Gana el Premio Madrimaná por su interpretación del santo fundador de los jesuitas
El actor Andreas Muñoz, en la piel de Ignacio de Loyola: «Él enseña a pararnos y mirarnos dentro»
Andreas Muñoz interpreta a San Ignacio, primero como guerrero, luego como santo mendicante, penitente... y fundador
El madrileño Andreas Muñoz ha sido actor de cine y televisión desde los 9 años, pero en 2012 llegó al Reino Unido, se consolidó como actor shakespeariano con la Royal Shakespeare Company y así llamó la atención del director filipino Paolo Dy para interpretar a San Ignacio de Loyola. La película Ignacio de Loyola (www.ignaciomovie.com) llegará a los cines españoles el 15 de junio, en inglés, subtitulada en español, pero los espectadores del festival Madrimaná (madrimana.com) pudieron disfrutar de ella ya el pasado sábado en los cines Dreams Palacio de Hielo.
Teresa Ekobo, la coordinadora del Festival Madrimaná, y el cardenal Osoro, en la entrega del premio a Andreas Muñoz
Andreas Muñoz recibió el sábado el Premio Madrimaná de manos del cardenal arzobispo de Madrid, Carlos Osoro, por su interpretación del fundador de la Compañía de Jesús. Al acto asistieron miembros del equipo de la película, representantes de la Embajada de Filipinas en España, numerosos jesuitas y rostros conocidos como la filipina Isabel Preysler y el escritor peruano Mario Vargas Llosa. ReL entrevistó a Andreas Muñoz en el Hotel Mayorazgo de Madrid.
- Andreas, tú empiezas en el cine desde niño...
- Sí, me gusta recordar que en inglés "actuar" es igual que "jugar", es "play". Sigo viendo que es como un juego. Empecé con El Espinazo del Diablo, de Guillermo del Toro, y luego fui haciendo muchas cosas en cine y teleseries, como Los Protegidos en Antena 3, y la película sobre el 2 de mayo... Bueno, muchas cosas. En 2012 llegué a Glasgow para estudiar más teatro, luego hice de Hamlet y después interpreté "Dunsinane" con la Royal Shakespeare Company.
- Te convertiste en un actor shakespeariano...
- Parece que eso gustó a los responsables de la película que me vieron perfecto para hacer de Ignacio de Loyola. Me decían que me veían el poso.
- En realidad, has comentado que son dos personajes: el soldado y el religioso.
- Iñigo el soldado busca su propia gloria, ser admirado por todos, es vanidoso… Sí, Íñigo quiere defender Pamplona y al rey y hacerlo por Dios y la princesa, pero hay un punto personal y familiar que hay que entender.
- ¿Qué punto familiar es ese?
- Íñigo es el pequeño de 13 hermanos, y al nacer él, en el parto, murió su madre. De hecho, en la práctica le cría otra familia. Era un Loyola, tenía el apellido Loyola, pero su padre no lo consideraba como tal. Lo que él quería era llevar el nombre de su familia bien alto, que lo vieran su padre y hermano, que era un militar reconocido. Buscaba la gloria de la familia, pero no abrirse a servir a los demás. El director y yo hemos querido mostrar ese Íñigo guerrero con su parte de egoísmo y fuego.
Ignacio entrega su espada, y su vida pasada militar, a la Virgen de Montserrat
- ¿Y el segundo Ignacio?
- Lo llamamos "el agua", el Ignacio que se despoja de todo y se va como peregrino. Que sigue siendo testarudo, pero ahora piensa en los demás. Mendigaba buscando comida para los demás y él no comía. De este segundo personaje tenemos más documentación que del primero. Al final, la película busca mostrar que Ignacio logra el equilibrio entre fuego y agua. Esa mezcla de colores hace de él un personaje rico.
- El paso de Íñigo a Ignacio es una conversión... ¿cómo te preparas para expresar esa conversión?
- Hablé con bastantes jesuitas para ver su punto de vista. Hay un punto en que habla de cómo lee libros espirituales estando en la cama, que son su primera revelación. Pero luego está su experiencia mística con la Virgen. A mí me enseñaron la habitación en la que tuvo la aparición de la Virgen. Ese es un punto concreto de cambio. Luego escribiría sus ejercicios espirituales, con esas 40 noches que pasó en la cueva de Manresa.
Andreas contempla algunos objetos y reliquias de la
época de San Ignacio
- ¿Has estado en la cueva de Manresa?
- No, no estuve en Manresa. Esa escena la rodamos en el País Vasco, en las cuevas de Zugarramurdi, que son un lugar con un ambiente especial. Creo que incluso en la película se nota esa sensación especial.
- ¿Qué sería lo más importante del personaje?
- Al final es el silencio y la escucha, quizá. Vivimos en una sociedad acelerada e impaciente, deberíamos poder escuchar más, con silencio y paciencia. Ignacio enseña a mirarte por dentro, a detenerte.
- ¿Hiciste los ejercicios espirituales?
- No hecho los ejercicios, con todo su retiro, etc... aunque los he leído. Pero creo que la investigación para meterme en la piel del personaje, para interpretarlo, ha sido una especie de ejercicio. Ha sido un camino que me ha movido algo por dentro. He sentido algo fuerte. Además, las herramientas que da Ignacio, que pide imaginar los lugares, verte a ti mismo, examinar la verdad de la persona… todo eso encaja con un actor. De hecho, el método Stalislavski de teatro está basado en los ejercicios espirituales de San Ignacio.
- ¿Qué puede aportar esta película al espectador joven?
- Creo que aprenderá que hay un tiempo para cada uno, que el trabajo duro tiene recompensa y que no estamos solos. Cada uno tiene un sueño, una meta… Si quieres ir a por ella, creo yo, todo llega: con esfuerzo.
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