«Conoció a Dios y se hizo amiga suya», explica su biógrafo, Martín Ibarra Benlloch
La Canastera, mártir gitana, «aprendió a orar en prisión, sintió la alegría de la fe y no la ocultó»
No se conserva ninguna fotografía de Emilia, que vivió toda su vida en una cueva de Tíjola, en Almería.
Ese sábado serán beatificados 115 mártires de la diócesis de Almería, víctimas de las milicias del Frente Popular durante la Guerra Civil española. Son 95 sacerdotes o religiosos y 20 laicos, y entre estos últimos destaca, por sus particulares circunstancias, la gitana Emilia Fernández Rodríguez, conocida como La Canastera.
Una bella joven de 22 años, casada desde hacía uno y embarazada, que vivía en las cuevas de Tíjola consagrada a su trabajo con la estameña, que no se había visto envuelta en polémica política alguna, que dio a luz poco antes de morir y cuyo único delito fue haber aprendido a rezar en prisión y negarse a delatar a quien le había enseñado a hacerlo. Fue en las postrimerías de la contienda, el 25 de enero de 1939.
Sobre ella ha escrito un documentado libro Martín Ibarra Benlloch, doctor en Historia, que ha sido profesor en las universidades de Navarra y Zaragoza y vinculado a la Pastoral Gitana a raíz de sus investigaciones sobre otro mártir gitano, Ceferino Giménez Malla, El Pelé, beatificado en 1997, fusilado en 1936 en la diócesis de Barbastro.
Martín Ibarra Benlloch sostiene en sus manos su libro sobre La persecución religiosa en la diócesis de Barbastro-Monzón (1931-1941).
-¿Por qué la Iglesia considera mártir a Emilia La Canastera, si no fue asesinada?
-Emilia es una mártir de los sufrimientos. Han sido beatificadas muchas personas por esto, desde la Revolución Francesa. También españoles. Hay decenas de obispos y sacerdotes de la Europa del Este y de Asia que lo han sido y lo son de la misma forma.
-¿Por qué fue detenida?
-Emilia y su marido fueron detenidos por una razón más o menos política. Juan Cortés era prófugo. Emilia intentó hacerlo pasar por ciego. Hasta ahí, una historia cualquiera.
Pero Emilia descubre la fe en la cárcel. Aprende a rezar en la cárcel. Siente la alegría de la fe y no la oculta.
-¿Cómo fue ese descubrimiento de la fe?
-Conoció a quien sería su catequista, Dolores del Olmo, que había sido detenida varias veces. Era muy valiente. Arropó a Emilia desde que llegó. Le enseñó a rezar, le explicó cosas. Bautizó a su hija.
-¿Cómo era Emilia?
-Era una joven guapa, alegre y trabajadora. Pero no conocía a Dios. En la cárcel lo conoce y se convierte en amiga suya.
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-¿Por qué en su libro la denomina "mártir del rosario"?
-El rezo del rosario por las tardes le llama la atención. Todas las presas están hambrientas y sucias... pero con serenidad, paz, alegría y confiando en Dios. Emilia quiso ser como ellas. Lo aprendió todo poco a poco. Que Jesús nació en una cueva... como ella. Que había nacido pobre... como ella. Luego escucha hagiografías. Le interesa escuchar. No sabe leer.
-¿A tal extremo llegó la persecución religiosa bajo el Frente Popular, que habrían matado a la catequista solo por haber enseñado a rezar a su compañera de celda?
-La celadora Pilar Salmerón era agente del SIM [Servicio de Información Militar, controlado por los comunistas] y buscaba detener a colaboradoras del Socorro Blanco [organización femenina carlista creada en 1933 para apoyo de los militantes tradicionalistas perseguidos]. Era también anticristiana, al igual que su esposo en los últimos años.
Pilar busco que Emilia dejara de rezar, que no se notara. Dios estaba prohibido, ya no existía. Y debía delatar a su catequista que era, de seguro, colaboradora del enemigo.
Le propuso grandes ventajas: más comida y bebida, y que escribiría solicitando la libertad de su marido, preso en la prisión almeriense del Ingenio.
-Y ella no cedió, a pesar de estar embarazada...
-Emilia no accede. La conducen a una celda donde está sola, con frío y humedad, y pasa más hambre. Se le niega la asistencia médica y farmacéutica. Da a luz en medio de grandes hemorragias. Todo esto no doblega su voluntad, aunque días después muere.
-¿La torturaron?
-Hay muchos ejemplos de crueldad y torturas. El día en que ingresan a Emilia en el hospital de Almería, lo hizo otro a quien habían dado una paliza. Dos milicianos controlaron que estuviera siempre solo y sin consuelo. Se prohibió que le atendiera una enfermera de su pueblo. Algo parecido sucede con Emilia, que muere sola en el Hospital.
-¿Qué fue de Lola, Dolores Olmo Serrano, su catequista?
-Al terminar la guerra salió de la cárcel y testificó ese mismo año contra Pilar Salmerón, contando entre otros el caso de Emilia.
-¿Y la hija que tuvo Emilia en prisión?
-Al morir Emilia el 25 de enero de 1939, su hija Ángeles fue llevada a un establecimiento benéfico. Se le perdió el rastro.
-¿Cómo es que La Canastera no sabía rezar nada?
-Emilia fue bautizada el día de su nacimiento. No recibió instrucción religiosa ni hizo la primera comunión. Algo frecuente entre gitanos. Sin embargo, tenían un sincero cariño a la Virgen y a Jesús crucificado. A su manera.
-¿Cómo vivía esa devoción?
-Ella era devota de la Virgen como todos los de Tíjola. Veía las procesiones. Festejaban a la Virgen en agosto y en septiembre en las fiestas...
-El de Emilia es entonces un caso como los que cuenta San Alfonso María de Ligoria en Las glorias de María: la Virgen siempre agradece y devuelve el más mínimo gesto de amor a ella...
-La Virgen, que es madre, llevó a Emilia hasta su Hijo. En el rosario rezamos el Padrenuestro, la única oración que Dios nos ha enseñado. Cuando se lee el Nuevo Testamento, aparece que todos perseveraban en la oración con María, la madre de Jesús. Es así. Para todos, y por supuesto también para los gitanos.
-¿Cómo fueron sus últimos días en prisión?
-Emilia subió en la cárcel los escalones que la condujeron al cielo. Descubrió la amistad con payas. Descubrió la Iglesia de las catacumbas. Descubrió que Dios era Padre y ella hija. Acepto su voluntad y fue fiel en la prueba. Perseveró en su embarazo, aunque le costara la vida. Fue leal a su fe, a su catequista. Fue agradecida.
-¿Cuál era el nivel de instrucción religiosa de los gitanos en aquella época?
-Nuestro pueblo cristiano ha tenido una escasa instrucción religiosa. El pueblo gitano, menos todavía. Ha habido mucha labor caritativa y de capacitación. Pero escasa evangelización. No se ha hablado de Dios y los gitanos, pueblo religioso, se han pasado a los evangelistas.
-¿Puede esperarse un retorno a la Iglesia de muchos de ellos por intercesión de estos santos mártires?
-El martirio es un elemento esencial del cristianismo y por ello de la Iglesia. Los mártires nos ayudan mucho en la evangelización y reevangelización.
-Aparte de Emilia y de Ceferino Giménen Malla, El Pelé, ¿hay algún otro caso de beatificación en curso?
-Queda pendiente la beatificación de Juan Ramón Gil Torres, de la diócesis de Orihuela, de 49 años, fusilado por su devoción católica el 22 de septiembre de 1936.
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Pincha aquí para leer el artículo de Jorge López Teulón en ReL sobre Emilia La Canastera, publicado en diciembre de 2015.
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