domingo, 2 de marzo de 2025

Preso, su compañero ateo le recomendó un libro que cambió su vida: «Descubrí que no estaba solo»


 Preso, su compañero ateo le recomendó un libro que cambió su vida: «Descubrí que no estaba solo»

"Compré la Biblia y comencé a leerla. Fue un encuentro directo con la Palabra", comenta.Misyjne

Grzegorz Czerwicki es polaco y pasó 12 años en prisión. Hasta que un día decidió cambiar de vida y ayudar a los demás. Hoy es un esposo y padre feliz, que se reúne con presos y niños en colegios dando testimonio de que es posible cambiar.

Autor del libro No estás condenado, su historia es una prueba de que la conversión es un proceso que puede tener éxito incluso cuando requiere mucho esfuerzo y tiempo. "La conversión dura hasta la muerte. Para mí, este proceso lleva ya 14 años y ocurre todos los días, ocurre en mi corazón, en mi cabeza", comenta al portal Misyjne. 

"Mi conversión comenzó por un impulso, ese impulso fue las Sagradas Escrituras. El proceso de conversión no es uniforme ni siempre el mismo. Hay momentos mejores y otros más difíciles, pero cada día es un camino de transformación", añade. 

Su compañero de celda

Para Czerwicki, descubrir la historia de Jesús le hizo descubrir que su vida valía algo. En los momentos de crisis, "me gustaba volver al pasaje del Evangelio en el que el paralítico es llevado ante Jesús por sus amigos. Su conversión comenzó gracias a otro hombre, gracias a la ayuda de sus amigos. Fueron ellos quienes lo llevaron hasta Jesús".

Precisamente, fue un compañero de celda el que le hizo empezar a cambiar. "Conocí a un amigo ateo que me recomendó la Biblia, mi compañero en la celda. Él sabía que yo buscaba una esperanza, la amistad, el amor. Un día me recomendó un libro inspirador que pensó que era lo que estaba buscando. Resultó ser la Biblia. Fue él quien puso en marcha mi conversión". 

"Compré la Biblia y comencé a leerla. Fue un encuentro directo con la Palabra. Pero, todo en este proceso de conversión estaba en mi contra. Mis otros compañeros de celda no me ayudaron. Al contrario, intentaron desmentirlo todo, ridiculizarlo, diciendo que era un mito". 




"Un día me recomendó un libro inspirador que pensó que era lo que estaba buscando", dice Czerwickimisyjne

"Este proceso de formación y construcción de una relación con Dios, basada en las Escrituras, duró cuatro años. Más tarde tuve el coraje de arrodillarme junto a esa cama para orar. Aquel tiempo de conversión me mostró que podía ser más valiente porque alguien estaba conmigo en todo esto, que no estaba solo".

"Un aspecto muy importante del proceso es que alguien nos acompañe. Ese camarada era este amigo ateo. Me acompañó, aunque no creo que fuera plenamente consciente de que lo hacía. Él no entendía lo que me pasaba cuando lloraba, cuando me enfadaba".

Pero, salir de la cárcel también fue duro. "Hubo un choque con la realidad: mis creencias, planes, sueños... Antes, el mundo en el que vivía me era conocido. Y cuando salí, tenía una pizarra limpia y muchos desafíos por delante. Estaba empezando de nuevo, era como un niño pequeño", reconoce.

Czerwicki estaba bautizado, había hecho la Primera Comunión y fue ya en libertad cuando recibió el sacramento de la Confirmación. "Hay un período, aproximadamente un año después de salir de prisión, en el que es especialmente difícil. En este momento es cuando aparecen la mayoría de las tentaciones, y, a menudo, también, se acumulan los desafíos".  

"En los encuentros con presos, a los que asisto desde hace muchos años, trato de transmitirles lo que es la conversión. Les explico que este es un proceso en el que hay éxitos, pero también fracasos. Lo cuento utilizando un fragmento de la Carta de San Santiago, en el que escuchamos la llamada a tratar de alegrarnos en cada momento". 

"Durante estas reuniones (he visitado casi todas las cárceles de Polonia) les digo que después de salir de prisión se enfrentarán a diversas situaciones de la vida, como falta de dinero, trabajo, conflictos en casa. Intento convencer a la gente de que vale la pena adoptar una actitud humilde y tratar de aprender nuevos comportamientos, y que la paciencia da sus frutos". 

"Durante estas conversaciones, incluso los no creyentes aprecian cómo mi relación con Jesús me ayudó en mi proceso de adaptación después de salir de prisión".

"Si te acercas a la Biblia como a un simple libro, la dejarás de lado. Si te acercas a la Biblia como una Palabra viva y construyes una relación con ella, existe la posibilidad de que tengas una relación más a menudo. Es como en un matrimonio. Cuando la rutina se instala, la relación puede desmoronarse. Lo más importante es cuidar la relación, encontrar una relación viva en la Palabra de Dios", asegura el ex convicto.

"Hasta ahora he visitado más de cien cárceles. Cuando un preso empieza a trabajar conmigo, para prepararse para ser puesto en libertad, suelo decirle que se necesita al menos un año para estar debidamente preparado para ello. Por supuesto, no rechazo a las personas que tienen menos tiempo para salir, pero un año dedicado a cambiar tu forma de pensar, creencias, romper estereotipos, resetear tu cabeza y tu corazón te da la oportunidad de salir y que esa salida sea exitosa", concluye.

Fuente: Religión en Libertad

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