jueves, 31 de agosto de 2017

Santo Evangelio 31 de agosto 2017



Día litúrgico: Jueves XXI del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Mt 24,42-51): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Velad, pues, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor. Entendedlo bien: si el dueño de casa supiese a qué hora de la noche iba a venir el ladrón, estaría en vela y no permitiría que le horadasen su casa. Por eso, también vosotros estad preparados, porque en el momento que no penséis, vendrá el Hijo del hombre. ¿Quién es, pues, el siervo fiel y prudente, a quien el señor puso al frente de su servidumbre para darles la comida a su tiempo? Dichoso aquel siervo a quien su señor, al llegar, encuentre haciéndolo así. Yo os aseguro que le pondrá al frente de toda su hacienda. Pero si el mal siervo aquel se dice en su corazón: ‘Mi señor tarda’, y se pone a golpear a sus compañeros y come y bebe con los borrachos, vendrá el señor de aquel siervo el día que no espera y en el momento que no sabe, le separará y le señalará su suerte entre los hipócritas; allí será el llanto y el rechinar de dientes».


«Estad preparados»
+ Rev. D. Albert TAULÉ i Viñas 
(Barcelona, España)


Hoy, el texto evangélico nos habla de la incertidumbre del momento en que vendrá el Señor: «No sabéis qué día vendrá» (Mt 24,42). Si queremos que nos encuentre velando en el momento de su llegada, no nos podemos distraer ni dormirnos: hay que estar siempre preparados. Jesús pone muchos ejemplos de esta atención: el que vigila por si viene un ladrón, el siervo que quiere complacer a su amo... Quizá hoy nos hablaría de un portero de fútbol que no sabe cuándo ni de qué manera le vendrá la pelota...

Pero, quizá, antes debiéramos aclarar de qué venida se nos habla. ¿Se trata de la hora de la muerte?; ¿se trata del fin del mundo? Ciertamente, son venidas del Señor que Él ha dejado expresamente en la incertidumbre para provocar en nosotros una atención constante. Pero, haciendo un cálculo de probabilidades, quizá nadie de nuestra generación será testimonio de un cataclismo universal que ponga fin a la existencia de la vida humana en este planeta. Y, por lo que se refiere a la muerte, esto sólo será una vez y basta. Mientras esto no llegue, ¿no hay ninguna otra venida más cercana ante la cual nos convenga estar siempre preparados?

«¡Cómo pasan los años! Los meses se reducen a semanas, las semanas a días, los días a horas, y las horas a segundos...» (San Francisco de Sales). Cada día, cada hora, en cada instante, el Señor está cerca de nuestra vida. A través de inspiraciones internas, a través de las personas que nos rodean, de los hechos que se van sucediendo, el Señor llama a nuestra puerta y, como dice el Apocalipsis: «Mira que estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y me abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo» (Ap 3,20). Hoy, si comulgamos, esto volverá a pasar. Hoy, si escuchamos pacientemente los problemas que otro nos confía o damos generosamente nuestro dinero para socorrer una necesidad, esto volverá a pasar. Hoy, si en nuestra oración personal recibimos —repentinamente— una inspiración inesperada, esto volverá a pasar.

Un obispo de EE UU: los hombres deben descubrir su identidad masculina para salvar a sus familias


Un obispo de EE UU: los hombres deben descubrir su identidad masculina para salvar a sus familias

Un obispo de EE UU: los hombres deben descubrir su identidad masculina para salvar a sus familias

Monseñor Thomas J. Olmsted es el obispo de la Diócesis de Phoenix, en Arizona. Ante todo es un hombre realista que ha decidido afrontar los problemas desde la raíz. Y uno de los más graves es la desaparición del hombre en el seno de la familia, bien porque los hijos nacen fuera del matrimonio, o bien porque ha abandonado sus responsabilidades como esposo y padre. Para el obispo de Arizona, nunca antes se ha visto una crisis como la actual a la hora de vivir el hombre su masculinidad, es decir su compromiso matrimonial y su paternidad, su liderazgo en la familia, su obligación de escuchar el corazón de su mujer y de sus hijos, así como su capacidad de sacrificio personal para sacar adelante su familia.

Esta situación es la que ha motivado a escribir una exhortación pastoral titulada “En la brecha” (Into The Breach) a través de la cual analiza la crisis de masculinidad que existe hoy en la sociedad, y señala una serie de criterios que ayuden a todos, pero principalmente a los hombres, a descubrir de nuevo su identidad como varones.

Olmsted comienza su escrito pidiendo a los hombres católicos que “no duden al entrar en la batalla que se pelea alrededor de ustedes, la batalla que está hiriendo a nuestros niños y familias, la batalla que está distorsionando la dignidad tanto de hombres como mujeres. Esta batalla habitualmente está oculta, pero es muy real. Esta batalla es primordialmente espiritual y está matando progresivamente lo que queda del carácter cristiano de nuestra sociedad y cultura, e incluso en nuestros propios hogares”.

Un panorama desastroso
Se trata de una batalla que ha provocado que desde 2000, 14 millones de católicos dejen la Iglesia, hayan caído un 41% los matrimonios sacramentales o un 28% el bautismo de niños, por señalar algunos de los datos que ofrece el obispo. Ahora bien, ¿en dónde está la raíz del problema?

Olmsted responde que “una de las razones claves por las que la Iglesia está vacilando bajo los ataques de Satanás es que muchos hombres católicos no han estado dispuestos a “mantenerse firmes sobre la brecha” –dejando ese espacio abierto y vulnerable al ataque. Un tercio ha dejado la fe y muchos de los que todavía son ‘católicos’ practican la fe con timidez y con un compromiso mínimo de transmitirles la fe a sus hijos”.

El problema no es sólo para ahora, a juicio del prelado “las crecientes pérdidas de hombres católicos jóvenes tendrán un impacto devastador en la Iglesia en EE.UU. en las siguientes décadas, a medida que los hombres ancianos mueran y los hombres jóvenes no permanezcan ni se casen en la Iglesia, acelerando así las pérdidas que ya han ocurrido”.


Corto de En la brecha, Una llamada a la batalla, con subtítulos en español.

Recuperar la vocación de ser hombre
Con este panorama el obispo de Phoenix ha escrito esta exhortación para animar a “sacerdotes y diáconos, padres e hijos, abuelos y viudos, hombres jóvenes” para que comprendan y asuman su vocación de hombres. Y para ello articula su escrito en tres provocadoras preguntas: “¿Qué significa ser un hombre católico?” “¿Cómo ama un hombre católico?” Y “¿por qué la paternidad, adecuadamente entendida, es tan crucial para cada hombre?”

¿Qué significa ser un hombre católico?
La ideología de género está creando mucha confusión en las personas. Todos deberíamos entender lo que significa ser hombre: “Esto pareciera obvio, pero en nuestro mundo hay muchas imágenes distorsionadas y evidencia de confusión sobre lo que es la masculinidad verdadera –explica el prelado-. Podemos decir con certeza que por primera vez en la historia, la gente está tan confundida o es tan arrogante que ahora intenta determinar su propia masculinidad o feminidad”.

Olmsted pone como modelo para los hombres al propio Jesucristo, el Hijo que vino al mundo enviado por el Padre para dar la vida por los hombres: “Aquí está la masculinidad en su totalidad; cada hombre católico debe estar preparado para mantenerse firme sobre la brecha, entrar en combate espiritual, defender a la mujer, a los niños y demás contra la adversidad y asechanzas del demonio”.

Sin embargo el riesgo que corre el hombre es el de buscar otros objetivos por los que dar la vida: “Las opiniones de los demás, nuestras carreras, posesiones, juguetes, deportes, aficiones, ropa, tatuajes, casas y carros son caminos con los que somos tentados a identificarnos. Pero aunque algunas de éstas son parte de la vida, no constituyen el centro de nuestro ser”.

La realidad de la vida se impone ante las estas tentaciones, por eso Olmsted, citando al Beato Pier Giorgio Frassati, afirma: “Vivir sin fe, sin un patrimonio que defender, sin una lucha estable por la verdad, eso no es vivir, es existir”. Y al Papa Emérito Benedicto XVI: “No habéis sido creados para la comodidad sino para la grandeza”.


7 hábitos necesarios en un hombre católico
Si un hombre quiere perseverar en esta lucha por su masculinidad debe vivir los siguientes pasos:
Orar todos los días. “¡Sin oración, un hombre es como un soldado sin comida, agua, o munición!”.
Examinar su conciencia antes de ir a dormir, y hacer el acto de contrición.
Ir a Misa.
Leer la Biblia.
Santificar las fiestas.
Confesarse.
Construir fraternidad con otros hombres católicos.
¿Cómo ama un hombre católico?
Si es fundamental entender lo que es un hombre católico y cuál es su modelo, igual de importante es saber cómo debe ser el amor masculino. Una aclaración previa señala el obispo de Phoenix: “Cristo dejó claro que en el centro de su misión está el amor. ‘Ámense los unos a los otros, como yo los he amado’ (Juan 15:12). Cristo amó con pasión pero sin la más mínima señal de sentimentalismo: “Todas las enseñanzas de nuestro Señor se reducen a este mandamiento. El amor, no es un asunto adicional, es la misión”.

Olmsted señala tres ámbitos en los que el hombre debe amar: como amigo, como esposo y como padre.

El amor a los amigos es fundamental: “¿Cómo son sus amigos? ¿Tienen amigos con quienes comparten la misión de santidad?” “Una renovada masculinidad no será posible sin que los hombres primero se unan como hermanos y verdaderos amigos”.


El amor conyugal es un amor que reclama a cada hombre un compromiso y una entrega por completo. Sin embargo “en nuestros días, ese compromiso es habitualmente visto como la elección de algo convencional incluso aburrido; algo que limita la libertad o amenaza el amor. ¡Nada podría estar más lejos de la verdad!”, exclama monseñor. “La juventud no fue hecha para el placer, sino para el heroísmo”, señala citando a Paul Claudel, por lo que anima a los jóvenes a prepararse para el matrimonio incluso desde antes de conocer a quien será su novia, de forma que algún día puedan decirle: “Antes de conocerte, ya te era fiel”.

El amor conyugal alcanza el infinito
Y es que el matrimonio es una llamada a la dignidad y belleza de la unión que simboliza el amor de Cristo como esposo por la Iglesia, tal y como explica san Pablo en las instrucciones que da a los esposos (Efesios 5:25-32). Es más, “en el sacramento del matrimonio el amor humano es atrapado en el amor infinito y eterno de Dios. Hombres, ¡esa es la gloria! Llamados al matrimonio, ustedes son llamados a ser Cristo para su esposa. Debido a que este amor los une sacramentalmente al amor infinito que Cristo tiene por cada uno, su matrimonio sacramental se sobrepone a los límites del matrimonio natural y alcanza el infinito y eterno carácter al que todo amor aspira”.

Ahora bien, también pone en guardia contra todo aquello que lo ataca: “La discordia, el espíritu de dominio, la infidelidad, los celos y conflictos que pueden conducir hasta el odio y la ruptura… ensimismamiento, egoísmo, la búsqueda del placer propio”, señala citando al Catecismo de la Iglesia Católica, a lo que también añade la pornografía y otras desviaciones.



En conclusión, con un amor con estos principios “ustedes, hombres, no sólo verán a Dios en las mujeres de su vida sino también en ustedes mismos ¡la imagen de Dios!”.

¿Por qué la paternidad es tan crucial para cada hombre?
A la tercera y última pregunta, Olmsted explica que “convertirse en papá y mamá significa realizarse plenamente, porque es llegar a ser semejantes a Dios. Esto no se dice en los periódicos, no aparece, pero es la verdad del amor. Convertirse en papá y mamá nos hace mucho más semejantes a Dios”.


Y hoy hay un ataque a la paternidad y a la maternidad. El obispo aporta datos: el 41% de los niños nacen fuera del matrimonio, un aumento del 700% desde 1950, cuando el índice de nacimientos fuera del matrimonio era de solo 6%. No son niños huérfanos por una guerra: “Se trata de ausencia voluntaria del propio padre a una escala masiva. El niño debe preguntar: ‘¿Dónde está mi papá?’ ¿Cuál es el impacto en el corazón de un niño, en su entendimiento del mundo, el amor, y del Padre Celestial, cuando la respuesta a esa pregunta es: ‘Nos dejó’, o ‘No lo sé’, o ‘Fue el donante en un banco de esperma, y así es como tu vida empezó, y pues, no dejó ninguna dirección’?”

Por eso, Olmsted clama: “Hombres, su presencia y misión en la familia es irremplazable; despierten y con amor retomen su lugar, dado por Dios, como protectores, proveedores, y líderes espirituales de su hogar”.

A continuación puede ver una entrevista en español a Monseñor Thomas J. Olmsted explicando algunos aspectos de su exhortación.

Fuente: Religión en Libertad

miércoles, 30 de agosto de 2017

Santo Evangelio 30 de agosto 2017


Día litúrgico: Miércoles XXI del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Mt 23,27-32): En aquel tiempo, Jesús dijo: «¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, pues sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera parecen bonitos, pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia! Así también vosotros, por fuera aparecéis justos ante los hombres, pero por dentro estáis llenos de hipocresía y de iniquidad. ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, porque edificáis los sepulcros de los profetas y adornáis los monumentos de los justos, y decís: ‘Si nosotros hubiéramos vivido en el tiempo de nuestros padres, no habríamos tenido parte con ellos en la sangre de los profetas!’. Con lo cual atestiguáis contra vosotros mismos que sois hijos de los que mataron a los profetas. ¡Colmad también vosotros la medida de vuestros padres!».


«¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas!»
+ Rev. D. Lluís ROQUÉ i Roqué 
(Manresa, Barcelona, España)


Hoy, como en los días anteriores y los que siguen, contemplamos a Jesús fuera de sí, condenando actitudes incompatibles con un vivir digno, no solamente cristiano, sino también humano: «Por fuera aparecéis justos ante los hombres, pero por dentro estáis llenos de hipocresía y de iniquidad» (Mt 23,28). Viene a confirmar que la sinceridad, la honradez, la lealtad, la nobleza..., son virtudes queridas por Dios y, también, muy apreciadas por los humanos.

Para no caer, pues, en la hipocresía, tengo que ser muy sincero. Primero, con Dios, porque me quiere limpio de corazón y que deteste toda mentira por ser Él totalmente puro, la Verdad absoluta. Segundo, conmigo mismo, para no ser yo el primer engañado, exponiéndome a pecar contra el Espíritu Santo al no reconocer los propios pecados ni manifestarlos con claridad en el sacramento de la Penitencia, o por no confiar suficientemente en Dios, que nunca condena a quien hace de hijo pródigo ni pierde a nadie por el hecho de ser pecador, sino por no reconocerse como tal. En tercer lugar, con los otros, ya que también —como Jesús— a todos nos pone fuera de sí la mentira, el engaño, la falta de sinceridad, de honradez, de lealtad, de nobleza..., y, por esto mismo, hemos de aplicarnos el principio: «Lo que no quieras para ti, no lo quieras para nadie».

Estas tres actitudes —que podemos considerar de sentido común— las hemos de hacer nuestras para no caer en la hipocresía, y hacernos cargo de que necesitamos la gracia santificante, debido al pecado original ocasionado por el “padre de la mentira”: el demonio. Por esto, haremos caso de la exhortación de san Josemaría: «A la hora del examen ve prevenido contra el demonio mudo»; tendremos también presente a Orígenes, que dice: «Toda santidad fingida yace muerta porque no obra impulsada por Dios», y nos regiremos, siempre, por el principio elemental y simple propuesto por Jesús: «Sea vuestro lenguaje: ‘Sí, sí’; ‘no, no’» (Mt 5,37).

María no se pasa en palabras, pero su sí al bien, a la gracia, fue único y veraz; su no al mal, al pecado, fue rotundo y sincero.

Es religiosa y enfermera, la conocen como Soro Gnenetcho, "mujer del cielo"


Es religiosa y enfermera, la conocen como Soro Gnenetcho, "mujer del cielo"

La monja que salva enfermos mentales en Costa de Marfil, donde los niños «endemoniados» desaparecen

Mercedes García Hurtado es hermana de la Caridad de Santa Ana y enfermera. Trabajó durante 25 años en un hospital psiquiátrico en Tarragona y en 2012 llegó hasta Costa de Marfil “porque siempre quise ser misionera, pero me quedé en España más de 20 años para cuidar a mi madre enferma”. Además de atender el dispensario, Soro Gnenetcho –que quiere decir mujer del cielo, como la llaman en su aldea– atiende y hasta en ocasiones salva la vida a las personas con discapacidad intelectual o enfermedades psiquiátricas en un país lleno de tabús y creencias animistas que las consideran espíritus a los que hacen desaparecer. Mercè, como la llaman en su tierra, pide ayuda, porque se necesitan medios para las personas con discapacidad intelectual puedan tener las mismas oportunidades que los demás. Cristina Sánchez Aguilar, de Alfa y Omega, la ha entrevistado.


- ¿Cómo que desaparecen?
- Los marfileños consideran que los enfermos mentales tienen demonios dentro porque han hecho algo mal. Sus familias los llevan a curanderos, cuando no los abandonan en el campo. El marabú practica un ritual místico y los hace desaparecer.

- Pero… ¿dónde van a parar?
- El ritual consiste en aplicar unas hierbas y esparcir agua sobre su cuerpo. Si es una serpiente, la persona comenzará a moverse y se transformará en una cobra, y entonces desaparecerá. Si es un genio comenzará a dar vueltas sobre sí mismo como un remolino y desaparecerá también. En cambio, si se trata de un hombre se quedará quieto, aunque, eso sí, el espíritu no desaparecerá de su cuerpo, pero su familia deberá aceptarlo y llevarlo de nuevo a casa. La gente que ha ido a estos curanderos nunca más aparece… no sabemos dónde están, nadie los vuelve a ver. Y la familia tiene que estar contenta, porque si no, al próximo embarazo también caerá la maldición.

- ¿Los matan?
- No lo sabemos.


- ¿Y cómo trabaja una enfermera experta en psiquiatría entre tanta creencia mágica?
- Es difícil, porque cambiar el mundo de las creencias es casi imposible. Por ejemplo, a las personas con síndrome de Down o a los epilépticos ni se los toca porque creen que son contagiosos, los echan de la escuela o el trabajo… Es todo un estigma.

- Se quedarán pasmados cuando la ven a usted acercarse a los personas con enfermedades mentales.
- Tanto que me llaman Soro Gnenetcho, que significa mujer del cielo. Ven extraordinario –pero en positivo– que me acerque a esos espíritus que echan espuma por la boca y los atienda con cariño y atención.

- En un entorno así la parte evangelizadora también tiene pinta de ser difícil.
- Es otro buen desafío. Aquí el cristianismo lleva 100 años, está muy poco arraigado. Pero, eso sí, en sus creencias también hay un solo dios, y además es mujer.


- Entonces predican con sus obras.
- Atendemos un pequeño dispensario al que vienen enfermos de todas las aldeas de alrededor. Son muy pobres, pero es curioso el culto a los muertos tan desarrollado que tienen. Cuando fallece alguien de la familia hacen un gran despliegue de actos, gastan todo lo que tienen en comidas… de hecho, no hay fecha para enterrarlos. Yo sé de familias que tienen un miembro sin enterrar desde hace 20 años porque no se han reunido todavía todos. Este momento es crucial para ellos, porque se tiene que hacer bien el traspaso a la otra orilla.

- La clave, aunque parezca un lugar común, es la educación.
- Sí, pero no creas, es difícil con los jóvenes. Aquí hay un rito, el del bosque sagrado, una iniciación en la que el muchacho entra en la edad adulta. Los jóvenes se pasan casi un año dentro del bosque sin poder salir. Si se ponen enfermos, tienen que curarse a base de hierbas, y muchos mueren en el intento. Si la novia o la madre va a ponerle un plato de comida y al día siguiente está intacto es que ha muerto. Las religiosas que están en la escuela están enfadadísimas porque, claro, los muchachos dejan durante mucho tiempo de ir a clase.

- ¿Y las mujeres?
- No van al colegio. Aquí la mujer está para trabajar en el campo, para tener hijos –varones, porque si no corre el riesgo de ser abandonada– y para casarse de niñas con hombres mucho más mayores. Son un cero a la izquierda, son esclavas. Por ponerte un ejemplo de lo más cotidiano, en los funerales preparan comida para cientos de personas y, si hay solo una silla, el hombre nunca permitirá que ella se siente a descansar. Se sienta él.

Fuente: Religión en Libertad

martes, 29 de agosto de 2017

Santo Evangelio 29 de agosto 2017


Día litúrgico: 29 de Agosto: El martirio de san Juan Bautista

Texto del Evangelio (Mc 6,17-29): En aquel tiempo, Herodes había enviado a prender a Juan y le había encadenado en la cárcel por causa de Herodías, la mujer de su hermano Filipo, con quien Herodes se había casado. Porque Juan decía a Herodes: «No te está permitido tener la mujer de tu hermano». Herodías le aborrecía y quería matarle, pero no podía, pues Herodes temía a Juan, sabiendo que era hombre justo y santo, y le protegía; y al oírle, quedaba muy perplejo, y le escuchaba con gusto. 

Y llegó el día oportuno, cuando Herodes, en su cumpleaños, dio un banquete a sus magnates, a los tribunos y a los principales de Galilea. Entró la hija de la misma Herodías, danzó, y gustó mucho a Herodes y a los comensales. El rey, entonces, dijo a la muchacha: «Pídeme lo que quieras y te lo daré». Y le juró: «Te daré lo que me pidas, hasta la mitad de mi reino». Salió la muchacha y preguntó a su madre: «¿Qué voy a pedir?». Y ella le dijo: «La cabeza de Juan el Bautista». Entrando al punto apresuradamente adonde estaba el rey, le pidió: «Quiero que ahora mismo me des, en una bandeja, la cabeza de Juan el Bautista».El rey se llenó de tristeza, pero no quiso desairarla a causa del juramento y de los comensales. Y al instante mandó el rey a uno de su guardia, con orden de traerle la cabeza de Juan. Se fue y le decapitó en la cárcel y trajo su cabeza en una bandeja, y se la dio a la muchacha, y la muchacha se la dio a su madre. Al enterarse sus discípulos, vinieron a recoger el cadáver y le dieron sepultura.


«Juan decía a Herodes: ‘No te está permitido tener la mujer de tu hermano’»
Fray Josep Mª MASSANA i Mola OFM 
(Barcelona, España)


Hoy recordamos el martirio de san Juan Bautista, el Precursor del Mesías. Toda la vida del Bautista gira en torno a la Persona de Jesús, de manera que sin Él, la existencia y la tarea del Precursor del Mesías no tendría sentido.

Ya, desde las entrañas de su madre, siente la proximidad del Salvador. El abrazo de María y de Isabel, dos futuras madres, abrió el diálogo de los dos niños: el Salvador santificaba a Juan, y éste saltaba de entusiasmo dentro del vientre de su madre.

En su misión de Precursor mantuvo este entusiasmo -que etimológicamente significa "estar lleno de Dios"-, le preparó los caminos, le allanó las rutas, le rebajó las cimas, lo anunció ya presente, y lo señaló con el dedo como el Mesías: «He ahí el Cordero de Dios» (Jn 1,36).

Al atardecer de su existencia, Juan, al predicar la libertad mesiánica a quienes estaban cautivos de sus vicios, es encarcelado: «Juan decía a Herodes: ‘No te está permitido tener la mujer de tu hermano’» (Mc 6,18). La muerte del Bautista es el testimonio martirial centrado en la persona de Jesús. Fue su Precursor en la vida, y también le precede ahora en la muerte cruel.

San Beda nos dice que «está encerrado, en la tiniebla de una mazmorra, aquel que había venido a dar testimonio de la Luz, y había merecido de la boca del mismo Cristo (…) ser denominado "antorcha ardiente y luminosa". Fue bautizado con su propia sangre aquél a quien antes le fue concedido bautizar al Redentor del mundo».

Ojalá que la fiesta del Martirio de san Juan Bautista nos entusiasme, en el sentido etimológico del término, y, así, llenos de Dios, también demos testimonio de nuestra fe en Jesús con valentía. Que nuestra vida cristiana también gire en torno a la Persona de Jesús, lo cual le dará su pleno sentido.

Luanga, el P. Pro, el P. Kolbe y Margarita Clitherow, cuatro santos que se enfrentaron a dictadores

Luanga, el P. Pro, el P. Kolbe y Margarita Clitherow, cuatro santos que se enfrentaron a dictadores

Actualmente y no tan lejos de nosotros sigue habiendo persecución religiosa

Luanga, el P. Pro, el P. Kolbe y Margarita Clitherow, cuatro santos que se enfrentaron a dictadores


Michael Rennier explica en Aleteia que todavía recuerda lo que le impactó la primera vez que vió esa imagen infame de 21 cristianos vestidos con un mono naranja obligados a arrodillarse en la playa. La imagen fue tomada instantes antes de ser decapitados por terroristas musulmanes de ISIS. La crudeza y la violencia de la imagen "me dieron náuseas", explica este periodista y diácono permanente norteamericano. En esas mismas fechas, recuerda Rennier, hubo otro aniversario de la violencia contra personas de fe: el aniversario del Día de la Bastilla, que supuso el comienzo de una persecución contra la Iglesia que produjo el exilio o asesinato de unos 30.000 sacerdotes católicos. Como se ve, aquel no fue un incidente histórico aislado y sigue habiendo persecución de cristianos por todo el mundo. Lee su artículo a continuación.

No son solo grupos revolucionarios, rebeldes o extremistas violentos los perseguidores, sino que a veces un mismo gobierno es el que se vuelve contra sus propios ciudadanos. Por ejemplo, bajo la dictadura de Kim Jong-un, Corea del Norte sigue siendo implacablemente hostil al cristianismo y a los derechos humanos básicos.

No es demasiado disparatado imaginar que cualquiera de los que leen este artículo ahora mismo podría terminar pasando al menos parte de su vida bajo un régimen represivo o un dictador hostil. Pensamos que es algo que nunca puede pasarnos… hasta que nos pasa.

Me pregunto cómo reaccionaría yo de ser llamado a renunciar a todo por mis creencias, en particular para defender una sociedad justa. Si podría encontrar la valentía para hacerlo es simple especulación, pero sí encuentro motivación al reflexionar sobre santos que vivieron no hace tanto y no demasiado lejos, y que plantaron cara a dictadores y perseguidores. Nunca retrocedieron y, a su modo, todos salieron triunfantes.


Carlos Luanga, en Africa
Carlos Luanga fue asesinado junto a otros 22 jóvenes en 1887 por Mwanga, gobernante de una tribu ugandesa llamada Babadan. Mwanga exigía absoluta lealtad de sus súbditos y especialmente de su círculo más próximo. Carlos era el jefe de los pajes reales, un grupo de jóvenes conocidos por sus habilidades atléticas y su aspecto atractivo.

Entre otras obligaciones, estos pajes reales debían inclinarse ante Mwanga, luchar por él sin hacer preguntas e incluso estar disponibles para él sexualmente. Con Carlos como su líder, terminaron por plantarle cara y rechazar sus exigencias. Como resultado, fueron ejecutados.

Puede resultar intimidatorio que un gobierno exija cooperación con lo que podríamos considerar actos inmorales, aunque en cualquier sociedad hay un tira y afloja constante al respecto. Sin embargo, Carlos nos muestra que es mejor permanecer fieles a nuestros principios independientemente del coste. Al final, murió tratando de proteger a sus amigos del abuso e incluso perdonó a quienes le perseguían.


Miguel Pro, en México
En la década de 1920, México caía en las manos de un represivo dictador marxista llamado Plutarco Elías Calles.

Calles acosó a todos los que se cruzaron en su camino y, a su modo de ver, una de las organizaciones que más se interponían era la Iglesia católica, a la que decidió erradicar exiliando o asesinando a sacerdotes.

Uno de los sacerdotes fue Miguel Pro, quien, en vez de abandonar México para salvar su propia vida, se escondió y continuó rezando clandestinamente con feligreses y ejerciendo su ministerio para con ellos.

Terminó por ser capturado y ejecutado por un pelotón de fusilamiento, pero su legado perdura y su fe en que las personas tienen derecho a la libertad religiosa demostró ser mucho más duradera que la ideología represiva de Calles.

La libertad religiosa es un derecho natural precioso por el que merece la pena luchar contra cualquiera que amenace con arrebatárnoslo.


Margarita Clitherow, en Inglaterra
Margarita, también conocida como “la Perla de York”, vivió y murió en Inglaterra en el siglo XVI. La reina Isabel I, una de las hijas de Enrique VIII, había ascendido al trono y empezado a comportarse de manera dictatorial, en especial al prohibir la libertad religiosa en Inglaterra.

Muchos grupos fueron perseguidos durante este tiempo y el peso cayó con más notoriedad sobre los sacerdotes jesuitas, que fueron perseguidos y ejecutados despiadadamente.

Otros que se negaron a suscribir la Iglesia estatal oficial fueron castigados con multas ruinosas y vetados del servicio gubernamental.

Margarita se solidarizó con estos sacerdotes perseguidos y a menudo los escondía en su casa para mantenerlos a salvo. Con el tiempo la cogieron y, cuando se negó a rechazar su fe, fue condenada por crímenes contra el Estado y aplastada hasta morir bajo el peso de piedras. Arriesgando su propia seguridad, Margarita desafió las exigencias injustas de la reina de traicionar a otros seres humanos.

Incluso hoy podemos encontrarnos en situaciones similares y Margarita nos muestra el mejor camino: es mejor amar y proteger al prójimo incluso cuando hay una presión enorme para transigir.


Maximiliano Kolbe, en Polonia
Maximiliano Kolbe fue un sacerdote polaco que vivió durante la Segunda Guerra Mundial. Fue un famoso escritor espiritual que tenía muchos lectores en un periódico mensual que había fundado. Tras la invasión alemana de Polonia, empezó a escribir artículos contra los nazis. Al mismo tiempo, usó su monasterio para esconder a unos 2.000 judíos que huían de la persecución.

Con el tiempo, sus actividades le valieron su arresto y encarcelamiento en el infame campo de concentración de Auschwitz. Su tiempo allí culminó con su muerte por inanición cuando se ofreció voluntario para cambiarse por otro prisionero y aceptar su castigo en su lugar para salvar al otro hombre.

Ciertamente, incluso en las circunstancias más funestas, como en un campo de muerte nazi, es posible que un ser humano se comporte con inmenso amor y dignidad. Hitler pudo conquistar temporalmente Polonia, pero nunca pudo conquistar el corazón y el alma de Maximiliano Kolbe.

Ningún dictador ni gobierno puede controlar a una persona mientras conserve su dignidad interior y permanezca fiel a sus valores y creencias.

Fuente: Religión en Libertad

lunes, 28 de agosto de 2017

Santo Evangelio 28 de julio 2017




Día litúrgico: Lunes XXI del tiempo ordinario

Santoral 28 de Agosto: San Agustín, obispo y doctor de la Iglesia

Texto del Evangelio (Mt 23,13-22): En aquel tiempo, Jesús dijo: «¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que cerráis a los hombres el Reino de los Cielos! Vosotros ciertamente no entráis; y a los que están entrando no les dejáis entrar. ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que recorréis mar y tierra para hacer un prosélito, y, cuando llega a serlo, le hacéis hijo de condenación el doble que vosotros! ¡Ay de vosotros, guías ciegos, que decís: ‘Si uno jura por el Santuario, eso no es nada; mas si jura por el oro del Santuario, queda obligado!’ ¡Insensatos y ciegos! ¿Qué es más importante, el oro, o el Santuario que hace sagrado el oro? Y también: ‘Si uno jura por el altar, eso no es nada; mas si jura por la ofrenda que está sobre él, queda obligado’. ¡Ciegos! ¿Qué es más importante, la ofrenda, o el altar que hace sagrada la ofrenda? Quien jura, pues, por el altar, jura por él y por todo lo que está sobre él. Quien jura por el Santuario, jura por él y por Aquel que lo habita. Y quien jura por el cielo, jura por el trono de Dios y por Aquel que está sentado en él».


«¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que cerráis a los hombres el Reino de los Cielos!»
P. Raimondo M. SORGIA Mannai OP 
(San Domenico di Fiesole, Florencia, Italia)


Hoy, el Señor nos quiere iluminar sobre un concepto que en sí mismo es elemental, pero que pocos llegan a profundizar: guiar hacia un desastre no es guiar a la vida, sino a la muerte. Quien enseña a morir o a matar a los demás no es un maestro de vida, sino un “asesino”.

El Señor hoy está —diríamos— de malhumor, está justamente enfadado con los guías que extravían al prójimo y le quitan el gusto del vivir y, finalmente, la vida: «¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que recorréis mar y tierra para hacer un prosélito, y, cuando llega a serlo, le hacéis hijo de condenación el doble que vosotros!» (Mt 23,15).

Hay gente que intenta de verdad entrar en el Reino de los cielos, y quitarle esta ilusión es una culpa verdaderamente grave. Se han apoderado de las llaves de entrada, pero para ellos representan un “juguete”, algo llamativo para tener colgado en el cinturón y nada más. Los fariseos persiguen a los individuos, y les “dan la caza” para llevarlos a su propia convicción religiosa; no a la de Dios, sino a la propia; con el fin de convertirlos no en hijos de Dios, sino del infierno. Su orgullo no eleva al cielo, no conduce a la vida, sino a la perdición. ¡Que error tan grave!

«Guías —les dice Jesús— ciegos, que coláis el mosquito y os tragáis el camello» (Mt 23,24). Todo está trocado, revuelto; el Señor repetidamente ha intentado destapar las orejas y desvelar los ojos a los fariseos, pero dice el profeta Zacarías: «Ellos no pusieron atención, volvieron obstinadamente las espaldas y se taparon las orejas para no oír» (Za 7,11). Entonces, en el momento del juicio, el juez emitirá una sentencia severa: «¡Jamás os conocí; apartaos de mí, agentes de iniquidad!» (Mt 7,23). No es suficiente saber más: hace falta saber la verdad y enseñarla con humilde fidelidad. Acordémonos del dicho de un auténtico maestro de sabiduría, santo Tomás de Aquino: «¡Mientras ensalzan su propia bravura, los soberbios envilecen la excelencia de la verdad!».

Rebelde de joven, «fracasada» como madre...: «El perdón de los pecados me ha devuelto la dignidad»

Rebelde de joven, «fracasada» como madre...: «El perdón de los pecados me ha devuelto la dignidad»

María del Carmen, 11 hijos: «Jesús salió al encuentro y me quitó la mochila»

Rebelde de joven, «fracasada» como madre...: «El perdón de los pecados me ha devuelto la dignidad»

María del Carmen confiesa que desde muy pequeña se sintió poco querida. Con Dios, sin embargo, eso nunca le pasó.

María del Carmen Blanco es la mayor de cinco hermanos. Creció en una familia católica, formada en los Cursillos de Cristiandad e integrada en una comunidad del Camino Neocatecumenal en Elorrio (Vicaya). En su hogar había conflictos que, para ella, se traducían en un problema que la acompañó durante años: "No me sentía querida".

Guitarras, porros, comisarías...
Y menos cuando empezó a sentir en casa el rechazo a lo que empezó a ser su nueva vida: la calle y los amigos. Tenía solo 13 o 14 años, y todo lo que hasta entonces había sido su existencia familiar empezó a agobiarla. "Me sentía juzgada y exigida, para nada querida", recuerda en conversación con Cristina Casado para Cambio de Agujas (HM Televisión):



Dejó la comunidad del Camino y con su nueva gente llegaron "los porros" y las horas muertas tocando la guitarra en los parques. Una "vida hippy" que incluía la habilidad parar entrar en un comercio y salir de él "con la ropa puesta". Tras un verano en Santander, al regreso a casa había cambiado en muy poco tiempo una cosa en su grupo de amigos: entró la heroína. Se crearon "situaciones muy difíciles" y con el tiempo "murieron casi todos".

Pero María del Carmen continuaba yendo por libre de su casa: se enamoró de un gitano y todo su objetivo en la vida era "estar en una hoguera tocando la guitarra". Tuvo lugar un incidente que "terminó bastante feo" y que no describe, pero que se intuye porque acabó en comisaría. Su relación con Dios era nula, porque le molestaba: "La conciencia te dice las cosas que no haces bien", así que mejor no pensar en ello.

La ayuda del párroco 
Gracias a la ayuda del párroco de Elorrio ("un hombre muy importante en mi vida, estuvo siempre cerca de mí en los momentos más difíciles"), y por medio de "Don Carmelo, que aún no era obispo" [Carmelo Echenagusía, luego auxiliar de Bilbao], la llevaron a una casa para menores que atendían unas religiosas en Bilbao.

Tampoco duró mucho allí: "Toda mi vida me he sentido enjaulada, huyendo de las situaciones que me agobiaban".

Aparece Juan Luis
En torno a la mayoría de edad, Carmen estaba de nuevo en casa pero sin haber variado su actitud. Había vuelto a rezar a raíz del incidente con la policía, pero poco más. Y un día, por una casualidad (él le había "robado" el asiento), conoció a su actual marido, Juan Luis: "Un regalo de Dios, porque ni era mi tipo, ni era de mi entorno, ni yo estaba en mi mejor momento".

A pesar de su alejamiento interior, Carmen invitó a Juan Luis a las catequesis de su comunidad del Camino, que hicieron juntos. Él no quiso entrar en la comunidad, pero a los seis meses, teniendo ella 19 años, se casaron: "Él me respetaba, me dejaba libertad, me sentía querida...".

La suegra, el follón y el accidente
Todo fue "muy bonito" hasta que nació el primer hijo y entonces la intervención de su suegra y el sentirse controlada de nuevo hicieron que regresase "el follón".

Con esa espina de nuevo en su corazón, Juan Luis tuvo un grave accidente de tráfico que le tuvo al borde de la muerte y un mes en el hospital. María del Carmen vio entonces que "la vida se te va en un momento", acudió a la Biblia y siempre que la abría se encontraba con los saludos de San Pablo a las diferentes comunidades, siempre con palabras de ánimo. El párroco le recordaba también una realidad esperanzadora: "Dios no te puede fastidiar ni queriendo".

Cuando Juan Luis se curó, decidieron cambiar: "Abrirnos a la vida, en hijos y en todo". Él entró finalmente en la comunidad.

Familia numerosa
Carmen es madre de once  hijos, y ha sido duro: "Enfermedades, problemas económicos, situaciones difíciles..." También su matrimonio era un problema, porque a pesar del amor ella comprendió que las personas no cambian y que sus diferencias irán a más: "Juan Luis nunca iba a ser el marido que yo había pensado, y esas diferencias con la edad se iban a acentuar".

Sin embargo, adquirió la perspectiva salvadora: "Dejar de rebelarme y patalear siempre y aceptarlo y pedir a Dios que me ayude a aceptarlo como es". Empezó a ver las cosas como "un regalo".

Retiro de Emaús
Carmen  reconoce que ni la Virgen ni los santos le inspiraban devoción, hasta que leyendo una biografía de San Felipe Neri empezó a desear "vivir esa santidad", y leyendo a Santa Faustina Kowalska sintió "envidia de su intimidad con Dios".

Había, sin embargo, otros problemas para ella: "Me hace sufrir muchísimo cómo mis hijos destrozan su vida y no lo ven", explica sin dar más detalles.

Así que se sentía "fracasada como madre, como persona, como mujer, en la comunidad...". Hasta que hizo un "retiro de Emaús" y comprendió en él algo nuevo: "Que a mí lo que me hace sufrir no son mis hijos ni mi marido, sino mis pecados".

El sacramento de la confesión resultó redentor tras alcanzar ese convencimiento: "Jesús salió al encuentro y me quitó la mochila. Me sentí liberada del pecado. El perdón de los pecados es lo que me ha devuelto la dignidad de hija de Dios".

Fuente: Religión en Libertad

domingo, 27 de agosto de 2017

Santo Evangelio 27 de agosto 2017

 

Día litúrgico: Domingo XXI (A) del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Mt 16,13-20): En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús hizo esta pregunta a sus discípulos: «¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre?». Ellos dijeron: «Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías, otros, que Jeremías o uno de los profetas». Díceles Él: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?». Simón Pedro contestó: «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo». Replicando Jesús le dijo: «Bienaventurado eres Simón, hijo de Jonás, porque no te ha revelado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. A ti te daré las llaves del Reino de los Cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos». Entonces mandó a sus discípulos que no dijesen a nadie que Él era el Cristo.


«¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre? (…). Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?»
Rev. D. Joaquim MESEGUER García 
(Sant Quirze del Vallès, Barcelona, España)


Hoy, la profesión de fe de Pedro en Cesarea de Filipo abre la última etapa del ministerio público de Jesús preparándonos al acontecimiento supremo de su muerte y resurrección. Después de la multiplicación de los panes y los peces, Jesús decide retirarse por un tiempo con sus apóstoles para intensificar su formación. En ellos empieza hacerse visible la Iglesia, semilla del Reino de Dios en el mundo.

Hace dos domingos, al contemplar como Pedro andaba sobre las aguas y se hundía en ellas, escuchábamos la reprensión de Jesús: «¡Qué poca fe! ¿Por qué has dudado?» (Mt 14,31). Hoy, la reconvención se troca en elogio: «Bienaventurado eres Simón, hijo de Jonás» (Mt 16,17). Pedro es dichoso porque ha abierto su corazón a la revelación divina y ha reconocido en Jesucristo al Hijo de Dios Salvador. A lo largo de la historia se nos plantean las mismas preguntas: «¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre? (…). Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?» (Mt 16,13.15). También nosotros, en un momento u otro, hemos tenido que responder quién es Jesús para mí y qué reconozco en Él; de una fe recibida y transmitida por unos testigos (padres, catequistas, sacerdotes, maestros, amigos…) hemos pasado a una fe personalizada en Jesucristo, de la que también nos hemos convertido en testigos, ya que en eso consiste el núcleo esencial de la fe cristiana. 

Solamente desde la fe y la comunión con Jesucristo venceremos el poder del mal. El Reino de la muerte se manifiesta entre nosotros, nos causa sufrimiento y nos plantea muchos interrogantes; sin embargo, también el Reino de Dios se hace presente en medio de nosotros y desvela la esperanza; y la Iglesia, sacramento del Reino de Dios en el mundo, cimentada en la roca de la fe confesada por Pedro, nos hace nacer a la esperanza y a la alegría de la vida eterna. Mientras haya humanidad en el mundo, será preciso dar esperanza, y mientras sea preciso dar esperanza, será necesaria la misión de la Iglesia; por eso, el poder del infierno no la derrotará, ya que Cristo, presente en su pueblo, así nos lo garantiza.

Rechazó ser obispo, esperaban tres horas por confesar con él... y ofreció 10 consejos para ser santo


Francisco Javier Seelos, misionero redentorista y beato

Rechazó ser obispo, esperaban tres horas por confesar con él... y ofreció 10 consejos para ser santo

El sacerdote Byron Miller, en el santuario consagrado a Seelos en Nueva Orleans, ante el relicario que conserva sus restos y un cuadro del beato.

Rechazó ser obispo, esperaban tres horas por confesar con él... y ofreció 10 consejos para ser santo

El Beato Francisco Javier Seelos (1819-1867), redentorista alemán, fue misionero en Estados Unidos, a donde fue enviado por su orden en 1843. Destacó por el impacto de sus predicaciones y su labor en el confesionario, donde escuchaba confesiones en inglés, francés y alemán. Vivió y murió en olor de santidad y Juan Pablo II le beatificó en el año 2000. Philip Kosloski recoge en Aleteia algunos rasgos de su vida y obra y los consejos que daba para vivir cerca de Dios (los ladillos son de ReL):

Desde una edad temprana, Francisco Seelos manifestó su deseo de entrar en la vida religiosa y hacerse sacerdote. Un día, cuando su madre leía la vida de San Francisco Javier, el pequeño Francisco declaró tajantemente: “Algún día seré un segundo Francisco Javier”.

Seelos fue un joven estudioso que sobresalió en la escuela y terminó siendo aceptado en la Universidad Royal Ludwig Maximilian en Múnich, donde estudió Filosofía. En su tercer año allí empezó sus estudios de Teología, pero entonces volvió a sentir la vocación al sacerdocio.

Fue consciente de la urgente necesidad de sacerdotes misioneros en Estados Unidos que pudieran atender las necesidades de los innumerables inmigrantes alemanes. En este punto, decidió unirse a la Congregación del Santísimo Redentor (redentoristas) y aventurarse hacia Estados Unidos.


Fue aceptado por los redentoristas el 22 de noviembre de 1842 y poco después, el 20 de abril de 1843, se embarcó hacia Nueva York. Con gran parte de su educación teológica completada, Seelos fue ordenado sacerdote poco más de un año más tarde, en 1844.

Conviviendo con un santo 
En 1845, el padre Seelos fue transferido a la parroquia de Santa Filomena en Pittsburgh, que dirigía nada menos que San Juan Neumann. Durante los siguientes seis años, Seelos trabajaría codo con codo con el humilde sacerdote y servirían a los trabajadores inmigrantes alemanes.

Escribió sobre la experiencia de trabajar con un santo viviente: “Yo era su subordinado, pero era más como un hijo que necesitaba ayuda (…); por encima de todo, el ejemplo de sus virtudes sigue vívido en mi memoria, su tierna modestia, su gran humildad y su insuperable paciencia”.

Entonces, San Juan Neumann fue designado obispo de Filadelfia y el padre Seelos asumió la responsabilidad de Santa Filomena como pastor y maestro de novicios.

Colas de tres horas para confesar con él
Después de trabajar en Pittsburgh, Seelos fue transferido a Maryland, donde fue nombrado pastor de San Alfonso en Baltimore. Por entonces, el padre Seelos se hizo famoso por su santidad.

El sitio web para la causa de su canonización explica cómo “su disponibilidad y su innata amabilidad a la hora de entender y responder a las necesidades de los fieles rápidamente le hicieron famoso como experto confesor y director espiritual”. Los penitentes buscaban su consejo tanto que estaban dispuestos a esperar colas de tres horas para recibir de él el sacramento de la confesión.

Una de sus actividades favoritas era enseñar a niños pequeños, algo que él consideraba vital para el futuro de cualquier comunidad parroquial.


Rechazó ser obispo 
Después de Baltimore, Seelos sirvió en parroquias de Cumberland y Annapolis. También era prefecto de estudiantes con los redentoristas y ayudaba a formar a futuros sacerdotes que ejercerían su ministerio en Estados Unidos. Según Franciscan Media, “durante la Guerra Civil, fue a Washington, DC y solicitó al presidente Lincoln que esos estudiantes no fueran reclutados para el servicio militar, aunque con el tiempo algunos sí lo fueron”

El padre Seelos terminó convirtiéndose en predicador itinerante después de rechazar una propuesta para ser el próximo obispo de Pittsburgh. Sirvió a comunidades alemanas en Connecticut, Illinois, Míchigan, Misuri, Nueva Jersey, Nueva York, Ohio, Pensilvania, Rhode Island y Wisconsin. Tuvo un puesto breve en Detroit, Míchigan, pero luego fue asignado a una parroquia en Nueva Orleans.

Sirvió con gran fervor en la parroquia de Santa María de la Asunción, pero resultó ser su último encargo. El padre Seelos contrajo la fiebre amarilla después de atender a personas con la enfermedad.Murió el 4 de octubre de 1867 con 48 años.

Diez consejos prácticos para alcanzar la santidad 
El padre Seelos era conocido por su humildad, simplicidad y generosidad. También escribió 10 consejos prácticos para alcanzar la santidad, que aparecen en el sitio web para su canonización:

1. Ve a misa con la devoción más profunda.

2. Dedica media hora a reflexionar sobre tu principal debilidad y comprométete a evitarla.

3. Haz una lectura espiritual durante al menos 15 minutos al día, si no puedes media hora.

4. Di el Rosario todos los días.

5. También diariamente, si es posible, visita el Santo Sacramento; y al llegar la noche, medita sobre la Pasión de Cristo durante media hora.

6. Concluye el día con una oración nocturna y un examen de conciencia sobre todos tus fallos y pecados del día.

7. Todos los meses haz una revisión del mes en confesión.

8. Escoge un santo patrón especial cada mes e imita alguna virtud especial de ese patrón.

9. Precede toda gran fiesta con una novena, es decir, nueve días de devoción.

10. Intenta empezar y terminar toda actividad con un Ave María.

El padre Seelos fue beatificado en el año 2000 por el papa Juan Pablo II y su día festivo es el 5 de octubre.

sábado, 26 de agosto de 2017

Santo Evangelio 26 de agosto 2017


Día litúrgico: Sábado XX del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Mt 23,1-12): En aquel tiempo, Jesús dijo a la gente y a los discípulos: «En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos. Haced, pues, y observad todo lo que os digan; pero no imitéis su conducta, porque dicen y no hacen. Atan cargas pesadas y las echan a las espaldas de la gente, pero ellos ni con el dedo quieren moverlas. Todas sus obras las hacen para ser vistos por los hombres; se hacen bien anchas las filacterias y bien largas las orlas del manto; quieren el primer puesto en los banquetes y los primeros asientos en las sinagogas, que se les salude en las plazas y que la gente les llame “Rabbí”. 

»Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar “Rabbí”, porque uno solo es vuestro Maestro; y vosotros sois todos hermanos. Ni llaméis a nadie “Padre” vuestro en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre: el del cielo. Ni tampoco os dejéis llamar “Guías”, porque uno solo es vuestro Guía: el Cristo. El mayor entre vosotros será vuestro servidor. Pues el que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado».


«El que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado»
Rev. D. Antoni CAROL i Hostench 
(Sant Cugat del Vallès, Barcelona, España)



Hoy, Jesucristo nos dirige nuevamente una llamada a la humildad, una invitación a situarnos en el verdadero lugar que nos corresponde: «No os dejéis llamar “Rabbí” (...); ni llaméis a nadie “Padre” (...); ni tampoco os dejéis llamar “Guías”» (Mt 23,8-10). Antes de apropiarnos de todos estos títulos, procuremos dar gracias a Dios por todo lo que tenemos y que de Él hemos recibido.

Como dice san Pablo, «¿qué tienes que no lo hayas recibido? Y si lo has recibido, ¿a qué gloriarte cual si no lo hubieras recibido?» (1Cor 4,7). De manera que, cuando tengamos conciencia de haber actuado correctamente, haremos bien en repetir: «Somos siervos inútiles; hemos hecho lo que debíamos hacer» (Lc 17,10).

El hombre moderno padece una lamentable amnesia: vivimos y actuamos como si nosotros mismos hubiésemos sido los autores de la vida y los creadores del mundo. Por contraste, causa admiración Aristóteles, el cual —en su teología natural— desconocía el concepto de la “creación” (noción conocida en aquellos tiempos sólo por Revelación divina), pero, por lo menos, tenía claro que este mundo dependía de la Divinidad (la “Causa incausada”). San Juan Pablo II nos llama a conservar la memoria de la deuda que tenemos contraída con nuestro Dios: «Es preciso que el hombre dé honor al Creador ofreciendo, en una acción de gracias y de alabanza, todo lo que de Él ha recibido. El hombre no puede perder el sentido de esta deuda, que solamente él, entre todas las otras realidades terrestres, puede reconocer».

Además, pensando en la vida sobrenatural, nuestra colaboración —¡Él no hará nada sin nuestro permiso, sin nuestro esfuerzo!— consiste en no estorbar la labor del Espíritu Santo: ¡dejar hacer a Dios!; que la santidad no la “fabricamos” nosotros, sino que la otorga Él, que es Maestro, Padre y Guía. En todo caso, si creemos que somos y tenemos algo, esmerémonos en ponerlo al servicio de los demás: «El mayor entre vosotros será vuestro servidor» (Mt 23,11).

Le apasiona el kitesurfing, fue a Cabo Verde a practicarlo y allí le esperaba la vocación sacerdotal


Daniel conoció en ese destino surfero al padre René-Luc, también practicante

Le apasiona el kitesurfing, fue a Cabo Verde a practicarlo y allí le esperaba la vocación sacerdotal

Le apasiona el kitesurfing, fue a Cabo Verde a practicarlo y allí le esperaba la vocación sacerdotal

Daniel hace una sugerente comparación entre el equipo de kitesurfing y las virtudes teologales. Foto: David Richard /Transit /Picturetank

Son varios los sacerdotes franceses que practican el surf y lo utilizan como ocasión de evangelización, desde el padre René-Sebastien Fournié en el Cantábrico (Biarritz) al padre René-Luc Giran en el Mediterráneo (Montpellier). Cuando este último se fue a Cabo Verde a practicar, no sabía que allí le esperaba el que puede ser un futuro sacerdote para su diócesis, como cuenta Benjamin Coste en Famille Chrétienne:

Con su mirada oscura y profunda, su barba incipiente y el cabello negro azabache ondulado como por la brisa marina, Daniel Esquivel Elizondo (Elizondo en francés significa “quien está cerca de Dios”) tiene el físico de un surfista normal y corriente. Equipado con su tabla y su vela de kitesurf, no llama la atención en esta playa de Montpellier. Solo un detalle atrae nuestra atención: la pequeña Cruz que cuelga de su traje. En septiembre próximo, este mexicano de 37 años entrará en el seminario de Toulouse para la diócesis de Montpellier.


Para llegar a Hérault [departamento al que pertenece Montpellier] desde su México natal, el futuro aprendiz de sacerdote ha tenido que surfear numerosas olas. Algunas llevaron y le hicieron avanzar más deprisa. Con otras... se quedó atascado. Con el mar ha mantenido siempre una relación especial. Daniel nació en León, a medio camino entre el océano Pacífico y el océano Atlántico. Guarda un recuerdo “impresionante” de su primer contacto con el elemento marino. “Recuerdo haber adquirido conciencia por primera vez de la profundidad del océano”, explica en un francés perfecto, discretamente modulado por sus orígenes mexicanos. Una experiencia iniciática durante la cual el niño sintió el miedo a lo desconocido y, al mismo tiempo, la llamada a superarlo. “Gracias al mar, viví una auténtica experiencia de superación de mí mismo”.

El océano es el destino veraniego de las vacaciones familiares. Al ganar en confianza, Daniel se encamina hacia una perspectiva lúdica del mar. “Pasaba días eneros escrutando a lo lejos, esperando a ola que podría surfear con mi tabla. Me fascinaba”, evoca, ya consciente del poderío de este elemento ambivalente, “tan atrayente como intimidante, tanto una fuerza para la vida como una fuerza para la muerte”.

Los estudios de Daniel le conducirán lejos del océano y de México. En septiembre de 2000 planta su equipaje en Grenoble (Francia). Ante las montañas siente el mismo respeto que ante el océano. Por la altura, claro, pero también porque “la Creación está llena de la presencia de Dios”, explica un hombre que ha sido católico desde su infancia, pero al mismo tiempo poco arraigado hasta que leyó el libro de Santa Faustina La divina misericordia, que le permitió “comprender con qué amor era amado”.

Del kitesurf al seminario 
“Es el kitesurf el que me condujo a prepararme para el sacerdocio para la diócesis de Montpellier”, bromea Daniel con una gran carcajada, “lo descubrí durante un curso en Bélgica”. Junto con un amigo, se inicia con entusiasmo en esta disciplina “que permite surfear todo el tiempo, sin tener que esperar a una buena ola”.

En 2015, Daniel decide pasar unas vacaciones deportivas en Cabo Verde, uno de los destinos más célebres para esta disciplina, entre los mejores por el viento y los spots para surfear.


En la isla conoce a otros kitesurfers. Entre ellos, un sacerdote: el padre René-Luc, autor de Dieu en plein coeur, fundador de la escuela de misión CapMissio… ¡y acreditado kitesurfer! En tono de broma, el sacerdote le lanza con franqueza: “¡Si quieres servir en una diócesis donde se puede practicar el kite, la mía está reclutando!”. Tras pensarlo, Daniel le toma la palabra y traslada sus maletas a Montpellier.


Una vez sea ordenado sacerdote diocesano, Daniel quiere sobre todo unirse a hombres y mujeres en su vida cotidiana, y le gustaría hacer del kitesurf “un componente de su futuro ministerio”. Para él es una forma de desmitificar la vida del sacerdote: “Entregar tu vida a Dios no quiere decir renunciar a todo. Ser sacerdote también es poner tus pasiones al servicio del Evangelio”.

Gracias al kitesurf, Daniel dice haber progresado en el plano humano: “He aprendido a conocerme mejor, a saber dónde están mis límites. El kite y el mar me han permitido igualmente ganar en coraje, y también en prudencia. A veces, cuando las condiciones del viento son demasiado peligrosas, hay que saber renunciar a meterse en el agua”. Y, simplemente, contemplar la belleza de la Creación: “Dios es tan humilde que se esconde detrás de todo aquello que nos da”.

El kite y las virtudes teologales 
Este kitesurfer ya ha imaginado una catequesis impartida en torno a esta práctica deportiva: “La vela del kite es nuestra fe. Permite capturar el viento del Espíritu, que nos hace avanzar. Esta vela está unida con cuerdas a una barra que se sujeta a un arnés, que es nuestra esperanza. La barra que sujetamos con las manos es nuestra voluntad: nos permite elegir las grandes orientaciones de nuestra vida. En cuanto a la tabla, es la caridad. Sin ella, nos hundimos en los abismos del egoísmo”.

Y, añade, siempre con humor y sentido de la metáfora: “Sin la fe, no se puede practicar kitesurf, sino canoa-kayak. ¿Por qué? ¡Porque uno se pasa el día remando!”.

Traducción de Carmelo López-Arias.

Fuente: Religión en Libertad

viernes, 25 de agosto de 2017

Santo Evangelio 25 de agosto 2017


Día litúrgico: Viernes XX del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Mt 22,34-40): En aquel tiempo, cuando los fariseos se enteraron de que Jesús había tapado la boca a los saduceos, se reunieron en grupo, y uno de ellos le preguntó con ánimo de ponerle a prueba: «Maestro, ¿cuál es el mandamiento mayor de la Ley?». Él le dijo: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Éste es el mayor y el primer mandamiento. El segundo es semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos penden toda la Ley y los Profetas».


«Amarás al Señor, tu Dios... Amarás a tu prójimo»
Rev. D. Pere CALMELL i Turet 
(Barcelona, España)


Hoy, el maestro de la Ley le pregunta a Jesús: «¿Cuál es el mandamiento mayor de la Ley?» (Mt 22,36), el más importante, el primero. La respuesta, en cambio, habla de un primer mandamiento y de un segundo, que le «es semejante» (Mt 22,39). Dos anillas inseparables que son una sola cosa. Inseparables, pero una primera y una segunda, una de oro y la otra de plata. El Señor nos lleva hasta la profundidad de la catequesis cristiana, porque «de estos dos mandamientos penden toda la Ley y los Profetas» (Mt 22,40).

He aquí la razón de ser del comentario clásico de los dos palos de la Cruz del Señor: el que está cavado en tierra es la verticalidad, que mira hacia el cielo a Dios. El travesero representa la horizontalidad, el trato con nuestros iguales. También en esta imagen hay un primero y un segundo. La horizontalidad estaría a nivel de tierra si antes no poseyésemos un palo derecho, y cuanto más queramos elevar el nivel de nuestro servicio a los otros —la horizontalidad— más elevado deberá ser nuestro amor a Dios. Si no, fácilmente viene el desánimo, la inconstancia, la exigencia de compensaciones del orden que sea. Dice san Juan de la Cruz: «Cuanto más ama un alma, tanto más perfecta es en aquello que ama; de aquí que esta alma, que ya es perfecta, toda ella es amor y todas sus acciones son amor».

Efectivamente, en los santos que conocemos vemos cómo el amor a Dios, que saben manifestarle de muchas maneras, les otorga una gran iniciativa a la hora de ayudar al prójimo. Pidámosle hoy a la Virgen Santísima que nos llene del deseo de sorprender a Nuestro Señor con obras y palabras de afecto. Así, nuestro corazón será capaz de descubrir cómo sorprender con algún detalle simpático a los que viven y trabajan a nuestro lado, y no solamente en los días señalados, que eso lo sabe hacer cualquiera. ¡Sorprender!: forma práctica de pensar menos en nosotros mismos.

La aparición de un muerto convirtió al catolicismo a los primos Ingalls de «La casa de la pradera»

La aparición de un muerto convirtió al catolicismo a los primos Ingalls de «La casa de la pradera»

Una historia que arranca en tiempos de la escritora Laura Ingalls...

La aparición de un muerto convirtió al catolicismo a los primos Ingalls de «La casa de la pradera»

Los Ingalls: llegaron en 1974, estuvieron 9 años en antena y dejaron un recuerdo perdurable.

No es preciso haberla visto en su día para identificar sus personajes, porque La casa de la pradera [Little house on the prairie] ha seguido reponiéndose desde que, diez años después de su estreno en 1974, emitiese su último capítulo, y pueden conseguirse en DVD sus episodios. Su intro es sin duda uno de los más célebres de la historia de la televisión.



Michael Landon (1936-1991) fue el factótum de la serie y, con sus largas trenzas y una sonrisa inconfundible, Melissa Gilbert interpretaba a Laura Ingalls Wilder (1867-1957), autora de los libros en los que se inspiró la legendaria producción de la NBC. Son ocho títulos que escribió entre 1932 y 1943. En España los ha editado la editorial Noguer.


Laura Ingalls contó en primera persona su propia experiencia vital, pues ella misma nació en una cabaña de troncos en los bosques de Wisconsin, y vivió después en Kansas, Minnesota y Dakota del Sur. 

Del espíritu pionero al Tea Party
Se convirtió así en la narradora por excelencia del espíritu de los pioneros. Multitud de instituciones y museos se inspiran en ella y sus escritos para recordar a los norteamericanos esa fase crucial de su historia. Por eso en los años setenta, cuando Estados Unidos se acercaba a su bicentenario (1976) y las cadenas de televisión se volcaron en contenidos ad hoc (como Centennial, también de la NBC, y que se vio en España a principios de los ochenta), volver a Laura Ingalls era obligado y el éxito de la serie inspirada en sus novelas estaba garantizado.

El espíritu de La casa de la pradera estuvo muy presente en los mejores momentos del Tea Party. Durante la campaña presidencial de 2008, la hermana de Sarah Palin contó que la gobernadora de Alaska y candidata republicana a la vicepresidencia había devorado cuando era niña todas las novelas de la serie, donde se forjó ese patriotismo sencillo y sincero, basado en convicciones cristianas y vínculos familiares, que catapultó su popularidad entre buena parte del electorado y le granjeó el miedo cerval (disfrazado de burlas inmisericordes) de los definidores de la corrección política.


Sarah Palin devoró en su infancia la serie de novelas de Laura Ingalls.

Para muchos estadounidenses, el estilo de vida reflejado por Laura Ingalls Wilder es el que define el país, y con él se identifica una parte del movimiento libertario. De hecho, la hija de Laura, Rose Wilder Lane (1886-1968), es una de las grandes representantes del exponentes de la filosofía vital que popularizó la gran inspiradora del movimiento libertario, la atea rusa Ayn Rand (1905-1982), autora de El manantial (llevada al cine por King Vidor, con Gary Cooper como protagonista). Rose se implicó a fondo con su madre en la publicación de La casa de la pradera, prestándole su consejo como escritora y activista.

Los principios que mantienen unidos a los Ingalls en las novelas de Laura son claros: esfuerzo individual, espíritu de sacrificio y una educación en el cumplimiento del deber y el ejercicio de la propia responsabilidad.


Eran, por otro lado, los principios que Michael Landon, de origen judío (su nombre real era Eugene Orowitz), dos veces divorciado y padre de nueve hijos quiso encarnar como actor, director y productor y reflejan las series con las que triunfó: Bonanza (1959-1973), La casa de la pradera (1974-1983) y Autopista hacia el cielo (1984-1989), donde interpretaba a un ángel en misión celestial para resolver problemas en la tierra.

Una decisión crucial, una visión en sueños...
El auténtico Charles Phillip Ingalls (1836-1902) llevó una vida menos estable de la que refleja la serie de televisión, que en ese y otros puntos guarda algunas diferencias con las novelas en las que se basa. Durante casi veinte años se movió con su esposa y cinco hijos por distintos estados (Wisconsin, Kansas, Minnesota, Iowa) en función del trabajo que iba obteniendo, hasta que en 1879 fue nombrado juez de paz en De Smedt (Dakota del Sur).


El auténtico Charles Ingalls.

Una de las sobrinas de Charles fue Edith Florence Bingham Ingalls (1872-1951), hija de su hermano Peter. Aparece fugazmente como Dolly en una de las novelas de su prima Laura, La casa del bosque [Little house in the big woods]. Y ahora una tataranieta de Edith ha contado las circunstancias por las que toda esa rama de la familia se convirtió al catolicismo.

Según cuenta Lindsay Kuniyuki en Church Pop, su tatarabuela se casó con Heil Nelson Bingham y se asentaron en Oakes (Dakota del Norte). Ninguno de los dos era católico, pero decidieron educar a sus siete hijos en la escuela católica local. Al cabo de un tiempo Heil se convirtió al catolicismo, pero sin embargo su esposa no lo hizo. En 1930, tras 38 años de matrimonio, Heil murió.

Pasaron veinte años y Edith no cambió su actitud hacia la fe. Pero una noche, ya cercana su muerte, según cuenta Lindsay, "Heil se la apareció en sueños y le dijo: 'Edith, tienes que preparar tu alma'. A la mañana siguiente, ella pidió un sacerdote. La familia pensó que se refería a un pastor protestante, pero Edith rechazó verle y le despidió, insistiendo en que quería ver a un sacerdote católico. Fueron a buscarlo y ella recibió los sacramentos, muriendo al día siguiente".

Todas las hijas de Edith fueron católicas y se casaron "con católicos irlandeses". Una de esas  hijas fue Estella Cora Bingham Ingalls (1895-1969), que tuvo cuatro hijos, uno de ellos Dorothy, la abuela de Lindsay, quien tuvo siete, todos ellos católicos practicantes "que transmitieron esta fe hermosa y rica a los 12 hijos que tuvieron en total, la mayoría de los cuales también está transmitiendo esa tradición a los 21 nietos de Dorothy": uno de ellos, Lindsay, quien recuerda que solo este dos hicieron la Primera Comunión y tres recibieron la Confirmación.


Lindsay Kuniyuki es historiadora y madre de cuatro hijos, a quienes educa en homeschooling según un currículo católico.

"En los años venideros veremos muchos más católicos llegar a la plenitud de la fe, y todo porque Heil y Edith eligieron una educación católica para sus hijas. No podían saber hasta qué punto esa decisión afectaría al legado familiar", explica Lindsay, quien recuerda la emoción que sintió a los 9 años de edad cuando, después de leer con entusiasmo las novelas de Laura Ingalls, su madre le reveló que todos aquellos personajes que le fascinaban eran sus primos.

Fuente: Religión en Libertad