, también asociamos al sacerdote con quienes son pastores (de hombres, no de ovejas). Pero es difícil que una sola persona pueda hacer bien las cinco cosas a la vez, por más que tenga la gracia de estado.

Los sacerdotes que se sienten más realizados son los que pueden desarrollar los dones que tienen en su ministerio concreto. Esto no es óbice para que a veces les toque bailar con la que peor se les da, y habrá que ejercer el ministerio en áreas que no se les den bien por naturaleza. Les pasa hasta a los obispos (recuerdo un obispo que en una comida que tuvimos añoraba sus tiempos de profesor en la facultad).

Son tiempos de escasez y todos tienen que hacer de todo, pero eso no quita para que intentemos encajar a cada uno donde Dios le ha hecho más válido. ¿Está mal que un sacerdote le pida a su obispo que le ponga donde mejor cree que va a encajar? ¿Son los obispos sensibles a esto a la hora de asignar parroquias y formar equipos de sacerdotes? ¿Se conoce a sí mismo lo suficiente un sacerdote como para saber dónde encaja? ¿Le conocen lo suficiente en la diócesis?

5.- Relación con Dios y oración

También esto suena obvio, pero es que cuando un sacerdote vive volcado para fuera y se pasa la vida de celebración en celebración, resolviendo urgencias por todos lados, y no dando abasto, muchas veces lo que se resiente es la oración personal por agobio, descuido o enfriamiento. Aquí lo de los jesuitas (contemplativos en la acción) puede ser de plena aplicación, pero recordemos que un jesuita siempre ha tenido por norma una hora diaria de oración personal, además del breviario y la Eucaristía.

No se trata de cuánto tiempo de oración se hace, sino de cómo está la relación con el Señor. En otras palabras: quien es padre, en la intimidad es discípulo, amigo e hijo. Una relación con Dios viva y vibrante tiene como resultado un pastor equilibrado y confiado, que es capaz de ir hasta el confín de la tierra en su misión porque sabe de quién se ha fiado (2 Tim 1, 12).

6.- Crecer con la parroquia

La instrucción El presbítero, pastor y guía de la comunidad parroquial, dice en su punto 16 B): “El sacerdote está al servicio de la comunidad, pero a su vez se encuentra sostenido por la comunidad. Éste tiene necesidad de la aportación del laicado, no sólo para la organización y la administración de su comunidad, sino también para la fe y la caridad; existe una especie de ósmosis entre la fe del presbítero y la fe de los otros fieles”.

Cuando una parroquia crece, el sacerdote crece. Pero… si una parroquia no crece, ¿cómo hará el sacerdote para crecer? Parece claro que la Iglesia es una familia y que todos nos necesitamos a todos constantemente. Los sacerdotes no son una excepción, y se sentirán parte de algo que merece la pena en la medida en que vean que las cosas progresan, y su fe crecerá en la medida en la que crezca la fe del pueblo.

Recuerdo cómo Alfonso López Quintás decía, refiriéndose al matrimonio, que nadie está hecho para aguantar. Se puede atravesar una crisis, se puede tener que tirar del carro una temporada (incluso unos años). Pero en algún momento se tiene que recoger fruto para alimentarse y continuar caminando. No se trata de tener éxito, sino de recoger el fruto de fe, salvación y caridad que pide el Señor. Si el árbol crece, todos sus miembros crecen.

7.- Tener tiempo libre

San Juan Pablo II hablaba del descanso como una obligación y era conocido que hasta se iba a esquiar de vez en cuando.

Las Misioneras de la Caridad dedican los jueves a estar en comunidad y retiradas, cerrando por ese día sus comedores sociales y demás obras. En una obra tan comprometida con las necesidades de los demás, es crucial poder realizar un parón para recargar pilas y así tener algo que dar el resto de la semana.

Muchas veces, la autoimagen de santidad, las responsabilidades y el vivir apagando fuegos, hacen que los sacerdotes se salten su día de descanso o no lo practiquen.

Resulta contraintuitivo, pero es mejor estudiar seis horas con descanso, que diez seguidas. En economía se llama teoría de la utilidad decreciente. Qué le vamos a hacer, somos así, estamos hechos de manera que necesitamos descansar.

En la Biblia aparece la figura del sabático como reflejo del séptimo día, en el que Dios descansó.

En estos tiempos complicados, nos sorprende la capacidad de algunos sacerdotes para hallar descanso de las maneras más variadas. No es que se tumben a la bartola; algunos descansan subiendo montañas y otros yéndose a estudiar a Alemania los veranos. Otros tienen sus escapadas misioneras, o contemplativas. Alguno conocemos que incluso se atreve a hacer sus pinitos haciendo paellas.

Al final, todos ellos son conscientes de sus limitaciones y saben poner equilibrio en su ministerio entre lo divino y lo humano.

Concluyendo: estos son algunos de los factores que identificamos como denominador común en muchos de los sacerdotes que conocemos. Hay muchos más y el tema daría para muchos artículos, y seguro que los lectores también pueden aportar alguno.

Artículo de hemeroteca publicado el 28 de septiembre de 2021.


viernes, 12 de diciembre de 2025

Santo Evangelio 12 Diciembre 2025

 


Texto del Evangelio (Mt 11,16-19):

 En aquel tiempo dijo Jesús a la gente: «¿Pero, con quién compararé a esta generación? Se parece a los chiquillos que, sentados en las plazas, se gritan unos a otros diciendo: ‘Os hemos tocado la flauta, y no habéis bailado, os hemos entonado endechas, y no os habéis lamentado’. Porque vino Juan, que ni comía ni bebía, y dicen: ‘Demonio tiene’. Vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: ‘Ahí tenéis un comilón y un borracho, amigo de publicanos y pecadores’. Y la Sabiduría se ha acreditado por sus obras».



«¿Con quién compararé a esta generación?»


Rev. D. Antoni CAROL i Hostench

(Sant Cugat del Vallès, Barcelona, España)

Hoy debiéramos removernos ante el suspiro del Señor: «Con quién compararé a esta generación?» (Mt 11,16). A Jesús le aturde nuestro corazón, demasiadas veces inconformista y desagradecido. Nunca estamos contentos; siempre nos quejamos. Incluso nos atrevemos a acusarle y a echarle la culpa de lo que nos incomoda.

Pero «la Sabiduría se ha acreditado por sus obras» (Mt 11,19): basta contemplar el misterio de la Navidad. ¿Y nosotros?; ¿cómo es nuestra fe? ¿No será que con esas quejas tratamos de encubrir la ausencia de nuestra respuesta? ¡Buena pregunta para el tiempo de Adviento!

Dios viene al encuentro del hombre, pero el hombre —particularmente el hombre contemporáneo— se esconde de Él. Algunos le tienen miedo, como Herodes. A otros, incluso, les molesta su simple presencia: «Fuera, fuera, crucifícalo» (Jn 19,15). Jesús «es el Dios-que-viene» (Benedicto XVI) y nosotros parecemos "el hombre-que-se-va": «Vino a los suyos y los suyos no le recibieron» (Jn 1,11).

¿Por qué huimos? Por nuestra falta de humildad. San Juan Bautista nos recomendaba "menguarnos". Y la Iglesia nos lo recuerda cada vez que llega el Adviento. Por tanto, hagámonos pequeños para poder entender y acoger al "Pequeño Dios". Él se nos presenta en la humildad de los pañales: ¡nunca antes se había predicado un "Dios-con-pañales"! Ridícula imagen damos a la vista de Dios cuando los hombres pretendemos encubrirnos con excusas y falsas justificaciones. Ya en los albores de la humanidad Adán lanzó las culpas a Eva; Eva a la serpiente y…, habiendo transcurrido los siglos, seguimos igual.

Pero llega Jesús-Dios: en el frío y la pobreza extrema de Belén no vociferó ni nos reprochó nada. ¡Todo lo contrario!: ya empieza a cargar sobre sus pequeñas espaldas todas nuestras culpas. Entonces, ¿le vamos a tener miedo?; ¿de verdad van a valer nuestras excusas ante ese "Pequeño-Dios"? «La señal de Dios es el Niño: aprendamos a vivir con Él y a practicar también con Él la humildad» (Benedicto XVI).

La psicología puede ayudar a los sacerdotes heridos y al límite... pero han de pedir ayuda

 


La psicología puede ayudar a los sacerdotes heridos y al límite... pero han de pedir ayuda

Muchos sacerdotes, ante la angustia, depresión o agotamiento, se niegan a pedir ayuda psicológica... y empeoran

"Si fuera un buen cristiano, un buen sacerdote, no necesitaría un psicólogo o un psicoterapeuta... más me vale no pedir ayuda". Este es el pensamiento pernicioso que daña a muchos sacerdotes: agobiados o heridos por las exigencias infinitas del ministerio, no piden ayuda psicológica, como si ir al psicólogo fuera pecado (que no lo es) o un signo de debilidad inadmisible (que no debería serlo).

La Biblia habla bien de ir al médico (Sirácida 38, 12: "Haz que venga el médico, ya que el Señor lo creó; no lo desprecies porque lo necesitas") pero hay clérigos que incumplen sistemáticamente esta enseñanza y parecen exigir a Dios -o, peor, a sus propias fuerzas- milagros continuos para su salud mental.

En Francia, un puñado de casos de sacerdotes que se han suicidado en los últimos meses ha llamado la atención sobre la salud mental de los clérigos. Ya desde hace tiempo, algunas diócesis han creado centros de apoyo psicológico y cada vez más seminarios introducen psicólogos en sus cursos.

»Muchas veces, la principal tarea es ayudar al sacerdote o seminarista a aceptar sus límites: no puede llegar a todas las personas, a todas las horas, para todas las tareas. Otras veces, el apoyo psicológico ayuda al sacerdote a entender mejor a sus feligreses, que también tienen sus dificultades y heridas.

Cyprien Viet, en VaticanNews, ha entrevistado al respecto a un psicoterapeuta que es también sacerdote y misionero de los Padres Blancos (Sociedad de Misioneros de África), Stéphane Joulain.



Stéphane Joulain, misionero de los Padres Blancos, y psicoterapeuta

- En la mentalidad tradicional de la Iglesia, la psicología ha sido a veces subestimada, percibida como contradictoria al desarrollo de la vida espiritual. ¿Cómo se puede integrar hoy en día en el proceso de vida de los sacerdotes?

- En primer lugar, implica la participación de profesionales de la salud mental en la formación del futuro clero. Así que conocemos a la gente, hablamos con ellos. Y entonces los formadores permanecen atentos a lo que los seminaristas pueden experimentar, y si perciben que algunos necesitan una ayuda más especializada, más específica, la proporcionarán. Desafortunadamente, lo que sigue siendo un gran obstáculo es que para muchos futuros sacerdotes, e incluso para los propios sacerdotes, recurrir a un especialista en salud mental lo consideran un fracaso en relación con la vida espiritual de uno.

- Pero los propios sacerdotes, más allá de sus debilidades personales, se enfrentan en sus vidas, especialmente como párrocos, con personas que tienen dificultades psicológicas. ¿Puede el hecho de que ellos mismos hayan estado en terapia ayudarles a entender estos perfiles con mayor precisión, equilibrio y eficacia?

- Sí, puede. Desde el momento en que han hecho este camino ellos mismos para haber sido acompañados y ayudados, para saber que no son superhéroes sino sólo hombres, y que la naturaleza humana es frágil y a veces necesita apoyo, esto los hace mejores compañeros para el Pueblo de Dios. Saben estar atentos a esta dimensión, sin intentar espiritualizarlo todo. Así que sí, ciertamente, si un sacerdote o un seminarista hace este proceso, lo hará mucho más atento a los sufrimientos del Pueblo de Dios.

- Uno de los fenómenos más comunes en nuestra sociedad moderna o postmoderna, que concierne a toda la población pero también a los sacerdotes y religiosos, es el uso a veces inmoderado de las redes sociales, con todo el narcisismo que se le puede asociar... ¿Es esta cuestión de la imagen de sí mismo y la dificultad de estar a la altura de lo que se quiere representar, una cuestión central hoy en día en las dificultades de ciertos sacerdotes y sobre todo de ciertos jóvenes sacerdotes?

- Algunos jóvenes sacerdotes son hijos de su generación, por lo que nacen con redes sociales, es parte de su identidad. ¡Puedo ver que en nuestro país, nuestros jóvenes hermanos están muy presentes en las redes sociales! Hay una dimensión de apostolado y evangelización en estos círculos que no debe ser subestimada. Hay un trabajo que es hecho por algunos y que es bastante admirable. Pero el problema es cuando el corazón del mensaje y la presencia en el ciberespacio ya no es Jesucristo sino el sacerdote mismo. Eso es una dificultad. Las redes sociales tienden a amplificar sólo lo positivo, a idealizar los aspectos positivos, por lo que excava algo en el narcisismo de la gente, pero como cualquier herramienta hay áreas de sombra y áreas de luz.

- A menudo se cuestiona el vínculo eclesial y comunitario. Podemos notar que a veces los sacerdotes cohabitan en el mismo presbiterio sin hablarse, sin compartir sus comidas, sin entenderse, a veces debido a una diferencia generacional... ¿Cómo podemos lograr generar empatía y escucha entre los propios sacerdotes?

- Tiene que empezar en la casa de formación, en el seminario. Si no inculcamos la vida en equipo en los seminarios, no funcionará más adelante en la vida cotidiana. Se han hecho muchos esfuerzos en esta área, pero entonces dependerá de la relación del individuo con su ministerio. Va a considerar que los demás están ahí para trabajar con él y que él está ahí para trabajar con ellos, pero no sólo eso, que también están ahí para apoyarse mutuamente en la vida de un sacerdote, porque no es una vida fácil...

» Muchas veces los religiosos estamos más acostumbrados a la vida comunitaria, mientras que para los sacerdotes diocesanos puede ser más difícil para algunos. Pero se han hecho grandes esfuerzos para crear, por ejemplo, equipos de vida, donde sacerdotes de la misma generación, que han hecho la misma formación, se reúnen regularmente para intercambiar ideas.

- Muchos sacerdotes se sienten a veces culpables, por falta de disponibilidad, por no haber sabido reaccionar bien, por ejemplo, ante una familia en duelo o ante otras personas en sufrimiento. ¿Cómo puede el enfoque psicoterapéutico ayudar a superar este sentimiento de culpa, en relación con esta noción de "seguir a Cristo" y con las realidades humanas a veces más complejas a las que se enfrenta todo sacerdote?

- En primer lugar, nos ayudará a aceptar esta limitación, que el sacerdote no puede estar en todas partes, y que a veces decepcionará a la gente o a sí mismo con respecto a los ideales que tiene. La psicología le ayudará a hacer este punto de la verdad sobre la realidad. También puede, como una buena guía espiritual, ayudarle a orientar sus prioridades. Si el sacerdote se da cuenta de que pasa mucho tiempo abucheando y dando vueltas en las reuniones por muchas cosas que no necesariamente requieren su vocación sacerdotal, tendrá que reflexionar sobre cómo puede delegar ciertas cosas, para estar más disponible para los demás.

» El problema es que muchos jóvenes que llegan al ministerio están llenos de energía, van en todas direcciones, hasta que se estrellan, porque ya no pueden continuar así. Y no es un momento negativo: es el momento en que descubres tus límites, y es cuando tienes que estar acompañado. Porque descubrir los propios límites es muy importante, permite no transgredirlos, en la otra persona, en la propia casa... Así que hay todo este trabajo que hay que hacer, y los sacerdotes a menudo no dan la alarma cuando ven que están llegando al límite, o a los límites.

»Hay centros que se han creado para acompañar a los sacerdotes, con psicólogos, con trabajadores sociales, porque, aunque a menudo hablamos de sacerdotes jóvenes, también hay sacerdotes mayores que a veces viven en situaciones de angustia humana. También en este caso, las diócesis deben estar muy atentas a esto.

» Varias diócesis, en Francia pero también en otras partes del mundo, han creado estas células para acompañar a los sacerdotes que se encuentran en situaciones de sufrimiento humano, espiritual o psicológico.

Fuente: Religión en Libertad

jueves, 11 de diciembre de 2025

Santo Evangelio 11 Diciembre 2025

 


Texto del Evangelio (Mt 11,11-15):

 En aquel tiempo, dijo Jesús a las turbas: «En verdad os digo que no ha surgido entre los nacidos de mujer uno mayor que Juan el Bautista; sin embargo, el más pequeño en el Reino de los Cielos es mayor que él. Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el Reino de los Cielos sufre violencia, y los violentos lo arrebatan. Pues todos los profetas, lo mismo que la Ley, hasta Juan profetizaron. Y, si queréis admitirlo, él es Elías, el que iba a venir. El que tenga oídos, que oiga».



«El Reino de los Cielos sufre violencia, y los violentos lo arrebatan»


Rev. D. Ignasi FABREGAT i Torrents

(Terrassa, Barcelona, España)

Hoy, el Evangelio nos habla de san Juan Bautista, el Precursor del Mesías, aquel que ha venido a preparar los caminos del Señor. También a nosotros nos acompañará desde hoy hasta el día dieciséis, día en el que acaba la primera parte del Adviento.

Juan es un hombre firme, que sabe lo que cuestan las cosas, es consciente de que hay que luchar para mejorar y para ser santo, y por eso Jesús exclama: «Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el Reino de los Cielos sufre violencia, y los violentos lo arrebatan» (Mt 11,12). Los “violentos” son los que se hacen violencia a sí mismos: —¿Me esfuerzo para creerme que el Señor me ama? ¿Me sacrifico para ser “pequeño”? ¿Me esfuerzo para ser consciente y vivir como un hijo del Padre?

Santa Teresita de Lisieux se refiere también a estas palabras de Jesús diciendo algo que nos puede ayudar en nuestra conversación personal e íntima con Jesús: «Eres tú, ¡oh Pobreza!, mi primer sacrificio, te acompañaré hasta que me muera. Sé que el atleta, una vez en el estadio, se desprende de todo para correr. ¡Saboread, mundanos, vuestra angustia y pena, y los frutos amargos de vuestra vanidad; yo, feliz, obtendré de la pobreza las palmas del triunfo». —Y yo, ¿por qué me quejo enseguida cuando noto que me falta alguna cosa que considero necesaria? ¡Ojalá que en todos los aspectos de mi vida lo viera todo tan claro como la Doctora!

De un modo enigmático Jesús nos dice también hoy: «Juan es Elías (...). El que tenga oídos que oiga» (Mt 11,14-15). ¿Qué quiere decir? Quiere aclararnos que Juan era verdaderamente su precursor, el que llevó a término la misma misión que Elías, conforme a la creencia que existía en aquel entonces de que el profeta Elías tenía que volver antes que el Mesías.

Los sacerdotes también necesitan cuidado: salud mental, fe y acompañamiento



 Los sacerdotes también necesitan cuidado: salud mental, fe y acompañamiento

La imagen del sacerdote suele asociarse con fortaleza espiritual y capacidad de sostener a otros en momentos de dolor. Sin embargo, olvidamos que ellos también son personas, con emociones, sufrimientos y necesidades de atención. La salud mental de los sacerdotes es un tema del que se habla poco y que, cuando finalmente se visibiliza, suele ser en circunstancias trágicas que conmocionan a la sociedad.

Escribo estas líneas a raíz de una noticia que ha recorrido medios internacionales. El pasado 5 de julio, en la localidad de Cannobio, Italia, falleció el padre Matteo Balzano, un joven sacerdote de 35 años que, según confirmó la diócesis de Novara, se quitó la vida en su residencia. Sus feligreses lo describían como un hombre cercano y entusiasta, que pocos días antes había organizado actividades juveniles. Su muerte ha despertado un dolor profundo y también preguntas necesarias: ¿Qué tanto sabemos del sufrimiento silencioso de quienes acompañan a otros? ¿Por qué sigue siendo un tabú que un sacerdote reciba ayuda profesional?

La depresión es una enfermedad cerebral, no un problema espiritual. En mi experiencia como psiquiatra, durante mi formación en la Clínica Universidad de Navarra, atendí a seminaristas y sacerdotes que acudían con total naturalidad a consulta psiquiátrica. Allí, el cuidado de la salud mental era algo normalizado. Nadie cuestionaba su fe ni su vocación por recibir tratamiento médico. Se entendía que la medicina y la psicología son instrumentos legítimos para sanar el sufrimiento emocional.

La depresión no es falta de voluntad ni de fe. Tampoco desaparece “echándole ganas” o rezando más. Aunque la espiritualidad puede ser un factor protector, como muestra un estudio publicado en Journal of Religion and Health, estas prácticas son un apoyo y no sustituyen el tratamiento profesional. La Eucaristía no reemplaza a un psiquiatra ni a un psicólogo. Dios, que nos creó con cuerpo, mente y espíritu, también nos da la ciencia médica como recurso de sanación. Pensar que todo depende solo de la oración puede ser peligroso.

El suicidio es un problema real que afecta a todas las edades y profesiones. En Ecuador, es la principal causa de muerte entre jóvenes, por encima de los homicidios. Este dato debería conmovernos y llevarnos a reflexionar como sociedad. Si esto ocurre en la población general, ¿por qué creemos que los sacerdotes son inmunes al sufrimiento? El caso del padre Matteo nos recuerda que la soledad emocional y el cansancio profundo también habitan entre quienes entregan su vida a los demás.

Necesitamos reconocer que los sacerdotes pueden enfermarse de depresión, ansiedad u otros trastornos, y que pedir ayuda es un acto de responsabilidad y humildad. Las diócesis y comunidades religiosas deben ofrecer entornos seguros donde buscar asistencia no sea un tabú. Los fieles también pueden apoyar con gestos concretos: entablar relaciones de confianza, interesarse por su bienestar, invitarles a compartir una comida o escucharles sin prejuicio. Un sacerdote que siente la cercanía de su comunidad tiene más recursos emocionales para sostener su vocación.

Hoy quiero hacer un llamado: no podemos permitir más muertes evitables por suicidio. Rompamos el silencio y el estigma que rodean la salud mental. Tendamos la mano a tiempo. Pidamos también una oración por el padre Matteo Balzano y por quienes atraviesan la oscuridad del sufrimiento. Que su alma descanse en paz y que su historia nos inspire a ser comunidades más humanas y compasivas.

Fuente: Religión en Libertad

miércoles, 10 de diciembre de 2025

Santo evangelio 10 diciembre 2025

 


Texto del Evangelio (Mt 11,28-30):

 En aquel tiempo, respondiendo Jesús, dijo: «Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso. Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera».



«Mi yugo es suave y mi carga ligera»


P. Jacques PHILIPPE

(Cordes sur Ciel, Francia)

Hoy, Jesús nos conduce al reposo en Dios. Él es, ciertamente, un Padre exigente, porque nos ama y nos invita a darle todo, pero no es un verdugo. Cuando nos exige algo es para hacernos crecer en su amor. El único mandato es el de amar. Se puede sufrir por amor, pero también se puede gozar y descansar por amor…

La docilidad a Dios libera y ensancha el corazón. Por eso, Jesús, que nos invita a renunciar a nosotros mismos para tomar nuestra cruz y seguirle, nos dice: «Mi yugo es suave y mi carga ligera» (Mt 11,30). Aunque en ocasiones nos cuesta obedecer la voluntad de Dios, cumplirla con amor acaba por llenarnos de gozo: «Haz que vaya por la senda de tus mandamientos, pues en ella me complazco» (Sal 119,35).

Me gustaría contar un hecho. A veces, cuando después de un día bastante agotador me voy a dormir, percibo una ligera sensación interior que me dice: —¿No entrarías un momento en la capilla para hacerme compañía? Tras algunos instantes de desconcierto y resistencia, termino por consentir y pasar unos momentos con Jesús. Después, me voy a dormir en paz y tan contento, y al día siguiente no me despierto más cansado que de costumbre.

No obstante, a veces me sucede lo contrario. Ante un problema grave que me preocupa, me digo: —Esta noche rezaré durante una hora en la capilla para que se resuelva. Y al dirigirme a dicha capilla, una voz me dice en el fondo de mi corazón: —¿Sabes?, me complacería más que te fueras a acostar inmediatamente y confiaras en mí; yo me ocupo de tu problema. Y recordando mi feliz condición de "servidor inútil", me voy a dormir en paz, abandonando todo en las manos del Señor…

Todo ello viene a decir que la voluntad de Dios está donde existe el máximo amor, pero no forzosamente donde esté el máximo sufrimiento… ¡Hay más amor en descansar gracias a la confianza que en angustiarse por la inquietud!


Por qué tantos sacerdotes jóvenes abandonan el ministerio... y algunas posibles soluciones

 


Por qué tantos sacerdotes jóvenes abandonan el ministerio... y algunas posibles soluciones

La fraternidad sacerdotal y el apoyo laico son de vital importancia. ¿Cómo podemos mejorar en esos aspectos?

Jesucristo envió a sus discípulos de dos en dos, pero muchos jóvenes sacerdotes se dan de bruces desde el principio con una gran soledad.

El abandono de su ministerio por parte de un número significativo de sacerdotes, no muchos años después de su ordenación, sigue siendo un problema grave en el seno de la Iglesia. ¿Cuáles son las razones? ¿Qué soluciones prácticas y realistas están al alcance de la mano?

Jonah McKeown aborda ambas cuestiones en un reciente reportaje en National Catholic Register:

Cuando Toby (no es su nombre real) se acercó al altar durante su misa de ordenación hace aproximadamente una década, estaba comprensiblemente nervioso, quizás mucho más que el ordenando medio.

A pesar de haber crecido como católico, amar su fe y recibir constante apoyo durante su experiencia en el seminario, Toby albergaba serias dudas sobre si realmente podría decir "Sí" al sacerdocio. Sin embargo, afirma que las expectativas de su familia, de sus conocidos y del propio seminario crearon una situación en la que le resultó imposible renunciar a la ordenación.

Aunque inmediatamente se sintió profundamente inseguro en el sacerdocio, Toby, siguiendo el consejo de un sacerdote mayor, decidió esforzarse al máximo en el ministerio parroquial.

"En Navidad llegaba al borde de un colapso nervioso", recuerda Toby: "Intentaba hacer algo con todo el corazón, de forma correcta y consciente, pero no me sentía capaz. Sobre todo, celebrar la misa se volvió muy doloroso. Era la experiencia de un abismo entre lo que hacía y mi estado mental".

La salud mental de los sacerdotes no debe ser un tabú que impida su adecuado tratamiento cuando lo necesitan.

Los sacerdotes también necesitan cuidado: salud mental, fe y acompañamiento

Toby solicitó la reducción al estado laical pocos años después de su ordenación. Declaró al Register que siempre había sentido una fuerte atracción por el matrimonio; hoy está felizmente casado.

Sin duda, Toby dedicó mucho menos tiempo al ministerio sacerdotal que la mayoría de los hombres ordenados. Pero el fenómeno de los hombres que abandonan muy pronto el sacerdocio -por razones ajenas a la mala conducta o al escándalo- es más común de lo que se cree.

Expertos que trabajan con sacerdotes estadounidenses declararon al Register que, en los últimos años, han observado con mayor frecuencia que los problemas de agotamiento y soledad alejan a los hombres de su vocación. Y los datos respaldan esta observación: según un estudio reciente de The Catholic Project, los sacerdotes más jóvenes tienen niveles más altos de agotamiento y soledad que sus colegas de mayor edad.

Muchos sacerdotes, ante la angustia, depresión o agotamiento, se niegan a pedir ayuda psicológica... y empeoran

La psicología puede ayudar a los sacerdotes heridos y al límite... pero han de pedir ayuda

Los sacerdotes necesitan una interacción y fraternidad habituales y deliberadas con sus pares, apoyo de los laicos y formación humana y espiritual continua para perseverar en la entrega de su vida al servicio de la Iglesia, dijeron al Register expertos en formación sacerdotal.

"De hecho, la formación realmente nunca termina. Debería ser una parcela constante en la vida de un sacerdote, pero no siempre es así", dice Anthony Lilles, profesor de teología moral y dogmática en el Seminario de San Patricio en Menlo Park (California).

¿Por qué los sacerdotes lo dejan?

Se sabe que un número considerable de sacerdotes solicitan actualmente el abandono del ministerio, pero es difícil saber con certeza cuántos. Lilles y otros investigadores comentan que tienen la sensación de que un número cada vez mayor de jóvenes abandona el sacerdocio poco después de la ordenación, pero hasta la fecha esto no ha sido corroborado por un estudio formal.

En términos generales, dijo Lilles, que un hombre abandone el sacerdocio en los cinco primeros años indica un problema con su formación en el seminario; si es después de cinco años, la falta de apoyo continuo es probablemente el factor más importante.

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Siete factores para que un sacerdote sea feliz y se sienta realizado en su ministerio

Peter -cuyo nombre tampoco es real-, un joven vicario parroquial ordenado hace aproximadamente una década y que sirve en la Costa Este de Estados Unidos, declaró al Register que conoce a "un número notable de jóvenes" de su edad y más jóvenes que han dejado el sacerdocio, tanto en su diócesis como en otras.

Haciéndose eco de la apreciación de Lilles, Peter dice que la mayoría de los sacerdotes adquieren una idea correcta de la realidad del sacerdocio a los cinco años, y que si pueden continuar dependerá de su madurez, formación y vida espiritual.

Como sacerdote, "se exige mucho de tu energía y de tu corazón. Si un hombre no ha aprendido a equilibrar su propia vida y no cuida de la 'parroquia de su alma', eso se convierte en un problema", dijo el padre Peter.

Para muchos sacerdotes que Peter conoce y que han dejado el sacerdocio, las exigencias del sacerdocio no se ajustan a sus expectativas. Ha visto una cultura clerical de adicción al trabajo que lleva al descuido de la salud espiritual, física y mental de los sacerdotes, abriendo así la puerta a la aparición de vicios.

Recuerda a un compañero que dejó el sacerdocio después de tan solo seis años y citaba el comportamiento "poco cristiano" de sus compañeros sacerdotes. Otros compañeros, una vez que comprendieron lo "desordenados y destruidos" que pueden estar quienes trabajan en la Iglesia tras las bambalinas, concluyeron que el sacerdocio no es para ellos.

El padre José Amalio lleva ya 14 años como sacerdote en la Diócesis de Málaga.

¿Cuáles son los desafíos, sinsabores y satisfacciones de un cura de a pie? José Amalio responde

"He conocido a algunos que no quieren dejar el sacerdocio, pero que sienten que no tienen otra opción ni apoyo de otros sacerdotes ni de su obispo", dijo Peter.

"Básicamente, llegan a un punto en el que dicen: si esto es el sacerdocio, entonces no quiero formar parte de ello", dijo.

Una vida solitaria

A pesar de su tiempo relativamente corto en el ministerio activo, Toby, quien ejerció su ministerio en el Reino Unido, dice que pudo observar de primera mano cómo el estilo de vida sacerdotal, a menudo solitario, puede ser perjudicial y empujar a los hombres a irse.

"Básicamente, formamos una comunidad [en el seminario], y luego [después de la ordenación] se nos pide vivir prácticamente una vida de aislamiento, de soledad... He visto ese factor en otros compañeros que decidieron salir del seminario antes de ser ordenados. Sé que fue un factor importante para un buen amigo mío", declaró Toby al Register.

La observación de Toby refleja un problema al que se enfrentan los sacerdotes en muchas diócesis estadounidenses. Si bien suelen comenzar con gran celo, a muchos sacerdotes jóvenes se les encomiendan hoy responsabilidades importantes poco después de recibir el alzacuellos. Mientras grandes diócesis estadounidenses cierran y fusionan parroquias, por la continua escasez de sacerdotes se les pide a los jóvenes pastores que atiendan varias parroquias a la vez.

Matthew Rudolph, cofundador de Chrism, un ministerio de Colorado que busca brindar apoyo integral y continuo para el desarrollo de los sacerdotes, señala que Jesús, en los Evangelios, envió a sus discípulos "de dos en dos", reconociendo la necesidad de compañía. Hoy en día, los sacerdotes suelen ser enviados "uno a uno", asignados a las rectorías a veces en lugares geográficamente distantes de su hermano sacerdote más cercano, señaló.

Rudolph comenta que conoció personalmente a dos amigos que dejaron el sacerdocio apenas un par de años después de su ordenación. Ambos experimentaron una profunda desilusión y soledad casi inmediatamente después de comenzar su ministerio activo. Descubrieron que, tras la ordenación, el apoyo y la fraternidad que se forjaron durante el seminario pueden desaparecer repentinamente.

El estrés, el aislamiento y el "estilo de vida de soltero" en el que caen algunos sacerdotes pueden conducir a la depresión, la desesperanza, el abuso de sustancias e incluso, trágicamente, al suicidio.

José Eugenio Hoyos y Matteo Balzano.

Suicidio de Matteo Balzano: ¿qué necesitan los sacerdotes?

Ante estas terribles realidades, el modelo de Chrism reúne a los sacerdotes en "cohortes": pequeños grupos de cuatro a seis que se reúnen mensualmente para orar, compartir y hacer balance. Chrism también ofrece coaching individual para aplicar los principios al contexto único de cada sacerdote y trabaja para conectar a los sacerdotes con directores espirituales.

"Creo que tenemos que recordar que los sacerdotes también son humanos", dice Rudolph.

Sentando las bases en el seminario

Carter Griffin, rector del Seminario San Juan Pablo II en Washington, D.C., insiste en que los seminarios desempeñan un papel fundamental en la preparación de los hombres para una fidelidad duradera a su vocación sacerdotal. Señala que ya se han logrado mejoras significativas en las últimas décadas.

Se hace hincapié en garantizar una formación humana integral, que incluye el mantenimiento de la salud y la castidad, el manejo de la ansiedad y la gestión de la inmensa carga de trabajo de la vida parroquial. También se trabaja para cultivar una cultura de compromiso desde el seminario.

"Vivimos en una época y en una sociedad en la que los compromisos no se toman en serio... pero se debe hacer todo lo posible para ayudar a nuestros hombres a asumir y cumplir sus compromisos", dijo Griffin.

Naturalmente, la formación espiritual también sigue siendo de vital importancia.

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La respuesta más eficaz para los sacerdotes que abandonan su ministerio es una relación más profunda con el Señor. Hay que afrontar las cosas a nivel humano, por supuesto, pero el sacerdocio solo tiene sentido a través de la fe y la relación con Dios. Un buen seminario ayudará a un hombre a cultivar esa relación cada día, dice

Cómo podría ser una fraternidad sacerdotal

"[Los sacerdotes] no dan tanta prioridad a reunirse como sería conveniente", comenta el padre Peter, observando que a veces la falta de fraternidad sacerdotal tiene menos que ver con la logística y más con la falta de motivación.

Sean Conroy, vicario parroquial de Santo Tomás Moro en Centennial (Colorado), se unió durante el seminario a los Compañeros de Cristo, un grupo de sacerdotes diocesanos que se comprometen a vivir en comunidad con permiso del arzobispo. Los compañeros nunca se pierden la comida comunitaria del sábado por la noche: los sacerdotes cocinan para sí, dedican tiempo a la oración y disfrutan de la compañía mutua.

En medio de las responsabilidades y el estrés de ser párroco, es fácil considerar el tiempo que pasa con sus hermanos sacerdotes como "un compromiso más", admitió Conroy. Pero aprecia que le ayude a crecer en santidad y a promover su desarrollo humano y espiritual.

¿Deberían los sacerdotes vivir en comunidad? Siete ventajas que lo apoyan

"Reconocemos que [la comunidad] es algo que necesitamos para ser sacerdotes santos, así que la buscamos", dijo Conroy: "Cuando soy fiel al apoyo de los hermanos, siempre salgo sintiéndome mucho mejor... En resumen: la fraternidad sacerdotal es necesaria".

Intimidad saludable

Bob Schuchts, fundador del Centro de Sanación Juan Pablo II en Florida, ha observado que la crisis de los abusos sexuales ha creado un "miedo generalizado a la intimidad entre laicos y clérigos", sustituyendo la saludable amistad entre sacerdotes y laicos por la precaución y la distancia.

Frente a eso, Schuchts dice que los católicos deberían considerar el dar pequeños pasos para invitar a su sacerdote a la vida de su familia, como por ejemplo invitarlo a comer.

"Realmente no amamos activamente a nuestros sacerdotes. La mejor comunidad es entre los hermanos sacerdotes, entre ellos. Pero también es necesario que los sacerdotes y las familias se comprometan unos con otros", dijo Schuchts.

Toby dice que, en su opinión, es importante que los sacerdotes se hagan amigos de los laicos, especialmente de las parejas casadas, ya que las vocaciones del matrimonio y el sacerdocio tienen una cierta "complementariedad".

José Vilaplana anima a los feligreses a formar comunidad, a rezar con sus sacerdotes y a proyectar con él. Lo importante es que no se sienta solo

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"Creo que una cosa que los laicos pueden hacer es... invitarlo a sus vidas, hacerse amigos suyos en cierto sentido, pero también en términos de darle un lugar como alguien que está ahí para acompañarlos espiritualmente, fomentarlos y alimentarlos", dijo Toby.

Rudolph, por su parte, dijo que cree que muchos párrocos se sienten genuinamente queridos por su feligresía, aunque de forma algo anónima. Aconsejó a los feligreses que "conozcan al hombre tras el alzacuellos": que sepan cosas de él, que recen y ayunen por él, y que lo animen de forma específica y personal. Los sacerdotes suelen recibir más críticas que ánimos, añadió Rudolph, así que aconseja que compartan comentarios positivos y expresen su gratitud.

Griffin coincide en esto: "Los sacerdotes agradecemos mucho el amor y el apoyo de las personas a las que servimos... Participar en las iniciativas parroquiales y otras necesidades de la parroquia no solo fortalecerá su sentido de pertenencia a la comunidad parroquial, sino que también será un gran apoyo para su sacerdote".

Ed Thompson, fallecido con 92 años, consideraba sus últimos 23 años como los más felices de su vida sacerdotal, ya libre de alcohol.

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Fuente: Religión en Libertad

martes, 9 de diciembre de 2025

Santo Evangelio 9 diciembre 2025

 


Texto del Evangelio (Mt 18,12-14):

 En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «¿Qué os parece? Si un hombre tiene cien ovejas y se le descarría una de ellas, ¿no dejará en los montes las noventa y nueve, para ir en busca de la descarriada? Y si llega a encontrarla, os digo de verdad que tiene más alegría por ella que por las noventa y nueve no descarriadas. De la misma manera, no es voluntad de vuestro Padre celestial que se pierda uno solo de estos pequeños».



«No es voluntad de vuestro Padre celestial que se pierda uno solo de estos pequeños»


Fr. Damien LIN Yuanheng

(Singapore, Singapur)

Hoy, Jesús nos lanza un reto: «¿Qué os parece?» (Mt 18,12); ¿qué clase de misericordia practicas? Quizás nosotros, “católicos practicantes”, habiendo gustado muchas veces de la misericordia de Dios en sus sacramentos, estemos tentados a pensar que ya estamos justificados ante los ojos de Dios. Corremos el peligro de convertirnos inconscientemente en el fariseo que menosprecia al publicano (cf. Lc 18,9-14). Aunque no lo digamos en voz alta, quizás pensemos que estamos libres de culpa ante Dios. Algunos síntomas de que este orgullo farisaico echa raíces en nosotros pueden ser la impaciencia ante los defectos de los demás, o pensar que las advertencias nunca van para nosotros.

El “desobediente” profeta Jonás, un judío, se mantuvo inflexible cuando Dios mostró pena por los habitantes de Nínive. Yahvé reprochó la intolerancia de Jonás (cf. Jon 4,10-11). Aquella mirada humana ponía límites a la divina misericordia. ¿Acaso también nosotros ponemos límites a la misericordia de Dios? Hemos de prestar atención a la lección de Jesús: «Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso» (Lc 6,36). Con toda probabilidad, ¡todavía nos queda un largo camino por recorrer para imitar la misericordia de Dios!

¿Cómo debiéramos entender la misericordia de nuestro Padre celestial? El Papa Francisco dijo que «Dios no perdona mediante un decreto, sino con un abrazo». El abrazo de Dios para con cada uno de nosotros se llama “Jesucristo”. Cristo manifiesta la misericordia paternal de Dios. En el capítulo cuarto del Evangelio de san Juan, Cristo no airea los pecados de la mujer samaritana. En lugar de ello, la divina misericordia cura a la Samaritana ayudándola a afrontar plenamente la realidad de su pecado. La misericordia de Dios es totalmente coherente con la verdad. La misericordia no es una excusa para tomarse rebajas morales. Sin embargo, Jesús debió haber provocado su arrepentimiento con mucha más ternura que la que sintió la mujer adúltera “herida por el amor” (cf. Jn 8,3-11). Nosotros también debemos aprender cómo ayudar a los demás a encararse con sus errores sin avergonzarles, con gran respeto hacia ellos como hermanos en Cristo, y con ternura. En nuestro caso, también con humildad, sabiendo que nosotros mismos somos “vasijas de barro”.

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lunes, 8 de diciembre de 2025

Santo Evangelio 8 Diciembre 2025

 


Texto del Evangelio (Lc 1,26-38):

 En aquel tiempo, fue enviado por Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María.

Y entrando, le dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo». Ella se conturbó por estas palabras, y discurría qué significaría aquel saludo. El ángel le dijo: «No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios; vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin». María respondió al ángel: «¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?». El ángel le respondió: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios. Mira, también Isabel, tu pariente, ha concebido un hijo en su vejez, y éste es ya el sexto mes de aquella que llamaban estéril, porque ninguna cosa es imposible para Dios». Dijo María: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra». Y el ángel dejándola se fue.



«Y entrando, le dijo: ‘Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo’»


Rev. D. David COMPTE i Verdaguer

(Manlleu, Barcelona, España)

Hoy, el Evangelio toca un acorde compuesto por tres notas. Tres notas no siempre bien afinadas en nuestra sociedad: la del hacer, la de la amistad y la de la coherencia de vida. Hoy día hacemos muchas cosas, pero, ¿tenemos un proyecto? Hoy, que navegamos en la sociedad de la comunicación, ¿tiene cabida en nuestros corazones la soledad? Hoy, en la era de la información, ¿nos permite ésta dar forma a nuestra personalidad?

Un proyecto. María, una mujer «desposada con un hombre llamado José, de la casa de David» (Lc 1,28). María tiene un proyecto. Evidentemente, de proporciones humanas. Sin embargo, Dios irrumpe en su vida para presentarle otro proyecto... de proporciones divinas. También hoy, quiere entrar en nuestra vida y dar proporciones divinas a nuestro quehacer humano.

Una presencia. «No temas, María» (Lc 1,30). ¡No construyamos de cualquier manera! No fuera caso que la adicción al “hacer” escondiera un vacío. El matrimonio, la vida de servicio, la profesión no han de ser una huida hacia adelante. «Llena de gracia, el Señor está contigo» (Lc 1,28). Presencia que acompaña y da sentido. Confianza en Dios, que —de rebote— nos lleva a la confianza con los otros. Amistad con Dios que renueva la amistad con los otros.

Formarnos. Hoy día, que recibimos tantos estímulos con frecuencia contrapuestos, es necesario dar forma y unidad a nuestra vida. María, dice san Luis María Grignion, «es el molde vivo de Dios». Hay dos maneras de hacer una escultura, expone Grignion: una, más ardua, a base de golpes de cincel. La otra, sirviéndose de un molde. Ésta segunda es más sencilla. Pero el éxito está en que la materia sea maleable y que el molde dibuje con perfección la imagen. María es el molde perfecto. ¿Acudimos a Ella siendo nosotros materia maleable?


Marisa, al convento con 22 años: «En dos semanas ya he sido más feliz que en toda mi vida»


 Marisa, al convento con 22 años: «En dos semanas ya he sido más feliz que en toda mi vida»

Marisa Macicior ingresó en el convento de las clarisas de Monzón el 22 de febrero con tan sólo 22 años

Marisa Macicior tiene 22 años y hace poco más de un mes que entró como novicia en el convento de las clarisas de Monzón (Huesca). Esta joven madrileña ha dejado su región y el último curso de Psicología por una vida de clausura y lejos de pensar que renuncia algo afirma ser profundamente feliz con la decisión que ha tomado.

Con un gran convencimiento y naturalidad Marisa explica al portal Iglesia de Aragón cómo alimentó su fe, el momento en el que empezó a sentir la vocación a la vida religiosa y la evolución que acabó llevándola al convento:

- ¿Qué recuerdas de tu niñez?

- Aunque vengo de una familia cristiana, cuando yo era pequeña, la fe se vivía con el típico “yo soy creyente pero no practicante”. Había una conciencia de que era importante, pero se había relajado. Al mudarme a Madrid, empecé a tratar mucho con mi tía Marta, hermana de mi padre, que me fascinaba hablándome de la fe. Al primer retiro fui engañada, con apenas 12 años. Me dijo: “Voy al Retiro”. Pensé que era al parque del Retiro y le dije: “Pues voy contigo”; y acabé en el Colegio de Cluny, donde luego estudié. Como empecé a ir a los retiros, también lo hicieron mis padres, que siguen hasta ahora. Desde entonces ha sido un camino de encuentro, porque Dios existe, Dios quiere y Dios habla.

- ¿Cómo ha sido ese proceso?

- Poco a poco, he ido conociendo a una persona que está viva y es real. Bien es cierto que, entre medio, se han mezclado pasiones a nivel personal, la música, el mundo del teatro… Entré en una productora en la que sentía que podía llevar a Dios al mundo del arte, de la belleza. Mi fe, mi trabajo y mis pasiones se empezaron a mezclar cada vez más y era una sensación complicada, porque me sentaba en la oración y decía: “Mira, Señor, todo lo que estoy haciendo por ti y, sin embrago, te siento muy lejos”. No entendía por qué no encajaba. Los Oblatos fueron una luz en el camino…

ntré en el grupo de los Oblatos de María Inmaculada y tuvimos una convivencia para preparar un campamento y me di cuenta de que estaba muy lejos de Dios. En medio de ese no encontrarme, de no entender, empecé a salir con un chico y le pedí a mi director espiritual que quería hacer un retiro de unos días, para resituarme. Los Oblatos tenían relación con las Clarisas de Monzón y aquí vine, con la única pretensión de encontrarme con Dios y resituar mi vida.

- ¿Cuándo fue esto?

- Hace dos años, del 20 al 27 de junio de 2016.

- Viniste para quedarte. ¿Qué tocó tu corazón?

- Estuve seis días y me tocó la coherencia de las hermanas. Volví a Madrid con una sensación de querer ser muy coherente con mi fe. No se puede decir “yo soy cristiano”, “quiero querer a Dios”, pero no rezar. Aquí me encontré cara a cara con Él y, también, conmigo misma. A veces, en el día a día, es difícil dar respuesta a preguntas clave: quién soy yo, qué quiere Dios de mí… No me fui con la sensación de “quiero ser Clarisa”, pero sí con el convencimiento de que tenía que vivir una vida auténtica.

- ¿Cómo fue la vuelta a la rutina?

- Sentía la necesidad de ir a misa, comulgar y rezar todos los días. En medio de ese silencio, Dios empezó a tocar muchas cosas que estaban en mi corazón y llegó justo la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) de Polonia. El Señor se puso serio (risas), sentía que quería algo más de mí. Como dice don Ángel, el obispo de aquí, la única frase que merece la pena ser contestada es: ¿Señor, desde dónde quieres que yo te sirva? Al regresar de la JMJ, me di cuenta de que había muchas cosas en mi corazón que no podía compartir con mi novio ateo. Tuve que dejarlo porque no estaba viviendo en verdad con él.

-¿Y entonces?

- Comencé un proceso de discernimiento. Volví a Monzón con las monjas y empecé a conocer la vida de Santa Clara. Fue bonito y conmovedor, porque en su manera de responder al Señor, encontré el modo en que yo quería vivir toda mi vida.¿Qué te enamoró de ese carisma?


Santa Clara es fascinante. Me enamoré de su forma tan real y coherente de responder a Dios, que es lo que yo buscaba. Un aspecto clave es la pobreza, que yo no había vivido, ni muchísimo menos. El no ser nada para que Él lo sea todo es muy sencillo, pero llena una vida. La sensación que tenemos en la sociedad actual es de tener cuanto más mejor y la realidad es que no estamos siendo felices. No llevo aquí ni dos semanas y ya he sido más feliz de lo que he sido en toda mi vida.

- ¿Cómo explicárselo a alguien de tu edad?

- Nunca he querido a nadie tanto como ahora quiero a Dios, y siento que no le quiero nada (risas). El corazón vibra de una manera distinta. Lo que les diría a los jóvenes es que no se conformen con una “felicidad” de fin de semana. Está en juego su vida. No basta con que el mundo piense que estoy bien, sino que debemos tomarnos en serio nuestra felicidad. Hay que alcanzar la plenitud que no regala colgar en Instagram fotos maquilladas de una vida mediocre. Yo invito a recorrer ese camino interior, porque quien busca encuentra. Dios está deseando tocar el corazón de la gente…

- ¿Has perdido libertad?

- Contra lo que pueda parecer, siento que la he ganado. Aquí he encontrado una verdadera libertad. Uno no es más libre por tener muchas opciones para hacer cosas que no quiere hacer, sino que es libre de verdad cuando elige lo que quieres hacer y lo hace. Incluso cuando elige lo que quiere de verdad y no lo que te apetece. En este sentido, quiero lo mismo que santa Clara: no abrazar nada que imponga absolutamente nadie salvo Dios.

Fuente Religión en Libertad