El drama de los desplazados: el Papa pide apoyar «a las madres, las mujeres, que defienden la vida»
Nyakuor Rebecca, del campo de desplazados de Juba, con el Papa
Nyakuor Rebecca es una chica de campo de desplazados y la parroquia que atiende fray Gandolfi, tras ella
En su viaje a Sudán del Sur, el Papa y sus acompañantes, el Primado anglicano Justin Welby y el Moderador presbiteriano Ian Greenshields, han querido poner el foco sobre el drama de los desplazados que dejan sus tierras huyendo de la guerra y la miseria.
En su encuentro con desplazados en Juba el sábado por la tarde, el Papa destacó especialmente que "las madres, las mujeres son la clave para transformar el país. Si reciben las oportunidades adecuadas, por medio de su laboriosidad y su actitud de proteger la vida, tendrán la capacidad de cambiar el rostro de Sudán del Sur y de proporcionarle un desarrollo sereno y cohesionado".
Se suele considerar que Sudán tiene unos 14 millones de habitantes, pero Naciones Unidas contabiliza que 2 millones son desplazados internos (viven lejos de su hogar) y otros 2 millones que han abandonado el país, por lo general hacia campos miserables en el extranjero. Se trata de la mayor masa de desplazados en África, y en circunstancias de enorme miseria.
El ejemplo del campo Idp
La periodista italiana Francesca Sabatinelli ha visitado el campo de desplazados Idp, a las afueras de Juba, la capital sursudanesa. Le ha acompañado como guía el franciscano Federico Gandolfi, que atiende la parroquia de la Santísima Trinidad, que cubre el campo y lleva desde 2015 en la ciudad.
El campo de desplazados de Juba cumple diez años y tiene 33.000 personas
Cuentan para VaticanNews que el campo ya ha cumplido diez años, ninguna agencia lo gestiona ya y aloja a 33.000 personas hacinadas. Miles de niños han nacido en él y enferman y mueren de malaria (evitable con 15 dólares en medicinas, pero no los tienen) o quedan ciegos por las bacterias del agua en la que se bañan. Viven en tiendas remendadas o chabolas de hojalata. En 2013 llegaron los que huían de la guerra contra el Norte, en 2016 llegaron los que escapaban de la guerra civil.
En este campo casi todos son de etnia nuer, mientras que el Gobierno lo controlan sus rivales, los dinka. Los niños nacidos en el campo hablan solo su lengua étnica: desconocen el inglés y el árabe que se usan como lenguas francas. Lo peor, señala, es la falta de asistencia médica y la mortandad de niños y adultos por enfermedades evitables.
El fraile italiano constata, entre la miseria, "que se puede vivir con poco y que se puede vivir tranquilo, eso es lo que siempre me sorprende".
"Estas personas no tienen absolutamente nada y sin embargo sonríen, porque dan importancia a las cosas que merecen la pena, al encuentro con el otro". Aprecian las relaciones, y aprecian la venida del Papa como una relación basada en la fe que aporta esperanza. Según el franciscano, pese a cargar cada uno una historia de huida y persecución, "su esperanza es que un día vuelvan a ser un pueblo unido, no hay lugar en sus corazones para el odio y el deseo de venganza". Entienden, además, que "la reconciliación es la única manera de garantizar un futuro a sus hijos".
La señora Welby, esposa del Primado anglicano, saluda al Papa Francisco en Juba. Ella (y su marido) tienen experiencia de haber trabajado antes en cuestiones humanitarias en África.
Hace años que el Gobierno y las autoridades internacionales dejaron el campo de refugiados. Sólo las iglesias -hay en él varias parroquias católicas y protestantes- tratan de aportar esperanza y acompañamiento.
Los niños desplazados hablan con el Papa
El Papa Francisco, el líder anglicano Justin Welby y el presbiteriano no acudieron directamente al campo, sino a un espacio de encuentro fijo con una gran tienda, el Freedom Hall, lugar de reuniones grandes y también de negociaciones.
Allí escucharon el testimonio de tres menores de edad que viven en campos de desplazados.
Primero habló Nyakuor Rebecca, de la parroquia de la Santísima Trinidad y el campo Idp, que dio gracias al Papa "en nombre de los niños de Sudán", y porque "a pesar de su dolor de rodilla, vino a estar con nosotros, trayendo esperanza y un mensaje de paz". Le pidió que "continúe enseñándonos a ser amigos de Jesús y hablando a nuestra gente para que todos podamos vivir juntos en paz”. "Gracias por ser un gran mensajero de Dios. No olvideremos nunca este día", exclamó al final, y pidió una bendición para los niños del país.
Johnson Juma Alex, un muchacho de 14 años, relató que vive en un campo localizado en Malakal con su papá y su mamá, quienes no tienen trabajo. Su familia huyó al campo escapando de la guerra. “Queremos paz para que la gente pueda regresar a la ciudad de Malakal, a sus hogares… Muchos niños no van a la escuela porque no hay suficientes profesores ni escuelas para todos. Quisiera tener un buen futuro, donde reine la paz y los niños puedan ir a la escuela”. Aunque la vida en el campo de Malakal, dijo, "no es buena", el joven agradeció a Naciones Unidas por darles “protección y alimentos”.
El tercero en hablar fue Joseph Lat Gatmai, de 16 años, que vive en el campo de Bentiu. Llegó con 8 años, se ha forjado allí. “Mi vida en el campo de desplazados no es agradable y me preocupa cómo será en el futuro, incluida la de los demás niños... Si hubiera habido paz, me habría quedado en mi casa, habría vivido una vida mejor y habría disfrutado de mi infancia”, subrayó. Pidió a los políticos "paz, amor, unidad y prosperidad duraderos" y a los líderes religiosos rezar "por una paz definitiva en Sudán del Sur".
El discurso del Papa: la devastación de la violencia humana
Tras una breve oración dirigida por el Moderador presbiteriano, el Papa Francisco pronunció su discurso (aquí completo en español).
Tomó una pregunta formulada por el joven Joseph: "¿Por qué estamos sufriendo en un campo para desplazados?"
"¿Por qué tantos niños y jóvenes como tú están allí, en vez de ir a la escuela a estudiar o a un hermoso lugar al aire libre a jugar?", planteó. La respuesta, dijo, está "en las devastaciones que produce la violencia humana, además de las que producen las inundaciones".
Welby, Greenshields y el Papa en su encuentro con desplazados en Juba
El anglicano Welby, el presbiteriano Greenshields y el Papa en su encuentro con desplazados en Juba.
Pidió una vez más (como ya hicieran en su encuentro con los políticos) "retomar seriamente el proceso de paz para que finalicen las agresiones y la gente pueda volver a vivir de manera digna".
Francisco destacó que "un gran número de niños nacidos en estos años sólo ha conocido la realidad de los campos para desplazados, olvidando el ambiente del hogar, perdiendo el vínculo con la propia tierra de origen, con las raíces, con las tradiciones. No puede haber futuro en los campos para desplazados".
"Es necesario crecer como sociedad abierta, mezclándose, formando un único pueblo atravesando los desafíos de la integración, también aprendiendo las lenguas habladas en todo el país y no sólo en la propia etnia", matizó el Pontífice.
La mayor crisis de desplazados
Agradeciendo los datos que dio la representante de Naciones Unidas Sara Beysolow Nyanti, el Papa constató que en Sudán del Sur "perdura la mayor crisis de refugiados del continente, con al menos cuatro millones de hijos de esta tierra que han sido desplazados; con inseguridad alimentaria y malnutrición que afectan a dos tercios de la población; y con las previsiones que hablan de una tragedia humanitaria que puede empeorar aún más en el transcurso del año".
Sara Beysolow Nyanti es la experta que da datos sobre desplazados a los tres líderes cristianos.
Sara Beysolow Nyanti había alabado a las madres de familia como motor de vida y progreso. También el Papa lo hizo: "Comparto cuanto ha dicho sobre ellas: las madres, las mujeres son la clave para transformar el país. Si reciben las oportunidades adecuadas, por medio de su laboriosidad y su actitud de proteger la vida, tendrán la capacidad de cambiar el rostro de Sudán del Sur y de proporcionarle un desarrollo sereno y cohesionado".
Por eso, insistió, "ruego a todos los habitantes de estas tierras: que la mujer sea protegida, respetada, valorada y honrada. Por favor, protejan, respeten, valoren y honren a cada mujer, niña, adolescente, joven, adulta, madre, abuela".
Quiso animar a los desplazados diciéndoles: "Ustedes son la semilla de un nuevo Sudán del Sur, la semilla para un crecimiento fértil y lozano del país; ustedes, de las distintas etnias, ustedes que han sufrido y están sufriendo, pero que no quieren responder al mal con otro mal. Ustedes, que eligen desde ahora la fraternidad y el perdón, están cultivando un mañana mejor".
Jóvenes para una narrativa nueva
Después citó el libro de un misionero comboniano entre el pueblo nuer, Carlo Carlassare, sobre la importancia de las raíces y los antepasados, que los refugiados pueden perder. "Sean ustedes, jóvenes de etnias diferentes, las primeras páginas de esta narrativa. Aunque los conflictos, la violencia y los odios hayan arrancado los buenos recuerdos de las primeras páginas de la vida de esta República, sean ustedes los que vuelvan a escribir la historia de paz".
Agradeió el trabajo de las comunidades eclesiales y los misioneros, y de las organizaciones humanitarias. "Quisiera también honrar a los numerosos trabajadores humanitarios que han perdido la vida, así como exhortar a que se respeten las personas que ayudan y las estructuras de apoyo a la población, que no pueden ser objeto de asaltos y vandalismo", apuntó. Y pidió ayuda para un desarrollo más autónomo, especialmente en técnicas agrarias.
Los tres líderes cristianos impartieron una bendición al final del encuentro con desplazados en Juba.
El acto finalizó con una bendición que impartieron juntos los tres líderes cristianos, cumpliendo la petición de la niña.
Fuente: Religión en Libertad
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